Bereberes en al-Ándalus para niños
Los bereberes fueron un pueblo muy importante en la península ibérica durante el periodo andalusí. Estuvieron presentes desde las primeras expediciones de Tariq y Muza hasta el final del reino nazarí.
Su gran número y su relación con los líderes de Al-Ándalus, que eran en su mayoría árabes, influyeron mucho en la política de la época. También fueron clave en las fronteras con los reinos cristianos y en los movimientos religiosos del norte de África, como los almorávides y almohades. Esto fue muy importante para cómo cambiaron las fronteras en la península.
A lo largo de los siglos, dejaron su huella en muchos nombres de lugares que aún existen hoy, como Albarracín, Adzaneta, Oseja, Fabara, Mequinenza, Monzalbarba y Titaguas.
Contenido
Historia de los bereberes en Al-Ándalus
La llegada de los bereberes a la península
Desde la época de los romanos y los visigodos, los bereberes del Rif (una región del norte de África) ya hacían viajes para explorar la Bética (parte de la actual Andalucía). En el año 711, un gran ejército, formado casi solo por bereberes, entró en Hispania y puso fin al reino visigodo de Toledo. Uno de sus líderes principales fue el bereber Táriq ibn Ziyad.
La victoria fue tan fácil que animó a más bereberes a venir a Al-Ándalus, incluso desde lugares tan lejanos como las actuales Libia y Mauritania. También llegaron bereberes más urbanizados, es decir, que vivían en ciudades.
Los árabes, que eran los nuevos gobernantes en el norte de África y Al-Ándalus, se quedaron con las tierras más ricas y fértiles, como el Bajo Guadalquivir o la Huerta de Valencia. A los bereberes les dejaron las zonas de meseta y montaña, que se parecían más a sus tierras de origen en los montes Atlas y eran más pobres. Así, se asentaron en la Meseta Norte, el Sistema Ibérico, la cordillera Penibética y Sierra Morena.
Los bereberes eran esenciales para defender la frontera con los cristianos del norte. Sus guarniciones y asentamientos fueron los primeros lugares donde la cultura islámica y la población local se encontraron. Los bereberes superaban en número a los árabes en Al-Ándalus. Se calcula que al principio de la conquista, había unos 40.000-50.000 árabes frente a 150.000 bereberes, y una población de 5 millones de hispanorromanos y visigodos.
Al principio, los cristianos distinguían entre bereberes, a quienes llamaban "moros" (de la palabra latina maurus), y árabes, a quienes llamaban "sarracenos". Pero como la mayoría de los musulmanes eran bereberes, con el tiempo la palabra "moro" se usó para referirse a cualquier musulmán. Mientras tanto, los árabes influyeron en los bereberes para que adoptaran el árabe como idioma, ya que era la lengua de la religión y de las ciudades.
La revuelta bereber y sus consecuencias (739-741)
La relación entre árabes y bereberes no siempre fue fácil. Los árabes tenían un estatus más alto, lo que causó descontento. En el año 739, estalló una gran revuelta bereber en el norte de África. Aunque el gobierno de Al-Ándalus intentó calmar la situación, la revuelta se extendió a las guarniciones bereberes de la península. Los árabes lograron reprimirla, controlando las zonas del Ebro y el Guadalquivir.
A pesar de la victoria árabe, la revuelta tuvo efectos importantes a largo plazo. Al-Ándalus se volvió una provincia más aislada del Califato de Damasco debido a los problemas en el norte de África. Esto ayudó a que Al-Ándalus se convirtiera en un emirato independiente más tarde. El último príncipe de la familia Omeya, Abderramán I, tenía madre bereber y recibió el apoyo de grupos bereberes para establecer este emirato.
En la península, los conflictos entre árabes y bereberes dificultaron que los bereberes se asentaran en las zonas de frontera. Esto afectó la expansión del islam en los territorios recién conquistados. Muchos bereberes de la frontera norte regresaron al norte de África o fueron derrotados por los árabes, dejando el valle del Duero más desprotegido.
Finalmente, estos conflictos se convirtieron en una parte importante de la política de Al-Ándalus. Los grupos étnicos se transformaron en facciones que complicarían el gobierno del emirato de Córdoba en los siglos siguientes.
Estados bereberes y movimientos del norte de África
Los bereberes siguieron siendo la mayoría entre los musulmanes que no eran conversos. La cercanía con el norte de África favoreció su crecimiento en la parte de la península que seguía bajo control musulmán. Fueron muy importantes en la frontera del Tajo y en algunas zonas de Andalucía. También formaron una parte fundamental del ejército y del poder de los gobernantes.
Protagonizaron rebeliones contra la autoridad central y a menudo actuaron de forma autónoma. Por ejemplo, hubo rebeliones contra Abderramán III en el Campo de Calatrava y en las fronteras. Más tarde, durante el periodo del líder militar Almanzor, las fuerzas bereberes fueron un factor que llevó a una guerra civil y a la división de Al-Ándalus.
Esta fitna de al-Ándalus (1009-1031), que dividió el territorio musulmán en pequeños reinos llamados taifas, permitió que muchos grupos bereberes crearan sus propios estados. Por ejemplo, en la Marca Media surgieron la taifa de Albarracín y la taifa de Alpuente. La cora de Santaver dio origen a la importante taifa de Toledo. En la Marca Inferior, la poderosa taifa de Badajoz fue fundada por una dinastía bereber.
Más al sur, la mayoría de las pequeñas taifas andaluzas quedaron en manos bereberes. Había dinastías bereberes en Ronda, Carmona, Morón y Arcos, así como en Granada y Málaga. Los más poderosos fueron los Abbadíes de Sevilla, que fueron absorbiendo a muchos de sus vecinos.
En la práctica, la mayor parte del territorio musulmán quedó en manos bereberes, con la excepción de algunos grupos árabes que controlaban el valle del Ebro y el Levante.
Las conquistas cristianas de Alfonso VI de León, que tomó Toledo, provocaron una reacción musulmana. Esto llevó a la llegada de movimientos reformistas del norte de África, como los almorávides y los almohades, a partir del siglo XI. La proporción de bereberes en la población musulmana creció con estas invasiones. Se crearon rábidas (fortalezas-monasterios) con asentamientos de morabitos (eremitas musulmanes). También aumentó la interacción entre los bereberes de ambos lados del estrecho de Gibraltar.
La unificación de las taifas bajo los imperios bereberes del norte de África y la conquista de los últimos territorios árabes por los cristianos, marcaron el fin de las diferencias entre árabes y bereberes. Los reyes cristianos extendieron su dominio hacia el sur, estableciendo un protectorado sobre los últimos territorios musulmanes. Estos territorios, ya muy islamizados y con una gran presencia bereber, mantuvieron importantes relaciones con el Sultanato benimerín (sucesor de los almohades) hasta el final del reino nazarí de Granada.
Presencia bereber por regiones
Sur y centro de la península
Los bereberes se establecieron en el Algarve (Portugal), Niebla (Huelva), la serranía de Ronda (Málaga), y zonas montañosas de las actuales provincias de Cádiz y Sierra Nevada (Granada).
Entre los bereberes del sur, muchos eran del grupo zanata, lo que sugiere una fuerte conexión con las ciudades al otro lado del estrecho de Gibraltar. También había hawwaras en Marchena.
Más al norte, había bereberes en los Pedroches (al norte de Córdoba) y en Sierra Morena. Estos últimos eran probablemente los más numerosos y los que más pronto adoptaron la cultura árabe.
Los bereberes en las Marcas (zonas de frontera)
Los bereberes de las Marcas eran los guardianes de las fronteras con los cristianos del norte. Protegían el interior del territorio musulmán y custodiaban los castillos y las rutas de comunicación del sistema defensivo de Al-Ándalus. Muchos de ellos eran de grupos nómadas que llegaron en las primeras oleadas de la conquista.
El valle del Duero: el siglo VIII
La presencia musulmana en el valle del Duero fue principalmente bereber, aunque breve. Aún quedan vestigios en nombres de lugares como Villalbarba ("villa de los bereberes"). Se cree que en algunos lugares hubo matrimonios entre bereberes y mujeres locales. Otro asentamiento conocido es Añoza, que debe su nombre a los nafzawa.
Algunos historiadores sugieren una posible presencia bereber en Astorga, donde el nombre de la comarca (Maragatería) y algunas tradiciones locales podrían indicar que grupos bereberes se cristianizaron o fueron capturados por el naciente reino de Asturias durante la revuelta bereber del 741.
En el curso alto del Duero, que fue disputado hasta el siglo XII, hay vestigios más duraderos de población bereber. El origen del nombre Gómara es debatido, pero algunos lo relacionan con los ghomaras. Ciudades como Calatañazor, Gormaz o Medinaceli fueron importantes posiciones bereberes hasta su conquista final por los cristianos.
Marca Media: valle medio del Tajo
Después de que la frontera se estabilizara en el río Tajo, los bereberes se asentaron fuertemente en las Marcas de frontera. Se establecieron principalmente en la Marca Inferior y la Marca Media.
Así, había importantes asentamientos bereberes en las actuales provincias de Cuenca, Guadalajara y Toledo, que formaban la Marca Media. Los gobernantes de la Cora de Santaver, los Banu Di-l-Nun, tenían su base de poder en ciudades como Uclés, Huete y Cuenca. Desde este centro, tomaron el poder de la taifa de Toledo en 1035.
Marca Inferior: valle bajo del Tajo y el Guadiana
La Marca Inferior también tenía una fuerte presencia bereber. Fue el destino de tribus que no se habían asentado antes de la revuelta del 741. Había población bereber en la zona del Guadiana, con masmudas y otras tribus en la actual orilla portuguesa. También había una fuerte presencia nafzawa en lugares como Villanueva de la Serena y cerca de Mérida. Medellín fue otro centro bereber en la zona.
Otros núcleos bereberes se encontraban más al norte, en las cuencas del Tajo y Mongego, con ciudades como Talavera y Coria. Eran principalmente clanes zanata y masmuda. La ciudad de Mérida era la capital regional y centro urbano, con más presencia hispanorromana y árabe, mientras que los bereberes tendían a vivir en zonas rurales.
Marca Superior: valle del Ebro
En el Jalón y el valle del Ebro, en la Marca Superior, había clanes bereberes dispersos. Aunque la población árabe, muladí y cristiana era importante, se encontraban núcleos bereberes en el campo y una presencia minoritaria en las ciudades. En Saraqusta (Zaragoza), la capital, se documentan algunas familias bereberes muy arabizadas. Habitaban en las afueras de la ciudad, como los zanatas en Monzalbarba ("parada de bereberes").
Fuera de la capital, había núcleos bereberes, especialmente en la zona montañosa occidental alrededor de Calatayud. Aunque los árabes dominaban las ciudades, había bereberes en las zonas rurales. Por ejemplo, los ausaya en Oseja y los sadina en Cetina. Los Banu Mada fueron especialmente importantes en Villarroya de la Sierra y Ateca.
En el norte de la Marca, la presencia de poderosos grupos mozárabes y muladíes, así como el avance cristiano, hizo que el asentamiento bereber fuera minoritario.
Finalmente, los micnasa se asentaron en Mequinenza. En esta zona del este del valle del Ebro, hubo un último momento de presencia bereber en los siglos XI y XII, durante el periodo almorávide, antes de la conquista cristiana final.
Los bereberes en el Este de la Península
Los bereberes del Levante se extendían por comarcas de las actuales Murcia, Alicante, Valencia, Castellón, Cuenca y Teruel. Estaban presentes en el curso medio del Jiloca y los valles del Guadalaviar, Cabriel, Mijares y Alfambra.
Maestrazgo y sur del sistema ibérico
Al este de Cuenca, Teruel y Zaragoza, las zonas de montaña que separaban la Marca Superior del Levante volvieron a ser zonas de asentamiento bereber.
Destacan los Banu Razín, que dieron nombre a Albarracín y cuyo territorio cubría el curso alto del Jiloca. Eran hawwara, muy presentes en el Levante. La misma tribu también dio nombre a Fabara.
Cerca de ellos, en Teruel y Villel, gobernaban los Banu Amira y los Banu Gazlun, que pertenecían a la tribu ulhasa. La presencia de otros grupos es más discutida. En la misma zona, las crónicas documentan un castillo poblado por bereberes llamado Warsa, que se ha identificado con Huesa del Común.
Al este, además de Fabara, es posible que las Rocas de Masmut deban su nombre a los masmudas. La cercana Adzaneta en el Maestrazgo era de origen zenata.
Más al sur, en Alpuente se encontraban los Banu Dasim. Cerca de Alpuente, está la localidad de Titaguas, cuyo nombre significa "fuentes" en bereber, lo que muestra la presencia de este pueblo. La cercana taifa de Molina también tuvo gobernantes bereberes.
Levante
En la costa, había asentamientos bereberes tan al norte como Gelida y Mediona en el Panadés. Más al sur, los núcleos bereberes de Mequinenza se vincularon más al este durante el periodo almorávide.
Un poco más al sur, del Maestrazgo a la costa de Castellón, se documentan grupos zugawa y sanhayas, además de los zenatas ya mencionados en Adzaneta del Maestrazgo.
En la zona costera valenciana, eran muy numerosos los bereberes de origen hawwara, de donde provienen los nombres de lugares como Favara y Favareta. Otros grupos presentes incluían a los madyuna.
Al sur de la ciudad de Valencia, se documentan grupos nafza en Játiva y hay muchos nombres de lugares bereberes en la zona de las actuales Safor y Marina Alta. Ahí se encuentran hawwaras, sanhayas, zenatas y aurabas.
Todavía más al sur, en Alicante, se encuentran los Banu l-Jarrubi.
Baleares
En las Baleares se cree que hubo clanes y familias de ghomaras, matgaras, hawwaras, masmudas, zanatas, sadinas, malilas, nafzawas, taskuras y masufas.
En Palma de Mallorca se asentó un grupo de ghomaras. La misma tribu se asentó en Galilea, mientras que en Benibazari hubo zenatas.
La conquista temporal de las islas por el conde de Barcelona Ramón Berenguer III terminó reforzando los lazos bereberes en Baleares. Los almorávides lideraron la reconquista del archipiélago. Los Banu Ganiya, parientes de la familia real almorávide, se convirtieron en el último foco almorávide y lanzaron campañas desde Baleares contra la costa del norte de África.