Carlismo en Andalucía para niños
El general Calderón; la junta jaimista de Puente Genil en 1912; requetés cordobeses en Montejurra en los años 60; el semanario granadino La Verdad.
El carlismo fue un movimiento político importante en la historia de Andalucía. Aunque sus principales zonas de apoyo, especialmente durante las guerras carlistas, fueron el País Vasco, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo, Andalucía también tuvo muchos seguidores de esta causa desde sus inicios.
El carlismo, también conocido como tradicionalismo, se mantuvo en Andalucía a través de sus periódicos y de los grupos y asociaciones que se formaron desde finales del siglo XIX. Tuvo un gran crecimiento en la década de 1930. Los carlistas andaluces tuvieron un papel destacado en el conflicto civil español con su grupo militar llamado Requeté.
Contenido
- Historia del Carlismo en Andalucía
- Primera guerra carlista en Andalucía
- Segunda guerra carlista en Andalucía
- El Carlismo durante el Sexenio Revolucionario
- Tercera guerra carlista en Andalucía
- El Carlismo durante la Restauración
- El Carlismo durante la Segunda República
- El Carlismo durante el Conflicto Civil
- El Carlismo durante el Franquismo
- El Carlismo durante la Transición
Historia del Carlismo en Andalucía
En Andalucía, las ideas que se oponían a la Constitución de Cádiz de 1812 eran muy populares. Algunos de sus principales defensores fueron los andaluces Francisco Alvarado y Rafael de Vélez. También, importantes redactores del Manifiesto de los Persas fueron Bernardo Mozo de Rosales y Juan López Reina, ambos de Sevilla. Ellos habían sido diputados que defendían la monarquía absoluta en las Cortes de Cádiz. En Sevilla, después de que Fernando VII fuera liberado en 1823, se escuchó por primera vez el grito de «¡Vivan las cadenas!».
Un suceso que conmovió a los realistas fue la muerte del padre Osuna, un predicador, quien perdió la vida en Granada en 1823. Otra figura importante para los realistas antes del carlismo fue Josefina de Comerford, conocida como «la Juana de Arco carlista».
Primera guerra carlista en Andalucía

Según el historiador Alfonso Bullón de Mendoza, Andalucía, junto con Castilla la Vieja y Extremadura, tenía a los seguidores de Carlos María Isidro mejor organizados. Sin embargo, en 1833, el levantamiento carlista no pudo triunfar allí. Esto se debió a que los Voluntarios Realistas habían sido reorganizados, algo que no ocurrió en el País Vasco y Navarra por sus leyes especiales.
En 1835, durante la primera guerra carlista, hubo un intento de levantamiento carlista en Andalucía, principalmente en Sevilla y Écija. Esta acción se extendía a ciudades como Carmona, Osuna, Córdoba y Lucena. Un grupo importante se encontraba en Niebla. El representante de Don Carlos en la región era el Brigadier Salvador Malavila. La acción fracasó cuando varios carlistas de Écija fueron descubiertos, lo que llevó a muchas detenciones. El Brigadier Malavila fue capturado y perdió la vida junto con sus principales oficiales por no delatar a sus compañeros.
En esa época también surgieron grupos carlistas, como el liderado por Luis Moreno en la sierra de Propios, quien fue capturado y perdió la vida en Jaén. Otros grupos actuaban en el campo de Gibraltar o cerca de Gaucín, en la serranía de Ronda. También hubo levantamientos en lugares como Motril. Todos estos grupos fueron desmantelados. Muchos de los participantes eran militares que habían estado en la campaña realista de 1822-1823.
Varios planes recibían apoyo de un comité en Gibraltar, formado por carlistas españoles y seguidores de Miguel de Portugal. Este comité contaba con el apoyo de algunos políticos ingleses. Los miembros españoles del comité se enfocaron en las provincias de Cádiz, Málaga y Granada. Su objetivo principal era contactar con los carlistas presos en las cárceles de Cádiz, Algeciras, Ceuta, Melilla y Alhucemas.
El 4 de octubre de 1836, en Málaga, los capitanes carlistas Francisco Estrada y Carlos Mosé perdieron la vida mientras estaban en prisión. Cinco años antes, Estrada y Mosé habían ayudado a derrotar al grupo de José María Torrijos, por lo que habían sido reconocidos con la cruz de primera clase de la Real y militar orden de San Fernando.

Pero la acción más conocida en Andalucía durante esta guerra fue la del General Miguel Gómez Damas, nacido en 1785 en Torredonjimeno (Jaén). En 1836, emprendió una expedición desde el Norte que llegó a Andalucía. Después de participar en la guerra de la Independencia española, Gómez se unió a los carlistas. Tras la muerte de Zumalacárregui, se decidió hacer un tipo diferente de guerra, que consistía en moverse por el territorio español para conseguir más seguidores. Conquistaron ciudades importantes como Córdoba e invadieron la serranía de Ronda, pero no pudieron mantener las ciudades ocupadas.
Otros generales carlistas destacados de esta guerra nacidos en Andalucía fueron Vicente González Moreno y Juan de Dios Polo y Muñoz de Velasco.
Meses antes de la firma del convenio de Vergara, en noviembre de 1838, el teniente carlista Pedro María Quintana se levantó en armas en el peñón de Alhucemas. Lo hizo con la tropa del Batallón Francos Voluntarios de Granada y la mayoría de los prisioneros allí, con quienes formó otro batallón. Lograron tomar el islote y proclamaron a Carlos V. Querían llegar en barco a la costa de la provincia de Castellón para unirse a las fuerzas de Ramón Cabrera, pero fueron detenidos por las autoridades francesas en la costa argelina.
Entre los religiosos que apoyaron la causa carlista, destacaron el arzobispo de Sevilla Francisco Javier Cienfuegos, quien fue exiliado, y el obispo de Guadix José Uraga, quien fue detenido por participar en los preparativos de un levantamiento. Muchos otros apoyaron el carlismo en secreto.
Segunda guerra carlista en Andalucía

En 1847, durante la campaña montemolinista, se intentó promover un levantamiento carlista en Andalucía por Carlos VI. Para ello, el general carlista José María de Arévalo, que estaba fuera de España, fue a Gibraltar y de allí a su tierra natal, la Alpujarra Granadina. Sin embargo, el plan fracasó, y ambos generales carlistas tuvieron que ir a Inglaterra y luego a Francia.
También el líder Juan Illanes formó un grupo en Guadalcanal, cerca de Sevilla, al grito de «¡viva Carlos VI!». Este grupo se mantuvo en la sierra de Cazalla durante dos meses, evitando a las fuerzas de la Guardia Civil. Al no recibir ayuda, tuvieron que dispersarse.
Con motivo del alzamiento carlista de 1855, el general Arévalo volvió a Gibraltar para formar un grupo carlista en la serranía de Ronda. Pero el Gobierno español protestó, y las autoridades británicas ordenaron su detención. Sin embargo, Arévalo fue avisado y se marchó antes de ser capturado.
El Carlismo durante el Sexenio Revolucionario
A partir de la revolución de 1868, el carlismo se convirtió en un movimiento legal. Pudo participar en las elecciones y publicar periódicos que apoyaban abiertamente su causa. En Almería se publicaron El Observador, El Porvenir y La Juventud Católica; en Cádiz, La Monarquía tradicional; en Córdoba, El Mediodía; en Estepa, El Rayo; en Granada, La Esperanza del Pueblo; en Jaén, La Fé Católica y La Voz de España; en Jerez de la Frontera, La Bandera Católica; en Sevilla, El Oriente; y en Úbeda, El Orden. Todos estos periódicos buscaban combatir las ideas revolucionarias y difundir las ideas católicas y de orden.
Entre los que difundieron la causa carlista, destacaron Francisco Mateos Gago y Francisco Pagés del Corro, intelectuales de Sevilla.
En la política parlamentaria, el obispo de Jaén, Antolín Monescillo, fue elegido diputado carlista en las elecciones de 1869. También Carlos Calderón fue elegido diputado en las elecciones de 1872 por Santa Fe (Granada). Sin embargo, no pudo ocupar su cargo porque su elección fue anulada tras el inicio de la tercera guerra carlista.
La proclamación de la Primera República aumentó el apoyo al carlismo. Carlos Cruz Rodríguez explicó que el carlismo creció en Andalucía durante este tiempo porque, en momentos de desorden, la gente buscaba una solución, y Don Carlos se presentaba como una opción.
Tercera guerra carlista en Andalucía

Desde la caída de Isabel II, varios militares andaluces decidieron apoyar a Carlos de Borbón y Austria-Este (Carlos VII). Lo hicieron por su defensa del orden y la religión católica. Entre 1872 y 1876, combatieron en la tercera guerra carlista.
En Andalucía también se esperaba un levantamiento. Don Carlos encargó su dirección en 1870 al general Juan Antonio de Zaratiegui. Pero por problemas de salud, en 1871, Zaratiegui fue reemplazado por Antonio Arjona.
La organización a nivel nacional fue dirigida inicialmente por el sevillano Hermenegildo Díaz de Cevallos. Otros generales carlistas andaluces destacados que participaron en esta guerra fueron Emilio Martínez-Vallejos, Juan Illanes, Juan María Maestre, Antonio Oliver, Marcelino Martínez de Junquera, Carlos Calderón, Manuel Fernández de Prada, Antonio Brea y José Díez de la Cortina y Cerrato, así como el vicealmirante Romualdo Martínez de Viñalet. Todos ellos lucharon por Don Carlos en el norte, excepto Díez de la Cortina, quien combatió y perdió la vida en La Mancha.
El General Antonio de Arjona, quien había sido secretario de Carlos María Isidro y era conocido en Andalucía, fue bien recibido en la región. Sin embargo, cuando comenzó la tercera guerra carlista, Andalucía no respondió al llamado como se esperaba.

A pesar de esto, durante esta guerra también se formaron algunos grupos carlistas en Andalucía. Su participación fue limitada, ya que la mayor parte de las fuerzas carlistas se concentraban en el norte, hacia donde se dirigieron muchos carlistas andaluces.
El 1 de marzo de 1873, se formaron tres grupos en la provincia de Granada. Uno se organizó cerca de El Fargue, para operar en la zona de Guadix. Otro se formó en Granada, para ir a la Alpujarra Granadina. Y el tercero, liderado por Carlos Cruz Rodríguez, debía haberse formado en Alhama. Los grupos de Guadix y la Alpujarra se mantuvieron activos durante diez o doce días, siendo derrotados. El grupo de Salar fue sorprendido antes de poder reunir a su gente.
En Sevilla, los carlistas lograron reunir una gran cantidad de dinero. A finales de septiembre de 1873, se desmanteló un plan carlista en la ciudad. Esto llevó al exilio de varias personas, entre ellas el Marqués de Gandul y Ventura Camacho, director de periódicos carlistas.
El Carlismo durante la Restauración
Durante la Restauración, el carlismo, aunque con menos fuerza, siguió teniendo seguidores en Andalucía, especialmente entre las clases medias. Los carlistas publicaron algunos periódicos regionales, además de los nacionales como El Correo Español. Por ejemplo, Lorenzo Sáenz y Fernández Cortina promovió en Jaén la fundación del semanario carlista El Norte Andaluz (1889-1891), y en Úbeda de El Libertador (1896-1899) y El Combate (1901-1910). Los carlistas de Huelva fundaron El Restaurador (1891-1892 y 1896-1897); los de Granada, La Voz de Granada (1892-1897) y El Amigo del Obrero (1896-1898); y los de Córdoba, La Bandera Española (1898-1905).
En 1887, el General Juan María Maestre fue nombrado representante de Don Carlos y líder de la Comunión Tradicionalista en Andalucía. En 1894, designó a Juan Manuel Moscoso y López como líder regional tradicionalista para las provincias de Granada, Almería, Málaga y Jaén. Gracias a la labor de Moscoso, en solo cuatro años se crearon grupos carlistas en más de trescientas localidades de Andalucía oriental.

Un pensador carlista importante en este periodo fue José Roca y Ponsa. Aunque nació en Cataluña, trabajaba como canónigo en la Catedral de Sevilla. También fueron importantes Jesús de Grimarest, líder provincial de la Comunión Tradicionalista de Sevilla; y José Ignacio Suárez de Urbina, líder provincial de Córdoba a principios del siglo siglo XX.
En el intento de sublevación carlista de octubre de 1900 (que se realizó sin el apoyo de los líderes carlistas), hubo pequeños grupos levantados en la provincia de Jaén, en Quesada, Úbeda y Baeza.
En 1911, circulaban los semanarios carlistas La Verdad, de Granada; El Combate, de Jaén; y El Radical, de Sevilla. Más numerosos fueron los periódicos andaluces que seguían al integrismo, un grupo que se separó del carlismo en 1888.

En honor al Padre Francisco Alvarado, en 1912 se celebraron unas importantes fiestas carlistas en Marchena. Estas demostraron la fuerza del tradicionalismo andaluz. Allí asistieron líderes nacionales y regionales, y muchos tradicionalistas. Por un discurso dado en este evento, el joven Manuel García-Sañudo fue condenado a prisión.
Aunque el carlismo no tenía en Andalucía tantos seguidores como en Cataluña o Navarra, Domingo Cirici Ventalló destacó la presencia carlista en la región. Mencionó que en todas las poblaciones importantes había fuerzas respetables, que el clero andaluz y las órdenes religiosas simpatizaban con el carlismo, y que muchas familias nobles y jóvenes intelectuales también lo apoyaban.

Durante la década de 1910, también se formó el Requeté como una organización juvenil carlista en varios pueblos y ciudades de Andalucía.
El carlismo decayó después de la separación de Vázquez de Mella en 1919 y la llegada del Directorio militar de Primo de Rivera. En 1930, José María Bellido Rubio era el líder regional carlista de Andalucía.
El Carlismo durante la Segunda República
Después de la renuncia de Primo de Rivera en enero de 1930, y tras casi diez años de poca actividad, se volvieron a formar grupos y delegaciones del Partido Integrista. Esto, según Álvarez Rey, fue muy importante para entender el desarrollo del tradicionalismo en Andalucía durante la Segunda República.
El abogado y político tradicionalista Manuel Fal Conde, nacido en la provincia de Huelva, se unió al integrismo en 1930. Cuando este partido regresó a la Comunión Tradicionalista, Manuel Fal Conde se puso al frente en Andalucía. Sus principales acciones fueron impulsar a las juventudes y a los requetés. Gracias a esto, el carlismo andaluz vivió un periodo importante, especialmente a partir de 1932. Algunos miembros tradicionalistas de Sevilla estuvieron involucrados en la Sanjurjada ese año.

En 1933, Fal Conde fue nombrado líder de Andalucía Occidental. En las elecciones generales de ese mismo año, se lograron cuatro diputados tradicionalistas en Andalucía por la coalición de derechas. En 1933, Alfonso Carlos de Borbón nombró a Fal Conde secretario general de la Comunión Tradicionalista. Fal Conde también organizó, junto con Enrique Barrau, el acto del Quintillo en Sevilla para mostrar la fuerza del tradicionalismo.
En 1934, José María García Verde fue nombrado líder regional de Andalucía Occidental, y Ramón de Contreras y Pérez de Herrasti para Andalucía Oriental.
Hacia 1935, el tradicionalismo también se había establecido en las universidades andaluzas, y la Agrupación Escolar Tradicionalista estaba creciendo. En Málaga, por ejemplo, los tradicionalistas organizaron importantes secciones culturales y deportivas.
Además del diario El Siglo Futuro, el principal periódico del tradicionalismo a nivel nacional, y el veterano La Verdad de Granada, durante este periodo surgieron muchas publicaciones carlistas en Andalucía. Por ejemplo, en 1933 reapareció en Córdoba el semanario La Bandera Española. Hacia 1935, se publicaban en Andalucía los diarios La Unión, de Sevilla, y Diario de Jerez; La Independencia de Almería; El Eco de Jaén; el semanario Patria, de Villacarrillo y el quincenal Boinas Rojas de Aguilar de la Frontera. Muchos de estos diarios se agruparon en la editorial Impresora Bética (IBSA), creada en 1934. Además, Fal Conde tenía un semanario, El Observador, que servía como voz de sus ideas políticas.
Aunque los carlistas ya estaban preparando acciones con los militares, participaron en las elecciones de febrero de 1936 en la coalición de derechas contra el Frente Popular. Resultaron elegidos quince diputados tradicionalistas. Sin embargo, el nuevo gobierno anuló algunas elecciones, incluyendo las de Granada.
El Carlismo durante el Conflicto Civil
En 1932, el coronel José Enrique Varela (de San Fernando) se hizo cargo de la dirección de los requetés en toda España. Los organizó militarmente en patrullas, compañías y tercios. El malagueño Ricardo Rada se encargó de la organización en 1935, y en julio de 1936, los requetés sumaban 30.000 hombres.
Otros militares andaluces que formaban parte de la Comunión Tradicionalista durante la Segunda República participaron en los planes y en el conflicto civil español. Entre ellos estaban el jienense Alejandro Utrilla y el granadino Luis Villanova Ratazzi.
Durante el conflicto, se formaron varios tercios de requetés andaluces: el Tercio Virgen de los Reyes de Sevilla, el Tercio Virgen del Rocío de Huelva, el Tercio de Nuestra Señora de la Merced de Jerez de la Frontera, el Tercio de San Rafael de Córdoba, el Tercio de Isabel la Católica de Granada y el Tercio de Nuestra Señora de la Victoria de Málaga. Todos ellos combatieron en el bando nacional.
La actuación de los requetés andaluces, bajo las órdenes del General Queipo de Llano, fue muy importante en los primeros meses del conflicto. Entre sus combatientes, se hizo conocido el caso de Antonio Molle Lazo, un joven de Arcos de la Frontera que perdió la vida mientras gritaba «¡Viva Cristo Rey! ¡Viva España!».
El corresponsal de guerra Rafael Ortega López describió la actuación de los requetés andaluces en enero de 1937, destacando su valentía y la toma de pueblos importantes. Mencionó a los requetés de Córdoba, Jerez, Granada, Huelva y Sevilla, elogiando su participación.
El Carlismo durante el Franquismo

Durante el gobierno de Francisco Franco, el carlismo siguió actuando de forma discreta. Sin embargo, desde finales de la década de 1950, se permitió a los carlistas expresar sus ideas sobre una «Monarquía tradicional, católica, social y representativa». También se autorizaron las grandes reuniones anuales de Montejurra, que contaron con la presencia de la familia Borbón-Parma. Muchos carlistas andaluces asistieron a estas reuniones. Además, se siguió celebrando el acto del Quintillo en Sevilla, donde desfilaron miles de requetés en 1964 y 1965.
Desde Sevilla, la Editorial Católica Española, S.A., y Ediciones Montejurra, publicaron muchos libros en defensa de la causa carlista.
En el ámbito estudiantil, después de que la Agrupación Escolar Tradicionalista (AET) fuera disuelta oficialmente en 1969, la sección de Sevilla continuó usando estas siglas. Este grupo, liderado por Manuel Fal Conde, defendía el tradicionalismo clásico y tuvo diferencias con otros sectores. La AET de Granada también se mantuvo activa durante la Transición.
El Carlismo durante la Transición
El Quintillo fue el lugar que eligió Sixto Enrique de Borbón para su primera aparición pública el 26 de abril de 1976. Lo hizo como líder de una nueva Comunión Tradicionalista que tenía diferencias con su hermano Carlos Hugo. Sixto Enrique presidió este evento que los carlistas sevillanos organizaban desde 1934. Después de varios discursos, se hizo pública una declaración de principios. En ella, la Comunión Tradicionalista defendía «la independencia moral y política de España frente a cualquier grupo político internacional» y lamentaba «los cambios en las ideas del príncipe don Carlos Hugo hacia el socialismo». El manifiesto también decía que el príncipe don Sixto se mantenía fiel a los principios de Dios, Patria, Fueros y Rey.
En los sucesos de Montejurra que ocurrieron poco después en Navarra, el carlista y militar onubense José Luis Marín García-Verde se defendió durante un enfrentamiento físico entre los seguidores de Carlos Hugo y los de Sixto.
Desde finales de los años 70 y hasta principios de los 90, en Granada funcionaba el Círculo Manuel Fal Conde, que publicaba un boletín mensual. En Sevilla, también se han mantenido grupos carlistas hasta la fecha.