Diego de Urbina para niños
Diego de Urbina (1516-circa 1594) fue un importante pintor español del Renacimiento. Se le considera uno de los artistas más destacados de la escuela de Madrid en la segunda mitad del siglo XVI. Aunque fue muy reconocido en su época, con el tiempo su obra fue olvidada.
Fue tan valorado que el rey Felipe II lo nombró pintor de la corte. Incluso el famoso escritor Lope de Vega le dedicó unos versos de admiración en su obra Laurel de Apolo. Lope de Vega, quien era yerno de Urbina, también lo llamó maestro de Navarrete el Mudo al hablar del cuidado que Felipe II puso en decorar el Monasterio de El Escorial con pinturas.
Otros escritores y artistas como Juan Butrón, Francisco Pacheco y Vicente Carducho también lo mencionaron entre los pintores que trabajaron en El Escorial. Sin embargo, con el tiempo, su figura fue menos recordada. Por ejemplo, Antonio Palomino no lo incluyó en su libro sobre pintores españoles, y Juan Agustín Ceán Bermúdez, aunque lo citó por algunas obras, dudó de su participación en El Escorial.
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¿Quién fue Diego de Urbina?
Los primeros años de Diego de Urbina
Diego de Urbina nació en Madrid en 1516. Su padre, Pedro de Ampuero, también era pintor, y su madre se llamaba Teresa Díaz. Fue bautizado en la parroquia de San Ginés junto a su hermano gemelo, Francisco de Ampuero. Francisco también se dedicó a la pintura, especializándose en el dorado de retablos (estructuras decoradas detrás de los altares).
Su padre, originario de Cantabria, fue un pintor muy activo en Madrid a principios del siglo XVI. Otros hermanos de Diego, Cristóbal de Urbina y García de Ampuero, también fueron pintores, lo que muestra que la pintura era una tradición familiar.
¿Cómo se formó como artista?
Diego de Urbina aprendió a pintar en el taller de su padre. Su estilo se inspiró en la pintura renacentista que se hacía en la escuela de Toledo. Artistas como Juan de Borgoña, Francisco Comontes y Juan Correa de Vivar influyeron en él. De ellos, Diego de Urbina aprendió la precisión en el dibujo, el interés por la figura humana y la armonía en la composición, características que se ven en sus obras.
Su vida familiar y últimos años
Alrededor de 1550, Diego de Urbina se casó con Isabel de Alderete. Tuvieron seis hijos. El mayor, Diego de Urbina de Ampuero, llegó a ser regidor de Madrid. La hija menor, Isabel, nacida en 1567, se casó con el famoso escritor Lope de Vega. La familia vivió en Madrid, en la calle Mayor.
Una de las primeras obras importantes que realizó de forma independiente fue en 1552. Junto al escultor Juan de la Plaza, firmó un contrato para hacer los retablos de la iglesia de San Gil en Madrid, encargados por el emperador Carlos V.
En 1593, Diego de Urbina se comprometió con el pintor Gregorio Martínez para pintar y dorar el retablo mayor de la catedral de Burgos. Aunque se trasladó a Burgos, en julio de ese año todavía estaba en El Escorial, donde evaluó cuadros de Pellegrino Tibaldi. Las últimas noticias que se tienen de él son de 1594, cuando estuvo involucrado en un problema legal relacionado con ese retablo. En abril de 1595, un documento confirmó que Diego de Urbina había fallecido en Burgos, aunque no se sabe la fecha exacta.
Obras destacadas de Diego de Urbina
La mayoría de las obras que conocemos de Diego de Urbina son de su etapa más madura, a partir de 1565 o 1570.
Obras para El Burgo de Osma
Entre sus obras de este periodo se encuentran el Abrazo ante la Puerta Dorada y el Salvador bendiciendo, que se encuentran en la capilla Sarmiento de la catedral de El Burgo de Osma. También pintó unas sargas (pinturas sobre tela) para el monasterio de Santa Cruz de Segovia, que ahora están en el monasterio de El Parral.
En el Salvador bendiciendo, Urbina mostró que conocía el trabajo del famoso pintor Tiziano, siguiendo sus modelos. Esto es interesante porque lo hizo antes de que las obras de Tiziano llegaran a El Escorial, lo que sugiere que Urbina pudo haber viajado a Italia, aunque no hay documentos que lo confirmen.
El retablo del Abrazo ante la Puerta Dorada fue atribuido a Urbina por la elegancia de sus figuras, la firmeza del dibujo y los colores fríos, que son características de su estilo. Además, Urbina tenía una relación cercana con la diócesis de El Burgo de Osma desde años atrás, lo que apoya esta atribución.
Sargas del convento de la Santa Cruz de Segovia

Otras obras importantes son las sargas que se conservan en el monasterio de Santa María de El Parral, pintadas alrededor de 1570. En ellas se ve su interés por la anatomía humana, influenciado por Miguel Ángel. Por ejemplo, en la escena de la Flagelación, la figura de Cristo recuerda al Cristo Resucitado de Miguel Ángel.
En 1553, los monjes de El Parral encargaron a Urbina la policromía (pintura de colores) del retablo mayor. Por ello, el pintor pasó casi dos años en Segovia. Durante ese tiempo, también pintó una gran cortina en grisalla (pintura en tonos grises para simular escultura), que fue muy elogiada por su calidad.
Estas sargas no son las mismas que la cortina mencionada, sino otras que pintó más tarde, ya como pintor del rey, en una segunda estancia en Segovia. Las hizo para el retablo del convento de Santa Cruz la Real entre 1563 y 1567. El retablo original se destruyó en un incendio en 1806, pero se conservan dos de las sargas que lo cubrían. Estas fueron adquiridas por el Museo del Prado en 1949 y se encuentran en el monasterio de Santa María del Parral.
Pinturas para El Escorial y las Descalzas Reales
Diego de Urbina también realizó pinturas para los altares de la Basílica de El Escorial y para el claustro de las Descalzas Reales de Madrid. Durante mucho tiempo, su trabajo fue juzgado solo por estas obras finales, en las que le costó adaptarse a los nuevos estilos más realistas que surgieron después del Concilio de Trento.
Urbina comenzó a trabajar en El Escorial tras la muerte de Navarrete el Mudo. Se encargó de terminar la pareja de apóstoles San Felipe y Santiago el Menor que Navarrete había dejado sin acabar. Además, pintó otras siete parejas de santos para los altares de la basílica, como Santa María Magdalena y Santa Marta o San Gregorio y San Ambrosio. Aunque algunas de estas obras no fueron muy valoradas, en las parejas de santas Urbina mantuvo su estilo elegante y de proporciones idealizadas, mostrando lo mejor de su arte.
Cerca de esa fecha, en 1586, terminó cuatro retablos para los ángulos del claustro del monasterio de las Descalzas Reales. En ellos representó el Nacimiento, la Sagrada Familia con San Joaquín y Santa Ana, la Oración del Huerto y la Gloria. En estas obras finales, se observa una evolución hacia figuras más grandes y estáticas, adaptándose a la demanda de un arte más claro y directo.
Otras obras documentadas
En 1563, el escultor Gaspar Becerra le cedió a Urbina el trabajo pendiente de unas cortinas que había contratado para el retablo mayor de San Jerónimo el Real de Madrid, una obra que desapareció durante la guerra de independencia.
Después de este acuerdo con Becerra, Urbina trabajó de cerca con Alonso Sánchez Coello y el escultor Francisco Giralte. En 1564, Urbina y Giralte acordaron hacer el retablo mayor de la iglesia de Pozuelo. Esta obra tardó mucho en terminarse, y Urbina tuvo que hacerse cargo de ella tras la muerte de Giralte en 1576. Años después, en 1586, Urbina tuvo que llegar a un nuevo acuerdo para finalizar el retablo, que aún no estaba terminado en 1590.
También se discute su participación en la pintura del retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Colmenar Viejo. Aunque se le adjudicó junto con Sánchez Coello en 1566, parece que la obra la realizaron finalmente otros pintores.
En 1570, Diego de Urbina hizo el retablo de la capilla funeraria de Alonso Gutiérrez, tesorero del emperador Carlos V, en el Monasterio de San Martín de Madrid, que ya no existe. Ese mismo año, junto con Sánchez Coello, se encargó de pintar los arcos y adornos para el recibimiento de Ana de Austria en Madrid. También se sabe que en 1575 participó en el retablo del desaparecido monasterio de la Esperanza, cerca de Ocaña. Ese mismo año, la villa de El Espinar le pidió a Urbina que fijara las condiciones para que Sánchez Coello pintara el retablo mayor de su iglesia, cuya parte escultórica fue realizada por Giralte.