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Pueblos germánicos para niños

Enciclopedia para niños

Los pueblos germánicos o germanos fueron un grupo de pueblos antiguos que vivieron en el norte de Europa. Se les conoce por hablar lenguas germánicas, que son parte de la gran familia de lenguas indoeuropeas. Estas lenguas se desarrollaron a partir de una lengua original llamada protogermánico durante la Edad del Hierro.

Los historiadores los ven de dos maneras: como pueblos que vivían antes de los romanos en algunas zonas de Europa (como las provincias romanas de Germania) y que fueron influenciados por la cultura romana; y como pueblos "bárbaros" que vivían fuera de las fronteras del Imperio romano. Estos últimos fueron los protagonistas de las grandes migraciones que llevaron a la caída del Imperio romano de Occidente. Se asentaron en muchas de sus tierras.

Entre estos pueblos estaban los suevos, vándalos, godos (visigodos y ostrogodos), francos, burgundios, turingios, alamanes, anglos, sajones, jutos, hérulos, rugios, lombardos, catos y téncteros. Más tarde, los vikingos, que también eran germánicos, hicieron nuevas expediciones desde Escandinavia, llegando a las costas del Atlántico (normandos) y a las estepas rusas y Bizancio (varegos).

Algunos pueblos germánicos, como los francos y visigodos, se mezclaron con la población romana en las zonas que ocuparon en el suroeste de Europa (como Galia e Hispania). Otros se convirtieron en la base de las poblaciones actuales de Europa central y noroccidental. Esto incluye a los escandinavos (daneses, suecos, noruegos, islandeses y los de las Islas Feroe), los alemanes (incluyendo austriacos y parte de los suizos), los hablantes de neerlandés (en Países Bajos y el norte de Bélgica) y los anglosajones. En Europa oriental, los pueblos germánicos fueron reemplazados por otros, como los eslavos y los magiares, aunque luego tuvieron otra fase de expansión.

Las migraciones de los pueblos germánicos se extendieron por toda Europa durante la Antigüedad tardía y la Edad Media.

En cuanto a la religión, hubo una mezcla de elementos germánicos y romanos. Algunos ya se habían convertido al cristianismo en el siglo IV, siguiendo una corriente llamada arrianismo. Otros mantuvieron sus religiones nórdicas tradicionales. La conversión al catolicismo de suevos, visigodos y francos en el siglo VI fue muy importante para que sus reinos tuvieran éxito. Para el siglo XI, todos los pueblos germánicos, incluyendo los escandinavos, ya eran parte de la cristiandad latina.

Las lenguas germánicas se hicieron dominantes en las fronteras romanas (Austria, Alemania, Países Bajos, Bélgica e Inglaterra). Sin embargo, en el resto de las provincias romanas occidentales, los germanos adoptaron el latín, que se transformó en las diferentes lenguas romances. Hoy en día, las lenguas germánicas se hablan en gran parte del mundo, siendo las más importantes el inglés, el alemán, el neerlandés, el afrikáans (en Sudáfrica y Namibia) y las lenguas escandinavas.

¿Cómo se les llamaba a los pueblos germánicos?

Germano

Los romanos llamaban Germani a los habitantes de una gran región que conocían como Germania, desde la Galia hasta Sarmatia. Julio César fue quien popularizó este nombre en sus escritos alrededor del año 50 a.C. Parece que tomó la palabra de los galos, quienes la usaban para referirse a los pueblos que vivían al otro lado del río Rin. En las lenguas gaélicas, "germano" podría significar "vecino".

Julio César usó el término germani para dos grupos: los germanos que vivían al otro lado del Rin (la "Germania Magna" o bárbara) y un grupo de pueblos en el noreste de la Galia (la "Germania cisrhenana", donde luego se establecerían las provincias romanas de Germania Superior e Inferior).

Algunos creen que la palabra germani podría venir de una palabra celta que significaba "ruidoso" o de palabras germánicas que significaban "lancero".

Los pueblos germánicos no tenían un nombre único para referirse a sí mismos como un grupo completo. Sin embargo, los romanos a veces usaban el término suevi (suevos) casi como sinónimo de germani. Esta palabra sí tiene un origen germánico y significa "auténtico".

Lo que sí tenían era una palabra para referirse a todos los pueblos que no eran germánicos, a quienes llamaban *walha-. De esta raíz vienen nombres de lugares como Gales y Valonia.

Teutón

Desde el siglo X, en la literatura latina medieval se usó la palabra teutonicus para referirse a todo lo relacionado con el "Reino Teutónico" o "Francia Oriental", que era la parte oriental del antiguo Imperio Carolingio. Originalmente, este término se aplicaba a los teutones, un antiguo pueblo germánico. La Orden Teutónica, por ejemplo, fue una importante orden militar en Europa Oriental.

En español, "teutón" y "teutónico" se usan de forma general para referirse a lo germánico o alemán.

Alemán

En español, portugués y francés, la palabra para referirse a alguien de Alemania (alemán, alemão, allemand) viene del nombre de un pueblo germánico llamado alamanes. Se cree que su nombre significa "todos los hombres" (de all que significa "todo" y mann que significa "hombre").

Tudesco (deutsch)

En alemán, la palabra para "alemán" es deutsch. Esta palabra viene de una antigua raíz germánica, *þiuda-, que significa "pueblo". Esta misma raíz aparece en muchos nombres de personas y en los nombres antiguos de otros pueblos germánicos. El adjetivo derivado, *þiudiskaz ("popular"), se usó más tarde (desde el año 786) para referirse a la theodisca lingua, que significaba "la lengua del pueblo" o "lengua vulgar", en contraste con el latín.

Muchos idiomas modernos usan palabras derivadas de este origen para referirse a Alemania, como el sueco/danés/noruego tysk o el italiano tedesco. En español, "tudesco" es una palabra antigua que ya casi no se usa. En inglés, la palabra Dutch se usa para Holanda (o Países Bajos), mientras que German se usa para Alemania.

Historia de los pueblos germánicos

Las pruebas arqueológicas sugieren que los pueblos germánicos se originaron en Escandinavia y, con el tiempo, se expandieron hacia el sur y el este por Europa Central y Oriental.

Orígenes y contacto con Roma

En la prehistoria, en el norte de Europa, se desarrollaron culturas de cazadores-recolectores y luego culturas neolíticas. En el segundo milenio a.C., surgió la Edad del Bronce nórdica. En el primer milenio a.C., las culturas de la Edad del Hierro, como Jastorf, ya mostraban el paso de lo protoindoeuropeo a lo protogermánico. Un cambio climático más frío alrededor del 850 a.C. provocó migraciones hacia el sur.

Los romanos conocieron a algunos de estos pueblos, como los cimbros y los teutones, cuando estos entraron en Helvecia y la Galia. En el 112 a.C., los cimbros derrotaron a los romanos en la batalla de Noreya. Luego, en el 109 a.C., volvieron a vencer al ejército romano en el sur de la Galia. Sin embargo, los cimbros no invadieron Italia y se dirigieron a Hispania.

En el 103 a.C., los cimbros regresaron a la Galia (expulsados de Hispania por los celtíberos) y se unieron a los teutones para conquistar Roma. Decidieron separarse para reunirse en el valle del Po, lo que fue un error. En el 102 a.C., el cónsul Cayo Mario aniquiló a los teutones en la batalla de Aquae Sextiae. Los cimbros sí llegaron al valle del Po, pero fueron derrotados por los ejércitos unidos de Cayo Mario y Quinto Lutacio Cátulo en la batalla de Vercelas.

La paz con los germanos duró casi cincuenta años, hasta que Julio César comenzó la guerra de las Galias. En el 58 a.C., los suevos cruzaron el Rin y expulsaron a los celtas, quienes pidieron ayuda a los romanos. César los derrotó y los envió de vuelta al este del Rin.

La expansión romana en Germania sufrió una gran derrota en la batalla del bosque de Teutoburgo (año 9 d.C.). Allí, el líder querusco Arminio, al frente de una alianza de pueblos germanos, destruyó tres legiones romanas. Después de esto, los romanos prefirieron una política de contención, creando una frontera fortificada, el Limes Germanicus, a lo largo de los ríos Rin y Danubio.

Los romanos organizaron dos provincias al oeste del Rin: Germania Superior y Germania Inferior. La Germania Magna, al otro lado del Rin y el Danubio, no fue ocupada. A partir de asentamientos indígenas o campamentos romanos, surgieron ciudades importantes como Tréveris, Colonia y Maguncia.

El conocimiento de los romanos sobre los germanos aumentó con el tiempo. Tácito, en el año 98 d.C., escribió su obra Germania, donde describe unos cuarenta pueblos germánicos. Plinio el Viejo y Claudio Ptolomeo también clasificaron y nombraron a muchos de estos pueblos.

Las grandes migraciones

Desde el siglo III, el Imperio romano vivió un periodo de caos y guerras civiles. Las fronteras se debilitaron, permitiendo la entrada de los germanos, que se movían buscando nuevas tierras debido al aumento de su población. En esa época, se estima que había unos 6 millones de germanos, de los cuales unos doscientos mil se desplazaron hacia el Imperio romano.

Las provincias occidentales del Imperio sufrieron una primera ola de invasiones. En Oriente, los godos fueron la principal amenaza. Divididos en ostrogodos y visigodos, entraron al sur del Danubio en los Balcanes. En el año 376, se les permitió entrar, pero al sentirse engañados, saquearon y vencieron al ejército romano en la batalla de Adrianópolis (378). Esto obligó al emperador Teodosio a permitirles asentarse en Tracia (382). Su larga presencia dentro del Imperio les permitió adoptar costumbres romanas, como el cristianismo arriano. Muchos obtuvieron la ciudadanía romana o altos cargos en el ejército, pero la situación siguió siendo conflictiva. En el 410, los visigodos de Alarico I saquearon la propia ciudad de Roma.

El invierno del año 406 permitió a grandes grupos de suevos y vándalos (junto con los alanos, un pueblo no germánico) cruzar el Rin helado. Los emperadores romanos les dieron permiso para entrar, con la idea de que serían colonos y protegerían la frontera. Sin embargo, el poder imperial estaba en decadencia y no podía controlarlos. Los invasores avanzaron sin obstáculos hacia las ricas provincias de Galia e Hispania. Los vándalos incluso cruzaron el estrecho de Gibraltar, tomando las provincias africanas y amenazando las rutas marítimas. El Imperio tuvo que pedir ayuda a los visigodos, los más romanizados, para intentar recuperar el control. Los visigodos se impusieron a los invasores, pero luego se establecieron como un reino independiente (reino de Tolosa, 418).

Una nueva invasión fue liderada por Atila, el rey de los hunos. Después de atacar el Imperio romano de Oriente, se dirigió a Occidente, donde una alianza de romanos y germanos lo venció en la batalla de los Campos Cataláunicos (451).

Tras la caída del imperio de Atila, nuevas oleadas de invasores se asentaron en los territorios que ya solo de nombre eran provincias romanas. Desde mediados del siglo V, anglos, sajones y jutos desembarcaron en Britania, primero como mercenarios y luego como conquistadores. A principios del siglo VI, los francos tomaron las Galias, venciendo a los visigodos en la batalla de Vouillé (507), lo que llevó a los visigodos a Hispania, dando origen al Reino Visigodo de Toledo. En la península itálica, el Imperio había dejado de existir en el 476, cuando los hérulos de Odoacro depusieron al último emperador romano. Su dominio fue corto, ya que fueron atacados por los ostrogodos de Teodorico el Grande, quien los derrotó y asesinó a Odoacro en el 493.

Durante todo el siglo V, el ejército romano y gran parte de la dirección política del Imperio occidental estuvieron en manos de líderes de origen germano, como Estilicón, Aecio y Ricimero.

Los reinos germánicos

Los distintos pueblos germánicos se asentaron en diferentes zonas del antiguo Imperio romano de Occidente, fundando reinos. Al principio, los germanos intentaron mantenerse como una élite social separada de la mayoría de la población local. Con el tiempo, los reinos más estables (visigodos y francos) lograron la unión de ambas comunidades en aspectos religiosos, legales y sociales.

Fueron reinos germánicos importantes desde el siglo V hasta finales del siglo VIII: el Reino Suevo (409-585), el Reino Visigodo de Tolosa (476-507), el Reino Visigodo de Toledo (507-711), el Reino Franco (481-843) y el Reino Ostrogodo (493-553).

La diferencia cultural entre los pueblos germánicos y el Imperio romano era muy grande. Su contacto hizo que los germanos adoptaran muchas costumbres e instituciones romanas, como el Derecho Romano. Este derecho siguió siendo la base del derecho visigodo en el Liber Iudiciorum. Al mismo tiempo, conservaron sus propias leyes y costumbres. Así se formó la cultura que se desarrolló en la Europa medieval y que es la base de la civilización occidental actual.

Cultura, arte y sociedad

Lengua y literatura

La característica más importante de los germanos es su lengua. Aunque las lenguas germánicas antiguas eran parecidas, los germanos no hablaban exactamente la misma variante, sino diferentes dialectos que venían del protogermánico.

No tenían un alfabeto propio para escribir (el rúnico de los escandinavos se usaba solo para fines religiosos), por lo que no hay registros escritos de su historia hasta que se encontraron con los romanos.

La primera traducción parcial de la Biblia al gótico, realizada por el obispo Ulfilas (el Codex Argenteus), es el primer texto escrito en una lengua germánica. Para escribirlo, Ulfilas creó un alfabeto especial.

Arquitectura de los pueblos germánicos

La arquitectura germánica hasta finales del siglo VIII destaca en dos pueblos que estaban más romanizados: los ostrogodos en la península itálica y los visigodos en Hispania. Sus construcciones tienen una fuerte influencia del antiguo Imperio romano.

Ostrogodos

El Mausoleo de Teodorico el Grande es un monumento antiguo en Rávena, Italia, construido en el año 520 d.C.

El Palacio de Teodorico el Grande, también en Rávena, fue construido con dos plantas y tiene un estilo romano. Solo se conserva la primera parte y la fachada. Está diseñado de forma simétrica con arcos y columnas de mármol, que fueron reutilizadas de edificios romanos anteriores. Los ostrogodos restauraron muchos edificios romanos, y gracias a ellos algunos han llegado hasta hoy.

Visigodos

Los visigodos dejaron construcciones religiosas que sobrevivieron a la conquista musulmana de la península ibérica porque estaban lejos de las ciudades. Era común reutilizar las piedras de los edificios visigodos para construir murallas o castillos. Una característica de la arquitectura visigoda es el arco de herradura, que más tarde fue adoptado por los musulmanes.

Algunas iglesias visigodas importantes son: San Pedro de la Nave en El Campillo (Zamora), del siglo VII; Santa María de Melque en San Martín de Montalbán (Toledo); la iglesia de San Juan en Baños de Cerrato (Palencia); y la cripta de San Antolín en la catedral de Palencia. Todas usan el arco de herradura.

En la arquitectura civil visigoda, destaca la ciudad de Recópolis (actualmente en Zorita de los Canes, Guadalajara). Se considera uno de los yacimientos más importantes de la Edad Media, ya que es la única ciudad nueva construida por iniciativa estatal en los inicios de la Alta Edad Media en Europa. Allí se han encontrado restos de un palacio, una basílica visigoda, viviendas y talleres de artesanía.

Orfebrería germánica

Las fíbulas aquiliformes (con forma de águila) eran broches o imperdibles de oro, bronce y vidrio, que se usaban para sujetar la ropa. Destacan las encontradas en Alovera (Guadalajara), de la época visigoda. También se han encontrado fíbulas ostrogodas en Italia.

También se han hallado coronas y cruces votivas de los reyes visigodos de Hispania, descubiertas en el siglo XIX en el Tesoro de Guarrazar, cerca de Toledo. Estas piezas, hechas de oro y piedras preciosas, eran ofrendas de los reyes a Dios y se colgaban sobre el altar de los templos. La corona del rey Recesvinto es muy famosa por su belleza y por tener letras colgantes que forman la frase en latín: "El rey Recesvinto la ofreció". Estas piezas son la muestra más importante del arte visigodo en Hispania.

Otros objetos encontrados incluyen placas y hebillas de cinturón, con decoraciones de pasta de vidrio y piedras preciosas. Algunas tienen incrustaciones de lapislázuli de estilo bizantino. En las tumbas visigodas también se encontraron pulseras, collares de perlas y pendientes con incrustaciones de vidrio de color.

Religión

La mitología nórdica era compartida por la mayoría de los pueblos germánicos. Los rituales funerarios más comunes eran la cremación, que fue reemplazada por el entierro a medida que se cristianizaban.

El contacto con el Imperio romano, que se cristianizó a partir del siglo IV, llevó a la cristianización de los godos y otros pueblos germánicos. Principalmente adoptaron el arrianismo, una forma de cristianismo que fue considerada una herejía. Esta diferencia religiosa intensificó la separación social entre los germanos y la población romana, dificultando incluso los matrimonios mixtos.

La conversión al catolicismo ocurrió primero en el reino de los francos (Clodoveo I, entre 496 y 506), luego en el de los suevos (Carriarico, 560) y finalmente en el de los visigodos (Recaredo, 587).

Los reinos anglosajones de Gran Bretaña se cristianizaron gracias a monjes irlandeses y romanos. Para el siglo XI, incluso los reinos escandinavos ya se habían cristianizado, todos dentro de la cristiandad latina. Los varegos, que formaron los estados rusos, se unieron a la cristiandad oriental.

Organización política y socioeconómica

Además de la lengua y la religión, los pueblos germánicos compartían muchos rasgos sociales y políticos.

Tradicionalmente, se les asociaba con el concepto de "barbarie". También se usaba el término "tribal" para describir su organización política y social.

Los germanos eran pastores y agricultores seminómadas. Sus asentamientos eran aldeas poco duraderas. Antes de las invasiones, no tenían una estructura política que pudiera llamarse Estado. Se regían por formas de liderazgo que se parecían a una monarquía electiva. El rey o "jefe de la tribu" era elegido para funciones militares por una asamblea de guerreros (llamada thing o althing). Esta asamblea era la que realmente tomaba decisiones sobre justicia, paz o guerra. El rey era un "primero entre iguales", y todos los guerreros se consideraban iguales entre sí.

Sin embargo, la riqueza creaba diferencias sociales y económicas. El tesoro, el botín de guerra y el comercio de productos de lujo (como esclavos, caballos, vino, madera, ámbar, telas, cerámica, metales, joyas y armas) aumentaban estas desigualdades. El comercio con Roma incluía la importación de bronce, vidrio, objetos de prestigio y monedas de oro y plata, mientras que los germanos exportaban jabón, pieles, carros y textiles.

Antes de las invasiones, ninguno de los pueblos germánicos tenía leyes escritas. Se regían por costumbres y prácticas de derecho consuetudinario muy similares entre sí.

La organización política era sencilla, pero se hizo más compleja a medida que surgía una nobleza rica, que tenía acceso exclusivo a los puestos de mando y de la que se elegían los reyes. El resto de los hombres libres, que podían llevar armas y formaban parte del ejército, se dedicaban a la agricultura, la ganadería, la caza y otras actividades. La presencia de esclavos variaba según el momento histórico. La situación social de los pueblos conquistados era muy diferente, con algunos en situación de vasallaje o semilibertad.

Las diferentes "tribus" o "pueblos" germanos eran independientes, pero a veces se unían para luchar contra enemigos comunes. También era común que hubiera divisiones y guerras entre facciones.

Algunas tribus, como los francos salios, establecieron relaciones con los romanos, sirviendo ocasionalmente en sus ejércitos. Estas relaciones sentaron las bases del futuro sistema feudal, y los territorios que establecieron fueron el origen de los reinos medievales y los países europeos actuales.

Germanismo y estudios relacionados

Los pueblos germánicos se convirtieron en un tema importante para la historia y para diferentes ideas, tanto positivas (como el germanismo o el pangermanismo) como negativas (como la germanofobia).

Como campo de estudio, el germanismo o los estudios germánicos han sido muy importantes en la creación de ciencias sociales como la filología (el estudio de las lenguas y la literatura) y la antropología (el estudio de las culturas humanas).

Genética de poblaciones

Los estudios de genética de poblaciones sugieren que las migraciones de los pueblos germánicos pueden verse en la distribución actual de un tipo de ADN masculino llamado haplogrupo I1. Se cree que este linaje desciende de un ancestro común que vivió hace entre cuatro mil y seis mil años, probablemente en lo que hoy es Dinamarca. Es importante recordar que la genética de poblaciones debe usarse con cuidado para no caer en ideas simplistas sobre "razas humanas".

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Germanic peoples Facts for Kids

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