Hititas para niños
Los hititas fueron un pueblo indoeuropeo que vivió en la región de Anatolia (la actual Turquía) y formó una de las primeras civilizaciones importantes de Asia Occidental durante la Edad del Bronce. Se cree que llegaron a Anatolia a principios del segundo milenio a. C. y poco a poco adoptaron la cultura de los hatianos, un pueblo que ya vivía allí y tenía su propio idioma.
Los hititas mantuvieron el nombre original del país, "Hatti", que también se usó para su estado, Ḫattuša. Se organizaron en varios reinos en el centro-norte de Anatolia, incluyendo el reino de Kussara y el de Kaneš. El más conocido es el Imperio hitita, que tuvo su capital en Hattusa y alcanzó su mayor poder a mediados del siglo XIV a. C. bajo el rey Suppiluliuma I. En ese momento, el imperio abarcaba gran parte de Anatolia y algunas zonas del norte de Levante mediterráneo y la Mesopotamia superior.
Entre los siglo XV a. C. y siglo XIII a. C., los hititas fueron una de las grandes potencias del Oriente Próximo. Tuvieron conflictos con el Imperio Nuevo de Egipto, el Imperio Asirio Medio y el imperio de Mitani. En el siglo XII a. C., gran parte del Imperio hitita fue conquistada por el Imperio Asirio Medio, y el resto fue atacado por los frigios. Después, durante el colapso de la Edad del Bronce Final, los hititas se dividieron en varios reinos más pequeños, algunos de los cuales duraron hasta el siglo VIII a. C. antes de ser absorbidos por el Imperio neoasirio.
La lengua hitita, llamada por sus hablantes nešili (la lengua de Nesa), es la lengua indoeuropea más antigua de la que se tiene registro. La historia de los hititas se conoce principalmente por textos escritos en cuneiforme encontrados en sus antiguos territorios y por cartas diplomáticas y comerciales halladas en archivos de Asiria, Babilonia, Egipto y otras partes del Oriente Medio. El descifrado de estos textos fue muy importante para entender las lenguas indoeuropeas.
Los hititas también usaron con éxito los carros de guerra en sus ejércitos. El interés por los hititas creció mucho en el siglo XX con la fundación de la República de Turquía, y sus descubrimientos arqueológicos influyeron en el nombre de instituciones y la creación del Museo de las Civilizaciones de Anatolia en Ankara, que tiene una gran colección de arte y objetos hititas.
Contenido
Arqueología: ¿Cómo descubrimos a los hititas?
Gracias a muchas excavaciones, como el descubrimiento de un gran archivo en Hattusa, y a referencias en textos asirios y egipcios, hemos podido reconstruir la historia hitita y descifrar su escritura.
El nombre de Hatti y los hititas
No se sabe con seguridad cómo se llamaban a sí mismos los hititas. El nombre "Hatti" viene de las crónicas asirias, que los identificaban como "Khati". Los egipcios los llamaban "Heta".
Los hatti eran un pueblo que vivía en la misma región antes de la llegada de los hititas. Cuando los hititas los conquistaron, los asirios y otros pueblos vecinos siguieron usando el nombre "hatti" para referirse a los nuevos ocupantes, y pasó a significar "la tierra de la ciudad de Hattusa".
El término "hititas" que usamos hoy viene de referencias en la Biblia, donde se les mencionaba como Hittim. En la Biblia se habla de los hititas en varios libros, como Génesis y Libro de Josué. También se menciona a Urías el hitita, un valiente soldado del rey David.
El descubrimiento de una civilización olvidada
A diferencia de reinos como Babilonia o Egipto, cuya memoria se mantuvo a lo largo del tiempo, el Reino hitita fue olvidado por mucho tiempo. No dejaron muchos rastros en la memoria de los pueblos que vinieron después.
En 1834, Charles Texier descubrió las ruinas de una antigua ciudad cerca de la aldea turca de Bogazköy, que más tarde se identificó como la capital hitita, Hattusa. En 1839, Texier afirmó que estas ruinas pertenecían a una civilización desconocida.
Más tarde, en 1863, se encontraron lápidas con jeroglíficos desconocidos en Hama. Entre 1870 y 1880, varios investigadores, como Willian Wright y George Smith, encontraron más restos de esta "escritura desconocida" en lugares como Karkemish.
En 1880, Henry Sayce propuso que todos estos restos pertenecían a los "hititas" mencionados en la Biblia. En 1887, se descubrió en Amarna mucha documentación egipcia que incluía correspondencia con los hititas.
El mayor descubrimiento lo hizo Hugo Winckler entre 1905 y 1909 en Bogazköy, donde encontró más de 10.000 tablillas que parecían ser un "archivo nacional". Entre ellas había textos bilingües, lo que permitió descifrar muchos documentos. Winckler confirmó que esas ruinas eran la capital, Hattusa. A partir de entonces, la investigación se centró en descifrar la lengua hitita, con grandes aportaciones de Johannes Friedrich.
Las excavaciones de Kurt Bittel en Bogazköy y Helmut Bossert en Karatepe encontraron nuevos textos bilingües que ayudaron a descifrar la escritura hitita y a establecer fechas.
Historia: El ascenso y caída de los hititas
La historia hitita duró unos quinientos años, desde el reinado de Labarna a principios del siglo XVII a. C. hasta el colapso del reino a finales del siglo XIII a. C. o principios del siglo XII a. C.. Se divide en el Reino Antiguo y el Reino Nuevo (o Imperio).
Orígenes de los hititas
Los hititas, junto con los luvitas y palaítas (todos hablaban lenguas indoeuropeas), se establecieron en Anatolia en el segundo milenio a. C. Se cree que llegaron de las estepas del sur de Rusia, cruzaron los Balcanes y se asentaron en Anatolia Central.
Los primeros reinos hititas
Los primeros textos hititas conocidos datan del comienzo del segundo milenio a. C. y se encontraron en los archivos de mercaderes asirios en Anatolia Central. La ciudad más importante era Kanes (actual Kültepe), de donde los hititas tomaron el nombre para su idioma (nesili).
La primera dinastía hitita importante vino de la ciudad de Kussara, bajo los reyes Pithana y Anitta en el siglo XIX a. C.. Ellos establecieron su capital en Kanes y sometieron a otros estados anatolios.
El gran Reino hitita
El gran Reino hitita, que dominó gran parte de Anatolia durante más de cuatro siglos, se formó a finales del siglo XIX a. C.. Su fundador fue probablemente Labarna.
El primer rey conocido por sus logros fue Hattusili I, quien estableció su capital en Hattusa y expandió el reino. Su nieto, Mursili I, continuó las conquistas, llegando incluso a Babilonia en 1595 a. C. Sin embargo, fue asesinado, lo que llevó a un período de problemas internos y pérdida de territorio.
Un período de desafíos
Los reyes que siguieron a Mursili I tuvieron dificultades para mantener la estabilidad. Telepinu restauró el orden con un edicto que establecía reglas para la sucesión y la administración del estado. También firmó un tratado de paz con el Reino de Kizzuwadna.
Durante este tiempo, el Reino de Mitanni se convirtió en un rival poderoso en Siria, y las tribus kaskas atacaron desde el norte. A finales del siglo XV a. C., el reino se fortaleció bajo Tudhaliya I/II, conteniendo a los kaskas y recuperando la alianza con Kizzuwadna.
Sin embargo, a principios del siglo XIV a. C., el reino hitita volvió a debilitarse. Los kaskas saquearon Hattusa, y otros reinos como Arzawa y Azzi-Hayasa amenazaron sus fronteras.
El apogeo del Imperio hitita
Suppiluliuma I (h. 1350-1322 a. C.) fue un gran líder militar que recuperó el poder del reino. Conquistó Arzawa e Isuwa y extendió la influencia hitita en Siria, derrotando a Mitanni. También se alió con algunos vasallos del faraón Akenatón de Egipto. Lamentablemente, una epidemia de peste, traída por prisioneros, causó la muerte de Suppiluliuma I y su sucesor.
Mursili II (h. 1321-1295 a. C.) continuó el trabajo de su padre, sometiendo a los países de Arzawa y luchando contra los kaskas. Derrotó varias rebeliones de vasallos en Anatolia y Siria.
Muwatalli II (h. 1295-1272 a. C.) se enfrentó a revueltas de vasallos y a la lucha contra Egipto. El choque más famoso fue la batalla de Qadesh (h. 1274 a. C.) contra Ramsés II, que terminó sin una victoria clara para ninguno de los dos.
Después de Muwatalli II, hubo una lucha por el poder entre su hijo Urhi-Tesub (Mursili III) y su tío Hattusili III. Hattusili III (h. 1267-1237 a. C.) ganó y firmó un tratado de paz con Ramsés II, quien se casó con dos de sus hijas. El principal rival de los hititas en este período fue Asiria.
Tudhaliya IV (h. 1237-1209 a. C.) sufrió una derrota ante Asiria, pero mantuvo el control en Siria. También sometió la isla de Chipre. Durante los reinados de Hattusili III y Tudhaliya IV, la capital Hattusa fue embellecida y hubo una reforma cultural que incorporó elementos hurritas en la religión.
El fin del reino hitita
Los últimos reyes, Arnuwanda III y Suppiluliuma II, enfrentaron amenazas en el oeste de Anatolia y en las costas del Mediterráneo, de grupos de población que los egipcios llamaron los Pueblos del Mar. También pudo haber escasez de alimentos.
A principios del siglo XII a. C., el estado hitita fue superado por estas amenazas. Muchos sitios en Anatolia y Siria muestran signos de destrucción. Hattusa fue abandonada y luego destruida, posiblemente por los kaskas o los frigios. El destino del último rey, Suppiluliuma II, es desconocido. Sin embargo, algunas ramas de la dinastía real hitita sobrevivieron en lugares como Karkemish y Malatya, manteniendo las tradiciones hititas.
Los reinos neohititas
Después del colapso del gran reino, surgieron los reinos neohititas en Anatolia y Siria. Aunque la lengua hitita dejó de hablarse, estos reinos usaron jeroglíficos hititas para sus inscripciones oficiales, que en realidad transcribían el idioma luvita.
Estos reinos, como Karkemish y Arlanstepe, mantuvieron las tradiciones hititas y desarrollaron una cultura propia. Compartieron el territorio con los arameos, que formaron sus propios estados. A partir del siglo IX a. C., estos estados se enfrentaron a la expansión del Imperio asirio y finalmente fueron anexados en la segunda mitad del siglo VIII a. C..
Relaciones con otros pueblos
Vasallos y tratados
Además de los territorios que administraban directamente, los hititas tenían estados vasallos que estaban bajo su autoridad pero tenían su propia administración. El rey hitita debía aprobar a sus gobernantes y podía intervenir en sus asuntos. Sin embargo, la mayoría de los vasallos tenían bastante autonomía.
En Anatolia, algunos vasallos importantes fueron Arzawa, Kizzuwadna y Tarhuntassa. En Siria, después del reinado de Suppiluliuma I, los hititas tenían vasallos como Alepo, Karkemish y Ugarit. Algunos de estos reinos, como Alepo y Karkemish, eran gobernados por miembros de la familia real hitita.
Las relaciones entre los reyes hititas y sus vasallos se formalizaban con tratados escritos. Estos tratados incluían un prólogo histórico, las obligaciones del vasallo (lealtad, ayuda militar, tributos) y una lista de dioses que garantizaban el acuerdo.
El rey hitita y otros grandes reyes
Desde los tiempos de Anitta y Hattusili I, los reyes hititas usaron el título de "gran rey", lo que los colocaba entre las potencias dominantes del Antiguo Oriente Próximo. Se reconocían mutuamente como "hermanos", y esto incluía a los reyes de Babilonia, Egipto, Mitanni y Asiria.
Las relaciones diplomáticas se realizaban mediante embajadores y mensajeros, y a menudo incluían el intercambio de regalos. También eran comunes las alianzas matrimoniales. Por ejemplo, los reyes hititas se casaron varias veces con princesas babilonias, y Hattusili III envió a dos de sus hijas para casarse con Ramsés II de Egipto, lo que fortaleció la alianza entre ambos reinos.
El ejército hitita
La guerra fue una parte importante de la historia hitita. El rey era el comandante supremo del ejército y recibía información de todos los frentes militares. Podía liderar las tropas él mismo o delegar en un general, a menudo un príncipe o un alto dignatario.
El ejército tenía tropas permanentes en guarniciones y también reclutaba soldados de la población y de los estados vasallos cuando era necesario. Los soldados y oficiales debían prestar un juramento de fidelidad al rey.
La mayoría de las tropas eran de infantería, equipadas con espadas cortas, lanzas, arcos y escudos. El metal de sus armas era el bronce, no el hierro. Las tropas de élite eran los carros de combate, tirados por dos caballos y tripulados por un conductor y un arquero, a veces con un tercer hombre que llevaba un escudo. La caballería era menos común y se usaba para vigilancia y mensajería rápida.
Geografía: El territorio hitita
El corazón del Imperio hitita, llamado "País de Hatti", estaba en el recodo del río Kizil Irmak, donde se encontraba la capital Hattusa. Al norte limitaba con las tribus kaskas, al sur con Kizzuwadna, al este con Mitanni y al oeste con Arzawa.
En su máxima expansión, el Imperio hitita incorporó Kizzuwadna, Arzawa y parte del territorio gasga. También incluyó una parte de Chipre y varios territorios en Siria, donde limitaba al este con Asiria y al sur con Egipto.
Algunas de las principales ciudades hititas que se han localizado son Nesa y la capital Hattusa. En Siria, destacaban ciudades como Alepo, Karkemish y Qadesh, que fueron conquistadas.
Cultura: Arte, lengua y escritura
Los hititas adoptaron la escritura cuneiforme de los sumerios para su comercio internacional. También se cree que desarrollaron su propia escritura basada en pictogramas, aunque no se ha confirmado que fuera un sistema completo.
El arte hitita se caracteriza por la magnitud de sus construcciones y la robustez de sus bajorrelieves y esculturas. Aunque se notan influencias egipcias y mesopotámicas, el estilo hitita es único, con una ausencia de detalles delicados. El arte hitita más distintivo se ve en los pocos objetos metálicos que han llegado hasta nosotros, que muestran un estilo "rudo" pero sugerente, con símbolos religiosos.
La lengua hitita
La lengua hitita, también conocida como nesita, es la más importante de la rama anatolia de las lenguas indoeuropeas. Es la lengua indoeuropea más antigua documentada y su desciframiento fue un gran logro de la arqueología y la lingüística.
Una de sus características es la gran cantidad de palabras no indoeuropeas que contiene, debido a la influencia de culturas como la hurrita y la de los hatti, especialmente en términos religiosos.
Religión y mitología: Los mil dioses
Un panteón lleno de dioses
La religión hitita era conocida como "la religión de los mil dioses" porque tenía muchas divinidades propias y otras importadas de otras culturas, especialmente la hurrita. Entre los dioses más importantes estaban Tesub, el dios del trueno y la lluvia, y Arinna, la diosa del sol. Otros dioses eran Aserdus (diosa de la fertilidad) y Elkunirsa (creador del universo).
Templos, culto y celebraciones
El rey era considerado un elegido de los dioses y se encargaba de los rituales religiosos más importantes. Si algo salía mal en el país, se le podía culpar si había cometido un error en un ritual. Por ejemplo, Mursili II atribuyó una gran peste a los problemas que llevaron a su padre al trono y realizó muchos actos para pedir perdón a los dioses.
Rituales de magia
Las tablillas hititas nos hablan de rituales mágicos que buscaban influir en las fuerzas invisibles (dioses y otros seres). Estos rituales se usaban en diversas situaciones, como ritos de paso (nacimiento, madurez, muerte), para establecer acuerdos importantes (como juramentos militares o tratados diplomáticos), o para curar enfermedades y resolver problemas que se creían de origen sobrenatural.
Estos rituales eran realizados por especialistas, como las "mujeres viejas" (expertas en rituales), adivinos y médicos exorcistas. Las prácticas médicas hititas combinaban remedios que hoy consideraríamos científicos con otros de tipo mágico.
Los rituales mágicos podían seguir varias reglas:
- La analogía: Usar objetos o acciones que simbolizaban el efecto deseado, junto con encantamientos. Por ejemplo, aplastar cera para simbolizar lo que le pasaría a un soldado si desertaba.
- El contacto: Transferir un problema de una persona a un objeto o a partes de un animal sacrificado, simplemente tocando o agitando el objeto alrededor de la persona.
- La sustitución: Reemplazar a la persona afectada por un objeto (como una figurilla de barro), un animal o incluso otra persona (en el caso de los reyes). El sustituto era luego destruido, sacrificado o exiliado, llevándose consigo el problema.
Adivinación
Los hititas creían que la voluntad de los dioses podía conocerse a través de la adivinación. Esto les permitía saber el origen de problemas como enfermedades o derrotas militares, y así realizar los rituales adecuados. También usaban la adivinación para decidir si una acción (como iniciar una batalla) era oportuna o si contaban con el consentimiento divino.
Había varios tipos de adivinación:
- La adivinación por los sueños (oniromancia), donde un dios se comunicaba directamente o provocaba un sueño.
- La astrología.
- La lectura de las entrañas de ovejas (hepatoscopia).
- La observación del vuelo de ciertas aves (augurios).
- La observación de los movimientos de una serpiente de agua en un recipiente.
- Un proceso enigmático de echar a suertes objetos que simbolizaban algo para revelar el futuro.
Para interpretar estos mensajes divinos, se recurría a especialistas en adivinación, como los BARU (expertos en hepatoscopia) o los MUŠEN.DÙ (intérpretes de sueños), además de las "mujeres viejas".
Mitos y leyendas
En las ruinas de Hattusa se han encontrado varios relatos mitológicos. Muchos de estos mitos no eran de origen hitita, sino hattiano o hurrita.
Un tema recurrente en los mitos hattianos es el del dios desaparecido, como el mito de Telepinu. En este relato, el dios desaparece, lo que causa problemas en el país, como esterilidad y hambre. Los dioses buscan a Telepinu, y una pequeña abeja lo encuentra y lo despierta, restaurando la prosperidad. Otros mitos similares narran la desaparición de otros dioses, como el dios Luna o el dios Sol. Estos mitos están relacionados con los ciclos agrícolas y el regreso de la primavera.
Otro mito anatolio importante es el de Illuyanka, que cuenta la lucha del dios de la tormenta contra una gigantesca serpiente. El dios de la tormenta logra la victoria con la ayuda de otros dioses. Este mito simboliza la lucha del orden contra el caos.
El ciclo de Kumarbi, de origen hurrita, es otro gran mito. Narra la historia del dios Tesub (dios hurrita de la tormenta) y sus conflictos con varios adversarios, especialmente Kumarbi. Este ciclo explica el origen de los dioses y el establecimiento de su jerarquía. Tiene similitudes con la mitología griega, como la Teogonía de Hesíodo.
También existen mitos hititas con humanos como personajes principales, pero con la intervención de los dioses. El mito de Appu cuenta la historia de una pareja sin hijos que, tras implorar al dios Sol, tiene gemelos, uno bueno y otro malo, que se convierten en rivales. La leyenda de Zalpa, que relata la toma de esta ciudad por Hattusili I, cuenta cómo la reina de Kanesh da a luz a treinta hijos que son abandonados pero sobreviven con ayuda divina.
La muerte y el más allá
Los hititas creían que el universo se dividía en el Cielo (donde vivían los grandes dioses) y la Tierra junto con el infierno, un mundo subterráneo llamado "tierra sombría". A este mundo llegaban los difuntos después de la muerte. Se podía acceder a él a través de cuevas, pozos y otros agujeros naturales. La "tierra sombría" era vista como un lugar poco atractivo donde los muertos llevaban una existencia triste.
Las creencias hititas sobre el más allá estaban muy influenciadas por las ideas mesopotámicas. Ponían el inframundo bajo la protección de la diosa Sol de la Tierra (la diosa Sol de Arinna), asociada con Lelwani, otra divinidad infernal. El mundo infernal estaba poblado por otros dioses, incluyendo diosas que hilaban la vida de los hombres, de forma similar a las moiras griegas.
Las prácticas funerarias conocidas se refieren principalmente a los reyes y miembros de la familia real, quienes tenían funerales elaborados y un culto a los muertos. Los soberanos y sus familias eran incinerados, y sus restos se depositaban en un lugar de culto funerario llamado hekur. Se ofrecían sacrificios regulares a los reyes difuntos. Esta práctica de culto a los antepasados probablemente también existía entre la gente común, para asegurarse de que los muertos no regresaran como fantasmas.
Los cementerios hititas muestran que tanto la inhumación como la incineración eran comunes, aunque la incineración se hizo más frecuente con el tiempo. Los entierros podían hacerse en tumbas de cista (para los más ricos), en fosas simples o en grandes jarras (para los menos ricos).
Galería de imágenes
-
Hittite cuneiform tablet.jpg
Una tablilla de arcilla con escritura cuneiforme hitita.
Véase también
- Anexo:Ciudades hititas
- Anexo:Regiones hititas
- Arte hitita
- Imperio asirio
- Monarcas hititas
- Urartu
- Gastronomía hitita
Enlaces externos
- C. W. Ceram: El secreto de los hititas (Enge Schlucht und schwarzer Berg, 1955).