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Batalla de Pidna para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Batalla de Pidna
Parte de Tercera guerra macedónica
Perseus of Macedon BM.jpg
Un tetradracma con la efigie de Perseo.
Fecha 22 de junio de 168 a. C.
Lugar Cerca de Pidna, en el golfo de Tesalónica, al noreste de la actual Grecia.
Coordenadas 40°15′04″N 22°28′25″E / 40.251027777778, 22.473555555556
Resultado Victoria romana decisiva
Beligerantes
Flag of the Roman Empire.svg República romana Vergina Sun WIPO.svg Reino de Macedonia
Reino odrisio
Comandantes
Flag of the Roman Empire.svg Lucio Emilio Paulo Vergina Sun WIPO.svg Perseo de Macedonia  (WIA)
Fuerzas en combate
2 legiones romanas, 2 alas itálicas y auxiliares 40 000 infantes y 4000 jinetes
Bajas
80 -100 muertos 20 000 -25 000 muertos y 6000 prisioneros

La Batalla de Pidna fue un importante enfrentamiento militar que ocurrió el 22 de junio de 168 a. C. Se libró cerca de Pidna, en la actual Grecia. Esta batalla fue parte de la Tercera guerra macedónica.

En ella se enfrentaron las legiones de la República romana, lideradas por el general Lucio Emilio Paulo, contra la falange macedonia del Reino de Macedonia, comandada por el rey Perseo. La batalla terminó con una gran victoria para los romanos.

¿Qué llevó a la Batalla de Pidna?

El ascenso de Perseo y la tensión con Roma

Filipo V de Macedonia falleció en el 179 a. C. Él había sido derrotado por los romanos en la Batalla de Cinoscéfalas y quería que Macedonia recuperara su poder. Su hijo, Perseo, heredó el reino y también el descontento hacia los romanos.

Perseo envió representantes a Roma para ganar tiempo, fingiendo que quería mantener la paz. Sin embargo, el Senado romano conocía sus verdaderas intenciones y aceptó para engañarlo también.

El inicio de la Tercera Guerra Macedónica

En el 171 a. C., comenzó una nueva guerra. Al principio, Perseo logró detener a los ejércitos y flotas romanas, aprovechando la falta de experiencia de sus comandantes. El pueblo romano estaba molesto porque no podían creer que el ejército de Filipo V, que ya había sido vencido, les causara tantos problemas.

Perseo también realizó campañas exitosas y buscó alianzas con otros pueblos para avanzar hacia la península itálica. Al enterarse de esto, los romanos buscaron un comandante experimentado y eligieron a Lucio Emilio Paulo.

Lucio Emilio Paulo: Un líder experimentado

Paulo, aunque al principio no quería el puesto, aceptó debido a la insistencia del pueblo. Él ya había sido cónsul antes y había liderado campañas exitosas. Por ejemplo, en el 181 a. C., luchó contra los ligures, que eran piratas, y los obligó a negociar. También, en el 191 a. C., como pretor en Hispania Ulterior, derrotó a muchos lusitanos.

Una historia cuenta que, tras su nombramiento, su pequeña hija, Emilia Tertia, se le acercó llorando y le dijo que su cachorro, llamado Perseo, había muerto. Paulo lo tomó como una buena señal para la guerra.

Archivo:Pidna-es
Localización de Pidna en Grecia.

El Senado romano quería que la guerra comenzara de inmediato. Se decidió que Paulo iría a Macedonia y su colega, Cayo Licinio Craso, se quedaría en Italia. Se hicieron muchos preparativos, incluyendo el envío de comisionados para evaluar la situación del ejército y la flota romana en Macedonia.

La Campaña Militar

Preparativos de Paulo en Macedonia

A finales del 169 a. C., Paulo llegó a Macedonia. Los enviados le informaron que los romanos y macedonios estaban separados por el río Enipeo. El rey Perseo no quería atacar, y el invierno había detenido las actividades militares. Sin embargo, las fuerzas romanas estaban en peligro porque Perseo había destruido los campos cercanos para cortar sus suministros. Además, la flota romana tenía problemas con la peste y la falta de pago a los marineros.

Archivo:RomanConquests - Greece-es
Mapa de las guerras macedónicas.

Después de escuchar esto, Paulo organizó la expedición. Nombró a los tribunos militares y seleccionó a las unidades y oficiales. El pretor Octavio se encargaría de reorganizar la flota. Paulo anunció al pueblo que confiaba en la ayuda divina para ganar la campaña. Realizó rituales religiosos y sacrificios antes de partir con Octavio hacia Macedonia.

Problemas de Perseo y alianzas

Mientras tanto, la avaricia de Perseo le causaba problemas. Tenía 10.000 jinetes y 10.000 soldados de infantería bastarnos, guerreros experimentados, listos para luchar por él. Pero el rey se negó a contratarlos por el alto costo, a pesar de que podía pagarlo. Así, los despidió.

Perseo también se negó a pagar a los ilirios el dinero prometido, lo que los debilitó. El rey ilirio, Gencio, fue derrotado por el pretor Anicio Galo. Perseo intentó convencer a los rodios de unirse a su causa, pero no tuvo éxito. Los romanos interceptaron cartas que mostraban la comunicación entre los promacedonios y Perseo.

En Rodas y en la mayoría de los estados griegos, había divisiones sobre la guerra. Algunos estaban en contra de Perseo pero no apoyaban a los romanos, otros querían una alianza con el rey pero no se atrevían a decirlo, y algunos abiertamente buscaban esa alianza. Los molosos decidieron apoyar a Perseo, lo que les trajo graves consecuencias.

El rey macedonio también envió embajadores a Eumenes II de Pérgamo y Antíoco IV de Siria para animarlos a luchar contra Roma. Perseo argumentaba que Roma atacaba a los reyes uno por uno y que, una vez que acabaran con Macedonia, harían lo mismo en Asia y Siria. Sin embargo, Eumenes II no quería que Macedonia se volviera demasiado poderosa en Grecia.

Perseo acampó al pie del monte Olimpo, creyendo que los romanos no se atreverían a atacarlo. Paulo, por su parte, mejoró la disciplina de su ejército y buscó una forma de rodear el monte.

La maniobra de flanqueo

Paulo descubrió un camino que permitía rodear el monte Olimpo por el oeste. Publio Cornelio Escipión Nasica Córculo, yerno de Escipión el Africano, y Quinto Fabio Máximo Emiliano, hijo de Paulo, se ofrecieron para liderar la fuerza de flanqueo. Paulo eligió a Nasica, dándole el mando del ala izquierda.

Nasica y sus tropas comenzaron la marcha. Perseo, que había estado inactivo, se enteró de la maniobra por un desertor. Confundido, envió 10.000 mercenarios y 2.000 macedonios al mando de Milo para bloquear el paso. Sin embargo, las fuerzas de Milo fueron sorprendidas y derrotadas por Nasica.

Al enterarse del desastre, Perseo ordenó levantar el campamento y retirarse cerca de la ciudad de Pidna. Decidió construir un nuevo campamento y preparar a sus soldados para la batalla, ya que estaban dispuestos a defender a sus familias.

Las Fuerzas en Combate

El ejército macedonio

Antes de su muerte, Filipo V había acumulado armas, dinero y soldados en secreto. Se dice que Perseo tenía 4.000 jinetes y al menos 40.000 soldados de infantería pesada. Otros historiadores estiman que Perseo tenía alrededor de 43.000 soldados en total, incluyendo infantería ligera y caballería.

La falange macedonia era una formación de soldados con lanzas muy largas (sarissas). Estaba organizada en divisiones como los peltastas, calcáspidas y leucáspidas, según sus años de servicio. La caballería se organizaba en escuadrones. Los reyes también contrataban mercenarios, como gálatas y tracios.

El ejército romano

La República romana movilizó un gran número de soldados, pidiendo ayuda a sus aliados como Masinisa de Numidia y Eumenes II de Pérgamo. En total, los romanos y sus aliados tenían 100.000 soldados movilizados.

Paulo tenía un ejército consular típico: dos legiones de ciudadanos, dos alas de aliados itálicos y tropas auxiliares locales. Se reclutaron más soldados y marineros para la flota. Masinisa aportó 1.000 jinetes y 22 elefantes de guerra.

Algunos historiadores creen que Paulo tenía alrededor de 38.000 soldados en el campo de batalla, incluyendo caballería y elefantes.

La Batalla de Pidna

Preparativos y el eclipse lunar

Desarrollo del choque
A la izquierda, los movimientos previos a la batalla según la descripción de Plutarco. A la derecha, según N. G. L. Hammond y F. W. Walbank, A History of Macedonia, Volume III: 336-167 B.C., Clarendon Press, Oxford, 1988, pp. 546-557 y Paul Burton, Rome and the Third Macedonian War, Cambridge University Press, 2017, pp. 163-168:

Versión de Plutarco                      Ejército macedonio (Perseo)                      Ejército romano principal (Lucio Emilio Paulo)                      Milo                      Maniobra de flanqueo (Publio Cornelio Escipión Nasica Córculo) Versión de Hammond, Walbank y Burton                      Ejército macedonio (Perseo)                      Ejército romano principal (Lucio Emilio Paulo)                      Maniobra de flanqueo ( Publio Cornelio Escipión Nasica Córculo)

                     Flota romana (Cneo Octavio)

El terreno era ideal para los macedonios: una llanura plana para la falange y colinas cercanas para la infantería ligera. Los ríos Esón y Leuco, aunque no muy profundos, dificultarían el avance romano.

Paulo, al ver las posiciones enemigas, ordenó detenerse. Los oficiales jóvenes querían atacar de inmediato, pero Paulo, con experiencia, les dijo que no era bueno atacar justo después de una marcha larga contra una falange ya formada. Mandó a sus tropas cavar trincheras y construir un campamento. Los macedonios no se dieron cuenta de que los romanos no estaban listos para luchar.

Esa noche, hubo un eclipse lunar. Los romanos, según su costumbre, hicieron ruido para "recuperar" la luz de la luna. Los macedonios, en cambio, se asustaron, creyendo que significaba el fin de su rey. Paulo, muy religioso, hizo sacrificios al amanecer para animar a sus soldados. Decidió atacar por la tarde para que el sol no deslumbrara a sus hombres.

El inicio del combate

No se sabe con exactitud cómo empezó la batalla. Algunos dicen que un caballo romano se escapó y fue a parar a las filas macedonias, lo que provocó el inicio. Otros cuentan que unos tracios atacaron a las bestias de carga romanas, y 700 ligures fueron a detenerlos, lo que llevó a una lucha generalizada.

Parece que grupos de ambos bandos estaban buscando agua en el río que separaba sus campamentos. Los romanos tenían tropas vigilando la orilla. Un caballo romano se escapó (algunos creen que fue a propósito para provocar al enemigo), y tres legionarios lo persiguieron, enfrentándose a dos tracios. Esto enfureció a 800 tracios que cruzaron el río, iniciando un combate que se hizo más grande a medida que llegaban refuerzos. Paulo decidió aprovechar la situación.

Archivo:Plan battle of Pydna-es
Mapa de las posiciones de ambos ejércitos al inicio de la batalla.

Paulo ordenó a su ejército formar para la batalla. La primera línea macedonia estaba formada por tracios, guerreros altos con armaduras y espadas largas, que parecían muy feroces. Les seguían otros mercenarios y luego los macedonios con armaduras doradas y escudos de bronce, los leucáspidas y calcáspidas, que formaban la falange. Sus flancos estaban protegidos por infantería ligera. El brillo de sus armas y el eco de sus cánticos llenaban la llanura.

Los romanos formaron sus manípulos en su línea triple tradicional, enviando a los vélites (soldados ligeros) al frente para buscar los puntos débiles de la falange.

El choque de ejércitos

Los romanos no podían acercarse a los macedonios para usar sus espadas cortas (gladius) porque la falange los mantenía a distancia con sus lanzas largas (sarisas). El muro de escudos y lanzas era tan fuerte que incluso atemorizó a Paulo, quien lo reconoció años después. Sin embargo, frente a sus soldados, se mostraba alegre y sin miedo.

Mientras tanto, el rey Perseo se fue a Pidna a hacer sacrificios, lo que los romanos interpretaron como cobardía. Sin embargo, un veterano de la guerra llamado Posidonio de Apamea dijo que Perseo se retiró porque el día anterior su caballo le había dado una patada en la pierna. Posidonio también afirmó que el rey, a pesar de su herida, intentó animar a su falange, pero fue alcanzado por una jabalina romana y huyó con su caballería sin luchar en la batalla decisiva.

Los romanos no pudieron hacer retroceder a los macedonios. Salvio, un comandante de los aliados itálicos, lanzó el estandarte de sus tropas entre el enemigo y cargó con sus hombres. Hubo un combate muy sangriento porque los pelignos querían recuperar su estandarte, mientras los macedonios luchaban por conservarlo. Los legionarios intentaban apartar las sarisas con sus espadas o romperlas con las manos para apuñalar a los enemigos, pero la falange seguía avanzando, atravesando a todo el que se ponía delante. La primera y segunda línea romana fueron destrozadas, obligando a los vencidos a retirarse, aunque los legionarios no rompieron sus filas. Paulo se sintió muy mal al ver esto.

Pero el terreno donde entraron los macedonios era muy irregular, lo que les impedía mantener su falange unida. Paulo vio que la línea enemiga tenía grietas y que los macedonios se estaban separando. Los que avanzaban por zonas elevadas quedaban separados de los que iban por zonas más llanas, y la línea macedonia se había estirado demasiado. Algunos dicen que Paulo ordenó la retirada para atraer a Perseo a este terreno irregular.

Paulo dio órdenes a sus oficiales, y los manípulos romanos atacaron rápidamente por las grietas. Los legionarios se asombraron al ver a Paulo, un hombre mayor, lanzarse a la carga. Paulo dirigió su unidad contra los calcáspidas, mientras otra legión atacaba a los leucáspidas en el centro macedonio. En el ala derecha romana, la caballería aliada, precedida por los elefantes, hizo retroceder al enemigo. Los jinetes romanos de la izquierda atacaron el flanco de la infantería macedonia, rompiendo muchas picas y forzando a los enemigos a huir.

En el centro, la legión romana dispersó la falange macedonia. Los soldados macedonios se desordenaron, dudaron y finalmente rompieron filas. La falange era invencible cuando estaba compacta, pero si sus filas se rompían, los soldados macedonios eran muy vulnerables en el combate cuerpo a cuerpo debido al peso y la longitud de sus picas.

Así, la falange se rompió, y los macedonios tuvieron que luchar individualmente. Los romanos los rodearon y atacaron por la retaguardia, aprovechando cada abertura. La resistencia fue débil, y la mayoría huyó, excepto 3.000 veteranos macedonios que lucharon hasta el final. Las laderas y la llanura quedaron cubiertas de cadáveres, y el río Leuco se tiñó de sangre.

Mientras la infantería de Perseo era masacrada, su caballería huyó casi intacta, siguiendo al rey, que fue de los primeros en escapar. La caballería macedonia se dispersó, y los romanos no pudieron perseguirlos en la oscuridad.

Los supervivientes de la falange huyeron hacia el mar, algunos intentando subir a los barcos de la flota macedonia. Pero los marineros, al ver la multitud, pensaron que venían a atacarlos y se alejaron. Finalmente, los marineros atacaron a los supervivientes, confundiéndolos con enemigos, y los obligaron a volver a la costa, donde fueron pisoteados por los elefantes romanos. La flota macedonia también sufrió muchas pérdidas.

Paulo terminó la guerra de forma rápida y victoriosa gracias a su habilidad, no solo a la suerte. Esta victoria fue muy importante para Roma, ya que Macedonia había sido un gran imperio siglos antes.

Consecuencias de la Batalla

Bajas y héroes

Según Plutarco, los macedonios tuvieron más de 25.000 muertos, mientras que los romanos apenas 80 o 100. Tito Livio reduce las bajas macedonias a 20.000 muertos, además de 6.000 prisioneros. Los romanos tuvieron unos 100 muertos, la mayoría pelignos, y muchos heridos.

Se permitió a la infantería romana tomar lo que pudieran de los muertos y a la caballería saquear el campo cercano. Se enviaron cartas a Roma anunciando la victoria. Los macedonios e ilirios capturados fueron liberados como señal de clemencia.

Marco Porcio Catón Liciniano, hijo de Catón el Viejo y yerno de Paulo, se destacó en la batalla. Luchó valientemente y, aunque fue derribado y herido, se levantó y siguió luchando, inspirando a los legionarios. El hijo menor de Paulo, Escipión Emiliano, también desapareció durante la batalla, pero apareció más tarde, cubierto de sangre, después de perseguir a los vencidos. Este joven sería el futuro conquistador de Cartago y Numancia.

La huida de Perseo

Cuando las noticias de Pidna llegaron a Anfípolis, el gobernador Diodoro, temiendo que la guarnición tracia saqueara la ciudad, engañó a los tracios para que salieran, y luego cerró las puertas.

Perseo huyó a Pela con su caballería, que había escapado casi intacta. Sin embargo, la mayoría de sus jinetes se perdieron en el bosque. Perseo entró en Pela de noche, pero sus amigos se negaron a visitarlo. Cuando mató a sus tesoreros, culpándolos de la derrota, nadie se quedó con él excepto unos pocos. Solo 500 cretenses lo siguieron, no por lealtad, sino por el tesoro que aún tenía.

Temiendo ser entregado a Paulo, Perseo decidió irse de Pela de noche, siendo abandonado por los pocos tracios que le quedaban. Intentó cruzar el río Axios antes del amanecer. En Anfípolis, intentó convencer a los locales de apoyarlo, pero la asamblea de ciudadanos le dijo que se fuera. Después, intentó llevar sus tesoros en barco por el Estrimón, pero muchos se hundieron. Finalmente, llegó a Samotracia para refugiarse en un templo.

Paulo se enteró de que el rey estaba en Samotracia y marchó a Anfípolis. Tres días después de la batalla, ofreció la paz. Muchas ciudades se entregaron a los romanos, como Veria, Tesalónica y Pela. Los romanos decidieron ser generosos en su victoria.

El almirante romano Cneo Octavio bloqueó Samotracia para evitar que Perseo escapara. El rey intentó huir con sus tesoros en un pequeño barco, pero el cretense que lo ayudaba se llevó el oro y lo abandonó. Finalmente, Perseo se rindió y fue llevado ante Paulo. El rey se arrojó a sus pies, llorando y suplicando, lo que Paulo consideró indigno.

A pesar de esto, Paulo lo levantó y lo dejó a cargo de Quinto Elio Tuberón. Luego, Paulo habló con los oficiales jóvenes del rey sobre la fortuna y la importancia de la humildad en la victoria.

La paz y el nuevo orden

Archivo:Jean-François-Pierre Peyron 001
El rey Perseo ante Lucio Emilio Paulo, por Jean-François-Pierre Peyron, 1802.

Paulo recorrió Grecia, restaurando gobiernos republicanos y permitiendo la elección de líderes locales. En Delfos, colocó su propia estatua en una columna donde se planeaba poner la de Perseo, diciendo que se debía honrar a los vencedores.

Cuando llegaron 10 comisionados de Roma, devolvieron el gobierno de Macedonia a sus habitantes, pero exigieron un tributo de 100 talentos, menos de la mitad de lo que pagaban a sus reyes. Con el tesoro real, Paulo organizó banquetes, juegos y sacrificios, asombrando a los griegos con su amabilidad. La mayor parte del tesoro fue enviada a Roma.

Macedonia fue dividida en cuatro regiones republicanas con guarniciones romanas solo en sus fronteras con tribus bárbaras. Cada región tenía un gobernador encargado de cobrar impuestos.

Después de hacer las paces, Paulo marchó contra Epiro con la orden de permitir a los soldados saquear las ciudades. Engañó a los líderes de las ciudades para que entregaran su oro y plata, y luego 70 ciudades fueron saqueadas y 150.000 personas fueron esclavizadas. A pesar de la gran cantidad de riquezas, cada soldado raso recibió muy poco dinero.

Enviados de Tracia y Rodas llegaron a Roma para pedir perdón por haber apoyado a Perseo, y se firmaron tratados de paz. También llegaron embajadas de otros pueblos aliados para felicitar a Roma. Algunos nobles etolios, cuya lealtad era dudosa, fueron llevados a Roma y detenidos por un tiempo.

El triunfo de Paulo

Paulo regresó a Italia y subió por el Tíber en una galera real, atrayendo a multitudes. Sus pretores Galo y Octavio celebraron sus propios desfiles de victoria.

Sin embargo, los soldados de Paulo estaban molestos porque sentían que no habían recibido suficiente botín y no querían apoyar su desfile triunfal. Un tribuno militar, Servio Sulpicio Galba, dijo que Paulo no merecía el honor.

Archivo:The Triumph of Aemilius Paulus (detail)
El triunfo de Emilio Paulo, Carle Vernet, 1789.

Al principio, una tribu votó en contra de honrar a Paulo. Pero un noble llamado Marco Servilio Púlex Gémino, un veterano con muchas heridas de guerra, defendió a Paulo. Les recordó a los romanos que Paulo había transformado un ejército débil en uno victorioso. Mostró sus propias cicatrices como prueba de su valor y acusó a los soldados de ser desagradecidos. Después de su discurso, el resto de las tribus votaron a favor del desfile.

Paulo celebró un gran triunfo de tres días, del 27 al 29 de noviembre de 167 a. C. La gente construyó andamios para ver la procesión. Los templos estaban abiertos y llenos de guirnaldas e incienso.

El primer día, se exhibieron trompetistas, carros con armas y 800 armaduras montadas en postes. El segundo día, se mostraron nobles macedonios, escudos y cascos, y 3.000 hombres transportaron 750 recipientes llenos de monedas de oro y plata, placas y copas.

El último día, trompetistas abrieron la procesión, seguidos por 120 bueyes con cuernos dorados que serían sacrificados. Luego, 120 hombres llevaron 80 recipientes con monedas de oro y plata. También se exhibieron cuencos de oro, una mesa de oro de Perseo, colmillos de elefante, un carro de marfil y un palanquín de oro.

Detrás de todo esto, iba el rey Perseo con su corona en las manos, vestido con una túnica oscura. Sus dos hijos e hija iban como esclavos, llorando. Los príncipes eran tan pequeños que no entendían lo que pasaba, pero causaron mucha compasión entre los romanos. La familia real fue enviada a una prisión en Alba. Irónicamente, Perseo desfiló junto al tesoro que no quiso gastar para fortalecer su ejército. Se exhibieron 400 coronas de oro que las ciudades griegas regalaron a Paulo. Finalmente, en un carro de marfil, iba Paulo con una túnica púrpura y una corona de laurel, seguido por su ejército cantando.

Tristemente, los dos hijos biológicos de Paulo fallecieron poco antes y después del desfile. Paulo llevó su dolor en privado para no afectar la dignidad de su victoria.

El rey Perseo estuvo 7 días en Alba, donde fue tratado muy mal. Un líder senatorial, Marco Emilio Lépido, intervino para que recibiera un trato más digno. Sin embargo, Perseo terminó ofendiendo a sus guardias, quienes le impidieron dormir hasta que murió, dos años después de su derrota.

Emilio Paulo murió en el 160 a. C. Fue recordado como un noble inteligente que logró todos los cargos importantes en Roma. Murió siendo pobre, a pesar de haber ganado grandes tesoros en sus campañas, porque no quiso quedarse con ellos.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Battle of Pydna Facts for Kids

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Batalla de Pidna para Niños. Enciclopedia Kiddle.