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Palacio de Liria para niños

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Datos para niños
Palacio de Liria
Palacio de Liria (Madrid) 02.jpg
Datos generales
Tipo Palacio y museo
Estilo arquitectura neoclásica
Catalogación bien de interés cultural
Calle calle de la Princesa (20-22)
Localización Madrid (España)
Coordenadas 40°25′40″N 3°42′45″O / 40.4277, -3.7124
Construcción c. 1767-1785

El Palacio de Liria es una gran mansión en Madrid, construida en el siglo XVIII. Desde principios del siglo XIX, ha sido la residencia principal de la Casa de Alba en la capital de España. También es el lugar donde se guarda su valiosa colección de arte y su archivo histórico. Se encuentra en la calle de la Princesa, en una zona que antes se conocía como el barrio de los Afligidos.

Es considerado el hogar privado más grande de Madrid, con 200 habitaciones en 3500 metros cuadrados. Sus grandes jardines son los únicos de propiedad privada que aparecen destacados en muchos mapas de la ciudad. Cuando se construyó, ya se consideraba la mejor mansión de la nobleza madrileña, solo superada por el Palacio Real.

Desde 2019, el palacio está abierto al público por las mañanas y las tardes. Además de visitas guiadas por sus salas, también se realizan exposiciones temporales. En 2024, recibió más de 107.000 visitas, lo que demuestra su gran éxito.

Historia del Palacio de Liria: ¿Cómo se construyó?

En la construcción del Palacio de Liria participaron varios arquitectos, como el francés Louis Guilbert y Ventura Rodríguez. Los primeros dueños no fueron los duques de Alba de Tormes, sino otra familia noble de origen británico: los duques de Berwick. El palacio se asoció con la Casa de Alba décadas después de su inauguración, cuando las dos familias se unieron.

El primer duque de Berwick, James Fitz-James (1670-1734), era hijo del rey Jacobo II de Inglaterra. Tuvo una larga carrera militar y, después de vivir en Inglaterra y Francia, se estableció en España. Se unió al servicio de Felipe de Borbón durante la Guerra de Sucesión Española. Por su victoria en la importante batalla de Almansa (1707), el duque de Berwick recibió del nuevo rey Felipe V el ducado de Liria y Jérica y el Toisón de Oro.

Después de una guerra de más de diez años, la situación en España seguía siendo inestable. Por eso, los duques de Liria decidieron construir su residencia en Madrid en un barrio con mucha presencia militar, cerca del Real Alcázar. Junto a su terreno, se construía el cuartel del Conde-Duque para las tropas encargadas de proteger a la familia real.

La construcción del palacio tardó mucho tiempo. Finalmente, después de cuarenta años, Jacobo Francisco Fitz-James Stuart y Colón de Portugal, el tercer duque de Liria, impulsó y terminó la obra. Esto fue posible gracias a las grandes ganancias que recibía del ducado de Veragua. Aunque el duque vivía normalmente en París, quiso construir una gran mansión en Madrid con el nuevo estilo neoclásico. Encargó el trabajo al arquitecto Louis Guilbert. Las obras comenzaron alrededor de 1767, pero duraron varios años. Guilbert fue despedido en 1771 por problemas en la construcción del palacio, como grietas, y también por sospechas de mal manejo de fondos.

Para terminar el palacio, se llamó al arquitecto Ventura Rodríguez. Durante mucho tiempo, se pensó que él había sido el principal creador del edificio. Sin embargo, estudios recientes sugieren que Guilbert fue el autor principal y que Ventura Rodríguez solo corrigió algunos errores técnicos. De hecho, ahora se cree que el estilo de Liria no encaja con el que Ventura Rodríguez desarrollaba en ese momento.

La construcción terminó en 1785. Los interiores se equiparon y decoraron rápidamente. Al año siguiente, un escritor llamado Joseph Townsend describió el palacio como el más elegante y cómodo de la ciudad. En 1787, el novelista William Beckford lo elogió como "la mansión más espléndida de Madrid". En sus salones se hacían reuniones animadas con música, sesiones de dibujo y cenas hasta tarde.

En siglos posteriores, muchas personas importantes visitaron Liria, como Oscar Wilde, Unamuno, Gregorio Marañón, Ortega y Gasset y el crítico de arte Bernard Berenson. También compositores como Igor Stravinski y Cole Porter, el pianista Arthur Rubinstein, el egiptólogo Howard Carter, políticos como Winston Churchill y Theodore Roosevelt, y estrellas de cine como Charles Chaplin, Audrey Hepburn, Charlton Heston y Sofía Loren. La familia real española también ha visitado el palacio. En 1968, la antigua reina Victoria Eugenia de Battenberg (que vivía fuera de España desde 1931) se alojó aquí brevemente para el bautizo del actual rey Felipe VI de España. Con un sistema de visitas privadas muy limitado, otras celebridades como el diseñador Valentino, Elizabeth Hurley (en 2015), Richard Gere, Bruce Springsteen y Glenn Close han visitado el palacio.

En 1802, María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, la decimotercera duquesa de Alba de Tormes y musa del pintor Goya, falleció sin hijos. Fue entonces cuando las familias nobles de Alba y Berwick (Liria) se unieron bajo un mismo heredero: su pariente Carlos Miguel Fitz-James Stuart y Silva. Él se convirtió en el decimocuarto duque de Alba de Tormes y el séptimo duque de Berwick. Estaba emparentado con la duquesa de Alba fallecida, ya que era el sobrino-bisnieto de Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, el duodécimo duque de Alba de Tormes y abuelo de la decimotercera duquesa.

Las propiedades que el nuevo duque heredó no incluían la residencia habitual de su tía, el Palacio de Buenavista, que fue comprado por el Ayuntamiento de Madrid. Por eso, la familia Berwick-Alba mantuvo Liria como su hogar principal. Buenavista pasó a manos de Manuel Godoy, cedido por el Ayuntamiento, y hoy es el Cuartel General del Ejército. La otra residencia importante de la duquesa, el palacio de la Moncloa, tampoco pasó a los Berwick. Cuando ella falleció, el rey Carlos IV la compró junto con su huerta para añadirla al Real Sitio de la Florida, que desde entonces se conoció como el Real Sitio de la Moncloa.

Liria fue ligeramente renovado alrededor de 1900 por Edwin Lutyens, pero esos cambios no sobrevivieron al incendio que destruyó sus interiores en 1936. Después, fue reconstruido siguiendo los planos del mismo arquitecto inglés.

¿Por qué se llama Palacio de Liria?

El nombre del Palacio de Liria se debe a que don Carlos Bernardo Fitz-James Stuart y Silva, el cuarto duque de Liria y Jérica, nació en la localidad valenciana de Liria. Sus padres se habían instalado entre 1751 y 1753 en la Casa de la Vila de Liria, un edificio también conocido como el palacio de los Duques de Liria. El duque Carlos era hijo de Jacobo Francisco Fitz-James Stuart y Colón de Portugal, el tercer duque de Liria y Jérica y tercer duque de Berwick, y de su esposa María Teresa de Silva y Álvarez de Toledo, hermana de Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, el duodécimo duque de Alba de Tormes.

Durante meses, la duquesa había intentado sin éxito tener un hijo. Desesperada, finalmente tuvo a su primer y único hijo varón, Carlos Bernardo Fitz-James Stuart y Silva, en la localidad valenciana. En agradecimiento por ese buen recuerdo, el duque llamó Palacio de Liria al palacio que se construyó años más tarde en Madrid.

¿Cómo es el edificio del Palacio de Liria?

Archivo:Palacio de Liria (Madrid) 03
La espadaña del palacio de Liria.

Aunque algunos expertos lo llaman "el hermano menor del Palacio Real", el Palacio de Liria es bastante diferente. Fue diseñado siguiendo los nuevos gustos de París, en lugar de imitar la arquitectura italiana de los Reales Sitios. Dejando a un lado sus tesoros artísticos, Liria es probablemente el mejor edificio civil del siglo XVIII que aún existe en el centro de Madrid, solo superado por la residencia real. Desde el principio, fue el palacio más cómodo y moderno. Con el tiempo, casi todas las grandes mansiones de su época han sido demolidas o muy modificadas.

La actual residencia de los Alba es un ejemplo típico del neoclasicismo que estaba naciendo en el siglo XVIII. Este estilo dejaba atrás la decoración excesiva del rococó y el estilo churrigueresco español para adoptar ideas de los palacios urbanos parisinos. Con una simetría muy estricta, recupera las pilastras y columnas de la arquitectura clásica. Busca una sensación de grandeza, pero evita ser aburrido gracias al contraste de formas y materiales.

Como los palacios franceses, la mansión está separada y se ubica en el centro de un gran terreno vallado, no directamente en la calle. Esto podría ser por razones de seguridad, al igual que la elección del lugar, cerca del Cuartel del Conde-Duque. El jardín delantero pudo haber sido inicialmente una plaza abierta, pero ahora está lleno de árboles, siguiendo el estilo romántico inglés. El jardín trasero es geométrico, como el de Versalles, con parterres (diseños de jardines) marcados por setos. Sufrió varios cambios en los siglos siglo XVIII y siglo XIX, y en 1915 recuperó su estilo versallesco gracias a una reforma del famoso paisajista Nicolas Forestier.

La forma del edificio es un rectángulo inusualmente alargado, a diferencia de los palacios españoles que suelen ser más cuadrados y con grandes patios interiores. Las fachadas principales son los dos lados más largos (hacia la calle Princesa y el jardín privado). Estas fachadas dominan los jardines como un telón o un decorado, lo que crea un efecto más estético que práctico y hace que el edificio parezca más grande. Visto de lado, Liria parece bastante estrecho, a pesar de su gran tamaño: 3500 metros cuadrados distribuidos en 200 habitaciones, de las cuales 26 son salones.

La fachada se divide en tres partes horizontales. La parte baja es de piedra con un acabado especial (almohadillado), una idea de Guilbert que Ventura Rodríguez mantuvo. La planta principal (llamada "noble") tiene en realidad dos pisos: uno con balcones y otro superior con ventanas. El edificio termina con una tercera franja de ventanas en forma de friso o arquitrabe, que es muy grande, quizás para ocultar el tejado.

A pesar de su longitud, la fachada evita ser monótona al dividirse visualmente en cinco partes. La parte central tiene cuatro columnas (tetrástilo) y recuerda a la fachada sur del Palacio Real de La Granja. En la parte superior, se corona con una espadaña con símbolos de la familia. Esta parte central divide la fachada de forma simétrica. A sus lados, hay dos secciones más amplias con ventanas y balcones entre pilastras (columnas planas) muy grandes. La fachada termina en ambos extremos con otras dos secciones con pilastras dobles. La parte trasera del edificio sigue el mismo estilo, pero en lugar de la espadaña, tiene cuatro esculturas de "trofeos".

Las dos fachadas laterales son más sencillas, pero tienen su encanto, según el arquitecto Fernando Chueca Goitia. Debido a un desnivel del terreno, la planta baja está bajo tierra y se conecta con los jardines mediante escaleras.

Como era común en las antiguas mansiones europeas, el palacio tiene sus habitaciones más importantes en la primera planta, la "noble". Estas habitaciones están conectadas en fila (enfiladas) y tienen balcones hacia los jardines. Son salones "de representación" (para recibir visitas importantes), no para el uso diario, sino para mostrar las colecciones de la familia. Los espacios interiores se reservan para las escaleras, la capilla y otras áreas menos importantes. En la planta baja, destaca la gran biblioteca, con unos 9000 libros. La planta alta tiene salones más pequeños e informales, aunque también decorados con pinturas y antigüedades. Los extremos del edificio albergan salas más pequeñas, que son las que se usan actualmente como vivienda y a las que se accede directamente por un ascensor.

El palacio en el siglo XIX: esplendor y ventas

La gran riqueza artística actual del Palacio de Liria tardó en formarse, ya que fue el resultado de muchas situaciones. Excepto por unas pocas pinturas, la mayor parte de la colección se fue añadiendo en los siglos siglo XIX y siglo XX.

María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo —conocida como la duquesa Cayetana y como la musa de Goya— murió en 1802 sin hijos. El título de Alba se unió al de Liria en su sobrino tercero Carlos Miguel, de la familia Berwick, que solo tenía ocho años. Este cambio en la herencia se vio complicado por un problema legal: el nuevo duque y su familia no aceptaban el testamento de Cayetana, quien, al no tener hijos ni herederos directos, había repartido gran parte de sus bienes entre varios amigos. De la impresionante colección de arte de los Alba, el duque Carlos Miguel recibió solo 32 cuadros. Otros habían pasado a manos de Manuel Godoy y terminaron en museos de otros países, como la Venus del espejo de Velázquez, La educación de Cupido de Correggio y La Madonna de Alba de Rafael.

Durante la Guerra de la Independencia, el joven decimocuarto duque vivió en Francia. Una vez que Europa recuperó la paz después de la derrota de Napoleón, el duque hizo un largo viaje por varios países. En Viena e Italia, disfrutó de la vida social y apoyó a artistas: ayudó económicamente a varios pintores, pagó fiestas de disfraces lujosas y compró pinturas de grandes maestros como Fra Angélico (Virgen de la granada), Perugino, Tiziano y Rembrandt. Además, encargó varios cuadros a un pintor francés que estaba empezando, Ingres, y añadió varios bustos y estatuas de Lorenzo Bartolini y de dos jóvenes artistas españoles que trabajaban en Roma: José Álvarez Cubero y Antonio Solá. También reunió varias esculturas romanas y cerámicas griegas (hoy se conservan 37 en el palacio). Con ellas, quería abrir una galería en los jardines de Liria, con planos de Isidro González Velázquez, para ayudar a la formación de los artistas madrileños, pero este proyecto no se realizó.

En nueve años de viajes por Europa, el duque Carlos Miguel reunió unas doscientas pinturas, entre ellas muchas de las joyas italianas que se conservan en Liria. Pero su viaje le costó demasiado: había gastado mucho, sus ingresos en España disminuían, y para pagar las deudas tuvo que vender más de ochenta obras a bajo precio. Entre ellas, unos tapices de Los Hechos de los Apóstoles de Rafael que habían pertenecido a Carlos I de Inglaterra.

Archivo:CAPILLA DEL PALACIO DE LIRIA
Capilla

La crisis económica duró años en la Casa de Alba. Al menos en dos ocasiones (1840 y 1877), los siguientes duques vendieron más obras de arte en París. Afortunadamente para la colección actual, varias pinturas importantes no se vendieron (como un retrato de Murillo) y otras piezas fueron recompradas y finalmente regresaron al palacio. La colección de arte también se enriqueció gracias al parentesco entre los Alba y Eugenia de Montijo: la ex emperatriz de Francia falleció en 1920 en el Palacio de Liria, y aportó diversas pinturas, objetos decorativos y joyas. Destacan un gran retrato que le hizo Winterhalter, el cuadro de Goya La marquesa de Lazán, una tabla de Teniers, El marqués de Aytona a caballo atribuido a Van Dyck, una valiosa mesa de escritorio de estilo imperio, porcelanas de Sèvres y una deslumbrante diadema de diamantes y grandes perlas. Esta diadema fue usada por la decimoctava duquesa Cayetana en su primera boda en 1947, y también la usó su hija Eugenia Martínez de Irujo en su boda con Francisco Rivera Ordóñez.

Reconstrucción después de la guerra

Al inicio de la guerra civil española, el Palacio de Liria fue protegido por el PC. Sin embargo, el 17 de noviembre de 1936, fue destruido casi por completo. En ese momento, Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, el viudo decimoséptimo duque de Alba, vivía con su única hija Cayetana en Londres. Solo quedaron en pie las fachadas. La destrucción se debió a varios proyectiles de aviones que cayeron sobre el edificio y causaron un incendio imposible de controlar. Por suerte, las pinturas y otras obras de arte de mayor valor habían sido trasladadas por orden del duque a otros edificios como el Banco de España o la embajada británica. La documentación más importante se guardó en cajas metálicas, que pudieron recuperarse. También se salvaron muchos muebles, tapices y armaduras, que fueron sacados al exterior por empleados de la casa y voluntarios. No tuvo la misma suerte la enorme colección de libros y obras en papel, con unos 6000 grabados y dibujos; muchos se quemaron y otros se dañaron por la lluvia después de ser arrojados al jardín. El poeta y ensayista Antonio Machado escribió sobre este suceso:

Los museos son el recinto de la historia del espíritu, del pasado espiritual. Los fascistas los bombardean e incendian. El pueblo monta guardias en el Museo del Prado, en la Biblioteca Nacional, en el palacio del duque de Alba... [...] El amor que yo he visto en los milicianos guardando el palacio del duque de Alba sólo tiene comparación con el furor de los fascistas destruyendo.

Después del bombardeo, se decidió trasladar las obras de arte a Valencia, como se estaba haciendo con las del Museo del Prado. Sin embargo, el Comité Provincial del PC se negó a entregarlas a la Junta Delegada de Madrid de Protección del Patrimonio Artístico y se encargó del traslado por su cuenta. Al llegar a Valencia, organizaron una exposición con ellas en el Colegio del Patriarca con fines de difusión.

La reconstrucción del palacio (1948-1956) fue impulsada por la nueva duquesa Cayetana y su primer marido. El antiguo duque falleció en 1953, cuando solo se habían hecho los trabajos de cimentación. Ella conservó el palacio porque se lo había prometido a su padre; de no haber sido así, el terreno probablemente se habría vendido y ahora estaría ocupado por edificios de viviendas. La duquesa invirtió una fortuna en las obras; según algunas fuentes, la mitad de todo lo que tenía. Durante este tiempo, los Alba exhibieron parte de su colección en un edificio cercano, al que llamaron "el museíllo". La forma en que se organizaron los cuadros allí se tuvo en cuenta cuando volvieron a colgarse en Liria.

La reconstrucción del palacio permitió crear nuevos salones con decoración y nombres relacionados con las colecciones artísticas: Salón Estuardo, Salón italiano, Salón del Gran Duque, Salón español, Salón Goya... El proyecto fue dirigido por el arquitecto Manuel Cabanyes Mata, siguiendo planos elaborados años antes por el fallecido Edwin Lutyens, un viejo conocido de la familia y famoso por su diseño urbano de Nueva Delhi. Los mayores cambios se hicieron en la escalera principal, que ahora tiene un solo tramo, pero más ancho y embellecido con columnas y barandillas.

También la capilla con lienzos de Josep Maria Sert se había derrumbado en parte. Se reconstruyó y mantiene (aunque incompleta) su decoración anterior. En la planta baja, la biblioteca se rehizo en madera, que luego fue pintada de verde imitando los acabados originales de malaquita, que se perdieron en el incendio.

El palacio fue redecorado "a la antigua": techos con molduras y casetones, suelos de parqué, paredes cubiertas con tela, chimeneas de mármol, grandes lámparas de araña, muebles de estilo rococó... La ambientación fue tan histórica que apenas se nota que es una recreación moderna. El recibidor está pavimentado con mármoles y teselas con el año 1953, fecha que se refiere al duque de Alba fallecido y no a la finalización de las obras, que fue tres años después. El friso de la escalera muestra una frase de Cicerón en latín; se refiere a conservar el legado de los antepasados.

La inauguración del Liria ya reconstruido tuvo lugar el 13 de junio de 1956.

En 1959, la duquesa Cayetana y el alcalde conde de Mayalde del Ayuntamiento de Madrid, colocaron una placa conmemorativa que decía:

ESTE PALACIO JOYA ARQUITECTÓNICA
DEL SIGLO XVIII
DESTRUIDO DURANTE
LA GVERRA DE LIBERACIÓN
FUE RECONSTRUIDO POR EL Excm.
Sr. D. JACOBO ESTVART Y FALCO
DVQUE DE BERWICK Y DE ALBA
EN EL AÑO MCMLIII
EL AYVNTAMIENTO DE MADRID
LE DEDICA ESTE RECUERDO
EN RECONOCIMIENTO A SV NOBLE RASGO
MADRID MCMLIX

Más tarde, esta placa fue reemplazada por otra, donde se cambió la frase "guerra de liberación" por una más neutral.

El palacio recuperó rápidamente su importancia en la vida social de Madrid. Ya en 1959, albergó un desfile de moda con la nueva colección de Christian Dior con fines benéficos. A este evento asistió el nuevo diseñador de esa firma francesa: Yves Saint Laurent. Se vendieron 2000 entradas a 500 pesetas, un precio muy alto para la época.

El Palacio de Liria sigue siendo propiedad de la Casa de Alba y es la residencia oficial de su jefe, como poseedor del título de duque de Liria y Jérica. Al igual que otras propiedades históricas de la familia, es gestionado por la Fundación Casa de Alba. En 1974, fue declarado Bien de Interés Cultural.

Colecciones de arte del Palacio de Liria

Archivo:Willem Key - Don Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba, Fundación Casa de Alba
El Gran duque de Alba, en un retrato conservado en el palacio. Tradicionalmente la obra había sido atribuida a Tiziano, pero Fernando Checa asigna su autoría a Antonio Moro, mientras que Koenraad Jonckheere, en cambio, lo atribuye a Willem Key.
Archivo:Goya Alba1
La duquesa de Alba con vestido blanco, cuadro de Goya y uno de los principales tesoros pictóricos del palacio de Liria.
Archivo:Velazquez-MargaritaAlba
Retrato de la infanta Margarita, tradicionalmente atribuido a Velázquez.
Archivo:L'impératrice Eugénie en robe de cour, 1862, Franz Xaver Winterhalter
Retrato de Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia, pintado por Winterhalter y conservado en el palacio de Liria. Encargado por la emperatriz como regalo para la familia ducal, por lo que se situó el escudo familiar en la parte superior del respaldo del sillón.

Los tesoros artísticos, históricos y bibliográficos que guarda el Palacio de Liria son asombrosos, especialmente porque es una colección privada. Casi todas las colecciones de importancia similar se han dividido, por lo que esta es una excepción muy rara. Sin embargo, debido a herencias y necesidades económicas, en los últimos años algunas pinturas únicas han salido de la colección, como obras de Fra Angélico, Antonio Joli y Marc Chagall. Las dos piezas de Joli y una pintura de Renoir (Muchacha con sombrero de Cerezas) fueron, según fuentes, regaladas a Fernando Fitz-James Stuart por su padre, el actual Duque de Alba. La primera fue un regalo individual y las dos obras de Joli en copropiedad con su hermano menor Carlos Arturo, Conde de Osorno.

En las últimas décadas, la Casa de Alba ha prestado más obras de arte para exposiciones, tanto piezas individuales como muestras completas. Una selección de obras se expuso en 1987, en Madrid y Barcelona, con el apoyo de La Caixa. Entre octubre de 2009 y enero de 2010, se mostró otro conjunto de unas 40 piezas en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, con el apoyo de Cajasol. Otra exposición más ambiciosa, con unas 150 piezas, se inauguró en el espacio de exposiciones CentroCentro de Madrid (palacio de Telecomunicaciones) en diciembre de 2012. Incluyó como gran novedad documentos manuscritos de Cristóbal Colón y pinturas que no se habían prestado en décadas, como la famosa tabla de Fra Angélico Virgen de la granada (que fue adquirida por el Museo del Prado en enero de 2016 por 18 millones de euros). A finales de 2015, la colección ducal llegó al circuito internacional: envió unas 130 piezas al Museo Meadows de Dallas coincidiendo con el 50 aniversario de esta galería de arte. Al año siguiente, esta exposición llegó a Nashville, Tennessee (Frist Center for the Visual Arts).

Retratos de los duques: del siglo XV a Zuloaga

Entre las pinturas más destacadas que decoran el Palacio de Liria (hay alrededor de 350 en total) sobresalen los retratos de los duques a lo largo de cinco siglos. Fueron pintados por artistas como el Maestro de la Virgo inter Virgines (La Anunciación con el I duque de Alba), Christoph Amberger, Antonio Moro, Louis-Michel van Loo, Mengs, Goya, Agustín Esteve, Federico y Raimundo de Madrazo, Sorolla, Daniel Vázquez Díaz, Ignacio Zuloaga y Fernando Álvarez de Sotomayor.

Especialmente famosos son el Retrato del Gran duque de Alba —un retrato tradicional de Don Fernando Álvarez de Toledo, tercer duque de Alba (1507-1582), que se creía de Tiziano y ahora se atribuye a Antonio Moro— y el de La duquesa Cayetana con vestido blanco, de Goya. Llama la atención un retrato a caballo de su sucesora con el mismo nombre, Cayetana Fitz-James Stuart, a los tres años de edad, pintado por Ignacio Zuloaga. En él, monta un caballo poni y está rodeada de mascotas y juguetes, como uno de los primeros muñecos de Mickey Mouse que se comercializaron, con un diseño bastante diferente al actual. También son importantes dos retratos de su padre, el decimoséptimo duque, dibujados por Sargent y Ramón Casas.

Pintura italiana: de Perugino y Tiziano a Guardi

La colección de arte de los Alba en el Palacio de Liria incluye muchas obras italianas. El conjunto de obras del Renacimiento es poco común en colecciones españolas. Hasta su reciente venta al Prado, la colección comenzaba cronológicamente con la Virgen de la granada de Fra Angélico. Su excepcional estado de conservación fue elogiado hace pocos años por el entonces director del Museo Metropolitano de Nueva York, Philippe de Montebello. Una prueba de la gran importancia de esta tabla es que en 2005, dicho museo pidió prestada la obra para una exposición, pero se les negó para evitar riesgos en el transporte.

Otras obras italianas importantes de los siglos siglo XV y siglo XVI son una Natividad de Pietro Perugino, Sagrada Familia de Andrea Previtali, La Virgen adorando al Niño de Mariotto Albertinelli, Psique y Cupido de Pordenone, Descendimiento de la cruz de Luca Antonio Busati, Cristo y dos santos ante Venecia de Bonifazio de Pitati, Venus y Marte de Lavinia Fontana (antes se creía de Carletto Veronese), una tabla atribuida a Garofalo y una excelente Sagrada Familia copiada de Rafael Sanzio (que el duque Carlos Miguel compró como original por una suma muy alta). Una pequeña pintura de El Niño Jesús abrazado al cordero, probablemente producida en el taller de Leonardo da Vinci, genera cada vez más interés. En 2021, el Museo del Prado la incluyó en una exposición sobre su versión de La Gioconda. El gran cartón La Virgen con el Niño, que se atribuía a Fra Bartolommeo, ahora se ha identificado como obra de Giuseppe Cesari (artista más conocido por su apodo caballero de Arpino) [1]. El salón italiano de Liria también exhibe retratos que se creían de Bronzino (Cosme I de Médici) y Giorgio Vasari; otro que se atribuía a Veronés (Supuesto retrato de Bianca Cappello) ahora se asigna a Michele Tosini. Los últimos catálogos y reseñas corrigen estas y otras antiguas atribuciones, pero no siempre con resultados negativos; un gran lienzo de La Última Cena, de autoría dudosa, fue revelado por un experto italiano como original de Tiziano. A raíz de esta atribución, en septiembre de 2007, este cuadro fue prestado a una exposición en Belluno (Italia), y también ha figurado como obra de Tiziano en la exposición de Sevilla. Anteriormente, se consideraba una posible obra de Palma el Viejo. Sí es obra de Palma, y de excelente calidad, un Retrato de hombre joven elogiado por el experto Fernando Checa como una de las mejores pinturas de la colección.

La pintura italiana de los siglos siglo XVII y siglo XVIII también es importante en la colección ducal: Judith con la cabeza de Holofernes de Cristofano Allori, San Lucas de Guido Reni, Ecce Homo de Guercino, dos obras de Andrea Vaccaro (Magdalena penitente y La expulsión del Paraíso), La Virgen y el Niño de Carlo Maratta, Capricho arquitectónico con figuras de Francesco Guardi y ejemplos de Elisabetta Sirani y Giovanni Pannini. De Sirani es una pareja de lienzos del Arcángel san Gabriel y la Virgen de la Anunciación; son posiblemente los únicos ejemplos de esta pintora conservados en España. Es digna de mención la Alegoría de la Verdad de Francesco Furini; no es el único ejemplo de Furini que posee la Casa de Alba, ya que su gran cuadro La creación de Eva cuelga en el palacio de Dueñas en Sevilla. Es importante mencionar que, aunque Liria acumula gran parte de la colección familiar, hay pinturas valiosas en otras residencias; por ejemplo, en Salamanca, Jasón y el dragón de Salvatore Rosa y un Retrato del Gran Duque de Alba de Alonso Sánchez Coello.

Pintura flamenca y holandesa: Rembrandt, Rubens...

El grupo de pinturas flamencas y holandesas también es importante en el Palacio de Liria. Su principal atractivo es el Paisaje con ruinas, tradicionalmente atribuido a Rembrandt. Sin embargo, no aparece en los catálogos del artista porque se ha expuesto poco y aún necesita un estudio profundo. Si fuera una pintura original de Rembrandt, sería una de las apenas cuatro existentes en España. Las otras tres son un Autorretrato con gorra y dos cadenas del Museo Thyssen-Bornemisza, Retrato de una joven con gorro negro (colección de Juan Abelló) y la famosa Judit del Museo del Prado (antes identificada como Artemisa).

La colección incluye otros paisajes holandeses de Jacob van Ruisdael, Simon de Vlieger y Willem van de Velde el Joven, el gran retrato El cardenal infante a caballo de Gaspar de Crayer, otro de formato similar de Paul van Somer I (Ana de Dinamarca, esposa de Jacobo I de Inglaterra) y varias obras de Rubens, como un Retrato de Felipe IV, el paisaje Camino del mercado y dos copias que hizo de retratos de Tiziano: El Gran duque de Alba joven, y Carlos I y la emperatriz Isabel. El óleo Artemisa se atribuía a Jacob Jordaens, pero ahora se asigna a Gerard Seghers. Otras obras flamencas de interés son de Roland de Mois (Retrato de Gonzalo de Chacón), David Teniers el Joven (Hombre acariciando a una muchacha), Cornelis de Vos (Retrato de niño) y Jan Brueghel de Velours (Noli me tangere; con figuras que se creían de Rubens).

Archivo:Philip-V-Making-1st-Duke-of-Berwick
La imposición del Toisón de Oro al duque de Berwick, cuadro de Ingres.

Pintura española: El Greco, Ribera, Murillo...

En la colección de la Casa de Alba, la pintura española incluye a casi todos los grandes maestros desde El Greco (Cristo crucificado) hasta Alejandro Ferrant e Ignacio Zuloaga. Sin embargo, algunas piezas específicas (como una Coronación de espinas de estilo tenebrista y dos paisajes, los tres pintados por José de Ribera) no se conservan en Liria, sino en otros edificios de la familia en Salamanca (palacio de Monterrey) y Sevilla (palacio de Dueñas). Es famoso el Retrato de la Infanta Margarita, tradicionalmente atribuido a Velázquez, aunque los últimos análisis sugieren que es una réplica hecha por un ayudante. Un San Onofre al estilo de Ribera se considera ahora una imitación de su discípulo Luca Giordano, autor también de una Sagrada Familia (hacia 1695). Mayor importancia tiene El canónigo Miranda, uno de los pocos retratos de Murillo, que se acompaña de ejemplos de Zurbarán (Santo Domingo de Guzmán), Ignacio Iriarte (Paisaje) y Francisco Rizi (El lobero del rey).

Ingres, Mengs...

Gracias al apoyo del duque Carlos Miguel, el Palacio de Liria alberga el único cuadro de Ingres que existe en España: La imposición del Toisón de Oro al duque de Berwick (1818). Se acompaña de una repetición en dibujo con algunas diferencias (un ricordo), que Ingres dedicó y regaló a un ayudante del duque. El encargo del duque a Ingres incluía al menos tres pinturas, aunque el artista apenas llegó a producir dos. La segunda (El duque de Alba recibe la bendición del Papa en Santa Gúdula de Bruselas) quedó inacabada, fue propiedad de Edgar Degas, luego de Hermann Goering, y ahora pertenece al Museo del Louvre, que la tiene en depósito en el Museo Ingres de Montauban (Francia) [2]. El Museo J. Paul Getty de California guarda un dibujo preparatorio para esta segunda obra. Además, Ingres dibujó un retrato de la madre del duque, la marquesa de Ariza, que actualmente se encuentra en los Uffizi de Florencia.

La colección de arte de los Alba también incluye varias pinturas de Mengs (como un Autorretrato y el retrato del duodécimo duque de Alba, Fernando de Silva Álvarez de Toledo), Jean-Baptiste Isabey, Charles Parrocel, Winterhalter y más retratos de autores británicos como Godfrey Kneller (El I duque de Berwick), George Romney (Richard Palmer, 1787), Joshua Reynolds (La actriz Mrs. Porter, 1757) y Henry Raeburn, así como alguna obra de tema ecuestre de George Stubbs. Queda por mencionar la veduta El puente de Westminster, que, aunque recuerda a Canaletto, el experto Juan J. Luna la atribuía a Samuel Scott.

Siglos siglo XIX y siglo XX: Corot, Renoir, Picasso...

La colección de arte en el Palacio de Liria siguió creciendo en las décadas de 1950-1970 con la duquesa Cayetana. Ella incorporó pinturas de maestros muy valorados del impresionismo y estilos posteriores cuando aún eran accesibles: Corot (Paisaje con pequeña vaquera), Eugène Boudin (Vista de Trouville), Henri Fantin-Latour (Bouquet con rosas), Renoir (Muchacha con sombrero de cerezas [3]), Picasso (el collage Composición cubista, 1920), Joan Miró, Salvador Dalí...

Un reciente reparto de herencia ha implicado la salida y venta de un bodegón de Marc Chagall (Jarrón de flores junto a una ventana). Aunque otras fuentes indican que esta obra fue entregada en vida por la Duquesa a su hijo Jacobo, Conde de Siruela.

Grabados y documentos históricos

El Palacio de Liria también alberga unos treinta valiosos grabados de Mantegna (Cristo bajando al Limbo), Durero (Caballero, la Muerte y el Diablo), Lucas van Leyden, Van Dyck y Rembrandt (La muerte de la Virgen). Se exhiben en una pequeña sala y son solo una parte de la riquísima colección de estampas, cerca de 6.000, que en su mayoría se perdió en el incendio de 1936.

De importancia aún mayor es la documentación histórica, esencial para los estudiosos del Imperio español. En su colección de 30 000 libros (repartidos en varias salas) destacan 21 documentos manuscritos de Cristóbal Colón, entre ellos seis cartas y un excepcional dibujo suyo de la costa de la isla de La Española. Se exhiben en vitrinas que suelen estar cubiertas con telas para evitar el deterioro por la luz. También se guarda aquí la lista de marineros que acompañaron a Colón, donde se menciona a los hermanos Pinzón. Otros documentos de máxima importancia son el último testamento del rey Fernando el Católico (22 de enero de 1516), los acuerdos matrimoniales de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, una carta enviada por Tiziano al Gran Duque de Alba, otras de Isabel I de Inglaterra y el conde de Aranda, el testamento escrito a mano por el rey Felipe II, un manuscrito del filósofo Rousseau, un documento real de concesión de escudo de armas emitido por el emperador Carlos I de España a favor de Francisco Pizarro (1537), un ejemplar de la primera edición de El Quijote, muchas bulas y documentos de la Santa Sede, y la Biblia de Alba, una rarísima traducción del siglo XV que se salvó de la Inquisición.

Esculturas

Varias esculturas y bustos decoran las salas del Palacio de Liria: desde piezas de la época helenística y romana, como una estatua de Venus Genetrix, hasta La duquesa de Ariza, un retrato sentado de José Álvarez Cubero. Este artista también hizo un busto de El duque Carlos Miguel y otro de Paulina Borghese, copiado de la famosa estatua de Canova. También son notables la estatua Meleagro de Antonio Solá, varios ejemplos de Lorenzo Bartolini como un retrato del músico Rossini, y bustos del anterior duque y de Cayetana de niña esculpidos por Mariano Benlliure. Igualmente destacables son dos bustos del Conde de Aranda hechos en porcelana de Alcora y un modelo de arcilla de Aniceto Marinas para su famoso Monumento a Velázquez, que se encuentra a las puertas del Museo del Prado. También se guarda aquí una armadura del conde-duque de Olivares, quizás la misma que Velázquez reprodujo en el famoso retrato a caballo del Prado.

Tapices y objetos decorativos

La casa alberga más de cuarenta tapices. El más valioso es uno monumental del siglo XV: Lucha entre griegos y amazonas, y la muerte de la reina Pentesilea, de un ciclo de tapices sobre La guerra de Troya. Este tapiz ya se mencionaba en 1485 en el castillo familiar de Alba de Tormes y es una de las pocas pertenencias de los primeros Alba que aún se conservan en la colección actual. También cuelgan en Liria tres tapices del taller de Willem de Pannemaker sobre la batalla de Jemmingen, que ocurrió en 1568. Decoran un salón dedicado al Gran Duque de Alba.

Otra sala, llamada de Los Amores de los dioses, exhibe tres tapices que copian diseños de Boucher. El comedor está decorado con cuatro grandes tapices de Gobelinos que muestran animales exóticos, llamados Tapicería de las Nuevas Indias; fueron un regalo del rey francés Luis XV a un duque de Alba que era embajador español en París. El salón de baile está presidido por dos tapices que reproducen retratos de cuerpo entero de Napoleón III y Eugenia de Montijo.

Lamentablemente, a principios del siglo XIX, un grupo de tapices de Los Hechos de los Apóstoles, basados en famosos diseños de Rafael Sanzio, salió de la colección. Estos tapices habían llegado a España a mediados del siglo XVII, comprados en la venta de bienes del fallecido Carlos I de Inglaterra. El duque Carlos Miguel tuvo que venderlos alrededor de 1827, debido a dificultades económicas.

Es imposible describir en detalle la enorme y variada colección de artes decorativas. Gracias al vínculo de los Berwick con Eugenia de Montijo, Liria alberga una valiosa muestra del Segundo Imperio francés, poco representada en museos españoles: exquisitas porcelanas de Sèvres, muebles... El Salón Goya cuenta con una mesa de escritorio, de estilo imperio, con ricos adornos de bronce; también fue aportada por la ex emperatriz de Francia.

Cementerio de mascotas

Los jardines del Palacio de Liria, que al principio debieron ser geométricos al estilo francés, fueron remodelados al estilo inglés, más romántico, y de nuevo en la zona trasera al estilo versallesco. Esta parte está presidida por un estanque con un grupo de esculturas del siglo XVIII. Hay estatuas de animales fantásticos dispersas por varias zonas, y en un rincón se encuentra un singular cementerio de mascotas, donde los duques han enterrado a sus perros favoritos con curiosas lápidas.

Galería de imágenes

¿Cómo visitar el Palacio de Liria?

Como sede y parte de la Fundación Casa de Alba, se permite visitar el Palacio de Liria, ubicado en la calle Princesa 20, Madrid. Hasta septiembre de 2019, las visitas eran muy limitadas (solo los viernes, de 11:00 a 13:00) y la lista de espera era bastante larga. Pero a partir de esa fecha, el palacio se abre diariamente como un museo, con horarios de mañana y tarde. Las visitas se realizan en grupos guiados y pequeños, de 20 personas. Se ofrecen audioguías y hay una pequeña tienda. Liria se ha consolidado en el circuito de museos de Madrid, y en 2024 ha recibido más de 107.000 visitas.

En años anteriores, la Fundación llevó a cabo otras iniciativas para dar a conocer y sacar provecho del palacio, con resultados variados. En 2012, se activó un servicio de alquiler de espacios y cáterin que permite usar algunos salones del edificio para eventos de empresas y sociales. Siguiendo una costumbre ya común en las grandes mansiones británicas, Liria abre sus puertas para visitas guiadas o banquetes, siempre bajo condiciones estrictas. Por ejemplo, uno de los eventos más destacados hasta ahora fue un almuerzo de los directivos de los equipos de fútbol F. C. Barcelona y Athletic Club, que se reunieron en el comedor del palacio pocas horas antes de la final de la Copa del Rey de 2012. Estos eventos son discretos, sin difusión en la prensa, por lo que no se sabe cuántos se celebran al año ni qué impacto económico generan.

Otro paso en la explotación comercial de Liria se anunció en otoño de 2015: la apertura de un negocio de hostelería en las antiguas caballerizas gracias a un acuerdo de alquiler entre los Alba y el empresario Óscar Lozano. Llamado Artys, el local ofrecería no solo bebidas, sino también aperitivos, almuerzos y pequeñas actuaciones musicales y teatrales. Sin embargo, las últimas noticias de prensa hablaron de la cancelación del proyecto.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Liria Palace Facts for Kids

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Palacio de Liria para Niños. Enciclopedia Kiddle.