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Historia de la gastronomía de España para niños

Enciclopedia para niños

La historia de la gastronomía de España explora cómo ha evolucionado la cocina en España desde sus inicios hasta hoy. Durante mucho tiempo, la cocina española no fue muy conocida en la literatura culinaria de Europa. Solo a mediados del siglo XIX, viajeros y escritores comenzaron a describirla.

Antes del siglo X, se sabe poco de las costumbres culinarias en España. Sin embargo, la cocina española ha pasado por varias etapas. Recibió influencias de las formas de cocinar de los árabes y los judíos sefardíes, y se enriqueció con nuevos ingredientes traídos del Nuevo Mundo. También fue influenciada por la cocina europea, especialmente la francesa e italiana en el siglo XVIII. Todo esto ayudó a crear una forma de cocinar única que incluso influyó en la cocina francesa a principios del siglo XVII.

A finales del siglo XIX, periodistas y escritores empezaron a investigar y a dar a conocer la identidad de la cocina española. La consideraron una mezcla de las costumbres culinarias de los diferentes pueblos que vivieron en la península a lo largo de la historia. A partir del siglo XX, la cocina española se hizo famosa internacionalmente gracias a algunos de sus platos regionales. Más tarde, la "nueva cocina" española, con chefs muy reconocidos, impulsó aún más su fama con un estilo creativo.

Orígenes de la cocina española

La alimentación en la Prehistoria

Archivo:Altamira, bison
Bisonte cazado en una representación de pintura rupestre de las cuevas de Altamira.

Es difícil saber cómo cocinaban los primeros habitantes de la península ibérica. Los investigadores estudian restos arqueológicos para entender sus costumbres. Se han encontrado pruebas de que cazaban en lugares como la Sierra de Atapuerca. Las pinturas rupestres en cuevas como cueva de Altamira muestran escenas de caza. En otras cuevas, como las de Alpera o Teruel, se ven dibujos de mujeres recolectando bayas, frutas y tubérculos. También se han hallado instrumentos de cerámica que indican que ya cocinaban en el neolítico en la península ibérica.

Después de las glaciaciones, los pueblos se hicieron más sedentarios y comenzaron a practicar la ganadería y la agricultura. Criaban animales como corderos, bueyes, caballos y cerdos, lo que llevó a la producción de lácteos. La cultura argárica en el sureste de la península introdujo la agricultura intensiva y sistemas de riego, lo que permitió cosechas abundantes de cereales y leguminosas. Aunque sabemos qué ingredientes usaban, aún se conoce poco sobre sus técnicas de cocina o platos específicos. Estos primeros pueblos también aprendieron a conservar los alimentos.

La cocina antes de los romanos

Archivo:Ullastret sitges
Silos para el almacenamiento de los cereales.

Una de las primeras culturas importantes en la península fue Tartessos, que se desarrolló en el valle del Guadalquivir. La llegada de los fenicios a lugares como Cádiz trajo consigo el olivo, la vid y nuevas formas de cultivo. Los celtíberos se hicieron sedentarios y empezaron a criar cerdos como fuente principal de alimento. La preparación de productos del cerdo se convirtió en una costumbre en los meses de invierno.

La comida se acompañaba con tortas cocidas en las brasas, hechas con bellotas secas, que podían conservarse por mucho tiempo. Los habitantes se sentaban en bancos de piedra o adobe para comer. Los estudiosos han analizado los escritos de Estrabón, quien menciona que algunas tribus comían bellotas durante gran parte del año.

Desde el siglo VII a.C., la cultura ibérica comenzó a desarrollarse en la zona mediterránea. La agricultura y la minería eran muy importantes para su economía. El uso del hierro en la agricultura permitió cultivar grandes extensiones de tierra. Los cultivos más comunes eran el trigo y la cebada, y también legumbres. Estos cereales se usaban para hacer gachas (con agua o leche) y, sobre todo, pan.

Estrabón también describe las costumbres culinarias de los primeros íberos como sencillas, basadas en carne de cabra y masas de bellotas cocidas en brasas. Menciona una bebida fermentada de cereales similar a la cerveza, llamada zythos. El vino era escaso y se reservaba para ocasiones especiales. El aceite de oliva se conocía en el sur de Iberia, pero el cultivo de olivos no llegó hasta los romanos. En el norte, las tribus celtíberas usaban grasas de animales, especialmente cerdo. Para conservar los alimentos, usaban orzas de barro y silos subterráneos para el grano. La salazón era el método principal para conservar carne y pescado.

La influencia romana en la cocina española

Archivo:Factoría de salazones 001
Factoría de salazones de pescado y salsa «garum» en Baelo Claudia.
Archivo:Repollo y verduras-La Cebada
La col, una de las verduras más populares en la cocina romana.

La cocina romana tuvo un gran impacto en la Hispania conquistada, y a su vez, los productos de la península influyeron en la cocina del Imperio. Los romanos introdujeron nuevas formas de cultivo, como los injertos, y el cultivo intensivo del olivo. Columela, un escritor del siglo I, describe en su obra «Los doce libros de agricultura» los cultivos típicos de Hispania, como variedades de trigo, lentejas, guisantes y garbanzos.

Entre las verduras, las coles eran muy apreciadas. Las lechugas se conservaban en salmuera para comerlas todo el año. Las acelgas se cocinaban con mostaza, y las ortigas eran consumidas por los ejércitos romanos. Los cardos eran un lujo, y los nabos eran conocidos, aunque las zanahorias no eran populares. Los romanos también dieron mucha importancia al vino. Crearon vías de comunicación, como la vía de la Plata, para el comercio de alimentos.

Una salsa muy popular en la cocina romana era el garum, hecha con tripas de pescado fermentadas y sal. Era muy usada en las recetas de la época, como las del gastrónomo Marco Gavio Apicio. Una de las mayores fábricas de garum en Hispania estaba en Baelo Claudia (Cádiz). El garum dejó de usarse con la caída del Imperio Romano. Los romanos también introdujeron el cultivo del ajo en Hispania.

Después de los romanos, los visigodos mantuvieron muchas de sus costumbres culinarias. En el siglo VII, Isidoro de Sevilla describe en sus «Etimologías» la elaboración de cocidos y potajes con legumbres. Los visigodos también preparaban el pulte, un puré de harina de trigo o mijo con legumbres machacadas.

La cocina en la Edad Media

Archivo:Floris Claesz. van Dyck 001
La escasez de ingredientes en la cocina medieval europea contrastaba con el exotismo y variedad español.

Durante la Edad Media, la cocina española se enriqueció con nuevas técnicas de tres culturas: la cristiana, la musulmana y la judía. A diferencia del resto de Europa, donde la cocina era más limitada, en la península ibérica la convivencia de estas culturas creó una gran diversidad culinaria.

La mayoría de la gente comía gachas (hechas con cereales o frutos secos) y pan. La carne, los huevos y el pescado eran alimentos estacionales. En el Cantar de mio Cid, se menciona que los caballeros cristianos comían pan y vino mezclado con trigo. Los métodos de conservación eran escasos, principalmente la salazón. Las legumbres se molían para hacer harina y se usaban en potajes. La costumbre de mojar pan en salsas líquidas, llamada sop, fue el origen de los potajes y cocidos españoles.

La cocina de al-Ándalus

Archivo:Migas de atún
Durante el periodo andalusí se introdujo en la península el gusto por los escabeches.

En el año 710, los musulmanes llegaron a la península ibérica, dando inicio al periodo de al-Ándalus. Al mismo tiempo, comenzó la Reconquista en el norte. Durante el Califato de Córdoba, la agricultura se modernizó con nuevas técnicas y se introdujeron nuevos alimentos, como el arroz, las naranjas, las alcachofas, las almendras y especias como el azafrán. También se mejoró el aprovechamiento del agua, como se ve en el Tribunal de las Aguas de Valencia.

La cocina árabe se mezcló con la de los mozárabes (cristianos que vivían en territorio musulmán). Una gran diferencia fue el uso de la fritura con aceite de oliva. Ziryab, un músico y cocinero que llegó en el año 822, introdujo la costumbre de comer en etapas: sopas, pescado, carne y postres. La cocina musulmana y sus nuevos productos influyeron en la primera revolución culinaria del Renacimiento en ciudades como Florencia.

Un manuscrito anónimo del siglo XIII, traducido por Ambrosio Huici Miranda, describe la cocina andalusí, mencionando muchas recetas de pescado y el uso del escabeche para conservar alimentos. Otros escritores como Ibn Razin al-Tuyibi y Fadalat Al-Jiwan también dejaron recetarios. Las técnicas de pesca árabes, como las jábegas y las almadrabas, siguen usándose hoy en día.

La cocina sefardí

Archivo:Aubergine
La berenjena, una de las predilecciones de los sefardíes, aparece con frecuencia en sus recetas.

Los judíos vivían en la península ibérica mucho antes de la llegada de los musulmanes. Durante el Califato, convivieron con cristianos y musulmanes, creando una rica mezcla cultural. Las comunidades sefardíes vivieron en la península hasta 1492, cuando los Reyes Católicos decretaron su expulsión. Durante este tiempo, dejaron una huella importante en la cocina española.

Los judíos tienen reglas estrictas sobre la alimentación. El descanso del sabbat (sábado) no permite cocinar, lo que llevó a desarrollar formas especiales de conservar y preparar alimentos, como la adafina (un guiso que se cocinaba lentamente). También secaban hortalizas, preparaban dulce de membrillo y mermeladas. Su pan se cocía dos veces y se guardaba seco. Con este pan hacían almodrote de berenjenas. Eran comunes las frituras de pescado y los buñuelos de viento. En cuanto a la carne, preparaban albóndigas de carne de cordero o pescado. La adafina fue precursora de los cocidos actuales. Los sefardíes cocinaban con aceite de oliva y evitaban el tocino de cerdo, prohibido por sus normas. Sus platos solían llevar mucho ajo.

Después de la expulsión de los judíos en 1492, algunos platos sefardíes se modificaron con ingredientes no-kosher. La Inquisición española vigilaba que los "conversos" no siguieran las costumbres judías, incluyendo sus hábitos alimenticios. El conocimiento culinario sefardí se extendió por el Mediterráneo oriental, influyendo en la cocina otomana.

La cocina cristiana

Archivo:Salchichón de jabalí
Salchichón de jabalí, el gusto por los productos del cerdo ha caracterizado la cocina española.

En el año 718, en Covadonga, las tropas cristianas se rebelaron contra los musulmanes. La península quedó dividida en zonas cristianas, musulmanas y sefardíes, lo que llevó a un intercambio de costumbres culinarias. Los cristianos heredaron las tradiciones de los visigodos y los romanos.

Se pueden encontrar descripciones de la comida de la época en obras literarias como el «Libro de buen amor» del arcipreste de Hita. También surgieron libros de cocina como el Llibre de Sent Soví (1324) y el «Libre del Coch» de Ruperto de Nola (1490), que fue traducido al castellano. En aquella época, se comía sentado en mesas plegables, usando escudillas de madera y comiendo con los dedos, ya que el tenedor no se usaba.

A principios del siglo XV, el doctor Juan de Aviñón publicó una obra médica con muchas referencias a la gastronomía. Se conservan manuscritos con recetas de la época, como el «Manual de mujeres», que menciona la elaboración de mazapanes. El manjar blanco era una preparación habitual. La Ruta Jacobea, abierta por Sancho III, facilitó el intercambio de costumbres culinarias entre personas de diferentes regiones de Europa. La Reconquista también contribuyó a este intercambio. En algunas zonas de Castilla, era costumbre comer despojos los sábados, después de la abstinencia de carne del viernes.

El Renacimiento en la gastronomía española

Archivo:San Hugo en el Refectorio
San Hugo en el refectorio. Zurbarán.

El descubrimiento de América en 1492 fue muy importante para la cocina española, ya que trajo nuevos ingredientes como la patata, el tomate, el pimiento (y el pimentón), el cacao y la vainilla. Desde las primeras expediciones de Colón, se descubrieron nuevos alimentos, como el maíz, que pronto se extendió por el sur de Europa. La victoria en la Batalla de Lepanto en 1571 dio a España el control del comercio en el Mediterráneo durante el siglo XVI. La colonización de Filipinas también llevó la influencia culinaria española al Pacífico.

La influencia de las culturas precolombinas en la cocina española se limitó principalmente a la incorporación de nuevos ingredientes. Algunos de estos alimentos tardaron siglos en ser adoptados en la cocina europea. A América se llevaron desde Europa el azúcar de caña, los cereales y la vid. A Europa llegaron la patata, el maíz y el tomate. En este periodo, también surgió un interés por la higiene y la dietética. Luis Lobera de Ávila, médico de Carlos V, escribió «Banquete de nobles caballeros», uno de los primeros libros de dietética en Europa.

Los ingredientes del «Nuevo Mundo»

Archivo:Cesta pimientos
Cesta de pimientos, en variedades adaptadas: pimientos del padrón y pimientos rojos. Unos de los ingredientes del Nuevo Mundo.

La patata fue mencionada por primera vez en España en 1534 y se cultivó en Andalucía a finales del siglo XVI. En los siglos XVII y XVIII, su cultivo se extendió por las Canarias y el norte de la península.

El tomate llegó a España a mediados del siglo XVI desde América. España fue la puerta de entrada de este producto a Europa. Documentos de 1608 muestran que se compraban tomates y pepinos para hacer ensaladas en Sevilla. A finales del siglo XVII, el cultivo de tomates era común, especialmente en el sur de España.

La patata se cree que entró por Galicia. Aunque fue descubierta en Perú en 1532, tardó en ser aceptada en la cocina popular, donde se preferían los nabos o las chirivías.

El pimentón (pimientos secos) apareció en la cocina española tras su llegada de América. El chorizo se hizo rojo gracias al pimentón a finales del siglo XVII y fue uno de los primeros aperitivos servidos como tapas en Andalucía.

El chocolate fue el producto americano más importante para las clases altas en los siglos XVII y XVIII. Los aztecas lo consumían amargo, pero los españoles lo mezclaron con azúcar, lo que lo hizo muy popular. La aristocracia y el clero lo tomaban en el desayuno y la merienda. Reinas como Ana y María Teresa de Austria lo llevaron a la corte francesa, desde donde se extendió por Europa.

La cocina del Siglo de Oro

Archivo:Torre de cucuruchos-2009
La repostería española del siglo de Oro es abundante en ejemplos variados de elegantes preparaciones de influencia francesa: un croquembouche.

La cocina española del Siglo de Oro mostraba grandes contrastes. La cocina de la Corte era lujosa y abundante, mientras que la cocina popular mantenía las tradiciones del pasado. La gente común comía principalmente pan (de centeno o mezcla de trigos) y productos salados como el tocino. Las "sopas de harina" y los cocidos eran parte de la alimentación diaria. La carne se comía poco, solo en celebraciones. Las clases altas comían pan de trigo y más carne, con preparaciones más refinadas y salsas.

En esta época, la forma de sentarse a la mesa cambió y apareció una nueva cubertería con tenedor, cuchara y cuchillo. Se publicaron los primeros libros de cocina impresos, como el de Batista Platina en 1475, que veía la cocina como placer y salud. En España, destacaron escritores como Diego Granado Maldonado (1599), Hernández Máceras (1607), que describió la cocina popular, y Francisco Martínez Montiño (1611), que mostró la espléndida cocina de la Corte. Estos autores mencionaron la masa de hojaldre, muy popular en la pastelería española.

Archivo:Aguja de ternera-Madrid (Mallorquina)
Agujas un pastelillo típico del siglo de Oro, elaborado con hojaldre (una masa de origen español).

La cocina de la corte era muy compleja, con muchos cocineros y ayudantes. Las comidas de los Austrias eran extremadamente abundantes, con cientos de platos. Los ingredientes del Nuevo Mundo se fueron incorporando poco a poco, aunque su popularización no fue completa hasta el siglo XVIII. Su uso aumentó en épocas de escasez de otros productos.

Los alimentos más comunes para el pueblo eran el pan y el vino (a menudo adulterado), ambos considerados básicos. El tocino y el aceite se usaban para freír y asar. Los pescados en salazón, como el abadejo y el bacalao, eran famosos en el interior. Las legumbres en las ollas se hicieron populares, y la olla podrida era un plato festivo. Una bebida popular era la aloja.

La cocina de los monasterios también era muy elaborada. Se sabe que el general francés Junot robó recetarios del monasterio de Alcántara, cuyas recetas fueron copiadas por cocineros franceses. La cocina popular española de estos siglos tenía fuertes influencias árabes y sefardíes, con muchas variantes de los cocidos llamados "ollas". En 1607, Paulo Charquías comenzó a vender nieve en Madrid para hacer helados y refrescos, transportada desde la sierra del Guadarrama.

La literatura española del siglo XVII, como el Don Quijote de la Mancha, describe muchos platos. En el Quijote, se ve cómo los hidalgos empobrecidos comían dietas muy escasas, a menudo con mucho ajo. Se describen platos como "duelos y quebrantos", olla de vaca, lentejas, tasajo y queso. El clero y la aristocracia, en cambio, comían abundantemente. Las costumbres religiosas influían en la comida, como la abstinencia de carne los viernes. La novela picaresca de la época también muestra ejemplos de comidas populares y la "literatura del hambre".

La cocina española en los siglos XVIII y XIX

A principios del siglo XVIII, con la llegada de la dinastía borbónica a España, hubo un acercamiento a los gustos franceses en la corte. Los reyes Carlos III y Carlos IV hicieron la etiqueta menos rígida.

Los Memoriales de Campomanes (1767) detallan el consumo de las clases populares en Madrid: una libra de pan y media de carne al día, además de garbanzos, tocino y algunas verduras. Las casas acomodadas comían similar, pero añadían embutidos, dulces y chocolate.

La influencia francesa se reflejó en la literatura y la gastronomía. Aunque la cocina francesa había sido influida por la española en el siglo XVI (por ejemplo, con el chocolate), en el siglo XVIII la cocina francesa, con chefs como Auguste Escoffier, se hizo muy prestigiosa. Antoine Parmentier popularizó la patata en Francia, aunque en España ya se conocía mucho antes.

En el siglo XVIII, la confitería se generalizó en España, con confiteros que hacían compotas y caramelos, y bolleros que trabajaban con trigo, manteca de cerdo y azúcar. La influencia francesa introdujo el refinamiento en la bollería. Antonio Salsete publicó El Cocinero Religioso.

La influencia francesa en la cocina española

La llegada de los Borbones llevó a la corte a adoptar gustos franceses, que se extendieron a otros grupos sociales. Fray Raimundo Gómez (Juan de Altamiras) escribió «Nuevo arte de cocina» en 1786, y el repostero Juan de la Mata publicó su «arte de repostería», que incluía recetas portuguesas e italianas. A pesar de esta influencia, la cocina española clásica se mantuvo en las zonas rurales y se transmitía de boca en boca. Los menús de restaurantes y hoteles se escribían en francés.

La mahonesa es un ejemplo de cómo la cocina española influyó en la francesa. Tras la invasión de Mahón en 1756, los franceses probaron la salsa all-i-oli y la llevaron a Francia, donde la adaptaron sin ajo y la llamaron mahonnaise.

El pueblo llano no aceptó la influencia francesa, como se vio en el levantamiento del 2 de mayo en Madrid. La cocina popular se basaba en abundantes ollas, embutidos de cerdo y tradiciones culinarias del siglo XVI.

La cocina romántica del siglo XIX

Archivo:Interior tienda Lhardy-2009
Interior de Lhardy, intento de modernización que abriría conceptos dando paso a nuevas experiencias culinarias.

Muchos viajeros románticos del siglo XIX, como Prosper Mérimée, Alejandro Dumas y Richard Ford, describieron la comida española en sus libros de viaje. A menudo, sus crónicas tenían un tono negativo, mencionando el exceso de ajo y aceite. Los libros de cocina españoles de la época eran a menudo traducciones de recetarios franceses.

A principios del siglo XIX, el término fonda se popularizó en España, ofreciendo alojamiento y comida a los viajeros. Se diferenciaban de las posadas y ventas. Los viajeros románticos no estaban acostumbrados a los ingredientes españoles y se quejaban del mal servicio en las hospederías.

En 1839, se abrió en Madrid el restaurante Lhardy, uno de los primeros en ofrecer un menú de precio fijo y servicio en table d'hôte. Se convirtió en un lugar de reunión para las clases adineradas. Otros restaurantes similares abrieron en Barcelona. La cocina madrileña creció debido a su condición de capital. Los Cafés también empezaron a ofrecer comidas.

Los ferrocarriles españoles facilitaron el transporte de pasajeros, creando un nuevo tipo de consumidor que comía en los restaurantes. Al mismo tiempo, hubo avances en la ciencia de la nutrición, con estudios sobre vitaminas, calorías y proteínas. Manuel María Puga y Parga (Picadillo) escribió "La cocina práctica" en 1917, un libro de cocina español muy importante. A finales del siglo XIX, España perdió sus colonias, lo que llevó al movimiento del Regeneracionismo, que buscaba reflexionar sobre la decadencia del país.

La época moderna

Archivo:Macarrones con chorizo-2009
Un ejemplo de plato nuevo surgido en la cocina española: macarrones con chorizo.
Archivo:Suizos-"La Mallorquina"-2009
La repostería española re-descubre el bollo suizo (brioché denominado así por ser inventado en el Café Suizo).

El comienzo del siglo XX fue complicado para España, con tensiones económicas y una crisis agraria. Periodistas como Mariano Pardo de Figueroa y Dionisio Pérez Gutiérrez comenzaron a investigar y divulgar la cocina española de una manera sin precedentes. Manuel María Puga y Parga publicó «La Cocina Práctica» en 1915. Este grupo de escritores fue conocido como la generación gastronómica del 27.

Cocineros de principios del siglo XX seguían recetas de «El Practicón» de Ángel Muro. Emilia Pardo Bazán fue la primera mujer en escribir un recetario de cocina española en 1914, «La cocina española antigua», que incluía la receta de la fabada asturiana. Otros divulgadores como Teodoro Bardají Mas e Ignacio Doménech defendieron el uso de nombres españoles para los procesos culinarios. También aparecieron cocineros famosos como Antonio Feito. Las primeras ollas a presión surgieron en España, siendo una de las primeras patentes mundiales.

En 1928, se crearon los Paradores Nacionales de Turismo, una red de hoteles de alta categoría, a menudo ubicados en lugares históricos.

El interés por la cocina como parte de la cultura española creció entre finales del siglo XIX y principios de los años treinta. Aumentó la publicación de recetarios y revistas culinarias. La mejora del transporte y la refrigeración hicieron posible conseguir productos locales en cualquier lugar. La migración interior también contribuyó a la expansión de la cocina española.

La Primera Guerra Mundial impulsó avances en la conservación de alimentos y la logística. Sin embargo, entre la Primera Guerra Mundial y la guerra civil española, no hubo grandes avances culinarios. En las zonas rurales, la cocina española no cambió mucho, mientras que en las ciudades se observaba una mayor influencia francesa y anglosajona. El consumo de cerveza también comenzó a crecer, desplazando al vino.

La posguerra y el turismo

Archivo:Cigala-Paella-2009
La paella mixta es un ejemplo de plato español que resurge de una necesidad artificial de satisfacer una demanda turística, dando lugar a numerosas variantes.
Archivo:Emblema de Paradores de Turismo, en la puerta del Parador establecido en el Castillo de Enrique II
Los Paradores de Turismo son una imagen clásica del turismo de interior.

La Guerra Civil Española (1936) provocó la migración de muchos españoles y la escasez de alimentos. Las cartillas de racionamiento no desaparecieron hasta 1952. Algunas preparaciones, como las gachas de almortas, se hicieron populares debido a la escasez, aunque causaron problemas de salud. Después de la Guerra Civil, surgieron las cafeterías en las ciudades.

A medida que la economía se recuperaba, los hábitos alimentarios se restablecieron. El estado lanzó campañas para promover ciertos ingredientes. La Sección Femenina divulgó la cocina española a través de "Cátedras Ambulantes". Para el franquismo, la cocina española era un símbolo de identidad nacional, y se promovían ciertos platos como "glorias nacionales". Las ollas a presión y los frigoríficos cambiaron las costumbres de cocina. La carne de pollo pasó de ser un lujo a un alimento habitual.

En los años sesenta, el gobierno promovió el consumo de patata y pasta. Alimentos como los langostinos y la merluza se hicieron populares gracias a las mejoras en la congelación. Platos importados como el melón con jamón también fueron adoptados.

En televisión, comenzaron a emitirse programas de cocina, como "Vamos a la mesa" (1967) y "Con las manos en la masa" (1984-1991). Escritoras como Simone Ortega popularizaron la cocina doméstica con su libro «1080 recetas de cocina». La cocina española era poco conocida fuera de sus fronteras, a menudo asociada con el ajo y el aceite de oliva. Surgieron los primeros historiadores culinarios españoles, como Manuel Martínez Llopis y Néstor Luján.

El "boom turístico" de los años 60 aumentó la demanda de platos típicos españoles. A menudo, los platos se modificaban para adaptarse a los gustos de los turistas extranjeros. Esto hizo que algunos platos tradicionales alcanzaran fama internacional.

La cocina española moderna

Archivo:Esferificación de zumo de manzana
Esferificación de zumo de manzana una técnica de la «nueva cocina española».

A finales del siglo XX, el resurgimiento de restaurantes de "cocina de autor" llevó al reconocimiento de chefs como Juan María Arzak, Santi Santamaria y Karlos Arguiñano. La televisión ayudó a divulgar sus platos. Algunos chefs, como Arzak y Subijana, innovaron en lugar de seguir las recetas clásicas. Otros, como José Andrés en EE. UU., abrieron restaurantes de estilo español en el extranjero.

Surgieron nuevos conceptos, como la cocina en miniatura en el norte, que llevó los tradicionales pintxos a la alta cocina. A principios del siglo XXI, el concepto de gastrobar combinó la cocina novedosa con raciones económicas. La cocina de autor permitió a los chefs adaptar la cocina clásica española a su visión personal. En 1980, se fundó la Real Academia Española de Gastronomía.

A principios del siglo XXI, chefs como Ferran Adrià (de El Bulli) alcanzaron reconocimiento internacional con la nueva cocina, que introdujo conceptos como aires, humos, espumas y esferificaciones. Esta corriente, conocida como el "efecto Adrià", también generó críticas.

En 2008, el Gobierno de España declaró la cocina y gastronomía de España como parte fundamental del patrimonio cultural del país, con el objetivo de preservarla y difundirla globalmente. Actualmente, las costumbres culinarias han cambiado, y muchos españoles comen fuera de casa en bares, restaurantes o cadenas de comida rápida.

La cocina actual

En 2009, la cadena estadounidense Public Broadcasting Service emitió la serie Spain... on the road Again, que mostró la cocina tradicional española al público de Estados Unidos.

La nueva cocina española y sus influencias

La nueva cocina española, que surgió a finales de los años ochenta, reinterpreta la cocina española clásica. Se enfoca en la esencia de los productos locales, buscando nuevas estructuras en los platos. Las guarniciones se integran en los platos, y las sopas frías españolas como el gazpacho se emplatan de nuevas maneras. Las salsas clásicas se adaptan, usando aceite de oliva en lugar de mantequillas, y se reinterpretan las vinagretas y salsas emulsionadas. Conceptos como las sopa-salsa de Ferrán Adrià rompen la estructura clásica de los menús. También surge la gastronomía molecular.

Algunas preparaciones clásicas se transforman en alta cocina, como las tapas, que se convierten en "micrococina" o "microcreaciones" de uno o dos bocados. Las Ferias de Tapas son muy populares. Esta investigación culinaria busca combinaciones innovadoras, dando lugar a los menús degustación y la cocina de autor.

Fusión con otras culturas

La creciente inmigración en España ha abierto la posibilidad de una cocina fusión con influencias de otros países. La aparición de nuevos productos y tiendas de alimentos étnicos fomenta el intercambio culinario. Desde finales del siglo XX, se han popularizado locales que ofrecen Döner kebap y comida turca. La cocina china también se ha extendido en España, con restaurantes como "House of Ming" en Madrid, que abrió en los años sesenta.

Galería de imágenes

Véase también

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Historia de la gastronomía de España para Niños. Enciclopedia Kiddle.