Cristiandad occidental para niños





La Cristiandad occidental o Cristianismo occidental se refiere a la parte del cristianismo que se desarrolló en las regiones del antiguo Imperio romano de Occidente. Esta tradición se caracteriza por el uso del idioma latín en sus inicios. Se diferencia de la Cristiandad oriental, que se desarrolló en el Imperio romano de Oriente y usaba principalmente el idioma griego.
Entre los primeros pensadores cristianos, conocidos como "padres de la Iglesia", muchos eran de Oriente. Sin embargo, cuatro importantes "doctores de la Iglesia" fueron de la tradición occidental.
La separación entre la Cristiandad occidental y oriental, conocida como el Cisma de Oriente, ocurrió por diferencias en creencias teológicas y prácticas religiosas. Por ejemplo, discutían sobre el filioque (una frase en el Credo), el tipo de pan para la comunión, la fecha de la Pascua y el uso de imágenes. La principal diferencia fue si se reconocía o no la autoridad del Papa como sucesor de San Pedro.
Contenido
La Cristiandad Occidental en la Edad Media
Expansión Geográfica de la Cristiandad Latina
La Cristiandad latina, que es otro nombre para la Cristiandad occidental, comenzó en las tierras que antes formaron el Imperio carolingio y la isla de Irlanda. Con el tiempo, esta civilización se expandió hacia el sur, el norte y el este. Esto ocurrió a medida que ganaba fuerza y unidad interna, especialmente en los siglos XI y XII. La difusión del cristianismo fue una señal de esta expansión.
A finales del siglo X, las tierras al noroeste del río Elba eran un desafío. También lo eran los mares Báltico y del Norte. Alemania lideró gran parte de la expansión en el siglo XI hacia el noroeste. Así surgieron nuevos reinos cristianos como Dinamarca, Noruega, Suecia, Polonia, Bohemia y Hungría. Esta iniciativa alemana fue apoyada por el papado y por la cooperación entre líderes cristianos.
Más tarde, los normandos ayudaron a expandir las fronteras del cristianismo entre los siglos XI y XII. Desde Francia, Inglaterra, el sur de Italia y Palestina (con su participación en las Cruzadas), se establecieron nuevos límites para la civilización latina. Las Cruzadas también ayudaron a ampliar los horizontes, mostrando un mundo que aún no era cristiano. A partir del siglo XII, se empezó a hablar de tierras lejanas, y en el siglo XIII, el contacto con comunidades cristianas en el Lejano Oriente abrió aún más este horizonte.
Bizancio (el Imperio bizantino) era otra frontera importante en el siglo X, marcando el límite de la Cristiandad latina en Venecia y el Adriático. Para los occidentales, Bizancio era un lugar misterioso. La Cuarta Cruzada cambió esto, abriendo los horizontes hasta el Mar Negro. Esto llevó a que la Iglesia bizantina se sometiera a la de Roma y a un mayor comercio con el este. La toma de Constantinopla en 1204 expandió la Cristiandad latina. Sin embargo, estas nuevas fronteras también trajeron la responsabilidad de defenderse de peligros que antes Bizancio había contenido.
La frontera con el Islam fue más compleja y cambiante. El control musulmán sobre islas como Mallorca, Córcega, Cerdeña, Sicilia y Malta fue un desafío inicial en el siglo X. En el siglo XII, el mundo musulmán era visto por algunos en Occidente como una fe diferente. Sin embargo, con la Tercera Cruzada, el horizonte islámico pareció abrirse, reconociendo la humanidad de algunos de sus líderes, como Saladino. A pesar de las diferencias, hubo lazos diplomáticos, comercio e intercambios intelectuales. Aunque la tolerancia hacia el Islam no creció mucho, sí lo hizo el intercambio de ideas. Así, la frontera con el Islam fue más flexible, permitiendo el intercambio de influencias culturales.
En resumen, los desafíos que rodeaban a la Cristiandad latina en el siglo X fueron superados a medida que el cristianismo se extendía. Sin embargo, fue difícil cruzar las barreras de territorios como Bizancio y el Islam, donde ya existían otras religiones y culturas. Por lo tanto, a principios del siglo XIII, la Cristiandad occidental abarcaba las regiones donde el cristianismo latino había echado raíces.
Desarrollo de Ideas y Creencias
Durante la Edad Media, el Papa en Occidente logró una mayor unidad religiosa que el Imperio bizantino en Oriente. En Occidente, no había otras sedes importantes que desafiaran la autoridad del Papa. La necesidad de traducir la Biblia al latín hizo que la versión de San Jerónimo (la Vulgata) fuera muy importante. La evangelización del norte y centro de Europa (la conversión de los reinos germánicos, eslavos occidentales y húngaros) amplió el área bajo la autoridad del Papa.
Esta autoridad se fortaleció desde el siglo XI con la reforma gregoriana. Esta reforma definió las funciones del clero secular (sacerdotes que viven en el mundo) y el clero regular (monjes y monjas). Se estableció el celibato para los sacerdotes y una estructura eclesiástica centralizada. El monacato, basado en la regla de San Benito, fue muy importante. Se extendió por Europa occidental gracias a los monjes irlandeses, el renacimiento carolingio, la reforma cluniacense y las peregrinaciones a Roma y Santiago. El culto a las reliquias fue muy importante en la Cristiandad latina, similar a cómo las imágenes lo fueron en Oriente.
Fue característico el conflicto por el dominium mundi (dominio del mundo) entre los dos grandes poderes de Occidente: el Papa y el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Esto llevó al desarrollo de nuevas ideas políticas.

Las Cruzadas establecieron reinos latinos temporales en Oriente. En Occidente, las Cruzadas ayudaron a definir la figura del miles Christi (caballero cristiano). En toda Europa occidental, se mantuvo una unidad cultural importante basada en la teología cristiana, el latín y la herencia de la civilización clásica greco-romana.
De las escuelas monásticas y catedralicias surgieron los studia generalia, que se convirtieron en las universidades. Allí se desarrolló la escolástica, una forma de pensamiento que combinaba la fe con la razón. El cristianismo occidental de la Baja Edad Media vio nuevas reformas monásticas (como los cistercienses y cartujas) y algunos movimientos que la Iglesia consideró heréticos. Estos surgieron principalmente entre la gente de las ciudades. También se establecieron los conventos de las órdenes mendicantes (dominicos, franciscanos, agustinos) y la Inquisición.
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Pelagio, cuyas doctrinas fueron consideradas heréticas (pelagianismo).
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Benito de Nursia, fundador del monacato occidental.
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Braulio de Zaragoza e Isidoro de Sevilla, que protagonizaron el renacimiento visigodo.
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Clonmacnoise, el principal centro monástico irlandés.
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Rábano Mauro y Alcuino de York (protagonistas del renacimiento carolingio) presentan una obra al abad Odgar de Maguncia.
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Monasterio de Cluny, estrechamente vinculado al papado, extendió su influencia mediante fundaciones de monasterios cluniacenses por toda Europa occidental, identificándose localmente con el alto clero, la nobleza y las monarquías feudales.
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Hildebrando (Gregorio VII como papa).
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Francisco Ribalta 001.jpg
Bernardo de Claraval, reformador de la orden benedictina (cluniacenses) e impulsor de las Cruzadas y las órdenes militares.
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Francisco de Asís, fundador de los franciscanos.
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Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores (dominicos).
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Tomás de Aquino, cuya Summa Theologiae se considera la cumbre de la escolástica.
Cambios en la Edad Moderna y Contemporánea




La Reforma y la Contrarreforma
El período conocido como la "cautividad de Aviñón" (1309-1377) y el Cisma de Occidente (1378–1417) causaron una gran crisis en la Cristiandad occidental. Hubo intentos de reforma, pero no tuvieron éxito. En la Edad Moderna, la Reforma protestante (iniciada por Martín Lutero en 1517) dio origen a las Iglesias protestantes. Estas se dividieron en varias ramas principales: luterana, calvinista y anglicana. En respuesta, la Iglesia católica llevó a cabo la Contrarreforma, cuyas bases se establecieron en el Concilio de Trento (1545-1563).
Las guerras de religión y la aplicación del principio cuius regio eius religio (que significaba que la religión del gobernante era la religión de la región) dividieron la Cristiandad occidental. El norte se hizo protestante y el sur, católico. En ambos casos, la religión estuvo muy ligada al poder político. Hubo fuertes debates dentro de cada confesión, y a veces, exilios masivos de grupos religiosos. También existían diferencias en la organización de las iglesias y en el rigor de sus prácticas.
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Interior de San Bavón (1673), obra de Gerrit Berckheyde, (National Gallery, Londres).
La Expansión del Cristianismo Fuera de Europa
Al mismo tiempo, la Era de los Descubrimientos llevó a Europa Occidental a tener un papel central en el mundo. Esto hizo que el cristianismo occidental se extendiera a las colonias, adoptando la versión religiosa de cada potencia colonizadora. También llegó a antiguas civilizaciones como India, China y Japón, donde fue recibido de diferentes maneras.
La conquista y cristianización de América es un tema con diferentes puntos de vista. Algunos lo ven como una empresa heroica, mientras que otros lo consideran una gran pérdida de vidas y culturas. La Corona española basó su derecho a gobernar las nuevas tierras en bulas alejandrinas (documentos papales). Órdenes religiosas católicas como los dominicos, franciscanos y jesuitas tuvieron un papel importante. Bartolomé de las Casas fue un defensor de los pueblos indígenas, inspirando cambios en las Leyes de Indias y participando en debates sobre el trato a los nativos.
San Francisco Javier, uno de los fundadores de la Compañía de Jesús, llevó a cabo misiones evangelizadoras en India y el Lejano Oriente. El protestante holandés João Ferreira de Almeida introdujo el protestantismo en las colonias neerlandesas de Indonesia, Ceilán e India. El cristianismo en India es muy diverso e incluye ramas orientales que existían antes de la llegada de los europeos. El cristianismo en Japón fue inicialmente permitido, pero luego fue duramente reprimido, lo que llevó a Japón a cerrarse a los contactos extranjeros por mucho tiempo.
Los repartos coloniales de África y Asia durante la época del imperialismo (hasta 1914) implicaron el envío de misioneros desde las metrópolis a las colonias. El impacto de estas misiones en las sociedades indígenas y en la disolución de sus formas de vida tradicionales es un tema de debate.
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Grupo escultórico España misionera en el Cerro de los Ángeles (representa a Isabel la Católica, Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Junípero Serra y tres indios).
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Mateo Ricci y otros jesuitas de la misión en China (desde 1582).
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Catedral de Santo Domingo, la más antigua de América (1504).
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Juan Diego Cuauhtlatoatzin con la Virgen de Guadalupe (1531, una de las bases de la evangelización en la Nueva España). Su canonización (2002) se considera la del "primer santo indio".
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Rosa de Lima. Su rápida canonización (1671) se considera la del "primer santo americano". La Lima de su época ha sido llamada "la ciudad de los santos".
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Martín de Porres. Su canonización (1962) se considera la del "primer santo negro".
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Misioneros europeos en África recibiendo objetos de culto indígenas para su destrucción (1837).
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David Livingstone, de la Sociedad Misionera de Londres, médico y explorador en África.
Ciencia y Creencia Religiosa

La Ilustración en el siglo XVIII trajo nuevas formas de pensar sobre la religión. Surgieron ideas que cuestionaban no solo el cristianismo, sino también la idea de un ser superior. Conceptos como el laicismo (separación entre Iglesia y Estado) y el anticlericalismo (oposición a la influencia del clero) se hicieron más fuertes en la Edad Contemporánea. Durante los siglos XIX y XX, las revoluciones llevaron a la separación Iglesia-Estado. También surgieron nuevos movimientos sociales y políticos que desafiaron la importancia que el cristianismo había tenido en la civilización occidental.
Aun así, surgieron nuevos movimientos religiosos dentro del protestantismo, como los cuáqueros y metodistas. En el catolicismo, hubo cambios en los concilios Vaticano I y Vaticano II. La influencia del cristianismo occidental en Europa se vio equilibrada por el crecimiento de católicos y protestantes en otros continentes.
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Copérnico, sacerdote católico, propuso la teoría heliocéntrica aunque prefirió no publicarla hasta su muerte (1543).
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Miguel Servet, ejecutado por los calvinistas de Ginebra (1553). Su anticipación científica de la circulación sanguínea era una derivación de su concepto de alma, dentro de una visión monista y anti-trinitaria de la divinidad (incompatible con cualquiera de las ramas del cristianismo de su entorno).
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Giordano Bruno, ejecutado por la inquisición romana (1600). Más que la negación del geocentrismo, lo que se consideró herético de su cosmología era que proponía la infinitud del Universo y la pluralidad de mundos habitados. Belarmino, que intervino en este proceso, también lo hizo en el posterior contra Galileo.
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Kepler, cuya opción por el heliocentrismo fue una costosa renuncia a sus preconceptos cosmológico-teológicos, no fue molestado por sus opiniones científicas, aunque sí tuvo que defender a su madre en un proceso por brujería.
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Galileo abjuró de sus convicciones científicas al ser procesado por la inquisición romana.
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Descartes, con el racionalismo de su "duda metódica", pareció poner todo en cuestión, con evidentes implicaciones para las hasta entonces generalmente consideradas como "verdades trascendentes", al proponer como criterio de verdad la evidencia racional a imitación de la ciencia matemática.
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Blaise Pascal resolvió la posible contradicción entre ciencia y fe en beneficio de ésta, con su "apuesta" o cálculo de probabilidades en que ponía en juego la salvación eterna frente al conocimiento temporal.
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Bossuet, obispo católico y teórico del absolutismo de derecho divino.
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Berkeley, obispo anglicano y filósofo empirista. En Alciphron (1732) polemizó contra el librepensamiento de Bernard Mandeville y lord Shaftesbury.
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Voltaire, defensor de la tolerancia religiosa, se convirtió en la cabeza visible de los philosophes y enciclopedistas. El lema écrasez l'infâme, con el que solía acabar sus cartas, suele interpretarse como un deseo de acabar con el monopolio intelectual y el predominio sociopolítico de la Iglesia.
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John Wesley, fundador del metodismo.
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Kant definió la Ilustración como "la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad". Su lema sapere aude ("atrévete a saber") implicaba el librepensamiento, y su teoría del conocimiento el agnosticismo.
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Joseph Priestley, científico y clérigo disidente que emigró de Inglaterra a Norteamérica, donde tuvo un papel decisivo en la conciliación con el cristianismo de librepensadores como Thomas Jefferson y otros fundadores de Estados Unidos.
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Friedrich Schleiermacher, iniciador de la teología liberal.
El científico Pierre-Simon Laplace tuvo una famosa conversación con Napoleón Bonaparte. Cuando Napoleón le preguntó por qué no mencionaba a Dios en su obra sobre mecánica celeste, Laplace respondió que "no había tenido necesidad de esa hipótesis". Esto reflejaba cómo la ciencia moderna empezaba a explicar el mundo sin la necesidad de una intervención divina directa.
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El debate suscitado por las obras de Darwin puso de manifiesto la incongruencia de datos y teorías científicas con la interpretación literal de la Biblia.
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Samuel Wilberforce, obispo anglicano que polemizó con Darwin y Huxley. Era hijo de William Wilberforce, promotor del abolicionismo, movimiento caracterizado por el protagonismo de algunas comunidades cristianas en distintos países.
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Líderes mormones.
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John Henry Newman, líder del Movimiento de Oxford.
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Kierkegaard, desde una sensibilidad cristiana contemporánea, inaugura el existencialismo.
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Nietzsche proclamó la "muerte de Dios". A diferencia de los otros dos "maestros de la sospecha", provenía de la religión cristiana, mientras que Marx y Freud eran de familia judía (lo que obviamente, no era obstáculo para compartir la tradición cultural cristiana occidental). El antisemitismo, existente desde la Edad Media, se intensificó a finales del siglo XIX.
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Alfred Loisy, cuyas propuestas de modernización de la doctrina católica fueron consideradas heréticas (modernismo teológico).
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Otto von Bismarck, que protagonizó la kulturkampf ("lucha cultural" o imposición de la mayoría protestante sobre la minoría católica en la Alemania unificada).
La Iglesia y los Cambios Sociales



Como respuesta a los cambios del "mundo moderno" y al impacto de la Revolución Industrial en las clases trabajadoras, la Iglesia católica desarrolló la doctrina social de la Iglesia a finales del siglo XIX. La presencia de diferentes Iglesias cristianas en movimientos sociales del siglo XX fue importante en varios casos, como el pacifismo, la oposición al nazismo, el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos y la lucha contra el apartheid en Sudáfrica. La revolución del 68, aunque con ideas diferentes a la religión, coincidió con movimientos teológicos como el Concilio Vaticano II y la teología de la liberación. El papel de algunos movimientos religiosos fue clave en la caída de los regímenes comunistas.
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León XIII, en el Rerum novarum, inició la doctrina social de la Iglesia.
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Albert Schweitzer, teólogo protestante franco-alemán y médico en África, premio Nobel de la Paz.
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Teilhard de Chardin, jesuita, que procuró acercar el cristianismo a la ciencia evolucionista.
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Karl Barth, iniciador de la teología dialéctica.
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Martin Niemöller, cuya lapidaria descripción de la relación entre cristianismo y nazismo ha pasado a ser un tópico literario.
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El cardenal Pacelli firmando el Reichskonkordat con la Alemania nazi. En el pontificado anterior se habían firmado los Pactos de Letrán con la Italia fascista.
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Martin Luther King, pastor protestante (baptista) que lideró el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos hasta su asesinato en 1968.
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Hans Küng, que intervino en el Concilio Vaticano II como teólogo, es el principal referente de la tendencia "progresista" del catolicismo, y ha sido sancionado por sus opiniones consideradas heterodoxas (1979).
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Joseph Ratzinger, teólogo conciliar al igual que Küng, pero con una trayectoria opuesta: se convirtió en el principal teólogo del Vaticano, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio), y entre 2005 y 2013 papa con el nombre de Benedicto XVI, el primero en dimitir desde la Edad Media.
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Marcel Lefebvre fue excomulgado (1988); aunque su movimiento preconciliar (opuesto al Vaticano II) no ha llegado a ser considerado cismático; de hecho, se ha producido un acercamiento de posturas (levantamiento de la excomunión a sus sucesores en 2009).
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Abate Pierre, fundador de los traperos de Emaús, uno de los curas obreros.
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Leonardo Boff, brasileño, uno de los teólogos "de la liberación".
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Ernesto Cardenal, cura guerrillero que llegó al gobierno con el Frente Sandinista, y recibió de rodillas la amonestación de Juan Pablo II durante su visita a Nicaragua (1983).
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Tumba de Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, que evolucionó desde posiciones conservadoras a progresistas, y fue asesinado en 1980.
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El arzobispo sudafricano Desmond Tutu se dirige en su sermón a un grupo de niños de Nueva York en la iglesia episcopaliana de St. James.
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Jerry Falwell, uno de los más importantes telepredicadores de Estados Unidos.
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Lech Walesa, sindicalista católico polaco (Solidarnosc) que desafió el predominio comunista, al tiempo que un compatriota suyo se convirtió en el primer papa no italiano en cuatro siglos (Juan Pablo II).
Véase también
En inglés: Western Christianity Facts for Kids