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Solimán el Magnífico para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Solimán el Magnífico
EmperorSuleiman.jpg
Retrato de Solimán en 1530, hecho por Tiziano
Osmanli-nisani.svg
Sultán del Imperio otomano
30 de septiembre de 1520-6 de septiembre de 1566
(45 años, 11 meses y 6 días)
Predecesor Selim I
Sucesor Selim II
Información personal
Nombre completo سلطان سليمان اول
Otros títulos Califa del Islam
Kayser-i-Rûm
Príncipe de los creyentes
Guardián de los Santos Lugares
Coronación 30 de septiembre de 1520
Nacimiento 6 de noviembre de 1494
Trebisonda, Imperio otomano (actual Turquía)
Fallecimiento 6 de septiembre de 1566

Szigetvár, Reino de Hungría (actual Hungría)
Sepultura Mezquita de Süleymaniye, Estambul
Religión Islam (Sunismo)
Residencia Palacio de Topkapi
Apodo El Magnífico o también El Legislador
Familia
Dinastía Dinastía osmanlí
Padre Selim I
Madre Ayşe Hafsa Sultan
Consorte Haseki Hürrem Sultan
Mahidevran Hatun
Fülane Hatun
Heredero Selim II
Hijos Şehzade Mahmud
Raziye Sultan
Şehzade Murad
Şehzade Mustafa
Şehzade Mehmed
Mihrimah Sultan
Şehzade Abdullah
Selim II
Şehzade Bayezid
Şehzade Cihangir

Firma Firma de Solimán el Magnífico

Solimán I, conocido como el Magnífico en Occidente y Kanuni (que significa el Legislador) entre los turcos, fue un importante sultán del Imperio otomano. Nació el 6 de noviembre de 1494 en Trebisonda (actual Turquía) y falleció el 6 de septiembre de 1566 en Szigetvár (actual Hungría).

Gobernó el Imperio otomano desde 1520 hasta su muerte, convirtiéndolo en una de las potencias más grandes de Europa en el siglo XVI. Bajo su liderazgo, el imperio llegó a tener más de 25 millones de habitantes.

Solimán sucedió a su padre, el sultán Selim I, en septiembre de 1520. Rápidamente inició campañas militares contra los reinos cristianos en Europa Central y el Mediterráneo. Conquistó Belgrado en 1521 y la isla de Rodas en 1522-1523, que estaba bajo el control de los Caballeros de San Juan. En la batalla de Mohács en 1526, Solimán derrotó al ejército de Hungría, y el rey húngaro Luis II perdió la vida. También logró anexar gran parte de Oriente Próximo, incluyendo Bagdad, y amplias zonas del norte de África, llegando hasta el oeste de Argelia. Durante su reinado, la flota otomana dominó los mares desde el Mediterráneo hasta el mar Rojo y el golfo Pérsico.

Como líder de un imperio en crecimiento, Solimán impulsó importantes cambios en las leyes que afectaban a la sociedad, la educación, los impuestos y el derecho penal. Sus reformas, realizadas con la ayuda del principal juez del imperio, Ebussuud Efendi, buscaron equilibrar las leyes del estado (Kanun) con las leyes religiosas (Shari'ah). Solimán también fue un talentoso poeta y orfebre, y un gran protector de las artes. Su tiempo en el poder es conocido como la «Edad de Oro» del Imperio otomano, un periodo de gran desarrollo artístico, literario y arquitectónico.

Solimán se casó con Hürrem Sultan, una mujer de su corte, lo cual fue algo inusual para la tradición otomana. Hürrem, una cristiana ortodoxa de origen ruteno que se convirtió al islam, fue conocida en Occidente como Roxelana. Su hijo, Selim II, lo sucedió en 1566, después de un reinado de cuarenta y seis años. Otros posibles herederos, como Şehzade Mehmed y Şehzade Mustafá, habían fallecido antes. Otro hijo, Şehzade Bayezid, fue ejecutado en 1561 junto con sus cuatro hijos, por orden del propio sultán, tras una rebelión. Aunque por un tiempo se pensó que la muerte de Solimán marcó el inicio de la decadencia del imperio, hoy se considera más bien un punto de cambio, ya que en las décadas siguientes el imperio experimentó importantes transformaciones políticas, institucionales y económicas.

Biografía de Solimán el Magnífico

Sus primeros años y ascenso al poder

Archivo:Nakkaş Selim
El sultán Selim I, padre de Solimán.

No se sabe mucho sobre la infancia de Solimán, ya que en ese momento no se esperaba que se convirtiera en sultán. Se cree que nació el 6 de noviembre de 1494 en Trebisonda, en la actual Turquía. Su padre, Selim, gobernaba esa provincia. Su madre, Ayşe Hafsa Sultan, de 17 años, probablemente era de la realeza, quizás hija del kan de Crimea Meñli I Giray.

Se piensa que su educación comenzó a los siete años. Estudió el Corán, aritmética, música, escritura y tiro con arco. También aprendió lengua persa y árabe. Como era costumbre, a los once años fue circuncidado y se fue a vivir a su propia casa. A los quince años, su abuelo, el sultán Bayezid II, lo nombró gobernador de Karahisar. Dos años después, fue gobernador de Caffa (actual Feodosia), un importante centro comercial. El 6 de agosto de 1509, Solimán viajó para tomar posesión de la ciudad.

En 1512, Selim obligó a su padre, el sultán, a dejar el trono. También eliminó a sus hermanos y otros posibles sucesores, una práctica común en la familia real otomana. Así terminó la guerra civil y Selim se convirtió en el nuevo sultán. En ese momento, Solimán tenía 17 años. Además de gobernar Caffa, realizaba otras tareas para su padre. Participó en una campaña militar en Irán, gobernó Edirne y luchó contra bandidos en Magnesia, donde se quedó desde 1512. Fue en Magnesia donde se hizo muy amigo de Pargalı İbrahim Paşa, un joven que más tarde sería uno de sus consejeros más cercanos.

Mientras tanto, el Imperio otomano, bajo Selim, siguió creciendo. Derrotó al sultanato rival de los mamelucos circasianos de la dinastía buryí en Egipto. Esto permitió a los turcos anexar Siria, Egipto, Palestina y Arabia. Así, obtuvieron el control de las tres ciudades sagradas: La Meca, Medina y Jerusalén.

Archivo:Enthronement ceremony of Suleiman I
Solimán convirtiéndose en sultán del Imperio otomano. Miniatura del siglo XVI.

Mientras Solimán se encargaba de la administración, su padre Selim falleció en un viaje. La noticia se mantuvo en secreto hasta que Solimán llegó, para evitar problemas en el ejército. Cuando Solimán llegó, los jenízaros, las tropas de élite, aceptaron su sucesión sin problemas. Esto fue gracias, en parte, a un regalo de 5000 aspers que el nuevo sultán les dio para asegurar su lealtad. Al regresar a Constantinopla con el cortejo fúnebre, el 1 de noviembre, Solimán recibió el homenaje de los altos funcionarios y líderes religiosos. Así, ascendió oficialmente al trono como el décimo sultán otomano.

Entre sus primeras acciones, ordenó construir la mezquita de Yavuz Selim y concedió beneficios al ejército. También decidió anular algunas leyes severas de su padre y liberó a seiscientos nobles egipcios.

Sin embargo, el primer problema de orden público surgió en Siria. Allí, Janbirdi al-Ghazali, un alto funcionario, inició una revuelta y tomó Damasco, Beirut y Trípoli. Solimán actuó rápidamente, enviando un ejército bajo el mando de Ferhad Pasha, quien aplastó la rebelión. Con esto, Solimán demostró su decisión y habilidad para gobernar. Sus súbditos lo vieron como un líder digno de un imperio ya vasto, que seguiría expandiendo a lo largo de su vida.

Las primeras conquistas: Belgrado y Rodas

Archivo:Suleiman I after the capture of Nándorfehérvár (Belgrade)
Solimán después de conquistar Belgrado.

Una vez que Solimán estableció su autoridad dentro del imperio, pudo enfocarse en la política exterior. En ese tiempo, Europa enfrentaba dificultades por constantes conflictos y divisiones entre el catolicismo y el protestantismo. Para proteger las fronteras del Sacro Imperio Romano, Fernando de Habsburgo, hermano del Emperador del Sacro Imperio Romano Carlos V, se ubicó en el este.

Un tratado de paz de 1503, al final de la guerra turco-veneciana, establecía que los húngaros debían pagar un tributo anual a los otomanos. El asesinato del enviado que fue a cobrar este dinero fue la razón para que Solimán atacara a los cristianos del Danubio. Su objetivo era conquistar Belgrado, una ciudad clave para avanzar hacia Viena y Budapest. Durante el invierno de 1520, el imperio se preparó para esta expedición, la primera de Solimán. El 6 de febrero del año siguiente, el ejército, liderado por el sultán, salió de Constantinopla con grandes celebraciones.

Después de varios meses de viaje en tres grupos, las tropas se reunieron frente a Belgrado. El asedio de la ciudad comenzó el 25 de junio. El sultán fue asistido por sus principales funcionarios, como el pashá Pargalı İbrahim, el gran visir Piri Mehmed y Mehmet Beg Mihaloglu. Al principio, la defensa de la ciudad fue fuerte. Sin embargo, las divisiones religiosas entre los católicos y ortodoxos dentro de la ciudad facilitaron el avance otomano. Así, después de un largo bombardeo, Solimán entró en la ciudad el 29 de agosto, donde él mismo dirigió la oración del viernes.

Archivo:1522-Sultan Suleiman during the Siege of Rhodes-Suleymanname-DetailBottomRight
Solimán durante el asedio de Rodas de 1522.

Animado por su éxito en Belgrado, Solimán retomó el plan de su padre Selim de atacar la fortaleza cristiana de Rodas. Esta iniciativa ya había sido intentada sin éxito por Mehmed II en 1480. La isla de Rodas, en manos de los Caballeros de San Juan, era un peligro para los otomanos. Era una base para los corsarios cristianos que atacaban a los peregrinos musulmanes que iban a La Meca y saqueaban barcos mercantes. Solimán sabía que los europeos no intervendrían, ya que estaban ocupados en conflictos internos, y estaba decidido a terminar con esto.

El 1 de junio de 1522, Solimán envió una carta al Gran Maestre de los Caballeros Philippe Villiers de l’Isle-Adam exigiendo la rendición de la isla. Luego, ordenó al jefe de la expedición Lala Kara Mustafa Pasha que la armada otomana saliera de Constantinopla con trescientos barcos hacia Rodas. Pocos días después, el 18 de junio, el propio sultán partió por tierra con cien mil hombres desde Üsküdar para luchar contra los caballeros. Llegó a Kütahya el 2 de julio, donde se unió a otras fuerzas. El ejército otomano llegó a Marmaris el 28 de julio. Con el disparo de más de cien cañones, el sultán inició el asedio de Rodas.

Archivo:OttomanJanissariesAndDefendingKnightsOfStJohnSiegeOfRhodes1522
Los jenízaros otomanos asediando Rodas.

Aunque Isle-Adam tenía una fuerza pequeña para defender la ciudad (unos siete mil soldados y setecientos caballeros), estaban muy motivados. Sin embargo, el Gran Maestre se dio cuenta de que la única forma de detener a los doscientos mil otomanos era esperar una rápida ayuda de otras fuerzas cristianas de Europa. Preocupado por la duración del asedio, el 23 de septiembre Solimán ordenó un asalto a las murallas de Rodas. Este asalto rompió la defensa de los caballeros y causó muchas bajas en ambos lados. Otro intento de asalto el 12 de octubre también fracasó. El 10 de diciembre, después de perder más de 3000 soldados en un solo ataque días antes, Solimán ofreció negociar la rendición a los cristianos.

Finalmente, Isle-Adam se dio cuenta de que no recibiría la ayuda esperada y no podría resistir mucho más. Se llegó a un acuerdo de rendición que permitía a los caballeros salir de la isla sin peligro. Los habitantes restantes estarían exentos de impuestos y del devşirme (reclutamiento forzoso) durante cinco años. Sin embargo, los comandantes no pudieron evitar que los jenízaros saquearan la ciudad y profanaran lugares sagrados.

Solimán recibió personalmente al Gran Maestre antes de que abandonara la ciudad, tratándolo con amabilidad y consuelo. Se dice que el sultán le confió al «gran visir» que estaba «verdaderamente apenado por haber expulsado a este anciano de su palacio». El 1 de enero de 1523, los caballeros que sobrevivieron abandonaron la isla para ir a Mesina (desde donde, años más tarde, se establecerían en Malta). Solimán había triunfado de nuevo, aunque con dificultad, y esto causó temor en la población cristiana de Europa.

Asuntos internos del Imperio

Archivo:Pargalı İbrahim Paşa
Pargalı İbrahim Paşa, gran amigo de Solimán y gran visir del imperio desde 1523.

Al regresar a Constantinopla, Solimán nombró a su viejo amigo Pargalı İbrahim Paşa gran visir del Imperio otomano. También lo hizo comandante de todo el ejército, excepto de los jenízaros, como era costumbre. La gran amistad y confianza entre el sultán e İbrahim siempre ha sido de interés para los historiadores. İbrahim nació cristiano en 1494, probablemente en Parga, y fue capturado y ofrecido a Solimán. Rápidamente destacó por su inteligencia y capacidad de aprendizaje, por lo que recibió una buena educación. Cuando Solimán se convirtió en sultán, İbrahim ascendió rápidamente en el imperio, llegando a ser «gran visir» en junio de 1523. Parece que el propio İbrahim, preocupado por su seguridad, le había pedido al sultán que no lo considerara para un puesto tan importante y arriesgado. Sin embargo, Solimán se negó, asegurándole su protección.

Archivo:Haseki Huerrem Sultan Roxelane
Retrato del siglo XIX de Hürrem Sultan.

El 18 de mayo de 1524, la Haseki (esposa legal) de Solimán, Hürrem Sultan (1502-1558), dio a luz a su hijo Selim. Se sabe poco de los orígenes de Hürrem, conocida en Occidente como Roxelana. Probablemente fue una mujer de la corte tártara que llegó al palacio imperial. Pronto se convirtió en la favorita de Solimán, quien por ella dejó a su primera esposa, Mahidevran Gülbahar Hatun. Mahidevran había tenido a su primer hijo, Şehzade Mustafa, en 1515. Antes de Selim, Hürrem había tenido otros dos hijos con el sultán: Şehzade Mehmed, nacido en 1521, y Şehzade Abdullah, nacido en 1522, quien falleció solo tres años después.

Se ha hablado mucho de Roxelana. Logró pasar de ser una mujer de la corte a convertirse en la esposa legal del sultán, lo cual iba en contra de las costumbres otomanas. Tuvo una gran influencia sobre Solimán. Algunos historiadores creen que ella influyó en la política del imperio y, en particular, en la sucesión al sultanato. Se la considera una figura clave en el periodo conocido como el 'sultanato de las mujeres'.

A pesar de la firmeza con la que se gobernaba el imperio, las rebeliones eran frecuentes. Posiblemente debido al descontento por el nombramiento de İbrahim Paşa como gran visir, su rival Ahmed Paşa, recién nombrado gobernador de Egipto, organizó una insurrección. Al principio, obtuvo el apoyo de los nobles mamelucos, el maestre de los Caballeros Hospitalarios de Jerusalén, el sah Ismail I de Persia e incluso el papa. Sin embargo, cuando los mamelucos lo abandonaron, fue asesinado y la revuelta fue sofocada.

Solimán sabía que Egipto era un lugar propenso a las insurrecciones. Por eso, decidió enviar a İbrahim, la única persona en la que confiaba plenamente, en una misión. En un año, el leal gran visir sometió a los rebeldes, estableció leyes y reorganizó la administración. Su éxito fue tan grande que no hubo más revueltas en la zona durante más de tres siglos.

Hungría: la batalla de Mohács

Archivo:Semailname 47b
Retrato de un joven Solimán.

Después de las victorias en el Danubio y Rodas, el imperio disfrutó de un tiempo de paz. Sin embargo, esto no era lo esperado, ya que la tradición guerrera otomana exigía que el sultán estuviera siempre luchando para expandir las fronteras y difundir el Islam. Cuando los jenízaros se dieron cuenta de que no había planes para nuevas campañas, aprovecharon la ausencia del sultán, que había ido a Edirne de caza, y causaron disturbios en la capital. Esto obligó a Solimán a regresar de inmediato.

Al recuperar rápidamente el control, ejecutando a algunos alborotadores o dando dinero a los soldados para calmarlos, Solimán entendió que debía planear una expedición militar lo antes posible.

Así, a principios del invierno de 1525, el sultán ordenó preparar una campaña militar sin haber decidido el objetivo. Solo en los primeros meses de 1526, y también por invitación de Francisco I de Francia (con quien el imperio había empezado a establecer contactos, que pronto llevarían a una alianza contra los Habsburgo), Solimán decidió atacar de nuevo las fronteras cristianas. La expedición se dirigiría, por tanto, hacia Hungría. Los preparativos diplomáticos fueron intensos: se aseguró la neutralidad de la República de Venecia concediéndole ciertos privilegios. Además, estaba claro que el emperador Carlos V no intervendría, ya que estaba ocupado en la guerra de la Liga de Cognac contra Francisco I. Solimán también consideraba seguras las fronteras orientales con la Persia del sah Tahmasp I, y que su intervención allí podía posponerse.

El 21 de abril de 1526, Solimán salió de la capital al frente de un ejército de cien mil hombres y trescientos cañones. Junto a él marchaban el gran visir İbrahim, algunos visires y otros altos funcionarios. La expedición llegó, con dificultad, a Sofía, donde se dividió. El sultán se dirigió a Belgrado y luego a Buda (la actual Budapest). El gran visir se dirigió a Petrovaradin, que tomó tras un breve asedio que solo le costó veinticinco hombres. Durante la marcha, se sometieron las ciudades de Ilok y Osijek. Se construyó en solo cinco días un puente de 332 metros de largo sobre el Drava, que fue destruido inmediatamente después de que el ejército lo cruzara para evitar cualquier retirada. Los otomanos llegaron entonces a la llanura de Mohács, donde el rey Luis II de Hungría y Bohemia los esperaba para impedirles avanzar hacia Buda.

Archivo:Battle of Mohács, Turkish miniature
La batalla de Mohács del 29 de agosto de 1526.

La batalla de Mohács tuvo lugar el 29 de agosto y comenzó bien para las tropas cristianas, a pesar de su inferioridad numérica. Esto se debió también a que las peticiones de ayuda de Luis a Occidente no fueron atendidas. La caballería húngara mostró gran valor, tanto que treinta y dos jinetes llegaron a poner en peligro la vida del propio Solimán. Él se salvó gracias a su armadura y al sacrificio de sus guardaespaldas y de los jenízaros que acudieron en su defensa. Sin embargo, la clara superioridad de la artillería otomana marcó la diferencia. Al atardecer, el ejército cristiano fue derrotado. Durante la retirada, el rey Luis cayó muerto en un río, sumándose a los treinta mil muertos en las filas cristianas. Solimán había triunfado una vez más, y el camino para una entrada triunfal en Buda estaba abierto.

Archivo:Suleiman gives back the Holy Crown to Szapolyai
Solimán entrega la corona de Hungría a Juan I de Zápolya, convirtiéndolo en su vasallo.

Al regresar a Constantinopla al final de la campaña, el sultán podía considerarse dueño del destino de Hungría. La muerte del rey Luis provocó el colapso de la autoridad central húngara y una lucha por el poder. Algunos nobles ofrecieron la corona de Hungría al archiduque de Austria Fernando I de Habsburgo, emparentado con la familia real húngara. Otros nobles, sin embargo, se inclinaron por Juan Zápolya, quien contaba con el apoyo de Solimán, pero no era reconocido por las potencias cristianas de Europa.

Hungría se dividió en tres partes: la mayor parte de la actual Hungría fue reclamada por Solimán, se creó el estado vasallo de Transilvania y se entregó a la familia Zápolya, y Fernando I obtuvo la Hungría Real. Así, la frontera entre el Imperio otomano y el Sacro Imperio Romano Germánico quedó establecida temporalmente.

El asedio de Viena

Archivo:SiegeOfViennaByOttomanForces
El sitio de Viena.

Con Hungría ya bajo su control, Solimán pudo dirigir su atención a uno de sus mayores deseos: Viena. Así, el 10 de mayo de 1529, con las habituales ceremonias llenas de pompa, salió de la capital y regresó a Mohács. Allí se reunió con Zápolya, quien, en una audiencia solemne, fue reconocido como rey de Hungría y, por lo tanto, como vasallo del Imperio otomano. Una miniatura conservada en el palacio de Topkapı recuerda el evento, mostrando el momento en que el sultán entrega a Zápolya la corona, vestido con un caftán de honor.

Abandonando el lugar de una de sus victorias más importantes, Solimán llegó a Buda en solo tres días. La ciudad estaba nuevamente ocupada por tropas cristianas. Después de un breve asedio, la ciudad fue tomada y sus habitantes fueron hechos prisioneros. Pero, a diferencia de la vez anterior, a los jenízaros se les prohibió saquear. Pocos días después, Zápolya fue coronado oficialmente como rey. Solimán no asistió a la ceremonia, probablemente para no darle demasiada importancia a quien consideraba solo un vasallo menor. Además, se acercaba el otoño, y era necesario dirigirse hacia Viena lo antes posible.

El sitio de Viena comenzó el 27 de septiembre de 1529. Fue un enfrentamiento entre el ejército otomano de Solimán, con ciento veinte mil hombres, veintiocho mil camellos y trescientas piezas de artillería, contra los defensores cristianos, que contaban con unos veinte mil combatientes y setenta y dos cañones bajo el mando de Felipe del Palatinado-Neoburgo.

Las operaciones resultaron más difíciles de lo esperado para los otomanos. Aunque el fuego constante de artillería había logrado abrir una brecha en las murallas de la ciudad, los atacantes inexplicablemente no aprovecharon esto para intentar entrar. La frustración por la prolongación del asedio y la preocupación por la cercanía del invierno llevaron a Solimán a ordenar un asalto a la Puerta de Carintia el 14 de octubre. Sin embargo, el resultado no fue decisivo, y el gran sultán no tuvo más remedio que abandonar el objetivo y regresar a Constantinopla. Antes de irse, celebró la campaña militar como un éxito y negó que el objetivo fuera conquistar Viena. El viaje de vuelta duró aproximadamente dos meses, durante los cuales el ejército otomano perdió muchos hombres por enfermedades y el mal tiempo.

De nuevo en Hungría

Archivo:Emperor charles v
El emperador Carlos V.

A pesar de sus grandes victorias en Hungría, Solimán aún no había establecido completamente su autoridad en la región. Así, el 22 de abril de 1532, salió de nuevo de la capital al frente de más de cien mil hombres. Sus filas incluían doce mil jenízaros, treinta mil soldados de Anatolia, dieciséis mil de Rumelia y veinte mil spahi, además de una fuerza de artillería de trescientos cañones.

Al llegar a Belgrado y recibir nuevos refuerzos de los tártaros de Sahib I Giray, Solimán estaba listo para enfrentarse finalmente al emperador Carlos V. Sin embargo, su ambición no pudo cumplirse. Los cristianos no se sentían preparados para enfrentar a un enemigo tan decidido y numeroso. Por ello, Fernando de Habsburgo prefirió enviar dos embajadores al sultán para ofrecerle un tributo de cien mil ducados a cambio de la paz y su reconocimiento como rey de Hungría. Mientras tanto, Solimán recibió otra propuesta diplomática: el rey de Francia se ofreció a invadir Italia para luchar allí contra Carlos. El sultán rechazó ambas ofertas. En cuanto a la última, prometió ayudar a los franceses a conquistar Génova y Milán, uno de los primeros actos importantes de la alianza franco-otomana.

Archivo:Belagerung von Güns
Representación del asedio de Güns, en un grabado occidental.

Al fracasar los intentos diplomáticos para detener el avance otomano, los cristianos tuvieron que defenderse. El ejército de Solimán, después de muchos éxitos, se detuvo durante el asedio de Güns. Esta ciudad, a solo cien kilómetros de Viena, era defendida por solo ochocientos hombres al mando de Nikola Jurišić. El asedio duró todo el mes de agosto, lo que hizo que los otomanos perdieran tiempo valioso. Después de conquistar la ciudad con mucho esfuerzo, Solimán prefirió dirigirse hacia el oeste, hacia Estiria, en lugar de ir directamente a Viena. Probablemente esperaba expulsar a Carlos V de la ciudad y enfrentarlo en campo abierto, pero el emperador de los Habsburgo prefirió evitar el combate y permaneció dentro de las murallas.

En Estiria, Solimán conquistó varias ciudades, pero no pudo tomar Graz y Maribor, que resistieron la fuerza otomana. El tiempo perdido en Güns no le permitió continuar las operaciones por mucho tiempo, y regresó a Constantinopla el 18 de noviembre de 1532. El resultado de esta campaña también se celebró con solemnidad. Se dice que hubo cinco días de ceremonias en la capital, pero el sultán no pudo quedar completamente satisfecho. Al final de los eventos, se firmó una tregua entre los otomanos y los cristianos, que llevó al tratado de Constantinopla de 1533. Con esto, Zápolya conservó el reino de Hungría, Carlos V salvó sus fronteras y pudo concentrar sus fuerzas para contrarrestar la Liga de Esmalcalda. Solimán, por su parte, podía ahora volver su mirada hacia Persia, sabiendo que podía romper la tregua con los cristianos cuando quisiera.

Campaña de los dos Irak

Archivo:LocationSafavid
El Imperio safávida. Fronteras de 1512.

Durante siglos, en el mundo musulmán, hubo un conflicto entre los otomanos y el Imperio safávida. Este último gobernaba Persia y el moderno Irak, y se diferenciaban por su fe religiosa: los otomanos eran suníes y los safávidas, chiitas. Los seguidores chiíes, o kizilbash, perseguían a los suníes en Mesopotamia, convertían mezquitas y, en 1508, destruyeron la tumba de Abū Ḥanīfa al-Nuʿmān, un importante teólogo suní. También solían impedir las conexiones entre los otomanos y sus aliados uzbekos. Esta situación exigía que los otomanos intervinieran.

Tan pronto como el sultán tuvo una razón para reclamar Bagdad, decidió atacar al imperio rival. En otoño de 1533, İbrahim recibió la orden de dirigir un ejército al Azerbaiyán persa, donde conquistó Tabriz el 16 de julio del año siguiente. Así comenzó lo que se conocería como la «campaña de los dos Irak».

Dos meses después, tras un viaje triunfal por varias ciudades, Solimán se unió a su gran visir. Juntos se dirigieron a la capital de Persia, Bagdad, que había sido un centro importante del Islam y sede del califato, pero que en ese momento estaba en declive. El ejército de esta expedición era enorme: se dice que estaba formado por unos doscientos mil hombres. Esto causó muchas dificultades logísticas y de suministro, que se agravaron por la llegada de la mala estación.

Archivo:Muhteşem Süleyman
Solimán en una miniatura de Melchior Lorck.

Al acercarse el ejército otomano, el sah evitó un enfrentamiento directo y evacuó la ciudad. Así, el 4 de diciembre de 1543, Solimán pudo entrar sin luchar y se consideró el legítimo sucesor de los califas y defensor del sunismo. Con la anexión de Bagdad al Imperio otomano, la ciudad experimentaría un nuevo periodo de crecimiento y prosperidad. Después de pasar el invierno allí, el 2 de abril de 1545, Solimán y su ejército emprendieron un difícil viaje que en tres meses los llevó de vuelta a Tabriz, donde el sultán estableció su residencia en el palacio del sah.

Al igual que en la campaña húngara anterior, cuando Solimán había buscado un enfrentamiento directo con Carlos V, también esperaba un combate con el sah. Pero este, al igual que Carlos, había evitado un choque con un ejército tan fuerte, prefiriendo una estrategia de espera. Así, las conocidas dificultades logísticas del ejército otomano, que se encontraba lejos de sus bases de suministro, lo obligaron a abandonar la idea de perseguir al ejército del sah, mucho más móvil y cómodo en la región, y a conquistar las ciudades santas de Qom y Kashan. Solimán dio entonces órdenes de regresar a Constantinopla, donde llegó a principios de enero de 1536. La campaña había supuesto la pérdida de más de treinta mil hombres, principalmente por hambre y enfermedades. Sin embargo, había consolidado al sultán a los ojos de sus contemporáneos como un gran conquistador que había triunfado sobre la herejía chií. El imperio se extendía ahora desde las puertas de Viena hasta Bagdad.

Pocos días después del final de la expedición, ocurrió un evento que aún hoy es debatido por los historiadores. El 15 de marzo de 1536, el gran visir Pargalı İbrahim Paşa fue encontrado sin vida en su dormitorio del palacio de Topkapı. Sin duda, fue el propio Solimán quien ordenó su ejecución. Los motivos son desconocidos y solo se han formulado teorías. La sospecha de que fue el autor de una conspiración o el resultado de una petición de Roxelana, quien veía a İbrahim como un rival por el poder, son las hipótesis más creíbles. Lo cierto es que Solimán lamentó haber mandado ejecutar a su mejor amigo, compañero de éxitos y excelente estratega.

Norte de África y el Mediterráneo

Archivo:Letter of Suleiman to Francis I 6 April 1536
Carta de Solimán a Francisco I de Francia en 1536, informando al soberano francés de su exitosa campaña en Irak y acordando la estancia del embajador Jean de La Forêt en la corte otomana

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Después de las campañas en el Danubio y Persia, Solimán comenzó a mirar hacia el Mediterráneo. En ese momento, el Mediterráneo estaba bajo el control de las armadas de la República de Venecia y de Ragusa. Aunque la flota otomana había tenido algunos éxitos, como en Rodas o Egipto, no era tan poderosa como sus fuerzas terrestres. Sin embargo, la disponibilidad de puertos estratégicos y arsenales eficientes permitió a los otomanos imponer su autoridad también en el mar. La figura clave en la reorganización de la armada otomana fue el corsario Jeireddín, conocido en Europa como «Barbarroja».

Hijo de un alfarero griego de Mitilene, Jeireddín ganó una gran reputación gracias a sus incursiones en el Mediterráneo. A finales de 1533, hizo una entrada triunfal en Constantinopla, donde fue nombrado kapudanpaşa (equivalente a gran almirante) de la flota otomana y gobernador (Bey) de las islas. Con este prestigioso título, organizó la flota de Solimán en pocos meses, mientras el sultán estaba ocupado en Persia, listo para enfrentarse a las potencias navales cristianas.

Archivo:Jeireddín Barbarroja, por Agostino Veneziano
Jeireddín, llamado Barbarroja, kapudanpaşa de la flota.

Como primera acción, Barbarroja conquistó Túnez, que en ese momento estaba en manos de la dinastía hafsí. Sin embargo, en julio de 1535, la ciudad fue a su vez conquistada por Carlos V. Preocupado por la expansión otomana en el Mediterráneo, Carlos V había tomado personalmente el mando de una contraofensiva, considerada por sus contemporáneos como una cruzada, junto a Doria. A pesar de la gran victoria cristiana, la flota de Barbarroja solo sufrió pérdidas menores y, unos meses después, pudo atacar y saquear las Islas Baleares y Valencia. Convencido de las posibilidades de éxito en el mar, el propio sultán supervisó el equipamiento de una nueva flota, que continuó a lo largo de 1536 en los astilleros del Cuerno de Oro.

El 17 de mayo de 1537, Solimán, acompañado de sus hijos Selim y Mehmed, llegó a Vlora, en la actual Albania. Tenía planes de atacar Bríndisi, mientras su aliado Francisco I de Francia se dirigía a conquistar Génova y Milán. La expedición debía incluir a Lütfi Paşa y a Barbarroja como comandantes de la flota. Sin embargo, el plan no se llevó a cabo, ya que el rey de Francia rompió el acuerdo y atacó en Flandes y Picardía. Mientras tanto, un ataque de unas galeras venecianas a una delegación diplomática otomana dio a Solimán la excusa para cambiar su objetivo y dirigirse a Corfú, una importante base de la Serenísima.

Las operaciones para el asedio de la ciudad comenzaron en agosto de ese mismo año. Fue el primer acto de lo que se conoce como la tercera guerra turco-veneciana, parte del escenario más amplio de las guerras turco-venecianas. A pesar de que Solimán contaba con veinticinco mil hombres y trescientos veinte barcos, la resistencia de los venecianos fue bastante fuerte. La artillería de los defensores fue decisiva para que el sultán decidiera retirarse. La tradición cuenta que Solimán, tras ver la pérdida de dos galeras, declaró que «la vida de un solo musulmán no puede pagarse con la conquista de mil fortalezas».

Archivo:Corfu map 16th century
Corfú en la época del fallido asedio.

A su regreso a Constantinopla, el sultán encargó a Barbarroja la misión de luchar contra los venecianos en las islas del mar Egeo para expulsarlos. Durante las dos campañas militares siguientes, el kapudanpaşa logró un éxito tras otro. Conquistó islas como Siros, Patmos, Egina, Paros, Andro, Scíathos, Esciros y Serifos. El 28 de septiembre de 1538, Barbarroja derrotó a la Liga Santa, impulsada por el papa Pablo III, en la batalla de Préveza. Al final de las operaciones, veinticinco islas venecianas habían caído o habían sido saqueadas, y miles de cristianos habían sido hechos prisioneros. El 20 de octubre de 1540, se firmó la paz. Los embajadores venecianos acordaron con Solimán el pago de trescientos mil ducados como indemnización de guerra y el abandono definitivo de las islas conquistadas por Barbarroja, a las que se sumaron Nauplia y Malvasia.

En octubre del año siguiente, Carlos V intentó frenar los éxitos otomanos dirigiendo una expedición a Argel. Sin embargo, esta resultó desastrosa para los cristianos. Solimán se convirtió así en el señor absoluto del Mediterráneo, una supremacía que los otomanos mantuvieron durante más de treinta años.

La sucesión al trono húngaro

Archivo:Suleiman receiving Isabella and her son Sigismund circa 1540
Isabela Jagellón presenta a su hijo, el futuro Juan II de Hungría, a Solimán.

En 1539, el gran visir Ayas Mehmed Bajá, quien había ocupado el cargo más alto de la Sublime Puerta tras el fallecimiento de İbrahim Paşa, murió de peste. El sultán decidió nombrar en su lugar a Luṭfī Paşa, su cuñado y general del ejército otomano, de origen albanés.

El sultán no había tenido tiempo de firmar el tratado de paz con Venecia cuando ya tenía que volver a centrar su atención en Hungría, de donde llegaban noticias preocupantes. En julio de 1540, Zápolya había fallecido quince días después de tener un hijo con Isabela Jagellón, hija del rey Segismundo I de Polonia. Aunque Solimán creía que el niño era su legítimo sucesor, salió a la luz un acuerdo secreto que Zápolya había hecho en 1538. Este acuerdo establecía que, a su muerte, Hungría volvería a manos de Fernando de Habsburgo a cambio de su reconocimiento en el trono mientras viviera. Para Solimán, este acuerdo era inaceptable, ya que se hizo antes del nacimiento de su hijo. Fernando, por su parte, afirmaba que el niño no era hijo de Isabel y por ello invadió Hungría.

Así, Isabel y su hijo Juan abandonaron Buda para pedir ayuda a Solimán, quien tuvo que partir de nuevo hacia Hungría. Esta vez, el ejército otomano encontró poca resistencia en su camino. Reforzado por las tropas enviadas por Isabel, asedió Buda. Derrotaron las defensas dirigidas por Wilhelm von Roggendorf y expulsaron a los imperiales, quienes dejaron dieciséis mil hombres atrás. El 2 de septiembre de 1541, el sultán, acompañado por su hijo Şehzade Bayezid y el gran visir Hadım Suleiman Paşa (quien había reemplazado a Luṭfī Paşa unos meses antes), entró en la ciudad con grandes honores. Como era su costumbre, se dirigió a una iglesia que se había convertido en mezquita para rezar. Primero le dio su palabra a Isabel de que su joven hijo Juan reinaría sobre Hungría en cuanto alcanzara la edad necesaria, y luego regresó a Constantinopla.

Archivo:Esztergom ostroma (1543)
El sitio de Esztergom de 1543 en un manuscrito húngaro.

Pero no pasaron ni dos años antes de que tuviera que partir de nuevo para su octava campaña en Hungría. De hecho, Fernando, fortalecido por un momento de tranquilidad en el frente interno con los protestantes, había vuelto a reclamar el trono húngaro. Ofreció a Solimán el reconocimiento como rey a cambio de un tributo anual de cien mil ducados. El sultán, quien no tenía la menor intención de aceptar esta oferta, no tuvo más remedio que abandonar la capital el 23 de abril de 1543 y emprender la guerra contra los Habsburgo. Una vez más, la campaña comenzó de la mejor manera posible para los otomanos, quienes tomaron una fortaleza tras otra en Eslavonia y en la Hungría leal a Fernando. Después de volver a entrar en Buda, el ejército otomano se dirigió inmediatamente al norte para el sitio de Esztergom, que cayó después de unas dos semanas, también gracias a la ayuda de la artillería francesa ofrecida por el rey Francisco I.

Este nuevo éxito contra los cristianos puso fin a las ambiciones de Fernando sobre Hungría, que permaneció en manos otomanas hasta 1686. A este éxito le siguieron largas negociaciones que desembocaron en un tratado de paz entre los otomanos y el Sacro Imperio Romano Germánico el 13 de junio de 1547. Sin embargo, Solimán no podía estar del todo satisfecho, ya que aún no había conseguido luchar contra el emperador Carlos V en campo abierto. La muerte de Francisco I el 31 de marzo de 1547 lo hacía improbable para el futuro, ya que le faltaba un aliado clave en el escenario europeo. Era el momento de mirar de nuevo a Persia.

Segunda campaña persa

A principios de 1548, Solimán salió de nuevo de Constantinopla y marchó con su ejército hacia Persia. A pesar de su éxito en su primera expedición, su autoridad estaba en peligro. Varios vasallos se habían mostrado desleales y la propaganda safávida a favor del chiismo seguía ganando seguidores en Anatolia.

La primera acción, una vez que llegó al lugar de las operaciones, fue el asedio de Van. Esta ciudad había vuelto recientemente a manos de Tahmasp I después de perderla en 1534. Tras tomar Van a finales de agosto, el sultán decidió detenerse en Alepo para pasar el invierno. Al mismo tiempo, el ejército otomano ocupó otras fortalezas locales. Mientras tanto, el hijo del sah, Suleiman Mirza, quien se había unido a las filas de los otomanos, devastó el oeste de Irán hasta que fue capturado y posteriormente asesinado. Después del invierno, el ejército turco se dirigió hacia Erzurum, mientras el gran visir Rüstem Bajá continuaba sometiendo las fortalezas safávidas entre Kars y Artvin.

La campaña fue un éxito que reafirmó la autoridad otomana sobre Persia. Sin embargo, Solimán volvió a fracasar en su intento de resolver definitivamente los conflictos con la dinastía safávida. Esto lo obligó, unos años más tarde, a retomar la ruta hacia Persia para una tercera campaña.

El desafío de la sucesión

Archivo:Miniature of Şehzade Mustafa
Şehzade Mustafa, hijo de Solimán y Mahidevran.

Solimán tuvo seis hijos con sus dos esposas, Mahidevran y Hürrem. Cuatro de ellos sobrevivieron más allá de 1550: el mayor, Şehzade Mustafa, era hijo de Mahidevran. Los más jóvenes, Selim, Bayezid y Cihangir, eran hijos de Hürrem. Esta última sabía que si Mustafá se convertía en sultán, sus propios hijos podrían ser ejecutados, una costumbre de la dinastía otomana. De hecho, hasta el reinado de Ahmed I, el imperio no tenía un sistema formal para la sucesión. Por ello, a menudo se recurría a la práctica de eliminar a los príncipes rivales para evitar conflictos y rebeliones.

Además, el hijo de Mahidevran, Mustafá, era reconocido unánimemente como el más talentoso de sus hermanos. Contaba con el apoyo del poderoso Pargalı İbrahim Paşa, entonces gran visir del imperio, así como del ejército y, en particular, de los jenízaros. El embajador austriaco Ogier Ghiselin de Busbecq comentó que «Solimán tiene entre sus hijos uno llamado Mustafá, quien es maravillosamente educado y prudente y está en edad de gobernar, ya que tiene 24 o 25 años; que Dios no permita nunca que un sarraceno de tal fuerza se acerque a nosotros». También habló de las «notables dotes naturales» de Mustafá.

Se cree que Hürrem fue responsable, al menos en parte, de las intrigas que surgieron en torno a la sucesión al sultanato. Aunque era la esposa del sultán, no tenía un papel público oficial. Sin embargo, esto no le impedía ejercer una fuerte influencia política. En un intento de proteger a sus hijos, Hürrem probablemente usó su influencia sobre su esposo para eliminar a quienes apoyaban el ascenso de Mustafá.

Archivo:Ruestem presumably
Miniatura que probablemente representa al gran visir Rüstem Bajá.

Así, en luchas de poder aparentemente impulsadas por Hürrem, Solimán mandó ejecutar a İbrahim y lo reemplazó con su yerno, Rüstem Bajá. En 1552, cuando comenzó la tercera campaña contra Persia y Rüstem fue nombrado comandante en jefe de la expedición, comenzaron las intrigas contra Mustafá. Rüstem envió a uno de los hombres de mayor confianza del sultán para que informara que los soldados consideraban que había llegado el momento de poner a un príncipe más joven en el trono, ya que el sultán no había dirigido personalmente el ejército. Al mismo tiempo, se extendieron rumores de que Mustafá había estado de acuerdo con esta idea.

Irritado por esto y creyendo que Mustafá conspiraba contra él para obtener el trono, Solimán convocó a su hijo a su tienda en el valle de Ereğli el verano siguiente, durante su regreso de la campaña en Persia. Le dijo que «podría librarse de los crímenes de los que ha sido acusado y no tendría nada que temer si venía».

Archivo:Portrait Of Sultan Selim II
Selim, el único hijo varón superviviente y futuro sucesor de Solimán.

Mustafá se enfrentó a una difícil elección: presentarse ante su padre con el riesgo de ser ejecutado, o negarse y ser acusado de traición. Al final, Mustafá decidió entrar en la tienda de su padre, confiando en que el apoyo del ejército lo protegería. Busbecq, quien afirmó haber recibido el relato de un testigo presencial, describió los últimos momentos de Mustafá. Cuando este entró en la tienda de su padre, los eunucos lo atacaron mientras él se defendía valientemente. Su padre, separado de la pelea solo por las cortinas de lino de la tienda, se asomó y «miró amenazantemente, con sus ojos llenos de ira y crueldad por su falta de coraje. Entonces, los ejecutores, alarmados, redoblaron sus esfuerzos, arrojaron a Mustafá al suelo y, echándole la soga al cuello, lo ejecutaron». El pueblo otomano recibió negativamente la noticia de la muerte de Mustafá. Los jenízaros acusaron a Solimán de haber «apagado el sol más brillante». Poetas y escritores celebraron al joven príncipe, dedicándole elegías y obras.

Se dice que Cihangir falleció de tristeza pocos meses después de enterarse de la muerte de su hermanastro. A los dos hermanos supervivientes, Selim y Bayezid, se les dio el mando en diferentes partes del imperio. Sin embargo, en pocos años estalló una guerra entre ellos, cada uno apoyado por fuerzas leales. Con la ayuda del ejército de su padre, Selim derrotó a Bayezid en Konya en 1559. Esto llevó a Bayezid a refugiarse con los safávidas junto con sus cuatro hijos. Tras intercambios diplomáticos, el sultán exigió al sah Tahmasp I que Bayezid fuera entregado o ejecutado. En 1561, a cambio de grandes cantidades de oro, el sah permitió que un ejecutor turco acabara con la vida de Bayezid y todos sus hijos. Esto allanó el camino para la sucesión de Selim al trono cinco años después.

Tercera campaña persa

Archivo:Sueleymanname nahcevan
Solimán al frente del ejército en 1554.

Los trágicos eventos de la sucesión ocurrieron, como ya se mencionó, durante la tercera campaña persa, la última liderada por Solimán. Las operaciones habían comenzado en 1552, cuando el gran visir Rüstem Bajá, al mando del ejército, se dirigió a Anatolia y llegó a Carmania, donde se detuvo para pasar la mala estación. Fue en esta ocasión cuando Rüstem comenzó su plan contra el príncipe Mustafá, lo que llevó a que el verano siguiente Solimán, para demostrar que seguía siendo el líder del Imperio, también dirigiera un ejército para unirse al gran visir y participar en la campaña.

Tras la ejecución de su hijo Mustafá, el sultán se dirigió a Alepo para establecer su cuartel. La entrada en la ciudad, que ahora forma parte de Siria, fue triunfal y pomposa. El explorador inglés Anthony Jenkinson relató con gran detalle que la procesión era abierta por seis mil jinetes ligeros Sipahi, vestidos de rojo escarlata. Les seguían diez mil tributarios, vestidos de terciopelo amarillo, y luego cuatro capitanes, cada uno al frente de doce mil hombres armados. Después, dieciséis mil jenízaros vestidos de púrpura, mil pajes de honor y tres hombres a caballo blanco. Finalmente, el sultán «en su resplandeciente majestad», seguido de los grandes dignatarios y cuatro mil jinetes armados cerrando la procesión.

En la primavera, después de enviar al sah Tahmasp I un ultimátum pidiéndole que volviera al sunismo (lo cual recibió una previsible respuesta negativa), Solimán inició operaciones militares que causaron la devastación de toda la región de Ereván. La fuerte ofensiva otomana hizo que el sah pidiera el fin de las hostilidades. El sultán aceptó la oferta, lo que llevó a la paz de Amasya, firmada el 29 de mayo de 1555. En este tratado, se redibujaron las fronteras entre los dos imperios. El sah reconoció las conquistas otomanas, pero Solimán permitió a los peregrinos chiíes llegar con seguridad a los lugares sagrados del Islam bajo su control. Además, el sah prometió que pondría fin a las incursiones y a la propaganda chií en Anatolia. Como resultado de estos acuerdos, no hubo más combates en el frente persa durante más de veinte años.

Al mismo tiempo, Solimán también tuvo que sofocar una nueva rebelión, una de las más graves de su imperio. Un súbdito afirmó ser el príncipe Mustafá, quien había escapado de la ejecución, y estableció un nuevo gobierno ilegítimo en el norte de Anatolia, reclutando a muchos rebeldes. Los insurgentes fueron detenidos por la decisiva intervención del príncipe Bayezid. Sin embargo, quedó claro que estos disturbios eran una señal de la mala situación de los campesinos, que estaban siendo afectados por la inflación y los altos impuestos. El imperio estaba experimentando una grave crisis económica causada por la llegada de dinero de bajo valor, a menudo falsificado, procedente de Europa.

El fracaso en Malta

Archivo:Siege of malta 1
El sitio de Malta - llegada de la flota turca.

En 1530, el emperador Carlos V había concedido a los Caballeros Hospitalarios, expulsados de Rodas unos años antes por Solimán, la isla de Malta. Allí se establecieron y tuvieron la oportunidad de recuperarse. El diván otomano, preocupado por las incursiones cristianas contra su armada, decidió preparar una expedición para atacarlos en su nueva base. La planificación de la nueva campaña, en la que participaron todos los astilleros del Cuerno de Oro, fue larga y se prolongó hasta principios de 1565. Una vez preparada, la flota de más de doscientos barcos, incluidas 150 galeras de guerra, se hizo a la mar bajo el mando de Lala Kara Mustafa Pasha. Sin embargo, los grandes preparativos no podían mantenerse en secreto y, por lo tanto, habían alertado a los Caballeros, quienes tuvieron tiempo de preparar sus defensas. La resistencia de la isla, dirigida por el Gran Maestre Jean Parisot de La Valette, pudo contar con ocho mil quinientos defensores, de los cuales setecientos eran caballeros.

El 18 de mayo, comenzó el Gran Sitio de Malta. Pronto la isla fue ocupada por los otomanos, quienes no pudieron tomar las fortalezas estratégicas de San Telmo y San Ángel. A pesar de un bombardeo constante, los otomanos no pudieron obtener la ventaja. El 12 de septiembre, se decidió retirar la flota a la capital. La derrota, la primera bajo el mandato de Solimán, costó a los turcos entre veinte mil y treinta y cinco mil hombres, según las fuentes.

Última expedición y fallecimiento

Archivo:Siege of Szigetvár 1566 B
Sitio de Szigetvár.

En 1566, Solimán tenía 72 años, de los cuales 46 los había pasado gobernando el imperio. El sultán sufría de fuertes ataques de gota que le impedían moverse y montar a caballo. Maximiliano II de Habsburgo había sucedido a su padre Fernando I en el trono del Sacro Imperio Romano Germánico y dio nueva vida a las reclamaciones de los Habsburgo sobre los países del Danubio. Esto reabrió la cuestión de Transilvania, que había quedado en pausa durante algunos años tras las victorias otomanas.

El 1 de mayo de 1566, el sultán partió de Constantinopla al frente de uno de los mayores ejércitos que jamás había comandado, al parecer trescientos mil soldados equipados con una enorme artillería, para su decimotercera campaña militar. Llevaba más de una década sin participar personalmente en una expedición, y fue criticado por ello tanto por los visires como por el pueblo, ya que se consideraba un deber del líder otomano luchar continuamente para expandir las fronteras del Islam. Al parecer, la campaña habría sido sencilla, sin necesidad probablemente de ningún combate.

Sin embargo, la enfermedad lo había debilitado profundamente. Ya no podía montar a caballo y se veía obligado a seguir a las tropas solo gracias a un carruaje. Tras una marcha lenta por causas naturales, que duró 49 días, Solimán llegó a Belgrado y luego se dirigió a Zemun, donde fue recibido por Juan Segismundo con gran pompa.

Archivo:1566-The Funeral of Sultan Suleyman the Magnificent-left
El cortejo fúnebre de Solimán.

Tras otorgarle el poder sobre los territorios entre Tisza y Transilvania, el sultán se dirigió a Szigetvár, que puso bajo asedio desde el 6 de agosto. Los combates continuaron hasta el 8 de septiembre, pero Solimán no pudo ver el final: falleció en su tienda durante la noche del 5 al 6 de septiembre. Para evitar disturbios en el ejército, que seguía en campaña, el gran visir Sokollu Mehmet Bajá decidió mantener en secreto la noticia de la muerte del sultán, al menos hasta que su sucesor Selim llegara al lugar donde estaba el cuerpo de su padre. En ese momento, el único príncipe que quedaba estaba en Kütahya, donde era gobernador, y tan pronto como fue informado, partió para unirse a Sokollu. Durante la espera, el gran visir impidió que todo el mundo entrara en la tienda donde se encontraba el cuerpo de Solimán y dio órdenes a las tropas como si vinieran del propio sultán fallecido. El secreto se mantuvo incluso cuando el ejército marchó de vuelta a Constantinopla tras el fin de las operaciones en la región del Transdanubio Meridional. Solo cuando la procesión estuvo cerca de Belgrado llegó Selim y entonces se pudo difundir la noticia.

El cuerpo embalsamado del sultán fue llevado a Constantinopla para ser enterrado junto a Roxelana en el mausoleo construido cerca de la Mezquita de Süleymaniye. Su corazón, hígado y algunos otros órganos fueron enterrados en Turbék, a las afueras de Szigetvár, donde se erigió un monumento que se convirtió en lugar sagrado y de peregrinación. En una década se construyeron en las cercanías una mezquita y un hospicio sufí y se pusieron varias docenas de soldados a vigilar el lugar. Ningún historiador tiene constancia de la ceremonia fúnebre del gran sultán; debió de ser muy sencilla, como era habitual en el Islam.

Aspecto y personalidad de Solimán

Archivo:Hieronymus hopfer, ritratto del sultano solimano il magnifico, 1526 ca., acquaforte (bologna, gds della pinacoteca nazionale)
Retrato en grabado del joven Solimán, Hieronymus Hopfer (c. 1526).

El diplomático veneciano Bartolomeo Contarini dejó una de las primeras descripciones del aspecto de Solimán, cuando se convirtió en sultán: «solo tiene veinticinco [en realidad 26] años, es alto y delgado pero fuerte, con un rostro fino y huesudo. El vello facial es evidente, pero apenas. El sultán se muestra amable y de buen humor. Se dice que Solimán tiene un nombre apropiado, que le gusta leer, que está bien informado y que tiene sentido común». Una imagen anterior, dibujada por Alberto Durero en 1526, no fue hecha conociendo al sultán otomano, sino basándose en descripciones de comerciantes venecianos que habían estado en Constantinopla. Sin embargo, la exactitud de la representación de Durero se confirma por las similitudes con el dibujo de Hieronymus Hopfer. En ambos casos, el gran sultán aparece con un cuello alargado, nariz arqueada y orejas pequeñas. Estos rasgos se parecen mucho al aspecto de su bisabuelo Mehmed II, tal como se muestra en el famoso retrato de Gentile Bellini. Una descripción posterior, de sus años de madurez, lo describe como un «hombre juvenil, delgado y muy frágil, pero que cuenta con una mano muy fuerte y que puede disparar el arco mejor que nadie».

Archivo:Portrait Suleiman Magnificent
Solimán en un cuadro del taller de Tiziano Vecellio.

Por otro lado, Ogier Ghislain de Busbecq describe a un Solimán ya mayor en los años de su entrada en Amasya (1555): «Aunque su rostro estaba triste, su expresión seguía inspirando una sensación de gran majestad. Su salud es buena si no fuera por su mala complexión, signo de alguna enfermedad secreta. Pero, al igual que las mujeres, puede soportar bien los estragos del tiempo. Se maquilla, sobre todo los días que despide a los embajadores».

La mayoría describe el carácter del sultán como tranquilo y reflexivo, muy diferente al carácter impulsivo de su padre Selim I. Un diplomático veneciano en la corte otomana hacia 1530 afirma que «su carácter es colérico y melancólico y que no es muy bueno en el trabajo porque ha dejado el imperio al gran visir sin cuyo consejo ni él ni otros miembros de la corte toman decisiones, mientras que İbrahim actúa sin consultar nunca al Gran Señor ni a nadie más». De hecho, aunque sus contemporáneos europeos lo consideraron un gobernante de indudable grandeza, también reconocieron su, quizás excesiva, dependencia de su esposa Roxelana y de İbrahim Paşa, y lo acusaron de la muerte de sus propios hijos.

En cualquier caso, todos los observadores coinciden en describirlo como un «musulmán devoto, libre de fanatismo, tolerante con los cristianos». Garantizaba los derechos de los no musulmanes (Dhimmi), pero era implacable contra lo que consideraba una herejía chiita. Firmemente convencido de que contaba con el favor de Dios, recitaba fervientes oraciones antes de cada batalla importante. Tan pronto como conquistaba una ciudad, acudía a una mezquita para dar gracias por la victoria. Cuando no estaba ocupado administrando, participaba en discusiones teológicas con los eruditos de la corte, estudiaba filosofía y libros sagrados. Se han conservado ocho copias del Corán copiadas personalmente por Solimán.

Archivo:Suleymanname 360a
Solimán recibe al almirante de la flota Jeireddín Barbarroja.

Como buen musulmán, también mostró un estilo de vida sencillo, aunque no tan austero como los primeros sultanes. Los cronistas informan que su vajilla era estrictamente de porcelana. Solo una vez usó recipientes preciosos, pero los juristas lo reprendieron. En su vejez fue aún más cuidadoso, usando solo loza. Incluso las bebidas alcohólicas, que había tolerado en su juventud, pasaron a estar prohibidas en su vida posterior. No obstante, su imagen pública siempre estuvo rodeada de un aura de opulencia. Su corte observaba un ceremonial fastuoso que él mismo había desarrollado, y los embajadores que recibía contaban su asombro ante tanta riqueza. Cada vez que Solimán salía de la capital al mando de su ejército para embarcarse en una de las muchas campañas que marcaron su vida, se celebraban grandes fiestas. En tales ocasiones, el sultán solía vestirse con telas preciosas y llevar hermosas joyas.

Archivo:Sultan suleyman khan I Sahand Ace
Solimán a caballo en su vejez.

En su vejez, Solimán, cansado por la enfermedad y las constantes campañas militares, perdió parte del carácter guerrero que lo había distinguido en su juventud. El noble Antonio Barbarigo ofrece una descripción del sultán en 1558: «Este señor tiene 66 años y ha reinado felizmente durante 32; es de estatura media, más fuerte que de otra manera, pálido, tiene grandes ojos negros y una nariz aguileña; es un caballero justo, benigno y muy religioso en su derecho, aunque de joven era belicoso y amante de la guerra, es claro, sin embargo, que ahora que es viejo desea la paz con todo príncipe, y nunca hará la guerra a nadie a menos que sea forzado a ello por aquellos con quienes guerrea o por las falsas persuasiones de sus ministros... Sabe que es señor de muchos países y reinos, y desea disfrutar de los que tiene en paz. Es muy aficionado a la historia, y lee continuamente las historias de Alejandro Magno y las de los persas. Este señor está muy aquejado de gota y por esta razón, por consejo de sus médicos, va todos los años a invernar a Adrianópolis...».

El Imperio otomano bajo Solimán

Reformas legales y políticas

Archivo:Suleiman the Magnificent receives an Ambassador-by Matrakci Nasuh
Solimán el Magnífico recibe a los embajadores (miniatura de Matrakçı Nasuh).

Aunque Solimán era conocido como «el Magnífico» en Occidente, para los otomanos era Kanuni Solimán o «el Legislador» (قانونی). En esa época, la sharía, o Ley Sagrada, era la ley principal del imperio. Al ser considerada divina por el islam, ni siquiera el sultán tenía poder para cambiarla. Sin embargo, existía otra área de la legislación, conocida como Kanun (قانون, derecho canónico), que dependía únicamente de la voluntad de Solimán. Esta abarcaba temas básicos como el derecho penal, la tenencia de la tierra y los impuestos.

Solimán hizo recopilar todas las diversas sentencias emitidas por los nueve sultanes otomanos que lo habían precedido. Después de eliminar duplicidades y resolver contradicciones, y cuidando de no violar las leyes fundamentales del Islam, publicó un único código legal. En este contexto, el sultán, apoyado por su gran muftí Ebussuud Efendi, intentó reformar la legislación para adaptarla a un imperio en rápida evolución. Cuando las leyes del Kanun alcanzaron su forma definitiva, el código de leyes pasó a llamarse kanun-i Osmani (قانون عثمانی), o «leyes otomanas». El código legal de Solimán duró más de trescientos años.

Prestó especial atención a la situación de los rayah, súbditos cristianos que trabajaban la tierra de los spahi. Su Kanune Raya, o Código de los rayas, reformó la ley que regulaba los gravámenes e impuestos a los que estaban obligados los rayas. Esto elevó su estatus por encima del de siervos, hasta el punto de que muchos siervos cristianos emigraron a territorios turcos para beneficiarse de esta reforma. El sultán también se preocupó de proteger a los judíos que residían en su imperio durante los siglos venideros. A finales de 1553 o 1554, por sugerencia de su médico y dentista favorito, el judío español Moses Hamon, el sultán emitió un firmán (فرمان) en el que denunciaba formalmente las difamaciones contra ellos.

También promulgó nuevas leyes penales y policiales. En estas, prescribía una serie de multas para delitos específicos y reducía los casos de ejecución u otros castigos. En el ámbito de los impuestos, se cobraban impuestos, aunque considerados leves, sobre diversos bienes y productos, como animales, minería, beneficios comerciales y derechos de importación y exportación.

Gobierno y administración militar

Archivo:Suleymanname 31b 2
Miniatura de la época de Solimán que muestra el devşirme, un reclutamiento forzoso de jóvenes cristianos que luego serían empleados para funciones del imperio. Algunos de los más altos dignatarios y algún gran visir, como Sokollu Mehmet Bajá, fueron reclutados de esta manera.

Durante su reinado, Solimán siempre se preocupó de trazar personalmente una estrategia general para el imperio. Sin embargo, para la ejecución de estas directrices y la atención a los detalles, se valió del visir (literalmente «el que decide»), o de altos funcionarios que actuaban como consejeros y ministros. Estos formaban el diwan (o dīvān), el órgano administrativo supremo del imperio con poderes prácticamente ilimitados. Normalmente había tres visires que administraban conjuntamente la política interior y exterior, así como el orden público. Dos defterdar supervisaban una compleja organización de oficinas encargadas de la gestión de las finanzas. Otro cargo importante era el nişancı, el calígrafo de la corte, quien se encargaba de autentificar los documentos poniendo la tughra del sultán y de comprobar las leyes que se promulgaban. Dos kazasker administraban todo el sistema judicial. Si las circunstancias lo requerían, también podían participar otros funcionarios. El diwan estaba presidido por el gran visir, hombre de confianza del sultán. Durante su largo reinado, hasta diez personas ocuparon este cargo, en orden: Pîrî Mehmed Paşa (1518 - 1523), Pargalı İbrahim Paşa (1523 - 1536), Ayas Mehmed Bajá (1536 - 1539), Çelebi Lütfi Paşa (1539 - 1541), Hadım Suleiman Paşa (1541 - 1544), Rüstem Bajá (1544 - 1553) Kara Ahmed Bajá (1553 - 1555), Rüstem Bajá (1555 - 1561), Semiz Ali Paşa (1561 - 1565) y Sokollu Mehmet Bajá (1565 - 1579). Solimán, como todos los sultanes desde Mehmed II, no estaba directamente presente en la sala donde se celebraban las reuniones, pero aun así existía la posibilidad de que asistiera en secreto. En el diwan, el Magnífico también solía recibir a los embajadores en ceremonias de gran pompa y circunstancia.

Archivo:Hunername 24
El sultán asiste a una reunión del diwan sin ser visto

Para hacer valer sus derechos, tuvo que luchar contra muchos adversarios. La fuerza de su sultanato se basaba en la función crucial del cuerpo de infantería de jenízaros (del turco yeni çeri, «nueva tropa»). Estos eran reclutados a la fuerza entre jóvenes cristianos, obligados en los primeros siglos del sultanato a ser célibes, y vinculados por la tradicional adhesión a la misma hermandad religiosa, la Bektashiyya. Los jenízaros, considerados la élite del ejército otomano (en la primera mitad del siglo XVI contaban con unos doce mil), no podían tener otra ocupación o fuente de ingresos que los derivados de la profesión de las armas. Su inactividad en tiempos de paz aumentaba el riesgo de disturbios. La necesidad de mantenerlos ocupados puede ayudar a entender por qué las campañas militares otomanas fueron tan frecuentes y por qué la primera década de su reinado fue, por lo tanto, un período de intensa actividad bélica.

Solimán también impulsó fuertemente el fortalecimiento de la flota militar otomana, que hasta entonces no estaba muy desarrollada. La disponibilidad de recursos prácticamente ilimitados, de puertos seguros en posiciones estratégicas y de arsenales eficientes permitió alcanzar resultados impensables con gran rapidez, hasta el punto de que los otomanos pronto llegaron a controlar el Mediterráneo. En Gálata, en el Cuerno de Oro, estaba el mayor centro de producción de la flota con sus más de ciento veinte refugios cubiertos con capacidad para albergar cada uno dos galeras disponibles en 1550. Diez años después, había quince mil trabajadores en el puerto. El desarrollo de la flota fue tan rápido que para el asedio de Rodas los otomanos pudieron contar con cien buques, mientras que para el Gran Sitio de Malta en 1566 se dispuso del doble.

Economía del Imperio

Archivo:Sultani of Suleiman I, 1520
Monedas acuñadas durante el reinado de Solimán el Magnífico.

Las primeras décadas del sultanato de Solimán coincidieron con un periodo muy favorable para la economía de sus súbditos. El modelo económico otomano de esa época era muy diferente al occidental, que se acercaba al capitalismo. En el Imperio otomano, la economía se gestionaba de forma mucho más estricta. Se centraba en satisfacer las necesidades del Estado y de la población, más que en buscar el enriquecimiento personal. Para ello, el gobierno central controlaba las actividades de producción y distribución con gran autoridad, a través de una serie de funcionarios, y fijaba los precios para proteger al consumidor.

Cualquier trabajador del imperio se clasificaba en esnaf (similar a las corporaciones occidentales). En el siglo XVI, había hasta mil solo en Constantinopla. Estos, agrupados por turnos, estaban dirigidos por un jefe y un comité, todos ellos elegidos por los miembros. Supervisaban el control de los precios, regulaban el acceso a la profesión y controlaban la distribución de las materias primas. Estas instituciones se inspiraron en las costumbres de los futuwwa (hermandad religiosa) que se remontan a la época de los abasíes y se desarrollaron bajo el sultanato de Rum y entre los principados de Anatolia.

El comercio estaba muy desarrollado y las rutas de suministro se extendían por todo el imperio y más allá. La carne, los cereales, la madera, la miel y los metales de Bulgaria y Rumanía llegaban a la capital. Anatolia suministraba cereales, fruta y caballos, mientras que el arroz, el azúcar, el algodón y grandes cantidades de trigo procedían de Egipto. El café, las especias y los caballos se importaban de otros países árabes orientales. Las sedas y las alfombras persas se importaban de Persia, y las piedras preciosas del Lejano Oriente. Europa, y en particular la República de Venecia, exportaba al Imperio otomano productos manufacturados, tecnológicos y de lujo. El imperio, por su parte, exportaba materias primas y especias principalmente a Europa.

Para facilitar el comercio, Solimán construyó carreteras y puentes, algunos de los cuales seguían en uso a finales del siglo XX. También fomentó la renovación y ampliación de los caravasares ya construidos por los selyúcidas. Las campañas militares emprendidas también tenían un propósito comercial. En particular, las expediciones a Persia permitieron abrir nuevas rutas comerciales hacia Asia y reforzar el comercio con los aliados uzbekos.

Ciencia y educación

Archivo:Taqi al din
El Observatorio de Constantinopla de Taqi al-Din, construido en 1577; fue un resultado tangible de la política de Solimán a favor de la ciencia y la educación.

La educación era otro ámbito muy importante para el sultán. Las escuelas anexas a las mezquitas, financiadas por fundaciones religiosas, ofrecían en gran medida enseñanza gratuita a los niños musulmanes, algo que no era común en los países cristianos de la época. En la capital del imperio, Solimán aumentó a catorce el número de mektebs (مكتب, escuelas elementales), donde se enseñaba a los niños a leer y escribir, así como los principios del Islam. Los jóvenes que deseaban una educación superior podían ingresar en una de las ocho madrasas (مدرسه). Su plan de estudios incluía gramática, metafísica, filosofía, astronomía y astrología. Los cursos avanzados permitían una formación de nivel universitario, cuyos graduados se convertían en imanes (امام) o profesores.

Los centros educativos solían ser parte de los muchos edificios que rodeaban los patios de las mezquitas. Los demás eran bibliotecas, baños, cocinas, viviendas y hospitales para el beneficio del pueblo. Asistir a un curso de estudios era un requisito esencial para aspirar a cualquier puesto de prestigio en el imperio. De estas instituciones culturales surgieron hombres de ciencia de gran valor que marcaron la vida científica del imperio a lo largo del ese siglo. Entre ellos, el matemático y astrónomo Taqi ad-Din Muhammad ibn Ma'ruf, quien en 1577 construyó el Observatorio de Constantinopla, que le permitió actualizar las tablas de Ulugh Beg del siglo anterior. También el geómetra Ali Ib Veli, quien se anticipó a los europeos en el estudio de los logaritmos.

Aunque a finales del siglo XVI el ambiente cultural otomano parecía variado y estimulante, esta situación favorable se desvaneció en los años siguientes. Los ulema comenzaron a interferir, prohibiendo el estudio de las ciencias en favor de una visión religiosa más estricta, que rozaba el fanatismo.

Arte y arquitectura

Archivo:Tughra Suleiman
Tughra de Solimán el Magnífico.

Bajo el patrocinio de Solimán, el Imperio otomano alcanzó la cima de su desarrollo cultural. La corte imperial supervisaba cientos de sociedades artísticas (llamadas اهل حرف Ehl-i Hiref, «Comunidad de Artesanos») que tenían su sede en el Palacio Topkapı. Después de un periodo de aprendizaje, los artistas y artesanos podían ascender de categoría en su campo y recibían un salario acorde en pagos anuales o trimestrales. Los registros de nóminas, que han sobrevivido hasta la actualidad, muestran la magnitud del apoyo artístico de Solimán. Por ejemplo, el registro más antiguo, de 1526, enumera cuarenta sociedades con más de seiscientos miembros.

El Ehl-i Hiref atrajo a la corte del sultán a los artesanos más talentosos del imperio, tanto del mundo islámico como de los territorios recién conquistados en Europa. Esto formó una mezcla de culturas árabes, turcas y europeas. Entre los artesanos que servían a la corte se encontraban pintores, encuadernadores, peleteros, joyeros y orfebres. Mientras que los gobernantes anteriores habían sido influenciados por la cultura persa (Selim I, por ejemplo, escribía poesía en persa), durante el periodo de Solimán se afirmó la identidad artística del imperio otomano.

Su reinado se considera una edad de oro para la literatura turca. Él mismo fue un poeta que escribió en persa y turco bajo el takhallus (seudónimo o nombre de pluma) Habibi (محبی, «el amante» o «el enamorado»). Algunos de los versos de Solimán se convirtieron en proverbios turcos, como el famoso «Todos apuntan al mismo significado, pero muchas son las versiones de la historia». Un embajador veneciano comentó que el sultán: «se deleita en componer en alabanza a Dios, haciéndose humilde y diciendo siempre que no es nada; pero para dejar constancia de su grandeza, hace una crónica de todo lo que ha hecho». Cuando su joven hijo Mehmed falleció en 1543, compuso un emotivo cronograma para conmemorar el año: «incomparable entre los príncipes, mi sultán Mehmed». Además de la obra del sultán, muchos grandes talentos animaron el mundo literario durante su reinado, como Fuzûlî y Bâkî. El historiador literario Elias John Wilkinson Gibb observó que «en ninguna época, incluso en Turquía, se dio mayor fomento a la poesía que durante el reinado de este sultán».

Archivo:Süleymaniye Camii
Mezquita de Solimán en Estambul.

Solimán también es famoso por financiar la construcción de numerosos monumentos y fomentar el desarrollo arquitectónico dentro de su imperio. A través de una serie de proyectos, el sultán buscó transformar Constantinopla en el centro de la civilización islámica. Mandó construir puentes, mezquitas, palacios y diversas instituciones benéficas y sociales. El mayor de estos fue construido por Mimar Sinan, arquitecto principal del sultán, gracias al cual la arquitectura otomana alcanzó su punto más alto. Sinan llegó a ser responsable de la construcción de más de trescientos monumentos en todo el imperio, que incluían sus dos obras maestras, la mezquita de Suleymaniye y la mezquita de Selimiye, esta última construida en Adrianópolis (actual Edirne) durante el reinado de su hijo Selim II. Solimán también restauró la Cúpula de la Roca en Jerusalén y las murallas (las actuales de la ciudad vieja de Jerusalén), renovó la Kaaba en La Meca y construyó un complejo en Damasco.

Legado de Solimán

Archivo:OttomanEmpire1566
Extensión del Imperio otomano a la muerte de Solimán

A la muerte de Solimán, el Imperio otomano era una de las principales potencias del mundo. Las conquistas del Magnífico habían ampliado sus fronteras hasta incluir Bagdad, muchos territorios balcánicos, que incluían las actuales Croacia y Hungría, y la mayor parte del norte de África. La expansión del imperio en Europa había dado a los otomanos la posibilidad de influir directamente en el equilibrio de poder en el Occidente cristiano. El embajador austriaco Ogier Ghislain de Busbecq advirtió de la inminente conquista de Europa: «Por parte [de los turcos] están los recursos de un poderoso imperio, la fuerza ininterrumpida, el hábito de la victoria, la resistencia al trabajo, la unidad, la disciplina, la frugalidad y la vigilancia ... ¿Podemos dudar de cuál será el resultado? ... Cuando los turcos se asienten con Persia, se lanzarán a nuestras gargantas respaldados por el poderío de todo Oriente; no me atrevo a decir lo poco preparados que estamos».

Archivo:İstanbul 5622
Mausoleo de Solimán en Estambul.

Su legado, sin embargo, no fue solo militar. Un siglo después, el viajero francés Jean de Thévenot hablaba de la «fuerte base agrícola del país, el bienestar de los campesinos, la abundancia de alimentos básicos y la preeminencia de la organización en el gobierno de Solimán». Treinta años después de su muerte, el famoso dramaturgo inglés William Shakespeare lo menciona como un prodigio militar en El Mercader de Venecia, donde el Príncipe de Marruecos se jacta de su destreza diciendo que derrotó a Solimán en tres batallas.

Sin embargo, la valoración de la obra del «magnífico» sultán, de sus logros en el ámbito administrativo, cultural y militar, debe tener en cuenta también la contribución fundamental de las numerosas figuras de talento que le sirvieron. Entre ellas, los grandes visires İbrahim Paşa y Rüstem Bajá, el gran muftí Ebussuud Efendi, quien desempeñó un importante papel en la reforma legal, y el canciller y cronista Celalzade Mustafa, quien fue decisivo en el desarrollo de la burocracia y en el establecimiento del mito del Magnífico.

Ascendencia

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Murad II
 
 
 
 
 
 
 
Mehmed II
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Hüma Hatun
 
 
 
 
 
 
 
Bayezid II
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Sittişah Hatun
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Selim I
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ala al-Dawla Bozkurt
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Gülbahar Hatun
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Solimán I
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Hyias-ed-Din
 
 
 
 
 
 
 
Hacı I Giray
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Meñli I Giray
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ayşe Hafsa Sultan
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Zayan Sultan
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Suleiman the Magnificent Facts for Kids

  • Transformación del Imperio otomano
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Solimán el Magnífico para Niños. Enciclopedia Kiddle.