Historia de Rusia para niños
La historia de Rusia es un viaje fascinante que comienza con los primeros grupos de eslavos orientales, quienes son los antepasados de los rusos, ucranianos y bielorrusos de hoy.
En el año 867, Oleg de Nóvgorod unió las regiones del norte (Nóvgorod) y del sur (Kiev), creando así el primer estado eslavo oriental, conocido como la Rus de Kiev. Este estado tuvo contacto con el Imperio bizantino, y su influencia fue muy importante, especialmente cuando la Rus de Kiev adoptó el cristianismo. Esto marcó el inicio de una mezcla entre las culturas eslava y bizantina que duraría muchos siglos. Con el tiempo, la Rus de Kiev se dividió en varios principados que luego cayeron bajo el dominio mongol.
Después del siglo XIII, el Principado de Moscú fue creciendo y dominando la región. Para el siglo XVIII, el Zarato ruso se había transformado en el enorme Imperio ruso, que se extendía desde Polonia hasta el océano Pacífico. Esta expansión hacia el oeste hizo que los rusos se dieran cuenta de que estaban atrasados en comparación con los países europeos. Los gobiernos del siglo XIX intentaron hacer algunos cambios, pero también usaron la represión. La servidumbre en Rusia (un sistema donde los campesinos estaban atados a la tierra y a sus dueños) fue eliminada en 1861, pero las condiciones no fueron buenas para los campesinos, lo que aumentó las tensiones. A pesar de algunas reformas importantes, los zares no quisieron ceder su poder absoluto. El último zar, Nicolás II, gobernó hasta 1917.
La difícil situación de Rusia en la Primera Guerra Mundial y la falta de alimentos llevaron a la Revolución de Febrero de 1917, que puso fin a la monarquía de la dinastía Románov. Luego, la Revolución de Octubre llevó al poder a los bolcheviques, liderados por Vladímir Lenin. Los bolcheviques disolvieron la Asamblea Constituyente Rusa y esto provocó una guerra civil que duró hasta 1923.
Entre 1922 y 1991, la historia de Rusia es principalmente la Historia de la Unión Soviética, un estado federal que ocupaba un territorio similar al del antiguo Imperio ruso. La Unión Soviética se organizó como un estado con un solo partido, el Partido Comunista, donde la propiedad privada de los medios de producción fue eliminada y se estableció una economía planificada. A finales de los años 1980, la economía y la política de la Unión Soviética estaban muy débiles, y algunos cambios en el gobierno y la economía llevaron a su fin.
La historia de la Federación de Rusia como la conocemos hoy es más reciente, ya que nació con la disolución de la Unión Soviética a finales de 1991. Sin embargo, Rusia ha existido como estado por más de mil años y fue el centro de la URSS durante gran parte del siglo XX.
Rusia intentó cambiar a una economía de mercado dejando atrás la planificación centralizada y la propiedad estatal, lo que a menudo tuvo consecuencias difíciles. A pesar de los desafíos, Rusia mantiene una conexión cultural y social con su pasado. Todavía es un misterio cómo evolucionarán sus nuevas instituciones federales, ya que el poder ejecutivo sigue teniendo mucha influencia sobre el parlamento, los gobiernos regionales y la sociedad.
Contenido
- Etimología
- La Rusia Antigua
- La Rus de Kiev
- El Principado de Moscú
- Zarato ruso
- La Rusia Imperial
- Primera Guerra Mundial y Revolución
- La guerra civil rusa
- La Unión Soviética
- Fundación de la Unión Soviética
- El comunismo de guerra y la Nueva Política Económica
- Cambios en la sociedad rusa
- Los primeros años de Stalin: industrialización y colectivización
- La Unión Soviética en la escena internacional
- Los años de Jrushchov y Brézhnev
- La inminente ruptura de la Unión
- La RSFS de Rusia en la Unión Soviética
- La Federación de Rusia
- Galería de imágenes
- Véase también
Etimología
El nombre de Rusia en ruso es "Россия" (Rossíya) y viene del término "rus". Hay varias ideas sobre el origen de esta palabra, pero ninguna es aceptada por todos. Algunas teorías se basan en escritos antiguos, otras en el lenguaje y otras en nombres de lugares. Por ejemplo, en estonio, "Rootsi" se relaciona con Roslagen, una región costera de Suecia. Otros creen que viene del nombre que los eslavos daban a los vikingos, o de palabras de otros pueblos. El significado de "Rus" sigue siendo un tema de debate, y algunos expertos piensan que el nombre tiene raíces eslavas o persas.
La Rusia Antigua
Primeros eslavos orientales
Los antepasados de los rusos fueron las tribus eslavas. Algunos expertos creen que su origen está en las zonas boscosas de las marismas del Prípet (entre Polonia, Bielorrusia y Ucrania). Desde allí, se expandieron hacia el este, mezclándose con algunas tribus de origen fino-ugro, y hacia el sur, entre el río Don y los Cárpatos, en lo que hoy es Ucrania. Esta región tuvo mucho contacto con la cultura griega en su costa sur, en Crimea.
Después de la caída del Imperio romano, los eslavos fueron influenciados por el cristianismo griego. Misioneros de Bizancio, Cirilo y Metodio, evangelizaron a los eslavos y, para traducir los evangelios, crearon el idioma antiguo eslavo eclesiástico y una nueva escritura, el alfabeto cirílico, en honor a Cirilo. Este idioma se usó para la cristianización de la Rus de Kiev entre los siglos IX y XII. El alfabeto cirílico todavía se usa hoy en algunas lenguas eslavas, incluyendo el ruso. La cultura del Imperio bizantino tuvo una influencia constante en el desarrollo de Rusia durante sus primeros siglos.
A partir del siglo X, también llegaron a la región diversas tribus de origen asiático desde las estepas, y se formó una cultura eslava en la zona más cercana a Europa.
En Oriente: Jazaria y Bulgaria del Volga
Los jázaros fueron un pueblo túrquico que vivió en las estepas del bajo Volga entre los siglos VIII y IX. Muchas tribus eslavas orientales les pagaban tributo. Sin embargo, su poder empezó a disminuir a finales de este período, cuando Oleg, un guerrero varego, se movió hacia el sur desde Nóvgorod para expulsar a los jázaros de Kiev y fundar la Rus de Kiev alrededor del año 880. Invasores eslavos y túrquicos causaron la caída final del gobierno jázaro en el siglo X.
La Bulgaria del Volga fue un estado no eslavo en la parte media del río Volga. Después de la invasión mongola, pasó a formar parte de la Horda de Oro. Los chuvashes y los tártaros de Kazán son descendientes de los volgo-búlgaros. Alrededor del siglo X, Bulgaria del Volga adoptó el Islam, lo que los llevó a independizarse de Jazaria. En el siglo XVI, Rusia conquistó sus tierras bajo el reinado del zar Iván IV (conocido como 'el Terrible').
La Rus de Kiev
En Occidente: los vikingos y la Rus de Kiev
Los vikingos, a quienes los bizantinos llamaban "varegos", eran un pueblo que navegaba por los mares Negro y Caspio. Los eslavos que vivían cerca de los ríos a menudo los contrataban para protegerse. Según la Crónica de Néstor, un varego llamado Riúrik se convirtió en príncipe de Nóvgorod alrededor del año 860. Sus sucesores se trasladaron al sur y extendieron su poder hasta Kiev. A finales del siglo IX, el gobernante varego de Kiev ya dominaba una gran área que poco a poco se conoció como Rus.
La Rus de Kiev, el primer estado eslavo oriental, surgió en el siglo IX en el valle del río Dniéper. Se formó a partir de pequeños principados interesados en el comercio fluvial. La Rus de Kiev controlaba el comercio de pieles, cera y personas entre Escandinavia y el Imperio Bizantino a través de la ruta llamada de los varegos a los griegos. A finales del siglo X, la minoría escandinava ya se había mezclado con la población eslava.
La cristianización de la Rus de Kiev ocurrió en 988, con el bautismo público de los habitantes de Kiev por el príncipe Vladímir I. Una de las mayores contribuciones de la Rus de Kiev fue la introducción de la variante eslava del culto ortodoxo, lo que profundizó la mezcla de culturas bizantina y eslava que caracterizaría a Rusia durante los siguientes mil años. Para traducir la Biblia y otros textos del griego, los santos Cirilo y Metodio crearon el antiguo eslavo eclesiástico, que con el tiempo se convirtió en el eslavo eclesiástico, todavía usado en la liturgia de los cristianos ortodoxos de Rusia.
Durante el siglo XI, especialmente bajo el reinado de Yaroslav I el Sabio, la Rus de Kiev tuvo una economía fuerte y grandes logros en arquitectura y literatura. A diferencia de otros idiomas cristianos europeos, el idioma ruso fue poco influenciado por el griego y el latín de las antiguas escrituras cristianas, porque se usaba el eslavo eclesiástico para la liturgia.
Entre los siglos XI y XII, se introdujo el primer código de leyes, la Justicia de la Rus (Rúskaya Pravda). Los príncipes de Kiev siguieron el ejemplo bizantino y mantuvieron la Iglesia bajo su control directo, uniendo así la Iglesia y el Estado.
La tribu túrquica de los kipchakos reemplazó a los pechenegos como la fuerza dominante en las regiones del sur de la estepa cercanas a Rus a finales del siglo XI, y fundó un estado nómada a lo largo del mar Negro. Defenderse de sus ataques regulares, especialmente contra Kiev, era una carga pesada para las áreas del sur de Rus. Las incursiones nómadas hicieron que mucha población eslava se trasladara a regiones más seguras y boscosas del norte, como la zona conocida como Zalesie.
La Rus de Kiev finalmente se desintegró debido a las disputas entre los miembros de la familia principesca. El Gran príncipe de Kiev Vladímir II Monómaco es considerado el último gobernante de la Rus de Kiev unificada. Después de su desintegración, ciudades como Vladímir (que él fundó), Súzdal (que luego formarían el Principado de Vladímir-Súzdal), la República de Nóvgorod en el norte y el Principado de Hálych-Volynia en el suroeste ganaron poder e independencia.
La invasión mongola de la Rus de Kiev en el siglo XIII, parte de la expansión del Imperio mongol de Genghis Khan, fue el golpe final. El sur quedó bajo dominio mongol y el norte se convirtió en vasallo. La división entre los príncipes locales facilitó la conquista. Kiev fue destruida, la zona occidental fue absorbida por la Mancomunidad Polaco-Lituana, y el norte cayó bajo influencia sueca. La región de Súzdal, dominada por los mongoles, y la independiente República de Nóvgorod, conectada con el comercio alemán y sueco, sentaron las bases para la Rusia moderna.
La invasión mongola de la Rus de Kiev
Los mongoles aceleraron la división de la Rus de Kiev. En 1223, se enfrentaron a un grupo del ejército del Imperio mongol en la Batalla del Río Kalka, donde los rusos fueron claramente derrotados. Entre 1237 y 1239, los mongoles devastaron principados como Kiev, Riazán, Vladímir (Principado de Vladímir-Súzdal), Pereyáslavl, Chernígov, Yúriev-Polski, Rostov, Yaroslavl, Úglich, Kozelsk y Múrom. En 1240, los mongoles saquearon Kiev y avanzaron hacia el oeste, hacia Polonia y Hungría. Para entonces, ya habían conquistado la mayor parte de los principados de la Rus de Kiev. De todos ellos, solo Nóvgorod escapó de la ocupación.
El impacto de la invasión mongola fue enorme, con la muerte de la mitad de la población. Ciudades como Kiev nunca se recuperaron completamente del ataque inicial. Los habitantes que huyeron del sur de Rus para escapar de los mongoles se trasladaron principalmente al noreste, donde el clima era más frío y la tierra menos fértil. Esta región se convertiría en el centro del estado ruso moderno en la Edad Media tardía. Sin embargo, Nóvgorod siguió prosperando, y una nueva entidad, Moscovia, que pronto sería el Principado de Moscú, aunque fue devastada dos veces por los mongoles, empezó a crecer rápidamente después de 1327.
Cuando el Imperio mongol se desintegró, varios principados de la Rus de Kiev pasaron a depender de la Horda de Oro.
La Horda Dorada
Los mongoles dominaron Rusia desde su capital occidental, Sarái, a orillas del Volga. Los príncipes del sur y este de Rusia tenían que pagar tributo a los mongoles, también llamados tártaros o la Horda Dorada. A cambio, recibían un documento, el yarlyk, que los reconocía como gobernantes en nombre del Kan. En general, los príncipes tenían bastante libertad para gobernar. Uno de ellos, Alejandro Nevski, príncipe de Vladímir, se hizo famoso a mediados del siglo XIII por sus victorias contra los caballeros teutones, los suecos y los lituanos. Para la Iglesia ortodoxa y la mayoría de los príncipes, los occidentales representaban un peligro mayor para su forma de vida que los mongoles. Nevski obtuvo protección y ayuda mongola en su lucha contra los invasores del oeste. Además, gracias al apoyo mongol, logró consolidar su dominio sobre la entonces secundaria ciudad de Moscú, que los mongoles entregarían a sus descendientes. A pesar de todo, los sucesores de Nevski desafiarían más tarde el poder tártaro.
Los mongoles no solo exigían grandes tributos a los principados rusos, sino que a menudo los invadían, saqueándolos y tomando prisioneros. Por ejemplo, las invasiones de 1252 y 1293 causaron mucha destrucción, al igual que la invasión de Batu Kan entre 1237 y 1241.
Los mongoles dejaron su huella en los rusos en áreas como las tácticas militares y el desarrollo de rutas comerciales. Bajo la ocupación mongola, Moscovia también desarrolló un sistema postal por carretera, censos, recaudación de impuestos y una organización militar. La influencia oriental se mantuvo hasta bien entrado el siglo XVIII, cuando los gobernantes rusos hicieron un gran esfuerzo por modernizar su país al estilo occidental.
El Principado de Moscú
El auge de Moscú
La fecha exacta de la fundación de Moscú no se conoce. La primera vez que se menciona la ciudad por escrito es en el Códice de Hipacio de 1147. El 4 de abril de 1147, Yuri Dolgoruki invitó al príncipe Sviatoslav Ólgovich del Principado de Nóvgorod-Síverski a una reunión militar en Moscú.
Nueve años después, en 1156, a orillas del río Moscova y el río Neglínnaya, Yuri Dolgoruki decidió construir una fortaleza de madera, el Kremlin de Moscú.
Moscú formaba parte del Principado de Vladímir-Súzdal.
Daniil Aleksándrovich, el hijo menor de Nevski, fundó el Principado de Moscovia, con centro en la ciudad de Moscú. Este principado lograría expulsar a los tártaros de Rusia. Moscovia estaba bien ubicada en la red de ríos del este de Europa y rodeada de bosques y pantanos que la protegían de los enemigos. Al principio, fue vasalla del Principado de Vladímir, pero pronto lo absorbió. Un factor clave para el éxito de Moscovia fue la cooperación entre sus gobernantes y los señores mongoles, quienes les aseguraron que el título de Gran Príncipe de Moscú y el control de la recaudación de impuestos mongoles serían hereditarios para los descendientes de Nevski. El prestigio del principado creció mucho cuando se convirtió en el centro de la Iglesia ortodoxa rusa. Su líder, el obispo metropolitano, se trasladó de Kiev a Vladímir en 1299, y en 1325 se estableció la base permanente de la Iglesia ortodoxa rusa en Moscú, durante el reinado de Iván I (Kalitá).
A mediados del siglo XIV, el poder de los mongoles empezó a decaer, y los grandes príncipes de Moscovia se sintieron capaces de oponerse abiertamente al dominio mongol. En 1380, en Kulikovo, cerca del río Don, el kan fue derrotado. Aunque esta victoria no puso fin al poder tártaro en Rusia, le dio mucha fama al Gran Príncipe. El liderazgo de Moscú se consolidó firmemente y su territorio se expandió considerablemente gracias al comercio, las guerras y los matrimonios.
Iván III, el Grande
Durante el siglo XIV, los grandes príncipes de Moscovia comenzaron a conquistar tierras vecinas para aumentar su población y riqueza. Quien mejor aplicó esta estrategia fue Iván III el Grande (1462-1505), quien sentó las bases para un nuevo estado ruso. Iván duplicó las tierras bajo su control y proclamó su autoridad absoluta sobre todos los príncipes y nobles rusos. Después de negarse a pagar más tributos a los mongoles, Iván lanzó una serie de ataques que llevaron a la derrota total de la Horda de Oro, que ya estaba dividida en varios kanatos. También derrotó a las hasta entonces independientes República de Pskov y República de Nóvgorod.
Durante el reinado de Iván III, quien se casó con Sofía Paleóloga, comenzó a surgir la idea de la Tercera Roma. Sofía era sobrina de Constantino XI, el último Emperador bizantino, e Iván podía reclamar ser el heredero del Imperio Romano de Oriente (Imperio bizantino) que había caído. Iván compitió con su poderoso rival del noroeste, Lituania, por el control de algunos principados semi-independientes que formaron la Rus de Kiev. El cambio de bando de algunos príncipes, las escaramuzas en la frontera y una larga guerra con Lituania que terminó en 1503 permitieron a Iván III extender sus dominios hacia el oeste, triplicándolos durante su reinado.
La consolidación interna se complementó con la expansión del estado. Durante el siglo XV, los gobernantes de Moscú consideraron todo el territorio ruso como su propiedad. Algunos principados semi-independientes todavía reclamaban ciertos territorios, pero Iván III obligó a los menos poderosos a aceptar al gran príncipe de Moscovia y a sus descendientes como líderes indiscutibles en asuntos militares, judiciales y diplomáticos. Poco a poco, el gobernante moscovita se convirtió en un líder poderoso y con autoridad absoluta, asumiendo el título de «Soberano de toda Rusia».
Durante el reinado de su hijo, Basilio III, Rusia sufrió incursiones regulares de los tártaros del Kanato de Crimea y del Kanato de Kazán. Las invasiones más peligrosas ocurrieron en 1517, 1521, 1537 y 1538. La amenaza de estas incursiones impedía al Principado de Moscú conquistar las regiones del sur con su tierra fértil. Decenas de miles de milicianos y nobles protegían los límites del sur, lo que era una carga pesada para el estado y frenaba su desarrollo económico y social. Durante una disputa con Pskov en 1510, el monje Filoféi escribió una carta a Basilio III, hijo de Iván III, en la que profetizaba que este reino se convertiría en la Tercera Roma, consolidando así el sentimiento ruso de ser herederos de los bizantinos.
Zarato ruso
Iván IV, el Terrible
Iván IV fue el primer gobernante moscovita en usar el título de zar, estableciendo así el Zarato ruso.
El poder absoluto del zar alcanzó su punto máximo durante el reinado de Iván IV (1547-1584). Iván fortaleció la posición del zar de una manera nunca vista, sometiendo a la nobleza a su voluntad sin dudar, exiliando o ejecutando a muchos de sus miembros por la menor razón. A pesar de todo, Iván fue un gobernante con una visión a largo plazo. Promulgó un nuevo código de leyes, reformó la ética del clero y construyó la gran Catedral de San Basilio, que aún se encuentra en la Plaza Roja de Moscú. Introdujo la autoadministración en el noreste de Rusia, donde había pocos grandes propietarios de tierras.
El zar Iván IV conquistó el Kanato de Kazán en 1552, incendiando su capital. Sin embargo, los tártaros del Kanato de Crimea continuaron devastando las tierras rusas. En 1571, los tártaros de Crimea incendiaron la capital rusa y tomaron como prisioneros a ciento cincuenta mil rusos. En otro frente, Iván IV luchó para que Rusia tuviera acceso al mar Báltico y al comercio marítimo. Esto causó una guerra agotadora y finalmente sin éxito para Rusia contra Letonia, Polonia, Lituania, Suecia y territorios alemanes.
El Período Tumultuoso
A la muerte de Iván, comenzó un período de guerras civiles conocido como el Período Tumultuoso. Las disputas por la sucesión y el resurgimiento de la nobleza fueron las principales causas del conflicto.
Cuatro años (1600-1604) de malas cosechas, causadas por las bajas temperaturas en los meses de verano, provocaron hambre y desorganización económica.
El poder absoluto del zar sobrevivió a estos años difíciles y a los gobiernos de zares corruptos o débiles gracias a la fuerza de la burocracia del gobierno central. Los funcionarios del gobierno siguieron trabajando, sin discutir la legitimidad del gobernante o de la facción que controlaba el trono.
Las disputas por la sucesión durante el Período Tumultuoso causaron la pérdida de muchos territorios a favor de la Comunidad Polaco-Lituana y Suecia en guerras como las Dimitríadas, la Guerra de Ingria y la de Smolensk. Muchas ciudades rusas fueron devastadas por los invasores polacos y suecos. La recuperación llegó a mediados del siglo XVII, cuando varias guerras contra la Comunidad Polaco-Lituana (1654-1667) trajeron importantes ganancias territoriales, incluyendo Smolensk, Kiev y la parte oriental de Ucrania.
Los Románov
El orden se restauró en 1613 cuando Miguel Románov, emparentado por matrimonio con la Dinastía de Rúrik, fue elegido por la Asamblea Nacional (Zemsky Sobor) para ocupar el trono. Así comenzó el período de la Dinastía Románov, que gobernaría desde 1613 hasta la Revolución de Febrero de 1917.
La tarea inmediata de la nueva dinastía fue restaurar el orden. Afortunadamente para Moscú, sus mayores enemigos, la Comunidad Polaco-Lituana y Suecia, estaban en conflicto entre sí, lo que dio a Moscovia la oportunidad de hacer la paz con Suecia en 1617 y firmar una tregua con los Polaco-Lituanos en 1619.
En lugar de arriesgar sus posiciones en más guerras civiles, los grandes nobles o boyardos cooperaron con los primeros Románov, permitiéndoles completar la centralización del gobierno. El Estado requirió los servicios tanto de la nobleza antigua como de la nueva, principalmente en el ámbito militar. A cambio, los zares permitieron a los boyardos completar el proceso de feudalización de los campesinos.
Durante el siglo anterior, el estado había limitado poco a poco el derecho de los campesinos a trasladarse de las tierras de un señor a otro. Con el Estado ahora legitimando completamente la servidumbre, los campesinos que huían se convertían automáticamente en fugitivos. Los terratenientes tenían control absoluto sobre sus campesinos y podían comprarlos, venderlos, intercambiarlos como mercancía o hipotecarlos. Tanto el Estado como los nobles les impusieron una carga muy pesada de impuestos, cuya tasa era cien veces mayor a mediados del siglo XVII que un siglo antes. Además, los comerciantes y artesanos de clase media que vivían en las ciudades fueron gravados con más impuestos y, al igual que a los siervos, se les prohibió cambiar de residencia. Finalmente, todos los sectores de la población estaban sujetos a reclutamiento militar e impuestos especiales.
Rebeliones del campesinado
En un período donde los levantamientos campesinos eran comunes, el más grande del siglo XVII comenzó en 1667. Cuando los cosacos reaccionaron contra la creciente centralización del Estado, los siervos se unieron a la revuelta y escaparon de sus tierras para unirse a ellos. El cosaco rebelde Stenka Razin lideró a sus seguidores río arriba por el Volga, incitando revueltas campesinas y reemplazando los gobiernos locales por un mando cosaco. Finalmente, el ejército del zar los aplastó en 1670; un año después, Razin fue capturado y ejecutado. El levantamiento y la represión que le siguió causaron la muerte de una parte significativa de la población campesina en las áreas afectadas.
La Rusia Imperial
Pedro el Grande
Pedro I, el Grande (1672-1725), consolidó el poder absoluto en Rusia y fue clave para que el país se adaptara al sistema de estados europeos. Desde sus humildes orígenes en el siglo XIV como Principado de Moscú y luego Zarato ruso, Rusia se había convertido en la nación más grande del mundo en tiempos de Pedro. Era tres veces el tamaño de Europa, abarcando las llanuras euroasiáticas desde el Mar Báltico hasta el Océano Pacífico. Gran parte de su expansión ocurrió en el siglo XVII, culminando con el primer asentamiento en el Pacífico a mediados de siglo, la reconquista de Kiev y la pacificación de las tribus siberianas. Sin embargo, esta vasta extensión de tierra solo tenía catorce millones de habitantes. La producción de grano no alcanzaba las cifras de Occidente, lo que obligaba a casi toda la población a vivir de la agricultura. Solo una pequeña parte de la población vivía en las ciudades.
Pedro estaba muy impresionado por los avances tecnológicos, militares y políticos de Occidente. Estudió sus tácticas militares y fortificaciones para luego crear un ejército de 300.000 soldados, reclutados de por vida. Entre 1697 y 1698, se convirtió en el primer zar ruso en visitar Occidente, donde él y su séquito causaron una gran impresión. En una ceremonia especial, Pedro asumió el título de emperador, y el Zarato ruso pasó a llamarse oficialmente Imperio ruso en 1721.
Los primeros esfuerzos militares de Pedro se dirigieron contra el Imperio otomano. Después, su atención se centró en el Norte. Pedro aún no tenía un puerto seguro en esa zona, excepto en Arjánguelsk, en el Mar Blanco, cuyas aguas permanecían congeladas nueve meses al año. El acceso al Báltico estaba bloqueado por Suecia, cuyo territorio lo rodeaba por tres puntos. Las ambiciones de Pedro de tener una "ventana al mar" lo llevaron a firmar una alianza secreta contra Suecia con la Comunidad Polaco-Lituana y Dinamarca en 1699, lo que llevó a la Gran Guerra del Norte. La guerra terminó en 1721 cuando una Suecia agotada pidió la paz a Rusia. Pedro adquirió cuatro provincias situadas al sur y al este del Golfo de Finlandia, asegurando así su ansiado acceso al mar. Allí construyó la nueva capital de Rusia, San Petersburgo, como una "ventana abierta sobre Europa" para reemplazar a Moscú, que había sido el centro cultural del país durante mucho tiempo.
Las tensiones generadas por las expediciones militares de Pedro provocaron otra revuelta. En nombre del rebelde ejecutado Stenka Razin, otro líder cosaco, el atamán Kondraty Bulavin, se levantó en armas y fue finalmente derrotado.
Pedro reorganizó su gobierno siguiendo modelos occidentales, transformando Rusia en un estado con poder absoluto. En 1711, reemplazó la antigua Duma boyarda (un consejo de nobles) por el Senado Gobernante de nueve miembros, que en la práctica era un consejo de estado. La Rusia rural se dividió en nuevas provincias y distritos. Pedro comunicó al senado que su misión era recaudar impuestos. Como resultado, la recaudación se triplicó durante su reinado. Como parte de sus reformas de gobierno, la Iglesia ortodoxa rusa se incorporó parcialmente a la estructura administrativa del país, convirtiéndola en una herramienta del Estado. Pedro abolió el Patriarcado y lo reemplazó por un cuerpo colectivo, el Santísimo Sínodo Gobernante, dirigido por un funcionario civil. Mientras tanto, se eliminaron todos los restos del antiguo autogobierno local, y Pedro continuó e intensificó los esfuerzos de sus predecesores, exigiendo a la nobleza que prestara servicios a la administración.
Pedro murió en 1725, dejando la sucesión incierta y un reino agotado. Durante su mandato, surgieron preguntas sobre el atraso del país, su relación con Occidente, la conveniencia de las reformas desde arriba y otros problemas fundamentales que los futuros gobernantes rusos tuvieron que enfrentar. A pesar de todo, sentó las bases para el establecimiento de un Estado moderno en Rusia.
El Imperio se expande
Pasarían casi cuarenta años antes de que una gobernante ambiciosa y decidida se sentara en el trono ruso. Catalina II la Grande fue una princesa alemana que se casó con el heredero del zar, Pedro III. El zar se ganó el rechazo de la nobleza y el clero por su preferencia por la cultura prusiana y sus reformas agrarias que iban en contra de los intereses de la nobleza. Gracias a la inactividad del zar, Catalina pudo dar un golpe de Estado exitoso y autoproclamarse zarina; Pedro fue asesinado por personas cercanas a Catalina.
Catalina contribuyó al resurgimiento de la nobleza rusa, que había comenzado después de la muerte de Pedro el Grande. El servicio al Estado había sido abolido, y la nueva zarina complació aún más a los nobles delegándoles el poder en las provincias.
Además, Catalina extendió la influencia política sobre la Comunidad Polaco-Lituana con acciones como el apoyo a la Confederación Targowica. Sin embargo, el costo de sus campañas, en el apogeo de un sistema social que dependía del trabajo de los siervos en las tierras de sus señores, provocó un gran levantamiento campesino en 1773 después de que se legalizara la venta de siervos por separado de la tierra. Inspirados por otro cosaco llamado Yemelián Pugachov, quien se hacía pasar por el difunto Pedro III, Pugachov y sus rebeldes se convirtieron en un problema para Catalina. Finalmente fueron aplastados cuando su falta de disciplina los debilitó. Pugachov fue llevado a Moscú para ser ejecutado como ejemplo, pero no sería el único movimiento campesino contra el trono.
Mientras se sofocaba el levantamiento rebelde, Catalina emprendió con éxito la guerra contra un Imperio otomano en declive y extendió la frontera meridional hasta el Mar Negro. En 1775, Sich de Zaporiyia fue disuelta y en 1783 el Kanato de Crimea fue anexado. Se creó Nueva Rusia en las antiguas tierras de los cosacos ucranianos, donde se fundaron nuevas ciudades en los sitios de antiguos asentamientos cosacos: Katalinoslav (1776), Isabelgrad, Jersón (1778) y Odesa (1794).
En ese momento, y con la colaboración de Austria y Prusia, Rusia se anexionó el este de la Comunidad Polaco-Lituana (habitada por ucranianos ortodoxos y bielorrusos, que en la Edad Media formaron parte de la Rus de Kiev) durante las Particiones de Polonia y, en consecuencia, movió la frontera hasta Europa Central. A la muerte de Catalina, en 1796, su política de expansión había convertido a Rusia en una de las grandes potencias europeas. Hubo un conflicto con España en 1799 por cuestiones de la soberanía de la Orden de Malta, aunque no llegó a un enfrentamiento armado.
Alejandro I fue el zar que tuvo que enfrentar las Guerras Napoleónicas, donde Rusia, como una potencia con poder absoluto, se opuso a Napoleón desde el principio. Sin embargo, después de la decisiva derrota rusa en la Batalla de Austerlitz, Rusia firmó la paz con Francia, una paz que no duraría mucho tiempo. Rusia y Francia volvieron a la guerra, y Napoleón protagonizó una desastrosa invasión de Rusia, donde las políticas de tierra quemada empleadas por los rusos diezmaron al ejército francés, que tuvo que realizar una difícil retirada a través de una Rusia helada y devastada.
Después de la derrota definitiva de Napoleón, se celebró el Congreso de Viena, donde se reconoció la autoridad rusa sobre Polonia, Finlandia y Besarabia.
Aunque Rusia desempeñó un papel político muy importante durante el siglo siguiente gracias a la derrota infligida a la Francia napoleónica, la no eliminación de la servidumbre frenó cualquier tipo de progreso económico en Rusia. Mientras la economía europea crecía sin parar durante la Revolución industrial, que comenzó en la segunda mitad del siglo XVIII, Rusia se quedaba atrás como nunca antes en comparación con Occidente, lo que le generó nuevos y graves problemas al imperio.
Los últimos zares
La Revuelta Decembrista
El estatus privilegiado de Rusia ocultó durante muchos años la ineficiencia de su gobierno, el aislamiento de su gente y su atraso económico. Después de la derrota de Napoleón, Alejandro I había estado dispuesto a negociar algunas reformas, pero, aunque se hicieron algunas, no se realizaron cambios realmente importantes.
Este zar, con ideas liberales pero sin acciones concretas, fue reemplazado por su hermano menor, Nicolás I, quien al comienzo de su reinado tuvo que enfrentar un levantamiento militar. El origen de esta revuelta se remontaba a las Guerras Napoleónicas, cuando muchos oficiales rusos bien educados viajaron a Europa durante las campañas militares. Allí, su contacto con las ideas de libertad de Europa Occidental los inspiró a buscar cambios al regresar a la Rusia con poder absoluto. El resultado fue la Revuelta Decembrista, organizada por un pequeño grupo de nobles y oficiales del ejército que querían que el hermano mayor de Nicolás (más liberal) fuera monarca y que se aprobara una constitución. Pero la rebelión fue sofocada fácilmente, lo que alejó definitivamente a Nicolás I del proceso de modernización iniciado por Pedro el Grande, impidiendo la adopción de una constitución (la primera constitución rusa es la Constitución rusa de 1906) y defendiendo los principios de "Autocracia, Ortodoxia, Nacionalismo".
Los zares rusos tuvieron que lidiar con levantamientos en los territorios anexados de la Comunidad Polaco-Lituana: el Levantamiento de Noviembre, en 1830, y el Levantamiento de Enero, en 1863.
Cismas ideológicos y reacción
La dura represión de la revuelta hizo que el "Catorce de diciembre" fuera un día largamente recordado por los movimientos revolucionarios posteriores. Para evitar futuras rebeliones, las escuelas y universidades fueron vigiladas constantemente y los estudiantes recibieron libros de texto oficiales. Los espías de la policía secreta Ojrana podían encontrarse en cualquier lugar. Los sospechosos de ser revolucionarios eran enviados a Siberia: bajo Nicolás I, cientos de miles fueron enviados a campos de trabajo.
En esta situación, emergería Mijaíl Bakunin como una figura importante del anarquismo. Abandonó Rusia en 1842 hacia Europa Occidental, donde participó activamente en el movimiento socialista. Después de participar en el Levantamiento de Mayo de Dresde en 1849, fue encarcelado y enviado en barco a Siberia, pero logró escapar y regresar a Europa. Allí colaboró con Karl Marx, a pesar de importantes diferencias en sus ideas y métodos.
La cuestión del rumbo de Rusia había cobrado fuerza desde que Pedro el Grande comenzó su programa de modernización. Algunos favorecían simplemente imitar las costumbres y sistemas occidentales, mientras que otros rechazaban a Occidente y pedían un regreso a las tradiciones del pasado. Esta última opción fue la elegida por los nacionalistas eslavófilos, que se burlaban continuamente de la "decadente" Europa. Los eslavófilos preferían el colectivismo del mir, o comunidad de la aldea medieval, al individualismo occidental. Más tarde, el comunismo de la Rusia Soviética no solo se inspiraría en las ideas de Marx, sino también en el patrón social del mir, establecido durante muchos años.
Crimea, Alejandro II y la abolición de la servidumbre
Por su fuerte lucha contra las ideas liberales europeas, el zar Nicolás fue apodado «El gendarme de Europa», con cierto tono de burla. En 1853, estalló la Guerra de Crimea entre Rusia y el Imperio Otomano debido a la insistencia rusa en defender los intereses ortodoxos en Tierra Santa, que ellos consideraban que no eran satisfechos por el sultán. Los rusos también se enfrentaron al Reino Unido y a Francia, que temían que Rusia se volviera demasiado influyente. La guerra vio cómo Crimea era devastada y los puertos rusos del Mar Negro eran bombardeados. Superada, Rusia se vio obligada a pedir la paz, y con ello las potencias europeas comenzaron a notar la debilidad del régimen zarista.
Cuando Alejandro II llegó al trono en 1855, el deseo de reformas se había extendido. Un nuevo movimiento humanitario, que más tarde se compararía con el abolicionista de los Estados Unidos antes de la guerra civil americana, atacó la servidumbre. En 1859, había más de 23 millones de siervos viviendo en condiciones a menudo peores que las de los campesinos de Europa Occidental en los feudos del siglo XII. Alejandro II, con ideas más abiertas y humanistas que su padre, decidió abolir la servidumbre desde arriba antes de que fuera eliminada desde abajo por una revolución.
La emancipación de los siervos de 1861 fue el evento más importante de la historia rusa del siglo XIX. Fue el comienzo del fin del poder exclusivo de la aristocracia terrateniente. La emancipación aportó nueva mano de obra a las ciudades; estimuló la industria y las clases medias crecieron en número e influencia. Sin embargo, los campesinos liberados tuvieron que pagar un impuesto especial de por vida al gobierno, que a cambio pagó un precio generoso a los antiguos señores por la tierra que habían perdido; una forma de mantener contentos a ambos lados. Todo el territorio cedido a los campesinos era propiedad colectiva de la mir, la comunidad aldeana, que dividía la tierra entre los campesinos y realizaba tareas de supervisión.
En resumen, aunque la servidumbre fue abolida, como este logro se consiguió en términos desfavorables para los campesinos, no se lograron calmar los ánimos revolucionarios a pesar de las intenciones de Alejandro II.
En la década de 1870, la situación en la península balcánica influyó fuertemente en la política de Rusia. Entre 1875 y 1877, el ejército turco reprimió con gran crueldad la insurrección de las nacionalidades eslavas contra el régimen turco. La sociedad rusa presionó al gobierno para que prestara ayuda militar a los eslavos balcánicos. Durante la guerra de 1877-1878 (Guerra Ruso-Turca, 1877–1878), el ejército ruso, junto con los patriotas búlgaros, rumanos y serbios, venció a los turcos y llegó casi a Estambul. Turquía firmó un tratado de paz basado en las condiciones rusas. Sin embargo, Inglaterra adoptó una postura anti-rusa y las condiciones del tratado de paz fueron modificadas, reduciendo las ventajas de Rusia y sus aliados eslavos. Los fracasos de la política exterior de Rusia aumentaron la tensión en la sociedad rusa.
Los movimientos Naródnik y Nihilista
Durante algún tiempo, muchos liberales rusos se sintieron insatisfechos con las discusiones vacías de la intelligentsia. En la década de 1860, cuestionaron los valores antiguos, defendieron la independencia del individuo y sorprendieron a la clase dirigente rusa.
Primero intentaron atraer a la aristocracia a la causa reformista. Después de fracasar, se fijaron en los campesinos. Su campaña "dirigíos al pueblo" se conoció como el movimiento Naródnik (narod significa pueblo en ruso). Cuando este movimiento ganó fuerza, el gobierno actuó rápidamente para suprimirlo.
En respuesta a la creciente represión gubernamental, un grupo radical de los naródniks propuso un movimiento conocido como nihilista y usó el terrorismo. Una tras otra, importantes figuras del régimen fueron asesinadas con disparos o bombas. Finalmente, después de muchos intentos, Alejandro II fue asesinado en 1881, el mismo día en que aprobaba una petición de la asamblea de representantes para que considerara nuevas reformas que complementaran la abolición de la servidumbre y así calmar a los revolucionarios.
Reacción bajo Alejandro III
Que los ánimos revolucionarios no disminuyeron con la reforma de Alejandro II quedó claro cuando este fue asesinado en un ataque.
Alejandro III lo sucedió como zar. Con una mentalidad conservadora, Alejandro III estuvo muy influenciado por su tutor, el conservador Konstantín Pobedonóstsev, y su reinado se caracterizó por el regreso a los principios de «autocracia, ortodoxia y nacionalismo» de su abuelo Nicolás. Alejandro III utilizó a la policía secreta para reprimir cualquier tipo de oposición. Llevado por una política antisemita, miles de judíos buscaron refugio en países como Estados Unidos, y se llevaron a cabo los llamados «pogromos» (ataques violentos contra comunidades judías).
En el reinado de Alejandro III, Rusia estableció una alianza con Francia. La industria rusa recibió grandes préstamos de bancos franceses, lo que llevó al establecimiento de núcleos de trabajadores cada vez más fuertes en Moscú, San Petersburgo y los Urales. Todo esto causó el crecimiento de los movimientos socialistas y otros grupos.
Alejandro III murió de forma repentina en 1894, sin haber logrado enseñar a su hijo las habilidades de gobierno necesarias para un país sumido en una profunda crisis social y gubernamental.
Nicolás II y el nuevo movimiento revolucionario
Alejandro fue sucedido por su hijo Nicolás II (1894-1917). La Revolución Industrial, que comenzaba a tener una influencia importante en Rusia, impulsaría los factores que finalmente acabarían con el zar. Los grupos liberales entre los capitalistas y la nobleza creían en una reforma social pacífica y en una monarquía constitucional, formando parte del Partido Democrático Constitucional (KD), también llamados kadety. Los miembros del Partido Social-Revolucionario (SR o esery) incorporaron en su ideología la tradición de los naródnik, y exigieron la distribución de la tierra entre quienes la trabajaban: los campesinos. Otro grupo radical era el de los miembros del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (SD), representantes del marxismo en Rusia. Ganando cada vez más apoyo de intelectuales y la clase trabajadora urbana, defendían una revolución social, económica y política.
En 1903, el partido SD se dividió en dos grupos: los mencheviques, o moderados, y los bolcheviques, o radicales. Los mencheviques, liderados por Yuli Mártov, creían que el socialismo ruso llegaría de forma gradual y pacífica, y que el régimen del zar debería ser reemplazado por una república democrática en la que los socialistas cooperarían con otros partidos. Los bolcheviques, bajo Vladímir Lenin, defendían la formación de un pequeño grupo de revolucionarios profesionales, con una disciplina de partido muy estricta, que actuarían como líderes de los trabajadores para tomar el poder por la fuerza.
La desastrosa participación de las fuerzas armadas en la Guerra Ruso-Japonesa de 1904-1905 fue un gran golpe para el régimen zarista y aumentó la posibilidad de un levantamiento. En enero de 1905, una serie de eventos conocidos como "Domingo Sangriento" ocurrieron cuando el Padre Gapón llevó a una gran multitud al Palacio de Invierno en San Petersburgo para presentar una petición al zar. Cuando el grupo llegó al palacio, los cosacos abrieron fuego contra la gente, matando a cientos de personas. El pueblo ruso se indignó tanto por la masacre que se declaró una huelga general exigiendo una república democrática. Esto marcó el inicio de la Revolución rusa de 1905. Los soviets (consejos de trabajadores) aparecieron en la mayoría de las ciudades para dirigir la actividad revolucionaria. El Sóviet de San Petersburgo fue la primera organización de delegados obreros surgida durante la revolución de 1905. Rusia quedó paralizada y el gobierno, en una situación desesperada.
En octubre de 1905, Nicolás II firmó con dudas el famoso Manifiesto de Octubre, que concedía la creación de la Duma Imperial de Rusia (parlamento) nacional que se convocaría sin demora. El derecho al voto se extendió y ninguna ley entraría en vigor sin la aprobación de la Duma. Los grupos moderados estaban satisfechos, pero los socialistas rechazaron las concesiones e intentaron organizar nuevas huelgas. A finales de 1905, había cierta desunión entre los reformistas, y la posición del zar se fortalecería con el tiempo. Finalmente, se promulgó la primera constitución de Rusia, la Constitución rusa de 1906.
Los años siguientes y previos a la guerra indicaban una cierta estabilidad del régimen zarista, beneficiado por las hábiles políticas de figuras como Piotr Stolypin o Vladimir Kokovtsov.
Primera Guerra Mundial y Revolución
El zar Nicolás II y sus colaboradores hicieron que el país entrara en la Primera Guerra Mundial con entusiasmo y patriotismo, defendiendo a los hermanos eslavos ortodoxos, los serbios, como principal razón para la guerra. Rusia era temida por la gran cantidad de personas que podía movilizar en caso de un conflicto continental, y su economía e infraestructura habían crecido desde finales del siglo XIX gracias a la industrialización y la llegada de capitales franceses. Sin embargo, los reveses militares y la falta de capacidad del ejército y del gobierno pronto decepcionaron a la población. El control alemán del Mar Báltico y el bloqueo germano-otomano del Mar Negro cortaron las rutas de comercio marítimo internacional e impidieron la llegada de productos básicos.
A mediados de 1915, el impacto de la guerra era desmoralizante. La comida y el combustible escaseaban, el número de bajas era enorme y la inflación no dejaba de subir. Las huelgas aumentaron entre los trabajadores de las fábricas mal pagados y los campesinos, que exigían reformas agrarias, estaban inquietos. Mientras tanto, el descontento general con el régimen empeoraba por momentos debido a informes que afirmaban que un místico, Grigori Rasputin, había ganado una importante influencia política dentro del gobierno. Su asesinato a finales de 1916 puso fin al escándalo, pero no restauró el prestigio perdido del régimen. La decisión del zar Nicolás de dirigir personalmente al Ejército tampoco ayudó en la guerra ni a su prestigio como monarca; peor aún, dejó a Rasputín como el poder en la sombra en Petrogrado.
El 3 de marzo de 1917, hubo una huelga en la fábrica Putílov de la capital Petrogrado —la antigua San Petersburgo, renombrada así tras el inicio del conflicto para «rusificar» su nombre—. En una semana, casi todos los trabajadores de la ciudad se unieron, y comenzaron a sucederse los disturbios callejeros. Cuando el zar disolvió la Duma y pidió a los huelguistas que volvieran al trabajo, sus órdenes desencadenaron la Revolución de Febrero.
La Duma se negó a disolverse, los huelguistas celebraron grandes reuniones desafiando al régimen y el ejército se puso claramente del lado de los trabajadores. Unos días después, la Duma nombró un Gobierno provisional encabezado por el Príncipe Lvov. Al día siguiente, el zar abdicó. Al mismo tiempo, los socialistas de Petrogrado formaron el Sóviet de Petrogrado (consejo) de los Diputados de Trabajadores y Soldados para, según ellos, darles el poder que no tenían en la Duma. Mientras el Gobierno provisional, ahora liderado por Aleksandr Kérenski, perdía el tiempo, el Soviet de Petrogrado extendió su organización por todo el país creando soviets locales. Además, Kérenski cometió el error de continuar la participación de Rusia en la guerra, una decisión muy impopular entre la gente.
Lenin regresó a Rusia en abril desde su exilio en Suiza, con ayuda de Alemania, que esperaba que un conflicto civil generalizado obligara a Rusia a retirarse de la guerra. Miles de campesinos, trabajadores y soldados le dieron una gran bienvenida a la llegada del tren que traía a Lenin a Petrogrado. Después de muchas acciones detrás de escena, los bolcheviques formaron un nuevo gobierno liderado por Lenin en noviembre de 1917 y obligaron a Kérenski y a su equipo a huir al exilio; todo esto, durante los eventos que se conocerían como la Revolución de Octubre.
Cuando la Asamblea Constituyente Rusa, que se reunió en enero de 1918, se negó a convertirse en un simple instrumento de los bolcheviques, fue disuelta por los partidarios de Lenin. Con la disolución de la Asamblea Constituyente, desapareció el último rastro de la anterior y breve democracia. A partir de ese momento, con la oposición moderada fuera de combate, Lenin pudo desvincular su régimen de la Gran Guerra mediante el duro Tratado de Brest-Litovsk firmado con Alemania, que impuso a Rusia grandes pérdidas de territorios.
Con la llegada al poder del gobierno provisional, el zar fue recluido junto a su familia en el palacio de Tsárskoye Seló, cerca de Petrogrado, para después ser trasladado a Tobolsk. En 1918, el zar Nicolás II se encontraba prisionero de los bolcheviques en Ekaterimburgo. Ante la posible llegada de los contrarrevolucionarios, Lenin autorizó la orden de asesinato de la familia imperial. Un grupo de la Checa ejecutó a toda la familia dentro de la Casa Ipátiev, para luego eliminar cualquier rastro de los cuerpos. Por esas fechas, muchos miembros de la familia Románov fueron asesinados por bolcheviques, salvándose algunos al exiliarse, principalmente a Francia.
La guerra civil rusa
Un poderoso grupo de contrarrevolucionarios llamado el Movimiento Blanco comenzó a organizarse para derrocar a los bolcheviques. Al mismo tiempo, las potencias aliadas enviaron tropas para apoyar a las fuerzas anticomunistas. Los aliados temían que los bolcheviques estuvieran conspirando con los alemanes debido al Tratado de Brest-Litovsk; también esperaban que los blancos reanudaran las hostilidades contra Alemania. En el otoño de 1918, el régimen bolchevique sobrevivía en una situación peligrosa, enfrentado a las potencias aliadas y a los opositores internos. Sin embargo, el Movimiento Blanco carecía de un mando unificado y sus tropas estaban dispersas y sin actuar de forma coordinada; algunos incluso actuaban solo como gobernantes locales.
Para contrarrestar esta situación de emergencia, comenzó un período de represión gracias al Ejército Rojo y la Cheka (la policía secreta), que acabarían con todos los enemigos de los bolcheviques. Aunque declaraban objetivos nobles, los comunistas no obtuvieron la aprobación de todos los sectores de la sociedad y tuvieron que usar la fuerza para ejercer el poder sobre Rusia. Acabaron con la policía secreta zarista, tan despreciada por los rusos de todas las ideas políticas, así como con otras instituciones del antiguo orden. Pero aseguraron la supervivencia de su propio régimen creando una nueva policía política, la Checa, de dimensiones aún mayores que la anterior, tanto en el alcance de su autoridad como en la severidad de sus métodos. En 1920, toda la resistencia blanca había sido aplastada y los ejércitos extranjeros, evacuados, pero con el costo de mantener la característica rusa del poder absoluto bajo nuevas formas.
Mientras Rusia estaba inmersa en su guerra civil, las fronteras entre Polonia y Rusia no estaban claramente definidas por el Tratado de Versalles después del fin de la guerra mundial. La Guerra Ruso-Polaca (1919–1921), que terminó con la derrota del Ejército Rojo, estableció los límites entre ambos países.
Principales líderes blancos
Nombre | Comentario | Muerte |
---|---|---|
Mijaíl Alekséyev | Uno de los fundadores del Ejército de Voluntarios. | Falleció en 1918 de un ataque cardíaco mientras se hallaba en las cercanías del Volga. |
Pável Bermondt-Aválov | Comandante de las fuerzas blancas que combatieron en Estonia, Letonia y Lituania | Exiliado en Alemania y Estados Unidos, falleció en 1974. |
Antón Denikin | Combatió en el Cáucaso norte, liderando al Ejército de Voluntarios. Dirigió una ofensiva fallida contra Moscú, siendo derrotado en Oriol. | Exiliado en numerosos países europeos, falleció en 1947 en Estados Unidos. |
Alekséi Kaledin | Formó un gobierno antibolchevique en Rostov del Don, siendo reconocido como líder político de la región. | Se suicidó en 1918 ante el avance de los soviéticos. |
Aleksandr Kolchak | Reconocido por el Directorio de Omsk como «Gobernante Supremo de Rusia». | Entregado a los bolcheviques por la Legión Checoslovaca, fue fusilado en Irkutsk en 1920. |
Lavr Kornílov | Primer comandante del Ejército de Voluntarios. | Falleció en 1918 tratando de tomar la ciudad de Ekaterinodar. |
Piotr Krasnov | Aunque miembro del Movimiento Blanco, fue presidente de la efímera República Cosaca que se opuso tanto a bolcheviques como a blancos. | Capturado por los soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial, fue ejecutado por traición en 1946. |
Yevgueni Miller | Dirigió las fuerzas blancas en Múrmansk y Arjánguelsk. | Exiliado en Francia, fue capturado por los soviéticos, trasladado a Moscú y ejecutado sumariamente en 1939. |
Grigori Semiónov | Un cosaco, se instaló en Chitá y actuó como un señor feudal con el apoyo de Japón. | Exiliado, permaneció en China y Corea al servicio de Japón. En 1946 fue capturado por los soviéticos y ejecutado. |
Andréi Shkuró | Cosaco afamado por su carácter indómito. Asentado en Kubán, fue nombrado atamán en 1920. | Capturado por los soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial, fue ejecutado en 1947. |
Ungern von Sternberg | Apodado El Barón Loco, dirigió una ofensiva de los Blancos en Mongolia en apoyo al Bogd Khan. | Derrotado en Mongolia, fue capturado por los soviéticos y ejecutado en Novonikoláyevsk en 1921. |
Piotr Wrangel | Conquistó Tsaritsyn, combatió al Ejército Negro en Ucrania y se hizo con el control de Crimea. | Líder del Movimiento Blanco en el exilio, falleció en Bruselas en 1928. |
Nikolái Yudénich | Líder de las fuerzas blancas del Báltico, dirigió un fallido ataque sobre Petrogrado. | Exiliado en Francia, falleció en 1933 de causas naturales. |
La Unión Soviética
Fundación de la Unión Soviética
La historia de Rusia entre 1922 y 1991 es principalmente la historia de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o, más brevemente, Unión Soviética. Esta nación unida por la ideología, establecida en 1922 por los líderes del Partido Comunista de la Unión Soviética, se superponía territorialmente a grandes rasgos con el antiguo Imperio Ruso. En aquella época, el nuevo estado estaba constituido por cuatro repúblicas: la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFS de Rusia), la RSS Ucraniana, la RSS Bielorrusa y la República Federativa Socialista Soviética de Transcaucasia.
La Constitución de la Unión Soviética de 1924 establecía un sistema federal de gobierno basado en una sucesión de soviets (consejos) ubicados en pueblos, fábricas y ciudades en las regiones más grandes. Esta estructura de soviets en cada república integrante culminaba en el Congreso de los Sóviets de la Unión Soviética. Pero aunque parecía que este congreso ejercía la soberanía, este órgano estaba de hecho controlado por el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que a su vez era supervisado por el Politburó del PCUS desde Moscú, la nueva capital de la Unión Soviética, tal y como lo había sido bajo los zares antes de Pedro el Grande.
El comunismo de guerra y la Nueva Política Económica
El período comprendido desde la consolidación de la revolución bolchevique en 1917 hasta 1921 se conoce como el período del comunismo de guerra. Bancos, ferrocarriles y barcos fueron nacionalizados y la economía monetaria se restringió. Pronto surgiría un fuerte rechazo popular ante los cambios. Los campesinos exigían pagos en efectivo por sus productos y no aceptaron de buen grado tener que ceder los excedentes de grano al gobierno como parte de su política de guerra civil. Ante esta oposición del campesinado, Lenin comenzó una retirada progresiva del comunismo de guerra conocida como la Nueva Política Económica (NEP). Los campesinos fueron liberados de las recaudaciones masivas de grano y se les permitió vender sus productos excedentes en el mercado. Se estimuló el comercio permitiendo la venta al por menor. El estado siguió siendo responsable de la banca, el transporte, la industria pesada y los servicios públicos.
Aunque los grupos de extrema izquierda entre los propios comunistas criticaron a los campesinos ricos o kuláks que se beneficiaban de la NEP, el programa resultó ser bastante beneficioso y la economía se recuperó. La NEP se enfrentaría a una creciente oposición desde dentro del partido tras la muerte de Lenin a principios de 1924.
Cambios en la sociedad rusa
A medida que la economía rusa se transformaba, la vida social de la gente sufrió cambios igualmente drásticos. Desde el comienzo de la revolución, el gobierno intentó debilitar la dominación tradicional de la familia. El divorcio no requeriría más intervención judicial. Para liberar completamente a la mujer de las responsabilidades de la maternidad, se tomaron medidas para facilitar su participación en la vida pública. Como efecto secundario, la emancipación de las mujeres aumentó la fuerza laboral. Se animaba a las chicas a obtener una educación y a construir una carrera en la fábrica o en la oficina. Se dispusieron guarderías comunitarias para el cuidado de los niños pequeños y se hicieron esfuerzos para cambiar el centro de la vida social de la gente del hogar a los grupos educativos y de recreo, los clubes soviéticos.
El régimen abandonó la política zarista de discriminación contra las minorías nacionales en favor de una política de integrar a los más de doscientos grupos minoritarios en la vida soviética. Otra característica del régimen fue la extensión de los servicios sanitarios. Se promovieron campañas contra el tifus, el cólera y la malaria; el número de doctores se incrementó tan rápido como las infraestructuras y la formación lo pudieran permitir; y la tasa de mortalidad infantil decreció rápidamente mientras que la esperanza de vida ascendió con igual premura.
El gobierno también promovió el ateísmo y el materialismo, que formaban la base de la teoría marxista. Se opuso a las religiones organizadas, sobre todo con el objetivo de romper el poder de la Iglesia ortodoxa rusa, un antiguo pilar del régimen anterior y una gran barrera para el cambio social. Muchos líderes religiosos fueron enviados a campos de trabajo del Gulag. Se les prohibió a los miembros del partido asistir a servicios religiosos. El sistema educativo fue inmediatamente separado de la Iglesia. La enseñanza religiosa fue prohibida excepto en casa y se hizo hincapié en la instrucción ateísta en las escuelas.
Los primeros años de Stalin: industrialización y colectivización
Los años entre 1929 y 1939 fueron una década turbulenta en la historia rusa, un período de industrialización masiva y luchas internas mientras Iósif Stalin establecía un control casi total sobre la sociedad rusa, con un poder ilimitado, incluso mayor que el de los zares más ambiciosos. Tras la muerte de Lenin en 1924, Stalin luchó con otras facciones rivales del Politburó, especialmente León Trotski, por el liderazgo de la Unión Soviética. En 1928, con los trotskistas exiliados o fuera del poder, Stalin pudo implementar un programa radical de industrialización.
En 1928, Stalin propuso el primer Plan Quinquenal. La NEP fue abolida, y este fue el primero de una serie de planes destinados a la rápida acumulación de capital mediante la construcción de grandes complejos de industria pesada, la colectivización de la agricultura y la producción limitada de bienes de consumo. Con la implementación del plan, por primera vez en la historia, un gobierno controlaba toda la actividad económica. Mientras en los países capitalistas las fábricas y las minas estaban inactivas o funcionando por debajo de su capacidad máxima durante la Gran Depresión y millones de trabajadores estaban desempleados, el pueblo soviético trabajaba muchas horas al día, seis días a la semana, en un agotador intento de transformar la estructura económica de Rusia.
Como parte del plan, el gobierno tomó el control de la agricultura a través de granjas estatales y colectivas. Mediante un decreto de febrero de 1930, cerca de un millón de kuláks (campesinos ricos) fueron obligados a abandonar sus tierras en un proceso llamado deskulakización. Muchos campesinos se opusieron firmemente a la estricta regulación del estado, a menudo matando el ganado cuando se enfrentaban a la pérdida de su tierra. En algunas regiones llegaron a rebelarse, e incontables campesinos considerados oficialmente "kuláks" por las autoridades fueron ejecutados. Estalló una grave hambruna y varios millones de agricultores murieron de inanición. Las malas condiciones en el campo llevaron a millones de campesinos desesperados a unas ciudades en rápido crecimiento, aumentando desproporcionadamente la población urbana en pocos años.
Los planes produjeron resultados impresionantes en áreas distintas a la agricultura. Rusia, que en algunos aspectos era la nación más pobre de Europa en el momento de la revolución bolchevique, se industrializaba ahora a un ritmo sin precedentes, superando con creces la industrialización alemana del siglo XIX y la de Japón a principios del XX. Las autoridades soviéticas declararon en 1932 un aumento de la producción industrial del 334 por ciento con respecto a 1914, y en 1937 un crecimiento del 180 por ciento sobre 1932. Además, la supervivencia de la URSS frente al inminente ataque de la Alemania nazi fue posible, en parte, gracias a la capacidad de producción obtenida con dicha industrialización.
Mientras los planes quinquenales avanzaban, Stalin fue consolidando su poder personal. La policía secreta del NKVD reunía a miles de ciudadanos soviéticos para su ejecución. De los seis miembros originales del Politburó de 1920 que sobrevivieron a Lenin, todos fueron eliminados por Stalin. Los viejos bolcheviques que habían sido leales compañeros de Lenin, altos oficiales del Ejército Rojo y directores de industria fueron eliminados en las Grandes Purgas.
La represión estalinista llevó a la creación de un enorme sistema de exilio interno, mucho mayor que los establecidos en el pasado por los zares. Se aplicaron sanciones muy severas y muchos ciudadanos fueron juzgados por crímenes inventados de sabotaje y espionaje. El trabajo realizado por los prisioneros en los campos de trabajo del sistema del Gulag se convirtió en una parte importante del esfuerzo industrializador, especialmente en Siberia. Se estima que unos 14 millones de personas pasaron por el Gulag.
La Unión Soviética en la escena internacional
La Segunda Guerra Mundial
En 1939, la Unión Soviética firmó con la Alemania nazi el llamado Pacto Ribbentrop-Mólotov, un tratado de no agresión entre ambas potencias que además incluía un acuerdo secreto por el cual ambas se dividían Europa del Este y los países bálticos. La URSS invadió Polonia ese mismo año junto con los alemanes. Tras la rendición de Polonia, la URSS se anexionó el llamado «Kresy». Por otro lado, invadió Finlandia en la llamada Guerra de Invierno, anexionándose el istmo de Karelia.
Sin embargo, en 1941, Alemania invadió de forma repentina la URSS en la Operación Barbarroja. La Unión Soviética, con sus mejores generales y oficiales eliminados durante la Gran Purga, con un ejército con deficiencias, y con un Stalin que no actuaba bien y de quien dependían todas las órdenes en el frente, sufrió un colapso frente a las tropas de la Wehrmacht. El desastre soviético fue inmenso: en cinco meses, los soviéticos habían sufrido más de 4 millones de bajas militares, y los alemanes estaban a las puertas de Moscú y sitiando Leningrado.
La situación dio un giro drástico tras la Batalla de Stalingrado, donde la victoria soviética evitó que los alemanes se hicieran con los pozos petrolíferos del Cáucaso. Después de eso, los soviéticos no perdieron la iniciativa en la guerra. Con la Operación Bagratión, los soviéticos liberaron Bielorrusia y ocuparon las repúblicas bálticas. Para 1945, los soviéticos ya habían liberado gran parte de la Europa del Este. En marzo, los soviéticos entraron en Berlín, y Hitler se suicidó; poco después, la Alemania nazi se rindió a las potencias Aliadas.
Mientras tanto, en oriente, los soviéticos mantuvieron una batalla inicial contra los japoneses en la Batalla de Jaljin Gol en 1939. Gracias a sus espías, los soviéticos descubrieron que Japón no apoyaría a Alemania en su invasión, por lo que pudieron concentrar todas sus fuerzas en la lucha contra los alemanes. Tras la rendición alemana, la Unión Soviética declaró la guerra a Japón e invadió Manchuria; Japón se rendiría poco después.
Aunque la Unión Soviética fue uno de los vencedores en la Segunda Guerra Mundial, su economía había sido devastada durante el conflicto a causa de la invasión alemana, cobrándose más de 20 millones de víctimas, entre civiles y militares.
La Guerra Fría
La colaboración entre los Aliados les hizo ganar la guerra y supuestamente serviría como base para la reconstrucción y la seguridad europeas después de la guerra. Sin embargo, el conflicto entre los intereses soviéticos y estadounidenses, conocido como Guerra Fría, dominaría la escena internacional durante las siguientes décadas, presentándose como un choque de ideas.
La Guerra Fría surgió de la disputa entre Stalin y el presidente Harry Truman sobre el futuro de Europa del Este después de la Conferencia de Potsdam en el verano de 1945. Rusia había sufrido tres conflictos devastadores desde el Oeste en los 150 años anteriores, por lo que el objetivo de Stalin era establecer una zona de estados de protección entre Alemania y la URSS. Truman acusó a Stalin de no cumplir los acuerdos de Yalta. Con Europa Oriental bajo el control de la URSS, Stalin también ganó tiempo mientras desarrollaba en secreto su propio proyecto de bomba atómica.
En abril de 1949, los Estados Unidos patrocinaron la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), un pacto de defensa mutua en el que la mayoría de las naciones occidentales firmaron para actuar contra un estado concreto que atacara a cualquiera de los socios. La Unión Soviética estableció un pacto oriental opuesto a la OTAN en 1955, denominado el Pacto de Varsovia. La división de Europa en dos bloques se extendería más tarde a nivel mundial, especialmente después de 1949, cuando el monopolio nuclear estadounidense terminó con la prueba de la primera bomba atómica soviética y el comunismo llegó al poder en China.
Los principales objetivos de la política exterior soviética fueron mantener y mejorar la seguridad nacional y sostener su influencia sobre el Bloque del Este. La Unión Soviética mantuvo su influencia sobre el Pacto de Varsovia reprimiendo la Revolución Húngara de 1956, la Primavera de Praga mediante la invasión de Checoslovaquia por el Pacto de Varsovia en 1968, y apoyando la persecución del movimiento Solidaridad en Polonia a principios de los años 1980.
Mientras la Unión Soviética continuó manteniendo un control estricto sobre su área de influencia, la Guerra Fría dio paso a un período menos tenso entre 1961 y 1962 con relaciones internacionales más complejas, donde el mundo no se dividía tan claramente en dos polos opuestos. Los países menos influyentes tuvieron mayor capacidad para afirmar su independencia, y las dos superpotencias lograron reconocer intereses comunes al intentar controlar la proliferación de armas nucleares en tratados como el SALT I, SALT II y el Tratado sobre Misiles Antibalísticos.
Las relaciones soviético-estadounidenses empeoraron tras la entrada del ejército soviético en Afganistán en 1979 y la elección de Ronald Reagan en 1980.
Los años de Jrushchov y Brézhnev
Durante la lucha por el poder que siguió a la muerte de Stalin en 1953, sus colaboradores más cercanos fueron derrotados. Nikita Jrushchov consolidó su posición en un discurso ante el XX Congreso del Partido Comunista detallando las acciones de Stalin y criticándolo por promover el culto a su personalidad. A medida que se hacían públicos los detalles del discurso, Jrushchov aceleró la implementación de un amplio paquete de reformas. Disminuyendo el énfasis de su predecesor en la industria pesada, incrementó la producción de bienes de consumo y viviendas, además de estimular la producción agrícola y la construcción de viviendas públicas. Las nuevas políticas mejoraron las condiciones de vida, aunque la escasez de maquinaria, textiles y otros bienes de consumo no perecederos aumentaría en los años siguientes. El sistema judicial, aunque todavía bajo control absoluto del Partido, puso fin a la política de represión. Los intelectuales tuvieron mayor libertad de expresión durante el deshielo de Jrushchov que durante el período estalinista.
En 1964, Jrushchov fue destituido por el Comité Central del Partido Comunista, atribuyéndole una gran cantidad de errores que incluían varios reveses soviéticos como la Crisis de los Misiles Cubanos y la Ruptura sino-soviética. Después de un breve período de gobierno colectivo, un veterano burócrata, Leonid Brézhnev, ocupó el lugar de Jrushchov.
A pesar de la mejora en la planificación económica bajo Jrushchov, el sistema siguió dependiendo de planes centralizados sin ninguna referencia a los mecanismos del mercado. Como país desarrollado que era, la Unión Soviética en los años 70 tuvo serias dificultades para mantener las altas tasas de crecimiento en el sector industrial que había disfrutado en años anteriores. Se hizo necesario un aumento progresivo en la inversión y la mano de obra para mantener el crecimiento, pero estos aportes se hacían cada vez más difíciles de obtener, en parte debido al refuerzo en la producción de bienes de consumo. Aunque los objetivos de los planes quinquenales de los años 70 se revisaron a la baja, no se pudieron alcanzar. El desarrollo agrícola continuó estancado durante los años de Brézhnev.
Aunque ciertos aparatos y otros bienes fueron progresivamente más accesibles durante los años 60 y 70, las mejoras en construcción y producción de alimentos no fueron suficientes. La creciente cultura del consumo y la escasez de bienes de consumo, propias de un sistema de precios no regulado por el mercado, fomentaron el robo de propiedades estatales y el crecimiento de un activo mercado negro. Pero, a diferencia del espíritu revolucionario que acompañó el nacimiento de la Unión Soviética, el estado de ánimo que predominaba en la élite soviética al morir Brézhnev en 1982 era el miedo al cambio.
La inminente ruptura de la Unión
Dos tendencias dominaron la década siguiente: el aparente desmoronamiento de las estructuras económicas y políticas, y los intentos por revertir ese proceso mediante reformas improvisadas. Después de la rápida sucesión de Yuri Andrópov y Konstantín Chernenko, figuras de transición con fuertes raíces en la tradición de Brézhnev, el relativamente joven y enérgico Mijaíl Gorbachov llevó a cabo cambios significativos en la economía y en el liderazgo del partido. Su política de glásnost (apertura) permitió el acceso público a la información después de décadas de control gubernamental. Pero Gorbachov fracasó al intentar solucionar la crisis fundamental del sistema soviético; en 1991, cuando una conspiración de personas cercanas al gobierno (Intento de golpe de Estado en la Unión Soviética) reveló la debilidad de la posición política de Gorbachov, el fin de la Unión Soviética estaba cerca.
Al final de la Primera Guerra Mundial, los grandes imperios Otomano, de los Habsburgo y los Románov se derrumbaron, dejando Europa Oriental y Eurasia en el caos. Solo el Imperio Ruso se reorganizó bajo el liderazgo bolchevique. Stalin lo llevó por el camino de la industrialización y la agresión nazi lo convirtió en una superpotencia rival de los Estados Unidos. La economía centralizada resultó ser menos sostenible con las tecnologías postindustriales y con las demandas de una nueva clase media y una burocracia formada bajo su tutela. La Perestroika (reestructuración) anticipó el desmantelamiento de la economía, y la glásnost permitió que las minorías étnicas y los nacionalistas, hasta entonces poco visibles, ganaran notoriedad. Cuando Gorbachov intentó reformar el partido, debilitó los lazos que unían al Estado y la Unión.
La RSFS de Rusia en la Unión Soviética
Debido a la posición dominante de los rusos en la Unión Soviética, la mayoría no prestaba especial atención a las diferencias entre Rusia y la URSS antes de finales de los años 80. Sin embargo, el hecho de que el régimen estuviera dominado por rusos no implicaba que la RSFS de Rusia o RSFSR se beneficiara especialmente de esta situación. De hecho, Rusia carecía de los pocos instrumentos de soberanía que las otras repúblicas tenían al menos, como sus respectivas ramas del Partido Comunista, la KGB, consejos de sindicatos, Academia de las Ciencias y similares. La razón de esto es que, de haber existido ramas de dichas organizaciones en la RSFSR, habrían amenazado las estructuras de poder de la Unión.
A finales de los años 80, Gorbachov subestimó la importancia de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFS de Rusia), que emergió como un centro de poder rival de la Unión Soviética. Una reacción nacionalista rusa contra la Unión surgió cuando muchos rusos comenzaron a creer que Rusia había subsidiado a otras repúblicas, cada vez más pobres, con petróleo barato, por ejemplo. Las demandas de instituciones propias habían crecido en Rusia y, cuando el nacionalismo ruso fue claramente evidente al final de la década, aparecieron tensiones entre quienes pretendían conservar una Unión unida y quienes pretendían crear un estado ruso fuerte.
Estas tensiones se manifestaron en la lucha de poder entre el Presidente de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov y el Presidente de la RSFS de Rusia Borís Yeltsin. Eliminado de la política de la Unión por Gorbachov en 1987, Yeltsin, un hombre de partido a la antigua usanza sin ningún antecedente de disidencia, necesitaba una plataforma alternativa para desafiar a Gorbachov. La creó representándose a sí mismo como un nacionalista ruso y un demócrata convencido. Tras un golpe de suerte, logró ser elegido Presidente del Presídium del Sóviet Supremo de la RSFS de Rusia en mayo de 1990.
El 12 de junio de 1990, el Congreso de los Diputados del Pueblo de Rusia aprobó la Declaración de Soberanía Estatal de la RSFS de Rusia. El 11 de julio de 1990, durante la celebración del XXVIII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, Borís Yeltsin anunció su abandono del PCUS.
Presentándose como independiente a las primeras elecciones multipartidistas, celebradas el 12 de junio de 1991, accedió a la Presidencia de la RSFS de Rusia al obtener el 57% de votos. Se convirtió en el presidente de la RSFS de Rusia el 10 de julio del mismo año.
El intento de golpe de Estado en la Unión Soviética en agosto de 1991 por comunistas de línea dura y la cúpula del KGB fracasaría con la ayuda de Yeltsin. Los líderes del golpe pretendían salvar el partido y la Unión; sin embargo, aceleraron el colapso de ambos.
El 8 de diciembre de 1991, los presidentes de la RSFS de Rusia, RSS de Ucrania y RSS de Bielorrusia Borís Yeltsin, Leonid Kravchuk y Stanislav Shushkiévich, respectivamente, firmaron el Tratado de Belavezha por el cual se declaraba la disolución de la URSS y se establecía en su lugar la Comunidad de Estados Independientes (CEI). La firma del Tratado fue comunicada por teléfono al Presidente de la Unión Soviética Mijaíl Gorbachov por Stanislav Shushkiévich.
La Unión Soviética se desintegró oficialmente el 25 de diciembre de 1991. El acto final del traspaso de poder de la Unión Soviética a Rusia fue la cesión, de Gorbachov a Yeltsin, de las maletas que contenían los códigos para usar el arsenal nuclear.
La Federación de Rusia
A mediados de los años 90, la Federación de Rusia era una democracia con varios partidos, pero era difícil asegurar un gobierno representativo debido a dos problemas principales: el enfrentamiento entre el presidente y el parlamento, y un sistema de partidos desorganizado. Aunque Yeltsin ganó prestigio en el extranjero al presentarse como un demócrata para debilitar a Gorbachov, su visión de la presidencia era muy autoritaria, actuando como su propio primer ministro (hasta junio de 1992) o nombrando a personas de su confianza para ese cargo, sin tener en cuenta al parlamento.
Mientras tanto, la excesiva cantidad de partidos pequeños y su negativa a formar alianzas coherentes hacían que el poder legislativo fuera ingobernable. Durante 1993, el conflicto entre Yeltsin y el parlamento culminaría con la crisis constitucional de octubre. Esta llegó a su punto crítico cuando, el 3 de octubre, Yeltsin ordenó a los tanques bombardear la Casa Blanca de Moscú. Con este paso importante (e inconstitucional) de disolver el parlamento a cañonazos, Rusia no había estado tan cerca de un enfrentamiento civil desde la revolución de 1917. A partir de entonces, Yeltsin tuvo total libertad para imponer una constitución con fuertes poderes presidenciales, que fue aprobada en referéndum en diciembre de 1993. Sin embargo, el voto de diciembre también significó un avance importante de comunistas y nacionalistas, reflejo del creciente descontento de la población con las reformas económicas.
A pesar de llegar al poder en un ambiente general de optimismo, Yeltsin nunca recuperaría su popularidad después de apoyar la "terapia de choque" económica de Yegor Gaidar: fin del control de precios de la era soviética, recortes drásticos en el gasto público y la apertura al comercio exterior en 1992. Las reformas afectaron inmediatamente la calidad de vida de la gran mayoría de la población, especialmente en aquellos sectores beneficiados por los salarios y precios controlados, los subsidios y el bienestar social de la época comunista. Rusia sufrió en la década de los noventa una recesión económica más grave que la Gran Depresión que afectó a los Estados Unidos o Alemania a principios de los años 1930.
Las reformas económicas consolidaron un grupo de personas muy ricas, con conexiones cuestionables, arraigadas en el antiguo sistema soviético. Aconsejados por los gobiernos occidentales, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, Rusia se embarcaría en la más grande y rápida privatización jamás llevada a cabo por un gobierno en toda la historia. A mediados de la década, el comercio, los servicios y la pequeña industria ya estaban en manos privadas. Casi todas las grandes empresas fueron adquiridas por sus antiguos directores, creando una clase de nuevos ricos cercanos a grupos con actividades ilegales o a inversores occidentales. En la base del sistema, debido a la inflación o el desempleo, muchos trabajadores terminaron en la pobreza o la delincuencia.
A pesar de todo, un supuesto regreso a la economía dirigida parecía casi imposible, contando con el rechazo unánime de Occidente. La economía rusa encontró el fin de sus dificultades con la recuperación a partir de 1999, en parte gracias al aumento de los precios del petróleo, su principal exportación, aunque los niveles de producción soviéticos aún estaban lejos.
Tras la crisis financiera de 1998, Yeltsin se encontraba en el final de su carrera. Solo unos minutos antes del primer día de 2000, dimitió por sorpresa dejando el gobierno en manos de su primer ministro, Vladímir Putin, un antiguo funcionario del KGB y jefe de su agencia sucesora, el Servicio Federal de Seguridad. En 2000, el nuevo presidente derrotó con facilidad a sus contrincantes en las elecciones presidenciales del 26 de marzo, ganando en primera vuelta. En 2004, fue reelegido con el 71% de los votos y sus aliados ganaron las elecciones legislativas, a pesar de las dudas de observadores nacionales y extranjeros sobre la limpieza de los comicios. La preocupación internacional se hizo aún más evidente a finales de 2004 debido a los notables avances en el endurecimiento del control del presidente sobre la Asamblea Federal de Rusia (parlamento), la sociedad civil y los representantes regionales.
Para septiembre de 2017, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAC) decretó la eliminación de todas las armas químicas en Rusia, bajo la vigilancia de Vladímir Putin, actual presidente.
El 18 de marzo de 2018, se realizaron elecciones presidenciales donde Vladímir Putin consiguió ganar un nuevo mandato. El 25 de noviembre de 2018, ocurrió un incidente en el estrecho de Kerch en Crimea con Rusia, donde este país tomó naves ucranianas en aguas habilitadas para el tránsito de ambas naciones.
Galería de imágenes
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El monumento Milenario de Rusia en la ciudad de Nóvgorod, obra de Mijaíl Mikeshin y Víktor Hartmann (1862).
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Expansión de las lenguas eslavas.
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Tribus en la época de llegada de los varegos, anterior a la colonización eslava.
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Principados de la Rus de Kiev 1054-1132 (no está indicada Moscú ya que fue fundada en 1147).
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Alejandro II, caricaturizado, se desliza sobre el trineo del despotismo hacia el precipicio.
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El último zar de Rusia, Nicolás II.
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Las tropas rusas en Varsovia, 1914
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Dos niñas soviéticas en una fábrica durante el sitio de Leningrado, 1943
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Firma en Moscú del tratado START II entre Borís Yeltsin y el presidente de los Estados Unidos, George H. W. Bush, 1 de marzo de 1993.
Véase también
En inglés: History of Russia Facts for Kids