Claudio Coello para niños

Claudio Coello (Madrid, 1642-1693) fue un importante pintor español del Barroco en Madrid. Aprendió con el maestro Francisco Rizi. En 1683, fue nombrado pintor del rey Carlos II. Su obra más famosa es La Adoración de la Sagrada Forma, que se encuentra en la sacristía del Monasterio de El Escorial. Coello pintó grandes cuadros para altares de iglesias y conventos en Madrid y sus alrededores. También fue un experto en pintura al fresco (pintar sobre paredes húmedas) y en crear decoraciones temporales para eventos, siempre con un gran sentido teatral.
Contenido
- Vida y Carrera Artística
- Primeros Trabajos y Estilo
- Pinturas para el Convento de San Plácido
- Pintor al Fresco en Madrid y Toledo (1669-1674)
- Al Servicio de la Iglesia (1675-1679)
- Decoraciones para la Entrada de la Reina María Luisa de Orleans
- Nombramiento como Pintor del Rey
- La Adoración de la Sagrada Forma y Pintor de Cámara
- Últimos Años
- Galería de imágenes
Vida y Carrera Artística
Claudio Coello nació en Madrid y fue bautizado el 2 de marzo de 1642. Su padre, Faustino Coello, era un trabajador del bronce de Portugal. Su madre se llamaba Bernarda de Fuentes. Según Antonio Palomino, un biógrafo y amigo del pintor, la familia de su padre era famosa, y de ella también venía el pintor Alonso Sánchez Coello.
Claudio empezó a estudiar dibujo en el taller de Francisco Rizi. Su padre lo había puesto allí para que le ayudara en su trabajo. Pero Rizi vio el gran talento de Claudio y le aconsejó a su padre que lo dejara seguir estudiando pintura. Palomino cuenta que Rizi decía que Claudio era un verdadero genio porque le encantaba dibujar y siempre lo hacía con mucho entusiasmo.
En el taller de Rizi, Claudio aprendió a pintar con diferentes técnicas, como el temple y el fresco. También se hizo muy bueno en la pintura de escenas históricas y en las perspectivas arquitectónicas. Gracias a que su maestro era pintor del rey y amigo de Juan Carreño de Miranda, Claudio pudo entrar al palacio real. Allí, completó su formación estudiando las obras de pintores de Venecia y Flandes.
Primeros Trabajos y Estilo
La primera obra de Claudio Coello que tiene su firma y fecha es Jesús niño a la puerta del Templo (1660), que está en el Museo del Prado. Esta pintura de su juventud es una copia de una obra de Jacques Blanchard. Un año después, pintó Cristo servido por los ángeles, que ya muestra algunas características de su estilo maduro.
En 1663, pintó La visión de san Antonio de Padua, que se encuentra en el Chrysler Museum of Art en Norfolk, Virginia. En esta obra, Coello usó por primera vez fondos arquitectónicos con perspectiva y ángeles volando, elementos que se convertirían en una marca de su pintura.
En 1664, cuando solo tenía 22 años, Coello creó dos obras maestras: el Triunfo de san Agustín (Museo del Prado) y Susana y los viejos (Museo de Arte de Ponce, Puerto Rico). En estas pinturas, se puede ver la influencia de pintores como Rubens y Veronés en el uso de colores brillantes y paisajes. También se nota su conocimiento de Tiziano. El Triunfo de san Agustín es un gran cuadro de altar, típico del Barroco madrileño, diseñado para impresionar y emocionar a quienes lo veían.
En 1664, Coello conoció a Juan de Valdés Leal, un pintor de Sevilla que visitó Madrid para estudiar las colecciones reales. Palomino cuenta que Valdés Leal iba a la academia de dibujo y practicaba mucho.
Una anécdota famosa dice que cuando Coello pintó El Descubrimiento de la verdadera Cruz para la iglesia de Santa Cruz, su maestro Rizi le ofreció firmar el cuadro para que le pagaran más. Pero Coello prefirió que se reconociera su propio trabajo. Aunque estas pinturas se perdieron, se conserva el contrato de 1666. También de 1666 es su Anunciación, donde el espacio arquitectónico es muy importante y la luz crea efectos interesantes.
Pinturas para el Convento de San Plácido


Las pinturas para la iglesia del Convento de San Plácido en Madrid son, según Palomino, las primeras obras importantes que Coello hizo mientras aún estaba con su maestro. Este convento tuvo una historia complicada en sus inicios.
Aunque no hay documentos sobre las pinturas de Coello, la gran Anunciación del altar mayor (7,50 x 3,66 metros) y la Visión de santa Gertrudis están firmadas y fechadas en 1668. La iglesia de San Plácido es uno de los conjuntos barrocos más importantes de Madrid que se conserva en su lugar original.
Para la Anunciación, Coello hizo varios dibujos y dos bocetos, uno de ellos muy detallado y firmado en 1668. Esto muestra lo cuidadoso que era en su trabajo. Para esta obra, Coello se inspiró en composiciones de otros artistas, pero creó una imagen muy personal y poderosa.
Pintor al Fresco en Madrid y Toledo (1669-1674)


Después de los trabajos para San Plácido, Coello pintó menos cuadros al óleo. De 1669, se conservan Cristo presentando a la Virgen a los padres del Limbo y La Virgen y el Niño adorada por santos y por las virtudes teologales (Museo del Prado). Esta última es una obra muy elaborada, con estudios previos que muestran cómo Coello buscaba la mejor composición.
Coello colaboró con José Jiménez Donoso, otro pintor que había regresado de Italia. Juntos decoraron varias capillas con pinturas al fresco, usando la técnica de la quadratura, que crea la ilusión de arquitectura en las paredes. Una de sus primeras colaboraciones fue la capilla de San Ignacio en la iglesia del Colegio Imperial de Madrid. Aunque estas pinturas se perdieron, las descripciones de Palomino las alaban mucho.
En 1672, Coello y Donoso pintaron la sala donde los reyes veían las corridas de toros en la Casa de la Panadería de Madrid, que había sido restaurada después de un incendio. También decoraron la escalera y la antecámara, aunque estas últimas se perdieron. Las pinturas de la Casa de la Panadería representaban las armas de la monarquía y alegorías de las virtudes.
De manera similar, en 1674, Coello y Donoso pintaron el techo de la sacristía de la catedral de Toledo, con ángeles que llevaban símbolos religiosos.
Al Servicio de la Iglesia (1675-1679)

En 1674, Coello firmó un contrato para pintar el retablo de la iglesia de San Juan Evangelista en Torrejón de Ardoz. Ese mismo año, se casó con Feliciana de Aguirre Espinosa, pero ella falleció poco después, dejando un hijo.
Para Torrejón de Ardoz, Coello pintó el martirio de san Juan Evangelista y una Apoteosis de san Juan. Aunque la iglesia se quemó en la guerra civil, el gran cuadro del martirio del santo se salvó y se conserva en la iglesia reconstruida. Se conocen dos estudios previos de esta obra, que muestran cómo Coello planificaba sus composiciones.
De 1676, se conservan Cristo y la Magdalena en casa de Simón y una de sus varias versiones de la Inmaculada. De 1677, La aparición de la Virgen del Pilar a Santiago el Mayor. También se cree que en estos años pintó los cuadros de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier para la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Valdemoro.
En 1677, Coello se casó por segunda vez con Bernarda de la Torre. Ese mismo año, recibió su primer encargo directo de la corona: restaurar los frescos de la Sala de Batallas del Monasterio de El Escorial, gracias a la ayuda de su amigo Juan Carreño de Miranda.
Decoraciones para la Entrada de la Reina María Luisa de Orleans

Cuando María Luisa de Orleans, la primera esposa de Carlos II, llegó a Madrid el 13 de enero de 1680, se hicieron grandes preparativos. Coello y Donoso tuvieron un papel muy importante en la creación de las decoraciones temporales para esta celebración.
Se construyeron arcos triunfales y adornos en varias calles de Madrid. Palomino cuenta que Coello diseñó el famoso arco del Prado y la calle del Retiro, donde se representaban los reinos de la monarquía ofreciendo sus riquezas a la reina. También diseñó los adornos de la plaza de la Villa.
De la Galería de los Reinos, se conservan dibujos de fuentes, como Fuente con dos figuras alegóricas y Fuente con Neptuno. Coello también pintó un dibujo para el arco del Prado que mostraba a Júpiter y Madrid, con referencias a la historia y la mitología.
Además, Coello, junto con Donoso y Matías de Torres, pintó los techos del Cuarto de la Reina en el palacio, siguiendo los diseños de Francisco de Herrera el Mozo.
Nombramiento como Pintor del Rey

En los años siguientes a los festejos, Coello continuó trabajando para iglesias y conventos. En 1682, pintó el gran cuadro El Éxtasis de santa María Magdalena en Ciempozuelos. También se cree que en este tiempo pintó los frescos de algunas iglesias madrileñas en colaboración con Donoso, y los óleos de El martirio de San Plácido y El matrimonio místico de santa Gertrudis para un monasterio en Corella.
El 30 de marzo de 1683, Claudio Coello fue nombrado pintor del rey, ocupando el puesto que había dejado Dionisio Mantuano. Como pintor del rey, firmó la hermosa Santa Catalina de Alejandría, donde combinó estilos de Guido Reni y Anton van Dyck.
Después de su nombramiento, Coello viajó a Zaragoza para decorar la iglesia del colegio de agustinos recoletos, conocida como la Mantería. Allí trabajó hasta 1685, pintando muros, cúpulas y pechinas, con la ayuda de Sebastián Muñoz, quien había sido su alumno.
Al regresar de Zaragoza, Coello pintó el gran cuadro de Santo Domingo, con Nuestra Señora del Rosario, que ahora está en el museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Esta obra, de grandes dimensiones, muestra una composición compleja con el santo recibiendo el rosario de la Virgen. Para el mismo convento, también pintó otros cuadros, como Santo Domingo de Guzmán y Santa Rosa de Lima, que ahora están en el Museo del Prado.
La Adoración de la Sagrada Forma y Pintor de Cámara

En agosto de 1685, poco después de la muerte de Francisco Rizi, Coello recibió un salario como pintor del rey. En ese momento, se le encargó la pintura de la Adoración de la Sagrada Forma para la sacristía del Monasterio de El Escorial. Esta obra es un retrato de grupo que muestra al rey Carlos II y a miembros de la corte durante una ceremonia religiosa. Coello tuvo que pintar los retratos de todos los participantes, lo que fue un trabajo muy detallado.
El 31 de diciembre de 1685, Coello juró el cargo de pintor de cámara, un puesto muy importante, que había quedado vacante por la muerte de Juan Carreño de Miranda. Coello trabajó en la Sagrada Forma hasta 1690, cuando la firmó ya como pintor de cámara.
Como pintor de cámara, Coello también pintó retratos y se encargó de restaurar y limpiar las pinturas del palacio. Retrató a la reina madre, Mariana de Austria, y a Mariana de Neoburgo, la segunda esposa de Carlos II. También pintó retratos de otras personas importantes de la corte, mostrando su habilidad para capturar la elegancia y el lujo de la época.
En 1686, Coello fue llamado para pintar al fresco los techos del cuarto de la Reina en el Real Alcázar. El tema elegido fue la historia de Psique y Cupido. Coello hizo los diseños principales, pero dejó a Palomino a cargo de los frescos mientras él regresaba a El Escorial para terminar la Sagrada Forma.
Últimos Años
Después de la Adoración de la Sagrada Forma, no se tienen muchas noticias de trabajos específicos de Coello para la corte. Aunque su viuda cobró por cinco retratos que le había encargado Mariana de Neoburgo, Coello no participó en los preparativos para la entrada de la reina en Madrid. La llegada a España de Luca Giordano en 1692, para pintar en El Escorial, le causó una gran decepción.
Sin embargo, Coello siguió teniendo mucho trabajo para iglesias y conventos, especialmente fuera de Madrid. En 1691, fue nombrado pintor de la catedral de Toledo. Ese mismo año, firmó la Coronación de la Virgen para el retablo mayor de la iglesia parroquial de La Calzada de Oropesa.
También en 1691, firmó San Juan de Sahagún y Santo Tomás de Villanueva para un convento en Salamanca. Según Palomino, su última obra fue El martirio de San Esteban, pintado para la iglesia de San Esteban en Salamanca. Esta pintura fue muy elogiada por Luca Giordano.
Claudio Coello falleció el 20 de abril de 1693 y fue enterrado en su parroquia de San Andrés. Dejó varios hijos. El inventario de sus bienes incluía una colección de 180 pinturas, muchas de ellas modelos y bocetos de sus propias obras, así como copias de grandes maestros como Rubens, Tiziano, Veronés, Van Dyck y Velázquez. Además de pinturas religiosas y retratos, también tenía paisajes, bodegones y cuadros mitológicos.