Francisco de Zurbarán para niños
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Datos para niños Francisco de Zurbarán |
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![]() Probable autorretrato de Zurbarán (detalle de su obra San Lucas como pintor, ante Cristo en la Cruz).
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Información personal | ||
Nacimiento | 7 de noviembre de 1598 Fuente de Cantos, (Badajoz) |
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Fallecimiento | 27 de agosto de 1664 Madrid |
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Nacionalidad | Español | |
Familia | ||
Cónyuge |
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Hijos | Juan de Zurbarán | |
Información profesional | ||
Área | Pintura | |
Años activo | ||
Alumnos | José de Sarabia | |
Movimiento | Barroco | |
Francisco de Zurbarán (nacido en Fuente de Cantos, Badajoz, el 7 de noviembre de 1598 y fallecido en Madrid el 27 de agosto de 1664) fue un pintor muy importante del Siglo de Oro español. Se especializó en la pintura religiosa, siguiendo las ideas de la época sobre el Arte.
Sus cuadros muestran una gran habilidad para observar y pintar la realidad, especialmente en cómo captaba las texturas de los objetos. Era muy bueno resaltando las figuras, primero sobre fondos oscuros y luego sobre paisajes bonitos. Sus colores eran muy suyos: rosas, malvas, verdes y unos blancos espectaculares. Zurbarán siempre destacaba la parte humana de los personajes santos y representaba la naturaleza y las escenas cotidianas con un toque real y espiritual, en un ambiente de silencio mágico. A veces, se le criticaba por no dominar bien la perspectiva o por tener dificultad para pintar el movimiento o para organizar muchas figuras en composiciones complejas.
Contenido
- ¿Cómo se formó y cuáles fueron sus primeros trabajos?
- La "década prodigiosa" y sus viajes a Madrid
- ¿Qué pasó entre 1641 y 1658?
- ¿Cómo fue su segundo viaje a Madrid y sus últimos años?
- La Casa Museo de Zurbarán
- El taller del maestro: ¿Cómo funcionaba?
- El arte de Zurbarán y su contexto
- Zurbarán y América: ¿Cómo llegaron sus obras al Nuevo Mundo?
- Las obras más destacadas de Zurbarán
- Encargos de las órdenes religiosas
- Los encargos reales
- Encargos de particulares
- Pinturas de animales y de bodegones
- ¿Qué importancia tiene la obra de Zurbarán?
- Pinturas
¿Cómo se formó y cuáles fueron sus primeros trabajos?
Francisco de Zurbarán nació el 7 de noviembre de 1598 en Fuente de Cantos, Badajoz. Sus padres eran Luis de Zurbarán, un comerciante, e Isabel Márquez. No se sabe por qué a veces firmaba como "Francisco de Zurbarán Salazar". Otros dos grandes pintores del Siglo de Oro nacieron poco después: Velázquez (1599-1660) y Alonso Cano (1601-1667).
El 15 de enero de 1614, Zurbarán entró como aprendiz en el taller del pintor Pedro Díaz de Villanueva en Sevilla. Terminó su aprendizaje en 1617, año en que se casó con María Páez en Llerena, donde se estableció. Tuvieron tres hijos: María (1618), Isabel Paula (1623) y Juan de Zurbarán (1620), quien también fue un pintor talentoso, pero falleció muy joven.
Su primera pintura conocida es la Virgen de las nubes (alrededor de 1619-1620), quizás hecha para un retablo en su ciudad natal. Después de que su primera esposa falleciera entre 1623 y 1624, se casó por segunda vez en 1625 con Beatriz de Morales, quien también era viuda y falleció en Sevilla en 1639.
El 17 de enero de 1626, Zurbarán firmó su primer contrato importante con una orden religiosa, el Convento de San Pablo el Real, para pintar veintiún cuadros por 4000 reales. Como parte de este encargo, pintó el impresionante Crucificado, firmado y fechado en 1627, que lo hizo muy famoso en Sevilla. En esta obra, Zurbarán pintó un cuerpo casi sin ropa, con una anatomía perfecta, sin mucha sangre, tranquilo después del sacrificio, y con una luz dramática que venía de la derecha. Su cabeza, de gran belleza, estaba inclinada, y la tela que lo cubría, muy blanca y con muchos pliegues, evitaba la simetría de otros "Crucificados".
El emotivo cuadro San Serapio, firmado y fechado en 1628, muestra que Zurbarán no le gustaba pintar detalles difíciles. Esta obra fue encargada por religiosos mercedarios que hacían un voto especial de "redención", ofreciendo su vida para rescatar cautivos. El pintor evitó mostrar los detalles sangrientos del sufrimiento de san Serapio y prefirió cubrir su cuerpo con un hermoso hábito mercedario.
Quizás la gran habilidad que mostró en este cuadro le consiguió un contrato importante el 29 de agosto de 1628: se comprometió a pintar veintidós cuadros sobre la vida de san Pedro Nolasco para el Convento de la Merced en un año, por 1500 ducados más los materiales. Para hacer este trabajo, se mudó de Llerena a Sevilla con sus ayudantes.
Entre 1628 y 1629, realizó un grupo de cuadros para el Colegio de San Buenaventura. Entre el 21 y el 27 de junio de 1629, el ayuntamiento de Sevilla quiso que Zurbarán se quedara a vivir en la ciudad.
La "década prodigiosa" y sus viajes a Madrid
Los años entre 1630 y 1640 son considerados la etapa más rica y personal de Zurbarán. El 19 de septiembre de 1629, ya vivía con su familia en Sevilla. Poco después de instalarse, recibió un encargo para el Convento de la Trinidad. Al llamarse a sí mismo "maestro pintor de la ciudad de Sevilla", Zurbarán provocó la envidia de otros pintores como Alonso Cano. El 25 de mayo de 1630, se negó a hacer el examen que debían pasar los pintores para trabajar en Sevilla, diciendo que la ciudad lo había declarado "hombre insigne". El 8 de junio de 1630, el Consejo Municipal de Sevilla le encargó una Inmaculada para un salón del Ayuntamiento.
De 1630 es la Visión de San Alonso Rodríguez, y el 21 de enero de 1631 contrató, para el Colegio de Santo Tomás, la Apoteosis de Santo Tomás de Aquino, el cuadro más grande de su carrera. El 29 de diciembre de 1632, alquiló una casa en la calle Ancha, cerca de la Iglesia de San Vicente.
De esta etapa se conservan unos doscientos cuadros, muchos de ellos firmados, lo que muestra que Zurbarán estaba orgulloso de ellos. El pintor mejoró la forma de agrupar las figuras en sus composiciones, donde el paisaje y los elementos arquitectónicos tenían más o menos importancia según lo que se quería mostrar. En las obras que lo necesitaban, el fondo era casi dorado para representar una escena celestial.
El 12 de junio de 1634, en Madrid, cobró 200 ducados como adelanto por doce cuadros que debía pintar para la serie de los Trabajos de Hércules del Palacio del Buen Retiro. El 9 de agosto y el 6 de octubre cobró más dinero por el mismo encargo. El 13 de noviembre, declaró haber cobrado todo lo acordado por diez cuadros de Los trabajos de Heracles y dos de la Defensa de Cádiz contra los ingleses.
Este viaje a Madrid fue muy importante para su estilo, ya que conoció a Diego Velázquez y estudió las obras de pintores italianos y flamencos que estaban en la corte. A partir de entonces, su estilo se hizo menos oscuro y con menos contrastes, y sus cielos se volvieron más claros.
El 19 de agosto de 1636, con el título de "Pintor del Rey", regresó a Llerena para trabajar en la iglesia de Nuestra Señora de la Granada. En 1637, cobró por unos cuadros en la sacristía de la Iglesia de San Juan Bautista (Marchena). El 4 de marzo, valoró la pintura de dos púlpitos en Sevilla, y el 26 de mayo, contrató la pintura de seis cuadros para el Convento de la Encarnación de Arcos de la Frontera, que cobró el 27 de agosto de 1638.
En 1638, su hija María se casó. El 17 de julio, Zurbarán recibió dinero por decorar el barco "El Santo rey san Fernando", un regalo de Sevilla a Felipe IV. Entre 1638 y 1639, trabajó para la Cartuja de Jerez de la Frontera. El 3 de marzo de 1639, contrató la serie de cuadros para el Monasterio de Guadalupe, cobrando por ellos en varios años. El 18 de agosto de 1641, su hijo Juan se casó en Sevilla.
¿Qué pasó entre 1641 y 1658?
La caída del conde-duque de Olivares en 1643 y los problemas militares empeoraron la situación de España, lo que afectó negativamente a Sevilla, sumado a una gran epidemia en 1649. A la crisis económica se añadió un cambio en los gustos artísticos, a los que Zurbarán no supo adaptarse, siendo superado por nuevos artistas como Murillo y Herrera el Mozo.
De este período se conservan unos doscientos cuadros, generalmente de tamaño mediano y de calidad variada. Aunque hay obras magníficas, la mayoría muestran poca novedad y pocas están firmadas. Si Zurbarán firmaba los cuadros de los que más se enorgullecía, es probable que gran parte de esta producción fuera obra de su taller. Los temas que pintó incluyen: el Crucificado, Santos fundadores y la Virgen con el Niño. Muchas de sus Inmaculadas y Vírgenes mártires son de esta etapa, y también aparecen temas curiosos como Jacob y sus doce hijos. Solo al final de este período contrató un conjunto de obras para un monasterio comparable a los anteriores: el del Monasterio de la Cartuja.
Después de que Isabel Márquez falleciera, Zurbarán se casó por tercera vez en Sevilla, el 7 de febrero de 1644, con Leonor de Tordera. Tuvieron seis hijos.
En 1644, terminó el retablo de la capilla de los Remedios en Zafra y contrató dos cuadros para una cofradía en Carmona. El 25 de mayo de 1644, alquiló una casa, y en 1645 vivía en otra. El 8 de junio de 1649, su hijo Juan, también pintor, falleció a causa de la gran peste de Sevilla. En 1655, el prior del Monasterio de la Cartuja le encargó tres grandes cuadros para la sacristía. En 1656, Zurbarán y su familia vivían en la calle de los Abades en Sevilla. En noviembre-diciembre de 1656, el pintor y su esposa fueron demandados por deudas.
¿Cómo fue su segundo viaje a Madrid y sus últimos años?
En mayo de 1658, Zurbarán viajó de nuevo a Madrid, mientras su familia se quedó en Sevilla. El 23 de diciembre, testificó a favor de su amigo Diego Velázquez en una investigación para que este fuera admitido en la Orden de Santiago. Diego Velázquez falleció el 6 de agosto de 1660.
Un documento del 10 de junio de 1659 indica que Zurbarán y su esposa ya vivían en Madrid. Las obras que hizo en esta época son relativamente pocas, pero muchas están firmadas. Zurbarán renovó su estilo y su técnica, ya que sus antiguos clientes religiosos fueron reemplazados por personas particulares que pedían otros temas, pintados con una sensibilidad diferente. En este período, el pintor usó un esfumado sutil, un modelado firme pero delicado, y una iluminación refinada que resaltaba los bellos colores de los objetos y figuras. Su última obra conocida, fechada en 1662, es la Virgen con el Niño y san Juanito (Museo de Bellas Artes de Bilbao).
El 27 de agosto de 1664, Francisco de Zurbarán falleció en Madrid. Un inventario de sus bienes de 1665 muestra que vivía con un buen nivel económico. Fue enterrado en el convento de Copacabana, que fue destruido en el siglo XIX, por lo que sus restos se perdieron.
La Casa Museo de Zurbarán
La casa donde nació Zurbarán en Fuente de Cantos ha sido restaurada y cuenta con tecnología moderna para transportar a los visitantes a la época del gran pintor extremeño. Es un museo que forma parte de la red de Museos de Identidad de Extremadura.
El taller del maestro: ¿Cómo funcionaba?
En la España del siglo XVII, los aprendices de pintor solían vivir en la casa del maestro. El maestro les daba comida, ropa, cama y los cuidaba si enfermaban, a cambio de un pago de sus padres o tutores. Una vez terminado el aprendizaje, podían seguir trabajando en el taller como "oficiales" (ya cobrando) o abrir su propio taller.
El catálogo de obras de O. Delenda incluye 286 pinturas hechas por Zurbarán, con mayor o menor ayuda de su taller. En otro volumen, hay 471 pinturas más, además de dos retablos, que son obras del taller o de autoría dudosa. Seguramente, muchas otras pinturas hechas por el taller se han perdido o no se conocen.
En un taller que producía tantas obras, el colaborador más talentoso de Zurbarán fue su hijo, Juan de Zurbarán, a quien se le atribuyen 19 obras. También se cree que otros artistas como Ignacio de Ries, Juan Luis Zambrano, Francisco Polanco y Bernabé de Ayala colaboraron con el taller, aunque probablemente no fueron aprendices, sino colaboradores externos. La autoría de otras obras del taller es desconocida.
El arte de Zurbarán y su contexto
En 1600, Sevilla tenía muchos monasterios y conventos. Estas instituciones eran grandes clientes de arte. Necesitaban retablos para las iglesias con escenas de la vida de Cristo o de los fundadores de las órdenes. En los claustros solía haber cuadros que contaban la vida de los fundadores, y retratos de miembros importantes de la orden en las bibliotecas o salas de reuniones.
En esa época, el arte no se hacía solo por la belleza, sino que las pinturas se valoraban por lo que representaban. Sin embargo, los líderes de los monasterios eran personas cultas y valoraban la calidad, creyendo que la belleza ayudaba a elevar el espíritu. Había un control estricto sobre los temas y cómo se representaban, tanto que Zurbarán se comprometió por contrato a que le devolvieran los cuadros si no gustaban a los religiosos. Era común que los clientes dieran a los artistas modelos, como grabados, para que los adaptaran a sus cuadros. El arte, el estilo y la forma de trabajar de Zurbarán se adaptaban perfectamente a todo esto.
Zurbarán y América: ¿Cómo llegaron sus obras al Nuevo Mundo?
Sevilla era el "Puerto y Puerta de las Indias", el principal puerto español para el comercio con América. Los galeones llegaban cargados de oro y partían con productos españoles, incluyendo obras de arte, que se consideraban mercancías. Quizás Zurbarán empezó a tener contacto con el mercado americano alrededor de 1635 con el cuadro Pentecostés, destinado al Consulado de Cargadores a Indias. Pero los primeros documentos conocidos son de 1638, mostrando que ya llevaba tiempo comerciando con América.
En 1647, hay tres documentos relacionados con Lima: el 22 de mayo, cobró por pintar "diez escenas de la vida de la Virgen, más veinticuatro vírgenes de pie" para un convento. El 25 de mayo, recibió dinero por cuadros que se venderían allí. El 23 de septiembre y el 3 de noviembre, dio permiso para cobrar por doce cuadros de "Césares romanos a caballo". El 27 de febrero de 1649, se firmó un recibo en Buenos Aires por un lote de quince vírgenes, quince reyes, veinticuatro santos y nueve "países de Flandes" del taller de Zurbarán, para venderlos en la ciudad. Después de esta fecha, solo se conocen dos documentos que lo vinculan con América, ya desde Madrid, en 1660 y 1662, para cobrar ese envío a Buenos Aires.
Aunque la mayoría de los documentos mencionan Lima, y ninguno ciudades de México, hay que recordar que un lugar era el de envío y otro el de venta final. Es interesante que solo un contrato, el de las monjas de Lima, fuera un encargo directo, como los de España. El comercio con América aumentó en los años 1640-1650, cuando su clientela en Andalucía disminuyó. Aunque las obras enviadas a América se consideraban "mercancía", sorprende la alta calidad de la Cena de Emaús (Museo Nacional de San Carlos) que ya en el siglo XVII estaba en la Iglesia de San Agustín en Ciudad de México. Otro ejemplo excepcional es la serie de Jacob y sus doce hijos, ahora en el castillo de Auckland, que quizás no llegó a América por un ataque pirata.
Las obras más destacadas de Zurbarán
Encargos de las órdenes religiosas
Los grandes grupos de cuadros encargados por las órdenes religiosas tuvieron su mejor momento en España durante el siglo XVII. Su objetivo principal era celebrar la historia, los fundadores y los personajes importantes de cada orden. Los principales artistas de Sevilla trabajaron en esto, y fue fundamental para Zurbarán, especialmente al principio de su carrera.
Para la Orden Dominicana
Zurbarán trabajó para los dominicos en varios conventos de Sevilla.
Convento de San Pablo el Real
En 1626, le encargaron veintiún cuadros. La serie sobre santo Domingo parece haber desaparecido. De los cuadros de los doctores de la Iglesia, solo se conservan San Gregorio, San Ambrosio y San Jerónimo, todos en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
La Sacristía
Como parte de este encargo, Zurbarán pintó en 1627 el impresionante Crucificado, que le dio mucho prestigio.
Iglesia de Santa María Magdalena
En esta iglesia se conservan Santo Domingo en Soriano y la Curación milagrosa del beato Reginaldo de Orleans, que probablemente formaron parte del ciclo sobre santo Domingo.
Colegio de Santo Tomás
Para el retablo del altar mayor de este colegio, Zurbarán pintó en 1631 su grandioso cuadro Apoteosis de Santo Tomás de Aquino (Museo de Bellas Artes de Sevilla), considerado a veces su obra maestra. También pintó una serie de seis santos de medio cuerpo.
Convento de Porta Coeli
Para la iglesia de este convento, Zurbarán realizó dos cuadros entre 1638 y 1640: un San Luis Beltrán y un Beato Enrique Susón, ambos en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Para la Orden de la Merced
Zurbarán trabajó para los mercedarios en dos conventos de Sevilla.
Convento de la Merced
Sala De Profundis
El emotivo San Serapio (1628) (Wadsworth Atheneum) pudo ser la prueba que los frailes necesitaban para encargarle a Zurbarán el gran conjunto sobre la vida de Pedro Nolasco.
Claustro de los bojes
En 1628, Zurbarán recibió el encargo de veintidós cuadros para este claustro, lo que le permitió mudarse a Sevilla. De este conjunto, se conservan diez obras. Parece que Zurbarán solo intervino en algunos cuadros, usando colaboradores. Seis pinturas seguras de Zurbarán son: Salida de san Pedro Nolasco hacia Barcelona (Museo Franz Mayer), Aparición de la Virgen a san Pedro Nolasco, Visión de san Pedro Nolasco y Aparición de san Pedro a san Pedro Nolasco (ambas en el Museo del Prado), el Descubrimiento de la Virgen del Puig (Museo de Arte de Cincinnati) y La rendición de Sevilla.
Biblioteca
Zurbarán pintó para la biblioteca del convento una serie de retratos de teólogos y predicadores mercedarios.
Convento de San José de la Merced Descalza
Para este convento, Zurbarán realizó varios cuadros alrededor de 1636. Entre ellos se encuentran: San Lorenzo (Museo del Hermitage), San Antonio Abad, San José con el Niño Jesús (Iglesia de San Medardo, París), Santa Apolonia (Museo del Louvre), Santa Lucía (Chartres, Musée des Beaux-Arts), Entierro de Santa Catalina (Pinacoteca Antigua de Múnich) y El Padre Eterno (Museo de Bellas Artes de Sevilla).
Para la Orden Franciscana
Zurbarán trabajó para dos ramas de los franciscanos.
Para la iglesia de este convento, Zurbarán y Francisco Herrera el Viejo comenzaron en 1629 un ciclo de cuadros sobre la vida de Buenaventura de Fidanza. Zurbarán realizó cuatro cuadros: San Buenaventura revela el crucifijo a santo Tomás de Aquino (destruido en 1945), Exposición del cuerpo de san Buenaventura y San Buenaventura en el concilio de Lyon (ambos en el Museo del Louvre), y San Buenaventura en oración (Galería de Pinturas de los Maestros Antiguos).
Convento de los Capuchinos
Zurbarán pintó para este convento dos versiones del Crucificado, ambas en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Para la Orden Trinitaria
Zurbarán se comprometió en 1629 a pintar varias obras para el Convento de la Trinidad.
Retablo de san José
Los cuadros de este retablo son obra del taller. Incluyen Jesús entre los doctores (Museo de Bellas Artes de Sevilla) y Presentación de la Virgen en el Templo (Monasterio de El Escorial).
Sagrario
De la puerta del sagrario procede el magnífico Niño Jesús bendiciendo (Museo Pushkin), una obra segura de Zurbarán y una de sus pocas pinturas sobre tabla.
Para la Orden de los Carmelitas
Zurbarán fue encargado de la decoración de una capilla en la Iglesia carmelita de San Alberto alrededor de 1630-1635. Se conservan San Pedro Tomás y San Cirilo de Constantinopla (ambos en el Museo de Bellas Artes de Boston), San Blas (Museo Nacional de Arte, Bucarest) y San Francisco de Asís (Museo de Arte de San Luis).
Para la Orden de los Cartujos
Cartuja de Santa María de la Defensión (Jerez de la Frontera)
Zurbarán pintó once cuadros para el retablo del altar mayor, encargados en 1636 y terminados entre 1639 y 1640. Entre ellos están la Apoteosis de san Bruno (Museo de Cádiz), San Juan Bautista y San Lorenzo (también en el Museo de Cádiz). Cuatro cuadros están en el Museo de Grenoble: La Anunciación, Circuncisión de Jesús, Adoración de los pastores y Adoración de los Magos. La batalla de Jerez está en el Met.
Acceso al tabernáculo
Para el acceso al tabernáculo, Zurbarán realizó diez cuadros: dos Ángeles turiferarios y ocho Santos cartujos.
Coro de los hermanos legos
De este coro proceden dos cuadros importantes: Virgen del Rosario con dos cartujos (Museo Nacional de Poznan) y, probablemente, Inmaculada Concepción con san Joaquín y santa Ana (Galería Nacional de Escocia).
Cartuja de Santa María de las Cuevas (Sevilla)
Para la nueva sacristía de este convento, Zurbarán realizó tres cuadros: San Hugo en el refectorio de los Cartujos, Visita de san Bruno al papa Urbano II y la Virgen de los cartujos. También parecen de esta cartuja una versión del Descanso en la huida a Egipto (destruida) y el Niño de la espina del Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Para el Monasterio Jerónimo de Guadalupe
Por encargo de este monasterio, Zurbarán pintó once cuadros entre 1639 y 1645, que forman su única serie de pinturas que se conserva completa en su lugar original. También hay otro conjunto en el coro de los legos, considerado obra de su taller.
Sacristía
En la sacristía se encuentran cuadros relacionados con monjes jerónimos. El primero, Misa del padre Cabañuelas, está firmado y fechado en 1638. Otros, fechados en 1639, se consideran realizados entre esta fecha y 1645.
Capilla de san Jerónimo
En la capilla de san Jerónimo hay tres cuadros sobre la vida de este santo: La Apoteosis de San Jerónimo, Las Tentaciones de San Jerónimo y San Jerónimo flagelado por los ángeles.
Coro de los hermanos legos
Estas pinturas, de alrededor de 1658 y 1660, se consideran generalmente obra del taller. Sin embargo, después de una restauración, San Nicolás de Bari y la Imposición de la Casulla a san Ildefonso han demostrado ser de alta calidad y se atribuyen a la etapa tardía del propio Zurbarán.
Los encargos reales
El programa de decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro fue seguramente planeado por el conde-duque de Olivares, con la ayuda de Rioja y Velázquez. Como los tres eran de Sevilla, es lógico que confiaran parte del trabajo a Zurbarán, que tenía buena fama. En 1634, Zurbarán recibió el encargo de La Defensa de Cádiz contra los ingleses y diez de los doce Trabajos de Heracles. Estos cuadros, pintados para honrar a Felipe IV y Olivares, no son lo mejor de su obra, ya que el héroe debía representarse semidesnudo, y Zurbarán no dominaba bien la anatomía.
Encargos de particulares
Aunque Zurbarán es conocido como "el pintor de los frailes" por sus muchas obras para órdenes religiosas, también es muy importante su trabajo para clientes privados, tanto religiosos como laicos. Para ellos pintó muchas obras, a veces con temas poco comunes o tratados de una manera muy personal, algo que no era posible en los encargos de los monasterios.
La devoción a la Virgen: Las Inmaculadas de Zurbarán
El dogma de la Inmaculada Concepción dice que la Virgen fue concebida sin pecado original. Aunque la Iglesia no lo proclamó hasta 1854, su devoción en España era muy antigua. La forma de representar este tema tan abstracto se fue desarrollando en el siglo XVI, basándose en la visión de Juan de Patmos: "una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre la cabeza", rodeada de símbolos. Durante los años de Zurbarán en Sevilla, la ciudad vivió un gran auge del culto a la Virgen, lo que contribuyó mucho a la nueva forma de representar este tema.
En sus Inmaculadas, Zurbarán se basó en la iconografía de Pacheco, pero la fue cambiando poco a poco. La composición siempre está dividida en una pequeña parte terrenal y una parte celestial. En el centro de la parte celestial aparece la Virgen, siempre como una adolescente o casi una niña, con su cabeza rodeada por un círculo de estrellas y muchas cabecitas de querubines entre nubes. Varios ángeles difuminados rodean su figura, iluminada por detrás por el Sol.
Existen trece versiones de este tema pintadas por Zurbarán, además de varias versiones de su taller.
La belleza y el pudor en las Santas de Zurbarán
Zurbarán y su taller hicieron muchas imágenes de "santas vírgenes", tanto individuales como en series. Su calidad es muy variada, ya que las series solían encargarse al taller, mientras que las figuras pintadas por el maestro se consideran de lo mejor de su trabajo. Estas últimas se dividen en dos tipos:
- Figuras tradicionales, poco personalizadas, que representan a jóvenes vestidas como santas en las procesiones.
- Verdaderos retratos de jóvenes con los atributos de los santos. Estas obras muestran la personalidad del personaje, haciendo que la santificación de una persona real parezca creíble.
En ambos casos, son figuras muy elegantes y con pocos elementos místicos. Llevan joyas preciosas y sus ropas, muy ricas, están pintadas con gran detalle y con una hermosa combinación de colores. Zurbarán mostró mucho cuidado al representar los instrumentos de tortura y los sufrimientos de sus personajes, evitando detalles difíciles. Por el contrario, sus santas reflejan la idea de santidad que tenían algunos teólogos de la época: la belleza puede mostrar algo de lo divino. Así, el maestro representa su propio ideal de belleza femenina: pelo oscuro, rostro ovalado, ojos grandes y negros, boca pequeña, mejillas sonrosadas y cejas algo separadas.
Odile Delenda considera que 19 cuadros de este tema son obras de Zurbarán.
Las santas infancias
Las referencias a la infancia de Cristo en los evangelios canónicos son pocas. Los cuadros de Zurbarán sobre este tema se basan en otros escritos. Los evangelios canónicos tampoco cuentan la infancia de la Virgen, por lo que los artistas se basaron en otros textos.
Las reglas sobre el Arte del Concilio de Trento pedían tratar estos temas con dulzura y referencias discretas al sufrimiento de Cristo. El arte de Zurbarán se adaptaba perfectamente a estas indicaciones, creando obras magníficas que ayudaron a establecer una nueva forma de representar estos temas.
Pinturas de animales y de bodegones
Un Bodegón (o naturaleza muerta) es un tipo de pintura que representa animales, flores y otros objetos, sin personas, o como parte de una pintura más grande. Zurbarán fue un pintor excelente de bodegones. La pintura animalista es diferente, ya que puede representar animales vivos.
Pintura de animales
Los animales pueden aparecer solos en cuadros o como parte de una composición. Un ejemplo del primer caso es el Agnus Dei, del que existen seis versiones pintadas por él. La lana está pintada con una calidad casi real, dando a este tema sencillo un aire especial. Zurbarán no pintó muchos animales en cuadros con figuras, pero en su temprana Salida de san Pedro Nolasco hacia Barcelona pintó un perro, y en la Huida a Egipto hizo un verdadero retrato del asno.
Bodegones sin personajes
El catálogo de obras de Zurbarán de Odile Delenda menciona ocho bodegones suyos, que muestran una variedad de formas, tamaños y materiales, pintados con gran cuidado. Los objetos se presentan sobre un fondo oscuro, y la luz resalta sus formas y volúmenes, creando diferentes efectos según el material. Zurbarán generalmente valoraba los objetos individualmente, colocándolos juntos en la composición.
El único bodegón firmado y fechado es el Bodegón con cidras, naranjas y rosa (Museo Norton Simon), que muestra cuatro cidras en un plato, seis naranjas con hojas y flores, y una taza sobre un plato metálico con una rosa. Del Bodegón con cacharros, existen dos versiones casi idénticas: una en el Museo del Prado y otra en el MNAC de Barcelona. Los cuatro objetos están dispuestos en el mismo plano, casi alineados de forma "ceremonial". La composición da una impresión de simplicidad y rigor.
Bodegones en composiciones con personajes
A lo largo de su carrera, Zurbarán puso especial cuidado en pintar objetos en composiciones con personas. Ya en su temprana Curación milagrosa del beato Reginaldo de Orleans (1626) pintó un plato con una taza, y en su última obra conocida, Virgen con el Niño y san Juanito (1662), representó frutos en un plato de estaño. En todos estos bodegones, pintó con gran detalle los objetos sencillos, dándoles un significado especial.
Los costureros de la Virgen
La cesta de ropa blanca aparece a menudo en las pinturas de Zurbarán sobre la niñez y juventud de la Virgen. El pintor se basó en textos antiguos y en las recomendaciones de Pacheco. La cesta de ropa blanca es un símbolo de trabajo humilde y puede verse en la Virgen niña en éxtasis (Met), La Anunciación de Grenoble o en las tres versiones de La casa de Nazaret.
La mesa de los cartujos
En el cuadro San Hugo en el refectorio de los Cartujos, Zurbarán creó el más grande de sus bodegones. San Bruno y otros seis cartujos están sentados en una mesa en forma de L. Delante de cada monje hay cuencos de barro con comida y trozos de pan. Dos jarras de barro, un tazón y unos cuchillos forman un conjunto que podría ser monótono si no fuera por la forma de la mesa y la forma en que los objetos están colocados. Las dos jarras son de Talavera y muestran el escudo de Gonzalo de Mena, fundador del Monasterio de la Cartuja, de donde procede este cuadro.
La cena en Emaús
En este cuadro, todo está pensado para resaltar el significado de la Cena de Emaús. El bodegón sobre la mesa atrae la atención del espectador, contrastando con los personajes que están en la penumbra. Los objetos están casi alineados. Sobre un mantel blanco, se ven el pan, una jarra de barro, dos platos con comida y un cuchillo. El trozo de pan que acaba de abrir Cristo es de un color aún más blanco que el mantel. Los demás objetos de la mesa tienen un tono intenso, debido al brillo del pan.
¿Qué importancia tiene la obra de Zurbarán?
Antes de la Guerra de la Independencia, Zurbarán era casi desconocido fuera de España. El expolio napoleónico en España, cuando el gobierno de José Bonaparte y varios generales se llevaron muchas obras de arte españolas a Francia y luego a otros países, hizo que las pinturas de Zurbarán se dispersaran. Esto dio a conocer su obra en todo el mundo.
En 1835-1837, Luis Felipe envió a España al barón Taylor para que reuniera obras de pintura española y formara en 1838 la "galería española" en el museo del Louvre. Esta galería fue desmantelada en 1853, y sus obras se subastaron. Así, varias obras de Zurbarán se dispersaron en colecciones públicas o privadas de varios países. Aunque fue una pérdida para el patrimonio artístico español, esto hizo que la obra de Zurbarán fuera conocida en todo el mundo.
Christian Zervos, un famoso historiador del arte, considera que Zurbarán tiene un lugar muy importante en el arte español. Él dice que la obra de Zurbarán muestra todo lo que la pintura puede ofrecer sobre la realidad humana y que sus santos y monjes reflejan una vida interior profunda. Zervos también menciona que la obra de Zurbarán tiene relación con las tendencias actuales de la pintura. Por ejemplo, la forma en que pinta los mantos en cuadros como San Andrés o San José con el Niño Jesús hace que algunos críticos hablen de un estilo que se adelanta al cubismo.
Como todos los grandes maestros, Zurbarán no se limitó a lo que le pedían sus clientes. Tenía un talento especial para ir más allá de las reglas y prohibiciones, convirtiéndolas en oportunidades para crear obras maestras.
No se debería comparar a los grandes pintores como El Greco, Zurbarán, Velázquez o Murillo. Cada persona tiene su propia opinión sobre el arte. Como dijo Yves Bottineau, un experto en museos: "Cada uno de ellos, de los grandes, merece que uno murmure, al respecto, el principio de los versos de John Keats en su Endimión: 'Una cosa bella es un goce eterno: Su hermosura va creciendo, Y jamás caerá en la nada...'"