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Antonio de Oquendo para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Antonio de Oquendo
Antonio de Oquendo.jpg
Retrato de Antonio de Oquendo, Museo Naval de Madrid.
Información personal
Nombre de nacimiento Antonio de Oquendo y Zandategui
Nacimiento Octubre de 1577
San Sebastián, Guipúzcoa, España Flag of Cross of Burgundy.svg
Fallecimiento 17 de junio de 1640
La Coruña (España)
Nacionalidad Española
Familia
Padres Miguel de Oquendo
María de Zandategui
Cónyuge María de Lazcano y Sarría
Hijos Miguel Antonio de Oquendo
Información profesional
Ocupación Marino y oficial militar
Años activo 1593 - 1640
Lealtad Flag of Cross of Burgundy.svg Monarquía española
Rama militar Real Armada
Rango militar Almirante General
Conflictos

Guerra anglo-española (1585-1604)

Conflictos hispano-marroquíes

  • Socorro de La Mámora

Guerra de los Ochenta Años

Distinciones el hábito de Santiago

Antonio de Oquendo y Zandategui (nacido en San Sebastián en octubre de 1577 y fallecido en La Coruña el 7 de junio de 1640) fue un importante marino y militar español. Llegó a ser almirante general de la Armada del Mar Océano. Participó en más de cien batallas navales. Sus acciones más destacadas fueron la Batalla de los Abrojos en 1631 y la Batalla de las Dunas en 1639.

Se dice que su éxito en las operaciones militares se debía a la excelente organización de sus barcos y a la estricta disciplina que mantenía en ellos.

Biografía de Antonio de Oquendo

¿Cómo fue la juventud de Antonio de Oquendo?

Antonio de Oquendo era hijo de María de Zandategui y de Miguel de Oquendo, quien fue capitán general de la Armada de Guipúzcoa. Su padre luchó junto a Álvaro de Bazán en la Batalla de la Isla Terceira y falleció en el desastre de la Armada Invencible.

A los 16 años, Antonio comenzó su carrera en las galeras de Nápoles. Allí, bajo el mando de Pedro de Toledo, se destacó rápidamente por su carácter y su gran habilidad militar.

Hacia 1594, se unió a la Armada del Océano, dirigida por Luis Fajardo. Antes de cumplir los 18 años, ya estaba al mando de dos barcos ligeros: el Delfín de Escocia y la Dobladilla.

El 15 de julio de 1604, zarpó de Lisboa con la misión de perseguir a un barco enemigo que atacaba las costas de Andalucía, Galicia y Portugal. El 7 de agosto, encontró al enemigo en el golfo de Cádiz. Después de dos horas de combate, Oquendo logró capturar el barco enemigo. Esta fue la última acción de la guerra anglo-española (1585-1604), ya que el Tratado de Londres se firmaría a finales de ese mes.

¿Qué hizo como gobernador de la escuadra del Cantábrico?

En 1607, Antonio de Oquendo fue nombrado gobernador de la escuadra de Vizcaya. Su misión era proteger las costas de los ataques de los neerlandeses. Cuando los neerlandeses supieron que la escuadra de Vizcaya había salido, se retiraron.

En junio, se le encargó el mando de las escuadras de Guipúzcoa y de las Cuatro Villas, que junto a la de Vizcaya formaron la escuadra del Cantábrico. Con estas fuerzas, Oquendo realizó muchas patrullas, protegiendo la llegada de las flotas de Indias y capturando numerosos barcos enemigos. Ese mismo año, fue nombrado general de la flota de Nueva España.

También sirvió como almirante bajo las órdenes del príncipe Filiberto de Saboya. El príncipe habló muy bien de Oquendo al rey, quien le otorgó el hábito de Santiago y le pidió a Rodrigo Calderón que lo nombrara caballero en su nombre.

¿Por qué fue encarcelado Antonio de Oquendo?

En 1619, Juan Fajardo, almirante general de la escuadra del Océano, pidió permiso para retirarse, pero le fue negado. Fajardo decidió retirarse sin permiso real y fue arrestado. Oquendo fue nombrado para reemplazarlo, pero él se negó, explicando que estaba ocupado preparando su escuadra y construyendo un nuevo barco.

Los miembros del Consejo Real se molestaron con Oquendo por su negativa y propusieron al rey que le quitaran el mando y lo encerraran en el castillo de Fuenterrabía. Poco después, su prisión fue cambiada por reclusión en el convento de San Telmo, en San Sebastián, con permiso para inspeccionar su galeón. Finalmente, su protector, el príncipe Filiberto, intervino y logró su liberación. Pronto se le dio un nuevo mando: el de los galeones de la carrera de Indias, con los que realizó varios viajes.

Al principio del reinado de Felipe IV, Oquendo fue consultado por el conde-duque de Olivares sobre temas importantes como el comercio con América y el servicio naval.

¿Fue Antonio de Oquendo procesado?

En 1624, Oquendo fue acusado de irregularidades en su mando. Se le acusó de permitir que barcos inadecuados se unieran a la flota por ser de sus amigos, de no hacer las reparaciones necesarias en los barcos y de pasar el invierno en La Habana sin justificación. Debido a esto, dos galeones, el Espíritu Santo y el Santísima Trinidad, se hundieron, perdiendo su valiosa carga.

Oquendo pudo defenderse de todas las acusaciones, que parecían venir de la envidia de sus rivales. Después de un año y medio, se dictó sentencia: se le prohibió el mando de las flotas de Indias por cuatro años, y tuvo que pagar 12.000 ducados por las pérdidas de los galeones.

El apoyo a La Mámora

En 1626, Oquendo obtuvo el cargo de almirante general de la Armada del Océano. Esto significaba que todos los generales de las diferentes escuadras estaban bajo su mando.

En 1628, cuando La Mámora estaba siendo atacada, Oquendo recibió una petición de ayuda. Desde Cádiz, fletó barcos y reunió gente para socorrer la plaza, incluso sin tener autorización de sus superiores. Consideró que era una ayuda urgente y necesaria para el servicio del rey. El rey Felipe IV quedó tan contento con su acción que le escribió una carta de agradecimiento.

La campaña en Brasil

Archivo:Statue of Antonio de Oquendo ,Donostia
Estatua de Antonio de Oquendo en San Sebastián, inaugurada en 1894.

Oquendo formaba parte del Consejo de Guerra. Se reunió en Lisboa una escuadra bajo su mando para proteger las costas de Brasil de los ataques neerlandeses, especialmente las ciudades de Pernambuco y Todos los Santos. La escuadra estaba compuesta por 16 barcos, algunos pequeños y con pocos hombres. Oquendo navegaba en su galeón, el Santiago.

Salió de Lisboa el 5 de mayo de 1631, acompañando a una flota de barcos mercantes portugueses y 12 carabelas, que llevaban 3000 soldados para reforzar las guarniciones brasileñas.

Después de 68 días de viaje, llegaron a la bahía de Todos los Santos, donde reforzaron la guarnición. Luego continuaron hacia Pernambuco con 20 barcos mercantes que se unieron al grupo. El 12 de septiembre, vieron la flota neerlandesa, al mando del almirante Adriaan Hans Pater. El almirante neerlandés decidió que solo 16 de sus barcos atacarían a los españoles, el mismo número que los de Oquendo. Sin embargo, los barcos neerlandeses eran mucho más grandes y tenían más cañones que los españoles.

Antes de la batalla, el conde de Bayolo, jefe de la infantería, le ofreció a Oquendo reforzar los barcos con sus soldados. Oquendo, con humor, le dijo: «¡Son poca ropa!». Se negó a que los soldados pasaran a los barcos de combate, ya que su orden era llevarlos a Pernambuco como refuerzo.

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Combate el 12 de septiembre de 1631 entre holandeses y españoles

El 12 de septiembre de 1631, a las 8 de la mañana, comenzó una dura batalla cerca de los Abrojos. La escuadra neerlandesa avanzó. Oquendo logró acercarse hábilmente al barco principal enemigo, el de Hans Pater, para que el humo y el fuego fueran hacia ellos. Hans Pater intentó separarse, pero no pudo. Un capitán español, Juan Castillo, saltó al barco neerlandés y lo aseguró con una cuerda. Aunque él y sus soldados murieron, el fuego desde el Santiago impidió que los neerlandeses se desataran. Otro galeón neerlandés se acercó al Santiago, pero los españoles también acudieron en ayuda de su general.

La batalla seguía sin decidirse a las 4 de la tarde. Finalmente, un proyectil encendido del Santiago prendió fuego al barco principal neerlandés. El segundo al mando de Oquendo, Jerónimo Masibradi, remolcó al Santiago para alejarlo de la explosión. Hans Pater murió en el agua.

Oquendo capturó el estandarte de los Países Bajos y puso en fuga al enemigo. Los neerlandeses perdieron tres grandes galeones y 1900 hombres. Los españoles perdieron dos galeones, uno de ellos hundido, y tuvieron 585 muertos y 201 heridos. Oquendo se alegró al saber que el galeón español capturado por los neerlandeses, el Buenaventura, no pudo ser usado, y que los prisioneros españoles lograron escapar.

Cinco días después, las escuadras se volvieron a ver, pero el almirante Tir, que había tomado el mando de los neerlandeses, evitó el combate a pesar de tener más barcos. Oquendo llevó las tropas de refuerzo a Pernambuco y regresó a España. El 21 de noviembre, entró en Lisboa y fue recibido con gran entusiasmo. Guipúzcoa le envió un mensaje de felicitación.

Gobernador de Mahón

Después de esta campaña, fue nombrado capitán general de la protección de la ruta de Indias. En este cargo, realizó otro viaje a América en 1634, sufriendo una fuerte tormenta a su regreso.

En 1636, Oquendo fue arrestado de nuevo por participar en un duelo en Madrid. En 1637, recibió la orden de unirse a la escuadra de Nápoles. Él explicó que sus barcos no estaban en buenas condiciones para luchar, sin gente ni pólvora. Por ello, se le ordenó pasar el invierno en Mahón, donde fue nombrado gobernador de Menorca. Allí, realizó grandes mejoras en las fortificaciones de la isla, trayendo artillería de Nápoles.

La Batalla de las Dunas

En agosto de 1639, se terminó de formar en Cádiz una parte de la escuadra que debía luchar contra Francia y los Países Bajos: 23 barcos con 1.679 marineros. El 20 de julio, el secretario del rey, Pedro Coloma, le informó a Oquendo que se le otorgaba el título de vizconde. La armada llegó a La Coruña y allí se le unió la escuadra de Dunquerque, que era la mejor equipada y entrenada. El 5 de septiembre, Oquendo zarpó de este puerto con todas sus fuerzas, yendo él en la vanguardia en su galeón Santiago, seguido por la escuadra de Dunquerque. En doce barcos de transporte ingleses iban tropas para reforzar a los Países Bajos.

Los neerlandeses, siguiendo instrucciones del príncipe de Orange, habían dividido sus fuerzas en dos escuadras: una de 50 galeones y 10 barcos incendiarios, al mando de Maarten Harpertszoon Tromp, y otra de 40 barcos y 10 barcos incendiarios, bajo el mando del almirante Johan Evertsen.

Cerca del paso de Calais, las escuadras española y neerlandesa se encontraron y lucharon durante tres días (16, 17 y 18 de septiembre). Después de la batalla, la escuadra española se refugió en la rada de Las Dunas (en la costa inglesa) para reparar sus barcos. Un mes después, salieron al mar y lucharon en desventaja contra los neerlandeses que les bloqueaban la salida. El resultado fue la derrota de la flota española, que perdió 43 barcos. A pesar de esto, se logró llevar los refuerzos y el dinero al ejército de Flandes.

En esta Batalla de las Dunas, el barco principal de Oquendo se defendió con tanta valentía que logró llegar a Mardique, a pesar de ser fuertemente atacado. Cuando se le preguntó al almirante neerlandés por qué no había capturado el barco de Oquendo, respondió: «La capitana Real de España con don Antonio de Oquendo dentro, es invencible». El barco de Oquendo hundió varios barcos enemigos, y al llegar a puerto, se contaron 1700 impactos de cañón de diferentes tamaños. Durante muchos días tuvieron que achicar agua y tapar agujeros, pero finalmente el galeón Santiago fue salvado. La salud de Oquendo quedó muy afectada; llevaba más de cuarenta días sin descansar y tenía mucha fiebre. No pudo recuperarse por completo. Dijo: «Ya no me falta más que morir, pues he traído a puerto con reputación la nave y el estandarte».

Regreso a España y fallecimiento

En marzo de 1640, mientras regresaba a España y estaba cerca de Pasajes, donde tenía su casa, le aconsejaron que entrara al puerto para recuperarse, ya que estaba muy enfermo. Él respondió: «La orden que tengo es volver a La Coruña; nunca podré cuidarme mejor que cuando demuestre mi obediencia con la muerte».

En La Coruña, quedó postrado en la cama, y su enfermedad empeoró. Falleció el 7 de junio, justo cuando la artillería de los barcos disparaba salvas por la procesión del Corpus Christi. Oquendo, al oír el sonido de los cañones, se levantó de la cama, gritando: «¡Enemigos! ¡Dejadme ir a la capitana, para defender la armada!».

Posteriormente, la familia Oquendo se trasladó a Las Encartaciones de Vizcaya a finales del siglo XVII. Se unieron a importantes familias como Murga, Garay, Alcedo, Salcedo y Salazar. El jefe de la familia Oquendo fue Joaquín de Urdampilleta, Palacio, Marroquín y Oquendo, cuyo nieto fue José Joaquín Puig de la Bellacasa y Urdampilleta. Descienden de Miguel Antonio de Oquendo y Garay, nacido en San Martín de El Carral, en Sopuerta (Vizcaya), en 1736.

Ofrenda marina

Es interesante mencionar la bala de cañón que Antonio Oquendo ofreció a la Virgen de Aránzazu. Lo hizo después de ganar la batalla contra la armada neerlandesa en Pernambuco, creyendo que fue gracias a la ayuda divina.

Este tipo de ofrendas son una tradición antigua. Se hacían cuando una bala de cañón no causaba daños mortales o no hundía el barco, lo que se consideraba un milagro. Antes, una placa de plata adornaba la bala con una inscripción que decía que era una ofrenda a la Virgen de Aránzazu por la victoria en la batalla de Pernambuco en 1631.

Barcos nombrados en su honor

El crucero acorazado Almirante Oquendo fue nombrado en honor a Antonio de Oquendo. Fue botado en 1891 y se hundió en la Batalla naval de Santiago de Cuba en 1898, durante un conflicto con la armada de los Estados Unidos.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Antonio de Oquendo Facts for Kids

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