Sublevación de Cataluña para niños
Datos para niños Sublevación de Cataluña |
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Parte de guerra franco-española de 1635-1659 y crisis de 1640 | ||||
![]() Batalla de Montjuïc (1641) por Pandolfo Reschi
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Fecha | 7 de junio de 1640-7 de noviembre de 1659 | |||
Lugar | Cataluña (Corona de Aragón) | |||
Resultado | La rebelión catalana es sofocada. Mediante el tratado de los Pirineos España cede a Francia el territorio catalán situado al norte de los Pirineos (el Rosellón) | |||
Cambios territoriales | Felipe IV cede a Francia el Rosellón, el Conflent, el Vallespir y la Alta Cerdaña. | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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La Sublevación de Cataluña, también conocida como la Guerra de los Segadores (en catalán, guerra dels Segadors), fue un conflicto importante que ocurrió en gran parte de Cataluña entre los años 1640 y 1652. Este evento tuvo un impacto duradero, llevando a la firma del Tratado de los Pirineos. Por este tratado, el Rosellón y la mitad del condado de Cerdaña, que eran parte de Cataluña, pasaron a ser territorio de Francia.
La sublevación comenzó con un día de gran agitación en Barcelona, el 7 de junio de 1640, conocido como el Corpus de Sangre. Campesinos y segadores (trabajadores del campo) se levantaron debido a los problemas causados por el ejército real. Este ejército, formado por soldados de diferentes lugares, estaba en Cataluña por la guerra contra Francia. Durante estos eventos, el virrey de Cataluña, el conde de Santa Coloma, perdió la vida.
Los sublevados justificaron su acción diciendo que el ejército real había cometido actos inapropiados. Por ejemplo, acusaron a un grupo de soldados de haber robado e incendiado una iglesia. Sin embargo, algunas personas importantes de la época, como Francisco de Quevedo, dijeron que la rebelión no tenía que ver con la religión. Afirmaron que el conflicto se originó porque los habitantes se negaban a dar alojamiento a los soldados.
Contenido
¿Por qué ocurrió la Sublevación de Cataluña?
La sublevación de Cataluña tuvo varias causas importantes. Una de ellas fue la difícil situación económica de la Monarquía Hispánica a principios del siglo XVII.
La situación de Castilla y la economía real
A principios del siglo XVII, Castilla, que había sido la principal fuente de soldados y dinero para los reyes Carlos I y Felipe II, estaba agotada. Su población había disminuido y su economía estaba en declive. Además, las flotas que traían plata de América llegaban con menos frecuencia y con menos riquezas.
Esta situación afectó mucho los ingresos del rey. La crisis empeoró en 1618 con el inicio de la guerra de los Treinta Años y en 1621, cuando se reanudó la guerra con los Países Bajos. El nuevo rey, Felipe IV, y su principal consejero, el conde-duque de Olivares, tuvieron que enfrentar estos grandes desafíos.
El plan de Olivares: la Unión de Armas
El conde-duque de Olivares tenía un plan para fortalecer la monarquía. Quería que todos los reinos que formaban parte de la Monarquía Hispánica tuvieran las mismas leyes y costumbres, como en Castilla. Su idea era que el rey fuera "Rey de España" de una manera más unificada.
Como este plan llevaría tiempo y el dinero era urgente, Olivares propuso en 1626 un proyecto llamado la Unión de Armas. Este proyecto decía que todos los reinos y territorios de la Monarquía Hispánica debían contribuir con soldados y dinero para la defensa común. Cada territorio aportaría según su población y riqueza. Por ejemplo, Castilla y sus territorios en América aportarían 44.000 soldados, Cataluña 16.000, y así sucesivamente, hasta formar un ejército de 140.000 hombres.
Olivares sabía que sería difícil que los diferentes reinos aceptaran este plan. Cada uno de ellos tenía sus propias leyes y privilegios, llamados fueros, y eran muy protectores de ellos.
La oposición de Cataluña a la Unión de Armas
Mientras que en la corte de Madrid la Unión de Armas fue vista como una gran solución, en otros territorios, como Cataluña, no fue así. Temían que si se aprobaba, tendrían que contribuir regularmente con tropas y dinero, lo que iría en contra de sus fueros.
La oposición de Cataluña se debía a que el cambio propuesto era muy grande. Estos reinos habían disfrutado de mucha autonomía durante mucho tiempo. Además, se les pedía participar en una política que estaba agotando a Castilla, sin haber compartido antes los beneficios.
Las Cortes de 1626 y 1632
Para que la Unión de Armas fuera aprobada, el rey Felipe IV convocó a las Cortes catalanas en Barcelona en 1626. El rey juró respetar las Constituciones catalanas (sus leyes). Sin embargo, los representantes catalanes no quisieron aprobar la Unión de Armas. Estaban más interesados en que se aprobaran sus propias propuestas de nuevas leyes y que se resolvieran sus "greuges" (quejas) contra los funcionarios reales.
Como las reuniones se alargaban sin llegar a un acuerdo sobre la Unión de Armas, el rey Felipe IV se fue de Barcelona en mayo de 1626 sin cerrar las Cortes.
En 1632, Olivares intentó de nuevo que las Cortes catalanas aprobaran la Unión de Armas. Pero estas reuniones duraron aún menos que las anteriores. Hubo problemas de protocolo y las interminables quejas agotaron la paciencia del rey, quien se marchó de nuevo sin clausurarlas. Esto mostró la gran distancia entre el rey y las instituciones de Cataluña.
Además, los virreyes (representantes del rey) tenían dificultades para controlar el bandolerismo (grupos de forajidos) en los caminos. Estos grupos, a menudo formados por campesinos afectados por la crisis, eran a veces apoyados por nobles. Los virreyes intentaron acabar con ellos, lo que generó más tensiones con las instituciones catalanas, que veían esto como una violación de sus derechos.
La guerra llega a Cataluña (1635-1640)
En 1635, Luis XIII de Francia declaró la guerra a Felipe IV. Esto llevó la guerra a Cataluña, ya que estaba en la frontera con Francia. Con la guerra, se hizo más urgente aplicar la Unión de Armas.
Olivares quería reunir un ejército de 40.000 hombres en Cataluña para atacar a Francia desde el sur. Cataluña debía aportar 6.000 hombres a este ejército. En 1638, el conde de Santa Coloma fue nombrado nuevo virrey de Cataluña. Ese mismo año, Pau Claris y Francesc de Tamarit, defensores de las leyes catalanas, entraron a formar parte de la Diputación General de Cataluña.
Pronto surgieron problemas entre el ejército real y la población local por el alojamiento y la comida de las tropas. Había muchas quejas sobre el comportamiento de los soldados, a quienes se acusaba de robos y abusos. Esto llegó a su punto máximo con el saqueo de Palafrugell, lo que provocó protestas de la Diputación del General y del Consejo de Ciento de Barcelona.
Olivares, que necesitaba dinero y soldados, estaba cansado de la situación en Cataluña. En febrero de 1640, le escribió al virrey Santa Coloma que Cataluña debía defenderse y alojar al ejército, sin importar lo que dijeran sus leyes.
Así, a lo largo de 1640, el virrey Santa Coloma, siguiendo las órdenes de Olivares, tomó medidas más duras contra quienes se negaban a alojar a las tropas. Incluso se tomaron represalias contra pueblos que no habían recibido bien a los soldados, siendo algunos saqueados e incendiados. El diputado Tamarit fue arrestado. Los enfrentamientos entre campesinos y soldados aumentaron, hasta que se produjo una rebelión general en la región de Gerona que se extendió por casi toda Cataluña.
Otro problema fue que en 1638 la Diputación del General se negó a enviar tropas catalanas para ayudar en el Sitio de Fuenterrabía. Mientras tanto, la nobleza y la burguesía catalanas no estaban contentas con el virrey. Los campesinos odiaban a los soldados por los daños a sus cosechas y los problemas causados por el alojamiento forzoso. Incluso el clero (sacerdotes) criticaba a los soldados.
La Guerra dels Segadors: el inicio de la sublevación
El Corpus de Sangre
En mayo de 1640, campesinos de la zona de Gerona atacaron a los soldados que estaban alojados en sus pueblos. A finales de ese mes, los campesinos llegaron a Barcelona, y en junio se les unieron los segadores.
El 7 de junio de 1640, día de la fiesta del Corpus Christi, los rebeldes, junto con los segadores que habían llegado a la ciudad para trabajar en la cosecha, entraron en Barcelona. La rebelión estalló. Los sublevados atacaron a los funcionarios reales y a los castellanos. El propio virrey intentó escapar, pero fue asesinado en una playa de Barcelona. Este día, conocido como el Corpus de Sangre, marcó el inicio de la sublevación de Cataluña.
La situación tomó por sorpresa a Olivares, ya que la mayoría de sus ejércitos estaban en otros lugares. El descontento contra los soldados y los funcionarios reales se extendió a los nobles y ricos de las ciudades. Ni siquiera la Diputación del General podía controlar a los rebeldes, quienes lograron tomar el puerto de Tortosa.
De 1640 a 1652: la guerra y la alianza con Francia
Pau Claris, al frente de la Diputación del General, impulsó la idea de poner a Cataluña bajo la protección de Francia. Sin embargo, la revuelta también se salió del control de los líderes catalanes. La sublevación se convirtió en un conflicto de campesinos empobrecidos contra la nobleza y los ricos de las ciudades, quienes también fueron atacados. Los líderes catalanes se encontraron entre la autoridad del rey y el radicalismo de sus propios súbditos más pobres.
Al ver que no podían controlar la revuelta, los gobernantes catalanes se aliaron con el enemigo de Felipe IV: Luis XIII. El cardenal Richelieu, principal ministro de Francia, no perdió la oportunidad de debilitar a la Corona española. Olivares comenzó a preparar un ejército para recuperar Cataluña en 1640. En septiembre, la Diputación catalana pidió ayuda militar a Francia.
En octubre de 1640, se permitió a los barcos franceses usar los puertos catalanes, y Cataluña aceptó pagar un ejército francés inicial de tres mil hombres. En noviembre, un ejército de unos veinte mil soldados recuperó Tortosa para Felipe IV. Este ejército cometió abusos contra los prisioneros, lo que hizo que los catalanes se resistieran aún más. Cuando el ejército de Felipe IV se acercaba a Barcelona, estalló una nueva revuelta popular el 24 de diciembre. Ante esto, Pau Claris decidió pactar una alianza con Francia contra Felipe IV.
El 16 de enero de 1641, la Junta de Brazos (una especie de Cortes sin el rey) aceptó la propuesta de Pau Claris de poner a Cataluña bajo la protección del rey de Francia, formando un gobierno republicano. Al día siguiente, el Consejo de Ciento (gobierno de Barcelona) también lo aceptó. Sin embargo, esta república catalana fue una solución temporal para negociar con Madrid ante la amenaza francesa. Finalmente, el 23 de enero, Pau Claris propuso que el rey de Francia, Luis XIII, fuera reconocido como el nuevo conde de Barcelona, lo cual fue aceptado. Días después, el 26 de enero, un ejército franco-catalán defendió Barcelona con éxito. El ejército de Felipe IV se retiró y no regresaría hasta diez años después. Poco después de esta victoria, Pau Claris falleció.
Cataluña se convirtió en el campo de batalla de la guerra entre Francia y España. Irónicamente, los catalanes sufrieron lo que habían intentado evitar: pagar un ejército y ceder parte de su administración a un poder extranjero, en este caso, el francés. La política francesa en Cataluña se centró en la estrategia militar y en atacar también los territorios de Aragón y Valencia.
Luis XIII nombró un virrey francés y llenó la administración catalana con personas a favor de Francia. El costo del ejército francés para Cataluña era cada vez mayor, y se comportaba como un ejército de ocupación. Los comerciantes franceses empezaron a competir con los locales, favorecidos por el gobierno francés, lo que convirtió a Cataluña en un nuevo mercado para Francia. Todo esto, junto con la guerra, la inflación y las enfermedades, llevó a un creciente descontento en la población. Se dieron cuenta de que su situación había empeorado con Luis XIII en comparación con Felipe IV.
En 1642, el ejército francés de Luis XIII conquistó el Rosellón, Monzón (en Aragón) y Lérida. Un año después, Felipe IV recuperó Monzón y al año siguiente Lérida, donde el rey juró respetar las leyes catalanas. En 1648, con el Tratado de Westfalia y la retirada de los Países Bajos de la guerra, Francia empezó a perder interés en Cataluña.
Felipe IV, consciente del descontento catalán con la ocupación francesa, decidió atacar. En 1651, un ejército dirigido por Juan José de Austria comenzó el asedio de Barcelona. El ejército franco-catalán en Barcelona se rindió en 1652. Se reconoció a Felipe IV como soberano y a Juan José de Austria como virrey en Cataluña. Sin embargo, Francia mantuvo el control del Rosellón. Felipe IV, por su parte, prometió respetar las leyes catalanas. Esto llevó a la firma del Tratado de los Pirineos en 1659.
Esta inestabilidad interna y su resultado final fueron perjudiciales para España, pero mucho más para Cataluña. Francia aprovechó la oportunidad para obtener grandes beneficios con un costo muy bajo. Como resultado, Francia obtuvo el control definitivo de importantes territorios al norte de los Pirineos que antes pertenecían a España.
Véase también
En inglés: Reapers' War Facts for Kids