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Leyenda negra española para niños

Enciclopedia para niños
Archivo:Spanish Empire Anachronous en
Imperio español

La leyenda negra española es una teoría defendida por la corriente historiográfica que afirma la existencia y difusión de propaganda antiespañola y anticatólica. Sus defensores afirman que sus raíces se remontan al siglo XVI, cuando fue originalmente un arma política y psicológica que fue utilizada por los rivales noreuropeos de España con el fin de demonizar el Imperio español, su gente y su cultura, minimizar los descubrimientos y logros españoles, y contrarrestar su influencia y poder en los asuntos mundiales.

La asimilación de la propaganda originalmente neerlandesa e inglesa del siglo XVI en la historia convencional se teoriza que ha fomentado un sesgo antihispánico contra los Reyes Católicos entre los historiadores posteriores, junto con una visión distorsionada de la historia de España, Hispanoamérica y otras partes del mundo. Esta propaganda del siglo XVII se basó en los hechos reales de la conquista española de América, que sí conllevó atrocidades, pero a menudo empleó descripciones escabrosas y exageradas de la violencia, mientras ignoraba comportamientos similares de otras potencias.

Aunque la existencia de una leyenda negra española de los siglos XVI y XVII es aceptada por la mayoría de los académicos, aspectos de la leyenda siguen siendo objeto de debate. Al igual que otras leyendas negras, la leyenda negra española combinaba invenciones, descontextualización, exageración, supresión de pruebas y doble estándar. Existe un desacuerdo entre los académicos sobre si la representación sesgada de la historia de España continúa en la actualidad, y el grado de importancia que podría tener en caso de hacerlo.

Definición de la leyenda negra

Se suele atribuir la paternidad del término «leyenda negra» a Julián Juderías, pero el origen real del término es desconocido. Por lo menos Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez emplearon el término en el sentido actual antes que Juderías, pero sería Julián Juderías su gran difusor y quien describe el concepto en 1914 en su libro La Leyenda Negra como:

[...] el ambiente creado por los relatos fantásticos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en todos los países, las descripciones grotescas que se han hecho siempre del carácter de los españoles como individuos y colectividad, la negación o por lo menos la ignorancia sistemática de cuanto es favorable y hermoso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte, las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado sobre España fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente, la afirmación contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la Prensa extranjera, de que nuestra Patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupo de las naciones europeas.
Julián Juderías, La leyenda negra (1914)

La segunda obra clásica del tema es Historia de la Leyenda Negra hispano-americana de Rómulo D. Carbia. Si Juderías hizo más hincapié en la vertiente europea de la leyenda, el argentino Carbia se centra en su vertiente americana. Así, para Carbia, dando una definición más extensa del concepto:

[...] abarca la Leyenda en su más cabal amplitud, es decir, en sus formas típicas de juicios sobre la crueldad, el obscurantismo y la tiranía política. A la crueldad se le ha querido ver en los procedimientos de que se echara mano para implantar la Fe en América o defenderla en Flandes; al obscurantismo, en la presunta obstrucción opuesta por España a todo progreso espiritual y a cualquiera actividad de la inteligencia; y a la tiranía, en las restricciones con que se habría ahogado la vida libre de los españoles nacidos en el Nuevo Mundo y a quienes parecería que se hubiese querido esclavizar sine die.
Rómulo D. Carbia, Historia de la leyenda negra hispano-americana (1943)

Después de Juderías y Carbia, muchos otros autores han definido y empleado el concepto.

Un autor más reciente, Manuel Fernández Álvarez, ha definido la leyenda negra como:

Cuidadosa distorsión de la historia de un pueblo, realizada por sus enemigos, para mejor combatirle. Y una distorsión lo más monstruosa posible, a fin de lograr el objetivo marcado: la descalificación moral de ese pueblo, cuya supremacía hay que combatir por todos los medios.

Para el filósofo Julián Marías, la leyenda negra es un hecho extremadamente inusual a lo largo de la Historia Universal, y la describe del siguiente modo:

La Leyenda Negra consiste en que, partiendo de un punto concreto, que podemos suponer cierto, se extiende la condenación y descalificación de todo el país a lo largo de toda su historia, incluida la futura. En eso consiste la peculiaridad original de la Leyenda Negra. En el caso de España, se inicia a comienzos del siglo XVI, se hace más densa en el siglo XVII, rebrota con nuevo ímpetu en el XVIII —será menester preguntarse por qué— y reverdece con cualquier pretexto, sin prescribir jamás.
Julián Marías, España inteligible (1985)

Según William S. Maltby la leyenda negra se sustenta sobre hechos reales, que aunque comunes a las demás naciones, han sido totalmente distorsionados en el caso de España:

The Black Legend may not constitute a legitimate or justifiable point of view, but it is necessary to recall that it is a legend and not a myth. It sprang, as legends do, from actual events, and these cannot be ignored in the interests of partisanships. Spaniards committed grave wrongs, but so did men of other nations [...]
Quizás la leyenda negra no constituya un punto de vista legítimo o justificable, pero es necesario recordar que es una leyenda y no un mito. Nació, como todas las leyendas, de hechos reales y estos no pueden ser ignorados por intereses partidistas. Los españoles cometieron grandes errores, al igual que hicieron los hombres de otras naciones [...]
William S. Maltby, The Black Legend in England (1968)

Historia

El origen italiano

El historiador Sverker Arnoldsson de la Universidad de Gotemburgo, en su libro La leyenda negra. Estudios sobre sus orígenes, coloca el origen de la leyenda negra en la Italia medieval, al contrario que otros autores anteriores que lo sitúan en el siglo XVI. Arnoldsson se basa en los estudios de Benedetto Croce y Arturo Farinelli para afirmar que la Italia de los siglos XIV, XV y XVI era eminentemente hostil a España. De hecho Arnoldsson divide la leyenda negra en Italia en dos partes: la más antigua (de comienzos del siglo XIV), anticatalana o antiaragonesa, y otra más moderna que se forma a partir de 1500, y que ha permanecido posteriormente.

Las teorías de Arnoldsson han sido puestas en duda por diversos historiadores. En general, se basan en los siguientes argumentos:

  1. Que los primeros escritos contra los españoles se hayan escrito en Italia, no es motivo suficiente para poner allí el origen de la leyenda negra: es una reacción normal en cualquier sociedad que se ve dominada por poderes extranjeros.
  2. La Leyenda negra implica una cierta «tradición», lo que no se puede afirmar del caso italiano, que se basaba exclusivamente en una reacción a la presencia reciente de tropas españolas.
  3. Desde finales del siglo XV y principios del XVI, existían también muchos que admiraban a España y sobre todo a Fernando el Católico.

Maltby añade a estos argumentos la falta de un hilo conductor que una las críticas italianas con la forma canónica de la leyenda en los Países Bajos e Inglaterra.

El sentimiento anticatalán

En su primera forma, anticatalana o antiaragonesa, la leyenda negra comienza con la influencia política de la Corona de Aragón en determinados territorios de Italia en el siglo XIII. La presencia de príncipes, cortesanos, soldados y mercenarios (e incluso piratas) aragoneses en Italia condujo a una reacción de la sociedad local, sobre todo de las élites que se consideraban herederas de la Antigüedad romana. Los hidalgos españoles empiezan a tener fama de «rudos, ignorantes, sin intereses intelectuales» y ridículamente ceremoniosos. La expansión aragonesa en el sur de Italia también coincide con el auge del comercio en Barcelona y Valencia, competidoras para las ciudades italianas del norte a partir de 1300, sobre todo en los mercados mediterráneos occidentales. La reacción de nuevo será la extensión de una imagen de avaricia y astucia infame de los comerciantes catalanes. Finalmente, los elementos no cristianos, sobre todo la influencia judía e islámica, eran vistos con desconfianza. Los judíos expulsados en 1492 llegaron en grandes cantidades a las ciudades italianas, con lo que se llegó a confundir «marrano» con «español», hasta el punto de que el papa Julio II llamaba «marrano circonciso» a su predecesor Alejandro VI. La enemistad entre españoles e italianos llegó al punto de que en 1503, tras la muerte de Alejandro VI, hubo una persecución violenta contra los detestados nepotes catalanes, que tuvo como resultado algunos muertos.

Aunque la leyenda negra anticatalana tuvo su origen en Italia, se extendió al Mediterráneo oriental con las expediciones de los almogávares, que influyeron decisivamente en el temor y rechazo que adquirieron en dicha zona, que hicieron famosa la imprecación o insulto «¡venganza catalana te alcance!».

El sentimiento antiespañol

Archivo:Sack of Rome 1527
Saqueo de Roma del 6 de mayo de 1527. En un grabado de Martin van Heemskerck (1527).

Hasta 1500, los catalanes representaban a ojos de los italianos tanto a catalanes, como aragoneses, valencianos, castellanos o portugueses, en fin, a los españoles. Esta situación cambió a partir de 1500, momento en el que Castilla comenzó a tener la preeminencia política, económica y militar sobre los demás reinos de la península ibérica. Durante el siglo XVI, las intervenciones militares de tropas españolas en Italia se generalizarán, no sólo con el consiguiente rastro de destrucción y muerte que llevan las guerras, sino también con infinidad de conflictos menores causados por soldados acuartelados que no recibían sus soldadas a tiempo. Serán importantes en la formación de la opinión italiana el saqueo de Prato de 1512, en la que se calculan entre 500 y 5600 muertos, según las fuentes, y sobre todo el saqueo de Roma de 1527, a pesar de que también participaran tropas alemanas e italianas.

También el gobierno en Nápoles y otras dependencias de la Corona Española eran causa de animadversión en la población. Así, por ejemplo, a pesar de que los impuestos no eran excesivos, se producían numerosas quejas. La Inquisición levantó muchas protestas contra el gobierno, hasta el punto de que el descontento sobre los familiares contribuyó en gran medida a los motines de 1511 y 1516 en Sicilia. En Nápoles, el simple rumor de la sustitución de la inquisición episcopal por la Inquisición española produjo un motín muy violento en 1547. Finalmente, incluso la justicia española, que era «excesivamente» imparcial, se ganó la enemistad de la aristocracia y las clases privilegiadas.

En el plano cultural, los italianos se consideraban superiores a los españoles, reduciendo la cultura española a las novelas caballerescas, que los intelectuales atacaban desde el plano moral, intelectual y estético. Los italianos, a pesar de tener más afinidades con los españoles, siendo, como ellos, meridionales, los calficaban de «bárbaros», de extranjeros incultos. Con la conquista del Reino de Nápoles en los primeros años del siglo XVI, la alianza con la ciudad de Génova en 1527 y el establecimiento de algunas fortalezas en la costa toscana en 1555, Italia se encontró en la dependencia de España pero ejerció en contrapartida una fuerte influencia cultural, que impregnó las letras y las artes españolas.

El origen alemán

Arnoldsson ha dado un segundo origen de la Leyenda negra en Alemania. El humanismo alemán fue muy nacionalista y se creó más bien en oposición al humanismo italiano, ensalzando a los antepasados germánicos frente al enemigo romano. Sin embargo, tanto en Ulrico de Hutten como en Martín Lutero, los dos autores más influyentes de comienzos del siglo XVI, se confunde lo italiano con das Welsche, es decir, el mundo latino o lo romance, en el que se incluye Francia, Portugal y España, con el matiz de «falso, inmoral, extranjero en oposición a lo nacional».

Lutero sintió una evidente enemistad por España, a pesar de que el país todavía no era la potencia militar y cultural que llegaría a ser más tarde, y su pensamiento tuvo una influencia posterior indudable. Para Lutero, los españoles eran ladrones, falsos y orgullosos. Esta desconfianza puede tener varios orígenes, de entre los que Arnoldsson destaca:

  • la identificación de Italia, España y el papismo, con lo que los españoles quedaron caracterizados como crueles, rapaces, inmorales y falsos;
  • su antisemitismo, ya que consideraba a los españoles descendientes de los judíos, «sunt plerunque Marani, Mamalucken»;
  • su temor a una invasión española y turca, pueblos que consideraba próximos,
Ideo prophetatum est Hispanos velle subigere Germaniam aut per se aut per alios, scilicet Turcam [...] Et ita Germania vexabitur et viribus ac bonis suis exhausta Hispanico regno subiugabitur. Eo tendit Sathan, quod Germaniam liberam perturbare tentat.
Así se ha profetizado que los españoles quieren subyugar Alemania, ellos mismos o por mano de otros, como por ejemplo los turcos [...] Y así se humilla a Alemania y sus hombres y propiedades son robadas, sometidos a los españoles. Esto lo intenta Satán, ya que intenta evitar una Alemania libre.
Lutero

En 1566 se publicaron las conversaciones de Lutero, en las que daba su conocida opinión sobre los españoles.

Hacia finales del siglo XVI se introduce en la Leyenda negra un cierto tinte racista bajo la influencia de panfletos franceses y neerlandeses: la importante proporción de judíos conversos y moros entre las tropas, su aspecto moreno y la estatura serán anatemizados por los intelectuales alemanes.

[...] Spaniern [...], die essen gern weiss Brot vnd küssen gern weisse Meidlein, vnd sind sie stiffelbraun vnd Pechschwartz wie König Balthasar mit seinem Affen.
Los españoles comen pan blanco y besan mujeres rubias con mucho gusto, y son tan marrones y negros como el rey Baltasar y su mono.
Johann Fischart, Geschichtklitterung (1575)

El origen judío

El historiador Philip Wayne Powell añade un tercer origen entre los judíos expulsados de España. Powell coloca el comienzo de la crítica de las poblaciones judías contra España en 1480, con la creación de la Inquisición española, que se dirigía principalmente contra criptojudíos y falsos conversos. Pero fue a partir de la expulsión de 1492 que se generalizó esta opinión. A pesar de que habían sido expulsados anteriormente de casi todos los países europeos, en ningún otro habían tenido durante la Edad Media tanto arraigo, llegando a vivir lo que se ha llamado una Edad de Oro, dando una relevancia especial a esta expulsión.

Estudios de Kaplan, Yerushalmi, Mechoulan y Jaime Contreras muestran que muchos intelectuales judíos expulsados colaboraron en la extensión de la imagen negativa de España. La comunidad sefardí más importante estaba en Ámsterdam, en los Países Bajos, con dos sinagogas. Su actividad, «poco affectos al servicio de Su Majestat», llegó a provocar la protesta de los embajadores españoles ante el archiduque en Bruselas. Especialmente odiada era la Inquisición, considerada la «cuarta bestia de la que habla el profeta Daniel», justificación desnaturalizada, cúmulo de maldades, que había corrompido la sociedad. La crítica se extendió a Flandes y Venecia, donde también se habían asentado sefardíes. Así, las comunidades daban publicidad a las ejecuciones de la Inquisición, como la ocurrida en 1655 en Córdoba.

Los sefardíes se mostraron agradecidos con su nueva patria durante la guerra de los Ochenta Años: así como España era «tierra de idolatría» y de esclavitud, como la de Egipto, cuyos gobernantes sufren la maldición de Yaveh; Holanda en cambio es la tierra de la libertad, sobre la que el Dios de Israel hará caer todas las bendiciones, tal como escribieron Daniel Levi de Barrios o Menasseh Ben Israel (anteriormente llamado Manoel Soeiro). También emplearon su poder dentro de la industria editorial, tanto para apoyar a los holandeses en su lucha, como para extender la crítica hacia España.

Críticos españoles

Diversos historiadores, comenzando por Juderías y Carbia, siguiendo con Maltby, García Cárcel o Español Bouché, han señalado la importancia de la autocrítica española, tanto en el siglo XVI como en época moderna, en la génesis de la leyenda negra. Autocrítica que no tiene comparación con la habida en otros países, tanto en el siglo XVI, como en las colonizaciones posteriores.

La Brevísima relación

Tras el descubrimiento de América en 1492, surgió en la Corona de Castilla un debate sobre la forma en que debían ser tratadas las poblaciones indígenas. Inicialmente se había introducido el sistema de las encomiendas, muy similar al que se había dado a las poblaciones moriscas de Granada y también a la mita, que habían empleado los incas en época precolonial. El sistema no dejaba de ser polémico por la crueldad con la que eran tratados los indígenas. Contra la situación protestaron muchos religiosos e intelectuales, entre ellos Antonio de Montesinos, Tomás Ortiz, Vicente Valverde, Francisco de Benavides, Martín de Calatayud, Bartolomé de la Peña, Juan Fernández Angulo, Domingo de Santo Tomás, Cristóbal de Molina y Luis de Morales. Este esfuerzo continuo fructificó con la promulgación por Carlos I de España de las Leyes Nuevas en 1542, que prohibían nuevas encomiendas y ordenaban que las existentes pasasen a la corona tras la muerte de los encomenderos. Aunque con un éxito relativo, la medida no consiguió acallar el litigio.

Dentro de este ambiente de controversia, destacó sin duda Bartolomé de las Casas y su Brevísima relación de la destrucción de las Indias. La obra es una impresionante descripción de las crueldades y violencias realizadas por los españoles en América.

En estas ovejas mansas y de las calidades susodichas por su Hacedor y Criador así dotadas, entraron los españoles desde luego que las conocieron como lobos y tigres y leones crudelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte, hasta hoy, y hoy en este día lo hacen, sino despedazallas, mattallas, angustiallas, afligillas, atormentallas y destruillas por las estrañas y nuevas y varias y nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas maneras de crueldad, de las cuales algunas pocas abajo se dirán, en tanto grado que habiendo en la isla Española sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no hay hoy de los naturales della doscientas personas.
Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destruición de las Indias (1552)

Publicó la obra en 1552 en Sevilla. La primera traducción al holandés fue en 1578, en plena guerra de independencia, y hasta 1617 tuvo 16 reimpresiones. En 1617 se publicó por primera vez en francés, con la expresa intención de apoyar a los rebeldes holandeses, y en 1800 ya se habían publicado ocho ediciones. La primera edición inglesa es de 1583; la alemana de 1597. La latina de 1598 fue profusamente ilustrada por Theodor de Bry, grabados que fueron empleados posteriormente en muchas otras ediciones, por lo que su impacto en la percepción de la leyenda negra fue enorme. La versión italiana siguió en 1626. Las licencias que se tomaron a menudo los editores y traductores convirtieron un texto que era una defensa de los indios, una protesta humanitaria, en un ataque contra España, una manifestación de Las Casas de odio o aversión a su propio país, en una descalificación de forma generalizada de la moral de sus compatriotas, que no fue en ningún caso la intención del autor.

El papel de Las Casas dentro de la leyenda negra es muy controvertido.

Los «antilascasistas» también atribuyen a Las Casas el origen de la «leyenda dorada de los indios», que presenta a la América prehispana como una feliz Arcadia en la que no existía violencia ni maldad:

Todas estas universas e infinitas gentes a toto género crió Dios las más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas, fidelísimas a sus señores naturales y a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas y quietas, sin rencillas ni bollicios, no rijosos, no querulosos, sin rancores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo. Son así mesmo las gentes más delicadas, flacas y tiernas en complisión y que menos pueden sufrir trabajos, y que más fácilmente mueren de cualquiera enfermedad, que ni hijos de príncipes y señores entre nosotros, criados en regalos y delicada vida, no son más delicados que ellos, aunque sean de los que entre ellos son de linaje de labradores.
Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destruición de las Indias (1552)

Estos autores han relacionado la leyenda dorada con la creación del «indigenismo», en el sentido del noble salvaje. Esta relación ha sido discutida por García Cárcel, que afirma que entre los críticos de la conquista existen aquellos que consideraban inferior al indígena, es decir, la crítica de la conquista española y la defensa de los indígenas no iban necesariamente de la mano.

Pero el texto de las Casas no fue el único empleado en el extranjero para demostrar los desmanes de España en América. Los relatos de Girolamo Benzoni, Francisco López de Gómara y Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés también fueron empleadas por historiadores, filósofos, polemistas y propagandistas extranjeros. Por ejemplo, la obra de Benzoni, que tuvo más de 30 ediciones, presenta la conquista como una campaña de saqueo y exterminio; los conquistadores como crueles y sanguinarios, codiciosos e interesados sólo en enriquecerse, cobardes, sucios, traidores y responsables de la desaparición de los indígenas; los frailes «hacen de día cosas que otros se avergonzarían de hacer de noche». Al igual que en el caso de Las Casas, los historiadores se dividen entre aquellos que acusan a Benzoni de haber escrito un panfleto y los que lo consideran un autor a tener en cuenta.

Los textos sobre los desmanes españoles fueron empleados para demostrar las afirmaciones sobre el carácter cruel y codicioso del español en todo tipo de escritos posteriores. Por otra parte, servían de argumento a las potencias rivales para negar por razones morales el monopolio ibérico en América. Uno de los fenómenos más interesantes en la leyenda negra es que, con base en un hecho concreto, la conquista, es decir, los primeros 50 años, se ha extendido la condena y el descrédito a los 300 años de colonización y a todos sus aspectos.

Críticas a la Inquisición

Francisco de Encinas, con sus hermanos Jaime y Juan, fue de los primeros en criticar la persecución de los protestantes por la Inquisición española en su relato De statu belgico deque religione hispanica historia Francisci Enzinas Burgensis publicado en 1545 en español y en 1558 en francés. Según Encinas, en la Inquisición nada tenían de humanos, vivían en el lujo, «eran monstruos, secuaces de Satanás», que saqueaban España envueltos en secretismo. Se atribuye a Encinas un segundo libro, publicado bajo el seudónimo Dryander, titulado Les principaux instuments du Seigneur pour maintenir le vrai christianisme renaissant de notre temps en Espagne, publicado en Basilea o Ginebra entre 1560 y 1565, en el que menciona con mayor precisión algunos casos de protestantes perseguidos por la Inquisición.

Mayor influencia tuvo el Sanctae Inquisitionis Hispanicae Artes (Exposición de algunas mañas de la Santa Inquisición Española) publicado en Heidelberg en 1567 bajo el seudónimo Reginaldus Gonzalvus Montanus. Parece que Gonzalvus era un alias de Antonio del Corro, un teólogo protestante español exiliado en los Países Bajos. Del Corro añadió credibilidad a su relato por el conocimiento que tenía del tribunal. El libro fue un éxito inmediato, entre 1568 y 1570 hubo dos ediciones en inglés, una en francés, tres en holandés, cuatro en alemán y una en húngaro y continuó publicándose y citándose hasta el siglo XIX. El relato, en general correcto, toma la forma de un prisionero que pasa por todas las etapas del proceso y sobre todo el interrogatorio, permitiendo al lector identificarse con la víctima. Del Corro, que alababa el propósito inicial de la Inquisición, es decir, perseguir a los falsos conversos, no había previsto el uso de su libro en la Leyenda Negra, de forma similar a lo que ocurrió con Bartolomé de las Casas. Estaba convencido de que la Inquisición había sido convertida por los frailes dominicos en algo execrable del que Felipe II no conocía su funcionamiento real y de que el pueblo español se oponía a la funesta institución.

Antonio Pérez

Antonio Pérez, exsecretario de Felipe II, caído en desgracia por tramar la enemistad del rey con su hermano y por vender secretos de estado, tuvo que huir a Aragón en 1590, donde se convirtió en protagonista de las Alteraciones de Aragón. Desde el exilio, Pérez, que se identificaba con los enemigos del rey y de Castilla en Aragón, publicó varios tratados criticando a Felipe II. Quizás el más importante fuera el titulado Relaciones, publicado por primera vez en español bajo el seudónimo de «Rafael Peregrino» en Bearn en 1591, posteriormente ampliado y publicado en 1594 en Londres con el título de Pedaços de historia.

Después del primer entusiasmo, Pérez pasó a ser ignorado, pero sus escritos fueron empleados más tarde por otros autores. Las Relaciones fueron traducidas al inglés y publicadas en 1715 en Londres, posiblemente bajo influencia del gobierno, en una época en la que Inglaterra seguía una política agresiva contra España.

Polemistas protestantes

Los protestantes se identificaban en el siglo XVI con las herejías desde la época de la conversión del Imperio romano hasta el siglo XV, lo que llevó a la creación de martirologios en Alemania e Inglaterra, colecciones de vidas de mártires descritas con mucho morbo, a menudo profusamente ilustradas, que circularon entre las clases más populares y que insuflaban la indignación contra la Iglesia Católica. Uno de los más famosos y el que más influencia tendría fue el Book of Martyrs (El libro de los mártires, 1554) de John Foxe. A pesar de que parece haber estado mal informado y por ejemplo no mencionó los autos de fe de Valladolid, Foxe dedicó un capítulo entero a la Inquisición española, el The execrable Inquisition of Spayne.

Archivo:John Foxe from NPG cleaned
John Foxe (1516-1587) en un grabado de George Glover.

En el texto se encuentran muchos de los elementos que se repetirán más adelante: cualquiera puede ser juzgado por cualquier nimiedad, la Inquisición no puede equivocarse, los acusados lo son a menudo por dinero, envidia o para ocultar acciones de la Inquisición, si no encuentran pruebas se inventan, los prisioneros son aislados sin ningún contacto exterior en calabozos oscuros, etc. Foxe ya advertía que la funesta institución podría introducirse en cualquier país que aceptara el catolicismo.

De la misma época es el Livre des martyrs del editor ginebrino Jean Crespin, que contaba con el apoyo de Calvino. Editado en 1554, se reeditó en 1564 y 1570, finalmente, ampliado por Simon Goulart, en 1582 y 1619.

Los ataques a la Inquisición y a la Iglesia católica formaban parte de una guerra de propaganda entre católicos y protestantes, que se desarrolló a partir de finales del siglo XVI.

La forma canónica de la Leyenda negra: la independencia de los Países Bajos

Es en los Países Bajos donde todos los hilos mencionados se unen por primera vez en uno de los ataques propagandísticos más violentos contra el imperialismo español. El emperador Carlos V, nacido en Flandes, fue tratado de forma más benigna que su hijo, Felipe II, tanto por sus súbditos de los Países Bajos, como por los historiadores posteriores. Los nobles protestantes flamencos, aliados de Carlos V, se opusieron violentamente al gobierno de Felipe II y para ello comenzaron por atacar a sus representantes.

El primero en ser atacado fue Antonio Perrenot de Granvela, arzobispo de Malinas (1560) y cardenal (1561), que trató de reformar la organización eclesiástica flamenca: el hecho hubiese reducido la riqueza y la independencia del clero local. Granvela, que era del Franco Condado y por tanto extranjero, fue llamado «archidespreciable» y «dragón rojo» de España por sus enemigos, a pesar de no ser un servidor de España, sino del rey Felipe. La principal disputa era de los protestantes con los católicos, a los que temían por su poder, con el rey al frente. Sin embargo, para los dirigentes implicados, estaba claro de que se trataba de un problema político y no religioso, así lo dijo el duque de Alba e incluso el embajador francés. Quizás el que sufrió los mayores ataques fue el duque de Alba, la gran bestia negra de los flamencos, encargado de acabar con la sublevación de los nobles y los iconoclastas protestantes. Para ello creó el Tribunal de los Tumultos, conocido por sus enemigos como «Tribunal de Sangre», en el que se ajustició a muchos de los rebeldes, incluidos a importantes nobles y aristócratas. La guerra que siguió fue atroz por ambos lados; el que se recuerde principalmente al duque de Alba y la crueldad española es, según Joseph Pérez, debido a que la historia la escribe el vencedor y las víctimas fueron consideradas a posteriori héroes fundadores de Holanda. La leyenda negra del duque de Alba, sediento de sangre, monstruo de crueldad, llega a nuestros días y a los niños holandeses se les asusta con su nombre si se portan mal. No ha sido hasta el siglo XX que se ha podido limpiar el nombre del duque de Alba: uno de los mayores generales de su época, fino estratega, inflexible con la disciplina (castigaba los excesos injustificados de sus tropas contra la población), político sagaz, uno de los hombres más cultos de su época, que comandaba en Flandes un ejército de 54 000 soldados, de los que sólo 7900 eran españoles y 30 400 eran flamencos.

Desde el principio, los flamencos hicieron un amplio uso de la propaganda, aprovechando su pujante industria editorial, en lo que llegó a llamarse la «guerra de Papel». Libelistas fueron el pintor Lucas de Heere, el poeta Van der Noot, el geógrafo Ortelius y muchos otros. Uno de los principales propagandistas fue Felipe de Marnix de San Aldegonde, teólogo muy vinculado a Calvino, que posteriormente entraría a trabajar para Guillermo de Orange. Los panfletistas también apelaban al miedo a la Inquisición española, afirmando que el rey quería introducirla en los Países Bajos, empleando elementos de obras críticas publicadas anteriormente para explicar lo que ocurriría en tal caso. Incluso se llegó a publicar un documento falso del Santo Oficio que declaraba a todos los holandeses culpables de lesa majestad y amenazaba con una confiscación de bienes generalizada; documento que fue considerado auténtico por historiadores holandeses hasta el siglo XIX.

La Apología del príncipe d'Orange

Guillermo de Orange, que se había convertido en el líder de los rebeldes, fue nombrado en 1576 estatúder (no soberano) de las Provincias Unidas, por lo que se puede suponer que la rebelión todavía no se dirigía contra rey. En 1576 las tropas españolas, tras amotinarse por no recibir la soldada, saquearon Amberes, hecho que también pasarían a formar parte de la Leyenda negra, como epítome de la crueldad española. Ese mismo año, Felipe II puso precio a la cabeza de Guillermo de Orange, que contraatacó publicando su Apología del príncipe d'Orange. La Apologie ou Défense du très illustre Prince Guillaume [...] contre le ban et édict publié par le roy d'Espagne [...], en realidad escrita por su capellán, Pierre L’Oyseleur, fue la ruptura definitiva de Guillermo con Felipe II y se puede considerar el acta de nacimiento de la Leyenda negra. El panfleto reproducía acusaciones anteriores contra el duque de Alba, generalizando las culpas y las características de crueldad, barbarismo y saña a todos los españoles. También retomaba las acusaciones italianas y alemanas de mezcla de razas, acusando a los españoles de judíos y moros.

Archivo:WilliamOfOrange1555
Guillermo de Orange (1533-1584), copia de C. Garschagen de una obra de Antonio Moro.

El mérito de Guillermo de Orange es haber reunido una serie de informaciones, rumores y críticas dispersas y reunirlas para formar un sistema coherente y eficaz de propaganda. Como resultado, se ha mantenido hasta hoy la percepción de que en la guerra de Flandes se opusieron «todo lo que es bueno, verdadero y libre contra los poderes de la oscuridad, la intolerancia y la superstición».

El ascenso de Inglaterra

El antihispanismo inglés estaba basado en razones morales, más que intelectuales, al contrario que el flamenco, y en una creencia en la maldad inherente de los españoles. Las razones que impulsaron a los autores ingleses a escribir este tipo de literatura se pueden dividir en tres: la defensa de la Reforma Protestante, el apoyo a las políticas del gobierno y el aliento a la aventura de ultramar. Aparece a la vez que las primeras consciencias y estereotipos nacionales en el Renacimiento. Maltby aventura que fue un instrumento propagandístico empleado por Inglaterra para justificar sus acciones y unir voluntades, que más tarde pasó a formar parte de la historiografía general.

Inglaterra, que veía con simpatía la revolución de los Países Bajos e incluso llegó a enviar tropas en 1585, era terreno fértil para los panfletos holandeses. También hubo numerosos polemistas propios e incluso la reina Isabel I justificó el apoyo a los rebeldes con su propia «declaración», aunque evitó escrupulosamente criticar la figura del rey español. Pero son los cronistas, como Holinshed, Camden y Baker, los que dan una medida de la aceptabilidad del antiespañolismo entre los intelectuales de inteligencia crítica y, por tanto, cuanto fue transmitido a generaciones posteriores. Al contrario que en los propios Países Bajos, en Inglaterra no circulaba propaganda o escritos favorables a España o el catolicismo.

El enfrentamiento de Inglaterra y España era inevitable tras recibir esta última la bula papal y firmarse el Tratado de Tordesillas, por los que España reclamaba todos los territorios al oeste del meridiano 46º 37’ longitud oeste. A causa de la debilidad de Inglaterra, la reina Isabel quería evitar un enfrentamiento directo, así que todos los viajes y exploraciones realizados por ingleses eran «no oficiales» y por tanto tratados como actos de piratería por los españoles. Los desagradables encuentros con las autoridades españolas fueron relatados de forma muy subjetiva por los navegantes que se aventuraron hacia occidente, entre los que se contaban Francis Drake y John Hawkins. Sus aventuras ejercieron una atracción irresistible entre el público local, extendiendo la idea del carácter español como «traicionero y cruel», en el que no hay nada positivo. Especialmente importante fueron las publicaciones de Richard Hakluyt, que fue un influyente agente promocionando la exploración y el colonialismo inglés, y de su albacea, el reverendo Samuel Purchas.

La Armada Invencible

Hacia 1588, la guerra no declarada realizada por los piratas ingleses había llegado a un punto que decidió a Felipe II a enviar la «Grande y Felicísima Armada» para invadir las islas británicas. El fracaso de la misión es bien conocido y se ha convertido en uno de los puntos más recurrentes de la leyenda negra española. En Inglaterra es considerada uno de los momentos más brillantes de su historia, representa la superioridad moral y militar de la nación, la victoria del protestantismo y el liberalismo frente al oscurantismo romano. Sin la Armada, es posible que los panfletos antiespañoles hubiesen sido olvidados, pero al organizar un intento de invasión en toda regla, a ojos de los ingleses, los españoles demostraban que todas las acusaciones que se habían hecho hasta el momento eran ciertas. Así, la propaganda añadió dos nuevas características al carácter español: la cobardía y la incompetencia.

Se dieron dos explicaciones de la «derrota». La primera fue el «carácter español»:

[...] none more glories in his Chivalry than the Spaniard: But I suppose his religion and stomach be equally poised: the one false the other faint, that what they attempt, is not to be overcome with prowess, but to suppress with multitudes: for their service in wars in either by policy to circumvent by perjury, to entail by treason, to undermine, or by some little martial practice to weaken the enemy, whom if they find valiantly to resist, their brave once cooled, they seldom or never dare give another Encounter [...]
[...] nadie tiene más glorias en su caballerosidad que el español. Pero supongo que su religión y su estómago están compuestos de la misma manera: el uno falso, el otro débil, aquello que intentan no se realiza con valor y destreza, sino para ser suprimido con multitudes: porque su servicio en las guerras bien como política tratan de sortear con perjurio, para implicar por traición, para minar, o bien debilitar al enemigo a través de algún pequeño ejercicio marcial, que si es tan valiente de resistir, enfriada su valentía, rara vez o nunca se atreven a dar otro encuentro [...]
Robert Greene, Spanish masquerado (1589)
Archivo:Caricature Vernon 1740
Sátira británica de 1740, publicada a raíz de la guerra del Asiento, en la que se puede leer la leyenda «Los españoles construyen castillos en el aire, los británicos le otorgan su importancia al comercio».

La segunda fue que Dios estaba de parte inglesa, como explicó Thomas Nash, «así murieron nuestros enemigos, así lucharon los cielos por nosotros; [...]», e incluso la propia reina, que preguntaba a los mercaderes de la Hansa:

And if the victorious hand of God had not herein derided the cunning devises and purposes of the Spaniards, if it had not scattered so great a terror to all Christendom and drenched their carcasses in the sea, what should the state of the said Hanse merchants have been?
¿Y si la victoriosa mano de Dios aquí no hubiese burlado los maliciosos ingenios y propósitos de los españoles, si no hubiese dispersado tanto terror a toda la cristiandad y empapado sus carcasas en el mar, cuál sería el estado de los tales mercaderes de la Hansa?

Los autores de la época también exageraron el tamaño de la invasión, redujeron su propia importancia e incluso inventaron episodios que nunca ocurrieron. Como ejemplo se puede mencionar a William Cecil, que afirmó sin rubor que la flota española al completo, con sus 160 barcos, había sido «perseguida furiosamente» por 50 barcos ingleses en su huida alrededor de Inglaterra. Otro cuento que ha sido repetido hasta nuestros días fue inventado por Petruccio Ubaldini, un florentino asentado en Inglaterra, que afirmaba que la explosión por razones desconocidas en la santabárbara de uno de los barcos españoles había sido causada por un artillero flamenco por venganza a la deshonra de su familia causada por los españoles. Muchos panfletos conjeturaban lo que habría pasado si las tropas españolas hubiesen invadido efectivamente el país.

En los años siguientes, el tono de las crónicas y panfletos ingleses no cambió. Se celebraban y justificaban los ataques ingleses, se inflaban sus victorias y se ignoraban las españolas —o se convertían en victorias propias—, extendiendo y asentando la leyenda de la incompetencia militar española. Pero aun así, la violencia del ataque propagandístico fue decayendo poco a poco.

El enfrentamiento con Francia y Portugal

El antiespañolismo apareció en Portugal a raíz de la toma de poder de Felipe II en 1580. Los partidarios de los demás pretendientes y, posteriormente, ambos nacionalismos elevaron una espiral de réplicas y contrarréplicas entre portugueses y españoles. El panfletista de más éxito fue José Teixeira, mencionado más arriba, que en sus panfletos publicados en Inglaterra hablaba como si Felipe II hubiese realmente tomado preso, cargado de cadenas y enviado a galeras al anterior rey de Portugal, Sebastián I.

Archivo:Coppie de L'Anti-Espagnol
Portada del Coppie de L'Anti-Espagnol de Antoine Arnauld.

Las relaciones de vecindad entre Francia y España han sido a menudo difíciles y esta variable enemistad se expresaba en ambos países en textos diversos, llegándose a hablar de una «antipatía natural» entre los dos pueblos, como intentaba racionalizar Carlos García en 1617 con la publicación de La oposición y conjunción de las dos grandes luminarias de la tierra o de la antipatía natural de franceses y españoles. Los primeros panfletos franceses se generaron en el tercer decenio del siglo XVI, durante el enfrentamiento bélico entre Carlos I y Enrique II, pero ganaron intensidad a partir de 1567: de un total de 822 folletos, en la década de 1580 se publicaron 197 y en la siguiente 303. El historiador Vicente Salavert relaciona esta ofensiva panfletaria con una reacción de pánico, con la que se pretendía ridiculizar el objeto del miedo. A partir de 1635, la imagen presentada cambia y es la de un país acabado y agonizante.

En el siglo XVI, las críticas francesas se centraban en los siguientes puntos:

  • El carácter de los reyes españoles: avaricia (fiscalidad gravosa), crueldad (maltrato de las reinas) y usurpación (enajenación de Navarra). Cada rey recibe sus críticas, pero sobre todo Felipe II sale mal parado: cristiano nuevo, sarraceno, judío, intrigante ambicioso, tirano, gobernado por la Inquisición.
  • El sistema político español sería limitado y con bases poco estables. Su opresión habría provocado revueltas en Flandes y América, e incluso vascos, asturianos, gallegos y aragoneses no soportarían la arrogancia castellana.
  • La violencia religiosa contra inocentes, sobre todo de la Inquisición.
  • El carácter español, principalmente las acusaciones de cobardes y fanfarrones.

A partir del siglo XVII las principales críticas serían:

  • El imperialismo militar español, especialmente en el Tratado de las usurpaciones de los reyes de España sobre la Corona de Francia desde Carlos VII (1625), de Christophe Balthazar, reeditado 20 veces.
  • La hipocresía española, sobre todo en relación con la religión y la Inquisición.
  • Las teorías sobre el tiranicidio de los jesuitas Juan de Mariana o Francisco Suárez también produjeron muchas críticas.

Las críticas francesas no hubiesen tenido mayor importancia si Francia no se hubiese convertido durante la Ilustración en el centro intelectual de Europa. La preeminencia cultural de Francia en Europa y América fijó el tono del prejuicio antiespañol, e incluso antihispano, de la interpretación histórica prevalente en los siguientes dos siglos.

La Ilustración

Hacia finales del siglo XVI, las guerras de religión habían dejado claro que tratar de conseguir Estados religiosamente uniformes estaba abocado al fracaso. Los pensadores en los Países Bajos y Francia comenzaron a afirmar que un Estado debía ocuparse del bienestar de sus ciudadanos aun a costa de permitir la herejía: tolerancia a cambio de paz social. A partir del siglo XVII se comenzó a discutir la libertad de conciencia: los Estados que realizaban persecuciones religiosas no sólo eran poco cristianos, sino que además eran ilógicos. Hacia finales del siglo XVII ya comenzaba a pensarse que la diversidad era más natural que la uniformidad, y que, de hecho, la uniformidad perjudicaba la riqueza de un pueblo.

España, que había entrado en decadencia económica a mitad del siglo XVII, era la demostración: la expulsión de los judíos y otros ciudadanos industriosos, ricos y leales sería la causa última. Además, en el caso español, las confiscaciones y multas de la Inquisición agravarían el problema, ya que dirigían el dinero hacia áreas no productivas de la Iglesia. La existencia de la Inquisición sólo podía explicarse por el empleo de la fuerza o porque el espíritu de la gente estaba debilitado, pero nunca por voluntad propia, lo que desembocaría en una falta de imaginación y de aprendizaje; España, a pesar del Siglo de Oro y de que la Inquisición en general se enfocaba exclusivamente a asuntos doctrinales, es representada a partir del siglo XVII como un país sin literatura, arte o ciencias.

Uno de los críticos más importantes de las persecuciones religiosas y de la Inquisición fue Pierre Bayle (1647-1706). Su conocimiento de España y los españoles se basaba en buena parte en los relatos de la condesa d'Aulnoy y fue él quien reunió los diversos argumentos de la leyenda negra en un todo, en un envoltorio literario salpicado de ironía, lógica, evidencias cartesianas y un cierto gusto por lo escandaloso, que lo convertía en una lectura popular.

Los grandes pensadores de la Ilustración también emplearon con profusión el «ejemplo español» para criticar el Antiguo Régimen y su ideología. Montesquieu veía en España el perfecto ejemplo de la mala administración de un Estado bajo influencia del clero: la Inquisición —anacrónica, irracional e irreligiosa— sería la culpable de la ruina económica de los Estados, la gran enemiga de la libertad política y de la productividad social. Las críticas de Montesquieu contra España se encuentran sobre todo en sus Cartas Persas y El espíritu de las leyes.

Car il faut savoir que, lorsqu'un homme a un certain mérite en Espagne, [...] il ne travaille plus. [...] Celui qui reste assis dix heures par jour obtient précisément la moitié plus de considération qu'un autre qui n'en reste que cinq, parce que c'est sur les chaises que la noblesse s'acquiert.
Bueno es saber que cuando un hombre tiene cierto mérito en España, [...] ya no trabaja. [...] El que se está sentado diez horas al día logra una mitad más de consideración que el que descansa cinco horas, porque la nobleza se adquiere en las sillas.
Montesquieu, Carta LXXVIII, Rica à Usbek, à***

Pero ningún autor del siglo XVIII contribuyó tanto a desacreditar la persecución religiosa como Voltaire. Voltaire unió los argumentos religiosos y filosóficos de Bayle y los económicos y políticos de Montesquieu para crear definitivamente el mito moderno de «La Inquisición», metonimia de todas las peores formas de persecución religiosa.

El artículo sobre España (1783) fue escrito por Masson de Morvilliers, autor de la famosa pregunta «¿Qué se debe a España?», cuya respuesta implícita es: «nada».

El historiador Ronald Hilton ha dado mucha importancia a este tipo imagen de España del siglo XVIII. Habría proporcionado el entramado ideológico a Napoleón para su invasión en 1807: la ilustrada Francia lleva su luz a la atrasada y oscura España.

Los relatos de viajeros y la Inquisición en la ficción

Archivo:Moraine
Ilustración de Les mystères de l'Inquisition (1844) de Madame de Suberwick. Paula, la protagonista ultrajada, da muerte al Gran Inquisidor Arbués. Este tipo de ilustraciones tuvieron una importancia capital a la hora de formar la opinión del público.

Uno de los primeros y el más influyente fue el relato de la condesa d'Aulnoy de 1691, en el que se ennegrece de forma consistente todos los logros españoles en las artes y las ciencias. Durante el siglo XVII se puede mencionar además al abate Bertaut, a Antoine de Brunel y a Bartolomé Joly. A partir del siglo XVIII hay que añadir a la lista a Juan Álvarez de Colmenar, Jean de Vayarac (1718), Pierre-Louis-Auguste de Crusy, marqués de Marcillac, Edward Clarke, Henry Swinburne, Tobias George Smollett, Richard Twiss e innumerables otros que extienden la Leyenda negra. Se ha señalado que los escritores de la Ilustración obtuvieron su conocimiento sobre España de estos relatos.

Hacia la mitad del siglo XVIII los gustos del público cambiaron, es la época de la creación de la novela gótica, especialmente popular en Inglaterra (Gothic novel) y en Alemania (Schauerromantik). Se caracteriza por transcurrir su acción en un Medioevo indeterminado en el que se contrastan el terror del marco escénico y de los personajes —sobre todo inquisidores y jesuitas— con la inocencia de los protagonistas, jóvenes virtuosos, «naturales», de gran sentido común y de religiosidad benévola. Las diferentes inquisiciones se funden en un todo único, basado claramente en el modelo español, donde destaca el secretismo y la austeridad implacable del tribunal, que a pesar de la irracionalidad teológica, los procedimientos injustos y la implacable persecución de sus víctimas, sirve a menudo de justicia literaria. Ejemplos son The Monk (El monje; 1796) de Matthew Lewis, The Pendulum (El pozo y el péndulo; 1843) de Edgar Allan Poe o The Vale of Cedars, or, The Martyr (El valle de los cedros, o La mártir; 1850) de Grace Aguilar.

El poder del terror producido por la simple mención del nombre de la «Inquisición», sobre todo la española, se mantuvo hasta mediados del siglo XX como símbolo universal de la represión, gracias a obras como Los hermanos Karamázov (1879) de Dostoyevski, cuyo Gran Inquisidor se convirtió en un personaje prototípico, El Greco pinta al Gran Inquisidor (1936) de Stefan Andres o Goya (1951) de Lion Feuchtwanger.

La «leyenda amarilla»

Archivo:De camino, Granada
De camino, Granada de Edwin Longsden Long. Los viajeros ingleses no sólo escribieron libros, sino que llevaron sus impresiones al lienzo.

El historiador Enrique Moradiellos coloca la transformación de los tópicos de la leyenda negra durante la guerra de la Independencia, cuando los ingleses encontraron de repente un aliado contra Napoleón en el pueblo español. Todos los tópicos negativos de la leyenda se volvieron positivos: «la crueldad hispana se convirtió en valentía indómita, el execrable fanatismo devino pasión indomable, y la soberbia altanera se hizo orgullo patriótico e individualista.» Así, hacia finales del siglo XIX, la leyenda negra había ido perdiendo fuerza y se sustituyeron antiguos tópicos por otros, por una visión romántica del país, que es lo que ha venido a llamarse la «leyenda amarilla». Aumentó el interés por España, pero por una España exótica, no sólo diferente, sino excepcional, identificada básicamente con lo andaluz. Se extendió el tópico romántico del «pasado árabe, la altivez de carácter español, la belleza femenina, la afición a las corridas de toros, [la] religiosidad popular supersticiosa...». Sobre todo ingleses y alemanes querían ver en el país los ideales de honor, fervor patriótico y religioso, los valores puros, primarios —y algo salvajes— que la civilización estaba destruyendo en Europa. Por otra parte, también comenzó el interés legítimo por la historia y cultura española, el hispanismo y los hispanistas.

Diversos autores visitaron España para experimentar por sí mismos ese «Oriente en Occidente», de entre los que se puede mencionar a Théophile Gautier, Próspero Mérimée, George Sand, George Borrow, conocido como «Jorgito el Inglés», Alfred de Musset, Alejandro Dumas padre, al que se ha atribuido la frase «África comienza en los Pirineos», Alejandro Humboldt, Walter Scott y Rafaello Sabatini. Los más destacados e influyentes fueron lord Byron, que luego escribiría Lovely girl of Cadix («Dulce niña de Cádiz»), Victor Hugo, que luego publicaría Orientales, y sobre todo Washington Irving, con sus Cuentos de la Alhambra. Desde la literatura, la corriente se extendió hacia la música. Ya se ha mencionado el Don Carlos, pero Verdi también escribió Il trovatore y Ernani, esta última basada en una obra de Victor Hugo; a las que se pueden añadir Egmont y Fidelio de Beethoven, la primera basada en una obra de Goethe. Pero la más reconocida es sin duda Carmen de Bizet, basada en una obra de Mérimée.

La leyenda negra en Hispanoamérica

Las tensiones entre las clases altas de criollos y peninsulares, es decir, los españoles provenientes de la península ibérica, son anteriores a la independencia de los países hispanoamericanos. Era un enfrentamiento por la explotación de las riquezas de las tierras y pueblos americanos y que, en general, no afectaba a las clases más bajas. Hacia 1800 las ideas de la Ilustración francesa, con su anticlericalismo, su escepticismo y sus logias masónicas, habían sido asumidas con entusiasmo entre los intelectuales americanos. Estas ideas iban mezcladas con la leyenda negra, es decir, con la identificación de España como «horrible ejemplo» de oscurantismo y retraso, como enemiga de la modernidad.

Con estos antecedentes, los rebeldes pudieron emplear la leyenda negra como arma de propaganda contra la metrópoli. Se publicaron innumerables manifiestos y proclamas citando y loando a Las Casas, poemas e himnos describiendo la depravada naturaleza de los «españoles», cartas y panfletos diseñados para adelantar la causa patriótica. Uno de los primeros fue Juan Pablo Vizcardo y Guzmán en su Carta dirigida a los españoles americanos por uno de sus compatriotas, acusando a la metrópoli de la grave explotación sufrida, resumiendo la situación como «ingratitud, injusticia, servidumbre y desolación». Otro ejemplo es uno de los grandes héroes de la independencia americana, Simón Bolívar, admirador de Las Casas, cuyos textos emplearía con profusión, culpó a los españoles de todos los pecados cometidos en América (por los criollos y no criollos) en los últimos 200 años, convirtiendo a los criollos en las víctimas, en los «colonizados». También será uno de los primeros en apelar al robo de la riqueza americana y reclamar su devolución.

Archivo:Murales Rivera - Ausbeutung durch die Spanier 1 perspective
Los murales de Rivera han sido señalados por Powell como una expresión de la leyenda negra en América.

Esta mentalidad antiespañola se mantuvo durante el siglo XIX y parte del XX entre las élites liberales, que consideraban la «deshispanización» la solución a los problemas nacionales. El historiador Powell afirma que como consecuencia de denigrar la cultura española, se ha conseguido denigrar la propia, de la que forma parte la primera, tanto a ojos propios como extranjeros. Además, el hecho habría producido una cierta falta de raíces entre los pueblos americanos, al rechazar parte de las propias.

Por su parte, la filóloga y exprofesora de la Universidad de Harvard, la española María Elvira Roca Barea sostiene que la leyenda negra antiespañola, como manifestación de hispanofobia, sigue plenamente vigente en el siglo XXI en toda Hispanoamérica, como lo estuvo durante los dos siglos anteriores. Lo mismo sostienen el profesor y politólogo argentino Marcelo Gullo en su libro Madre Patria y el historiador mexicano Fernando Cervantes en su obra Conquistadores: una historia diferente. En un artículo el periodista español Luis Español Bouché sostiene que las consecuencias de la leyenda negra se puede ver en fenómenos culturales hispanoamericanos de las últimas décadas, como determinadas ideas y corrientes del indigenismo, o la reacción contra las inversiones españolas en Argentina (sobre todo en los años 2000-2002), opinión que comparte el profesor español Javier Noya, en su estudio La nueva imagen de España en América Latina.

La leyenda negra en la Italia unificada

Tras la Unificación de Italia, muchos historiadores italianos tendieron a narrar de manera negativa la época en la que parte de la península italiana había formado una unión dinástica con España. En particular, Gabriele Pepe denunció lo que a sus ojos había sido el expolio y la corrupción del sur de Italia "bajo los españoles". Esta visión solo empezó a cambiar en el último tercio del siglo XX, gracias a una serie de congresos internacionales y a autores como Rosario Villari y Elena Fasano Guarini.

La leyenda negra en España

La «españolada» como la llamaba Francisco Ayala, proveniente de la «leyenda amarilla» europea, caló enseguida en el romanticismo español del siglo XIX. Este folklorismo típico y tópico se puede encontrar en obras como Romances históricos del duque de Rivas o el Don Juan de Zorrilla.

A comienzos del siglo XIX aparece en España y Francia una escuela de historiadores liberales que comenzaron a hablar de la decadencia española, considerando responsable a la Inquisición de esta decadencia económica y cultural y de todos los males que aquejaban al país. Otros historiadores europeos retomarían el tema más tarde, manteniéndose esta posición en algunos autores hasta la actualidad. El razonamiento afirmaba que la expulsión de los judíos y la persecución de los conversos habría llevado al empobrecimiento y la decadencia de España, además de la destrucción de la clase media. Este tipo de autores son los que harían exclamar a Menéndez y Pelayo

¿Por qué no había industria en España? Por la Inquisición. ¿Por qué somos holgazanes los españoles? Por la Inquisición. ¿Por qué duermen los españoles la siesta? Por la Inquisición. ¿Por qué hay corridas de toros en España? Por la Inquisición.
La ciencia española, Madrid, 1953, pág. 102.

En 1867 Joaquín Costa también había planteado la cuestión de la decadencia española. Tanto él como Lucas Mallada se preguntaban si el hecho era debido al carácter español. A él se unieron sociólogos, antropólogos y criminólogos franceses e italianos, que hablaban más de «degeneración» que de decadencia, y más tarde otros españoles como Rafael Salillas o Ángel Pulido. Pompeu Gener achacaba la decadencia española a la intolerancia religiosa y Juan Valera al orgullo español. Estas ideas pasaron a la literatura con la Generación del 98, en textos de Pío Baroja, Azorín o Antonio Machado: «[Castilla...] un trozo de planeta por el que cruza errante la sombra de Caín»; llegando en algunos extremos al complejo de inferioridad. Joseph Pérez relaciona este rechazo de una parte de la historia propia (la parte de la expulsión de los judíos, la Inquisición, la conquista de América) y la idealización de otra (Al-Ándalus) con movimientos similares en Portugal y Francia.

El enfrentamiento con Castilla

Durante la sublevación catalana de 1640 se publicaron numerosos panfletos contra Castilla que pregonaban los mismos defectos que se oían en el resto de Europa.

La leyenda negra en los Estados Unidos

Archivo:Massachusetts Bay Colony Seal, 1629
Escudo de la colonia de la bahía de Massachusetts en 1629. En el centro se puede ver a un indígena que dice «Ven y ayúdanos». El texto quería dar a entender que los indios necesitaban de la ayuda de los ingleses.

La leyenda negra llegó a Estados Unidos con los primeros colonos puritanos, que se veían a sí mismos como la avanzadilla protestante que liberaría a los indios de la opresión y la crueldad española. Uno de los autores más ruidosos fue Cotton Mather, que tradujo la Biblia al español para distribuirla entre los indios de Nueva España.

Los principales historiadores de los Estados Unidos en el siglo XIX, Francis Parkman, George Bancroft, William H. Prescott y John Lothrop Motley, también escribirían Historia teñida de leyenda negra, textos que siguen teniendo importancia en la historiografía estadounidense posterior. A principios del siglo XX el punto de vista popular sobre España y los españoles, aceptado e incluso propagado por la intelligentsia era el siguiente:

  1. Los españoles son excepcionalmente crueles; como demostrarían Las Casas y la guerra de Cuba.
  2. Los españoles son excepcionalmente traicioneros; y señalaban a Felipe II y el hundimiento del Maine como demostración.
  3. Los españoles son excepcionalmente intolerantes; como dejaría claro su fuerte catolicismo y la Inquisición.
  4. La Divina providencia habría castigado a los españoles con su decadencia, su pérdida de poder y de su rico imperio.
  5. Los hispanos de América, a pesar de ser sospechosamente católicos y españoles, debían ser ayudados (a la fuerza si es necesario) para alcanzar la civilización.
  6. Los indios de América serían «buenos salvajes» que habían sido exterminados por los españoles. Naturalmente, no se consideraba comparación posible con los indios de Norteamérica.

Durante y tras la guerra civil española la leyenda negra tuvo un cierto eco entre los críticos al régimen de Franco, comunistas y anti-católicos, aunque la principal componente de las críticas era de carácter antifascista. Enrique Moradiellos da un ejemplo de como durante la Guerra Civil el pensamiento derivado de la leyenda negra todavía conformaba la visión de España, tomando un informe del mayor Edmond Mahony, agregado militar británico en España, de 1938:

El español no es un hombre que se guíe por la razón y tampoco valora la sabiduría si ésta aconseja algo que va en contra de lo que le dictan sus instintos. Siendo como es por completo un esclavo de sus pasiones, en las circunstancias presentes podemos esperar que prolongue su resistencia hasta el límite máximo de la capacidad humana. [...] La guerra civil forma parte de la tradición nacional; al igual que la corrida de toros proporciona un dividendo gratificante en forma de excitación emocional. Por eso, la perspectiva de una prolongación indefinida de la guerra civil probablemente causa menos consternación entre la tropa y en España en general que la que suscita en el extranjero.
Edmond Mahony, Informe al Gobierno Británico (1938)

El historiador Powell presenta una crítica literaria de La casa de Bernarda Alba como ejemplo de la salud de la leyenda negra en 1960:

[...] The eternal jailhood which is the normal state of Spanish women from birth until death [...] Passion in Spain is nurtured on deprivation and that fans the flames to a degree almost inconceivable to the resto of us [...] And there you have all the elements of Spain — today, yesterday, and always — death, poverty, heat, pride, cruelty and passion [...]
[...] La eterna cárcel que es el estado normal de la mujer española del nacimiento a la muerte [...] La pasión en España está nutrida por la privación y eso aviva las llamas a un nivel que es casi inconcebible para resto de nosotros [...] Y ahí tienes todos los elementos de España —hoy, ayer y siempre— muerte, pobreza, calor, orgullo, crueldad y pasión [...]
John Crosby, International Herald Tribune (París), 14 de junio de 1960

El sentimiento antihispano (americano) y el sentimiento antiestadounidense

Durante el siglo XIX estas antipatías antiespañolas en Estados Unidos se volvieron contra México, como consecuencia de la guerra de independencia de Texas y su posterior anexión a Estados Unidos. Los anglosajones caracterizaron a los hispanoamericanos como herederos de la España católica y difundieron un relato racista en el que el color de piel más oscuro de los mexicanos era evidencia de una supuesta «degeneración por la mezcla con indios y negros».

Tras la guerra de Cuba, los Estados Unidos se vieron como gran potencia, que incluso había conseguido plantar cara a Gran Bretaña con éxito en 1895, durante el conflicto fronterizo con Venezuela por la Guayana Esequiba. La actitud de Theodore Roosevelt en el caso de Panamá, su desprecio por los colombianos, que llama «bandidos de Bogotá», ilustra la actitud que tomarían las clases dirigentes estadounidenses frente a la cultura y los gobiernos hispanoamericanos, que son considerados «inferiores», actitud que Powell relaciona con la leyenda negra.

Más recientemente, el aumento de la inmigración latinoamericana (y sobre todo mexicana) en Estados Unidos, ha generado movimientos como el English only («sólo inglés») y el Proyecto Minuteman, cuya retórica «antihispana» sigue la línea de la leyenda negra.

La postura estadounidense en los siglos XIX y XX generó a su vez un importante movimiento de opinión contraria a los Estados Unidos (antiamericanismo) entre las élites intelectuales de América latina, que no sustituyó al sentimiento antiespañol, sino que se unió a él.

La leyenda negra en el mundo contemporáneo

El desprecio, el desconocimiento o la representación sesgada de la cultura española e hispana es una consecuencia que ya se ha mencionado más arriba en diversos momentos. Ejemplos modernos se pueden ver en el cine, tanto de Hollywood como europeo, en el que los hispanos siguen haciendo papeles de «malos», como se ha estudiado en el caso del actor Sergi López, o existe en los argumentos de las películas Muerde la bala (1975), Amistad (1997), La máscara del Zorro (1998) o Misión imposible 2 (2000), donde la representación de la cultura española roza lo grotesco. En 1979, el subdirector de Televisión Española, Eduardo Autrán, admitió haber suprimido el episodio sobre el Siglo de Oro español de la serie de dibujos animados Érase una vez... el hombre por «abundar en los tópicos históricos de la Leyenda Negra sobre España». La respuesta de Albert Barillé, guionista y creador de la serie, fue que era un problema «de sensibilidad, de cultura» y que los españoles eran «muy susceptibles». Otro ejemplo lo presenta Judith Etzion, que afirma que la posición marginal de la música española en la historiografía musicológica occidental está basada en una falta general de interés por la cultura del país, de lo que tendría culpa la leyenda negra.

En política, Español Bouché da un ejemplo de empleo de la leyenda negra en 1995 durante la llamada «guerra del fletán», una disputa sobre pesca entre Canadá y España. A pesar de que fue Canadá quien incumplió la ley internacional al detener a un barco pesquero en aguas internacionales, hubo una violenta campaña de prensa contra España, alentada sobre todo por la prensa amarilla británica, The Sun y Daily Mail, que pedía a sus lectores que imitaran al pirata Francis Drake «que acabó con la armada española en 1588». El incidente es considerado crucial en el renacimiento del patriotismo canadiense. En el caso inglés, parece que la leyenda negra es un recurso fácil que es empleado por el gobierno en caso de problemas domésticos y que le garantiza el apoyo de la opinión pública. Álvaro Delgado-Gal incluso ha querido ver ramalazos de la leyenda negra en el tratamiento periodístico de la recesión española en 2010.

El periodista José Luis Barbería ha analizado las consecuencias económicas de la leyenda negra en su estudio El valor de la 'marca' España, comparando el valor de la «marca» con otras del entorno, como «Italia» o «Francia». Un estudio del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales y Estratégicos lo expresa de la siguiente manera:

El estudio también revela un interesante contraste por áreas geopolíticas que debe ser tomado muy en consideración a la hora de abordar una política (o mejor, políticas, en plural) de imagen. En muchos e importantes países, incluyendo a Estados Unidos, simplemente no hay una imagen de España. En otros casos, como en buena parte de Europa, siguen pesando más los estereotipos románticos del pasado que las nuevas realidades: por ejemplo, sigue habiendo una percepción de los productos y la tecnología española que no se corresponde con su calidad objetiva.
Emilio Lamo de Espinosa, «Prólogo», en Javier Noya , La imagen de España en el Exterior (2002)

La reacción española y la leyenda rosa

Varios historiadores e investigadores relacionan la leyenda negra antiespañola y anticatólica, con su contracara, la «leyenda blanca» (Gibson), «leyenda rosa» (García Cárcel) o «dorada» (Blasco Ibáñez, Juderías), propagandista de las conquistas de la España católica. Hendrik Henrichs explica este punto de vista en la Revista de Occidente del siguiente modo:

Las naciones poderosas tienden a forjarse una imagen de sí mismas que, en la mayoría de los casos, se fundamenta sobre un mito de origen y una misión en el mundo. La propagación de esta imagen propia suscita a menudo imágenes contrarias en los adversarios de dichas naciones poderosas. En ese intercambio de imágenes internas y externas relacionadas con la identidad y la importancia internacional de una nación determinada se van acuñando frases lapidarias que quedan grabadas en la memoria internacional [...] España, la primera potencia europea en hacerse con un imperio mundial, constituye asimismo el primer ejemplo de esa tensión entre imagen propia e imagen contrapuesta internacional en la historia moderna. Simplificando, se podría decir que la imagen que tenía España de sí misma coincidió durante mucho tiempo con la llamada Leyenda Blanca. La imagen contraria aducida por los adversarios de España se conoce como Leyenda Negra. Si bien estos términos datan de finales del siglo XIX y principios del XX, el conjunto de imágenes propias y contrapuestas al que representan es más antiguo.
Hendrik Henrichs, «Un holandés "distinto": Johan Brouwer y la historia de España» (2006)

Como ya se ha visto en las interpretaciones críticas, García Cárcel niega la existencia de la leyenda negra, dando como razón la existencia de una leyenda rosa, que haría de contrapeso, lo que finalmente convertiría la leyenda en «gris», más que en «negra». El razonamiento ha sido criticado por Español Bouché, ya que la existencia de una «leyenda rosa» no implica necesariamente que tuviese la misma influencia y peso que la «negra», sobre todo internacionalmente.

Sobre todas las naciones contadas y sobre todas las demás que ay derramadas por el mundo, tienen este odio particular que emos dicho contra España los ytalianos.
El Antijovio (1567), Gonzálo Jiménez de Quesada

En el siglo XVII este tipo de literatura aumentó notablemente, de lo que son muestra los escritos de Juan Pablo Mártir Rizo, Benito Peñalosa y Mondragón, en su Libro de las cinco excelencias del español, que despueblan a España para su mayor potencia y dilatación (1629), o Juan Caramuel, en su Declaración mística de las Armas de España ínclitamente belicosas (1636). Destacan sobre todo los textos de Saavedra Fajardo, Gracián y Quevedo durante la polémica con Francia. En su defensa de España, Quevedo es autor de Carta al muy cristianísimo Luis XIII, El Lince de Italia o zahorí español y España defendida y los tiempos de ahora con los novelones sediciosos, una de las primera obras quejándose sobre las malquerencias extranjeras y de la decadencia del país.

¡Oh desdichada España! ¡Revuelto he mil veces en la memoria de tus antigüedades y anales, y no he hallado por qué causa sea digna de tan porfiada persecución! Sólo cuando veo que eres madre de tales hijos me parece que ellos porque los criaste, y los extranjeros porque ves que los consientes, tienen razón de decir mal de ti. [...] No nos basta ser tan aborrecidos en todas las naciones, que todo el mundo nos sea cárcel y castigo y peregrinación, siendo nuestra España para todos patria igual y hospedaje [...].
Quevedo, España defendida (1609)

Durante el siglo XVIII los intelectuales españoles respondieron de forma beligerante a las críticas que llegaban desde Francia. Por ejemplo, José Cadalso respondió a Montesquieu en 1782 en Los eruditos a la violeta y en sus Cartas marruecas; Juan Francisco Masdeu, Rodríguez Mohedano o Luis José Velázquez, que acuñó la expresión «Siglo de Oro», serían otros. Pero sobre todo Morvilliers y su «¿Que se debe a España?» levantó ampollas y generó fuertes respuestas, incluyendo una del conde de Aranda, embajador en Francia. Otras incluyen a Cavanilles (Observations sur l'article Espagne, 1784), Carlo Denina, un religioso italiano, o Forner (Oración apologética por la España y su mérito literario, 1786), quien a su vez recibió críticas de Borrego e Iriarte. La guerra de la Independencia produjo una explosión nacionalista, radicalizándose las críticas al invasor francés. Entre estos autores destacan Antonio de Capmany y Manuel Gómez Imaz.

La polémica sobre la ciencia española y el Regeneracionismo

Archivo:Francisco de Goya y Lucientes - Duelo a garrotazos
Riña a garrotazos, de Goya, un referente icónico de las Dos Españas que el pintor aragonés retrata entre los dolores de su nacimiento.

Hacia 1875 estalló la polémica sobre la ciencia española. Mientras que los intelectuales liberales como Núñez de Arce, Manuel de la Revilla o Gumersindo de Azcárate acusaban a la Inquisición y la Iglesia católica de ser las responsables de la decadencia española, en defensa de la «esencia de España» salió un joven Menéndez Pelayo, con textos como «Mr. Masson redivivo» y «Mr. Masson redimuerto», en los que defendía que, aunque España no había producido genios en el campo de las Ciencias Naturales, la religión no había tenido nada que ver. De hecho, Menéndez Pelayo defendió la Inquisición afirmando que había sido necesaria para garantizar la seguridad del Estado y evitar las guerras de religión que habían asolado el resto de Europa. Pérez relaciona esta división de pareceres a finales del siglo XIX con procesos similares en el resto de Europa, como el Kulturkampf alemán, independientemente de que en España hubiese o no tintes de la leyenda negra en la discusión.

Creación de la expresión

Fue en este ambiente en el que se creó la expresión «leyenda negra» para expresar el concepto, aunque su primer uso haya que buscarlo en Francia, en 1893, para referirse a la «leyenda negra de Napoleón». Pero fueron Emilia Pardo Bazán y Vicente Blasco Ibáñez los primeros autores en dar a la expresión el sentido en que abundó Juderías.

Historiografía moderna

La vertiente europea de la leyenda

La historiografía romántico-liberal se extendió al siglo XX a través de obras críticas con la Inquisición, sobre todo las del alemán Schäfer (1902) y el estadounidense Henry Charles Lea. También los historiadores judíos de entre siglos, Kauffmann, Gratz, Loeb, seguirán esta corriente, que continuaron aquellos activos en los años 30 y 40 del siglo XX, sobre todo Braunstein, Roth y Baer, que compararon la destrucción del Holocausto y la Inquisición.

Pero poco a poco las obras sobre Felipe II situaban al monarca en su contexto histórico, especialmente apologéticas las de Pfandl (1938) y Walsh (1943).

A partir de la década de 1980 la historiografía sobre España sufrió un cambio importante, a caballo de las autonomías y la explosión de los nacionalismos, así como de la integración de España en la Comunidad Económica Europea. En el extranjero se publicaron innumerables obras revalorizando la administración de los Austrias y a sus protagonistas, como el duque de Alba, el conde-duque de Olivares o Felipe II. El estudio de la Inquisición ha sufrido una auténtica explosión, sobre todo gracias al Centro de Estudios Inquisitoriales y al Instituto de Historia de la Inquisición, que han permitido homologar los procesos inquisitoriales a otros de la época, matizando su efecto en la cultura española.

La vertiente americana de la leyenda

En cambio, la vertiente americana de la leyenda sigue siendo un terreno fértil en disputas, herederas de la división entre «lascasistas» y «antilascasistas». Molina Martínez apunta que una de las características más señaladas de la discusión es su obsesiva referencia a la conquista y el hecho de ignorar los doscientos años posteriores.

Disputa sobre el genocidio

Uno de los puntos más polémicos en disputa es la dramática disminución de la población indígena en América, ya señalada por Las Casas. A pesar de que la documentación actual no permite afirmar que el objetivo de la Corona fuera exterminar a los indígenas, la tesis del genocidio en América no ha dejado de tener proponentes en historiadores como Laurette Sejourné. Otro proponente de esta tesis es Miquel Izard de la Universidad de Barcelona, quien desde el Boletín Americanista ha tratado de desmontar lo que llama «falacias de la "leyenda apologética y legitimadora"», afirmando que los autores que defienden la existencia de la leyenda negra «escamotean o camuflan el pasado» y adoptan actitudes «racistas, etnocéntricas, ecocidas y machistas», siendo las obras de estos autores un conjunto de «alucinaciones, artificios, engaños, fábulas y mitos». Un síntoma de esta discusión es la guerra de cifras sobre la población precolombina, que oscilan entre los 110 y los 7,5 millones; así las cifras altas son defendidas por aquellos que señalan la importancia del «genocidio» y comportamiento «salvaje» de los conquistadores y las cifras bajas por aquellos que tienden a minimizar el impacto del choque entre ambas civilizaciones.

Sin embargo, no por ignorar los mecanismos de transmisión de estas enfermedades se ha dejado de subrayar la responsabilidad de los conquistadores europeos en su extensión. Tzvetan Todorov lo expresa de la siguiente manera:

Pero se podría decir que no tiene sentido buscar responsabilidades, o siquiera hablar de genocidio en vez de catástrofe natural. Los españoles no procedieron a un exterminio directo de esos millones de indios, y no podían hacerlo. Si examinamos las formas que adopta la disminución de la población, vemos que son tres, y que la responsabilidad de los españoles en ellas es inversamente proporcional al número de víctimas que produce cada una:
  1. Por muerte directa, durante las guerras o fuera de ellas: número elevado, aunque relativamente bajo; responsabilidad directa.
  2. Como consecuencia de malos tratos: número más elevado; responsabilidad (apenas) menos directa.
  3. Por enfermedades, debido al “choque microbiano”: la mayor parte de la población; responsabilidad difusa e indirecta.
Tzvetan Todorov, La conquista de América. La cuestión del otro (1987).

Temas relacionados

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Black Legend (Spain) Facts for Kids

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Leyenda negra española para Niños. Enciclopedia Kiddle.