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Galileo Galilei para niños

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Datos para niños
Galileo Galilei
Justus Sustermans - Portrait of Galileo Galilei, 1636.jpg
Galileo por Justus Sustermans en 1636.
Información personal
Nombre de nacimiento Galileo di Vincenzo Bonaiuti de' Galilei
Nacimiento 15 de febrero de 1564
Pisa, Toscana, Italia
Fallecimiento 8 de enero de 1642

Arcetri, Toscana, Italia
Causa de muerte Muerte natural
Sepultura Basílica de la Santa Cruz y Tumba de Galileo Galilei
Residencia Gran Ducado de Toscana, República de Florencia
Nacionalidad Súbdito del Gran Ducado de Toscana
Religión Catolicismo
Familia
Padres Vincenzo Galilei
Giulia Ammannati
Pareja Marina Gamba
Hijos
Educación
Educado en Universidad de Pisa
Supervisor doctoral Ostilio Ricci
Información profesional
Área Astronomía, física, matemática, ingeniería, filosofía
Conocido por Fundamentar las bases de la mecánica moderna: cinemática, dinámica, observaciones telescópicas astronómicas, heliocentrismo
Empleador Universidad de Pisa, Universidad de Padua
Estudiantes doctorales Giuseppe Biancani, Benedetto Castelli y Vincenzo Viviani
Alumnos Giuseppe Biancani
Obras notables
  • transformación de Galileo
  • ecuaciones para un cuerpo en caída libre
Miembro de
  • Academia Nacional de los Linces
  • Accademia della Crusca (desde 1605)
Distinciones
  • Salón de la fama espacial internacional (1991)
Firma
Galileo Signature.svg
Notas
Ha sido considerado como el «padre de la astronomía moderna», el «padre de la física moderna» y el «padre de la ciencia».

Galileo Galilei (nacido en Pisa, Italia, el 15 de febrero de 1564 y fallecido en Arcetri, Italia, el 8 de enero de 1642) fue un brillante astrónomo, ingeniero, matemático y físico italiano. Es una figura clave de la revolución científica, un periodo de grandes cambios en la forma de entender el mundo.

Galileo fue un hombre muy talentoso del Renacimiento, interesado en casi todas las ciencias y artes, como la música, la literatura y la pintura. Entre sus grandes logros están la mejora del telescopio, muchas observaciones importantes del espacio, el descubrimiento de la primera ley del movimiento y su fuerte apoyo a la idea de que la Tierra gira alrededor del Sol, conocida como la «Revolución de Copérnico». Por todo esto, se le considera el «padre de la astronomía moderna», el «padre de la física moderna» y el «padre de la ciencia moderna».

Su forma de hacer experimentos es vista como un paso fundamental para establecer el método científico moderno. Su trabajo marcó una gran diferencia con las antiguas ideas de la física de Aristóteles. Además, su historia con la Inquisición de la Iglesia católica es un ejemplo famoso de cómo la religión y la ciencia pueden entrar en conflicto.

¿Quién fue Galileo Galilei?

Infancia y primeros años de Galileo

Galileo di Vincenzo Bonaiuti de' Galilei nació en Pisa, que en ese entonces formaba parte del Gran Ducado de Toscana. Fue el mayor de siete hermanos. Su madre fue Giulia Ammannati y su padre, Vincenzo Galilei, era músico y matemático.

La familia de Galileo era de la baja nobleza y se dedicaba al comercio. Ellos se encargaron de su educación hasta que cumplió 10 años. Después, sus padres se mudaron a Florencia y Galileo quedó al cuidado de un vecino religioso, Jacobo Borhini. Gracias a él, Galileo entró en un convento en Florencia y recibió una educación religiosa. Esto le hizo pensar en dedicarse a la vida religiosa, pero a su padre no le gustó la idea.

Su padre, Vincenzo Galilei, que era un hombre bastante escéptico, aprovechó que Galileo tenía una infección en el ojo para sacarlo del convento, diciendo que no lo cuidaban bien. Dos años después, Galileo fue inscrito por su padre en la Universidad de Pisa, donde estudió medicina, filosofía y matemáticas.

El descubrimiento de su verdadera vocación

Aunque su padre quería que Galileo fuera médico, en 1583 Galileo empezó a estudiar matemáticas con Ostilio Ricci. Ricci era un amigo de la familia y alumno de Tartaglia. Lo interesante de Ricci era que, a diferencia de otros maestros de la época, le gustaba combinar la teoría con la práctica experimental.

Galileo se sintió muy atraído por las obras de Euclides. No le interesaba la medicina ni las discusiones de la escolástica o la filosofía de Aristóteles. Así que decidió cambiar sus estudios hacia las matemáticas. Desde ese momento, se consideró seguidor de Pitágoras, Platón y Arquímedes, y se opuso a las ideas de Aristóteles.

Mientras aún era estudiante, Galileo descubrió la ley del isocronismo de los péndulos. Este fue el primer paso hacia el desarrollo de una nueva ciencia: la mecánica. También escribió un texto muy crítico contra los profesores de su tiempo. A lo largo de su vida, Galileo siempre rechazó ser comparado con los maestros de su época, lo que le ganó muchos enemigos.

Dos años después, regresó a Florencia sin un título universitario, pero con muchos conocimientos y una gran curiosidad científica.

¿Qué hizo Galileo antes del telescopio?

De Florencia a Pisa (1585-1592)

Galileo empezó demostrando varios teoremas sobre el centro de gravedad de algunos objetos sólidos en su obra Theoremata circa centrum gravitatis solidum. En 1586, reconstruyó la balanza hidrostática de Arquímedes, conocida como bilancetta. Al mismo tiempo, siguió estudiando las oscilaciones del péndulo e inventó el pulsómetro. Este aparato ayudaba a medir el pulso y proporcionaba una forma de medir el tiempo, algo que no existía con precisión en esa época. También comenzó sus estudios sobre la caída de los cuerpos.

En 1588, la Academia florentina lo invitó a dar dos charlas sobre «la forma, el lugar y el tamaño del infierno de Dante Alighieri».

Mientras tanto, Galileo buscaba trabajo como profesor en una universidad. Conoció a personas importantes, como el padre jesuita Christopher Clavius, un excelente matemático. También se encontró con el matemático Guidobaldo del Monte. Este último recomendó a Galileo al duque Fernando I de Médici, quien lo nombró profesor de matemáticas en la universidad de Pisa con un sueldo de 60 escudos de oro al año. Su primera clase fue el 12 de noviembre de 1589.

En 1590 y 1591, Galileo se interesó por la cicloide y la usó para diseñar arcos de puentes. También hizo experimentos sobre la caída de los cuerpos y escribió su primera obra sobre mecánica, De motu. Aunque hoy se duda si estas "experiencias" realmente ocurrieron o si fueron una invención de su primer biógrafo, Vincenzo Viviani, este libro contenía ideas nuevas para la época. Sin embargo, también explicaba los principios de la escuela de Aristóteles y el sistema de Ptolomeo. Galileo enseñó estas ideas durante mucho tiempo, incluso después de estar convencido del sistema de Copérnico, porque le faltaban pruebas claras.

El famoso experimento de la Torre de Pisa

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Ilustración del experimento de la Torre inclinada de Pisa de Galileo. Comparación de la visión antigua (izquierda) y el resultado del experimento de Galileo (derecha). El tamaño de las esferas representa sus masas, no sus volúmenes.
Archivo:PisaGravedad
Efecto de la atracción gravitatoria terrestre: animación de una esfera en caída libre desde la Torre de Pisa

Entre 1589 y 1592, Galileo Galilei, que era profesor de matemáticas en la Universidad de Pisa, supuestamente dejó caer dos esferas de diferentes pesos desde lo alto de la torre inclinada de Pisa. Quería demostrar que el tiempo que tarda un objeto en caer no depende de su masa. Esta historia fue contada por su alumno Vincenzo Viviani en una biografía publicada en 1717.

Según esta historia, Galileo descubrió que los objetos caen con la misma aceleración. Esto probaba que su idea era correcta y contradecía la teoría de Aristóteles, que decía que los objetos más pesados caían más rápido. Muchos historiadores creen que este fue más un experimento mental (una idea) que una prueba física real.

La Universidad de Padua (1592-1610)

Archivo:Galileo
Galileo Galilei

En 1592, Galileo se mudó a la Universidad de Padua, donde fue profesor de geometría, mecánica y astronomía hasta 1610. Se fue de Pisa por diferencias con uno de los hijos del gran duque Fernando I de Médici.

Padua era parte de la poderosa República de Venecia, lo que le dio a Galileo mucha libertad para investigar. La Inquisición no tenía tanto poder allí. Aunque Giordano Bruno había sido entregado a la Inquisición por los líderes de la república, Galileo podía hacer sus investigaciones con menos preocupaciones.

Enseñaba mecánica aplicada, matemáticas, astronomía y arquitectura militar. Después de la muerte de su padre en 1591, Galileo tuvo que ayudar a mantener a su familia. Empezó a dar muchas clases particulares a estudiantes ricos, a quienes incluso alojaba en su casa. Pero no era bueno administrando el dinero, y solo la ayuda de sus protectores y amigos le permitía pagar sus cuentas.

En 1599, Galileo ayudó a fundar la Accademia dei Ricovrati con el abad Federico Cornaro.

Ese mismo año, Galileo conoció a Marina Gamba, una joven veneciana. Tuvieron tres hijos: Virginia (nacida en 1600), Livia (en 1601) y Vincenzo (en 1606). Después de que Galileo y Marina se separaran amistosamente, Galileo se hizo cargo de su hijo y envió a sus hijas a un convento, ya que el abuelo las consideraba "incasables" por ser hijas fuera del matrimonio. Sin embargo, Vincenzo fue reconocido legalmente y se casó con Sestilia Bocchineri.

El año 1604: Grandes descubrimientos

El año 1604 fue muy importante para Galileo:

  • En julio, probó su bomba de agua en un jardín de Padua.
  • En octubre, descubrió la ley del movimiento uniformemente acelerado, aunque al principio la combinó con una ley de velocidades incorrecta.
  • En diciembre, empezó a observar una nova (una estrella que aparece de repente muy brillante). Dio cinco clases sobre este tema al mes siguiente, y en febrero de 1605 publicó el Dialogo de Cecco da Ronchitti da Bruzene in perpuosito de la stella Nova junto con Girolamo Spinelli. La aparición y desaparición de una nueva estrella contradecía la idea de que los cielos eran inmutables. Galileo seguía presentándose como seguidor de Aristóteles en público, pero en privado ya creía en el sistema de Copérnico. Esperaba tener pruebas irrefutables para oponerse a las ideas de Aristóteles.

Retomando sus estudios sobre el movimiento, Galileo "demostró" que los objetos lanzados (proyectiles) seguían trayectorias parabólicas en el vacío. Más tarde, la ley de la gravitación universal de Newton explicaría mejor los misiles balísticos, cuyas trayectorias son elípticas.

De 1606 a 1609

En 1606, Galileo construyó su primer termoscopio. Este fue el primer aparato en la historia que permitía comparar de forma objetiva los niveles de calor y frío. Ese mismo año, Galileo y dos amigos enfermaron de la misma enfermedad. Solo Galileo sobrevivió, pero quedó con reumatismo por el resto de su vida.

En los dos años siguientes, el científico estudió las estructuras de los imanes. Hoy en día, sus trabajos se pueden ver en el museo de historia de Florencia.

El telescopio y sus descubrimientos

La invención del telescopio

Archivo:Bertini fresco of Galileo Galilei and Doge of Venice
Galileo enseñando al dux de Venecia el uso del telescopio. Fresco de Giuseppe Bertini (1825-1898).

En mayo de 1609, Galileo recibió una carta de Jacques Badovere, un antiguo alumno suyo en París. La carta confirmaba un rumor: existía un telescopio que permitía ver objetos lejanos. Este telescopio, construido en Holanda por el fabricante de lentes Hans Lippershey, ya había permitido ver estrellas que no se veían a simple vista. Con solo esta descripción, Galileo, que ya no daba clases a Cosme II de Médicis, construyó su primer telescopio.

A diferencia del telescopio holandés, el de Galileo no deformaba los objetos y los aumentaba 6 veces, el doble que el otro. También fue el único de su época que lograba una imagen derecha, gracias a una lente especial en el ocular. Este invento cambió la vida de Galileo.

El 21 de agosto, apenas terminó su segundo telescopio (que aumentaba ocho o nueve veces), lo presentó al Senado de Venecia. La demostración se hizo en lo alto del Campanile de la plaza de San Marco. Los espectadores quedaron asombrados: Murano, que estaba a 2.5 km, parecía estar a solo 300 metros.

Galileo ofreció su instrumento y cedió los derechos a la República de Venecia, que estaba muy interesada en sus usos militares. Como recompensa, fue confirmado de por vida en su puesto en Padua y su sueldo se duplicó. Por fin se liberó de sus problemas económicos.

Sin embargo, Galileo no dominaba la teoría óptica, y los instrumentos que fabricaba eran de calidad muy variada. Algunos telescopios eran casi inútiles para la observación astronómica. Por ejemplo, en abril de 1610, una demostración del telescopio en Bolonia fue un desastre, como informó Martin Horky a Kepler.

En marzo de 1610, Galileo reconoció que, de los más de 60 telescopios que había construido, solo unos pocos eran realmente buenos.

La observación de la Luna

Archivo:Galileo moon phases
Ilustración elaborada por Galileo sobre las fases lunares

Durante el otoño de 1610, Galileo siguió mejorando su telescopio. En noviembre, construyó un instrumento que aumentaba veinte veces el tamaño y lo usó para observar el cielo. Rápidamente, al observar las fases de la Luna, descubrió que este astro no era una esfera perfecta y transparente, como decía la teoría de Aristóteles.

La física de Aristóteles, que era la más aceptada en esa época, dividía el universo en dos mundos:

  • El mundo «sublunar»: incluía la Tierra y todo lo que estaba entre la Tierra y la Luna. En este mundo, todo era imperfecto y cambiaba.
  • El mundo «supralunar»: empezaba en la Luna y se extendía más allá. En esta zona, solo existían formas geométricas perfectas (esferas) y movimientos regulares e inmutables (circulares).

Galileo, por su parte, observó una zona de transición entre la sombra y la luz en la Luna, llamada el terminador, que no era para nada regular. Esto contradecía la teoría de Aristóteles y confirmaba la existencia de montañas en la Luna. Galileo incluso calculó su altura en 7000 metros, más que la montaña más alta conocida en la Tierra hasta ese momento. Es importante recordar que los medios técnicos de la época no permitían medir con exactitud la altura de las montañas terrestres. Aunque los dibujos de las fases lunares y los mapas de Galileo fueron muy influyentes, no fue el único que estudió la Luna. Es posible que el descubrimiento de la libración lunar, que a menudo se le atribuye, ya hubiera sido descrito antes por Thomas Harriot, influenciado por los trabajos de William Gilbert.

La investigación del universo

En pocas semanas, Galileo descubrió la naturaleza de la Vía Láctea, contó las estrellas de la constelación de Orión y notó que algunas estrellas que se veían a simple vista eran en realidad grupos de estrellas. También observó los anillos de Saturno, pero no los identificó como tales, sino como extraños "apéndices" (como dos asas). No fue hasta medio siglo después que Huygens (1629-1695), usando telescopios más avanzados, pudo ver la verdadera forma de los anillos. Galileo también estudió las manchas solares.

El 7 de enero de 1610, Galileo hizo un descubrimiento muy importante: vio tres pequeñas estrellas cerca de Júpiter. Después de varias noches de observación, descubrió que eran cuatro y que giraban alrededor del planeta. Se trata de los satélites de Júpiter que hoy conocemos como satélites galileanos: Calisto, Europa, Ganímedes e Ío.

Para asegurarse un puesto en Florencia, Galileo llamó a estos satélites "astros mediceos" I, II, III y IV, en honor a Cosme II de Médicis, su antiguo alumno y gran duque de Toscana. Aunque Galileo dudó entre "Cósmica sidera" y "Medicea sidera", finalmente eligió la segunda opción. Los nombres actuales de estos satélites fueron dados por el astrónomo Simon Marius, a sugerencia de Johannes Kepler (1561-1630), aunque durante dos siglos se usó la nomenclatura de Galileo.

El 4 de marzo de 1610, Galileo publicó en Florencia sus descubrimientos en el libro El mensajero de las estrellas (Sidereus nuncius), que contenía sus primeras observaciones estelares.

Para Galileo, Júpiter y sus satélites eran un modelo a pequeña escala del sistema solar. Creía que, gracias a ellos, podría demostrar que las órbitas de cristal de Aristóteles no existían y que no todos los cuerpos celestes giraban alrededor de la Tierra. Esto fue un golpe muy duro para los seguidores de Aristóteles. También corrigió a algunos seguidores de Copérnico que afirmaban que todos los cuerpos celestes giraban alrededor del Sol.

El 10 de abril de 1610, mostró estos astros a la corte de Toscana, donde fue recibido con gran éxito. Ese mismo mes, dio tres cursos sobre el tema en Padua. Johannes Kepler (de 38 años) le ofreció su apoyo. El astrónomo alemán no confirmó este descubrimiento hasta septiembre, gracias a una lente que Galileo le regaló.

Observaciones en Florencia y presentación en Roma

Archivo:Costa san giorgio, casa di galileo 02
La casa florentina de Galileo

El 10 de julio de 1610, Galileo dejó Venecia para mudarse a Florencia.

A pesar de los consejos de sus amigos Sarpi y Sagredo, quienes temían que su libertad se viera limitada, Galileo aceptó el puesto de Primer matemático de la Universidad de Pisa (sin obligación de dar clases ni de vivir allí) y el de Primer matemático y Primer filósofo del gran duque de Toscana.

El 25 de julio de 1610, Galileo apuntó su telescopio hacia Saturno y descubrió su extraña apariencia, creyendo que los anillos eran dos asas. Pasaron 50 años y se necesitaron instrumentos más potentes para que Christiaan Huygens entendiera la verdadera naturaleza de los anillos de Saturno.

Al mes siguiente, Galileo encontró una manera de observar el Sol con el telescopio y realizó observaciones de las manchas solares. Les dio una explicación satisfactoria.

En septiembre de 1610, continuando con sus observaciones, descubrió las fases de Venus. Para él, esta era una nueva prueba de que el sistema de Copérnico era correcto, ya que este fenómeno era fácil de explicar con la idea heliocéntrica (el Sol en el centro), y mucho más difícil con la idea geocéntrica (la Tierra en el centro).

El 29 de marzo de 1611, el cardenal Maffeo Barberini (futuro Urbano VIII) invitó a Galileo a presentar sus descubrimientos en el Colegio pontifical de Roma y en la joven Academia de los Linces. Galileo se quedó en la capital pontificia un mes entero, durante el cual recibió muchos honores. La Academia de los Linces lo recibió con entusiasmo y lo aceptó como su sexto miembro. Desde ese momento, el lince de la academia aparecería en la portada de todas las publicaciones de Galileo.

El 24 de abril de 1611, el Colegio Romano, formado por jesuitas, incluyendo a Christopher Clavius, confirmó al cardenal Roberto Belarmino que las observaciones de Galileo eran exactas. Sin embargo, los sabios se abstuvieron de confirmar o negar las conclusiones de Galileo.

Galileo regresó a Florencia el 4 de junio.

Pruebas del sistema heliocéntrico de Galileo

Archivo:Predicciones-geo-helio
Predicciones sobre la observación de Venus

Según Bertrand Russell, el conflicto entre Galileo y la Iglesia católica fue una disputa entre el razonamiento inductivo (basado en la observación de la realidad) y el razonamiento deductivo (basado en argumentos de autoridad, como los de Aristóteles o las Sagradas Escrituras). Galileo usó por primera vez el método científico, ofreciendo pruebas experimentales y publicando sus resultados para que otros pudieran repetirlos.

A pesar de que a veces se dice que Galileo no demostró el movimiento de la Tierra, las pruebas experimentales que él publicó para apoyar sus ideas fueron las siguientes:

  • Montañas en la Luna: Fue el primer descubrimiento de Galileo con el telescopio, publicado en el Sidereus nuncius en 1610. Con esto, refutó la idea de Aristóteles de que los cielos eran perfectos y que la Luna era una esfera lisa e inmutable. Galileo presentó muchos dibujos de sus observaciones e incluso estimó la altura de las montañas lunares, aunque sus cálculos no fueron del todo precisos.
  • Nuevas estrellas: También publicado en el Sidereus nuncius. Observó que el número de estrellas visibles con el telescopio se duplicaba. Además, estas estrellas no aumentaban de tamaño, a diferencia de los planetas, el Sol y la Luna. Esta imposibilidad de aumentar el tamaño era una prueba de la hipótesis de Copérnico sobre la existencia de un enorme espacio entre Saturno y las estrellas lejanas. Esta prueba refutaba el principal argumento a favor de la teoría geocéntrica, que decía que, si la teoría de Copérnico fuera cierta, se debería observar el paralaje (un cambio en la posición aparente de las estrellas según la posición de la Tierra en su órbita). Sin embargo, debido a la enorme distancia de las estrellas, no era posible ver este paralaje.
  • Satélites de Júpiter: Este fue quizás el descubrimiento más famoso de Galileo. Lo hizo el 7 de enero de 1610 y causó un gran impacto en toda Europa. Cristóbal Clavio, astrónomo del Colegio Romano de los jesuitas, dijo: «Todo el sistema de los cielos ha quedado destruido y debe arreglarse». Era una prueba importante de que no todos los cuerpos celestes giraban alrededor de la Tierra, ya que había cuatro planetas (en la forma en que se entendían los planetas entonces, incluyendo la Luna y el Sol) que giraban alrededor de Júpiter.
  • Manchas solares (primera prueba): Otro descubrimiento que refutaba la perfección de los cielos fue la observación de manchas en el Sol a finales de 1610 en Roma, aunque su publicación se retrasó hasta 1612. El jesuita Christoph Scheiner, bajo el pseudónimo de Padre Apelles, se atribuyó su descubrimiento y argumentó que eran pequeños planetas entre el Sol y la Tierra. Galileo, por el contrario, demostró, usando la teoría matemática, que las manchas estaban en la superficie del Sol. Además, hizo otro descubrimiento importante al mostrar que el Sol giraba, lo que sugería que la Tierra también podría hacerlo.
  • Las fases de Venus: Esta prueba es un excelente ejemplo de cómo Galileo aplicó el método científico. Hizo la observación en 1610, pero la publicó hasta 1623 en El Ensayador. Para asegurar su autoría, hizo circular un criptograma (mensaje cifrado) anunciándolo. Observó las fases de Venus, junto con un cambio en su tamaño, lo cual solo era compatible con la idea de que Venus gira alrededor del Sol. Venus se ve más pequeño cuando está en fase llena y más grande cuando está en fase nueva (es decir, cuando está entre el Sol y la Tierra). Esta prueba refutó completamente el sistema de Ptolomeo (100-168), que se volvió insostenible. A los jesuitas del Colegio Romano solo les quedaba aceptar el sistema de Copérnico o buscar otra alternativa, y se refugiaron en el sistema de Tycho Brahe, dándole un significado que antes no tenía.
Archivo:Mareas galileo
Argumento de las mareas
  • Argumento de las mareas: Presentado en la cuarta parte de los Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo. Fue un argumento brillante, pero el único de los que presentó que estaba equivocado. Según Galileo, la rotación de la Tierra, al moverse en su traslación alrededor del Sol, causaba que los puntos en la superficie de la Tierra sufrieran aceleraciones y desaceleraciones cada 12 horas, lo que provocaría las mareas. En esencia, la idea es correcta, y esta fuerza existe, pero su intensidad es mucho menor de lo que Galileo calculó, y no es la causa principal de las mareas. El error se debió a que no conocía datos importantes como la distancia al Sol y la velocidad de la Tierra. Aunque estaba equivocado, Galileo desacreditó la teoría del origen lunar de las mareas por falta de explicación de su naturaleza. La explicación completa de las mareas y su doble abultamiento tendría que esperar hasta Newton. Sin embargo, en su contexto, la tesis de Galileo presentaba menos problemas y era más creíble en su explicación de las mareas.
  • Manchas solares (segunda prueba): En su gran obra, el diálogo sobre los sistemas del mundo, Galileo retomó el argumento de las manchas solares, convirtiéndolo en un poderoso argumento contra el sistema de Tycho Brahe, el último refugio de los que creían en el geocentrismo. Galileo observó que el eje de rotación del Sol estaba inclinado, lo que hacía que la rotación de las manchas solares tuviera una variación estacional, un "bamboleo". Aunque los movimientos de las manchas podían atribuirse al Sol o a la Tierra (geométricamente eran equivalentes), físicamente no lo eran. Si la Tierra se movía, Galileo indicaba que bastaba una explicación con movimientos inerciales: la Tierra en traslación y el Sol en rotación. Por el contrario, si solo se movía el Sol, este tendría que realizar dos movimientos distintos a la vez, alrededor de dos ejes diferentes, causados por fuerzas sin ninguna explicación física. Este argumento, junto con las fases de Venus, fue una nueva prueba experimental que mostraba el movimiento de la Tierra.

Los desafíos de Galileo y la Inquisición

La oposición se organiza

Archivo:Sidereus Nuncius 1610.Galileo
El Sidereus nuncius

Galileo parecía ir de triunfo en triunfo y convencía a todos. Sin embargo, los que defendían la teoría geocéntrica se convirtieron en sus enemigos, y los ataques contra él comenzaron con la publicación de Sidereus nuncius. No podían permitirse perder la discusión ni ver su ciencia cuestionada.

Además, los métodos de Galileo, basados en la observación y la experiencia, eran completamente opuestos a los de sus oponentes, quienes se apoyaban en la autoridad de Aristóteles. Galileo rechazaba ser comparado con ellos.

Al principio, solo eran pequeñas disputas. Pero Sagredo le escribió a Galileo, recién llegado a Florencia: «El poder y la generosidad de vuestro príncipe [el duque de Toscana] permiten esperar que él sepa reconocer vuestra dedicación y vuestro mérito; pero en los mares agitados actuales, ¿quién puede evitar ser, yo no diría hundido, pero sí al menos duramente agitado por los vientos furiosos de los celos?».

El primer ataque vino de Martin Horky, alumno del profesor Magini y enemigo de Galileo. En junio de 1610, Horky publicó un texto contra el Sidereus nuncius sin consultar a su maestro. Además de ataques personales, su argumento principal era: «Los astrólogos han hecho sus horóscopos teniendo en cuenta todo lo que se mueve en los cielos. Por lo tanto, los astros mediceos no sirven para nada, y Dios no crea cosas inútiles; estos astros no pueden existir».

Los seguidores de Galileo se burlaron de Horky, diciendo que esos astros servían para una cosa: hacerlo enfadar. Horky se convirtió en el hazmerreír de la universidad y su maestro lo regañó por un error tan evidente. En agosto, un tal Sizzi intentó un ataque similar con los mismos argumentos, sin éxito.

Una vez que las observaciones de Galileo fueron confirmadas por el Colegio Romano, los ataques cambiaron. Lodovico delle Colombe lo atacó desde el punto de vista religioso, preguntándose si Galileo intentaba interpretar la Biblia para que coincidiera con sus teorías. En esa época, un salmo parecía apoyar una cosmología geocéntrica (que la Tierra estaba fija e inmóvil).

La opinión del Colegio Romano se dio a petición del cardenal Roberto Belarmino —quien había participado en el juicio de Giordano Bruno— después de la cálida bienvenida que recibió Galileo en Roma en la primavera de 1611. Sin embargo, Belarmino no se convenció con las explicaciones de Galileo, y desde ese momento, la Inquisición empezó a seguir y controlar las actividades de Galileo.

Los ataques se vuelven más fuertes

Archivo:Galileo before the Holy Office
Galileo ante el Santo Oficio, por Joseph-Nicolas Robert-Fleury.

Galileo, de regreso en Florencia, era intocable desde el punto de vista astronómico. Sus oponentes entonces criticaron su teoría de los cuerpos flotantes. Galileo decía que el hielo flota porque es más ligero que el agua, mientras que los aristotélicos pensaban que flotaba porque era su naturaleza flotar (la física cuantitativa y matemática de Galileo contra la física cualitativa de Aristóteles). El debate tuvo lugar durante un almuerzo en la mesa de Cosme II en septiembre de 1611.

Galileo se opuso a los profesores de Pisa y en especial al propio Delle Colombe, en lo que se llamó la «batalla de los cuerpos flotantes». Galileo salió victorioso de la discusión. Varios meses después, publicó una obra donde presentaba su teoría.

Además de estos asuntos, Galileo continuó con sus investigaciones. Su sistema para determinar las longitudes fue propuesto en España por el embajador de Toscana.

En 1612, inició una discusión con Apelles Latens Post Tabulam (seudónimo del jesuita Christoph Scheiner), un astrónomo alemán, sobre las manchas solares. Apelles defendía la idea de que el Sol era perfecto, argumentando que las manchas eran en realidad grupos de estrellas entre el Sol y la Tierra. Galileo demostró que las manchas estaban en la superficie del Sol, o tan cerca que no se podía medir su altura. La Academia de los Linces publicó esta correspondencia el 22 de marzo de 1613 con el título de Istoria e dimostrazioni intorno alle macchie solari e loro accidenti. Scheiner finalmente aceptó la teoría de Galileo.

El 2 de noviembre de 1612, las disputas reaparecieron. El dominico Niccolo Lorini, profesor de historia eclesiástica en Florencia, dio un sermón claramente opuesto a la teoría de la rotación de la Tierra. Aunque el sermón no tuvo consecuencias graves, marcó el inicio de los cuestionamientos religiosos. Los opositores usaron un pasaje bíblico del Libro de Josué (Josué), donde Josué detiene el movimiento del Sol y la Luna, como argumento teológico contra Galileo.

En diciembre de 1613, el profesor Benedetto Castelli, antiguo alumno de Galileo y colega en Pisa, recibió el encargo de la duquesa Cristina de Lorena de probar la validez de la doctrina de Copérnico. Galileo ayudó a su alumno escribiéndole una carta el 21 de diciembre de 1613 (conocida como Galileo, diálogos y cartas selectas) sobre la relación entre ciencia y religión. La gran duquesa se tranquilizó, pero la controversia no disminuyó.

Mientras tanto, Galileo continuó con sus trabajos. Del 12 al 15 de noviembre, recibió a Jean Tarde, a quien le mostró su microscopio y sus trabajos de astronomía.

El 20 de diciembre, el padre Tommaso Caccini atacó muy duramente a Galileo en la iglesia Santa Maria Novella. El 6 de enero de 1614, el carmelita Paolo Foscarini, que creía en Copérnico, publicó una carta defendiendo positivamente la opinión de los pitagóricos y de Copérnico sobre el movimiento de la Tierra. Él veía el sistema de Copérnico como una realidad física. La controversia creció tanto que el cardenal Belarmino tuvo que intervenir el 12 de abril. Escribió una carta a Foscarini donde condenaba claramente la idea heliocéntrica si no había una refutación concluyente del sistema geocéntrico. En esa carta escribió:

Y no se puede responder que esto no es materia de fe, porque si no es materia de fe ex parti obiecti (respecto al objeto), es materia de fe ex parte dicentis (por quien lo dice). Y tan herético sería como quien dijera que Abraham no tuvo dos hijos y Jacob doce, o quien dijera que Cristo no nació de Virgen. — Cardenal Belarmino, «Carta a Foscarini». Opere XII, pp. 171-172.

En 1614, conoció a Juan Bautista Baliani, un físico genovés, quien sería su amigo y corresponsal durante muchos años.

Como respuesta, Galileo escribió una extensa carta a Cristina de Lorena donde desarrolló sus argumentos a favor de que el sistema de Copérnico era compatible con la fe. Esta carta, escrita alrededor de abril de 1615 y muy difundida, es un documento clave. En ella, Galileo señalaba los pasajes de las Escrituras que presentaban problemas desde un punto de vista cosmológico.

A pesar de sus esfuerzos, Galileo fue obligado a presentarse en Roma para defenderse de las acusaciones y, sobre todo, para intentar evitar que la doctrina de Copérnico fuera prohibida. Pero le faltaba una prueba irrefutable del movimiento de la Tierra para apoyar sus argumentos. Su intervención llegó demasiado tarde: Lorini ya había avisado a Roma de la llegada de Galileo, y el Santo Oficio ya había comenzado a investigar el caso.

El 8 de febrero de 1616, Galileo envió su teoría de las mareas (Discorso del flusso e reflusso) al cardenal Alejandro Orsini. Esta teoría (que contradecía el principio de la inercia, enunciado por el propio Galileo, y que solo podía explicar pequeños aspectos del fenómeno) pretendía demostrar que el movimiento de la Tierra producía las mareas. Sin embargo, los astrónomos jesuitas ya postulaban correctamente que las mareas eran causadas por la atracción de la Luna.

La censura de las teorías de Copérnico (1616)

A pesar de pasar dos meses intentando evitar lo inevitable, Galileo fue convocado el 16 de febrero de 1616 por el Santo Oficio para examinar sus propuestas. Fue un desastre para él. La teoría de Copérnico fue condenada como «una insensatez, un absurdo en filosofía y formalmente herética».

El 25 y 26 de febrero de 1616, la condena fue confirmada por la Inquisición y por el papa Paulo V.

Aunque no fue castigado personalmente, se le pidió a Galileo que presentara su teoría como una hipótesis y no como un hecho probado, algo que no hizo porque no pudo demostrarla. Esta petición se extendió a todos los países católicos.

La firmeza de Galileo, que rechazaba la idea de que las hipótesis de Copérnico y Ptolomeo fueran igualmente válidas, pudo haber acelerado los acontecimientos. En un estudio del proceso, Paul Feyerabend argumenta que la actitud del inquisidor (Roberto Belarmino) fue tan científica como la de Galileo, según criterios modernos.

Sin embargo, este primer proceso se resolvió de forma interna en el Tribunal del Santo Oficio sin citarlo a declarar ni condenarlo. Además, como se menciona en "El Cristianismo en la Historia":

«No todos estuvieron de acuerdo en 1616 con la opinión del Tribunal, en particular los astrónomos jesuitas del Colegio Romano, y el carmelita italiano Paolo Foscarini (entre otros) publicó un opúsculo donde defendía que el sistema de Copérnico no contradice la Sagrada Escritura. En el aspecto práctico, el fallo del tribunal sólo exigía modificar unos pocos pasajes sobre los escritos de Copérnico –quien a su vez había sido doctor en Derecho Canónico– para explicar que el heliocentrismo no era una teoría verdadera, sino sólo un artificio útil para los cálculos astronómicos.»

Este asunto afectó profundamente a Galileo. Sus enfermedades lo atormentaron durante los dos años siguientes y su actividad científica disminuyó. Solo retomó su estudio de la determinación de las longitudes en el mar. Sus dos hijas, Arcángela y Celeste, se hicieron monjas.

En 1618, observó el paso de tres cometas, un fenómeno que reavivó la discusión sobre la inmutabilidad de los cielos.

En 1619, el padre jesuita Horazio Grassi publicó De tribus cometis ani 1618 disputatio astronomica. En este libro, defendía la idea de Tycho Brahe sobre las trayectorias elípticas de los cometas. Galileo respondió al principio a través de su alumno Mario Guiducci, quien publicó en junio de 1619 Discorso delle comete, donde desarrollaba una teoría errónea sobre los cometas, afirmando que solo eran ilusiones ópticas, incluso causas de fenómenos meteorológicos. Los astrónomos jesuitas del Observatorio Vaticano decían, en cambio, que eran objetos celestes reales.

En octubre, Horazio Grassi atacó a Galileo en un texto: a las consideraciones científicas se sumaron insinuaciones religiosas malintencionadas, muy peligrosas en tiempos de la Contrarreforma.

Fue entonces cuando Galileo, animado por su amigo el cardenal Maffeo Barberini y apoyado por la Academia de los Linces, respondió con ironía en Il saggiatore. Grassi, uno de los científicos jesuitas más importantes, fue ridiculizado.

Mientras tanto, Galileo había empezado a estudiar los satélites de Júpiter. Debido a dificultades técnicas, tuvo que dejar de calcular sus efemérides (posiciones futuras). Galileo recibió muchos honores en 1620 y 1622.

El 28 de agosto de 1620, el cardenal Barberini envió a su amigo el poema Adulatio perniciosa que había compuesto en su honor. El 20 de enero de 1621, Galileo se convirtió en cónsul de la Academia Florentina. El 28 de febrero, Cosme II, el protector de Galileo, murió de repente.

En 1622, apareció en Fráncfort una Apología de Galileo escrita por Tommaso Campanella en 1616. Un defensor poco confiable, ya que Campanella ya había sido condenado por herejía.

El 6 de agosto de 1622, el cardenal Maffeo Barberini fue elegido papa con el nombre de Urbano VIII. El 3 de febrero de 1623, Galileo recibió permiso para publicar su Saggiatore, que dedicó al nuevo papa. La obra se publicó el 20 de octubre de 1623. Gracias a sus cualidades polémicas (y literarias), la obra tuvo éxito en la época. Galileo solo permaneció unos meses allí, pero se convirtió en el representante de los círculos intelectuales romanos que se oponían al conformismo intelectual y científico impuesto por los jesuitas.

Los años siguientes fueron bastante tranquilos para Galileo, a pesar de los ataques de los aristotélicos. Aprovechó para perfeccionar su microscopio compuesto (septiembre de 1624) y pasó un mes en Roma, donde fue recibido varias veces por Urbano VIII. Este último le dio la idea para su próximo libro Diálogo sobre los dos sistemas del mundo, una obra que presentaría de manera imparcial tanto el sistema de Aristóteles como el de Copérnico. Le encargó a Galileo que lo escribiera.

En 1626, Galileo continuó sus investigaciones sobre la estructura del imán. También recibió la visita de Élie Dodati, quien llevaría copias de sus manuscritos a París. En marzo de 1628, Galileo enfermó gravemente y estuvo a punto de morir.

Al año siguiente, sus oponentes intentaron quitarle el dinero que recibía de la Universidad de Pisa, pero la maniobra falló.

Hasta 1631, Galileo dedicó su tiempo a escribir el Diálogo y a intentar que fuera aprobado por la censura. La obra se imprimió en febrero de 1632. La vista de Galileo empezó a fallarle en marzo y abril. Las ideas del teólogo Libert Froidmont (de la Universidad Católica de Lovaina) explican bien los malentendidos de la condena de Galileo.

La condena de 1633

El 21 de febrero de 1632, Galileo, protegido por el papa Urbano VIII y el gran duque de Toscana Fernando II de Médici, publicó en Florencia su Diálogo sobre los principales sistemas del mundo (Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo). En este libro, se burlaba de forma implícita del geocentrismo de Ptolomeo. El Diálogo fue una revolución y un verdadero escándalo. El libro era claramente pro-Copérnico, desafiando la prohibición de 1616 (que no se levantaría hasta 1812).

El Diálogo se desarrolla en Venecia durante cuatro días entre tres personajes: Filipo Salviati, un florentino seguidor de Copérnico; Giovan Francesco Sagredo, un veneciano culto que no tomaba partido; y Simplicio, un defensor mediocre de la física de Aristóteles. Algunos creen que el personaje de Simplicio estaba inspirado en Urbano VIII. Pero, cuando se le reprochó el nombre, Galileo respondió que se refería a Simplicio de Cilicia. Muchos autores coinciden en que Galileo no esperaba estas reacciones ni que el papa se pusiera del lado de sus oponentes.

En estos cuatro días de discusión, Galileo, aunque lo tenía prohibido por el decreto de 1616, presentó dos nuevas pruebas experimentales y observacionales a favor de la teoría de Copérnico. Una se basaba en el movimiento de las mareas (errónea), y la otra en la rotación de las manchas solares (correcta). Esta última refutaba tanto la teoría de Ptolomeo (ya descartada por las fases de Venus) como la de Tycho Brahe, en la que se habían refugiado los jesuitas del Colegio Romano. Esto provocó la intervención de la Inquisición, que solo permitía a Galileo presentar la teoría como una simple hipótesis, sin aportar pruebas a su favor.

Además, Galileo tenía enemigos poderosos en Roma, principalmente entre los jesuitas del Colegio Romano, especialmente Christoph Scheiner y Horazio Grassi. Ellos se consideraban la rama intelectual de la Iglesia y pudieron ser quienes difundieron el rumor de que el papa Urbano era, en realidad, el simpático pero poco brillante Simplicio. Esto fue muy perjudicial para Galileo, ya que la gran soberbia del papa era muy conocida en Roma. Por otro lado, tampoco ayudó a Galileo el escribir su obra en lengua común, en lugar de hacerlo en latín, el idioma culto usado entonces entre los científicos.

El proceso de la Inquisición fue irregular. Aunque el libro había pasado la censura, se le acusó de introducir ideas heréticas. Como esto dejaba en mal lugar a los censores, la acusación oficial fue de violar la prohibición de 1616.

Se le pidió a Galileo que se presentara en Roma. Sin embargo, estaba muy enfermo y agotado, y ya tenía 68 años, por lo que tardó en ir. Además, en ese momento había una epidemia de peste en Italia. Aunque presentó certificados médicos alegando estas circunstancias, a finales de diciembre de 1632 se le ordenó ir de inmediato, por las buenas o por la fuerza. Que no quería retrasar el viaje lo prueba el hecho de que, debido a la peste, fue retenido durante 42 días para salir de Toscana. Por otra parte, el trato que recibió durante el proceso fue correcto. Se alojó en las habitaciones del palacio de la Inquisición y recibió todas las atenciones que necesitaba, aunque no fue un trato especial diferente al de otras personalidades importantes de su condición.

El proceso comenzó con un interrogatorio el 9 de abril de 1633, donde Galileo no reconoció haber recibido expresamente ninguna orden del cardenal Bellarmino. Además, dicha orden aparecía en un documento que no estaba firmado ni por el cardenal ni por el propio Galileo. Con pruebas débiles, era difícil dictar una condena, por lo que se le pidió que confesara, con amenazas de tortura si no lo hacía y promesas de un trato amable si lo hacía. Galileo aceptó confesar, lo que hizo en una comparecencia ante el tribunal el 30 de abril. Una vez obtenida la confesión, se dictó la condena el 21 de junio. Al día siguiente, en el convento romano de Santa Maria sopra Minerva, se le leyó la sentencia, donde se le condenaba a prisión perpetua y se le ordenaba abjurar (renunciar públicamente) a sus ideas, cosa que hizo. Después de la abjuración, el papa cambió la prisión por arresto domiciliario de por vida. Se le permitió empezar su pena como invitado de su amigo el arzobispo de Siena y luego continuarla en su villa de Arcetri, cerca de Florencia, cerca del convento donde vivían sus hijas: la hermana María Celeste y la hermana Arcángela. Allí, siguió trabajando en el problema del movimiento, que había empezado a estudiar medio siglo antes en Pisa.

Giuseppe Baretti afirmó que, después de la abjuración, Galileo dijo la famosa frase Eppur si muove («Y, sin embargo, se mueve»), pero según el historiador de la Ciencia canadiense y experto en la obra de Galileo, Stillman Drake, el astrónomo no pronunció la famosa frase en ese momento, ya que no estaba en libertad y sin duda sería un desafío hacerlo ante el tribunal de cardenales de la Inquisición. Para Stillman, si esa frase fue pronunciada, fue en otro momento.

El texto de la sentencia se difundió por todas partes: en Roma el 2 de julio y en Florencia el 12 de agosto. La noticia llegó a Alemania a finales de agosto, y a Bélgica en septiembre. Los decretos del Santo Oficio nunca se publicarían en Francia, pero René Descartes renunció, con prudencia, a la publicación de su obra Mundo.

Muchos (entre ellos Descartes), en la época, pensaron que Galileo fue víctima de una conspiración de los jesuitas, que se vengaban así del desaire sufrido por Horazio Grassi en el Saggiatore.

Últimos años de Galileo

Galileo estuvo confinado en su casa de Florencia desde diciembre de 1633 hasta 1638. Allí recibió algunas visitas, lo que le permitió que algunas de sus obras en proceso de escritura pudieran salir del país. Estos libros aparecieron en Estrasburgo y en París en traducción latina.

Archivo:Galileo Galilei, Discorsi e Dimostrazioni Matematiche Intorno a Due Nuove Scienze, 1638 (1400x1400)
Dos nuevas ciencias

En 1636, Luis Elzevier recibió un borrador de los Discursos sobre dos nuevas ciencias del maestro florentino. Este es el último libro que escribiría Galileo, en el que estableció las bases de la mecánica como ciencia, marcando así el fin de la física aristotélica. También intentó establecer las bases de la resistencia de los materiales, con menos éxito. Terminó este libro justo antes de perder la vista del ojo derecho el 4 de julio de 1637.

El 2 de enero de 1638, Galileo perdió la vista por completo. En ese momento, Dino Peri había recibido permiso para vivir en casa de Galileo y ayudarlo junto con el padre Ambrogetti, quien tomó nota de la sexta y última parte de los Discursos. Esta parte no aparecería hasta 1718. La obra completa se publicó en julio de 1638 en Leiden (Países Bajos) y en París. Sería leída por las personalidades más importantes de la época. Descartes, por ejemplo, enviaría sus observaciones al clérigo y matemático Mersenne, quien se encargaría de editar el texto comentado en París.

Mientras tanto, Galileo había recibido permiso para instalarse cerca del mar, en su casa de San Giorgio. Permanecería allí hasta su muerte, rodeado de sus alumnos (Viviani, Torricelli, Peri, etc.), trabajando en astronomía y otras ciencias. A finales de 1641, Galileo intentó aplicar la oscilación del péndulo a los mecanismos del reloj (véase escape de Galileo).

Archivo:Tomb of Galileo Galilei
Tumba de Galileo, en Santa Croce, Florencia

Unos días después, el 8 de enero de 1642, Galileo murió en Arcetri a la edad de 77 años. Su cuerpo fue enterrado en Florencia el 9 de enero. Se erigiría un mausoleo en su honor el 13 de marzo de 1736 en la iglesia de la Santa Cruz de Florencia.

La posición de la Iglesia en los siglos posteriores

Galileo cuestionó y transformó, especialmente en su obra Diálogo sobre los principales sistemas del mundo (1633), los principios en los que se basaba el conocimiento hasta ese momento. Introdujo las bases del método científico, que se fue consolidando a partir de entonces. En filosofía, surgieron nuevas corrientes de pensamiento como el racionalismo (Descartes) y el empirismo (Francis Bacon y Robert Boyle).

Siglo XVII: Resistencia a la separación entre ciencia y teología

La teoría del heliocentrismo (el Sol en el centro) implicaba cuestionar si las creencias de la época (como que la Tierra era el centro del Universo —geocentrismo—) eran válidas para una verdadera ciencia. Las consecuencias no solo afectaron a la teología y a la ciencia naciente, sino que también hubo consecuencias más profundas que provocaron reacciones de los científicos.

Siglo XVIII: Benedicto XIV autoriza obras sobre el heliocentrismo

El papa Benedicto XIV autorizó las obras sobre el heliocentrismo en la primera mitad del siglo XVIII, en dos etapas:

  • En 1741, ante la prueba óptica de la órbita de la Tierra, hizo que el Santo Oficio permitiera la primera edición de las obras completas de Galileo.
  • En 1757, las obras a favor del heliocentrismo fueron autorizadas de nuevo por un decreto de la Congregación del Índex, que las retiró del Index Librorum Prohibitorum (lista de libros prohibidos).

Siglo XX: Homenaje sin rehabilitación

A partir de Pío XII (1876-1958), se empezó a rendir homenaje a Galileo. En 1939, pocos meses después de su elección como papa, en su primer discurso a la Academia Pontificia de las Ciencias, describió a Galileo como «el más audaz héroe de la investigación... sin miedos a lo preestablecido y los riesgos en su camino, ni temor a romper los monumentos». Su biógrafo durante 40 años, el jesuita Robert Leiber (1887-1967), escribió: «Pío XII fue muy cuidadoso en no cerrar prematuramente ninguna puerta a la ciencia. Fue enérgico en ese punto y sintió pena por el caso de Galileo».

En 1979 y 1981, el papa Juan Pablo II (1920-2005) encargó a una comisión estudiar la controversia de Ptolomeo-Copérnico de los siglos siglo XVI y siglo XVII. Juan Pablo II consideró que no se trataba de una rehabilitación.

El 31 de octubre de 1992, Juan Pablo II rindió una vez más homenaje al científico durante su discurso a los asistentes a la sesión plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias. En él, reconoció claramente los errores de algunos teólogos del siglo XVII en el asunto.

El papa Juan Pablo II pidió perdón por los errores que los hombres de la Iglesia pudieron haber cometido a lo largo de la historia. En el caso de Galileo, propuso una revisión honesta y sin prejuicios en 1979. Sin embargo, la comisión que nombró en 1981 y que concluyó sus trabajos en 1992, confirmó una vez más la idea de que Galileo carecía de argumentos científicos para demostrar el heliocentrismo. Sostuvo la inocencia de la Iglesia como institución y la obligación de Galileo de reconocer y obedecer su magisterio, justificando la condena y evitando una rehabilitación completa. El propio cardenal Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo expresó claramente el 15 de febrero de 1990 en la Universidad romana de La Sapienza, cuando en una conferencia hizo suya la afirmación del filósofo Paul Feyerabend (1924-1994):

La Iglesia de la época de Galileo se atenía más estrictamente a la razón que el propio Galileo, y tomaba en consideración también las consecuencias éticas y sociales de la doctrina galileana. Su sentencia contra Galileo fue razonable y justa, y solo por motivos de oportunismo político se legitima su revisión.
Paul Feyerabend [1976]: Contra la opresión del método
(pág. 206), Fráncfort, 1983.

Estas declaraciones causaron una fuerte polémica cuando, en 2008, el ya papa Benedicto XVI tuvo que cancelar una visita a la Universidad de La Sapienza de Roma.

Es común que Ratzinger cite autores que, a primera vista, parecen contrarios a las posturas de la Iglesia, para reforzar sus ideas. De la misma forma que cita a Paul Feyerabend, a quien califica de «filósofo agnóstico y escéptico», también cita al que califica de «marxista romántico» Ernst Bloch (1885-1977) para justificar científicamente, basándose en la teoría de la relatividad, la corrección de la condena a Galileo no solo en su época, sino también desde la nuestra:

Según Bloch, el sistema heliocéntrico —al igual que el geocéntrico— se funda sobre presupuestos indemostrables. En esta cuestión desempeña un papel importantísimo la afirmación de la existencia de un espacio absoluto, cuestión que actualmente la teoría de la relatividad ha desmentido. Este [Bloch] escribe textualmente: «Desde el momento en que, con la abolición del presupuesto de un espacio vacío e inmóvil, no se produce ya movimiento alguno en este, sino simplemente un movimiento relativo de los cuerpos entre sí, y su determinación depende de la elección del cuerpo asumido como en reposo, también se podría, en el caso de que la complejidad de los cálculos resultantes no mostrara esto como improcedente, tomar, antes o después, la Tierra como estática y el Sol como móvil» (E. Bloch, El principio de la esperanza, Fráncfort, 1959, p. 290). La ventaja del sistema heliocéntrico con respecto al geocéntrico no consiste, entonces, en una mayor correspondencia con la verdad objetiva, sino simplemente en una mayor facilidad de cálculo para nosotros.
Joseph Ratzinger, 1990

Sin duda, resulta más sorprendente para los científicos la afirmación, que también hace suya en esas mismas páginas, del físico y filósofo alemán Carl Friedrich von Weizsäcker (1912-2007):

Desde las consecuencias concretas de la obra galileana, C. F. von Weizsäcker, por ejemplo, da un paso adelante cuando ve un «camino directísimo» que conduce desde Galileo a la bomba atómica.
Joseph Ratzinger, 1990

Aunque Ratzinger considera que Galileo abrió la «caja de Pandora», no se puede olvidar que fue la Inquisición romana quien condenó a Galileo.

Siglo XXI: El legado de Galileo

Balance científico

El Santo Oficio prohibió en 1633 el Diálogo, un texto escrito por Galileo en 1632, y lo condenó a prisión, aunque la sentencia no se cumplió y no fue ratificada por el papa.

Las contribuciones científicas de Galileo, junto con las de Copérnico y Kepler, a menudo se consideran el inicio de una revolución científica en la astronomía que dio origen a la ciencia moderna. Esta ciencia se caracteriza por el uso de las matemáticas, el mecanicismo y la experimentación. Supuso un cambio de paradigma tanto en la astronomía (paso del geocentrismo al heliocentrismo) como en la forma de trabajar en otras disciplinas, basándose en el método científico:

El estudio de los trabajos experimentales y de las formulaciones teóricas de Galileo es importante, sin embargo, no solo para conocer el origen de la filosofía natural moderna, sino también para comprender el modo como se pasa de un paradigma conceptual a otro. Por este motivo Galileo es un caso ejemplar, cuyo examen detallado lleva a replantear los problemas capitales de la teoría científica, la filosofía de la ciencia y la epistemología.

Para Stephen Hawking, Galileo es, probablemente más que cualquier otro, el principal responsable del nacimiento de la ciencia moderna. Albert Einstein lo llamó el padre de la ciencia moderna.

La protesta de La Sapienza en 2008

Joseph Ratzinger, ya como papa, había sido invitado a participar en la ceremonia de inauguración del curso académico el 17 de enero de 2008. Sin embargo, tuvo que cancelar su visita debido a una protesta iniciada meses antes por 67 profesores de la Universidad de La Sapienza, apoyada por muchos profesores y estudiantes, quienes lo declararon persona non grata. El claustro de profesores no aceptaba la postura del papa sobre la condena de Galileo y criticaba las afirmaciones que había hecho en un discurso público en la Universidad de La Sapienza en 1990.

Wikipedia y L'Osservatore Romano

Según L'Osservatore Romano, en realidad el discurso no fue pronunciado en Parma ni en esa fecha específica. Los profesores de La Sapienza se basaron en información incorrecta de Wikipedia, no la verificaron y sacaron la frase de contexto, haciendo que Ratzinger pareciera decir lo contrario de lo que dijo.

En la Wikipedia en español, hasta el 17 de marzo de 2009, aparecía Parma en lugar de Roma y la fecha del 30 de marzo de 1990 en lugar del 15 de febrero de 1990 como lugar y fecha de la conferencia de Ratzinger. La conferencia completa está publicada en el capítulo 4 del libro de Joseph Ratzinger Una mirada a Europa.

Una gran manifestación reunió a 100.000 fieles en la Plaza de San Pedro el 20 de enero de 2008 en defensa de Ratzinger.

Diálogo entre ciencia y fe

376 años después de su condena y la prohibición de sus libros, en el marco de los eventos del Año Internacional de la Astronomía, la Federación Mundial de Científicos promovió una misa en su honor. Fue oficiada el 15 de febrero de 2009 por monseñor Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura. La Santa Sede aprovechó esta celebración para mostrar la aceptación del legado del científico dentro de la doctrina católica.

También en 2009, durante la celebración del Año Internacional de la Astronomía, la Santa Sede organizó un congreso internacional sobre Galileo Galilei.

En marzo, se presentó en Roma el libro en italiano Galileo y el Vaticano, que ofrece un «juicio objetivo por parte de los historiadores» para entender la relación entre el gran astrónomo y la Iglesia. Al presentar el libro, el presidente del Consejo Pontificio para la Cultura, el arzobispo Gianfranco Ravasi, consideró que esta obra ayuda a la Iglesia a tener «una relación más viva y tranquila con la ciencia».

En julio, se presentó una nueva edición sobre las investigaciones del proceso de Galileo. El nuevo volumen se titula I documenti vaticani del processo di Galileo Galilei (Los documentos vaticanos del proceso de Galileo Galilei), del Archivo Secreto Vaticano. La edición estuvo a cargo del prefecto del Archivo Secreto Vaticano, monseñor Sergio Pagano.

Nombres en honor a Galileo

Objetos y misiones astronómicas

En el siglo XX, la figura de Galileo inspiró los nombres de muchos objetos astronómicos y misiones tecnológicas:

  • La misión Galileo a Júpiter.
  • Las lunas galileanas de Júpiter.
  • Gao en Ganímedes.
  • El cráter lunar Galilaei.
  • El cráter marciano Galilaei.
  • El asteroide (697) Galilea (nombrado en el 300.º aniversario del descubrimiento de las lunas galileanas).
  • Galileo (unidad).
  • El sistema de posicionamiento europeo Galileo.

Obras creativas sobre Galileo

Música sobre Galileo

La banda de rock británica Queen menciona el nombre Galileo en su famosa canción «Bohemian Rhapsody» de su álbum A Night At The Opera.

La banda alemana de metal Haggard tiene un disco conceptual basado en Galileo Galilei llamado Eppur Si Muove, publicado en 2004.

Galería de imágenes

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Galileo Galilei Facts for Kids

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Galileo Galilei para Niños. Enciclopedia Kiddle.