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Diego Velázquez para niños

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Archivo:Autorretrato de Velázquez en las Meninas
Velázquez se autorretrató, pintando, en 1656 en su cuadro más emblemático: Las meninas. En las mangas de su vestido y en su mano derecha se aprecia su estilo final rápido y abocetado. En su paleta distinguimos los pocos colores que utilizaba en sus pinturas. La cruz de la Orden de Santiago que lleva en el pecho fue añadida al cuadro posteriormente.

Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, bautizado el 6 de junio de 1599-Madrid, 6 de agosto de 1660), conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco español considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal. Pasó sus primeros años en Sevilla, donde desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista, por influencia de Caravaggio y sus seguidores. A los 24 años se trasladó a Madrid, donde fue nombrado pintor del rey Felipe IV y cuatro años después fue ascendido a pintor de cámara, el cargo más importante entre los pintores de la corte. A esta labor dedicó el resto de su vida. Su trabajo consistía en pintar retratos del rey y de su familia, así como otros cuadros destinados a decorar las mansiones reales. Su presencia en la corte le permitió estudiar la colección real de pintura que, junto con las enseñanzas de su primer viaje a Italia, donde conoció tanto la pintura antigua como la que se hacía en su tiempo, fueron influencias determinantes para evolucionar a un estilo de gran luminosidad, con pinceladas rápidas y sueltas. En su madurez, a partir de 1631, pintó de esta forma grandes obras como La rendición de Breda. En su última década su estilo se hizo más esquemático y abocetado, alcanzando un dominio extraordinario de la luz. Este período se inauguró con el Retrato del papa Inocencio X, pintado en su segundo viaje a Italia, y a él pertenecen sus dos últimas obras maestras: Las meninas y Las hilanderas.

Su catálogo consta de unas 120 o 130 obras. El reconocimiento como pintor universal se produjo tardíamente, hacia 1850. Alcanzó su máxima fama entre 1880 y 1920, coincidiendo con la época de los pintores impresionistas franceses, para los que fue un referente. Manet se sintió maravillado con su obra y le calificó como «pintor de pintores» y «el más grande pintor que jamás ha existido». La parte fundamental de sus cuadros que integraban la colección real se conserva en el Museo del Prado en Madrid.

Vida

Archivo:Diego Velázquez Autorretrato 45 x 38 cm - Colección Real Academia de Bellas Artes de San Carlos - Museo de Bellas Artes de Valencia
Diego Velázquez Autorretrato Museo de Bellas Artes de Valencia

Fue bautizado el 6 de junio de 1599 en la iglesia de San Pedro de Sevilla. Sobre la fecha de su nacimiento, Bardi se aventura a decir, sin dar más detalles, que probablemente nació el día anterior a su bautizo, es decir, el 5 de junio de 1599.

Sus padres fueron Juan Rodríguez de Silva, nacido en Sevilla, aunque de origen portugués (sus abuelos paternos, Diego Rodríguez y María Rodríguez de Silva, se habían establecido en la ciudad procedentes de Oporto), y Jerónima Velázquez, sevillana de nacimiento. Se habían casado en la misma iglesia de San Pedro el 28 de diciembre de 1597. Diego, el primogénito, sería el mayor de ocho hermanos. Velázquez, como su hermano Juan, también «pintor de imaginería», adoptó el apellido de su madre según la costumbre extendida en Andalucía, aunque hacia la mitad de su vida firmó también en ocasiones «Silva Velázquez», utilizando el segundo apellido paterno.

Archivo:Casa natal de Velazquez
Su casa natal en Sevilla
Archivo:Capilla bautismal de la Iglesia de San Pedro, Sevilla
Iglesia de San Pedro (Sevilla). Capilla bautismal en la que fue bautizado Diego Velázquez.

Diego Velázquez fue un pintor famoso en el siglo XVII en España. Algunos decían que su familia era de la nobleza, pero no hay pruebas sólidas de ello. Su padre era notario de la iglesia, lo que generalmente estaba relacionado con la nobleza de nivel bajo. La abuela de su madre trabajaba como calcetera, un trabajo que no se consideraba noble. Algunos decían que la ciudad de Sevilla les había dado un trato especial, pero eso no fue suficiente para probar su nobleza ante el Consejo de Órdenes Militares.

Velázquez creció en una Sevilla rica y cosmopolita, donde tuvo la oportunidad de aprender sobre arte desde una edad temprana. Comenzó a entrenarse como pintor a los diez años, primero con Francisco Herrera el Viejo y luego con Francisco Pacheco.

En el taller de Pacheco, Velázquez aprendió las habilidades técnicas y las ideas estéticas que le ayudaron en su carrera como pintor. Su contrato de aprendizaje incluía tareas como preparar materiales y aprender el arte de la pintura. A cambio, Pacheco le proporcionaba comida, alojamiento y enseñanza.

Los pintores de los que fue aprendiz
Francisco de Herrera el Viejo.
San Buenaventura recibe el hábito de San Francisco.
Francisco Pacheco.
Juicio Final.

Francisco Pacheco fue el maestro de Diego Velázquez. Aunque Pacheco no era un pintor excepcional, tenía mucho conocimiento sobre arte y escribió un importante libro llamado "El arte de la pintura". A pesar de sus limitaciones como pintor, Pacheco fue un buen maestro y no limitó las habilidades de Velázquez.

En su libro, Pacheco defendía la pintura tradicional y no estaba muy a favor de las nuevas tendencias realistas de la pintura flamenca e italiana. Sin embargo, elogiaba el trabajo de su yerno, Velázquez, especialmente sus pinturas realistas de bodegones.

Pacheco era una figura respetada en los círculos literarios y eclesiásticos de Sevilla, y tenía una buena reputación entre la nobleza local.

En cuanto a los comienzos de Velázquez como pintor, se casó con la hija de Pacheco, Juana, a una edad temprana y tuvo dos hijas en Sevilla. Sus primeras obras mostraban su habilidad para representar objetos y personas de manera realista, incluso en bodegones y cuadros religiosos. Su estilo artístico se destacaba por el uso de la luz y la sombra para dar volumen y textura a sus obras.

Primer estilo
Esta etapa se caracteriza por el predominio de la técnica tenebrista, destacando en primer plano figuras fuertemente iluminadas sobre un fondo oscuro. Utilizaba un color espeso que recubría totalmente el lienzo.

Sus obras, en especial sus bodegones, tuvieron gran influencia en los pintores sevillanos contemporáneos, existiendo gran cantidad de copias e imitaciones de ellos. De las veinte obras que se conservan de este periodo, nueve se pueden considerar bodegones.

Archivo:Diego Rodríguez de Silva y Velázquez - Luis de Góngora y Argote - Google Art Project
En su primera visita a Madrid en 1622 pintó el retrato de Góngora, captando sin ninguna concesión su amargura.

En 1621, Felipe III murió en Madrid y fue sucedido por Felipe IV. El nuevo rey favoreció a Gaspar de Guzmán, quien se convirtió en el poderoso valido del rey. Guzmán abogó por que la corte estuviera compuesta principalmente por andaluces. Francisco Pacheco, un pintor sevillano y suegro de Velázquez, vio esto como una oportunidad para su yerno y lo presentó en la corte. Velázquez viajó a Madrid en 1622, pero no logró retratar al rey en ese momento.

Gracias a Juan de Fonseca, Velázquez pudo visitar las colecciones reales de pintura, donde vio obras maestras de artistas como Tiziano y Veronés. Esto influyó en su estilo artístico, que evolucionó hacia la luminosidad y los colores transparentes.

Más tarde, Velázquez fue llamado a la corte para retratar al rey Felipe IV. Su rápido ascenso provocó envidia entre otros pintores. En 1627, se realizó un concurso en el que Velázquez ganó, lo que cambió el gusto de la corte hacia un nuevo estilo de pintura.

En 1628, Rubens visitó Madrid y colaboró con Velázquez. Realizó retratos de la familia real y copió obras de Tiziano. Esta colaboración influyó en la obra de Velázquez, aunque no se produjo un cambio radical en su estilo en ese momento. Velázquez también obtuvo permiso para viajar a Italia para completar sus estudios.

Archivo:Velázquez - La Fragua de Vulcano (Museo del Prado, 1630)
La fragua de Vulcano (1630). Obra esencial para entender su evolución en su primer viaje a Italia. La atmósfera ha superado las limitaciones del tenebrismo y los cuerpos se modelan en un espacio real y no emergen en una sombra envolvente. La riqueza de las expresiones sugieren el estudio del clasicismo romano-boloñés.

Después de la partida de Rubens y bajo la influencia de su arte, Velázquez pidió permiso al rey para viajar a Italia y completar su formación artística. En 1629, le otorgaron dos años de salario y 480 ducados para el viaje, además de 400 ducados por la venta de algunas de sus pinturas. Viajó a Italia con un sirviente y recomendaciones para visitar importantes colecciones de arte.

Su viaje a Italia marcó un cambio significativo en su estilo de pintura. Durante su estancia en Venecia, copió obras de artistas como Tintoretto. Luego visitó Ferrara para conocer la obra de Giorgione. En Roma, el cardenal Francesco Barberini le permitió acceder a las Estancias Vaticanas, donde copió los frescos de Miguel Ángel y Rafael. También vivió en Villa Médici, donde estudió la escultura clásica y pudo haberse familiarizado con los pintores barrocos como Pietro da Cortona y Nicolas Poussin. Aunque no hay evidencia directa de que Velázquez interactuara con estos artistas, es probable que estuviera al tanto de las tendencias artísticas contemporáneas en Roma.

Este viaje a Italia mejoró su técnica y enriqueció su estilo artístico. Al regresar a Madrid en 1631, Velázquez se convirtió en el pintor de la corte real, retratando al rey Felipe IV y al príncipe Baltasar Carlos en numerosas ocasiones. Su obra madura se caracteriza por un enfoque en la impresión visual, simplificando la representación de la forma y utilizando pinceladas más sueltas para crear efectos de luz y sombra. Participó en importantes proyectos decorativos en Madrid, como el Palacio del Buen Retiro y la Torre de la Parada.

Este período marcó un cambio importante en la técnica y estilo de Velázquez, influenciado por su experiencia en Italia y su enfoque en la impresión visual en lugar de la representación detallada. Su obra madura se caracteriza por su habilidad en la captura de la luz y la sombra, así como por su maestría en la representación de la forma y el volumen. El retrato del príncipe, el futuro de la monarquía, se encontraba entre los de sus padres:

Velázquez pintó retratos de personas vestidas como cazadores para la Torre de la Parada, un pabellón de caza real. También creó otros cuadros para este lugar, como "Esopo," "Menipo," y "Marte descansando." Además, hizo retratos de bufones y "hombres de placer" de la corte, que eran personas que entretenían a la nobleza. Estos retratos eran parte de la decoración del Palacio del Buen Retiro. Velázquez fue muy activo en la década de 1630, pero después su producción artística disminuyó, en parte debido a sus responsabilidades en la corte real, donde desempeñó varios cargos importantes.

En 1648, Velázquez realizó un segundo viaje a Italia con la misión de adquirir obras de arte y contratar al pintor Pietro da Cortona para decorar el Real Alcázar de Madrid. También buscó esculturas antiguas para copiarlas en bronce. Durante este viaje, visitó Venecia y Nápoles y adquirió obras de artistas italianos para el rey español. Su tiempo se centró más en la gestión que en la creación artística durante este período.

Archivo:Retrato de Juan Pareja, by Diego Velázquez
Retrato de Juan de Pareja (1649-50). Este retrato de su esclavo morisco fue expuesto en el pórtico del Panteón el día de San José. En tonos verdosos, lo representó con porte elegante y seguro de sí.

En la década de 1650, Velázquez fue reconocido como un destacado artista en Roma. Se unió a dos importantes organizaciones de artistas, la Academia de San Lucas y la Congregación de los Virtuosos del Panteón. Esto le permitió exponer su retrato de Juan Pareja en el Panteón en el día de San José. El retrato de Pareja fue importante porque Velázquez lo usó como práctica antes de pintar el retrato del Papa Inocencio X.

Juan Pareja, un esclavo y asistente de Velázquez, también aprendió a pintar por sí mismo. Velázquez lo retrató en 1649 durante su segundo viaje a Italia. Más tarde, Velázquez le otorgó la carta de libertad en 1650, pero Pareja acordó seguir sirviendo al pintor durante cuatro años más.

Velázquez regresó a Madrid en 1651 y fue nombrado Aposentador Real por Felipe IV. Aunque esta posición le brindó más ingresos, también lo mantuvo ocupado con asuntos de la corte, lo que limitó su tiempo para pintar. A pesar de esto, durante esta década pintó algunos de sus retratos más famosos, como "Las Meninas" y "Las Hilanderas."

Además, Velázquez pintó el retrato del Papa Inocencio X, que fue muy elogiado y le valió encargos adicionales de la curia papal. Sin embargo, su regreso a Madrid se retrasó debido a sus responsabilidades administrativas y las presiones de Felipe IV.

En su última década, Velázquez creó algunas de sus obras más importantes, como "Las Meninas" y "Las Hilanderas." También pintó retratos de la familia real y escenas mitológicas para el Palacio Real de Madrid. Tristemente, muchas de estas últimas obras se perdieron en un incendio en el Real Alcázar en 1734.

Retratos de los infantes
Su último estilo. Pintura alla prima, rápida y espontánea, con yuxtaposición y superposición de pinceladas que a distancia logra los efectos visuales requeridos. Todos se conservan en el Kunsthistorisches Museum de Viena.

Velázquez quería ser noble en su época y trató de unirse a la Orden de Santiago, una organización de la nobleza. Para hacerlo, debía demostrar que sus antepasados directos también eran nobles y no tenían ascendencia judía o convertida al cristianismo. Hubo una investigación sobre su linaje en la que se tomaron declaraciones de 148 testigos. Algunos dijeron que Velázquez no vivía de la pintura, sino de su trabajo en la corte, y que nunca había vendido un cuadro. En abril de 1659, el Consejo de Órdenes Militares rechazó su solicitud porque no se pudo demostrar la nobleza de sus antepasados.

La única forma de que Velázquez pudiera unirse a la Orden era con una dispensa del Papa. A petición del rey, el Papa Alejandro VII emitió un breve apostólico en julio de 1659 que otorgaba la dispensa, y el rey le concedió la nobleza el 28 de noviembre del mismo año.

En 1660, Velázquez trabajó en la preparación y decoración de un lugar donde la infanta María Teresa se reuniría con Luis XIV de Francia en Fuenterrabía. Esto lo agotó y contrajo viruela. Murió el 6 de agosto de 1660 en Madrid y fue enterrado al día siguiente en la Iglesia de San Juan Bautista, con honores como caballero de la Orden de Santiago. Su esposa Juana también falleció ocho días después.

Documentación contemporánea sobre el pintor

Varios biógrafos proporcionaron información sobre la vida y obra de Velázquez. El primero fue Francisco Pacheco, su maestro y suegro, quien escribió un tratado sobre el arte de la pintura en 1638 que incluía detalles sobre su vida hasta ese momento, como su aprendizaje y sus primeros años en la corte.

Jusepe Martínez, un conocido de Velázquez, también escribió sobre él en sus discursos sobre la pintura en 1673, incluyendo información sobre su segundo viaje a Italia y los honores que recibió en la corte.

Antonio Palomino, un pintor de la corte, escribió una biografía completa de Velázquez en 1724, basada en notas biográficas de amigos de Velázquez y uno de sus discípulos, además de su propio conocimiento de las obras de Velázquez en las colecciones reales y sus conversaciones con personas que conocieron al pintor.

Además de los biógrafos, se encuentran elogios poéticos dedicados a Velázquez y noticias sobre sus obras en escritos contemporáneos como Diego Saavedra Fajardo, Baltasar Gracián y otros. También se dispone de documentos administrativos sobre su vida y eventos que le afectaron.

Sin embargo, no se sabe mucho sobre su vida personal, cartas o amistades, lo que dificulta la comprensión de su personalidad. Se sabe que tenía interés en libros y tenía una biblioteca numerosa para su época, con ejemplares sobre matemáticas, geometría, geografía, anatomía y arte. Esto ha llevado a estudiosos a intentar comprender su personalidad a través de su biblioteca.

El artista

Archivo:Principe Baltasar Carlos a caballo Velazquez detail
Príncipe Baltasar Carlos a caballo (detalle, 1635). Considerada una de sus obras maestras. Sus pinceladas rápidas, abocetadas y de enorme precisión, anteceden en dos siglos los modos impresionistas.

Evolución de su estilo pictórico

En sus primeros años en Sevilla, Velázquez pintaba en un estilo naturalista con una fuerte iluminación y colores cálidos. Pero cuando se mudó a Madrid y estudió a pintores venecianos, su paleta de colores cambió hacia tonos grises y negros.

En su primer viaje a Italia, Velázquez transformó radicalmente su estilo, buscando la luminosidad en sus pinturas. Desarrolló una técnica de pinceladas sueltas y colores transparentes para resaltar los detalles.

A partir de ese momento, Velázquez usó una técnica con fondos claros y capas transparentes de color para lograr una gran luminosidad en sus obras. Este enfoque se inspiró en otros pintores, como los flamencos e italianos, y se desarrolló aún más en su carrera.

Velázquez no tenía una composición fija al empezar una pintura; prefería ajustarla a medida que avanzaba en el trabajo, introduciendo cambios según veía necesario. No hacía muchos dibujos preparatorios, solo bosquejos generales.

Usaba una paleta de colores limitada a lo largo de su vida, pero cambió la forma en que los mezclaba y aplicaba. El grado de detalle en sus obras variaba según el tema, siendo las figuras, especialmente las cabezas y las manos, las partes más elaboradas.

Sus dibujos

De Velázquez se conocen muy pocos dibujos, lo que dificulta su estudio. A pesar de las noticias facilitadas por Pacheco y Palomino, sus primeros biógrafos, que hablan de su labor de dibujante, su técnica de pintura alla prima parece excluir la ejecución de numerosos estudios previos. Pacheco se refiere a los dibujos realizados durante su etapa de aprendizaje de un muchacho que le servía de modelo y cuenta que durante su primer viaje a Italia estuvo alojado en el Vaticano, donde pudo dibujar libremente los frescos de Rafael y Miguel Ángel. De algunos de esos dibujos pudo servirse muchos años más tarde en La fábula de Aracne, al utilizar para las dos hilanderas principales el diseño de los efebos situados sobre la Sibila pérsica en la bóveda de la Capilla Sixtina. Palomino, por su lado, cuenta que realizó estudios dibujados de las obras de los pintores venecianos del Renacimiento, «y particularmente del cuadro de Tintoretto, de la Crucifixión de Cristo Nuestro Señor, copioso de figuras». Ninguna de estas obras se ha conservado.

Dibujo preparatorio y cuadro terminado
Copia de taller del cuadro perdido del cardenal Borja (1645), Museo de Arte de Ponce, del que se conocen otras réplicas.

Se sabe con certeza que Velázquez realizó un dibujo a lápiz para el retrato del cardenal Borja. Este dibujo es considerado auténtico y muestra una ejecución simple pero precisa, resaltando líneas, sombras y volúmenes de manera realista.

Sin embargo, en cuanto a otros dibujos atribuidos a Velázquez, no hay consenso entre los historiadores debido a la diversidad de técnicas utilizadas. Solo algunos aceptan con total convicción la autenticidad de dos dibujos: uno de una cabeza de muchacha y otro de un busto femenino, ambos realizados con lápiz negro en papel de hilo. Estos dibujos probablemente datan de su época en Sevilla.

Además, hay dos esbozos a lápiz muy ligeros que se consideran auténticos, utilizados como estudios preparatorios para figuras en La rendición de Breda. Estos se encuentran en la Biblioteca Nacional de Madrid.

La escasez de dibujos atribuidos a Velázquez sugiere que posiblemente comenzaba sus pinturas directamente en el lienzo sin realizar estudios previos. Esto se apoya en trazos visibles en algunos cuadros donde dejó áreas sin terminar y en análisis infrarrojos que revelan líneas esenciales de composición en algunas de sus obras conservadas en el Museo del Prado.

Reconocimiento de su pintura

El reconocimiento de Velázquez como un gran pintor no ocurrió de inmediato, sino que tomó tiempo. Hasta principios del siglo XIX, su nombre rara vez se mencionaba fuera de España como uno de los grandes artistas. Esto se debió a varias razones. En su mayor parte, Velázquez trabajó para el rey Felipe IV de España, y la mayoría de sus pinturas permanecieron en palacios reales, lo que las hacía inaccesibles al público. A diferencia de otros artistas como Murillo o Zurbarán, no dependió de la Iglesia como cliente y, por lo tanto, pintó pocas obras religiosas que fueran populares.

Además, Velázquez compartió la falta de comprensión general hacia algunos pintores de finales del Renacimiento y del Barroco, como El Greco, Caravaggio o Rembrandt, quienes tuvieron que esperar siglos para ser apreciados por la crítica. En cambio, otros artistas que seguían el estilo antiguo, como Rubens y Van Dyck, eran más elogiados en ese momento.

El primer conocimiento de Velázquez en Europa se debe a Antonio Palomino, quien escribió una biografía del pintor en 1724. Sin embargo, su reconocimiento fuera de España comenzó a crecer cuando viajeros extranjeros visitaron el país y pudieron ver su obra en el Museo del Prado, que comenzó a mostrar las colecciones reales en 1819.

La revalorización definitiva de Velázquez ocurrió con la llegada del movimiento impresionista en el arte. Pintores como Manet y Renoir se inspiraron en Velázquez y lo elogiaron como uno de los más grandes pintores de la historia. Manet, en particular, realizó un viaje a Madrid en 1865 para estudiar la obra de Velázquez y quedó profundamente impresionado por su arte.

A finales del siglo XIX, Velázquez fue considerado el maestro del realismo y el padre del arte moderno. Se le atribuyó incluso una influencia protoimpresionista. Sin embargo, hacia la década de 1920, con la declinación del impresionismo, la reputación de Velázquez también disminuyó, y fue un período de relativo olvido para el pintor.

Influencias y homenajes en el arte del siglo XX

El capítulo esencial que constituye Velázquez en la historia del arte es perceptible en nuestros días por el modo como los pintores del siglo XX han juzgado su obra. Fue Pablo Picasso quien rindió a su compatriota el homenaje más visible, con la serie de lienzos que dedicó a Las meninas (1957) reinterpretadas en estilo cubista, pero conservando con precisión la posición original de los personajes. Otra serie famosa es la que dedicó Francis Bacon en 1953 al Estudio según el retrato del papa Inocencio X por Velázquez. Salvador Dalí, entre otras muestras de admiración al pintor, realizó en 1958 una obra titulada Velázquez pintando a la infanta Margarita con las luces y las sombras de su propia gloria, seguida en el año del tercer centenario de su muerte de un Retrato de Juan de Pareja reparando una cuerda de su mandolina y de su propia versión de Las meninas (1960), evocadas también en La apoteosis del dólar (1965), en la que Dalí se reivindicaba a sí mismo.

La influencia de Velázquez ha llegado también al cine. Es particularmente notable en el caso de Jean-Luc Godard, quien en Pierrot le fou (1965) puso en escena a una niña leyendo un texto de Élie Faure dedicado a Velázquez, extraído de su L'Histoire de l'Art:

Vélasquez, après cinquante ans, ne peignait plus jamais une chose définie. Il errait autour des objets avec l'air et le crépuscule. Il surprenait dans l'ombre et la transparence des fonds les palpitations colorées dont il faisait le centre invisible de sa symphonie silencieuse.

Catálogo y museografía

Archivo:Velázquez – Bufón don Sebastián de Morra (Museo del Prado, c. 1645)
El bufón don Sebastián de Morra (1645). Obsérvense la luminosidad del rostro, su mirada concentrada, la representación de sus ropas y el tratamiento del fondo neutro.

Velázquez pintó alrededor de 120-125 cuadros a lo largo de su vida, aunque se cree que pudo haber hecho alrededor de 160 en total si contamos las obras de las que se tiene referencia pero que se han perdido. Durante sus primeros 20 años de carrera, pintó más de 120 cuadros, a un ritmo de aproximadamente seis por año. Sin embargo, en sus últimos 20 años, solo hizo alrededor de 40 cuadros, a un ritmo de unos dos por año. Esto se debió en parte a sus responsabilidades en la corte, que le quitaban mucho tiempo.

El Museo del Prado en Madrid alberga alrededor de 50 obras de Velázquez, que son una parte fundamental de la colección real. Otros lugares y museos en Madrid tienen unas diez obras adicionales.

En el Museo de Historia del Arte de Viena (Kunsthistorisches Museum) se pueden ver diez cuadros, incluyendo retratos de la infanta Margarita, que eran enviados a la corte imperial de Viena para que el emperador Leopoldo I pudiera observar su crecimiento.

En las islas británicas se conservan unas veinte obras de Velázquez, principalmente del período sevillano. También se encuentra la única "Venus" de Velázquez que ha sobrevivido. Los bodegones de Velázquez se encuentran en galerías públicas en Londres, Edimburgo y Dublín. Muchas de estas obras salieron de España durante la invasión napoleónica.

En Estados Unidos, hay alrededor de veinte obras de Velázquez, con la mitad de ellas en museos de Nueva York.

Obra

Se incluye a continuación parte de su mejor obra para dar una visión de su estilo pictórico de madurez, por el que es mundialmente reconocido. En primer lugar La rendición de Breda de 1635 donde experimentó con la luminosidad. Después uno de los mejores retratos de quien fue especialista en el género, el del papa Inocencio X pintado en 1650. Por último sus dos obras magistrales tardías Las meninas de 1656 y Las hilanderas de 1658.

La rendición de Breda

Archivo:Velázquez - de Breda o Las Lanzas (Museo del Prado, 1634-35)
La rendición de Breda (1635). 307 x 367 cm. En esta obra encontró una nueva forma de captar la luz. Velázquez ya no emplea el modo «caravaggista» de iluminar los volúmenes con luz intensa y dirigida, como había hecho en su etapa sevillana. La técnica se ha vuelto muy fluida. Sobre la marcha modificó varias veces la composición borrando lo que no le gustaba con ligeras superposiciones de color. Así las lanzas de los soldados españoles se añadieron en una fase posterior.

Este cuadro de la Batalla de Breda fue creado para decorar una sala especial en el Palacio del Buen Retiro, en Madrid. La sala se llamaba el Salón de Reinos y estaba destinada a celebrar y enaltecer a la monarquía española y al rey Felipe IV.

La pintura muestra una gran maestría técnica y representa un cambio en el estilo de Velázquez. Aquí, el estilo de su juventud en Sevilla ya no se ve, y utiliza una nueva forma de capturar la luz. Su técnica se vuelve más fluida, y en algunas partes del cuadro, se pueden ver el lienzo sin cubrir completamente de pintura. Con esta obra, Velázquez desarrolló su estilo pictórico final, que usaría en sus pinturas posteriores con solo pequeños ajustes.

En la escena, el general español Ambrosio Espínola recibe las llaves de la ciudad de Breda de manos del neerlandés Justino de Nassau. Aunque en realidad la rendición no ocurrió de esta manera, Velázquez creó esta escena ficticia para representar la entrega de la ciudad. Durante la creación del cuadro, Velázquez hizo varios cambios en la composición, borrando y ajustando detalles a medida que avanzaba. Por ejemplo, añadió las lanzas de los soldados españoles más tarde en el proceso. La composición se basa en una perspectiva que crea una sensación de profundidad en la pintura. Los rostros de los soldados holandeses y españoles tienen diferentes niveles de iluminación, y la figura del general vencido se trata con dignidad para destacar al vencedor. Pequeños gestos y movimientos de los personajes dan un aspecto natural y realista a la escena.

Retrato del papa Inocencio X

Archivo:Retrato del Papa Inocencio X. Roma, by Diego Velázquez
Inocencio X (1649-51). Se inspiró en anteriores retratos papales de Rafael y de Tiziano, a los que rindió homenaje. Sobre una combinación de distintos tonos de rojos, amarillos y blancos, la figura del pontífice erguida en el sillón tiene mucha fuerza resaltando el vigor de su rostro y su mirada severa.

El retrato más famoso pintado por Velázquez en su vida y que aún hoy en día impresiona a las personas es el retrato del papa Inocencio X. Velázquez lo pintó durante su segundo viaje a Italia cuando ya era muy famoso y un maestro en su técnica.

Pintar al papa no era algo fácil, ya que muy pocos tenían el privilegio de hacerlo. Velázquez llevó consigo pinturas como regalos del rey, lo que seguramente ayudó a que el papa estuviera dispuesto a posar para él.

En este retrato, Velázquez se inspiró en obras anteriores, como el retrato del papa Julio II pintado por Rafael y la interpretación de Tiziano del papa Paulo III. Sin embargo, Velázquez rindió homenaje a su admirado maestro veneciano de una manera única. La figura del papa, sentado en su silla, irradia fuerza y dignidad.

Velázquez utilizó pinceladas sueltas para crear una gama de tonos rojos, desde el rojo oscuro de la cortina de fondo hasta el brillante rojo de la muceta del papa. La cabeza del pontífice tiene rasgos fuertes y una mirada seria que domina la escena.

Este retrato ha sido admirado y ha inspirado a muchos pintores a lo largo de la historia, desde su época hasta artistas modernos como Francis Bacon. Incluso el famoso pintor Joshua Reynolds lo consideraba uno de los mejores retratos del mundo.

Se sabe que Velázquez hizo una réplica de este retrato que actualmente se encuentra en el Museo Wellington en Londres. Esta copia se considera auténtica y es la única de muchas réplicas que se cree que fue pintada por Velázquez.

Las meninas

Archivo:Las Meninas 01
Las meninas, (1656). 318 x 276 cm. Este complejo lienzo es la cima de su pintura. La maestría de su luz hace sentir como verdadero el aire de la habitación.

En la última etapa de su vida, Velázquez estaba en su mejor momento como pintor. A pesar de tener poco tiempo para pintar debido a sus responsabilidades como aposentador mayor de palacio, logró crear obras excepcionales. En 1656, pintó "Las meninas", una de sus obras más famosas y controvertidas.

En "Las meninas", vemos a la infanta Margarita en el centro, acompañada por dos damas de honor. A la derecha, están dos personas de la corte que tenían enanismo, María Bárbara Asquín y Nicolás Pertusato, este último pateando a un perro en primer plano. Detrás, en la sombra, aparecen una dama de compañía y un guardia de corps, y en la puerta del fondo está José Nieto, aposentador de la reina. A la izquierda, vemos al propio Velázquez pintando un gran lienzo, y en el espejo se reflejan los reyes Felipe IV y Mariana.

Esta pintura es considerada la culminación del estilo de Velázquez, con un enfoque en el realismo visual sobre los efectos del dibujo. Velázquez entendió que solo se necesitaban unas pocas pinceladas precisas para plasmar con exactitud cualquier forma. Utilizó la luz de manera magistral, creando un juego complejo de luces y sombras que llenan el espacio y dan vida a la escena.

El cuadro muestra una composición equilibrada y ordenada. La mitad inferior está llena de personajes en movimiento, mientras que la mitad superior se sumerge en la penumbra y la quietud. Velázquez logró esta composición sin necesidad de correcciones, lo que era inusual para él.

En cuanto a la técnica, Velázquez aplicó pinceladas sueltas y atrevidas, diluyendo los pigmentos y creando efectos lumínicos impresionantes. Logró representar con precisión objetos y texturas con un mínimo de detalles, utilizando sombras y colores de manera estratégica.

Las Meninas, by Diego Velázquez, from Prado in Google Earth.jpg

Las radiografías de "Las meninas" revelan cómo Velázquez pintó esta obra de manera rápida y libre. En el lienzo, utilizó principalmente blanco de plomo de manera desigual. Dibujó las formas de las figuras con trazos largos y sueltos y luego aplicó toques rápidos y breves para resaltar las luces en los rostros, manos y detalles de la ropa. Los rostros aparecen borrosos sin detalles específicos. Las figuras se pintaron en sus posiciones finales con solo pequeñas correcciones de detalle.

El cambio más notable que se detecta en las radiografías es en la figura de Velázquez mismo. Inicialmente, tenía el rostro vuelto hacia la escena, parecía más joven y vestía de manera diferente. Velázquez planificó cómo la luz caería en la escena antes de comenzar a pintar, colocando la zona más iluminada al fondo y situando al aposentador en esa área blanca. Las imágenes infrarrojas no muestran un dibujo preparatorio detallado, solo algunas líneas oscuras que indican la ubicación de las figuras y los cuadros en la pared derecha.

La fábula de Aracne (Las hilanderas)

Velázquez pintó "La fábula de Aracne" para un cliente llamado Pedro de Arce, que era parte de la corte. En el cuadro se muestra la historia de Aracne, una tejedora excepcional, que desafió a la diosa Minerva para demostrar que podía tejer tan bien como una diosa. El desafío terminó en empate, y se consideró que el tapiz de Aracne era igual de bueno que el de la diosa. En el cuadro, vemos a la diosa y a Aracne tejiendo sus tapices en primer plano, y en el fondo, los tapices terminados colgados en la pared, declarados de igual calidad.

El motivo en el tapiz, el "Rapto de Europa", es un homenaje a los maestros de Velázquez, Tiziano y Rubens. Después de que Velázquez pintó el cuadro, se le añadieron cuatro bandas para aumentar su tamaño. El cuadro está pintado de manera rápida con pinceladas fluidas. Las figuras en primer plano están borrosas debido a los toques rápidos de pincel. En el cuadro, hay un contraste entre la intensa luz en el fondo y la oscuridad en primer plano. También hay un contraste entre la figura luminosa de Aracne y las figuras en sombra de Minerva y las demás tejedoras.

Frases célebres

  • "En mi oficio, como en todas las artes, lo más difícil es llegar a lo que es sencillo y natural, pues nunca hay cosa tan sencilla que no la haga difícil la mala disposición."
  • "No sirve de nada tener lo mejor y no ser el mejor".
  • "Considérate viejo cuando tengas más recuerdos que sueños".
  • "Procura que los sueños se vuelvan metas y no que se queden en sueños".
  • "Cada quien le da su propio significado al amor".

Datos de interés

  • Velázquez se convirtió en el pintor de la corte del rey Felipe IV de España, un puesto de gran prestigio en su época. Pasó muchas horas retratando al rey y su familia, y su obra maestra "Las Meninas" es un retrato de la infanta Margarita, la hija del rey.
  • Velázquez era conocido por su capacidad para representar a sus sujetos de manera realista, capturando sus expresiones y personalidades de manera excepcional. Esto hizo que sus retratos fueran muy valorados en la corte.
  • Velázquez viajó a Italia en dos ocasiones durante su vida, donde estudió las obras de los maestros renacentistas como Tiziano y Veronese. Su segundo viaje a Italia fue especialmente importante para su desarrollo artístico.
  • Velázquez pintó varios autorretratos a lo largo de su carrera. Uno de los más conocidos es "Autorretrato en la corte de Juan Carlos I", que muestra al pintor en una pose tranquila y segura de sí mismo.
  • Aunque se conocen muchas de sus obras, algunas de las pinturas de Velázquez se han perdido con el tiempo, y otras aún se consideran desaparecidas. Esto ha llevado a especulaciones y misterio en torno a su obra.
  • La técnica y el estilo de Velázquez influyeron en numerosos artistas posteriores, incluyendo a grandes pintores como Édouard Manet y Pablo Picasso. Manet, en particular, se inspiró en Velázquez para su famoso cuadro "El almuerzo en la hierba".
  • Velázquez falleció a la edad de 61 años en 1660. Su muerte fue un gran golpe para la corte española y el mundo del arte, ya que perdió a uno de sus pintores más destacados.

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Diego Velázquez Facts for Kids

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Diego Velázquez para Niños. Enciclopedia Kiddle.