Filosofía contemporánea para niños
Datos para niños Historia de la filosofía |
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La filosofía contemporánea es el período actual de la historia de la filosofía. Por extensión, se llama también con este nombre a la filosofía producida por filósofos que aún están vivos. Es el período que sigue a la filosofía moderna, y su inicio se suele fijar a finales del siglo XIX o principios del siglo XX.
Las tradiciones filosóficas más significativas y abarcadoras del siglo XX fueron la filosofía analítica en el mundo anglosajón, y la filosofía continental en la Europa continental. El siglo XX también vio el surgimiento de nuevas corrientes filosóficas, como el positivismo lógico, la fenomenología, el existencialismo, el postestructuralismo, y el materialismo filosófico.
En este período la mayoría de los filósofos más importantes trabajaron desde las universidades, especialmente en la segunda mitad del siglo. Algunos de los temas más discutidos fueron la relación entre el lenguaje y la filosofía (este hecho a veces es llamado «el giro lingüístico»). Los principales exponentes de este «giro» fueron Martin Heidegger en la tradición continental y Ludwig Wittgenstein en la tradición analítica.
Contenido
Siglo XIX
La filosofía moderna es aquella filosofía desarrollada durante la edad moderna y asociada con la modernidad. No es una doctrina concreta o escuela (por lo que no debe ser confundida con movimientos específicos como el Modernismo), a pesar de que muchos autores de esta era comparten ciertos supuestos comunes, lo cual ayuda para distinguirla de filosofía anterior y posterior.
El siglo XVII marca el inicio de la filosofía moderna, mientras que el comienzo del siglo XX marca aproximadamente su fin. Cuánta parte del Renacimiento debería ser incluido como parte de la filosofía moderna es un asunto controvertido: el Renacimiento Temprano es a menudo considerado menos moderno y más medieval comparado al Alto Renacimiento más tardío. También se debate si la modernidad ha acabado o no en el siglo XX y si ha sido reemplazada por la posmodernidad. Cómo uno decide estas cuestiones determina el alcance del uso del concepto de «filosofía moderna». Otro de estos usos es datar la filosofía moderna desde la «Era de la Razón», donde la filosofía sistemática se hizo común, lo cual excluye a Erasmo de Róterdam y a Nicolás Maquiavelo como «filósofos modernos». Otra forma es fecharla, de la misma forma que la mayoría del período moderno está fechado, desde el Renacimiento. Para algunos, la filosofía moderna terminó en 1800 con el surgimiento del hegelianismo y del idealismo. Una visión general tendría entonces a Erasmo de Róterdam, Francis Bacon, Nicolás Maquiavelo y Galileo Galilei como representantes del auge del empirismo y del humanismo.
Durante los siglos XVII y XVIII, las figuras importantes en filosofía de mente, epistemología y metafísica se podían dividir aproximadamente en dos grupos principales. El racionalismo, dominante en Francia y Alemania, que argumentaba que todo conocimiento tiene que empezar de ideas innatas en la mente. Racionalistas importantes fueron René Descartes, Baruch Spinoza, Gottfried Leibniz, y Nicolás Malebranche. El empirismo, por otro lado, defendió que el conocimiento siempre empieza por la experiencia sensorial que recibimos a través de los sentidos. Figuras importantes de esta línea de pensamiento fueron David Hume, John Locke y George Berkeley. La ética y la filosofía política generalmente no se subsume dentro de estas categorías, aunque todos estos filósofos trabajaron en la ética en sus estilos distintivos propios. Otras figuras importantes en filosofía política son Thomas Hobbes y Jean-Jacques Rousseau.
A fines del siglo XVIII, Immanuel Kant estableció un sistema filosófico innovador que pretendía reconciliar el racionalismo y el empirismo. Tuviera o no razón, la disputa filosófica continuó. Kant influyó fuertemente en las obras filosóficas alemanas a principios del siglo XIX, comenzando así la tradición del idealismo alemán. El tema característico del idealismo fue que el mundo y la mente deben entenderse de acuerdo a las mismas categorías. El idealismo alemán culminó con el trabajo de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, quien, entre muchas otras cosas, dijo que «lo real es racional; lo racional es real».
El siglo XIX se caracterizó por ser en gran parte una reacción a la filosofía de Immanuel Kant, y en el último tercio a la publicación de El origen de las especies. Comenzó con el desarrollo del idealismo alemán (principalmente Fichte, Schelling y Hegel), pero siguió con una cantidad de otros movimientos, la mayoría de los cuales fueron creados por filósofos trabajando desde fuera del mundo académico. En Alemania, los excesos metafísicos del idealismo dieron lugar a un movimiento neokantista. Arthur Schopenhauer llevó el idealismo a la conclusión de que el mundo no era más que un inútil juego de imágenes y deseos, y defendió el ateísmo y el pesimismo. Nietzsche, en cambio, consideró que esto no llevaba al pesimismo, sino a la posibilidad de un nuevo tipo de libertad, proclamó la muerte de Dios y junto con Kierkegaard sentaron las bases para la filosofía existencialista. Auguste Comte acuñó el término «positivismo» y popularizó la escuela del mismo nombre. En la ética, Jeremy Bentham y John Stuart Mill elaboraron el utilitarismo, según el cual la acción correcta es aquella que produce la mayor cantidad de felicidad general. Karl Marx y Friedrich Engels invirtieron la filosofía hegeliana para sentar las bases del materialismo dialéctico. En los Estados Unidos, Charles Sanders Peirce, William James y John Dewey dieron origen a la escuela pragmatista. Por el final del siglo, Edmund Husserl inició la escuela de la fenomenología trascendental. En el último tercio del siglo, Gottlob Frege empezó con su trabajo en lógica matemática, que habría de proveer las herramientas para la filosofía analítica, pero que permanecería desconocido hasta el siglo XX. La filosofía británica del siglo XIX de a poco fue dominada por el pensamiento neohegeliano y como reacción contra esto, figuras como Bertrand Russell y George Edward Moore crearon el movimiento de la filosofía analítica, que es esencialmente una actualización del empirismo tradicional acomodando la invención de la lógica moderna por el matemático alemán Gottlob Frege.
Siglo XX
El siglo XX se encarga de las agitaciones producidas por una serie de conflictos en el discurso filosófico sobre las bases del conocimiento, con las certezas clásicas derrocadas, y con nuevos problemas sociales, económicos, científicos y lógicos. La filosofía del siglo XX se resolvió a intentar reformar y preservar, y a alterar o abolir, viejos sistemas de conocimiento.
Figuras seminales incluyen a Søren Kierkegaard, Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, Ernst Mach y John Dewey. La epistemología y su base era su preocupación central, como se puede apreciar en el trabajo de Martin Heidegger, Karl Popper, Claude Lévi-Strauss, Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. La metafísica orientada fenomenológicamente apoyaba al existencialismo (Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Karl Jaspers, Albert Camus) y finalmente a la filosofía postestructuralista con Jean-François Lyotard, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Jacques Derrida. También fue notable el surgimiento de filósofos "pop" que promulgaban sistemas para arreglárselas con el mundo. A la inversa, algunos filósofos han intentado definir y rehabilitar viejas tradiciones filosóficas, como Hans-Georg Gadamer y Alasdair MacIntyre que han revivido la tradición del aristotelismo.
Filosofía analítica
La filosofía analítica es una rama de la filosofía desarrollada a principios del siglo XX a partir de las obras de Bertrand Russell, George Edward Moore, Gottlob Frege, varios miembros del Círculo de Viena y Ludwig Wittgenstein, entre otros. Por extensión, la filosofía analítica también se refiere al desarrollo filosófico posterior influenciado por estos autores, y que prevalece con particular hegemonía dentro de la esfera académica anglosajona (sobre todo en Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) y los países escandinavos, donde la gran mayoría de los departamentos universitarios de filosofía se identifican como departamentos «analíticos». El término generalmente se refiere a una amplia tradición filosófica.
La filosofía analítica se desarrolló principalmente en el mundo anglosajón y debe su nombre al énfasis que al principio puso en el análisis del lenguaje por medio de la lógica formal. En la segunda mitad del siglo, sin embargo, la filosofía analítica se dejó de centrar sólo en el lenguaje, y la unidad de la tradición recayó en la exigencia de claridad, en el rigor de la argumentación lógica y la justificación misma de lo que se plantea, en la atención a los detalles, el respeto a las ciencias naturales, y la desconfianza hacia los grandes sistemas filosóficos.
Muchos filósofos e historiadores han intentado definir o describir la filosofía analítica. Estas definiciones a menudo incluyen un énfasis en el análisis conceptual: A.P. Martinich hace una analogía entre el interés de la filosofía analítica en el análisis conceptual y la química analítica, la cual analiza composiciones químicas. Steven D. Hales describió la filosofía analítica como uno de tres tipos de método filosófico practicado en occidente: "en un orden aproximadamente inverso por su número de practicantes, la fenomenología, la filosofía ideológica y la filosofía analítica".
Scott Soames está de acuerdo respecto a que la claridad es importante: la filosofía analítica, dice, tiene "un compromiso implícito—aunque vacilante e imperfecto—con ideales de claridad, rigor y argumentación" y que "apunta a la verdad y el conocimiento, y no a la mejora moral o espiritual [...] el objetivo en filosofía analítica es descubrir qué es cierto, no proporcionar una receta útil para saber cómo vivir". Soames también menciona que la filosofía analítica está caracterizada por "una aproximación más paulatina. Hay, pienso, una presunción extendida dentro de la tradición de que es a menudo posible hacer progreso filosófico investigando de forma intensiva una gama pequeña y circunscrita de asuntos filosóficos, mientras que dejamos en espera cuestiones más amplias y sistemáticas".
Aunque difícil de determinar con exactitud, a grandes rasgos la filosofía analítica es una forma de aproximarse a los problemas filosóficos caracterizada principalmente por:
- Un especial interés en el estudio del lenguaje y el análisis lógico de los conceptos, considerando tanto la lógica formal, como el lenguaje ordinario. Este rasgo se encuentra prácticamente en todas las obras más representativas de la Filosofía Analítica desde sus orígenes, como en Principia Mathematica (1910-1913) de Russell y Whitehead, o como en el Tractatus Logico-Philosophicus (1921) de Wittgenstein.
- Una posición más bien escéptica respecto de la tradición metafísica. Esta característica encontró su punto más álgido en el neopositivismo del Círculo de Viena de Otto Neurath y Rudolf Carnap, quienes llegaron a adoptar la posición fuerte de que los enunciados metafísicos carecen de sentido, una vez sometidos al análisis lógico.
- Una conexión con la tradición empirista, tanto en espíritu, estilo, foco y análisis filosófico (ver Empirismo lógico).
- Una autoproclamada afinidad con la investigación científica. En particular, con los conceptos de la física como paradigma de comprensión de lo real. Esta cualidad encuentra su lugar más evidente en el Fisicalismo, pero es un rasgo muy difundido dentro de la tradición analítica. (Sin embargo, filósofos como Steven Horst y Noam Chomsky y los neurocientíficos Gerald Edelman y Vilayanur Ramachandran han señalado que la investigación científica, que ocurre en las ciencias naturales, no adopta el fisicalismo ni el concepto de "ciencia" que caracteriza a la filosofía analítica).
- Una contraposición respecto a otras tradiciones filosóficas. Principalmente en relación a la llamada Filosofía Continental, aunque también a las diferentes formas de Filosofía Oriental.
En la actualidad, junto con la Filosofía del lenguaje de los inicios, se han añadido nuevos temas dentro de la Filosofía Analítica, como la Filosofía de la Mente, la Filosofía de las ciencias, la Filosofía de las Matemáticas, la Epistemología y la Metafísica. Esto ha enriquecido enormemente la tradición analítica iniciada a principios del siglo pasado, pero también ha desdibujado los principios y límites característicos de esta corriente filosófica, razón por la cual resulta muy polémico intentar trazar una definición precisa del término en el presente.
Algunos pensadores tempranos que se asocian a la tradición analítica son Gottlob Frege, G. E. Moore, Bertrand Russell, Ludwig Wittgenstein, Karl Popper, Isaiah Berlin y los integrantes del Círculo de Viena, y más adelante Willard van Orman Quine, Saul Kripke, John Searle y Donald Davidson, entre muchos otros.
Filosofía continental
La filosofía continental es un conjunto de tradiciones filosóficas de los siglos XIX, XX y XXI de Europa continental. Este sentido, el término se originó entre los filósofos de habla inglesa en la segunda mitad del siglo XX, quienes lo utilizaron para referirse a una variedad de pensadores y tradiciones fuera del movimiento analítico. La filosofía continental se desarrolla principalmente en la Europa Continental (de ahí su nombre), sobre todo en Francia y Alemania, mientras que la filosofía analítica tiene su origen en los países anglosajones de Gran Bretaña y Estados Unidos. La filosofía continental se caracteriza por ser más especulativa y por dar más importancia a la historia que la filosofía analítica.2 La filosofía continental incluye el idealismo alemán, la fenomenología, el existencialismo (y sus antecedentes, como el pensamiento de Kierkegaard y Nietzsche), la hermenéutica, el estructuralismo, el postestructuralismo, la deconstrucción, el feminismo francés, la teoría psicoanalítica, la teoría crítica de la Escuela de Fráncfort y las ramas del marxismo occidental. Algunos de los autores más influyentes de la tradición fueron Edmund Husserl, Martin Heidegger, Jean Paul Sartre, Maurice Merleau-Ponty y José Ortega y Gasset en la primera mitad del siglo, seguidos por Michel Foucault, Albert Camus, Jacques Derrida, Hannah Arendt y Gilles Deleuze en la segunda. La Escuela de Fráncfort tuvo como exponentes destacados a Theodor Adorno, Walter Benjamin, Max Horkheimer, Herbert Marcuse y Jürgen Habermas.
Es difícil identificar afirmaciones comunes a todos estos movimientos filosóficos. El término filosofía continental, al igual que filosofía analítica, carece de una definición clara y puede marcar simplemente un parecido de familia de puntos de vista filosóficos dispares. Simon Glendinning ha sugerido que el término era originalmente más peyorativo que descriptivo, y funcionaba como una etiqueta para los tipos de filosofía occidental rechazados o despreciados por los filósofos analíticos. No obstante, Michael E. Rosen se ha tratado de identificar cuestiones comunes que caracterizan la filosofía continental.
- Primero, los filósofos continentales generalmente rechazan la opinión de que las ciencias naturales son la forma única o más precisa de entender los fenómenos naturales (véase cientificismo). Esto contrasta con muchos filósofos analíticos que consideran sus investigaciones como continuas o subordinadas a las de las ciencias naturales. Los filósofos continentales a menudo argumentan que la ciencia depende de un "substrato pre-teórico de experiencia" (una versión de las condiciones kantianas de la experiencia posible o del "mundo de la vida" fenomenológico) y que los métodos científicos son inadecuados para comprender completamente tales condiciones de inteligibilidad del mundo.
- Segundo, la filosofía continental usualmente considera estas condiciones de experiencia posible como variables: determinadas, al menos en parte, por factores como el contexto, la ubicación espaciotemporal, el idioma, la cultura o la historia. Así, la filosofía continental tiende hacia el historicismo. Mientras que la filosofía analítica tiende a tratar la filosofía en términos de problemas discretos capaces de ser analizados aparte de sus orígenes históricos (así como los científicos consideran que la historia de la ciencia no es esencial para la investigación científica), la filosofía continental generalmente sugiere que "el argumento filosófico no puede separarse de las condiciones textuales y contextuales de su emergencia histórica".
- En tercer lugar, la filosofía continental generalmente sostiene que la agencia humana puede cambiar estas condiciones de experiencia posible: "si la experiencia humana es una creación contingente, entonces puede recrearse de otras maneras". Por lo tanto, los filósofos continentales tienden a mostrar un gran interés en la unidad de la teoría y la praxis, ya menudo consideran que sus investigaciones filosóficas están estrechamente relacionadas con la transformación personal, moral o política. Esta tendencia es muy clara en la tradición marxista ("Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata; el punto, sin embargo, es cambiarlo"), pero también es central en el existencialismo y el posestructuralismo.
- Un último rasgo característico de la filosofía continental es el énfasis en la metafilosofía. A raíz del desarrollo y el éxito de las ciencias naturales, los filósofos continentales a menudo han buscado redefinir el método y la naturaleza de la filosofía. En algunos casos (como en el idealismo alemán o la fenomenología), esto se manifiesta como una renovación de la visión tradicional de que la filosofía es la ciencia primera y fundacional, a priori. En otros casos (como la hermenéutica, la teoría crítica o el estructuralismo), se sostiene que la filosofía investiga un dominio que es irreductiblemente cultural o práctico. Algunos filósofos continentales (como Kierkegaard, Nietzsche, el último Heidegger o Derrida) dudan de que cualquier concepción de la filosofía pueda lograr coherentemente sus objetivos declarados.
En última instancia, las tesis anteriores se derivan de una amplia tesis kantiana de que el conocimiento, la experiencia y la realidad están ligados y configurados por condiciones que se entienden mejor a través de la reflexión filosófica en lugar de la investigación exclusivamente empírica.
Filosofía posmoderna
La filosofía posmoderna o posmodernismo es una corriente filosófica que asume que se han sobrepasado las ideas que han caracterizado a la modernidad y a la Ilustración. La filosofía posmoderna surgió sobre todo en los años 1960, especialmente en Francia (lo que los estadounidenses denominaron con el nombre de French theory). Este nombre agrupa pensamientos que desarrollan una fuerte crítica a la tradición y la racionalidad propias de la Modernidad occidental. La filosofía posmoderna propone nuevas formas de cuestionar y leer los textos y la historia, influenciada sobre todo por el marxismo, las críticas de Kierkegaard y Nietzsche a la racionalidad, la fenomenología de Husserl y Heidegger, el existencialismo de Sartre, el psicoanálisis de Freud y Lacan y el estructuralismo de Lévi-Strauss, así como por la lingüística y la crítica literaria. El término fue popularizado sobre todo por Lyotard en su obra La condición posmoderna.
Se incluyen detrás de esta denominación filósofos como Foucault, Derrida o Deleuze, así como Althusser, Castoriadis, Lyotard, Baudrillard, Guattari, Irigaray, Badiou, Nancy o Kristeva en Francia; Feyerabend, Cavell, Rorty, Jameson, Butler en los Estados Unidos; Vattimo, Perniola o Agamben en Italia; Sloterdijk en Alemania o Žižek en Eslovenia, así como muchos otros. Mantienen en común una postura de crítica, desconfianza y libertad e incluso ruptura con las tradiciones ideológicas de la modernidad occidental. Sin embargo, tanto la unidad de estos pensamientos como el nombre con el que se agrupan plantean numerosos desacuerdos.
Filosofía ibero-americana
Ramas
Metafísica
Karl Marx y Friedrich Engels adoptaron una actitud antimetafísica con base a su concepción del materialismo dialéctico, que deriva de la dialéctica idealista de Hegel. Según este, solo la materia es real, junto con sus cambios. La dialéctica explica estas transformaciones, según la cual todos los proceso naturales y sociales ocurren por contradicción. Por ejemplo, el análisis de la mercancía en El capital, el objeto mercantil es la “unidad contradictoria” de valor de uso y valor de cambio. Esta explicación pretende ser universal y válida tanto para la naturaleza como para la sociedad y el pensamiento. En su obra Tesis sobre Feuerbach concluye en la célebre tesis 11: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo". Aunque algunos aspectos del pensamiento marxista pueden interpretarse como metafísica, el marxismo criticaría una determinada manera de hacer metafísica.
Friedrich Nietzsche considera que Platón es el iniciador del pensamiento metafísico y le hace responsable de la escisión en el ser que tendrá luego formas variadas pero constantes. La división entre mundo sensible y mundo inteligible, con su correlato cuerpo-alma, y la preeminencia del segundo asegurada por la teoría de las Ideas sitúa el mundo verdadero más allá de los sentidos. Esto deja fuera del pensar el devenir, aquello no apresable en la división sensible-inteligible por su carácter informe, y que también dejan escapar las subsiguientes divisiones aristotélicas, como sustancia-accidente y acto-potencia.
Martin Heidegger dijo que nuestra época es la del «cumplimiento de la metafísica», pues desde los inicios del pensamiento occidental se han producido unos determinados resultados que configuran un panorama del que el pensamiento metafísico no puede ya dar cuenta. El propio éxito de la metafísica ha conducido fuera de ella. Ante esto, la potencia del pensamiento consiste precisamente en conocer e intervenir sobre lo conocido. Pero el pensamiento metafísico carece ya de potencia ya que ha rendido sus últimos frutos.
Heidegger afirmó que la metafísica es «el pensamiento occidental en la totalidad de su esencia». La utilización del término «esencia» en esta definición, implica que la técnica para estudiar la metafísica como forma de pensamiento, es o debe ser la metafísica en el primer sentido antes indicado. Esto quiere decir que los críticos de la metafísica como esencia del pensamiento occidental, son conscientes de que no existe una «tierra de nadie» en que situarse, más allá de esa forma de pensamiento; solo el estudio atento y la modificación consciente y rigurosa de las herramientas proporcionadas por la tradición filosófica, pueden ajustar la potencia del pensamiento a las transformaciones operadas en aquello que la metafísica estudiaba: el ser, el tiempo, el mundo, el hombre y su conocer. Pero esa modificación supone a su vez un «salto» que toda la tradición del pensamiento ha escenificado, ha fingido o soñado dar a lo largo de su desarrollo. El salto fuera de la metafísica y por tanto, quizá la revocación de sus consecuencias.
Heidegger caracterizó el discurso metafísico por su impotencia para pensar la diferencia óntico-ontológica, es decir, la diferencia entre los entes y el ser. La metafísica refiere al ser el modelo de los entes (las cosas), pero aquel sería irreductible a éstos: los entes son, pero el ser de los entes no puede caracterizarse simplemente como estos. El ser es pensado como ente supremo, lo que le identifica con Dios; la pulsión ontoteológica es una constante en el pensamiento occidental. Para Heidegger la metafísica es el «olvido del ser», y la conciencia de este olvido debe abrir una época nueva, enfrentada a la posibilidad de expresar lo dejado al margen del pensamiento.
La filosofía analítica fue desde su nacimiento con autores como Russell y Moore muy escéptica respecto a la posibilidad de una metafísica sistemática tal y como se había defendido tradicionalmente. Esto se debe a que el nacimiento de la filosofía analítica se debiera principalmente a un intento de rebelión contra el idealismo neohegeliano entonces hegemónico en la Universidad británica. Sería a partir de los años veinte cuando el Círculo de Viena, ofrecería una crítica total a la metafísica como un conjunto de proposiciones carentes de significado por no cumplir con los criterios verificacionistas del significado. No obstante esta posición es hoy minoritaria en el panorama analítico, donde se ha recuperado el interés por ciertos problemas clásicos de la metafísica como el de los universales, la existencia de Dios y otros de tipo ontológico.
El postestructuralismo (Gilles Deleuze, Michel Foucault, Jacques Derrida) retoma la crítica de Nietzsche, y argumenta que lo no pensable en la metafísica es precisamente la «diferencia» en tanto tal. La diferencia, en el pensar metafísico, queda subordinada a los entes, entre los que se da como una «relación». La pretensión de «inscribir la diferencia en el concepto» transformando este y violentando para ello los límites del pensamiento occidental aparece ya como una pretensión que lleva a la filosofía más allá de la metafísica.
Epistemología
En el siglo XX, la epistemología científica queda agrupada en tres grandes escuelas o generaciones: el neopositivismo lógico, el racionalismo crítico y el pospopperianismo. El neopositivismo lógico tuvo en Bertrand Russell (1872-1970) y Ludwig Wittgenstein (1889-1951) sus dos principales predecesores. Bajo su influencia, se formó en los años veinte del pasado siglo el llamado Círculo de Viena, con el que el positivismo se transforma en neopositivismo lógico y toma cuerpo la primera gran escuela de epistemología científica en el siglo XX. Los miembros más representativos de esta escuela fueron Moritz Schlick (1882-1936), Otto Neurath (1882-1945), Herbert Feigl (1902), Félix Kaufmann (1895) y Rudolf Carnap (1891-1970). En el Congreso sobre epistemología de la ciencia natural, en el año 1929, fue elegido Schlick como presidente del Círculo.
En Berlín se formó pronto un nuevo centro de neopositivismo lógico a ejemplo del de Viena, cuyos principales representantes fueron Hans Reichenbach (1891-1953), Kurt Grelling y Walter Dubislav (1895-1937). En 1931, Rudolf Carnap propició la creación de otro centro de neopositivismo en Praga y el filósofo inglés A. J. Ayer (1910) introdujo el neopositivismo lógico en Inglaterra. En el escrito programático del año 1929 hacían la siguiente clasificación de los nombres que habían conducido hasta él: «1. Positivismo y empirismo: Hume, Ilustración, Comte, Mill, Richard Avenarius, Mach. 2. Fundamentos, objetivos y métodos de las ciencias empíricas (hipótesis en Física, Geometría, etc.): Helmholtz, Riemann, Mach, Poincaré, Enriques, Duhem, Boltzmann, Einstein. 3. Logística y su aplicación a la realidad: Leibniz, Peano, Frege, Schroder, Russell, Whitehead, Wittgenstein. 4. Axiomática: Pasch, Peano, Vailati, Pieri, Hilbert. 5. Eudemonismo y sociología positivista: Epicuro, Hume, Bentham, Mill, Comte, Feuerbach, Marx, Spencer, Muller-Lyer, Popper-Lynkeus, Carl Menger (padre)».
En segundo lugar está el racionalismo crítico, la epistemología de K. Popper. El racionalismo crítico se entiende como reacción crítica ante las directrices fundamentales de la epistemología del neopositivismo lógico. El racionalismo crítico discutirá las principales tesis del Círculo de Viena e instaurará una nueva escuela de teoría de la ciencia que, desde 1934, en que publica Popper su primera obra, se irá haciendo poco a poco predominante e influirá en la evolución posterior de los autores del Círculo, por ejemplo en el mismo Carnap o en Reichenbach. Entre los muchos discípulos de Popper pueden citarse a Hans Albert o a John Watkins. La importancia de las teorías popperianas se ha dejado notar en toda la teoría de la ciencia de los años 50 y 60, e incluso en la actualidad, bien sea como aceptación de las mismas, bien para construir otras nuevas a partir de él.
En tercer lugar se encuentran los autores llamados pospopperianos. Se caracterizan por presentar epistemologías que, bien inspiradas preferentemente en el positivismo, bien en Popper, no se identifican totalmente con ninguno de estos dos sistemas, aunque se vean siempre seriamente influidas por ellos. Entre los principales autores pospopperianos cabe citar a T. S. Kuhn, P. K. Feyerabend, I. Lakatos y N. R. Hanson.
Gnoseología
A principios del siglo XX, Husserl propuso un retorno "a las cosas mismas", expresión con la que quedó fundada la fenomenología, que sería continuada, de distintos modos, por Heidegger, Sartre y Merleau-Ponty, entre otros.
En la filosofía analítica, por el contrario, a mediados del siglo XX se inició a partir de un breve artículo de Edmund Gettier una tradición de análisis del conocimiento en términos de atribuciones de conocimiento, retomando las tres características que señalara Platón para todo conocimiento: que sea una creencia, que sea verdadera y que esté justificada. A partir de este análisis estándar han surgido a principios del siglo XXI diversas teorías sobre las atribuciones de conocimiento como el invariantismo, el invariantismo sensible, el contextualismo y el relativismo.
En 1963, Frederic Fitch publica un trabajo en lógica epistémica en el que demuestra que dados ciertos supuestos básicos, "si toda verdad se pudiera conocer, entonces toda verdad sería conocida". Pero como no toda verdad es conocida, se sigue que no es posible conocer todas las verdades. Esta paradoja se conoce hoy como la paradoja de la concupiscibilidad de Fitch (Fitch's Paradox of Knowability).
Paralelamente, desde mediados del siglo XIX, quizá empezando con las reflexiones metodológicas del astrónomo británico William Whewell, como a lo largo del siglo XX, se dedicaron muchos esfuerzos filosóficos al estudio del conocimiento científico, dando lugar a la filosofía de la ciencia. Este tipo de estudios pronto se ven complementados con otros sobre la historia de la ciencia, y más tarde, la sociología de la ciencia.
Ética
La ética del siglo XX ha conocido aportes muy importantes por parte de numerosos autores: los vitalistas y existencialistas desarrollan el sentido de la opción y de la responsabilidad, Max Scheler elabora una fenomenología de los valores. Autores como Alain Badiou han intentado demostrar que esta principal tendencia (en las opiniones y en las instituciones), la cuestión de «la ética» en el siglo XX, es en realidad un «verdadero nihilismo» y «una amenazante denegación de todo pensamiento».
Recientemente, y desarrollando un análisis en profundidad de los orígenes y fundamentos de la ética, han aparecido diversos estudios sobre el papel de las emociones en el desarrollo de un pensamiento ético antifundacionalista, como ha indicado Richard Rorty. En las últimas dos décadas, el filósofo escocés MacIntyre establece nuevas herramientas de análisis histórico-filosófico de distintas versiones rivales de la ética.
David Couzens Hoy afirma que los escritos de Emmanuel Levinas sobre el rostro del Otro y las meditaciones de Derrida sobre la relevancia de la muerte para la ética son signos del "giro ético" en la filosofía continental que se produjo en los años ochenta y noventa. Hoy describe la ética poscrítica como las "obligaciones que se presentan como necesariamente para ser cumplidas pero que no se imponen ni son exigibles".
El modelo de poscrítica de Hoy utiliza el término "resistencia ética". Ejemplos de esto serían la resistencia de un individuo al consumismo en un retiro a un estilo de vida más simple pero quizás más duro, o la resistencia de un individuo a una enfermedad terminal. Hoy describe el relato de Levinas como "no un intento de usar el poder contra sí mismo o de movilizar a sectores de la población para ejercer su poder político; la resistencia ética es en cambio la resistencia de los impotentes".
Hoy concluye que
La resistencia ética de los demás impotentes a nuestra capacidad de ejercer poder sobre ellos es, por tanto, lo que nos impone obligaciones inaplicables. Las obligaciones son inaplicables precisamente por la falta de poder del otro. Que las acciones sean a la vez obligatorias y al mismo tiempo inaplicables es lo que las coloca en la categoría de éticas. Las obligaciones que se hicieran cumplir, en virtud de la fuerza que las respalda, no se asumirían libremente y no estarían en el ámbito de lo ético.
Véase también
En inglés: Contemporary philosophy Facts for Kids
- Filosofía continental
- Filosofía analítica
- Fenomenología
- Postmodernidad
- Existencialismo
- Postestructuralismo
- Historia de la filosofía occidental