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Regencia de Espartero para niños

Enciclopedia para niños

La regencia de Espartero fue un período importante en la historia de España, cuando el general Baldomero Espartero gobernó el país. Esto ocurrió después de la "revolución de 1840", que puso fin al gobierno de la regente María Cristina de Borbón, la madre de la futura reina Isabel II. En ese momento, Isabel II tenía solo nueve años. La regencia de Espartero terminó en 1843, cuando un grupo de militares y ciudadanos, incluyendo a miembros del Partido Progresista y del Partido Moderado, obligó a Espartero a irse al exilio. Después de esto, Isabel II fue declarada mayor de edad a los trece años, y así comenzó su reinado.

La "revolución de 1840" y el fin de la regencia de María Cristina

Archivo:Evaristo Pérez de Castro
Evaristo Pérez de Castro, presidente del Gobierno moderado en 1840.

Un desacuerdo importante surgió entre los partidos moderado y progresista por una ley llamada Ley de Ayuntamientos. Esta ley, propuesta por el gobierno moderado de Evaristo Pérez de Castro, quería que el gobierno nombrara a los alcaldes y reducía el poder de los municipios. Los progresistas pensaban que esto iba en contra de la Constitución.

Los progresistas protestaron y, cuando la ley fue aprobada, se negaron a participar en el Parlamento. También hicieron una campaña para que la regente María Cristina no firmara la ley. Al ver que ella estaba decidida a firmarla, pidieron ayuda al general Baldomero Espartero. Él era muy popular por haber ganado la guerra contra los carlistas y era cercano a las ideas progresistas. Su popularidad era tan grande que lo llamaban el "pacificador de España".

María Cristina se fue a Barcelona y le ofreció a Espartero ser presidente del Gobierno. Pero Espartero puso una condición: que ella no firmara la Ley de Ayuntamientos. Cuando María Cristina firmó la ley el 15 de julio de 1840, hubo una gran crisis política. El gobierno de Pérez de Castro renunció, y a partir del 1 de septiembre, estallaron revueltas progresistas en muchas ciudades. Se formaron "juntas revolucionarias" que desafiaban la autoridad de María Cristina.

El 5 de septiembre, María Cristina le pidió a Espartero que fuera a Madrid para detener la rebelión, conocida como la "revolución de 1840". Pero Espartero se negó. Le dijo que la reina debía comprometerse a respetar la Constitución, disolver el Parlamento y revisar las leyes aprobadas recientemente, incluyendo la Ley de Ayuntamientos. Diez días después, María Cristina no tuvo más opción que nombrar a Espartero presidente del Gobierno para intentar calmar la situación.

El 12 de octubre de 1840, María Cristina se reunió con Espartero en Valencia. Allí le dijo que renunciaba a la regencia y le dejaba el cuidado de sus hijas: Isabel II y su hermana Luisa Fernanda de Borbón. Ese mismo día, María Cristina firmó su renuncia y el 17 de octubre se fue en barco a Marsella, comenzando un exilio que duraría tres años.

La Regencia de Espartero

El nombramiento de Espartero como regente

Después de que María Cristina se fue, el gobierno de Espartero asumió la regencia de forma temporal, como lo permitía la Constitución de 1837, hasta que el Parlamento decidiera. La primera medida del nuevo gobierno fue suspender la Ley de Ayuntamientos, que había causado la revolución de 1840.

Luego, se convocaron elecciones para el 1 de febrero de 1841. El Partido Progresista ganó por una gran mayoría, en parte porque el Partido Moderado no participó. Esto significaba que no había una oposición fuerte en el Parlamento, y las discusiones comenzaron dentro del propio Partido Progresista sobre quién debía ser el regente.

En el debate sobre la regencia, el Partido Progresista se dividió en dos grupos: los "unitarios" y los "trinitarios". Los unitarios, también llamados "esparteristas", querían que una sola persona fuera regente, y que esa persona fuera Espartero. Los trinitarios, preocupados por el gran poder que tendría el general, propusieron una regencia de tres personas, incluyendo a Espartero. Creían que una regencia de tres personas aseguraría un mejor equilibrio entre civiles y militares.

Cuando el Parlamento votó, los esparteristas ganaron con 153 votos a favor de una regencia única, mientras que los trinitarios obtuvieron 136 votos a favor de una regencia de tres. Esto mostró a Espartero que el apoyo de los progresistas no sería total. Finalmente, el general Espartero fue elegido regente el 8 de mayo con 179 votos. Sin embargo, el candidato trinitario Agustín de Argüelles obtuvo 110 votos y fue elegido presidente del Congreso y tutor de la reina Isabel II. Esto marcó la primera gran diferencia entre Espartero y una parte del Partido Progresista.

Las diferencias continuaron cuando Espartero nombró a Antonio González González presidente del Gobierno el 20 de mayo. Aunque era de su confianza, no era del agrado de los líderes progresistas. Además, al hacer esto, Espartero unió el cargo de Jefe de Estado con la Presidencia del Gobierno, lo que no era común en un sistema parlamentario.

El descontento con los "ayacuchos" y el militarismo

Archivo:Ferraz
General Valentín Ferraz, parte del grupo de los "ayacuchos".

Poco después de asumir la regencia, Espartero fue criticado por favorecer a un grupo de militares de su confianza, conocidos como los "ayacuchos". Eran generales que habían luchado con él en las guerras de independencia en América, de ahí su nombre (por la batalla de Ayacucho). Este grupo mantenía una relación de apoyo mutuo con Espartero desde la guerra carlista y continuó después de que él se convirtiera en regente.

Además del favoritismo hacia los "ayacuchos", había descontento en el Ejército por los retrasos en los pagos a los oficiales y las dificultades para ascender. Esto no era culpa de Espartero, sino de un problema mayor: había demasiados oficiales y generales debido a las guerras constantes en España entre 1808 y 1840. El Abrazo de Vergara, que permitió a los oficiales carlistas unirse al Ejército, empeoró la situación. El Estado no podía pagar a tantos militares, lo que causó que los pagos fueran irregulares y el Ejército se llenara de protestas. Incluso un regimiento se declaró en huelga en 1841.

Esta situación creó un problema difícil de resolver: los militares querían cobrar y ascender, pero los gobiernos no se atrevían a reducir el tamaño del Ejército. Esto mantenía el descontento y la disposición de los militares a participar en la política. También surgió un sentimiento militarista, expresado en periódicos como El Grito del Ejército o El Archivo Militar, que afirmaban que el Ejército era la parte más pura de la patria.

Las leyes aprobadas por el Parlamento

El nuevo Parlamento, con una gran mayoría progresista, trabajó mucho en aprobar nuevas leyes. Una ley del 19 de agosto de 1841 completó el proceso para que los nobles ya no tuvieran sus bienes vinculados para siempre. Otra ley del 2 de septiembre de 1841 extendió la desamortización de Mendizábal a los bienes de la Iglesia. Esta ley, junto con la eliminación del diezmo (un impuesto a la Iglesia), empeoró las relaciones entre el gobierno de Isabel II y el Papa. El papa Gregorio XVI protestó por lo que consideraba una intromisión del gobierno en asuntos de la Iglesia. También se restableció la ley de imprenta progresista de 1837, lo que aumentó la libertad de expresión de la prensa, incluso la que criticaba al gobierno.

También se intentó regularizar los fueros navarros y los fueros vascos. En Navarra, se llegó a un acuerdo con la Diputación Foral de Navarra, y el Parlamento aprobó la Ley Paccionada Navarra el 20 de septiembre de 1841, que adaptaba los fueros a la Constitución de 1837. Sin embargo, en el País Vasco (Vizcaya, Álava y Guipúzcoa), no fue posible llegar a un acuerdo, y la situación legal no se resolvió hasta 1876. Además, dos decretos limitaron el poder de las diputaciones forales vascas. Uno eliminó el "pase foral", que permitía a las diputaciones no cumplir leyes del Estado que fueran contrarias a sus fueros. El otro suprimió las aduanas internas y amplió el número de personas que podían votar en las elecciones municipales y forales.

El intento de golpe de Estado de 1841 y sus consecuencias

Archivo:Doña Isabel II, niña, José de Madrazo
Isabel II, de niña (hacia 1840), por José de Madrazo.

El gobierno de Antonio González González tuvo que enfrentar un intento de golpe de Estado en 1841. Fue organizado desde París por la ex regente María Cristina, con la ayuda del Partido Moderado y generales como Ramón María Narváez. También estaba involucrado el joven coronel Juan Prim, aunque era más cercano a los progresistas.

El movimiento militar comenzó el 27 de septiembre en Pamplona con el general Leopoldo O’Donnell, pero no logró que la ciudad proclamara a María Cristina como regente. El 4 de octubre, el general Piquer se levantó en Vitoria, y el general Urbiztondo proclamó a María Cristina como regente en Vergara.

El 7 de octubre ocurrió el hecho más importante del golpe: el asalto al Palacio Real para secuestrar a Isabel II y a su hermana y llevarlas al País Vasco. Allí se proclamaría de nuevo a María Cristina como tutora y regente. Los generales Diego de León y Manuel de la Concha entraron al Palacio Real, pero no lograron llevarse a las niñas debido a la resistencia de los guardias. El general Diego de León se entregó, creyendo que Espartero no lo fusilaría.

La excusa para el golpe era que la reina estaba "secuestrada" por los progresistas. En realidad, los progresistas querían controlar la educación de la reina para que fuera una "reina liberal". El objetivo del golpe era que María Cristina recuperara la regencia y el control de la educación de la reina, lo que le daría poder en las decisiones políticas y económicas.

Este intento de golpe no solo estaba en contra de Espartero, sino también de las ideas liberales. Fue financiado por la ex regente María Cristina y su esposo, Fernando Muñoz. También participaron carlistas descontentos y las diputaciones forales, que no estaban de acuerdo con las decisiones del gobierno sobre los fueros vascos.

Las consecuencias
Archivo:El general Diego de León y Navarrete, conde de Belascoain (Museo del Ejército)
General Diego de León, fusilado por su participación en el golpe.

La respuesta de Espartero fue muy dura. Rompió una regla no escrita entre militares de respetar la vida de los derrotados, y ordenó fusilar a los generales Montes de Oca, Borso de Carminati y Diego de León. Esto causó un gran impacto en el Ejército y en la gente, incluso entre los progresistas. La muerte del joven general Diego de León (de solo 34 años) fue vista como un crimen imperdonable de Espartero. A pesar de la represión, la conspiración moderada continuó en secreto.

Otra consecuencia del golpe de 1841 fue que en varias ciudades hubo levantamientos progresistas para impedirlo. Una vez derrotado el golpe, algunas juntas desobedecieron la orden de Espartero de disolverse y desafiaron su autoridad. Los hechos más graves ocurrieron en Barcelona, donde la Junta de Vigilancia, aprovechando la ausencia del capitán general Antonio Van Halen, comenzó a demoler la fortaleza de la Ciudadela. Esta fortaleza, construida por Felipe V después de la guerra de sucesión, era vista por los barceloneses como un símbolo de opresión. Además, querían dar trabajo a los muchos obreros desempleados. Espartero respondió suprimiendo la Junta, desarmando a la milicia, disolviendo el ayuntamiento y la diputación de Barcelona, y obligando a la ciudad a pagar la reconstrucción de los muros de la Ciudadela.

Archivo:BNE.Barcelona.planos.1806
Plano de Barcelona de 1806 con la fortaleza de la Ciudadela, a la derecha, dentro de las murallas.

Poco después, en diciembre de 1841, se celebraron elecciones municipales. En algunas ciudades, como Barcelona, Valencia o Sevilla, el republicanismo creció mucho por primera vez. A las demandas populares de eliminar impuestos y el servicio militar obligatorio, se sumaron la abolición de la Monarquía, la reducción del gasto militar y el reparto de tierras. Así nació un movimiento radical a la izquierda del Partido Progresista, que buscaba una democracia completa (república y federalismo) y una sociedad más igualitaria.

El movimiento republicano contaba con el apoyo de las sociedades obreras de ayuda mutua. La primera organización de tejedores se fundó en Barcelona en mayo de 1840. Esto fue un hito importante para el movimiento obrero español, que empezaba a organizarse de forma independiente de las clases medias liberales. En 1842, las sociedades obreras ya estaban consolidadas y luchaban con los empresarios para mejorar sus condiciones de trabajo y derechos laborales.

La insurrección y bombardeo de Barcelona de 1842

Archivo:Retrato del general Rodil (Dionisio Fierros Álvarez)
Retrato del general José Ramón Rodil.

El 28 de mayo de 1842, el gobierno de Antonio González cayó debido a un voto de censura del Partido Progresista en el Parlamento. El Partido Progresista propuso a Salustiano de Olózaga como candidato, pero Espartero nombró al general José Ramón Rodil y Gayoso, un "ayacucho". Un mes y medio después, Espartero cerró el Parlamento. Al nombrar a un militar de su confianza, Espartero se alejó de su papel de árbitro y se apoyó en un círculo cercano de militares. Esto mantuvo su doble poder como Jefe de Estado y Presidente del Gobierno, como se vio en el bombardeo de Barcelona en diciembre de 1842, que él decidió y que dañó mucho su imagen.

El 13 de noviembre de 1842, estalló una insurrección en Barcelona, a la que se unió la milicia. La ciudad se llenó de barricadas. El motivo fue la noticia de que el gobierno iba a firmar un acuerdo comercial con Gran Bretaña que reduciría los impuestos a los productos textiles ingleses, lo que arruinaría la industria algodonera catalana. La chispa inicial fue un disturbio relacionado con los impuestos en el Portal de l'Àngel. La autoridad militar ocupó el ayuntamiento y detuvo a varios periodistas. Al día siguiente, una comisión que pedía la liberación de los detenidos también fue encarcelada.

Comenzó una guerra de barricadas con la milicia y ciudadanos armados. El capitán general, Antonio Van Halen, tuvo que ordenar a sus hombres que abandonaran la ciudad y se refugiaran en el castillo de Montjuic y en la fortaleza de la Ciudadela.

Los sublevados consideraron la retirada de las tropas un triunfo. Su Junta, presidida por Juan Manuel Carsy, publicó un programa que pedía: "Unión entre todos los liberales. Abajo Espartero y su gobierno. Cortes constituyentes. En caso de regencia, más de uno; en caso de enlace de la reina Isabel 2ª, con español. Justicia y protección a la industria nacional."

Espartero decidió dirigir la represión personalmente y llegó a Barcelona el 22 de noviembre. Ese mismo día, el general Van Halen, por orden de Espartero, anunció que Barcelona sería bombardeada desde el castillo de Montjuic si los sublevados no se rendían en 48 horas. La ciudad se confundió, y la Junta fue reemplazada por otra más moderada, con la que Espartero se negó a negociar. Luego, una tercera Junta, dominada por republicanos, decidió resistir. Finalmente, el 3 de diciembre de 1842, comenzó el bombardeo. Al día siguiente, la ciudad se rindió y el ejército entró de nuevo. Se dispararon 1014 proyectiles que dañaron 462 casas y causaron 20 muertes.

La represión ordenada por Espartero fue muy dura. La milicia fue desarmada, y cientos de personas fueron detenidas, de las cuales unas cien fueron fusiladas. La ciudad fue castigada con un impuesto extraordinario de 12 millones de reales para reconstruir la Ciudadela. Además, se disolvió la Asociación de Tejedores de Barcelona y se cerraron todos los periódicos excepto el conservador Diario de Barcelona. Antes de regresar a Madrid el 22 de diciembre, Espartero reemplazó a Van Halen por el general Antonio Seoane, quien dijo que gobernaría la región "fusilando y tirando metralla".

Espartero logró acabar con la revuelta, pero con el bombardeo y la dura represión, perdió el gran apoyo que tenía en Barcelona. Por eso, el levantamiento general contra Espartero en 1843 fue unánime en Cataluña. El impacto de Barcelona también se sintió en Madrid, donde el regreso de Espartero fue recibido con frialdad, a diferencia de la alegría de 1840.

La crisis de mayo de 1843

Después del bombardeo de Barcelona, Espartero perdió gran parte de su popularidad, la que había ganado como vencedor en la primera guerra carlista y que le valió el título de "Duque de la Victoria". Así, a principios de 1843, se formó una coalición contra Espartero, que incluía a todos los grupos que rechazaban su política y la de sus "ayacuchos".

Poco después de regresar a Madrid, Espartero disolvió el Parlamento el 3 de enero de 1843 y convocó nuevas elecciones para marzo, a las que esta vez sí se presentaron los moderados. El 3 de abril de 1843, el nuevo Parlamento comenzó sus sesiones. Durante todo el mes, se dedicaron a discutir las actas, denunciando los abusos del gobierno y el ejército para asegurar la victoria de los candidatos de Espartero. Al final del debate, se confirmó que el Partido Progresista había vuelto a obtener la mayoría. Sin embargo, este partido estaba dividido en tres grupos: solo uno seguía apoyando a Espartero (los "esparteristas"), mientras que los otros dos (los "legales", liderados por Manuel Cortina, y los "puros", con Joaquín María López al frente) estaban en contra de él. Así, la oposición a Espartero tenía la mayoría en el Parlamento, gracias a la suma de los progresistas legales y puros, los demócrata-republicanos y los moderados.

El primer acto de esta nueva mayoría fue forzar la caída del gobierno del general Rodil y obligar a Espartero a nombrar a Joaquín María López, líder de los progresistas puros, como nuevo presidente el 9 de mayo. López sí obtuvo el apoyo del Parlamento. La crisis empeoró cuando el gobierno de López exigió que Espartero destituyera al general Francisco Linage, su secretario personal, y lo nombrara jefe de alguna capitanía general. Con esto, buscaban desmantelar el grupo de "ayacuchos" que apoyaba el liderazgo fuerte de Espartero. La respuesta de Espartero desató la crisis: en lugar de despedir a su secretario, destituyó a Joaquín María López, cuyo gobierno solo duró 10 días.

El 19 de mayo, Espartero nombró a Álvaro Gómez Becerra nuevo presidente del Gobierno. Pero, al conocerse la noticia en el Congreso, los diputados votaron una moción de apoyo al gobierno destituido, que se aprobó por 114 votos contra 3. Esto fue una moción de censura contra Espartero. Cuando Gómez Becerra se presentó ante el Parlamento, fue recibido con gritos de "¡Fuera, fuera!". El progresista puro Salustiano de Olózaga le dijo a Espartero que eligiera "entre ese hombre [el general Linage] y la nación entera representada por el congreso unánime de sus diputados". Terminó su discurso con un "¡Dios salvará al país y salvará a la reina!", que se convirtió en el grito de guerra de la revuelta contra Espartero que estalló al mes siguiente. El 26 de mayo, las sesiones del Parlamento fueron suspendidas.

El final de la regencia de Espartero

La crisis de mayo unió aún más a los grupos que estaban en contra de Espartero, a pesar de ser muy diferentes (desde moderados hasta demócratas y republicanos, pasando por la mayoría del Partido Progresista). Las decisiones de Espartero en la crisis de mayo fueron vistas como un ataque a la Constitución y convirtieron la conspiración contra él en un movimiento para defender la legalidad.

El 27 de mayo, al conocerse la destitución del gobierno de Joaquín María López y la suspensión del Parlamento, hubo un levantamiento en Reus liderado por los militares progresistas Juan Prim y Lorenzo Milans del Bosch, con el grito de "¡Abajo Espartero! ¡Mayoría [de edad] de la Reina!". Aunque el general Zurbano logró controlar la rebelión de Reus, Barcelona se unió rápidamente al movimiento. En junio, se formó una Junta Suprema de Gobierno en Barcelona con republicanos, progresistas y moderados. Poco después, el general Prim entró triunfalmente en la ciudad.

La insurrección se extendió rápidamente por la costa mediterránea y Andalucía, y también por ciudades del interior donde predominaban los moderados, como Valladolid, Burgos o Cuenca, y las del País Vasco. Estas revueltas contaron con la ayuda de generales moderados que habían creado una "Sociedad Militar Española" secreta en Francia y que regresaban ahora, apoyados de nuevo por el dinero de la reina madre.

Archivo:Ramon Maria Narvaez
General Ramón María Narváez. (Museo de Bellas Artes de Valencia).

El 21 de junio, Espartero se fue a Valencia para dirigir las operaciones contra los sublevados. Sin embargo, el 27 de junio, tres generales moderados (Ramón María Narváez, Manuel Gutiérrez de la Concha y Juan González de la Pezuela) desembarcaron allí, procedentes del exilio en París. Esto obligó a Espartero a detenerse en Albacete. El 27 de junio, otro general sublevado, Francisco Serrano, desembarcó en Barcelona, acompañado del político Luis González Bravo. Al día siguiente, Serrano se autoproclamó "ministro universal" y destituyó a Espartero y al gobierno de Gómez Becerra.

Serrano quería estabilizar la situación y asegurar que los progresistas continuaran en el poder, restableciendo el gobierno de López. Al mismo tiempo, nombró a Narváez capitán general para evitar que surgiera un poder paralelo. La Junta de Barcelona aceptó esto y nombró a Serrano jefe de un "gobierno provisional" el 29 de junio, que representaba el regreso del antiguo ministerio progresista. A cambio, Serrano aceptó el programa de tres puntos de los revolucionarios barceloneses: "Constitución de 1837, Isabel II y Junta central". Después de prometer todo lo que se le pedía en Barcelona, Serrano marchó a Madrid, mientras los barceloneses continuaban derribando las murallas.

El 22 de julio, cerca de Madrid, tuvo lugar la batalla de Torrejón de Ardoz. Se enfrentaron las tropas del gobierno, al mando del general Antonio Seoane, y las tropas sublevadas, al mando del general Narváez. En realidad, apenas hubo combate, porque casi todas las tropas de Seoane se unieron al bando rebelde al grito de "¡Todos somos uno!". El 23 de julio, Narváez entró en Madrid y restableció a Joaquín María López como presidente del gobierno.

Sin embargo, López no reconoció el compromiso de convocar una Junta Central que asumiera el poder, lo que más tarde provocaría la "revolución centralista" catalana de septiembre-noviembre de 1843, conocida como la "Jamancia", cuando Espartero ya había caído.

Mientras tanto, Espartero estaba combatiendo la rebelión en Andalucía, donde no logró tomar Sevilla, a pesar de haber sido bombardeada. Al enterarse del resultado de la batalla de Torrejón de Ardoz, decidió irse al exilio con algunos de sus hombres de confianza. El 30 de julio, todos ellos embarcaron en el Puerto de Santa María en un barco británico rumbo a Inglaterra. Fue el fin de la regencia de Espartero.

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Regencia de Espartero para Niños. Enciclopedia Kiddle.