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República romana tardía para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
República romana
Res publica romana
Estado de la antigüedad
168 a. C.-27 a. C.
Roman Republic 44 bC.svg
La república romana después del asesinato de Julio César
Republica romana animada.GIF
Expansión de la República
Capital Roma
Entidad Estado de la antigüedad
Idioma oficial Latín
Superficie hist.  
 • 50 a. C. 1 950 000 km²
Religión Politeísmo romano
Período histórico Antigüedad clásica
 • 168 a. C. Batalla de Pidna
 • 27 a. C. Octavio es nombrado Augusto
Forma de gobierno República
Cónsules
ver anexo
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República romana media
Alto imperio romano

La República romana tardía fue un periodo importante en la historia de Roma. Comenzó a finales del siglo II a. C., cuando Roma ya era una potencia mundial. Había logrado vencer a otras grandes naciones que podrían haber sido una amenaza.

Roma había derrotado a las principales potencias del Mediterráneo en poco tiempo. La República cartaginesa fue vencida en las guerras púnicas (146 a. C.). El Reino de Macedonia también fue derrotado en las guerras macedónicas. El Imperio seléucida, una gran potencia en el este, se debilitó en la guerra siria. Además, Grecia quedó bajo el control romano. Así, Roma se convirtió en la dueña del Mediterráneo. Durante los siglos siguientes, Roma no tuvo enemigos organizados que pusieran en peligro su existencia. Solo algunos reinos causaron problemas menores que se resolvieron rápidamente.

En esta nueva etapa, el mayor desafío para la República vino de dentro. Surgieron conflictos entre diferentes grupos sociales, causados por el gran éxito de Roma. Las antiguas leyes e instituciones de la República no pudieron manejar estos nuevos problemas, lo que llevó a una gran crisis. La sociedad romana se dividió. Los pueblos italianos aliados de Roma, que no tenían la ciudadanía romana, exigían más derechos. Ellos soportaban el peso de las campañas militares, pero no podían aprovechar las nuevas oportunidades que ofrecían las conquistas.

Al mismo tiempo, la aristocracia y los políticos se beneficiaron mucho de las nuevas conquistas. Los impuestos de lugares como Cartago, Macedonia y Siria, el botín de las provincias y las ganancias del comercio aumentaron su poder y riqueza. Este nuevo poder dio a los políticos más recursos para sus ambiciones personales. A veces, estas ambiciones iban en contra del bienestar del Estado. En esta época, las grandes fortunas permitían a los políticos tener muchos seguidores y comprar votos. Esto lo hacían para aumentar su poder personal, sin respetar las leyes. Este problema fue una de las principales causas de la caída de la República.

Cambios en la política y la sociedad

Las muchas campañas militares de los generales romanos en el extranjero y las recompensas que recibían los soldados hicieron que estos fueran más leales a sus generales que al propio Estado. Esto los hacía estar dispuestos a seguir a sus generales incluso si luchaban contra el gobierno. Además, Roma sufrió varios levantamientos de personas esclavizadas en este periodo. Esto ocurrió en parte porque en el siglo anterior se habían usado muchas tierras para la agricultura, donde el número de personas esclavizadas superaba con creces al de sus dueños romanos. En el último siglo antes de la era común, hubo al menos doce rebeliones. Esta situación no cambió hasta que Octavio (más tarde conocido como Augusto) se convirtió en un fuerte oponente del Senado y fue nombrado princeps (una especie de primer ciudadano o líder).

Entre el 135 a. C. y el 71 a. C., ocurrieron tres guerras serviles: levantamientos de personas esclavizadas contra el Estado romano. La tercera, la más importante, llegó a involucrar entre 120.000 y 150.000 personas esclavizadas rebeldes.

Además, en el 91 a. C., estalló la guerra Social entre Roma y sus aliados en Italia, llamados socii. Los aliados estaban molestos porque compartían los riesgos de las campañas militares romanas, pero no sus beneficios. A pesar de algunas derrotas, las tropas romanas vencieron a las milicias itálicas en varios enfrentamientos clave. Aunque perdieron militarmente, los socii lograron sus objetivos. Se aprobaron la Lex Julia y la Lex Plautia Papiria, que daban la ciudadanía romana completa a todos los itálicos de la península. Estas nuevas reformas populares causaron enojo en muchos senadores conservadores, que querían mantener el poder de las antiguas familias en el Senado.

El periodo de los Gracos

¿Quién fue Tiberio Sempronio Graco?

Hacia finales del siglo II a. C., el descontento de los plebeyos (la gente común) hacia los patricios (la clase alta) crecía. En el año 135 a. C., Tiberio Sempronio Graco fue elegido tribuno de la plebe. Este era un cargo importante que representaba a los plebeyos y tenía el poder de vetar leyes.

Desde su puesto, Tiberio quiso resolver el problema de la tierra y mejorar la difícil situación de los campesinos italianos. Propuso una serie de leyes que no fueron bien recibidas por la mayoría del Senado.

Su propuesta, llamada lex agraria, buscaba repartir tierras públicas (ager publicus) entre los ciudadanos más pobres. Tiberio había visto la situación en Hispania y en Etruria, donde la esclavitud era muy común. Esto lo motivó a crear sus proyectos de reforma.

Para llevar a cabo sus planes, contó con el apoyo de un grupo de senadores. Este grupo se oponía a otro liderado por Escipión Emiliano. Tiberio intentó revivir una ley antigua que limitaba la cantidad de tierra estatal que una persona podía poseer. La tierra sobrante se devolvería para ser repartida en pequeños lotes a ciudadanos sin tierras, quienes pagarían una pequeña contribución.

Estas propuestas eran razonables y estaban de acuerdo con leyes anteriores. Sin embargo, Tiberio cometió el error de llevar su proyecto de forma muy radical y populista, lo que contrastaba con su posición social.

El proyecto incluía una comisión de tres miembros para encargarse del reparto de tierras. Esto provocó una fuerte oposición de la aristocracia senatorial. Usaron a otro tribuno, Marco Octavio, para vetar la ley. Pero Tiberio logró que Octavio fuera destituido de su cargo, algo que no tenía precedentes y que muchos senadores vieron como un acto revolucionario. Con un nuevo tribuno a favor de Tiberio, la asamblea popular aprobó la ley. La comisión, formada por Tiberio, su hermano Cayo y su suegro, tuvo poder para ejecutar la ley. Cuando Átalo III de Pérgamo dejó su reino al pueblo romano, la comisión también obtuvo los recursos económicos necesarios, lo que aumentó la preocupación de la oposición senatorial. En el verano del 133 a. C., Tiberio buscó ser reelegido como tribuno, lo cual, aunque no estaba prohibido, iba contra la costumbre. Para lograr sus reformas, tuvo que tomar medidas que algunos consideraron dudosamente constitucionales.

Tiberio Graco perdió la vida de forma violenta el día que se presentaba a un nuevo mandato. Un grupo de senadores y hombres armados, liderados por Escipión Nasica, atacaron a sus seguidores. Entre doscientos y trescientos de ellos fallecieron. Tiberio murió por un golpe en la cabeza. Su cuerpo fue arrojado al Tíber, sin recibir sepultura. Sus esfuerzos por la reforma agraria fueron continuados por su hermano Cayo, quien también perdió la vida por las mismas razones.

¿Quién fue Cayo Sempronio Graco?

Cayo Sempronio Graco era el hermano menor de Tiberio Sempronio Graco. En el año 123 a. C., fue elegido tribuno de la plebe, al igual que su hermano. Cayo continuó y mejoró la aplicación de las leyes que su hermano había propuesto. Relanzó la reforma agraria e hizo algunos cambios. Estas son algunas de las reformas que logró aprobar:

  • En lugar de devolver las tierras públicas, se hizo un nuevo reparto de tierras con la fundación de colonias en el territorio de Cartago. Esto fue algo nuevo para Roma, ya que nunca antes había fundado colonias fuera de Italia. La colonia de Cartago se creó con la ley Rubria, que fue eliminada en el 121 a. C., creando una situación difícil para los colonos. Años después, Julio César retomaría la colonización.
  • Prometió a los soldados que serían equipados por el Estado (antes tenían que pagar sus propios equipos y armas). Aprobó leyes para mejorar el servicio militar y construir nuevas carreteras para facilitar el movimiento de los soldados en campaña.
  • Implementó una nueva ley, la Ley Annona. Esta ley fijaba un precio para el trigo, estableciendo una cantidad mensual (43,5 litros) a un costo reducido para los ciudadanos romanos más pobres. Fue una medida muy exitosa. Más tarde, generales como Cayo Mario y el propio Julio César la aplicarían con gran éxito.
  • Eliminó la ley Calpurnia del 149 a. C., rompiendo el control del Senado sobre los tribunales e incluyendo a los caballeros en ellos.

Cayo Sempronio Graco cometió el error de intentar un tercer mandato consecutivo como tribuno de la plebe. Esto agotó la paciencia del Senado, que se puso en su contra. El Senado aconsejó a otro tribuno, Livio Druso, que se opusiera a Cayo. Además, el Senado le dio su apoyo a través de un senadoconsulto último, que otorgaba plenos poderes a los cónsules en caso de gran peligro. Se desataron enfrentamientos violentos. Más de 3.000 seguidores de Cayo Graco perdieron la vida. Cayo mismo decidió terminar con su vida (o pidió a uno de sus esclavos que lo hiciera) en el bosque Furrina, en el monte Janículo de Roma.

El programa de nuevas leyes de los hermanos Graco era bueno para Roma y su desarrollo. Fracasó porque fue muy difícil unir a las diferentes clases sociales con sus intereses tan distintos. La gente común de la ciudad tenía intereses muy diferentes a los de la gente común del campo, y a veces se oponían. Ambas clases también eran rivales de los caballeros, a quienes veían más cercanos a la clase alta del Senado.

La rivalidad entre Mario y Sila

El ascenso de Mario

La Guerra de Yugurta

Micipsa, rey de Numidia, un reino aliado de Roma, falleció en el 118 a. C. Sus herederos fueron sus dos hijos, Adherbal y Hiempsal, y un sobrino adoptivo, Yugurta. Micipsa quería que sus tres hijos compartieran el reino, pero Yugurta eliminó a Hiempsal. Adherbal logró escapar a Roma y pidió ayuda. Roma envió una comisión a Yugurta, pero este no solo la rechazó, sino que también ejecutó a sus miembros junto con algunos ciudadanos romanos. Estos hechos llevaron a que, en el 111 a. C., Roma declarara la guerra a Yugurta. El Senado nombró al cónsul Lucio Calpurnio Bestia como líder de la expedición. Cuando Bestia llegó a Numidia, Yugurta se rindió, pero lo sobornó para que hiciera un acuerdo desfavorable para Roma. El acuerdo era tan malo que el Senado decidió investigar y llamó a Yugurta a Roma. Yugurta sobornó a los tribunos para no tener que testificar, pero luego intentó eliminar a un oponente político, por lo que fue expulsado de Roma y la guerra continuó. En el año 109 a. C., Yugurta venció a un ejército romano en Suthul y pidió al Senado que lo reconociera como gobernante de Numidia, pero su petición fue rechazada.

El cónsul Quinto Metelo fue nombrado nuevo comandante para derrotar a Yugurta. Metelo fue muy efectivo, cortando los suministros de Yugurta, quien tuvo que usar tácticas de guerrilla. A pesar de esto, su segundo al mando, Cayo Mario, quería liderar la guerra contra Yugurta. Mario regresó a Roma y fue nombrado cónsul en el 107 a. C. Después de su consulado, el Senado le dio el mando de la guerra contra Yugurta. Cayo Mario siguió usando las tácticas de Metelo, pero descubrió que Yugurta se había aliado con el rey de Mauretania. Sin embargo, Mario logró convencer al rey de Mauretania de cambiar de bando y capturar a Yugurta, a cambio de una parte de Numidia. Así se hizo, y Yugurta fue llevado a Roma para ser ejecutado.

La Guerra Cimbria

Las tribus germanas de los cimbrios, teutones y ambrones abandonaron sus hogares en Germania hacia el año 115 a. C. y se dirigieron al sur. En el 113 a. C., atacaron a una tribu aliada de Roma, por lo que, en el 112 a. C., el Senado les declaró la guerra. El cónsul Cneo Papirio Carbón lideró la expedición y negoció la paz, pero solo para atacarlos más tarde. Sin embargo, fue derrotado en Noreya. Los germanos decidieron saquear la provincia romana de la Galia Trasalpina, donde se aliaron con la tribu de los tigurinos y derrotaron, en el 109 a. C., a las fuerzas locales. En el 107 a. C., los germanos volvieron a vencer, esta vez cerca de Burdigala. En el año 105 a. C., los cónsules Cneo Malio Máximo y Quinto Servilio Cepión marcharon hacia Galia con un gran ejército para derrotar a los germanos. Sin embargo, no se llevaban bien y dividieron el ejército en dos. Servilio atacó solo y fue derrotado. Los germanos luego atacaron el ejército de Máximo, aniquilándolo cerca de Arausio.

Entonces, el Senado entregó el mando de la guerra a Cayo Mario, quien reorganizó el ejército romano. Dividió cada legión en cohortes y permitió que ciudadanos pobres se unieran al ejército, entre otras cosas. Mientras tanto, los germanos planeaban invadir Italia por tres frentes. Los teutones y los ambrones lo harían por Galia, y los cimbrios por el norte de Italia. Entonces, Cayo Mario envió a Quinto Lutacio Cátulo y a Lucio Cornelio Sila al norte de Italia, mientras él defendía Galia. Cayo Mario estableció su campamento en Aquae Sextiae. Cuando los teutones y los ambrones lo atacaron, los rodeó y los derrotó. Cátulo y Sila, al ver que los germanos tenían más soldados, se retiraron a la llanura del Po, donde se reunieron con Mario y sus legiones. Fue en Vercelae donde Mario se enfrentó a los cimbrios. Mario venció a los cimbrios en Vercelae, y los sobrevivientes huyeron a Germania para no regresar jamás. Después de esto, Mario recibió muchos honores, pero Cátulo y Sila reclamaron más reconocimiento del que se les dio.

La Guerra Social

Después de su victoria sobre los cimbrios, Cayo Mario se retiró de la vida pública, y Roma tuvo unos años de relativa paz. Sin embargo, en el 91 a. C., Marco Livio Druso fue elegido tribuno de la plebe. Él devolvió los derechos electorales que se les habían quitado a los aliados itálicos (socii) unos años antes. Pero el Senado anuló esta ley, lo que enfureció a los aliados itálicos. Los aliados planearon eliminar al cónsul Lucio Marcio Filipo, pero Druso le advirtió. Luego, Filipo eliminó a Druso. Entonces, la mayoría de los aliados itálicos se rebelaron, declarándose independientes de Roma con un Senado propio y con capital en Corfinio. En el año 90 a. C., para evitar que más aliados se unieran a los rebeldes, el Senado romano concedió la ciudadanía romana a los aliados itálicos leales o que hubieran depuesto las armas. Mientras tanto, en el año 89 a. C., la ciudadanía romana completa fue otorgada a todos los itálicos, incluso a los rebeldes, mediante la Lex Plautia Papiria.

Sin embargo, la guerra no terminó del todo. Ese mismo año, varios generales romanos fueron derrotados. Pero Cneo Pompeyo Estrabón y Cayo Mario vencieron varias veces a los aliados restantes que no estaban satisfechos. Fue Lucio Cornelio Sila quien puso fin definitivamente a la guerra. Esto marcó el inicio de la rivalidad política entre Mario y Sila.

La Primera Guerra Mitridática

En el año 90 a. C., Mitrídates, el rey del Ponto, conquistó el Reino de Capadocia y el Bitinia, que era aliado de Roma. Por ello, el gobernador de la provincia romana de Asia, Manio Aquilio, pidió a Mitrídates que se retirara de Bitinia. Mitrídates, temeroso de ser atacado por Roma, aceptó. La siguiente petición fue que Mitrídates ayudara enviando soldados a Asia, pero fue rechazada. Al mismo tiempo, el rey de Bitinia, Nicomedes, respondió al ataque de Mitrídates invadiendo el Ponto. Pero el general póntico Arquelao lo derrotó en el río Amnias, y también a los refuerzos romanos. Finalmente, Bitinia y la provincia romana de Asia fueron anexadas al reino del Ponto, al que se aliaron varias ciudades griegas. Después de esto, Mitrídates ordenó la eliminación de todos los romanos en Asia, y más de ochenta mil personas perdieron la vida en lo que se conoció como las vísperas asiáticas.

En el año 88 a. C., el Senado decidió enviar a un general para defender Asia de Mitrídates. El principal candidato era Lucio Cornelio Sila, al menos para los senadores, porque el pueblo quería a Cayo Mario. Entonces, Sila marchó con sus legiones sobre Roma, tomando el mando de la campaña de Asia y enviando al exilio a Mario y a sus seguidores. Al año siguiente, Sila llegó a Grecia y descubrió que las ciudades griegas que antes estaban con Mitrídates se habían unido a su causa, excepto Atenas, que fue derrotada rápidamente. Cuando el general póntico Arquelao desembarcó en Grecia, se encontró con que había perdido a sus aliados y fue derrotado en Queronea. Al mismo tiempo, el legado romano Lucio Licinio Lúculo derrotó a la flota póntica en la isla de Tenedos. En el año 85 a. C., Arquelao volvió a invadir Grecia, pero fue derrotado en Orcómeno. Mientras tanto, el legado romano Cayo Flavio Fimbria desembarcó en Asia, derrotando a Mitrídates en el río Ríndico. Finalmente, ese mismo año, se firmó el tratado de Dárdanos, que puso fin a la guerra. Roma recuperó la provincia de Asia, y Bitinia quedó independiente.

La Primera Guerra Civil

Conflictos en Italia

Después de que Lucio Cornelio Sila tomara Roma y el golpe de Estado de Cayo Mario y Lucio Cornelio Cinna, una guerra civil era inevitable. Mario falleció en el 86 a. C. por causas naturales. Ante el inminente regreso de Sila, hubo un motín entre las tropas populares y Cinna fue eliminado. El Senado intentó negociar con Sila, pero él se negó. Por ello, el hijo de Mario, Cayo Mario, reunió un ejército de populares. Sila y los optimates (partidarios de la aristocracia) desembarcaron en Brindisi en el 83 a. C. y vencieron a las fuerzas locales en la batalla de Tifata. Luego, Sila marchó hacia Roma. Venció a Cayo Mario en la batalla de Sacriporto y a la última resistencia popular, cerca de los muros de Roma, en la batalla de la Puerta Collina.

Al entrar en Roma, Sila capturó a doce mil populares, que fueron encerrados en el Campo Marcio. Tres mil de ellos fueron ejecutados el 2 de noviembre, a pesar de sus súplicas. Sus gritos llegaron a toda la ciudad, que estaba aterrorizada, y al Senado reunido. Sila sonrió ante el miedo de los senadores.

No hay de qué preocuparse, sólo se están cumpliendo mis órdenes.
La respuesta de Sila ante el horror del Senado.
«Sila se dedicó a la eliminación de oponentes y llenó la ciudad de actos violentos sin fin. Muchos perdieron la vida por odios personales, sin relación con la política, pero él lo permitía para complacer a sus seguidores. Publicó una lista de ochenta personas a eliminar, sin consultar a ningún magistrado. Ante la indignación de todos, al día siguiente añadió a doscientos veinte, y al tercer día, a un número similar. Estas acciones no solo ocurrieron en Roma, sino en toda Italia. No había templo, casa de huéspedes o morada simple donde los hombres no fueran eliminados a la vista de sus esposas y los hijos en presencia de sus madres».
Mestrio Plutarco sobre el gobierno de Sila.

Fuera de Roma, las fuerzas de Sila tuvieron que someter algunas ciudades de Italia en los meses siguientes, como Praeneste (donde el hijo de Mario se había refugiado) o Volterra (en Etruria, que se defendió con éxito hasta el 79 a. C.). Después de tomar Praeneste, cinco mil habitantes, a quienes se les había dado esperanzas de salvación, fueron llevados fuera de los muros de su ciudad. Aunque habían arrojado las armas y se habían postrado a los pies de Sila, él ordenó inmediatamente que fueran ejecutados y sus cuerpos esparcidos por los campos.

Conflictos en Hispania

En el año 83 a. C., Quinto Sertorio, partidario de los populares y antiguo compañero de Cayo Mario, fue nombrado gobernador de la Hispania Citerior. Rápidamente ganó mucha popularidad gracias a algunas reformas sociales que mejoraron la vida de los hispanos. Cuando Sila llegó a Roma con su gobierno estricto, Sertorio se declaró defensor del partido popular, usando Hispania como base para luchar contra los opresores. Esta actitud lo convirtió en el objetivo principal de los optimates, quienes lo declararon enemigo público en la República. Esto causó un largo periodo de luchas en Hispania entre los partidarios de Sila y Sertorio, lo que llevó a un gran aumento de tropas romanas en la península. Durante este conflicto, los líderes de las legiones enviadas por Roma emitieron sus propias monedas, pero Sertorio no lo hizo.

Sertorio permaneció fuera de Hispania hasta el año 80 a. C., pero poco después se convirtió en el líder de las incursiones de los lusitanos contra Roma. Así logró controlar una gran parte del territorio peninsular. Ante esta respuesta de Sertorio, Sila decidió nombrar a Quinto Cecilio Metelo gobernador de la Hispania Ulterior. Metelo llegó con ocho legiones alrededor del año 79 a. C. Al principio, Metelo logró algunas victorias, pero pronto Sertorio, que conocía mejor esas tierras difíciles y había aprendido las tácticas de guerrilla de los pueblos celtíberos y lusitanos, impuso su autoridad y logró dominar la mayor parte del territorio, estableciendo la capital de la nueva provincia en Osca. Después de tanto luchar contra el hábil y escurridizo Sertorio, las legiones de Metelo merecían un descanso. El Senado se lo concedió, retirando a Metelo y poniendo en su lugar al joven general Pompeyo. Siguieron años de intenso conflicto hasta que las tropas consulares obtuvieron ventaja sobre las de Sertorio, quien perdió la vida en Osca en el año 72 a. C.

Años de transición

La Segunda Guerra Mitridática

En Asia, el general Lucio Licinio Murena, que se había quedado en Asia al mando de dos legiones, acusó a Mitrídates de rearmar sus ejércitos e invadió el Ponto. Cuando fue derrotado por Mitrídates, Murena decidió que lo más sensato era obedecer las órdenes de Sila y dejar al rey y su reino en paz.

La Guerra de Espartaco

Entre el 73 y el 71 a. C., un grupo de personas esclavizadas que habían escapado —originalmente unos 70 gladiadores fugados que creció hasta ser un grupo de 120.000 hombres, mujeres y niños— recorrió Italia, causando problemas con relativa facilidad bajo el mando de varios líderes, incluyendo al famoso gladiador-general Espartaco. Los adultos capaces de este grupo formaron una fuerza armada sorprendentemente efectiva que demostró repetidamente su habilidad para resistir al ejército romano, desde las patrullas locales hasta las milicias romanas y las experimentadas legiones bajo mando consular. Plutarco describió las acciones de las personas esclavizadas como un intento de escapar de sus dueños y huir a través de la Galia Cisalpina. Otros historiadores, como Apiano y Floro, retratan la revuelta como una guerra civil en la que las personas esclavizadas lucharon para tomar la propia ciudad de Roma.

La creciente preocupación en el Senado romano por los continuos éxitos militares de este grupo y por los daños que causaban en las ciudades y campos romanos llevó finalmente a que Roma reuniera un ejército de ocho legiones bajo el liderazgo, estricto pero eficaz, de Marco Licinio Craso. La guerra terminó en el 71 a. C. cuando, después de una larga y difícil retirada ante las legiones de Craso y al darse cuenta de que las legiones de Cneo Pompeyo Magno y Varrón Lúculo avanzaban para rodearlos, los ejércitos de Espartaco atacaron con toda su fuerza a las legiones de Craso y fueron completamente aniquilados.

Aunque la guerra de Espartaco es importante por sí misma, la tercera guerra servil fue significativa en la historia de la Antigua Roma por su efecto en las carreras de Pompeyo y Craso. Los dos generales usaron sus éxitos contra la revuelta para impulsar sus carreras políticas. Aprovecharon el favor del pueblo y la influencia de sus legiones para favorecerse en las elecciones consulares del 70 a. C. Sus acciones como cónsules contribuyeron en gran medida a la alteración de las instituciones políticas romanas.

La Guerra contra los piratas

Después de su consulado (70 a. C.), el general Cneo Pompeyo Magno pasó los dos años siguientes en Roma (69 a. C.-67 a. C.). Durante este tiempo, vio cómo aumentaba el malestar entre la gente común debido al encarecimiento de los alimentos. Esta subida de precios se debía al aumento de la actividad de los piratas en el Mediterráneo.

Desde la campaña de Marco Antonio Orator, el Senado no se había ocupado de sus costas. Esto había dado tiempo a los piratas para recuperarse e intensificar sus actividades. Casi todos los piratas venían de la región de Cilicia. Sin embargo, la pasividad del Senado era tal que los piratas habían llegado hasta la desembocadura del Tíber sin que ninguna flota romana los detuviera.

En el año 67 a. C., el tribuno de la plebe Aulo Gabinio propuso una ley para que Pompeyo liderara una guerra contra estos piratas. La ley, que se llamaría Lex Gabinia, le daba a Pompeyo el mando de 200 naves y la autorización para aumentar libremente su ejército, algo muy inusual en un encargo del Senado.

Pompeyo expulsó a los piratas de Italia y Sicilia en solo seis semanas. Después de un descanso, se dirigió a Grecia, donde los derrotó en cincuenta días. Tras sus rápidas victorias, Pompeyo acorraló a los piratas en Cilicia. Cerca de su capital, llamada Coracesio, se libró la batalla decisiva.

Después de acorralar a los piratas en Cilicia, Pompeyo se dirigió a su capital, Coracesio. Según Plutarco, los piratas habrían reunido unos 1.000 barcos (una exageración del historiador) frente a los 200 de Pompeyo. Durante la batalla, los piratas fueron completamente derrotados y obligados a desembarcar en una playa cercana. Desde allí huyeron y se refugiaron en su capital, Coracesio, que Pompeyo sitió.

Tras un intenso asedio, los piratas se rindieron y entregaron su capital. Pompeyo salió completamente victorioso y poco después se embarcó hacia Asia, donde se enfrentaría a Mitrídates VI, rey del Ponto. En cuanto a los piratas, Pompeyo los dispersó por la mayoría de las ciudades de Asia.

La Tercera Guerra Mitridática

Archivo:Mithridates VI Louvre
Busto de Mitrídates VI

Mitrídates se recuperó de la guerra con el apoyo de su yerno, el rey de Armenia Tigranes III. En el 75 a. C., falleció el rey de Bitinia, Nicomedes, y Roma quiso anexar el territorio, declarando ilegítimo a su heredero. Mitrídates respondió apoyando el derecho de su heredero al trono e invadió Bitinia y Capadocia. Al atacar al mismo tiempo que ocurría la revuelta de Sertorio en Hispania, Mitrídates no encontró resistencia al principio. El Senado finalmente reaccionó enviando al cónsul Lucio Licinio Lúculo para enfrentar la amenaza del ejército del Ponto. El otro general disponible para Roma, Pompeyo, estaba en la Galia, marchando hacia Hispania para ayudar a sofocar la rebelión de Sertorio.

Lúculo, un estratega y táctico muy talentoso, logró imponerse a los ejércitos pónticos a pesar de ser inferiores en número. Los derrotó en el campo de batalla y los rindió por falta de alimentos. Mitrídates fue expulsado de territorio romano y tuvo que buscar la ayuda de su aliado Tigranes II de Armenia para defender su reino. Entre ambos reunieron grandes ejércitos, pero con pocos soldados profesionales. Lúculo hizo un gran trabajo para mejorar la economía de la Provincia de Asia, que estaba en una grave crisis financiera por la explotación de los recaudadores de impuestos. Esto le ganó la enemistad de los equites (caballeros) y de muchos senadores que se beneficiaban de estas prácticas. Luego, Lúculo se adentró en el reino de Tigranes, derrotándolo en la batalla de Tigranocerta (69 a. C.) y tomando su capital, la ciudad de Tigranocerta, con un enorme botín. Se decía que Tigranes se había burlado de Lúculo porque sus hombres "eran demasiado pocos para formar un ejército, pero demasiados para una embajada", poco antes de que los romanos aniquilaran sus tropas.

Lúculo persiguió a Mitrídates hasta lo más profundo de las montañas de Armenia, derrotándolo de nuevo en la batalla de Artaxata (68 a. C.). Parecía que la guerra estaba ganada, pero entonces intervino un factor inesperado. Aunque era un gran general, Lúculo era un aristócrata incapaz de ganarse el afecto de sus soldados. Además, sus legiones eran las llamadas fimbrianas, reclutadas por Lucio Cornelio Cinna para luchar contra Sila y especialmente rebeldes. Lúculo las sometió a una disciplina muy dura, lo que, junto con su condición de aristócrata y amigo personal de Sila, lo hizo muy impopular. Así, sus tropas se rebelaron, dirigidas por su cuñado Publio Clodio Pulcro, lo que permitió a Mitrídates y a Tigranes recuperarse y regresar a sus respectivos reinos.

Además de entre sus soldados, Lúculo tenía pocos amigos en Roma. En el 69 a. C., dejó el gobierno de Asia, y un año después también perdió el control de Cilicia. A punto de lograr una victoria total, se le restringió el envío de tropas y recursos, mientras continuaban los motines de sus propios soldados. A medida que la presión de Lúculo disminuía, aumentaban los contraataques del enemigo. En el año 67 a. C., Mitrídates derrotó al legado Triario, causándole 7.000 bajas. Al final del año 67 a. C., tanto Mitrídates como Tigranes habían recuperado gran parte de sus reinos, mientras que Lúculo apenas tenía una fracción de sus fuerzas anteriores. En el 66 a. C., Pompeyo tomó el mando de una guerra que ya estaba casi ganada, mientras que Lúculo fue abandonado por sus últimos hombres.

El ejército de Mitrídates ya casi no existía, y sus aliados armenios estaban completamente desorganizados. Finalmente, Pompeyo conquistó la capital de Armenia. Mitrídates huyó al Cáucaso con la esperanza de reorganizar un nuevo ejército y continuar la guerra contra Roma. Pero dos años después, aceptó su completa derrota y decidió terminar con su vida, poniendo fin así a la tercera y última de las guerras mitridáticas.

La Conspiración de Catilina

Archivo:Cicerón denuncia a Catilina, por Cesare Maccari
Cicerón ataca en el Senado al conspirador Catilina (fresco del siglo XIX de Cesare Maccari).

Un hombre llamado Lucio Sergio Catilina se presentó varias veces al consulado, pero no fue elegido. Por ello, comenzó a aliarse con políticos descontentos con el Senado y a reclutar tropas, planeando una revolución. Envió a Cayo Manlio, un antiguo centurión, para liderar la conspiración en Etruria, mientras otros amigos suyos fueron a otras ciudades italianas. Catilina planeaba eliminar al cónsul Marco Tulio Cicerón el 7 de noviembre del 63 a. C. para tomar el ejército de Etruria y marchar sobre Roma. Sin embargo, Cicerón se enteró de esto y denunció a Catilina en sus famosas Catilinarias, escapando así de un peligro. Ese mismo día, el 22 de octubre, Catilina huyó de Roma y, al llegar a Etruria, se reunió con su ejército. Un amigo de Catilina, Publio Cornelio Léntulo, también involucrado en la conspiración, intentó atraer a su causa a unos enviados de los alóbroges que estaban en Roma, pero fracasó. Los alóbroges contaron al cónsul Cicerón lo que planeaban los conspiradores. El 5 de diciembre, los líderes del partido optimate, Marco Porcio Catón y Quinto Lutacio Cátulo, condenaron a los conspiradores a muerte, sin permitirles defenderse. Ese día, cinco conspiradores fueron ejecutados. Catilina fue vencido unos días más tarde en la batalla de Pistoria por el colega consular de Cicerón, Cayo Antonio Híbrida. Después de la derrota de los conspiradores, Cicerón y Catón acusarían falsamente a sus oponentes de estar involucrados en la conspiración.

El Primer Triunvirato

César se destacó notablemente en su gestión en Hispania, convirtiendo su mandato de gobernador en un gran éxito. Lideró una pequeña y rápida guerra en el norte de Lusitania que le sirvió para pagar sus deudas y ganar una buena reputación como líder militar. Por todo ello, el Senado le concedió una ovación, un honor importante, aunque menor que un triunfo. Esta situación ideal contrastaba con la difícil situación de Pompeyo. César dejó su provincia antes de que llegara su reemplazo, marchó rápidamente a Roma y llegó al Campo de Marte, donde tuvo que detenerse, ya que aún tenía el imperium (poder de mando), hasta haber celebrado la ovación. Se instaló en la Villa Pública, ya que no podía entrar en Roma, y se apresuró a presentar su candidatura al consulado a través de otra persona. Después de un día de demora, parecía que el Senado no tendría problemas en concederla.

Catón, reacio a que un político popular radical obtuviera el consulado, y sabiendo que la votación debía ser antes del atardecer, siguió hablando hasta bien entrada la noche. César decidió dejar de lado los honores de su triunfo militar y presentarse personalmente como candidato. Al no poder evitar la entrada de César en las elecciones, Catón se movió rápidamente para encontrar un candidato que equilibrara la situación. Este candidato, afín a las ideas conservadoras, buscaría contrarrestar las medidas que César pudiera tomar. Mientras tanto, Pompeyo había comenzado a repartir dinero entre sus seguidores y votantes, gastando lo necesario para comprar los dos consulados. Catón eligió como candidato a su yerno Marco Calpurnio Bíbulo, quien para los optimates representaba el papel de salvador de la República. La situación le pareció tan grave a Catón que no le importó que Bíbulo compitiera directamente con los agentes de Pompeyo repartiendo sobornos. En las elecciones del año 59 a. C., César fue el primero con una gran diferencia, y Bíbulo obtuvo el segundo puesto.

Todo parecía transcurrir con normalidad para los conservadores. Catón, después de bloquear políticamente a Pompeyo, y ante la perspectiva inaceptable de permitir que un hombre como César, tan sediento de gloria y con dotes militares, fuera gobernador de una provincia, comenzó a maniobrar para evitarlo. Propuso al Senado que, una vez terminado el mandato de los cónsules, y estando Italia llena de forajidos y bandidos solo diez años después de la rebelión de Espartaco, se encargara a los cónsules la misión de un año de duración para acabar con ellos. El Senado acogió favorablemente la idea, que se convirtió en ley. La voluntad de Catón se cumplió perfectamente y parecía que César terminaría su consulado como una especie de policía rural.

Esta decisión fue arriesgada. Al tomarla, Catón se aseguraba de que si César no la aceptaba, tendría que usar la fuerza para anularla y sería declarado un criminal, un segundo Catilina. La estrategia de Catón siempre fue identificarse con la tradición y acorralar a sus enemigos hasta obligarlos a tomar el papel de revolucionarios. En el Senado, los aliados de los conservadores, liderados por Catón, mantenían una mayoría sólida, contando con Craso y su poderoso grupo, ya que todos esperaban que Craso se opusiera a cualquier medida de Pompeyo.

En la primera reunión del Senado durante el consulado de César, este intentó ofrecer un acuerdo generoso para recompensar a los veteranos de Pompeyo. Catón no se dejó convencer y comenzó a usar su táctica favorita: habló y habló sin parar hasta que César le impidió continuar, indicando a sus lictores que se lo llevaran. Al verlo, los senadores comenzaron a abandonar sus asientos. César les exigió saber por qué se marchaban.

Porque prefiero estar en la cárcel con Catón, que en el senado contigo.
contestó uno de ellos

César se vio obligado a cambiar de estrategia. Pero su retirada fue puramente táctica: llevó la campaña de su ley agraria directamente ante los Comicios (asambleas populares). Roma comenzó a llenarse de veteranos, lo que alarmó a los conservadores. César podía hacer aprobar la propuesta por el pueblo con fuerza de ley, pero ir contra la voluntad del Senado era una táctica poco común, que arruinaría su reputación entre sus colegas y su carrera habría terminado. La estrategia de César se reveló al final de la votación: no sorprendió a nadie que la primera persona en hablar a favor de sus veteranos fuera Pompeyo; pero la identidad de la segunda persona que apoyó la moción fue una gran sorpresa: Marco Licinio Craso. Catón, superado, vio cómo todas sus esperanzas se desvanecían. Juntos, los tres hombres podrían repartirse la República como quisieran. Los historiadores llaman a esta unión el primer triunvirato, o el "gobierno de los tres hombres". Para confirmar la alianza, Pompeyo se casó con Julia, la única hija de César, y a pesar de la diferencia de edades y ambiente social, el matrimonio fue un éxito.

Marco Bíbulo y Catón iniciaron una estrategia en la retaguardia. Bíbulo decidió retirarse de toda la vida política, aunque sin renunciar a su cargo, con el pretexto de dedicarse a observar los cielos en busca de presagios. Esta decisión, aparentemente religiosa, buscaba impedir que César aprobara leyes durante su consulado. Pero César ignoraba sistemáticamente los augurios que Bíbulo publicaba diariamente y se apoyaba en los tribunos de la plebe para tomar decisiones. Como se sabe, los romanos nombraban sus años por los dos cónsules que gobernaban ese periodo. El año 59 a. C., debido a la nula participación de Bíbulo, fue llamado por los propios romanos (con sentido del humor) el "año de Julio y César".

El consulado de César fue un verdadero cambio político: sentó las bases para grandes reformas políticas, económicas y sociales que Roma necesitaba. Creó un conjunto de leyes que serían la base del Derecho Romano y legisló una reforma agraria para dar tierras públicas a las familias más pobres. Esto le ganó el rechazo de los Optimates, entre ellos Catón el Joven y Marco Bíbulo, su colega consular.

La Guerra de las Galias

Así, después de su consulado, César recibió poderes proconsulares y el gobierno de la Galia Cisalpina y de Iliria, provincias poco pobladas y con pocos recursos. En su primer año de mandato, tuvo que enfrentar una gran invasión de helvecios y varias invasiones de germanos que querían ocupar Italia. En una rápida campaña, eliminó a los helvecios y derrotó a los germanos.

César consideró que organizar la provincia y prepararse para la defensa no era suficiente. Con la intención o excusa de terminar con las invasiones del norte, inició la conquista de las Galias. César logró innumerables victorias, que maravillaron a toda Roma. Dos veces las legiones romanas cruzaron el Rin para castigar a los germanos por sus incursiones, y otras dos veces cruzaron el Canal de la Mancha, haciendo incursiones en Britania. Estos logros asombraron a la gente común, y Roma se llenó de tesoros y esclavos capturados en los saqueos y las guerras del norte. Como contribución a la literatura universal, César escribió un registro de sus campañas en la Galia, los famosos Comentarios de las Guerras de las Galias, que también sirvieron como propaganda política para dar a conocer al pueblo sus conquistas en esas tierras.

Archivo:Siege-alesia-vercingetorix-jules-cesar
Vercingétorix rindiéndose a César en Alesia, Guerra de las Galias por Lionel-Noel Royer
«En cuanto a las campañas que llevó a cabo durante sus nueve años de mandato, fueron en general la conversión de toda la Galia en provincia. Esta región tiene un perímetro de unos tres millones trescientos mil pasos y abarca el área entre los Pirineos, los Alpes, los Cevenas y los ríos Rin y Ródano, excepto los pueblos amigos o aliados. Se le impuso un tributo de cuarenta millones de sestercios anuales. Fue el primer romano que atacó, tras construir un puente y cruzar el Rin, a los germanos que habitan al otro lado del río, infligiéndoles grandes derrotas. También atacó a los britanos, que antes nos eran desconocidos, y tras vencerlos, les exigió dinero y rehenes. En tantos éxitos, solo tuvo tres inconvenientes: el primero, cuando una tormenta destruyó gran parte de su flota en Britania; el segundo, al perder muchos hombres cerca de Gergovia; y el último, cerca de Germania, cuando sus legados Titurio y Aurunculeyo perdieron la vida en una emboscada».
Cayo Suetonio Tranquilo sobre la guerra de las Galias.

El fin del Triunvirato

Algunos senadores observaron con preocupación cómo César ganaba popularidad entre la gente común, al mismo tiempo que acumulaba una gran riqueza personal. Los optimates (la facción conservadora) criticaban sus leyes para dar la ciudadanía romana a ciertas ciudades de la Galia Cisalpina y a sus soldados. Críticos con su actuación, y liderados por Catón el Joven, un hombre fuerte de los optimates y antiguo oponente de César, menospreciaron sus logros y lo acusaron de cometer actos contra la República, como continuar la guerra y reclutar tropas de forma ilegal.

Con el ascenso del triunvirato para asegurar sus intereses y su poder, César mantuvo tranquilamente su mando sobre la Galia. Sin embargo, esta alianza política se desintegró tras la muerte de Craso en Carras durante la guerra contra Partia, y la muerte de la esposa de Pompeyo, quien era hija de César. Su matrimonio había servido como alianza entre ambos personajes. Por otro lado, los logros de César en la Galia a largo plazo ponían en peligro la fama y la influencia de Pompeyo en Roma.

Archivo:Via appia
La Vía Apia a 15 km de Roma, el lugar donde Clodio y Milón se encontraron cara a cara, produciéndose un enfrentamiento entre grupos, que terminó con la muerte de Clodio

Durante el consulado de Lucio Domicio Enobarbo y Apio Claudio Pulcro en el 53 a. C., ambos cónsules fueron acusados de acciones deshonestas, tras intentar manipular las siguientes elecciones consulares, y los cuatro candidatos que se presentaron fueron procesados. Las elecciones consulares se pospusieron 6 meses. El escándalo político fomentó la agitación en las calles, llegando a extremos inusuales y creando un verdadero estado de desorden. Los seguidores de Pompeyo comenzaron a pedir su elección como dictador, con el pretexto de acabar con el desorden reinante. Estas voces fueron duramente criticadas por los constitucionalistas y Catón, quienes apoyaron a Milón como contrapeso de Pompeyo para el consulado. Clodio, antiguo oponente de Milón, se opuso frontalmente a este y respondió organizando grupos callejeros para impedir su candidatura y tomar el poder en Roma. Milón contrarrestó los grupos callejeros de Clodio comprando escuelas enteras de gladiadores, lo que desató un estado de caos y violencia extrema, donde los grupos organizados eran los dueños de Roma, y donde las elecciones consulares se volvieron a posponer. El 18 de enero del 52 a. C., Clodio y Milón se encontraron cara a cara en la Vía Apia y, después de un enfrentamiento, Clodio perdió la vida. Los disturbios y actos violentos se apoderarían de Roma, hasta el punto de que los enfurecidos seguidores de Clodio establecieron su pira funeraria en el propio edificio senatorial, que sería destruido por el incendio.

Ante esta situación, los constitucionalistas-optimates y Catón apoyaron que Pompeyo fuera nombrado cónsul único durante un año. Pompeyo, con la ayuda de sus legionarios, eliminó los grupos organizados y restableció el orden en Roma, convirtiéndose en el hombre fuerte de la política. Todas las facciones compitieron por su favor mientras conspiraban para destruir a las otras, forzando a Pompeyo a identificarse con su causa. Dentro del juego de la política romana, los matrimonios creaban lazos, lealtades y oportunidades. Pompeyo, durante su año como Cónsul único, recibió la oferta de César de casarse con su sobrina nieta Octavia, pero Pompeyo la rechazó y se casó con Cornelia, hija de Metelo Escipión.

Tras la victoria de César en Alesia, Celio, como tribuno, lanzó una propuesta de ley adicional: César recibiría el privilegio único de no tener que ir a Roma para presentarse al consulado. Esta medida significaba que los opositores y enemigos de César que pretendían procesarle por supuestos actos de su primer consulado perderían toda posibilidad de juzgarle, ya que César en ningún momento dejaría de tener un cargo público. Mientras fuera procónsul, César tendría inmunidad judicial. Pero si se veía obligado a entrar en Roma para presentarse al consulado, perdería su cargo y, por un tiempo, podría ser atacado con muchas demandas de sus enemigos.

Archivo:Curia Iulia
La Curia Julia, lugar de reunión del Senado Romano, mandada edificar por César durante su gobierno, tras la destrucción de la Curia Hostilia, por los seguidores de Clodio.

El poder de César fue visto por muchos senadores como una amenaza. Si César regresaba a Roma como cónsul, no tendría problemas para aprobar leyes que concedieran tierras a sus veteranos, y a él una reserva de tropas que superara o rivalizara con las de Pompeyo. Catón y los enemigos de César se opusieron frontalmente, y el Senado se vio envuelto en largas discusiones sobre el número de legiones que debería tener y sobre quién debería ser el futuro gobernador de la Galia Cisalpina e Iliria.

Pompeyo finalmente decidió favorecer a los constitucionalistas y dio un veredicto claro: César debía abandonar su mando la primavera siguiente, faltando todavía meses para las elecciones al consulado, tiempo más que suficiente para juzgarle. Sin embargo, en las siguientes elecciones para tribuno de la plebe fue elegido Cayo Escribonio Curión, quien se convirtió en un partidario de César, vetando todos los intentos de apartar a César de su mando en las Galias. Legalmente, todos los intentos consulares de apartar a César de sus tropas eran anulados por la tribunicia potestas (el poder del tribuno).

Cayo Marcelo, cónsul en el 50 a. C., entregó una espada a Pompeyo ante un gran número de senadores, encargándole ilegalmente marchar contra César y "rescatar a la República". Pompeyo se pronunció a favor de esta medida si llegaba a ser necesaria.

A finales del mismo año, César acampó de forma amenazante en Rávena con la XIII legión. Pompeyo tomó el mando de dos legiones en Capua y comenzó a reclutar tropas ilegalmente, una situación que, como era predecible, los partidarios de César aprovecharon a su favor. César fue informado de las acciones de Pompeyo personalmente por Curión, quien en esos momentos ya había terminado su mandato. Mientras tanto, su puesto de tribuno fue ocupado por Marco Antonio, quien lo mantuvo hasta diciembre.

Metelo Escipión fijó una fecha para la cual César debería haber abandonado el mando de sus legiones o sería considerado enemigo de la República. La moción se sometió inmediatamente a votación. Solo dos senadores se opusieron, Cayo Escribonio Curión y Celio. Marco Antonio, como tribuno, vetó la propuesta para impedir que se convirtiera en ley. Tras el veto de Marco Antonio a la moción que obligaba a César a abandonar su cargo de gobernador de las Galias, Pompeyo notificó que no podía garantizar la seguridad de los tribunos. Antonio, Celio y Curión se vieron forzados a abandonar Roma disfrazados como esclavos, acosados por los grupos callejeros.

La Segunda Guerra Civil

El 7 de enero, el Senado proclamó el estado de emergencia y concedió a Pompeyo poderes especiales, trasladando inmediatamente sus tropas a Roma. El 10 de enero del 49 a. C., César recibió la noticia de la concesión de poderes especiales a Pompeyo. Inmediatamente ordenó que un pequeño grupo de tropas cruzara la frontera hacia el sur y tomara la ciudad más cercana. Al anochecer, junto con la Legio XIII Gemina, César avanzó hasta el Rubicón, la frontera natural entre la provincia de la Galia Cisalpina e Italia. Tras un momento de duda, dio a sus legionarios la orden de avanzar. La guerra había comenzado.

Archivo:Map of the Ancient Rome at Caesar time (with conquests)-es
Roma, con las conquistas de César y Pompeyo.

Al principio, Pompeyo aseguró a Roma y al Senado que podría derrotar a César en batalla si este marchaba sobre Roma. Sin embargo, en la primavera del 49 a. C., cuando César cruzó el río Rubicón con sus fuerzas invasoras y avanzó por la península italiana hacia Roma, Pompeyo ordenó la evacuación de Roma. El ejército de César no estaba en su mejor momento, ya que algunas unidades permanecían en Galia. Pero, por otro lado, Pompeyo solo tenía una pequeña fuerza bajo su mando, en la que algunos soldados de lealtad dudosa habían servido bajo César. Tom Holland atribuye el deseo de Pompeyo de abandonar Roma a las olas de refugiados aterrorizados que despertaron los miedos antiguos a las invasiones del norte. Las fuerzas de Pompeyo se retiraron al sur, hacia Brindisi, y luego se embarcaron hacia Grecia. César dirigió su atención primero al bastión de Pompeyo en la península ibérica, pero después de la campaña de César en el Sitio de Massilia y la batalla de Ilerda, decidió enfrentarse al propio Pompeyo en Grecia. Pompeyo venció a César al principio en la batalla de Dirraquio en el 48 a. C., pero fue derrotado contundentemente en la batalla de Farsalia en el 48 a. C., a pesar de superar a las fuerzas de César en número de dos a uno. Pompeyo se embarcó de nuevo, esta vez hacia Egipto, donde perdió la vida en un intento de congraciar al país con César y evitar una guerra con Roma.

La muerte de Pompeyo no significó el fin de las guerras civiles, ya que los oponentes de César eran muchos y los partidarios de Pompeyo siguieron luchando después de su muerte. En el 46 a. C., César perdió quizás un tercio de su ejército cuando su antiguo comandante, Tito Labieno, que había huido con los pompeyanos varios años antes, lo venció en la batalla de Ruspina. Sin embargo, después de estos momentos difíciles, César regresó para vencer al ejército pompeyano de Metelo Escipión en la batalla de Tapso, tras lo cual los pompeyanos se retiraron de nuevo a Hispania. César venció a las fuerzas combinadas de Tito Labieno y Cneo Pompeyo el Joven en la batalla de Munda, en España. Labieno perdió la vida en batalla, y Pompeyo el Joven fue capturado y ejecutado.

A pesar de sus éxitos militares, o quizás como consecuencia de ellos, se extendió el temor de que César, que ahora era la figura principal del Estado romano, se convirtiera en un gobernante con poder absoluto y terminara con la República Romana. Este temor llevó a un grupo de senadores que se hacían llamar Los Liberadores a eliminarlo en el 44 a. C.

El Segundo Triunvirato

La Tercera Guerra Civil

Después de esto, hubo una guerra civil entre los leales a César y los que apoyaron las acciones de los Liberadores. El partidario de César, Marco Antonio, reprendió a los que lo eliminaron y estalló la guerra entre las dos facciones. Antonio fue declarado enemigo del pueblo y se le confió a Octavio el mando para luchar contra él. En la batalla de Forum Gallorum, Antonio, mientras sitiaba al que había eliminado a César, Marco Junio Bruto, en Módena, venció a las fuerzas del cónsul Pansa, quien perdió la vida. Pero inmediatamente después, Antonio fue derrotado por el ejército de otro cónsul, Hircio. En la Batalla de Módena, Antonio fue derrotado de nuevo en batalla por Hircio, quien también perdió la vida. Aunque Antonio no logró capturar Módena, Décimo Bruto fue eliminado poco después.

Octavio cambió de bando y se alió con los cesarianos Antonio y Lépido. El 29 de noviembre del 43 a. C., se formó el Segundo Triunvirato, esta vez como una figura oficial. En el 42 a. C., los triunviros Marco Antonio y Octavio lucharon en la poco concluyente Batalla de Filipos contra los que habían eliminado a César, Marco Bruto y Casio. Aunque Bruto venció a Octavio, Antonio venció a Casio, quien decidió terminar con su vida. Bruto también decidió terminar con su vida poco después.

La Cuarta Guerra Civil

Sin embargo, la guerra civil estalló de nuevo cuando el Segundo Triunvirato de Octavio, Lépido y Marco Antonio fracasó, al igual que el primero, una vez que sus oponentes desaparecieron. El ambicioso Octavio construyó una base de poder y luego lanzó una campaña contra Marco Antonio. Junto a Lucio Antonio, el hermano de Marco Antonio, Fulvia reunió un ejército en Italia para luchar contra Octavio, pero fue derrotado por Octavio en la batalla de Perugia. La muerte de Fulvia produjo una reconciliación parcial entre Octavio y Antonio, quienes luego aplastaron al ejército de Sexto Pompeyo, el último foco de oposición al segundo triunvirato, en la batalla naval de Nauloco.

Como antes, una vez que la oposición al triunvirato fue aplastada, este comenzó a desmoronarse. El triunvirato terminó el último día del 33 a. C., no fue renovado por ley y en el 31 a. C. volvió a estallar la guerra. En la batalla de Actium, Octavio venció decisivamente a Antonio y Cleopatra en un combate naval cerca de Grecia, usando fuego para destruir la flota enemiga.

Archivo:Statue-Augustus
El famoso Augusto de Prima Porta

A continuación, Octavio se convirtió en Emperador de Roma bajo el nombre de Augusto y, sin oponentes políticos o usurpadores, logró expandir en gran medida las fronteras del Imperio.

El fin de la República

Con la victoria de Octavio sobre Marco Antonio, la República se anexó de hecho las ricas tierras de Egipto. Sin embargo, esta nueva posesión no fue incluida en el sistema regular de gobierno de las provincias, ya que se convirtió en una propiedad personal del emperador, y como tal, podía ser heredada por sus sucesores. A su regreso a Roma, el poder de Octavio era enorme, al igual que su influencia sobre sus legiones.

En el año 27 a. C., se estableció una apariencia de normalidad política en Roma. El Senado le otorgó a Augusto el título de Imperator Caesar Augustus (emperador César Augusto). El título de emperador, que significa "vencedor en la batalla", lo convertía en comandante de todos los ejércitos. Aseguró su poder manteniendo un delicado equilibrio entre la apariencia republicana y la realidad de una monarquía hereditaria con aspecto constitucional (Principado). Aunque compartía sus funciones con el Senado, en realidad el poder del princeps (primer ciudadano) era completo. Por ello, formalmente nunca aceptó el poder absoluto, aunque de hecho lo ejerció, asegurando su poder con varios puestos importantes de la república y manteniendo el mando sobre varias legiones. Tras su fallecimiento, Octaviano fue reconocido como hijo del Divus (divino) Julio César, lo que lo convertiría, a su muerte, en una figura divina.


Predecesor:
Historia de la República Romana media
Historia de la República Romana tardía
135 a. C.-27 a. C.
Sucesor:
Imperio romano
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