Historia de Irlanda para niños
La historia de Irlanda antes de la llegada del cristianismo se conoce gracias a escritos antiguos de los romanos, libros de poesía irlandesa, mitos y descubrimientos arqueológicos. Los primeros habitantes de la isla, que tenían una cultura de la Edad de Piedra Media (Mesolítico), llegaron después del año 8000 a.C. Esto ocurrió cuando el clima se volvió más cálido y los hielos polares retrocedieron.
Los Anales de los cuatro maestros son una colección de textos históricos muy extensa. Fue escrita por monjes franciscanos entre 1632 y 1636. Documenta fechas desde el año 2242 a.C. hasta 1616 d.C. Aunque se cree que las primeras fechas se refieren a eventos alrededor del 550 a.C.
El Libro de Armagh, un manuscrito irlandés del siglo IX, también es conocido como Canon de Patricio. Contiene algunos de los ejemplos más antiguos de escritura en idioma gaélico. Se piensa que este libro perteneció a San Patricio. Investigaciones sugieren que al menos una parte fue escrita por un copista llamado Ferdomnach de Armagh alrededor del año 807 u 808.

Contenido
Los primeros pobladores y la Edad Antigua
¿Cómo llegó la agricultura a Irlanda?
Hacia el año 4000 a.C., la agricultura llegó a Irlanda desde el continente. Esto trajo una cultura nueva, conocida como Neolítico. En esta época, se construyeron grandes monumentos de piedra, muchos de ellos alineados con el movimiento de las estrellas. La cultura prosperó y la isla se pobló más densamente.
La Edad del Bronce y la Edad del Hierro
Durante la Edad de Bronce, alrededor del 2500 a.C., se crearon adornos y armas elaboradas de oro y bronce. Una antigua historia del Libro de las invasiones irlandés (siglo XIII a.C.) cuenta que los milesios irlandeses, de origen cretense, viajaron por Siria y el Norte de África hasta llegar a Irlanda desde España.
La Edad del Hierro está relacionada con el pueblo celta. Los celtas se extendieron por Europa y Gran Bretaña a mediados del primer milenio antes de Cristo. Llegaron a Irlanda en varias oleadas entre los siglos VIII y I a.C.
La sociedad celta y la llegada de los romanos
Los gaélicos fueron la última ola de invasores celtas. Conquistaron la isla y la dividieron en cinco reinos. A pesar de los conflictos, floreció una rica cultura. La sociedad estaba liderada por druidas y sacerdotes. Ellos eran educadores, médicos, poetas, videntes y legisladores.
Los romanos llamaron a Irlanda Hibernia. En el año 100 d.C., el astrónomo griego Ptolomeo describió su geografía y sus tribus. Irlanda nunca fue parte oficial del Imperio romano, pero la influencia romana se sintió más allá de sus fronteras. No hay muchas huellas de una invasión romana en la isla. La relación exacta entre Roma y las tribus de Hibernia no está del todo clara.
La llegada del cristianismo
La tradición druida cambió con la llegada de la nueva fe cristiana. Los eruditos irlandeses aprendieron latín, lo que ayudó a que las prácticas cristianas florecieran en los monasterios. Monjes como Columbano de Luxeuil y Kevin de Glendalough se hicieron muy importantes. Enviaron misioneros a Inglaterra y al continente para compartir el conocimiento. Muchos estudiosos de otros lugares visitaron los monasterios irlandeses.
La Edad Media en Irlanda
Monasterios y tesoros culturales
Durante la Alta Edad Media, los monasterios irlandeses eran centros de excelencia y conocimiento. Ayudaron a preservar el aprendizaje del latín y a desarrollar artes como la escritura, la metalurgia y la escultura. De allí surgieron tesoros como el Libro de Kells, joyas de oro y cruces talladas en piedra que aún se ven por toda la isla.
Esta época de oro de la cultura cristiana irlandesa fue interrumpida en el siglo IX. Durante doscientos años, hubo guerras intermitentes con oleadas vikingas que saquearon monasterios y pueblos.
Cambios políticos y la influencia de San Patricio
La era cristiana temprana, del 400 al 800 d.C., trajo grandes cambios a Irlanda. Niall Noigiallach (fallecido en 450-455) estableció el poder de la dinastía Uí Néill en gran parte del centro, norte y oeste de Irlanda. Políticamente, la importancia de la afiliación tribal fue reemplazada por la de las dinastías alrededor del año 700. Muchos pueblos y reinos poderosos desaparecieron. Piratas irlandeses atacaron la costa occidental británica, de forma similar a como los vikingos atacarían Irlanda más tarde. Algunos de ellos fundaron nuevos reinos en Pictia, Gales y Cornualles.
La tradición cuenta que en el año 432, San Patricio llegó a la isla. En los años siguientes, trabajó para convertir a los irlandeses al cristianismo. San Patricio mantuvo las costumbres tribales y sociales de los nativos, adaptando sus leyes solo si chocaban con las prácticas cristianas. También se le atribuye haber introducido el alfabeto romano, lo que permitió a los monjes irlandeses escribir y preservar gran parte de la literatura oral celta.
La llegada de los vikingos
Thorgest fue el primer vikingo que fundó un reino en Irlanda. Navegó por los ríos Shannon y Bann. Creó una provincia que abarcó Úlster, Connacht y Meath, desde 831 hasta 845. Ese año fue asesinado por Máel Sechnaill mac Máele Ruanaid (Malachy), quien se convirtió en el nuevo rey.

En 848, Malachy, entonces "rey supremo de Irlanda", derrotó a un ejército escandinavo. Malachy pidió apoyo al emperador Carlos el Calvo, diciendo que su lucha era cristiana contra los paganos, pero no obtuvo ayuda.
En 852, los vikingos Ivar y Olaf llegaron a la bahía de Dublín. Allí construyeron una fortaleza donde hoy se encuentra la ciudad de Dublín (su nombre viene del irlandés Án Dubh Linn, que significa "Charco negro"). Los vikingos fundaron varios pueblos en la costa. Después de varias generaciones, surgió un grupo mixto de irlandeses y escandinavos, llamados Gall-Gaels (Gall significa "extranjeros" en irlandés). Esta mezcla se refleja en los nombres escandinavos de muchos reyes irlandeses de la época y en la apariencia de los habitantes de estas ciudades costeras hasta hoy.
Irlanda gaélica y el fin de la era vikinga
En 914, una paz inestable entre irlandeses y escandinavos terminó en una gran guerra. Los descendientes de Ivar Beinlaus establecieron una dinastía en Dublín y lograron conquistar el resto de la isla. Este reinado fue finalmente derrocado por los esfuerzos de Malachy, rey de Meath, y el famoso Brian Boru, quien luego se convirtió en "Rey Supremo de Irlanda".

Una teoría popular dice que las famosas torres irlandesas se construyeron para protegerse de los ataques vikingos. Si un vigía veía a los vikingos, la gente local (o al menos el clérigo) entraba y subía una escalera que se podía retirar desde dentro. Las torres también podrían haber sido usadas para guardar objetos religiosos importantes.
Beltane o Bealtaine era una antigua fiesta irlandesa que se celebraba el 1 de mayo. Para los celtas, Beltane marcaba el inicio del verano para el pastoreo. En irlandés moderno, Mi na Bealtaine (mes de Bealtaine) es el nombre del mes de mayo. Una de las actividades principales de la fiesta era encender hogueras en las montañas y colinas.
Durante la mayor parte de este período, Irlanda era un conjunto de clanes y tribus organizados en cuatro provincias históricas: Leinster, Connacht, Munster y Úlster. Estas provincias competían constantemente por el control del territorio.
A finales del siglo XII, ocurrió la invasión normanda. Una parte importante de la isla quedó bajo el poder de la nobleza cambro-normanda. Esta zona se llamó Señorío de Irlanda. Sin embargo, en los siglos siguientes, la Irlanda gaélica recuperó terreno, ya sea por conquista o por la asimilación cultural de los recién llegados. A finales del siglo XV, solo una pequeña franja de tierra alrededor de Dublín, conocida como "La Empalizada", estaba fuera de la influencia gaélica.
La intervención inglesa y la Edad Moderna
¿Cómo empezó la dominación inglesa?
Al principio, Irlanda estaba dividida en pequeños reinos. En la segunda mitad del primer milenio, tres dinastías regionales lucharon por el control total de la isla. Después de perder la protección de Muirchertach MacLochlainn, un rey de Irlanda asesinado en 1166, una de las dinastías de Leinster, liderada por Dermot MacMurrough, decidió pedir ayuda a un caballero normando. Esta invitación a Ricardo de Clare preocupó al Rey Enrique II de Inglaterra. Temiendo la creación de un estado normando rival, Enrique invadió Irlanda para imponer su autoridad. Esto puso fin a los "Reyes Supremos Irlandeses" y comenzó un período de ocho siglos de dominación inglesa sobre la isla. Dermot MacMurrough es considerado el traidor más conocido de la historia de Irlanda por esta acción.
Con el poder que le daba la bula papal Laudabiliter, el 18 de octubre de 1171, Enrique desembarcó con una gran flota en Waterford. Fue el primer rey inglés en pisar suelo irlandés. Waterford y Dublín fueron declaradas "Ciudades Reales". Enrique le dio sus territorios irlandeses a su hijo menor, Juan, con el título de Señor de Irlanda. Cuando Juan se convirtió inesperadamente en rey de Inglaterra, Irlanda pasó directamente a la Corona inglesa.
Los cambro-normandos controlaron gran parte de la isla al principio. Pero con el tiempo, los irlandeses nativos recuperaron parte del territorio fuera de "La Empalizada" (una región de autoridad inglesa alrededor de Dublín). Los señores cambro-normandos terminaron por adoptar el idioma y las costumbres irlandesas. Se les conoció como "más irlandés que los irlandeses". Debido a los matrimonios mixtos, sus descendientes se convirtieron en hiberno-normandos, y luego en "Viejos ingleses".
En 1259, una mezcla de clanes noruego-gaélicos formó un ejército de mercenarios llamados Gallowglass ("soldados forasteros" en irlandés). Aunque al principio eran mercenarios, con el tiempo se asentaron y sus filas se llenaron de irlandeses nativos.
Durante los siglos siguientes, se aliaron con los irlandeses nativos en conflictos políticos y militares contra Inglaterra. La mayoría de ellos permanecieron católicos después de la reforma protestante.
La conquista y las rebeliones
En 1536, Enrique VIII de Inglaterra decidió conquistar Irlanda para que estuviera realmente bajo el control de la corona. La dinastía Fitzgerald de Kildare había gobernado Irlanda de forma efectiva desde 1171. Se oponían constantemente a los monarcas de la dinastía Tudor. En 1536, Silken Thomas Fitzgerald inició una rebelión abierta contra la corona.
Desde el siglo XII, Irlanda tenía su propio Parlamento con dos cámaras. Sin embargo, este parlamento tenía muchas restricciones, especialmente por la Ley de Poyning de 1494, que prohibía introducir nuevas leyes sin la aprobación del consejo privado inglés.
Después de sofocar la rebelión, Enrique VIII decidió que Irlanda debía estar bajo el control de Inglaterra para evitar futuras rebeliones. En 1541, elevó el estatus de Irlanda de señorío a reino. Fue proclamado Rey de Irlanda por el parlamento irlandés, el primero en el que participaron señores gaélico-irlandeses y la aristocracia hiberno-normanda.
Una vez que las instituciones de gobierno irlandesas estuvieron en paz, Enrique VIII pudo iniciar la conquista real del territorio. Este proceso duró alrededor de un siglo. Los administradores ingleses tuvieron que enfrentar negociaciones y conflictos con los irlandeses que buscaban la independencia y con los descendientes de los antiguos señores feudales ingleses.
La reforma protestante, cuando Enrique VIII de Inglaterra se separó de la autoridad del papa (1536), cambió fundamentalmente a Irlanda. Mientras que Enrique VIII separó el catolicismo inglés de Roma, su hijo Eduardo VI de Inglaterra fue más allá, rompiendo con la doctrina papal. Los ingleses, galeses y escoceses aceptaron el protestantismo, pero los irlandeses permanecieron católicos. Este hecho marcó su relación con el Estado británico durante los siguientes 400 años.
La reconquista de Irlanda terminó durante los reinados de Isabel I de Inglaterra y Jacobo I. Hubo muchos conflictos, como las Rebeliones de Desmond y la guerra de los Nueve Años. Una serie de leyes discriminaron a toda fe cristiana excepto la Iglesia de Irlanda (anglicana). Las principales víctimas fueron los católicos y, en menor medida, los presbiterianos. En este momento, las autoridades inglesas en Dublín lograron un control real sobre Irlanda, eliminando por primera vez a las élites locales irlandesas. A pesar de esto, Inglaterra nunca pudo convertir a los irlandeses católicos al protestantismo. La incapacidad de los ingleses para convertirlos, junto con medidas muy estrictas, provocó intentos de liberación y resentimiento hacia la Corona inglesa.
Entre 1569 y 1573, ocurrieron las rebeliones de Desmond en el sur de la provincia de Munster. Las rebeliones fueron organizadas por la dinastía de la familia Fitzgerald y sus aliados contra los esfuerzos del gobierno inglés por extender su dominio. Al principio, eran rebeliones de señores feudales que querían independizarse, pero también tenían un aspecto de conflicto religioso. Como resultado, las rebeliones terminaron con la dinastía Desmond y la posterior colonización de Munster por colonos ingleses.
En 1594, estalló la guerra de los Nueve Años irlandesa, que terminó en 1603. Este conflicto enfrentó a una coalición gaélica liderada por Hugh O'Neill y Red Hugh O'Donnell contra el gobierno inglés. Hubo batallas en todo el país, pero el escenario principal fue el norte del Úlster. La guerra terminó con la derrota de los líderes irlandeses, quienes se exiliaron en un evento conocido como la "Fuga de los Condes", y la posterior colonización del Úlster.
Guerras y leyes restrictivas
A principios del siglo XVII, protestantes escoceses e ingleses fueron enviados como colonos al centro de la isla, a los condados de Laois y Offaly y a las provincias de Munster y Úlster. La conquista continuó hasta 1603, cuando todo el país quedó bajo el poder nominal de Jaime I, ejercido a través de su consejo privado en Dublín. Este control se perfeccionó hasta la "Fuga de los Condes" en 1607. La imposición de la ley inglesa se complicó por la extensión de la reforma protestante en la lengua y la cultura. El Imperio español intervino varias veces, y los irlandeses se encontraron entre su aceptación de la autoridad del Papa y la lealtad al monarca de Inglaterra e Irlanda.
A partir de 1639, comenzaron las Guerras de los tres reinos, una serie de conflictos en Escocia, Irlanda e Inglaterra hasta 1651. Incluyeron la guerra civil inglesa, en la que intervinieron tropas irlandesas. Las guerras estallaron con la rebelión del 22 de octubre de 1641, cuando los nativos se levantaron contra el dominio inglés de sus tierras. En 1642, los rebeldes organizaron su propio gobierno, la Confederación de irlandeses católicos, que duró hasta la reconquista de 1649, cuando Oliver Cromwell derrotó a los católicos. Después de la guerra, casi todas sus tierras fueron confiscadas y entregadas a los protestantes. Además, la guerra, el hambre y las enfermedades causaron la muerte de hasta un tercio de la población.
Irlanda jugó un papel crucial en la Revolución Gloriosa de 1689, cuando el católico Jacobo II fue depuesto por el parlamento y reemplazado por Guillermo de Orange. Jacobo II y Guillermo lucharon por el trono inglés, escocés e irlandés, enfrentándose en la batalla del Boyne en 1690. Los católicos (Jacobitas) lucharon del lado de Jacobo II, creyendo que el rey les devolvería las tierras confiscadas en la época de Cromwell. Los protestantes (Guillermitas) eligieron a Guillermo para proteger sus tierras, su religión y su poder. Aunque Guillermo ganó la batalla, la guerra continuó hasta la batalla de Aughrim en 1691, cuando el ejército católico fue aplastado.
La unión con Gran Bretaña
Hacia finales del siglo XVIII, la mayoría de las restricciones fueron eliminadas, en parte gracias a una campaña liderada por Henry Grattan. Sin embargo, en 1800, el parlamento irlandés aprobó el Acta de Unión. Esta ley unió el Reino de Irlanda con el Reino de Gran Bretaña (que ya era una unión de Inglaterra y Escocia desde 1707) para crear el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. Durante el siglo XVIII, la mayoría de los habitantes de Irlanda eran campesinos católicos, muy pobres y sin poder político. Muchos de sus líderes se convirtieron al protestantismo para evitar sanciones económicas y políticas. Sin embargo, hubo un creciente despertar católico. También había dos grupos de protestantes: los presbiterianos del Úlster, al norte, que vivían con mejores condiciones económicas pero sin poder político, y los anglicanos de la Iglesia de Irlanda, que vivían en Dublín y poseían la mayor parte de las tierras de cultivo, trabajadas por campesinos católicos.
El descontento irlandés hacia Inglaterra se agravó por la situación económica de Irlanda en el siglo XVIII. Algunos propietarios ausentes gestionaban sus fincas de forma ineficiente, y los alimentos se producían para la exportación, no para el consumo interno. Después de dos inviernos muy fríos, que llevaron a una hambruna entre 1740 y 1741, murieron unas cuatrocientas mil personas y más de ciento cincuenta mil irlandeses tuvieron que emigrar. Además, las exportaciones irlandesas se redujeron debido a las Actas de Navegación de la década de 1660, que imponían altos impuestos a los productos irlandeses que entraban a Inglaterra, mientras que las mercancías inglesas estaban exentas de impuestos al entrar a Irlanda. A pesar de esto, la mayor parte del siglo XVIII fue relativamente pacífica en comparación con los dos siglos anteriores, y la población se duplicó a más de cuatro millones a pesar de la hambruna.
En el siglo XVIII, la clase dominante anglo-irlandesa comenzó a ver a Irlanda, no a Inglaterra, como su país. Una parte del parlamento, liderada por Henry Grattan, pedía una relación comercial más justa con Gran Bretaña y más independencia legislativa para el Parlamento Irlandés. Sin embargo, la reforma en Irlanda se estancó debido a propuestas más radicales de los católicos irlandeses. La reforma se dio parcialmente en 1793, pero los católicos no podían ser miembros del Parlamento Irlandés ni funcionarios del gobierno. Algunos católicos irlandeses empezaron a sentirse atraídos por los ideales de la Revolución francesa de 1789. Por esto, los católicos comenzaron a ser perseguidos.
Presbiterianos y otros grupos también enfrentaron persecución, pero en menor medida que los católicos. En 1791, un grupo de protestantes organizó la primera reunión de lo que sería la Sociedad de los Irlandeses Unidos. Al principio, buscaban reformar el Parlamento Irlandés, que estaba controlado por la Iglesia Anglicana; buscaban la emancipación católica y separar la religión de la política. Cuando sus ideales parecían inalcanzables, decidieron usar la fuerza para derrocar el dominio británico y fundar una República sin divisiones religiosas. Su actividad culminó con la rebelión irlandesa de 1798, que fue reprimida con violencia.
Irlanda era un reino independiente gobernado por el rey Jorge III, quien establecía la política de Irlanda a través de su representante, el Lord teniente de Irlanda o virrey. En la práctica, los virreyes vivían en Inglaterra y los asuntos de la isla eran controlados por un grupo de élite de protestantes irlandeses. El sistema cambió en 1767, con el nombramiento de George Townshend, quien residía en el Castillo de Dublín. Townsend tenía el apoyo del Rey y del gabinete británico en Londres, por lo que todas las decisiones importantes se tomaban en Londres. La asamblea se quejó y obtuvo nuevas leyes en la década de 1780 que dieron al Parlamento Irlandés independencia del Parlamento británico, aunque aún bajo la supervisión del rey. Esta forma de gobierno se mantuvo hasta la rebelión de 1798, cuando se decidió crear el Acta de Unión, que entró en vigor en 1800, unificando los parlamentos de Inglaterra, Escocia e Irlanda en uno solo.
Historia contemporánea de Irlanda
En 1800, los parlamentos de Irlanda y Gran Bretaña decidieron unirse en el Acta de Unión. Ese año, la legislatura irlandesa fue eliminada y se formó el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda. La ley de unión fue aprobada en el parlamento irlandés después de un gran soborno a los miembros de ambas cámaras, a quienes se les dieron títulos de nobleza británicos, tierras y otros beneficios.
Parte del atractivo de la Unión para los católicos era la promesa de abolir las leyes que los discriminaban y permitirles participar en el parlamento británico con 100 representantes. Sin embargo, el rey Jorge III bloqueó esta emancipación, argumentando que iría en contra de su juramento de defender la Iglesia de Inglaterra. No obstante, bajo el liderazgo de Daniel O'Connell, la emancipación se logró en 1829, permitiendo a los católicos formar parte del parlamento. Más tarde, O'Connell intentó restaurar un gobierno irlandés independiente, rechazando el Acta de la Unión, pero no lo logró.
La Gran Hambruna
Durante el siglo XIX, Irlanda tuvo altibajos económicos. Pasó de un "boom" durante las guerras napoleónicas a graves crisis, incluyendo una serie de hambrunas. La peor fue la ocurrida entre 1846 y 1848, en la que un millón de personas murieron y otro millón se vio obligado a emigrar.
Los problemas económicos se debían principalmente al pequeño tamaño de las tierras cultivadas. La ley y la tradición social causaban este problema: al permitir que todos los hijos heredaran partes iguales de tierra, las huertas se hacían cada vez más pequeñas. Una cosecha de patatas apenas era suficiente para alimentar a una familia y solo se podía recoger una vez al año. Además, muchas tierras estaban mal administradas por grandes propietarios ausentes.
Cuando en 1846 una plaga arruinó la cosecha de patata, la mayor parte de la población rural se quedó sin alimentos. Lamentablemente, los políticos británicos de entonces seguían una estricta política de "laissez-faire", que se oponía a cualquier intervención del estado en la economía. Aunque se recaudaron grandes sumas de dinero para ayudar a las víctimas, la Reina Victoria solo aportó el equivalente a 100.000 dólares. La situación fue tan grave que muchos trabajadores del campo desaparecieron.
La hambruna provocó la primera emigración masiva a los Estados Unidos, y también a Inglaterra, Escocia, Canadá y Australia. Esto, a su vez, creó una gran e influyente diáspora irlandesa, especialmente en los Estados Unidos, donde se financió y apoyó el movimiento independentista irlandés. En 1858, se creó la Hermandad Republicana Irlandesa (IRB), una organización secreta dedicada a la rebelión armada contra los británicos. Sin embargo, a pesar del apoyo de Estados Unidos, en esa época, el movimiento separatista tenía poca fuerza.
Después de la hambruna, los campesinos comenzaron una lucha por los derechos de posesión y distribución de tierras. El conflicto se originó porque, desde el siglo XVII, los terratenientes irlandeses eran principalmente protestantes, descendientes de ingleses y con una fuerte identidad británica. Los irlandeses reclamaban que la tierra había sido injustamente quitada a sus ancestros y entregada a los ingleses de ascendencia protestante durante la conquista del país por parte de Inglaterra.
La Liga Irlandesa de la Tierra se formó para defender los intereses de los agricultores, con Michael Davitt y Charles Stewart Parnell como líderes. La táctica más efectiva fue el boicot (esta palabra tiene su origen en este conflicto) que los irlandeses aplicaron a los terratenientes de origen inglés, a menudo con violencia. Bajo el gobierno del primer ministro británico Benjamin Disraeli, Davitt y Parnell fueron arrestados temporalmente, acusados de ser responsables de la violencia. El nuevo gobierno de William Gladstone, sin embargo, logró contener la violencia expandiendo los derechos de los agricultores sobre la posesión y compra de tierras a los terratenientes anglo-irlandeses. Esto creó una gran cantidad de pequeños propietarios y disminuyó el poder de las clases privilegiadas anglo-irlandesas. Sin embargo, no eliminó los sentimientos nacionalistas de los irlandeses, como esperaba el gobierno británico.
El camino hacia la autonomía
Hasta la década de 1870, los irlandeses elegían a los miembros del Parlamento británico entre los partidos políticos de Gran Bretaña. Una minoría significativa también elegía a los partidarios de la Unión, que se oponían firmemente a cualquier cambio en el Acta de la Unión. En esa década, un abogado conservador, Isaac Butt, estableció un nuevo movimiento llamado Liga de la Autonomía. Después de su muerte, William Shaw y un joven terrateniente protestante llamado Charles Stewart Parnell convirtieron la Liga en un partido político llamado Partido Parlamentario Irlandés. Este partido se convirtió en una fuerza política dominante, dejando de lado a los antiguos partidos Liberales, Conservadores y Unionistas. La fuerza del nuevo partido se hizo evidente en las elecciones de 1880, en las que ganó 63 escaños en el parlamento. En 1885, aumentó esta cifra a 86 escaños. Parnell atrajo a diversas corrientes, desde los terratenientes conservadores hasta los liberales de la Liga de la Autonomía. Estos últimos defendían la reforma de la tenencia de las tierras, ya que la mayoría eran grandes propiedades de aristócratas que las arrendaban a pequeños agricultores.
Aunque Parnell defendía una Irlanda con gobierno autónomo dentro del Reino Unido, a diferencia de la posición de O'Connell, que era rechazar totalmente el Acta de la Unión, encontró una fuerte oposición de una minoría significativa de unionistas, principalmente en Úlster. Estos temían que un Parlamento en Dublín controlado por católicos y nacionalistas los discriminara y que impusiera impuestos al comercio con Gran Bretaña. Hay que considerar que, aunque la mayor parte de Irlanda era agrícola, en Úlster, al noroeste de Irlanda, se concentraba la industria pesada de la isla y se vería afectada por cualquier restricción al comercio con Gran Bretaña.
En 1886 y 1893, el gobierno liberal de William Gladstone presentó dos proyectos de ley para dar autonomía a Irlanda, pero ninguno tuvo éxito. En 1912, otro proyecto similar fue aprobado por la Cámara de los Comunes, pero rechazado por la Cámara de los Lores. Sin embargo, esta Cámara había perdido su poder de vetar leyes y solo podía posponer su aprobación dos años. Durante este período, la amenaza de guerra civil se cernía sobre Irlanda con la creación de los Voluntarios del Úlster en el norte y los Voluntarios Irlandeses en el sur. Estos dos grupos se armaron fuertemente importando miles de rifles y municiones desde Alemania. En 1914, la Cámara de los Comunes finalmente adoptó la autonomía, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial significó que el proyecto de ley se pospuso por la duración de la guerra. Los Voluntarios del Úlster y gran parte de los Voluntarios Irlandeses se unieron al ejército británico y sufrieron muchas bajas. Ambos bandos pensaban que Londres los favorecería después de la guerra.
Hasta 1918, el Partido Parlamentario Irlandés era la fuerza política dominante. Sin embargo, un escándalo que involucró a Parnell, el líder político más popular en Irlanda, quien había vivido varios años con la esposa de un colega, llevó al Partido Pro-Unión a presionar al primer ministro británico W.E. Gladstone para que abandonara sus esfuerzos a favor de la autonomía mientras Parnell fuera el líder. Esto también causó una profunda división entre los partidarios y oponentes de Parnell.
El separatismo y la independencia
El Alzamiento de Pascua y el Sinn Féin
En 1916, un pequeño grupo de nacionalistas intentó una rebelión llamada el Alzamiento de Pascua, liderada por Padraig Pearse y James Connolly. Al principio, la rebelión no fue bien recibida por los nacionalistas del país, ya que muchos irlandeses estaban luchando en las tropas británicas en Europa. De hecho, algunos periódicos pedían la ejecución de Pearse y otros líderes. Sin embargo, fue precisamente la ejecución rápida de los líderes rebeldes lo que generó una ola de simpatía por ellos y su causa.
El gobierno británico acusó erróneamente a Sinn Féin (en ese momento un partido pequeño con poco apoyo) de promover la rebelión. Este error fue costoso, ya que los que sobrevivieron a la rebelión, especialmente Éamon de Valera, al regresar de su encarcelamiento en Inglaterra, se unieron en gran número al partido y radicalizaron su postura.
Hasta 1917, Sinn Féin defendía una monarquía en la que Irlanda y Gran Bretaña compartieran el mismo rey, al estilo del Imperio austrohúngaro. Sin embargo, debido a las diferencias entre monárquicos y republicanos, el partido decidió promover la causa de la independencia, dejando que los irlandeses eligieran, una vez obtenida, si querían una república o una monarquía (entendiendo que en esta última el rey no sería de la casa real británica).
Durante 1917 y 1918, Sinn Féin y el Partido Parlamentario Irlandés se enfrentaron en una batalla electoral sin un ganador claro. La balanza se inclinó finalmente a favor de Sinn Féin cuando el gobierno británico intentó imponer una ley de reclutamiento militar, sin considerar la contribución voluntaria de Irlanda al ejército británico. Ante esta situación, incluso el Partido Parlamentario Irlandés se vio obligado a retirar a sus legisladores del Parlamento de Westminster.
En diciembre de 1918, en una elección general, Sinn Féin obtuvo 73 de los 105 escaños de Irlanda. Sin embargo, los nuevos parlamentarios se negaron a sentarse en el Parlamento británico. En su lugar, se reunieron en la Mansion House de Dublín, estableciendo el Dáil Éireann o parlamento revolucionario irlandés. Luego proclamaron la República Irlandesa e intentaron establecer un sistema de gobierno.
La Guerra de Independencia
Entre 1919 y 1921, el Ejército Republicano Irlandés (IRA) luchó en una guerra de guerrillas contra el ejército británico y las unidades paramilitares conocidas como Black and Tans (Negros y Quemados). Ambos bandos lucharon con brutalidad; los Black and Tans quemaban pueblos enteros y maltrataban a los civiles. El IRA, por su parte, mataba a civiles que sospechaban que ayudaban a los británicos o destruían lugares históricos en respuesta a los ataques británicos contra casas de republicanos. Esta lucha se llamó "Guerra de Independencia" o "Guerra Anglo-Irlandesa".
En 1920, se publicó una nueva ley que buscaba dividir a Irlanda en dos regiones autónomas: Irlanda del Norte e Irlanda del Sur. Irlanda del Norte se estableció firmemente, pero no así la del Sur, que fue boicoteada por los nacionalistas y nunca llegó a ser un gobierno real. Finalmente, se acordó un alto el fuego y las negociaciones entre irlandeses y británicos produjeron el Tratado anglo-irlandés. Bajo este tratado, a Irlanda del Sur y Occidental se le dio una autonomía que superaba las exigencias de Parnell y del Partido Parlamentario Irlandés, adoptando una forma de gobierno similar a la del Dominio de Canadá.
Irlanda del Norte siguió formando parte del Reino Unido, con representación en el parlamento de Londres. Se nombró una comisión para establecer las fronteras entre Irlanda del Norte (que incluye seis de los nueve condados del Úlster histórico) y el nuevo estado irlandés.
La Guerra Civil (1922-1923)
El parlamento (Dáil) aprobó el Tratado Anglo-Irlandés en diciembre de 1921. Bajo el liderazgo de Michael Collins, se estableció el Estado Libre Irlandés, un nuevo ejército para reemplazar al IRA y un nuevo cuerpo de policía llamado Guardia Civil (conocida como Garda Síochána).
Sin embargo, una minoría liderada por Éamon de Valera se oponía al tratado. Argumentaban que no creaba una verdadera república independiente, que imponía un "Juramento de Obediencia y Fidelidad a la Corona" a los parlamentarios y que dividía el país. De Valera y sus partidarios se retiraron del Parlamento. Una parte del IRA ocupó algunos edificios públicos en Dublín para protestar contra la firma del tratado. Finalmente, después de unas elecciones en las que ganó el "Partido pro-tratado", el nuevo Ejército de Irlanda atacó a los republicanos amotinados en Four Courts, en Dublín, el 22 de junio de 1922. Esto dio inicio a la guerra civil irlandesa entre los partidarios del Tratado y los que estaban en contra. Los republicanos (contrarios al tratado), que mantuvieron el nombre de IRA, continuaron luchando como guerrilla durante nueve meses más, hasta mayo de 1923, cuando Frank Aiken, su líder, ordenó entregar las armas y declaró una tregua. Esta guerra civil causó más bajas que la Guerra anglo-irlandesa, incluyendo a importantes líderes políticos como Michael Collins, Liam Lynch y Cathal Brugha. Además, dividió profundamente al país, y esa división aún persiste.
Constitución e independencia de Irlanda (1937)
En 1937, se adoptó por votación la Constitución de Irlanda. Esta estableció un estado independiente basado en un sistema de democracia representativa y garantizó ciertos derechos fundamentales. La nueva denominación de Irlanda fue Éire.
A pesar de la aprobación de la constitución, el conflicto por la división de Irlanda del Norte, que permanecía unida a Inglaterra, e Irlanda del Sur independiente sigue sin resolverse.
Desafíos económicos y sociales
La sociedad irlandesa del siglo XIX era principalmente agrícola. La Revolución industrial que vivió Inglaterra no llegó a la isla. Las tierras eran propiedad de ingleses debido a las políticas de expropiación que llevaron a cabo para colonizarlas.
En 1800, se firmó el Acta de Unión, que unió políticamente a Gran Bretaña y la isla de Irlanda, creando así el Reino Unido. Se suprimió el parlamento irlandés y se les otorgaron 100 escaños en el Parlamento de Westminster para representarse. Sin embargo, a pesar de que la mayoría de la población irlandesa era católica, hasta 1829 la ley impidió que ningún católico pudiera ocupar un escaño. Además, hasta finales del siglo XIX, persistió la prohibición que impedía a cualquier católico estudiar en universidades británicas.
Galería de imágenes
Véase también
En inglés: History of Ireland Facts for Kids