Historia de la educación en Argentina para niños
La historia de la educación en la Argentina es el relato de cómo ha evolucionado la enseñanza en el territorio argentino, desde los primeros habitantes hasta hoy. Incluye el desarrollo de escuelas, las leyes educativas, las formas de enseñar y cómo la educación se ha relacionado con los cambios sociales y políticos del país. Ha sido muy importante para el desarrollo de la nación y para formar la identidad argentina.
Este recorrido comienza con las primeras formas de educación de las comunidades indígenas y las misiones religiosas durante la época en que España colonizó América. Luego, avanza hasta la creación de sistemas educativos más organizados en el siglo XIX, cuando Argentina buscaba su independencia de Argentina y se establecía como república. También abarca los cambios políticos, sociales y económicos, así como las reformas y modernizaciones en la educación.
Durante los primeros años de la época colonial, los cabildos (gobiernos locales) de las ciudades se encargaban de la educación. A principios del siglo XVII, las órdenes religiosas, como los franciscanos y dominicos, comenzaron a tomar el control, especialmente por el aumento de conventos y la necesidad de educar a sus propios miembros. Más tarde, los jesuitas se hicieron cargo de gran parte de la educación, sobre todo la secundaria, y crearon una gran red de colegios y misiones para los indígenas. En general, la educación formal era para los niños; las niñas aprendían en casa de sus madres lo necesario para ser esposas y madres.
El primer colegio secundario se fundó en 1610 en Santa Fe "la Vieja". Tres años después, se fundó la Universidad Nacional de Córdoba, la única universidad en territorio argentino durante la época colonial. Allí se enseñaban principalmente teología y derecho, materias importantes para la formación de sacerdotes.
La expulsión de los jesuitas en 1767 desorganizó por completo el sistema educativo. A pesar de los esfuerzos de los franciscanos por continuar su labor, la educación sufrió un gran golpe. Varios pensadores, como Manuel Belgrano, intentaron crear instituciones de educación técnica, especialmente en Buenos Aires, que era la capital del Virreinato del Río de la Plata. La Revolución de Mayo y la Guerra de la Independencia argentina frenaron los avances educativos. Sin embargo, en la década de 1820, Buenos Aires impulsó la modernización educativa, incluyendo la fundación de la Universidad de Buenos Aires. Durante la época de Juan Manuel de Rosas, la educación tuvo altibajos: primero se favoreció el regreso de los jesuitas, luego se los volvió a expulsar, y se eliminó la gratuidad de la enseñanza secundaria y universitaria.
La época de la Organización Nacional (1852-1880) trajo grandes avances educativos, impulsados por presidentes como Urquiza, Mitre, Sarmiento y Avellaneda. Se crearon miles de escuelas, se redujo el analfabetismo y se inició la educación primaria para las niñas. A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, estas políticas continuaron, se multiplicaron las universidades y la escuela ayudó a integrar a los inmigrantes y sus hijos a la sociedad argentina.
La Reforma Universitaria de 1918 estableció el modelo actual de educación universitaria gratuita, con autonomía para las universidades y sus profesores. En el último tercio del siglo XX, el número de universidades aumentó, y la calidad de la enseñanza alcanzó un alto nivel. Sin embargo, la privatización gradual de la enseñanza y las crisis económicas y políticas afectaron al sistema educativo público a partir de los años 90.
Hoy en día, la educación argentina se adapta a las nuevas tecnologías, diversifica sus métodos de enseñanza y busca la excelencia académica. A lo largo de su historia, Argentina ha demostrado capacidad de recuperación y adaptación en la educación, contribuyendo al desarrollo de su sociedad.
Contenido
- La educación antes de la formación del Estado Nacional
- Creación del sistema educativo nacional
- Creación del Sistema de Instrucción Pública Centralizado Estatal (SIPCE)
- Experiencia radical y Década Infame
- Modernización social y educativa en los comienzos del peronismo
- Democracia excluyente y dictaduras
- Restauración de la democracia y educación
- Galería de imágenes
La educación antes de la formación del Estado Nacional
Época Colonial
En los primeros años de la colonia en Argentina, la educación primaria estaba a cargo de órdenes religiosas como los franciscanos, dominicos y jesuitas. Se enfocaba en la enseñanza de la religión cristiana y el uso obligatorio del idioma español.
El primer maestro registrado en el territorio fue Pedro de Vega en Santa Fe, en 1577. Los habitantes de la ciudad estaban muy preocupados por la educación de sus hijos, tanto que el Cabildo impidió que el maestro se fuera de la ciudad.
Los jesuitas llegaron a Santiago del Estero en 1585 y a Córdoba en 1587. En 1588, llegaron a Misiones y fundaron las Misiones jesuíticas guaraníes.
En 1590, el Cabildo de Santa Fe donó terrenos a los jesuitas para que construyeran una iglesia y un convento.
Durante el gobierno de Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias), se establecieron las primeras escuelas no jesuíticas en el actual territorio argentino en 1609, con unos 150 alumnos. Hubo intentos del Estado de ampliar la educación pública, obligando a los Cabildos a financiar escuelas y admitir alumnos con certificado de pobreza. Se cobraban tarifas mensuales por la enseñanza.
En Santa Fe, alrededor de 1610, se construyó el Colegio de la Inmaculada Concepción, cuyo primer rector fue Francisco del Valle. Es considerado el primer colegio del país. En Buenos Aires, en 1661, se fundó el antecedente del actual Colegio Nacional de Buenos Aires: el Colegio de la Compañía.
Las misiones jesuíticas
En las misiones, lo más importante era enseñar la doctrina cristiana. En segundo lugar, los niños aprendían a leer, escribir y ciencias. Los niños y niñas asistían a clases por separado. Los hijos de los caciques (líderes indígenas) aprendían español y latín, separados de los hijos de campesinos.
Cada día, los niños realizaban diferentes actividades: aprender a leer y escribir, cantar, tocar instrumentos, bailar, aprender oficios (como escultores, pintores, tejedores, herreros) y trabajar en el campo. En Yapeyú, el Padre Antonio Sepp, un músico destacado, creó un centro de educación musical, una especie de conservatorio, famoso en todo el Río de la Plata. También fabricaban instrumentos musicales, incluso órganos. Se esforzaron por crear bibliotecas en cada pueblo.
Tanto niñas como niños asistían a la escuela desde los siete hasta los doce años. Mientras los niños aprendían a leer, escribir y artes, las niñas aprendían a leer, escribir, hilar y cocinar. Una misión como San Ignacio Miní tenía más de 500 niños en su escuela, y la de Santo Tomé llegaba a 900.
La Universidad de Córdoba
Desde su llegada, los jesuitas eligieron a Córdoba como centro de la Provincia Jesuítica del Paraguay. En 1599, el cabildo les entregó las tierras de la actual Manzana Jesuítica. Allí construyeron el Noviciado en 1608 y el Colegio Máximo (Seminario) en 1610. La Universidad Nacional de Córdoba fue fundada oficialmente en 1613, aunque obtuvo el nombre de universidad diez años después.
La Universidad de Córdoba es la más antigua del país y una de las primeras de América. En 1613, también se creó la Librería Grande (hoy Biblioteca Mayor), que llegó a tener más de cinco mil libros.
Las universidades de esa época, surgidas en el siglo XI, se basaban en la escolástica y estaban muy ligadas a la Iglesia. Solían tener cuatro facultades: Derecho, Teología, Medicina y Artes. En América, la mayoría eran universidades "menores".
Mientras que en España la educación universitaria formaba funcionarios para la Corona, en América el objetivo principal era educar a los sacerdotes católicos. En Córdoba, este fue casi el único objetivo, aunque los graduados en derecho canónico eran juristas muy capaces.
La Universidad se mantenía con el dinero de seis estancias en la provincia de Córdoba, que producían ganado, trigo, maíz y otros productos. También recibían pagos anuales de los estudiantes y "propinas" para los profesores antes de los exámenes finales.
En 1624, se fundó la Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca, que influyó mucho en Sudamérica. Entre 1538 y 1812, se crearon treinta universidades en la América española. Los jóvenes de la actual Argentina asistían a las de Córdoba, Chuquisaca o San Felipe de Santiago de Chile.
Expulsión de los jesuitas y Virreinato del Río de la Plata
La expulsión de los jesuitas del Imperio Español de 1767 obligó a 2630 jesuitas a dejar Iberoamérica, lo que fue un golpe terrible para la educación, ya que la mayoría de las instituciones educativas estaban a su cargo.
Al principio, los colegios jesuitas, la Universidad y las misiones jesuíticas guaraníes pasaron a ser controlados por los franciscanos. Sin embargo, esta orden no estaba preparada para tal desafío y fracasó en la mayoría de los lugares. Las misiones perdieron gran parte de su población, y los colegios y la universidad perdieron calidad. En Córdoba, la mayoría del clero había sido educado por los jesuitas, por lo que el cambio no alteró profundamente el funcionamiento de la universidad.
La Universidad de Córdoba comenzó a cambiar su enfoque de la teología al derecho civil. Desde 1781, se otorgaron títulos de doctor a personas que no eran sacerdotes, y la enseñanza del derecho civil se organizó entre 1791 y 1793. Esto se debió a la influencia de otras universidades americanas y a la creación de la Real Audiencia de Buenos Aires en 1785, que necesitaba juristas.
Durante la época del virrey Vértiz, se creó el Protomedicato en 1772, inicialmente para controlar a los médicos de Buenos Aires, y luego para formar nuevos médicos.
En 1772, Vértiz fundó el Real Colegio de San Carlos en Buenos Aires. Su director más destacado fue el padre Luis José de Chorroarín, quien logró una gran disciplina entre los alumnos y creó la biblioteca más grande de la ciudad. Fue maestro de gran parte de la Generación de Mayo.
Las Invasiones inglesas (1806-1807) causaron una gran crisis. Los jóvenes se unieron a los regimientos militares en lugar de ir al Colegio de San Carlos, y el edificio del colegio fue ocupado por las tropas.
La Independencia
La guerra de independencia hizo que muchos jóvenes abandonaran sus estudios para unirse al Ejército. Además, el gobierno gastaba mucho dinero en la guerra, lo que limitó la inversión en educación. Las zonas afectadas por la guerra, como Jujuy, Salta y Santa Fe, sufrieron especialmente.
A pesar de esto, algunos gobiernos provinciales intentaron mejorar la educación. En Mendoza, los fondos para crear un colegio fueron usados por el general José de San Martín para formar el Ejército de los Andes. El Colegio de la Santísima Trinidad se inauguró en octubre de 1817.
Las necesidades de la guerra obligaron a adaptar las instituciones educativas. En Buenos Aires, la escuela de medicina fue reemplazada por el Instituto Médico Militar en 1813. Se crearon escuelas de Matemáticas, y en 1816, la Academia de Matemáticas y Arte Militar, para enseñar a los oficiales de artillería. También se recrearon la Academia de Dibujo y la de Náutica. En 1814, se creó la Academia de Jurisprudencia para regular a los abogados.
El gobierno central en Buenos Aires creó el Colegio de la Unión del Sur en 1818, continuando el de San Carlos. Sus profesores le dieron un enfoque más moderno y científico, abandonando las ideas antiguas y siguiendo a filósofos como Newton y Locke.
Manuel Belgrano y la educación
Manuel Belgrano, secretario del Consulado de Comercio de Buenos Aires, fue una figura clave. En 1799, fundó la Escuela de Náutica, que luego se convirtió en una Escuela de Matemática. También impulsó la creación de una Academia de Geometría y Dibujo, aunque fue cerrada por la Corona. Belgrano abogó por la creación de una Escuela de Comercio, y promovió la educación primaria, técnica y universitaria. También defendió la educación de las mujeres, algo poco común a principios del siglo XIX.
En 1810, Belgrano fue parte de la Primera Junta. Él y Mariano Moreno creían que la libertad de expresión y el derecho a la información eran esenciales para la independencia. Apoyaban una educación popular como base para construir naciones libres, con métodos democráticos y un enfoque laico (no religioso).
En 1813, cuando el Cabildo lo recompensó con 40 mil pesos por sus victorias, Belgrano destinó ese dinero a la creación de cuatro escuelas en Tarija, Salta, Tucumán y Santiago del Estero, para comprar útiles, becas y libros para los más necesitados.
Período de las autonomías provinciales
En 1821, el gobernador de Santa Fe, Estanislao López, dictó la primera ley educativa del país, que establecía la educación obligatoria y el pago de salarios a los docentes por parte del Estado provincial. Se construyeron nuevas escuelas y se hizo obligatorio enseñar latín, primeras letras, aritmética, geografía, historia americana y filosofía.
En otras provincias, líderes como Artigas (en la Provincia Oriental), Bustos (Córdoba), Heredia (Tucumán), Ferré (Corrientes) y Justo José de Urquiza (Entre Ríos) también promovieron un sistema educativo estatal, impulsando la educación primaria pública y privada.
En Buenos Aires, Bernardino Rivadavia introdujo el método lancasteriano en las escuelas, decretó la obligatoriedad escolar y fundó la Sociedad de Beneficencia para dirigir escuelas de niñas. También promovió la educación secundaria, abriendo el Colegio de Ciencias Morales, y estimuló la enseñanza de la ciencia en la universidad.
Universidad de Buenos Aires
La Universidad de Buenos Aires (UBA) se fundó el 12 de agosto de 1821, reuniendo varias instituciones ya existentes. Su primer rector fue el sacerdote Antonio Sáenz. La UBA también actuó como ministerio de Educación, organizando la enseñanza primaria y las funciones del Colegio de la Unión del Sud.
En 1822, la Universidad tenía varios departamentos:
- Primeras Letras: administraba las dieciséis escuelas primarias.
- Estudios Preparatorios: un intento de dirigir la enseñanza secundaria desde la Universidad.
- Ciencias Exactas: incluía dibujo, química, geometría, cálculo, mecánica, física y astronomía.
- Medicina: con cátedras de instituciones médicas y quirúrgicas.
- Jurisprudencia: con cátedras de derecho civil, natural y de gentes.
- Ciencias Sagradas: basada en cursos eclesiásticos.
Entre sus profesores destacados estaban Avelino Díaz y Felipe Senillosa en matemáticas, y Pedro Carta Molino en medicina.
Época de Rosas y Confederación Argentina
La Confederación Argentina se formó después de la guerra civil de 1828-1831, bajo el liderazgo de Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires (1835-1852). Debido a las guerras civiles y bloqueos, Rosas redujo el presupuesto educativo. En 1838, se eliminó la enseñanza gratuita en Buenos Aires y el Estado dejó de pagar los sueldos de los profesores universitarios.
A pesar de esto, la Universidad de Buenos Aires y el actual Colegio Nacional de Buenos Aires siguieron funcionando cobrando aranceles. De allí salieron muchos miembros de la élite porteña, la mayoría opositores a Rosas. La Universidad Nacional de Córdoba también sufrió restricciones económicas.
En Buenos Aires, la educación secundaria se impartía en varios colegios. En 1836, Rosas llamó de regreso a los jesuitas, quienes fundaron el prestigioso Colegio de San Ignacio. Sin embargo, los jesuitas se mostraron cercanos a los opositores, por lo que fueron expulsados en 1841. El colegio jesuita fue reemplazado por el Colegio Republicano Federal. También había colegios privados.
En el interior, la mayoría de las capitales provinciales tenían colegios secundarios. El más antiguo y prestigioso era el Colegio Nacional de Monserrat, que dependía de la Universidad de Córdoba. Santa Fe mantuvo su esfuerzo educativo.
Un caso especial fue la provincia de Entre Ríos. El gobernador Pascual Echagüe creó muchas escuelas y una comisión para visitarlas. Su sucesor, Justo José de Urquiza, creó aún más escuelas y aseguró la gratuidad de la enseñanza en toda la provincia. También se crearon escuelas para niñas y mujeres en Paraná. En 1848, Urquiza subvencionó el colegio privado de Lorenzo Jordana en Concepción del Uruguay, que se convirtió en el actual Colegio del Uruguay, una institución pionera en la educación secundaria del país.
Urquiza, a pesar de ser un líder militar, se preocupó mucho por la educación pública gratuita e igualitaria, tanto durante su gobierno provincial como durante su presidencia.
La literatura de este período fue escasa, excepto por la Generación del 37. La música, con Juan Pedro Esnaola, y la pintura, con Prilidiano Pueyrredón y Carlos Morel, lograron cierta autonomía de los estilos europeos.
Creación del sistema educativo nacional
La caída de Rosas en 1852 fue un momento clave para Argentina. Permitió la sanción de la Constitución nacional y la organización de un gobierno nacional. El período de 1852 a 1880, llamado Organización Nacional, vio grandes cambios en la política educativa.
La Constitución Nacional y la Confederación Constitucional
La Constitución Nacional de 1853 estableció que la educación era responsabilidad de los gobiernos provinciales.
En Corrientes, una ley provincial de 1857 destinó fondos a la fundación de escuelas. En la Provincia de Buenos Aires, la Ley de Educación se sancionó en 1875. Las bibliotecas populares también contribuían a la educación de las mujeres, y Juana Manso fue la primera directora de una escuela mixta en Buenos Aires.
El gobierno de Urquiza nacionalizó el Colegio del Uruguay y la Universidad de Córdoba, estableciendo planes de estudio y nombrando autoridades. El Colegio del Uruguay, con su gran edificio, buscaba educar a estudiantes de todas las provincias, y lo logró, formando a gran parte de la generación del 80. En las demás provincias, había pocas escuelas.
La Constitución también dio al Congreso la atribución de "dictar planes de instrucción general y universitaria". El presidente Urquiza se esforzó por mejorar la Universidad de Córdoba, dándole una nueva constitución y aumentando su personal docente.
En la provincia de Buenos Aires también hubo muchos avances. La Universidad de Buenos Aires fue reorganizada, aunque el departamento de Medicina se separó por 22 años. Este grupo de médicos modernizó la enseñanza, pero perdió prestigio tras la epidemia de fiebre amarilla de 1871. La Facultad de Medicina fue reincorporada a la Universidad en 1874.
La Argentina unificada
Después de las batallas de Cepeda y Pavón, el país se unificó, con Buenos Aires como capital. El presidente Bartolomé Mitre extendió por el país los métodos educativos de Buenos Aires. La Universidad de Córdoba se alejó del modelo antiguo, eliminando el departamento de Teología y reemplazando el estudio del Derecho Natural por el Derecho Argentino.
En 1864, se fundó el Colegio Nacional de Buenos Aires, que dependía de la Universidad de Buenos Aires. Siguiendo este modelo, se crearon otros colegios nacionales en Catamarca, Tucumán, Mendoza, San Juan y Salta. Estos colegios ofrecían una educación "enciclopedista", poco práctica y elitista, destinada a formar a la futura élite dirigente del país.
Una ley obligaba al gobierno a enviar fondos a las provincias para construir escuelas. Entre 1865 y 1868, se enviaron fondos para este fin.
En 1861, Juan María Gutiérrez fue nombrado rector de la Universidad de Buenos Aires. Creó la facultad de Ciencias Exactas, que en 1869 formó a los primeros ingenieros universitarios del país. También logró la Ley Orgánica de la Universidad, que modernizó su funcionamiento.
Gobierno de Sarmiento
Domingo Faustino Sarmiento, quien fue ministro de Instrucción Pública de Buenos Aires, fue elegido presidente de la Nación (1868-1874). Durante su gobierno, se convirtió en la figura más importante de la educación en Argentina. Se enfocó en modernizar el país con prácticas de países desarrollados. Fomentó la inmigración de educadores de Estados Unidos y Europa, y construyó escuelas y bibliotecas públicas en todo el país, duplicando la matrícula de estudiantes.
Sarmiento contribuyó al progreso científico, creando instituciones científicas y culturales. Durante su mandato, las provincias fundaron 800 escuelas primarias, llegando a un total de 1816 establecimientos.
Se ha dicho que los cambios de Sarmiento excluyeron a algunos sectores populares. Él creía que la educación podía cambiar las sociedades, pero solo si las personas eran "educables". Su obra de gobierno se inspiró en modelos europeos y de Estados Unidos, lo que lo llevó a contratar maestras de Boston para trabajar en Argentina.
La población escolar aumentó de 30.000 a 110.000 alumnos, haciendo de Argentina el país más alfabetizado de América Latina. Sin embargo, el censo de 1869 mostró que el 72% de la población total era analfabeta, y el 82% de las mujeres no sabían leer ni escribir.
En 1870, se abrió la Escuela Normal de Paraná, pionera en la formación de maestros. En 1873, se creó la primera escuela normal de Buenos Aires, y al año siguiente, la primera escuela normal para mujeres.
Otra figura importante fue Juana Manso. Durante su exilio, fundó el Ateneo de las Señoritas en Montevideo. De regreso en Argentina, fue nombrada directora de la Escuela Normal Mixta Nº1 por Sarmiento. Creó 34 escuelas con bibliotecas públicas y fue la primera mujer en el Departamento de Escuelas en 1869. En 1871, fue incorporada a la Comisión Nacional de Escuelas por el ministro Nicolás Avellaneda, siendo la primera mujer en ese cargo.
El ministro Avellaneda también fundó cátedras de Ciencias Exactas y Naturales en la Universidad de Córdoba, trayendo científicos alemanes.
En 1871, se sancionó la primera ley de subvenciones a las provincias para construir o ampliar escuelas y comprar material escolar. Esta ley estuvo vigente hasta principios del siglo XX.
Al terminar el gobierno de Sarmiento, fue elegido su ministro de Instrucción Pública, Avellaneda. Su gobierno continuó los avances educativos, con la fundación de cinco escuelas normales, una Escuela de Ingenieros en San Juan, y un aumento de más de 150 escuelas en todo el país.
El Día del maestro en Argentina se celebra el 11 de septiembre, fecha de la muerte de Sarmiento, en honor a su trabajo educativo.
Las Primeras Maestras
En Argentina, más del 90% de las maestras primarias son mujeres. En 1870, Nicolás Avellaneda escribió que la mujer era la mejor maestra por su perseverancia y sus cualidades para captar la atención de los niños.
Estas ideas, propias de la época, hicieron de la docencia una actividad mayormente femenina. Entre 1874 y 1921, se graduaron 2626 maestras y solo 504 maestros.
Algunas educadoras influyentes de los siglos XIX y XX fueron: Matilde Filgueiras, Juana Elena Blanco, Ada María Elflein, Sara Justo, Josefina Passadori, Ángela Peralta Pino, Clara Janet Armstrong, Pía Adela Didoménico, Celia Ortiz y Clotilde González de Fernández.
Creación del Sistema de Instrucción Pública Centralizado Estatal (SIPCE)
Época Conservadora
Con la federalización de la ciudad de Buenos Aires en 1880, los establecimientos públicos, incluyendo los educativos, pasaron a ser controlados por las autoridades nacionales.
El presidente Julio Argentino Roca creó el Consejo Nacional de Educación en 1881 para administrar las escuelas primarias públicas de Buenos Aires. Nombró a Sarmiento como primer Superintendente General.
En 1881, durante la primera presidencia de Roca, se produjo la primera huelga docente en San Luis, donde las maestras reclamaban por el atraso en el pago de sus sueldos.
La educación fue fundamental para la construcción de la Nación. El 8 de julio de 1884, se promulgó la Ley 1.420 de educación común, que estableció la obligatoriedad y gratuidad de la instrucción primaria para niños de 6 a 14 años. La ley promovía la igualdad entre niños y niñas. También permitía la educación religiosa, pero de forma no obligatoria y fuera del horario de clases.
En 1885, se sancionó la Ley 1.597, conocida como Ley Avellaneda, que reguló el funcionamiento de todas las universidades del país hasta la época del peronismo.
A finales del siglo XIX, se notó que las universidades se enfocaban demasiado en formar profesionales, dejando de lado las ciencias puras y los estudios humanísticos. A principios del siglo XX, se discutió cómo superar este "profesionalismo". En la Universidad de Buenos Aires, se crearon las facultades de Filosofía y Letras en 1896, y se separaron los estudios teóricos de los aplicados a la ingeniería en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales.
La infraestructura escolar no crecía al mismo ritmo que el desarrollo del país, especialmente en las provincias del norte. La Ley 1.420 garantizaba la construcción de escuelas en la Capital y Territorios Nacionales, pero dejaba a las provincias la tarea de construirlas, lo que muchas no podían hacer. El senador Manuel Láinez logró la aprobación de la Ley 4.874 (Ley Láinez), por la cual el gobierno nacional subvencionaría la construcción de escuelas en las provincias. Estas "escuelas Láinez" quedaron bajo jurisdicción nacional, y entre 1906 y 1936 se construyeron 3.552.
El siglo XX tuvo varias etapas en la educación argentina, con periodos de estabilidad y de agitación política. Las luchas por la igualdad, la expansión de la educación superior y la democratización del acceso a la educación fueron aspectos clave.
Desarrollo cultural de la época
Literatura
La literatura de la Generación del Ochenta fue escrita por políticos, militares y estancieros. Eran relatos autobiográficos o de ficción. Destacan Lucio V. Mansilla (Una excursión a los indios ranqueles), Eugenio Cambaceres (Sin rumbo), Miguel Cané (Juvenilia) y Eduardo Wilde (Aguas abajo).
A finales del siglo XIX, surgió el modernismo, con poesía refinada y renovación del lenguaje. Entre sus autores están Leopoldo Lugones (Lunario sentimental), Enrique Larreta (La gloria de Don Ramiro) y Evaristo Carriego (Misas herejes).
Ya en el siglo XX, el realismo se enfocó en el teatro. Destacan Roberto Payró (Pago Chico) y las primeras obras de Horacio Quiroga (Cuentos de amor, de locura y de muerte, Cuentos de la selva).
Artes plásticas
Los pintores más destacados de este período se educaron en Europa, pero buscaron escapar de las temáticas y técnicas europeas, adhiriéndose al realismo. Entre ellos están Eduardo Sívori (El despertar de la criada), Eduardo Schiaffino (El reposo), Ángel della Valle (La vuelta del malón) y Ernesto de la Cárcova (Sin pan y sin trabajo).
A principios del siglo XX, surgieron los primeros pintores del impresionismo, como Martín Malharro y Fernando Fader, que pintaban paisajes y personajes rurales.
La escultura tuvo menos desarrollo, pero destacan Lucio Correa Morales (La cautiva), Lola Mora (Fuente de las Nereidas), Rogelio Yrurtia (Canto al trabajo) y Pedro Zonza Briano.
La arquitectura argentina fue una variante de las corrientes europeas. Pocos arquitectos argentinos alcanzaron renombre, como Ernesto Bunge y Juan Antonio Buschiazzo.
Música

Argentina recibió muchos músicos y orquestas de Europa. El único autor nacional destacado de este período fue Alberto Williams.
La música folclórica fue considerada un arte menor hasta que fue rescatada por las investigaciones de Andrés Chazarreta.
En este período surgió el tango, una mezcla de estilos de inmigrantes italianos y descendientes de africanos. Al principio, era una curiosidad en salones de baile populares. A principios del siglo XX, gracias a autores e intérpretes como Ángel Villoldo, Pascual Contursi, Ignacio Corsini o Francisco Canaro, el tango ganó reconocimiento en todas las clases sociales. Los primeros años de Carlos Gardel coincidieron con el final del régimen conservador.
Historiografía, filosofía y sociología
En la historiografía (estudio de la historia), la influencia de Bartolomé Mitre fue grande. Adolfo Carranza se especializó en historia colonial. Adolfo Saldías y David Peña iniciaron el revisionismo histórico liberal.
Hacia 1900, se difundió una historiografía positivista, centrada en la evolución sociológica de los pueblos. Destacaron Ernesto Quesada, Juan Agustín García y José María Ramos Mejía.
Después del Centenario, los estudios históricos se transformaron con la obra de Juan Álvarez y la Nueva Escuela Histórica, representada por Ricardo Levene y Emilio Ravignani.
Entre los filósofos, las obras de Joaquín V. González, Leopoldo Lugones y José Ingenieros tuvieron mucha influencia.
En sociología, el Informe sobre el estado de la clase obrera, de Juan Bialet Massé, fue el primer estudio sistemático de las condiciones de vida de las clases populares.
Ciencias

Entre los biólogos destacados de este período están Eduardo Ladislao Holmberg y Clemente Onelli, directores del Zoológico de Buenos Aires. Francisco P. Moreno y Juan Bautista Ambrosetti fueron etnógrafos y fundadores de museos. Carlos y Florentino Ameghino fueron paleontólogos.
El Instituto Geográfico Argentino, fundado en 1879, dirigió importantes expediciones a la Patagonia. Destacan exploradores como Francisco P. Moreno, Luis Jorge Fontana y Ramón Lista. El Instituto Geográfico Militar se dedicó a la cartografía y la geodesia.
En medicina, sobresalieron Ignacio Pirovano, impulsor de la cirugía moderna, y Guillermo Rawson, quien introdujo el concepto científico de la higiene y cofundó la Cruz Roja Argentina en 1880.
Las ciencias exactas tuvieron un gran impulso hasta 1890, luego perdieron importancia, siendo reemplazadas por estudios técnicos o de ciencia aplicada.
Universidades
Al inicio del período conservador, solo existían dos universidades en Argentina: la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Córdoba. En 1889, se agregó la Universidad de Santa Fe, que en 1919 pasó a llamarse Universidad Nacional del Litoral. En 1897, se fundó la Universidad Nacional de La Plata con un criterio más moderno, lo que obligó a modernizar las dos más antiguas. Al final del período, en 1914, se fundó la Universidad Nacional de Tucumán.
La más grande e importante fue siempre la de Buenos Aires, que al inicio solo tenía facultades de derecho y medicina. En la última década del siglo XIX, incorporó las facultades de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (que incluía Ingeniería) y de Filosofía y Letras. A principios del siglo XX, incorporó las facultades de Agronomía y Veterinaria y de Ciencias Económicas.
Educación técnica
La educación técnica en Argentina tiene más de un siglo de historia. Su primera manifestación fue en 1871, con departamentos agronómicos y de minería anexos a colegios nacionales en Salta, San Juan y Catamarca.
El principal impulsor de las escuelas técnicas fue Osvaldo Magnasco, ministro de Justicia e Instrucción Pública durante el segundo gobierno de Roca. Propuso crear una gran red de cientos de escuelas técnicas y agrotécnicas. Sin embargo, su plan fue rechazado por el Congreso y una campaña periodística en su contra lo obligó a renunciar. La mayor parte de la educación secundaria siguió siendo teórica y poco práctica.
En 1897, se creó el Departamento Industrial como anexo de la Escuela de Comercio Carlos Pellegrini en Buenos Aires. En 1899, se independizó, transformándose en la Escuela Técnica de la Nación, la primera escuela industrial del país. Pocos años después, fue renombrada como Escuela Técnica Otto Krause, en honor a su primer director. Se basó en el modelo alemán, enfocada en mecánica, química, electricidad y construcción. Hacia 1910, era un instituto de prestigio internacional.
Paralelamente, surgieron las "escuelas de artes y oficios", como las escuelas Raggio, fundadas en 1924. Estas escuelas integraban disciplinas técnicas y artísticas.
La expansión industrial de principios del siglo XX llevó a la consolidación de las escuelas técnicas.
Final del régimen conservador
La alfabetización avanzó mucho en este período. En 1869, el 20% de los niños de 6 a 13 años asistía a la escuela; en 1895, el 31%; y en 1914, el 48%. Como resultado, el analfabetismo total de la población se redujo del 77% en 1869 al 35% en 1914.
Desde finales del siglo XIX, con la llegada masiva de hijos de inmigrantes a las escuelas, se fomentó la difusión de la historia argentina y el uso de símbolos nacionales (bandera, escudo, himno) para promover la identificación con el país. Las celebraciones de las "fechas patrias" se hicieron muy populares. Hacia 1910, durante los festejos del Centenario, se intensificó el énfasis en contenidos patrióticos para consolidar una identidad nacional unificada. La Ley Láinez de 1905 también sirvió a estos fines nacionalistas.
Los hijos de inmigrantes que lograban cierta riqueza aspiraban a ascender socialmente, y una profesión universitaria era el camino más eficaz. La carrera de medicina era muy popular, aunque exigente. La carrera de Derecho era menos demandante y la elegían los hijos de la alta sociedad. La Facultad de Derecho de la UBA era un lugar donde se tejían relaciones sociales y se formaban abogados para grandes empresas y el Estado.
El impulso del Estado a la educación pública universal pronto chocó con el sistema político restrictivo. Esta tensión estalló en las primeras décadas del siglo XX, cuando los nuevos sectores medios en expansión pusieron fin al régimen conservador.
Experiencia radical y Década Infame
Cuando se sancionó la Ley Sáenz Peña de elecciones universales y secretas, los conservadores esperaban que la Unión Cívica Radical ocupara el segundo lugar. Sin embargo, para sorpresa de todos, los radicales llegaron a la presidencia en 1916. El nuevo gobierno intentó varios cambios en la sociedad, y esto motivó a trabajadores, mujeres y estudiantes a creer que podían lograr grandes cambios.
La Reforma Universitaria
En la Universidad Nacional de Córdoba, aún existían características elitistas y clericales. Los estudiantes universitarios de Buenos Aires, La Plata y Córdoba, muchos de ellos hijos de inmigrantes europeos, se habían organizado en centros de estudiantes desde principios del siglo XX. Comenzaron a exigir reformas para modernizar y democratizar la universidad. En abril de 1918, fundaron la Federación Universitaria Argentina (FUA).
A finales de 1917, una ordenanza de la Universidad de Córdoba que eliminaba el internado en el Hospital de Clínicas provocó el descontento de los estudiantes, quienes pidieron la revisión de las medidas. El 20 de marzo, el Consejo Superior se negó a considerar la solicitud. El 31 de marzo, los estudiantes declararon una huelga general y pidieron la intervención del gobierno nacional. Así comenzó la Reforma Universitaria.
El presidente envió a José Nicolás Matienzo como interventor, quien organizó concursos para cubrir cargos y elecciones de autoridades. Para sorpresa de todos, fue elegido rector Antonio Nores, líder del grupo más conservador. Los estudiantes, furiosos, tomaron la Universidad. El ministro de Justicia e Instrucción Pública asumió la intervención y se impusieron las exigencias de los estudiantes.
La Reforma eliminó los últimos vestigios de la universidad jesuita, pero su objetivo principal fue cambiar la organización y el gobierno, dando a los estudiantes un lugar que no tenían y rompiendo el monopolio de los puestos docentes.
Entre los cambios de la Reforma se encuentran: la autonomía universitaria (depende del gobierno solo para financiación), la participación de los estudiantes en el gobierno de las facultades y universidades, la extensión e investigación universitarias como funciones centrales, la libertad de cátedra y los concursos para los cargos docentes.
Poco a poco, los principios de la Reforma se aplicaron en las demás universidades argentinas y luego en muchas de América Latina. Además, se nacionalizaron las universidades provinciales de Santa Fe (que pasó a ser la Universidad Nacional del Litoral) y la Universidad Nacional de Tucumán.
Durante las dos décadas siguientes a la Reforma, se buscó combinar la formación de profesionales prácticos con la investigación científica y la formación humanista. Se crearon institutos de investigación dentro de cada facultad. También se intentó la extensión universitaria, enfocándose en conferencias y transmisiones de radio.
Gobiernos radicales y Década Infame
Durante el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen (desde 1916), se propuso una reorganización profunda de la enseñanza secundaria para ampliar la participación en la educación. Sin embargo, la ley orgánica de educación fracasó por la negativa de los conservadores.
Según Gabriel del Mazo, durante la presidencia de Yrigoyen se construyeron al menos tres mil escuelas, incluyendo escuelas móviles para niños indígenas. Como punto negativo, Yrigoyen dejó sin efecto un plan de reforma educativa que buscaba difundir la educación técnica.
En 1919, Yrigoyen creó el Patronato de Menores, encargado de la educación y reinserción social de jóvenes. También inició las primeras escuelas con bachillerato nocturno, asociaciones cooperadoras e impuso el guardapolvo blanco como símbolo de igualdad en la educación.
La relación entre el gobierno y los docentes se deterioró en la década de 1920. A la demanda de mejores condiciones laborales se sumó la irritación por el cambio de rumbo del radicalismo: el gobierno de Marcelo T. de Alvear se alió con los conservadores y colocó a funcionarios políticos en cargos directivos escolares.
En 1914, había 1.485.785 niños entre 6 y 14 años, y 863.290 (58%) estaban inscritos en la escuela primaria. Había 26.689 maestros y 7575 escuelas. En 1932, de 2.239.117 niños, el porcentaje de inscripción en primaria solo había aumentado al 69.01%, a pesar de que el número de maestros se había duplicado a 53.838.
Con el regreso de Yrigoyen a la presidencia en 1928, surgió un sentimiento elitista entre los estudiantes universitarios, que rechazaban la igualdad promovida por el radicalismo. Esto llevó a protestas cada vez más violentas contra el gobierno, dirigidas por muchos profesores. Tuvieron un papel central en los días previos al golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930, que derrocó al gobierno radical. Sin embargo, los únicos beneficiados por el golpe fueron los nacionalistas y algunos profesores universitarios conservadores. Inmediatamente después del golpe, se persiguió brutalmente a cualquier docente o estudiante que manifestara disidencia. Se suprimieron los centros de estudiantes universitarios y se anularon las normas inspiradas en la Reforma Universitaria.
Al llegar al gobierno, Agustín Pedro Justo anunció una amnistía para profesores y estudiantes, lo que inicialmente le dio una buena imagen. Sin embargo, las persecuciones nunca desaparecieron del todo y se sumó el fraude electoral. Bajo el gobierno de Justo, florecieron el fascismo y el antisemitismo, mientras que los liberales moderados eran acusados de comunistas y expulsados de las universidades. Se suprimieron los centros de estudiantes en los colegios secundarios. Durante los últimos años de la presidencia de Justo y los dos años de Roberto M. Ortiz, la situación mejoró, y se creó una nueva universidad, la Universidad Nacional de Cuyo, con estatutos parcialmente reformistas. Pero las restricciones y persecuciones reaparecieron durante la presidencia de Ramón S. Castillo.
Las primeras cuatro décadas del siglo XX vieron un gran crecimiento de la educación religiosa católica, afianzando el "mito de la nación católica". Entre las escuelas privadas religiosas destacaron el Colegio San Agustín y el Belgrano Day School en Capital Federal, el Colegio Ward en Villa Sarmiento o el Colegio Santo Domingo en Ramos Mejía.
Modernización social y educativa en los comienzos del peronismo
La revolución de 1943 y los diez años del primer peronismo trajeron cambios en la educación argentina. Bajo el gobierno de Pedro Pablo Ramírez, los puestos de responsabilidad en educación fueron entregados a sectores nacionalistas de derecha. Cuando los estudiantes se opusieron, 500 fueron despedidos. A finales de 1944, se abandonó la prohibición de la educación religiosa en escuelas públicas, y se hizo obligatoria.
La forma en que los nacionalistas manejaron la situación unificó a casi todos los estudiantes del país en contra de la dictadura. Esta posición se mantuvo incluso después de que Ramírez fuera reemplazado por Edelmiro J. Farrell. Los estudiantes, junto a las clases medias y altas, exigieron el regreso a la democracia y elecciones, y hicieron una activa campaña contra la candidatura presidencial de Juan Domingo Perón, quien finalmente ganó las elecciones de febrero de 1946.
Peronismo y educación
Cuando el Congreso Nacional asumió en 1946, los diputados de la oposición pensaron que sería fácil derogar el decreto sobre educación religiosa obligatoria, pero el decreto se convirtió en ley casi sin discusión.
Durante el gobierno de Perón (1946-1955), la implementación del estado de bienestar amplió el consumo y los derechos sociales, lo que repercutió en el aumento de la matrícula educativa.
El Congreso aprobó el Estatuto para el Personal Docente de los Establecimientos de Enseñanza Privada. En 1943, el 61.87% de los establecimientos de enseñanza media eran estatales y el 38.13% privados; en 1955, el 69.35% eran públicos y el 30.65% privados.
La enseñanza media pasó de 48.794 alumnos en 1943 a 97.306 en 1955, duplicando su población. Además, la población alfabetizada se acercó por primera vez al 100%.
Para la educación secundaria, el gobierno de Perón favoreció la educación técnica. En 1947, creó las "escuelas fábrica", centros de enseñanza de múltiples oficios. Los alumnos recibían desayuno, almuerzo, herramientas, libros y vestimenta de trabajo sin costo.
Sin embargo, el sistema educativo también sirvió para reforzar el carácter del gobierno peronista, con la mención continua de las figuras de Juan y Eva Perón, incluso en los textos de enseñanza primaria.
Cuando estalló el conflicto entre el gobierno de Perón y la Iglesia católica, en 1955, la enseñanza religiosa en las escuelas no solo fue abandonada, sino directamente prohibida en todos los institutos técnicos. Esto, sumado a otras leyes, acentuó el conflicto de Perón con la Iglesia católica.
Peronismo y universidad
La dictadura de 1943 fue enfrentada por amplios sectores de clase media y alta, incluyendo las universidades. Profesores y alumnos participaron en manifestaciones exigiendo el regreso a la democracia. La elección de Perón, quien había sido parte de la dictadura, llevó a estos sectores universitarios a continuar su oposición. Tanto la dictadura como el gobierno de Perón respondieron despidiendo a muchos profesores y alumnos; hasta un tercio del cuerpo docente fue despedido o renunció, lo que llevó a una renovación del personal por razones políticas.
Historiadores antiperonistas señalan que esto generó una estructura de investigación y docencia paralela al sistema universitario, con la participación de los docentes marginados (como la Fundación Campomar, con su laboratorio dirigido por Luis Federico Leloir). Aunque la respuesta peronista lo identificaba como una reacción elitista, esta "Universidad en las sombras" se hizo cargo de la enseñanza superior tras el derrocamiento de Perón, cuando a su vez los docentes peronistas fueron expulsados.
En 1947, se sancionó la Ley 13.031, que estableció un nuevo régimen para las universidades nacionales. Fue la primera ley de educación del gobierno justicialista. Esta ley puso fin a la vigencia de la "Ley Avellaneda" de 1885. Los opositores acusaron al peronismo de sancionar la ley para imponer su control y vengarse de la participación estudiantil en las manifestaciones. Los peronistas, en cambio, la consideraban la culminación de la Reforma Universitaria.
Según el historiador Félix Luna, la ley establecía que las autoridades universitarias eran designadas por decreto, se suprimía la autonomía y se eliminaba la representación estudiantil. También se exigía un certificado policial de "buena conducta" para estudiar.
Dos años después, el 20 de junio de 1949, Perón estableció la gratuidad de la enseñanza universitaria y terciaria mediante el decreto 29.337. Esto aseguró el acceso del pueblo a la cultura y la educación superior, eliminando los aranceles y apoyando a los jóvenes estudiantes.
En 1954, se sancionó una nueva Ley, la 14.297, que incorporó otros postulados de la Reforma Universitaria, como la definición de la extensión y la participación directa de los estudiantes, dándoles derecho al voto.
En 1948, se creó la Universidad Obrera Nacional (UON) para formar "ingenieros de fábrica", con un perfil más práctico. Sus alumnos debían trabajar en su especialidad y cursaban una carrera de cinco años. La Universidad funcionó plenamente a partir de 1953, con sedes en varias ciudades. Tras el golpe de Estado de 1955, se transformó en la actual Universidad Tecnológica Nacional.
La matrícula universitaria se triplicó entre 1943 y 1955. En 1947, había 51.447 estudiantes; en 1955, casi 140.000. Aunque el número de graduados fue menor, la universidad cumplió, al menos parcialmente, su función en el ascenso social de la población que antes no tenía acceso a estudios universitarios.
Sin embargo, la mayoría de los estudiantes universitarios no se hicieron peronistas. Rechazaron la presión para formar parte del peronismo y, tras un tiempo de convivencia, volvieron a ser los opositores más activos. Tuvieron un papel central en los eventos que llevaron al derrocamiento de Perón en septiembre de 1955.
El Día del Maestro
El 11 de septiembre de 1943, la Primera Conferencia de Ministros y Directores de Educación de las Repúblicas Americanas decidió homenajear a Domingo Faustino Sarmiento como educador, declarando el 11 de septiembre como el Día del Maestro en todos los países hispanoamericanos. La resolución destacaba la gratitud y devoción hacia el maestro de escuela primaria por su dedicación y sacrificio.
Democracia excluyente y dictaduras
Golpe de 1955, universidades privadas y desarrollismo
Tras el golpe de Estado de 1955 que derrocó a Perón, las dictaduras expulsaron a profesores simpatizantes del peronismo de escuelas y universidades. Cientos de profesores fueron despedidos, renunciaron o se exiliaron. La Marcha de la Libertad, símbolo de la Revolución Libertadora, se impuso obligatoriamente en las escuelas.
Con la salida del peronismo, regresaron a la universidad todos los que habían sido expulsados o habían renunciado, lo que generó un espíritu de colaboración para la modernización de la enseñanza. Se crearon institutos de investigación y departamentos en la mayoría de las universidades. También se creó la Universidad Nacional del Sur en Bahía Blanca. Sin embargo, muchas de estas "fundaciones" eran simplemente cambios de nombre de lo que ya había creado el peronismo.
A mediados del siglo XX, el Ministro de Educación demócratacristiano Atilio Dell'Oro Maini permitió la creación de universidades privadas con capacidad para otorgar títulos académicos mediante un decreto-ley del 22 de diciembre de 1955. El 8 de junio de 1956, se creó la Universidad Católica de Córdoba, entre otras instituciones privadas.
Hubo un largo debate público sobre este decreto. La mayoría del ámbito universitario seguía apoyando la educación gratuita y laica, que llevaba 70 años de dominio en Argentina. Sin embargo, la Iglesia católica aumentó su poder para imponer sus intereses, especialmente dentro de la dictadura.
Implementación del imaginario pedagógico desarrollista
El nuevo presidente, Arturo Frondizi, de ideología desarrollista, consideraba clave la inversión extranjera para la explotación de petróleo. Para dividir a la oposición, anunció un decreto polémico: además de aprobar el Estatuto del Docente, autorizó a las universidades privadas a emitir títulos profesionales. Su intención era debilitar a la oposición a su política petrolera y ganarse el favor de la Iglesia católica y las Fuerzas Armadas.
En respuesta, surgió un fuerte movimiento laicista para oponerse a esta decisión, con discusiones y manifestaciones públicas. Parecía evidente que la medida favorecería casi exclusivamente a la educación religiosa católica. La Iglesia católica respondió con grandes movilizaciones a favor de la ley, en un conflicto conocido como "Laica o libre". El 28 de agosto de 1958, los siete rectores de las universidades nacionales pidieron al Poder Ejecutivo que no aprobara el decreto. El 15 de septiembre de 1958, hubo una gran concentración a favor de la "enseñanza libre", saludada por el presidente. Cuatro días después, otra concentración, convocada por la FUA y apoyada por partidos políticos y sindicatos, reunió a unas 250.000 personas en contra del proyecto.
Finalmente, el sector de radicales frondicistas, democristianos y nacionalistas católicos, liderado por Frondizi, logró la aprobación de esta reforma, que permitió otorgar personería jurídica a nuevas universidades, como la Universidad Católica Argentina en 1959. Frondizi esperó a febrero de 1959, cuando las escuelas estaban en receso, para reglamentar la ley y evitar nuevas movilizaciones.
A principios de los años sesenta, surgieron nuevas ideas en las aulas, como la educación problematizadora, influida por el educador brasileño Paulo Freire. Cientos de profesores que se habían exiliado durante la dictadura regresaron al país.
Interrupciones militares
En la Noche de los Bastones Largos (29 de julio de 1966), la Policía Federal detuvo a unos 400 profesores universitarios y destruyó laboratorios y bibliotecas para intentar evitar la politización de las universidades. Esto provocó la emigración de muchos de los mejores docentes. Con el mismo objetivo, el dictador Juan Carlos Onganía apoyó el Plan Taquini, que preveía la creación de trece nuevas universidades nacionales, lo que benefició a los estudiantes del interior del país. Sin embargo, el objetivo de despolitizar las universidades no se logró: los estudiantes fueron parte central de las "puebladas", grandes manifestaciones que causaron la renuncia de dos dictadores.
En 1974, durante un breve período democrático, se sancionó la ley 20.654, que dejaba la designación de profesores en manos de los Consejos Superiores, mientras que los salarios seguían siendo fijados por el Poder Ejecutivo Nacional.
En la Noche de los Lápices (16 de septiembre de 1976), varios estudiantes secundarios fueron torturados y asesinados por las fuerzas represivas.
Durante la Dictadura de 1976-1983, se llevó a cabo una censura sistemática, quemándose cientos de miles de libros. Por ejemplo, se quemaron 90.000 ejemplares de Eudeba.
El retorno a la democracia en 1983 permitió cambios y transformaciones que continúan en implementación y evaluación.
Restauración de la democracia y educación
Segundo Congreso Pedagógico Nacional de 1984
En 1984, el gobierno de Raúl Alfonsín convocó a un Congreso Pedagógico Nacional para abordar las deficiencias del sistema educativo y definir si la Educación Pública debía ser Estatal o no Estatal. Esto determinaría si los colegios privados seguirían recibiendo apoyo económico del Estado y si los padres podrían elegir el tipo de educación para sus hijos en escuelas privadas.
En Argentina, la discusión entre educación pública (estatal) y educación privada ha sido larga. Durante este Congreso, se enfrentaron dos enfoques.
Raúl Alfonsín confió la organización del congreso a su equipo educativo, encabezado por el ministro Carlos Alconada Aramburú y el diputado Adolfo Stubrin, ambos con enfoques estatistas (a favor de la educación estatal).
El enfoque estatista fue impulsado por radicales y comunistas. El enfoque no estatista, que finalmente triunfó, fue defendido por la Conferencia Episcopal Argentina, el Partido Demócrata Cristiano, el Partido Justicialista, la Unión del Centro Democrático, el Movimiento de Integración y Desarrollo y una gran movilización de padres de familia con hijos en colegios privados. Participaron 400.000 personas.
La asamblea nacional se realizó en Embalse de Río Tercero (Provincia de Córdoba) en marzo de 1988, y triunfó el enfoque no estatista. Desde entonces, el sistema educativo en Argentina es de Educación Pública (de Gestión Estatal o de Gestión Privada). El regreso a la Democracia también significó la actualización de los contenidos de los programas de estudio, muchos de los cuales databan de la última dictadura militar.
Década del 90: La reforma durante el gobierno de Carlos Saúl Menem (Ley 24.195)
A partir de los años noventa, bajo la presidencia de Carlos Saúl Menem, se inició una reforma educativa para mejorar la calidad de los alumnos, extendiendo el ciclo básico a 10 años y acercando las decisiones educativas a los ciudadanos. El nuevo modelo buscaba aumentar la competitividad de la población en el mercado laboral.
El 14 de abril de 1993, se sancionó la Ley Federal de Educación N.º 24.195. Esta reforma incluyó la descentralización de la educación, pasando muchos colegios del Estado nacional a las provincias. También reestructuró la enseñanza primaria, pasando de un ciclo de 7 años obligatorios a uno de 9 años llamado E.G.B. (Escuela General Básica), dividido en tres ciclos de tres años cada uno. Después del 9º año de la EGB3, se podía acceder al Nivel Polimodal, que ya no era obligatorio.
Como cada provincia decidía la estructura de sus planes de estudio, la movilidad de un estudiante de una provincia a otra se volvió complicada. Estas medidas fueron criticadas por docentes e intelectuales universitarios. El modelo educativo en esta etapa entró en una crisis socialmente percibida.
El programa de desregulación y privatización llevó a la descentralización de la escuela media argentina. A partir de 1992, la administración y financiación de las escuelas pasaron a ser responsabilidad provincial. Sin embargo, la coparticipación federal (distribución de fondos entre el gobierno nacional y las provincias) no aumentó de acuerdo con esta decisión.
Nuevo estatuto legal del sistema educativo
Durante la presidencia de Néstor Kirchner, en 2006, se sancionó la Ley de Educación Nacional N.º 26.206, que derogó la anterior Ley Federal de Educación. Esta reforma trajo importantes cambios. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 2011, el 99.0% de la población de 6 a 11 años asistía al nivel primario y el 96.5% de los jóvenes de 12 a 14 años asistía al nivel secundario.
Durante el período kirchnerista (2003-2015), se destacan las siguientes políticas y reformas:
- La Ley de Educación Nacional (Ley N.º 26.206), que reestructuró la primaria y la secundaria, y estableció que el presupuesto de educación no puede ser menor al 6% del PBI.
- El programa Más escuelas, para la construcción de escuelas en todo el país. Se construyeron 1830 escuelas y 9930 estaban en obra para 2015.
- La Ley de Educación Sexual Integral (Ley N.º 26.150), que creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral para coordinar su implementación en todo el país.
- Creación del Programa de Voluntariado Universitario, que financió más de 2000 proyectos hasta 2010, para integrar el conocimiento teórico y práctico de la Universidad Pública con las problemáticas del país.
- El programa Conectar Igualdad, creado en 2010, para reducir la brecha digital y fomentar la alfabetización digital, entregando una netbook a todos los estudiantes y docentes de escuelas públicas secundarias y de formación docente. Para 2013, se habían entregado 3 millones de computadoras y se construyeron 1428 aulas digitales.
- Creación del Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD) en 2007, que validó a todos los Institutos de Formación Docente no universitarios y garantizó la formación continua de los docentes.
- El Conicet financia a más de 16.000 científicos, frente a los 8.000 en 2003. Más de 55.000 estudiantes de educación superior reciben becas del Estado Nacional.
- Desde 2010, se aplica el Programa de Apoyo para el Desarrollo de la Infraestructura Universitaria.
El presupuesto para universidades nacionales pasó de $1.992 millones en 2003 a $13.258 millones en 2011. Desde 2003, se crearon 9 Universidades Nacionales, 6 en el Gran Buenos Aires y 3 en el resto del país.
Según el censo nacional de 2010, la tasa de analfabetismo es del 1.9%, la segunda más baja de Latinoamérica. En la última década, se crearon 9 nuevas universidades, y el egreso de estudiantes universitarios aumentó un 68%.
El estado de los establecimientos educativos se mantuvo precario en las últimas décadas, especialmente en el norte y sur de Argentina, donde muchas escuelas no están en condiciones adecuadas.
Macrismo
Durante los primeros años del gobierno de Mauricio Macri, se realizaron las pruebas Aprender para evaluar la educación. Los resultados mostraron desigualdades: a los alumnos del último año de secundaria les costaba resolver operaciones matemáticas, especialmente en escuelas estatales. En Lengua, el 46% de los alumnos estaban por debajo del nivel esperado.
En 2017, un informe de UNICEF indicó que más de la mitad de los jóvenes entre 10 y 18 años no terminan la escuela secundaria en Argentina.
A partir de estos datos, la administración de Macri creó “Secundaria 2030”, aprobado por unanimidad por el Consejo Federal de Educación. El objetivo es que cada provincia elabore un Plan Estratégico del Nivel Secundario para 2018-2025, alineado con las siguientes características:
- Trabajo por proyectos: Enfocado en seis capacidades: resolución de problemas, pensamiento crítico, "aprender a aprender", trabajo en equipo, comunicación y compromiso, junto con el desarrollo de competencias digitales.
- Otras formas de calificación: Reducir la cantidad de exámenes y considerar el progreso del alumno fuera de las evaluaciones tradicionales.
- Prácticas educativas en la comunidad: Los alumnos de los últimos años de bachillerato colaborarían en empresas u ONG para aplicar sus conocimientos.
- Docentes: Se buscará que los docentes trabajen en un máximo de dos escuelas.
- Formación docente: Capacitaciones continuas para el nuevo modelo de proyectos interdisciplinarios.
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«La República Argentina basa su porvenir en la educación de sus hijos». 25 de octubre de 1922. Así dice el pizarrón de la Escuela Nacional 28-64 de Cajón de Ginebra Grande (provincia del Chubut).