Escuela madrileña para niños

La Escuela madrileña es el nombre que se le da a un grupo de pintores que trabajaron en la ciudad de Madrid durante los reinados de los reyes Felipe IV y Carlos II. Esto ocurrió a lo largo de casi todo el siglo XVII, una época muy importante para el arte en España, conocida como el Siglo de Oro de la pintura española.
Aunque hubo artistas muy talentosos en esta escuela, los nombres de muchos de ellos no son tan conocidos. Esto se debe a que vivieron al mismo tiempo que grandes maestros de fama mundial como Velázquez, Zurbarán y Murillo.
Los expertos creen que la Escuela madrileña creció gracias a la presencia de la Corte Real en Madrid. Lo más importante no era dónde nacían los artistas, sino que se formaban y trabajaban para la nobleza y la Iglesia, que vivían cerca de los reyes. Esto ayudó a que tuvieran un estilo parecido, aunque cada artista tuviera su propia forma de pintar.
Algunos piensan que Velázquez fue el punto de partida de esta escuela. Sin embargo, la Escuela madrileña ya existía antes de que Velázquez, que era de Sevilla, llegara a Madrid. Además, otros pintores de esa época tenían un estilo similar al de la escuela, aunque no fueran directamente alumnos de Velázquez. Él tuvo muy pocos alumnos directos, pero muchos artistas después de él imitaron su estilo.
La Escuela madrileña comenzó cuando Felipe IV subió al trono. Él hizo de Madrid, por primera vez, un centro artístico muy importante. Esto ayudó a que los pintores españoles buscaran un estilo propio, dejando atrás las influencias italianas. Pasaron del manierismo (un estilo con figuras alargadas y colores artificiales) al tenebrismo (un estilo que usa contrastes fuertes de luz y sombra). Este fue el primer paso de la escuela.
Poco a poco, la escuela desarrolló un estilo barroco más propio de España, que reflejaba las ideas políticas, religiosas y culturales de la monarquía de los Austrias. La escuela terminó con los primeros signos del rococó (un estilo más ligero y decorativo) en las obras de Antonio Palomino, el último de sus representantes. Así, la Escuela madrileña incluyó a artistas que estuvieron antes de Velázquez, a sus contemporáneos, a sus alumnos y a sus seguidores.
Contenido
¿Qué hace especial el estilo de la Escuela madrileña?
Los pintores de la Escuela madrileña usaban principalmente las técnicas de óleo y fresco. Al principio, su estilo era muy naturalista, es decir, pintaban las cosas tal como las veían. Luego, evolucionaron hacia el barroco decorativo, que es más complejo y usa muchas figuras y símbolos.
Estos artistas se preocupaban mucho por cómo usar la luz y el color. Al principio, destacaban los contrastes fuertes entre luces y sombras, típicos del tenebrismo. Después, usaron colores más brillantes y luminosos. Recibieron influencias de la pintura italiana, flamenca y, por supuesto, de Velázquez.
Como sus clientes eran principalmente la nobleza y la Iglesia, los temas de sus cuadros eran casi siempre retratos o escenas religiosas.
Orígenes y primeros pasos de la Escuela madrileña
El nacimiento de esta escuela no fue casualidad. Un siglo antes, durante el reinado de Felipe II, Madrid ya se había convertido en la capital de España. En ese tiempo, se trajo a artistas de Italia (que era muy famosa por su arte) para que sus obras dieran prestigio a la monarquía de los Austrias.
Así se formaron grupos de artistas relacionados con Toledo (El Greco, Luis Tristán, Pedro de Orrente, Juan Bautista Maíno...) y con El Escorial. Estos fueron los antecedentes más cercanos de la futura Escuela madrileña. Sin embargo, mientras en otras regiones de España el tenebrismo ya era muy fuerte, Madrid tardó un poco más en adoptarlo.
En el primer tercio del siglo XVII, Vicente Carducho fue una figura clave. Él ayudó a la Escuela madrileña a pasar del manierismo italiano al realismo, y también recibió influencia del pintor valenciano Francisco Ribalta.
Artistas y evolución del estilo
Dentro de la Escuela madrileña, podemos ver varias generaciones de artistas.
Primera generación: Inicios del siglo XVII
Este grupo incluye a los pintores del primer tercio del siglo XVII. La pintura de la Corte aún no tenía un estilo bien definido. Se notaba la influencia del manierismo italiano, pero ya empezaba a aparecer un estilo más naturalista.
El líder de este grupo fue Vicente Carducho. Él combinaba la influencia italiana (de Florencia y Venecia) con el gusto por el naturalismo, que llegó a España con artistas como Orazio Borgianni. Un ejemplo de su estilo manierista es su obra Visión de San Antonio en el Museo del Hermitage. También se ve la influencia de Tintoretto en sus cuadros de batallas para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, y un realismo naturalista en las Historias cartujanas para el monasterio de El Paular.
Carducho también fue maestro de Francisco Rizi, quien más tarde difundiría el estilo de la Escuela madrileña en la tercera generación. Carducho fue el primer teórico de la escuela. Aunque sus ideas defendían el manierismo clásico, en sus últimas obras se inclinó hacia el barroco naturalista.
Otros artistas importantes de este grupo fueron Eugenio Cajés, Juan Bautista Maíno, Pedro Núñez del Valle, Juan van der Hamen y Angelo Nardi. También hubo otros menos conocidos pero de buena calidad, como Antonio de Lanchares, Luis Fernández y Domingo de Carrión.

Segunda generación: La época de Velázquez
Este segundo grupo incluye a los artistas de la generación de Velázquez, que trabajaron durante casi todo el reinado de Felipe IV. Entre ellos estaban los alumnos de Velázquez, como Juan Bautista Martínez del Mazo y Juan de Pareja, y otros pintores destacados de su tiempo, como Antonio de Pereda y Salgado, fray Juan Rizi y Francisco Camilo.
De los alumnos, Mazo fue el que mejor interpretó el estilo de Velázquez, aunque le faltaba su espontaneidad. Era un excelente retratista (algunos de sus retratos se confundieron con los de Velázquez) y destacó en la pintura de paisajes con figuras pequeñas. Juan Pareja, por su parte, se acercó más al estilo de la generación de Carreño, especialmente en sus obras de la Inmaculada, un tema muy popular en la Escuela madrileña.
Pereda y Juan Rizi, cada uno a su manera, se mantuvieron más fieles al tenebrismo. Pereda mostraba un gran detalle y amor por la naturaleza, influenciado por la pintura flamenca, como se ve en cuadros como la Alegoría de la Vanidad y El sueño del Caballero. También se especializó en pintura religiosa, donde se notan influencias de Velázquez y de la escuela veneciana.
Juan Rizi, conocido por sus series de historias benedictinas, tiene claras conexiones con Zurbarán.
Francisco Camilo es un caso especial. Se formó en el taller de Pedro de las Cuevas y desarrolló su propia versión del manierismo, con colores vibrantes y una pincelada suelta y libre, lo que lo diferenciaba de la mayoría de sus contemporáneos.
Tercera generación: Reinado de Carlos II
El tercer grupo está formado por los artistas que trabajaron después de Velázquez, ya durante el reinado de Carlos II.
Juan Carreño, Francisco Rizi, Mateo Cerezo, José Antolínez, Juan Antonio Frías y Escalante, Francisco Herrera el Mozo y Claudio Coello son algunos de los pintores más conocidos de este periodo. Hubo muchos artistas talentosos en esta época, como Antonio Arias, Benito Manuel Agüero, Juan Martín Cabezalero, José Jiménez Donoso y Sebastián Muñoz. Fue una de las generaciones más grandes y talentosas de artistas españoles.
En esta época, la influencia de Velázquez y de la escuela flamenca se hizo más directa. Los artistas de esta generación estudiaron las colecciones reales, que tenían muchas obras de las escuelas veneciana y flamenca. La visita de Rubens a la Corte de Madrid y la llegada de muchas pinturas flamencas ayudaron a que esta influencia se asimilara. La influencia de Velázquez se nota sobre todo en los retratos de la Corte, mientras que la flamenca se ve más en los cuadros religiosos. Sin embargo, estas dos influencias, junto con la veneciana, a menudo se mezclaban en las obras.
Carreño, pintor de Carlos II y de su madre Mariana de Austria, recibió la influencia de la escuela flamenca a través de Van Dyck. Esto se ve en su gusto por figuras esbeltas y elegantes, aunque también exageraba algunas poses de los retratos de Velázquez (por ejemplo, en el Retrato de Francisco Bazán y el de Carlos II en el Museo del Prado). La influencia veneciana se aprecia en su obra Pedro Ivanowitz Potemkin.
En Francisco Rizi se nota más la emoción del barroco decorativo. En este tercer periodo de la escuela madrileña, sus obras tienen cielos de un azul intenso, colores más claros y luminosos, y tonos nacarados en la piel. Cerezo, Antolínez y Escalante también destacan por sus colores brillantes.
Finalmente, con Claudio Coello, las influencias de Rubens y la escuela veneciana, junto con la de Pietro da Cortona, llevaron el barroco decorativo a su punto más alto. Sus obras tienen colores ricos, ángeles rosados y arquitecturas barrocas, que representan la Iglesia triunfante de la Contrarreforma. También se ve la influencia de Velázquez, especialmente en el uso de la perspectiva aérea, como en su gran lienzo de la Sacristía de El Escorial (Adoración de la Sagrada Forma). Esta atención a los efectos de perspectiva en la pintura al fresco continuaría siendo importante en el siglo siguiente.
Al final del siglo, con la decadencia del Imperio español y el cambio de dinastía, la Escuela madrileña terminó con la figura de Antonio Palomino. Al igual que Carducho al principio, Palomino fue un pintor de transición y un teórico. Sus escritos nos dejaron un valioso testimonio de esta escuela y son muy importantes para entenderla.
Galería de imágenes
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Jusepe Leonardo, Nacimiento de la Virgen, Museo del Prado, Madrid.
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La familia del pintor, óleo de Juan Bautista Martínez del Mazo discípulo de Velázquez. En el Kunsthistorisches Museum.