Reyes Católicos para niños
Los Reyes Católicos fue el nombre que se les dio a los esposos Isabel I de Castilla (1451-1504) y Fernando II de Aragón (1452-1516). Ellos fueron los monarcas de la Corona de Castilla y de la Corona de Aragón, respectivamente. Su matrimonio unió sus reinos y marcó el comienzo de la formación territorial de España. Isabel y Fernando fueron los primeros reyes de Castilla y Aragón en ser llamados «reyes de España».
Isabel subió al trono de Castilla en 1474. Se proclamó reina después de la muerte de su hermano, el rey Enrique IV de Castilla. Esto causó una guerra (1475-1479) contra los que apoyaban a la princesa Juana, hija del rey Enrique. En 1479, Fernando heredó el trono de Aragón cuando murió su padre, el rey Juan II de Aragón. Isabel y Fernando gobernaron juntos hasta la muerte de ella en 1504. Después, Fernando fue solo rey de la Corona de Aragón. Castilla pasó a su hija Juana y al esposo de ella, Felipe de Habsburgo. Sin embargo, Fernando no dejó de controlar Castilla. Cuando Felipe murió en 1506, Juana fue declarada incapaz. Fernando logró ser nombrado regente del reino hasta su muerte en 1516.
Los historiadores españoles ven el reinado de los Reyes Católicos como el paso de la Edad Media a la Edad Moderna. Con su matrimonio, las dos coronas se unieron temporalmente bajo la dinastía de los Trastámara, dando origen a la Corona de España. Con el apoyo de las ciudades y la pequeña nobleza, establecieron una monarquía fuerte. Conquistaron el Reino nazarí de Granada, el Reino de Navarra, las Canarias, Melilla y otras plazas africanas. Así lograron unir bajo una sola corona casi todos los territorios que hoy forman España. Esta unión fue personal, lo que significa que los territorios compartían un rey, pero mantenían sus propias leyes e instituciones. Los reyes establecieron una política exterior común. Esta se basó en matrimonios con otras familias reales de Europa.
Además, la conquista de América, desde 1492, dio inicio al Imperio español. Este evento cambió profundamente la historia mundial.
Contenido
- Conflicto por el trono en Castilla: el matrimonio de Isabel y Fernando
- Unión de reinos y gobierno conjunto
- Política interior
- Política religiosa
- Política exterior
- Muerte de Isabel y crisis por el trono en Castilla (1504-1506); regencia de Fernando el Católico (1507-1516)
- Lugar de descanso
- Debate histórico: ¿nació entonces el estado-nación de España?
- Filmografía
- Véase también
Conflicto por el trono en Castilla: el matrimonio de Isabel y Fernando
Al nacer, la infanta Isabel no era la heredera del trono de Castilla. Tampoco lo era su futuro esposo Fernando del trono de la Corona de Aragón. Isabel era hija de Juan II de Castilla. El heredero era su hermanastro Enrique IV de Castilla, quien sucedió a su padre en 1454. Fernando se convirtió en heredero de Aragón después de la muerte de su hermanastro Carlos de Viana en 1461.
Isabel vivió lejos de la corte, al igual que su hermano menor Alfonso. En 1462, el rey Enrique IV los llamó poco antes del nacimiento de Juana, hija de su segundo matrimonio. Isabel fue la madrina de Juana. Pero en 1465, la alta nobleza castellana, liderada por Juan Pacheco y Alfonso Carrillo de Acuña, impulsó al infante Alfonso a reclamar el trono. No reconocían a Juana como heredera. Aunque el rey ofreció casar a Juana con Alfonso, los nobles proclamaron rey a Alfonso en la «farsa de Ávila». Cuando Alfonso murió en 1468, ofrecieron el trono a Isabel. Ella no aceptó, pero sí reclamó ser la «princesa… legítima heredera», lo que significaba que no reconocía a Juana.

El 19 de septiembre de 1468, Isabel y el rey Enrique IV llegaron a un acuerdo en Guisando. El rey reconoció que no estaba legalmente casado con Juana de Portugal. Por lo tanto, su hija no tenía derechos al trono. Al mismo tiempo, Enrique IV declaró a Isabel su heredera y ordenó que se le jurara como tal.
El acuerdo de Guisando incluía que Isabel se casara. La nobleza intentó imponerle un esposo, pero Isabel no aceptó. Negoció en secreto su matrimonio con su primo segundo Fernando, heredero del trono de Aragón. Esta unión le daría un fuerte apoyo exterior. El padre de Fernando, Juan II de Aragón, también deseaba esta unión para fortalecer la influencia de su familia en Castilla.

El 7 de marzo de 1469, se firmaron las capitulaciones matrimoniales en Cervera. Estas garantizaban a Isabel el pleno ejercicio de su futuro poder. También le aseguraban la ayuda necesaria para acceder al trono. La boda se celebró siete meses después, el 19 de octubre, en el palacio de los Vivero de Valladolid. Fernando llegó de incógnito. El arzobispo Carrillo, que lo protegía, presentó una bula papal para permitir el matrimonio entre primos. Esta bula era falsa, pero la auténtica llegó dos años después, en diciembre de 1471.
Cuando Enrique IV supo del matrimonio de Isabel sin su consentimiento, dudó en anular el acuerdo de Guisando. Pero en octubre de 1470, presionado por el marqués de Villena, lo hizo. Volvió a reconocer a su hija Juana como heredera al trono de Castilla. Isabel se mantuvo firme en lo acordado en Guisando. Fue entonces cuando sus partidarios difundieron el rumor de que Juana era solo «hija de la reina», apodándola «la Beltraneja».
Poco a poco, la nobleza castellana se inclinó por Isabel. El apoyo de la casa de Mendoza fue clave. El 4 de octubre de 1474, murió Pedro Pacheco, marqués de Villena. El 11 de diciembre, falleció el rey Enrique IV sin dejar testamento. Dos días después, Isabel fue proclamada reina de Castilla en Segovia. Al mes siguiente, Isabel y Fernando firmaron la Concordia de Segovia. En ella se regulaban los poderes de cada uno en el gobierno de Castilla. Pero una parte de la nobleza siguió apoyando a Juana, lo que inició la guerra civil.
Guerra Civil (1475-1479)
En marzo de 1475, el rey de Portugal Alfonso V apoyó a Juana. Anunció que se casaría con su sobrina Juana. Esta decisión se tomó por motivos familiares y políticos, ya que el rey portugués veía con preocupación la unión entre Castilla y Aragón. Poco después, Alfonso V se casó con Juana en Plasencia. Allí mismo, Juana fue proclamada reina de Castilla. Luego, el rey portugués tomó Toro y el castillo de Burgos. Mientras tanto, Alfonso V se alió con Luis XI de Francia.
La guerra se inclinó a favor de Isabel. El 1 de marzo de 1476, Fernando derrotó al ejército de Alfonso V en la batalla de Toro. En los meses siguientes, se rechazaron los ataques de Luis XI contra Fuenterrabía. También en el ámbito político, las Cortes de Castilla juraron como heredera a la princesa Isabel, hija de Isabel y Fernando.
En enero de 1477, Luis XI abandonó su alianza con Alfonso V. En Lisboa, la oposición a la guerra con Castilla crecía. En Castilla, solo quedaba un foco de apoyo a Juana en Extremadura, que Fernando sofocó en febrero de 1479. Un mes antes, había muerto Juan II de Aragón, por lo que Fernando se hizo cargo de su herencia. Se iniciaron negociaciones de paz con Portugal. Estas culminaron con la firma del Tratado de Alcaçovas el 4 de septiembre de 1479. Alfonso V renunció a sus pretensiones al trono castellano. A cambio, Portugal obtuvo el derecho exclusivo de navegación al sur del cabo Bojador. Las Islas Canarias quedaron bajo soberanía castellana. Para sellar la paz, se pactó el matrimonio de la infanta castellana Isabel con el infante portugués Alfonso. A Juana, la hija de Enrique IV, se le dio la opción de casarse en el futuro con el príncipe Juan, hijo de Fernando e Isabel, o ingresar en un convento portugués. Juana eligió el convento.
Entre octubre de 1479 y mayo de 1480, se celebraron Cortes de Castilla en Toledo. Se juró al príncipe Juan como el nuevo heredero. Se aprobaron muchas medidas para el reino. Sin embargo, aún quedaba Galicia por pacificar. La actuación del nuevo gobernador en 1480 logró restablecer el orden. Los reyes visitaron Galicia en 1486 para consolidar la paz.
Unión de reinos y gobierno conjunto
Unión de reinos

La unión de las Coronas de Castilla y de Aragón por el matrimonio de Isabel y Fernando fue una unión dinástica. Esto significa que los territorios estaban asociados por la unión personal de sus reyes. Había una política exterior común, pero cada Estado mantenía sus propias leyes e instituciones. Las conquistas se atribuían a uno u otro Estado. Por ejemplo, las Indias, Granada y Navarra se incorporaron a Castilla. Nápoles se incorporó a Aragón.
En esta monarquía, se mantuvieron los vínculos específicos de cada parte. Los castellanos tenían las mismas leyes y sistema fiscal. Pero en la Corona de Aragón, los habitantes de cada reino (Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca, Sicilia y Cerdeña) conservaban su propia identidad y eran considerados "extranjeros" entre sí. Lo mismo ocurrió con el reino de Navarra después de su incorporación a Castilla en 1515. Los reyes insistieron en que los cargos públicos fueran ocupados por "naturales" de cada reino.
Esta unión personal casi se rompe en 1509. Tras la muerte de Isabel, Fernando se casó con Germana de Foix. Ella dio a luz a un hijo varón, Juan, que murió a las pocas horas. Si hubiera sobrevivido, habría heredado los estados de la Corona de Aragón. Esto habría separado la unión con Castilla, que tenía su propio heredero, Carlos. Finalmente, Carlos se convirtió en soberano de ambas coronas en 1516, cuando Fernando falleció sin más hijos con su segunda esposa.
Unión desigual
En esta unión, la Corona de Castilla fue claramente la más importante. Era mucho más grande (64,3% del territorio peninsular) y tenía más población (entre cuatro y cuatro millones y medio de habitantes, frente a un millón en Aragón). También por razones políticas y económicas. Los Reyes Católicos usaron Castilla como base principal para fortalecer su autoridad. Castilla estaba en plena expansión económica en la segunda mitad del siglo XV.
Los historiadores concluyen que Castilla estaba a la vanguardia. Esto tuvo consecuencias, ya que las nuevas estructuras del Estado estuvieron muy marcadas por la primacía de Castilla. Castilla se convirtió en el centro de dirección y toma de decisiones. Esto causó problemas en la forma de gobernar, debido a las diferentes identidades de cada reino.
Gobierno conjunto
La posición de Fernando en Castilla se reguló en las Capitulaciones de Cervera de 1469. Fernando se comprometía a respetar las libertades de las ciudades y la Iglesia. No podía ordenar nada sin la firma de Isabel. Tampoco podía dar cargos o mercedes, ya que esto era solo de Isabel. Además, no podía salir de Castilla ni iniciar guerras sin el consentimiento de su esposa.

La regulación final se estableció en la Concordia de Segovia el 15 de enero de 1475. Todos los documentos oficiales llevarían el nombre del rey y la reina, con el nombre del rey primero. Las fortalezas se darían a nombre de la reina. Las rentas de Castilla se usarían de común acuerdo. Las mercedes y cargos serían concesión solo de la reina. La justicia recaería en ambos si estaban juntos, o en cualquiera si estaban separados. Isabel seguía siendo la única reina de Castilla legalmente. Pero Fernando recibió amplios poderes que le daban autoridad en Castilla.
Los poderes de Fernando en Castilla fueron ampliados por Isabel en abril de 1475, al inicio de la guerra civil. Ella le delegó poderes extraordinarios, igualándolo en capacidad de gobierno.
No parece que Isabel tuviera poderes similares en la Corona de Aragón. Fernando la nombró corregente y lugarteniente general, pero estas eran delegaciones temporales de poder. Isabel actuó más como mediadora o consejera. Fernando era el "señor y pariente mayor" de la Casa de Trastámara, a la que también pertenecía Isabel.
Títulos, símbolos y emblemas
El cronista Hernando del Pulgar dijo que tenían «una voluntad que moraba en dos cuerpos». Por eso, las iniciales de sus nombres y sus símbolos (el yugo de Fernando y las flechas de Isabel) aparecían en monedas y documentos. También se usaba la frase "el rey y la reina". Sin embargo, el lema Tanto monta era solo de Fernando. Se refería a la leyenda del nudo gordiano de Alejandro Magno.

Isabel y Fernando no se llamaron a sí mismos «reyes de España», aunque en el extranjero a menudo se les conocía así. En la Concordia de Segovia se acordó que el nombre de Fernando iría antes que el de Isabel, pero las armas y títulos de ella irían primero. Antes de la conquista de Granada, su título era largo e incluía todos sus reinos.
En los documentos de Aragón, a menudo solo aparecía el nombre de Fernando. En las monedas de Castilla, aparecían los bustos de ambos reyes. En las de Aragón, solía figurar solo el busto de Fernando.
El águila de San Juan como soporte del escudo fue usado primero por Isabel en 1473. Luego se incorporó a las armas combinadas de ambos.
Título de «Reyes Católicos»
La idea de dar a Fernando e Isabel el título de «Reyes Católicos» vino de Enrique Enríquez de Quiñones, tío de Fernando. El papa de origen valenciano Alejandro VI concedió oficialmente el título de «Reyes Católicos de las Españas» a Fernando e Isabel en la bula Si convenit, el 19 de diciembre de 1496.
La bula se redactó después de un debate en el colegio cardenalicio. Se enumeraron los méritos de los reyes para recibir un título que nadie más había tenido. El papado basó su decisión en seis razones: las virtudes personales de los reyes, la unificación y pacificación de sus reinos, la reconquista de Granada, la expulsión de los judíos en 1492, la liberación de los Estados Pontificios y el reino de Nápoles de la invasión francesa, y sus esfuerzos por llevar la guerra a los no cristianos en África.
El título de "Reyes Católicos" tuvo un significado importante en ese momento. Se relacionó con sus triunfos en Italia y el Mediterráneo, en contraste con el rey de Francia, que era llamado "Rey Cristianísimo".
La concesión del título causó protestas del embajador francés, que lo veía incompatible con el título de su rey. También protestó el embajador de Portugal, porque el término «las Españas» incluía a su país.
Política interior
La política de los Reyes Católicos buscaba asegurar que su autoridad fuera indiscutible. Creían que la monarquía era la mejor forma de garantizar la justicia, la paz y el orden social. Querían que el rey estuviera por encima de todos los súbditos. Lo lograron en la Corona de Castilla, donde el poder del rey no estaba limitado por las instituciones. No tanto en la Corona de Aragón, donde Fernando tuvo que negociar con las Cortes y las Diputaciones de cada Estado.
Corona de Castilla

La primera prioridad de Isabel y Fernando fue fortalecer su autoridad y asegurar la paz social después de la guerra civil. Para ello, contaron con la Santa Hermandad, fundada en abril de 1476. Esta institución ayudó en su victoria. Cada municipio debía pagar un impuesto para mantener jueces y patrullas. Aunque se pensó como temporal, la Santa Hermandad participó en la conquista de Granada. En 1498, se suprimieron sus órganos centrales, quedando solo las patrullas locales para combatir el bandidaje. La Santa Hermandad fue un apoyo valioso para los reyes al inicio de su reinado.
El siguiente paso fue restablecer la autoridad del Estado. Reorganizaron las instituciones existentes y crearon nuevas. La Real Audiencia y Chancillería se estableció en Valladolid. En 1494, se creó otra en Ciudad Real, luego trasladada a Granada, con jurisdicción sobre el reino recién conquistado. El Consejo Real, el consejo privado del rey, fue reformado. Estaba presidido por un obispo e integrado por caballeros y juristas. Los nobles de alto rango podían asistir, pero sin poder real. Así, el Consejo Real se convirtió en el órgano supremo de gobierno. Los secretarios reales, que preparaban las sesiones, ganaron importancia. Otro elemento clave fue la compilación de las ordenanzas reales, que facilitó la aplicación de la justicia. Finalmente, el ejército se convirtió en una fuerza permanente, especialmente a partir de 1495.

A nivel local, extendieron la institución de los corregidores a todas las ciudades. Los corregidores tenían amplios poderes. Ninguna decisión del consejo municipal era válida sin su aprobación. Su autoridad no se limitaba a la ciudad, sino a todo el distrito. Eran elegidos por su competencia y lealtad, entre juristas o miembros de la pequeña nobleza. Los corregidores fueron los agentes más eficaces de la Corona para restablecer la autoridad del Estado.
Al principio, los reyes convocaron las Cortes de Castilla para que aprobaran sus políticas. Pero luego pasaron casi veinte años sin celebrar ninguna. Los reyes evitaron convocarlas para que no se convirtieran en una institución demasiado poderosa. No necesitaban hacerlo, salvo para aprobar nuevos impuestos o jurar al heredero. Esto se debía a que los impuestos indirectos aseguraban ingresos regulares a la Corona. Además, los corregidores controlaban la elección de los procuradores, asegurando que las Cortes no se opusieran a los deseos de los reyes.
En cuanto a la nobleza, el primer objetivo fue recuperar las rentas y tierras que habían tomado de la Corona durante la crisis. Esto ayudaría a sanear la Hacienda real y reducir su poder. Los reyes lo lograron, aunque con discusiones y concesiones. Sin embargo, esta política no buscaba destruir a la alta nobleza, sino quitarle influencia política. Se les privó del derecho a voto en el Consejo Real. Además, los maestrazgos de las Órdenes militares pasaron al rey Fernando. La nobleza conservó y aumentó su riqueza territorial. Las Leyes de Toro de 1505 les garantizaron sus propiedades a perpetuidad.
El mismo objetivo de fortalecer la autoridad del Estado guio la política hacia el alto clero. Los reyes exigieron al Papa intervenir en la designación de los obispos, lo que lograron. También obtuvieron el Patronato regio para los nuevos territorios (Canarias, Granada y las Indias). Así, se aseguraron de que los obispados fueran ocupados por personas de Castilla, excluyendo a miembros de la alta nobleza. En su lugar, propusieron juristas de buena moral. Los Reyes Católicos encontraron en un clero bien elegido aliados y colaboradores. También apoyaron la reforma de las órdenes religiosas para elevar su nivel intelectual y moral.
Corona de Aragón
La Corona de Aragón mantuvo sus propias leyes e instituciones. Sin embargo, se introdujeron tres novedades importantes: el Consejo de Aragón (creado en 1494), el sistema de virreyes debido a las largas ausencias de Fernando, y las Reales Audiencias en cada Estado. Una cuarta novedad fue la introducción de la Inquisición.
La política de Fernando el Católico en la Corona de Aragón buscaba la supremacía de la realeza, al igual que en Castilla. Pero las estructuras políticas no permitieron una acción idéntica en todos sus reinos.
- Reino de Aragón
Fue el estado de la Corona de Aragón donde menos avanzó el poder real. La nobleza aragonesa mantuvo su poder sobre los campesinos. No hubo un movimiento similar al de los campesinos catalanes. La oposición de la nobleza a perder privilegios se vio cuando Fernando intentó introducir la Santa Hermandad en Aragón y fracasó.
- Principado de Cataluña
En el Principado de Cataluña, la llegada de Fernando al trono generó grandes expectativas. Se esperaba una nueva era de mejora.
Las bases de esta mejora se establecieron en las Cortes de Barcelona de 1480-1481. Se resolvió la cuestión de las restituciones de bienes incautados durante la guerra civil. Se aprobó la constitución Poch valdria, que reafirmó el pactismo como sistema de gobierno para Cataluña.

Las Cortes de Barcelona también abordaron la cuestión remensa (campesinos). La Constitución Com per lo senyor rey favoreció a los señores. La respuesta del movimiento remensa, liderado por Pere Joan Sala, llevó a la segunda guerra remensa (1484). Fernando adoptó una solución de compromiso en la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486). Los malos usos (abusos señoriales) fueron eliminados mediante un pago, y los campesinos obtuvieron libertades. Sin embargo, la Sentencia Arbitral de Guadalupe no satisfizo a todos. Un campesino intentó acabar con la vida de Fernando el Católico en diciembre de 1492.
En cuanto a las ciudades, el programa de Fernando contó con el apoyo de la nobleza urbana, especialmente la de Barcelona. El rey les concedió el control del Consell de Cent.
- Reino de Valencia
Fue el estado de la Corona de Aragón más controlado por el rey Fernando. Esto le permitió aprovechar el auge económico del reino. La ciudad de Valencia prestó grandes sumas a la monarquía para financiar su expansión. Fernando no modificó la influencia de la Corona en el nombramiento de los seis jurats de la ciudad. Esto le permitía controlar la Generalitat y las Corts.
- Reino de Mallorca
Fernando el Católico intentó una regeneración como en Cataluña, pero fracasó. Los sectores privilegiados se opusieron, al igual que en el reino de Aragón.
Política religiosa
La política religiosa de los Reyes Católicos buscaba la «unidad de fe». Creían que solo la homogeneidad religiosa garantizaría la cohesión social. Los reyes ejercieron un papel importante en la dirección de la Iglesia. Seleccionaron a la mayoría de sus miembros y buscaron controlar las conciencias a través de la Inquisición.
Creación de la Inquisición

La Inquisición fue la única institución con autoridad en todos los reinos de España. En 1488, se creó el Consejo de la Suprema Inquisición. Tenía jurisdicción sobre Castilla y Aragón. Este Consejo Supremo creó instrucciones generales para regular los procedimientos. Fue un tribunal religioso al servicio del Estado monárquico. Sirvió como instrumento de cohesión ideológica y para fortalecer el poder real.
- Corona de Castilla
En 1474, cuando Isabel subió al trono, el criptojudaísmo (judíos que practicaban su fe en secreto tras convertirse al cristianismo) no se castigaba. Cuando Isabel y Fernando decidieron enfrentar el «problema converso», pidieron al papa Sixto IV que les autorizara a nombrar inquisidores. El papa lo concedió en 1478.
En 1480, los reyes nombraron a los dos primeros inquisidores para Sevilla. Comenzaron a actuar inmediatamente, arrestando a muchos sospechosos. El 6 de febrero de 1481, organizaron el primer auto de fe, donde seis personas fueron quemadas. La severidad de los inquisidores causó quejas al papa. Pero el rey Fernando no aceptó cambios. En 1483, el papa nombró a Tomás de Torquemada inquisidor general. A partir de entonces, él nombraría a los inquisidores.
- Corona de Aragón
Tras acceder al trono de la Corona de Aragón (1479), Fernando pidió permiso al papa para nombrar inquisidores. El rey Fernando decidió imponer la nueva Inquisición. En 1481, destituyó a los inquisidores que dependían de los obispos y nombró a otros. Esto causó un conflicto con Roma, pero el papa cedió. En 1483, nombró a Torquemada inquisidor general también para la Corona de Aragón. Así, la Inquisición española quedó unida bajo un solo mando.
A diferencia de Castilla, donde la oposición a la Inquisición fue poca, en Aragón hubo una fuerte resistencia. Las instituciones alegaron que violaba sus leyes. El rey Fernando respondió que las leyes no podían invocarse cuando la defensa de la fe estaba en juego. Finalmente, la impuso con amenazas.
El hecho de mayor impacto fue el asesinato del inquisidor Pedro Arbués en la catedral de Zaragoza en 1485. Fue perpetrado por un grupo de conversos aragoneses. El horror por el crimen fue usado por el rey Fernando para vencer la resistencia a la Inquisición.
Expulsión de los judíos (1492)
En las Cortes de Castilla de 1476, Isabel y Fernando recordaron que debían cumplirse las leyes sobre los judíos. Cuatro años después, en las Cortes de Toledo de 1480, decidieron ir más lejos. Obligaron a los judíos a vivir en barrios separados, de donde solo podían salir de día. Así, las juderías se convirtieron en guetos.
A petición de los inquisidores, los reyes tomaron otra dura decisión en 1483: expulsar a los judíos de Andalucía. Los inquisidores los convencieron de que no acabarían con el criptojudaísmo si los conversos seguían en contacto con los judíos. Nueve años después, extendieron la expulsión al resto de Castilla y Aragón. El 31 de marzo de 1492, firmaron el decreto de expulsión. Se dio un plazo de cuatro meses para que los judíos abandonaran sus dominios. Podrían vender sus bienes y llevarse el dinero en letras de cambio o mercancías.

Aunque el edicto no mencionaba la conversión, esta era una alternativa implícita. Muchos judíos se bautizaron, especialmente los ricos y cultos. Los que decidieron no convertirse tuvieron que malvender sus bienes.
El decreto explicaba que el motivo de la expulsión era que los judíos incitaban a los conversos a volver a su antigua religión.
Los historiadores han debatido si hubo otros motivos. Se acepta que la expulsión se enmarca en el contexto europeo. Los Reyes Católicos fueron los últimos soberanos de grandes Estados europeos en decretar la expulsión. El objetivo era lograr la unidad de fe en sus Estados. Con la expulsión, se puso fin a la presencia de comunidades religiosas distintas en la Europa cristiana. Los reyes pensaron que la expulsión animaría a los judíos a convertirse, pero muchos prefirieron irse.
El número de judíos expulsados es debatido. Las cifras varían entre 45.000 y 350.000. Investigaciones recientes lo sitúan en torno a 50.000, considerando los que regresaron.
La mayoría de los judíos expulsados, llamados sefardíes, se instalaron en el norte de África o países cercanos. Muchos tuvieron que emigrar de nuevo. Los que fueron al reino de Fez sufrieron maltratos. Los que tuvieron mejor suerte fueron los que se instalaron en el Imperio otomano. El sultán Bayaceto II ordenó que fueran bien acogidos.
Política exterior

Bajo los Reyes Católicos, España se convirtió en una potencia europea y mundial. Expulsó al Islam de la península, se enfrentó a Francia en Italia y descubrió un nuevo mundo. En todos los ámbitos, desde la técnica militar hasta la diplomacia y la expansión colonial, el reinado de los Reyes Católicos preparó el Siglo de Oro y la preponderancia española en Europa.
La política exterior de los Reyes Católicos siguió las orientaciones de la Corona de Aragón, con Francia como principal adversario. Fernando el Católico tuvo un papel central en este ámbito.
Una herramienta clave de su política exterior fue la política matrimonial. Buscaba la alianza con Portugal y una coalición contra Francia. Casaron a su primogénita Isabel con Alfonso de Portugal. Cuando este murió, Isabel se casó con Manuel I de Portugal. Después de la muerte de Isabel, su tercera hija, María, se casó con Manuel de Portugal. El príncipe de Asturias Juan se casó con Margarita de Austria, hija del emperador Maximiliano I de Habsburgo. También casaron a Juana con Felipe de Austria, otro hijo de Maximiliano. Esta unión mantuvo los lazos con la Casa de Austria, enemigos de Francia. Además, Catalina, la hija menor, se casó con el príncipe heredero de Inglaterra, Arturo Tudor, y luego con su hermano, el rey Enrique VIII, otro enemigo de Francia.
Conquista de Granada

El reino nazarí de Granada era el último estado musulmán en la península. Había sobrevivido pagando tributos a los reyes castellanos. Las hostilidades en la frontera eran constantes. Todo cambió en 1482, cuando los Reyes Católicos decidieron defender Alhama, una fortaleza estratégica. Esto inició la larga Guerra de Granada. El objetivo era completar la unificación del territorio y eliminar la amenaza musulmana.
Las primeras campañas no tuvieron éxito. Pero en la segunda, Abdallah «Boabdil», hijo y rival del sultán Mouley Abdulhassan, fue capturado. Boabdil fue liberado a cambio de que continuara la guerra contra su padre, debilitando el reino nazarí. Esto permitió a los castellanos tomar Ronda en 1485. Al año siguiente, las divisiones internas del reino nazarí empeoraron. Boabdil buscó el apoyo de los Reyes Católicos, quienes le ayudaron a combatir a su tío, el nuevo sultán.
Después de Ronda, se tomaron Loja (1486), Vélez Málaga (1487) y Málaga (1487). El sitio de Baza en 1489 fue el más largo y duro. La ciudad se rindió en diciembre. Luego, «el Zagal» capituló y entregó Guadix y Almería. En ese momento, solo quedaba Boabdil en Granada. Los Reyes Católicos establecieron su cuartel general en Santa Fe en 1491. Seis meses después, Boabdil se rindió. Los Reyes Católicos entraron en Granada el 2 de enero de 1492.
Las condiciones de la rendición garantizaban la conservación de bienes, leyes y autoridades islámicas. También permitían la emigración libre. Las élites dirigentes se marcharon, incluido Boabdil. La mayoría de la población decidió quedarse.
Una clave de la victoria fue la formación de un poderoso ejército, financiado con impuestos y préstamos. Otra clave fue presentar la guerra como una cruzada, con el apoyo total de la Iglesia.
La población musulmana (los «mudéjares») quedó bajo el dominio cristiano. Los monarcas encargaron a fray Hernando de Talavera convertirlos al cristianismo. Él usó métodos persuasivos. Pero en 1499, fue reemplazado por fray Francisco Jiménez de Cisneros, quien usó métodos más duros. Esto provocó una revuelta en el barrio del Albaicín, que fue sofocada. Muchos se vieron obligados a convertirse. La represión causó otro levantamiento en las Alpujarras. En 1501, los Reyes Católicos decidieron que los musulmanes que no se convirtieran debían exiliarse. Pocos se fueron, y surgió una nueva minoría de «cristianos nuevos», los «moriscos». Su expulsión final sería cien años después.
Conquista de las islas Canarias
En 1402, el rey Enrique III de Castilla concedió al noble Jean de Bethencourt el privilegio sobre las Islas Canarias. Bethencourt conquistó Lanzarote, Fuerteventura y parte de El Hierro. Más tarde, los linajes sevillanos de Las Casas y Peraza se hicieron con el señorío.
En 1479, Alfonso V de Portugal y los Reyes Católicos firmaron el Tratado de Alcaçobas. Castilla obtuvo la soberanía de las Canarias. A cambio, renunció a las tierras al sur del cabo Bojador. Isabel y Fernando reclamaron para la Corona las «islas mayores» aún sin conquistar (Gran Canaria, Tenerife y La Palma).
La conquista de las tres «islas mayores» no fue directa de la Corona, pero esta fijó las condiciones. La primera capitulación, para Gran Canaria, se acordó en 1477. En 1478, Juan Rejón estableció la primera ciudad castellana, el «Real de Las Palmas». Entre 1481 y 1483, Pedro de Vera logró vencer a los aborígenes canarios. En abril de 1483, concluyó la conquista de Gran Canaria.
La conquista de La Palma y Tenerife no comenzó hasta diez años después. Fue obra de Alonso Fernández de Lugo. Entre 1492 y 1493, ocupó La Palma. La conquista de Tenerife fue más difícil. En 1494, sufrió una derrota en la batalla de Acentejo. Volvió un año y medio después mejor preparado y derrotó a los guanches en la batalla de Agüere y en la Segunda batalla de Acentejo. En mayo de 1496, los menceyes (reyes) guanches capitularon.
La población aborigen se redujo drásticamente por la conquista, enfermedades y cambios en su vida. Los supervivientes se mezclaron con los colonos de la península. Las Islas Canarias se integraron en la Corona de Castilla.
Expansión atlántica: las «Indias»
Castilla y Portugal competían en las exploraciones atlánticas. Tenían los medios (carabelas, técnicas de navegación) y navegantes experimentados. Pero el Tratado de Alcaçovas de 1479 había cerrado a los castellanos la ruta por el oeste para llegar a las «Indias».
En 1485, Cristóbal Colón, un marino de Génova, llegó a Castilla. Presentó a los Reyes Católicos su proyecto de llegar a las Indias (Catay y Cipango) por el oeste. El rey Juan II de Portugal lo había rechazado. Un comité de expertos castellanos también lo rechazó. Pero siete años después, tras la conquista de Granada, los monarcas decidieron apoyar el proyecto. En Santa Fe, el 17 de abril de 1492, se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe. Colón fue nombrado almirante, virrey y gobernador general de las tierras que descubriera. También se le otorgó la décima parte de las riquezas. La Corona financió gran parte de la expedición.
Las razones de los reyes para apoyar a Colón fueron complejas. Incluían la búsqueda de oro y riquezas, la curiosidad intelectual, el gusto por la aventura y el deseo de conquistar nuevas tierras para el Evangelio.

El 3 de agosto de 1492, Colón partió del Puerto de Palos con La Pinta, La Niña y la Santa María. El 12 de octubre, llegó a la isla de Guanahaní, en las Bahamas. Durante tres meses, exploró islas, convencido de que estaba en Asia. A la actual Cuba la llamó Juana, y a la actual isla de Santo Domingo, La Española. En enero de 1493, las dos carabelas regresaron. Colón fue recibido por los Reyes Católicos en Barcelona.

Los Reyes Católicos obtuvieron del papa Alejandro VI bulas que les daban el dominio sobre las tierras descubiertas. Estas bulas alejandrinas fijaban el derecho exclusivo de Castilla a navegar y conquistar al oeste de una línea de demarcación. El rey de Portugal Juan II no estuvo de acuerdo. Las negociaciones llevaron a la firma del Tratado de Tordesillas en junio de 1494. La línea de demarcación se movió más al oeste. Las tierras al este serían para Portugal, y las del oeste para Castilla.

Mientras se negociaba el Tratado de Tordesillas, Colón inició un segundo viaje en 1493. Esta vez con una gran flota para colonizar las islas. Pero fue un fracaso, ya que no encontró ni Cipango ni Catay, y el oro no era tan abundante. Solo en el tercer viaje (1498), Colón encontró "tierra firme" en la península de Paria. Pero tampoco era Asia. A partir de 1499, los Reyes Católicos autorizaron a otros navegantes a explorar. Américo Vespucio escribió en 1504 que lo descubierto era un Mundus Novus. En 1507, Martin Waldseemüller le dio el nombre de «América».

La situación en La Española empeoró. Los colonos se quejaban de los abusos de Colón y sus hermanos. Los Reyes Católicos enviaron a Francisco de Bobadilla como nuevo gobernador. Él arrestó a Colón y lo envió preso a Castilla. Colón no recuperó sus funciones de gobierno. A Bobadilla le sucedió Nicolás de Ovando, quien impulsó la colonización de la isla.
En 1504, los Reyes Católicos renunciaron a la participación directa en el negocio de las «Indias». Concedieron licencias a sus súbditos para comerciar, reservándose el 20% del oro (el quinto real) y otros impuestos. Para esto, establecieron la Casa de Contratación en Sevilla en 1503. Esta institución monopolizó el comercio con las Indias y controló la emigración de colonos.
Para las poblaciones indígenas, la conquista fue una catástrofe. Pocos años después de la llegada de Colón, casi todas las 300.000 personas de las Antillas habían muerto. Esto se debió principalmente a enfermedades europeas y a los malos tratos y trabajos forzados.
El Magreb: conquista de Melilla (1497)

La conquista de Granada fue vista como un primer paso para recuperar Jerusalén. Pero el interés inmediato era enfrentar la amenaza de los sultanatos del norte de África. Durante la guerra de Granada, se impidió el paso de fuerzas musulmanas por el estrecho de Gibraltar. Después de la conquista, los Reyes Católicos decidieron ocupar plazas fortificadas en la costa norteafricana para vigilar y controlar el territorio.
Para legitimar su política, obtuvieron del papa Alejandro VI la bula Ineffabilis (1495). Esta les daba el dominio de las tierras que conquistaran en África. Dos años después, una flota del duque de Medina Sidonia tomó Melilla en nombre de la Corona. Melilla no estaba bajo la autoridad de ningún emir, lo que facilitó su conservación.
Conquista de Nápoles
En 1442, Alfonso V de Aragón había tomado el reino de Nápoles. Pero antes de morir en 1458, lo cedió a su hijo ilegítimo Ferrante. El resto de los territorios de la Corona de Aragón pasaron a su hermano Juan II de Aragón, padre de Fernando el Católico. Cuando Fernando subió al trono aragonés en 1479, apoyó a su primo. Sin embargo, en 1493, aceptó la oferta del rey francés Carlos VIII de devolverle los condados de Rosellón y Cerdaña. A cambio, no se opondría a sus derechos sobre Nápoles.
En 1494, murió Ferrante. El papa Alejandro VI reconoció a su hijo Alfonso II como rey. Carlos VIII decidió imponer sus derechos por la fuerza. En 1495, se apoderó del reino con poco esfuerzo. Ferrante II buscó refugio en el reino de Sicilia, que pertenecía a los Reyes Católicos.
Fernando decidió intervenir para reponer a Ferrante II en el trono. En marzo de 1495, formó una Liga Santa con el papa, Milán, Venecia y el emperador Maximiliano I de Habsburgo. Enviaron tropas al mando de Gonzalo Fernández de Córdoba, el «Gran Capitán». A principios de julio de 1496, lograron expulsar a los franceses de Nápoles. La guerra se prolongó un año más.

En octubre de 1496, murió Ferrante II. Le sucedió su tío Fadrique, pero no fue reconocido por los Reyes Católicos ni por Carlos VIII. En 1498, se firmó el Tratado de Marcoussis entre los Reyes Católicos y el nuevo rey de Francia Luis XII. Se puso fin a la guerra y se previó un arbitraje sobre los derechos de Nápoles.

Después de tomar el ducado de Milán en 1499, Luis XII firmó el Tratado de Chambord-Granada con los Reyes Católicos en 1500. Se repartieron el reino de Nápoles.
La ocupación de Nápoles se produjo en 1501. Pero pronto surgieron problemas por la división de los nobles napolitanos y las dificultades para delimitar el territorio. Las hostilidades se generalizaron en 1502. El «Gran Capitán» Gonzalo Fernández de Córdoba derrotó a las tropas francesas en la decisiva batalla de Ceriñola (1503).

El «Gran Capitán» entró en Nápoles el 16 de mayo de 1503. El ejército francés se retiró. En diciembre, Fernández de Córdoba obtuvo otra gran victoria en la batalla del Garellano. El 1 de enero de 1504, entró en Gaeta. Las tropas francesas abandonaron el reino de Nápoles, que fue incorporado a la Corona de Aragón. El «Gran Capitán» se hizo cargo del gobierno del reino.
Muerte de Isabel y crisis por el trono en Castilla (1504-1506); regencia de Fernando el Católico (1507-1516)
Lucha por el gobierno de Castilla entre Fernando el Católico y Felipe de Habsburgo (1504-1506)

La reina Isabel murió el 26 de noviembre de 1504. En su testamento, Isabel designó a Fernando gobernador de Castilla. Esto sería mientras su hija Juana estuviera ausente o si no podía gobernar. Fernando comunicó la noticia de su muerte con gran tristeza.
Fernando convocó las Cortes de Castilla en Toro en 1505. Estas lo reconocieron como gobernador de Castilla, dada la incapacidad de Juana. Fernando deseaba que su nieto Carlos fuera criado en Castilla.
Pero Felipe de Habsburgo, esposo de Juana, tenía otros planes. Quería gobernar Castilla. Contaba con el apoyo del rey de Francia Luis XII y de una parte de la alta nobleza castellana. Felipe exigió posponer cualquier decisión hasta que él y Juana viajaran a Castilla.

Fernando el Católico hizo una "maniobra de gran estilo". Llegó a un acuerdo con Luis XII de Francia para quitarle el apoyo a Felipe. El segundo tratado de Blois, firmado en 1505, establecía que Fernando se casaría con Germana de Foix, sobrina de Luis XII. El hijo que naciera de este matrimonio heredaría el reino de Nápoles. A cambio, Luis XII apoyaría el gobierno de Fernando en Castilla.
La maniobra de Fernando funcionó. En noviembre de 1505, se firmó la Concordia de Salamanca. Felipe reconoció a Fernando como gobernador perpetuo de Castilla. Pero el apoyo nobiliario a Felipe siguió creciendo. A finales de 1505, Felipe viajó a Castilla con la reina Juana. Desembarcaron en La Coruña en abril de 1506. Fernando tuvo que aceptar las condiciones de su yerno en la Concordia de Villafáfila. Fernando renunció al gobierno de Castilla y se marchó a sus estados de Aragón y Nápoles. Castilla y Aragón parecían reinos separados.
Fernando expresó su amargura y sus preocupaciones por Castilla tras su partida.
Gobierno de Felipe de Habsburgo (1506)
Las Cortes de Castilla se negaron a declarar la incapacidad perpetua de Juana. Solo reconocieron el gobierno de su esposo, Felipe de Habsburgo, mientras durara la incapacidad de Juana. También reconocieron a Carlos como heredero. Las Cortes se quejaron de los abusos de las autoridades, el gasto excesivo de la Corte de Felipe y su preferencia por dar cargos a sus seguidores. Todo cambió el 25 de septiembre de 1506: Felipe de Habsburgo falleció en Burgos.
Tras la muerte de Felipe, se formó una junta de gobierno en Castilla, presidida por el arzobispo Cisneros. Pidieron a Fernando el Católico que regresara. Pero Fernando dio prioridad a su reconocimiento como soberano de Nápoles. Mientras tanto, Juana se negó a convocar Cortes y anuló las mercedes concedidas desde la muerte de su madre. Sin embargo, pronto entró en un nuevo período de "desvarío". Algunos nobles aprovecharon la situación para saldar viejas cuentas. Todo esto se agravó por una epidemia de peste en 1507.
Regencia de Fernando el Católico (1507-1516)

Fernando regresó a Castilla en agosto de 1507. Durante su estancia en Nápoles, se ocupó de los acuerdos con Luis XII. Sustituyó al «Gran Capitán» Gonzalo Fernández de Córdoba como virrey de Nápoles. Como compensación, le dio un nuevo título y una pensión. Fernando no logró que el papa Julio II lo invistiera como rey de Nápoles. Durante su viaje de vuelta, se entrevistó con Luis XII en Savona.

A finales de agosto de 1507, Fernando se reunió con su hija Juana. Ella seguía sin separarse del féretro de su marido. Juana, que mantuvo el título de reina de Castilla, se retiró a Arcos de la Llana. En 1509, por orden de su padre, fue recluida en Tordesillas, donde permaneció hasta su muerte en 1555.
Al llegar a Burgos, Fernando se hizo cargo del gobierno de Castilla. Recuperó sus poderes y se impuso a los grandes nobles que habían apoyado a Felipe de Habsburgo. No les confiscó sus bienes, pero reafirmó la supremacía de la autoridad real.
El 3 de mayo de 1509, nació y murió el hijo varón de Fernando y Germana de Foix. Si hubiera sobrevivido, habría heredado los estados de Aragón, rompiendo la unión con Castilla. Ante esta posibilidad, el emperador Maximiliano I de Habsburgo firmó la Concordia de Blois en diciembre. Renunció a cualquier pretensión de regencia en Castilla y reconoció a Fernando como regente.
Mientras tanto, Fernando el Católico reanudó la expansión por la costa del norte de África. En 1505, se tomó Mazalquivir. En 1508, Pedro Navarro ocupó el Peñón de Vélez de la Gomera. En 1509, conquistó Orán, seguida de Bugía y Trípoli en 1510. Pero en agosto de ese año, ocurrió el «desastre de los Gelves». Después de este fracaso, no hubo más expediciones para ocupar plazas en el norte de África.
En 1510, el papa Julio II cambió de política. Temía el predominio de Luis XII en el norte de Italia. Se acercó a Fernando y lo invistió como rey de Nápoles. Esto rompió el acuerdo entre Luis XII y Fernando. Luis XII respondió en 1511 convocando el «Concilio de Pisa» para deponer a Julio II. Julio II respondió formando la Liga Santa con el Papado, Venecia y Fernando el Católico. Las hostilidades de la Guerra de la Liga Santa comenzaron con la victoria de Luis XII en la batalla de Rávena. Pero su general murió, lo que fue decisivo para el destino de Navarra.
Desde 1483, reinaba en Navarra Catalina de Foix. En 1484, se casó con Juan de Albret. El tío de Catalina, Gastón de Foix, reclamaba sus derechos al trono navarro. En abril de 1512, murió en la batalla de Rávena, al servicio de Luis XII de Francia.
La muerte de Gastón de Foix significó que sus derechos sobre Navarra pasaron a su hermana Germana de Foix, y a través de ella a Fernando el Católico. Luis XII ofreció una alianza a los reyes navarros Catalina y Juan Albret.
Mientras tanto, Fernando el Católico reunió las Cortes de Castilla en Burgos y acumuló tropas en la frontera con Navarra. También su yerno Enrique VIII de Inglaterra concentraba su infantería. Fernando solicitó al papa Julio II bulas que legitimaran la ocupación de Navarra si Catalina y Juan de Albret se aliaban con Luis XII.
El 17 de julio de 1512, Catalina y Juan de Albret firmaron el Tratado de Blois con Luis XII. Dos días después, Fernando el Católico ordenó al duque de Alba invadir Navarra. En poco tiempo, ocupó Pamplona y el resto del reino de Navarra sin apenas resistencia. Fernando el Católico adoptó el título provisional de «depositario de la corona de Navarra». El papa Julio II excomulgó a Catalina y Juan de Albret. Un mes después, Fernando ya se titulaba rey de Navarra.
En octubre de 1512, Catalina y Juan de Albret lanzaron una contraofensiva con apoyo francés. Estuvieron a punto de recuperar Pamplona, pero fueron obligados a retirarse. En febrero de 1513, Luis XII acordó una tregua con Fernando. Un mes antes, un representante del Rey Católico juró ante las Cortes de Navarra observar los «fueros, leyes y privilegios». Solo la Tierra de Ultrapuertos, al otro lado de los Pirineos, quedó bajo la soberanía de Catalina y Juan de Albret.
Fernando decidió en junio de 1515 integrar el reino de Navarra en la Corona de Castilla, conservando sus leyes e instituciones. Las Cortes de Castilla en Burgos lo ratificaron. La razón principal fue que la incorporación a Castilla era más rápida y menos problemática.
Muerte de Fernando y regencias del cardenal Cisneros en Castilla y del arzobispo de Zaragoza en Aragón (1516-1517)

Fernando el Católico murió el 23 de enero de 1516 en Madrigalejo. La «gobernación» de Castilla pasó al cardenal Cisneros. La de Aragón pasó al arzobispo de Zaragoza Alfonso de Aragón, hijo natural de Fernando. Esto sería hasta que el heredero Carlos cumpliera los veinte años, según el testamento de Isabel la Católica. Pero Carlos no esperó. El 14 de marzo de 1516, con dieciséis años, fue proclamado rey en Bruselas. Esta decisión fue ilegal, pero Cisneros y el Consejo Real la aceptaron para no complicar la situación política de Castilla.
Lugar de descanso

Los restos de los Reyes Católicos descansan en la capilla Real de Granada. Este lugar fue elegido por ellos mismos.
Debate histórico: ¿nació entonces el estado-nación de España?
Según Antonio Domínguez Ortiz, el reinado de los Reyes Católicos fue un cambio decisivo para España. La unión política fue una simple unión personal. Tuvo consecuencias importantes para Castilla y Aragón, tanto en política internacional como interior. Sin embargo, la unión política fue menos sólida de lo que se piensa. Las instituciones de ambos reinos no se modificaron. La frontera entre ellos seguía teniendo aduanas. Los castellanos eran legalmente extranjeros en Aragón y viceversa. Las Cortes seguían reuniéndose por separado. La moneda y las leyes eran distintas. La única institución común fue la Inquisición.
Los extranjeros ya veían el conjunto de los pueblos peninsulares como un todo (la Nación Hispana). Ahora los veían luchar juntos en Europa. Esto no significa que el concepto de unidad española viniera de fuera. Aunque la unidad administrativa interna fue muy lenta, los pueblos hispanos sintieron que participaban en un destino común. La primera empresa común fue la lucha contra portugueses y franceses. La segunda fue la conquista de Granada.
Según Joseph Pérez, los Reyes Católicos iniciaron la creación de la nación española, pero la labor se interrumpió con ellos. Carlos V y Felipe II descuidaron la política interior. No intentaron unir a los pueblos de la Península para formar una nación. Las glorias fueron castellanas, pero la decadencia fue de toda España. Sin embargo, Pérez también dice que es un error decir que los Reyes Católicos fundaron la unidad nacional. Lo que comenzó en 1474 y 1479 fue una simple unión personal. Las dos coronas seguían siendo independientes. Las conquistas comunes se integraban en una u otra corona. Por eso, es mejor hablar de una doble monarquía.
Miguel Ángel Ladero Quesada considera que el reinado de los Reyes Católicos fue clave para el paso de España como realidad histórica a España como Estado-nación. Allí comenzó el Estado moderno español, pero no apareció de repente un Estado nacional unitario. Dos reinos históricos, Navarra y Portugal, quedaron fuera. Además, las diferencias legales y político-administrativas continuaron. Esto hizo más complejo el nacimiento de una conciencia nacional unitaria. A finales del siglo XV, solo comenzaba un largo proceso para transformar España en un Estado-nación.
Luis Suárez Fernández afirma que España era una unidad preexistente. La monarquía de los Reyes Católicos fue la primera forma de Estado en España. No es correcto llamar a Fernando e Isabel creadores de la unidad política española. Se puede hablar de una Unión de Reinos para formar una sola Monarquía. Fernando e Isabel nunca se titularon Reyes de España. La Monarquía contribuyó a crear la conciencia de una comunidad política única.
Rafael Narbona Vizcaíno destaca que Isabel y Fernando nunca usaron un nombre unitario para sus dominios. La unión dinástica no produjo una fusión. Cada corona mantuvo sus propias formas de gobierno. La antigua idea de recuperar el control peninsular seguía incompleta a finales del siglo XV.
Eduardo Manzano Moreno señala que los soberanos de otros países usaban la expresión "Fernando Rey e Isabel Reina de las Hispanias". Pero en los propios reinos, un proyecto de unidad política era impensable. Castilla y Aragón tenían leyes e instituciones propias. La unión dinástica fue un cúmulo de circunstancias inesperadas. Nadie sabía cómo evolucionaría el matrimonio. El resultado inesperado fue que los reinos de Castilla y Aragón pasaron a ser gobernados por un extranjero, Carlos, que no sabía las lenguas de la península.
Filmografía
Cine
Año | Película | Director |
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1945 | La carabela de la ilusión | Benito Perojo |
1948 | Locura de amor | Juan de Orduña |
1951 | Alba de América | Juan de Orduña |
1949 | Christophe Colomb | David MacDonald |
1976 | La espada negra | Francisco Rovira Beleta |
1982 | Cristóbal Colón, de oficio... descubridor | Mariano Ozores |
1983 | Juana la loca... de vez en cuando | José Ramón Larraz |
1992 | 1492: La conquista del paraíso | Ridley Scott |
1992 | Cristóbal Colón: el descubrimiento | John Glen |
2000 | Isabel of Castille: The Royal Diaries | William Freud |
2001 | Juana la Loca | Vicente Aranda |
2006 | La reina Isabel en persona | Rafael Gordon |
2016 | La corona partida | Jordi Frades |
Series TV
Año | Serie | Productora |
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2012-2014 | Isabel | Diagonal TV para RTVE |
2017 | Conquistadores: Adventum | Movistar+ |
2015 | El Ministerio del Tiempo | La 1 |
Véase también
En inglés: Catholic Monarchs of Spain Facts for Kids
- Isabel I de Castilla
- Fernando II de Aragón
- Juana I de Castilla
- Monarquía Española
- Imperio Español
- Anexo: Cronología de los reinos en la península ibérica