Guerra de los Treinta Años para niños
Datos para niños Guerra de los Treinta Años |
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Parte de guerras de religión en Europa | ||||
Mapa de Europa y la ubicación de los frentes de combate más relevantes durante la Guerra de los Treinta Años
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Fecha | 23 de mayo de 1618 - 15 de mayo de 1648 | |||
Lugar | Europa Central, Países Bajos | |||
Resultado |
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Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
Fuerzas en combate | ||||
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Bajas | ||||
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3 500 000-8 000 000 muertos (1 800 000 militares)
350 000 muertos en combate |
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La Guerra de los Treinta Años fue un gran conflicto que sucedió en Europa, principalmente en países como Alemania, entre los años 1618 y 1648. Muchas naciones europeas se involucraron en esta guerra. Al principio, era sobre diferencias religiosas y políticas entre los que querían cambiar la iglesia (llamados reformistas) y los que querían mantenerla como estaba (llamados contrarreformistas). Pero luego, más países se unieron por razones políticas y territoriales, no solo por religión.
La guerra terminó con dos tratados importantes: la Paz de Westfalia y la Paz de los Pirineos. Estos tratados marcaron cómo serían las relaciones entre los países en Europa durante mucho tiempo.
La guerra causó muchos problemas. Las personas perdieron sus hogares, hubo escasez de alimentos y muchas personas murieron debido a la guerra misma o a enfermedades causadas por la falta de higiene y la falta de alimentos.
Durante la guerra, muchas ciudades y pueblos fueron destruidos. La gente se vio obligada a huir y muchas vidas se perdieron. La población en algunos lugares disminuyó hasta en un tercio, ¡imagina eso!
La guerra tuvo diferentes etapas, con diferentes países participando en momentos diferentes. También desencadenó muchas otras guerras y conflictos en diferentes partes de Europa.
Contenido
- Orígenes de la guerra
- Revuelta de Bohemia y Fase palatina (1618-1625)
- Intervención danesa y neerlandesa (1625-1629)
- Fase italiana (1629-1631)
- Intervención sueca (1630-1635)
- Intervención francesa (1635-1648)
- La guerra en la península ibérica
- La guerra fuera de Europa
- Paz de Westfalia
- Consecuencias
- Propaganda
- Frases célebres sobre la Guerra de los 30 años
- Datos de interés
- Galería de imágenes
- Véase también
Orígenes de la guerra
Los conflictos en España (Comunidades de Castilla y Germanías) y las guerras italianas con Francia impidieron a Carlos V dedicar toda su atención a la cuestión protestante. En la Dieta de Spira de 1529 ratificó la postura de Worms contra el luteranismo. Esta decisión provocó las protestas de los príncipes luteranos, que empezaron a mejorar su organización política. Mientras se ocupaba en resolver este problema político-religioso alemán, no advirtió el proceso de nacionalización que se estaba produciendo en Alemania y, a la vez, el proceso de estatalización del poder de los príncipes. Y esto no estaba ocurriendo solo en Alemania. La Reforma acentuó el proceso de nacionalización de Alemania, cuestionando el mundo de la Edad Media. Frente a estas tendencias nacionales, Carlos proclama más que nunca una idea medieval del Imperio Universal, lo que hizo que todos aquellos políticos que eran contrarios a esa concepción imperial se vieran empujados al campo de la Reforma. De este modo, Carlos V consiguió que lo importante de Lutero no fueran sus novedades dogmáticas ni sus reformas disciplinarias, sino lo que había en él de espíritu alemán en el Sacro Imperio, y nacional en Europa. Contra estas nuevas tendencias se estrellaba una y otra la política del Emperador que al final de cada asamblea, de cada Dieta, de cada una de las entrevistas con los Papas, tuvo que registrar un resultado conflictivo.
Así que, antes de la Guerra de los Treinta Años, las tensiones religiosas y políticas en Europa estaban en aumento. Los conflictos en España y las guerras italianas con Francia desviaron la atención de Carlos V de la cuestión protestante. La Dieta de Spira de 1529 reafirmó la postura contra el luteranismo, lo que provocó protestas de los príncipes luteranos y el aumento de la organización política. Carlos V no advirtió el proceso de nacionalización y estatalización del poder de los príncipes en Alemania, lo que generó tensiones. La Reforma intensificó el sentimiento nacionalista en Alemania, mientras que Carlos V abogaba por una idea medieval del Imperio Universal. Estas tensiones político-religiosas marcaron el camino hacia la Guerra de los Treinta Años.
Los Habsburgo eran una familia poderosa que quería expandir su control sobre Europa. A veces aceptaban el protestantismo para mantener su poder, lo que causaba tensiones. En el Sacro Imperio Romano Germánico, gobernaban muchas regiones, pero algunas eran independientes. Los problemas surgían porque diferentes países querían influir en Alemania.
España, Holanda, Francia y otros países estaban interesados en Alemania por diferentes razones. Había conflictos religiosos y políticos, y varias guerras estallaron, como la Guerra de Colonia. Además, en algunas regiones alemanas, como Alta Austria y Donauwörth, hubo levantamientos y luchas entre católicos y protestantes.
Las tensiones continuaron hasta la Guerra de los Treinta Años. Bohemia rechazó a Fernando II como su rey porque quería imponer el catolicismo. Esto provocó la guerra, donde los Habsburgo y sus aliados lucharon contra los protestantes. La Liga Católica, con Tilly como líder, apoyó a los Habsburgo.
La estrategia que heredó España de sus predecesores se centró en la alianza con Austria, el control del norte de Italia y la guerra con los holandeses. Envolvería a España en casi todos los frentes de la Guerra de los Treinta Años y, eventualmente, en una confrontación con Francia por la hegemonía total de Europa.
Revuelta de Bohemia y Fase palatina (1618-1625)
En 1618, el emperador Matías estaba cerca de morir sin hijos. Se esperaba que su sobrino, Fernando de Estiria, un católico devoto, lo sucediera como rey de Bohemia, aunque la mayoría de la nobleza bohemia era protestante. Esto causó tensiones y llevó a una insurrección en Bohemia, especialmente después de que Fernando II fuera designado rey electo.
Los bohemios eligieron a Federico V del Palatinado como su líder y le ofrecieron la corona, desafiando a Fernando II. Cuando los representantes de Fernando II fueron arrojados por una ventana del Castillo de Praga, comenzó una rebelión que se extendió por los Países Checos. Esto desencadenó la Guerra de los Treinta Años, que involucró a diversas potencias europeas.
Fernando II intentó consolidar su poder y reprimir la rebelión. Formó alianzas con Baviera y la Liga Católica, mientras los insurgentes bohemios recibían apoyo de la Unión Protestante. La guerra se extendió a otras partes de Europa y Fernando II buscó el respaldo de su sobrino, Felipe III de España. La resistencia checa se amplió a Moravia, y los bohemios inicialmente tuvieron éxito en sus enfrentamientos, pero finalmente fueron derrotados por las fuerzas imperiales y sus aliados.
La guerra se prolongó debido a la debilidad de Fernando II y la extensión del conflicto a otras regiones. Se libraron batallas importantes, como la Batalla de Sablat, donde las fuerzas imperiales obtuvieron victorias diplomáticas y militares. Federico V fue elegido rey de Bohemia, mientras Fernando II fue elegido emperador en Frankfurt. La guerra continuaría por muchos años más, con profundas implicaciones para toda Europa.
Los bohemios estaban en problemas porque el emperador quería que su sobrino, Fernando de Estiria, fuera rey de Bohemia, pero los bohemios eran en su mayoría protestantes y no lo querían. Así que buscaron ayuda de otros líderes, como Federico V del Palatinado, quien era calvinista. Pero también pidieron ayuda a otros, como Carlos Manuel I de Saboya, Juan Jorge I de Sajonia y Gabriel Bethlen de Transilvania. Los austriacos descubrieron estas negociaciones y se enojaron.
En 1619, España y Francia comenzaron a prepararse para una guerra abierta. España no quería que Bohemia estuviera en manos de los calvinistas y aliados con los holandeses. Entonces, hicieron alianzas con Baviera y la Liga Católica para ayudar al emperador Fernando II. Los franceses también querían evitar que los calvinistas ganaran en Bohemia, así que ofrecieron mediación. Pero Federico V perdió apoyo, especialmente de los luteranos, y comenzaron a temer a los calvinistas.
La rebelión comenzó bien para los bohemios, pero luego las cosas se complicaron. La Alta Austria se unió a la rebelión, pero las cosas cambiaron en los años siguientes. Transilvania ayudó a Bohemia, pero también hubo problemas con Polonia y el Imperio Otomano. Los españoles y los sajones ayudaron al emperador, y los bohemios perdieron apoyo. La situación empeoró cuando el ejército español y los sajones atacaron.
Finalmente, en 1620, el emperador Fernando II fue depuesto como rey de Bohemia, y Federico V fue nombrado en su lugar. Los polacos y los otomanos también se involucraron en la lucha. Los españoles enviaron tropas y los sajones ayudaron, mientras que el rey de Polonia envió soldados para apoyar a los católicos. La situación se puso tensa, y los bohemios se retiraron a Praga después de una dura batalla.
En los Grisones suizos, entre Milán y los Alpes, hubo una guerra llamada la Guerra Valtelina. Empezó en 1620 y duró hasta 1639. Los Habsburgo querían controlar esta zona porque era un camino importante entre Austria e Italia. En esta guerra, los católicos de Valtelina, liderados por Giacomo Robustelli, atacaron a los protestantes el 19 de mayo. Querían deshacerse de ellos en el valle montañoso. Cuando los rebeldes tuvieron éxito, los católicos españoles pudieron entrar a Valtelina y mover tropas y suministros fácilmente entre Italia y Austria. Francia y Venecia no estaban de acuerdo con los Habsburgo, y en 1620, España ocupó Valtelina. Luego, en 1624, fue ocupada por Francia.
Después de que los Habsburgo conquistaron Bohemia, la guerra involucró a muchos más países y regiones. Todos los principados alemanes y países cercanos se unieron a la guerra o fueron arrastrados a ella. España, Portugal, Francia, Suiza, Saboya, los Países Bajos, Inglaterra, Escocia, la Mancomunidad Polaco-Lituana, Dinamarca-Noruega, Suecia, Transilvania, Moldavia, Valaquia, el Imperio Otomano e incluso Rusia participaron en diferentes momentos y con diferentes grados de compromiso.
Muchas unidades de mercenarios lucharon en la guerra, pagadas por los países en guerra. Por ejemplo, las tropas polacas a caballo llamadas Lisowczyk lucharon en Hungría, en la República Checa y en el Reich (Renania). Bajo el mando de Walenty Rogowski, derrotaron a las fuerzas transilvanas en algunas batallas importantes. Una de ellas fue la batalla de Humenné en noviembre de 1620, donde salvaron a Viena del asedio de Transilvania y los otomanos. Después de la victoria, saquearon las tierras cercanas y se ganaron el apodo de "Jinetes del Apocalipsis". Después de varios años de servicio, fueron liberados en 1621, pero algunos volvieron a Polonia y otros sirvieron al emperador en Alemania.
El general Tilly, al mando del ejército de la Liga Católica, y las fuerzas del emperador, pacificaron partes de Austria y Bohemia. En la batalla de la Montaña Blanca cerca de Praga en 1620, Fernando II derrotó a Federico V y puso fin a la rebelión en Bohemia. Después de esta derrota, Bohemia volvió a ser católica, y Federico V perdió sus tierras y títulos. Muchos aristócratas y protestantes bohemios se exiliaron por toda Europa. La guerra continuó durante varios años más, pero la primera fase terminó en 1621 cuando Transilvania firmó un tratado de paz con el emperador.
Los españoles, preparándose para la guerra tras el fin de la tregua de la guerra de los Ochenta Años, tomaron el Palatinado de Renania. El general español Ambrosio Spinola, desde Flandes, conquistó el Palatinado en 1620. A pesar de la toma de Jülich, se retiró en 1621, dejando una guarnición. En 1622, Christian von Braunschweig-Wolfenbüttel, Ernst von Mansfeld y Georg Friedrich von Baden-Durlach se movieron al Palatinado. La República Holandesa proporcionó asilo a Federico V. Mansfeld y Braunschweig dirigieron ejércitos hacia el Rin en 1622. Se considera el periodo 1621-1625 como la Fase del Palatinado de la guerra de los Treinta Años. Mansfeld derrotó a Tilly en la Batalla de Mingolsheim, pero después sufrieron derrotas. En la Batalla de Wimpfen, las tropas de Baden fueron vencidas. Tilly y Córdoba derrotaron a Georg Friedrich en la Batalla de Höchst. Los mercenarios saquearon sin distinción, lo que llevó a una lucha entre Federico y Mansfeld en el servicio holandés.
Desde el verano de 1622, los españoles, liderados por Ambrosio Spinola, sitiaron la fortaleza de Bergen op Zoom y reconstruyeron la flota española, estableciendo un escuadrón en Dunkerque para interrumpir el comercio en el Canal de la Mancha. Trabajaron para asegurar una base en el Mar Báltico y controlar las rutas marítimas entre Holanda y Alemania. En la Batalla de Fleurus en agosto de 1622, los españoles derrotaron al ejército protestante liderado por Gonzalo de Córdoba. El Palatinado, ocupado por la Liga Católica, fue capturado en 1622 y 1623, incluyendo Mannheim, Heidelberg y Frankenthal. El 23 de febrero de 1623, Federico V fue depuesto y sus títulos transferidos a Maximiliano I de Baviera. El ejército protestante de Mansfeld fue derrotado en Stadtlohn en agosto de 1623. Federico V firmó un armisticio con el emperador, y Georg Friedrich concluyó un tratado de paz. Esta transferencia de poder y la expansión de Baviera fortalecieron a los católicos y prepararon el terreno para un conflicto más intenso.
En 1624, el emperador Fernando II consolidó el poder católico en Alta Austria, expulsando predicadores y maestros no católicos. La llegada de sacerdotes italianos generó tensiones al no hablar alemán. En enero de 1625, disturbios estallaron en Natternbach y Frankenburg am Hausruck, donde los ciudadanos expulsaron a los sacerdotes. En un infame evento, 36 rebeldes fueron juzgados en el "juego de dados de Frankenburg", con 17 ejecuciones. Los Habsburgo obtuvieron victorias, Baviera ganó el Alto Palatinado, y España capturó el Kurpfalz, preparando el terreno para una coalición anti-Habsburgo, liderada por Federico. La guerra, inicialmente en el Sacro Imperio, se extendió regionalmente.
Intervención danesa y neerlandesa (1625-1629)
El rey Cristian IV de Dinamarca-Noruega lideró un ejército en defensa de la soberanía protestante contra el Sacro Imperio en el periodo danés. Consolidó su influencia en el norte de Alemania, ganando apoyo de Hamburgo y Bremen-Verden. Sin embargo, su incursión en el Sacro Imperio se vio amenazada por luchas de liderazgo con Suecia y tensiones internas. Francia, bajo Richelieu, formó una alianza anti-Habsburgo, incluyendo a Inglaterra y Saboya. Dinamarca y Suecia se disputaron el mando, mientras Francia lidiaba con una revuelta hugonote. La respuesta francesa no fue religiosa, sino política, buscando la hegemonía nacional. La participación inglesa cambió debido a conflictos internos. Francia mantuvo su resistencia contra los Habsburgo y seguiría luchando activamente contra España. La guerra reflejó la compleja dinámica religiosa y política de Europa en la época.
La reanudación de la Guerra de los Ochenta Años en 1621 tras el armisticio vio a España fortalecida militarmente con 60.000 soldados. En 1625, bajo Ambrogio Spínola, España logró importantes victorias, incluida la toma de la estratégica fortaleza holandesa de Breda. Aunque Inglaterra intentó atacar Cádiz en represalia, sus capacidades militares habían menguado desde Isabel I. A pesar de algunos éxitos, las guerras agotaron las finanzas españolas, culminando en la bancarrota de 1627. Estas limitaciones financieras obstaculizaron los avances posteriores en la guerra, frustrando la conquista total de los Países Bajos.
Adam von Herberstorff, un hombre importante, pensó que castigar a los campesinos con el juego de dados de Frankenburg los asustaría, pero solo causó más enojo. Los campesinos se prepararon en secreto para luchar, reclutando un hombre de cada casa y consiguiendo armas. La guerra estalló cuando los soldados bávaros intentaron robar un caballo y los campesinos los enfrentaron cerca de Lembach. Reunieron más gente y sitiaron varias ciudades. Aunque perdieron líderes y muchos fueron ejecutados, su rebelión ayudó a mantener la fe católica. La guerra arruinó campos y dejó a los granjeros alimentando a los soldados. Aunque fracasaron, su lucha tuvo un impacto duradero en la historia.
Albrecht von Wallenstein, un noble, ofreció al emperador formar un gran ejército. Fernando II aceptó y Wallenstein prometió reclutar soldados y saquear. Cuando Cristián IV de Dinamarca invadió, su ejército fue derrotado por Wallenstein y Tilly. Mansfeld también perdió ante Wallenstein. La guerra se volvió costosa. Stralsund resistió a Wallenstein. Cristián IV firmó un tratado para salvar Dinamarca-Noruega. Gabriel Bethlen murió. El Edicto de Restitución de 1629 devolvió tierras católicas. Los protestantes perdieron terreno. Inglaterra firmó tratados de paz. Solo Stralsund resistió a Wallenstein. Alexander Leslie defendió la ciudad hasta 1630. Gustavo Adolfo II de Suecia esperaba usar Stralsund como base. La guerra continuaba mientras Gustavo luchaba en Polonia.
Fase italiana (1629-1631)
El norte de Italia ha sido un terreno disputado entre Francia y los Habsburgo por siglos. La masacre de protestantes en 1620 desencadenó tensiones. España ocupó el valle de Mantua, lo que provocó una alianza entre Francia, Saboya y Venecia. Felipe IV de España defendió la Valtelina. Richelieu formó una liga antiespañola. España aseguró el Camino Español en 1626. Francia y España hicieron la paz en 1626, pero las tensiones continuaron. La Guerra de Sucesión de Mantua estalló en 1627 por la extinción de la línea masculina de los Gonzaga. La guerra implicó a Francia, España y varios estados italianos. La plaga azotó a las tropas. La paz se alcanzó con el Tratado de Cherasco en 1631, confirmando a Charles Gonzaga-Nevers como gobernante de Mantua. Francia renunció a sus conquistas en Italia, asegurando su posición en el norte durante dos décadas. La guerra se reavivó con la entrada de Francia en la Guerra de los Treinta Años y una liga antiespañola en Italia entre 1636 y 1637.
Intervención sueca (1630-1635)
Gustavo II Adolfo de Suecia participó en la guerra polaco-sueca desde 1626, enfrentándose a Polonia, aliada al Sacro Imperio Romano Germánico. En 1629, regresó a Prusia polaca con refuerzos y marchó hacia Graudenz con la esperanza de aislar al cuerpo imperial de Arnim. Sin éxito, se retiró hacia las guarniciones suecas, siendo atraído a la Batalla de Trzciana en 1629, donde sufrió pérdidas significativas. La tregua de Altmark favoreció a los suecos, que obtuvieron la mayor parte de Livonia y su puerto de Riga, consolidando su control en el Mar Báltico.
En la Guerra de los Treinta Años, Gustavo II Adolfo intervino en el Sacro Imperio, aliándose con Francia en 1631. Su ejército, compuesto principalmente por mercenarios alemanes y escoceses, logró importantes victorias contra la Liga Católica. Suecia dominaba el Báltico, pero enfrentaba la oposición de Fernando II de Habsburgo y sus aliados.
En la década de 1630, Felipe IV de España y Segismundo III de Polonia planeaban acciones en el Báltico, pero sus intereses divergentes llevaron al fracaso de sus planes. En 1632, España se retiró de la política báltica activa, mientras Suecia consolidaba su influencia en la región.
La posición del emperador volvió a ser amenazante. El aliado tradicional, España, se vio obligado a repeler las tropas españolas que debían reanudar la Guerra de los Ochenta Años debido a la contraofensiva del príncipe Friedrich-Heinrich. Polonia-Lituania gestaba un conflicto con Rusia, iniciado en 1632, mientras otro enfrentamiento con el Imperio Otomano se gestaba en 1633-1634. El rey sueco Gustavo II Adolfo de Suecia propuso una alianza con Rusia y el Imperio Otomano contra Polonia, pero su muerte en 1632 frustró estos planes. La muerte del general Wallenstein en 1634 tuvo un impacto significativo, mientras que la Guerra de Smolensk se convirtió en parte del enfrentamiento de Treinta Años. La paz ruso-polaca de 1634 permitió a los suecos luchar en Europa Central sin ser atacados por Polonia. Las negociaciones polaco-españolas concluyeron con la ampliación de la tregua con Suecia en 1635 mediante el Tratado de Stuhmsdorf. Esto permitió a Suecia transferir refuerzos a Alemania, mientras que España propuso crear un ejército en Polonia bajo la bandera de la Liga Católica.
En 1634, los suecos y aliados protestantes fueron vencidos por fuerzas hispano-imperiales en la batalla de Nördlingen. Tras esta derrota, en 1635, la mayoría de los estados protestantes abandonaron la alianza con Suecia. La Paz de Praga (1635) restableció la fecha de 1555 como límite para cambios territoriales entre protestantes y católicos, unió los ejércitos alemanes al del Sacro Imperio, y expulsó a los suecos del Imperio. Legalizó el calvinismo y resolvió las cuestiones religiosas de la guerra. Francia, preocupada por el poder de los Habsburgo, entró en guerra contra España y el Sacro Imperio en 1635.
Intervención francesa (1635-1648)
El ejército francés experimentó un notable aumento durante la Guerra de los Treinta Años. Inicialmente, contaba con 72 regimientos de infantería, cifra que se elevó a 135 regimientos al entrar en guerra en 1635, alcanzando 174 regimientos en 1636 y culminando en 202 regimientos en 1647. Tras una reforma en 1635, cada regimiento constaba de 1060 hombres. El número total de infantería francesa ascendía a unos 130,000 en 1635, 155,000 en 1636 y 100,000 en 1647.
Francia, previamente cauta, entró en guerra en 1635, aliándose con Holanda y Suecia, desafiando a la poderosa Casa de Habsburgo. La intervención francesa, liderada por el cardenal Richelieu, se debió a la preocupación por el poder habsburgo y la ambición de mantener el equilibrio de poder. El conflicto trajo cambios diplomáticos, como la alianza entre Suecia y Francia, y tensiones internas en otras naciones, como el enfrentamiento en el Piamonte y la guerra civil piamontesa. Las fuerzas españolas e imperiales amenazaron París, pero la resistencia francesa y las victorias en el Rin y en Rocroi cambiaron el curso del conflicto. Además, Francia exploró alianzas con Polonia, alterando el equilibrio de poder en Europa y transformando el conflicto en una lucha global por la supremacía política y religiosa.
Las hostilidades de 1637 y 1638 estuvieron marcadas por la confusión y un status quo relativo. En 1637, la muerte de los duques de Mantua y Saboya y la difícil regencia de la duquesa Cristina, hermana de Luis XIII, ante las intrigas de sus hermanos en Ley, Tomás y Mauricio, aliados con los españoles, fueron destacables. El emperador fallecido en 1637 y su sucesor, Fernando III, presionaron por un compromiso, pero la Paz de Praga era historia. Tras la victoria en Wittstock, Suecia mejoró su situación. En 1638, la derrota francesa en Fuenterrabía, la destrucción de una flota española, y la captura de Brisach fueron relevantes. La batalla de Vlotho en octubre de 1638 resultó en la derrota del ejército del Palatinado-Sueco. La guerra entró en un punto muerto, con batallas sin ventajas claras y una disminución de operaciones, pero una mayor devastación. En 1640, el dominio imperial se debilitó, mientras Francia y Suecia avanzaban hacia la paz. En España, la independencia de los Países Bajos y las derrotas navales paralizaron su poder, y la guerra civil en Inglaterra agregó un nuevo frente de conflicto.
En 1642, fallecieron el cardenal Richelieu y el rey francés Luis XIII, sucediéndolos Luis XIV, de cinco años, y el Cardenal Mazarino como regente. Mazarino buscó una solución diplomática para la guerra, abandonando ambiciones imperiales. En tanto, Suecia enfrentaba a Dinamarca-Noruega en la Guerra de Torstenson, ocupando Jutlandia. Para evitar la construcción danesa de una armada, las tropas suecas lanzaron una ofensiva en Holstein en 1643. La alianza entre Suecia y la marina holandesa dominó el Mar Báltico, interrumpiendo los planes daneses. La batalla de Rocroi en 1643 marcó el declive español y la guerra franco-española. En 1644, Suecia invadió Bohemia y derrotó al ejército imperial en Jankov, mientras Francia vencía en Nördlingen. La paz de Linz en 1645 concedió a Transilvania y evitó la unificación sueco-húngara. Las conferencias de paz comenzaron en 1644, intensificando la lucha por ventajas negociadoras. Francia y Suecia vencieron en Lens en 1648, forzando a Baviera a la tregua de Ulm y debilitando al Imperio. La Revolución Napolitana y el conflicto en Sicilia mostraron la resistencia contra el dominio español. La batalla de Zusmarhausen y Lens en 1648 consolidaron el dominio franco-sueco, llevando a Baviera a buscar la paz.
El general sueco Königsmark, que tras la batalla de Zusmarshausen se trasladó hacia Praga, logró capturar Mala Strana y Hradcany el 26 de julio, sin embargo, intentó continuar la ofensiva y cruzar el Puente Carlos para la ciudad vieja se enfrentó a una feroz resistencia de la gente del pueblo y la guarnición imperial. La lucha en Praga continuó hasta el final de la guerra. La batalla final se libró en el mismo lugar donde estalló la Guerra de Bohemia-Palatinado. En 1648, la coalición sueco-francesa derrotó al ejército emperador-bávaro y consolidó su poder. Los suecos sitiaron y capturaron Praga y se prepararon para atacar Viena, la capital imperial. El emperador decidió firmar el Tratado de Paz el 24 de octubre.
Sin embargo, Suecia continuó luchando en Praga después del 26 de julio de 1648 por la conquista de Bohemia y el protestantismo. Praga, el último bastión del campo católico, resistió ferozmente y nunca se rindió. Carl X, entonces comandante en jefe del ejército sueco, que luego se convirtió en rey de Suecia, también se apresuró a ayudar y el asedio duró tres meses. Sin embargo, no lograron conquistar la parte de la margen derecha de Praga y la ciudad vieja, que resistió hasta el final de la guerra. Únicamente los territorios de la propia Austria permanecieron seguros en manos de los Habsburgo.
La guerra en la península ibérica
Las victorias francesas en Flandes en 1640 impulsaron movimientos separatistas en Cataluña y Portugal contra España. El cardenal Richelieu promovió una "guerra por diversión" para debilitar a España, apoyando a los catalanes y portugueses. La revuelta catalana, la Guerra de los Segadores, estalló en 1640, desafiando el dominio español. Los catalanes obtuvieron victorias en Martorell y Montjuïc, fortaleciendo la República Catalana proclamada. En 1642, Richelieu falleció, pero la política de guerra francesa continuó con éxito. Portugal también se levantó contra España en 1640, recibiendo ayuda francesa e inglesa. La guerra resultante duró hasta 1668, con Portugal buscando su independencia. El Tratado de los Pirineos (1659) dividió Cataluña entre Francia y España. La Guerra de Restauración portuguesa terminó con el Tratado de Lisboa (1668), reafirmando la autonomía regional.
La guerra fuera de Europa
Los límites temporales y geográficos de la Guerra de los Treinta Años han sido discutidos y reexaminados desde mediados del siglo XX, cuando los académicos argumentaron que este conflicto "nunca fue exclusivamente, ni siquiera principalmente, un asunto alemán, sino que afectó a toda Europa". Si bien se reconoce su importancia europea, los historiadores recientemente han integrado sus diversas etapas globalmente. Volkmar Happe, cronista de Schwarzburg-Sondershausen, describió cómo la guerra se extendió por todo el mundo. Otras crónicas, como el Diarium belli Bohemici de Otto von Estorf, y los diarios de Christian II de Anhalt-Bernburg, documentaron eventos globales durante la guerra. La prensa alemana informó sobre la lucha en Brasil, la flota de plata española y las batallas en África. La Guerra de los Treinta Años fue la primera guerra paneuropea, religiosa pero también por hegemonía. Algunos la llaman la verdadera "I Guerra Mundial" debido a su escala internacional. La guerra entre Holanda y Portugal fue parte de la lucha holandesa por la independencia de España y su dominio comercial en el comercio triangular, especialmente en el Brasil portugués.
La Guerra de los Treinta Años desencadenó un conflicto global por intereses comerciales, siendo los holandeses los principales agresores. Conocido como el "Gran Diseño", buscaba cortar el poder hispano-portugués en el Atlántico y establecer un lucrativo comercio en las Indias Orientales. La Tregua de los Doce Años (1609) reconoció de facto la independencia de la República Holandesa, permitiendo a los holandeses expandirse comercialmente en el Caribe y las Indias Orientales. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales conquistó Jakarta en 1619 y consolidó su posición en Asia. La Compañía Holandesa de las Indias Occidentales, formada en 1621, capturó Salvador, Bahía, y Recife en Brasil. Los portugueses resistieron en Salvador, mientras que en Asia perdieron Goa y Batavia. La expulsión de los portugueses de Japón en 1639 y el conflicto en Vietnam reflejaron la rivalidad entre las potencias europeas. La guerra continuó hasta 1654, demostrando el poder naval y comercial de los holandeses en un contexto global.
La primera Compañía Danesa de las Indias Orientales, fundada en 1616 bajo el rey Christian IV, se centró en el comercio con la India. La primera expedición, al mando del almirante Gjedde, tardó dos años en llegar a Ceilán, perdiendo más de la mitad de su tripulación. Portugal había reclamado la isla cuando llegaron, pero el 10 de mayo de 1620 se firmó un tratado con el Reino de Kandy y se sentaron las bases de un asentamiento en Trincomalee en la costa este de la isla. Ocuparon el colosal templo de Koneswaram en mayo de 1620 para iniciar la fortificación de la península antes de ser expulsados por los portugueses. Después de aterrizar en el continente indio, se concluyó un tratado con el gobernante del Reino de Tanjore, Raghunatha Nayak, quien otorgó a los daneses la posesión de la ciudad de Tranquebar (que seguiría siendo una colonia del imperio danés durante 200 años) y permiso para comerciar en el reino por tratado del 19 de noviembre de 1620. En Tranquebar establecieron Dansborg e instalaron al Capitán Crappe como el primer gobernador (opperhoved) de la India danesa. El tratado fue renovado el 30 de julio de 1621, y luego renovado y confirmado el 10 de mayo de 1676, por Shivaji, el fundador del Imperio Maratha. La presencia danesa-noruega también fue objeto de controversia entre otras potencias europeas. Mientras tanto, los holandeses intentaban expandirse en China, pero fueron derrotados por los Ming y se establecieron en Taiwán. La rivalidad entre España y los Países Bajos se extendió a Taiwán, donde ambos establecieron presencia. En 1625, los españoles intentaron capturar Taiwán desde los holandeses, desencadenando conflictos que continuaron con alzamientos locales. En África, los holandeses consolidaron su control en Angola y Santo Tomé, desafiando el dominio portugués. La presencia de ambas potencias generó tensiones y conflictos en la región.
En América del Norte y el Caribe, en enero de 1624, una expedición inglesa estableció asentamientos en la isla de San Cristóbal en el Caribe, desafiando las reclamaciones españolas. Colonos franceses se unieron, cooperando contra los caribes. En 1625/26, la isla sirvió como base francesa. A pesar de la guerra anglo-francesa en Europa, la cooperación continuó. Tras un tratado de paz en 1629, hubo conflictos por la división territorial. Los ingleses fundaron otro asentamiento en la vecina isla Nieves en 1628. En África, los holandeses establecieron una fábrica en Masulipatnam en 1625, pero enfrentaron dificultades financieras y tensiones locales. En Asia Oriental, los holandeses fueron derrotados por los Ming y se establecieron en Taiwán. La rivalidad entre España y los Países Bajos se extendió a Taiwán. En 1625, los españoles intentaron capturar Taiwán, pero los holandeses resistieron. En América del Sur, los holandeses establecieron el Brasil holandés en 1630, desafiando el dominio portugués. En Canadá, los ingleses atacaron Nueva Francia en 1628, capturando Quebec, aunque fue devuelta a Francia en 1632. Estos eventos reflejan la compleja lucha por el control colonial entre las potencias europeas en el siglo XVII.
La Capitanía de Pernambuco fue conquistada por la WIC en 1630, bajo el mando de Hendrick Lonck. La región se convirtió en Nueva Holanda, abarcando siete capitanías. A pesar de la resistencia portuguesa, los neerlandeses establecieron su dominio. En 1637, consolidaron su control sobre la región, iniciando el gobierno del Conde Mauricio de Nassau. Además, expandieron su influencia en África y Asia. En África, capturaron Luanda, Guinea y Santo Tomé y Príncipe. En Asia, establecieron una presencia en Camboya y Malaca. También conquistaron Malaca y Luanda, debilitando el control portugués en el este. En 1642, tomaron São Luís y Axim. Paralelamente, en India, la colonia danesa-noruega se enfrentó al Imperio Mogol y a Holanda. La guerra de Torstenson vio a Holanda y Suecia luchar contra Dinamarca-Noruega, asegurando su control en la región.
La expedición neerlandesa a Valdivia en 1643, buscando establecer una colonia en las ruinas de la ciudad española, saqueó Castro y Carelmapu en Chile. Liderada por Hendrik Brouwer, la expedición llegó el 24 de agosto y fundó Brouwershaven, pero fue abandonada el 28 de octubre. Esta ocupación alarmó al Virreinato del Perú, que reforzó la ciudad y construyó fortificaciones. En 1646, la Batalla de La Naval de Manila detuvo los ataques neerlandeses en Filipinas. Las Batallas de los Guararapes entre 1648 y 1649 aseguraron Pernambuco para los luso-brasileños. Salvador Correia de Sá reconquistó Luanda en 1648, restaurando el control portugués en Angola. A pesar de los éxitos, la expansión holandesa en Brasil y África fue efímera, mientras que en Asia mantuvieron posiciones en Malaca, Malabar, Molucas y Ceilán. La guerra entre otomanos y venecianos, marcada por el asedio a Creta en 1648, demostró la debilidad de Venecia y la determinación otomana en el Mediterráneo.
Paz de Westfalia
Después de cuatro años de negociaciones de paz, se concluyó finalmente la paz en octubre de 1648, poniendo fin a la Guerra de los Treinta Años. Las tentativas de mediación y paz datan de la década de 1630, pero las partes esperaban el momento adecuado para obtener más ventajas con la paz que con la guerra. Las negociaciones preliminares comenzaron en Hamburgo en 1638, pero sin resultados tangibles, ya que Francia no estaba interesada en la paz. En diciembre de 1641 se acordó iniciar las negociaciones reales, que comenzaron en 1643. Las discusiones tuvieron lugar en Osnabrück y Münster, con representantes de diversas potencias. Francia y Suecia presentaron sus demandas en 1645, lo que inició las negociaciones formales. Las partes estaban listas para la paz, especialmente después de la derrota en Jankov y el saqueo de Praga. La Paz de Westfalia, firmada en octubre de 1648, consta de dos tratados separados, en Osnabrück y Münster, entre las potencias protestantes y católicas, poniendo fin a la guerra y sentando las bases para una Europa reformada y territorialmente redefinida.
La paz de Westfalia, firmada en octubre de 1648, puso fin a la Guerra de los Treinta Años y redefinió el panorama europeo. En esta paz, que no incluyó la guerra entre Francia y España, participaron 109 delegaciones en conversaciones divididas entre Münster y Osnabrück. Las disposiciones clave incluyeron la incorporación de la Paz de Praga, reconocimiento internacional de los calvinistas, redistribución territorial y reconocimiento de naciones independientes como Suiza y las Provincias Unidas. Los tratados establecieron la libertad religiosa y autonomía política para los estados alemanes. Las repercusiones geopolíticas fueron significativas, estableciendo la soberanía de naciones como Francia y Alemania, y la independencia de Suiza y los Países Bajos. La paz también marcó el comienzo del sistema internacional moderno, favoreciendo la secularización política y el fortalecimiento de los estados nacionales. Los tratados posteriores, como el de los Pirineos y Andrusovo, continuaron reconfigurando el mapa político europeo en las décadas siguientes.
Consecuencias
La guerra tuvo profundas repercusiones, con devastación generalizada y cambios socioeconómicos significativos en Europa. Aunque las estimaciones sobre las pérdidas varían, la guerra alteró drásticamente la economía de Europa Central y exacerbó los cambios comerciales. Los ejércitos en conflicto propagaron epidemias como el tifus y la peste, causando estragos en la población. La pérdida demográfica fue devastadora y solo se recuperó gradualmente en los siglos siguientes, con la inmigración y la reasignación de territorios. La fragmentación del Sacro Imperio Romano se acentuó, otorgando a los príncipes más autonomía. Las consecuencias sociales incluyeron la desintegración del orden establecido, levantamientos campesinos y cambios en el paisaje rural. La guerra transformó la economía europea, afectando el comercio, la industria y la moneda. Se produjo un renacimiento literario, aunque acompañado de caza de brujas y crisis sociales. A largo plazo, Francia emergió como una gran potencia, mientras que Suecia consolidó su posición en Europa del Norte. Dinamarca, en cambio, perdió su estatus de potencia y sufrió pérdidas significativas en su imperio colonial.
Por otro lado, la guerra desencadenó transformaciones socioeconómicas y políticas significativas. Las naciones en conflicto experimentaron cambios en su estructura feudal, dando paso al surgimiento de nuevas clases dominantes y al fortalecimiento del absolutismo monárquico. La guerra también aceleró la transición del feudalismo al capitalismo, reconfigurando el equilibrio de poder en Europa y debilitando el poder de la Iglesia sobre los estados.
La Paz de Westfalia, firmada en 1648, sentó las bases de la nación-estado soberana y estableció el principio de la soberanía territorial. Los tratados acordados durante este período consolidaron la no injerencia en los asuntos internos de otros estados, marcando el inicio del sistema de relaciones internacionales moderno.
Además, la guerra afectó las relaciones con las colonias extranjeras, desencadenando conflictos navales y transformaciones en la estructura colonial en África y Asia. La Guerra de los Treinta Años, aunque devastadora, influyó en la configuración geopolítica y social de Europa y sus colonias durante siglos.
Propaganda
Durante la Guerra de los Treinta Años, la propaganda escrita experimentó un gran avance y se difundió en diversas formas, como panfletos, periódicos, volantes y libros impresos. Su objetivo principal era resaltar el lado propio y desacreditar al oponente, a menudo acusándolo de intentar dominar el mundo o de cometer atrocidades. Se afirmaba que Dios estaba de su parte. Los folletos, de tamaño variable, incluían versos complementados con imágenes para alcanzar tanto a personas alfabetizadas como analfabetas. Los príncipes y monarcas involucrados en la guerra ordenaban y financiaban la propaganda, que se basaba en prejuicios y humor, utilizando exageraciones y caricaturas. La propaganda también se difundía mediante lecturas en voz alta a grupos de personas. En Suecia, se emitían cartas abiertas a la población, y la principal forma de difusión era a través de la oficina de correos y las rutas postales. La propaganda se utilizaba para atraer inversores y para influir en la opinión pública sobre la guerra y las colonias extranjeras, convirtiéndose en una herramienta eficaz durante eventos como el Saqueo de Magdeburgo. La representación de las Américas en la propaganda contribuyó a la difusión de la Leyenda Negra de la Inquisición y la humillación hacia los países católicos derrotados.
Frases célebres sobre la Guerra de los 30 años
- "La Guerra de los Treinta Años fue un desastre para Europa; la guerra más destructiva hasta la Primera Guerra Mundial." - Barbara Tuchman
- "La Guerra de los Treinta Años fue un enfrentamiento prolongado que destruyó naciones y dejó cicatrices profundas en la conciencia europea." - Peter H. Wilson
- "En la Guerra de los Treinta Años, la crueldad y la devastación alcanzaron niveles sin precedentes en Europa." - C.V. Wedgwood
- "La Guerra de los Treinta Años fue un conflicto enraizado en rivalidades religiosas, políticas y territoriales que llevaron a un derramamiento de sangre sin igual en la historia europea." - Friedrich Schiller
- "La Guerra de los Treinta Años mostró la fragilidad de la paz y la capacidad destructiva del ser humano en nombre de las ideologías y la ambición." - Anónimo
Datos de interés
- Duración y complejidad: Aunque se conoce como la Guerra de los Treinta Años, en realidad duró mucho más. Comenzó en 1618 y oficialmente terminó en 1648 con la Paz de Westfalia, por lo que en realidad duró 30 años exactos.
- Impacto demográfico: La guerra causó una tremenda pérdida de vidas humanas en toda Europa Central, con estimaciones que sugieren que entre un tercio y la mitad de la población de algunas áreas perdió la vida debido a la guerra, la hambruna y la peste.
- Guerra religiosa y política: La Guerra de los Treinta Años fue en gran medida un conflicto religioso entre católicos y protestantes, pero también estuvo influida por disputas políticas y territoriales entre las potencias europeas de la época.
- Desplazamientos de población: La guerra provocó grandes desplazamientos de población, con miles de personas huyendo de las zonas afectadas por la guerra en busca de seguridad y refugio en otras partes de Europa.
- Desarrollo del derecho internacional: La Guerra de los Treinta Años fue un hito importante en el desarrollo del derecho internacional y sentó las bases para el sistema de Estados soberanos reconocidos en Europa. La Paz de Westfalia introdujo principios como el respeto a la soberanía nacional y la no interferencia en los asuntos internos de otros estados.
- Ascenso y caída de potencias: Durante la guerra, algunas potencias europeas emergieron como potencias dominantes, mientras que otras, como el Sacro Imperio Romano Germánico, vieron disminuir su influencia y poder.
- Nuevas formas de financiamiento: La guerra vio el surgimiento de nuevas formas de financiamiento militar, como la emisión de bonos y la recaudación de impuestos específicos para financiar los esfuerzos bélicos, marcando un cambio significativo en la forma en que se financiaban las guerras en Europa.
Galería de imágenes
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Fernando II, emperador del Sacro Imperio, cuyas acciones provocaron la tercera defenestración de Praga al enviar delegados a dicha ciudad.
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Grabado que representa la defenestración de Praga de 1618. Desde una ventana del castillo de la ciudad fueron arrojados los dignatarios católicos, dando comienzo a la Guerra de los treinta años.
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Rocroi, el último tercio, por Augusto Ferrer-Dalmau (2011).
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El Cardenal Richelieu, diplomático líder de la fase francesa de la guerra.
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Lennart Torstenson (1603-1651), uno de los principales caudillos suecos durante la Guerra.
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el Imperio Español durante la Unión Ibérica tenía posesiones por todo el mundo, importando el conflicto religioso a rincones fuera de Occidente.
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Mapa de Europa en 1648 tras la Paz de Westfalia. La zona gris representa a los pequeños estados alemanes incluidos en el Sacro Imperio Romano Germánico.
Véase también
En inglés: Thirty Years' War Facts for Kids