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Golpe de Estado de Casado para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Golpe de Estado de Casado
Parte de guerra civil española
Real Casa de la Aduana (Madrid) 02.jpg
Sede del Ministerio de Hacienda en Madrid, en cuyos sótanos instaló Casado el cuartel general del Consejo Nacional de Defensa.
Fecha 5-12 de marzo de 1939
Lugar España republicana: Madrid, Ciudad Real, Cartagena.
Resultado Éxito del golpe de Estado.
Beligerantes
Bandera de España Consejo Nacional de Defensa Bandera de España República Española
Comandantes
Segismundo Casado
Julián Besteiro
José Miaja Menant
Manuel Matallana
Leopoldo Menéndez
Cipriano Mera
Juan Negrín López
Luis Barceló Jover  Ejecutado
Guillermo Ascanio  Rendición
Pedro Martínez Cartón  Rendición

El golpe de Estado de Casado fue uno de los últimos eventos importantes de la guerra civil española. Comenzó el 5 de marzo de 1939, liderado por el coronel Segismundo Casado, quien era el jefe del Ejército del Centro. Contó con el apoyo de algunas redes de espionaje y grupos de personas en Madrid que ayudaban al bando contrario.

Casado tuvo el respaldo de figuras como Julián Besteiro, Wenceslao Carrillo, Melchor Rodríguez García, Cipriano Mera y el general José Miaja. Este golpe buscaba derrocar al Gobierno republicano, liderado por Juan Negrín, que quería seguir luchando a pesar de que la situación de la República era muy difícil después de la caída de Cataluña en febrero de 1939.

El golpe de Casado tuvo éxito después de que en Madrid se produjera un conflicto interno entre las fuerzas de Casado y los que apoyaban a Negrín. Como resultado, se formó un Consejo Nacional de Defensa que intentó negociar con el bando sublevado. Sin embargo, el general Francisco Franco solo aceptó la rendición total del bando republicano. Así, las tropas de Franco ocuparon Madrid, Valencia y el sureste de España, las últimas zonas bajo control de la Segunda República Española, casi sin resistencia.

¿Qué pasó antes del golpe de Casado?

La situación en 1938: ¿seguir luchando o buscar la paz?

Después de que Juan Negrín formara un nuevo gobierno en 1937, se hizo un gran esfuerzo para fortalecer el ejército de la República. Sin embargo, las batallas no salieron como se esperaba. Tras la derrota en el norte de España, la batalla de Teruel, que empezó en diciembre de 1937, fue una oportunidad para la República. Querían tomar una capital de provincia y levantar la moral de la gente.

Pero el 22 de febrero de 1938, las tropas de Franco recuperaron Teruel. Esto fue un golpe duro para los republicanos. Un mes después, el frente de Aragón se derrumbó, y el ejército de Franco llegó al mar Mediterráneo el 15 de abril. Esto dividió el territorio republicano en dos.

Además, el gobierno británico llegó a un acuerdo con Benito Mussolini, líder de Italia. En este acuerdo, se aceptaba la presencia de fuerzas italianas en España. Esto hizo que la situación internacional fuera aún más complicada para la República.

Estas derrotas y la difícil situación internacional causaron tensiones políticas. En marzo y abril de 1938, hubo una gran crisis dentro del bando republicano. Se enfrentaron dos grupos: los que apoyaban a Negrín y querían seguir resistiendo, y los que querían buscar la paz.

Los que buscaban la paz eran liderados por el presidente de la República, Manuel Azaña. Creían que el ejército republicano no podía ganar la guerra y que debían negociar una rendición. Negrín y sus seguidores, junto con los comunistas, pensaban que la única opción era seguir resistiendo. Creían que si la guerra se alargaba, otros países europeos podrían intervenir y ayudar a la República.

Negrín intentó negociar la paz varias veces, pero sin éxito. Su idea era resistir para conseguir un acuerdo que evitara castigos severos después de la guerra.

La crisis terminó con la salida de Indalecio Prieto del gobierno, quien no creía en la victoria. Negrín asumió el Ministerio de Defensa y siguió con su política de resistencia.

Archivo:Map of the Spanish Civil War in July 1938
Mapa de la guerra civil española en julio de 1938

La Batalla del Ebro y la caída de Cataluña

Negrín y el general Vicente Rojo Lluch creían que el Ejército Popular Republicano aún podía lanzar una última ofensiva. Esta ofensiva comenzó el 24 de julio de 1938 y se conoció como la batalla del Ebro. Fue la batalla más larga y decisiva de la guerra. El objetivo era unir las dos zonas republicanas y mostrar fuerza a nivel internacional.

Sin embargo, después de tres meses de intensos combates, la ofensiva republicana fracasó. El ejército republicano tuvo que regresar a sus posiciones iniciales el 16 de noviembre de 1938. Sufrieron muchas bajas y perdieron una gran cantidad de material de guerra.

Archivo:Bundesarchiv Bild 146-1970-052-24, Münchener Abkommen, Mussolini, Hitler, Chamberlain
Los cuatro firmantes de los acuerdos de Múnich del 30 de septiembre de 1938: Benito Mussolini, Adolf Hitler, Édouard Daladier y Arthur Neville Chamberlain.

Poco antes de que terminara la Batalla del Ebro, ocurrió otro evento importante. El 29 de septiembre de 1938, se firmaron los acuerdos de Múnich. Estos acuerdos entre Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia eliminaron la posibilidad de una guerra en Europa. Esto significó que las potencias democráticas no intervendrían a favor de la República Española.

Con los acuerdos de Múnich, la esperanza de Negrín de que una guerra europea salvara a la República desapareció. Esto llevó a Negrín a una situación muy difícil: seguir resistiendo o rendirse, lo que probablemente significaría castigos severos. El fracaso de la ofensiva del Ebro y los acuerdos de Múnich extendieron el desánimo entre los republicanos.

La campaña de Cataluña fue otro desastre para la República. El 23 de diciembre de 1938, el ejército de Franco comenzó su ofensiva. El ejército republicano, con menos hombres y recursos, se retiraba. Mucha gente civil huyó a Francia para escapar de los bombardeos y los castigos. El 26 de enero de 1939, las tropas de Franco entraron en Barcelona casi sin luchar.

El 3 de febrero, Francia y Gran Bretaña comenzaron a negociar el reconocimiento oficial del gobierno de Franco. El 28 de febrero, estas dos naciones reconocieron a Franco como el líder legítimo de España.

La conspiración contra Negrín

Cuando Negrín regresó a la zona Centro-Sur de España el 10 de febrero de 1939, ya estaba muy avanzada una conspiración contra su gobierno. El coronel Segismundo Casado, jefe del Ejército del Centro, lideraba esta conspiración. Casado había contactado con el cuartel general de Franco para negociar una rendición del ejército republicano sin castigos. Sin embargo, los enviados de Franco nunca prometieron esto.

Casado consiguió el apoyo de varios líderes militares, como el anarquista Cipriano Mera. También tuvo el respaldo de políticos importantes como el socialista Julián Besteiro. Todos ellos criticaban la estrategia de Negrín de seguir resistiendo y su cercanía con la Unión Soviética y el PCE.

La situación en Madrid

Archivo:España Marzo 1939
Mapa de las dos Españas tras la caída de Cataluña.

La gente en Madrid y en la zona Centro-Sur estaba cada vez más cansada de la guerra. Muchos pensaban que la victoria era imposible y que era necesario negociar una solución. Esto explica por qué los conspiradores encontraron apoyo. La moral de la gente estaba muy baja, y las deserciones en el ejército aumentaron.

Madrid, que había resistido heroicamente al principio de la guerra, ahora estaba cambiando. Grupos que apoyaban a Franco, conocidos como la "quinta columna", se infiltraron en las instituciones republicanas. Su objetivo era desmoralizar a la población y facilitar la caída de la ciudad.

El hambre y la falta de alimentos eran problemas graves en la zona republicana, especialmente en Madrid. La comida escaseaba, y productos básicos como la carne o la leche casi desaparecieron. El mercado negro floreció, y los precios eran muy altos. La gente estaba desesperada. A finales de 1938, hubo protestas de mujeres pidiendo comida para sus hijos. El ambiente en Madrid era triste y la gente estaba muy cansada de la guerra.

La conspiración política

Desde mayo de 1937, el presidente de la República, Manuel Azaña, ya había intentado que el gobierno británico mediara en la guerra. En junio de 1938, se supo que había una conspiración para quitar el poder a los comunistas y a Negrín. Esta conspiración incluía a socialistas como Indalecio Prieto y Julián Besteiro, y al propio Azaña.

Azaña incluso se reunió en secreto con el representante británico en Barcelona para proponer un plan de paz. Quería que los combatientes extranjeros se retiraran y que se formara un gobierno sin comunistas. Pero ni Negrín ni Franco aceptaron esta propuesta.

En noviembre de 1938, después del fracaso de la ofensiva del Ebro, Julián Besteiro afirmó que la guerra había sido "dirigida por los comunistas". Creía que si la guerra se ganaba, España sería comunista. Besteiro ya estaba en contacto con los grupos que apoyaban a Franco en Madrid.

Besteiro pensaba que si se rompía la alianza con los comunistas, Gran Bretaña apoyaría a la República. Sin embargo, la política de Gran Bretaña no se basaba en el anticomunismo, sino en su deseo de evitar conflictos mayores en Europa.

Azaña hizo un último intento de cambiar la política de Negrín en febrero de 1939, antes de abandonar España. Pidió a Francia y Gran Bretaña que intercedieran ante Franco para garantizar la salida de las personas en peligro. Pero Negrín desautorizó esta iniciativa.

Julián Besteiro, al ver que Azaña no podía destituir a Negrín, contactó con el sector no comunista del Ejército Popular Republicano. Este sector estaba liderado por el coronel Segismundo Casado. Casado era el jefe del Ejército del Centro, la unidad militar más importante y menos influenciada por los comunistas. Besteiro y Casado se reunieron el 3 de febrero de 1938. Casado le ofreció a Besteiro la presidencia del futuro gobierno, pero Besteiro prefirió que fuera un militar. Así se unieron la parte civil y militar de la conspiración.

La conspiración militar

Después del fracaso de la ofensiva del Ebro y los acuerdos de Múnich, muchos oficiales no comunistas del Ejército Popular Republicano pensaban que la guerra estaba perdida. Creían que debían terminarla de forma "honorable", como el "abrazo de Vergara" que puso fin a la primera guerra carlista. Estaban convencidos de que un "entendimiento entre militares" de ambos bandos lo haría posible. El coronel Segismundo Casado fue quien unió todas estas ideas.

A finales de septiembre de 1938, los grupos que apoyaban a Franco en Madrid se acercaron a Casado. Sabían que era muy anticomunista y que estaba cada vez más en desacuerdo con Negrín. Además, varios agentes de Franco, como el teniente coronel José Centaño de la Paz y el comandante médico Diego Medina, informaban a Burgos de todos los movimientos de Casado.

El primer paso importante de Casado fue a principios de noviembre de 1938. Se reunió con Negrín y el general José Miaja para pedirles que quitaran a los comunistas del gobierno. Quería cambiar la política de resistencia por una negociación de paz sin castigos. Negrín se negó rotundamente. Desde ese momento, Casado supo que, para lograr sus objetivos, también tendría que derrocar a Negrín.

A finales de enero y principios de febrero de 1939, Casado contactó directamente con los representantes de Franco en Madrid. Les informó de sus planes para derrocar al gobierno de Negrín. También habló con militares y partidos políticos republicanos para que colaboraran.

El 30 de enero de 1939, Casado recibió las condiciones de Franco para la rendición del ejército republicano. Estas condiciones prometían "benevolencia" para los oficiales que depusieran las armas voluntariamente y no fueran culpables de actos graves. El 5 de febrero, Casado recibió una copia oficial de estas "Concesiones del Generalísimo", que dejaban claro que Franco solo aceptaba la rendición incondicional.

El 2 de febrero de 1939, Casado se reunió con los generales Miaja, Matallana y Menéndez. Les comunicó su decisión de sublevarse contra Negrín y formar un "Consejo Nacional de Defensa" sin los comunistas, con la misión de "hacer la paz". Los tres generales aceptaron. Al día siguiente, Casado se reunió con Julián Besteiro, quien aceptó unirse al Consejo.

El 8 o 9 de febrero, Casado se entrevistó con el teniente coronel Cipriano Mera, un anarquista. Ambos compartían la idea de que era imposible resistir una ofensiva enemiga sobre Madrid. El 13 de febrero, la CNT le comunicó a Mera que pusiera su IV Cuerpo de Ejército a disposición de Casado. Esta era la única fuerza militar segura para los conspiradores en Madrid.

Los días previos al golpe (10 de febrero - 4 de marzo de 1939)

Después de la caída de Cataluña, en el territorio que aún controlaba la República, hubo una última disputa. Se enfrentaron los que creían que era inútil seguir luchando y los que aún pensaban que "resistir es vencer". Estos últimos esperaban que las tensiones en Europa llevaran a Gran Bretaña y Francia a ayudar a la República, o al menos a imponer una paz sin castigos.

La falta de apoyo a Negrín

Cuando el presidente Juan Negrín regresó a la zona Centro-Sur desde Francia el 10 de febrero de 1939, solo contaba con el apoyo de una parte de su partido y del Partido Comunista de España. Pero este partido estaba debilitado por las derrotas. En Madrid y en la zona Centro-Sur, las organizaciones anarquistas, que eran muy fuertes, se oponían abiertamente a la política de resistencia de Negrín.

Las posibilidades de éxito de la política de Negrín eran muy pocas. Era difícil recibir suministros militares, y las arcas de la República estaban agotadas. Además, Francia y Gran Bretaña ya estaban negociando con Franco, quien había prometido neutralidad si estallaba una guerra en Europa.

La propaganda de los grupos que apoyaban a Franco, especialmente en Madrid y Valencia, aprovechaba las diferencias entre los que apoyaban a Negrín y los que no. Sugerían que podría haber una negociación de paz si Negrín y los comunistas desaparecían de la escena política.

Negrín sufrió un golpe personal y político cuando el general Vicente Rojo, su militar de confianza, renunció a su cargo el 12 de febrero. Rojo le reprochó a Negrín que siguiera resistiendo y lo acusó de haber abandonado a los militares en Francia.

Otro golpe para Negrín fue que el presidente de la República, Manuel Azaña, se negó a regresar a España. Negrín creía que el regreso de Azaña levantaría la moral de las tropas y quitaría argumentos a Francia y Gran Bretaña para reconocer a Franco. Pero Azaña no regresó y el 28 de febrero, renunció a la Presidencia de la República. Esto facilitó los planes de Casado, quien argumentó que, al estar declarado el estado de guerra, la autoridad máxima era el general Miaja, no el gobierno de Negrín.

Últimos preparativos y justificación del golpe

El 2 de marzo, Negrín llamó al coronel Casado y al general Matallana para decirles que serían relevados de sus puestos. Casado y Matallana se negaron a aceptar estos cambios y decidieron no demorar más su plan de derrocar al gobierno.

Casado estaba tan seguro de sus planes que el 3 de marzo habló abiertamente con el general Ignacio Hidalgo de Cisneros, un comunista. Le dijo que solo los generales podían terminar la guerra y que él podía conseguir mejores condiciones de Franco. Hidalgo de Cisneros informó a Negrín.

Negrín intentó que Casado fuera a su cuartel general, pero Casado se negó. Casado se reunió con Cipriano Mera para ultimar los planes de la sublevación. A las 13:30 horas, Casado comunicó a Julián Besteiro y a los demás partidos y sindicatos que lo apoyaban que estuvieran listos para el día siguiente.

El domingo 5 de marzo, Negrín ordenó a los generales Miaja y Matallana que se presentaran ante él. Solo Matallana acudió y fue detenido brevemente.

A las siete de la tarde de ese domingo, 5 de marzo de 1939, comenzó el golpe de Casado en Madrid. Casado justificó el golpe diciendo que era una respuesta a un supuesto plan comunista para tomar el poder. Sin embargo, más tarde se demostró que las afirmaciones de Casado eran falsas. Los documentos oficiales no mostraban que Negrín hubiera nombrado a militares comunistas para puestos clave con mando directo sobre tropas.

El golpe de Estado

La sublevación de Cartagena y la huida de la flota

El 2 de marzo de 1939, el almirante Miguel Buiza, comandante de la Flota republicana, que estaba implicado en la conspiración de Casado, informó a los mandos de la flota sobre la inminente formación del Consejo Nacional de Defensa. Ese mismo día, Negrín nombró al coronel Francisco Galán, un comunista, como nuevo jefe de la base naval de Cartagena.

Pero en Cartagena, además de los militares que apoyaban a Casado, había otra conspiración. Esta estaba dirigida por militares y civiles que apoyaban a Franco y querían entregar la base y la flota. Este grupo, liderado por el capitán de navío Fernando Oliva, inició la sublevación en Cartagena. Detuvieron al coronel Galán y tomaron el control de la base y las baterías de costa. La emisora de radio de la flota anunció que Cartagena estaba "a las órdenes del Generalísimo".

Las fuerzas que controlaban la base naval de Cartagena dieron un ultimátum a la flota republicana: si no zarpaba antes de las 12:30 horas, sería atacada. Los oficiales de los barcos decidieron abandonar Cartagena. Así, la flota zarpó poco antes de que se cumpliera el plazo, llevando a bordo a unos setecientos refugiados. Cartagena quedó en poder de los partidarios de Franco.

Archivo:Miguel de Cervantes Cruiser
Crucero ligero Miguel de Cervantes, buque insignia de la flota republicana

Mientras tanto, la flota republicana seguía en alta mar. El 6 de marzo, recibieron noticias de que el golpe de Casado había triunfado. El almirante Buiza decidió ir a Bizerta, en Túnez, bajo control francés. El 7 de marzo, la flota republicana llegó a Bizerta. Las autoridades francesas les dijeron que los barcos serían entregados a Franco.

La pérdida de la flota fue un golpe muy duro para Negrín. Significaba que no habría forma de evacuar a la población civil que quisiera huir. Negrín se dio cuenta de que la guerra estaba perdida y no quería una nueva lucha interna entre los republicanos.

El inicio del golpe y la formación del Consejo Nacional de Defensa

Entre las 7 y las 8 de la tarde del domingo 5 de marzo de 1939, el coronel Casado y los conspiradores se reunieron en el Ministerio de Hacienda en Madrid. Había militares que creían en un "entendimiento entre militares", y representantes de partidos políticos y sindicatos que apoyaban el golpe.

En las horas siguientes, unidades militares y de seguridad, junto con la brigada anarquista de Cipriano Mera, ocuparon puntos clave de la capital. También colaboraron las fuerzas del SIM, que detuvieron a muchos mandos comunistas. Casado también consiguió el apoyo del jefe de las fuerzas aéreas.

Una vez controlada Madrid, Casado y Julián Besteiro hablaron por radio a la "España antifascista". Leían manifiestos que justificaban el golpe contra el gobierno de Negrín. Besteiro destacó que el gobierno de Negrín era ilegítimo porque el presidente Azaña había renunciado.

El 6 de marzo, todos los partidos y organizaciones del Frente Popular, excepto el Partido Comunista de España, apoyaron el golpe. Se formó oficialmente el Consejo Nacional de Defensa, presidido por el general José Miaja. Casado se reservó la Consejería de Defensa, y Besteiro ocupó la de Estado.

La salida del gobierno de Negrín de España

Negrín había pasado la noche del 4 al 5 de marzo intentando controlar la sublevación de Cartagena. La madrugada del 5 al 6 de marzo, se confirmó el golpe de Casado. Negrín recibió la noticia mientras cenaba. El general Matallana le pasó la llamada de Casado, y Negrín le dijo: "Queda usted destituido". Casado respondió: "Mire usted, Negrín, eso ya no importa. Ustedes ya no son Gobierno".

Negrín contactó con los jefes de los ejércitos, pero la mayoría ya apoyaban a Casado. Negrín no quería iniciar una lucha interna. Varios ministros intentaron negociar con Casado una entrega ordenada de poderes, pero Casado se negó. El golpe militar se había consumado.

Negrín y sus ministros se dieron cuenta de que no podían oponerse al golpe. Decidieron salir de España. Negrín se dirigió a la sede del PCE para intentar un último traspaso de poderes que evitara más conflictos. Envió un mensaje a Casado, pidiéndole que evitaran más enfrentamientos.

Negrín esperó una respuesta, pero no la obtuvo. Se enteró de que estaban deteniendo a comunistas y que la guarnición de Alicante también apoyaba a los golpistas. Poco después de las dos y media de la tarde del 6 de marzo, tres aviones partieron hacia Francia, llevando a bordo al último gobierno de la Segunda República Española.

La resistencia comunista en Madrid

Cuando los comunistas de Madrid escucharon el anuncio de Casado y Besteiro por radio, se reunieron para organizar un plan militar. Querían oponerse al golpe, ya que creían que Casado quería entregar Madrid a Franco.

La resistencia comunista en Madrid duró una semana, hasta el 12 de marzo de 1939. Al principio, las fuerzas comunistas lograron avanzar y tomaron varios puntos importantes de la capital. El coronel Luis Barceló Jover, jefe del I Cuerpo de Ejército, se unió a la resistencia.

Sin embargo, fuera de Madrid, el Partido Comunista de España no había preparado ningún plan. La noticia del golpe de Casado causó confusión. Los mandos comunistas en Valencia fueron detenidos o se unieron a Casado. Además, se enteraron de que el gobierno de Negrín y la dirección comunista habían abandonado España. Esto desmoralizó a los comunistas de Madrid.

El 7 de marzo, los líderes comunistas decidieron que los dirigentes y mandos militares debían abandonar España. Tres aviones despegaron del aeródromo de Monóvar, llevando a bordo a los líderes comunistas.

En Madrid, la situación cambió a favor de Casado a partir del 9 de marzo. Las brigadas del IV Cuerpo de Ejército, al mando del anarquista Cipriano Mera, se movilizaron desde Guadalajara hacia Madrid. La desmoralización se extendió entre los comunistas cuando supieron que el golpe de Casado había triunfado en toda España y que Madrid era el único lugar donde se seguía luchando. Además, el gobierno de Negrín y la dirección comunista ya no estaban en el país.

El 11 de marzo, las fuerzas de Cipriano Mera lanzaron una ofensiva en la capital. Después de duros combates, los comunistas tuvieron que retirarse. Los últimos grupos de resistencia comunista se concentraron en los Nuevos Ministerios. El 12 de marzo, se llegó a un acuerdo para poner fin a los combates: no habría castigos, se intercambiarían prisioneros y los mandos seguirían en sus puestos.

Sin embargo, el coronel Casado no respetó el acuerdo. El coronel Luis Barceló Jover fue juzgado y perdió la vida. Otros líderes comunistas fueron detenidos.

La situación en Valencia fue diferente. El general Leopoldo Menéndez López, jefe del Ejército de Levante, no compartía el fuerte anticomunismo de Casado. Menéndez creía que, después del golpe, los comunistas debían reincorporarse al Frente Popular para lograr una "paz honrosa". Por eso, actuó para que las unidades comunistas mantuvieran una actitud pasiva. Cuando los comunistas supieron que Negrín y la dirección del PCE habían abandonado España, desistieron de oponerse al Consejo Nacional de Defensa. Menéndez liberó a los líderes comunistas detenidos y les permitió reabrir sus sedes.

El número de personas que perdieron la vida en esta "pequeña guerra civil" de Madrid varía según los historiadores. Algunos hablan de cientos, otros de miles. Un estudio de 2012, basado en el registro civil de Madrid, indicó 243 fallecidos.

Consecuencias: el fin de la República

Las "negociaciones" con Franco

Los que apoyaron el golpe de Casado confiaban en que, al desaparecer Negrín y los comunistas, sería posible lograr una "paz honorable" con Franco.

Una vez que la resistencia comunista en Madrid fue controlada, el coronel Casado comunicó a Burgos el 12 de marzo que él y el general Matallana querían negociar los términos de la paz. Mientras esperaban la respuesta, Julián Besteiro habló por radio el 18 de marzo. Explicó lo que había hecho el Consejo Nacional de Defensa y leyó el comunicado enviado al "Gobierno Nacionalista" (el gobierno de Franco).

Pero el 19 de marzo, Franco respondió que no estaba dispuesto a que los mandos enemigos fueran a Burgos. Solo aceptaba la rendición sin condiciones. Casado bajó sus pretensiones y aceptó que dos de sus subordinados fueran a Burgos, no para negociar, sino para "tratar la entrega de la zona". Para mostrar su buena voluntad, Casado tomó medidas como disolver el servicio secreto militar.

El 23 de marzo, los enviados de Casado se reunieron con los representantes de Franco en Burgos. Los enviados de Casado intentaron presentar propuestas sobre la evacuación de personas y la entrega del ejército. Pero el coronel de Franco les dijo que venían en representación de un "ejército vencido" y que solo debían cumplir las "normas para la entrega del Ejército rojo y ocupación total del territorio".

Los representantes de Casado no obtuvieron ninguna garantía firme de que las "Concesiones del Generalísimo" se cumplirían. Dos días después, el 25 de marzo, hubo una segunda reunión. Los enviados de Casado pidieron que las "Concesiones" fueran un documento oficial firmado por Franco. Pero Franco ordenó a sus representantes que dieran por terminada la reunión.

El Consejo Nacional de Defensa se dispuso a cumplir rápidamente las "Normas para la rendición" para evitar la ofensiva de Franco. Dieron la orden de entregar la aviación republicana. Pero la comunicación llegó tarde. Franco ya había ordenado el inicio de la ofensiva general en todos los frentes el 26 de marzo.

Franco no cumplió las promesas de las "Concesiones" y se negó a aceptar un nuevo "abrazo de Vergara". No concedió a Casado ninguna de las garantías que pedía. El cónsul británico en Valencia señaló que el Consejo Nacional de Defensa "había fracasado en obtener la paz honorable que había prometido a sus partidarios".

El fin del frente republicano

Archivo:Spain final-guerra-civil
Último parte de guerra emitido por el Cuartel General del Generalísimo.

Solo unas horas después de que terminaran las "negociaciones", Franco ordenó el inicio de la ofensiva en todos los frentes. El 26 de marzo, el Ejército del Sur comenzó la ofensiva. Encontraron muy poca resistencia, ya que muchas posiciones republicanas habían sido abandonadas. Los ejércitos republicanos de Extremadura y Andalucía depusieron las armas.

En los frentes de Madrid, los republicanos también comenzaron a abandonar las trincheras. Muchos soldados regresaron a sus casas o intentaron ir hacia el Mediterráneo. En algunos lugares, hubo encuentros amistosos entre soldados de ambos bandos, celebrando el fin de la guerra.

Mientras el frente se desmoronaba, los grupos que apoyaban a Franco en Madrid tomaron el control de la ciudad la madrugada del 26 al 27 de marzo. El 27 de marzo, se acordó que la rendición republicana se produciría el 28 de marzo a las 13 horas. Madrid se llenó de banderas de Franco, y la gente salió a recibir a las tropas. Las tropas de Franco ocuparon la ciudad sin encontrar oposición.

En el frente de Levante, la resistencia fue mayor, ya que por Valencia estaban saliendo muchas personas importantes de la República. Sin embargo, el 29 de marzo, Valencia y Alicante ya estaban en manos de los grupos que apoyaban a Franco. El 30 de marzo, las tropas de Franco entraron en Alicante y Valencia. El 31 de marzo, ocuparon Murcia y Cartagena.

El 1 de abril de 1939, la radio de Franco ("Radio Nacional de España") difundió el último parte de guerra:

En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1.º de abril de 1939, año de la Victoria. El Generalísimo, Franco

¿Qué opinan los historiadores?

Según los historiadores Ángel Viñas y Fernando Hernández Sánchez, el golpe de Casado fue innecesario. Dicen que casi todos los involucrados querían lo mismo: terminar la guerra y evitar los castigos. Pero la forma en que Negrín y Casado querían lograrlo era diferente.

Estos historiadores culpan a Casado de la tragedia que vivieron los republicanos derrotados. Creen que Casado causó la desintegración de la resistencia republicana, dejando a miles de combatientes sin protección.

Por otro lado, el escritor George Orwell, en una reseña sobre el libro de Segismundo Casado The Last Days of Madrid, dijo que Casado tuvo razón al derrocar al gobierno de Negrín y negociar la rendición de Madrid, dada la situación militar y el sufrimiento de la gente. Orwell criticó a quienes acusaron a Casado de traidor, especialmente a aquellos que ya estaban a salvo lejos de Madrid.

Para saber más

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Spanish coup of March 1939 Facts for Kids

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Golpe de Estado de Casado para Niños. Enciclopedia Kiddle.