Duelo para niños
Duelo es el combate en el que se enfrentan dos personas que se han desafiado individualmente, por lo general caballeros, aunque también puede llamarse "duelo" al combate entre dos grupos, especialmente si cada uno envía como representante a un campeón para que dispute el combate en su representación. Suele estar ritualizado y reglamentado, y ser consecuencia de un reto (riepto) o desafío previo, que surge a partir de una enemistad nacida de una ofensa tenida como tal por alguna de las dos partes o por ambas, o por otra cualquier causa. Se halla vinculado a los conceptos clásicos de honor y venganza, y jurídicamente en la Edad Media tenía que ver con el llamado juicio de Dios u ordalía.
Ya en la Iliada de Homero se narran duelos como el de Paris y Menelao o el de Héctor y Aquiles. A veces se narra también la costumbre de evitar conflictos colectivos reduciéndolos a un combate singular entre campeones o grupos pequeños de guerreros que los dirimieran; un ejemplo lo ofrece el combate entre Horacios y Curiacios que narra Tito Livio, el historiador romano, para resolver sin demasiadas pérdidas una guerra entre Roma y Alba Longa; el equivalente es, en la Biblia, el combate entre el hebreo David y el filisteo Goliath. Pero el duelo entre dos hombres es una práctica en su origen sobre todo germánica: el medieval juicio por combate.
En su modalidad más formalizada, el duelo fue practicado desde el siglo XV hasta comienzos del siglo XX en las sociedades occidentales, como evolución de las justas o torneos medievales. Era consensuado entre dos caballeros, que utilizaban armas mortales de acuerdo con reglas explícitas o implícitas que se respetaban por el honor de los contendientes, acompañados por padrinos, quienes podían a su vez luchar o no entre sí.
Desde sus inicios el duelo, a pesar de su aceptación social y popularidad literaria (Joanot Martorell, Tirante el Blanco, -Tirant lo Blanch-, 1490, Jovellanos, El delincuente honrado, 1773, Pierre Choderlos de Laclos, Las amistades peligrosas -Les liaisons dangereuses-, 1782, Joseph Conrad, Los duelistas -The duel o Point of honor-, 1908), recibió distintos grados de condena por las autoridades eclesiásticas y civiles, llegando a su ilegalización, que no fue efectiva hasta las primeras décadas del siglo XX. El duelo es considerado un acto ilegal (asesinato en primer y segundo grado) en la mayoría de los países.
El duelo se desarrollaba por voluntad de una de las partes —el desafiante— para lavar un insulto u ofensa a su honor (injuria). El objetivo no era en general matar al oponente, sino lograr «satisfacción» restaurando el honor propio, cosa que se obtenía al poner en juego la vida para defenderlo.
Deben distinguirse los duelos de las pruebas de combate, ya que los primeros no se usaron para determinar culpabilidad o inocencia, ni constituyeron procedimientos oficiales. Los duelos fueron en cambio generalmente ilegales, a pesar de que en la mayoría de las sociedades donde fue usual, contó con aceptación social.
Los participantes de un duelo correctamente planteado no eran por lo general perseguidos, y en los casos en que sí lo eran, no se los encarcelaba por tal motivo. Se consideraba que solo los caballeros (aristócratas o adinerados) los cuales tenían un honor que defender y, por lo tanto, la clase social alta era la que calificaba para realizarlo: si un caballero era insultado por alguien de la clase baja, aquel no lo retaba a duelo, sino que le infligía algún castigo físico o comisionaba a sus sirvientes para que lo hicieran. En algunos países, en especial de origen anglosajón, el reto era realizado públicamente con el golpe de un guante en la cara del oponente o se dejaba caer el guante ante los pies del desafiado quien lo recogía si aceptaba; desde entonces ha perdurado el dicho popular «recogió el guante» para indicar que alguien respondía a la provocación de un opositor.
Contenido
Orígenes
El término «duelo» para referirse a este tipo de contiendas se remonta al siglo XV en Europa. La palabra deriva del latín duellum, que en latín clásico se escribía bellum, con el significado de 'guerra'. La etimología popular lo asoció a duo ('dos'), resaltando la acepción de «combate uno a uno».
Las confrontaciones físicas relacionadas con insultos o posicionamiento social se remontan a la prehistoria humana, pero el concepto de duelo formal en la sociedad occidental se originó en el duelo judicial de la Edad Media, y en antiguas prácticas pre-cristianas de la época vikinga. En castellano antiguo se denominada riepto (reto), por ejemplo en el Cantar de mio Cid.
Los duelos judiciales fueron abolidos por el cuarto concilio de Letrán en 1215, pero hay testigos que informaban todavía en 1459 sobre la aceptación del sistema para resolver algunos crímenes capitales.
La mayoría de las sociedades no condenaba el duelo; en rigor, la victoria en duelo se reconocía como un acto de heroísmo y no como un asesinato, y el estatus social del vencedor se veía incrementado. Durante el Renacimiento temprano, la práctica del duelo establecía la respetabilidad de un caballero, y era el medio aceptado para resolver disputas. En aquellas sociedades era sin duda una alternativa mejor que otras formas de conflicto menos reguladas.
El primer código de duelo (Code duello) apareció en el renacimiento italiano, si bien reconoce varios antecedentes, incluyendo la vieja ley germánica. El primer código formalizado a nivel nacional fue el francés, y recién en 1777 se redactó en Irlanda un código que —debido a la emigración— sería el de más amplia influencia en los Estados Unidos.
No obstante lo anterior, los duelos no fueron exclusivos de las altas clases de Europa; los gitanos, ciertas tribus de indios norteamericanos (Navajos) y otras etnias euroasiáticas tenían en sus códigos de conducta sus propias versiones de duelos.
Reglas
Los duelos podían efectuarse con las espadas de duelo europeas, con sables o —desde el siglo XVIII en adelante— con pistolas. Con este fin se fabricaban artesanalmente bellos pares de pistolas de duelo para uso de los nobles ricos. Pero ambos contendientes debían ser caballeros: un noble no podía batirse con un plebeyo. Por este motivo no dejaron a Voltaire batirse con el noble caballero De Rohan: un villano carecía de honor, y aunque Voltaire insistía en hacerlo, tuvo que resignarse a ser expulsado de Francia mediante una orden reservada dictada por el mismo rey.
Después de la ofensa real o imaginaria, los partidarios del ofendido demandaban «satisfacción» del ofensor, explicitando la demanda con un gesto insultante al que era imposible permanecer indiferente; golpear al ofensor en el rostro con un guante, o tirar el guante al suelo delante de él —de aquí la frase «recoger el guante», que con el tiempo se ha convertido en sinónimo de aceptar un desafío.
Esta costumbre se originó en la Edad media, cuando se ordenaba a un caballero, que recibía una palmada ritual en la cara simbolizando la última vez que la aceptaría sin devolver un desafío. Por tal motivo, cualquiera que fuese golpeado con un guante estaba considerado, como el caballero, obligado a aceptar el desafío, o quedar deshonrado.
Cada parte en disputa debía elegir un representante de confianza (segundo, o padrino) que acordaría el sitio del «campo de honor», cuyo principal criterio de elección era que estuviera aislado para impedir interrupciones y que a nadie diera el sol en la cara. Después había que acordar el tipo de armas que se iban a usar: espada, sable o pistola. El padrino que tenía calidad de testigo de fe, tenía que verificar las armas, las reglas y en caso de que su representado falleciera, hacerse cargo de su cuerpo para ser entregado a sus familiares y dar parte ante la autoridad.
Por la misma razón, los duelos se efectuaban tradicionalmente al amanecer. También era deber de cada parte comprobar que las armas fueran iguales y que el duelo resultara justo.
A elección de la parte ofendida, el duelo podía ser:
- «A primera sangre», en cuyo caso finalizaba tan pronto como uno de los duelistas resultaba herido, incluso si la herida fuera leve.
- Hasta que uno de los contrincantes fuera «severamente herido», de forma tal que se encontrase físicamente incapacitado para continuarlo.
- «A muerte», en cuyo caso no habría satisfacción hasta que la otra parte estuviera mortalmente herida.
- En el caso de duelos «a pistola», cada parte podía disparar un tiro. Incluso si ninguno acertaba el disparo, si el desafiante se considerase satisfecho, el duelo podía declararse terminado como generalmente sucedía. También un duelo a pistola podía continuar hasta que uno de los duelistas fuera herido o muerto, pero un intercambio de más de tres series de disparos era considerado bárbaro, además de ridículo por la falta de puntería.
Bajo estas condiciones, una o ambas partes podían intencionalmente errar el disparo con el objetivo de cumplir las formalidades del duelo sin pérdida de vida u honor, práctica habitual de algunos duelistas que recibía el nombre de deloper. Hacer esto, obviamente, resultaba muy arriesgado si el oponente no estaba dispuesto a hacer lo mismo. El delope fue expresamente prohibido por el Código de duelo de 1777. Sin embargo las posibilidades variaban, y muchos duelos de pistola fueron a primera sangre, aunque otros a muerte. La parte ofendida podía detener el duelo en cualquier momento, si creía satisfecho su honor.
Para un duelo de pistolas de un solo tiro, las partes debían ubicarse espalda contra espalda con sus armas cargadas en la mano, y caminar un número prefijado de pasos, volverse al oponente y disparar. Típicamente, cuanto más grave era el insulto, menos eran los pasos a caminar. En muchos casos los padrinos solían demarcar el suelo previamente, indicando el punto donde los duelistas debían detenerse, girar y disparar. A una señal, frecuentemente un silbato, los oponentes podían avanzar hasta las marcas y disparar a voluntad. Otra técnica consistía en efectuar disparos alternativamente, comenzando por la parte ofendida.
Muchos duelos históricos se evitaron por la imposibilidad de acordar el methodus pugnandi. En el caso del Dr. Richard Brocklesby, no hubo acuerdo en el número de pasos, y en el duelo entre Mark Akenside y Ballow, uno explicó que nunca se batiría durante la mañana, y el otro que nunca lo haría por la tarde. John Wilkes, que no se detenía en ceremonias por estos pequeños detalles, contestó a la consulta de Lord William Talbot en relación a «cuántas veces dispararía en un duelo» lo siguiente: «Tanto como su excelencia desee: he traído una bolsa de balas y una petaca de pólvora».
Véase también
En inglés: Duel Facts for Kids
- Combate singular
- Far west
- Tablas mexicanas
- Juicio de Dios
- Ordalía
- Caballero
- Honor
Imágenes
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Gauchos del Río de la Plata en posición de duelo
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Sátira del duelo de esgrima entre « Monsieur de Saint-George y la Señorita caballera d'Éon de Beaumont » en Carlton House el 9 de abril de 1787. Grabado de Victor Marie Picot inspirado en la obra original de Alexandre-Auguste Robineau
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Salvador Allende, protagonizó el último duelo en Chile en 1952
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Un sermón antiduelista escrito por un conocido de Alexander Hamilton
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El ficticio duelo a pistola entre Eugene Onegin y Vladimir Lensky. Acuarela de Ilya Repin (1899)
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El duelo de Wild Bill Hickok con Davis Tutt se convirtió en el duelo rápido por excelencia de la historia de EE.UU.
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Gada (maza) duelo entre Bhima y Duryodhana