Liturgia hispánica para niños
La liturgia hispánica o rito mozárabe es una forma especial de celebrar los servicios religiosos en la Iglesia católica. Se desarrolló en la península ibérica (lo que hoy es España y Portugal) alrededor del siglo VI, durante el tiempo del Reino visigodo de Toledo. Se usó en estas tierras hasta el siglo XI, tanto en las zonas gobernadas por cristianos como en las gobernadas por musulmanes.

Contenido
- Historia del rito mozárabe
- ¿Cómo se estructura la liturgia hispánica?
- Galería de imágenes
- Véase también
Historia del rito mozárabe
Estudiar la historia de la liturgia hispánica es un desafío. La mayoría de los escritos más antiguos que la describen son de los siglos VII y VIII. Sin embargo, la mayor parte de los libros y textos que se usaban en la Hispania de entonces y en el sur de Francia (Galia Narbonense) nos llegaron en copias hechas entre los siglos VIII y XII. Muchas de estas copias se hicieron en Toledo en el siglo XIV, lo que a veces causó que las notas musicales no fueran tan precisas, porque los copistas de esa época ya no las entendían bien.
¿Cómo surgió la liturgia hispánica?
No se sabe mucho sobre cómo empezó y se formó la liturgia hispánica, ni sobre el canto que la acompañaba. Su origen está relacionado con la expansión del cristianismo en la península ibérica en los primeros siglos después de Cristo. Las provincias de Hispania fueron de las primeras en convertirse al cristianismo en la parte occidental del Imperio romano. Esto fue posible gracias a cuatro factores importantes:
- La existencia de antiguas comunidades judías, que probablemente llegaron a las costas españolas en tiempos de los fenicios. La Biblia menciona el comercio con Tartessos (en 1 Reyes, Tobías, Jonás). Estas comunidades crecieron mucho después del exilio de los judíos de Roma (bajo el emperador Claudio) y la dispersión causada por las guerras judías de los siglos I y II, bajo los emperadores Vespasiano, Tito, Domiciano y Adriano.
- La gran cantidad de soldados que estaban en la frontera de Cantabria, lo que ayudó a que nuevas religiones se extendieran.
- La romanización de toda la península, que hizo que todo el Mediterráneo estuviera bien conectado. Así, las comunidades cristianas de África y Siria eran conocidas incluso en el norte de Hispania. Estas comunidades cristianas hispánicas dejaron poca documentación, por lo que hay poca información escrita sobre el trabajo de Santiago y los primeros apóstoles.
- La rápida conversión de los suevos al catolicismo en Gallaecia (actual Galicia), ya en el siglo VI, con San Martín de Braga durante el reinado del rey suevo Teodomiro.
La influencia de las sinagogas
Lo que se sabe de las comunidades judías en Hispania en los primeros siglos es que la mayoría de ellas se mantuvieron fieles al judaísmo. En Hispania, el judaísmo tuvo una organización de sinagogas desde muy temprano, de la que más tarde surgirían el sefardismo y la cábala. Sin embargo, una parte de los judíos que llegaron después de la destrucción de Jerusalén y las guerras judías se convirtieron a la nueva religión cristiana, que al principio era una rama del judaísmo.
Después del Concilio de Jerusalén, cuando los no judíos fueron aceptados plenamente en las comunidades cristianas, estas se separaron de las sinagogas y comenzaron a desarrollar sus propias formas de culto. Se enfocaron en tres cosas principales:
- Celebrar el domingo en lugar del sábado judío.
- Conmemorar la Última Cena en los ritos de la Eucaristía.
- Leer las Sagradas Escrituras, a las que poco a poco se fueron añadiendo los libros del Nuevo Testamento.
Al principio, el culto cristiano no era muy diferente del judío y se fue separando poco a poco. Algunos creen que a principios del siglo IV la separación entre judíos y cristianos en la Península aún no se había completado, y que las relaciones entre ambas comunidades eran cercanas y compartían algunas prácticas religiosas.
Las persecuciones contra los cristianos bajo varios emperadores romanos (Nerón, Vespasiano, Adriano, Septimio Severo, Decio, Diocleciano, etc.) y por gobernantes locales fueron un factor clave para la separación. Esto se menciona en las actas del primer concilio cristiano conocido, el de Elvira (cerca de la actual Granada), que se celebró alrededor del año 300 o 303, antes de la gran persecución de Diocleciano. Convocado por el obispo Osio de Córdoba y presidido por el Obispo Félix de Acci (actual Guadix), este concilio estableció las relaciones de los cristianos con otras comunidades (judíos, herejes y paganos) y habló específicamente de la celebración de la Misa y los sacramentos, dando las primeras noticias fiables sobre los ritos de la Iglesia en Hispania.
De todas formas, la importancia del culto de las sinagogas en la liturgia cristiana es clara, especialmente en dos aspectos:
Otras influencias
Además de la liturgia judía, otros factores influyeron en la formación de la liturgia y el canto hispánicos, como elementos prerromanos y romanos. Las diferentes liturgias religiosas antiguas tenían sus propios sistemas de recitación y organización musical. La mezcla de culturas en el Imperio romano hace difícil distinguirlas, sobre todo cuando cristianos de otras partes de Oriente y Occidente entraron en contacto. Se puede ver una base común en las liturgias cristianas de las distintas regiones del Imperio, especialmente entre las occidentales que se conservan mejor: la romano-gregoriana, la milanesa o ambrosiana y la hispánica. Esta base común se refleja en la evolución de los responsorios, cantos de salmos de origen judío que eran silábicos y que en estas tres liturgias se convirtieron en melodías muy adornadas. Otro ejemplo es la evolución común del recitativo.

La consolidación del rito hispánico
Después de la caída del Imperio romano de Occidente (476) y con la llegada de los pueblos germánicos a Hispania, que formaron reinos y se convirtieron al cristianismo (el reino suevo en el siglo V y el reino visigodo en el siglo VI), la Iglesia hispana se hizo más fuerte y única. Se mantuvo fiel a la tradición latina y luchó contra el priscilianismo, el arrianismo y el paganismo de la élite y el pueblo. De hecho, España e Irlanda fueron excepciones en el desarrollo cultural durante estos tiempos difíciles. En el reino suevo, los reyes organizaron concilios nacionales en Braga (el primero en 561, el segundo en 572) y Lugo (el primero en 569 y el segundo en 570). En el resto de la península, la iglesia vivía separada del Estado y con dificultades debido al arrianismo de los visigodos, quienes se convirtieron al catolicismo con el rey Recaredo durante el III Concilio de Toledo en el año 587, junto con sus nobles.
La fuerza de la Iglesia hispana se ve en sus muchos concilios (se celebraron catorce concilios nacionales en Toledo, además de muchos provinciales en Zaragoza, Tarragona, Cartagena, Sevilla, etc.) y en la cantidad de estudiosos religiosos, desde la monja Egeria hasta San Isidoro de Sevilla, pasando por figuras como Fructuoso, Martín de Braga, Leandro de Sevilla, Ildefonso de Toledo, Braulio de Zaragoza, Aurelio Clemente Prudencio, entre otros.
La forma y riqueza de la liturgia hispánica se reflejan en las decisiones de los concilios y en los escritos religiosos, especialmente en De ecclesiasticis officiis y Regula monachorum de san Isidoro de Sevilla, y en las reglas de los santos Martín y Fructuoso de Braga. El sistema musical grecorromano se incorporó definitivamente a través de las obras de Boecio, Casiodoro y Marciano Capella, popularizadas en las Etimologías de san Isidoro de Sevilla. La organización de los diferentes cantos se incluyó en varios misales, libros litúrgicos y reglas de monasterios.
En este periodo también se hizo clara la influencia de otras liturgias cristianas: de la ambrosiana se tomó el Himno, muchos compuestos por los padres españoles; se incorporaron tradiciones, como la Schola, de la liturgia romana; y las melodías adornadas de origen oriental se multiplicaron debido a la presencia bizantina, de más de cien años, en la costa oriental de la Península.
La iglesia mozárabe
Después de la conquista musulmana de la península ibérica en 711, la liturgia hispánica mantuvo su vitalidad y originalidad, tanto en los grupos cristianos que quedaron aislados en el Norte (en Galicia, el obispado de Iria Flavia, actual Padrón), como en las comunidades cristianas que permanecieron bajo el dominio musulmán.
Pronto, las regiones de los Pirineos, influenciadas por los carolingios, comenzaron a dejar la liturgia hispánica y adoptaron modelos anteriores al rito gregoriano. Ya en el siglo IX, el rito romano se estableció en muchas de sus iglesias. Este cambio no ocurrió en el resto de los núcleos cristianos, principalmente Navarra y Asturias, que mantuvieron la herencia visigoda como parte de su identidad y se resistieron a adoptar el rito romano, siempre asociado al poder imperial de los carolingios y, más tarde, de los germanos.
Aunque la sociedad de Al-Ándalus permitía a los cristianos participar en la cultura civil adoptando el árabe o las lenguas bereberes como lenguas cultas, mantuvieron el latín como lengua de comunicación interna y para sus rituales. Así, conservaron intacto el legado litúrgico y musical de la época visigoda. La creciente presión sobre esta población cristiana provocó un aumento de la migración hacia el Norte. El traslado de estas personas y la creación de nuevos asentamientos mozárabes en zonas cristianas dieron origen a dos tradiciones litúrgicas que evolucionaron de manera diferente, y una tercera centrada en los monasterios hispánicos:
- La tradición castellana y leonesa (o A), con centros importantes en los principales monasterios de la meseta: Frómista, Silos, Sahagún; y en catedrales como León, Oviedo, Pamplona y Burgos.
- La tradición toledana (o B), más conservadora, en territorio musulmán. Su centro original fue, seguramente, Sevilla. Más tarde, después de la migración de mozárabes al Norte, se desarrolló en varias ubicaciones, principalmente en el reino de León.
- A estas dos tradiciones litúrgicas se sumó una tercera, la tradición riojana, centrada, sobre todo, en el monasterio de San Millán de la Cogolla. Esta surgió del "pacto monástico" establecido por los diversos grupos de monjes mozárabes que se asentaron en esas tierras después de emigrar de territorio musulmán.
El cambio al rito romano
El primer lugar en España donde se celebró con el rito romano fue en el Reino de Aragón, en el monasterio de San Juan de la Peña. A mediados del siglo XI, el rito hispánico comenzó a ser reemplazado por el rito romano. Los reyes de Navarra, León y Castilla facilitaron la llegada de monjes bajo la regla de San Benito y apoyaron las ideas de reforma de los papas Urbano II y Gregorio VII. El cambio del rito hispánico al romano comenzó en las decisiones del Concilio de Coyanza (1050), que permitió a catedrales y abadías adoptar el rito romano. La resistencia del clero local fue considerable, pero la situación se volvió más tensa bajo el reinado del emperador Alfonso VI de León y Castilla. En 1080, convocó un concilio general en Burgos y declaró oficialmente la abolición de la liturgia hispánica, reemplazándola por la romana.
El apego de la parte femenina de la familia real leonesa a este rito hizo que la basílica de San Isidoro de León conservara el privilegio de seguir celebrando algunas ceremonias a la antigua usanza. Sin embargo, durante la conquista de Toledo (1085), volvió a surgir la cuestión de la supervivencia del rito hispánico, ya que la población mozárabe de la ciudad se negaba a abandonarlo. La Estoria de España, una crónica castellana del siglo XIII, cuenta que, ante la oposición del clero y el pueblo de Toledo, se realizó una prueba para decidir la disputa. El rey no aceptó el resultado favorable al rito hispánico y se procedió a otra prueba, en la que se sometieron al fuego dos libros de misa, uno hispánico y otro romano. La Estoria dice que Alfonso VI volvió a ignorar el resultado desfavorable. Finalmente, la crónica indica que el rey leonés logró imponer la nueva liturgia.
Como una concesión en el acuerdo de conquista, seis parroquias toledanas obtuvieron permiso para conservar la antigua liturgia. A cambio, el papa, con el acuerdo del emperador, nombró como primer arzobispo de Toledo a don Bernardo. A partir de esta fecha, el rito hispánico se mantuvo solo en las comunidades cristianas bajo dominio musulmán (los llamados mozárabes), aunque en progresiva decadencia.
Durante el resto de la Reconquista, tanto castellana como aragonesa, una de las condiciones en los acuerdos de tregua o rendición era la renuncia del clero y del pueblo mozárabe al uso de la liturgia visigoda. Por ello, las antiguas costumbres fueron desapareciendo a medida que los territorios se reincorporaban a los reinos cristianos. Solo hubo una excepción en la ciudad de Córdoba, reconquistada por Fernando III en el siglo XIII, pero la migración de los mozárabes al norte y la repoblación posterior con castellanos de la meseta hicieron que no durara más de cincuenta años.
La reforma del Cardenal Cisneros
Con todo esto, la liturgia hispánica fue perdiendo popularidad rápidamente y solo se conservó en la ciudad de Toledo y en la basílica de San Isidoro de León (España), en condiciones difíciles. Así, en pleno proceso de reforma de la Iglesia en Castilla, con el apoyo de la reina Católica, el cardenal Cisneros, arzobispo de Toledo, se dio cuenta de la riqueza de la liturgia mozárabe. En 1495, creó una capilla en la Catedral de Toledo —la del Corpus Christi— para que se conservara la antigua liturgia, dándole fondos para su mantenimiento y sacerdotes del propio cabildo catedralicio. También realizó un importante trabajo de recopilación y organización litúrgica, ya que cada parroquia celebraba la misa y los oficios de manera diferente y la tradición oral del canto se estaba perdiendo. Reunió una gran cantidad de libros antiguos de todo el reino: ordenó una reconstrucción de los textos y un estudio de los recursos litúrgicos que culminó en la impresión de un nuevo misal y de un breviario. En ellos se transcribieron las melodías que aún se conservaban a la notación cuadrada. Los textos antiguos permitieron reconstruir la liturgia de forma aproximada a como era en la época visigoda; sin embargo, no se pudo hacer lo mismo con el canto.
Se conservan manuscritos de los siglos IX al XI con casi todo el canto mozárabe o hispánico, pero lamentablemente están escritos en una notación neumática que no indica los intervalos y, por lo tanto, no se pueden leer. Solo 21 de la gran cantidad de cantos conservados pueden leerse, al encontrarse transcritos en la notación aquitana de un manuscrito más tardío del siglo XII. Por lo tanto, ni siquiera las melodías restauradas por el cardenal Cisneros son realmente auténticas, a excepción de algunos recitativos conservados por tradición oral.
Últimas reformas del rito
En el siglo XVIII, el cardenal Francisco Antonio de Lorenzana, al agotarse los misales de la reforma de Cisneros, hizo una nueva edición, cuidada y con notas, sin cambiar el texto principal del Misal.
Pero no fue hasta el siglo XX, y para adaptar el rito hispánico a las ideas del Concilio Vaticano II en su Constitución Apostólica sobre la Sagrada Liturgia, cuando se hizo una nueva revisión del Misal. Esta revisión no solo buscaba mantener al día la celebración en Toledo, sino también restaurar la pureza original de los textos y el orden de la celebración. El papa Juan Pablo II amplió los permisos para usar esta liturgia en cualquier lugar de España donde la devoción o el interés histórico-litúrgico lo requirieran.
La revisión fue impulsada por el cardenal de Toledo, Marcelo González Martín, como arzobispo de Toledo y presidente de la Comisión de Liturgia de la Conferencia Episcopal. Se nombró una comisión de sacerdotes expertos de Toledo y de otras diócesis, así como de congregaciones religiosas. En un trabajo de nueve años, consultando archivos y bibliotecas, manuscritos y libros publicados, lograron devolver el Misal Hispánico a su pureza original, eliminando añadidos que se habían agregado a lo largo de los siglos e incorporando lo que se había perdido en leccionarios, fiestas de algunos santos, etc.
En 1992, el primer volumen del Nuevo Misal Hispano-Mozárabe fue presentado al papa Juan Pablo II, quien celebró la santa misa con este rito el 28 de mayo de 1992, día de la Ascensión del Señor. Fue el primer papa en usarlo en Roma.
¿Dónde se celebra la misa hispánica hoy?
Diariamente
En Toledo:
- En la Catedral Primada en latín.
- En la Parroquia Mozárabe de las Santas Justa y Rufina.
- En la Iglesia Mozárabe de San Lucas.
- En la Parroquia Mozárabe de Santa Eulalia.
Semanalmente
En Madrid:
En Alcalá de Henares:
- En la Ermita de Santa Lucía de Alcalá de Henares, por la Capellanía Hispano-Mozárabe de la diócesis de Alcalá de Henares.
En fechas especiales y festividades
- En Alcalá de Henares, la Hermandad del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora del Carmen celebra todos los 18 de diciembre la misa en rito hispano en su sede canónica, en la parroquia de Santiago Apóstol.
- En Alcuéscar se celebra en la Basílica Mozárabe de Santa Lucía del Trampal, durante la Fiesta de la Cruz Gloriosa, en mayo.
- En Cáceres se celebra en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, el primer viernes de Cuaresma, y el viernes más cercano al 18 de diciembre, en la iglesia de San Juan.
- En Madrid, se celebran con especial solemnidad la fiesta del 2 de enero In Caput anni y la fiesta de la Virgen del 18 de diciembre.
- En la pequeña Basílica visigoda de San Juan de Baños de Cerrato (Palencia), una de las iglesias más antiguas de la península (construida en el siglo VII), tiene lugar cada año una misa en rito hispano-mozárabe durante las fiestas de San Juan Bautista.
- En la Basílica de Santa Eulalia de Mérida se celebra anualmente en noviembre, la Misa Hispano-Mozárabe de la Virgen y Mártir Santa Eulalia.
- En la iglesia de San Martín de Tours de Trujillo (Cáceres) se celebra cada 11 de noviembre la Misa Hispano-Mozárabe de la festividad de San Martín.
- En la parroquia del Salvador de Béjar (Salamanca), se celebra anualmente dentro de la octava del Corpus la Misa Hispano-Mozárabe correspondiente a la Festividad de Santa María Madre de Dios.
- En la capilla de San Salvador de la catedral vieja de Salamanca se celebra la misa en este rito el primer domingo de Adviento y el primer domingo de Cuaresma.
- En la Iglesia Arciprestal de San Pedro y San Ildefonso, de Zamora, en las celebraciones de la Real Cofradía de Caballeros Cubicularios.
- En la Colegiata de la Santísima Trinidad, dentro del Palacio del Real Sitio de San Ildefonso, en Segovia, se celebra la solemnidad de San Ildefonso, el 23 de enero por la mañana con una misa en este rito.
- En la ermita de San Isidro de Madrid con motivo de su festividad el 15 de mayo y en otras ocasiones solemnes.
- En el monasterio asturiano de El Salvador de Valdedios la misa se celebraba un sábado al mes.
- En la basílica real de San Isidoro de León una vez al año, el 18 de diciembre. También se celebran con este rito las misas anuales en memoria de los Reyes de León.
- En la iglesia de San Vicente de la Roqueta de Valencia se celebra en la tarde de la festividad de San Vicente Mártir, el 22 de enero.
- En la iglesia de San Ildefonso de Jaén se celebran anualmente dos misas en este rito, el 23 de enero (festividad de San Ildefonso) y el 18 de diciembre (festividad de Santa María).
- En el monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos (Burgos).
- En la Catedral de Pamplona se celebra Misa por este rito el 18 de diciembre.
- En la colegiata San Benito Abad de Yepes el 29 de junio para la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo.
Ocasionalmente, se celebran misas hispano-mozárabes en otros lugares de España.
¿Cómo se estructura la liturgia hispánica?
Las diferentes tradiciones de la liturgia hispánica (la A, castellana y leonesa, y la B, toledana y riojana) se distinguen más por el orden de los elementos litúrgicos que por su esquema general. Esto significa que la liturgia hispánica, a pesar de sus variedades regionales, mantiene una fuerte unidad en su estructura, similar a la del rito romano. Sin embargo, esta variedad no es siempre obvia, ya que los diferentes manuscritos solo nos muestran las partes que se consideraban necesarias, omitiendo las que se cantaban todos los días (conocidas solo gracias a la tradición oral de Toledo, recogida en la reforma de Cisneros) y los recitativos. Además, aunque el conjunto de la liturgia es fijo, en la mayoría de los lugares se mantenían costumbres propias de devoción, que fueron registradas por los copistas.
Aun así, podemos distinguir claramente, en primer lugar, la misa, que es universal e idéntica para todas las iglesias y monasterios, y el oficio divino, que es una oración particular y diferente para cada iglesia episcopal (ordo cathedralis) y cada monasterio (ordo monasticus). Esto se refleja desde muy temprano: el I Concilio de Braga (561 o 563) distingue claramente los dos ordina y prohíbe mezclarlos; el XI Concilio de Toledo incluye la misa como una hora canónica más dentro del ordo cathedralis, y común con el ordo monasticus.
La misa hispánica
La santa misa, como en el resto de los ritos cristianos, tiene dos partes: la liturgia de la palabra (con lecturas y cantos) y la liturgia eucarística (con oraciones y ritos). El esquema original, que la reforma del rito bajo Cisneros mantuvo más o menos, es el siguiente:
- Liturgia de la Palabra.
- Prelegendum (canto de entrada).
- Gloria in excelsis.
- Graecum (Trisagio rezado en griego).
- Oración.
- Lectura del Antiguo Testamento.
- Benedictiones.
- Psallendum (salmo responsorial) y, en Cuaresma, los Threni (del libro de las Lamentaciones).
- Clamores.
- Apostolus.
- Procesión del Evangelio.
- Evangelium.
- Homilía (sermón).
- Laudes vel Alleluia.
- Liturgia Eucarística
- Ofertorio.
- Rito de la Paz.
- Oración Ad pacem.
- Bendición del celebrante.
- Invitación a la Paz.
- Canto Ad pacem.
- Inlatio. Oración de conexión con el Sanctus.
- Ad Sanctus. Responsorio que introduce el Sanctus. Solo se cantaba en grandes festividades.
- Aclamación y Sanctus.
- Oración Post Sanctus.
- Rito de la Consagración.
- Oración Post pridie (variable).
- Doxología: elevación y muestra de la Hostia.
- Fracción del Pan.
- Ad confractionem panis. Antífona que se cantaba al partir el pan.
- Fracción del Pan.
- Credo. Fue introducido en la Misa hispánica mucho antes que en la romana, por influencia de la liturgia bizantina.
- Ad orationem dominicam. Introducción al Padre Nuestro.
- Pater Noster.
- Canto Sancta Sanctis.
- Bendición sacerdotal.
- Canto Ad accedentes.
- Canto Repletum o Refecti.
- Oración Completuria.
- Despedida.
- Moniciones y avisos. Solemnia completa sunt ('las solemnidades han concluido').
El ordo cathedralis (Oración en las iglesias)
Son las oraciones litúrgicas que se hacían públicamente en las iglesias y que, según el I Concilio de Toledo, los clérigos debían rezar diariamente. Al principio, este oficio estaba compuesto por la oración de la mañana o Matutinum, y la de la Tarde o Vesperum. El XI Concilio de Toledo incluyó la Santa Misa como una hora canónica más, e indicó que los clérigos también debían rezar las horas Tertia, Sexta y Nona del Officium monasticum.
Officium matutinum (Oración de la mañana)

- Matutinum ferial (días de semana).
- Matutinum dominical (domingos).
- Himno Aeterne rerum conditor y antífona.
- Salmo 3 y antífona.
- Salmo 50 y antífona.
- Salmo 56 y antífona.
- Oraciones de los salmos 3, 50 y 56.
- Missa (tradición A).
- Lectio.
- Responsorio.
- Canto profético, con antífona y oración.
- Benedictiones.
- Sono.
- Salmo Laudate y antífona.
- Lectio de las Sagradas Escrituras.
- Te Deum.
- Versus (tradición A).
- Supplicatio litaniae (tradición B).
- Oración Completuria.
- Petición.
- Psallendum.
- Oración.
- Matutinum festivo (días de fiesta).
- Salmo 3 y antífona.
- Missa (tradición A).
- Lectio de textos de los Santos Padres o de vidas de mártires.
- Responsorio.
- Oración.
- Salmo 50 y antífona.
- Canto profético, con antífona y oración (tradición B).
- Benedictiones.
- Sono.
- Salmo Laudate y antífona.
- Lectio de las Sagradas Escrituras.
- Himno.
- Versus (tradición A).
- Supplicatio litaniae (tradición B).
- Oración Completuria.
- Petición (tradición B).
- Bendición (tradición A).
- Psallendum.
- Oración.
Officium vespertinum (Oración de la tarde)
El Vesperum hispánico es similar a las vísperas romanas y tiene como origen la oración de la tarde de las sinagogas. Se basa en el significado de la luz y la tinieblas, y su esquema es el siguiente:
- Rito de la Luz.
- Salmodia.
- Antífona y su salmo.
- Alleluiaticum.
- Himno.
- Versus (tradición A).
- Conclusión.
- Supplicatio litaniae y Kyrie Eleison.
- Oración Completuria.
- Canto profético, con antífona y oración (tradición B).
- Pater Noster.
- Petición (tradición B).
- Bendición.
- Procesión.
- Psallendum.
- Oración (tradición B).
El Ordo monasticus (Oración en los monasterios)
La liturgia que se practicaba en los monasterios hispánicos seguía el principio de universa laus (oración continua), que todo monje debía practicar. Como era imposible alabar a Dios continuamente en comunidad, se organizaron las oraciones comunes en las diferentes horas canónicas (horas y vigilias), en las que los romanos dividían el día y la noche. Así, aunque originalmente la oración monástica consistía en rezar diariamente y sin interrupción los ciento cincuenta salmos bíblicos, poco a poco se fue limitando a los momentos más importantes del día: se estableció la oración cada tres horas durante el día, y, para no tener que despertarse tres veces durante la noche, se unieron las vigilias en una sola oración (nocturnos). De esta manera, el horario de rezo se organizó de la siguiente forma:
- Ad vesperum (Hora canónica mayor). Al anochecer.
- Ad nocturnos (Hora canónica mayor). A media noche.
- Ad matutinum (Hora canónica mayor). Al amanecer.
- Ad tertiam (Hora canónica menor). A media mañana.
- Ad sextam (Hora canónica menor). Al mediodía.
- Ad nonam (Hora canónica menor). A media tarde.
Las horas mayores, excepto los nocturnos, tienen un esquema similar al Ordo cathedralis (ver más arriba). A continuación, se presenta el esquema básico de las horas menores y de los nocturnos.
Las horas menores
Existen dos variantes para rezar las horas menores, según las dos tradiciones litúrgicas hispánicas, aunque las fórmulas (antífonas, alleluiaticum, responsorios, himnos, etc.) no difieren entre ellas.
- Tradición A.
- Responsorio (excepto en la hora nona).
- Antífona 1, con salmo, versículo (si es domingo) y oración.
- Antífona 2, con salmo, versículo (si es domingo) y oración.
- Antífona 3, con salmo, versículo (si es domingo) y oración.
- Preces.
- Lectio.
- Himno.
- Oración Completuria.
- Pater Noster.
- Tradición B.
- Lectio del Antiguo Testamento.
- Antífona 1, con salmo y oración.
- Antífona 2, con salmo y oración.
- Antífona 3, con salmo.
- Responsorio.
- Laudes o Alleluia, si no es cuaresma.
- Preces.
- Himno.
- Oración Completuria.
- Pater Noster.
Los nocturnos
Los oficios de la noche tenían una estructura más compleja y fija. Equivalen a las Completas del Rito romano. Aunque originalmente eran tres (como el número de vigilias de la noche), la Liturgia hispánica los unió en un solo oficio. Sin embargo, más tarde, la disciplina de los monjes visigóticos reinstauró el rezo triple organizado de la siguiente manera:
- Peculiaris vigilia ad medium noctis, unas horas antes del rezo nocturno.
- Ordo ad Nocturnos, el oficio de la noche propiamente dicho.
- Ordo peculiaris post Nocturnos, tres horas después.
La estructura del Ordo ad Nocturnos era la siguiente:
- Antífona única para los tres salmos canónicos (3, 50 y 56) y oración.
- Missa 1: grupo de salmos cantados sin antífonas.
- Responsorio.
- Missa 2.
- Responsorio.
- Missa 3.
- Responsorio.
- Missa de cánticos sin antífonas ni oraciones.
- Responsorio.
- Lectio breve del Antiguo Testamento.
- Lectio breve del Nuevo Testamento.
- Laudes o Alleluia con un versículo.
- Himno.
- Clamores.
- Suplicatio. Canto litánico en forma responsorial y con carácter penitencial.
- Oración Completuria.
- Pater Noster.
- Bendición.
- Miserationes. Canto en forma responsorial.
- Oración final.
Galería de imágenes
-
Página miniada de la Biblia de León, del año 960.
-
Corona votiva de Recesvinto († 672), parte del Tesoro de Guarrazar, en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
-
B Escorial 18.jpg
«El pecado original», miniatura mozárabe del Beato de El Escorial, Real Biblioteca del monasterio de San Lorenzo de El Escorial, ms. II. 5 f.° 18.
-
De ecclesiaticis Officiis de san Isidoro de Sevilla es una fuente clave para conocer las antiguas estructuras de la liturgia hispánica (escultura del Santo en la escalinata de la Biblioteca Nacional de España, en Madrid).
Véase también
En inglés: Mozarabic Rite Facts for Kids