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Taifa de Zaragoza para niños

Enciclopedia para niños

La Taifa de Saraqusta (también conocida como Reino de Zaragoza) fue un reino independiente que existió entre los años 1018 y 1110. Surgió cuando el gran Califato de Córdoba se desintegró a principios del siglo XI. Este reino tuvo un gran desarrollo político y cultural, especialmente durante los gobiernos de Al-Muqtádir, Al-Mutaman y Al-Mustaín II en la segunda mitad de ese siglo.

El legado más importante de este periodo es el Palacio de la Aljafería, una impresionante construcción, y la creación de una importante escuela de pensamiento en al-Ándalus. De esta escuela surgió una figura destacada, Avempace, quien nació en Zaragoza entre 1070 y 1080. Tuvo que dejar la ciudad alrededor de 1118, cuando fue conquistada por los cristianos.

Reyes taifas de Zaragoza

Dinastía tuyibí o banú Tujíb (1018-1038)

Dinastía hudí o banú Húd (1039-1110)

Gobierno almorávide (1110-1118)

Conquista aragonesa en 1118
Archivo:Aljafería interior noche
Vista nocturna de las estancias de La Aljafería, el palacio que mandó construir el rey Al-Muqtádir en 1065.

Historia de Saraqusta

Archivo:Location map Taifa of Zaragoza
Extensión de la Taifa de Zaragoza hacia 1080.

¿Cómo se formó la Marca Superior?

El Emirato Dependiente y Saraqusta

En el año 714, el ejército musulmán, liderado por Tariq y Muza, ocupó la ciudad de Zaragoza. Así, Zaragoza pasó a formar parte del Califato omeya de Damasco y luego del Emirato de Córdoba, con capital en Córdoba. Desde entonces, Saraqusta fue un punto clave en la lucha contra los cristianos del norte, quienes se refugiaron en los valles de los Pirineos. Hacia el año 720, todo el valle del Ebro y las ciudades importantes de la región de Aragón estaban bajo control islámico.

Después de una derrota ante los francos en Poitiers en 732, la frontera norte se estabilizó. Saraqusta se convirtió en una provincia fronteriza, conocida como la Marca Superior. Zaragoza controlaba un territorio que incluía ciudades como Huesca, Tudela, Calatayud y Barbastro. El gobernador de Saraqusta, llamado sahib, gobernaba en nombre del emir de al-Ándalus, quien a su vez dependía del califa de Damasco. Debido a su lejanía de Córdoba y su papel defensivo, Saraqusta tenía cierta autonomía política. Esto le permitía tomar decisiones rápidas en asuntos militares.

El Emirato Independiente y las rebeliones

En 756, Abderramán I se proclamó emir, rompiendo con el Califato abasí de Bagdad. Así comenzó la época del Emirato Independiente. Abderramán I gobernó un territorio autónomo, conocido como al-Ándalus. En el Valle del Ebro, esto provocó rebeliones contra el poder central. Al mismo tiempo, los cristianos de los condados de la Marca Hispánica, que dependían del Imperio carolingio, comenzaron a presionar. En la segunda mitad del siglo VIII, lograron tomar Urgel, La Cerdaña y Gerona, y en 801, Barcelona.

Archivo:Mort de Roland
Muerte de Roldán, miniatura de la obra Grandes Crónicas de Francia.

Carlomagno se interesó en los asuntos de la península. Apoyó una rebelión de Sulaymán al-Arabi, gobernador de Zaragoza. Este quería ser emir de Córdoba con ayuda de los francos, a cambio de entregar Zaragoza. Carlomagno llegó a las puertas de la ciudad en 778. Sin embargo, el gobernador de Zaragoza, Husayn, se negó a dejar entrar al ejército carolingio. Como un asedio largo sería complicado, los francos regresaron hacia Pamplona, posiblemente destruyendo sus fortificaciones. Luego, cruzaron el paso de Roncesvalles. Mientras la columna carolingia pasaba por este lugar estrecho, fueron atacados por vascones emboscados. Saquearon sus pertenencias y causaron muchas bajas. Este evento, el 15 de agosto de 778, es conocido como la batalla de Roncesvalles. Fue el origen de la leyenda que dio lugar al Cantar de Roldán, una importante obra literaria medieval francesa.

Desde mediados del siglo IX hasta mediados del siglo X, la Marca Superior fue la provincia más rebelde contra la dinastía Omeya. Hubo continuas insurrecciones lideradas por rebeldes árabes yemeníes. Para controlarlos, los emires omeyas se apoyaron en importantes señores muladíes, especialmente los Banu Qasi. Estos tenían su origen en el oeste de la región, cerca de la actual Tudela. A principios del siglo IX, se aliaron con los Íñigo de Pamplona, cristianos vascones con quienes tenían lazos familiares. Su objetivo era resistir a las dos grandes potencias de la época: la omeya y la carolingia.

Archivo:Torre del trovador de la Aljafería
Torre del Trovador de La Aljafería, del siglo IX.

El carácter fronterizo de la Marca Superior la convirtió en un escenario de lucha entre francos y andalusíes. Esto llevó a constantes cambios de alianzas, que fortalecieron a los Banu Qasi. A mediados del siglo IX, ya eran la dinastía dominante. Esto se confirmó en 852, cuando el emir Mohamed I nombró a Musa ben Qasi gobernador de Tudela y, poco después, de Zaragoza.

Esta fue la época gloriosa de Musa II, conocido como el "moro Muza". Gobernó toda la Marca y fortaleció su autoridad, creando un verdadero principado. Se autodenominó "tercer rey de España", siendo los otros el emir Mohamed I y el rey de Asturias, Ramiro I de Asturias (hasta 850) y luego Ordoño I. Esta situación duró hasta 860, cuando Musa ben Qasi fue derrotado por Ordoño I en Monte Laturce. El emir lo destituyó del gobierno de la Marca. Al mismo tiempo, el reino de Pamplona creció y logró liberarse de la presión islámica. En 872, los hijos de Musa II se rebelaron contra él: Lope Musa se levantó en Arnedo y tomó Zaragoza con ayuda de sus hermanos.

La autonomía de Zaragoza bajo los Banu Qasi se mantuvo hasta que, tras muchas disputas familiares, Mohamed I decidió ponerle fin. Compró Zaragoza en 884 por 15.000 dinares de oro. Su poder estaba decayendo. En 890, los Tuyibíes, una familia yemení que había crecido en la zona de Calatayud y Daroca desde la llegada musulmana, obtuvieron el gobierno de Zaragoza con Muhammad Alanqar.

La Marca Superior bajo el Califato Omeya

En 924, Abderramán III impuso su autoridad sobre los señores locales. Expulsó a los Banu Qasi de su último refugio en Tudela y puso en su lugar al tuyibí de Zaragoza, Muhammad Alanqar. La dinastía tuyibí gobernó Saraqusta durante más de un siglo. Sin embargo, los nuevos señores de Zaragoza continuaron con la tendencia a la independencia frente al poder central.

En 929, Abderramán III se proclamó califa e intentó asegurar el control de las provincias más lejanas de Córdoba. Pero los tuyibíes se rebelaron varias veces, siendo reprimidos por expediciones califales en 935 y 937. El conflicto se resolvió con un acuerdo: Muhámmad ibn Háshim at-Tuyibi se mantendría fiel a Córdoba a cambio de un régimen de protectorado. Esto aseguraba a la Marca cierta autonomía. Este régimen especial se mantuvo durante el siglo X y, de alguna manera, se conectó con la división del califato en reinos de taifas a principios del siglo XI.

La segunda mitad del siglo X se caracterizó por un periodo de paz y lealtad al Califa. Los árabes predominaron sobre los muladíes y cristianos en la Marca Superior. A finales del siglo X, los tuyibíes incorporaron a su territorio Huesca y Barbastro. Este distrito había sido gobernado por la dinastía muladí de los Banu Sabrit desde el inicio del dominio Banu Qasi en Zaragoza a principios del siglo IX.

En el último cuarto del siglo X, durante el periodo de gobierno de Almanzor, se estableció un fuerte régimen militar. Este impuso el control del estado central de Córdoba en toda la península, sofocando cualquier resistencia con energía. Zaragoza se convirtió en una base principal para operaciones contra los cristianos del norte. Pero con la unión del nuevo rey de Pamplona, Sancho III el Mayor (1004-1035), que gobernaba tierras navarras y aragonesas, y la crisis del califato, los reinos que surgieron de la desintegración de las marcas califales llevarían a un periodo de total independencia para la taifa de Zaragoza. Esto ocurrió en 1018, siendo el primer reino taifa en lograrlo.

La Taifa Tuyibí

La guerra civil en Córdoba a principios del siglo XI afectó a la región. Como en el resto de la España musulmana, la caída de la dinastía Omeya llevó a la creación de un estado independiente o taifa, con Zaragoza como capital. Esta Taifa limitaba al sur con la pequeña Taifa de Albarracín, gobernada por los Banu Razin. Esta ocupaba una zona de la actual provincia de Teruel, incluyendo Albarracín, la propia Teruel y llegando hasta Montalbán. Por el oeste, Zaragoza abarcaba ciudades como Medinaceli, Soria, Calahorra, Arnedo, Alfaro y Tudela. Por el este, llegaba hasta el río Cinca, con ciudades como Barbastro, Monzón, Fraga y Lérida, la más importante, que no siempre obedeció al rey de Zaragoza.

El inicio de la dinastía tuyibí: Mundir I

Mundir I fue el primer rey taifa de Zaragoza. Comenzó a gobernar en 1018, usando el título de hayib, que significaba "mayordomo de palacio". Este era el mismo rango que habían tenido Almanzor y sus descendientes, y que adoptaron los primeros reyes de taifas para mostrar su poder independiente. Mundir quiso que Zaragoza fuera una gran corte. Para ello, empezó a renovar edificios como la mezquita principal de Zaragoza (donde hoy está la catedral), que fue ampliada, y a construir nuevas termas. Además, se rodeó de secretarios-poetas, como Ibn Darray y Said al-Bagdadi. El gobernador de la taifa de Lérida, Sulaymán ben Hud al-Musta'in (quien veinte años después sería rey de Zaragoza, iniciando la dinastía hudí), generalmente aceptó su autoridad. Aunque hubo algunos conflictos entre ellos, impulsados por Sancho el Mayor, su mayor enemigo externo, quien incluso le quitó algunas plazas. Para contrarrestarlos, Mundir I se alió con Barcelona y Castilla, logrando mantener la paz en su reino. Murió entre 1021 y 1023.

Archivo:Dinar de Yahya al-Muzaffar de Zaragoza
Dinar de oro acuñado en 1029 por Yahya al-Muzaffar como rey taifa de Zaragoza.

Yahya al-Muzaffar

Hacia 1022, Yahya al-Muzaffar, hijo de Mundir, le sucedió. Continuó las luchas contra Sancho el Mayor. Realizó una campaña contra Nájera, obteniendo prisioneros y riquezas. Se casó con la hermana de Ismaíl, rey de Toledo desde 1028. De este matrimonio nacería Mundir II (Mu'izz al-Dawla), quien le sucedería a su muerte en 1036.

La caída de los tuyibíes: Mundir II y Abd Allah ibn Hakam

Mundir II fue el último rey taifa de la dinastía tuyibí. Murió asesinado en 1038 por su primo Abd Allah ibn Hakam, quien quería el trono.

Abd Allah solo mantuvo el poder durante veintiocho días, aunque llegó a acuñar moneda con su nombre. Los líderes de la ciudad pronto comenzaron a conspirar contra él, apoyándose en Sulaymán ben Hud, hasta entonces gobernador de Lérida. Sulaymán, al ver la oportunidad de obtener el reino, acudió a Zaragoza. Abd Allah finalmente huyó. Después de fuertes disturbios, Sulaymán ibn Hud fue proclamado rey, iniciando una nueva dinastía: la de los Banu Hud.

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Saraqusta en 1118, vista desde al-Jazíra (la Isla), donde Abderramán III acampó en 935 para sitiar la ciudad.

La Taifa Hudí

La dinastía hudí, que comenzó con Sulaimán ibn Hud al-Mustaín I de Zaragoza, gobernó la taifa zaragozana durante setenta y cinco años, desde 1038 hasta 1110. Con los hudíes, una dinastía de origen árabe establecida en la región desde la conquista del siglo VIII, el reino de Zaragoza alcanzó su máximo esplendor político y cultural.

  • El Reino de Zaragoza en época de Al-Muqtadir: (mapa).

Sulaymán ben Hud al-Musta'in: Comienzo de la dinastía hudí

Sulaymán ben Hud al-Musta'in se destacó en el ejército de Almanzor. Durante el periodo tuyibí, estuvo al frente de los gobiernos de Tudela y Lérida, con una sumisión relativa al rey de Zaragoza. En una época de desorden y vacío de poder, el prestigio de Sulaymán en la zona hizo que fuera bien recibido en la Zuda, el alcázar del gobernador de Zaragoza. Aprovechó la situación para ganarse el afecto de los zaragozanos. Asumió el poder en toda la zona y lo aseguró nombrando a sus hijos gobernadores de los distritos de Huesca, Tudela y Lérida.

Se alió con Fernando I de León para intentar expandir sus territorios hacia zonas de la actual provincia de Guadalajara. Esto se encontró con la oposición de la taifa de Toledo, que buscó como aliado a García de Pamplona. Estos aliados cristianos eran hijos de Sancho el Mayor. Estas alianzas se conseguían a cambio de pagos anuales, por lo que tanto Toledo como Zaragoza comenzaron a pagar parias (tributos) a los reinos cristianos. Esta situación fue debilitando progresivamente su poder económico, militar y político en beneficio de los reinos del norte.

El primer rey hudí de Zaragoza murió en 1047. Pero antes, sus cinco hijos ya mostraban tendencias separatistas. Finalmente, se independizaron y acuñaron su propia moneda: Yúsuf al-Muzáffar en Lérida, Lubb (Lope) en Huesca, Múndir en Tudela, Muhámmad en Calatayud y Áhmad al-Muqtádir en Zaragoza. Este último finalmente impondría su poder en estas guerras entre hermanos.

Al-Muqtádir bi-L-lah: el esplendor político

Al-Muqtádir logró unir bajo su mando las tierras que se habían dividido tras el reparto de los dominios de Zaragoza entre sus hermanos, hecho por su padre Sulaymán ben Hud al-Musta'in. Solo Yúsuf, gobernador de Lérida, resistió durante más de treinta años los intentos de su hermano de reintegrar su territorio, hasta que fue hecho prisionero en 1078.

Archivo:Taifa de Zaragoza 1080
Máxima extensión de la Taifa de Zaragoza con Al-Muqtádir (1076).

Con la anexión de la taifa de Tortosa (que ya había sido parte de la Marca Superior) a Zaragoza en 1060, comenzó el apogeo militar, político y cultural de este reino. En la segunda mitad del siglo XI, solo la Sevilla de Al-Mutámid tuvo un esplendor similar. Sus fronteras llegaron hasta el sur de la costa cuando, a partir de 1076, sumó a su dominio la taifa de Denia y obtuvo la lealtad de Valencia. Valencia era gobernada por un rey-títere impuesto por Toledo, Abu Bakr.

A pesar de esto, Zaragoza siempre estuvo en una posición delicada. Estaba involucrada en interminables luchas por las tierras fronterizas de Navarra y Castilla, en las zonas de influencia de Tudela y Guadalajara. Además, estaba seriamente amenazada en el norte por el reino de Aragón de Ramiro I hasta 1063 y Sancho Ramírez después.

Ramiro I de Aragón intentó varias veces apoderarse de Barbastro y Graus, lugares estratégicos que formaban una cuña entre sus territorios. En 1063, sitió Graus. Pero Al-Muqtádir en persona, al frente de un ejército que incluía tropas castellanas bajo el mando de Sancho el Fuerte (quien tenía entre sus hombres a un joven castellano llamado Rodrigo Díaz de Vivar), logró rechazar a los aragoneses. Estos perdieron a su rey Ramiro I en esta batalla. El éxito duraría poco, pues el sucesor en el trono de Aragón, Sancho Ramírez, con ayuda de tropas de condados francos de más allá de los Pirineos, tomó Barbastro en 1064. Esto se considera una de las primeras llamadas a una campaña militar religiosa.

Al año siguiente, Áhmad al-Muqtádir reaccionó pidiendo ayuda a todo al-Ándalus, haciendo un llamado a la defensa de su fe y recuperando Barbastro en 1065. Este triunfo permitió al rey de Zaragoza tomar el sobrenombre "Al-Muqtádir bi-L-lah" ("el poderoso gracias a Alá").

De todos modos, el reino de Aragón era una fuerza creciente. Ese mismo año de 1065, tomó el castillo de Alquézar. Para oponerse, Al-Muqtádir firmó tratados en 1069 y 1073 con Sancho el de Peñalén, rey de Pamplona. A cambio de tributos, obtenía la ayuda navarra. Sin embargo, esta alianza duraría poco, pues Sancho IV de Pamplona fue asesinado en Peñalén en 1076, víctima de una conspiración política de sus hermanos. A su muerte, Sancho Ramírez de Aragón fue proclamado también rey de Navarra, y la unión de estos reinos duraría casi 60 años.

Estos conflictos obligaron tanto a Al-Muqtádir como a Yúsuf de Lérida a pagar nuevos tributos a sus vecinos cristianos, especialmente al poderoso Alfonso VI de León y Castilla. Esta política de alianzas no fue suficiente, pues su sucesor, Al-Mutaman, tuvo que recurrir a un mercenario castellano que había sido desterrado por su señor: Rodrigo Díaz de Vivar, conocido más tarde como "El Cid". Este título de respeto, que con el tiempo se convertiría en un apodo, pudo tener su origen en sus cinco años de servicio (desde 1081 hasta 1086) al frente de las tropas de la taifa de Zaragoza.

En cuanto a la zona de Levante, Valencia estaba gobernada por Abú Bakr de Valencia. Era un reino débil, subordinado hasta 1075 a Al-Mamún de Toledo y luego a Alfonso VI, quien deseaba conquistar Toledo y Valencia. El rey de Zaragoza consideraba Valencia un territorio estratégico muy importante. Después de obtener Tortosa (1060) y Denia (1076), decidió apoderarse de Valencia, ya que era vital para conectar sus territorios. Tras la exitosa expedición a Denia, Al-Muqtádir se presentó con sus tropas para dominar Valencia. Abú Bakr salió a recibirlo y, ante la demostración de fuerza zaragozana, se declaró su vasallo. Así, Zaragoza logró conectar sus posesiones.

Sin embargo, para conseguir la neutralidad de Alfonso VI, Al-Muqtádir tuvo que pagar tributos al rey leonés, quien ya había pensado en ocupar Toledo. El plan incluía compensar a su rey expulsado con la taifa de Valencia. Todo esto complicaba aún más la política exterior de la taifa zaragozana. Por todo ello, Zaragoza no pudo ejercer su poder de forma directa y tuvo que mantener al rey-títere Abu Bakr en Valencia, estableciendo su dominio mediante un pacto de vasallaje. Además, una conquista militar y una ocupación directa del poder valenciano podrían haber provocado la reacción de todos los reinos, tanto cristianos como musulmanes, que aspiraban a conseguir Valencia en este difícil juego de diplomacia, recelosos del excesivo poder que acumularía Al-Muqtádir.

Archivo:Patio de Santa Isabel
Patio del Palacio de La Aljafería.

Más allá de la grandeza política y militar, Al-Muqtádir logró hacer de Zaragoza una corte de gran sabiduría gracias a su interés por el arte y la cultura. Como muestra del esplendor de su reinado, mandó construir un palacio-fortaleza, La Aljafería, en la zona de la saría zaragozana, en la Almozara, donde se realizaban desfiles militares. "Al-yaafariya" deriva de su nombre, Al-Yaáfar.

Este palacio se convirtió en la sede de su corte. En sus salones se desarrolló un importante centro cultural al que acudieron intelectuales y artistas de todo al-Ándalus. Más tarde, durante el dominio almorávide, fue un refugio de tolerancia y apoyo para quienes huían del fanatismo religioso, debido a su ubicación más al norte y su relativa independencia política del poder central.

Allí se reunieron poetas, músicos, historiadores, pensadores y, sobre todo, nació la escuela de filosofía más importante del islam andalusí. Fue la primera en introducir completamente la filosofía de Aristóteles y conciliarla con la sabiduría islámica. Este trabajo, iniciado en Oriente por Ibn Sina (Avicena) y Al-Farabi, fue desarrollado de forma independiente por Ibn Bayya, conocido por los cristianos como Avempace. El trabajo de Avempace fue el punto de partida de la filosofía hispano-árabe. Su pensamiento fue seguido por Ibn Rushd (Averroes) y, en la cultura hebrea, por Maimónides.

Al-Mutaman: El rey sabio

Su sucesor, Almutaman, heredó de Al-Muqtádir en 1081 la parte occidental de la Taifa. Esta comprendía las zonas de Zaragoza, Tudela, Huesca y Calatayud. Su hermano Múndir se quedó con la zona costera del reino (Lérida, Tortosa y Denia). Esta es la época en que está bien documentado el servicio del Cid en la corte hudí. El Cid había sido desterrado en 1081 de Castilla por realizar incursiones en territorios de la taifa de Toledo, lo que iba en contra de los intereses de Alfonso VI, de quien Toledo era entonces tributario.

Archivo:El Cid-estatua-(Parque de Balboa)
El Cid luchó al servicio de Al-Mutaman entre 1081 y 1086.

En el año 1081, el avance del rey aragonés Sancho Ramírez era considerable, amenazando las fronteras de la taifa de Zaragoza desde el norte. Para resistirlo, Almutamán contó con los servicios de las tropas mercenarias de El Cid, quien ya había estado al servicio de Al-Muqtádir en sus últimos años de vida.

El Cid también recibió el encargo de reincorporar a Zaragoza los territorios orientales de su pariente Mundir de Lérida, aliado con Aragón. Los enfrentamientos en la zona fronteriza fueron constantes, pero ninguno de los dos hermanos logró reunificar el territorio de su padre.

El Cid seguiría al servicio de Al-Mutaman (o Al-Mutamin) hasta 1086, momento en el que Zaragoza fue sitiada por Alfonso VI. No se sabe con certeza si el Cid rompió sus lazos con Al-Mutaman debido a un conflicto de intereses personal entre la defensa de Zaragoza y el servicio a su señor natural, o si su destierro fue perdonado porque Alfonso valoró la utilidad de este caballero en su ejército.

Rodrigo contuvo a los aragoneses hasta 1083. Ese año, Sancho Ramírez tomó posiciones importantes en la línea de fortificaciones que protegían las ciudades de la taifa de Saraqusta. Tomó Graus (que amenazaba Barbastro) en la zona oriental; Ayerbe, Bolea y Arascués (que ponían en peligro a Huesca), y Arguedas, que apuntaba a la conquista de Tudela.

Las relaciones de Zaragoza con su protectorado, Valencia, vasallo de Zaragoza desde 1076, se fortalecieron mediante alianzas matrimoniales. Al-Mutaman se casó con la hija de Abú Bakr de Valencia. Aunque los matrimonios se celebraron en enero de 1085, las alianzas duraron poco, pues Abú Bakr murió en junio y Al-Mutaman en otoño. Esto, sumado a que Alfonso VI tomó ese mismo año Toledo, invalidó el pacto de vasallaje que se había establecido con Zaragoza. Así, el reino de Zaragoza quedó dividido, sin conexión con su posesión de Denia, y se interrumpió el eje de comunicación natural (Zaragoza-Calatayud-Guadalajara-Toledo) con el resto de al-Ándalus.

Al-Mutaman fue también un rey muy culto, protector de las ciencias, la filosofía y las artes. Continuó el trabajo de su padre, Al-Muqtádir, de crear una corte de sabios en el hermoso palacio de la Aljafería, llamado en esta época el «palacio de la alegría» (Qasr al-Surur). Él mismo es un ejemplo de rey sabio. Dominaba la astronomía y la filosofía. Era un profundo conocedor de las matemáticas. Se conserva un tratado suyo, el Libro de la perfección y de las apariciones ópticas (Kitab al-Istikmal), en el que propone demostraciones más elegantes de las que se conocían hasta entonces para problemas matemáticos complejos. Además, formuló por primera vez el Teorema de Giovanni Ceva.

Archivo:Panel decorativo original vertical
Atauriques. Arte taifa.

Al-Mustaín II: la taifa bajo presión

A su muerte, le sucede su hijo Áhmad Al-Mustaín II. Son años en los que el avance de los aragoneses por el río Cinca y en las comarcas de Huesca es ya muy importante. A esto se suma el hecho de que el resto de las taifas, envueltas en guerras internas y debilitadas tras la conquista de Toledo por el poderoso Alfonso VI, no podían prestarle apoyo. Ante esta situación, Al-Mutámid de Sevilla pidió a los reyes de Badajoz y Granada que se unieran a él para solicitar la intervención de Yusuf ibn Tasufin, emir de los almorávides. Estos acudieron en ayuda de las taifas hispanas y lograron vencer a la coalición de reinos cristianos, liderados por Alfonso VI, en 1086 en la batalla de Sagrajas. Esta derrota liberó a Zaragoza de la presión cristiana por un tiempo, pues en 1086 la ciudad estaba sitiada por Alfonso VI, quien tuvo que levantar el cerco para enfrentarse a los almorávides.

En 1090, el imperio almorávide unificó las taifas como protectorados bajo el poder central de Marrakech. Destituyeron a todos los reyes de taifas excepto a Al-Mustaín, quien mantuvo buenas relaciones con los almorávides. Gracias a esto y a que Zaragoza era un puesto avanzado de al-Ándalus frente a los cristianos, Al-Mustaín II pudo mantenerse como rey independiente.

Por el norte, Aragón continuaba su avance. En 1089 cayó Monzón, en 1091, Balaguer y en 1096, Huesca. Para intentar oponerse al reino de Aragón, Al-Mustaín debía pagar fuertes tributos a su protector, Alfonso VI.

Al-Mustaín II logró mantener un difícil equilibrio político entre dos frentes. Pero en 1110, fue derrotado y murió en la batalla de Valtierra, cerca de Tudela, frente a Alfonso I el Batallador, quien ya había tomado Ejea y Tauste.

Abdelmálik o el último pilar de la dinastía

Abdelmalik, el nuevo heredero, adoptó el título honorífico de "Imad al-Dawla" (Pilar de la dinastía). Sin embargo, ya no pudo mantener la presión ante cristianos y almorávides. Para defenderse, llegó a ser prácticamente un vasallo de Castilla. El grupo almorávide, más estricto que los hispanomusulmanes, no vio con buenos ojos esta situación. Así, en el mismo año 1110, los partidarios de los almorávides les entregaron la ciudad. Abdelmálik huyó a refugiarse en la inexpugnable fortaleza de Rueda, desde donde seguiría hostigando al gobierno almorávide. Con esto, terminó la dinastía hudí en la taifa independiente de Zaragoza.

El gobierno almorávide y la conquista cristiana

Muhammad ibn Alhay, gobernador almorávide

El bando almorávide de Zaragoza recurrió a Muhammad ibn al-Haŷŷ, gobernador de Valencia, para que asumiera el gobierno de la ciudad. Este tomó posesión de la Aljafería en 1110. Con ello, el imperio almorávide alcanzó su máxima expansión, con su frontera norte siguiendo aproximadamente los cursos de los ríos Tajo y Ebro. Muhammad ibn al-Haŷŷ gobernó de 1110 a 1115, intentando contrarrestar el avance de Alfonso I el Batallador.

Ibn Tifilwit: el final de la cultura andalusí

Le sucedió durante dos años el emir Ibn Tifilwit. Este se rodeó de poetas y filósofos que huían de las ideas más estrictas del sur para dedicarse a la vida de la corte. El último de los gobernadores sabios nombró a Avempace como gran visir, lo que equivaldría al actual jefe de gobierno. A la muerte de Ibn Tifilwit en 1117, la regencia de Zaragoza fue gestionada durante unos meses por el gobernador de Murcia. En marzo de 1118, Alfonso I el Batallador, con la ayuda de guerreros franceses y órdenes militares, sitió Zaragoza desde algunas posiciones avanzadas, como el castillo de Miranda, el castillo de Juslibol y El Castellar, fortificadas anteriormente por Pedro I. El asedio terminó a finales de año. Aragón conquistaba así la tan deseada Zaragoza.

Sociedad, economía y cultura

Sociedad

Urbanismo

Archivo:Mapa Saraqusta
Mapa de Saraqusta
1. Mezquita Blanca (Aljama) / 2. La Zuda / 3. Puerta de Alcántara / 4. Puerta de Toledo / 5. Puerta Cinegia / 6. Puerta de la Alquibla (o de Valencia) / 7. Puerta de Sancho / 8. Puerta del Portillo / 9. Puerta de Baltax / 10. Puerta de las Santas Masas / 11. Puerta de Tenerías / 12. Palacio de la Aljafería (Alcazaba)      Medina Saraqusta     Judería     Barrios mozárabes     Arrabales     Zoco     Almusara

La cultura islam fue principalmente urbana. Buscaban establecer sus ciudades a orillas de los ríos, ya que su economía se basaba en la agricultura, especialmente en el cultivo de regadío. Por esta razón, no poblaron las zonas montañosas de los Pirineos. Allí se limitaron a controlar el paso de personas y mercancías mediante fortificaciones en la entrada de los valles. Por eso, los nobles y religiosos cristianos, que tenían mucho que perder con la llegada del islam, se asentaron en el norte. Allí comenzaron a organizar monasterios e iglesias, alrededor de los cuales se desarrollaría lo que primero se conocería como Condado de Aragón (parte de la Marca Hispánica dependiente del Imperio carolingio) y luego como Reino.

Los musulmanes ocuparon las ciudades ya existentes, aunque muy deterioradas, del bajo imperio romano y la civilización visigoda. Les devolvieron un nuevo esplendor. Este fue el caso de Huesca, Tarazona, Calahorra y, por supuesto, de Zaragoza. En otros casos, fundaron ciudades nuevas, como Tudela, Calatayud, Daroca o Barbastro.

Desde su fundación romana, Zaragoza es la ciudad más importante del valle medio del Ebro. Ha mantenido su posición de capital de esta región hasta la actualidad. Zaragoza era una de las ciudades más importantes y pobladas de al-Ándalus, más grande que Valencia y Mallorca. Solo era superada por Córdoba, Sevilla y Toledo. Así lo describe el famoso geógrafo Al-Idrisi, quien llamó a Zaragoza Medina Albaida (es decir, «la ciudad blanca»). Esto no solo se debía a sus paredes encaladas, sino también a la presencia de alabastro, el material más usado en sus construcciones.

Demografía

Cuando llegaron los árabes, la ciudad, aunque conservaba la muralla romana de Cesaraugusta, no estaba ocupada en todo su espacio interior. Había terrenos en ruinas, como el que ocupaba el teatro romano, ya desmantelado. Así, a principios del siglo VIII, la ciudad no llegaba a los 10.000 habitantes.

Debido a la importancia urbana de la civilización islámica, Zaragoza experimentó un lento crecimiento de la población durante los siglos VIII y IX. Pero no fue hasta el gobierno de la dinastía de los Banu Qasi, a mediados del siglo IX, que la población creció hasta habitar los primeros barrios fuera de las murallas. Este crecimiento se refleja en la ampliación, en 856, de la mezquita principal. En el siglo X, la población, según estimaciones, pasó de 15.000 habitantes al comienzo del califato a 18.000 o 20.000 al final.

Pero el crecimiento más importante se dio con la Taifa independiente a lo largo del siglo XI. En 1023, ya ocupado todo el espacio de la ciudad romana, fue necesario un nuevo crecimiento de la mezquita. Los barrios se extendieron por todo el perímetro habitable de la ciudad fuera de la medina. Esto hizo necesario un segundo muro de adobe con puertas que coinciden con las actuales Puerta del Duque de la Victoria, Puerta del Carmen y El Portillo. En esta época había varios barrios al sur (barrio de Sinhaya, llamado así por la tribu bereber allí asentada, actualmente Puerta Cinegia), al este (barrio de Las Tenerías, o barrio de curtidores) y al norte de la ciudad (arrabal de Altabás, al otro lado del puente, en la margen izquierda del Ebro, donde se situaban los carniceros y el matadero). La población pudo llegar a los 25.000 habitantes con Al-Muqtádir, en la segunda mitad del siglo XI.

Grupos de población: La convivencia de culturas

Archivo:Mezquita aljafería
Arco del mihrab de la Aljafería.

Los habitantes de Zaragoza pertenecían a diferentes grupos étnicos. La clase dominante (jassa), no muy numerosa, era la de los linajes árabes del sur o yemeníes. También había un grupo de árabes del norte o sirios, que en el primer siglo de dominio árabe, aspiró a controlar la Taifa. El grupo bereber tampoco fue muy numeroso al principio. Se estableció, además de en Zaragoza, sobre todo (y con el tiempo) en el barrio de Sinaya (fuera de la puerta Cinegia o de Toledo) y en asentamientos pequeños y dispersos como Mequinenza, Oseja, Fabara...

Como los recién llegados musulmanes eran pocos, favorecieron la conversión al islam. Esto les daba el derecho a no pagar impuestos, ya que la ley coránica lo prohíbe. Este grupo numeroso, formado por todo tipo de cristianos, desde familias nobles romanas hasta campesinos, comerciantes y artesanos, adoptó la nueva fe y se convirtió en el grupo social de los muladíes. Algunas familias muladíes muy importantes llegaron a tener poder en distritos e incluso se comportaron como gobernadores independientes desde el siglo IX. Este es el caso de los Banu Sabrit o los Banu Qasi, originarios de Alfaro y gobernadores de Tudela, que llegaron a dominar todo el valle medio del Ebro, gobernando un extenso territorio con capital en Zaragoza.

Archivo:Cancel mozárabe de Zaragoza
Cancel mozárabe de alabastro, siglo X. Encontrado en la plaza del Pilar.

Los judíos, perseguidos durante la época visigoda, mejoraron mucho su situación. Se dedicaron sobre todo al comercio, las finanzas, la política y la cultura. Su lengua y costumbres tenían puntos en común con las musulmanas, y de hecho, casi todos dominaron la lengua árabe. La judería de Zaragoza ocupaba la esquina sureste de la medina, entre el solar del teatro romano (ya cubierto) y lo que hoy es la confluencia entre el coso alto y bajo.

En cuanto a los cristianos que permanecieron fieles a su religión, llamados mozárabes, gozaban de cierta autonomía legal y autoridades religiosas propias, aunque tenían que pagar impuestos. Ocuparon una zona en el sector noroeste de la ciudad, entre las cercanías del palacio de gobierno o palacio de la Zuda y la iglesia de Santa María, hoy conocida como basílica del Pilar. Disponían de dos iglesias que, al parecer, se mantuvieron durante los 400 años de dominio musulmán. La ya mencionada Iglesia de Santa María Virgen, y la de las Santas Masas, situada fuera de las murallas, que mantenía la tradición de los innumerables mártires zaragozanos y que luego sería el monasterio e iglesia de Santa Engracia. Posiblemente alrededor de esta iglesia también hubiera una comunidad mozárabe. Los musulmanes respetaron durante todo este tiempo a la comunidad cristiana, permitiéndoles seguir con sus costumbres, religión, culto, instituciones eclesiásticas y jurídicas durante estos cuatro siglos. Solo hay constancia de un conflicto en el año 1065, en el que la disputa por Barbastro encendió los ánimos de las campañas militares religiosas, y los mozárabes zaragozanos tuvieron que ser protegidos por Al-Muqtádir.

Archivo:Cerámica vidriada y dorada Zaragoza S XI
Loza vidriada de esmalte dorado. Zaragoza, siglo XI (Museo del Teatro Romano de Cesaraugusta).

Economía

Una muestra de la fuerza e iniciativa económica de Zaragoza es que la dinastía tuyibí fue la primera en emitir moneda en una taifa independiente tras la caída del califato. Yahya al-Muzaffar acuñó dinares en 1024 con el lema «Al-Hayib Mundir». De este modo, se atribuyó el título de «hayib» (chambelán, mayordomo), el mismo que había legitimado el poder de Almanzor. Su hijo ya adoptó en sus monedas el sobrenombre asociado al rango califal de Mu'izz al-Dawla y el calificativo de uso exclusivo de los califas de «Nabil».

Además de en las casas de moneda tuyibíes, solo en las de los hammudíes de Málaga y Algeciras se acuñaron dinares de oro. Esta práctica continuó en Zaragoza con los hudíes. Sin embargo, la acuñación de oro en la segunda mitad del siglo XI se reservó para grandes transacciones o pagos de tributos estatales, como las parias. Estos tributos contribuyeron al enriquecimiento de los reinos cristianos vecinos, que en esta época usaban el dinar y el dirhem de plata como moneda habitual. Aunque, al menos en Aragón, a veces se les llamaba mancuso, sólido o miktal de oro, y argento (para la moneda de plata), respectivamente.

Agricultura

Los geógrafos musulmanes destacan la abundancia y fertilidad de la huerta zaragozana. Esto se debe a su ubicación privilegiada en la confluencia de los ríos Gállego y Huerva con el Ebro. Así la describe Ahmad al-Qalqashandi: "Zaragoza parece una motita blanca en el centro de una gran esmeralda (refiriéndose a la muralla de la medina rodeada por sus huertas), sobre la que se desliza el agua de cuatro ríos, lo que la hace aparecer como un mosaico de pedrería." Además de sus cultivos de frutas y verduras, muy abundantes y de bajo costo de producción, que se transportaban en barcazas por el Ebro, se cultivaba cereal en los llanos de la Almozara y en las zonas cercanas a la ciudad, entre el muro defensivo de adobe y la muralla de piedra de la medina. Eran muy famosas las ciruelas de Zaragoza (una variedad que recibió el nombre de la ciudad) y la bontroca saraqustiya, una planta del género de las betónicas con propiedades medicinales.

Industria

En cuanto a la industria, destacaba por sus curtidos de pieles. Las pellizas de Zaragoza eran muy conocidas en todo el mundo islámico. Según Al-Udri, eran «de elegante corte, perfectos bordados y textura sin igual», y añadía que «no tienen rival ni pueden imitarse en ningún otro país del mundo». No menos famosos eran los tejidos de seda bordados y los tejidos de lino, aunque estos últimos eran superados en fama por las manufacturas de lino de Lérida.

Archivo:Plato chino de la Aljafería
Fragmento de plato chino de porcelana de Yaozhou, dinastía Song del Norte (960-1127), hallado en el palacio de la Aljafería.

La alfarería también era muy reconocida, sobre todo la cerámica de loza dorada o esmaltada en verde. En esta industria rivalizaban Calatayud, Barbastro, Albarracín (que era una pequeña taifa independiente) y la propia Zaragoza.

En cuanto a la industria metalúrgica, ya en el Cantar de Roldán, que se desarrolla en Zaragoza, se elogiaban las espadas, yelmos y joyas del fantástico rey Marsilio de Zaragoza. Lo cierto es que las espadas forjadas en Saraqusta eran muy reputadas. También lo eran las cotas de malla y yelmos de Huesca.

Comercio

La ubicación de Zaragoza como "puerta de todas las rutas" (es decir, cruce de todos los caminos) también la hizo privilegiada en cuanto a la actividad comercial. Al estar a la misma distancia de Toledo, Valencia y la salida al mar por Tortosa, navegando el Ebro con sus barcazas, se convirtió en sede de importantes mercados. Entre ellos destacaba el de personas esclavizadas, procedentes sobre todo de Europa del este (de "eslavo" proviene el término "esclavo"), que era conocido en todo al-Ándalus.

En las excavaciones arqueológicas de la restauración del Palacio de la Aljafería se encontró un plato de porcelana china de lujo del siglo XI. Esto puede dar una idea de la magnitud de los intercambios comerciales en la Zaragoza islámica.

Cultura

El desarrollo de las letras y las ciencias en la taifa zaragozana fue tan importante como en otras cortes de Al-Ándalus. Se convirtió en un centro de atracción para figuras destacadas de otros territorios, quienes encontraron en la Marca Superior un ambiente acogedor gracias al apoyo cultural de sus diversos gobernadores y reyes. Muchos de ellos llegaron a ocupar el cargo de visir-secretario, e incluso (como Avempace, ya bajo el último de los gobernadores almorávides), el de gran visir, o jefe de gobierno.

Sin embargo, en Zaragoza, a diferencia de lo que ocurrió en la corte sevillana de Al-Mutámid y sus sucesores, el principal mérito no fue la poesía, sino las matemáticas, la astronomía y la filosofía. En estas áreas, fue no solo el centro más importante de al-Ándalus en esa época, sino de todo Occidente.

Las letras y las ciencias en época tuyibí

Archivo:Tratado médico de Al-Katanni
Tratamiento de las enfermedades peligrosas con síntomas epidérmicos, tratado de medicina de Al-Kattani.

Fue el primer rey independiente de Zaragoza, Mundir I, quien al consolidar su poder en 1017 se apresuró a atraer a algunos de los literatos más brillantes que huían del sur debido a las guerras civiles causadas por la crisis del califato. Ya antes de los disturbios, a finales del siglo X, se había establecido en Saraqusta el célebre poeta Yusuf ibn Harun ar-Ramadi (m. 1022), quien elogiaba a Almanzor. Este poeta difundió en la ciudad las tendencias líricas de Córdoba, dedicando elogios poéticos a los tuyibíes. Entre los que llegaron en plena agitación del califato destacan el poeta y filólogo iraquí Said al-Bagdadi (m. 1026), maestro de Ibn Hayyan e Ibn Hazm, y el poeta Ahmad ibn Muhammad ibn Darray al-Qastalli (958-1030), que llegó a Zaragoza en 1018. Este último tenía un estilo muy elaborado, cultivando una poesía inspirada en el gran poeta neoclásico al-Mutanabbi. Ibn Darray al-Qastalli puso su talento para los elogios poéticos al servicio de Mundir I y de su hijo y sucesor, Yahya, hasta su partida a Denia en 1028.

En cuanto a las ciencias, destaca Ibn Hasan al-Kattani (m. 1029), médico personal de Almanzor. También cultivó la lógica, escribiendo varios tratados sobre la inferencia y la deducción. Sin embargo, cobró fama por su Libro de las metáforas de las poesías de los andalusíes.

También fue extraordinario el grupo de pensadores y literatos judíos, como Yequtiel ben Ishaq, poeta que llegó a ser visir de Mundir II. El más destacado de todos sus correligionarios de este periodo fue el filólogo nacido en Córdoba Marwan Yonah ben Yanah (h. 990-h.1050), que emigró a Zaragoza entre 1010 y 1013. Ben Yanah ejercía como médico y también cultivaba la filosofía. Era un profundo conocedor del árabe, hebreo y arameo. Compuso un importante comentario a la Biblia en el que mostraba su erudición y conocimiento lingüístico. Incluía como apéndice un diccionario donde utilizaba recursos comparativos (ciencia que no se desarrollaría hasta la filología diacrónica comparativa del siglo XIX). Este diccionario está considerado la cumbre de la lexicografía hebrea medieval.

Sin embargo, la figura más importante de la cultura judía de la taifa de Zaragoza en este periodo es Selomo ibn Gabirol (h. 1020 - h. 1058), gran poeta y filósofo conocido en el mundo cristiano como Avicebrón. Nació en Málaga pero se crio y educó en Zaragoza, donde estudió con Marwan Yonah ben Yanah hasta 1039, gracias al apoyo de Yequtiel ben Ishaq, secretario y visir de Mundir II. Escribió emotivas elegías por la muerte de su maestro y marchó a Granada en busca de la protección de Yusuf ibn Nagrela.

El esplendor cultural hudí

La cultura zaragozana, durante la época del dominio hudí, alcanzó su máximo desarrollo, sobre todo en las disciplinas matemáticas y en el cultivo de la filosofía. Ya en el reinado de Sulaymán al-Musta'in I, sobresalen varios matemáticos y astrónomos, como Abd Allah ibn Ahmad as-Saraqusti (m. 1056) y su discípulo Ali ibn Ahmad ibn Daud o el bilbilitano Ibrahim ibn Idris at-Tuyibí (m. 1063).

Archivo:Patio Aljafería
Estancias de La Aljafería, lugar de reunión de intelectuales.

En cuanto a los intelectuales judíos de estos años, destacan el poeta satírico Moseh ben Yishaq ben at-Taqanah y Yusef ibn Hasday, quien dedicó un elogio a Semuel Ibn Nagrella hacia 1045.

Pero el máximo esplendor de la corte zaragozana coincide con su esplendor político. Se produce en la segunda mitad del siglo XI con los reinados de Al-Muqtádir (1046-1081), Al-Mu'tamin (1081-1085) y Al-Musta'in II (1085-1110), continuando con la regencia almorávide hasta la conquista cristiana en 1118.

Son los años de la construcción de La Aljafería. En sus salones se situó el centro de la vida literaria y científica del reino, gracias al impulso que le dio el patrocinio del rey poeta, filósofo y matemático Al-Muqtádir. Uno de los funcionarios de su corte, el muladí Abu Amir ibn Gundisalb (o Gundisalvo), alcanzó el rango de gran visir y compuso poesía de elogio y satírica. Otro de sus visires letrados fue el judío convertido al islam Abu l-Fadl Hasday ibn Hasday, quien mantuvo su cargo de gran visir con los sucesivos monarcas Al-Mutaman y Al-Mustain II. Nacido en Zaragoza hacia 1050 e hijo del citado poeta Yusef ibn Hasday, fue un notable escritor y orador en árabe y hebreo, y poseía una extensa formación literaria, filosófica y científica. Accedió al cargo de gran visir hacia 1077 y lo mantuvo durante unos 35 años. Katib o secretario de Al-Muqtádir fue Abu l-Mutarrif ibn ad-Dabbag, quien destacó en el género epistolar. Poetas destacados de su corte fueron Abu abd as-Samad as-Saraqusti e Ibn as-Saffar as-Saraqusti.

En esta época también llegaron a la corte de Zaragoza literatos exiliados de sus taifas por diversas razones, a menudo políticas. Uno de los primeros fue Al-Bayi, quien, de orígenes humildes, destacó en el campo del derecho y se hizo célebre por sus elegantes cartas en prosa rimada, redactadas en nombre del rey y dirigidas a importantes personalidades de la época como el rey de Sevilla, Al-Mutádid, o el de Toledo, Al-Mamún. A la muerte del gran rey Al-Muqtádir, Al-Bayi le dedicó una emotiva elegía. Estudió filología y jurisprudencia en Zaragoza para posteriormente marchar a Bagdad y completar su formación durante trece años. Mostró conocimiento de la lógica aristotélica y la filosofía pura, y su obra Risala-al-hudud (Tratado de los límites) estableció relaciones entre el derecho y las tradiciones.

El poeta Ibn al-Haddad cultivó la poesía heroica y de elogio, celebrando las victorias de Al-Muqtádir sobre su hermano Yusuf al-Muzaffar de Lérida (seguramente la que le costó el trono hacia 1080) y sobre Ibn Rudmir, es decir, Sancho Ramírez, rey de Aragón (a quien tomó varias fortalezas en 1079 y 1080).

En el ámbito científico, destacó el médico cordobés Amr ibn Abd al-Rahman al-Kirmani (h. 975-1066). Durante las guerras civiles, viajó a Bagdad y regresó a al-Ándalus atraído por la fama de Al-Muqtádir, viviendo allí hasta su muerte. Al-Kirmaní, también matemático y filósofo, difundió en Zaragoza una importantísima enciclopedia traída de Oriente, la Enciclopedia de los Hermanos de la Pureza (comparable a L'Encyclopédie de Diderot y D'Alembert en el Siglo de las Luces). Esta enciclopedia, de origen chiita, desarrollaba todos los aspectos del saber de la época a la luz de un neoplatonismo místico filosófico que influyó en todos los filósofos zaragozanos, incluido Avempace.

Cercanos a la corte y protegidos por Ibn Hasday encontramos al gran filósofo judío Ibn Paquda (h. 1040- h. 1110), quien fue juez religioso o dayyan de su comunidad en Zaragoza. Compuso una treintena de poemas litúrgicos, algunos con ritmos árabes. Pero destaca sobre todo por su filosofía moral, tema de su libro escrito en árabe Kitab al-hidayah ila faraid al-qulub o Libro del buen camino hacia los deberes de los corazones. Esta obra se difundió en la versión hebrea de Yehuda ben Tibbon con el título de Sefer torah hobot ha-lebabot o Libro de la doctrina de los deberes de los corazones. Este tratado, con componentes doctrinales, místicos y ascéticos, influyó notablemente en la evolución de la ética judía, tanto por su contenido como por su estilo.

Archivo:Teorema de Ceva - sin rótulo
El teorema de Ceva, descubierto por Al-Mutaman.

Los sucesores de Al-Muqtádir mostraron una igual o incluso mayor vocación de apoyo a las letras y las ciencias. Su hijo, Al-Mutaman, superó a su padre como matemático. Incluso redactó un tratado de geometría titulado Kitab al-istikmal, o Libro del perfeccionamiento, en el que intenta mejorar, a veces con éxito, la elegancia de las demostraciones de diversos teoremas. Es de mencionar la breve estancia en Zaragoza (1082-1084) del famosísimo Ibn Ammar (el Abenámar de los cristianos), amigo y poeta de la corte de Al-Mutámid de Sevilla, quien se enemistó con él y lo mató con sus propias manos el 8 de noviembre de 1084.

El cuarto monarca hudí, Al-Musta'in II, contó con el poeta zaragozano más importante del siglo XI, Al-Yazzar as-Saraqusti, conocido por su oficio y apodo "Yazzar", es decir, "el carnicero". Es uno de los ejemplos de ascenso social en la sociedad andalusí, pues llegó a ser poeta de la corte y secretario-visir con Al-Mutaman y Al-Mustaín II. Escribió elogios a estos reyes, pero destaca sobre todo en el género burlesco, como autor de conocidos epigramas. Por ejemplo, aquel en el que, quejándose a Ibn Hasday de la poca recompensa que obtenía por sus poemas, exalta su humilde oficio de carnicero, describiéndolo como una parodia del estilo de la poesía bélica y heroica:

¡Cuánto perro y cuánto gato dio noticias de nuestras hazañas!, ¡nosotros,
que hemos alcanzado el corazón de la gloria! (...)
Hemos atacado a las hordas caprinas
hasta el punto de infundir en ellas pánico, terror,
y no rehuimos jamás aquellas razas taurinas
hasta haber conseguido mezclar sus babas con la roja sangre...

También son notables sus diez moaxajas, casi todas de tono lírico y tema de afecto, dos de las cuales incluyen jarchas o estrofas finales escritas en romance andalusí. Esta lengua, un dialecto románico del latín vulgar, a veces llamado mozárabe, era hablada por los árabes para comunicarse con los cristianos y acabaron incorporándola a su poesía con las innovaciones de la lírica hispanoárabe del siglo XI.

Aquí como muestra dos jarchas de Al-Yazzar as-Saraqusti:

Mámma, ést' al-gulám
la búd kullu liyya
halál au harám.
Madre, este mocito
ha de ser todo mío
por las malas o por las buenas.
Qued amey fillol alieno ed él a' mibi,
quéred-lo de mib vetar su arraquib.
¡Porque amé a un muchacho ajeno y él a mí
me lo quiere esconder su cuidador!

En cuanto a literatos y científicos judíos, destaca el médico Yonah ben Yishaq ibn Buqlaris, quien compuso en 1106 un notable tratado sobre medicamentos simples, el Kitab al-Mustaini, o Libro de Al-Mustaín (llamado así por estar dedicado al soberano). En él, recoge los nombres en romance andalusí (la lengua a veces llamada mozárabe) de numerosas plantas medicinales. El poeta y filólogo hebreo Levi ben Yacub ben at-Tabban fue uno de los gramáticos más importantes y escribió poesía de himnos y penitencial. En su obra, encontramos un curioso ejemplo del sufrimiento de la comunidad judía tras la conquista de Alfonso I el Batallador, lo que sitúa su muerte después de 1118.

La continuidad cultural con el gobierno almorávide

La ocupación almorávide de Zaragoza no significó, a diferencia de otras taifas andalusíes, una ruptura profunda con la tradición cultural. La relativa autonomía que mantuvieron los gobernadores zaragozanos permitió la continuidad con la cultura hispanoárabe anterior a la llegada de los nuevos dominadores bereberes. De hecho, el segundo gobernador almorávide, Ibn Tifilwit (1115-1117), volvió a rodearse de literatos y científicos. Se instaló en los salones de la Aljafería, rodeado de lujo, en una corte de poetas y filósofos. Allí destacaron Ibn Jafaya de Alcira (m. 1138) y Abu Bakr Muhammad ibn Yahya ibn Saig ibn Bayyá, es decir, el gran filósofo andalusí Avempace.

Ibn Jafaya es uno de los poetas más importantes del periodo almorávide. Cultivó un estilo elaborado con el que recreaba ambientes exquisitos, como en las descripciones de jardines que le valieron el apodo de Al-Yannan ("el jardinero"). Tras la conquista cristiana, se retiró a sus fincas en Levante, donde llevó una vida alejada de la política y dedicada a explotar sus huertas y a componer poesía. Su estilo ejerció tal influencia en los poetas andalusíes posteriores que fue el modelo para todos ellos hasta el final del Reino de Granada.

En cuanto a Avempace (1070/1090-1139), es una de las figuras más importantes del islam español. Destacó como músico, poeta, médico, botánico, físico y matemático, además de filósofo. Su pensamiento busca conciliar el racionalismo aristotélico con la tradición de la sabiduría teológica islámica. El resultado es un racionalismo místico personal que sirve de punto de partida para Averroes, quien tomó muchas de sus ideas filosóficas del zaragozano. Fue valorado entre sus contemporáneos como el filósofo más importante de su tiempo. Sin embargo, la poca organización de sus escritos y la pérdida de sus obras más importantes, así como el hecho de que su filosofía no fuera conocida en el occidente cristiano, lo relegaron al olvido hasta que se encontraron manuscritos de su obra ya en el siglo XX.

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Taifa of Zaragoza Facts for Kids

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Taifa de Zaragoza para Niños. Enciclopedia Kiddle.