Historia de Portugal para niños
La historia de Portugal es la historia de una nación europea con orígenes en la Baja Edad Media. Portugal expandió sus territorios durante la Era de los Descubrimientos y construyó un gran imperio, convirtiéndose en una potencia mundial entre los siglos XV y XVI.
A finales del siglo XVI, Portugal empezó a perder su fuerza militar y naval tras la derrota en la Batalla de Alcazarquivir. Su flota fue integrada en la Armada Española. En 1755, un gran terremoto destruyó Lisboa, su capital. En el siglo XIX, el país sufrió las guerras napoleónicas y la posterior independencia de su colonia más grande, Brasil.
En 1910, un cambio de gobierno puso fin a la monarquía, pero la República no pudo resolver los desafíos internos, las tensiones y los enfrentamientos con la Iglesia. En 1926, un movimiento militar llevó a un gobierno autoritario que duró hasta 1974. En ese año, una revolución liderada por militares estableció la democracia. Al año siguiente, Portugal declaró la independencia de todas sus posesiones en África. Portugal es miembro fundador de la OTAN, la OCDE y la EFTA. En 1986, se unió a la CEE, que hoy es la Unión Europea.
Contenido
Orígenes del Nombre
El nombre de Portugal viene del nombre romano Portus Cale. Cale era un asentamiento antiguo en la desembocadura del Duero, un río que desemboca en el Océano Atlántico en el norte del país actual. Durante la segunda guerra púnica (a finales del siglo III a.C.), los romanos llegaron a la península ibérica para luchar contra los cartagineses. En ese conflicto, conquistaron la localidad de Cale (un puerto celta cerca de la actual Oporto) y la llamaron Portus Cale.
Durante la Edad Media, la región alrededor de Cale fue llamada Portucale por los Visigodos. Este nombre se transformó en Portugale entre los siglos VII y VIII. El término se usó para referirse a la región entre el Duero y el Miño, que se convirtió en la frontera entre Portugal y España.
Algunos historiadores creen que la palabra Cale viene del griego Kalles ("bonito"), refiriéndose a la belleza del valle del Duero, donde los griegos se establecieron. La palabra habría sido cambiada por los fenicios a Cale, y luego pasó a los romanos. Otros piensan que Cale viene de los pueblos Galaicos que vivían en la zona.
Portu viene de la palabra Porto, que es el nombre de la ciudad actual en ese lugar, Oporto. La ubicación de la antigua Cale es la actual Gaia (Vila Nova de Gaia), una ciudad al otro lado del río.
Tiempos Antiguos
Los primeros contactos con griegos y fenicios (a finales del segundo milenio a.C.) llevaron al surgimiento de pequeños puestos comerciales en la costa. La parte atlántica de la península tuvo menos contactos y está menos documentada que la parte mediterránea. En el primer milenio a.C., la península ibérica estaba habitada por pueblos que los historiadores llaman prerromanos. Los de la costa mediterránea y los valles del Ebro y Guadalquivir se llamaban Iberos, mientras que los del interior tenían influencia celta. En la zona del actual Portugal, las fuentes romanas mencionan a los Lusitanos, Galaicos o Gallaeci y los Conios.
Periodo Romano
La península ibérica fue un escenario importante de la segunda guerra púnica entre Cartago y el Imperio romano. Fue durante esta guerra cuando las tropas romanas llegaron por primera vez a la península. Después de que Roma conquistara Cartago, los cartagineses tuvieron que ceder la península a los romanos en el 206 a.C.
En el 197 a.C., los romanos crearon dos provincias en la península: la Hispania Citerior (Norte) y la Hispania Ulterior (Sur). Los pueblos celtas de la zona no se sometieron fácilmente. En el 197 a.C., comenzaron las guerras celtíberas entre los pueblos de Iberia y las tropas romanas. Después de un acuerdo de paz en el 179 a.C., los pueblos lusos se sometieron a la República Romana.
Sin embargo, los Lusitanos, otro pueblo celtíbero, se levantaron contra los romanos. En el 154 a.C., comenzó la Guerra Hispánica, un levantamiento de los pueblos celtíberos. Cuatro años después, los romanos vencieron al jefe lusitano. Viriato, uno de los pocos supervivientes, se convirtió en líder de los Lusitanos y continuó la lucha, siendo un héroe para su pueblo. Cuando fue asesinado en el 139 a.C., comenzó otra revuelta. Desde el 138 a.C., los romanos empezaron a fortificar la zona de la actual Lisboa. Julio César llegó a Lisboa en el 60 a.C. y puso fin a la última resistencia lusitana.
Roma mantuvo el control del territorio durante casi cuatro siglos. En el 27 a.C., bajo el gobierno de César Augusto, la península ibérica se dividió en tres provincias: Bética, Hispania Citerior o Tarraconense y Lusitania (con capital en Emérita Augusta, la actual Mérida). La provincia de Lusitania incluía la mayor parte del actual territorio portugués al sur del Duero. Más tarde, Diocleciano dividió la Tarraconense, creando la Hispania Cartaginense y Callaecia o Gallaecia, que incluía los territorios del actual Portugal al norte del Duero.
Los celtíberos eran paganos. En el siglo IV, comenzó la cristianización de todos los territorios, creándose cuatro diócesis ( Braga, Ossónoba, Évora y Lisboa), siendo Braga la más antigua.
Edad Media
Invasiones de Pueblos Antiguos
En el año 409, pueblos llamados bárbaros, como los suevos, alanos y vándalos, se asentaron en Hispania. En el 411, estos pueblos se dividieron el territorio. Al mismo tiempo, los visigodos entraron en la península ibérica al servicio del Imperio romano para someter a los invasores.
De todos estos pueblos, los suevos y los visigodos tuvieron una presencia más duradera en el territorio del actual Portugal. Los suevos establecieron su capital en Braga y expandieron su territorio hacia Galicia y Lusitania. En el 585, el rey visigodo Leovigildo tomó Braga y anexó el Reino Suevo. Desde entonces, toda la península estuvo bajo el reinado godo hasta la invasión musulmana en el 711.
Los pueblos antiguos eran menos numerosos que la población hispanorromana. Al principio, se mantuvieron separados, pero luego buscaron la integración con la población local, incluyendo la conversión religiosa y la unificación de leyes, lo que llevó a una mezcla de culturas. Las ciudades sufrieron un gran declive, y la vida y la economía se volvieron más rurales.
La Época Musulmana
En el 711, la península ibérica fue ocupada por tropas del Califato de Damasco. En los primeros dos siglos, el Califato de Damasco luchó por mantener el control de toda la Península. Después de las primeras victorias cristianas, la antigua provincia del imperio Omeya se independizó y se convirtió en el emirato de Al-Ándalus, y más tarde fue controlada por el Califato de Córdoba. En el 712, cayó Toledo, la capital visigoda. Desde entonces, avanzaron hacia el norte, y todas las ciudades se rindieron. En el 716, controlaban toda la península, aunque el control en el norte era más simbólico que militar.
En el año 718, en Asturias, ocurrió la primera revuelta, liderada por un noble visigodo llamado Don Pelayo. En el 722, tuvo lugar la Batalla de Covadonga, donde Pelayo venció y fundó el reino de Asturias. Los siglos VIII y IX vieron un creciente poder musulmán, a pesar de los pequeños reinos cristianos en el norte. En el siglo X, Abderramán III convirtió Al-Andalus en un califato independiente.
La Reconquista terminó con la Conquista de Granada por parte de los Reyes Católicos en 1492. En esa época, el reino portugués ya existía como nación independiente y se dedicaba a los descubrimientos marítimos.
El Nacimiento de Portugal
La Reconquista de los territorios cristianos en el norte fue un proceso lento que dio origen a pequeños reinos que crecieron a medida que avanzaba la Reconquista. El primero, el Reino de Asturias, se convirtió en el Reino de León con Alfonso III el Magno de León en el año 901.
Más tarde, Alfonso VI de León entregó el Condado Portucalense a su yerno Enrique de Borgoña como recompensa. De este condado, que pertenecía al Reino de León pero tenía mucha autonomía, surgiría el Reino de Portugal. Enrique trabajó para lograr la autonomía completa de su condado. Tras su muerte en 1112, su viuda, Teresa de León, lo sucedió como regente durante la minoría de edad de Afonso Henriques. Teresa también buscó fortalecer el condado y lograr su independencia.
En 1128, tuvo lugar la Batalla de San Mamede en Guimarães, donde Teresa fue derrotada y expulsada. Afonso Henriques aprovechó la oportunidad para declarar el condado como principado independiente. Continuó luchando contra las tropas de Alfonso VII de León y Castilla y contra el Imperio Almorávide. En 1139, Afonso Henriques obtuvo una importante victoria en la Batalla de Ourique, y fue aclamado como rey por los líderes portugueses.
En 1139, nació oficialmente el Reino de Portugal y su primera dinastía, con Alfonso I de Portugal como rey. En 1143, el rey de León reconoció la Independencia de Portugal en el Tratado de Zamora.
Las Dinastías de Borgoña y Avís
Enrique de Borgoña fundó la primera casa real portuguesa, la Casa de Borgoña, que gobernó hasta 1383. Fernando I fue el último rey de esta familia. La caída de esta dinastía se debió a las luchas contra los reinos vecinos de León y Castilla, y a las revueltas durante el reinado de Dionisio I.
Una vez terminada la parte portuguesa de la Reconquista en 1249, la independencia estuvo en peligro por la presencia de Castilla. Esto llevó a una crisis entre 1383 y 1385 por la sucesión del rey Fernando I. La independencia se aseguró en la batalla de Aljubarrota, donde el ejército castellano fue derrotado y Juan I fue aclamado rey. Juan I, hermano de Fernando I pero hijo ilegítimo de Pedro I, inició la segunda dinastía, la de Avís. Bajo la dinastía Avís, Portugal hizo grandes avances en la navegación y comenzó los descubrimientos en ultramar, creando un imperio comercial en África, Asia y América.
Edad Moderna
Los Grandes Descubrimientos
A principios del siglo XV, Portugal realizó campañas fuera de su territorio, conquistando lugares en África como Ceuta y Tánger. Debido a la riqueza que estas nuevas adquisiciones trajeron, los portugueses decidieron continuar con las expediciones marítimas para descubrir más territorios con los que comerciar. El objetivo inicial era difundir el cristianismo, pero pronto se centró en el interés por los descubrimientos y el espíritu aventurero.
Portugal envió varias expediciones a lo largo de la costa africana, descubriendo Madeira, São Tomé e Príncipe, Cabo Verde, Angola y Guinea. Luego, Juan II inició un proyecto para convertir a Portugal en una potencia internacional: el descubrimiento de la ruta marítima a la India. Este proyecto tuvo éxito, y fue Vasco da Gama, en tiempos de Manuel I, quien descubrió el Océano Índico y expandió la presencia portuguesa por toda la costa africana oriental hasta la India.
Mientras tanto, desde Castilla llegaron noticias de que Cristóbal Colón había descubierto tierras hacia el oeste, que más tarde se llamarían las Indias Occidentales. En diciembre de 1498, una flota portuguesa bajo el mando de Duarte Pacheco Pereira llegó a la costa brasileña. La llegada de los portugueses al continente sudamericano se mantuvo en secreto para evitar que los españoles conocieran sus planes. Con colonias establecidas en varios puntos del mundo, Portugal se convirtió rápidamente en un importante centro comercial, y junto con España, la península ibérica se convirtió en la mayor potencia mundial de la época.
El Imperio Portugués
El Imperio portugués fue el primer y más duradero de los imperios coloniales (1415-1999) desde la Era de los Descubrimientos. Después de explorar la costa africana, se buscaron rutas alternativas para el comercio de especias. Portugal estableció colonias en todo el mundo, desde Brasil hasta Asia, expandiendo su lengua y costumbres, y trayendo grandes riquezas a la metrópolis. Excepto Brasil, donde muchos portugueses emigraron, la mayoría de las colonias portuguesas eran factorías costeras fortificadas que centralizaban el comercio local y lo conectaban con el comercio transoceánico.
Después del siglo XVI, Portugal fue perdiendo sus riquezas. Al formar parte de la Monarquía española de la Casa de Austria desde 1580 hasta 1640, muchas colonias portuguesas fueron atacadas por enemigos de España como Holanda e Inglaterra.
La Unión con España
La muerte del rey Sebastián I de Portugal sin herederos en la batalla de Alcazarquivir, llevó a una gran crisis por la sucesión al trono. Después de la muerte del rey Sebastián, las Cortes portuguesas reconocieron como rey a Enrique el Cardenal. A su muerte en 1580, el Consejo de gobernadores del Reino de Portugal asumió la regencia.
La Corona portuguesa fue disputada por varios descendientes de la Dinastía de Avís, incluyendo a Felipe II de España. Antonio, otro pretendiente, se proclamó rey de Portugal en Santarem en julio de 1580. Un mes después, las tropas castellanas lo derrotaron en la batalla de Alcántara, y Felipe II se convirtió en el nuevo rey de Portugal (como Felipe I) en abril de 1581.
Así, Portugal pasó a formar parte de la Monarquía Hispánica (1580-1640) en una unión dinástica. Esta unión no significó grandes cambios, ya que los reinos de Felipe II mantenían sus propias leyes e instituciones. Con esta unión, bajo Felipe II se mantuvo el mayor imperio colonial de la historia, uniendo las vastas posesiones españolas con las importantes plazas portuguesas en Brasil, África y Asia.
Los reinados de Felipe I y Felipe II de Portugal fueron pacíficos, con poca interferencia castellana en los asuntos de Portugal. Sin embargo, a partir de 1630, durante el reinado de Felipe III de Portugal, hubo más intervención castellana y creciente descontento. Las numerosas guerras en las que España estaba involucrada, como contra las Provincias Unidas e Inglaterra, costaron vidas portuguesas y oportunidades comerciales.
En 1640, la intención del Conde-Duque de Olivares de usar tropas portuguesas contra los catalanes, que se habían declarado súbditos del rey de Francia, fue el detonante. El cardenal Richelieu apoyó a los portugueses para que se levantaran contra los españoles. El 1 de diciembre de 1640, los líderes portugueses llevaron a cabo una conspiración nacionalista. Juan IV, duque de Braganza, fue aclamado rey. Esto inició la Guerra de Restauración portuguesa, que duró hasta la firma del Tratado de Lisboa en 1668, por el cual España reconoció la soberanía de Portugal.
La Recuperación de la Independencia
Entre 1634 y 1637, hubo levantamientos en Évora. En 1640, una revuelta en Cataluña llevó al conde-duque de Olivares a planear el envío de tropas portuguesas. Francia, enemiga de los Austrias, vio una oportunidad para debilitar a España. El cardenal Richelieu apoyó a los portugueses y al duque de Braganza para que se levantaran. Las fuerzas portuguesas sublevadas derrotaron a las debilitadas fuerzas españolas, y Juan IV fue proclamado rey.
Con Juan IV, la Dinastía de Braganza subió al trono portugués. España reaccionó años después, ya que estaba inmersa en la Guerra de los treinta años en Alemania y en guerra con Francia, además de otras sublevaciones. Portugal renovó su alianza con Inglaterra. Juan IV logró reconquistar territorios del Imperio portugués, expulsando a los holandeses de Luanda, Santo Tomé y Príncipe y Brasil. Debido a la pérdida de las colonias orientales, el oro, azúcar y diamantes de Brasil se convirtieron en la principal fuente de ingresos. Juan IV reforzó la administración del Estado, y Portugal volvió a ser una potencia mundial respetada en Europa.
En 1656, murió Juan IV. Su hijo mayor, Alfonso VI, ascendió al trono. En 1659, terminada la guerra con Francia, España atacó a Portugal para devolver el trono a los Austrias (Guerra de Restauración portuguesa). En 1665, murió Felipe IV de España, el último monarca de la Casa de Austria que había tenido el título de rey de Portugal. Los españoles, con sus fuerzas militares debilitadas, se vieron obligados a firmar la Paz de Lisboa, reconociendo la independencia de Portugal.
Alfonso VI perdió influencia sobre su hermano menor, el infante Pedro II. En 1667, Pedro obligó al rey a firmar un documento que aseguraba el gobierno. Las cortes rechazaron al rey en 1668 y aclamaron a Pedro como regente. Alfonso VI vivió como prisionero hasta su muerte en 1683. Después de su muerte, el príncipe regente se convirtió en Pedro II de Portugal.
El Absolutismo y el Terremoto de Lisboa
El final del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII estuvieron marcados por el auge de la explotación minera en Brasil, donde se descubrieron oro y piedras preciosas. El rey Don João V se convirtió en uno de los monarcas más ricos de Europa.
Durante el reinado de su sucesor Don José I, ocurrió el Terremoto de Lisboa el 1 de noviembre de 1755, que destruyó casi toda la ciudad y fue un golpe para el imperio. Su rápida reconstrucción, bajo la dirección del marqués de Pombal, inició un período de modernización y europeización con profundas reformas en la administración, la economía y la educación, buscando una monarquía con más poder real.
El intento de asesinato del rey fue aprovechado por el marqués de Pombal para castigar a las familias que se oponían a sus cambios y a la Compañía de Jesús, que fue expulsada de Portugal. En 1779, murió el rey, y María I de Portugal y su marido Pedro III subieron al trono, destituyendo al marqués de Pombal.
El imperio decayó poco a poco, a pesar de que Portugal se unió al Bloqueo Continental junto a Inglaterra. El declive continuó durante las guerras Napoleónicas, la ocupación de la península ibérica, la huida de la familia real a Río de Janeiro, y la pérdida de su colonia brasileña en 1822.
Edad Contemporánea
El Siglo XIX y sus Cambios
En 1807, Portugal rechazó la demanda de Napoleón Bonaparte de unirse al Bloqueo Continental contra el Reino Unido. Esto llevó a la invasión francesa del país, y la capital fue tomada el 1 de diciembre de 1807. La intervención de las tropas británicas en la Guerra de la Independencia ayudó a Portugal a recuperar su autonomía. Las últimas tropas francesas fueron expulsadas en 1812. La guerra le costó a Portugal la pérdida de la provincia de Olivenza a España. La huida de la familia real a Brasil hizo que Río de Janeiro fuera la capital de Portugal entre 1808 y 1821. En 1820, se creó una constitución debido a las revueltas en Oporto y Lisboa. Cuando Brasil se independizó en 1822, Lisboa recuperó su estatus de capital.
La muerte de Juan VI en 1826 provocó una crisis por la sucesión. Su hijo mayor, Pedro I de Brasil, se convirtió en Pedro IV de Portugal, pero ni portugueses ni brasileños querían una monarquía unificada. Pedro abdicó la corona portuguesa en su hija María da Glória, con la condición de que se casara con su hermano Miguel cuando fuera mayor. El descontento por las reformas constitucionales de Pedro llevó a la nobleza y la Iglesia a proclamar a Miguel como rey en 1828. Esto inició las Guerras Liberales, en las que Pedro, con ayuda inglesa, obligó a Miguel a abdicar y exiliarse en 1834, colocando a su hija María II en el trono.
La Guerra Peninsular
Con el ascenso de Napoleón Bonaparte, Francia buscó la hegemonía en Europa y debilitar a Gran Bretaña. Napoleón exigió a los Estados europeos unirse al Bloqueo Continental. Portugal, debido a su alianza con Inglaterra, se negó. Así, Napoleón, con la ayuda militar de España, invadió Portugal en 1807, obligando a la casa real portuguesa a huir a Brasil. La ayuda de los ingleses fue clave para expulsar a los invasores.
La Revolución Liberal de 1820
A principios del siglo XIX, Portugal vivía una crisis por la huida de la familia real a Brasil, las consecuencias de las invasiones napoleónicas, el dominio inglés y la apertura de los puertos brasileños al comercio mundial, que afectó a muchos comerciantes portugueses. Al mismo tiempo, las ideas liberales crecían en pequeños grupos de la clase media.
El 24 de agosto de 1820, estalló una revolución en Oporto con el objetivo de convocar cortes para crear una Constitución. Esta revolución no encontró oposición. Lisboa también se unió, creando una Junta Provisional para organizar elecciones. Los diputados electos, de todos los territorios portugueses, formaron las primeras cortes constituyentes.
El rey Juan VI fue llamado a regresar a Portugal. Antes de volver, nombró a su hijo, Pedro, regente de Brasil, lo que no gustó a las cortes. Las cortes ordenaron a Pedro regresar a Europa. Estas actitudes generaron descontento entre los diputados brasileños, que regresaron a Brasil. El 7 de septiembre de 1822, Pedro recibió otro mensaje de las cortes que rompió, exclamando: "¡Independencia o muerte!". Este acto, conocido como el Grito de Ipiranga, marcó la fecha de la independencia de Brasil.
En el mismo año, las cortes aprobaron la Constitución. Inspirada en la Constitución Francesa de 1791, establecía la división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), limitaba el poder del rey y daba al gobierno y a las cortes el poder legislativo.
Las Guerras Liberales
Con la muerte de Juan VI, surgió un problema de sucesión. Pedro IV se vio obligado a abdicar el trono portugués en su hija María II para mantener el trono brasileño. Mientras tanto, el hermano de Pedro IV, Miguel I, que estaba exiliado, fue nombrado regente y se preparó su matrimonio con su sobrina María II. En su intento de imponer un régimen absolutista frente al régimen constitucional de María II, comenzaron seis años de conflictos armados con la intervención de otras potencias europeas. Las derrotas de Miguel lo obligaron a desistir, firmando el Compromiso de Evoramonte y permitiendo la restauración de la Constitución portuguesa de 1826 y el regreso de María II al trono.
El Liberalismo
Después de la derrota de los absolutistas, la política portuguesa del siglo XIX estuvo marcada por las ideas liberales, aunque no se logró la tranquilidad. Los liberales eran un grupo diverso que se había unido contra los absolutistas, pero tenían muchas diferencias. Por ello, se dividieron en moderados y progresistas. El primer desacuerdo fue la nueva constitución. Los progresistas, llamados septembristas, querían la Constitución de 1821, mientras que los moderados, llamados cartistas, querían la Constitución de 1826. La reina María II, que apoyaba a los Cartistas, entregó el poder a Costa Cabral, nombrándolo ministro de justicia. Costa Cabral gobernó de forma autoritaria, lo que causó descontento y llevó a un conflicto interno. La reina tuvo que destituirlo y llamar al gobierno al partido progresista.
Los Últimos Reyes Portugueses: Casa Sajonia-Coburgo-Gotha
En 1853, murió María II al dar a luz a su undécimo hijo. Con su reinado, terminó la Casa de Braganza en Portugal. La reina se había casado en 1836 con Fernando II de la Casa Sajonia-Coburgo-Gotha. A través de este matrimonio, la casa alemana comenzó a reinar en Portugal.
El sucesor de María II fue su hijo Pedro V. Como era menor de edad, su padre Fernando II asumió la regencia. En 1855, Pedro V alcanzó la mayoría de edad y tomó las riendas del reino. Se inició un largo período de estabilidad, en el que Portugal fue un modelo de monarquía constitucional, respetando los derechos individuales y con libertad de prensa.
Los partidos liberales acordaron impulsar el desarrollo de ferrocarriles, comercio e industria. Sin embargo, a pesar de la paz social, la industrialización y la modernización de la agricultura, así como la alfabetización, fueron más lentas en Portugal que en otros países de Europa occidental.
Después de una crisis política entre 1868 y 1872, el sistema político recuperó la estabilidad. Se estableció un modelo de alternancia de partidos, llamado rotativismo, donde los dos principales partidos, el Partido Regenerador (conservador) y el Partido Histórico (progresista), se turnaban en el poder. En la década de 1880, se amplió el derecho al voto a todos los jefes de familia. Sin embargo, la mayor parte de la población, rural y sin educación, vivía ajena a la política, lo que permitía el control del sistema por parte de líderes locales.
En 1890, hubo una crisis colonial en África, seguida de campañas militares para ocupar efectivamente el territorio que Portugal reclamaba como colonias. Estas campañas crearon un nuevo grupo de oficiales que serían importantes en la historia portuguesa. Mientras tanto, los movimientos republicanos ganaban apoyo. En 1908, el rey Carlos I y su príncipe heredero fueron asesinados en Lisboa. El nuevo rey, Manuel II, no pudo mejorar la imagen de la monarquía ni frenar el avance del movimiento republicano. En 1910, se proclamó la república, y el monarca se exilió en el Reino Unido.
La Primera República
Tras un cambio de gobierno en Lisboa, la Monarquía fue reemplazada por una República parlamentaria, que duró de 1910 a 1926. Los republicanos eran una minoría urbana en un país rural, y limitaron el derecho al voto a los hombres que sabían leer y escribir. Fue un período de gran inestabilidad política. En dieciséis años, hubo nueve presidentes y 45 gobiernos. El parlamento era el centro del sistema político y elegía al presidente, que tenía poco poder. El sistema de partidos estaba fragmentado, y los gobiernos no tenían suficiente apoyo parlamentario.
Portugal participó en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). La movilización militar y el colapso del comercio marítimo causaron muchos problemas sociales, como la inflación y la escasez. El movimiento obrero, con fuerte presencia de grupos de trabajadores, no se sentía representado por la República y fue muy activo, con muchas huelgas contra la carestía. El cambio de gobierno de Sidónio Pais en 1917 buscó crear una república presidencialista e integrar a monárquicos y católicos, pero tras su asesinato un año después y un pequeño conflicto interno en enero-febrero de 1919, se restauró la constitución de 1911. El sistema duró ocho años más, pero enfrentó numerosos problemas sociales y levantamientos, hasta que un movimiento militar en 1926 impuso un gobierno autoritario.
El Estado Nuevo
El movimiento militar de 1926 puso fin a la Primera República Portuguesa e inició un gobierno autoritario presidido por el general Carmona. A mediados de 1928, la situación financiera del país se convirtió en la principal preocupación. Ese año, Carmona nombró ministro de finanzas a António de Oliveira Salazar, un profesor de economía. Salazar ganó influencia y fue nombrado primer ministro en 1932. A partir de entonces, lideró la creación del Estado Novo, también conocido como salazarismo.
Su pensamiento político se oponía al Comunismo y a las ideas de liberalismo político y económico. Era profundamente conservador y nacionalista, centrándose en el medio rural. En 1932, Salazar se convirtió en presidente del Consejo de Ministros. Se empezaron a formar las estructuras del nuevo régimen, caracterizado por un solo partido (la Unión Nacional), un sistema económico con mucha intervención del Estado y la oposición al parlamento.
En 1933, entró en vigor una nueva Constitución. Aunque admitía una Asamblea Nacional y una Cámara Corporativa, en la práctica, el poder se concentró en Salazar. Los antiguos partidos políticos desaparecieron, excepto el clandestino Partido Comunista Portugués, cuyos líderes fueron perseguidos por la policía secreta. La censura se consolidó y se prohibieron las huelgas. En 1936, el régimen creó la Legión Portuguesa, una milicia, y la Mocidade Portuguesa para educar a la juventud en las ideas del régimen.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Portugal se mantuvo neutral, beneficiándose de la venta de tungsteno para material de guerra. En 1949, el país ingresó en la Organización del Tratado del Atlántico Norte y en 1955 en las Naciones Unidas. En los años sesenta, Portugal tuvo una alta tasa de emigración, principalmente a Francia y Alemania occidental, en busca de mejores condiciones de vida. El 19 de diciembre de 1961, las tropas de la India invadieron las colonias portuguesas de Goa, Damán y Diu. Ese mismo año, estalló el conflicto por la independencia de Angola.
El Conflicto Colonial
En el contexto de la posguerra, con los principios de autodeterminación e independencia, las colonias de todo el mundo se levantaron contra las metrópolis. Las posesiones portuguesas, llamadas provincias ultramarinas, no fueron una excepción. Entre 1961 y 1964, hubo protestas violentas contra las fuerzas portuguesas exigiendo la liberación de los pueblos. Primero en Angola, luego en Guinea-Bisáu, Cabo Verde y en 1964 en Mozambique. Esto dio inicio a varios conflictos, a los que los historiadores portugueses se refieren como guerras ultramarinas y los historiadores locales como guerras de liberación. La dificultad de mantener un conflicto en tres frentes diferentes y el contexto político del gobierno autoritario, llevaron a que el pueblo se levantara contra el gobierno en un movimiento militar llamado Revolución de los Claveles, que liberó al país del régimen y estableció la democracia.
La Revolución de los Claveles
En una conspiración militar, un grupo de capitanes del ejército portugués logró un cambio de gobierno, que, al no ser violento, se llamó Revolución de los Claveles. Ocurrió el 25 de abril de 1974. Los líderes del movimiento, llamados Capitanes de Abril, establecieron como prioridades el fin de la policía secreta (PIDE), el restablecimiento de la libertad de expresión y pensamiento, el reconocimiento de los partidos políticos y la negociación con los movimientos independentistas de las colonias.
El poder fue asumido por la Junta de Salvación Nacional, formada por militares. Este órgano fue reemplazado por el Consejo de la Revolución, que estuvo vigente entre 1975 y 1982. António de Spínola fue nombrado presidente de la República, y se designó el primer gobierno provisional, presidido por Adelino da Palma Carlos. Se inició un período muy activo conocido como el Proceso Revolucionario en Curso.
El 11 de marzo de 1975, el país vivió la amenaza de un movimiento de derecha liderado por militares cercanos a Spínola. Ese mismo día, el gobierno provisional impulsó medidas socialistas en la economía, nacionalizando la banca y los seguros.
El 25 de abril de 1975, un año después de la revolución, se celebraron las primeras elecciones democráticas para elegir una Asamblea Constituyente que crearía una Constitución democrática. La nueva constitución fue promulgada el 2 de abril de 1976 y sigue vigente, aunque ha sido revisada varias veces.
La Tercera República
La primera fase después de la revolución fue la unión de una corriente conservadora de militares alrededor de António de Spínola y una corriente socialista alrededor del primer ministro Vasco Gonçalves. Una vez establecida la corriente socialista, comenzaron las nacionalizaciones y la reforma agraria. La Constitución de 1976 definía el camino hacia el socialismo para el Estado.
En las primeras elecciones presidenciales después de la Constitución de 1976, se sentaron las bases para crear un modelo de Estado parlamentario similar al de Europa occidental. El representante del Partido Socialista, Mário Soares, acercó el país a la Comunidad Europea, y Portugal ingresó en 1986, junto con España.
En 1979, un grupo político de centro-derecha ganó las elecciones parlamentarias por primera vez desde la Revolución de los Claveles. El gobierno acordó con la oposición socialista una reforma constitucional. La nueva Constitución, que entró en vigor en 1982, eliminó algunas instituciones surgidas tras la Revolución y creó un Tribunal Constitucional. En 1985, Aníbal Cavaco Silva se convirtió en primer ministro por el Partido Social Demócrata (conservador). Se mantuvo en el poder hasta 1995, impulsando una política económica liberal y privatizando las empresas que se habían nacionalizado. Desde 1995 hasta 2002, el gobierno estuvo en manos del socialista António Guterres. Macao, la última colonia en Asia, fue devuelta a China el 20 de diciembre de 1999.
En las elecciones parlamentarias del 17 de marzo de 2002, la derecha portuguesa volvió a obtener la mayoría de los votos. José Manuel Durão Barroso formó una coalición. Los socialistas mantuvieron la Presidencia de la República con Jorge Sampaio.
En 2004, Barroso fue nombrado presidente de la Comisión Europea. Su sucesor como primer ministro, Pedro Santana Lopes, gobernó por poco tiempo. En febrero de 2005, el Partido Socialista logró por primera vez una mayoría absoluta, y José Sócrates fue nombrado primer ministro.
El 22 de enero de 2006, los votantes portugueses eligieron a Aníbal Cavaco Silva como nuevo presidente de la República, obteniendo la mayoría absoluta en la primera vuelta.
Galería de imágenes
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Imperio Romano, siglo III.
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La provincia romana de la Lusitania, al suroeste de la península ibérica.
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La batalla de Aljubarrota dio pie a la fundación de la Dinastía de Avís.
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La Salida de Vasco da Gama hacia la India (1497).
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El conde-duque de Olivares a caballo, retrato de Diego Velázquez, 1634, Museo del Prado, Madrid.
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Huida del príncipe regente y del resto de la familia real portuguesa a Brasil.
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Fernando II, de la familia noble alemana Sajonia-Coburgo-Gotha.
Véase también
En inglés: History of Portugal Facts for Kids
- Historia de Portugal, por épocas:
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