Batalla del Ebro para niños
Datos para niños Batalla del Ebro |
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Parte de la guerra civil española | ||||
![]() Pieza antiaérea republicana con su dotación, durante la batalla. Durante los combates en el Ebro, los artilleros antiaéreos republicanos alcanzaron su madurez operacional, jugando un importante papel.
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Fecha | 25 de julio-16 de noviembre de 1938 | |||
Lugar | Tierra Alta y río Ebro, Tarragona, España | |||
Coordenadas | 41°09′50″N 0°28′30″E / 41.163888888889, 0.475 | |||
Resultado | Victoria inicial republicana Victoria decisiva sublevada |
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Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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La Batalla del Ebro fue un enfrentamiento muy importante durante la guerra civil española. Fue la batalla con más participantes, la más larga y una de las más difíciles de toda la guerra. Ocurrió en la parte baja del valle del Ebro, entre la zona occidental de Tarragona (Tierra Alta) y la oriental de Zaragoza (Mequinenza). Se desarrolló desde julio hasta noviembre de 1938.
Esta batalla fue clave para el final de la guerra en España. Al mismo tiempo, en Europa, había tensiones que parecían anunciar un conflicto mayor. Aunque el ejército republicano logró un éxito al principio, la victoria final fue para el otro bando. Después de muchos meses de lucha y grandes pérdidas, las tropas republicanas tuvieron que cruzar de nuevo el río Ebro. Esto marcó el destino de la Segunda República Española.
Durante la batalla, se hicieron populares canciones como El paso del Ebro y Si me quieres escribir. Estas canciones se convirtieron en símbolos de la batalla y de la guerra en general.
Contenido
¿Qué pasó antes de la Batalla del Ebro?
Después de que las tropas republicanas perdieran Teruel en febrero de 1938, el otro bando lanzó una ofensiva en Aragón. Esta ofensiva debilitó mucho al ejército republicano en esa zona. Las tropas avanzaron y llegaron a Cataluña después de tomar Lérida. Más al sur, otras tropas llegaron a las playas de Vinaroz en abril, alcanzando el Mediterráneo.
Así, el territorio republicano quedó dividido en dos partes: una en Cataluña y otra grande alrededor de Madrid. Las fuerzas republicanas estaban cansadas por las derrotas y el otro bando amenazaba Valencia. Aunque el camino a Barcelona estaba libre, el líder del otro bando, Francisco Franco, decidió avanzar hacia el sur para tomar Valencia. Esto dejaría a Madrid aislada de los puertos. Mientras tanto, las tropas republicanas en Cataluña se prepararon para contraatacar.
¿Quiénes participaron en la Batalla del Ebro?
El bando republicano
Las fuerzas republicanas que participaron en esta operación formaban el Ejército del Ebro. Estaba al mando del teniente coronel Juan Guilloto León, conocido como "Modesto". Lo componían unos 100.000 hombres.
Aunque muchas de estas tropas eran veteranas, también había soldados muy jóvenes, de 17-18 años, sin experiencia. A estos se les conocía como la Quinta del biberón. A pesar de su juventud, este ejército estaba bien preparado y contaba con armas de Checoslovaquia y de la Unión Soviética. El Ejército del Ebro estaba formado por varios cuerpos de ejército, como el XV Cuerpo de Ejército de Manuel Tagüeña y el V Cuerpo de Ejército de Enrique Líster.

El otro bando
Por el otro lado, las fuerzas que participaron eran parte del Ejército del Norte. La unidad encargada de defender la línea del Ebro era el Cuerpo de Ejército Marroquí, al mando del general Juan Yagüe.
Estas tropas estaban a lo largo de la orilla derecha del Ebro. Aunque sabían que los republicanos planeaban cruzar el río, no hubo acciones para detenerlos. El Cuerpo de Ejército Marroquí estaba formado por divisiones con tropas muy experimentadas, como legionarios y regulares. Más tarde, se unió el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, al mando del general Rafael García Valiño, con más unidades.
¿Cuál era el plan de los republicanos?
El general Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor republicano, ideó un plan. Quería obligar al otro bando a desviar sus fuerzas del ataque a Valencia para aliviar la presión sobre el ejército republicano en esa zona.
El plan de Rojo era lanzar un ataque sorpresa y masivo sobre las fuerzas que defendían la orilla derecha del Ebro. Esto cubriría un frente de más de 60 kilómetros, entre Mequinenza y Amposta. El ataque principal sería en la gran curva del río, con dos cuerpos de ejército. El objetivo era tomar rápidamente Gandesa, un centro de comunicaciones importante.
También habría dos ataques secundarios para apoyar la acción principal: uno al norte, entre Mequinenza y Fayón, y otro al sur, cerca de Amposta. El Ejército del Ebro llevaría a cabo el ataque. El equipo del ejército republicano había mejorado con nueva artillería y cañones antiaéreos. El apoyo aéreo también era mejor con nuevos modelos de aviones.
¿Cómo se desarrolló la Batalla del Ebro?
El cruce del río por los republicanos
A las 00:15 del 25 de julio, en una noche sin luna, las unidades republicanas comenzaron a cruzar el Ebro. Las tropas de Manuel Tagüeña y Enrique Líster cruzaron el río en varios puntos. Usaron unas 90 barcas y varios puentes. La primera unidad en llegar a la otra orilla fue el batallón Hans Beimler.
La orilla opuesta estaba custodiada por el Cuerpo de Ejército Marroquí de Juan Yagüe. Las tropas defensoras fueron tomadas por sorpresa y se retiraron desorganizadas. Algunos soldados republicanos capturados se dieron cuenta de que la propaganda sobre el otro bando no era cierta. A las dos y media de la madrugada, el coronel Pedro Peñarredonda informó a Yagüe que los republicanos habían cruzado el Ebro a gran escala.
Para distraer al enemigo, se hicieron otros dos cruces menores. Uno al norte, por la 42.ª División, que avanzó unos 15 kilómetros. Otro al sur, en Amposta, por la XIV Brigada Internacional. Este último ataque fue muy duro y los republicanos sufrieron muchas bajas, pero lograron su objetivo de distraer a las fuerzas enemigas.
En las primeras horas, el ataque principal fue un éxito. Los pueblos cercanos al Ebro fueron ocupados al amanecer, y se formaron dos grandes zonas controladas por los republicanos. Las tropas avanzaron hacia Gandesa, un punto clave. Capturaron importantes puntos de observación en las montañas. Muchos soldados del otro bando fueron hechos prisioneros. Las fuerzas republicanas siguieron avanzando hasta Gandesa y Villalba de los Arcos, donde se concentraba la defensa principal.
Ante la dificultad para detener el avance republicano, Francisco Franco ordenó que vinieran divisiones de otros frentes. Esto obligó al otro bando a detener sus operaciones en el frente de Valencia. Así, los republicanos lograron su primer objetivo. La operación fue audaz, ya que los ríos grandes como el Ebro se consideraban barreras difíciles de cruzar.
Desafíos para los republicanos
A pesar del éxito inicial, los republicanos tuvieron problemas para conseguir suministros y para que más tropas cruzaran el río. Esto se debió a la resistencia del Cuerpo de Ejército Marroquí, que se atrincheró. También influyó la aviación del otro bando, especialmente la Legión Cóndor, que atacó los puentes y los medios de cruce. La aviación republicana tardó en responder.
Otro problema fue que el otro bando abrió las compuertas de los embalses de Tremp y Camarasa. Esto causó una gran crecida del río que arrastró hombres y puentes. Sin embargo, los ingenieros republicanos se hicieron muy hábiles en reconstruir los puentes. La Defensa Antiaérea republicana también mejoró mucho durante la batalla.
Duros combates en Gandesa
Aunque se establecieron rápidamente zonas de control, la infantería republicana llegó al frente a pie, agotada por las marchas bajo el sol de julio. Cuando llegaron a Gandesa, estaban cansados y sin apoyo de artillería ni tanques. Esto permitió al otro bando completar sus defensas en Gandesa.
Enrique Líster atacó Gandesa día y noche. El 1 de agosto, la XV Brigada Internacional lanzó un ataque muy duro contra la Cota 481, conocida como "el Grano", sufriendo muchas bajas. El 2 de agosto, el avance republicano se detuvo. Las tropas republicanas comenzaron a cavar trincheras. El teniente coronel Modesto quería bombardear Gandesa, pero la aviación republicana seguía sin aparecer.
El impacto de la ofensiva republicana
Una vez más, Vicente Rojo se había adelantado a Franco. Los republicanos estaban jugando su última carta con la ofensiva del Ebro. El presidente Negrín quería demostrar a las democracias de Europa (Francia y Reino Unido) que la guerra aún no estaba decidida.
La República se sintió muy animada al principio de la Batalla del Ebro. Incluso el presidente Manuel Azaña llegó a creer que la suerte de la República había cambiado. Además, la situación en Europa, con tensiones en Checoslovaquia, parecía que podía llevar a una guerra mayor, lo que Negrín deseaba. A nivel internacional, el ataque republicano también causó un gran impacto, y muchos pensaron que la victoria del otro bando no estaba asegurada.
Por otro lado, la ofensiva republicana en el Ebro causó pesimismo en el otro bando. Se hablaba de desánimo incluso en Burgos. A Franco le preocupaba la situación en Europa, ya que temía una guerra generalizada. Envió a prisioneros a trabajar en fortificaciones en los Pirineos y Marruecos español. Franco desconfiaba de Hitler y temía que dejaran de enviarle ayuda militar.
El estancamiento de las operaciones
A principios de agosto, el frente en el Ebro se mantuvo sin grandes cambios. A pesar de las muchas bajas republicanas, lograron mantener sus posiciones. Esto se explica porque el Ejército Popular de la República había mejorado su organización. Además, los militares republicanos aprovecharon bien los valles rocosos de la Tierra Alta para defenderse.
En esas alturas, bajo el sol de agosto, hubo batallas muy duras. La aviación del otro bando tenía el control del cielo, especialmente al principio. Cada día, las líneas republicanas eran atacadas por escuadrones de hasta 200 aviones. Aunque los cazas republicanos moscas y chatos ofrecieron resistencia, sufrieron grandes pérdidas. A principios de agosto, la República había perdido el control del aire. La aviación del otro bando atacaba los puentes republicanos, que eran vitales, pero la artillería antiaérea republicana los defendía con habilidad.
A mediados de septiembre, el otro bando lanzó otra ofensiva contra las fuerzas de Líster, pero las líneas apenas avanzaron. Sufrieron un gran desgaste. A finales de septiembre, se lanzó otra ofensiva, y después de duros combates, los republicanos retrocedieron lentamente. El 2 de octubre, las divisiones navarras ocuparon las cotas más altas de la Sierra de Lavall de la Torre.
La retirada de las Brigadas Internacionales y el Pacto de Múnich

La lucha en el Ebro continuaba sin descanso. El otro bando preparaba su contraofensiva final, pero sus ataques solo avanzaban unos pocos kilómetros con un alto costo. Las fuerzas republicanas también sufrían muchas bajas, pero el presidente Negrín insistía en mantener las posiciones para demostrar a las democracias de Europa que la República seguía luchando.
En estas fechas, se decidió retirar a los voluntarios de ambos bandos. El gobierno de la República anunció la retirada de las Brigadas Internacionales. La retirada no tuvo grandes consecuencias militares, pero ocurrió algo desastroso para la República: los gobiernos de Inglaterra y Francia acordaron con Hitler abandonar a Checoslovaquia. El 30 de septiembre se firmaron los Acuerdos de Múnich, que dejaban a Hitler libre en Checoslovaquia y condenaban a la República Española. Las esperanzas de Negrín se desvanecieron. Franco, por su parte, estaba muy contento, ya que sabía que podía seguir contando con la ayuda de Alemania.
El final de la batalla
El 30 de octubre comenzó la contraofensiva final del otro bando en el Ebro. El ataque se centró en un paso de un kilómetro y medio de ancho. Durante tres horas, las posiciones republicanas fueron bombardeadas por 175 baterías y más de 100 aviones. Cien cazas republicanos respondieron, produciéndose la mayor batalla aérea del Ebro.
Luego, el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo atacó. Las tropas de Juan Yagüe y la 1.ª División de Navarra conquistaron las posiciones republicanas. La batalla en las cumbres de Cavalls duró todo el día, y por la noche, esas montañas cayeron en manos del otro bando. Esto fue un golpe duro para la República, ya que esas posiciones dominaban toda la región.
La noche del 1 al 2 de noviembre de 1938, las fuerzas del otro bando lograron conquistar la Sierra de Pàndols, la única altura que quedaba en manos de la República. El día 3, las fuerzas de Yagüe llegaron al río Ebro, cumpliendo uno de sus objetivos. Todo el flanco sur republicano se derrumbó, y las fuerzas de Líster tuvieron que cruzar el río.
El 10 de noviembre, solo quedaban seis baterías republicanas al oeste del Ebro, y las últimas posiciones republicanas fueron abandonadas. El pueblo de Fatarella cayó. Las últimas operaciones militares se realizaron mientras caían las primeras nevadas. Al atardecer del 15 de noviembre, bajo las órdenes de Manuel Tagüeña, los últimos combatientes republicanos del Ebro cruzaron a la otra orilla. Después de evacuar el material y a los soldados, Tagüeña ordenó volar el puente de hierro de Flix. El 18 de noviembre, Yagüe entró en Ribarroja, restableciendo la línea defensiva que los republicanos habían roto en julio.
Bombardeos durante la Batalla del Ebro
Durante la Batalla del Ebro, la aviación del bando sublevado bombardeó las posiciones republicanas, los puentes y también las zonas de Tarragona por donde pasaban los refuerzos republicanos. Tarragona fue bombardeada diez veces en pocos días, aunque con pocas víctimas porque la gente se refugiaba. También fueron bombardeadas otras ciudades como Reus, Falset, Cambrils y Barcelona.
Al mismo tiempo, la marina y la aviación del otro bando bombardearon puertos y ciudades de la costa de Valencia, como Gandía, Sagunto, Valencia y Alicante. En la provincia de Murcia, Águilas fue bombardeada, causando víctimas. Madrid también siguió siendo bombardeada.
En septiembre de 1938, los bombardeos continuaron con los mismos objetivos. Ciudades de Tarragona y el resto de Cataluña fueron atacadas. El puerto de Barcelona fue bombardeado varias veces, dañando barcos y causando víctimas. En la costa de Valencia, Valencia, Sagunto y Alicante fueron bombardeadas.
Muchos de estos ataques nocturnos eran realizados por hidroaviones alemanes. Estos bombardeos causaban mucho daño y desmoralizaban a la población, que se sentía desprotegida. El ataque aéreo más fuerte de septiembre fue en Alcoy, que nunca había sido bombardeada antes. Sufrió ataques que causaron unos 50 muertos y muchos heridos.
En octubre, los bombardeos continuaron. Barcelona y su puerto fueron atacados ocho veces, dañando barcos. Un ataque el 21 de octubre causó 24 muertos y 40 heridos. También fueron bombardeadas Tarragona, Valencia, Alicante y otras ciudades. Un tren de pasajeros en San Vicente de Calders fue alcanzado, causando 30 muertos y más de 100 heridos.
Una novedad en octubre fueron los "bombardeos del pan". Aviones del otro bando lanzaron pan y tabaco sobre las ciudades republicanas, que sufrían escasez. Aunque el objetivo era propagandístico, la gente en Madrid se abalanzaba sobre el pan debido al hambre.
En noviembre de 1938, con el fin de la ofensiva republicana, los bombardeos sobre Cataluña continuaron, especialmente contra Barcelona y su puerto. Un bombardero italiano fue derribado. También fueron bombardeadas San Adrián de Besós, Badalona, Tarragona y otras localidades.
Durante la Batalla del Ebro, los bombardeos republicanos sobre la retaguardia del otro bando fueron muy pocos. El 7 de noviembre ocurrió el bombardeo de Cabra, que fue el más mortífero de los realizados por la aviación republicana en toda la guerra.
¿Qué consecuencias tuvo la Batalla del Ebro?
El ataque republicano en el Ebro terminó después de varios meses de dura lucha. Aunque el éxito inicial dio esperanzas, la situación internacional cambió. Los gobiernos de Reino Unido y Francia se mostraron más conciliadores con Hitler y Mussolini. La firma de los Acuerdos de Múnich, que abandonaban a Checoslovaquia, fue el evento que acabó con las esperanzas de la República de que el conflicto se hiciera internacional.
Las pérdidas humanas y materiales fueron enormes para ambos lados. Se estima que hubo entre 6.500 y 10.000 muertos por el bando sublevado, y unos 10.000 a 15.000 muertos por el bando republicano. Las bajas totales, incluyendo heridos y prisioneros, llegaron a los 100.000 hombres. Ambos bandos perdieron mucho equipo militar y aviones, especialmente la aviación republicana, que no pudo reponer sus más de 100 aviones derribados.
La batalla se convirtió en un duelo entre Francisco Franco y Vicente Rojo Lluch. La insistencia de Franco en acabar con el Ejército del Ebro con ataques frontales alargó la lucha durante meses. Aunque debilitó a las fuerzas republicanas, lo hizo a un alto costo para el otro bando. Franco decidió el ataque frontal, a pesar de las recomendaciones de otros militares que sugerían otra estrategia. Él decía: "No me comprenden. Tengo encerrado a lo mejor del ejército enemigo".
Sin embargo, con el ejército republicano muy debilitado y la frontera francesa cerrada, no tenían posibilidades de victoria. La Batalla del Ebro significó la derrota decisiva de la República en la guerra y preparó el camino para la caída de Cataluña.
Para saber más
- Ebro, de la cuna a la batalla
Véase también
En inglés: Battle of the Ebro Facts for Kids