Plaga de topillos en Castilla y León de 2007 para niños
La plaga de topillos en Castilla y León de 2007 fue un gran problema que afectó a los campos de Castilla y León, una comunidad autónoma en España. Comenzó a desarrollarse a principios del verano de 2006 en la provincia de Palencia.
La situación se volvió muy seria en el verano de 2007. Los campos de la meseta se llenaron de estos pequeños roedores, que destruían los cultivos, especialmente los de regadío (los que necesitan agua extra). Aunque se declaró terminada a finales de septiembre de 2007, la cantidad de topillos siguió siendo alta durante tres meses más. La plaga finalizó por completo con la llegada de las heladas y el frío en noviembre y diciembre.
El responsable de esta plaga fue el topillo campesino (Microtus arvalis). Este animal, que es de Europa y Asia, había llegado a la península ibérica hasta la Cordillera Cantábrica. Allí se convirtió en una subespecie llamada Microtus arvalis asturianus. Esta subespecie empezó a extenderse hacia el sur, lejos de sus depredadores naturales.
Normalmente, la población de topillos no superaba los 100 millones. Pero en el verano de 2007, se calcula que llegaron a ser al menos 700 millones. Destruyeron unas 500.000 hectáreas de cultivos y causaron pérdidas por 15 millones de euros. Por su gran apetito, los llamaron "el azote de Castilla".
La plaga afectó a toda Castilla y León. Las provincias más dañadas fueron Valladolid, Segovia, Palencia y Zamora. Especialmente en las zonas de Tierra de Campos y cerca de Tierra de Medina. También llegó a municipios de Aliste, casi cruzando a Portugal.
Contenido
¿Por qué hubo tantos topillos?
Las causas de esta gran cantidad de topillos fueron varias. La combinación de estos factores arruinó cosechas enteras, sobre todo de remolacha, patata, cebolla y zanahoria.
El clima favorable
El invierno de 2007 en la Meseta, que suele ser muy frío, fue más suave de lo normal. Hubo muy pocas heladas. Después, la primavera también tuvo temperaturas un poco más altas de lo habitual. Todo esto ayudó a que los topillos se multiplicaran muy rápido. Son animales que se reproducen con mucha facilidad y maduran pronto. Tienen varias camadas al año, con muchas crías en cada una.
Debates sobre el control de la plaga
También se mencionó que la plaga creció porque algunos grupos que cuidan el medio ambiente presentaron una queja en marzo de 2007. Se oponían al uso de veneno para detener la plaga que estaba empezando.
Algunas asociaciones de agricultores, como ASAJA, culparon a la administración y a estos grupos. Creían que si no se hubieran parado las medidas preventivas, la crisis no habría sido tan grande.
¿Qué es el topillo campesino?
El topillo campesino de la meseta Norte española es una subespecie llamada Microtus arvalis asturianus. Se diferencia de otros topillos por detalles muy pequeños. Este topillo es de la mitad norte de la península ibérica. Es diferente al M. a. meridionalis de los Pirineos o al M. a. arvalis europeo. También es distinto del topillo campestre (Microtus agrestis). Los otros topillos viven en lugares más húmedos.
Algunos expertos dudan de la existencia de la subespecie de los Pirineos. Pero aceptan que el topillo de la meseta es diferente por su tamaño y por estar aislado geográficamente.
La subfamilia Arvicolinae tiene más de 130 especies de topillos que comen plantas. Solo en España hay 10 especies. El topillo campesino de Castilla y León es uno de los más grandes. Puede medir hasta 144 mm (incluyendo la cola) y pesar hasta 72 gramos.
Tiene un cuerpo redondeado y rechoncho, con el cuello corto y el hocico ancho. Su pelaje es pardo claro y grisáceo en el lomo. Una característica que lo distingue es que sus orejas, aunque pequeñas, son visibles.
En el resto de Europa vive la subespecie Microtus arvalis arvalis. Se encuentra en toda la zona central y atlántica de Europa, desde Rusia hasta Francia. No suelen vivir en islas ni en la zona del mar Mediterráneo.
Comportamiento del topillo
El topillo campesino solo come plantas. Prefiere las plantas verdes. Pero si no hay, come cualquier tipo de vegetal, excepto las plantas que son venenosas (como el estramonio).
Se esconde en túneles que excava en terrenos blandos. A veces, las entradas están bajo troncos o piedras. Sus madrigueras tienen varias entradas y no son muy profundas. Dentro, tienen uno o varios nidos hechos con plantas entrelazadas.
No dejan montones de tierra fuera, como otros animales que excavan. Pero sí dejan caminos o surcos muy característicos. Siempre usan el mismo recorrido para moverse fuera de sus madrigueras. Algunos de estos caminos conectan las entradas de varias madrigueras o llevan a los lugares donde comen más a menudo. Su territorio es de unos 150 m². Algunas madrigueras incluso se conectan con las de otras colonias cercanas.
Aunque los machos pueden defender su territorio, la especie se adapta a vivir en grupo o sola. Las hembras que viven solas tienen menos crías que las que viven en grupo. Sin embargo, vivir en grupo puede reducir las posibilidades de supervivencia. Una hembra solitaria puede empezar a reproducirse a las dos semanas. Las hembras en grupo lo hacen a las tres semanas.
Pueden tener hasta seis camadas a lo largo de su vida. Cada camada tiene entre tres y doce crías que pesan muy poco. La época de reproducción es en primavera y verano. La cantidad de crías y partos depende de las condiciones del ambiente. Los machos maduran al mes de vida. La mayoría no vive más de cuatro meses, aunque algunos han llegado a vivir seis meses o más.
Su actividad no depende del sol. Alternan periodos cortos de mucha actividad con otros de descanso (de unas dos o tres horas), tanto de día como de noche.
Al topillo de Castilla le gustan los espacios abiertos con muchas herbáceas y zonas de matorral. Viven entre los 500 y 1500 metros de altitud, donde las lluvias no son muy abundantes. En las zonas donde conviven las subespecies asturianus y arvalis, la primera ocupa las áreas más cálidas y secas. La segunda vive en las más húmedas. Al sur de la Sistema Central español, los topillos campesinos son pocos. Esto puede ser por la competencia de otros roedores, como Microtus cabrerae.
Normalmente, hay entre 5 y 10 topillos por hectárea. Durante la plaga en Castilla y León, se llegaron a registrar hasta 1500 roedores por hectárea en las zonas más afectadas.
Estos animales pueden transmitir enfermedades a las personas, como la tularemia. Esto puede ocurrir por contacto directo o por polvo que estuvo en contacto con el animal o sus desechos. La plaga pudo ser la causa de 42 casos en la región, reconocidos oficialmente.
¿Cómo afectó la plaga?
Las grandes poblaciones de topillos tienen efectos negativos, pero también algunos beneficios. Por ejemplo, al excavar, sus madrigueras mejoran la tierra. Aumentan la materia orgánica bajo tierra. También airean el terreno y lo hacen más esponjoso. Además, ayudan a que el agua se filtre mejor en el suelo. Algunos investigadores dicen que "la abundancia de topillos en Castilla y León en las últimas décadas ha ayudado a aumentar la variedad de animales en el valle del Duero".
Sin embargo, también tienen efectos dañinos. Uno de los más preocupantes es que pueden transmitir enfermedades graves a otros animales y a las personas. El Microtus arvalis es conocido por ser portador de muchos parásitos y diversas patologías. Esto incluye enfermedades víricas como la rabia o el hantavirus, y enfermedades bacterianas como la leptospirosis o la tularemia. También pueden tener protozoos y helmintos.
-
El cuervo común es uno de los enemigos naturales de los topillos.
Al principio, la gran cantidad de topillos beneficia a los depredadores (animales que los cazan), porque tienen mucha alimento. Pero las plagas duran menos que la vida de la mayoría de los depredadores. Cuando los topillos empiezan a escasear, los depredadores tienen menos comida. Esto hace que busquen otras presas, a veces especies amenazadas.
Para los humanos, estas grandes poblaciones son plagas muy dañinas. Sus consecuencias son muchas y afectan a la economía, el ocio, la salud y la sociedad. Incluso causan preocupación en la gente.
Daños en las cosechas
El topillo campesino es considerado el animal vertebrado más perjudicial para la agricultura en Europa. Su dieta principal son los tallos tiernos y verdes, aunque también comen hojas y restos de espigas. La plaga de 2007 parece haber comenzado en Tierra de Campos (Palencia) y se extendió por toda la comunidad. Se calculó que más de 200.000 hectáreas en Castilla y León fueron afectadas, con pérdidas que superaron el millón de euros.
Cuando se siembra, los topillos hacen sus madrigueras en los bordes de los caminos, a salvo de los arados. Pero cuando termina la siembra, se mueven al interior de los campos. En los campos de cereal o plantas forrajeras, pueden dejar zonas vacías. En las remolachas, suelen comer el tubérculo y, aunque no coman toda la planta, provocan que se pudra rápidamente. También roen el tallo de los girasoles hasta que caen.
Los topillos también comen en los viñedos, aunque solo los brotes tiernos. Pero si dañan la base de los pámpanos, pueden arruinar las cosechas de años futuros. A veces, el daño no se ve hasta que es demasiado tarde. Los árboles frutales tampoco se salvan. Roen la corteza de la base de su tronco, lo que los debilita o los destruye.
Riesgos para la salud
Los roedores son casi la mitad de las especies de mamíferos conocidas. Son el tipo de animal que más problemas causa a los humanos. Además, son el mayor reservorio natural de agentes que causan enfermedades contagiosas. Esto se llama zoonosis (enfermedades que pasan de animales a humanos).
Los topillos campesinos son muy activos en la transmisión de enfermedades, especialmente cuando hay muchos. Es más fácil que entren en contacto con personas o con animales que se relacionan con ellas (mascotas, ganado…).
Muchos riesgos de contagio tienen que ver con actividades de ocio. Las plagas suelen coincidir con el periodo vacacional. Muchos niños o adolescentes que viven en el campo vieron muchos topillos en parques, jardines o huertos dentro de los pueblos. Como son menos agresivos y más torpes que los ratones domésticos o las ratas, la gente pensaba que no eran peligrosos. Por eso, se hizo popular perseguirlos, capturarlos o exterminarlos.
Sin embargo, el peligro es grande. No solo por la posibilidad de contagiarse de enfermedades graves (como las mencionadas antes). También porque los más pequeños (incluso bebés) pueden tocar topillos muertos, que quedan en el césped o en el arenero del parque. Además, sus pulgas, garrapatas y otros ácaros pueden sobrevivir allí mucho tiempo. También, muchos de estos animales se ahogan en piscinas o depósitos de agua para riego.
Otro riesgo relacionado con el ocio es la caza menor. La Junta de Castilla y León tuvo que publicar consejos para evitar problemas relacionados con la plaga. Antes, pocos se preocupaban, pensando que era solo un problema de los agricultores. Pero la posibilidad de que un perro se envenenara, o un cazador se contagiara de tularemia, o se intoxicara con los venenos, causó preocupación.
Problemas administrativos
La inacción de la Junta de Castilla y León ante la rápida expansión de la plaga hizo que miles de agricultores se manifestaran en Valladolid el 2 de agosto. Pedían soluciones.
Como la administración no actuaba, los agricultores empezaron a buscar sus propias soluciones. Cavaban zanjas con agua para que los topillos cayeran y se ahogaran. En Villalar de los Comuneros, su alcalde inventó un arado para destruir las madrigueras de los roedores. Pero estos intentos no fueron suficientes.
Las primeras soluciones oficiales llegaron tarde, el 9 de agosto. Los topillos ya estaban en los pueblos. Se empezó a quemar rastrojos (restos de cosechas), siendo Fresno el Viejo la primera localidad.
Con la expansión al mundo del vino y los daños causados (se estimó un 40% de pérdidas en la vendimia), además de las pérdidas en la ganadería, el sector primario de Castilla y León estaba en peligro. Todo esto llevó a muchos alcaldes a pedir que se declarara la zona como zona catastrófica.
Plagas cíclicas de topillos en Castilla y León
Las plagas de topillos eran casi desconocidas en España hasta hace unas décadas. El naturalista Juan Delibes de Castro lo confirmó en 1989. Las investigaciones de los años 70 ubicaban a esta especie solo en la zona sur de la cordillera Cantábrica y en las sierras de Albarracín y Javalambre.
Desde entonces, en el valle del Duero ocurren grandes aumentos de población de topillos campesinos cada tres o cuatro años. Son tantos que se convierten en una plaga muy dañina para la agricultura. Normalmente, hay de 5 a 10 topillos por hectárea. Pero en los momentos de plaga, superan los 200 individuos por hectárea. Incluso se han registrado hasta 1294 topillos por hectárea en campos de alfalfa.
Densidad de topillos por hectárea |
![]() |
Un experto, Ángel María Arenaz, cree que se puede prever la magnitud de las plagas contando topillos en invierno. Si en enero hay más de 50 individuos por hectárea, es probable que haya peligro en verano. Si es menos, no suele haber riesgo. También dice que las lluvias de otoño pueden ayudar a prever: las lluvias fuertes son malas para la reproducción de los topillos. Para prevenir, se necesitarían censos periódicos con trampas en los alfalfares en septiembre, febrero, mayo y agosto.
Juan Carlos Blanco, otro naturalista, señala que en España no hay mucha información sobre este tema. A pesar de que estas plagas se repiten, no tenemos datos fiables ni se sabe su causa exacta.
Sobre la plaga de 2007, la Junta de Castilla y León dio información basada en datos de agricultores. Pero son solo estimaciones, no un estudio completo. La infestación de topillos fue declarada oficialmente una Plaga el 27 de marzo.
Algunos habitantes del campo llegaron a decir que los grupos ecologistas habían "repoblado" las tierras con topillos criados para alimentar a las aves rapaces. También se culpó a la administración por no actuar. La idea de que se soltaron topillos está tan extendida que es difícil explicar a la gente que las plagas son por causas naturales.
Es cierto que muchos depredadores se benefician de la abundancia de topillos. No solo sus enemigos habituales como lechuzas, comadrejas y elanios azules. También otros depredadores como rapaces, cánidos, félidos, córvidos, cigüeñas, garzas, etc. Esto reduce la presión sobre otras presas, como perdices o conejos. Pero también aumenta el número de depredadores. Si los topillos disminuyen, los depredadores estables deben buscar otras fuentes de alimento. Al ser más numerosos, esto puede causar problemas para otras especies.
La expansión de los topillos debió empezar en una zona con una población densa y estable. Además, debió haber algo que los dispersara y rutas favorables para su expansión. Por ejemplo, la concentración parcelaria (unión de parcelas), las mejoras en las carreteras y la expansión del regadío. Una vez que llegaron a la cuenca del Duero, los alfalfares (sus lugares favoritos) sirvieron de refugio. Desde allí, en ciertas condiciones, la plaga podía desatarse.
Se han propuesto varias ideas sobre lo que desencadena este fenómeno:
- Las plantas podrían influir en la fertilidad de los animales: La superficie de regadío en el valle del Duero ha crecido mucho en los últimos 20 años. Justo cuando las plagas se han vuelto más comunes. La alfalfa y la remolacha son sus principales alimentos.
- La depredación como factor de control: La falta de enemigos naturales aceleraría su abundancia. Se ha demostrado que los roedores pueden multiplicarse mucho si hay pocos depredadores. Cuanto más pobre es el ecosistema, mayores son las plagas. Los pocos depredadores no pueden detener el aumento de población. Pero poco a poco reaccionan, reproduciéndose rápido y concentrándose donde hay más topillos. Al año siguiente, los numerosos carnívoros pueden reducir la población de roedores. Como las presas son exterminadas, los depredadores deben cambiar de dieta. Pero las alternativas no suelen ser suficientes, por lo que el número de cazadores disminuye. Esto permite una nueva explosión de topillos.
- Las causas serían internas (genéticas): Los propios topillos modificarían su comportamiento social y reproductor. Los roedores tienen una gran capacidad de reproducción. Pero esta suele estar controlada para mantener poblaciones estables. Sin embargo, a veces se reproducen sin límites. Esto genera una fuerte competencia interna por la supervivencia (por espacio, alimento, etc.). Muchos individuos no logran integrarse socialmente, no tienen un territorio estable o tienen dificultades para conseguir alimento o reproducirse. Los mecanismos internos de la población controlan su densidad. Cambian las señales de olor y otros mecanismos que afectan a los individuos de menor rango. En ellos aumenta el estrés. Los roedores reaccionan al estrés aumentando sus secreciones, reduciendo su capacidad reproductora y volviéndose más vulnerables a las enfermedades que ellos mismos portan.
Es importante diferenciar las causas de la expansión del topillo campesino desde las montañas hasta el valle del Duero (donde no existía hasta los años 80). Y las causas que provocan los picos de reproducción. Está claro que las actividades humanas afectan a los roedores. Sin querer, se mejoran sus condiciones de vida al cultivar sus alimentos favoritos o crear hábitats favorables. Así, la primera idea explica la colonización de la Meseta Norte. Pero no el gran aumento de población o los altibajos que se repiten. Estos son ciclos naturales causados por factores internos (comportamiento social) y ayudados por otros externos (alimentación y depredación).
¿Cómo se combaten las plagas?
Para combatir cualquier plaga, es esencial tener mucha información: causas, ciclos, desarrollo. Cada caso es diferente. Lo primero es identificar al animal que causa el daño y actuar rápido. Sin embargo, en España no hay suficientes estudios actualizados sobre el tema. Hay que usar publicaciones antiguas o experiencias de otros países. La información en internet o en los medios de comunicación suele ser muy sesgada y poco útil.
El biólogo Juan José Luque-Larena, de la Universidad de Valladolid, dijo: "Hay una falta de rigor absoluta, mucha confusión y no se investiga. Cuando apareció la gripe aviar no se cuestionó que hacía falta investigar, pero de los topillos habla cualquiera."
Medidas preventivas
Una plaga muy avanzada es imposible de eliminar por completo. A lo sumo, se puede controlar su número, eliminar algunos focos o reducir los daños. Para tener éxito, hay que prevenirla. El primer paso es contar las poblaciones de animales dañinos. Los censos de topillos deben hacerse en las regiones más propensas, usando métodos de trampeo aprobados o por observación.
El censo puede ser la mejor guía de cómo evolucionará la población de roedores. Si en enero no hay más de 50 topillos por hectárea, el peligro es casi nulo. Si se supera esta cantidad, y el invierno es suave, hay que empezar a actuar para prevenir la plaga.
Cuando el alimento escasea, el uso de veneno (siempre bajo control de las autoridades) es muy efectivo. Los topillos tienen pocas opciones frente a los cebos. Es decir, el veneno es mucho más efectivo en invierno.
Otras medidas preventivas eficaces son ayudar y proteger a los enemigos naturales de los topillos (rapaces, comadrejas, zorros, cigüeñas…). La ley debe proteger a las rapaces y se pueden instalar lugares para que se posen o aniden.
Para fincas pequeñas, usar plantas que los repelen puede ayudar. Por ejemplo, solanáceas como el estramonio, que es tóxico por la atropina que contiene. O la belladona y otras plantas de la misma familia. También la Ruda, la cebolla albarrana, la fritillaria y el ricino.
Las plagas son más fuertes donde solo hay un tipo de cultivo. Por eso, variar y rotar los cultivos ayuda a controlar la población de topillos. Limpiar y cuidar el campo también es una buena medida, pero siempre respetando la diversidad ecológica. Trabajar la tierra en profundidad, eliminar malas hierbas en campos, cunetas, canales y en la base de los árboles, dificulta la expansión de los topillos. Permitir el pastoreo de los rastrojos es doblemente eficaz (el ganado aplasta madrigueras y limpia el terreno). Destruir sus madrigueras con máquinas, crear zonas sin alimento (eriales o cubiertas de plástico), o usar repelentes químicos, los obliga a concentrarse donde están las trampas o el veneno. En resumen, cuanta más variedad haya en los ecosistemas, menos vulnerables serán a las plagas. La buena gestión agrícola y ambiental es la mejor arma para prevenir desastres.
Una vez que la plaga ha comenzado, hay que potenciar cualquier medida que reduzca sus efectos, favoreciendo a los depredadores naturales.
Trampas
Atrapar topillos campesinos es muy fácil, ya que no pueden saltar ni trepar. Lo más común es poner pequeños recipientes con agua cerca de donde comen, para que mueran en el líquido. También son muy efectivas las cajas metálicas de la asociación francesa I.N.R.A.
De todos modos, las trampas son casi inútiles en grandes extensiones. Solo sirven para hacer muestreos o en superficies pequeñas y controladas: parques, jardines, huertos, piscinas, etc.
Quema de rastrojos
En 2005, siguiendo normas de la Unión Europea y para evitar incendios, el gobierno español prohibió quemar rastrojos. A raíz de la plaga de topillos de 2007, muchas asociaciones agrarias pidieron permiso para volver a quemar como forma de combatir a los roedores. Aunque no se concedió el permiso general, la Junta de Castilla y León decidió probar la quema controlada en algunos puntos, para ver si era efectiva. Se dio prioridad a zonas de regadío o con productos agrícolas con denominación de origen.
Después de unas semanas, se vio que quemar la paja no producía suficiente calor para matar a los topillos. Se alcanzaban, como máximo, 200 °C, que solo afectaban a los 10 centímetros superiores de la tierra. La mayoría de los topillos podían refugiarse en sus madrigueras.
Algunas organizaciones agrarias, como ASAJA, COAG, UCCL y UPA, apoyadas por un ingeniero, creían que la quema puntual no servía. Pensaban que debía ser generalizada para tener éxito. Así, los roedores se verían obligados a refugiarse en los cortafuegos, donde se les aplicarían medidas químicas.
Aunque las zonas quemadas ahuyentan a los topillos (porque no tienen alimento ni refugio), la quema es dañina para otras especies. Y es un peligro potencial que puede tener un impacto biológico muy negativo. Cualquier microorganismo que vive en los 10 cm afectados muere. Esto anula su capacidad de airear y fertilizar la tierra. Aumentan el azufre y el carbono, y desaparece el nitrógeno. La fauna pequeña (reptiles, insectos, liebres, aves...) se ve muy afectada. Además, los topillos abandonan las fincas quemadas y se van a otras, lo que puede extender la plaga a zonas menos afectadas.
Uso de venenos químicos
El uso de venenos debe hacerse con mucho cuidado. Si no se manejan bien, pueden causar más daños que beneficios. Además, por las posibles consecuencias para el medio natural, hay que pensarlo bien antes de usar productos tóxicos. Aunque es un remedio barato y parece fácil de usar, hay que seguir normas de seguridad estrictas. Esto es para proteger a humanos y animales. No se debe actuar por cuenta propia. Hay que seguir las instrucciones y recibir formación adecuada. La sustancia debe ser específica para el objetivo: en este caso, rodenticidas (venenos que matan ratas, ratones y topillos). Y si es posible, que solo afecte al topillo campesino.
Estos productos fitosanitarios son más efectivos antes de la primavera, cuando el alimento de los topillos escasea, su número es bajo y están agrupados. Usarlos cuando la plaga ya está extendida puede tener efectos locales, pero no soluciona el problema globalmente.
Generalmente hay dos tipos de rodenticidas: agudos y anticoagulantes. Los venenos agudos actúan casi de inmediato con una sola dosis. Pero son muy peligrosos. Pueden intoxicar a la persona que los manipula y pasar a la cadena trófica, matando a otros animales (depredadores). Además, el roedor suele morir junto al cebo, lo que ahuyenta a otros topillos. La toxicidad de muchos venenos agudos es tan alta que la mayoría están prohibidos. Uno de los pocos permitidos es el Fosfuro de aluminio, pero solo lo pueden manipular técnicos especializados.
Los venenos anticoagulantes son los más adecuados para plagas como la de los topillos. También hay que verificar su legalidad. Su uso debe hacerse con permisos y supervisión. La Junta de Castilla y León permitió y distribuyó Clorofacinona. Este veneno está siendo evaluado por la Comisión Europea. Por ahora, es legal y está autorizado.
Estos venenos necesitan que el animal los consuma varias veces y tardan varios días en hacer efecto. El veneno ataca el hígado, el corazón y los pulmones. Causa síntomas neurológicos y hemorragias internas. Los topillos suelen morir lejos del comedero, en sus madrigueras, sin mostrar dolor. Sus compañeros no relacionan la muerte con el veneno, y el lugar sigue siendo visitado. El problema es que también pueden morir en la superficie, y sus cuerpos quedan a disposición de animales carnívoros.
Este es un asunto serio. Si los depredadores sufrieran un envenenamiento secundario (al comer topillos envenenados), el uso de rodenticidas sería contraproducente. Si la población de enemigos naturales del topillo se reduce, las futuras plagas podrían ser más graves.
En España no hay estudios sobre los efectos de la Clorofacinona. Pero sí hay estudios en Estados Unidos. Estos indican que, al ser un anticoagulante de primera generación, es más dañino para pequeños mamíferos que para aves o ganado. Aunque esto depende de la exposición. Además, la Clorofacinona pierde toxicidad con la humedad. Aun así, se comprobó que hay riesgo real para todo tipo de animales. Algunas aves como las avutardas, alondras, calandrias, perdices y anátidas son especialmente sensibles. Entre los mamíferos, los conejos y las liebres son los más vulnerables (más del 80% de mortalidad). Y entre el ganado, la Clorofacinona fue muy perjudicial para los corderos, muchos de los cuales murieron.
Como la Clorofacinona y otros anticoagulantes pueden afectar a cualquier especie que los consuma, es necesario asegurarse de que solo los topillos tengan acceso a ellos. Se puede colocar el cebo en la boca de las madrigueras o en comederos, pero siempre protegidos por tubos con un diámetro pequeño. Así, otros animales no pueden alcanzarlos. En Castilla y León se usa plástico, pero el metal sería mejor porque resiste más las tormentas y el deterioro. El tratamiento debe repetirse cada cuatro o cinco días. Hay que señalizar las zonas tratadas para alertar a la gente de la presencia de tóxicos.
Los inconvenientes de este veneno son que no garantiza la eliminación de la plaga. Y la Junta no asegura que no afecte a animales importantes para el ecosistema. Hay casos que demuestran que un mal uso puede ser desastroso. También hay datos de que los anticoagulantes pueden pasar a la cadena trófica si los carnívoros comen animales debilitados por el veneno.
En marzo de 2007, cuando la plaga ya estaba muy extendida, las autoridades de la Junta de Castilla y León decidieron usar Clorofacinona en 20.000 hectáreas. Lamentablemente, el veneno no se preparó bien. Afectó a muchas palomas, lagomorfos, aláudidas, jabalíes y aves de caza o protegidas. Algunas asociaciones ecologistas denunciaron a la Junta por un delito contra la salud pública. El Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil investigó. Un informe del SEPRONA advirtió: "Consideramos que estos animales son un riesgo para la salud pública y no deben en ningún caso ser consumidos por la población hasta que cese el uso masivo de este rodenticida".
El ingeniero agrónomo Fernando Franco Jubete también se opuso a esta decisión: "Nunca debió aprobarse el tratamiento con clorofacinona, una barbaridad ecológica que no resolvió nada (...) un producto químico de amplio espectro no puede tirarse de forma generalizada porque provoca un desastre ecológico".
El secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Palencia, Domiciano Pastor, explicó que habían avisado a la Junta desde septiembre de 2006, pero la respuesta tardó mucho. Sobre el envenenamiento accidental de otros animales, añadió: "No hubo tantas muertes, pero si el método no es bueno no queremos que se use".
Conclusiones sobre las plagas
Por ahora, no se pueden sacar conclusiones definitivas sobre el problema de las plagas cíclicas de topillo campesino en Castilla y León. Esto se debe a que no se ha invertido lo suficiente en su investigación. Todo lo que se propone son solo ideas que no han sido probadas lo suficiente.
No se saben las causas exactas de la expansión de esta especie desde las montañas hasta el valle del Duero, un lugar que, en principio, no era favorable para los topillos. Posiblemente, los cambios en la ganadería, la modernización de la agricultura y las carreteras tuvieron algo que ver. Pero no se puede afirmar sin pruebas. Tampoco se sabe con certeza por qué hay un gran aumento de población cada tres o cuatro años. La idea de un invierno suave y húmedo es aceptada, pero no se ha relacionado con los cambios climáticos anuales y las plagas. Algunos científicos proponen usar herramientas para predecir y modelos matemáticos que relacionen la población de topillos, el clima y las consecuencias económicas y ecológicas.
No se han hecho cálculos serios sobre los daños. Las diferentes consejerías de la Junta de Castilla y León se conforman con encuestas que no tienen el rigor necesario. Tampoco hay estudios sobre la relación del topillo con sus depredadores. A menudo, los depredadores se convierten en víctimas inocentes, porque los agricultores los ven como enemigos. Esto es paradójico, ya que la escasez de depredadores podría ser la causa de la plaga.
El empobrecimiento de los ecosistemas de Castilla y León debe influir. Se sabe que "cuanto más pobre es un ecosistema, más vulnerable es a cualquier plaga". Este empobrecimiento se debe al aumento del monocultivo, al uso masivo de productos fitosanitarios y a la destrucción de pequeños restos de zonas naturales. Lo que se llama "perdidos" o "baldíos" son considerados por los campesinos como los reservorios de los topillos. Pero es en los alfalfares donde se reproducen. Y las rapaces, los zorros y otros animales necesitan estos refugios. Por lo tanto, hay que proteger y recuperar estos hábitats de gran valor: bordes de caminos, arroyos, zonas de monte bajo, setos, pequeños bosques, humedales, etc. Aunque no parezcan útiles económicamente, son irremplazables desde el punto de vista natural.
En cualquier caso, los grandes aumentos de población deben tener causas tan complejas que su solución es impensable ahora. Sería necesario hacer programas de investigación a largo plazo. Esto incluiría estudiar a fondo la especie dañina, invirtiendo en proyectos científicos multidisciplinares. También hay que poner en marcha medidas preventivas: censos hechos por especialistas, vigilancia, gestión ambiental adecuada, concienciación y colaboración entre organismos oficiales y académicos.
Sobre el fin de la población de topillos, insistimos en que, como no se han hecho estudios serios, no se puede saber si la plaga terminó por las medidas tomadas o porque llegó al final de su ciclo biológico por causas naturales. Tampoco sabemos qué consecuencias tendrá para el campo el uso de tantos productos químicos. Los experimentos de algunas instituciones, como la quema de rastrojos, fueron solo superficiales en ese momento. La politización del tema no ayudó a quienes querían entender el problema. Los biólogos, etólogos, naturalistas e ingenieros agrícolas fueron los que menos pudieron expresarse. La forma en que se abordó el tema fue contraproducente. Habría que considerar cambiar nuestra postura para las previsibles plagas que ocurrirán, sin duda, alrededor del año 2010.
Fin de la plaga
Durante el invierno de 2007 y principios de 2008, la población de topillos en Castilla y León volvió a sus niveles normales. La Junta de Castilla y León invirtió unos 24 millones de euros en acabar con la plaga. Como se demostró después, a pesar de los esfuerzos de la administración, los venenos no ayudaron a controlar la plaga. La población de topillos se reguló sola. Gran parte de esta autorregulación se debió también a factores climáticos, como reconoció el alcalde de Fresno el Viejo, una de las localidades más afectadas.
Véase también
En inglés: 2007 vole plague in Castile and León Facts for Kids
- Control integrado de las plagas
- Convenio de Róterdam