Período helenístico para niños
El período helenístico o helenismo es una etapa de la Edad Antigua en la región del Mediterráneo. Comenzó después de la Grecia Clásica, con la muerte de Alejandro Magno en el año 323 a.C. y terminó con la muerte de Cleopatra VII y Marco Antonio en el año 30 a.C. Después de este período, el Imperio romano se volvió la potencia principal al conquistar el último gran reino helenístico, el Egipto ptolemaico.
La palabra "helenístico" viene del griego hellazein, que significa "hablar griego" o "sentirse identificado con los griegos". Se refiere a las sociedades que fueron influenciadas por la cultura griega después de las conquistas de Alejandro Magno. Es importante diferenciarlo de "helénico", que se refiere directamente a los pueblos de origen griego.
Después de que el Reino de Macedonia conquistara el Imperio aqueménida en el 330 a.C., se formaron varios reinos helenísticos. Estos se extendieron por Asia Occidental (con los seléucidas y atálidas), los Balcanes (con los antigónidas), el Norte de África (con el Egipto ptolemaico) y Asia del Sur (con los grecobactrianos e indogriegos).
Estos nuevos reinos fueron gobernados por nobles macedonios que hablaban griego, en lugar de los oficiales persas que hablaban arameo. Esto llevó a que muchos colonos griegos se mudaran a estas tierras, llevando consigo su cultura e idioma. Así, se creó un gran espacio cultural que llegó hasta la subcontinente indio. Sin embargo, estos reinos también adoptaron costumbres y creencias de las culturas locales, creando una mezcla única entre la cultura griega clásica y las de Asia y África. Los gobernantes helenos incluso animaron esta mezcla de creencias para fortalecer su poder.
Como resultado de esta mezcla, surgió el griego koiné (que significa "común"), una versión más sencilla del dialecto ático. Este se convirtió en el idioma más usado en esa parte del mundo. Esto se logró gracias a un sistema educativo que enseñaba a los hijos de los nobles locales la filosofía, matemáticas, ciencias, ideales de belleza y el amor por el atletismo de los griegos. Al mismo tiempo, ciudades griegas clásicas como Atenas y Esparta perdieron importancia, y el centro cultural se trasladó a Alejandría y otras ciudades como Pérgamo y Antioquía del Orontes. El impacto fue tan grande que, siglos después, escritores griegos y romanos contaban que el griego se hablaba mucho en Egipto, Siria y el Lejano Oriente, y que las obras de Homero se leían por toda Asia.
Se fundaron muchas ciudades nuevas siguiendo el modelo de las polis (ciudades-estado) griegas, con sus propias leyes, ciudadanos y edificios públicos como templos, gimnasios y bibliotecas. Sin embargo, los grandes y ricos reinos de los sucesores de Alejandro Magno se volvieron más importantes que las polis. La forma de gobierno basada en asambleas de ciudadanos que debatían las políticas de su ciudad fue reemplazada por reyes y hombres de negocios. La lealtad a la polis fue sustituida por un sentimiento de ser "ciudadano del mundo" (cosmopolitismo), sin una lealtad específica a un solo estado. Esto hizo que las personas se volvieran más individualistas, lo que se reflejó en el surgimiento de filosofías que se enfocaban en la vida personal y en nuevas religiones.
Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre cuándo terminó exactamente la era helenística. Algunas fechas propuestas incluyen la conquista de Grecia por la República romana en el 146 a.C., la derrota del Egipto ptolemaico en Accio en el 31 a.C., o incluso el traslado de la capital de Roma a Constantinopla en el 330 d.C. Sin embargo, la mayoría de los expertos la sitúan entre el 31 y el 30 a.C.
Contenido
¿De dónde viene la palabra "helenístico"?
El término "helenístico" fue usado por primera vez por el historiador alemán Johann Gustav Droysen en sus libros de 1836 y 1843. Él lo usó para describir la difusión de la cultura griega en las regiones donde se hablaba griego o que estaban relacionadas con Hélade (Grecia) a través del idioma.
Historia del período helenístico
Las conquistas de Alejandro Magno en el siglo IV a.C.
Después de vencer al Imperio aqueménida en las guerras médicas, las ciudades-estado griegas (polis) se debilitaron por la larga guerra del Peloponeso. Mientras tanto, al norte de Grecia, Filipo II se convirtió en rey de Reino de Macedonia en el 358 a.C. Él fortaleció su reino, creó un ejército poderoso y empezó a intervenir en los asuntos griegos. Veinte años después, tras vencer a Atenas y Tebas, impuso su paz y fue nombrado líder de la Liga de Corinto contra los persas.
Sin embargo, en el 336 a.C., Filipo II fue asesinado, y su hijo Alejandro III, de 20 años, se convirtió en rey. Alejandro fue reconocido como el nuevo líder después de una gran victoria sobre Tebas dos años más tarde. Durante su corto reinado, Macedonia pasó de ser un pequeño reino a un gran imperio que conquistó el imperio de Darío III Codomano. Alejandro ganó tres grandes batallas: en el río Gránico, Issos y Gaugamela. Después, se dedicó a conquistar las regiones de Asia Central y asegurar el control del valle del río Indo. Sus tropas estaban cansadas, así que tuvo que regresar a Babilonia, que probablemente quería convertir en la capital de su imperio. Pero su muerte temprana en el 323 a.C. interrumpió sus planes.
En ese momento, sus dominios se extendían desde el río Danubio hasta el Indo y desde Egipto hasta el río Sir Daria. Para asegurar su poder, Alejandro intentó unir a los líderes persas con la administración macedonia, creando una monarquía que mezclara las culturas griega y asiática. Pero su muerte prematura en el 323 a.C. frustró estos planes. Además, no había dejado claro quién sería su sucesor. Tenía un medio hermano con discapacidad, Filipo Arrideo, y dos hijos: Heracles, de una concubina, y Alejandro IV, que nació de su esposa Roxana meses después de su muerte.
El período de los diádocos (323-281 a.C.)
Después de la muerte de Alejandro, sus generales, llamados diádocos (que significa "sucesores"), lucharon entre sí por el control del imperio durante 40 años, hasta el 281 a.C. Durante estas luchas, la familia de Alejandro, incluyendo a su madre, hermana y sus dos hijos, fueron asesinados, y el imperio se dividió rápidamente.
Al principio, se nombró un regente, el viejo general Antípatro de Macedonia. Cuando él murió, Pérdicas tomó el cargo, pero fue asesinado al intentar someter a Ptolomeo, el gobernador de Egipto. La regencia fue disputada entre Casandro (hijo de Antípatro) y Poliperconte. Casandro se alió con otros gobernadores como Ptolomeo, Lisímaco y Antígono, y vencieron. La disputa por el control de los reyes se resolvió cuando Casandro asesinó a la familia real, y los gobernadores se proclamaron reyes abiertamente.
De estos, Antígono se consideraba el heredero legítimo de todo el imperio y creó el reino más fuerte, pero fue vencido y muerto por una alianza de los demás diádocos en Ipsos. Después, los vencedores siguieron luchando por el control hasta la muerte de Lisímaco en Corupedio y el asesinato de Seleuco. Algunos historiadores creen que Alejandro III, poco antes de morir, ya sabía que su imperio se fragmentaría y que habría guerras entre sus generales, por eso no se preocupó en nombrar un sucesor.
El equilibrio en el siglo III a.C.
A principios del siglo III a.C., se estableció un equilibrio inestable entre las tres dinastías principales descendientes de los diádocos, conocidos como epígonos (que significa "los nacidos después"): los antigónidas en Macedonia, los seléucidas en Oriente Medio y los ptolemaicos en Egipto. A ellos se unieron estados más pequeños como los atálidas en el Reino de Pérgamo y otros reinos en la costa del mar Negro.
Sin embargo, este equilibrio no significó paz. Seléucidas y ptolemaicos continuaron gastando sus recursos en guerras por el control del Levante, como la gran batalla de Rafia. Estas guerras permitieron a las ciudades-estado griegas recuperar parte de su independencia, aunque muchas ya habían perdido su poder.
El extenso imperio seléucida fue difícil de mantener, y sus reyes pronto empezaron a perder el control de varias regiones. A mediados de siglo, Diodoto I se declaró independiente y creó el Reino grecobactriano. Aunque Antíoco III el Grande logró recuperar algunos territorios más tarde, el imperio seléucida seguía siendo vulnerable.
Por otro lado, los ptolemaicos en Egipto tuvieron un siglo de gran prosperidad gracias a reyes capaces. Ptolomeo I se mantuvo al margen de muchas guerras y aseguró su dominio sobre Egipto, fundando ciudades y atrayendo colonos para crear una nueva clase gobernante. Adoptó rituales y arte de la religión egipcia, dándose cuenta de que no podía hacer que los nativos se volvieran completamente griegos. Murió en paz en el 283 a.C., y su hijo Ptolomeo II Filadelfo continuó con el apoyo a las artes y la prosperidad económica, convirtiendo a Egipto en la principal potencia naval del Mediterráneo. Sin embargo, también comenzaron las disputas con los seléucidas por la región de Celesiria. Los ptolemaicos construyeron una gran flota y establecieron bases en Grecia y otras zonas helenizadas para proteger su reino. Con Ptolomeo III Evergetes, incluso invadieron el reino seléucida y conquistaron partes de Asia Menor. Pero durante el reinado de Ptolomeo IV Filopátor, el gobierno cayó en manos de ministros que no supieron aprovechar las victorias, y comenzaron a estallar revueltas entre los nativos.
A principios de siglo, también hubo una invasión de celtas que vencieron a un ejército griego en Termópilas e intentaron saquear Delfos, pero fueron derrotados. En Macedonia, sin embargo, lograron vencer y matar al rey Ptolomeo Cerauno. Macedonia había perdido muchos hombres en guerras, y había sufrido décadas de conflictos internos. Finalmente, en el 277 a.C., Antígono II Gónatas logró asegurar el trono, derrotar a los celtas y vencer a atenienses, espartanos y ptolemaicos que intentaban acabar con el poder macedonio en Grecia. Los celtas cruzaron el mar de Mármara, entraron en Anatolia y fundaron Galacia, hasta que fueron vencidos por Antíoco I.
La dinastía antigónida logró reconstruir el poder militar de Macedonia, aunque nunca fue tan rica como los ptolemaicos o seléucidas. Su descendiente, Antígono III, venció a varias tribus y a los espartanos. Sin embargo, su sucesor Filipo V se alió con Aníbal Barca en la segunda guerra púnica y promovió políticas contra Roma en las ciudades griegas. Finalmente, fue vencido en Cinoscéfalas, lo que lo dejó con un reino reducido a Macedonia y una paz muy dura. Los romanos no se anexaron Macedonia, prefirieron usarla como una zona de protección contra los pueblos del norte. Las ciudades griegas, liberadas de la influencia macedonia, pensaron que habían recuperado su independencia total, sin entender que los romanos esperaban su lealtad.
El fin del helenismo y el ascenso de Roma en el siglo II a.C.

Durante el siglo II a. C., todos los reinos helenísticos fueron afectados por el creciente poder de los romanos. En Egipto, la debilidad que comenzó con Ptolomeo IV continuó con su hijo, Ptolomeo V, quien subió al trono siendo un niño. Aunque logró un final exitoso en las guerras con los seléucidas, a pesar de que Antíoco III y Filipo V planearon dividir su reino. Además, fue el primer rey de su dinastía en ser coronado faraón en una ceremonia egipcia en Menfis en el 196 a.C. Su hijo, Ptolomeo VI, también fue entronizado de niño, y con él comenzó un período de asesinatos y guerras civiles. Se cree que los matrimonios entre parientes cercanos en la familia pudieron haber afectado la capacidad de los reyes posteriores. A mediados de siglo, los que querían el trono pedían cada vez más ayuda a los romanos, lo que significó una pérdida gradual de independencia.
En Asia, al intentar fortalecer su reino, Antíoco III se enfrentó a los romanos y fue derrotado, siendo expulsado de Anatolia hasta los montes Tauros en el 188 a.C. Su debilidad se hizo evidente en el 168 a.C., cuando Antíoco IV Epífanes estaba a punto de invadir Egipto y una embajada romana lo obligó a retirarse. Al mismo tiempo, Antíoco IV intentó imponer la cultura griega a los judíos por la fuerza, lo que provocó la revuelta de los macabeos y la pérdida de Judea. Sin embargo, el mayor problema para los seléucidas vino del este con los arsácidas (partos) que crearon el Imperio parto a costa de sus territorios. A mediados de siglo, ante tanta debilidad, surgieron en Mesopotamia muchas dinastías locales que se declararon independientes de los seléucidas.
En Macedonia, Filipo V siguió generando desconfianza en los romanos. Su hijo Perseo, que era anti-romano, renovó su alianza con Roma, pero también buscó el apoyo de los seléucidas y quiso fortalecer su poder en Macedonia y Grecia. Esto llevó a la República romana a declararle la guerra, y fue vencido definitivamente en Pidna. La creciente intervención romana en la política griega y los errores de los antigónidas para enfrentar esta situación llevaron a que Macedonia fuera la primera monarquía helenística en desaparecer. Poco después, en el 146 a.C., la independencia de las ciudades-estado griegas también terminó, un evento simbolizado por el saqueo de Corinto. Todas las alianzas entre ciudades fueron disueltas, las democracias fueron reemplazadas por gobiernos de nobles, y toda Grecia quedó bajo el control del gobernador de la provincia de Macedonia. Las ciudades-estado griegas perdieron su autonomía política, pero también terminaron los siglos de conflictos entre ellas.
La conquista romana en el siglo I a.C.
En Anatolia, Mitrídates el Grande subió al trono del Ponto e inició una política de expansión que le permitió conquistar la península de Crimea. Esto provocó las guerras mitridáticas con Roma, que terminaron con su suicidio. Su aliado, el rey armenio Tigranes el Grande, conquistó pequeños reinos en el norte de Mesopotamia y los restos del imperio seléucida en el Levante. Pero después de su derrota en la tercera guerra mitridática, estos territorios cayeron bajo la influencia romana.
En el reordenamiento de Oriente Medio, el general romano Cneo Pompeyo Magno depuso al último rey seléucida, Filipo II, y creó la provincia de Siria. Al este de esta provincia, se formó un grupo de reinos árabes que eran aliados de Roma, como Palmira, que se convirtió en un punto de comercio entre romanos y partos. Mientras tanto, en el este de Anatolia, la influencia griega había sido exitosa en los reinos de Capadocia y Comagene.
En Egipto, los últimos reyes ptolemaicos no dejaron su reino a Roma, pero debido a las disputas familiares, su ascenso al trono dependía de la influencia romana. La dependencia era tal que ninguno de estos reyes podía mantenerse en el trono sin el apoyo de Roma. La última reina que gobernó efectivamente, Cleopatra VII, buscó activamente el apoyo de líderes romanos como Cayo Julio César y luego Marco Antonio, quienes se convirtieron en sus parejas. Cuando fue vencida por Cayo Julio César Octaviano, se quitó la vida, y su reino fue anexado a Roma, siendo el último gran estado helenístico en desaparecer. El último reino helenístico independiente fue el indogriego, que fue derrocado por los sakas a finales del siglo.
Política en el helenismo
La monarquía helenística
La autoridad de los reyes helenísticos se basaba en la continuidad de su familia en el poder, una relación especial con los dioses (a menudo a través de un culto a la familia real), su papel como "benefactores" y, sobre todo, sus victorias militares. Sus reinos eran vistos más como propiedades personales del rey que como estados. Los reyes gobernaban un territorio, pero no estaban atados a una región específica. Aunque usaban títulos locales, estos no significaban mucho para las élites griegas y macedonias. Por ejemplo, Seleuco I intentó presentarse como un nuevo "rey de Babilonia", y los ptolemaicos se asumieron como faraones y se relacionaron con los sacerdotes egipcios.
Según el historiador Edwyn Bevan, el rey, especialmente en Egipto, era como un gran propietario de tierras que abarcaba todo el reino. Los funcionarios eran sus sirvientes personales, y el ejército era una herramienta a su disposición. El rey era la "ley viviente" y se esperaba que fuera fuerte, activo, piadoso, generoso y amable con todos, especialmente con los más pobres. Su poder no estaba limitado por consejos o asambleas, a diferencia del período clásico donde las leyes eran la expresión de la comunidad. El rey podía crear leyes, reglamentos y órdenes a su voluntad, generalmente en forma de cartas. Por lo tanto, el orden y el poder de cada reino dependían casi por completo de la voluntad y la personalidad de su rey.
Los reyes recibían una gran cantidad de cartas con quejas y peticiones, lo que ocupaba gran parte de su día. Seleuco I llegó a decir: "Si la gente supiera cuánto trabajo implica escribir y leer todas las cartas, nadie querría ser rey, aunque se arrastrara por el suelo". Con el tiempo, la mayoría de la correspondencia se dirigió a las autoridades locales a medida que se creaba una administración más estable.
Como no había tradiciones ni leyes claras para legitimar estas dinastías, gran parte de su autoridad venía de mostrarse carismáticos a través de actos de heroísmo, devoción religiosa, un carácter ejemplar y generosidad, especialmente con sus amigos y tropas. Pero el poder que obtuvieron los diádocos era temporal, ligado a sus vidas. Para tener éxito, debían vincularlo a sus familias. Una dinastía era permanente, pero sus miembros individuales no necesariamente. El sistema se hizo hereditario porque el prestigio de descender de un rey era vital para la legitimidad del gobernante. Aunque no había reglas de sucesión precisas, generalmente se esperaba que el hijo mayor sucediera al padre. A veces, el rey asociaba a su heredero como corregente. Los reyes posteriores sentían la responsabilidad de preservar la herencia de sus antepasados.
Básicamente, como eran reyes del territorio que podían conquistar, todo monarca helenístico necesitaba obtener victorias militares. Estas victorias eran prueba de que contaban con el favor divino y de que eran competentes en su trabajo. Por ello, siempre estaban en campañas militares contra sus rivales, lo que los obligó a crear un sistema administrativo y económico para pagar grandes ejércitos de mercenarios. Como sus dominios eran "territorios ganados por la lanza", es decir, obtenidos por el derecho de conquista, las victorias eran la principal fuente de legitimidad. La victoria también les permitía repartir botín y tierras entre sus soldados y ascender a los mejores.
Para asegurar y legitimar su dominio, los reyes también fundaron muchas ciudades. Esto requería tener guarniciones militares, lo que a menudo no era popular entre los habitantes, pero mostraba su papel de benefactor, como un rey que protegía a sus súbditos y mantenía el orden.
Administración
Alrededor de estos reyes había una corte donde los favoritos del rey se volvieron muy importantes. Por lo general, eran griegos y macedonios quienes ocupaban el título de "amigos del rey". Estos amigos incluían a sus consejeros, maestros, compañeros de caza, gobernadores de distritos y enviados. El deseo de Alejandro Magno de incluir a las élites asiáticas en el poder fue abandonado, por lo que esta dominación política greco-macedonia se parecía a una dominación colonial, con una separación entre la población local y la minoría gobernante. En cada reino se crearon élites griegas para fortalecer el poder real. Sin embargo, una vez que estas élites se establecían, podían convertirse en una fuerza de oposición, lo que requería la cooperación de las élites locales para el buen funcionamiento del estado.
Para tener colaboradores leales y eficientes, el rey tenía que enriquecerlos con regalos y tierras. Sin embargo, esto no impidió que algunos favoritos fueran desleales, y a veces, especialmente cuando el rey era menor de edad, ejercieran el poder de forma efectiva.
El Egipto ptolemaico fue el modelo de estado helenístico, a diferencia del reino seléucida, que estaba mucho menos organizado y por eso decayó más rápido. Esta monarquía militar estableció un sistema de servicio a través del trabajo que no desarrollaron sus pares de Oriente Medio. Su riqueza les permitió mantener una enorme burocracia y un gran ejército profesional, cuyos miembros debían ser pagados solo con monedas. Además, la corte, la religión estatal y la activa política exterior de la dinastía eran otras fuentes de grandes gastos. Su administración se organizó durante el reinado de Ptolomeo II.
El objetivo final del sistema era que los dominios del rey generaran la mayor cantidad de riqueza posible para el monarca. Se creó el puesto de dioiketes, que originalmente se usaba para designar al administrador de una propiedad privada, y que pasó a ser como un visir. El rey y su dioiketes tenían su propia corte, con administradores, contadores, secretarios y otros funcionarios. El dioiketes se encargaba de dirigir la burocracia, leyendo informes y peticiones para luego dar órdenes e instrucciones por escrito. El idioma oficial era el griego, lo que aseguraba que solo los griegos obtuvieran los cargos más importantes, aunque los oficinistas que ayudaban a tratar con los nativos debían ser tanto griegos como locales que hablaran griego.
Egipto se organizaba en nomoi (distritos), cada uno gobernado por un comandante (strategos), siempre griego, que unificaba el poder militar y la administración civil del distrito. La mayoría de los nomoi se dividían en distritos más pequeños llamados toparquías, y a su vez en aldeas.
El culto al rey
Como herencia de las teocracias orientales, los reyes helenísticos fueron considerados divinos para legitimar su poder absoluto y hacer que sus súbditos reconocieran su autoridad. Esta divinización, que comenzó con Alejandro Magno, significaba que el rey recibía honores de sus súbditos y de las ciudades autónomas que había favorecido. Esto ayudó a fortalecer la unión de cada reino alrededor de la dinastía gobernante. También tenía antecedentes en la creencia griega de que los hombres con grandes logros, especialmente militares, podían ser divinizados después de la muerte.
Es probable que los reyes del siglo III a.C. adoptaran cada vez más símbolos locales en sus títulos porque el número de soldados nativos en sus ejércitos crecía. Los monarcas trajeron muchos colonos y mercenarios griegos, pero también tuvieron que mezclar sus formas de legitimidad, destacando la mezcla de religiones que promovieron junto al culto a sus dinastías, conocidas como la "casa sagrada". Por esta razón, algunos historiadores creen que este culto solo existió en territorios donde había muchos griegos y macedonios, pero la mayoría de la población era nativa, mientras que en lugares donde la mayoría eran griegos no se desarrolló (como Macedonia o Pérgamo). Otros, sin embargo, sostienen que la única excepción fueron los antigónidas, que siguieron el modelo tradicional de la monarquía macedonia.
Este culto habría comenzado como un culto al rey y sus antepasados antes de hacerse público e incluir a todos los miembros de su familia, como su esposa. En el caso egipcio, este culto pudo comenzar con Ptolomeo I. Esta búsqueda de legitimidad en un reino recién creado explica por qué se robó el cuerpo de Alejandro Magno, ya que mostrar una relación cercana con el conquistador era otro incentivo para presentarse como su sucesor.
Basándose en la idea persa del derecho divino a gobernar, los reyes helenísticos justificaban su poder como representantes de los dioses. Los nobles y ministros eran elegidos por el propio rey, pero para que este sistema funcionara ante el pueblo, insistieron en la idea de la divinidad, es decir, el rey tenía derecho a gobernar y a seleccionar a la nobleza porque su poder lo había obtenido a través de su linaje divino y porque él mismo era en cierto modo un dios. El siguiente paso fue iniciar el culto al rey.
Este sistema de divinización era más político que religioso y tenía antecedentes en el pensamiento griego anterior, con ejemplos de veneración a héroes y otros mortales que se convirtieron en deidades después de su muerte. La divinización de los reyes helenísticos en vida nunca fue un asunto puramente religioso o espiritual; nadie les rezaba o les pedía favores especiales. Sin embargo, era necesario establecer el poder político en seres considerados por sus súbditos como dioses.
El culto al rey ya había comenzado con la figura de Alejandro Magno, quien fue reconocido como un mortal que realizó grandes hazañas y descendiente de Heracles, confirmado en el oráculo de Siwa como hijo del propio Zeus-Amón. La divinización de Alejandro en vida le sirvió en muchas ocasiones como aprobación y reconocimiento legal de su poder real. El propio Alejandro se tomaba su divinización muy en serio. Después de su muerte, muchas ciudades helenísticas siguieron este proceso, divinizando a algunos de sus diádocos, como Demetrio Poliorcetes, Antígono II Gónatas, Lisímaco, Casandro, Seleuco I y Ptolomeo I.
La divinización en Egipto
Ptolomeo I nunca pidió honores divinos, pero su hijo Ptolomeo II organizó una ceremonia para que su padre y su madre Berenice fueran considerados divinos, con el título de "Dioses Salvadores". Más tarde, alrededor del 270 a.C., Ptolomeo II y su esposa Arsínoe fueron divinizados en vida con el título de "Dioses Hermanos". Se sabe que se les rendía culto en el santuario de Alejandro Magno, donde Ptolomeo I había depositado el cuerpo (hoy en día se desconoce el paradero de este santuario).
Los reyes y reinas que sucedieron a Ptolomeo II fueron divinizados inmediatamente después de subir al trono, con ceremonias que mostraban la influencia de la religión y tradición egipcias. En el Egipto helenístico, el culto al rey fue una mezcla de las tradiciones griegas para la divinización política y las tradiciones egipcias, con un fuerte componente religioso.
Vasos de la reina
Son unas jarras de cerámica vidriada, hechas en serie, que se usaban en las fiestas para el culto de los reyes. Se levantaban altares temporales donde se hacían ofrendas. Las ofrendas de vino se depositaban en estas jarras especiales, que solían estar decoradas con el retrato de la reina de ese momento. En el arte, se les llama vasos de la reina porque siempre representan a la reina, con un cuerno de la abundancia en la mano izquierda y un plato para ofrendas en la derecha, junto a un altar y un pilar sagrado. Los relieves tenían inscripciones para identificar a la reina. Algunas de estas jarras se han encontrado en tumbas y datan desde Ptolomeo II hasta el 116 a.C. La vestimenta de las reinas es principalmente griega: llevan un quitón sin mangas y un himatión enrollado alrededor de la cintura.
La divinización de los seléucidas
Cuando Seleuco I murió, su hijo Antíoco I preparó una ceremonia para su divinización. Más tarde, se creó un grupo de sacerdotes especiales para el culto del rey vivo y de sus antepasados. Los reyes de Pérgamo decían ser descendientes del dios Dioniso. Estos reyes eran venerados en vida, pero solo después de su muerte recibían el título de theos (dios). Antíoco III, en el 193 a.C., creó una comunidad de sacerdotisas que se encargarían del culto a su esposa Laódice. Una de las reglas para estas sacerdotisas era que debían llevar una corona de oro decorada con retratos de la reina.
Economía
Los historiadores Fritz Heichelheim y Mijaíl Rostóvtsev creían que, desde el comienzo del período, surgieron mercados internacionales de productos básicos, materiales de construcción, mano de obra y artículos de lujo. Estos mercados abastecían las demandas de las nuevas cortes, élites y ciudades que aparecieron en el Mediterráneo y Oriente Próximo. El crecimiento de estas cortes, sus ejércitos y su burocracia impulsaron este comercio, enriqueciendo a las clases medias concentradas en esas ciudades. Además, la necesidad constante de pagar a los mercenarios llevó a la fundación de muchas casas de moneda. Estas tropas, siempre en movimiento, pagaban con esas monedas, lo que generalizó su uso y facilitó el comercio internacional. En Egipto, se obligó a los campesinos a pagar sus impuestos con dinero, no con productos, y las autoridades locales dividieron a la población en unidades de impuestos para facilitar la financiación de los servicios públicos.
Egipto fue el ejemplo más claro. Para obtener fondos para su política exterior, el rey tenía el control total sobre la economía del reino. Siguiendo la idea de soberanía de la época faraónica, se consideraba que el monarca era el dueño del país, por lo tanto, todas las tierras y sus productos le pertenecían. Los ptolemaicos crearon una economía en parte comercial y monetaria, pero muchas industrias eran monopolios del estado. Fomentaron la producción de productos para la exportación, como aceite, bicarbonato, sal o lino fino, industrias vigiladas de cerca por agentes estatales. Esto lo combinaron con el mantenimiento de instituciones sociales parecidas al feudalismo, como el sistema de trabajo para el gobierno del Imperio Nuevo. Por ejemplo, en Egipto y Mesopotamia, la tradición era que cada campesino acordara arrendar la tierra por 99 años, por lo que debía trabajarla de forma hereditaria.
La producción agrícola también era controlada por el Estado, siempre preocupado por generar excedentes y financiar el gasto público. La propiedad de la tierra se dividía en tres tipos: dominios reales, que solían arrendarse; tierras privadas; y tierras otorgadas para los templos o colonos militares. Las tierras privadas y otorgadas estaban sujetas al mismo sistema de impuestos. Los ptolemaicos fundaron cleruquías, que eran lotes de tierra heredables que asignaban a colonos militares de origen griego. Estos pagaban sus impuestos en dinero y debían unirse al ejército si era necesario. Sin embargo, no tenían que trabajar las tierras ellos mismos, sino que a veces las arrendaban. Estas parcelas solían ser parte de las propiedades de los reyes, quienes usaban a estos colonos para reducir el poder de las instituciones feudales y los privilegios de los sacerdotes. Sin embargo, si un colono no se presentaba cuando era llamado a las armas, no cultivaba la tierra o la producción caía por debajo del mínimo exigido para pagar tributo, podía perder la propiedad.
Además, a veces los impuestos eran tan altos que los colonos dejaban sus lotes sin cultivar, momento en que solían perderlos. Este proceso, llamado anacoresis, también ocurrió en la Judea ptolemaica, donde muchos campesinos abandonaban sus tierras por la presión fiscal. Lo mismo pasaba en Egipto, donde el fenómeno no era nuevo y se unían causas como las rentas altísimas o el trabajo obligatorio. El Estado ptolemaico crecía y su peso recaía sobre los campesinos, empobreciendo a la mayoría para beneficio de unos pocos privilegiados.
Ejércitos
Cultura
Filosofía helenística
Desde el comienzo del período, la ética se convirtió en la principal preocupación de la filosofía, que reemplazó a la religión tradicional como guía de comportamiento. Se volvió una fuente de alivio espiritual y una forma de combatir el materialismo, la superstición y el egoísmo. Muchos intelectuales dejaron de ver la política como una carrera viable y se dedicaron a la filosofía y la ciencia. Esto se debió a que vivían en un mundo donde los reyes, y no las asambleas de ciudadanos, tomaban las decisiones. Las preocupaciones se volvieron más individuales, y el ideal de una vida sabia se centró en alejarse de las normas, las convenciones y las preocupaciones políticas, reemplazando las palabras por un comportamiento ejemplar.
También hubo una revalorización del pensamiento de Platón y Pitágoras, aunque las escuelas filosóficas comenzaron a dividirse. Así, la Academia fundada por Platón empezó a dedicarse más a la investigación matemática, astronómica y musical que a la especulación filosófica. Al mismo tiempo, surgieron "escuelas socráticas menores" como los megáricos, los cínicos y los cirenaicos.
En respuesta, surgieron con fuerza dos grandes escuelas éticas: el epicureísmo y el estoicismo. La primera fue fundada por Epicuro, quien fue influenciado por la teoría de los átomos de Demócrito. La segunda fue fundada por Zenón.
Por su parte, el Liceo aristotélico se centró en observar y clasificar las especies vegetales y animales, e investigar la historia griega. La influencia de la filosofía griega en los judíos llevó a la creación de la secta mística de los esenios en el siglo II a.C.
Esta etapa ética fue seguida por otra etapa donde el tema principal fue la religión, y que se prolongó hasta el final del Imperio romano.
Religión helenística

En aquel mundo, el problema ético se volvió cada vez más importante desde el siglo III a.C., y le siguió una nueva inquietud religiosa y mística. Esto fue causado por un decaimiento de la religión tradicional, que estaba muy relacionada con el sentimiento de lealtad a la ciudad-estado natal de cada griego, que también había disminuido. Las nuevas escuelas filosóficas ayudaron a romper los lazos entre los cultos locales y los dioses olímpicos sin destruir a las divinidades mismas. Para el siglo II a.C., los dioses se veían cada vez menos como seres de un mundo superior que influenciaban la vida humana, y más como representaciones de conceptos abstractos como el amor, la muerte, la sabiduría o la suerte.
Este proceso facilitó que los griegos pudieran identificar a sus divinidades con las de otros pueblos, ya que empezaron a ver a sus dioses como otras expresiones de los dioses egipcios o asiáticos. Sin embargo, los ritos de adoración tradicional se mantuvieron como una forma de respeto a los antepasados y su herencia.
Este intercambio comenzó con Alejandro Magno, quien era muy religioso y respetuoso de los cultos griegos tradicionales, pero también respetó las religiones de los pueblos que conquistaba. De hecho, él ya veía a los dioses extranjeros como otras expresiones de los olímpicos. Los ptolemaicos en Alejandría continuaron su política promoviendo los cultos a Adonis y Serapis para unir a semitas, griegos y egipcios.
Al mismo tiempo, ganaron importancia el culto de Tique como una especie de gran diosa, los misterios dionisíacos como celebraciones animadas donde abundaban la danza, la música rítmica y el entusiasmo, y la creencia en la metempsicosis entre los seguidores del orfismo. Y, aunque los griegos no solían aceptar cultos extranjeros, en esta época se popularizó la adoración de Isis, que pasó de ser una divinidad egipcia a una especie de diosa madre de todas las cosas. Este culto se extendió porque Alejandro Magno lo promovió en Alejandría, y los ptolemaicos lo continuaron entre los colonos atenienses, lo que llevó a su expansión a la propia Atenas y otras islas.
Solo durante aquel período hubo una profunda reflexión sobre el destino y el libre albedrío, resultado del descubrimiento de que existían leyes naturales que regían el movimiento de los cuerpos celestes, lo que también influyó en el desarrollo de la astrología. Los planetas se volvieron parte de una nueva forma de adivinación que afirmaba basarse en un poder espiritual universal. Por otra parte, la importancia de los videntes, especialmente a la hora de tomar decisiones militares, disminuyó respecto de la Grecia clásica.
Arte
Durante este período, se crearon los conceptos de "norma" a la que el arte debe aspirar y de un "momento clásico" o punto culminante de perfección. A diferencia del arte del período anterior, el helenístico buscaba el realismo, las escenas cotidianas y retratar lo común en lugar de la mitología. Las estatuas, pinturas e incluso los templos dejaron de verse como simples imágenes para rituales, pasando a ser consideradas creaciones de artistas individuales pagados por personas ricas que querían elogios o propaganda política. Esto llevó a que el arte se volviera menos religioso y a que se coleccionaran y promocionaran las obras de artistas famosos.
En las artes plásticas también surgió una corriente conservadora que se basaba en Platón, quien decía que las obras de arte debían seguir una norma absoluta. Sin embargo, desde Aristóteles surgieron críticas filosóficas que animaron la expresividad, la mezcla de estilos, la individualidad de cada autor y la idea de que un estilo artístico puede ser adecuado en ciertas circunstancias y en otras no. Empezaron a aparecer figuras de enanos, jóvenes delgados o personas con joroba pidiendo limosna. También se representaban a seres humanos en acciones o posiciones naturales y no controladas, como niños durmiendo profundamente. Las estatuilla de Tanagra representan a mujeres de la vida diaria. Según los historiadores de arte, John Fleming y Hugh Honour, los griegos tradicionalmente consideraban que lo bello y lo bueno eran lo mismo, por eso sus héroes y dioses eran hermosos y los villanos deformes. En esta época, se empezó a distinguir la nobleza del alma interior de la belleza del cuerpo exterior, lo que favoreció el surgimiento del naturalismo. También surgió un gusto por esculturas pequeñas y delicadas, así como por las enormes y grandiosas, en contraste con el siglo V a.C., que tenía un ideal de equilibrio. Entre las esculturas más destacadas que fueron imitadas por los romanos están la Venus de Médici y el Apolo de Belvedere.
Los cambios también se vieron en los entierros. Hasta el siglo IV a.C., en Grecia, los muertos eran incinerados o enterrados en lugares sencillos. Pero empezaron a aparecer sarcófagos bellamente decorados con esculturas pintadas, una forma de arte que expresaba una nueva visión del más allá y que fue el tipo de entierro dominante hasta la expansión del cristianismo. Un ejemplo famoso es el sarcófago de Alejandro. En él aparece el retrato personal del conquistador macedonio, que además es mostrado casi divinizado, parecido a Heracles, algo muy poco común entre los griegos anteriores, por lo que se considera un ejemplo temprano de mezcla de influencias griegas y orientales.
El teatro perdió su trasfondo heroico y sus personajes míticos con una nueva comedia, un lenguaje que imitaba el habla cotidiana y obras que trataban sobre cosas de todos los días. Por ejemplo, en la literatura de Menandro se representan a mujeres típicas del día a día. Las pinturas y mosaicos helenísticos se extendieron por la península itálica desde el siglo II a.C., traídos por soldados y oficiales romanos victoriosos. Esto hizo que en Roma se empezaran a apreciar lujos como divanes de bronce, muebles espléndidos y telas preciosas, en contraste con los ideales austeros de los primeros romanos.
En este período también nació la filología, que abarcaba todos los aspectos del estudio de la literatura. Muchos bibliotecarios y hombres de letras dedicaron su vida a dar forma a las obras literarias, la gramática, las palabras, la crítica literaria y la clasificación de libros. Al mismo tiempo, la literatura siguió los modelos clásicos, con escritores destacados como Calímaco de Cirene y su discípulo Apolonio de Rodas.
Las joyas tuvieron su propio estilo, aunque ligeramente influenciado por la etapa anterior. Se pusieron de moda los colgantes con formas de victorias aladas, palomas, ánforas y cupidos, utilizando piedras de colores, sobre todo el granate. También se usaban otras gemas para hacer figuras en miniatura, como el topacio, ágata y amatista. El vidrio se usó en los talleres de los artistas como sustituto de las piedras preciosas, y con este material se hacían todo tipo de objetos, especialmente camafeos.
En el deporte, el ideal de cuerpo atlético dejó de ser exclusivo de las clases altas, ya que los atletas pasaron de ser aficionados a profesionales. Esto se expresó en el arte, donde se dejó de representar la ligereza y agilidad para enfatizar el vigor físico y el peso.
Ciencias
A partir del siglo IV a.C., la mayoría de los artistas eran griegos de las colonias de Asia. Hubo un gran avance en el mundo de las ciencias, la medicina, la astronomía y las matemáticas. Estas últimas fueron disciplinas estudiadas y enseñadas por grandes sabios como Euclides, Apolonio, Eratóstenes, Arquímedes, etc. Durante este período, también adquirieron su carácter de ciencias independientes de la filosofía, siendo favorecidas por el apoyo de los reyes, gracias al cual se crearon centros de investigación y museos, especialmente en Alejandría, que incluían observatorios, jardines botánicos y zoológicos, salas de medicina y disección.
El estudio de las matemáticas, sobre todo en la capital ptolemaica, tuvo una importancia enorme no solo por la materia en sí, sino como aplicación al conocimiento del Universo. En el museo de Alejandría estudiaron, investigaron y enseñaron grandes sabios como Euclides (solicitado por Ptolomeo I), quien supo organizar todas las investigaciones anteriores y añadir las suyas propias, aplicando un método sistemático a partir de principios básicos. Él sentó las bases del saber matemático a partir de las cuales evolucionó dicha materia a través de los siglos.
En geometría, el gran maestro en Pérgamo y en Alejandría fue Apolonio. Él ofreció la primera definición racional de las secciones cónicas. Arquímedes fue un gran matemático, interesado en el número π, al que le dio el valor de 3,1416. También se interesó por la esfera, el cilindro y fundó la mecánica racional y la hidrostática. Estudió la mecánica práctica, inventando máquinas de guerra, palancas y juguetes mecánicos. Su mejor invento práctico de uso inmediato fue el tornillo sin fin, utilizado en Egipto para las labores de irrigación. Otro sabio destacado fue Sóstrato, ingeniero, arqueólogo y constructor del faro de Alejandría.
El estudio de las matemáticas favoreció el conocimiento de la astronomía. Se despertó un nuevo interés científico por conocer la Tierra, su forma, su situación y su movimiento en el espacio. Eratóstenes, bibliotecario de Alejandría, creó la geografía matemática y fue capaz de medir la longitud del meridiano terrestre. Aristarco fue matemático y astrónomo y determinó las dimensiones del Sol y la Luna y sus respectivas distancias a la Tierra. Aseguró que el Sol estaba quieto y que era la Tierra quien se movía a su alrededor.
Hiparco tenía un gran don de observación y desde su observatorio de Rodas pudo elaborar un gran mapa del cielo con más de 800 estrellas catalogadas y estudiadas por él. Gran conocedor de las teorías de los caldeos, comparó sus estudios con aquellos, descubriendo la precesión de los equinoccios. Hiparco sentó las bases de la trigonometría estableciendo la división del ángulo en 360 grados, que dividió en minutos y segundos. Por último, Posidonio estudió las mareas, explicando científicamente su existencia y su relación con la Luna. Sin embargo, el sistema de notación de los números se hacía con la ayuda del alfabeto, lo que dificultaba mucho el manejo de las matemáticas. Otra deficiencia era la gran carencia de instrumentos de observación para las ciencias naturales.
La figura del médico empezó a sustituir al mago o hechicero que se valía de los milagros. Fue un personaje respetado y estimado, considerado un gran sabio en quien se podía confiar no solo para ayuda física, sino también para ayuda psicológica. Los lugares helenísticos donde floreció principalmente la medicina fueron Alejandría, donde ya existía cierto conocimiento científico debido a la tradición de momificar y al respeto y estudio de los cuerpos, y Cos, lugar de nacimiento del célebre médico y escritor Hipócrates (siglo V a.C.) y donde se mantenía una tradición médica. Lo mismo ocurría en aquellas ciudades en las que existía un antiguo santuario de Asclepio, como Cnido, Epidauro y Pérgamo.
Herófilo aprendió mucho sobre anatomía en Alejandría, practicando con la disección de cadáveres e incluso con la vivisección de seres humanos (criminales condenados). Descubrió el sistema nervioso y explicó su funcionamiento y el de la médula espinal y del cerebro, y estudió el ojo y el nervio óptico. Fue poniendo nombres de objetos que él creía parecidos en la forma a las partes de anatomía que iba estudiando y descubriendo. Sus estudios y descubrimientos fueron transmitidos gracias a la labor de la escuela de medicina que fundó y que duró unos 200 años. Erasístrato trabajó e investigó en Alejandría siguiendo la labor de Herófilo, fundando su propia escuela de medicina y dedicándose al estudio de la fisiología y la circulación de la sangre.
Judaísmo helenístico
A principios del siglo I a.C., tuvo lugar la diáspora judía por todo el mundo helenístico. A partir de entonces, gran parte de los judíos —especialmente los que vivían en Egipto, Anatolia y Siria— comenzaron a usar el griego para entenderse entre ellos y también en las sinagogas. De este modo, comenzó a hacerse una distinción entre los "judíos helenísticos" (o helenizados) y los "hebreos" (o judaizantes), que fueron aquellos que se opusieron y resistieron a la influencia griega.
En este período también se realizó la traducción griega del Antiguo Testamento, conocida como Septuaginta o Biblia de los Setenta, ya que, según se cree, fue hecha por un grupo de setenta y dos sabios de Alejandría.
Entre los judíos helenizados más destacados, se pueden mencionar al filósofo Filón de Alejandría y al historiador Flavio Josefo.
Grecia durante la época helenística
Grecia continental
Aparentemente, algunas ciudades de la Grecia independiente, como Atenas y Corinto, conservaban su autonomía, sus instituciones y sus tradiciones. Pero mientras Atenas seguía con la decadencia debido a su derrota en la guerra del Peloponeso (perdió la mitad de su población entre los siglos V y III a.C.), perdiendo población e importancia económica, Corinto logró mantenerla hasta su saqueo por los romanos. De todas formas, los problemas sociales que iban surgiendo, más el empobrecimiento gradual, hicieron que esta Grecia clásica, que no pertenecía a los estados helenísticos, sufriera una crisis tras otra hasta la intervención de Roma.
Atenas perdió su democracia y vio disminuir su comercio debido al fin de las cleruquías (reparto de tierras a los pobres) y a que el puerto de El Pireo dejó de ser un punto estratégico en las rutas comerciales. Su última crisis económica fue causada por el saqueo que sufrió a manos del general romano Lucio Cornelio Sila, lo que provocó una disminución de los salarios, el abandono de los cultivos y la reducción de las ya limitadas exportaciones de artículos como vino, aceite y algunos productos de lujo. Las consecuencias lógicas de la situación fueron el empobrecimiento del pueblo y el descenso de la natalidad. Estas circunstancias favorecieron el mercenariado, el bandolerismo y la piratería como formas de subsistencia. Sin embargo, su importancia intelectual se mantuvo gracias a la importancia de sus fiestas, sobre todo las dionisíacas y los misterios eleusinos, durante las cuales se representaban comedias nuevas, y a las que muchas veces acudieron gobernantes helenísticos. Las escuelas filosóficas tampoco perdieron su atractivo y siguieron siendo de las más brillantes del mundo griego.
En Esparta hubo un resurgir de los tiempos antiguos, un intento revolucionario para comenzar de nuevo un Estado, movimiento encabezado por los reyes Agis IV y Cleómenes III. Se abolieron las deudas, se crearon nuevas clases de ciudadanos, se repartieron tierras y se organizó una nueva milicia que obtuvo algunos éxitos hasta que fueron vencidos por la Liga Aquea en el 222 a.C. Cleómenes III fue sucedido por el rey Nabis, que fue el último hasta la intervención de Roma.
Grecia insular
Las islas griegas mantuvieron cierta prosperidad gracias a las importantes rutas comerciales entre Asia, Egipto y Occidente. Sin embargo, tenían la constante inseguridad causada por los piratas de regiones como Iliria, Creta y Cilicia.
Rodas mantuvo durante todo el período su estatus de ciudad-estado. Era una república de comerciantes que se aliaban con los extranjeros que les ayudaran a mejorar su posición económica. Contaba con tres puertos con grandes diques y buenos arsenales, y situados estratégicamente frente a Alejandría y la costa egea asiática. Desarrollaron el papel que antes tenía El Pireo. La República rodia también poseía una importante marina de guerra que sabía mantener a raya a los piratas, y se regía por la llamada Lex Rhodia (una ley helenística que regulaba el comercio mediterráneo), convirtiéndose así en un lugar vital para el resto de las ciudades mediterráneas. También se convirtió en un gran centro de las artes y ciencias, donde acudían los jóvenes nobles romanos porque contaba con grandes maestros de la retórica y la escultura.
Entre los rodios, la alianza con Roma se vio como el camino más realista a seguir si querían dominar el Egeo. A cambio, suministraron naves de guerra en varias guerras del siglo II a.C. Esta alianza también garantizó que los romanos no intervinieran en los asuntos internos de Rodas. Posteriormente, en la primera guerra mitridática, la isla dio refugio a los itálicos que huyeron de las masacres cometidas por Mitrídates VI. Sin embargo, Rodas pagó caro su participación en las guerras civiles romanas, siendo castigada por César por apoyar a Pompeyo, aunque logró mantener la alianza y riquezas. Después del asesinato del dictador romano, la isla condenó el magnicidio y trató de mantenerse al margen de la guerra, pero solo consiguió ser saqueada por Cayo Casio Longino, quien humilló a sus ciudadanos instalando una tropa romana, la primera guarnición extranjera en la ciudad desde los tiempos de Alejandro. Después de Filipos, parte de su flota fue destruida, pero igualmente ayudaron a rechazar la invasión de Quinto Labieno. En recompensa, Marco Antonio les premió con el control de algunas ciudades vecinas, pero lo perdieron como castigo después de Accio. Para entonces, Rodas había dejado de ser un actor importante en el Mediterráneo y se limitaba a cooperar con los romanos.
En cuanto a Delos, se independizó de Atenas en el 314 a.C., gobernándose mediante una constitución democrática. Sin embargo, en el 166 a.C., la intervención romana la devolvió a la soberanía ateniense, convirtiéndose en una cleruquía. A partir de entonces, su prosperidad aumentó, declarándose puerto franco al que llegaron mercancías desde Egipto, Siria y Fenicia. Además, contaba con grandes riquezas guardadas en sus templos, lo que hizo que sus sacerdotes fueran también hábiles banqueros. Adoptaron como una de las principales actividades el cambio de moneda y las tasas de interés, generalmente al 10 por ciento. El uso de la letra de cambio, el cheque y las transferencias era algo común. Otra fuente de ingresos fue el gigantesco mercado de esclavos, en el cual podían llegar a venderse 10.000 por día, como menciona Estrabón.
Al amparo de esta prosperidad y grandeza, la población cambió radicalmente: todos los nativos fueron deportados a Acaya, quedando en su lugar colonos de Atenas, itálicos y asiáticos, comerciantes y banqueros de todo el mundo conocido. Todos ellos formaban grupos bien diferenciados en cuanto a costumbres y religión, pero mantenían buenas relaciones entre sí. Se trataba de una clase media mercantil, cuyas casas estaban decoradas lujosamente y donde podía contemplarse el arte helenístico en todo su esplendor. Tal prosperidad se alargó hasta el año 88 a.C., hasta los saqueos y masacres cometidas por Arquelao, general de Mitrídates VI, quien ordenó a sus soldados que mataran a todos los itálicos, sin importar su edad. Los habitantes que no eran itálicos abandonaron la isla, dejándola desierta, lo que aceleró su ruina.
Por su parte, Cos tenía una economía basada en la producción de vino, en la fabricación de cerámicas y en la producción de una seda especial que teñían de púrpura.
Las koiná
Las koiná (plural de koinón) fueron los estados federales, también llamados ligas, formados por las ciudades más pequeñas. Estas confederaciones surgieron como una forma de protección y resistencia frente a los gobernantes macedonios, el poder dominante de este período. Fueron dos las más influyentes durante el período helenístico: el Koinón Etolio (o Liga Etolia) y el Koinón Aqueo (o Liga Aquea).
El Koinón Etolio llegó a ser un estado federal muy extenso, agrupando Acarnania, Lócrida occidental y Tesalia. En las asambleas se reunían todos los ciudadanos de cada ciudad aliada, celebrándose dos sesiones al año, y se elegía al jefe o estratega para un mandato anual. El koinón etolio mostró constantemente una gran hostilidad hacia el poder de Macedonia. El declive etolio comenzó al mismo tiempo que el avance romano, hasta que perdieron su independencia en el 189 a.C.
El Koinón Aqueo fue el rival del Koinón Etolio. Tras apoderarse de Corinto, poco a poco se fue anexionando todo el Peloponeso, absorbiendo también a la ciudad de Esparta. Al principio, este koinón fue aliado de Roma, la cual nunca confió en esta liga. En el 146 a.C., se declararon abiertamente enemigos de Roma, quien arrasó Corinto en respuesta, quedando la liga disuelta. Al igual que su rival etolio, su principal enemigo fue el reino de Macedonia. Contaba con una asamblea a la que podían asistir todos los ciudadanos de la confederación, con cuatro sesiones al año en el santuario de Zeus. Su jefe o estratega también era designado anualmente.
Ciudad
Demografía

El historiador británico Keith Roberts, basándose en diversas fuentes y estudios, estima que la población del imperio de Alejandro Magno al momento de su muerte pudo ser de 22 a 30 millones de personas. Sin embargo, reconoce que ninguna estimación demográfica es completamente fiable. Hay que tener en cuenta que la población del Reino de Macedonia originalmente era de apenas medio millón.
Otro historiador, James C. Russell, estimó la población del imperio alejandrino en 20 millones: 3.5 millones en Egipto, 3 millones en Grecia, 12 millones en Oriente Medio (excepto Arabia) y 1.5 millones en Asia Central y el valle del río Indo. También estimó que un cuarto de millón de griegos y macedonios pudieron emigrar a Oriente en esa época, una cifra muy pequeña en comparación con la población nativa.
En el caso egipcio, los colonos soldados se concentraron en el Alto Egipto y la cuenca del lago Moeris. Los primeros llegaron como mercenarios de Ptolomeo I y recibieron tierras en todas las zonas agrícolas de Egipto y Celesiria. Posteriormente, con Ptolomeo II hubo otra importante distribución de tierras en la zona del Moeris en el 253 a.C., justo al finalizar la segunda de las guerras sirias. La cuenca del lago pudo tener hasta 100.000 habitantes distribuidos en 145 villas y 1200 a 1600 km² de tierra cultivable a mediados del siglo III a.C. Los recién llegados extendieron las ideas y tecnología griegas en las zonas que poblaron. Sus descendientes se mezclaron con los egipcios, pero su cultura griega y sus méritos les permitían ascender socialmente, convirtiéndose en parte de una clase privilegiada que surgió hacia el siglo II a.C. Recibían mejores asignaciones y estaban exentos de pagar algunos impuestos y realizar trabajos obligatorios, lo que les permitía asegurar la propiedad de sus tierras con el tiempo.
Cronología (400 a.C.–100 d.C.)

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Véase también
En inglés: Hellenistic period Facts for Kids
- Historiografía helenística
- Biblioteca de Alejandría
- Influencia helenística en el arte indio
- Dinastía Antigónida
- Dinastía Ptolemaica
- Dinastía Seléucida
- Historia de la filosofía occidental
- Helenista (en el Wikcionario)
- Periodo helenístico de Egipto
- Particiones helenísticas (partición de Babilonia, 323 a.C. y partición de Triparadiso, 321 a.C.)
- Historia de los Balcanes