Bética para niños
Datos para niños BéticaBaetica |
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Provincia | |||||||||||||||||||||||||||||||
27 a. C.-711 | |||||||||||||||||||||||||||||||
![]() Bética en el año 125
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Coordenadas | 37°50′58″N 5°00′26″O / 37.849462, -5.007223 | ||||||||||||||||||||||||||||||
Capital | Corduba (Imperio romano) Hispalis (Hispania visigoda) |
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Entidad | Provincia | ||||||||||||||||||||||||||||||
• País | Imperio romano | ||||||||||||||||||||||||||||||
Idioma oficial | latín, turdetano-túrdulo, púnico | ||||||||||||||||||||||||||||||
Historia | |||||||||||||||||||||||||||||||
• 27 a. C. | División de la Hispania Ulterior | ||||||||||||||||||||||||||||||
• 711 | Conquista musulmana | ||||||||||||||||||||||||||||||
Correspondencia actual | Práctica totalidad de Andalucía, sur de Badajoz y sureste de Portugal | ||||||||||||||||||||||||||||||
Fronteras | Lusitania (oeste y noroeste) Tarraconense (noreste) |
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Creada bajo Augusto, siguió existiendo bajo el Reino Visigodo de Toledo | |||||||||||||||||||||||||||||||
La Bética (en latín, Bætica) fue una importante provincia romana creada en el año 27 a. C. en Hispania, que es la actual Península ibérica. Existió como región administrativa hasta la llegada de los musulmanes en el siglo VIII. Su nombre viene del río Betis (en latín Bætis), que hoy conocemos como Guadalquivir.
Durante la época romana, la capital de la Bética fue Colonia Patricia Corduba (la actual Córdoba). Más tarde, en el siglo V, cuando el Imperio romano cayó y se formó el Reino visigodo, la capital se cambió a Híspalis (hoy Sevilla). El territorio de la Bética se parece mucho a la actual Andalucía.
La Bética fue una de las provincias más destacadas del Imperio romano. Era importante por su política, su cultura y su economía. En el siglo I a. C., antes de ser una provincia separada, fue un lugar clave en las guerras entre Julio César y Pompeyo Magno. Cuando el Imperio se estableció con Augusto, la Bética se volvió muy próspera y romanizada. Por eso, se convirtió en una provincia senatorial, lo que significaba que el Senado la gobernaba directamente y no necesitaba tener legiones (ejércitos) allí.
Esta provincia también fue el hogar de dos grandes emperadores romanos, Trajano y Adriano. Además, otro emperador, Marco Aurelio, tenía raíces familiares en la Bética. En cuanto a la cultura, de aquí salieron figuras importantes como el filósofo Séneca, el poeta Lucano, el geógrafo Pomponio Mela y el experto en agricultura Columela. Con la llegada del cristianismo, el obispo Osio ayudó a establecer las bases de la fe católica. En la época visigoda, San Isidoro de Sevilla fue una figura clave que conservó el conocimiento de la civilización romana.
Económicamente, la Bética era muy rica. Se extraían minerales como oro, plata, cobre y plomo. La agricultura también era muy importante, con la producción y exportación de cereales, aceite de oliva y vino. El aceite y el vino de la Bética eran muy famosos en todo el Imperio, al igual que una salsa de pescado llamada garum.
Contenido
¿Dónde estaba la Bética?
La Bética abarcaba la mayor parte de la actual Andalucía y una parte del sur de Extremadura. Incluía casi todas las provincias de Cádiz, Córdoba, Huelva, Málaga y Sevilla. También comprendía la mitad oeste de Granada y Jaén, una parte de Almería y el sur de Badajoz.
La provincia se dividía en cuatro zonas llamadas conventus iuridici, que eran como distritos judiciales:
- Conventus Cordubensis, con capital en Córduba (que también era la capital de toda la Bética).
- Conventus Astigitanus, con capital en Astigi.
- Conventus Gaditanus, con capital en Gades.
- Conventus Hispalensis con capital en Hispalis.
En estos distritos, los líderes locales se reunían cada año para supervisar cómo se administraba la justicia.
Alrededor de los años 13-7 a. C., el emperador Augusto cambió los límites de la Bética. Algunas zonas del este, como Cástulo y Acci, que antes eran parte de la Bética, pasaron a la provincia Tarraconense. Esto se hizo para que el emperador pudiera controlar directamente las minas de esa zona, ya que la Tarraconense era una provincia bajo su control directo, no del Senado.
El territorio de la Bética estaba conectado por una red de calzadas (caminos romanos) que seguían los valles de los ríos y la costa. Ciudades importantes como Córduba, Gades, Hispalis, Iliberris, Malaca y Ostippo eran centros de comercio, recaudación de impuestos y difusión de la cultura romana. Los grandes ríos como el Guadiana y el Guadalquivir, las zonas mineras y la facilidad de comunicación por mar ayudaron a dar forma a esta región.
A finales del siglo III, a pesar de los problemas del Imperio, la Bética mantuvo su organización administrativa. El emperador Diocleciano la incluyó en la nueva Diocesis Hispaniarum en el año 298.
La Bética bajo el dominio romano

Después de que Cartago fuera derrotada en la segunda guerra púnica, los romanos tomaron el control de Hispania. Tuvieron que enfrentar algunas resistencias, como la de los turdetanos en el 197 a. C. Tras su victoria, los romanos crearon dos provincias: Hispania Ulterior e Hispania Citerior.
Al mismo tiempo que conquistaban, los romanos empezaron a establecerse. El primer asentamiento permanente fue Itálica, fundada por Escipión el Africano en el 206 a. C. para los soldados veteranos. Familias romanas y veteranos llegaron y se mezclaron con la gente local, creando una sociedad muy influenciada por Roma. En el 171 a. C., se fundó Carteia, la primera colonia romana fuera de Italia, para los hijos de soldados romanos y madres hispanas. En el 169 a. C., Claudio Marcelo fundó la Colonia Patricia Corduba con familias romanas y líderes locales.
Durante las guerras de Roma contra lusitanos y celtíberos, el sur de la Hispania Ulterior fue un punto de apoyo crucial para los romanos. Era un centro logístico importante para el desembarco de tropas, el comercio y el suministro de alimentos.
En la guerra de Sertorio (82-72 a. C.), que fue parte de una guerra civil en Roma, muchos seguidores de Mario se refugiaron en Hispania. Sertorio recibió mucho apoyo en la región. La Bética fue un campo de batalla hasta que Quinto Cecilio Metelo la controló para los optimates desde Córdoba. Pompeyo Magno, uno de sus generales, se ganó la simpatía de muchos hispanos. También Julio César estuvo en el sur de Hispania en esa época.
A mediados del siglo I a. C., la Bética fue de nuevo un escenario importante en la guerra civil entre Pompeyo Magno y Julio César. Después de la derrota de Pompeyo en Grecia, su hijo Cneo Pompeyo el Joven se refugió en Hispania. Julio César lo persiguió y lo derrotó en la batalla de Munda (45 a. C.), cerca de Córdoba, poniendo fin a la guerra.
Después del asesinato de Julio César en el 44 a. C., se formó el Segundo Triunvirato (43-33) entre Marco Antonio, Octavio (el heredero de César) y Lépido. Hispania le tocó a Octavio, quien más tarde, en el 29 a. C., completó la conquista del norte de la península.
En el año 27 a. C., Octavio, ya conocido como Augusto, dividió Hispania en tres provincias: la Bética, la Tarraconense y la Lusitania. La Bética se convirtió en una provincia senatorial, gobernada por un procónsul desde Corduba, y no necesitaba legiones porque ya estaba en paz. Las otras dos provincias eran imperiales, con presencia militar y gobernadores nombrados por el emperador.
Con el paso de la República al Imperio, la Bética vivió un largo periodo de gran prosperidad. La minería, que usaba mano de obra esclava, llenaba las arcas del Estado. La exportación de aceite de oliva, el más valorado en Roma, enriqueció a muchas familias y llevó a un gran desarrollo económico. Las ciudades se embellecieron con teatros, anfiteatros, circos, templos y villas. Muchas villas rurales también aparecieron por toda la Bética. A la provincia llegaron muchos esclavos para trabajar en las minas, la agricultura y en las casas de las familias ricas.
En Corduba, la capital, se ampliaron los templos y los foros. Se construyeron un circo, un anfiteatro y un teatro, solo superados en tamaño por los de la propia Roma. Gades también tuvo un gran teatro, e Itálica un anfiteatro para 25.000 espectadores.
La Bética también fue un centro cultural importante. La familia Annea de Corduba dio a luz a figuras como el orador Marco Anneo Séneca, su hijo el filósofo Séneca, y el poeta Lucano. En Gades nació el agrónomo Columela, y en Tingentera el geógrafo Pomponio Mela. Después de casi tres siglos de presencia romana, la Bética estaba completamente integrada en la civilización romana. El emperador Vespasiano reconoció esto con el Edicto de Latinidad de Vespasiano (73 d. C.), que dio la ciudadanía latina a todos los habitantes libres de Hispania.
La Bética fue tan importante que dio a Roma dos emperadores, nacidos en familias de comerciantes de aceite de Itálica. El emperador Trajano (98-117 d. C.) expandió el Imperio a su mayor tamaño. Su sucesor, Adriano (117-138 d. C.), se centró en fortalecer las fronteras y promover las artes. El emperador Marco Aurelio (161-180 d. C.), aunque nació en Roma, tenía raíces familiares en la provincia, cerca de Corduba.
Aunque la Bética disfrutó de la Pax Romana (paz romana), sufrió incursiones de grupos del norte de África. En el 171 d. C., cruzaron el Estrecho de Gibraltar y saquearon varias ciudades. Además, debido al apoyo que Clodio Albino encontró en la Bética contra Septimio Severo (193-211 d. C.), este último castigó severamente a muchos habitantes de la provincia.
El siglo III fue un periodo difícil para el Imperio, y la Bética también tuvo problemas con ataques desde África y piratería. Esto hizo que el emperador Maximiano se trasladara a Corduba alrededor del 296-297 d. C. Allí mandó construir un gran palacio imperial para dirigir la campaña militar contra los piratas y los grupos del norte de África.
Los fuertes lazos con el resto del mundo romano hicieron de la Bética un punto de entrada para el cristianismo en Hispania. Esto llevó a una temprana cristianización, especialmente en las zonas costeras. En el siglo IV, bajo el reinado de Constantino el Grande (306-337 d. C.), el cristianismo fue tolerado en el Imperio. Un obispo de Córdoba, Osio, fue clave en el Concilio de Nicea (325 d. C.), donde se estableció la doctrina de la Iglesia católica. Por esas fechas, se celebró en la Bética el Concilio de Elvira, un evento muy importante para la historia del cristianismo en España.
En el 380 d. C., el emperador Teodosio, nacido en Hispania, declaró el cristianismo como la religión oficial del Imperio. Esto provocó una fuerte persecución contra quienes seguían las antiguas religiones romanas.
La Bética siguió siendo romana hasta el año 411 d. C., cuando los suevos, vándalos y alanos invadieron el Imperio occidental y se establecieron en la península ibérica. Los vándalos silingos se quedaron en la Bética, pero fueron expulsados por los visigodos y se unieron a otros vándalos para invadir África.
La Bética visigoda


Con la llegada de los visigodos a la península ibérica en el 418 d. C., los vándalos fueron expulsados. La Bética, con su fuerte influencia romana y sus poderosas familias locales, fue difícil de conquistar para los visigodos. Fue el último territorio que controlaron y el que tuvo más problemas políticos. Por ejemplo, en el año 521 d. C., el Papa nombró al obispo de Sevilla como líder eclesiástico de la Lusitania y la Bética, lo que indicaba que la Iglesia de Tarragona no controlaba el sur de la península.
A partir del año 531 d. C., el rey visigodo Teudis se expandió rápidamente hacia el sur, estableciendo su corte en Sevilla para controlar mejor la zona. La Bética finalmente se integró en el Reino visigodo de Toledo. Sin embargo, cuando los intereses de las familias ricas hispanorromanas estaban en peligro, había rebeliones, como las de Atanagildo y Hermenegildo.
La rebelión de Atanagildo, apoyada por la élite de la Bética, llevó a la intervención del Imperio bizantino, que estaba en expansión bajo Justiniano I. Una parte importante de la Bética y la Cartaginense fue conquistada por los bizantinos y se convirtió en la Provincia de Spania, con capital en Malaca. Los bizantinos contaron con el apoyo de la población local, que era muy romanizada y prefería el orden romano y católico a los visigodos. Sin embargo, la presencia bizantina en la Bética fue corta, ya que el Reino visigodo de Toledo siempre quiso recuperar la costa. Las campañas de Leovigildo y Suintila lograron unificar el poder en la península.
Los obispos católicos de la Bética, con el apoyo de la gente, lograron convertir al rey visigodo arriano Recaredo y a sus nobles al catolicismo. Durante el periodo visigodo, San Leandro y San Isidoro fueron figuras religiosas y culturales muy importantes, trabajando principalmente en Sevilla.
La batalla del Guadalete, que tuvo lugar en el 711 d. C. en tierras béticas, fue la lucha final en la que Rodrigo, el rey visigodo, perdió Hispania. Los musulmanes del norte de África, junto con élites árabes, conquistaron la Bética y la mayor parte de Hispania. Establecieron primero el Emirato y luego el Califato de Córdoba, con capital en Córdoba. A partir de entonces, la Bética dejó de existir como provincia, pero siguió siendo el centro de al-Ándalus.
¿Cómo era la economía de la Bética?
La agricultura del sur de la península ibérica era muy productiva. Se exportaban vinos, aceite de oliva y una salsa de pescado fermentada llamada garum, muy valorada en la dieta romana. Las grandes plantaciones de olivos de la Bética producían aceite de oliva que se transportaba por mar y se enviaba, entre otros lugares, a las legiones romanas en Germania. Se han encontrado ánforas (recipientes de cerámica) de la Bética por todo el Imperio romano de Occidente. Para mantener el control de estas rutas marítimas, el Imperio necesitaba controlar las costas de Lusitania y la costa del Atlántico al norte de Hispania. Columela, quien escribió muchos libros sobre la agricultura y la viticultura romanas, era de la Bética.
Véase también
En inglés: Hispania Baetica Facts for Kids
- Ruta bética
- Diocesis Hispaniarum
- Organización política de Hispania
- Anexo:Gobernadores romanos de la Bética
- Anexo:Poblaciones romanas de la Bética
