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Pintura renacentista de España para niños

Enciclopedia para niños

La pintura renacentista española se refiere a las obras de arte creadas en los reinos de Castilla y Aragón durante el siglo XVI. El estilo del Renacimiento italiano llegó a la península ibérica desde la costa del Mar Mediterráneo.

Por eso, la forma en que cada región adoptó este nuevo estilo fue diferente. En la Corona de Aragón, que tenía más contacto con Italia, el cambio fue más rápido. En cambio, en el centro de la Península, los estilos flamencos que eran populares durante el tiempo de los Reyes Católicos tardaron más en desaparecer.

El rey Carlos I apoyó mucho este nuevo arte, al que llamaban "la manera antigua" porque se inspiraba en el arte de la antigüedad clásica. Gracias a su apoyo, se crearon algunas de las obras más hermosas y únicas del Renacimiento español. Por ejemplo, apoyó a artistas como Alonso de Covarrubias y encargó obras a Tiziano, aunque este nunca se mudó a España.

Otros pintores importantes de esa época, aunque no trabajaban directamente para la corte, fueron Pedro Berruguete, Juan de Juanes, Paolo de San Leocadio (conocido por su delicada Virgen del Caballero de Montesa), Yáñez de la Almedina y Fernando de los Llanos.

La pintura de este período se divide generalmente en tres etapas, una por cada tercio del siglo. Una característica muy importante del Renacimiento español es que casi todas las pinturas eran de temas religiosos. Era raro encontrar obras sobre mitología, historia, ideas abstractas o géneros como los bodegones (naturalezas muertas) o los paisajes. Sin embargo, sí se hicieron muchos retratos, especialmente de personas importantes de la corte.

Las obras se pintaban normalmente con óleo. Los interiores de las escenas seguían las reglas de la perspectiva (que da sensación de profundidad), los personajes no estaban amontonados y todos tenían el mismo tamaño, con cuerpos anatómicamente correctos. Los colores y las sombras se usaban en diferentes tonos, siguiendo lo que se aprendía de los artistas italianos. Para que el estilo pareciera aún más italiano, a menudo se copiaban elementos de allí, como los adornos llamados a candelieri (dibujos de plantas y pequeños ángeles que rodeaban los marcos) o ruinas romanas en los paisajes, incluso en escenas de la vida de Cristo.

Durante el Renacimiento, España recibió la visita de algunos grandes artistas. Las posesiones españolas en Italia y las relaciones que estableció Fernando II de Aragón hicieron que muchos intelectuales y artistas se movieran entre países, especialmente a medida que la influencia española crecía en Europa. A lo largo del siglo XVI, llegaron muchos artistas italianos y también flamencos. De todos los pintores que trabajaron en España en el siglo XVI, la figura más destacada al final del siglo fue El Greco.

Hoy en día, puedes ver cuadros de esta época y estilo en varios museos. El más importante es el Museo del Prado en Madrid. También son muy buenos los fondos del Museo de Bellas Artes de Valencia. Para conocer las obras de El Greco y otros artistas, es fundamental visitar la ciudad de Toledo y su catedral. Además, en la Catedral de Sevilla también hay varias obras de este período.

Etapas de la pintura renacentista española

¿Cómo evolucionó la pintura a principios del siglo XVI?

Archivo:Fernando yañez-santa catalina-prado
Yáñez de la Almedina: Santa Catalina, 1505-1510, óleo sobre tabla, 212 x 112 cm, Museo del Prado.

En esta primera etapa, todavía se veían elementos del arte flamenco y del gótico, pero poco a poco se fueron añadiendo elementos del Renacimiento italiano. Fue un período de transición donde se mezclaba el estilo flamenco, que fue muy popular durante el reinado de los Reyes Católicos, con el nuevo estilo italiano.

El Renacimiento llegó a la Península por Valencia. Los primeros artistas importantes fueron Rodrigo de Osona y Francisco de Osona, padre e hijo, conocidos como "el Viejo" y "el Joven". Rodrigo, que trabajó entre 1440 y 1518, tenía un estilo que recordaba a los artistas del norte de Italia. Destacan su Calvario en la iglesia de San Nicolás (Valencia) y La Adoración de los Magos (Museo del Prado). Francisco, que murió antes que su padre, parece haber añadido un toque más moderno a su estilo, con elementos decorativos como los grutescos.

También en Valencia trabajó Paolo de San Leocadio (entre 1472 y 1514), un artista italiano que trajo características del Renacimiento de Venecia y Ferrara. Se le atribuyen la Virgen del Caballero de Montesa (en el Museo del Prado) y el San Miguel (1480-1490, en la catedral de Orihuela).

Otros dos artistas de La Mancha que trabajaron en Valencia mostraron una clara influencia de los pintores italianos del siglo XV. Ellos fueron Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando o Hernando de los Llanos. Juntos crearon una obra muy importante para la pintura del Renacimiento español: el retablo de la catedral de Valencia (1507-1510). Yáñez de la Almedina conoció la obra de Leonardo, a quien imitó en muchos aspectos, y también a Bramante, cuyas ideas se ven en los fondos arquitectónicos de sus pinturas. Después, Yáñez se fue a trabajar a Cuenca hasta 1531. Hizo una famosa Santa Catalina (h. 1510) que está en el Museo del Prado y que muestra claramente el estilo de Leonardo. Llanos, por su parte, se fue a Murcia, donde trabajó hasta 1520.

En Castilla, los estilos flamencos duraron más tiempo. Los primeros toques renacentistas aparecen en la obra de Pedro Berruguete (ca. 1450-1504), quien estuvo en Urbino (Italia). En sus obras, todavía se ven elementos flamencos claros, como los fondos dorados, la atención a los detalles (como los diseños lacerías moriscos en los techos) y el gusto por representar las texturas. A veces, incluso hay rasgos medievales, como el tamaño diferente de las personas según su importancia religiosa, con los santos más grandes, como se puede ver en su obra Auto de Fe presidido por Santo Domingo de Guzmán. Pero su estilo es renacentista en la perspectiva, las formas y la luz, o la inclusión de espacios arquitectónicos. Por todo esto, se le considera una figura intermedia entre el gótico flamenco y el Renacimiento. Sus obras más destacadas son retablos, como los de la Virgen de Paredes de Nava, el de Santo Tomás de Ávila y parte del retablo de la catedral de Ávila.

En Toledo trabajó Juan de Borgoña (ca. 1468/1470-ca. 1536). Este artista se formó en Italia, donde conoció la pintura del Quattrocento, aunque mantuvo algunos detalles del gótico flamenco. Sus composiciones son claras, enmarca las escenas en paisajes amplios o en arquitecturas clásicas con adornos, y sus figuras idealizadas son claramente italianas. Influyó mucho en la pintura posterior de la zona de Toledo. Hizo muchos retablos y también pintó frescos en la sala Capitular de la catedral de Toledo y en la Capilla Mozárabe.

Finalmente, en Andalucía destaca Alejo Fernández (ca. 1475-1545), con obras de estilos variados. Algunas son muy flamencas por el detalle, y otras italianas por la perspectiva. Parece que era de origen alemán. De todas sus obras, es muy conocida la Virgen de los Navegantes en el Real Alcázar de Sevilla, donde aparece un retrato de Cristóbal Colón. Su estilo influyó en otros artistas.

¿Qué cambios hubo en la pintura a mediados del siglo XVI?

Archivo:La Última Cena (Juan de Juanes) (restaurada)
Juan de Juanes: La Última Cena, h. 1562, tabla, 116 × 191 cm, Museo del Prado.
Archivo:Luis de Morales 001
Luis de Morales: Virgen con Niño, h. 1570, óleo sobre tabla, 84 cm × 64 cm, Museo del Prado.

En esta segunda etapa, la influencia de Leonardo fue reemplazada por la de Rafael. También se empezaron a notar los primeros toques del Manierismo, tanto el de la región de Toscana como el del norte de Europa.

De nuevo, Valencia fue la puerta de entrada de estas nuevas tendencias. Primero, con Vicente Macip (1475-1545), en cuya obra se ve la influencia italiana (de Rafael y Sebastiano del Piombo), y que recuerda un poco a Yáñez de la Almedina y Paolo de San Leocadio. De su trabajo destaca el retablo de la catedral de Segorbe, con escenas de la «Vida de Cristo». Su hijo Juan de Juanes (1523-1579), aunque menos original que su padre, fue mucho más popular. Creó muchas imágenes religiosas, con un toque sentimental y suave. Una de sus obras más conocidas es La Última Cena, que hoy está en el Museo del Prado. Otras de sus obras incluyen: Sagradas Familias, Salvador eucarístico, Vírgenes con el Niño, varias obras de la Inmaculada Concepción, o las tablas de San Esteban (también en el Prado), Asunción de Nuestra Señora, Bodas místicas del Venerable Agnesio.

Pero el centro artístico más importante de esta época fue Sevilla, una ciudad que creció mucho económicamente gracias al comercio con las Indias. Sevilla se convirtió en un lugar con muchas culturas, lo que ayudó a que las artes florecieran. A esta ciudad llegaron artistas de otros países, como Pedro de Campaña (1503-hacia 1580), cuyo nombre real era Peter Kempeneer, nacido en Bruselas. A partir de 1529, se sabe que estuvo en Italia. Trabajó en Sevilla desde 1537 hasta 1563. De las obras que hizo en Sevilla, destacan el Descendimiento de la Cruz, en la catedral de Sevilla, y el retablo mayor de la iglesia de Santa Ana en el barrio de Triana. Se conserva un autorretrato suyo en el Museo del Prado.

La figura española más importante de esta época es el artista de Extremadura Luis de Morales (1509-1586), uno de los líderes del estilo manierista español. Su obra, aunque a veces recuerda al arte medieval, tiene un estilo español muy propio. El arte español, y especialmente el de Morales, contiene elementos muy religiosos y espirituales debido a la Contrarreforma y al apoyo de la monarquía y la nobleza españolas, que eran muy católicas. Se formó en Sevilla con Pedro de Campaña, luego pasó por un período de formación en Portugal y otro en Italia. Como resultado, su obra muestra influencia de Leonardo en el esfumado (técnica para difuminar los contornos), también tiene rasgos manieristas como el alargamiento de las figuras y los colores fríos. Además, anticipa el tenebrismo (uso de contrastes fuertes entre luz y sombra) porque suele iluminar a sus figuras sobre un fondo oscuro. En este último punto, es un precursor de la pintura del Siglo de Oro español. Trabajó principalmente en Extremadura, pero sus obras llegaron a toda la Península. Se dedicó sobre todo a temas religiosos. Fue muy famoso en vida y le llamaban «Divino Morales». Se considera que su obra maestra es la Virgen con Niño (h. 1570) conocida como «Virgen de la Leche». Otras de sus obras de devoción son Cristo entre dos figuras, Ecce Homo (Academia de San Fernando), Magdalenas, Virgen de la Piedad, Vírgenes con Niño, etc.

¿Cómo se desarrolló la pintura al final del siglo XVI?

Archivo:Anunciación (Correa de Vivar)
Juan Correa de Vivar: Anunciación, 1559, óleo sobre tabla, 225 x 146 cm. Museo del Prado.
Archivo:Alonso Sánchez Coello 001
Alonso Sánchez Coello: Retrato de la Infanta Isabel Clara Eugenia, niña (ca. 1570, lienzo, 116 × 102 cm), Museo del Prado.
Archivo:El nacimiento de la Virgen, por Juan Pantoja de la Cruz
Nacimiento de la Virgen (1603) de Juan Pantoja de la Cruz (Museo del Prado). Combinando pintura religiosa y retrato a lo divino, Pantoja retrató a María Ana de Baviera, suegra de Felipe III, en la dama que sostiene a la Virgen niña, asistida por dos de sus hijas, siendo los únicos personajes que miran al espectador para destacar convencionalmente su carácter de retratos.

En esta última parte del siglo, se nota la influencia de la obra de Miguel Ángel y también de la pintura veneciana. El retrato sigue mostrando la influencia de la pintura flamenca, con su precisión en los detalles, pero se une a un gusto veneciano por los colores ricos de las telas y a ciertos detalles manieristas como la distancia y la frialdad de los modelos, que miran desde lejos, como en los retratos de Bronzino.

Entre los retratistas de la corte madrileña destacan Alonso Sánchez Coello (c. 1531-1588) y Juan Pantoja de la Cruz (1553-1608). Sus obras son de gran calidad, mezclando la influencia de Tiziano y Antonio Moro. Sánchez Coello, alumno de Moro, es un ejemplo de esa atención al detalle en la ropa y las joyas, y la precisión al reflejar los rasgos de la persona retratada, cuya psicología intenta mostrar con una cierta distancia. Retrató a Felipe II y a su familia (esposas, hijos), así como a varios nobles de la corte. Sus pinturas religiosas son menos interesantes. Su alumno Pantoja de la Cruz también hizo retratos y pinturas religiosas. Su técnica es más fuerte, anticipando ya el tenebrismo. En sus retratos, destacan las enormes gorgueras (cuellos grandes y rizados) que estaban de moda en el reinado de Felipe III, y cuya representación detallada permitía al pintor mostrar su habilidad.

Es el momento de la Contrarreforma, por lo que el tema religioso es ya el más importante. Un ejemplo de la influencia de Miguel Ángel, con figuras musculosas, es Gaspar Becerra (1520-1570). A él se le atribuye la introducción de la pintura al fresco en España, ya que hasta entonces la hacían artistas extranjeros. De Gaspar Becerra es uno de los pocos ejemplos de tema mitológico: la historia de Perseo pintada al fresco en una de las torres del palacio del Pardo.

Un ejemplo de influencia veneciana es la obra de Juan Fernández de Navarrete, llamado «El Mudo» (1526-1579). Es un artista que avanzó hacia el realismo. Su técnica es suelta. Le gustaba jugar con las diferentes intensidades de la luz, lo que recuerda a Tintoretto. Destacó por su trabajo al servicio de Felipe II, quien le encargó varias series de cuadros a partir de 1568 para decorar las paredes de la basílica de San Lorenzo de El Escorial: Adoración de los Pastores, La historia de Santiago. Para decorar el monasterio de El Escorial, Felipe II pidió pinturas a Tiziano, quien envió el Martirio de san Lorenzo para el retablo mayor. Pero sobre todo, el rey quería atraer a pintores que supieran trabajar al fresco en las decoraciones murales. Con este objetivo, llegó a España con gran fama Federico Zuccaro, quien no convenció al rey y pronto fue reemplazado por el artista de Génova Luca Cambiaso (1527-1585) y el de Bolonia Pellegrino Tibaldi (1527-1596). Cambiaso destaca por sus composiciones, muy sencillas, y por algunas ideas que se adelantaron al tenebrismo. De Tibaldi destaca la pintura al fresco de la bóveda de la Biblioteca, con temas alegóricos. Con ellos llegaron o colaboraron otros pintores italianos que se quedaron en España, como Bartolomé Carducho, Patricio Cajés, Rómulo Cincinato o Antonio Ricci. Ellos fueron clave para formar un estilo naturalista, que fue un adelanto del Barroco, y que se puede llamar estilo escurialense. A este estilo se unieron pintores nacidos en España que colaboraron con ellos, como los de Toledo Luis de Carvajal y Blas de Prado, el madrileño Diego de Urbina o el catalán Francisco Ribalta.

Entre los pintores extranjeros atraídos por los posibles encargos de El Escorial se encuentra El Greco (1541-1614), quien fue muy importante para traer el Renacimiento italiano a España. Como su nombre indica, El Greco no era español de nacimiento, sino que nació en Creta, que en ese momento era parte de la República de Venecia. Su nombre era Doménikos Theotokópoulos. Su formación fue compleja: primero, aprendió a pintar iconos en Creta. Luego, fue a Venecia, que era la ciudad más importante en esa época, y allí, a partir de 1560, conoció la obra de Tiziano y Tintoretto. Después, pasó por Roma. De esta época son La expulsión de los mercaderes del templo, el Retrato de Giulio Clovio, la Anunciación y las primeras versiones de El Expolio de Cristo. En Roma, conoció la obra de Miguel Ángel. Se dice que tuvo problemas después de afirmar que si destruyeran una de las pinturas murales de Miguel Ángel, él sería capaz de rehacerla aún más hermosa. Además, había muchos pintores en Roma en esa época, y El Greco necesitaba encontrar un lugar donde conseguir encargos. Por eso, al saber que Felipe II buscaba pintores para El Escorial, se fue a España, esperando conseguir trabajo en el gran proyecto arquitectónico del rey. Sin embargo, su Martirio de San Mauricio y la legión tebana (1580) no le gustó al rey, y El Greco terminó encontrando su lugar en Toledo, donde se estableció a partir de 1579. Al principio, siguió haciendo cuadros que recordaban mucho a Italia: Retablo mayor de Santo Domingo el Antiguo (1577-79), otra versión de El Expolio de Cristo (1577-79) esta vez para la Catedral de Toledo, La Adoración del nombre de Dios.

Poco a poco, su estilo manierista se fue haciendo más exagerado: las figuras se alargan mucho, tienen formas delgadas, los colores son fríos (verde, gris, azul), y hay un ambiente de intensa emoción religiosa. Tuvo un gran papel en la creación de un estilo lleno de sentimiento, con los dedos alargados de los personajes que representa y colores vivos. Obras destacadas de la madurez de El Greco son La Trinidad (1577-80) y, sobre todo, El entierro del conde de Orgaz (1588), una obra única donde se representan el cielo y la tierra conectados.

En sus últimos años, realizó muchos encargos religiosos, tanto de gran tamaño (Bautismo de Cristo de 1596-1600, Pentecostés, Anunciación, El calvario de 1590, Adoración de los Pastores 1612-14, pinturas de Illescas, 1603) como pequeños (Apóstoles, Santos especialmente San Francisco, Verónicas, Magdalenas). Pero también, ocasionalmente, pintó temas no religiosos, como retratos con influencia veneciana (Niño de Guevara, Cardenal Tavera, El médico toledano Doctor Lafuente, Paravicino, El caballero de la mano en el pecho 1577-84) y una obra mitológica: Laocoonte y sus hijos (1604-1614). Incluso pintó paisajes: sus representaciones de la ciudad de Toledo se convirtieron en modelos para la nueva tradición europea de la pintura de paisaje que luego desarrollaron los maestros holandeses.

Artistas destacados del Renacimiento español

Galería de imágenes

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