Marrano (judeoconverso) para niños
El término marrano se usaba para referirse a los judeoconversos en los antiguos reinos cristianos de la Península ibérica. Estas eran personas de origen judío que se habían convertido al cristianismo, pero que, en secreto, seguían practicando algunas de sus costumbres y creencias judías. A esta práctica oculta se le llama criptojudaísmo.
Los rabinos (maestros religiosos judíos) justificaron que los judíos fingieran convertirse a otra religión si su vida estaba en peligro. Les permitían no seguir las prácticas que pudieran delatarlos, siempre y cuando mantuvieran su fe en su corazón.
Entre los siglos XV y XVII, la palabra marrano se usó mucho y de forma peyorativa (ofensiva) para llamar a todos los judeoconversos y a sus descendientes. Implicaba que su cristianismo no era sincero.
La palabra marrano viene del verbo "marrar", que significa "fallar" o "equivocarse". Se refería a los conversos que no seguían bien la fe católica, ya sea por no cumplir sus reglas o por seguir prácticas judías en privado. Con el tiempo, la palabra se volvió ofensiva, indicando a alguien que traiciona o engaña. No tiene relación con el animal "marrano" (cerdo) en su origen, aunque se usó para insultar a los conversos al relacionarlos con un animal considerado impuro.
Hoy en día, el término marrano es usado por los historiadores en varios idiomas como el inglés, francés, italiano y alemán.
El investigador Israël Salvator Révah describió al marrano como "un católico sin fe y un judío sin saber, aunque un judío por voluntad".
Contenido
¿De dónde viene la palabra "marrano"?
La palabra "marrano" tiene un origen muy debatido. Algunos creen que viene del árabe muḥarram, que significa "cosa prohibida", y que se usaba para referirse al cerdo, cuya carne está prohibida para judíos y musulmanes. Esta palabra se usó primero para el animal y luego, de forma hiriente, para los cristianos nuevos, quizás porque ellos no comían carne de cerdo.
Otros historiadores, como Joseph Pérez, piensan que es más probable que venga del verbo "marrar", que significa "fallar" o "equivocarse". Esto se referiría a los judíos que no se convertían de forma sincera.
Al principio, el término "marrano" se usaba tanto para los conversos del judaísmo como del islam. Pero con el tiempo, a los conversos del islam se les llamó moriscos, y la palabra "marrano" se usó solo para los judeoconversos.
Otros nombres relacionados
El término "marrano" está relacionado con otros nombres que se usaban en esa época:
Cristianos nuevos
Los judíos que se convertían al cristianismo y sus descendientes eran llamados "conversos" o "cristianos nuevos". Este término también se aplicaba a los conversos del islam. Aunque hoy parece menos ofensivo que "marrano", en su momento tenía un carácter discriminatorio.
Judaizantes
Los judeoconversos que "judaizaban" eran aquellos que practicaban en secreto la Ley judía o ritos y creencias del judaísmo. A esto se le llama cripto-judaísmo (judaísmo secreto). La Inquisición española tiene muchos documentos sobre lo que significaba "judaizar" y las prácticas de los judaizantes.
Sefardíes
Los sefardíes son los descendientes de los judíos españoles que mantuvieron su fe y tuvieron que irse de España en 1492, debido al edicto de Granada. Se dispersaron por Europa y el Mediterráneo. Eran judíos, no cristianos. Algunos marranos que salieron de España o Portugal se unieron a estas comunidades y volvieron a practicar abiertamente el judaísmo.
Chuetas
En Mallorca, la comunidad judeoconversa local tuvo una historia particular y se les llamó "chuetas" (xuetes en mallorquín).
Anusim
Los judíos sefardíes prefieren la palabra hebrea anusim, que significa "forzados", o benei anusim, "hijos de anusim". Este término se usa para los conversos que fueron obligados a dejar el judaísmo contra su voluntad.
Las conversiones
Desde los ataques a las juderías en 1391, y por el aumento del prejuicio contra los judíos en los reinos cristianos, muchos judíos se convirtieron. Muchas de estas conversiones fueron forzadas o se hicieron para evitar persecuciones. Las conversiones aumentaron mucho con la expulsión de los judíos de España en 1492.
La comunidad judeoconversa, que llegó a ser bastante influyente, fue vista con desconfianza por los cristianos viejos. Esto llevó a medidas de discriminación legal, como los "estatutos de limpieza de sangre", que exigían demostrar que no se tenían antepasados judíos. Desde 1478, la Inquisición española y luego la portuguesa, investigaron la fe de los conversos, acusándolos a menudo de judaizar.
Tipos de marranos
Desde el punto de vista religioso judío, se pueden identificar tres grupos de marranos, según cuánto mantenían las prácticas cristianas por fuera y cuánto conservaban del judaísmo en privado. Esta clasificación no incluye a los conversos que aceptaron su nueva fe y practicaron el cristianismo sinceramente, aunque a veces también fueran acusados falsamente de judaizar.
Indiferentes u oportunistas
Eran aquellos que no sentían apego por el judaísmo y eran indiferentes a la religión en general. La conversión les dio la oportunidad de mejorar su situación y obtener beneficios como cristianos. No tenían problema en simular ser cristianos y se burlaban de los judíos. Algunos poetas de la época se asocian a esta categoría.
Conversos solo por fuera
Estos, después de ser bautizados, mantenían las prácticas cristianas por fuera y limitaban las judías, aunque a veces iban en secreto a la sinagoga. Había familias importantes en Aragón que se encontraban en esta situación.
Conversos solo por obligación
Eran los cristianos nuevos que, cuando tuvieron la oportunidad de salir de España, afirmaron su fe judía. Mientras estaban en España, mantenían las prácticas judías en secreto. No llevaban a sus hijos a bautizar voluntariamente, y si eran obligados, al volver a casa les lavaban las partes donde había tocado el agua del bautismo. Mantenían las costumbres de comida judías, celebraban la Pascua judía y llevaban aceite a la sinagoga. Fingían que no les gustaba el pan con levadura para poder comer pan sin levadura todo el año y así no levantar sospechas durante la Pascua. En las fiestas en que debían tocar el shofar, salían de la ciudad para no ser oídos. Era común que se denunciara a marranos por desangrar animales en sus casas según el ritual judío, o por circuncidar a sus hijos.
En Sevilla, un inquisidor le mostró a un corregidor lo extendida que estaba esta situación: "si deseáis daros cuenta de la cantidad de marranos,... subamos a lo alto de esta torre. ... Por más frío que sea el tiempo, no veréis humo alguno elevarse de aquellas habitaciones, pues es sábado. Y, durante este día, no se permite a los judíos tocar el fuego para encender".
Los marranos después de la expulsión de 1492
El edicto de Granada de 1492, que obligaba a los judíos a salir de España si no se convertían, no afectó a los marranos, sino que incluso aumentó su número.
Judíos expulsados a Portugal
Los judíos que fueron a Portugal fueron obligados, en 1493, a separarse de sus hijos. Algunos fueron deportados a la Isla de Santo Tomé y convertidos en esclavos. Más tarde, el rey Manuel I de Portugal los liberó, pero bajo presión de los Reyes Católicos, emitió decretos de expulsión para todos los judíos que no quisieran convertirse.
En 1497, se ordenó llevar a Lisboa a todos los hijos de judíos no convertidos de entre cuatro y catorce años. Allí se les informó a los padres que sus hijos serían separados de ellos para siempre y adoptados por familias cristianas. Algunas familias se convirtieron, mientras que a otras les quitaron a sus hijos por la fuerza. Algunos padres lograron esconder a sus hijos, y en algunos casos, prefirieron quitarles la vida ellos mismos. A partir de entonces, solo podían quedar judeoconversos en Portugal.
Su nueva condición no significó que fueran aceptados socialmente. La naturaleza forzada de muchas conversiones los hacía sospechosos de judaizar, y se les seguía llamando "cristianos nuevos" y "marranos", lo que mostraba su discriminación. En 1506, hubo una matanza de cinco mil conversos en Lisboa. En 1536, se estableció la Inquisición portuguesa, que ejecutó a muchas personas y condenó a miles más. Gran parte de la comunidad de marranos portugueses se fue a otros lugares como las Antillas, Brasil, Salónica, Constantinopla, Marruecos, Francia, y especialmente a Ámsterdam, donde hoy se conserva mucha información sobre estos hechos en el Museo Histórico JHM. En la ciudad portuguesa de Belmonte, una comunidad marrana muy estricta y aislada persistió hasta tiempos modernos, cuando comenzaron a celebrar públicamente el culto judío en una sinagoga.
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La novia judía, de Rembrandt.
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Interior de la sinagoga portuguesa de Ámsterdam, de Emanuel de Witte, ca. 1680.
Marranos en la Monarquía Hispánica
La Inquisición española actuó rápidamente contra los judaizantes después de 1492. En las décadas siguientes, fueron sus principales víctimas. Sin embargo, entre 1530 y 1540, los casos de judaizantes juzgados por la Inquisición casi desaparecieron. Incluso la Inquisición se encargó de evitar que se llamara "judío" a un enemigo, ya que la persona afectada podía pedir al Santo Oficio que demostrara que no tenía antepasados judíos para limpiar su honor.
Pero la situación cambió con la llegada a Castilla de muchos judeoconversos "portugueses" (que en realidad eran judíos castellanos que habían ido a Portugal en 1492 y fueron obligados a convertirse en 1497). Esto ocurrió especialmente después de que Felipe II uniera el reino de Portugal a la Monarquía Hispánica en 1580. La Inquisición portuguesa intensificó la persecución de los que judaizaban. Muchos de estos judeoconversos portugueses eran marranos, porque la Inquisición no se había establecido en Portugal hasta cincuenta años después de que fueran obligados a bautizarse, lo que les permitió seguir practicando la fe judía más o menos abiertamente. Por eso, la Inquisición española comenzó a actuar contra ellos.
La Monarquía necesitaba a los marranos portugueses porque algunos de ellos eran grandes financieros que podían prestar dinero a la Hacienda real, que tenía problemas económicos. El Conde-Duque de Olivares, consejero principal de Felipe IV, protegió a los banqueros y comerciantes marranos portugueses, especialmente después de la bancarrota del Estado en 1626.
Se decía que Olivares incluso había negociado con judíos descendientes de los expulsados en 1492 que vivían en el norte de África y Oriente Próximo para que regresaran a España con garantías de seguridad.
Las redes de marranos sefardíes se habían extendido por Europa y Oriente Próximo, con su centro en Ámsterdam. Estas redes se basaban en negocios, creencias religiosas compartidas y lazos familiares. Gracias a ellas, un marrano que llegaba a una ciudad desconocida podía contactar rápidamente con otros marranos que le ayudaban y, a menudo, le daban la oportunidad de practicar el judaísmo.
Según Joseph Pérez, estas redes organizadas de solidaridad entre los judíos sefardíes dieron origen al mito de una conspiración judía mundial. Uno de los primeros en difundir esta idea fue el escritor Francisco de Quevedo, quien sentía un gran rechazo hacia los judíos. En su obra Sueños, Quevedo describió una supuesta reunión secreta en Salónica entre judíos de toda Europa y los Monopantos (cristianos dispuestos a colaborar con ellos para acabar con el mundo cristiano).
Pero la política de Olivares no pudo impedir que la Inquisición actuara, sobre todo en Madrid. En 1629, cuatro judeoconversos portugueses fueron condenados en un auto de fe presidido por Felipe IV. En 1633, aparecieron carteles en las calles de Madrid proclamando la superioridad de la religión judía. La Inquisición procesó a algunos banqueros portugueses por judaizantes.
Después de la caída de Olivares en 1640, la Inquisición pudo actuar libremente y detuvo a casi todos los banqueros portugueses. La persecución se extendió a toda la comunidad de judeoconversos portugueses. Muchos escaparon al norte de Europa, especialmente a las Provincias Unidas de los Países Bajos y a Ámsterdam, donde pudieron volver a la fe judía sin ser perseguidos.
Los chuetas mallorquines
A finales del siglo XVII, hubo un último caso de persecución de judeoconversos: los chuetas de Mallorca. Se trataba de una comunidad descendiente de judeoconversos que, en 1675, se descubrió que muchos de sus miembros judaizaban en secreto desde hacía más de un siglo. Ese año, un joven de 19 años fue ejecutado en la hoguera, y en los cuatro años siguientes, cientos de personas fueron detenidas y sus bienes confiscados. En 1679, se celebraron cinco autos de fe en Mallorca con muchas ejecuciones. Nueve años después, algunos chuetas organizaron una revuelta que fracasó, lo que llevó a más autos de fe en 1691, con más ejecuciones. La discriminación contra los chuetas continuó durante el siglo XIX.
Marranos en América
La colonización de América fue una oportunidad para muchos cristianos nuevos (incluidos los marranos) de alejarse de un lugar donde eran discriminados. Sin embargo, tuvieron que evitar limitaciones legales. Un ejemplo es Luis de Carvajal y de la Cueva, quien formó una comunidad "marrana" en Monterrey (Nuevo Reino de León), que fue duramente reprimida. Otros casos ocurrieron en Cartagena de Indias y en otras partes de América.
El primer judeoconverso ejecutado por judaizante en América parece haber sido Juan Muñoz, quien fue ejecutado en Cuba en 1518.
Los descendientes de los cristianos nuevos, aunque hayan perdido casi toda su identidad judía, pueden ser identificados hoy en día mediante análisis genéticos y estudios de árboles genealógicos, que han reconocido muchos apellidos familiares de origen judeoconverso.
Véase también
En inglés: Marrano Facts for Kids
- Cristiano nuevo
- Cripto-judaísmo
- Diáspora sefardí
- Estatutos de limpieza de sangre
- Inquisición
Galería de imágenes
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Marranos. Séder de Pésaj secreto en España en la época de la Inquisición. Pintura de historia del artista ruso-judío Moshe Maimon, 1893.