Historia de las grandes potencias para niños
Potencias desaparecidas | Continente | Periodo |
---|---|---|
Antiguo Egipto | África-Asia | 3100 a. C.-332 a. C. |
Imperio babilónico | Asia | 1792 a. C.‑539 a. C. |
Estado púnico | África-Europa | 814 a. C.‑146 a. C. |
Imperio aqueménida | Asia | 550 a. C.‑330 a. C. |
Antigua Atenas | Europa | 508 a. C.‑322 a. C. |
República romana | África‑Asia‑Europa | 509 a. C.-27 a. C. |
Imperio romano | África‑Asia‑Europa | 27 a. C.-476 |
Cultura Maya | América | 250-1697 |
Imperio de Ghana | África | 350-1240 |
Imperio bizantino | África‑Asia‑Europa | 395-1453 |
Califato abasí | África‑Asia‑Europa | 750-1259 |
Califato omeya | África‑Asia‑Europa | 750-1031 |
Emirato de Córdoba | África-Europa | 756-929 |
Imperio carolingio | Europa | 800-843 |
Reino de León | Europa | 910-1230 |
Califato de Córdoba | África‑Asia‑Europa | 929-1031 |
Sacro Imperio Romano Germánico | Europa | 962-1806 |
Reino de Francia | Europa | 987-1791 |
Reino de Aragón | Asia-Europa | 1035-1707 |
Imperio almorávide | Europa-Mediterráneo Oriental | 1040-1147 |
Reino de Castilla | África-Europa | 1065-1230 |
Imperio almohade | Europa-Mediterráneo Oriental | 1121-1269 |
Imperio mongol | Asia-Europa | 1206-1368 |
Corona de Castilla | África-Europa | 1230-1715 |
Imperio otomano | África‑Asia‑Europa | 1281-1923 |
Imperio azteca | América | 1325-1521 |
Imperio chino | Asia | 1368-1644 |
Imperio español | África‑América-Asia‑Europa-Oceanía | 1492-1976 |
Imperio portugués | África‑América-Asia‑Europa | 1500-1975 |
Imperio incaico | América | 1438-1533 |
Imperio mogol | Asia | 1526-1858 |
Imperio colonial francés | África‑América-Asia‑Europa-Oceanía | 1534-1980 |
Imperio británico | África‑América-Asia‑Europa‑Oceanía | 1577-1997 |
Imperio neerlandés | África‑América-Asia‑Europa | 1603-1975 |
Imperio ruso | Asia-Europa | 1721-1917 |
Primer Imperio francés | Europa | 1804–1814 |
Imperio del Brasil | América | 1823–1889 |
Segundo Imperio francés | África‑América-Asia‑Europa‑Oceanía | 1852–1870 |
Imperio austrohúngaro | Europa | 1867–1919 |
Imperio japonés | Asia | 1868-1947 |
Imperio alemán | África‑Asia‑Europa | 1871-1918 |
Imperio italiano | África-Europa | 1882-1947 |
Unión Soviética | Asia-Europa | 1922-1991 |
Alemania nazi | Europa | 1933-1945 |
La historia de las grandes potencias nos cuenta cómo los países más poderosos del mundo han cambiado a lo largo del tiempo, desde la Edad Antigua hasta hoy. Los enfrentamientos entre estas potencias, como las guerras napoleónicas, las guerras mundiales y la Guerra Fría, han transformado el rumbo de la historia universal. A menudo, la competencia entre ellas también ha impulsado el desarrollo social y la modernización.
En el Viejo Mundo (Europa, Asia y África), algunas de las grandes potencias de la Edad Antigua fueron Asiria y Babilonia, la Antigua China, el Antiguo Egipto, la Antigua Grecia y el Imperio Romano, la Antigua India y Persia. El Imperio de Alejandro Magno logró conquistar casi todas las regiones del Mediterráneo Oriental, el Próximo Oriente y Asia Central. Sin embargo, duró poco y se dividió en varios reinos helenísticos que competían entre sí.
Después de que la República romana venciera al Imperio cartaginés (siglo III a.C.) y conquistara el Egipto ptolemaico (siglo I a.C.), el Imperio romano se convirtió en la única potencia del Mediterráneo. En su frontera oriental, tuvo que competir por el poder con el Imperio parto. El Imperio romano de Occidente se dividió en varios reinos germánicos. Mientras el Imperio Bizantino se debilitaba por la expansión musulmana y las Cruzadas, la Edad Media en Europa occidental estuvo marcada por la lucha entre el papado y el Imperio. Esta competencia hizo que las monarquías feudales se volvieran más fuertes, transformándose en monarquías autoritarias.
En el mundo islámico, la unidad inicial se rompió desde el siglo VIII, dando lugar a muchos estados, como el Califato de Córdoba, el Califato fatimí, el Califato abasí y el Imperio otomano. Desde China hasta Europa Oriental, el Imperio mongol se expandió, pero pronto se fragmentó. En la India, surgieron varios estados que competían entre sí, la mayoría de los cuales se unieron bajo el Imperio de Asoka. En Extremo Oriente, el Imperio Chino se convirtió en una gran potencia continental.
A partir de la Edad Media y en la Edad Moderna, en Europa, las primeras potencias fueron algunos de los antiguos estados italianos (como las repúblicas marítimas de Amalfi, Génova, Pisa y Venecia), España y Portugal. Luego, el poder pasó a Francia y después al Reino Unido, así como a Alemania, Austria-Hungría, Dinamarca, Holanda, Italia, Polonia, Rusia, Suecia y Turquía. En el Nuevo Mundo, los Imperio Azteca, el Imperio Incaico y la Cultura Maya fueron los imperios más grandes antes de la llegada de los europeos.
Mientras la lucha por el dominio en el Mediterráneo y los Balcanes se resolvía manteniendo un equilibrio entre el Imperio otomano y los Estados de los Habsburgo, en Europa Occidental hubo un vaivén entre el dominio francés y el español. Inglaterra actuó como un contrapeso para mantener el equilibrio continental mientras lograba su dominio marítimo. El concepto de equilibrio continental se definió con los tratados de Westfalia (1648) y los de Utrecht y Rastadt (1713-15). En Europa Septentrional y Oriental, se formaron potencias como el reino de Dinamarca, el reino de Suecia, el reino de Prusia, la confederación polaco-lituana y el Imperio ruso. La expansión de los imperios holandés, francés y británico se disputó inicialmente entre el Imperio portugués y el Imperio español.
La idea de clasificar a las potencias por su tamaño y poder comenzó en el Tratado de Chaumont de 1814. Desde las guerras napoleónicas y el Congreso de Viena (1814), las relaciones internacionales estuvieron dominadas por cinco grandes potencias europeas: Francia e Inglaterra (que se aliaron en la Entente Cordiale) y los tres grandes imperios de Europa Central y Oriental: el Imperio ruso, el Imperio austrohúngaro y Prusia (que luego formaría el Imperio alemán).
En el siglo XX, las grandes potencias fueron: Alemania, los Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, el Reino Unido y la Unión Soviética. Entre 1945 y 1989, la Guerra Fría dividió al mundo en dos grandes bloques, liderados por Estados Unidos y la Unión Soviética, considerados superpotencias. Después de la disolución de la Unión Soviética a principios de los años 90, Estados Unidos quedó como la única superpotencia.
En el siglo XXI, la situación es muy dinámica. Las principales potencias son los Estados Unidos, China, Rusia, los países del G-4 (Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido, que también son parte del G-7), Japón, India y Brasil. Además, Turquía es un punto estratégico importante entre Europa y Asia.
En las primeras décadas del siglo XXI, Estados Unidos ha sido la primera potencia mundial en economía, fuerza militar y tecnología. Por un tiempo, especialmente en los años 90, fue la única potencia mundial dominante. Sin embargo, a principios del siglo XXI, China surgió con fuerza como un país que podría desafiar el poder estadounidense. La Unión Europea también se perfiló como una potencia gracias a su unión política y monetaria. Desde 2014, China es la economía más grande del mundo en términos de paridad de poder adquisitivo, superando a Estados Unidos, que fue afectado por la Gran Recesión, mientras la economía china vivía un gran crecimiento.
Edad Antigua


El Mundo Antiguo
Egipto y Mesopotamia fueron las primeras grandes potencias conocidas. Ambas civilizaciones compitieron durante siglos por el control del Cercano Oriente, especialmente la región de Palestina, que era un paso natural entre África y Asia. También se enfrentaron al Imperio hitita y, por un tiempo, al reino hurrita de Mitanni. Los pueblos de la costa de Siria y Palestina fueron sometidos alternativamente por Egipto y por Hatti.
El Imperio Asirio Medio (que ya había destruido Mitanni) y Egipto fueron las potencias en conflicto entre los siglos XII y X a.C. Más tarde, el Imperio neoasirio tomó el control del Mediterráneo oriental y Mesopotamia. Egipto, por su parte, luchaba contra el poderoso Imperio hitita por el dominio de Siria y Palestina. Cuando el Imperio hitita cayó, Egipto reanudó su lucha contra Asiria, con el apoyo de varios pueblos palestinos, incluyendo los reinos de Israel y Judá. Sin embargo, Egipto fue finalmente sometido por el ejército asirio debido a su propia decadencia. Asiria logró consolidar su poder en el Cercano Oriente, pero por poco tiempo, ya que también estaba en una etapa de debilitamiento. El Imperio neobabilónico reemplazó al Imperio asirio y dominó Egipto y Mesopotamia hasta el sur de Anatolia (Turquía) y los montes Zagros. Sin embargo, este imperio también cayó ante el avance de medos y aqueménidas, quienes conquistaron Babilonia y fundaron el Imperio aqueménida.
El Imperio aqueménida dominó el Cercano Oriente durante 200 años, desde el río Indo hasta Sudán. Pero este imperio también se derrumbó por la llegada de los ejércitos de Alejandro Magno. Alejandro unió los Imperios Persa y la Grecia Posclásica, creando el Imperio helénico. Este imperio se fragmentó tras la muerte de Alejandro Magno, dando origen a cuatro grandes reinos: Egipto, Siria, Macedonia y Bactriana.
Grecia y Roma

Estos reinos helénicos intentaron obtener el poder en el Cercano Oriente (como Siria y Egipto en su lucha por controlar Palestina) y crear un nuevo Imperio helénico. Sin embargo, sus planes se vieron frustrados cuando Roma, después de expandirse por Italia, comenzó a apropiarse del Mediterráneo y a someter a los pueblos de su alrededor. Así, formó un inmenso imperio que, a la muerte de Augusto (14 d.C.), abarcaba Europa Occidental (hasta Inglaterra) y del Sur (hasta la península ibérica), el Norte de África (hasta Sudán) y Palestina.
Roma se convirtió en la mayor potencia del mundo conocido. Superó a Egipto en la producción de cereales y a Mesopotamia en las rutas comerciales. También venció a Cartago como potencia marítima del Mediterráneo y a Grecia como centro literario y filosófico. Con Trajano y Adriano, Roma se extendió hasta el Cáucaso y el mar Caspio, llegando también hasta Kuwait en el golfo Pérsico. La base del poder romano, al igual que los antiguos imperios asirio y egipcio, se apoyaba en la fortaleza de su ejército, su producción económica diversa, su avanzada tecnología y una administración centralizada y estable. El Imperio romano llegó a comerciar con la lejana China e India, a construir inmensos monumentos y acueductos, ciudades fortificadas y murallas muy fuertes. Sometió pueblos y dominó la economía del Mediterráneo y de las civilizaciones cercanas. También construyó carreteras y caminos que conectaban la capital romana con todas las ciudades del Mediterráneo.
Pero la grandeza del Imperio romano se desestabilizó después de la muerte de Marco Aurelio (121-180 d.C.). El ascenso de Cómodo (180-192 d.C.) marcó el fin de la etapa de orden y prosperidad, y el inicio de la Crisis del Imperio romano. Así, durante el siglo III, se hizo evidente el colapso de la autoridad imperial y la decadencia del Imperio. Fueron años de anarquía, opresión, problemas económicos y revueltas militares y campesinas. El debilitamiento progresivo del Imperio animó a los pueblos bárbaros a invadir los territorios de Roma. En el siglo IV, el avance se hizo imparable y muchos de ellos terminaron por dividir el Imperio romano.
En 395 d.C., a la muerte de Teodosio, el Imperio romano se dividió definitivamente: a Honorio le correspondió el Imperio romano de Occidente, con capital en Milán y Roma; mientras que a su hijo Arcadio le correspondió el Imperio romano de Oriente con capital en Constantinopla. En la Antigüedad tardía, a diferencia del Imperio romano de Occidente, que estaba en una profunda decadencia, el Imperio de Oriente tenía prosperidad económica y no había sufrido invasiones, ya que pagaba tributos a los pueblos bárbaros para mantenerlos alejados de sus fronteras.
En 410 d.C., Alarico I, un líder visigodo, saqueó la ciudad de Roma después de 800 años desde la última invasión exitosa al imperio por parte de los galos de Breno. Este saqueo se considera un momento clave en el camino hacia el fin del Imperio romano de Occidente. Odoacro, jefe de los herulos (un pueblo bárbaro), arrasó Roma en 476 d.C., destronó al emperador Rómulo Augústulo y puso fin al Imperio romano en ese año. El Imperio de Oriente sobreviviría 10 siglos más, pero sin las características romanas originales.
El Imperio Chino Antiguo
La dinastía Han (en chino tradicional, 漢朝; en chino simplificado, 汉朝; pinyin, Hàn Cháo; chino antiguo: *n̥ˤar-s traw) fue la segunda dinastía imperial china. Duró desde el año 206 a. C. hasta el 220 d. C. El periodo Han es considerado como una edad dorada en la historia china, y dejó un legado cultural que aún prevalece. La dinastía dio nombre al grupo étnico mayoritario de China, la etnia han.
A lo largo de más de cuatro siglos, la dinastía Han se considera la edad de oro de la historia china, y tuvo un impacto permanente en la identidad china de épocas posteriores.El grupo étnico mayoritario de la China moderna se denomina a sí mismo «pueblo Han» o «chinos Han». El chino hablado y el chino escrito se denominan respectivamente «lengua Han» y «caracteres Han».
Durante la dinastía, China se convirtió oficialmente en un Estado confuciano y prosperó en el ámbito interno: la agricultura, la artesanía y el comercio florecieron, la población superó los 50 millones, y se perfeccionó la burocracia estatal. Mientras tanto, el imperio extendió su influencia cultural y política sobre los actuales Vietnam, Mongolia y Corea. La expansión hacia el oeste llegó hasta la depresión de Tarim, en la actual Sinkiang. Sin embargo, el control por parte de los Han de las regiones periféricas era generalmente escaso. Para asegurar la paz con los poderes locales, la Corte Han desarrolló un "sistema tributario" mutuamente beneficioso. A los estados no-chinos se les permitía autonomía a cambio de la aceptación simbólica de la dominación Han. Los lazos tributarios se confirmaron y reforzaron a través de enlaces matrimoniales de princesas chinas con soberanos de esos estados semiindependientes y los intercambios periódicos de regalos y bienes. La expansión hacia el oeste y la consolidación del comercio dio como resultado la creación de la ruta de la seda. Sin embargo, finalmente el poderío de los Han se derrumbaría bajo una combinación de presiones internas y externas, desapareciendo en el año 220.
Edad Media


En la Alta Edad Media los árabes se extendían desde Portugal hasta la India.
A lo largo de la Edad Media, se fue formando una identidad europea basada en la Cristiandad. Esta se oponía al Islam y estaba dividida entre la Europa Oriental (la cristiandad oriental), ligada al Imperio Bizantino y a los pueblos eslavos, y una Europa Occidental (la cristiandad latina). En esta última, el Papado y el Imperio se anularon mutuamente en su intento de tener un poder universal. Esto benefició a otras entidades políticas, como las ciudades estado y las monarquías feudales, que surgieron de la crisis bajomedieval como los principales actores políticos, transformándose en monarquías autoritarias con la intención de convertirse en monarquías absolutas.
Con la Caída del Imperio romano de Occidente, desapareció la unidad de civilización que los romanos habían impuesto durante siglos en el Mediterráneo. En cada región del antiguo Imperio surgió un reino germánico independiente. Después, a partir del siglo V, el Imperio romano de Oriente (Imperio bizantino) dejó de ser la continuación del poderoso estado de la antigüedad. Se convirtió en un imperio griego y oriental. La producción económica se desarrolló en regiones no afectadas por las invasiones. Los reinos germánicos necesitaron comprar productos al Imperio bizantino, y las leyes que hacían hereditarias las profesiones se suavizaron. Con Justiniano comenzó la etapa de esplendor del Imperio bizantino, que recuperó Italia, el sur de la península ibérica y el Norte de África. Durante años, el mar Mediterráneo estuvo bajo el poder de Bizancio. Sin embargo, los enormes gastos del reinado de Justiniano dejaron las finanzas del país en mal estado, y perdería gran parte de sus territorios a principios del siglo VII, entrando en una crisis que duraría varios siglos.
En el siglo III, en Persia se había formado el Imperio sasánida, que durante los siglos siguientes se enfrentaría a Roma en muchas ocasiones. Estos conflictos culminarían en la guerra de 603-628. Este conflicto terminó con un regreso al statu quo, dejando a las dos mayores potencias de entonces agotadas y a merced de la expansión musulmana. Bizancio perdería todo el norte de África y Siria, mientras se desarrollaba la conquista musulmana de Persia.
El Califato y Europa
El Califato fue la primera potencia del mundo conocido entre los siglos VII y IX. Su inmenso imperio abarcaba el Norte de África, la península ibérica, Palestina, Siria, Anatolia, Mesopotamia, Egipto y Persia, llegando hasta el río Indo. Sus conquistas en Europa fueron detenidas cuando Carlos Martel y los francos los derrotaron en Poitiers (732). Después del califato de Harún al-Rashid, el imperio entró en un período de división interna. Hacia el siglo X, el Califato cayó en manos de la dinastía iraní de los buyíes. A partir de entonces, las mayores potencias islámicas fueron los sucesivos estados iraníes (dinastías Selyúcida, Shas de Jorezm, Il-Khanes, Timuríes y Safawies), el Califato de Córdoba, el Califato de Marrakesh, el Imperio egipcio bajo las dinastías Fatimí, Ayubí y Mameluca, y el Imperio otomano.
La empobrecida Europa Occidental vio nacer una gran potencia: el Imperio carolingio, creado por Carlomagno entre 800 y 814. Su existencia fue corta, ya que a la muerte de su descendiente Ludovico Pio (864), sus hijos se repartieron el Imperio, dando origen a tres grandes naciones: Francia Occidental; Francia Media y Francia Oriental. Este imperio sentó las bases para las futuras potencias occidentales de Europa en los siglos XVI al XX.
Durante la Alta Edad Media, surgieron nuevas potencias en el Este de Europa, como el Rus de Kiev y el Sacro Imperio Romano Germánico. Otras potencias destacadas de la Europa feudal fueron el Califato Omeya en la península ibérica y los Estados Pontificios en el centro de Italia. Estos últimos debían su poder y prestigio a que eran la Santa Sede de la Iglesia católica y del papa. Este reino atravesó varias dificultades, como las crisis de los siglos X al XII y el famoso Cisma de Occidente a finales del siglo XIV.
A principios del segundo milenio, Bizancio viviría una nueva edad de oro bajo Basilio II, recuperando gran parte de los Balcanes y expandiendo sus fronteras frente al islam. Esta bonanza terminaría con la llegada de los Selyúcidas a Oriente Medio, que arrebatarían Anatolia al Imperio bizantino. Después, el Imperio pasaría los siguientes siglos en una lenta agonía hasta su desaparición a mediados del siglo XV.
El Imperio Mongol
En el Lejano Oriente, India y China experimentaron cambios importantes. En India, Jarsha Vardhana logró restaurar la unidad imperial en el norte por poco tiempo. El Decán en el sur se convirtió en el centro literario y artístico de la India, reemplazando a las llanuras del Indo y el Ganges. Una vez vencida la resistencia del norte de India, se creó el Sultanato de Delhi, famoso por el esplendor de su corte, su lujo y sus mezquitas y sepulcros. Este imperio se derrumbó en el siglo XVI. Mientras tanto, China vivió un período de gran apogeo político y cultural con la Dinastía Tang, al mismo tiempo que el Califato Árabe. Posteriormente, con la llegada de la Dinastía Song, se produjo un desarrollo temprano de la industria basado en una metalurgia de gran calidad, lo que trajo numerosos avances tecnológicos.
Al norte de la Gran Muralla China, los mongoles fueron unificados por Gengis Kan (1167-1227) y lanzados a la conquista de Asia Central, Siberia Austral, el Rus de Kiev, Mesopotamia, el Norte de India y China. El Imperio mongol se convirtió en el más extenso del mundo y puso fin al Imperio iraní de los Shas de Jorezm, donde hubo grandes pérdidas de vidas. También invadieron el Rus de Kiev y el Reino de Polonia. China también fue dominada por los mongoles durante un siglo, pero una rebelión en 1368 llevó al poder a la Dinastía Ming, que reinaría hasta 1644. Sin embargo, la inmensidad del Imperio mongol hizo que se dividiera en pequeños estados o kanatos, cada uno de los cuales intentó crecer y crear un extenso imperio. Tamerlán creó un vasto imperio en Asia Central, el Norte de la India e Irán, con capital en Samarcanda.
El Imperio otomano surgiría en el siglo XIV de la desintegración del Sultanato de Rum. A pesar de sufrir una gran derrota a manos de Tamerlán en la Batalla de Angora, los herederos de Osmán I se recuperarían de forma espectacular, tomando Constantinopla y sometiendo los Balcanes durante el resto del siglo.
El término Imperio angevino describe el conjunto de estados gobernados en algún momento por la dinastía angevina Casa de Plantagenet. De manera similar, Estado borgoñón es un término moderno para designar la unión política bajo la autoridad del duque de Borgoña. Este conjunto de territorios no tenía un nombre único que expresara la idea de unidad política.
Edad Moderna

El descubrimiento de Colón marcaría el inicio del Imperio español, el primer imperio global de la historia.

Los británicos no perderían esta posición hasta finales de la Primera Guerra Mundial, en la que una de sus antiguas colonias les arrebataría el puesto.
En los siglos XVI y XVII, la posibilidad de crear una única monarquía universal en Europa, que parecía al alcance de Francia o de la Monarquía Hispánica, fue frustrada por el enfrentamiento entre ambas (inicialmente por la oposición entre los Habsburgo y los Valois). También influyeron muchos otros factores, como la Reforma protestante (que impidió la idea imperial de Carlos V) y la política exterior de Inglaterra.
A principios de la Edad Moderna, China era la mayor potencia mundial. Su tecnología era la más avanzada y su población la más grande. Bajo la dinastía Ming, se construyó una gran flota y un enorme ejército permanente de un millón de soldados. Aunque ya se habían realizado expediciones comerciales y diplomáticas desde China antes, la flota tributaria del almirante eunuco musulmán Zheng He en el siglo XV superó a todas las demás en tamaño. Se llevaron a cabo muchos proyectos de construcción, incluyendo el Gran Canal, la Gran Muralla y la fundación de la Ciudad Prohibida en Pekín a principios del siglo XV.
Además, China participaba en la mayor zona de comercio mundial de la época, el océano Índico. Sus principales puntos eran Egipto, India y China. Los comerciantes árabes tenían el monopolio principal hasta que fueron reemplazados por los portugueses a principios del siglo XVI.
España y Portugal: Pioneros Globales
A finales de la Edad Media, los portugueses y los castellanos habían iniciado expediciones para crear rutas comerciales hacia la India. Una de estas expediciones fue la de Cristóbal Colón, quien al servicio de Castilla descubrió América el 12 de octubre de 1492. Este descubrimiento marcó el inicio del ascenso de la Monarquía Hispánica en el ámbito internacional. Después de la unión de las Coronas de Castilla y Aragón por los Reyes Católicos, los territorios de la monarquía hispánica comenzaron a expandirse rápidamente. Durante el siglo XVI, Austria, Bohemia, Hungría, Alemania, los Países Bajos, Portugal, enclaves en Italia y gran parte del norte de África estuvieron bajo el dominio del monarca hispánico en algún momento. A esta superioridad política se unió la económica, con las enormes riquezas que venían de los territorios conquistados en el Nuevo Mundo, y la militar, gracias a la gran eficacia de los tercios españoles, invencibles durante casi 150 años en el campo de batalla. El Imperio español se expandió notablemente, enfrentándose al Imperio incaico (el más extenso de los estados en toda la América precolombina), al cual encontró en una guerra civil interna, y luego lo anexó completamente junto a otros territorios americanos. Con estas conquistas sin precedentes (en el Viejo Mundo y en el Nuevo Mundo), el Imperio español se convirtió en el primer imperio global en la historia de la humanidad. El punto más alto del poder hispánico se puede situar en 1588, cuando Felipe II intentó, sin éxito, invadir Inglaterra con la Armada Invencible. Para entonces, la monarquía hispánica era la primera potencia indiscutible de Europa y del mundo.
En los Balcanes, el Imperio otomano había continuado su expansión, conquistando Egipto y Mesopotamia. Durante el reinado de Solimán el Magnífico, alcanzó su máximo poder, venciendo al rey de Hungría en la Batalla de Mohács y avanzando hacia Viena, ciudad que no logró tomar. Lo intentarían de nuevo tres años más tarde con el mismo resultado. Tras ver frenada su expansión hacia Alemania, el Imperio turco continuaría su expansión por el Mediterráneo (alcanzando sus dominios hasta Marruecos), entrando en conflicto con la monarquía hispánica. Ambas potencias navales se enfrentarían en 1571 en la batalla de Lepanto, con victoria cristiana.
La guerra de los Treinta Años, que comenzó como un conflicto religioso, terminó siendo una larguísima guerra por el dominio de Europa. Esto supuso un enorme desgaste para la monarquía hispánica, que tras la Paz de Westfalia y el Tratado de los Pirineos vio reducidos sus territorios en Europa. Para entonces, la economía del país ya llevaba años en crisis, agravada por la enorme inflación causada por el oro de América, un fenómeno económico nuevo en el mundo. La decadencia española continuó tras la Guerra de Sucesión, el territorio español en Europa se redujo a la península, lo que, junto a la disminución del oro de América y el descenso de la población, dejó a España debilitada.
Francia y Gran Bretaña
Tras la victoria frente a España, Francia fue la potencia dominante en Europa durante la segunda mitad del siglo XVII y gran parte del siglo XVIII. Su época de mayor esplendor fue el reinado de Luis XIV, logrando, entre otras cosas, expandir su poder dinástico al colocar a los borbones en el trono de la península ibérica tras vencer en la Guerra de Sucesión Española.
En el siglo XVIII, se formó una combinación cambiante de alianzas entre las grandes potencias europeas, como Austria, Prusia, Gran Bretaña y Francia. Su objetivo principal era evitar que una de ellas o un bloque estable dominara (por ejemplo, el Pacto de Familia entre los reinos de la casa de Borbón -Francia, España, Nápoles y otros territorios italianos-). Se enfrentaron en la Guerra de Sucesión Austriaca, la Guerra de los Siete Años, la Guerra de Sucesión bávara, la Guerra de Sucesión Polaca y otras guerras menores o limitadas a las colonias (como la Guerra del Asiento). Francia y Gran Bretaña lucharían en la Guerra de los Siete Años por el dominio, saliendo victoriosa la segunda.
Aunque Gran Bretaña no era una potencia militar como los franceses, el inicio de la Revolución industrial la colocó a la cabeza de las economías europeas. A medida que avanzaba el siglo XVIII, y a pesar de la pérdida de las colonias americanas, su superioridad económica se hizo cada vez más evidente. Este reino, aunque sin pretensiones de alcanzar el dominio por sí mismo, sí pudo impedir que cualquier otra potencia lo lograra en el continente (y también en los mares, desde el fracaso de la Armada Invencible, 1588). Se enfrentó sucesivamente a una u otra potencia, aliándose con ellas o con otras (especialmente Portugal, con la que mantuvo una relación especial desde el siglo XIV, y de forma más intermitente con los Países Bajos, o incluso potencias lejanas como el Imperio otomano), tanto en forma de Gran Alianza como de ayuda financiera. La particularidad inglesa, reflejada en su posición internacional, también tuvo consecuencias importantes en su forma de afrontar la crisis religiosa del siglo XVI y la crisis general del siglo XVII. Se separó del papado y realizó una profunda transformación social interna (el anglicanismo y la Revolución inglesa), de una manera solo comparable a como lo hicieron las Provincias Unidas de los Países Bajos, con el establecimiento de las primeras monarquías parlamentarias.
En cuanto al Imperio otomano, entró en un estancamiento a partir de 1600. A pesar de ello, sus territorios seguían intactos, y con ello su poder político, hasta 1683, año en que se realizó un nuevo intento de tomar Viena, que terminó en una derrota y en la pérdida de parte de los territorios europeos turcos. La decadencia del imperio continuó durante el siglo XVIII, en el que sus territorios se redujeron aún más, sobre todo a costa de Rusia.
Edad Contemporánea
De las Revoluciones a la Restauración
La Independencia de los Estados Unidos (1776), la Revolución francesa (1789) y la posterior expansión de Francia por el continente, así como la Independencia Hispanoamericana (desde 1808), cambiaron de forma decisiva el equilibrio internacional en Europa y el mundo. Incluyeron como fuerza emergente los principios de la revolución liberal (la soberanía nacional y el protagonismo de los pueblos) frente a unas fuerzas sociales y políticas del Antiguo Régimen que estaban en una clara crisis.
A pesar del aislamiento diplomático y la fuerte presión militar a la que fue sometida la Francia revolucionaria por parte de todas las potencias europeas aliadas (en diferentes momentos hubo siete coaliciones), Francia se impuso a las monarquías absolutas en las Guerras Revolucionarias Francesas y extendió por el continente sus nuevos conceptos políticos. Los franceses, liderados por Napoleón Bonaparte, lograron dominar prácticamente toda Europa continental durante las Grandes Guerras Francesas. La máxima expansión de los dominios franceses fue en 1811, año en que solo el Reino Unido se libraba de la influencia de Francia, aunque estaba sometido al bloqueo continental. Finalmente, Napoleón fue derrotado en la Batalla de Waterloo y las potencias europeas se reunieron en Viena para redibujar el mapa de Europa.
La derrota de la Francia revolucionaria permitió a las monarquías absolutas (con el apoyo de la monarquía parlamentaria británica, que inició una era de espléndido aislamiento basada en su dominio económico, naval y colonial a nivel mundial) diseñar en el Congreso de Viena (1815) una Europa de la Restauración o de los Congresos. En esta, las potencias de la Santa Alianza (Austria, Prusia y el Imperio Ruso) establecieron un delicado equilibrio entre el legitimismo dinástico (la vuelta al trono de los monarcas desplazados por el sistema imperial napoleónico) y un nuevo trazado de fronteras que solo en parte volvía a las de 1793. Esto benefició a las potencias vencedoras y estableció una línea de estados tapón (reino de Piamonte-Cerdeña y Reino Unido de los Países Bajos) frente al restaurado reino de Francia, cuyo futuro aún era incierto. El Reino Unido, Austria y Rusia surgieron como los grandes poderes después del Congreso de Viena.
El Siglo XIX y Principios del XX
Entre los temas importantes de la época están la rápida industrialización y el creciente poder del Reino Unido, Europa y más tarde, de los Estados Unidos, con Japón surgiendo como gran potencia e imperio al final de este período. Esto llevó a una competición imperialista y colonialista por la influencia y el poder por todo el mundo, cuyo impacto aún es amplio y con consecuencias que llegan a la época actual. El Reino Unido estableció una red económica informal que, combinada con la Royal Navy, hizo de ella la nación más influyente de la época. Hablando en términos generales, no hubo conflictos graves entre las grandes potencias, siendo la mayor parte de las guerras escaramuzas entre beligerantes dentro de las fronteras de países concretos. En Europa, las guerras fueron mucho más pequeñas, más cortas y menos frecuentes que nunca. Este siglo tranquilo se quebró al estallar la Primera Guerra Mundial (1914-18), que fue inesperada en cuanto a su momento, duración, bajas, e impacto a largo plazo.
Al comienzo de este período hubo un acuerdo informal que reconocía cinco Grandes Potencias en Europa: el Imperio austríaco (más tarde Austria-Hungría), el Imperio británico, la Francia imperial (más tarde la tercera República francesa), el Reino de Prusia (más tarde el Imperio alemán) y el Imperio ruso. A este grupo se añadió a finales del siglo XIX, la recientemente unificada Italia. A principios del siglo XX, empezaron a ser respetadas como grandes potencias semejantes dos países no europeos, Japón y los Estados Unidos de América, pasarían a ser respetadas como grandes potencias semejantes.
Todas ellas se implicaron en la rebelión de los bóxer como la Alianza de las ocho naciones y más tarde se vieron involucradas en la Gran Guerra. Derrotadas en el conflicto, Alemania y Austria perdieron su estatus de potencia mientras que el Reino Unido, Francia, Italia y Japón ganaron asientos permanentes en el consejo de la Sociedad de las Naciones. Los Estados Unidos, previsto como quinto miembro permanente, la abandonó debido a que el Senado de los Estados Unidos votó el 19 de marzo de 1920 contra la ratificación del Tratado de Versalles, impidiendo así a la participación estadounidense en la Liga.
Periodo entre Guerras
En Occidente
La nueva configuración del mundo tras el final de la Primera Guerra Mundial fue decidida por las potencias aliadas durante la Conferencia de Paz de París de 1919, y que marcaría el comienzo de esta época. Sin embargo, el final de la guerra no supuso ni mucho menos el comienzo de un periodo estable o pacífico: en el caso de Europa, la situación político-social se vio inmediatamente agitada por hechos como la Revolución de noviembre de 1918 en Alemania, la Revolución húngara de 1919 o la guerra de Independencia turca (1919-1923). Estos sucesos no hicieron sino confirmar el fracaso de la pretendida intención de instaurar un periodo de paz y estabilidad tras la "Gran Guerra", aunque la creación de la Sociedad de Naciones iba encaminada a evitar el estallido de nuevos conflictos.
No menos importante fue el establecimiento en el territorio del Imperio ruso del primer estado socialista de la historia. Al comienzo del periodo se produjo la victoria de los bolcheviques en la guerra civil rusa y el asentamiento definitivo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Su victoria, sin embargo, provocó que las potencias occidentales y los vecinos de la URSS establecieran el conocido como "Cordón sanitario", para aislar a Europa y al mundo capitalista del nuevo estado comunista. La temprana muerte de Vladímir Ilich Lenin dejaría el poder del país en manos de Iósif Stalin, que se convertiría en uno de los más importantes líderes a nivel global. A pesar de los temores de las potencias occidentales por el contagio revolucionario, Stalin, a diferencia de Lenin y Trotski, se opuso a la revolución mundial y fue más partidario de la teoría del socialismo en un solo país que consolidaría el sistema soviético.
En 1933 el líder del Partido nazi alemán, Adolf Hitler, se hacía con el poder en Alemania y con ello marcaba el comienzo de una espiral que acabaría desembocando en la Segunda Guerra Mundial. En otros estados, como Polonia, Yugoslavia, Hungría, Bulgaria, Rumania, Grecia y los Estados Bálticos, también se instauraron distintos regímenes autoritarios con desigual apoyo por parte de grupos sociales, sectores religiosos y el ejército. El triunfo de los fascismos se vio eclipsado por la crisis de las democracias liberales y el temor de las clases medias a los movimientos obreros (comunistas, socialistas y anarquistas) que pudieran desembocar en una revolución. En algunos países, el revisionismo hacia los tratados de paz posteriores a la Primera Guerra Mundial (Alemania, Italia o Hungría) también contribuyó al apoyo de estos movimientos.
En general, fueron dos décadas marcadas por el cambio radical de la relación entre las fuerzas internacionales, los avances técnicos y por el marcado contraste entre un enorme desarrollo del capitalismo en los años 1920 y su mayor crisis económica en los años 1930. En la primera etapa los estados occidentales, a cuyo liderazgo ya se situaba Estados Unidos, vivieron momentos de gran desarrollo económico. La bonanza de este periodo es conocida como los felices años veinte y terminaría abruptamente con el "Crac del 29", que daría paso a un periodo de crisis económica generalizada hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939. Se ha visto a esta depresión como una de las principales causas de la crisis de las democracias liberales, así como del ascenso de los fascismos y los movimientos obreros.
En España el periodo de entreguerras se vio caracterizado por la crisis de la monarquía de Alfonso XIII y la instauración en 1923 de la Dictadura de Primo de Rivera, que contó con el apoyo de algunos sectores (burguesía catalana, ejército) y la indiferencia de buena parte de la población. Su éxito en la guerra del Rif supuso una inyección de apoyo a mediados de los años 1920, pero la crisis económica de 1929 y el descrédito de la Dictadura acabaron provocando su caída a comienzos de 1930. Su final también supuso que la institución monárquica se viera arrastrada en su caída, algo que se puso de manifiesto en las elecciones municipales de 1931 y la espontánea Proclamación de la Segunda República Española.
A pesar de la acogida popular, la nueva república se vio afectada por la inestabilidad político-social y la herencia de la crisis económica, y por graves sucesos como la Revolución de Asturias de 1934 y el fallido golpe de Estado de 1932. En 1936, el fracaso de un nuevo golpe de Estado acabó desembocando en una guerra civil que desgarró al país durante los siguientes tres años y terminó con la instauración de una dictadura militar bajo el control de Francisco Franco.
En Asia
Con poca resistencia, el Japón invadió y conquistó toda la península de Manchuria en 1931. Japón afirmó que esta invasión fue una liberación de los manchúes del yugo chino, aunque la mayoría de la población estaba constituida por chinos Han. Japón estableció entonces un régimen títere llamado Manchukuo, instalado y el exemperador de China, Puyi, como el oficial jefe de Estado. Jehol, un territorio chino limítrofes de Manchuria, también fue tomado en 1933. Este régimen títere fue ideado para llevar a cabo una campaña propagandística de pacificación en contra de la antijaponesa por parte de los voluntarios de ejércitos en Manchuria. En 1936, Japón creó un Estado títere mongol en Mongolia Interior, Mengjiang (en chino: 蒙疆), que fue predominantemente, de nuevo, chino.
La Segunda Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial fue un conflicto militar global que se desarrolló entre 1939 y 1945. En ella se vieron implicadas la mayor parte de las naciones del mundo —incluidas todas las grandes potencias, así como prácticamente todas las naciones europeas— agrupadas en dos alianzas militares enfrentadas: los Aliados, por un lado, y las Potencias del Eje, por otro. Fue la mayor contienda bélica en la historia de la humanidad, con más de cien millones de militares movilizados y un estado de guerra total en que los grandes contendientes destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio del esfuerzo bélico, borrando la distinción entre recursos civiles y militares. Marcada por hechos de enorme repercusión que incluyeron la muerte masiva de civiles (el Holocausto, los bombardeos masivos sobre ciudades y el uso, por primera vez en un conflicto bélico, de armas nucleares), la Segunda Guerra Mundial fue la más mortífera de la historia, con un resultado de entre 50 y 70 millones de víctimas, el 2,5 % de la población mundial de esa época.
En 1941, la necesidad estratégica de ocupar los campos petrolíferos del Cáucaso impulsó a Alemania a invadir la Unión Soviética (operación Barbarroja), inicialmente exitosa, pero que se estancó en la batalla de Moscú y los sitios de Leningrado y Stalingrado. Al mismo tiempo, Japón, en su campaña de expansión por Asia y en venganza por el embargo económico que el gobierno estadounidense les había impuesto, atacó Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941; la agresión precipitó la entrada de Estados Unidos en la guerra. Pocos meses después, la batalla de Midway (en julio de 1942) marcaría un punto de inflexión en la guerra del Pacífico ante el debilitamiento de la capacidad de combate japonesa frente a los estadounidenses. En el norte de África, los británicos frenaron el avance de los Afrika Korps alemanes desde Libia hacia Egipto en la batalla de El Alamein (1942), después de la invasión italiana al canal de Suez (1940).
El periodo final de la guerra se caracterizó por las complejas operaciones necesarias para los desembarcos aliados en Europa (Sicilia, en julio de 1943; Anzio, en enero de 1944; Normandía, en junio de 1944) y por el hundimiento del frente oriental, en el que se libraron las operaciones con tanques más encarnizadas de la historia (batalla de Kursk, especialmente en Prójorovka, julio de 1943), mientras en el frente occidental los alemanes experimentaban armas tecnológicamente muy desarrolladas (misiles V-1 y V-2) y soportaban bombardeos destructivos sobre sus ciudades a una escala nunca antes vista (bombardeo de Dresde, en febrero de 1945) y la destrucción total de su capital (batalla de Berlín, entre abril y mayo de 1945).
La Guerra Fría
12 de marzo de 1947 – 26 de diciembre de 1991
(44 años y 9 meses)
Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos temían la expansión del comunismo y buscaban frenar la influencia soviética en Europa. En 1949 crearon la alianza militar conocida como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El objetivo principal de la OTAN era contrarrestar la influencia soviética y garantizar la seguridad de los países miembros. En respuesta a la creación de la OTAN la Unión Soviética estableció el Pacto de Varsovia en 1955. Este pacto militar fue una respuesta directa al bloque occidental y buscaba fortalecer la cooperación entre los países comunistas. A lo largo de la Guerra Fría, se produjeron varias crisis que aumentaron las tensiones entre ambos bloques. Algunas de las crisis más destacadas incluyeron el bloqueo de Berlín de 1948-1949, la segunda fase de la guerra civil china (1946-1949), la guerra de Corea (1950-1953), la crisis de Suez de 1956, la insurrección húngara en el período del 23 de octubre al 10 de noviembre de 1956, la crisis de Berlín de 1961 y la crisis de los misiles cubanos de 1962.
Complementariamente al Pacto de Varsovia sus miembros constituyeron el CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica) y un mercado común (COMECOM).
La Unión Soviética y Estados Unidos comenzaron a competir por la influencia en América, Oriente Próximo y los estados recién descolonizados de África y Asia, donde el comunismo tenía gran fuerza y donde se vivieron conflictos como la Emergencia Malaya o la guerra de Indochina, también conocida como guerra de Vietnam.
Después de la crisis de los misiles cubanos, comenzó una nueva fase que vio cómo la ruptura sino-soviética —entre la República Popular China y la URSS— complicaba las relaciones dentro de la esfera comunista, mientras que Francia, aliado de los Estados Unidos, comenzó a exigir una mayor autonomía de acción, llegando incluso a abandonar la estructura militar de la OTAN. La URSS invadió Checoslovaquia para reprimir la Primavera de Praga de 1968, mientras que Estados Unidos experimentó una agitación interna del movimiento de derechos civiles y oposición a la guerra de Vietnam. En las décadas de 1960 y 1970, un movimiento internacional por la paz se arraigó entre los ciudadanos de todo el mundo. Se produjeron movimientos contra las pruebas de armas nucleares y por el desarme nuclear, con grandes protestas contra la guerra. En la década de 1970 ambos comenzaron a hacer concesiones para la paz y la seguridad, marcando el comienzo de un período de distensión (o détente) que vio las conversaciones estratégicas de limitación de armas y las relaciones de apertura de los Estados Unidos con la República Popular China como un contrapeso estratégico para la URSS.
Simultáneamente Estados Unidos desarrolló la Doctrina de la Seguridad Nacional, para prevenir «la expansión del comunismo» y promover en América Latina, a través del Plan Cóndor, la instalación de gobiernos autoritarios que buscaran controlar movimientos políticos y sociales.
La fase de estabilidad se derrumbó a finales de la década con la guerra de Afganistán de 1979. La década 1980 fue otro período de tensión elevada. Estados Unidos aumentó las presiones diplomáticas, militares y económicas contra la Unión Soviética, en un momento en que esta ya sufría un estancamiento económico. A mediados de la década de 1980, el nuevo líder soviético Mijaíl Gorbachov introdujo las reformas conocidas como Glásnost (1985) y Perestroika (1987) y puso fin a la participación soviética en Afganistán. Las presiones por la soberanía nacional se fortalecieron en Europa del Este, y Gorbachov se negó a apoyar militarmente a sus gobiernos por más tiempo en la llamada Doctrina Sinatra. El resultado en el 1989 fue una ola de revoluciones que (con excepción de Rumanía) derrocó pacíficamente los gobiernos comunistas de Europa Central y Oriental. El propio Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) perdió el control del territorio y fue prohibido luego de un intento fallido de golpe de Estado en agosto de 1991 contra el gobierno anticomunista de Borís Yeltsin en la RSFS de Rusia. Esto a su vez condujo a la disolución formal de la URSS en diciembre del año 1991, con la declaración de independencia de sus repúblicas constituyentes y el colapso de los gobiernos comunistas en gran parte de África y Asia.
Ámbito | ![]() |
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Política | Fuerte Estado comunista. Puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sólidos vínculos con Europa oriental y el mundo en desarrollo. Fuertes vínculos con los movimientos anticolonialistas y con los partidos laboristas, socialistas y comunistas. | Fuerte Estado capitalista con una democracia liberal. Puesto permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU más dos aliados con escaños permanentes. Fuertes lazos con Europa occidental, América Latina, Mancomunidad de Naciones, y varios países de Asia oriental. |
Geografía | País más grande del mundo, con una superficie de 22,27 millones de km² | Cuarto país más grande del mundo, con una superficie de aproximadamente 9,37 millones de km². |
Cultura y diplomacia | Ejerce influencia a través de estados socialistas y gobiernos populares de izquierda de carácter socialista, así como a través de organizaciones de diverso corte en todo el mundo, desde partidos laboristas a fuerzas paramilitares revolucionarias. Rico patrimonio cultural. | Ejerce influencia mediante el apoyo a gobiernos en países en desarrollo y en países desarrollados de carácter capitalista y neoliberal. La “Americanización” ejerce influencia en cuanto a música, televisión, películas, y moda. |
Militar | Segunda Potencia militar del Mundo: Presencia de tierra - Las fuerzas armadas terrestres más grandes del mundo y la mayor fuerza aérea del mundo durante la década de 1980. Una de las más fuertes armadas del mundo. El arsenal más grande del mundo de armas nucleares para la segunda mitad de la Guerra Fría. Rigurosidad y fortaleza de la red Global de inteligencia (KGB). Aliados en Europa oriental (Pacto de Varsovia). | Primera Potencia militar del Mundo: Esencialmente bases militares-navales avanzadas con el más alto gasto militar en el mundo. Marina más grande del mundo con mayor número de portaaviones, y con bases de todo el mundo, en particular un “anillo” incompleto bordeando el Pacto de Varsovia hacia el Oeste, Sur, y Oriente. Arsenal nuclear más grande del mundo durante la primera mitad de la Guerra Fría. El segundo mayor ejército del mundo. Una de las dos mayores fuerzas aéreas del mundo. Poderosos aliados militares en Europa occidental (OTAN) con su propia capacidad nuclear. Posee rigurosidad y fortaleza de la red Global de inteligencia (CIA). |
Economía | Segunda economía más grande del mundo. Enormes recursos minerales y de energía, y grandes zonas agrícolas. En gran medida autosuficiente. Marxista, la teoría económica se basa principalmente en la producción: la producción industrial centralizada, y dirigida por los órganos estatales. Aliados en todo el mundo (CAME) | Economía más grande del mundo, con grandes recursos minerales, recursos energéticos, metales, y madera. Gran modernización de la agricultura y la industria, y muy buena base industrial. El dólar estadounidense es la moneda de reserva dominante en el mundo, a través del Acuerdo de Bretton Woods. Occidental, la teoría económica, basada en la oferta y la demanda: la producción determinada por las necesidades de los clientes. Aliado de las principales economías (G7). |
Demografía | Tenía una población de 286,7 millones en 1989, en ese momento la tercera más grande en nuestro planeta detrás de China e India. | Tenía una población de 248,7 millones en 1990, en ese momento la cuarta más grande en el planeta. |
Descolonización


El Imperio colonial francés comenzó a hundirse durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las diferentes partes de su imperio fueron ocupadas por potencias extranjeras (Japón en Indochina, el Reino Unido a Siria, Líbano y Madagascar, Estados Unidos y Reino Unido en el Marruecos y Argelia, y Alemania e Italia, en Túnez). Pero, el control fue restablecido gradualmente por Charles de Gaulle. La Unión Francesa, incluida en la Constitución de 1946, sustituyó al antiguo imperio colonial, pero los funcionarios de París mantuvieron el control total. Las colonias recibieron asambleas locales con solo poder y presupuestos locales limitados. Surgió un grupo de élites, conocidas como evolués, que eran nativas de los territorios de ultramar pero vivían en la Francia metropolitana.
Sin embargo, Francia se enfrentó inmediatamente con los inicios del movimiento de descolonización. En Asia, el Viet-Minh de Ho Chi Minh declaró la independencia del Vietnam, a partir de la Guerra franco-vietnamita. En Camerún, la Unión de los Pueblos de la insurrección de Camerún, se inició en 1955 y dirigido por Ruben Um Nyobe, fue violentamente reprimida.
Cuando esto terminó con la derrota francesa y la retirada del Vietnam en 1954, los franceses casi inmediatamente se involucraron en un nuevo conflicto, e incluso los conflictos más duros en sus antiguas colonias importantes, Argelia. Ferhat Abbas y movimientos Messali Hadj había marcado el periodo entre las dos guerras, pero las dos partes se radicalizaron después de la Segunda Guerra Mundial. En 1945, la masacre de Setif fue llevada a cabo por el ejército francés. La guerra de Argelia se inició en 1954. Argelia fue particularmente problemática para los franceses, debido al gran número de colonos europeos (o pieds-noirs) que se habían establecido allí en los 125 años de dominio francés. La adhesión de Charles de Gaulle al poder en 1958 en medio de la crisis en última instancia condujo a la independencia de Argelia con los Acuerdos de Evian de 1962. El incidente del canal de Suez en el 1956 también se mostraron las limitaciones del poder francés, como su intento de retomar el canal junto con los británicos fue frustrado cuando los Estados Unidos no dieron apoyo al plan.
Aunque Reino Unido y su imperio salieron victoriosos de la Segunda Guerra Mundial, los efectos del conflicto fueron profundos, tanto en el país como en el extranjero. Gran parte de Europa, un continente que había dominado el mundo durante varios siglos, estaba en ruinas y albergaba a los ejércitos de los Estados Unidos y la Unión Soviética, que ahora mantenían el equilibrio del poder global. Reino Unido quedó prácticamente en bancarrota, con la insolvencia solo evitada en 1946 después de la negociación de un préstamo de US $ 4,33 mil millones de los Estados Unidos, cuya última cuota se pagó en 2006. Al mismo tiempo, los movimientos anticoloniales estaban en aumento en las colonias de las naciones europeas. La situación se complicó aún más por la aparición de la Guerra fría, una rivalidad entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. En principio, ambas naciones se oponían al colonialismo europeo. En la práctica, sin embargo, el anticomunismo estadounidense prevaleció sobre el antiimperialismo y, por lo tanto, Estados Unidos apoyó la existencia del Imperio Británico para mantener la expansión comunista bajo control. El "viento del cambio" en última instancia significaba que los días del Imperio Británico estaban contados, y en general, Reino Unido adoptó una política de retirada pacífica de sus colonias una vez que se establecieron gobiernos no comunistas estables para asumir el poder. Esto contrastaba con otras potencias europeas como Francia y Portugal que libraron guerras costosas y finalmente infructuosas para mantener intactos sus imperios. Entre 1945 y 1965, el número de personas bajo el dominio británico fuera del Reino Unido disminuyó de 700 millones a cinco millones, de los cuales tres millones estaban en Hong Kong.
El Mundo Después de la Guerra Fría


La Posguerra fría comenzó tras el colapso definitivo de la Unión Soviética el 25 de diciembre de 1991. La Guerra Fría, más una confrontación ideológica y geopolítica que un conflicto bélico directo, estuvo marcada por tensiones globales y guerras indirectas. Aunque algunos académicos señalan momentos clave como el Tratado INF de 1987 o las Revoluciones de 1989 como el fin simbólico de la Guerra Fría, la disolución de la URSS en 1991 es considerada su conclusión definitiva. Este cierre del ciclo representó la victoria del modelo democrático y capitalista, consolidando el liderazgo de Estados Unidos y, en menor medida, de la Unión Europea. También impulsó el ascenso de nuevas potencias como China e India. La democracia, vista como un valor universal, pasó a ser la piedra angular de las estructuras políticas de muchos países.
La era ha estado dominada principalmente por el auge de la globalización (así como el nacionalismo y el populismo como reacción) posibilitado por la comercialización de Internet y el crecimiento del sistema de telefonía móvil. La ideología del posmodernismo y el relativismo cultural, según algunos estudiosos, ha reemplazado al modernismo y las nociones de progreso e ideología absolutos. La era de la posguerra fría ha permitido que se preste una atención renovada a cuestiones que fueron ignoradas durante la Guerra Fría, la cual ha allanado el camino para los movimientos nacionalistas y el internacionalismo. Después de las crisis nucleares de la Guerra Fría, muchas naciones encontraron necesario discutir una nueva forma de orden internacional e internacionalismo, donde los países cooperaban entre sí en lugar de utilizar tácticas de miedo nuclear.
Este período ha visto a Estados Unidos convertirse en el país más poderoso del mundo y el ascenso de China de un país en desarrollo relativamente débil a una superpotencia potencial incipiente. En respuesta al ascenso de China, Estados Unidos ha buscado estratégicamente "reequilibrar" la región de Asia-Pacífico. También ha visto la fusión de la mayor parte de Europa en una sola economía y un cambio de poder de las economías del G7 al más grande G20. Junto con la expansión de la OTAN, se instalaron sistemas de Defensa contra Misiles Balísticos (BMD) en Europa del Este. Estos marcaron pasos importantes en la globalización militar.
El fin de la Guerra Fría intensificó las esperanzas de incrementar la cooperación internacional y fortaleció las organizaciones internacionales enfocadas en abordar problemas globales. Esto ha allanado el camino para el establecimiento de acuerdos internacionales como la Organización para la Prohibición de Armas Químicas, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio y el Acuerdo Climático de París. El ecologismo también se ha convertido en una preocupación principal en la era posterior a la Guerra Fría tras la circulación de pruebas ampliamente aceptadas de los efectos de la actividad humana en el clima de la Tierra. La misma conciencia elevada es aplicable también al terrorismo, debido en gran parte a los ataques del 11 de septiembre en los Estados Unidos y sus consecuencias globales.
Una Nueva Era de Tensiones
Nueva Guerra Fría, Segunda Guerra Fría o Guerra Fría 2.0 (en inglés: New Cold War, también referida como Cold War II, Cold War Redux o Cold War 2.0) son términos utilizados —como paralelismo a la Guerra Fría entre 1945 y 1991— para designar lo que se interpreta como un conflicto político, ideológico, informativo, social y militar en el siglo XXI, lo cual terminó la llamada era post-Guerra Fría. Desde esta visión, se verían las tensiones entre potencias como estructuradas dentro de grandes bloques de poder geopolíticos opuestos; en uno se encontraría Occidente, liderado principalmente por Estados Unidos y Reino Unido, así como en menor medida también por la Unión Europea (partidarios del poder blando y de un orden mundial unipolar) y el otro, Oriente, que estaría liderado principalmente por China y por Rusia (partidarios del poder duro y de un orden mundial multipolar). Se incluyen acciones propias de guerra híbrida (como los ciberataques) y guerras subsidiarias (como Libia, Siria, Ucrania o Irán). La rivalidad, además de geopolítica, también sería de carácter económico, militar, cultural y tecnológico.
El conflicto se evidenció a raíz de la invasión de Irak de 2003, para la cual Estados Unidos desplegó bases militares en los países de Asia Central, anteriormente bajo la influencia rusa, los cuales son ricos en gas y petróleo. Occidente desarrolló a su vez políticas tendientes a permitir la ampliación de la OTAN para incluir varios Estados postsoviéticos que compartían frontera con Rusia. En respuesta, y para lograr una forma de equilibrio, Rusia hizo una serie de maniobras en las que contribuyó el hecho de que la guerra de Irak generó un alza en los precios del gas natural y del petróleo, fortaleciendo a Rusia puesto que era una de los más grandes productores de ambos recursos. El país desarrolló lazos de cooperación con China y otros estados de Asia dentro del marco de la Organización de Cooperación de Shanghái, con el objeto de proteger sus intereses energéticos.
En un discurso en febrero de 2007, el presidente ruso Vladímir Putin acusó a los Estados Unidos de «arrojar al mundo en un abismo de conflictos permanentes» e intentar crear un «mundo unipolar» gobernado por Washington. Esta declaración fue la respuesta a las medidas tomadas en Washington para instalar un escudo antimisiles que según Estados Unidos no tenía la intención de apuntar a Rusia sino la de defender a Europa de ataques provenientes de Corea del Norte e Irán. Esta explicación no satisfizo a Rusia que vio los intentos estadounidenses de expandir la OTAN como parte de una política para contener y rodear a Rusia.
Tras la adhesión de Crimea a Rusia en 2014, Rusia invadió Ucrania en 2022 con el casus belli de la violación de los Tratados de Minsk, la posible adhesión de Ucrania a la OTAN, las afirmaciones sobre la dirección política de Ucrania y un presunto conflicto en el Dombás.
Entre tanto, Estados Unidos, Reino Unido y Australia formaron una nueva alianza militar diseñado para contrarrestar la influencia de China en la región del Indo-Pacífico: el llamado «AUKUS». Por otra parte, la contienda entre los Estados Unidos y China esta encuadrada dentro de una puja para obtener un cierto dominio en el campo tecnológico, lo cual le permitiría a la potencia dominante afianzar su posición estratégica a largo plazo.
Véase también
- Anexo:Imperios por superficie
- Potencia intermedia