Guerra de sucesión castellana para niños
Datos para niños Guerra de sucesión castellana |
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Parte de los conflictos por la sucesión de Enrique IV de Castilla | ||||
Izquierda: Isabel de Castilla.
Derecha: Juana de Castilla, «la Beltraneja». |
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Fecha | 1475-4 de septiembre de 1479 | |||
Lugar | Península ibérica y océano Atlántico | |||
Casus belli | Proclamación simultánea de Isabel y Juana como reinas de Castilla | |||
Resultado | Isabel es reconocida reina de Castilla y Portugal afianza su ruta marítima comercial en África | |||
Consecuencias |
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Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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La Guerra de Sucesión Castellana fue un conflicto importante que ocurrió entre 1475 y 1479. Se trató de una disputa por ver quién sería el próximo rey o reina de la Corona de Castilla. Los dos bandos principales eran los que apoyaban a Juana de Castilla, hija del rey Enrique IV de Castilla, y los que apoyaban a Isabel, la media hermana del rey.
Esta guerra no fue solo un asunto de Castilla. Tuvo un carácter internacional porque Isabel estaba casada con Fernando, quien era el heredero de la Corona de Aragón. Por otro lado, Juana se había casado con el rey Alfonso V de Portugal. Además, Francia también participó, apoyando a Portugal. Francia quería evitar que Aragón, su rival en Italia, se uniera a Castilla.
Al principio, los partidarios de Juana tuvieron algunos éxitos. Sin embargo, el rey Alfonso V de Portugal no fue muy agresivo en sus acciones militares. Las consecuencias políticas de la batalla de Toro hicieron que el bando de Juana se debilitara entre 1476 y 1477. El matrimonio de Isabel y Fernando fue reconocido en las Cortes de Madrigal en 1476. Su hija Isabel fue jurada como la futura heredera de la Corona de Castilla.
Después de esto, el conflicto se convirtió principalmente en una guerra entre Castilla y Portugal. La guerra naval en el océano Atlántico se volvió muy importante. Las flotas portuguesas lograron imponerse a las castellanas en la lucha por el acceso a las riquezas de Guinea, como el oro. La decisiva batalla naval de Guinea fue un ejemplo de esto.
La guerra terminó en 1479 con la firma del Tratado de Alcazobas. Este tratado reconoció a Isabel y Fernando como reyes de Castilla. También otorgó a Portugal el control del comercio marítimo en la costa occidental africana. Portugal mantuvo el control de territorios como Guinea, Elmina, Madeira, Azores, Flores y Cabo Verde. Las islas Canarias quedaron bajo el control de Castilla. Juana, por su parte, perdió su derecho al trono castellano y tuvo que quedarse en Portugal.
Este conflicto a veces se ha llamado Guerra Civil Castellana. Sin embargo, ese nombre puede confundirse con otras guerras civiles en Castilla. Algunos lo llaman Guerra de Portugal, pero este nombre es parcial. Otros usan el término Guerra Peninsular, que no debe confundirse con la guerra de la Independencia Española (1808–1814). Por último, algunos historiadores prefieren llamarla simplemente Guerra de 1475-1479.
Contenido
- ¿Por qué ocurrió la Guerra de Sucesión Castellana?
- El desarrollo del conflicto
- El Tratado de Paz
- Véase también
¿Por qué ocurrió la Guerra de Sucesión Castellana?
El problema de quién heredaría el trono
En 1462, nació Juana de Castilla, la única hija del rey Enrique IV de Castilla. Inmediatamente fue nombrada princesa de Asturias, lo que la convertía en la heredera. Sin embargo, algunos nobles presionaron al rey para que le quitara el título. En 1464, el rey nombró heredero a su medio hermano Alfonso de Castilla. En esa época, surgió un rumor sobre la paternidad de la princesa Juana.
En 1465, un grupo de nobles se reunió en Ávila y decidió quitarle el trono a Enrique. Nombraron rey a Alfonso, que tenía 12 años, en un evento conocido como la «farsa de Ávila». Esto inició una guerra que duró hasta 1468, cuando Alfonso falleció. Enrique IV recuperó su poder, y el título de heredera fue disputado entre Juana e Isabel, hermana de Alfonso.
Isabel se separó de Enrique IV en 1469. Se casó en secreto con su primo Fernando, heredero de la Corona de Aragón, en Valladolid el 19 de octubre de 1469. Poco a poco, la pareja ganó más apoyos. Recibieron el respaldo de importantes figuras como Rodrigo Borgia en 1472 y la poderosa Casa de Mendoza en 1473.
En 1474, murió Enrique IV. Inmediatamente, cada una de las dos candidatas al trono fue proclamada reina de Castilla por sus seguidores.
Los partidarios de Juana sabían que eran más débiles que los de Isabel. Por eso, propusieron al rey de Portugal, Alfonso V, que se casara con Juana. Alfonso era tío de Juana. Alfonso aceptó, lo que equilibró las fuerzas de ambos bandos. Así, la guerra se convirtió en la única forma de resolver el conflicto.
Alianzas internacionales en el conflicto
El reino de Francia y la Corona de Aragón tenían una antigua rivalidad. Disputaban el control de Rosellón y, más recientemente, la influencia en Italia. En junio de 1474, las tropas francesas invadieron Rosellón. Fernando pidió a su padre, Juan II, que no declarara la guerra a Francia. Fernando quería concentrarse en los asuntos de Castilla. Aun así, en septiembre de 1475, Luis XI de Francia se alió oficialmente con Juana y Portugal. Esto se debió a la posibilidad de que el heredero de Aragón también fuera rey de Castilla.
En ese momento, Francia también estaba en guerra con Borgoña. Esto hacía que los borgoñones fueran aliados teóricos de Isabel. Sin embargo, ellos luchaban por su cuenta y no coordinaban sus acciones con Castilla y Aragón. Inglaterra también entró brevemente en guerra con Francia. Su rey Eduardo IV desembarcó en Calais en junio de 1475. Pero Luis XI rápidamente firmó la paz de Picquigny en agosto. El rey de Inglaterra aceptó una tregua de nueve años a cambio de dinero y regresó a su reino.
Por su parte, el reino de Navarra vivía una guerra civil intermitente. Además, Francia y Aragón intentaban controlar este reino.
Finalmente, el reino nazarí de Granada se mantuvo neutral. El 17 de noviembre de 1475, el rey Abu al Hasan Alí firmó un tratado de paz con Isabel y Fernando. Incluso ofreció ayuda en la región de Córdoba contra los partidarios de Juana.
Rivalidad entre Castilla y Portugal en el Atlántico

Durante el siglo XV, exploradores, comerciantes y pescadores de Portugal y Castilla se adentraron en el océano Atlántico. La posesión de las islas Canarias fue un punto de conflicto entre los dos reinos desde el principio. Más tarde, el control del comercio con Guinea y la Mina, ricas en oro, se convirtió en una disputa aún más importante.
En la primera mitad del siglo, Castilla conquistó algunas islas Canarias (Lanzarote, Fuerteventura, Hierro y Gomera). Lo hizo mediante acuerdos con caballeros normandos y luego con nobles castellanos. Portugal se opuso a la autoridad castellana en las islas. Por su parte, Portugal avanzó en la exploración de Guinea, obteniendo grandes beneficios comerciales.
A partir de 1452, los papas Nicolás V y Calixto III cambiaron la política del Vaticano. Otorgaron una serie de documentos (llamados bulas) que favorecían a Portugal. Estas bulas le daban a Portugal el control del comercio y la autoridad religiosa en una gran zona, incluyendo Guinea y más allá. No resolvieron la cuestión de las Canarias. El rey de Portugal permitió a comerciantes extranjeros operar en las costas africanas a cambio de impuestos. Esto perjudicaba al rey de Castilla.
En agosto de 1475, al inicio de la guerra, Isabel reclamó que las tierras de África y Guinea pertenecían a Castilla. Animó a sus comerciantes a navegar hacia allí, iniciando la guerra naval en el Atlántico.
El desarrollo del conflicto
Bandos en la guerra en 1475

A favor de Juana estaban:
- Portugal.
- Francia.
- Una parte de la alta nobleza castellana: el arzobispo de Toledo, la familia Estúñiga, la Casa de Pacheco, el marqués de Cádiz y el maestre de la Orden de Calatrava.
A favor de Isabel estaban:
- La Corona de Aragón.
- El resto de la nobleza castellana: la poderosa Casa de Mendoza, la familia Manrique de Lara, el duque de Medina Sidonia, el antiguo consejero Beltrán de la Cueva, la Orden de Santiago y la Orden de Calatrava (excepto su maestre).
Aunque el ducado de Borgoña y el reino de Inglaterra estaban en guerra con Francia en 1475, no coordinaron sus acciones con los partidarios de Isabel. Por eso, no se les considera parte del bando isabelino.
La lucha por el trono (mayo de 1475 - septiembre de 1476)
En marzo de 1475, hubo una revuelta en la ciudad de Alcaraz contra Diego Pacheco, Marqués de Villena, quien apoyaba a Juana. Los rebeldes se unieron a Isabel, y así comenzaron las hostilidades.
La entrada de Alfonso V en Castilla
Un ejército portugués, liderado por Alfonso V, entró en Castilla el 10 de mayo de 1475. Avanzó hasta Plasencia, donde Juana lo esperaba. En Plasencia, Juana y Alfonso fueron proclamados reyes de Castilla el 25 de mayo y se casaron. Luego, marcharon a Arévalo, con la intención de ir a Burgos. Las ciudades de Plasencia, Arévalo y el castillo de Burgos estaban controladas por los Estúñiga (o Zúñiga), que apoyaban a Juana. Alfonso esperaba unirse allí con las tropas de su aliado Luis XI de Francia.
Sin embargo, Alfonso encontró menos apoyo en Castilla de lo esperado. Cambió sus planes y decidió asegurar el control de la zona cercana a Portugal, especialmente Toro. Esta ciudad lo recibió bien, aunque la guarnición del castillo se mantuvo fiel a Isabel. Zamora y otras villas leonesas también aceptaron al rey portugués. En La Mancha, el maestre de la Orden de Calatrava, que apoyaba a Juana, conquistó Ciudad Real. Pero rápidamente, otros miembros de la misma orden y el maestre de la Orden de Santiago recuperaron la ciudad para Isabel.
Fernando reunió un gran ejército en Tordesillas y el 15 de julio marchó para enfrentarse a Alfonso. Cuatro días después llegó a Toro, pero el rey portugués evitó el combate. Fernando, sin suficientes recursos para un asedio largo, regresó a Tordesillas y disolvió su ejército. El castillo de Toro se rindió a Alfonso V. Sin embargo, Alfonso no avanzó hacia Burgos, sino que volvió a Arévalo a esperar la ayuda francesa.
El duque de Benavente, partidario de Isabel, se colocó con una pequeña fuerza en Baltanás para vigilar a los portugueses. Fue atacado el 18 de noviembre de 1475, siendo derrotado y capturado. Aunque esta victoria le abría el camino a Burgos, Alfonso V decidió retirarse a Zamora. La falta de decisión del rey de Portugal debilitó al bando de Juana en Castilla, que comenzó a desintegrarse.
El contraataque de Isabel
Los partidarios de Isabel contraatacaron. Tomaron Trujillo y obtuvieron el control de las tierras de la Orden de Alcántara, gran parte de las de Calatrava y del marquesado de Villena. El 4 de diciembre, parte de la guarnición de Zamora se rebeló contra el rey Alfonso. Él tuvo que huir a Toro. La guarnición portuguesa mantuvo el control del castillo, pero la ciudad recibió a Fernando al día siguiente.
En enero de 1476, el castillo de Burgos se rindió a Isabel mediante un acuerdo que evitó represalias. Ese mismo mes, los habitantes de Villena se levantaron contra el marqués Diego López Pacheco, atacando a su pariente Pedro Pacheco en el castillo de la Atalaya. Esta rebelión en la capital del marquesado fue seguida por otras en las ciudades importantes, lo que significó la pérdida de poder del Marqués.
La Batalla de Toro
En febrero, el ejército portugués, reforzado por tropas del príncipe Juan, salió de Toro y cercó a Fernando en Zamora. Sin embargo, el asedio era más difícil para los portugueses, que estaban a la intemperie en el invierno. Así, el 1 de marzo, Alfonso levantó el campamento y se retiró hacia Toro. Las tropas de Fernando los persiguieron y los alcanzaron a unos 5 kilómetros de la ciudad, obligándolos a luchar. La batalla duró tres horas, fue muy confusa y fue interrumpida por la lluvia y la noche. El rey portugués se retiró a Castronuño tras la derrota de sus tropas, mientras su hijo Juan venció a una parte del ejército castellano y permaneció frente a Toro. A la mañana siguiente, el príncipe Juan se retiró ordenadamente con su ejército a las murallas de Toro.
La batalla de Toro se considera un empate desde el punto de vista militar, pero fue una victoria estratégica para Isabel y Fernando. Ambos bandos reclamaron la victoria en sus crónicas. Sin embargo, políticamente, la batalla fue decisiva. Después de ella, la mayor parte de las tropas portuguesas y la reina Juana se retiraron a Portugal. Esto dejó al bando de Juana casi sin apoyo en Castilla.
La guerra en el mar
Uno de los objetivos de Isabel y Fernando era quitarle a Portugal el control de los ricos territorios del Atlántico. El oro de Guinea era una fuente importante de ingresos para financiar la guerra. Por eso, las expediciones a Guinea eran una prioridad para ambos lados.
Desde el inicio de la guerra, barcos portugueses recorrían las costas andaluzas, capturando barcos de pesca y mercantes. Para detener esto, Isabel y Fernando enviaron cuatro galeras al mando de Álvaro de la Nava. Él logró frenar las incursiones portuguesas e incluso saqueó la villa portuguesa de Alcoutín.
Por su parte, los marineros de Palos se dedicaron a saquear las costas de Guinea. El cronista oficial de la reina Isabel, Alfonso de Palencia, cuenta una expedición en la que dos carabelas de este puerto capturaron a 120 personas africanas y las vendieron. A pesar de la protesta de los Reyes, poco después salió otra flotilla que capturó a un rey africano y a 140 nobles de su pueblo. En mayo de 1476, la reina Isabel ordenó que le entregaran a este rey capturado para liberarlo. La orden se cumplió a medias: el rey fue liberado y devuelto a su tierra, pero sus acompañantes fueron vendidos.
En 1476, una flota portuguesa de 20 barcos, comandada por Fernão Gomes, partió hacia Guinea para recuperar su control. Los reyes de Castilla ordenaron preparar una flota para capturar a los portugueses y pusieron a Carlos de Valera al mando. Valera tuvo muchas dificultades para preparar la expedición, según Palencia, por la oposición de algunos nobles.
Los preparativos también se retrasaron por una batalla naval. Los castellanos supieron que barcos portugueses con un cargamento valioso salían del Mediterráneo. Una flota castellana, liderada por Carlos de Valera y Andrés Sonier, los interceptó cerca de Sanlúcar. Los castellanos ganaron la batalla.
Cuando Valera finalmente reunió 3 barcos vascos y 9 carabelas andaluzas, ya era tarde para alcanzar a la flota portuguesa. Decidieron ir a la isla de Antonio de Noli, frente a las costas de Guinea. Saquearon la isla y capturaron a Noli. Luego, se dirigieron a las costas de África, donde capturaron dos carabelas con un cargamento de 500 personas. Después de esto, los marineros de Palos se separaron de la expedición, y Valera tuvo que regresar a Andalucía.
Al parecer, esta expedición no obtuvo muchos beneficios económicos. Gran parte de las personas capturadas fueron devueltas a un noble, y Valera tuvo que pagar por los daños causados en la isla de Noli.
La intervención de Francia
El 23 de septiembre de 1475, Luis XI de Francia firmó un tratado de alianza con Alfonso V de Portugal.
Entre marzo y junio de 1476, las tropas francesas, lideradas por Alano de Albret, intentaron cruzar por la estratégica localidad fronteriza de Fuenterrabía, pero fueron rechazadas. Fernando aprovechó la situación para asegurar su posición en el reino de Navarra. En agosto, comenzaron negociaciones en Tudela que llevaron a un acuerdo. Este acuerdo puso fin a los enfrentamientos internos en Navarra. Castilla obtuvo el control de Viana, Puente la Reina y otras plazas. También se le permitió mantener una guarnición en Pamplona. De esta manera, Castilla quedó protegida militarmente de una posible entrada francesa por Navarra.
En agosto de 1476, Alfonso V de Portugal viajó a Francia, después de firmar una tregua con Isabel y Fernando. Allí, intentó convencer a Luis XI de que se involucrara más en la guerra. Pero Luis XI rechazó la propuesta, ya que estaba concentrado en derrotar a su principal enemigo, Carlos el Temerario, duque de Borgoña. Después de este revés diplomático, Alfonso se quedó en Francia y pensó en renunciar al trono.
El combate del cabo de San Vicente
El rey de Francia había enviado ayuda a Portugal: la flota del navegante Coullon. En agosto de 1476, cuando el rey Alfonso partió hacia Francia, envió dos galeras portuguesas con soldados junto con los 11 barcos de Coullon para ayudar al castillo de Ceuta. En el camino, el 7 de agosto, esta flota se encontró con cinco barcos mercantes armados que iban de Cádiz a Inglaterra. Eran 3 grandes barcos genoveses, una galera y un barco flamenco. Coullon intentó capturar los mercantes con un truco, pero falló. Se produjo un combate feroz en el que los barcos franco-portugueses ganaron. Sin embargo, debido al uso de armas incendiarias por parte de los franceses, se desató un incendio. Este incendio destruyó dos barcos genoveses y el barco flamenco, pero también las dos galeras portuguesas y dos de los barcos de Coullon. Según Palencia, unos 2500 franceses y portugueses murieron en este desastre.
La consolidación de Isabel y Fernando (septiembre de 1476 - enero de 1479)
Después de su victoria en la batalla de Toro, el rechazo del ataque francés y la tregua pedida por Alfonso V, Isabel y Fernando se afianzaron en el trono de Castilla. Los nobles que apoyaban a Juana tuvieron que aceptar la situación y someterse a los Reyes. La guerra se redujo a pequeños enfrentamientos en la frontera portuguesa y, sobre todo, a la continuación de la guerra naval por el control del comercio atlántico.
El sometimiento de los partidarios de Juana
A lo largo de 1476, los principales nobles que aún apoyaban a Juana se sometieron a los Reyes. Entre ellos estaban los de la familia Pacheco-Girón: Juan Téllez Girón y su hermano Rodrigo, Luis de Portocarrero y, en septiembre, el marqués de Villena.
En noviembre de 1476, las tropas de Isabel tomaron el castillo de Toro. En los meses siguientes, los Reyes se apoderaron de las últimas localidades fronterizas controladas por los portugueses y eliminaron a sus adversarios en Extremadura.
En julio de 1477, Isabel llegó a Sevilla, la ciudad más grande de Castilla. Su objetivo era establecer su poder sobre las grandes familias nobles de Andalucía. En abril de 1476, ya había perdonado al marqués de Cádiz. Este marqués había recuperado poder mientras su rival, el poderoso duque de Medina Sidonia, que al principio apoyaba a Isabel, caía en desgracia. Mediante negociaciones, la Reina logró controlar las principales fortalezas del reino de Sevilla. En lugar de devolverlas a sus dueños, nombró a personas de su confianza. También prohibió a ambos nobles entrar en Sevilla, para evitar enfrentamientos. Así, el dominio político del duque sobre Sevilla terminó, y la Corona controló firmemente la ciudad.
Uno de los pocos nobles que se negaron a someterse fue el mariscal Fernán Arias de Saavedra. Su fortaleza de Utrera sufrió un largo asedio por las tropas de Isabel. Finalmente, fue tomada por asalto en marzo de 1478, y los vencidos sufrieron una dura represión.
El primer hijo varón de los Reyes, Juan, nació en Sevilla el 30 de junio de 1478. Esto trajo nuevas esperanzas de estabilidad para el bando de Isabel.
El regreso de Alfonso V
Después de su fracaso diplomático en Francia, Alfonso V finalmente decidió regresar a Portugal. A su llegada en octubre de 1477, se encontró con que su hijo Juan se había proclamado rey. Sin embargo, Juan recibió con alegría el regreso de su padre y le devolvió la Corona inmediatamente.
Expediciones a Guinea y las Canarias de 1478
Se sabe que en 1477 una flota partió de Andalucía hacia Guinea, pero hay pocos detalles. Participaron la nao Salazar y la carabela Santa María Magdalena.
A principios de 1478, los Reyes Católicos prepararon en el puerto de Sanlúcar dos nuevas expediciones. Una iba a la Mina de Oro y la otra a conquistar la isla de Gran Canaria. En total, eran al menos 35 barcos. Las dos flotas navegaron juntas hasta Gran Canaria y allí se separaron.
El príncipe Juan de Portugal, al enterarse de los planes castellanos, preparó una flota más grande para sorprender a sus enemigos en Canarias. La mayor parte de la flota castellana en Gran Canaria aún no había desembarcado a la mayoría de las tropas. En ese momento, llegó la noticia de que se acercaba una escuadra portuguesa. Inmediatamente, los barcos castellanos zarparon, dejando solo unos 300 soldados en tierra. A pesar de su pequeño número, estos soldados lograron impedir el desembarco portugués. Sin embargo, este grupo era insuficiente para conquistar la isla y permaneció inactivo hasta que una nueva flota castellana llegó a la isla a finales del año siguiente.
La otra flota castellana llegó a la Mina sin problemas y obtuvo grandes cantidades de oro. Sin embargo, la ambición del representante comercial de la Corona hizo que se quedaran allí varios meses. Esto dio tiempo a que llegara la flota portuguesa. Los castellanos fueron atacados por sorpresa, derrotados y llevados prisioneros a Lisboa. Según del Pulgar, los ingresos obtenidos por el rey Alfonso le permitieron relanzar la guerra por tierra contra Castilla. Las fuentes portuguesas afirman que tanto los prisioneros como gran parte del oro capturado fueron devueltos a Castilla después de la firma de la paz en 1479.
La paz entre Castilla y Francia
El 9 de octubre de 1478, antes de que llegara a Castilla la noticia de la derrota en la Mina, se firmó en San Juan de Luz un tratado de paz entre los delegados españoles y los franceses. El acuerdo fue ratificado por los Reyes Católicos el 10 de enero de 1479 en Guadalupe e incluyó los siguientes puntos:
- Luis XI reconoce a Isabel y Fernando como reyes de Castilla y León.
- Fernando se compromete a romper su alianza con Maximiliano de Habsburgo, duque de Borgoña. Luis XI, por su parte, rompe la suya con Alfonso de Portugal.
- Se acordó un arbitraje sobre los asuntos relacionados con Rosellón y Cerdaña.
La fase final (enero - septiembre de 1479)
A finales de 1478, algunos de los principales nobles que apoyaban a Juana se habían vuelto a rebelar en Extremadura, La Mancha (el marqués de Villena) y Galicia. Los portugueses, fortalecidos por su gran victoria naval en Guinea, intervinieron de nuevo en Castilla para ayudar a sus aliados.
La ofensiva portuguesa
En febrero de 1479, un ejército portugués, dirigido por García de Meneses, obispo de Évora, entró en Extremadura. Su objetivo era ocupar y fortalecer las plazas de Mérida y Medellín, controladas por la condesa de Medellín, partidaria de Alfonso V. El ejército portugués estaba compuesto por unos 1000 caballeros y soldados de infantería. Junto a ellos marchaban 180 caballeros de la Orden de Santiago al mando de Alfonso de Monroy, también partidario de Alfonso V.
El 24 de febrero, cerca del arroyo de La Albuera de Mérida, este ejército se encontró con las fuerzas de Isabel, comandadas por Alonso de Cárdenas, maestre de la Orden de Santiago. Estas fuerzas incluían unos 500 caballeros de su orden, 400 caballeros de la Hermandad Popular y unos 100 soldados de infantería. El enfrentamiento fue reñido. La infantería de Isabel sufrió un duro ataque y se desorganizó, pero el maestre de Santiago acudió en su ayuda. Al final, los portugueses tuvieron que retirarse, dejando un importante botín en el campo de batalla. También perdieron unos 85 caballeros, mientras que Isabel solo perdió 15.
Sin embargo, la victoria de Isabel en Albuera fue solo parcial. La mayor parte del ejército portugués pudo refugiarse en Mérida y desde allí continuar su marcha hasta Medellín, que también ocuparon. Así, los portugueses lograron sus dos principales objetivos. Los partidarios del rey Fernando, por su parte, sitiaron ambas ciudades.
El Papa cambia de bando
El representante del Papa, Jacobo Rondón de Seseña, llegó a Castilla con una noticia importante. El papa Sixto IV cambiaba su decisión y anulaba el permiso que había dado a Alfonso V para casarse con su sobrina Juana. Esto debilitó gravemente la legitimidad del bando de Juana y la pretensión del rey portugués al trono de Castilla.
Últimos intentos de Castilla en el mar
A pesar de la grave derrota naval de 1478, en febrero de 1479, los Reyes Católicos intentaron organizar una nueva flota de unas 20 carabelas para expulsar a los portugueses de la Mina. Sin embargo, no pudieron reunir los barcos necesarios. Ninguna expedición importante volvió a salir de los puertos castellanos hasta que se firmó la paz con Portugal.
Conversaciones de paz
A principios de abril de 1479, el rey Fernando llegó a Alcántara para participar en conversaciones de paz. Estas conversaciones fueron promovidas por la infanta Beatriz de Portugal, prima y cuñada de Alfonso V y tía de Isabel de Castilla. Las negociaciones duraron 50 días, pero no se llegó a un acuerdo.
Los dos bandos continuaron los enfrentamientos, tratando de mejorar sus posiciones para una nueva negociación. Isabel y Fernando lanzaron una ofensiva contra el arzobispo de Toledo, quien tuvo que someterse. Esto les permitió enfrentar mejor al poderoso marqués de Villena. Mientras tanto, las guarniciones portuguesas en Extremadura resistían con éxito el duro asedio castellano.
Las discusiones de paz se reanudaron en el verano, y esta vez se llegó a un acuerdo.
El Tratado de Paz
El tratado que puso fin a la guerra fue firmado en la villa portuguesa de Alcazobas el 4 de septiembre de 1479. El acuerdo fue ratificado por el rey de Portugal el 8 de septiembre de 1479. Fue firmado por los reyes de Castilla y Aragón en Toledo el 6 de marzo de 1480. Por eso, también se le conoce como Tratado de Alcazobas-Toledo.
Por este acuerdo, Alfonso V renunció al trono de Castilla. A cambio, Isabel y Fernando renunciaron al trono portugués. Las dos Coronas se repartieron sus zonas de influencia en el Atlántico. Portugal obtuvo la mayor parte de los territorios, con la excepción de las islas de Canaria (de las que aún faltaban por conquistar las islas de Gran Canaria, La Palma y Tenerife).
También se firmaron dos acuerdos (llamados «Tercerías de Moura») que resolvían la cuestión de la sucesión en Castilla. Primero, la princesa Juana debía renunciar a todos sus títulos castellanos y recluirse en un convento o casarse con el heredero de los Reyes Católicos, el príncipe Juan. Juana eligió el convento, aunque siguió participando en la vida política hasta su muerte.
En segundo lugar, se acordó el matrimonio de la infanta Isabel, hija de Isabel y Fernando, con el heredero del trono portugués, Alfonso. Los padres de la novia debían pagar una gran dote, que en la práctica era una compensación de guerra para Portugal.