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Druida para niños

Enciclopedia para niños
Archivo:Two Druids
Imagen de dos druidas. Grabado del siglo XIX basado en una ilustración de 1719 de Bernard de Montfaucon.

Los druidas eran personas de la clase sacerdotal (aunque no eran necesariamente sacerdotes) en Gran Bretaña, Irlanda, norte de España, la Galia (Francia y norte de Italia), y posiblemente otras partes de la Europa Céltica durante la Edad de Hierro, e incluso antes. Su función podía ser sacerdotal (Irlanda) o profética (Gales), en cuyo caso se decía que estaban imbuidos de la awen (“inspiración”) que también actuaba en los bardos. No hay registros escritos por los propios druidas y la única evidencia de la que se dispone son descripciones breves realizadas por los griegos, romanos y varios autores y artistas dispersos, así como también algunas historias creadas posteriormente, en el Medievo, por escritores irlandeses. Se tiene evidencia arqueológica relativa a las prácticas religiosas en la Edad del Hierro, aunque “ningún artefacto o imagen desenterrada se ha podido asociar indudablemente con los antiguos druidas”. Varios temas recurrentes sobre los druidas se presentan en un gran número de registros grecorromanos, incluyendo su creencia en la reencarnación y su alto estatus social en los pueblos galos. Nada se sabe aún sobre sus prácticas de culto, excepto por el ritual del roble y el muérdago según la descripción de Plinio el Viejo.

La referencia más antigua de la que se tiene conocimiento data del año 200 a. C., aunque la descripción fehaciente más antigua proviene del general y político romano Julio César en su escrito Comentarios sobre la guerra de las Galias (50 a. C.). Escritores grecorromanos posteriores también describieron a los druidas, incluyendo a Cicerón, Tácito y Plinio el Viejo. Tras la invasión de la Galia por el Imperio romano, el druidismo fue proscrito por el gobierno romano bajo el mandato de los emperadores romanos Tiberio y Claudio en el siglo I d. C. y acabaría desapareciendo de los registros escritos alrededor del siglo II.

Con la romanización, los últimos druidas auténticos desaparecieron, y con ellos sus enseñanzas y conocimientos. Aquellos que, siglos más tarde, reivindicaron el título de druida para sí no eran ya más que simples brujos o adivinos. Alrededor del año 750 la palabra “druida” aparece nuevamente en un poema del monje irlandés Blathmac, convertido al cristianismo, quien escribió sobre Jesús diciendo que él fue “...mejor que un profeta, con más conocimientos que cualquier druida, un rey que fue obispo y un completo sabio”. Los druidas también son mencionados en varios cuentos medievales de la Irlanda cristiana tales como Táin Bó Cúailnge, donde se les retrata ampliamente como hechiceros que se oponían a la llegada del Cristianismo. En el despertar del Renacimiento céltico, a fines del siglo XIX y comienzos del XX, grupos fraternales y neopaganos se fundaron basándose en ideas sobre los antiguos druidas en un movimiento que es conocido como neodruidismo.

Etimología

Archivo:The Druid Grove
Ilustración del siglo XIX donde se representa a un druida junto a un roble.
Archivo:LastDruids
Los Druidas, representación fantástica de Neuville en el s. XIX.

La palabra druida proviene del latín druides, que a su vez fue considerada por los antiguos escritores romanos proveniente de la palabra nativa en céltico para esas figuras sacerdotales. Otros textos romanos también emplean la forma druidae, mientras que el mismo término fue usado por etnógrafos griegos como δρυΐδης (druidēs). Aunque no han sobrevivido inscripciones romanas o célticas que alberguen la morfología de la palabra, ésta es cognada con el céltico insular tardío, irlandés antiguo, drui (druida, hechicero) y el galés temprano dryw (vidente). Con base en todas las formas disponibles, la palabra hipotética del protocelta puede ser reconstruida como *dru-wid-s (pl.*druwides), que significa “el que conoce al roble”.

Los dos elementos provienen de las raíces protoindoeuropeas *deru y *weid (ver). El sentido de “conocedor del roble” (o “vidente del roble”) es confirmado por Plinio el Viejo, quien en su Historia natural etimologiza al término como si proviniera del sustantivo griego δρύς (drus), “roble” y del sufijo griego -ιδης (-idēs).

La palabra del moderno irlandés para roble es dair, y de ésta se derivan formas inglesas para lugares, tales como Derry—Doire y Kildare—Cill Dara (literalmente “templo del roble”). Hay varias historias de santos y héroes que versan sobre robles, y subsisten en la Irlanda rural algunas historias y supersticiones locales (llamadas pishogues) sobre los árboles en general. Tanto la palabra irlandesa drui como la galesa dryw pudieran también referirse al pájaro chochín, posiblemente asociando a este con el ave del augurio en las tradiciones irlandesa y galesa. (Véase: Wren Day).

Prácticas y doctrinas

De acuerdo con el historiador Ronald Hutton, “no podemos saber virtualmente nada con certeza acerca de los antiguos druidas, así que —aunque sin duda existieron— sirven más o menos como figuras legendarias”. Sin embargo, las fuentes referidas por escritores antiguos y medievales, junto a la evidencia arqueológica, pueden dar una idea de la forma en que desempeñaban su papel religioso.

Rol social y formación

Una de las pocas cuestiones en las que coinciden las fuentes grecorromanas e irlandesas acerca de los druidas es que estos jugaban un papel importante en la sociedad celta. Julio César, en su descripción sobre la sociedad gala, señalaba que los druidas eran uno de los dos grupos religiosos más importantes (junto a los nobles) y eran responsables de organizar el culto, los sacrificios, la adivinación u oráculo y los procedimientos judiciales. También afirmó que estaban exentos del servicio militar y del pago de impuestos, y tenían el poder para excomulgar a los miembros de la comunidad de los festivales religiosos, ocasionando con ello la proscripción. Otros dos escritores clásicos, Diodoro Sículo y Estrabón, afirmaron que los druidas eran temidos con tal grado de respeto que podían detener una batalla si se paraban entre dos ejércitos.

Fue Pomponio Mela el primer autor que manifestó que la instrucción de los druidas era secreta, y era llevada a cabo en las cuevas y los bosques. La tradición druídica consistía en una gran cantidad de versos que se aprendían de memoria, y Julio César resaltó que se podía tardar más de veinte años en completar la formación. No hay ninguna evidencia histórica, de la época del auge del druidismo, que sugiera que la profesión druida no fuera reservada para los varones, aunque se considera que varias referencias legendarias, como el mito de Ceridwen, insinúan la posibilidad de druidas femeninos. Lo que se sabe sobre la enseñanza a los novicios druidas es pura conjetura: de la literatura oral, no se conoce con certeza que haya sobrevivido algún verso antiguo, ni siquiera bajo la forma de traducción. Toda la formación druida era de carácter oral, aunque César indica que los galos, para cuestiones ordinarias, tenían un lenguaje escrito en el que usaban caracteres griegos. En esto probablemente se basó en escritores antiguos, ya que en el tiempo de César, los escritos galos se habían trasladado de la escritura griega a la latina.

Filosofía

Alejandro Polímata se refirió a los druidas como filósofos y consideró como pitagórica su doctrina de la inmortalidad del alma y de la reencarnación o metempsícosis.

«La doctrina pitagórica prevalece entre los galos que enseñan que las almas de los hombres son inmortales, y que después de un número determinado de años entrarán en otro cuerpo».

Julio César escribió:

Respecto a sus enseñanzas propiamente dichas, el objetivo principal de toda su instrucción es, en su opinión, imbuir a sus estudiantes con una creencia firme en la indestructibilidad del alma, la cual, de acuerdo con sus creencias, simplemente pasa de un inquilino a otro tras la muerte; solamente por esta doctrina, que roba a la muerte todos sus temores, puede desarrollarse la forma más elevada de valentía humana. Secundarias a este principio fundamental, ellos sostienen varias disertaciones y discusiones sobre astronomía, sobre la extensión y distribución geográfica del globo, sobre las diferentes ramas de la filosofía natural y sobre varios problemas relacionados con la religión.
Julio César, De Bello Gallico, VI, 13

Diódoro Sículo, en el año 36 a. C., describió cómo los druidas seguían la “doctrina pitagórica” de que las almas humanas “son inmortales y después de un número de años determinado ellas comienzan una vida nueva en un cuerpo nuevo”. En 1928, el folclorista Donald A. Mackenzie especuló que los druidas habrían sido misioneros budistas enviados por el rey indio Ashoka. Ya otros han invocado semejanzas comunes indoeuropeas. César describió la doctrina del ancestro original de la tribu, a quién se refirió como Dispater o “padre” Hades.

Rito del Muérdago

Plinio el Viejo describió detalladamente un ritual druida concerniente al roble y al muérdago:

«Tras haber preparado los sacrificios y los banquetes bajo los árboles traen dos toros blancos cuyos cuernos han sido vendados. En su túnica blanca, un druida sube el árbol para cortar el muérdago con su hoz de oro, otros vestidos de la misma manera lo reciben. Después matan a los animales de sacrificio y rezan para que el dios les recompense esta ofrenda con sus dotes».


Fuentes sobre el druidismo

Registros griegos y romanos

Los registros más antiguos sobre los druidas provienen de dos textos griegos de alrededor del año 300 a. C.: uno fue una historia de la filosofía escrita por Soción de Alejandría, y el otro, un estudio de la magia que fue atribuido incorrectamente a Aristóteles. Estos mencionan la existencia de druidas o sabios pertenecientes a los keltois (celtas) y galatias (gálatas o galos). Ambos textos están perdidos hoy en día, pero fueron citados en el segundo siglo después de Cristo en la obra Vitae de Diógenes Laercio. Subsecuentes textos griegos y romanos del siglo III a. C. hacen referencia a “filósofos bárbaros”, posiblemente, en referencia a los druidas galos.

Julio César

Archivo:Naples National Archaeological Museum (14633815350)
Julio César, general romano y posterior dictador, quien escribió uno de los textos más antiguos y completos en que se describe a los druidas.

El primer texto conocido que de hecho describe a los druidas es el citado texto de Julio César Comentarios sobre la guerra de las Galias, especialmente en su libro VI, el cual habría sido publicado en las décadas de los 50 o 40 antes de la era cristiana. César, quien había sido un general que intentó conquistar la Galia y Gran Bretaña, describió a los druidas como los que se ocupaban de “el culto divino, la adecuada realización de los sacrificios, públicos o privados, y la interpretación de preguntas rituales”. Aseveró también que jugaban parte importante de la sociedad gala, siendo una de las dos clases más respetadas junto a los équites (que significa “jinetes”, la cual ha sido interpretada comúnmente como referida a los guerreros) y que ellos desempeñaban la función de jueces.

César aseveró que ellos reconocían la autoridad de un único líder, el cual podía mandar hasta su muerte, siendo entonces un sucesor elegido a través del voto o del duelo. También resaltó que se reunían anualmente en un lugar sagrado en la región dominada por la tribu de los carnutos, en la Galia, pues ellos veían a la Gran Bretaña como el centro de los estudios druidas, y es por eso que no se encontraron entre las tribus germánicas al este del Rin. De acuerdo con César, varios jóvenes eran formados para ser druidas, y durante ese tiempo tenían que aprender de memoria todo lo relacionado al culto.

También señaló que su principal enseñanza consistía en que “las almas no perecen, pues después de la muerte pasan de uno a otro”. Los druidas también estarían interesados en “las estrellas y sus movimientos, el tamaño de la Tierra y el cosmos, el mundo natural, y los poderes de las divinidades”, indicando que ellos no solo se veían involucrados en los aspectos comunes de la religión, tales como teología o cosmología, sino también en la astronomía.

A pesar de haber tenido una experiencia de primera mano con los galos, y asimismo con los druidas, los escritos de César han sido ampliamente criticados por historiadores modernos debido a su poca fiabilidad. Una cuestión que han planteado historiadores como Fustel de Coulanges y Ronald Hutton es que, mientras César describió a los druidas con un poder significativo dentro de los galos, este no los mencionó dentro de las anotaciones sobre sus conquistas. Tampoco lo hizo Aulo Hircio, quien continuó el registro de César de la campaña en las galias tras la muerte de este último. Hutton creía que César había manipulado la idea de los druidas para que aparecieran ante los lectores romanos tanto civilizados (siendo instruidos y piadosos) como bárbaros, y, por lo tanto, representando tanto “una sociedad que valía la pena agregar al Imperio romano” así como una que requería ser civilizada con la ley y los valores romanos, justificando así sus guerras de conquista.

Sean Dunham ha sugerido que César simplemente había tomado las funciones religiosas de los senadores romanos y la habría aplicado a los druidas. Daphne Nash considera que “no es improbable” que César “exagerara enormemente” tanto el sistema centralizado del liderazgo druida como su conexión con la Gran Bretaña.

Otros historiadores han aceptado la posibilidad de que las anotaciones de César sean más acertadas. Norman J. DeWitt conjeturó que la descripción sobre el rol de los druidas pudiera informar sobre una tradición idealizada, basada en la sociedad del siglo II a. C., antes de que la confederación pangálica liderada por los arvernos fuera rota en el 121 a. C., seguida de las invasiones de teutones y cimbrios, en vez de la desmoralizada y desunida Galia del tiempo de César. John Creighton ha especulado que en la Gran Bretaña, la influencia social de los druidas estaba en declive a mediados del siglo I a. C., en conflicto con las nuevas estructuras de poder emergentes incorporadas en los caciques. Otros académicos ven en la conquista romana misma la principal razón de la declinación del druidismo.

Cicerón, Diodoro Sículo, Estrabón y Tácito

No sería sólo César, sino también otros escritores grecorromanos los que posteriormente comentarían sobre los druidas y sus prácticas, aunque ninguno de ellos daría tantos detalles como él. Marco Tulio Cicerón, contemporáneo de César, señaló que él conoció a un druida galo, Diviciaco, quien fue miembro de la tribu de los heduos. Diviciaco supuestamente conocería mucho acerca del mundo natural y realizaría adivinación a través del augurio.Si Diviciaco fue genuinamente un druida puede, sin embargo, ser disputado, pues César, que también lo conoció, y escribió sobre él, nombrándolo Diviciacus, nombre que suena más gálico (y así presumiblemente más auténtico), nunca se refirió a él como un druida y, asimismo, lo presentó como un líder político y militar.

Otro escritor clásico que describió a los druidas, no mucho tiempo después, fue Diodoro Sículo, quien publicó su descripción en su Bibliotheca historicae en el 36 a. C. Junto a los druidas o, drouidas como él los llamaba, a los cuales veía como filósofos y teólogos, Sículo también resaltó cómo en la sociedad celta había poetas y cantantes, a los cuales llamó bardous o bardos. Esta idea fue ampliada por Estrabón, quien escribió en los años 20 a. C., y señaló que entre los galos había tres tipos de figuras honorables: los poetas y cantantes conocidos como bardoi, los teólogos y especialistas en el mundo natural conocidos como o'vatei's, y los druidas, quienes estudiaban la “filosofía moral”. Sin embargo, la exactitud de estos escritores ha sido cuestionada; Ronald Hutton ha indicado que «todo lo que podemos concluir es que no tenemos conocimiento seguro de las fuentes utilizadas por ninguno de esos autores para hacer sus comentarios sobre los druidas, y asimismo de sus fechas, su contexto geográfico o su exactitud».

Tácito, senador e historiador romano, describió cómo cuando el ejército romano, dirigido por Cayo Suetonio Paulino, atacó la isla de Mona (Anglesey, en Gales), los legionarios se asombraron al desembarcar por la aparición de una banda de druidas, los cuales, con las manos levantadas hacia el cielo, vertieron lentamente terribles maldiciones sobre las cabezas de los invasores. Tácito afirmó que ello «aterrorizó a nuestros soldados que nunca habían visto algo así...». Según el historiador, sin embargo, el coraje de los romanos no tardó en superar esos temores; los bretones fueron puestos en retirada, y las arboledas sagradas de Mona fueron taladas. Tácito es también la única fuente primaria que brinda registros de los druidas en la Gran Bretaña, pero mantiene un punto de vista hostil, viéndolos como salvajes ignorantes. Por su parte, Robert Hutton señala que «no hay evidencia de que Tácito haya usado informes de testigos oculares» y pone en duda la fiabilidad de sus descripciones.

Registros irlandeses y galeses

Durante la Edad Media, después de que Irlanda y Gales fueran cristianizadas, los druidas aparecieron en cierto número de fuente escritas, principalmente cuentos e historias tales como Táin Bó Cúailnge, pero también en las hagiografías de varios santos. Todas éstas fueron escritas por monjes cristianos, quienes, según Ronald Hutton, «no han sido solamente hostiles con el antiguo paganismo, sino de hecho, ignorantes de él» y por eso no pueden ser particularmente fiables, pero al mismo tiempo, podrían proveer pistas sobre las prácticas del druidismo en Irlanda, y en menor medida, en Gales.

Literatura y derecho irlandés

Los pasajes irlandeses que se refieren a los druidas en fuentes vernáculas fueron «más numerosos que en todos los textos clásicos» de los griegos y romanos, y pintan una imagen un tanto diferente de ellos. En la literatura irlandesa los druidas —llamados drui, draoi, drua y drai— son hechiceros con poderes sobrenaturales, que son respetados en la sociedad, particularmente por su habilidad de realizar adivinación. Según se decía, podían lanzar hechizos y convertir a la gente en animales o piedras, o maldecir los cultivos del pueblo para que se arruinen. Al mismo tiempo, el término druida es utilizado a veces para referirse a cualquier figura que utilice magia, por ejemplo, en el Ciclo feniano, son nombrados como druidas tanto gigantes como guerreros cuando estos lanzan un hechizo, a pesar de que generalmente no se les refiere como tales; como Ronald Hutton señaló, en la literatura irlandesa medieval «la categoría de druida es muy porosa».

Cuando los druidas son retratados en las primeras sagas irlandesas y en el conjunto de vidas de santos en el pasado precristiano de la isla, se les confiere comúnmente un estatus social alto. La evidencia de los códigos legales, que fueron escritos en los siglos VII y VIII, sugieren que con la llegada del cristianismo el papel de druida en la sociedad irlandesa se redujo rápidamente a la de brujo que podría ser consultado para realizar hechizos o practicar sanación mágica y, en consecuencia, su prestigio declinó. De acuerdo con el Bretha Crólige, uno de los primeros tratados legales, la atención a los enfermos debida a un druida, satírico y bandido (díberg), no es más que la debida a un bóaire (un liberto ordinario). El Uraicecht Becc ("Primer pequeño"), otro texto legal, da a los druidas un lugar entre los dóer-nemed o clases profesionales que dependían de un patrón, junto a los obreros, herreros y artistas, en oposición a los fili (poetas), que solamente disfrutaban del estatus de nemed, “libre”.

Literatura galesa

Mientras que en las fuentes irlandesas los druidas son caracterizados prominentemente, rara vez se los encuentra en sus contrapartes galesas. A diferencia de los textos irlandeses, dryw, el término galés observado comúnmente para nombrar a los druidas, es utilizado para referirse solamente a profetas y no a brujos o sacerdotes paganos. Hutton ha señalado que hay dos explicaciones para el uso del término en Gales: el primero es que este término fue un sobreviviente de la era precristiana, cuando los dryw habrían sido sacerdotes antiguos, mientas que la segunda explicación es que los galeses habían tomado prestado el término de los irlandeses, como sucedió en el inglés (el cual utiliza los términos dry y drycraeft para referirse a magos y a la magia respectivamente; muy probablemente, influenciado por los términos del irlandés).

Arqueología

Archivo:Deal crownSCF6586
Corona del “Guerrero de Deal” usada posiblemente por druidas. Museo Británico.

La historiadora Jane Webster declaró que las «personalidades druidas... son poco probables de ser identificadas arqueológicamente», y dicho punto de vista ha sido secundado por Ronald Hutton, quien declaró que «ningún artefacto o imagen desenterrado se ha podido asociar indudablemente con los antiguos druidas». Mientras que A.P. Fitzpatrick, en el estudio de lo que creía sería el simbolismo astral de las espadas de la Edad de Hierro, ha expresado dificultades para relacionar algún material cultural, incluso el Calendario de Coligny, con la cultura druida. No obstante, algunos arqueólogos han intentado ligar descubrimientos fehacientes con registros escritos de los druidas.

En una excavación en Deal, condado de Kent (Inglaterra), fue descubierto el “guerrero de Deal”, un hombre enterrado alrededor del 200-150 a. C., con una espada y escudo, y llevando puesta una corona, demasiado delgada para ser un casco. La corona es de bronce, tiene una banda ancha alrededor de la cabeza y una delgada franja que cruza la parte superior de la cabeza. Fue usada sin ningún tipo de relleno debajo de ella, pues restos de cabello fueron encontrados en el metal. La forma de la corona es similar a las que fueron vistas en imágenes de sacerdotes romano-británicos varios siglos después, dando lugar a especulaciones entre los arqueólogos de que ese hombre pudo haber sido un druida.

Cultura popular contemporánea

Archivo:Druids, in the early morning glow of the sun
Neodruidas recibiendo al Sol en 2005.
  • Uno de los druidas más conocidos en la cultura popular es Panoramix, del célebre cómic Astérix el Galo, creación de René Goscinny y Albert Uderzo. Viste una túnica blanca y porta una hoz de oro. Es, de hecho, gracias a una poción mágica preparada por Panoramix que los aldeanos de la villa de Astérix poseen una fuerza sobrehumana que les permite resistir a la invasión romana.
  • El cómic Sláine, que está basado en la cultura celta, recoge la figura del druida como un sacerdote, al igual que bastantes elementos que tradicionalmente se atribuyen a los druidas, como el realizar sus cultos en arboledas o el caldero.
  • En el juego de rol Dungeons & Dragons aparece la figura del druida, con funciones semejantes a las de un mago.
  • En los videojuegos World of Warcraft, Diablo II: Lord of Destruction, Praetorians y Tibia los druidas son personajes o clases jugables.
  • En el juego Castle Clash los druidas son héroes principales, los cuales ejercen un rol de magos sanadores y de soporte.
  • Generalmente en juegos de rol y universos de fantasía, los druidas son una variante del mago ordinario, orientada a los poderes de la naturaleza.
  • En la serie de MTV Teen Wolf, los druidas son introducidos como los asesores de las manadas de hombres lobo, puesto que según la leyenda, tras el hechizo de Zeus, Lycan y sus hijos, en forma de lobos, pidieron ayuda a los druidas para volver a ser humanos.
  • En el videojuego WWE SmackDown vs. Raw 2011 un druida aparece como personaje desbloqueable, tras finalizar la misión "vs. Undertaker".
  • En la serie Outlander, la protagonista, Claire Beauchamp, presencia un ritual de druidas en torno a Craigh na dun, un crómlech por el cual viaja al siglo XVIII.
  • En la serie de televisión Merlín, los druidas son un grupo pacífico que viven en el bosque y poseen magia.

Véase también

Kids robot.svg En inglés: Druid Facts for Kids

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Druida para Niños. Enciclopedia Kiddle.