Historia de la Comunidad de Madrid para niños
La historia de la Comunidad de Madrid es bastante reciente como la conocemos hoy. La provincia de Madrid se formó oficialmente en el siglo XIX. Mucho después, a finales del siglo XX, se convirtió en una Comunidad Autónoma, que es como una región con su propio gobierno, pero formada por una sola provincia.
Sin embargo, antes de esto, hubo momentos muy importantes que ayudaron a que la región de Madrid fuera como es ahora:
- Hubo muchos asentamientos humanos importantes en la Prehistoria.
- Surgió la ciudad de Complutum (hoy Alcalá de Henares) en la época de los romanos.
- Durante la época visigoda, Complutum perdió importancia y la región se volvió más rural, dependiendo de Toledo, que era la capital del reino.
- En el periodo de Al-Ándalus, el territorio madrileño se volvió un lugar clave para la defensa de Toledo. Madrid (llamada Mayrit entonces) fue muy importante como centro de caminos y defensa.
- Durante la Reconquista, se formó el concejo de la Tierra de Madrid, que fue el primer paso para la organización administrativa actual.
- En el Renacimiento, la villa de Madrid fue elegida capital, lo que fue un paso decisivo.
- La expansión de la ciudad en el siglo XX fue fundamental para la creación de la Comunidad Autónoma actual.
De todos estos momentos, el más importante fue cuando Madrid se convirtió en capital. En el siglo XVI, el rey Felipe II decidió que Madrid sería la capital de su imperio en el año 1561. A partir de ese momento, se hicieron esfuerzos para organizar la región alrededor de la Corte, ya que antes las tierras entre las sierras de Guadarrama y Somosierra y el río Tajo estaban divididas y pertenecían a diferentes lugares.
Por ejemplo, a Guadalajara le correspondían zonas como Colmenar Viejo y Buitrago del Lozoya. Segovia tenía tierras al norte y oeste de la actual provincia de Madrid, mientras que Toledo ocupaba el este, con ciudades como Alcalá de Henares y Chinchón. Por otro lado, Madrid tenía bajo su control lugares como Casarrubios del Monte (en la actual provincia de Toledo) y Zorita de los Canes (en la de Guadalajara).
Esta forma desorganizada del territorio, que venía de la Reconquista y la repoblación en la Baja Edad Media, empezó a corregirse en los siglos XVI y XVII. Al ser capital, Madrid hizo que las tierras cercanas dependieran económicamente de ella, incluso más allá de los límites actuales. Pero aún faltaba mucho para que fuera una verdadera organización administrativa.
Después de algunos intentos de organizar el territorio en el siglo XVIII, la provincia de Madrid se formó definitivamente en el siglo XIX. Esto ocurrió con una reforma impulsada por Javier de Burgos, que estableció la división provincial de España en 1833. La nueva provincia de Madrid se unió a la región de Castilla la Nueva, junto con Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo.
El paso de provincia a comunidad autónoma ocurrió mucho después, a finales del siglo XX, cuando se creó el Estado de las Autonomías. Además de ser la capital, lo que fue clave para crear la provincia, la nueva comunidad se convirtió en una gran área metropolitana. Esto fue muy importante para que se separara de la antigua región de Castilla la Nueva, ya que la provincia de Madrid tenía grandes diferencias en población y economía, y por eso se formó como una comunidad de una sola provincia.
Contenido
Orígenes: Prehistoria, Romanos y Visigodos
La Prehistoria en Madrid

La zona que hoy es la Comunidad de Madrid estuvo habitada desde hace mucho tiempo, desde el Paleolítico Inferior. Se han encontrado muchos restos antiguos en los valles de los ríos Manzanares, Jarama y Henares. También hay pinturas y grabados en cuevas como las de La Pedriza del Manzanares y la Cueva del Reguerillo. Los restos más antiguos, encontrados en Arganda del Rey, son de la época Achelense.
Uno de los hallazgos más importantes de la Prehistoria es el vaso campaniforme de Ciempozuelos. Este vaso, que data de la Edad del Bronce (entre 1970 y 1470 a.C.), es tan especial que le dio nombre a un tipo de cerámica.
También se han encontrado muchos restos de los celtíberos del siglo IV a.C., lo que muestra que hubo mucha actividad humana antes de que los romanos llegaran a la península ibérica.
La Época Romana en la Región
Durante el Imperio romano, esta región formó parte de la provincia Citerior. Era un lugar con mucho tránsito, cruzado por varias calzadas romanas, y tenía algunas ciudades importantes.
Complutum (Alcalá de Henares) llegó a ser un Municipio, probablemente en la época del emperador Augusto. Otras ciudades como Titulcia y Mantua (Villamanta) también pudieron haber sido municipios.
Desde el siglo I, se desarrollaron muchas villas romanas en la región de Madrid. Estas villas, que eran como grandes fincas rurales, tuvieron su mayor esplendor en el Bajo Imperio y se ubicaban cerca de los ríos y las vías de comunicación.
Por la actual Comunidad de Madrid pasaban muchas calzadas, como las que unían Mérida con Zaragoza y Astorga con Córdoba. Todavía se conserva parte de una calzada romana en Cercedilla, construida en el siglo I después de Cristo, que cruzaba la Sierra de Guadarrama.
Complutum brilló hasta el Bajo Imperio. Otras ciudades como Titulcia y Miaccum (cuyos restos se encontraron en Collado Mediano) también aparecen en los escritos antiguos por su relación con las vías de comunicación.
-
Mosaico romano hallado en Complutum (Alcalá de Henares).
-
Restos de villa romana en Getafe.
-
Puente romano de 'El Descalzo' en Cercedilla.
La Época Visigoda

Hay muy pocos rastros de los visigodos en la Comunidad de Madrid. Su impacto principal fue el desarrollo de algunos lugares y el crecimiento rural con pequeñas aldeas y granjas. Esto se debió a su cercanía a Toledo, que era la capital del reino visigodo.
En esta época, la región perdió importancia. La gente se dispersó en pequeñas aldeas, muchas de las cuales solo se conocen por sus cementerios. Recientemente, en Talamanca de Jarama, se encontró un cementerio visigodo con tumbas de ladrillo y restos de un antiguo templo religioso, lo que es un hallazgo muy importante para la región.
Incluso Complutum entró en decadencia. Aunque fue nombrada sede de un obispado en el siglo V, esto no fue suficiente para que recuperara su antiguo esplendor.
El Periodo de Al-Ándalus
El centro de la península ibérica estuvo poco poblado durante Al-Ándalus hasta bien entrado el siglo VIII. No había ciudades importantes, ni siquiera Complutum, que estuvo casi deshabitada hasta ese siglo.
A partir del siglo IX, el territorio madrileño se volvió muy importante. La región adquirió un gran valor estratégico para defender Toledo del avance de los reinos cristianos desde el norte. Se convirtió en la posición defensiva más avanzada de Al-Ándalus, justo en la frontera.
Los musulmanes, en la época del emir Mohamed I de Córdoba, construyeron varias fortalezas en toda la región. La de Talamanca de Jarama, que defendía el camino del Jarama, se fundó antes del año 860. La fortaleza de Mayrit (Madrid), que defendía el camino del río Manzanares, se construyó entre los años 860 y 880. Era un "ribat", un pequeño recinto amurallado donde vivía una comunidad religiosa y militar, y fue el origen de la ciudad de Madrid. El sistema defensivo se completaba con Qal'-at'-Abd-Al-Salam (Alcalá de Henares), que protegía el río Henares. También surgieron otras fortalezas y atalayas (torres de vigilancia), como la Torrelodones.
En el año 861, las tropas del rey cristiano Ordoño I, lideradas por el primer Conde de Castilla, Rodrigo, tomaron Talamanca temporalmente, causando grandes pérdidas y daños en la ciudad.
Después de estas incursiones, Mayrit (Madrid) se convirtió en el principal punto defensivo de la zona, y la importancia de Talamanca empezó a disminuir. Durante el siglo X, Mayrit ya era el centro de la red de caminos de la región, un papel que ha mantenido desde entonces.
En el año 939, el rey Ramiro II de León tomó la fortaleza de Madrid, pero la abandonó rápidamente. En este mismo año, el califa Abderramán III lanzó una gran ofensiva contra los reinos cristianos, que terminó en la batalla de Simancas.
La sierra de Guadarrama sirvió como frontera natural entre el Califato de Córdoba y el Condado de Castilla hasta bien entrado el siglo XI.
En esta época nació un personaje importante de la región: Maslama al-Mayriti (Madrid, siglo X), conocido como "el Euclides andalusí". Fue un astrónomo famoso y fundó una escuela de matemáticas en Córdoba.
La Reconquista y la Repoblación Cristiana
En el siglo XI, Madrid se convirtió en un objetivo deseado por las tropas cristianas. Se dieron cuenta de que no podían conquistar Toledo sin antes tomar Madrid.
Finalmente, el rey Alfonso VI tomó la ciudad de Madrid en el año 1083, y dos años después entró en Toledo. A principios del siglo XII, cayeron Alcalá de Henares (1118) y el castillo de Oreja (1139), que fue el último lugar musulmán en el territorio de la actual provincia de Madrid.
Las nuevas tierras conquistadas por los cristianos no se unieron en una sola región, sino que se dividieron en varios dominios. Por ejemplo, Alcalá de Henares quedó bajo el control del poderoso Arzobispado de Toledo hasta finales del siglo XIX.
Esta división del territorio fue el resultado de un largo proceso de repoblación (siglos XI al XV), que tuvo dos fases. Entre los siglos XI y XII, la prioridad era asegurar las antiguas fortalezas musulmanas y sus alrededores para defenderse. Madrid, Talamanca de Jarama, Alcalá de Henares y Buitrago del Lozoya fueron las villas más importantes en la repoblación de esos siglos.
Una vez aseguradas las fortalezas, la repoblación buscó objetivos sociales y económicos. Esta segunda etapa, que duró los siglos XIII, XIV y XV, fue complicada debido a las disputas entre las diferentes villas castellanas por controlar las nuevas tierras y el creciente poder de los señores feudales.
Madrid fue la única ciudad de la región que tuvo un papel activo en esta última fase, ya que Buitrago, Alcalá y Talamanca estaban bajo el dominio de señores feudales o de la iglesia. Madrid fue la única ciudad que mantuvo su propia identidad legal, primero con el Fuero Viejo y luego con el Fuero Real, concedido por Alfonso X en 1262.
De esta época se conservan restos de edificios románicos y románico-mudéjares en diferentes lugares de la actual provincia.
Alrededor de la ciudad de Madrid se formó un territorio administrativo llamado Tierra de Madrid, que fue el primer paso para la provincia. Este territorio se extendía hasta municipios actuales como San Sebastián de los Reyes, Las Rozas de Madrid y Rivas-Vaciamadrid.
El Concejo madrileño, que tenía permiso del rey para repoblar nuevas tierras, tuvo muchos conflictos con Segovia para quedarse con el Real de Manzanares. Esta zona, muy rica en recursos naturales, incluía la villa principal de Manzanares (hoy Manzanares el Real) y otros lugares como Colmenar Viejo y Torrelodones.
Finalmente, el Real de Manzanares fue entregado a la Casa de Mendoza en 1383. En 1475, comenzaron las obras del castillo-palacio de Manzanares el Real, que es el castillo más hermoso de la Comunidad de Madrid.
Creciente Influencia Política y Cultural
En el siglo XIV, el rey Enrique III visitaba mucho la región, atraído por sus bosques y zonas de caza. El rey pasaba largas temporadas en El Pardo y aprovechaba la cercanía de Madrid para convocar las Cortes del Reino. Desde entonces, el territorio madrileño tuvo una relación muy cercana con la monarquía española, que culminó en el siglo XVI con la elección de Madrid como capital de España. Esto fue clave para que el territorio madrileño se convirtiera en provincia (siglo XIX) y, finalmente, en región (siglo XX).
Entre los siglos XIV y XVI, antes de ser capital, Madrid fue elegida diez veces como sede de las Cortes de Castilla. Ninguna otra ciudad castellana, excepto Valladolid, había acogido tantas veces las Cortes del Reino.
No solo la ciudad de Madrid aumentó su importancia política, sino también otros lugares como El Pardo y Aranjuez, que se convirtieron en Reales Sitios en los siglos XIV y XV. En el siglo XVI, se añadió el Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, cuando Madrid ya era capital.
La preferencia de la monarquía por las tierras madrileñas se basaba en varios factores. Su ubicación en el centro de la península, a igual distancia de todos los puertos, era muy importante. Pero también sus buenas condiciones ambientales: abundancia de bosques, pastos y caza, buenas aguas y aire saludable.
Además, no había un poder eclesiástico fuerte y establecido en Madrid, lo que fue clave para que la capitalidad recayera en ella y no en Toledo.
A la creciente influencia de Madrid se sumó, en el siglo XVI, el centro cultural de la Universidad de Alcalá de Henares, impulsada por el cardenal Cisneros. Esta universidad, también conocida como Universidad Cisneriana, abrió sus puertas en 1508.
Alcalá vivió así su gran momento de esplendor, antes de que la capitalidad de Madrid la eclipsara. Luego, en el siglo XX, resurgió como una ciudad metropolitana importante, fue declarada Patrimonio de la Humanidad y es la sede de los Premios Cervantes.
Madrid se Convierte en Capital

En el siglo XVI, el rey Felipe II estableció la capital de su imperio en Madrid (año 1561). Aunque se cree lo contrario, Madrid no era una ciudad sin importancia en el centro de la Meseta Central.
Es cierto que su población (unos 15.000 habitantes antes de ser capital) era mucho menor que la de Toledo (60.000) o Valladolid (40.000), que también eran candidatas a capital. Pero su importancia era innegable: los reyes de Castilla la visitaban a menudo, y algunos incluso vivieron allí temporalmente. Además, Madrid pertenecía al pequeño grupo de ciudades que tenían voz y voto en las Cortes del Reino. Solo dieciocho ciudades castellanas tenían este privilegio.
Otra prueba de la influencia de Madrid es el interés del emperador Carlos I, quien ordenó reformar y ampliar el Real Alcázar de Madrid, quizás para establecer allí la Corte de forma permanente. Carlos I incluso planeó construir una catedral en Madrid para no depender religiosamente de Toledo, pero el poderoso Arzobispado de Toledo impidió esta iniciativa.
La elección de Madrid como capital impulsó lo que se puede considerar el segundo origen de la provincia madrileña. Aunque no había una verdadera regulación administrativa de la región, los reyes fueron creando una dependencia económica de las tierras cercanas a Madrid, que se extendía más allá de los límites actuales. También se amplió la autoridad de la Sala de Alcaldes de Casa y Corte (de cinco a diez leguas alrededor), intentando organizar una región en torno a la capital.
Pero aún faltaba mucho para una verdadera organización administrativa, sobre todo porque el Estado del Antiguo Régimen convivía con muchas jurisdicciones señoriales, tanto de nobles como de la iglesia.
La necesidad de una organización territorial administrativa se hizo evidente durante las obras del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, que comenzaron en 1563 por orden de Felipe II. Su construcción requirió muchas infraestructuras, lo que mostró los problemas de la desorganización administrativa.

A pesar de esto, el rey impulsó importantes obras a lo largo de los 50 kilómetros que separan Madrid de San Lorenzo de El Escorial. Estas obras buscaban hacer más cómodo el viaje del rey y beneficiaron a pueblos como Galapagar (donde se construyó el Puente Nuevo sobre el río Guadarrama) y Torrelodones (donde Juan de Herrera diseñó el Real Aposento de Torrelodones, un lugar de descanso para el rey).
Así, la ciudad de Madrid extendió su influencia más allá de su concejo y comenzó a formarse la actual provincia, aunque solo en la práctica. Todavía faltaban tres siglos para que fuera una realidad administrativa.
Aunque el término "provincia" no tenía un rango legal, se usaba a menudo en documentos fiscales de los siglos XVI y XVII. En 1591, se hizo un censo para definir los límites de las provincias castellanas. Parte del territorio actual de la provincia de Madrid estaba dividido entre Ávila, Guadalajara, Segovia y Toledo, mientras que Madrid se adentraba en tierras que hoy pertenecen a Toledo y Guadalajara.
Convertida en el centro político, económico y cultural del país, Madrid vivió su mayor esplendor entre los siglos XVI y XVII. En la capital coincidieron grandes escritores como Cervantes (de Alcalá de Henares), Quevedo, Calderón de la Barca y Lope de Vega. La ciudad era entonces un centro internacional del teatro. En el siglo XVII, fue uno de los principales centros de pintura del mundo, con artistas como Velázquez y la Escuela madrileña de pintura. El Teatro Español y el Barrio de las Letras son testigos de ese esplendor literario, y el Museo del Prado guarda la riqueza artística de la época.
En escultura, Madrid acogió a artistas españoles e internacionales. El italiano Pietro Tacca creó la primera estatua ecuestre del mundo que se sostiene sobre las dos patas traseras del caballo: la de Felipe IV, en la Plaza de Oriente, diseñada a partir de una pintura de Velázquez y con cálculos atribuidos a Galileo Galilei.
La Ilustración en Madrid

La capitalidad hizo que la población de Madrid creciera mucho, convirtiéndose en la ciudad más habitada de la monarquía española, con 120.000 habitantes, apenas un siglo después de ser capital. Pero, curiosamente, no ocurrió lo mismo en los pueblos cercanos. Esto ha sido una constante en la historia de la región: mientras la ciudad no ha parado de crecer desde su fundación en el siglo IX, la mayoría de los pueblos cercanos no han tenido un desarrollo similar.
Solo se puede hablar de una verdadera expansión de los pueblos que hoy forman la Comunidad de Madrid a partir del siglo XX, cuando se formó el área metropolitana.
Este efecto se debe a la desorganización administrativa del entorno de Madrid, heredada de la época de los señoríos en la Baja Edad Media, lo que dificultaba tareas básicas como el abastecimiento de la ciudad. A esto se sumó el estatus especial de los Reales Sitios, creados en el Renacimiento. A los de El Pardo, Aranjuez y San Lorenzo de El Escorial se añadió en el siglo XVIII el de San Fernando de Henares, que surgió en 1746 alrededor de la Real Fábrica de Tapices que mandó construir Felipe V.
La nueva ciudad imperial, rodeada de un territorio sin organización administrativa, buscaba sus suministros en zonas agrícolas cada vez más lejanas. Mientras Madrid absorbía más riqueza de todo el país, su territorio cercano, en manos de nobles y la iglesia, o bajo influencia real, tendía a empobrecerse, sin poder desarrollar una economía adecuada a las necesidades de la capital.
Hubo algunos intentos en el siglo XVIII para solucionar esta situación. En la época de Felipe V, se crearon las Intendencias, con poder político-administrativo. Sin embargo, la Intendencia de Madrid no resolvió el problema de raíz, y la actual provincia siguió dividida en varios dominios, aunque se mejoraron los procesos para proyectos centralizados.
Otro problema que la capitalidad puso en evidencia fue la falta de infraestructuras. La red de caminos del centro de España tenía su centro en Toledo, y hubo que crear una nueva red para asegurar el abastecimiento de Madrid. Del siglo XVII data la estructura radial de las comunicaciones españolas, que tiene su centro en Madrid.
Incluso se diseñó un proyecto para hacer navegable el río Manzanares, ideado por Carlos Lemaur, siguiendo las grandes obras hidráulicas de la Ilustración. Se trata del fallido canal del Guadarrama, que llevaría agua al Manzanares. Todavía se conservan las ruinas de la presa de El Gasco (Torrelodones), el punto de origen de este enorme proyecto de ingeniería, que habría sido la presa más alta del mundo en su momento (unos 90 metros).
A lo largo del siglo XVIII, la Villa de Madrid se transformó con grandes obras urbanísticas y nuevas construcciones, impulsadas por los reyes. Destaca la labor de Carlos III, el rey ilustrado, que dotó a la ciudad de algunos de sus edificios y monumentos más bellos, y promovió la creación de instituciones sociales, económicas y culturales que aún existen. En este siglo se construyeron el Palacio Real, iniciado con Felipe V y terminado durante el reinado de Carlos III, y el Museo del Prado, que originalmente se concibió como un Gabinete de Historia Natural.
Madrid se puso a la vanguardia europea, siguiendo las ideas de la Ilustración. Fue una de las primeras ciudades del mundo en tener un Observatorio Astronómico, un Museo de Ciencias Naturales y un Jardín Botánico, entre otras instituciones.
Junto con el impulso real, la aristocracia también realizó importantes obras arquitectónicas para renovar sus palacios y residencias. En el siglo XVIII se construyeron los palacios de Miraflores, Tepa, Ugena, Perales, Grimaldi, Liria y Buenavista.
La intensa actividad constructora de la Ilustración tomó el relevo del arte pictórico del siglo XVII. Mientras la Escuela madrileña de pintura perdía fuerza, surgía una brillante generación de arquitectos madrileños: Pedro de Ribera, Juan de Villanueva y Ventura Rodríguez (de Ciempozuelos) llevaron a cabo los proyectos reales. Este último diseñó los tres conjuntos escultóricos del Salón del Prado, las fuentes de Cibeles, Neptuno y Apolo, que se han convertido en símbolos de la ciudad. Entre los siglos XVII y XVIII, José de Churriguera (de Madrid) fue el responsable del conjunto urbanístico y monumental del pueblo de Nuevo Baztán, donde destaca el palacio-iglesia de Goyeneche.
La segunda época de oro de Madrid eclipsó el protagonismo de los demás pueblos de la región, tanto en lo social y económico como en lo cultural. Ni siquiera Alcalá de Henares, que aún tenía abierta su universidad, logró destacar en el nuevo contexto de la región, dominado por el empuje de la capital. Las únicas excepciones fueron los Reales Sitios, que florecieron bajo la influencia de la monarquía, como demuestran las obras urbanísticas en San Lorenzo de El Escorial y Aranjuez.
La villa de Madrid terminó el siglo XVIII con 156.672 habitantes, según el primer censo oficial realizado en la capital en 1787.
De Provincia a Comunidad Autónoma

El territorio de la Comunidad de Madrid alcanzó en gran parte sus límites actuales en 1833 con la división de España en provincias impulsada por Javier de Burgos. En esta división, la provincia de Madrid fue asignada a la región de Castilla la Nueva, que era solo una clasificación y no tenía órganos administrativos propios.
Un pequeño cambio en los límites provinciales de 1833 ocurrió en 1850, cuando el pequeño municipio de Valdeavero (de 19 km² y que hasta entonces pertenecía a la provincia de Guadalajara) fue incorporado a la provincia de Madrid.
Uno de los principales obstáculos para el crecimiento de la población de la capital hasta entonces, el suministro de agua, cambió mucho con la llegada del agua del río Lozoya a Madrid en 1858, gracias a la inauguración del Canal de Isabel II.
Alcalá de Henares, que había estado en declive desde mediados del siglo XVIII, experimentó una recuperación de población y economía en la segunda mitad del siglo XIX, gracias a su condición de destacamento militar y al inicio de una pequeña industria.
Durante el reinado de Fernando VII, el sur de la provincia estaba formado por pequeños pueblos agrícolas con poca población. Entre ellos destacaba Getafe, que en 1834 se convirtió en cabeza de partido judicial, una zona donde la actividad económica principal seguía siendo la agricultura. A mediados del siglo XIX, llegó el ferrocarril a la región, con la línea entre Madrid y Aranjuez.
Durante el conflicto civil español (1936-1939), el territorio de la provincia quedó dividido por el frente. La ciudad de Madrid sufrió muchos ataques aéreos durante este periodo, siendo una de las primeras grandes ciudades de Europa en experimentar este tipo de ataques.
A partir de la década de 1970, la población de la capital comenzó a trasladarse a los municipios del área metropolitana. Este proceso se acentuó con el inicio de la autonomía, y también hubo un fuerte descenso en la natalidad.
El Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid fue aprobado el 1 de marzo de 1983. La provincia de Madrid se convirtió en comunidad autónoma bajo la Ley Orgánica 3/1983, del 25 de febrero, con el nombre de Comunidad de Madrid.
Por su parte, las provincias de Ciudad Real, Cuenca, Guadalajara y Toledo (que pertenecían a Castilla la Nueva), junto con la de Albacete (que estaba en la región de Murcia), formaron la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.
Desde el nacimiento de la comunidad autónoma, han sido presidentes del gobierno regional: Joaquín Leguina (1983-1995), del PSOE; Alberto Ruiz-Gallardón (1995-2003); Esperanza Aguirre (2003-2012); Ignacio González (2012-2015); Cristina Cifuentes (2015-2018) y Ángel Garrido (desde 2018), del PP.
Durante los primeros veinticinco años de autonomía, la región de Madrid se convirtió en líder del crecimiento económico en España. Fue una plataforma para que la economía española se abriera al mundo, con un gran predominio del sector servicios. A principios de siglo, el sector de la construcción también tuvo un fuerte impulso. Económicamente, este periodo se caracterizó por ser un lugar de llegada para la inmigración, un centro de transportes en España y un importante centro científico y cultural del país.
Galería de imágenes
-
Mapa de la provincia de Madrid, realizado por Tomás López de Vargas en 1773.