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Reinado de Isabel II de España para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Reino de las Españas
Período histórico
1833-1868
Flag of Spain (1785-1873 and 1875-1931).svg
Escudo de armas de Carlos III de España Toisón y Gran Cruz 2.svg

Lema: Plus Ultra
(en latín: ‘Más allá’)
Himno: Marcha Real o Granadera
Posesiones españolas alrededor del mundo entre 1821 y 1868.
Capital Madrid
Entidad Período histórico
Idioma oficial Español
Religión Catolicismo
Moneda Real de a 8
Período histórico Siglo XIX
 • 1833 Muerte de Fernando VII
 • 1833-1839 Primera guerra carlista
 • 1837 Constitución de 1837
 • 1840-1843 Regencia de Espartero
 • 1845 Constitución de 1845
 • 1854 Revolución de 1854
 • 1854-1856 Bienio Progresista
 • 1859-1860 Guerra de África
 • 1868 Revolución de 1868
Forma de gobierno Monarquía constitucional
Reina
Isabel II
Presidente del Consejo de Ministros
• 1834-1835
• 1868

Francisco Martínez de la Rosa
José Gutiérrez de la Concha
Legislatura Cortes Generales
 • Cámara alta Senado
 • Cámara baja Congreso
Precedido por
Sucedido por
Reinado de Fernando VII de España (1833)
Primera República dominicana (1861)
(1868) Gobierno Provisional de 1868-1871
(1865) Segunda República dominicana

El reinado de Isabel II fue un periodo importante en la historia de España, que duró desde 1833 hasta 1868. Comenzó cuando su padre, el rey Fernando VII, falleció. Terminó con una revolución que llevó a la reina al exilio.

El reinado de Isabel II se divide en dos grandes partes:

Durante todo este tiempo, España se transformó en un Estado liberal, un sistema político donde los ciudadanos tienen más derechos y el poder del gobierno está limitado por una Constitución.

Cuando Fernando VII murió en 1833, su esposa, María Cristina, se convirtió en regente. Ella contó con el apoyo de los liberales. Sin embargo, el hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón, también quería el trono. Esto llevó a la Primera Guerra Carlista, un conflicto importante en el país.

Después de la regencia de María Cristina y la de Espartero, Isabel II fue proclamada reina a los trece años en 1843. Su reinado efectivo se suele dividir en cuatro etapas:

El reinado de Isabel II buscó modernizar España. Sin embargo, hubo muchos desafíos. Los liberales tenían sus propias diferencias, y los que apoyaban el absolutismo (un sistema donde el rey tiene todo el poder) seguían presionando. Además, los militares tuvieron mucha influencia en el gobierno. Al final, los problemas económicos y la debilidad de los partidos políticos llevaron a una nueva etapa en la historia de España, el Sexenio Democrático. La propia reina Isabel II, sin mucha experiencia en gobernar y bajo la influencia de su madre y de generales importantes como Narváez, Espartero y O'Donnell, no logró que España avanzara tan rápido como otros países europeos.

Las Regencias de María Cristina y de Espartero

Archivo:María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, reina de España
María Cristina de Borbón-Dos Sicilias.

La Regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840) estuvo marcada por la guerra civil. Este conflicto surgió por la disputa sobre quién debía heredar el trono: si la futura Isabel II (apoyada por los "isabelinos" o "cristinos") o su tío Carlos María Isidro de Borbón (apoyado por los "carlistas").

El primer presidente del gobierno fue Francisco Cea Bermúdez, quien era cercano a las ideas del difunto Fernando VII. Como no hubo muchos cambios liberales, Martínez de la Rosa lo reemplazó. Él convenció a la regente de aprobar el Estatuto Real de 1834. Este documento era una especie de ley fundamental, pero no reconocía que el poder residía en el pueblo, lo que era un paso atrás comparado con la Constitución de Cádiz de 1812.

El fracaso de los liberales conservadores, llamados "moderados", llevó al poder a los "liberales progresistas" en 1835. Una figura clave de este tiempo fue Juan Álvarez Mendizábal. Él impulsó reformas económicas y políticas, como la desamortización. Esta medida puso a la venta propiedades de la Iglesia católica, buscando mejorar la economía del país. Durante el gobierno de José María Calatrava, con Mendizábal como ministro de Hacienda, se aprobó la Constitución de 1837. Esta constitución intentó combinar ideas de la Constitución de Cádiz y buscar un acuerdo entre moderados y progresistas.

Archivo:Baldomero Espartero
Baldomero Espartero.

La Primera Guerra Carlista causó muchos problemas económicos y políticos. La lucha contra el ejército carlista, liderado por Tomás de Zumalacárregui, hizo que la regente confiara mucho en los militares. Entre ellos destacó el general Baldomero Espartero, quien logró la victoria final en el Abrazo de Vergara.

En 1840, María Cristina intentó llegar a un acuerdo con Espartero, pero él apoyó a los progresistas cuando hubo una revolución en Madrid. María Cristina tuvo que dejar España y Espartero asumió la Regencia el 12 de octubre de 1840.

Durante la Regencia de Espartero (1841-1843), el general no supo gobernar con el espíritu liberal que lo había llevado al poder. Prefirió confiar en militares cercanos a él, lo que llevó a acusaciones de que gobernaba como un dictador.

Los conservadores, liderados por Leopoldo O'Donnell y Narváez, no dejaron de intentar cambiar el gobierno. En 1843, la situación política empeoró, y hasta los liberales que habían apoyado a Espartero conspiraron contra él. El 11 de junio de 1843, una sublevación de los moderados, apoyada por algunos de los hombres de confianza de Espartero, lo obligó a dejar el poder y exiliarse en Londres.

El Reinado Efectivo de Isabel II

Archivo:Portrait of Isabella II of Spain
Isabel II.

Cuando Espartero cayó, los políticos y militares decidieron que no debía haber otra regencia. Aunque Isabel solo tenía doce años, la proclamaron mayor de edad. Así comenzó el reinado efectivo de Isabel II (1843-1868), un periodo complejo con muchos cambios que influyeron en la política española durante el resto del siglo XIX.

Proclamación de la Mayoría de Edad y el "Incidente Olózaga"

La salida del regente Espartero dejó un vacío de poder. Joaquín María López, un progresista, fue nombrado jefe de gobierno. Para controlar el Senado, donde los partidarios de Espartero eran mayoría, lo disolvió y convocó nuevas elecciones. También nombró a los miembros del Ayuntamiento y la Diputación de Madrid, lo que iba en contra de la Constitución de 1837.

En septiembre de 1843, se celebraron elecciones. Los moderados obtuvieron más escaños que los progresistas. Las Cortes decidieron que Isabel II sería declarada mayor de edad al cumplir los 13 años. El 10 de noviembre de 1843, juró la Constitución. Luego, el gobierno de José María López dimitió. La reina encargó a Salustiano de Olózaga, líder de los progresistas "templados", formar un nuevo gobierno.

El gobierno de Olózaga enfrentó dificultades. Su candidato para presidir el Congreso de Diputados fue derrotado. Cuando intentó aprobar una ley sobre los Ayuntamientos, Olózaga pidió a la reina que disolviera las Cortes para convocar nuevas elecciones. Esto llevó al "incidente Olózaga", donde los moderados lo acusaron de haber forzado a la reina a firmar los decretos. Aunque Olózaga se declaró inocente, tuvo que dimitir. Luis González Bravo, un moderado, se convirtió en el nuevo presidente.

González Bravo gobernó de forma autoritaria durante seis meses. Restableció la Ley de Ayuntamientos y creó la Guardia Civil para mantener el orden. Las elecciones de enero de 1844 fueron ganadas por los moderados, lo que causó levantamientos progresistas en varias provincias. En mayo, el general Ramón María Narváez, líder del Partido Moderado, asumió la presidencia, dando inicio a la Década moderada (1844-1854).

La Década Moderada (1844-1854)

Archivo:Ramon Maria Narvaez
Ramón María Narváez.

Después de la caída de Espartero y la proclamación de Isabel II como reina, comenzaron una serie de gobiernos moderados, apoyados por la Corona. Su primera acción fue evitar levantamientos progresistas, desarmando a la Milicia Nacional y restableciendo la Ley de Ayuntamientos para controlar los gobiernos locales desde el gobierno central.

En 1844, el país se consideró pacificado. Narváez ganó las nuevas elecciones y formó un gobierno muy autoritario. Narváez impulsó reformas políticas, creando un Estado centralizado y una reforma fiscal. Su equipo ministerial incluyó a Alejandro Mon (Hacienda), Pedro José Pidal (Gobernación, creador del Estado centralizado y del acuerdo con la Iglesia en 1851), y Francisco Martínez de la Rosa (Estado).

La Década Moderada se caracterizó por el control exclusivo del poder por parte del Partido Moderado, gracias al apoyo de la reina.

Archivo:Constitucion1845
Constitución de 1845.

En 1845, los moderados decidieron redactar una nueva Constitución, la de 1845. Esta Constitución estableció una monarquía constitucional donde el poder se compartía entre la Corona y las Cortes.

En cuanto a los derechos, la Constitución de 1845 reguló la imprenta y la religión. No había censura previa, pero se crearon tribunales para juzgar ofensas al gobierno o a la Corona. Respecto a la religión, España se convirtió en un Estado confesional, lo que significaba que la Iglesia católica era la única religión oficial. Se restableció el apoyo económico a la Iglesia y se favoreció su presencia en la educación. Esto ayudó a la reconciliación entre la Iglesia y el Estado, que se formalizó con el Concordato de 1851.

La Constitución de 1845 estableció un sistema con dos cámaras: el Senado y el Congreso. Los representantes eran elegidos cada cinco años. Solo una pequeña parte de la población podía votar (el 0,8% en 1846), ya que se exigían ciertos ingresos para poder participar.

Durante este periodo, los moderados intentaron revertir algunos avances liberales. Impusieron una nueva ley municipal con sufragio censitario (solo votaban los que tenían cierta riqueza) y reforzaron el centralismo. También aprobaron leyes que centralizaron la administración pública, controlando los ayuntamientos y las universidades.

Pronto surgieron divisiones dentro del Partido Moderado, lo que llevó a cambios frecuentes en el gobierno. Narváez fue destituido en 1846, en parte por el complicado matrimonio de la reina con su primo Francisco de Asís de Borbón.

El gobierno de Francisco Javier de Istúriz duró hasta 1847. Luego, hubo tres gobiernos inestables. El 4 de octubre, Narváez volvió a ser presidente. Su gobierno fue estable hasta la Revolución de 1848 en Europa, que provocó insurrecciones en España. Narváez actuó de forma autoritaria, enfrentándose a la reina y a otros grupos políticos. Dimitió en 1851 y fue reemplazado por Bravo Murillo.

Bravo Murillo buscó la paz con la Santa Sede (el Vaticano) tras las desamortizaciones anteriores. Firmó el Concordato de 1851, que protegía los bienes de la Iglesia y le daba compensaciones económicas.

En 1851, tras un golpe de Estado en Francia, Bravo Murillo suspendió las Cortes y gobernó por decretos. Intentó dar más poder a la Corona, pero su propuesta fue impopular y rechazada. Fue obligado a dimitir.

Estos eventos políticos llevaron a un conflicto. En febrero de 1854, hubo un levantamiento en Zaragoza que fue reprimido. La conspiración continuó, liderada por partidarios de Narváez. El siguiente levantamiento fue en Vicálvaro, conocido como "La Vicalvarada", liderado por O'Donnell y Dulce. Aunque al principio no tuvieron éxito, el general Serrano se les unió en Manzanares. Juntos publicaron el Manifiesto de Manzanares, que provocó grandes cambios políticos y levantamientos en otras ciudades. El gobierno dimitió, y la reina nombró a Espartero como jefe de gobierno, con O'Donnell como ministro de Guerra.

Bienio Progresista (1854-1856)

Durante el gobierno de Bravo Murillo, hubo mucha corrupción relacionada con el crecimiento económico y las concesiones públicas, incluso la familia real estuvo implicada. Bravo Murillo dimitió en 1852. Leopoldo O'Donnell organizó una sublevación con militares y políticos como Antonio Cánovas del Castillo. El 28 de junio, O'Donnell se enfrentó a las tropas del gobierno en Vicálvaro en "La Vicalvarada". No hubo un ganador claro, pero el levantamiento se extendió. El 17 de julio, en Madrid, civiles y militares salieron a la calle, poniendo en peligro a la madre de la reina, María Cristina.

La reina, siguiendo el consejo de su madre, nombró a Baldomero Espartero presidente. Así comenzó el Bienio Progresista.

El 28 de julio de 1854, Espartero y O'Donnell entraron en Madrid, recibidos como héroes. Espartero nombró a O'Donnell ministro de Guerra. Aunque trabajaron juntos, tuvieron diferencias. O'Donnell intentaba frenar las ideas liberales de Espartero sobre la Iglesia y la desamortización.

El bienio fue un periodo de colaboración entre moderados y progresistas. Se restablecieron leyes progresistas, como las de ayuntamientos y la Milicia. Se intentó redactar una nueva constitución, pero no se llegó a aprobar. Las principales leyes de este periodo fueron reformas económicas para fortalecer a la clase media, como la desamortización de Madoz y la ley de ferrocarriles.

La nueva desamortización afectó a las propiedades de los ayuntamientos y, en menor medida, a la Iglesia. El objetivo era mejorar las finanzas del Estado y pagar la construcción del ferrocarril. Esto tuvo consecuencias negativas para los ayuntamientos, que perdieron una fuente importante de ingresos.

La Ley de ferrocarriles de 1855 buscaba regular la construcción de la red ferroviaria y atraer inversores. Como España no tenía grandes inversores, el capital vino del extranjero. La infraestructura y los trenes eran principalmente ingleses, lo que no ayudó a la siderurgia española. Además, el ancho de vía era diferente al europeo, lo que limitó el éxito del ferrocarril.

También aumentó la conflictividad social, con levantamientos en Barcelona contra el reclutamiento forzoso, los bajos salarios y las largas jornadas laborales. El gobierno respondió con algunas mejoras laborales y el derecho de asociación. La crisis final llegó en 1856, con muchos levantamientos que obligaron a Espartero a dimitir. La reina nombró a O'Donnell como jefe de gobierno.

El bienio terminó con la ruptura entre Espartero y O'Donnell. O'Donnell había estado formando la Unión Liberal. Las elecciones de 1854 dieron más escaños a los partidarios de O'Donnell. Los intentos de convivencia fracasaron por la desamortización de Madoz y la cuestión religiosa. Se propuso que nadie fuera molestado por sus creencias, lo que fue aprobado y rompió las relaciones con la Santa Sede. Espartero intentó defender el liberalismo movilizando a la Milicia Nacional, pero la reina prefirió dar el gobierno a O'Donnell. Hubo enfrentamientos en las calles en julio de 1856, y Espartero se retiró.

El "Bienio Moderado" y los Gobiernos de la Unión Liberal (1856-1863)

Archivo:Leopoldo ODonnell
El General O'Donnell fue clave en los gobiernos de la Unión Liberal.

Una vez nombrado presidente, O'Donnell restauró la Constitución de 1845 con algunas adiciones para atraer a los liberales. Sin embargo, las luchas entre los diferentes grupos políticos continuaron. La debilidad de O'Donnell llevó a la reina a cambiar de gobierno, nombrando a Narváez en octubre de 1856. La inestabilidad persistió, y varios gobiernos se sucedieron rápidamente.

Con el regreso de O'Donnell, comenzó el largo periodo de los gobiernos de la Unión Liberal. El 30 de junio de 1858, O'Donnell formó un gobierno que duró cuatro años y medio, siendo el más estable de la época. Las figuras clave fueron Pedro Salaverría (Hacienda), encargado de la recuperación económica, y José de Posada Herrera (Gobernación), quien controló las elecciones y el nuevo partido, la Unión Liberal.

Se restableció la Constitución de 1845, y las elecciones de 1858 dieron a la Unión Liberal un control total del poder legislativo. Las acciones más importantes fueron las grandes inversiones en obras públicas, como el desarrollo del ferrocarril y la mejora del ejército. Se continuó con la desamortización, aunque el Estado compensó a la Iglesia y restableció el Concordato de 1851. Se aprobaron leyes importantes como la Ley Hipotecaria (1861) y el primer Plan de Carreteras. Sin embargo, el gobierno no logró eliminar la corrupción política y económica.

Conflictos internos y sociales

En 1860, hubo un intento fallido de desembarco carlista en San Carlos de la Rápita, liderado por Carlos Luis de Borbón y Braganza. También ocurrió la sublevación campesina de Loja, un importante movimiento de campesinos en defensa de la tierra y el trabajo, que fue rápidamente reprimido.

Política exterior

Durante los gobiernos de la Unión Liberal, España llevó a cabo acciones militares en el extranjero para recuperar prestigio. Estas incluyeron la Expedición franco-española a Cochinchina (1857-1862), la participación en la Guerra de Crimea, la guerra de África (1859), donde O'Donnell ganó popularidad al asegurar Ceuta y Melilla, la expedición en México, la anexión de Santo Domingo en 1861, y la primera guerra del Pacífico en 1863.

Estas acciones buscaban frenar el declive de España como potencia colonial, que había perdido gran parte de sus territorios en América y su influencia en Europa. Sin embargo, la política exterior española estuvo limitada por la falta de una dirección clara, la incapacidad de su ejército para operar globalmente, la inexperiencia de la reina en asuntos internacionales, y la fuerza de Francia y Gran Bretaña.

En Europa, Gran Bretaña y Francia se habían aliado, apoyando a Isabel II. Prusia, Austria y Rusia apoyaban a los carlistas. España se unió a la Cuádruple Alianza en 1834 con Portugal. Francia y Gran Bretaña apoyaban a la monarquía de Isabel II siempre que España mantuviera una política exterior acordada con ellos.

Caída del gobierno de la Unión Liberal

En 1861, la oposición al gobierno de O'Donnell creció. Figuras influyentes como Cánovas y el general Prim abandonaron la Unión Liberal. Las quejas más comunes eran la traición a las ideas que habían llevado a O'Donnell al poder. Miembros del ejército y la burguesía catalana también se unieron a la oposición. El 2 de marzo de 1863, la reina aceptó la renuncia de O'Donnell.

Crisis Final del Reinado (1863-1868)

Después del Bienio Progresista, se restableció la Constitución de 1845, y la Unión Liberal se mantuvo en el poder con O'Donnell (1856-1863). Luego, Narváez regresó al poder, estableciendo un gobierno autoritario que terminó en 1868 con una nueva revolución, la Revolución Gloriosa, dirigida contra el gobierno y la reina Isabel II.

La sustitución de O'Donnell fue difícil. Los partidos tradicionales tenían muchos problemas internos. Los progresistas, liderados por Pascual Madoz y Prim, no confiaban en la capacidad de Isabel II para resolver la crisis.

Narváez formó gobierno en septiembre de 1864, buscando unir fuerzas y atraer a los progresistas a la política activa. Sin embargo, la negativa de los progresistas a participar en un sistema que consideraban corrupto llevó a Narváez a un gobierno autoritario. A esto se sumaron los eventos de la Noche de San Daniel el 10 de abril de 1865. Estudiantes universitarios protestaron contra medidas que limitaban la libertad de pensamiento y contra la expulsión del profesor Emilio Castelar por denunciar la venta del Patrimonio Real. La dura represión del gobierno causó la muerte de trece estudiantes.

La crisis llevó a un nuevo gobierno el 21 de junio, con el regreso de O'Donnell. Se aprobó una nueva ley que duplicó el número de votantes. Sin embargo, los progresistas se negaron a participar en las elecciones. Prim intentó una sublevación militar, pero fracasó. La actitud hostil de los progresistas llevó a O'Donnell a reforzar el autoritarismo del gobierno, lo que provocó la sublevación del Cuartel de San Gil el 22 de junio, también organizada por Prim, que fracasó y resultó en muchas condenas a muerte.

O'Donnell se retiró de la política, y Narváez lo reemplazó el 10 de julio. Narváez mantuvo un gobierno autoritario. Tras la muerte de Narváez, Luis González Bravo asumió el cargo el 23 de abril de 1868. Sin embargo, la revolución ya estaba en marcha. El 19 de septiembre, con el grito de "¡Abajo los Borbones! ¡Viva España con honra!", estalló La Gloriosa, y Isabel II marchó al exilio, dando inicio al Sexenio Democrático.

La Construcción del Estado Liberal

La Creación del Estado Centralizado

La creación de un Estado centralizado fue una gran contribución de los moderados, y su estructura se mantuvo hasta la creación de las Comunidades Autónomas. Este sistema no formaba parte de la Constitución de 1845, sino que se creó a través de leyes específicas. El principal impulsor fue Pedro José Pidal, quien se inspiró en el modelo de centralización de Napoleón.

En este modelo, el gobierno central estaba en la cima. Luego venían los Gobernadores Civiles, nombrados por el gobierno central y a cargo de las provincias. Por debajo estaban los alcaldes, ayuntamientos y diputaciones, nombrados por los Gobernadores Civiles, aunque en las ciudades grandes eran nombrados directamente por el gobierno central.

Las Diputaciones Provinciales, que antes tenían mucho poder, vieron su influencia reducida. El Consejo Provincial, nombrado desde Madrid, actuaba como mediador entre los ciudadanos y la administración. En los ayuntamientos, los concejales eran elegidos por sufragio censitario y debían ser aceptados por el alcalde y el gobernador civil.

Archivo:Duque de Ahumada Valdemoro
Estatua del Duque de Ahumada en Valdemoro.

Un desafío para Pidal fue la cuestión de los fueros. Los moderados respetaron los fueros del País Vasco y Navarra para evitar conflictos, pero estas provincias perdieron muchas de sus leyes y tribunales propios.

Otras medidas centralizadoras incluyeron el Sistema de Instrucción Pública, que puso la educación bajo el control del gobierno central, y el establecimiento del sistema métrico decimal para unificar las medidas.

Para mantener el orden público, se creó la Guardia Civil, que reemplazó a la Milicia Nacional. La Milicia era vista como ineficaz para mantener el orden y a veces apoyaba a los progresistas. La Guardia Civil se inspiró en la gendarmería francesa. Su creación fue impulsada por Luis González Bravo en 1844 y luego modificada por Narváez, con el duque de Ahumada como figura clave. La Guardia Civil tenía una doble naturaleza: dependía del Ministerio de Gobernación para su servicio civil y del Ministerio de Guerra por su disciplina militar. Esto le dio una gran autonomía.

Los Partidos Políticos

Durante el reinado de Isabel II, los dos partidos políticos principales fueron:

  • Partido Moderado: Estaba formado por terratenientes, comerciantes ricos, intelectuales conservadores, parte de la nobleza, el alto clero y algunos militares. Defendían la propiedad privada, el poder compartido entre las Cortes y la Corona, y la importancia de la Iglesia católica. Usaban el sufragio censitario para limitar la participación en las elecciones.
  • Partido Progresista: Incluía a la pequeña y mediana burguesía, industriales, banqueros, clases medias, artesanos y profesionales liberales. Defendían que el poder residía en el pueblo (soberanía nacional), el dominio de las Cortes, el fortalecimiento de los gobiernos locales y la reforma agraria (incluyendo la venta de bienes de la Iglesia). También apoyaban la modernización de las infraestructuras, como el ferrocarril. Aunque también usaban el sufragio censitario, permitían una mayor participación. A menudo llegaban al poder a través de levantamientos populares.

Después del Bienio Progresista, surgió un tercer partido, la Unión Liberal, una parte del Partido Moderado. En 1849, nació el Partido Demócrata, que defendía ideas más radicales como el sufragio universal (derecho a voto para todos), las libertades públicas y la intervención del Estado en la educación.

El Papel del Ejército

La presencia de militares en la política se hizo fuerte durante la Primera Guerra Carlista, cuando la regente y los liberales se apoyaron en generales como Espartero. Después, militares como Narváez y O'Donnell siguieron teniendo mucha influencia. La participación militar en la política mostraba que no había una burguesía (clase media alta) lo suficientemente fuerte para llevar a cabo sus ideas por sí sola.

Juntas y Milicia

Las Juntas eran movimientos ciudadanos que se usaban como forma de presión para llegar al poder. Al principio eran populares, pero se convirtieron en una herramienta política. Los progresistas las usaron en varias ocasiones, y los moderados también.

La Milicia era una alternativa al ejército regular, formada por ciudadanos armados. La burguesía la usaba para luchar contra lo que consideraba contrario a sus intereses. No tenía una jerarquía estricta; todos los milicianos eran iguales y elegidos por el pueblo, con el alcalde como máxima autoridad local.

Tanto las Juntas como la Milicia eran grupos con ideas cambiantes y a veces sus acciones iban más allá de lo esperado.

La Prensa

Los periódicos y revistas del siglo XIX reflejaron la evolución del liberalismo en España y los debates entre los partidos. Aunque el 85% de la población era analfabeta, la prensa era el único medio de comunicación masiva.

Muchas publicaciones eran como folletos, creadas por intelectuales y grupos de presión. A mediados de siglo, surgieron periódicos de partido. Por ejemplo, El Universal y El Censor eran moderados; El Espectador era monárquico; y El Eco del Comercio y La Abeja eran progresistas.

La Sociedad Isabelina

Archivo:Densidades de población en España (1857)
Densidades de población por provincias en el 1857

La España del reinado de Isabel II cambió respecto a la época de su padre, especialmente en economía, obras públicas y estructura social. Sin embargo, estos cambios fueron más lentos en España que en otros países de Europa. La población creció de 12 a 16 millones de habitantes, pero las tasas de mortalidad seguían siendo muy altas. El hambre y el cólera causaron muchas muertes. La mayoría de la población vivía en el campo, y solo el 20% sabía leer y escribir.

La nueva economía avanzaba lentamente. Mientras la revolución industrial transformaba Europa, en España las guerras internas y la dificultad para organizar un estado liberal impidieron una verdadera industrialización. Solo en algunas zonas y con poco apoyo público se vieron cambios económicos hacia el capitalismo.

Crecimiento y Desarrollo de la Población

Principales ciudades de España en 1857

Posición Ciudad Población
1.ª Madrid 281 170
2.ª Barcelona 183 787
3.ª Sevilla 112 529
4.ª Valencia 106 435
5.ª Málaga 94 293
6.ª Murcia 89 314
7.ª Cádiz 70 811
8.ª Granada 68 743
9.ª Zaragoza 63 399
10.ª Cartagena 59 618

En 1834, España tenía unos 13,38 millones de habitantes. Para 1860, esta cifra había subido a 15,67 millones, con un crecimiento del 0,56% anual. Este aumento se debió a mejoras en la sanidad e higiene. Sin embargo, la tasa de mortalidad seguía siendo alta (27 por cada 1000 personas). En Europa, el crecimiento de la población fue mucho mayor porque se redujo drásticamente el número de muertes.

Las epidemias de cólera (en 1834, 1855 y 1865) y las épocas de hambre (en 1837, 1847, 1857 y 1867, por malas cosechas) causaron muchas muertes y frenaron el desarrollo.

La gente se mudaba de las ciudades pequeñas a las más grandes, especialmente a aquellas con una incipiente industrialización como Barcelona, Madrid, Valladolid, Bilbao, Zaragoza y Málaga. También aumentó la emigración hacia América y Francia.

Las Clases Sociales

El fin del Antiguo Régimen significó el paso de una sociedad dividida en estamentos (grupos cerrados por nacimiento) a una sociedad de clases sociales (grupos definidos por la riqueza y el trabajo). Sin embargo, España no tuvo una revolución burguesa tan fuerte como Francia, por lo que su estructura social no se adaptó completamente al modelo industrial.

La nobleza y la aristocracia disminuyeron su número e influencia lentamente, adaptándose a los nuevos tiempos. En 1836, se eliminaron las antiguas leyes que ataban las tierras, pasando a un modelo capitalista. Muchos nobles aumentaron sus propiedades con las desamortizaciones. Los nobles mantuvieron su derecho a formar parte del Senado.

La burguesía industrial española se concentró en Madrid y Barcelona. Aunque su número creció, su contribución al crecimiento económico y la industrialización fue limitada en el conjunto de España, donde las grandes empresas dependían mucho de la inversión extranjera, especialmente británica. La banca tuvo un papel activo, y las inversiones en obras públicas y la transformación de tierras desamortizadas impulsaron el crecimiento. Más que una burguesía industrial, era una burguesía terrateniente, que no se preocupaba mucho por la mecanización del campo.

Una clase social intermedia estaba formada por eclesiásticos, funcionarios, militares, abogados y profesores. El número de eclesiásticos se redujo, pero el resto creció, especialmente los relacionados con la administración pública. Su importancia social era clave en el periodo de Isabel II.

Las "clases urbanas" incluían a artesanos, pequeños comerciantes y trabajadores. Las ciudades crecieron en población debido a la industrialización. Había muchos artesanos (unos 670.000) y también unos 170.000 obreros en las nuevas industrias. El ferrocarril empleaba a 15.000 personas. En total, el 24% de la población dependía de la economía emergente.

Los trabajadores del campo se dividían en:

  • Jornaleros: Principalmente en el sur, vivían en la pobreza. La desamortización les quitó el acceso a los bienes comunales que antes usaban.
  • Campesinos o labradores: Eran dueños de tierras o las arrendaban, y su situación económica era mejor.

Ambos grupos, junto con rentistas, pastores, ganaderos y pescadores, representaban el 62% de la población al final del reinado.

Formaciones Políticas de la Época

Además de la Unión Liberal de Leopoldo O'Donnell, existían dos partidos políticos claros: el Partido Progresista y el Partido Democrático. El Partido Moderado no mantuvo una estructura tan definida. Cada partido estaba relacionado con una parte del ejército.

La característica principal de estos partidos era su conexión con el ejército. Sus líderes eran generales. A menudo, los levantamientos militares y las rivalidades personales se mezclaban con las ideas políticas, lo que causaba muchos cambios de gobierno. Los moderados tenían a Narváez, los progresistas a Espartero, y O'Donnell creó la Unión Liberal. Los demócratas contaron con el general Prim.

Los moderados eran un grupo diverso, desde liberales moderados hasta monárquicos. Su líder más conocido fue Narváez. Defendían un modelo constitucional como el de 1845, donde la Corona y las Cortes compartían el poder. Eran partidarios de que el Estado fuera católico, contrarios a las desamortizaciones y tendían a reprimir cualquier signo de liberalismo.

El Partido Progresista era más liberal. Creían en la separación entre la Iglesia y el Estado, en las reformas educativas y en la desamortización. Se opusieron a los últimos años de la Unión Liberal y fueron clave en la Revolución de 1868 que derrocó a la reina.

El Partido Democrático era el partido más a la izquierda. Impulsó la Revolución de 1868. Estaba formado por republicanos, parte de la burguesía catalana, intelectuales y el nuevo movimiento obrero.

Una Economía en Evolución

Durante este periodo, la economía española experimentó cambios importantes. A partir de 1850, se aceleró la modernización, se incorporó nueva tecnología, aumentaron las explotaciones mineras, las inversiones públicas y la industrialización.

Sin embargo, estos cambios fueron limitados a ciertas zonas o actividades, y no fueron constantes. Las razones por las que la revolución industrial fue más lenta en España que en Europa incluyen: la tardanza en mejorar las comunicaciones, el alto nivel de analfabetismo (más del 80% de la población), la inestabilidad política y las guerras internas, y un bajo nivel de capitalización (poca inversión de capital) y cultura económica.

Un País Agrícola

En la España de Isabel II, el 62,5% de la población seguía dependiendo de la agricultura, aunque esto era una mejora respecto al 70% en la época de Carlos IV.

Casi 9,5 millones de españoles vivían del sector primario, principalmente del cultivo de secano (trigo y cebada). Sin embargo, se empezaron a cultivar productos más rentables como la vid (España se convirtió en el primer productor mundial de vino tras una plaga en Francia), los cítricos y el olivo. La desamortización permitió que algunos agricultores invirtieran en regadíos, especialmente en el norte y levante.

La Industria

Archivo:Ferrocarril a Langreo
Inauguración del ferrocarril a Langreo. Cuadro de Jenaro Pérez Villamil. 1852

Hacia 1860, la siderurgia (industria del hierro y acero) se concentró en el sur y luego en el norte. Las industrias textiles y de papel se ubicaron en Cataluña y la Comunidad Valenciana. Barcelona fue el primer centro industrial importante en las décadas de 1850 y 1860.

El ferrocarril fue clave para la industrialización. El primer Plan General se aprobó en 1851, y la Ley general de Caminos de Hierro en 1855. De pocos kilómetros en 1848 (línea Barcelona-Mataró), se pasó a una red de más de 5000 kilómetros que partía de Madrid. También se mejoraron las carreteras, pasando de 3500 kilómetros en 1830 a casi 19.000 en 1865.

Finanzas y Comercio

La actividad financiera se reorganizó. El Banco de Isabel II (primer banco de crédito español, creado en 1844) se fusionó con el Banco de San Fernando (banco emisor de moneda) para formar el Banco de España en 1856. La nueva ley financiera permitió la creación de bancos privados, como el Banco de Barcelona en 1844.

El comercio interno creció gracias a la mejora de las comunicaciones. Las nuevas necesidades industriales impulsaron los intercambios. La importación de productos básicos disminuyó, y las exportaciones de productos manufacturados y agrícolas aumentaron.

La Cultura en la España de Mediados del Siglo XIX

La época de Isabel II fue un periodo de transición del romanticismo a nuevas formas de expresión en el arte y la literatura. Destacaron cinco autores clave: Gustavo Adolfo Bécquer, José Zorrilla, el costumbrista Ramón Mesonero Romanos, y dos mujeres, Rosalía de Castro y Cecilia Böhl de Faber.

Archivo:Catedral de Leon (front) in mist
La Catedral de León fue una de las obras restauradas en plena época de retorno al gusto por la Edad Media.

El periodismo se convirtió en un referente de la vida social, política y cultural. Surgieron muchos diarios y semanarios. A pesar de la censura, la libertad de prensa se abrió paso, influyendo en la opinión pública y promoviendo debates. Se publicaban periódicos en casi todas las capitales de provincia, pero Madrid, Barcelona, Sevilla, Cádiz y Valencia destacaron por el número de diarios y sus tiradas.

El arte estuvo muy influenciado por el romanticismo, con un regreso al gusto por la Edad Media en la arquitectura, con estilos neogóticos y neorrománicos. La pintura tuvo grandes representantes como José Casado de Alisal, Federico Madrazo, Eduardo Rosales y Mariano Fortuny.

El pensamiento liberal de la época, influenciado por el krausismo y el racionalismo, se contrapuso al pensamiento conservador. Este último, aunque no podía mantener las viejas estructuras absolutistas, defendía el catolicismo, el orden y la monarquía. Los librepensadores abrieron camino a través de figuras como Julián Sanz del Río.

Galería de imágenes

Véase también

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Reinado de Isabel II de España para Niños. Enciclopedia Kiddle.