Historia del Ejército de Tierra de España para niños
La historia del Ejército de Tierra de España es muy larga, ¡más de cinco siglos! Durante este tiempo, sus soldados han luchado en muchos lugares del mundo: Europa, América, África y Asia. Al principio, el Ejército español fue muy innovador en sus formas de combate y organización, lo que le permitió ser una fuerza muy importante en Europa y América.
Después de un tiempo, hubo periodos de conflictos internos y guerras en las colonias, y el Ejército también participó en la política. Esto cambió con la llegada de la democracia a finales del siglo XX. Desde entonces, el Ejército se ha modernizado. Su misión principal es defender España de ataques externos y participar en misiones internacionales para mantener la paz y la seguridad, colaborando con otros países amigos.

Contenido
- Orígenes del Ejército Español
- El Ejército de los Austrias
- Reformas Borbónicas
- De Carlos IV a Fernando VII
- De María Cristina de Borbón a María Cristina de Habsburgo
- Reinado de Alfonso XIII
- Segunda República y Conflicto Interno
- El Ejército de la dictadura franquista
- El Ejército de la Constitución de 1978
Orígenes del Ejército Español
Los primeros reinos y la Reconquista

El primer reino que ocupó gran parte de lo que hoy es España fue el reino visigodo de Toledo. Su ejército estaba formado principalmente por las tropas de los nobles y las guarniciones de las ciudades. No era un ejército permanente, solo se reunía para las campañas militares. En el siglo VI, con el rey Recaredo I, el reino visigodo unificó la península ibérica y su ejército defendió sus fronteras.
Este reino fue invadido por los musulmanes. En el norte de la península, surgieron pequeños reinos cristianos que iniciaron un largo conflicto para recuperar el territorio. Los ejércitos cristianos evolucionaron. Al final de la reconquista, el ejército real incluía:
- Guardias reales permanentes, pagadas por los Reyes Católicos.
- Caballeros pagados por los reyes durante las campañas.
- Hermandades y milicias de ciudades y regiones, con soldados de infantería y caballería.
- Tropas de nobles, líderes religiosos y Órdenes militares.
- Artillería y equipos de apoyo.
Los reyes cristianos también contaron con soldados profesionales y mercenarios, como los almogávares, para luchar contra musulmanes y otros reinos cristianos. A veces, también recibían ayuda de reinos musulmanes aliados o de guerreros de otros países europeos que venían a luchar en las cruzadas.
Novedades militares con los Reyes Católicos
La conquista de Granada fue posible gracias a dos grandes avances de los Reyes Católicos: el uso de la artillería para atacar fortalezas y un sistema de logística que permitía mantener a muchos soldados durante mucho tiempo.
Después de la guerra de Granada, el Ejército español siguió mejorando. En 1493, los Reyes Católicos crearon compañías de caballería llamadas Guardias de Castilla y luego fuerzas permanentes de infantería. Esto fue pensando en posibles conflictos con Francia.
En 1494, Francia invadió Italia. Los Reyes Católicos enviaron una fuerza al mando de Gonzalo Fernández de Córdoba, un veterano de la guerra de Granada, para luchar contra los franceses. Las tropas francesas eran muy diferentes a las de Granada, con caballería pesada e infantería suiza. Fernández de Córdoba hizo cambios importantes:
- Reemplazó las ballestas por arcabuces (un tipo de arma de fuego).
- Fortaleció la caballería pesada.
- Evitó enfrentamientos directos, prefiriendo ataques sorpresa y tácticas de guerrillas.
- Usó artillería para atacar fortalezas enemigas.
Estos cambios llevaron a la derrota de los franceses. En la siguiente guerra en Nápoles, los españoles, con refuerzos alemanes, vencieron a los franceses en batallas como la de Ceriñola. Allí, la combinación de piqueros, arcabuceros, caballería y artillería, junto con el uso de trincheras, permitió derrotar a un ejército supuestamente superior. Fue la primera vez que una fuerza con arcabuces venció a la caballería pesada en campo abierto, marcando el inicio de la importancia de la infantería en las batallas por muchos siglos.
En 1503, se publicaron nuevas ordenanzas para organizar, administrar y equipar mejor a las unidades militares. Poco después, se crearon las coronelías, que agrupaban varias compañías, formando un nivel de mando intermedio.
Los veteranos de la conquista de Granada también participaron en la exploración y conquista de América. Conquistadores como Francisco Pizarro y Pedro de Valdivia usaron la tecnología militar desarrollada en España para vencer a las fuerzas indígenas, que eran mucho más numerosas.
El Ejército de los Austrias

Carlos I de España heredó el sistema militar de sus abuelos. En 1536, tras la conquista de Milán, el rey creó los famosos tercios. Estos eran grandes unidades militares que se desplegaron en Italia. Los primeros tercios fueron conocidos como los "tercios viejos".
Los tercios, junto con la Armada, fueron la herramienta principal de la política exterior de España. Combatieron por toda Europa y el Mediterráneo. Los tercios incluían soldados españoles, italianos, valones y alemanes, y en el siglo XVII también se formaron tercios suizos e irlandeses.
La defensa de las posesiones americanas se basó en dos puntos clave: una Armada fuerte para proteger las costas y rutas marítimas, y una serie de fortalezas costeras defendidas por milicias locales.
Con el tiempo, la calidad de los tercios disminuyó debido a problemas financieros y falta de actualización en su organización y armamento. Otros ejércitos adoptaron nuevas formas de organización, como las brigadas, y nuevas armas, como el fusil con bayoneta.
Reformas Borbónicas

Tras la muerte de Carlos II sin herederos, las potencias europeas lucharon por el trono español en la Guerra de Sucesión. Esta guerra terminó con la victoria de Felipe de Anjou, pero España perdió territorios en Europa y cedió Menorca y Gibraltar a los ingleses. Después de la guerra, el Ejército, que antes estaba desplegado principalmente fuera de la península, se centró en España y sus colonias de ultramar.
El nuevo rey Felipe V reformó rápidamente el Ejército. Los tercios se convirtieron en regimientos, y las armas antiguas fueron reemplazadas por fusiles con bayoneta. También se crearon regimientos en los territorios de la antigua Corona de Aragón. Los territorios de ultramar se dividieron en virreinatos y capitanías generales, y los puestos más altos de gobierno fueron ocupados por militares.
El Ejército Real se dividió en tres partes:
- Tropas de la Casa Real: Encargadas de la protección del rey y los palacios. Incluían alabarderos, la Guardia de Corps y regimientos de guardias de infantería.
- Tropas de Continuo Servicio: Todas las demás unidades profesionales, como infantería, caballería, artillería e ingenieros.
- Milicia Provincial: Reemplazó a las milicias locales. Su propósito era ser una fuerza de reserva para la defensa del país si las unidades profesionales estaban fuera. En 1704, se estableció el servicio militar obligatorio por sorteo si no había suficientes voluntarios.
En 1768, Carlos III publicó las "Ordenanzas de S.M. para el régimen, disciplina, subordinación, y servicio de sus exércitos". Estas ordenanzas regulaban todos los aspectos de la actividad militar y algunas de sus partes estuvieron vigentes por más de dos siglos.
Los reyes borbónicos dedicaron más recursos a la defensa de sus posesiones americanas. Se reforzaron las tropas y se enviaron regimientos desde España. En 1762, los ingleses capturaron La Habana, lo que llevó a aumentar aún más las tropas en América.

España apoyó a los rebeldes de las Trece Colonias contra Gran Bretaña, declarando la guerra en 1779. Las fuerzas españolas, lideradas por Bernardo de Gálvez, derrotaron a los ingleses en Luisiana y Florida, recuperando esta última. También se expulsó a los ingleses de Menorca, pero los intentos de tomar Gibraltar no tuvieron éxito. La victoria de los colonos debilitó a Gran Bretaña, pero también sentó un precedente peligroso para el control español de sus colonias.
De Carlos IV a Fernando VII
Carlos IV continuó la política de su padre hasta la Revolución francesa. Se decidió entonces que la defensa de las colonias americanas se basaría solo en guarniciones locales, sin refuerzos desde España.
La ejecución del rey francés llevó a una crisis en España y al ascenso de Manuel Godoy como "ministro universal". España declaró la guerra a Francia en 1793, pero tras algunas victorias iniciales, los franceses invadieron el norte de España. En 1795, se firmó la Paz de Basilea.

Se formaron nuevos regimientos de infantería ligera de voluntarios. Los regimientos de infantería de línea se reorganizaron para tener tres batallones. La caballería también se reorganizó, y la artillería se estructuró en regimientos con batallones.
En 1796, España y Francia se aliaron. En 1801, España y Francia declararon la guerra a Portugal, conocida como la guerra de las Naranjas, y Godoy fue nombrado generalísimo. Portugal cedió Olivenza a España.
En 1805, Napoleón Bonaparte planeó una expedición naval conjunta con España al Caribe para atraer a la flota británica y así invadir el Reino Unido. La flota hispano-francesa fue interceptada por la flota británica de Horacio Nelson y sufrió una gran derrota en la batalla de Trafalgar. Esta batalla dejó a la América española aislada de la metrópoli.

En 1807, Napoleón pidió a Godoy el envío de tropas españolas al norte de Europa. Se formó la División del Norte, con unos 15.000 soldados. Ese mismo año, Napoleón decidió invadir Portugal y firmó el Tratado de Fontainebleau con España.
Las tropas francesas entraron en España en octubre de 1807 para conquistar Portugal. En los meses siguientes, más tropas francesas entraron en España sin permiso, ocupando ciudades importantes como Pamplona y Barcelona. La corte española se trasladó a Aranjuez, y tras el motín de Aranjuez, Carlos IV abdicó en favor de su hijo Fernando.
El 23 de marzo, el general francés Murat entró en Madrid. Fernando VII regresó a la capital, pero Murat y el embajador francés no lo reconocieron como rey. Fernando fue presionado para reunirse con Napoleón en Bayona, Francia, donde finalmente fue forzado a renunciar a sus derechos al trono.
El Ejército durante la guerra de la Independencia


El 2 de mayo de 1808, el pueblo de Madrid se levantó contra las tropas francesas. Aunque las tropas españolas tenían órdenes de no intervenir, algunos militares, como los capitanes Pedro Velarde y Luis Daoiz, se unieron a los ciudadanos para defender el parque de artillería de Monteleón. Los franceses reprimieron el levantamiento con dureza, fusilando a muchos. Este fue el inicio de la guerra de la Independencia española.
Napoleón nombró a su hermano José como rey de España. Mientras tanto, en España, se formaron Juntas en varias provincias para organizar la resistencia. La Junta Suprema Central se formó en Sevilla, declaró la guerra a Francia y coordinó la lucha.
Al inicio de la guerra, el ejército español contaba con unos 108.804 hombres. Las Juntas crearon muchas nuevas unidades militares, sumando unos 184.000 hombres. Estas unidades, junto con las regulares, se agruparon en varios ejércitos.
En julio de 1808, el ejército español, bajo el mando del general Castaños, derrotó a los franceses en la batalla de Bailén. Fue la primera vez que un ejército napoleónico era derrotado y se rendía en combate. Esta victoria demostró que los franceses no eran invencibles y los obligó a evacuar Madrid. Tropas inglesas, al mando de Arthur Wellesley, también desembarcaron en Portugal y expulsaron a los franceses.
Napoleón, al enterarse de lo sucedido, formó un gran ejército de 250.000 hombres y entró en España en noviembre. Derrotó a los españoles y tomó Madrid. La Junta Central tuvo que retirarse a Sevilla. Napoleón regresó a Francia, dejando a José como rey. Los franceses continuaron obteniendo victorias en varias batallas.
1809: Resistencia y Guerrillas
En 1809, la Junta firmó un tratado de paz y alianza con el Reino Unido, recibiendo ayuda y suministros. Aunque los ejércitos españoles sufrían derrotas, los soldados se reagrupaban y volvían a luchar, impidiendo que los franceses obtuvieran una victoria definitiva. Muchos españoles luchaban sin uniforme y con las armas que encontraban.

Como reacción a las victorias francesas, surgieron las fuerzas de guerrillas. Estas eran grupos de combatientes irregulares que hostigaban a las patrullas, convoyes y comunicaciones francesas. La Junta reguló sus actividades, y las guerrillas se extendieron por toda España.
En abril de 1809, los británicos, al mando de Arthur Wellesley, regresaron a Portugal y, junto con las fuerzas portuguesas, expulsaron a los franceses. Wellesley y el general Cuesta planificaron una ofensiva, enfrentándose a los franceses en la batalla de Talavera, donde los aliados lograron que los franceses se retiraran. Wellesley fue nombrado vizconde de Wellington y capitán general del ejército español.
La batalla de Ocaña, en noviembre de 1809, resultó en una gran derrota para el ejército español, forzando a la Junta a trasladarse a la isla de León.
1810: El Consejo de Regencia y la Defensa de Cádiz

En enero de 1810, la Junta fue reemplazada por el Consejo de Regencia de España e Indias. Los franceses invadieron Andalucía y llegaron a la bahía de Cádiz. La defensa de la isla de León (donde se encuentra Cádiz) contaba con un ejército español, una división anglo-lusa y milicias locales, además del apoyo naval británico y español.
Los franceses sitiaron Cádiz, pero no pudieron tomarla. Mientras tanto, intentaron expulsar a los ingleses de la península. Tras tomar Ciudad Rodrigo, los franceses entraron en Portugal por tercera vez. Wellington había construido una serie de fortificaciones para proteger Lisboa, las Líneas de Torres Vedras, y había evacuado la zona para que los franceses no encontraran suministros. Los franceses no pudieron superar estas líneas y se vieron obligados a retirarse en noviembre de 1810.
En América, la noticia de la ocupación francesa de Andalucía provocó levantamientos en varias provincias, que formaron sus propias Juntas. La Regencia envió tropas para asegurar la lealtad de estas Juntas. Las Cortes de Cádiz, con representantes de España y América, se inauguraron en septiembre de 1810. Promulgaron decretos para favorecer a los ciudadanos americanos, pero la rebelión continuó extendiéndose.
1811: Avances y Reconocimientos
El ejército francés que había intentado tomar Portugal regresó a España en marzo de 1811. Las fuerzas anglo-lusas de Wellington los siguieron, enfrentándose en batallas como la de batalla de Fuentes de Oñoro y batalla de La Albuera.
En agosto de 1811, las Cortes crearon la Orden Nacional de San Fernando para reconocer acciones militares destacadas. En noviembre, un ejército anglo-portugués tomó Ciudad Rodrigo, y Wellington fue nombrado Duque de Ciudad Rodrigo. Ese año, las fuerzas francesas en la península disminuyeron. Napoleón retiró parte de sus tropas más experimentadas de España para usarlas en su invasión de Rusia.
1812: La Constitución y la Batalla de los Arapiles

La nueva Constitución fue firmada el 18 de marzo de 1812. En abril, una fuerza anglo-portuguesa tomó Badajoz. En junio, Wellington se dirigió a Salamanca y en julio derrotó a un ejército francés en la batalla de los Arapiles.
Tras tomar Valladolid, el ejército aliado se dirigió a Madrid, forzando a José I a abandonar la capital. El 12 de agosto de 1812, los aliados entraron en Madrid. Los franceses levantaron el sitio de Cádiz y se retiraron de Andalucía y Extremadura. En octubre, Wellington fue nombrado por las Cortes general en jefe de todos los ejércitos españoles, unificando el mando de las fuerzas aliadas en la península.
1813: La Campaña Final
El desastre del ejército napoleónico en Rusia obligó a Napoleón a retirar más unidades francesas de España. Wellington ordenó a los ejércitos y guerrillas españoles que hostigaran al enemigo y destruyeran fortificaciones. En mayo, Wellington comenzó su campaña en la península con un ejército aliado.
El 21 de junio, el ejército aliado atacó a los franceses cerca de Vitoria en la batalla de Vitoria, haciéndolos huir y capturando su artillería. Madrid fue evacuada por última vez por los franceses. El ejército aliado continuó persiguiendo a los franceses, que se hicieron fuertes en San Sebastián y Pamplona. En el este, los franceses evacuaron Valencia y Zaragoza para concentrar sus fuerzas en Cataluña.
Los ingleses sitiaron San Sebastián y la tomaron al segundo intento. El Cuarto Ejército español derrotó a un ejército francés en la batalla de San Marcial. El 7 de octubre, los ejércitos aliados cruzaron el Bidasoa y entraron en Francia. Pamplona se rindió a los españoles el 31 de octubre.
1814: El Fin de la Guerra
En enero de 1814, la Regencia y las Cortes se trasladaron a Madrid. La mayoría de las fuerzas francesas que aún ocupaban partes de España se retiraron. Napoleón había firmado un tratado con Fernando VII, permitiéndole regresar a España. Fernando VII entró en España el 22 de marzo.
Wellington continuó su campaña en Francia, apoyado por los ejércitos españoles. El 27 de marzo, las tropas aliadas llegaron a las afueras de Toulouse y se enfrentaron al ejército francés en la batalla de Toulouse. Tras la batalla, los franceses abandonaron la ciudad. El 12 de abril, los aliados entraron en Toulouse, el mismo día que recibieron la noticia de que Napoleón había abdicado. La guerra había terminado.
La Restauración de Fernando VII
Fernando VII regresó a España y, en Valencia, el general Elío le juró lealtad y apoyo para que recuperara todos sus derechos. El rey recibió un documento de una facción de las Cortes que elogiaba la monarquía absoluta y pedía la disolución de las Cortes y la anulación de la Constitución de Cádiz. Fernando VII disolvió las Cortes, ordenó el arresto de varios líderes liberales y anunció que no juraría la Constitución.
Después de la guerra, tres cuartas partes de los soldados fueron licenciados sin sueldo. El Ejército volvió a tener un tamaño similar al de antes de la guerra, pero las dificultades económicas forzaron más reducciones.
Las Juntas de Regencia habían enviado batallones a América para intentar sofocar las rebeliones independentistas. Después de la guerra en España, se organizó una expedición de 10.000 hombres al mando del general Pablo Morillo para luchar contra la rebelión en Venezuela. Estas tropas no lograron sofocar la rebelión, que continuó bajo el liderazgo de Simón Bolívar. En 1820, otra fuerza expedicionaria para América fue cancelada debido a un cambio de régimen en España, lo que impidió el refuerzo de las fuerzas leales a España en América, que finalmente fueron derrotadas.

El régimen liberal establecido en 1820 restauró la Constitución de Cádiz, mejoró el sueldo de los militares de baja graduación y redujo el tamaño del ejército permanente, potenciando las milicias provinciales. También se disolvieron los regimientos suizos. En 1821, la infantería se organizó en batallones independientes.
En 1822, estalló una guerra civil en España entre el gobierno constitucional y los partidarios del antiguo régimen. Francia intervino en 1823 con un ejército llamado los Cien Mil Hijos de San Luis que, junto con fuerzas absolutistas españolas, derrotó a las fuerzas liberales.

El nuevo gobierno absolutista disolvió las unidades leales al gobierno constitucional. El Ejército peninsular se reconstituyó usando como base las fuerzas absolutistas. La Guardia Real se amplió. Fernando VII logró crear un Ejército obediente y disciplinado.
De María Cristina de Borbón a María Cristina de Habsburgo
Cuando Fernando VII murió en 1833, su hija Isabel II, de tres años, fue la heredera, con su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias como regente. El hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro, no aceptó esto y se autoproclamó rey, iniciando la primera guerra carlista. El Ejército se mantuvo leal a Isabel.
Durante el reinado de Isabel II, los militares tuvieron una gran influencia en la política. Generales importantes podían apoyar cambios de gobierno. En 1836, un motín forzó el restablecimiento de la Constitución de 1812, y Baldomero Espartero fue nombrado general en jefe del Ejército del Norte. La Constitución de 1837 estableció la Milicia Nacional para tareas de guarnición y policía, permitiendo que las tropas permanentes se dedicaran a la guerra contra los carlistas. La guerra carlista terminó en 1840.


En 1841, la Guardia Real se reorganizó. La infantería y caballería peninsular también se reestructuraron. En 1843, Espartero fue depuesto, e Isabel II asumió el trono. En 1844, se creó la Guardia Civil como un cuerpo armado para el orden interno. La Constitución de 1845 eliminó la mención a la Milicia Nacional.
Entre 1858 y 1864, el gobierno de Leopoldo O'Donnell inició varias intervenciones coloniales, siendo la más importante la guerra de África en Marruecos. El general O'Donnell lideró un ejército que tomó Tetuán y derrotó a los marroquíes. La guerra dio prestigio a los militares y pequeñas ganancias territoriales a España, pero con un alto costo en vidas, principalmente por enfermedades.
Un problema constante fue el excesivo número de oficiales en el Ejército, lo que consumía gran parte del presupuesto. Otro problema fue el servicio militar obligatorio por sorteo, que generaba protestas debido a las exenciones para los ricos.

El reinado de Isabel II terminó en 1868 con un levantamiento militar liderado por el almirante Juan Bautista Topete y los generales Serrano y Prim. Las fuerzas leales a Isabel fueron derrotadas en la batalla de Alcolea, forzando a la reina al exilio. Un gobierno provisional tomó el poder. La Constitución española de 1869 estableció que "Todo español está obligado a defender la Patria con las armas".
Se buscó un nuevo rey constitucional, y el elegido fue Amadeo de Saboya. Días antes de su llegada, el presidente del gobierno, Prim, fue asesinado. Amadeo se enfrentó a la oposición de borbonistas, republicanos y carlistas, lo que llevó a la tercera guerra carlista. En 1873, Amadeo abdicó, y se proclamó la República. Esto causó caos en el Ejército y surgieron nuevos conflictos, como la rebelión cantonal.
En enero de 1874, el general Manuel Pavía entró en el Congreso, y Serrano asumió la presidencia. En diciembre de 1874, el general Arsenio Martínez Campos proclamó la restauración de la dinastía borbónica en la persona de Alfonso XII.

Alfonso XII había recibido formación militar en Inglaterra. Se le quiso dar la imagen de "rey-soldado" y se puso al frente de las tropas que combatían a los carlistas, a quienes derrotó en 1876. La Constitución española de 1876 confirmó su papel como mando supremo del Ejército.
En 1877, se decretó una nueva organización del Ejército. En 1878, se publicó una Ley de Reclutamiento y Reemplazo que establecía el servicio militar obligatorio de cuatro años en activo y cuatro en la reserva, con sorteos para cubrir las plazas. Se eliminaron algunas exenciones, como la de las provincias vascas.
En 1878, también se logró la paz en Cuba tras la guerra de los Diez Años, que había causado muchas bajas por combate y enfermedades. Alfonso XII murió en 1885. Su esposa, María Cristina de Habsburgo-Lorena, asumió la regencia hasta que su hijo, Alfonso XIII, fuera mayor de edad.

Durante la regencia de María Cristina, hubo insurrecciones en Melilla, Cuba y Filipinas. La guerra de Cuba y la revolución filipina fueron las más graves. En 1898, Estados Unidos declaró la guerra a España. La moderna flota estadounidense derrotó a las escuadras españolas en el Caribe y Filipinas, obligando a España a ceder Cuba, Filipinas y Puerto Rico a Estados Unidos. El Ejército español no se consideró derrotado en combate, pero tuvo que abandonar las islas. Tras la guerra, hubo intentos de reformar el Ejército, pero las limitaciones económicas solo permitieron reducir gastos.
Reinado de Alfonso XIII
Alfonso XIII subió al trono en 1902. Al igual que su padre, cultivó la imagen de "rey-soldado". En 1903, la península se dividió en siete regiones militares, cada una al mando de un capitán general.

En 1909, el gobierno ordenó la movilización de tropas a Melilla. Hubo protestas violentas en Barcelona y otras ciudades de Cataluña, conocidas como la Semana Trágica, contra la guerra y la exención del servicio militar para los ricos. En Melilla, las tropas españolas sufrieron una emboscada en el desastre del Barranco del Lobo. Para remediar la situación, se creó en 1911 el Grupo de Regulares de Melilla, una unidad con oficiales españoles y tropa voluntaria marroquí. También se legisló el servicio militar obligatorio universal, eliminando la redención y la sustitución, pero introduciendo la "cuota" para reducir el periodo de servicio a cambio de dinero.
En 1912, España y Francia acordaron la asignación de territorios en sus respectivos protectorados en Marruecos. La ocupación y pacificación de estos territorios fue la actividad más importante del Ejército español durante los siguientes quince años.
La guerra del Rif comenzó en 1911. En 1913, se creó el Servicio de Aeronáutica Militar. Al estallar la Primera Guerra Mundial, España se declaró neutral.
La guerra en Marruecos ofrecía oportunidades de ascenso a los oficiales. En 1916, un grupo de comandantes de infantería formó la Unión del Arma de Infantería para pedir mayor equidad y mejores salarios. Estas asociaciones, llamadas Juntas de Defensa, se extendieron por casi todas las ciudades. Aunque el gobierno intentó disolverlas, los militares se resistieron y el ministro de la guerra fue cesado. Las Juntas tuvieron gran influencia, pero durante la huelga general de 1917, la oficialidad fue leal al gobierno y participó en la represión de la huelga.
En 1917, se introdujeron cambios en la organización del Ejército, incorporando lecciones de la Primera Guerra Mundial. En 1920, se creó el Tercio de Extranjeros en Marruecos, una unidad de voluntarios. El avance en la ocupación del protectorado continuó, pero en 1921, el comandante general de Melilla, Manuel Fernández Silvestre, avanzó demasiado y sus tropas fueron atacadas por los rifeños en el desastre de Annual. España perdió más de la mitad de sus 18.000 hombres entre muertos y prisioneros.

El desastre de Annual provocó una crisis política. Se usaron armas químicas para combatir a los rebeldes rifeños y se adquirieron carros de combate. Se ordenó una investigación, el Expediente Picasso, que detalló irregularidades y fallos. Poco antes de que el Congreso pudiera debatir el Expediente Picasso, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado en 1923, con el respaldo del rey, suspendió la Constitución y formó un directorio militar.

En 1924, Primo de Rivera ordenó la evacuación de algunas zonas en Marruecos. En 1925, España y Francia cooperaron en Marruecos y organizaron el desembarco de Alhucemas, donde tropas españolas, con apoyo aéreo y naval, tomaron la bahía. La zona española fue sometida en 1927.
La dictadura de Primo de Rivera unificó el régimen de ascensos en el Ejército. En 1926, se publicó un decreto que establecía la obligatoriedad de aceptar los ascensos electivos, lo que causó un conflicto con los artilleros, que tradicionalmente los rechazaban. La Academia General Militar fue reabierta en 1928 para unificar la formación de los oficiales, con el general Francisco Franco como director.
La dictadura de Primo de Rivera se enfrentó a intentos de golpe de Estado. En 1929, España se adhirió al Pacto Briand-Kellogg, renunciando a la guerra como forma de resolver disputas internacionales. En enero de 1930, Primo de Rivera dimitió. En abril de 1931, tras el triunfo de los antimonárquicos en las elecciones municipales, el rey Alfonso XIII abandonó el país.
Segunda República y Conflicto Interno

Una de las primeras reformas del nuevo gobierno provisional de la República fue la de las Fuerzas Armadas, liderada por Manuel Azaña. Se redujo el número de divisiones y se eliminaron los cargos de capitanes generales. La Academia General Militar fue clausurada y reemplazada por academias especializadas. La nueva Constitución renunció a la guerra como instrumento de política nacional y estableció que el Estado podía exigir a todo ciudadano servicios civiles o militares. El Ejército de África se convirtió en un ejército de voluntarios.
En agosto de 1932, un sector minoritario del Ejército se sublevó contra el gobierno en lo que se llamó la Sanjurjada. El intento de golpe fracasó, y su líder, el general José Sanjurjo, fue arrestado y condenado.
Las elecciones de noviembre de 1933 dieron la victoria a los partidos de derecha y centro-derecha. El nuevo gobierno amnistió a los militares de la Sanjurjada. En octubre de 1934, la incorporación de la CEDA al gobierno provocó una huelga general revolucionaria de los partidos de izquierda. En Asturias, los mineros se levantaron, y el gobierno llamó a los generales Goded y Franco para reprimir la rebelión, quienes recomendaron el uso de las fuerzas profesionales del Ejército de África.
Las elecciones de febrero de 1936 dieron el triunfo al Frente Popular. En julio de 1936, se produjo una sublevación militar que tuvo un éxito desigual y desembocó en un cruel y sangriento conflicto interno que duraría tres años. La sublevación fracasó en varias ciudades clave como Madrid y Barcelona. Aproximadamente dos tercios del Ejército quedaron en la zona sublevada y un tercio en la republicana.
El gobierno republicano se vio obligado a disolver la organización militar existente para reemplazarla con el Ejército Popular de la República, integrando las milicias de distintos partidos políticos y sindicatos. Los sublevados también integraron milicias paramilitares. Ambos bandos recibieron ayuda extranjera en personal y material.
En el bando republicano, se creó el Comisariado General de Guerra con comisarios políticos para controlar a los soldados. El ejército republicano se reorganizó en Brigadas Mixtas. El ejército sublevado se basó en las divisiones existentes y el ejército africano. Ambos bandos crearon escuelas y academias para formar oficiales provisionales debido al rápido crecimiento de las fuerzas.
El conflicto interno español sirvió como campo de pruebas para ejércitos que luego se enfrentarían en la Segunda Guerra Mundial. Los ejércitos alemán, italiano y soviético pudieron probar sus vehículos de combate y tácticas. Los ejércitos españoles tuvieron la oportunidad de usar algunos de los materiales militares más avanzados de la época.

Leyenda Zona sublevada inicial - julio de 1936 Avance de los sublevados hasta septiembre de 1936 Avance de los sublevados hasta octubre de 1937 Avance de los sublevados hasta noviembre de 1938 Avance de los sublevados hasta febrero de 1939 Última zona bajo control republicano








Al inicio del conflicto, ambos bandos controlaban áreas separadas. El gobierno republicano controlaba gran parte de la costa cantábrica, Castilla la Nueva, Extremadura, Andalucía, Cataluña, Valencia y Murcia. Los sublevados controlaban Galicia, Castilla la Vieja, León y Navarra. La ayuda italiana y alemana permitió a los sublevados transportar tropas desde África y consolidar su control.
A finales de septiembre de 1936, Francisco Franco, al mando de las fuerzas sublevadas en el sur, fue elegido jefe del gobierno del estado y generalísimo. El avance continuó hasta las afueras de Madrid, donde una fuerte defensa republicana lo detuvo en la batalla de Madrid.
El fracaso en tomar Madrid por asalto obligó a los sublevados a cambiar sus planes. El esfuerzo principal se trasladó al norte para conquistar el territorio republicano entre el País Vasco y Asturias. Después de asegurar el norte, los sublevados se prepararon para un nuevo asalto a Madrid, pero los republicanos atacaron Teruel, forzándolos a desviar fuerzas. Luego, los sublevados atacaron Aragón, llegando a la costa mediterránea y dividiendo la zona republicana en dos. Finalmente, los sublevados ocuparon Cataluña, y la República perdió su acceso a la frontera francesa.

El Generalísimo Franco,
Burgos 1º abril de 1939.
El bando republicano se dividió: algunos querían resistir, esperando ayuda internacional, mientras que otros creían que la guerra estaba perdida y buscaban un acuerdo. El coronel Segismundo Casado lideró un intento de golpe de Estado que depuso al gobierno republicano. Tras un breve enfrentamiento entre las facciones republicanas y el fracaso de las negociaciones, la resistencia republicana se derrumbó.
Los sublevados lograron la victoria, pero les costó más esfuerzo y tiempo de lo esperado. La reacción de las fuerzas de izquierda y la distribución de armas a las organizaciones obreras permitieron resistir el levantamiento en algunas ciudades clave. Las milicias, aunque sin experiencia en campo abierto, lograron detener el avance sublevado. Las divisiones internas en el bando republicano y la creciente influencia comunista contribuyeron a su derrota. Los sublevados contaron con las unidades más profesionales del ejército y el apoyo de Alemania e Italia.
El desfile de la victoria en Madrid en 1939 no puso fin a los conflictos. La lucha continuó como guerra de guerrillas hasta principios de los años sesenta.
El Ejército de la dictadura franquista
El conflicto interno causó muchas muertes y una gran reducción de la economía. El gobierno republicano había gastado gran parte de las reservas de oro, y los vencedores tenían una deuda considerable con Italia y Alemania. Cuando Franco declaró el fin de la guerra, las fuerzas vencedoras contaban con alrededor de un millón de hombres.
El primer paso de la desmovilización fue el licenciamiento de las milicias. En agosto de 1939, el Ministerio de Defensa Nacional se dividió en tres: Ministerio del Ejército, Ministerio de Marina y Ministerio del Aire. Se creó el Alto Estado Mayor, dependiente de Franco, para coordinar los ejércitos. El Ejército del Aire se creó como entidad independiente. El Ejército de Tierra se organizó territorialmente en ocho regiones militares peninsulares y comandancias en Baleares y Canarias, con dos cuerpos de ejército en el protectorado de Marruecos.

Los oficiales que apoyaron el levantamiento fueron recompensados con ascensos. En 1942, se reabrió la Academia General Militar para formar nuevos oficiales profesionales. El servicio militar se hizo obligatorio para los hombres. La mayor parte del presupuesto militar se destinaba a pagar sueldos y mantener a la tropa, dejando poco para la renovación de materiales.
Durante el conflicto interno, el gobierno de Franco había firmado pactos con Alemania e Italia. El mal estado del material militar español no permitía una intervención directa en la Segunda Guerra Mundial sin suministros. España se declaró neutral al estallar el conflicto, pero en junio de 1940 pasó a declararse no beligerante. En 1941, tras la invasión alemana de la Unión Soviética, el Gobierno español anunció el reclutamiento de voluntarios para la División Azul, una división del ejército alemán formada por españoles para luchar en el frente soviético.
En 1943, tras la ocupación aliada del norte de África y la pérdida de iniciativa alemana en el frente del este, el Gobierno español volvió a declararse neutral y anunció la retirada de la mayoría de los integrantes de la División Azul. El Ejército fue reorganizado y se intentó adquirir armamento alemán. La liberación aliada del sur de Francia permitió a los republicanos españoles en Francia preparar una invasión, cruzando la frontera pirenaica en octubre de 1944 en la invasión del Valle de Arán, pero fracasaron. La resistencia de las guerrillas republicanas continuó por varios años y fue reprimida por las fuerzas de seguridad y el Ejército.

Después de la guerra en Europa, los líderes aliados acordaron que el gobierno de Franco no sería invitado a formar parte de las Naciones Unidas. El Gobierno español derogó en 1945 la normativa que obligaba a los militares a usar el saludo romano, intentando distanciarse de los regímenes derrotados.
El inicio de la Guerra Fría permitió un acercamiento gradual entre España y Estados Unidos, que culminó en los Pactos de Madrid de 1953. A cambio de reconocimiento y ayuda económica y militar, España cedió el uso de instalaciones para la Armada y la Fuerza Aérea estadounidenses. El Ejército de Tierra recibió carros de combate, vehículos y otros equipos, y muchos de sus mandos asistieron a cursos de capacitación en Estados Unidos.
En 1954, se organizó la primera Bandera Paracaidista del Ejército de Tierra. En 1956, Francia concedió la independencia a Marruecos sin consultar a España, lo que obligó a España a hacer lo mismo, desapareciendo el Ejército de África. Durante este proceso, hubo agresiones contra las fuerzas españolas en el Sahara e Ifni. La guerra de Ifni fue el bautismo de combate de las tropas paracaidistas.
En 1958, se organizaron tres divisiones experimentales según el modelo "pentómico". En 1960, esta organización se aplicó al resto de las divisiones de infantería. En 1964, se crearon los Centros de Instrucción de Reclutas (CIR) para la formación militar básica de los reclutas.

En 1965, se implementó una reforma que dividió las unidades en Fuerzas de Intervención Inmediata y Fuerzas de Defensa Operativa del Territorio. La brigada reapareció como unidad básica. Las Fuerzas de Intervención Inmediata tenían sus plantillas cubiertas, mientras que las de defensa operativa las tenían reducidas.
Aunque la actividad guerrillera disminuyó, en los años sesenta comenzó la actividad de grupos como ETA, dirigida principalmente contra las fuerzas armadas y de seguridad. En 1973, ETA asesinó al presidente del Gobierno, el almirante Luis Carrero Blanco.
Durante los años finales del franquismo, un pequeño grupo de oficiales fundó la clandestina Unión Militar Democrática (UMD) para promover que el Ejército estuviera al servicio de la sociedad. Sus líderes fueron arrestados y expulsados de las Fuerzas Armadas.
El régimen de Franco terminó con un conflicto en África. En 1973, el Frente Polisario inició su lucha por la independencia del Sahara Occidental. En 1975, Marruecos organizó la Marcha Verde para reclamar el territorio. España acordó abandonar el territorio, cediendo su administración a Marruecos y Mauritania. Las últimas unidades militares españolas se retiraron del Sahara en enero de 1976.
El Ejército de la Constitución de 1978
Tras la muerte de Francisco Franco, Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey de España en 1975. En 1976, Juan Carlos nombró a Adolfo Suárez presidente del Gobierno, quien inició un proceso de reforma política. En 1977, los tres ministerios militares fueron reemplazados por el Ministerio de Defensa. Ese mismo año, se aprobó una Ley de Amnistía.
En 1978, se aprobó una nueva Constitución que establece en su artículo 8 como misión de las Fuerzas Armadas "garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional".
El gobierno de Suárez se enfrentó a varias dificultades, incluyendo la actividad de grupos terroristas. Hubo una serie de intentos de intervención militar, de los que el más notable fue el golpe del 23F en 1981. Este fracasó gracias a la intervención del rey, a quien la mayoría de los altos mandos militares se mantuvieron leales. En 1981, España se incorporó a la OTAN.
El nuevo gobierno socialista, presidido por Felipe González, aceleró el proceso de reforma militar. Se redujo la duración del servicio militar y se reorganizó el Ejército con el Plan META. También se legisló para reafirmar la supremacía del poder civil sobre las Fuerzas Armadas, poniendo fin a dos siglos de intervención militar en la política española. En 1988, se reguló la incorporación de mujeres a las Fuerzas Armadas.
España participó por primera vez en una misión internacional de las Naciones Unidas en 1989, enviando observadores a Angola. Tras la disolución del Pacto de Varsovia, se publicó el Plan RETO en 1990 para adaptar el tamaño del Ejército y reducir el tiempo de servicio. España envió tropas a Irak en 1991 para proteger a la población kurda y en 1992 a la antigua Yugoslavia.

En 1994, se publicó el Plan NORTE, que eliminó varias divisiones y reorganizó el Ejército en una Fuerza Permanente y una Reserva Movilizable. Desaparecieron las capitanías generales, siendo sustituidas por mandos regionales. Se planeó una mayor profesionalización de la tropa. En 1996, España asignó su primera unidad al Eurocuerpo. También en 1994, se creó el Programa Coraza - 2000, que permitió la producción y despliegue de carros de combate y vehículos de combate avanzados, equipando al Ejército de Tierra con material moderno fabricado en España.
En 1988, se reguló la objeción de conciencia. Finalmente, el servicio militar obligatorio se suspendió, y los últimos reclutas obligatorios fueron licenciados el 31 de diciembre de 2001. Los ejércitos se profesionalizaron completamente.
En 2002, un contingente español se incorporó a la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán. En 2003, fuerzas españolas se desplazaron a Irak para estabilizar la región y ayudar a la población civil. Esta última intervención fue retirada por el siguiente gobierno, pero el despliegue en Afganistán se mantuvo y reforzó.
En 2006, se inició una nueva reorganización, el Plan Ejército XXI.
La participación del Ejército de Tierra en operaciones internacionales se ha ampliado desde su primera misión en Angola. Ha participado en misiones en África, Europa, Asia y América Central y del Sur, tanto de las Naciones Unidas como de la OTAN, la Unión Europea, la OSCE o multilaterales. Estos despliegues han modernizado la organización militar y han mejorado la imagen de las Fuerzas Armadas. El Ejército ha pasado de preocuparse por la seguridad interna a ser un instrumento de la política de seguridad internacional del gobierno español.
La experiencia en operaciones internacionales y la reducción de presupuestos influyeron en la reorganización de las Fuerzas Armadas legislada en 2015. Esta nueva organización del Ejército de Tierra se basa en la creación de ocho Brigadas Orgánicas Polivalentes de dos tipos, diseñadas para poder generar destacamentos para misiones internacionales sin depender de otras unidades.
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