Historia de las Fuerzas Aéreas de la República Española para niños
La historia de las Fuerzas Aéreas de la República Española (FARE) cuenta lo que sucedió con la fuerza aérea del bando que apoyaba al Gobierno durante un conflicto importante en España. Debido a la división de la Aeronáutica Militar, la aviación del Gobierno se reorganizó y recibió aviones de otros países, principalmente de la Unión Soviética.
Las FARE lograron ser superiores en el aire cuando llegaron los aviones soviéticos. Tuvieron éxitos importantes, como en la batalla de Guadalajara. Sin embargo, después de la batalla de Brunete, los aviones del Gobierno empezaron a tener menos ventaja frente a los de la «Legión Cóndor» y la «Aviación Legionaria», que apoyaban al otro bando. La batalla del Ebro fue la última gran operación donde la aviación del Gobierno tuvo un papel destacado, pero quedó muy debilitada, perdiendo más de cien aviones. La caída de Cataluña a principios de 1939 marcó el final antes de que el conflicto terminara el 1 de abril de ese mismo año.
Contenido
Inicio del conflicto
¿Cómo se dividió la aviación española?
Cuando comenzó el levantamiento en el Protectorado de Marruecos en julio de 1936, el Gobierno de Casares Quiroga ordenó bombardear ciudades importantes como Ceuta o Tetuán. En ese momento, España tenía unos cuatrocientos aviones de distintos tipos. Cien se usaban para tareas comerciales, correo o transporte civil. La Aeronáutica Naval tenía otros cien, y el resto eran de la Aeronáutica Militar.
La aviación del Ejército contaba con cincuenta y tres aviones de caza (50 Nieuport-Delage NiD 52 y 3 Hawker Spanish Fury), cien aviones de reconocimiento (la mayoría Breguet XIX antiguos) y treinta bombarderos ligeros (algunos Fokker F.VII, De Havilland D.H.89 "Dragon Rapide" y Douglas DC 2 adaptados). Los tres Hawker estaban pensados para ser un modelo base para fabricarlos en la fábrica de Hispano-Suiza, reemplazando a los NiD 52. Pero el proyecto se detuvo al inicio del conflicto. Muchos aviones militares estaban en reparación, desarmados o demasiado viejos para usarse.
Después del inicio del conflicto, el Gobierno controlaba unos doscientos aviones y ciento cincuenta pilotos de combate. El otro bando tenía unos noventa aviones y noventa pilotos militares. El Gobierno también mantenía cuatro escuadrillas de combate en Getafe y Barcelona, además de una escuadrilla de Patrulla. La mayoría de los aviones de la compañía Líneas Aéreas Postales Españolas (LAPE) quedaron bajo control del Gobierno. Solo un Douglas DC2 fue capturado por el otro bando en el aeródromo de Tablada (Sevilla). La Aeronáutica Naval también quedó en manos del Gobierno, con muchos aviones: veintisiete Vickers Vildebeest, veinte Dornier Do J "Wall" y otros veinte Savoia-Marchetti SM.62. También tenían muchas avionetas y aviones civiles. Fue un golpe duro para el Gobierno la pérdida del director general de Aeronáutica, el general Miguel Núñez de Prado, quien fue detenido y luego ejecutado.
Primeras acciones aéreas
Un mes después del inicio del conflicto, la ayuda que Francisco Franco recibió de Alemania (Legión Cóndor) e Italia (Aviazione Legionaria) dio al otro bando la ventaja en el aire. Los primeros bombardeos alemanes e italianos ya habían comenzado a finales de julio. Los primeros cazas Fiat CR-32 y Heinkel He-51 empezaron a operar en agosto.
Debido al envío de material de guerra por parte de Italia, algunos funcionarios del Gobierno de León Blum en Francia organizaron el envío de material al Gobierno español. Aviones como los bombarderos Potez 54 o los cazas Dewoitine 371 fueron enviados y recibidos en el aeródromo de Prat de Llobregat (Barcelona). Para el 8 de agosto, se habían enviado unos setenta aviones franceses. Entre el 9 de agosto y el 14 de octubre, salieron cincuenta y seis aviones más. En esta segunda entrega destacaron seis cazas Loire 46 y otros tantos Dewoitine 371.
André Malraux, un político francés, obtuvo permiso para formar una escuadrilla. Reunió unos veinte aviones, más de una docena de pilotos y personal técnico. La escuadrilla tuvo su base primero en Barcelona y luego se trasladó al aeropuerto de Barajas (Madrid). Por otro lado, muchos aviones y materiales de Estados Unidos sufrieron un embargo. Por eso, llegaron a España a través de México, un país que apoyó al Gobierno español desde el principio.
La «batalla de Guadarrama» fue la primera campaña importante del conflicto. El objetivo del Gobierno era detener a las columnas del general Mola en la sierra de Guadarrama. La aviación del Gobierno se centró en bombardear y atacar posiciones del otro bando, así como en misiones de reconocimiento. Desde el principio, el Gobierno tuvo ventaja en el aire y en logística, ya que Madrid era un centro importante.
En los primeros meses, las operaciones aéreas se concentraron en la sierra de Guadarrama y en el estrecho de Gibraltar. Aunque la aviación del Gobierno tuvo un buen desempeño al norte de Madrid, fue ineficaz contra el puente aéreo que el otro bando estableció para trasladar al Ejército de África. El Gobierno pensó que la lucha principal estaba cerca de la capital, descuidando los frentes del sur.
El 3 de agosto, el otro bando inició un avance terrestre desde Sevilla hacia el norte. Contaron con el apoyo de aviones alemanes e italianos, mientras que el Gobierno no les hizo frente. La Escuadrilla España de Malraux tuvo una participación destacada durante la Campaña de Extremadura, bombardeando una sección de la Columna de Asensio Cabanillas en Medellín. Poco a poco, la llegada de aviones dio el control del cielo al otro bando. Esto se vio con los bombardeos sobre la capital: el 23 de agosto, los Junkers 52 alemanes bombardearon el aeródromo de Getafe, y el 25, Cuatro Vientos. Los días 27 y 28 de agosto, el centro de Madrid fue bombardeado, mostrando la inferioridad de los aviones del Gobierno, que también estaban muy desgastados o anticuados.
A pesar del desgaste del Gobierno, los aviadores italianos tuvieron muchas bajas en esos meses. Las pérdidas de la nueva «Aviación Legionaria» italiana fueron tan altas que sus mandos prohibieron a sus pilotos volar sobre territorio del Gobierno. El 2 de septiembre, cayó Talavera de la Reina, donde el otro bando capturó su importante aeródromo y dos aviones del Gobierno. Desde ese momento, amenazaban directamente la capital. En septiembre, debido a las derrotas en Extremadura y el valle del Tajo, la Aviación se reorganizó. El teniente coronel Antonio Camacho Benítez fue puesto al frente de la nueva Subsecretaría del Aire, y el teniente coronel Ignacio Hidalgo de Cisneros fue jefe de las Fuerzas Aéreas del Gobierno. El teniente coronel Carlos Núñez Mazas fue enviado a Los Alcázares, donde organizó una nueva escuela de pilotos.
Momento de mayor fuerza
La llegada de aviones soviéticos
En octubre, llegaron unos cien aviones soviéticos de primera línea. La mayoría eran cazas Polikarpov I-15 «Chatos» y Polikarpov I-16 «Mosca», que en ese momento eran los más rápidos de Europa. El «Chato» alcanzaba 350 km/h y tenía cuatro ametralladoras. El «Mosca» tenía dos ametralladoras y una velocidad de hasta 480 km/h. Pronto se organizaron dos escuadrillas de cazas con estos aviones, cada una con treinta y un aparatos.
Algunos pilotos y técnicos rusos ya habían llegado a España en septiembre. Los soviéticos instalaron bases de cazas y bombarderos en Alcantarilla, y luego en El Carmolí, Algete y especialmente en el aeródromo de Alcalá de Henares. A mediados de octubre, Núñez Mazas reorganizó el aeródromo de Los Llanos (Albacete), coincidiendo con la llegada de las nuevas escuadrillas de aviones soviéticos. Los «Katiuskas» realizaron su primera misión de combate el 28 de octubre, atacando el aeródromo de Tablada, en Sevilla, sorprendiendo al otro bando.
En la defensa de Madrid, los aviones enviados por la Unión Soviética tuvieron un papel muy importante. Entraron en acción al inicio del asalto a la capital a principios de noviembre de 1936. Los 132 cazas soviéticos «Moscas» y «Chatos» disputaron la superioridad aérea a los 117 aviones de la Legión Cóndor alemana y a los cazas italianos, que hasta entonces la tenían sin discusión.
El primer día que actuaron los «Chatos» fue el 4 de noviembre. Lograron dispersar a los cazas Fiat C.R.32 que escoltaban a los Junkers Ju 52 que iban a bombardear Madrid. En los días siguientes, derribaron seis aviones enemigos. El 13 de noviembre, trece «Chatos» se enfrentaron a catorce Fiat C.R.32 sobre el paseo de Rosales. A pesar de su mayor velocidad, los aviones soviéticos no lograron eliminar a los aviones del otro bando.
La fuerza aérea del Gobierno
A principios de 1937, los fracasos del otro bando en su intento de conquistar Madrid llevaron a un cambio de estrategia. Los italianos, que habían enviado un Cuerpo de Ejército propio (Corpo Truppe Volontarie), propusieron atacar Madrid desde su retaguardia, en el valle del río Henares.
El 8 de marzo, comenzó la ofensiva italiana en el Frente de Guadalajara. Las lluvias retrasaron el avance. El Gobierno se reorganizó y envió refuerzos desde el Frente de Madrid, mientras su aviación atacaba las líneas italianas. Los italianos no pudieron dar buena cobertura aérea a sus divisiones porque sus aeródromos en la provincia de Soria se habían convertido en un lodazal por la lluvia. Sin embargo, el Gobierno podía usar las pistas asfaltadas de sus bases aéreas en Barajas, Alcalá de Henares y Guadalajara. A partir del día 12, los contraataques del Gobierno se hicieron más fuertes, al igual que los bombardeos de su aviación. Muchos vehículos italianos quedaron atascados en la N-II, convirtiéndose en blancos fáciles para los «Natachas» que atacaban a baja altura. A partir del día 18, comenzó la retirada italiana, que terminó el 23 de marzo, cuando el frente se estabilizó. La batalla de Guadalajara terminó con una importante victoria para el Gobierno.
Durante la primavera, el coronel Hidalgo de Cisneros propuso al Consejo de Ministros bombardear la capital italiana, Roma, en venganza por la muerte de un piloto del Gobierno. La idea fue finalmente descartada por las complicaciones diplomáticas.
El 14 de mayo, las Fuerzas Aéreas del Gobierno se reorganizaron. Se convirtieron en una rama independiente del Ejército de Tierra y establecieron una nueva estructura interna. Tres días después, se formó un nuevo gobierno bajo el liderazgo de Juan Negrín, y Indalecio Prieto ocupó el nuevo Ministerio de Defensa Nacional. El servicio de artillería antiaérea (Defensa Contra Aeronaves —DCA—) se incorporó a la Aviación, aunque luego volvió a depender del Ejército de Tierra.
El 29 de mayo, las FARE causaron un incidente internacional cuando dos de sus bombarderos «Katiuskas» atacaron al acorazado alemán «Deutschland» en la bahía de Ibiza. Creían que atacaban al crucero «Canarias». El ataque al buque alemán causó más de 30 muertos y graves daños, lo que enfureció a Hitler, quien ordenó bombardear Almería. Al final, todo quedó en protestas diplomáticas.
Mientras tanto, en el norte, se desarrollaba la Campaña de Vizcaya, donde las fuerzas del Gobierno y vascas defendían Bilbao. La superioridad aérea del otro bando era total. Por ello, el Gobierno se esforzó en enviar aviones al aislado norte. Un primer grupo de aviones que intentaba llegar al País Vasco a través de Francia fue detenido en Toulouse. Finalmente, el 22 de mayo, otro grupo de siete aviones logró llegar a Bilbao. En las semanas siguientes, llegaron 50 aviones más, casi todos "I-15" e "I-16". Sin embargo, muchos de estos aviones estaban muy desgastados. A principios de junio, llegó por mar a Bilbao un nuevo cargamento de armas, incluyendo dos escuadrillas de cazas "Chatos".
A finales de mayo, las Fuerzas Aéreas se prepararon para una ofensiva sobre Segovia para aliviar la presión en el Frente norte. Reunieron 108 aparatos: 18 cazas «Chatos», 14 "Moscas», 27 bombarderos «Katiuskas», 21 Polikarpov R-5 «Rasantes» y 28 «Natachas». A pesar de tantos aviones, su intervención fue deficiente y la ofensiva terrestre también fracasó. El coronel Domingo Moriones comentó:
Nuestros aviones han emprendido bombarderos desde una gran altura y sin cuidado...nuestros cazas mantenían una distancia respetable y rara vez se ponían a tiro de las ametralladoras enemigas...los aviones enemigos fueron altamente activos y extraordinariamente efectivos...
Todas estas medidas no evitaron que la ofensiva sobre Bilbao se reanudara el 11 de junio, y la ciudad cayó ocho días después. El Gobierno se retiró a Santander para reorganizar sus fuerzas.

En las semanas siguientes, el Gobierno preparó una nueva ofensiva cerca del Frente de Madrid. Según Hugh Thomas, concentraron 200 aviones. Antony Beevor da una cifra de 50 bombarderos y 90 cazas (aunque solo 50 operativos). El objetivo era rodear a las fuerzas del otro bando que sitiaban Madrid. Al amanecer del 6 de julio, la 11.ª División del comandante Líster atacó después de un bombardeo. Penetraron las líneas y alcanzaron Brunete en pocas horas. En los días siguientes, cayeron otras localidades como Villanueva de la Cañada, Quijorna o Villanueva del Pardillo. La aviación también fue muy activa. El día 8, el yugoslavo Boško Petrović derribó el primer Messerschmitt Bf 109 de la historia, una victoria que pocos días después repitió el americano Frank Glasgow Tinker. A partir del día 15, los avances del Gobierno se detuvieron. En el aire, los combates se intensificaron con la llegada de refuerzos de la Legión Cóndor y tropas del Frente norte. El día 18, comenzó la contraofensiva del otro bando, que chocó con la resistencia del Ejército Popular. Ese mismo día, la Legión Cóndor derribó 21 aviones del Gobierno, dando de nuevo el control del aire al otro bando. El 25 de julio, las operaciones militares terminaron después de la reconquista de Brunete. El Gobierno sufrió muchas bajas y perdió alrededor de 100 aviones, frente a los 23 que perdieron el otro bando y sus aliados.
A pesar de las pérdidas en Brunete, entre junio y agosto, el Gobierno recibió nuevos aviones soviéticos: 93 «moscas», 31 «chatos», 62 «natachas» y 31 «katiuskas», que permitieron reequipar a las FARE. A partir de entonces, se empezó a fabricar el Polikarpov I-15 bajo licencia en fábricas de la retaguardia, que empezarían a entregar aviones a finales de 1937.
Combates en el Frente de Aragón
En agosto, las unidades del Gobierno se trasladaron al Frente de Aragón para nuevas acciones. El objetivo era Zaragoza, capital de Aragón y un importante centro de comunicaciones, que además estaba mal defendida. La Ofensiva de Zaragoza comenzó la madrugada del 24 de agosto. Durante las operaciones, la actuación de las FARE fue deficiente por la falta de coordinación con las fuerzas terrestres. El plan del Gobierno fracasó. Las tropas de la 45.ª División Internacional se acercaron a la ciudad pero no la atacaron. Al final, el Ejército Popular se centró en la conquista de Belchite.
Dentro de la ofensiva contra la capital aragonesa, el aeródromo de Garrapinillos era un objetivo principal. Esta base aérea, una de las más importantes del otro bando en Aragón, había sido construida a principios de 1937. Desde el Estado Mayor de las Fuerzas Aéreas del Gobierno, el comandante Carlos Nuñez Mazas preparó la operación y fue su comandante en jefe. El ataque ocurrió la madrugada del 15 de octubre, sorprendiendo a pilotos y equipos. Se destruyeron 3 Junkers 52, 6 Fiat CR.32 y 3 Heinkel He 46. A este éxito se sumó el derribo de 5 "Chirris" en un combate aéreo el 12 de octubre.
En el Frente norte, las operaciones continuaron con una superioridad total del otro bando. El 14 de agosto, comenzó la batalla de Santander, que terminó en apenas dos semanas con una victoria completa. A principios de septiembre, comenzó la ofensiva sobre Asturias, que finalizó el 21 de octubre con la rendición de los últimos puntos de resistencia del Gobierno.
Para entonces, la mayoría de los bombardeos aéreos y marítimos del otro bando se concentraban en las ciudades y puertos de la costa mediterránea: Alicante, Valencia, Denia, Gandía o Castellón. Por este motivo, y para contrarrestar los ataques aéreos, la aviación del Gobierno volvió a bombardear el puerto y los aeródromos de Mallorca varias veces: el 7 de octubre y el 7 de diciembre de 1937. El último causó graves pérdidas a los aviones del Gobierno por la acción de los cazas italianos. Algunas bombas cayeron sobre Palma, causando 40 muertos y 15 heridos. También se realizaron bombardeos sobre poblaciones del interior de la zona del otro bando, como Pamplona, Calatayud, Zaragoza, Alfaro y Jaca en noviembre. En diciembre, Zaragoza y Calatayud fueron atacadas de nuevo. A finales de año, el coronel Hidalgo de Cisneros tenía más de 500 aviones, pero su fuerza era cada vez más inferior a la Aviación del otro bando, la «Aviación Legionaria» y la Legión Cóndor.
Estos últimos ataques preparaban el terreno para una nueva operación del «Ejército Popular», esta vez sobre Teruel, cuyo ataque se inició el 15 de diciembre. La ciudad pronto fue rodeada y, después de dos semanas de duros combates, se rindió al Gobierno el 7 de enero de 1938, lo que fue un gran éxito inicial. Durante los combates por Teruel, los bombardeos del otro bando sobre la zona del Gobierno no se detuvieron, sino que aumentaron, centrándose en Barcelona, la nueva capital desde noviembre de 1937. Los bombardeos aéreos de Barcelona en enero de 1938 comenzaron el 1 de enero y tuvieron una magnitud nunca vista. Los bombardeos continuaron los días 6, 7, 8, 11, 15 y el 19 de enero. El del último día, según los historiadores Solé i Sabaté y Villarroya, fue «sin duda el primer bombardeo aéreo de terror sufrido por Barcelona». El ataque dejó más de 170 muertos entre la población civil. Estos ataques motivaron que se bombardearan algunas ciudades importantes del otro bando: Salamanca (21 de enero); Sevilla (23 de enero); y Valladolid (25 de enero). Estas acciones obedecían más a las órdenes del coronel Hidalgo de Cisneros y contradecían las directrices de Indalecio Prieto de no bombardear ciudades. En una declaración del gobierno, se dijo que:
... mientras nuestra aviación ha venido consagrándose exclusivamente a las operaciones militares de Teruel y en otras zonas a mantener servicios de vigilancia y protección, los facciosos han dedicado buena parte de sus aviones rápidos de bombardeo a agresiones que desde semanas constituyen un sistema ininterrumpido, pues no pasa día en que no se produzcan víctimas.
Los combates en Teruel continuaron en enero y febrero. El 21 de febrero, murió el As del otro bando Carlos de Haya González, después de que su avión fuera embestido por un avión del Gobierno. Al día siguiente, las tropas del otro bando reconquistaron Teruel. La batalla había sido muy costosa para ambos lados.
El 7 de marzo, comenzó una gran ofensiva en el Frente de Aragón por parte del Ejército franquista, rompiendo las líneas del Gobierno entre el río Ebro y Vivel del Río. Aunque al principio no le dieron importancia, respondieron rápidamente y atacaron varios aeródromos del otro bando, dañando algunos aviones. Pero los Heinkel He 111 también atacaron la retaguardia del Gobierno y dañaron sus aeródromos. Los días 12 y 13 de marzo, hubo fuertes combates aéreos. El 14, se produjo el mayor combate aéreo de la campaña, con más de 100 aviones de ambos bandos. Terminó con 5 «chatos» y 4 «fiat» derribados.
Mientras las derrotas del Gobierno se sucedían en el Frente de Aragón, hubo una nueva serie de bombardeos masivos sobre Barcelona, ordenados por el líder italiano Benito Mussolini sin consultar con Franco. Como dejó escrito en su diario el conde Galeazzo Ciano, el objetivo era debilitar «la moral de los rojos, mientras las tropas avanzan en Aragón». El primer ataque comenzó a las 10:08 de la noche del 16 de marzo de 1938 y el último terminó hacia las 3:19 de la tarde del 18 de marzo. En ese tiempo, hubo 13 incursiones que duraron unos 16 minutos en total, pero las sirenas no dejaron de sonar durante 40 horas. Los efectos de los bombardeos fueron devastadores. La cifra oficial de víctimas fue de 924, sin incluir a los desaparecidos entre los escombros. Según Hugh Thomas, "el Gobierno disponía de cazas para repeler la agresión, pero las rivalidades internas le impidieron aprovechar sus recursos al máximo. El desánimo se fue extendiendo, hasta que se retiraron del frente algunas unidades de cazas para organizar la fuerza de defensa costera a las órdenes del comandante Andrés García Lacalle".
Los avances en Aragón continuaron, y las tropas del otro bando entraron en Cataluña con la conquista de Lérida. El 15 de abril, las tropas de Camilo Alonso Vega llegaron al Mediterráneo, dividiendo en dos la zona del Gobierno.
Hacia el final
Operaciones en Levante y el Ebro
Después de que la zona del Gobierno se dividiera en dos, hubo una reorganización interna. El teniente coronel Camacho Benítez pasó a dirigir las fuerzas aéreas en la zona centro-sur, y Núñez Mazas fue nombrado subsecretario de Aviación. El Gobierno recibió en primavera noventa y nueve nuevos I-16 «supermoscas», equipados con cuatro ametralladoras y más veloces. Para entonces, también se estaban entregando los «Chatos» producidos en las fábricas de Sabadell, Reus y Rabasa. También llegaron los Grumman FF que se integraron en el Grupo 28 como aviones de ataque.
Para entonces, un número importante de pilotos y técnicos soviéticos ya habían regresado a la URSS, aunque muchos aún permanecieron en España. Sin embargo, en esa misma época, llegaron doscientos pilotos españoles después de completar su entrenamiento en la URSS, lo que compensó esta pérdida. A lo largo de 1938, regresaron de la Unión Soviética un total de cuatrocientos pilotos españoles entrenados allí.
El Ejército del otro bando se había puesto en marcha de nuevo, esta vez hacia Valencia. La nueva Campaña del Levante debía cruzar la provincia de Castellón hasta Valencia. El Gobierno había reorganizado sus fuerzas en esta región. En estos primeros avances, destacaron algunos ataques terrestres de los «Heinkel», aunque algunos fueron derribados por la artillería antiaérea del Gobierno. Las FARE lograron un importante éxito defensivo en Levante cuando, el 23 de mayo, tres escuadrillas de «moscas» derribaron veintidós aviones del otro bando (diecisiete Fiat CR.32 y dos Savoia S.M. 79). Sin embargo, las pérdidas del Gobierno también eran muy altas. El 18 de julio, por ejemplo, los «messers» derribaron tres «moscas» y los Fiat abatieron siete «chatos» en el frente de Segorbe. En esos días, los combates más duros se daban en torno a la Línea XYZ, el eje del sistema defensivo del Gobierno. En ese momento, había tres escuadrillas de «moscas» y de «chatos» en el Frente de Levante, y un número similar en Cataluña.
A principios de junio, una escuadrilla de bombarderos del Gobierno atacó el aeródromo de La Cenia, entonces la principal base de operaciones de la Legión Cóndor. La operación fue un gran fracaso. Se perdieron varios aviones sin lograr los objetivos.

Los combates en Levante se fueron deteniendo a partir del 25 de julio, cuando el Ejército del Gobierno lanzó una ofensiva en el Ebro. El primer día, el Gobierno hizo cuatro mil prisioneros y ocupó muchas poblaciones, avanzando hacia el interior. Sin embargo, la aviación del Gobierno no apareció (gran parte estaba en Levante) y permitió que la Aviación del otro bando atacara sin oposición, excepto por las baterías antiaéreas. Después del inicio del asedio de Gandesa, la aviación del Gobierno siguió sin aparecer en el frente, lo que permitió al otro bando consolidar sus posiciones defensivas. De hecho, el teniente coronel «Modesto» había planeado el bombardeo de Gandesa antes de la ofensiva, pero no se produjo. A finales de julio, los aviones del Gobierno comenzaron a aparecer sobre el Ebro, aunque muy tarde. Cada día, escuadrillas alemanas e italianas de hasta 200 aviones atacaban las líneas del Gobierno, a pesar de la respuesta de los cazas «moscas» y «chatos». Cuando la aviación del Gobierno se concentró en número suficiente, empezó a oponerse a las escuadrillas de «Messerschmitt» y «Chirris», aunque sufrió graves pérdidas. Las nuevas versiones de Bf 109 eran superiores a los cazas del Gobierno. A principios de agosto, el Gobierno había perdido completamente el control del cielo en el frente del Ebro.
Durante el verano, mientras continuaban los combates en el Ebro, el Gobierno recibió nuevos refuerzos aéreos: doce «supermoscas», cincuenta «moscas», cincuenta «chatos» y veinticuatro «Katiuskas».
El 30 de octubre, comenzó la última ofensiva en el sector del Ebro, concentrada en la sierra de Cavalls. Durante los combates, el otro bando informó haber derribado catorce aviones del Gobierno. A mediados de mes, las últimas tropas del Ejército del Ebro cruzaron el río, y con ello finalizó la batalla más larga del conflicto. Para entonces, las FARE habían perdido más de ciento veinte aviones, y el resto estaba muy desgastado.
En noviembre, el recién ascendido coronel Carlos Núñez Mazas tuvo que hacerse cargo de las FARE de forma temporal, mientras Hidalgo de Cisneros viajaba a la URSS para adquirir material de guerra. Por encargo del presidente del Gobierno, Juan Negrín, Hidalgo de Cisneros negoció con Stalin un envío de armas para el Gobierno, que incluía doscientos cincuenta aviones, además de tanques, ametralladoras y piezas de artillería, por un total de ciento tres millones de dólares.
El 7 de noviembre, el Gobierno bombardeó Cabra. Hacia las siete y media de la mañana, varios «Katiuskas» bombardearon la localidad cordobesa, causando, según el informe del otro bando, ochenta y seis muertos y ciento diecisiete heridos, la mayoría civiles. Según uno de los observadores de los Katiuska, se había advertido de la presencia de una unidad italiana de paso en Cabra. Esperaban encontrar un campamento de tiendas y vehículos militares. Al llegar, vieron rápidamente un gran número de tiendas en la plaza central de Cabra (que resultaron ser el mercado, no un campamento militar) y atacaron. Este fue el bombardeo del Gobierno que más víctimas civiles causó en todo el conflicto.
La campaña de Cataluña
En Cataluña, la situación de las FARE era difícil. En diciembre, tenían ciento ocho aviones, pero muchos estaban muy desgastados. Por otro lado, en la zona centro, la aviación del Gobierno se concentró para participar en el Plan P en Extremadura, con el objetivo de aliviar la presión del otro bando en caso de una ofensiva sobre Cataluña.
A principios de diciembre, se preparó de nuevo un bombardeo del aeródromo de La Cenia, donde la Legión Cóndor había concentrado todos sus cazas y muchos bombarderos para la próxima Ofensiva sobre Cataluña. El ataque lo realizaron doce Katiuskas (nueve de la 4.ª escuadrilla y tres de la 2.ª), todos bajo el mando de Leocadio Mendiola. La mañana del 16 de diciembre, a pesar del mal tiempo, los aviones del Gobierno atacaron el aeródromo por sorpresa. Destruyeron siete Bf 109E que estaban en tierra y causaron graves daños en la pista y las instalaciones. Pero este éxito tuvo un costo: la artillería antiaérea alemana derribó dos aviones "Katiuska" y cuatro hombres murieron.
El 23 de diciembre de 1938, comenzó la ofensiva de Cataluña. El otro bando y sus aliados reunieron quinientos aviones. Al día siguiente, una formación de once "Natachas" fue interceptada, y nueve aviones fueron derribados fácilmente. En enero de 1939, las FARE perdieron treinta aviones, frente a los cinco que perdió el otro bando. Los ataques de la aviación del otro bando también afectaron a las columnas de militares y civiles que huían a la frontera francesa y a las líneas de comunicación. Para entonces, había empezado a llegar armamento soviético de la última compra, especialmente treinta cazas Polikarpov I-152 "Superchato". El coronel García Calle, que quería ofrecer una resistencia firme, se encargó de la retirada de aviones a los aeródromos de la provincia de Gerona. La caída de Barcelona el 26 de enero aceleró la retirada a la frontera. Así, el Gobierno empezó a concentrar sus escuadrillas en los aeródromos del norte de Cataluña, antes de evacuarlas al sur de Francia. En enero y febrero de 1939, los ataques a los aeródromos del Gobierno en la zona fueron sistemáticos. En el aeródromo de Figueras se destruyeron cinco aviones. En el ataque al aeródromo de Vilajuïga se produjo la mayor destrucción. El aeródromo de Vilajuïga fue uno de los objetivos más atacados, ya que en los momentos finales de la campaña de Cataluña era el más importante y casi el único que quedaba en manos de la aviación del Gobierno. Según algunos historiadores, se destruyeron treinta y cinco cazas («Chatos» y «Moscas») y algunos bombarderos «Katiuska». El 10 de febrero, el Ejército del otro bando alcanzó todos los puestos fronterizos, finalizando las operaciones en Cataluña.
En el frente de Extremadura, la planeada Ofensiva de Valsequillo se inició a principios de enero. Logró una importante ruptura y la captura de muchos territorios. Sin embargo, este ataque no influyó en el desarrollo del conflicto y fue detenido por el otro bando. Las operaciones en este sector finalizaron el 4 de febrero. Fue la última ofensiva que las Fuerzas armadas del Gobierno emprendieron durante el conflicto.
El final del conflicto
El 16 de febrero de 1939, se organizó una reunión en el aeródromo de Los Llanos entre el presidente Negrín y los principales mandos militares del Gobierno para tratar la situación. El teniente coronel Antonio Camacho Benítez era pesimista y dijo que disponía de tres escuadrillas de bombarderos «Natachas», dos escuadrillas de «Katiuskas» y 25 aviones tipo «Chato» o «Mosca». Sin embargo, las reservas de combustible para la aviación garantizaban las operaciones militares por un año más.
Esta situación llevó a una conspiración liderada por el coronel Casado, con el objetivo de deponer al gobierno de Negrín y negociar directamente el final del conflicto. Núñez Mazas, que había regresado a la zona central y conocía la conspiración, ordenó concentrar en el aeródromo de Monóvar todos los Douglas DC-2 y demás aviones de transporte para tenerlos bajo su control. Cuando se produjo el levantamiento de Casado, el 5 de marzo, Núñez Mazas no lo apoyó, pero sí logró evacuar a muchos miembros del gobierno de Negrín. Hidalgo de Cisneros tampoco apoyó el levantamiento y salió de España. Sin embargo, Camacho Benítez y el coronel Cascón Briega sí se unieron.
Inmediatamente, el nuevo Consejo Nacional de Defensa intentó llegar a un acuerdo con el otro bando para lograr una «paz honrosa». Pero el otro bando insistía desde febrero en que solo se aceptaría la rendición incondicional. El 19 de marzo, Franco aceptó recibir a los enviados del Gobierno. Casado envió el día 23 a unos emisarios a Burgos, el teniente coronel Garijo y el comandante Ortega. La reunión tuvo lugar el 23 de marzo por la mañana, en el aeródromo de Gamonal en Burgos. Ante la pretensión del teniente coronel Garijo de presentar un escrito con «temas a tratar», el coronel del otro bando Luis Gonzalo le respondió que él «venía en representación de un ejército vencido» y que debía cumplir las diez «normas para la entrega del Ejército rojo y ocupación total del territorio». Una de esas condiciones era la entrega de la aviación del Gobierno, desarmada, dos días después. El 25 de marzo, hubo una segunda reunión en Gamonal. Garijo insistió en retrasar la entrega de la aviación hasta el día 28. Entonces, los representantes del otro bando recibieron órdenes de finalizar los contactos. En la madrugada del 26 de marzo, Franco dio la orden de avanzar en todos los frentes, comenzando la Ofensiva final.
Después de la huida de Casado y la salida de España del coronel Camacho, jefe de la Aviación de la zona centro-sur, fue el coronel Manuel Cascón Briega quien permaneció en su puesto para entregar los aviones del Gobierno al otro bando en Albacete, una de las exigencias. Cascón pudo huir, pero se quedó para no abandonar a sus hombres. También confió en las promesas de Franco de que no habría represalias para los militares profesionales que, como él, no hubieran pertenecido a ningún partido político y solo hubieran cumplido órdenes. Por ello, ordenó que nadie se moviera de su puesto ni destruyera material. Las primeras tropas en llegar a la base de Albacete fueron italianos, que se comportaron correctamente. Pero luego apareció el comandante del otro bando, Gerardo Fernández Pérez, quien, después de humillar al coronel Cascón, reunió a todos los jefes y oficiales del Estado Mayor de la aviación del Gobierno y les dijo:
¿Qué se han creído Vds.? ¿Que han perdido unas elecciones? ¡Nada de eso! ¡Han perdido una guerra con todas sus consecuencias! Y no piensen en la cárcel, pues luego vienen los indultos. ¡Piensen que serán condenados a muerte y fusilados!
Los jefes y oficiales fueron trasladados a Valencia, donde fueron juzgados. Muchos de ellos, como el propio Cascón, fueron ejecutados. El 1 de abril de 1939, se emitió el último parte de la guerra civil española, dando por finalizado el conflicto.
Ayuda de otros países
La Unión Soviética no hizo caso al aislamiento internacional impuesto al Gobierno español y ayudó con el envío de armas y pilotos. De hecho, algunos de los pilotos más efectivos en España eran jóvenes soviéticos. La Fuerza Aérea del Gobierno no solo carecía de aviones modernos, sino también de pilotos experimentados. A diferencia de la mayoría de otros pilotos extranjeros al servicio de la aviación del Gobierno, los pilotos soviéticos eran voluntarios. No recibieron incentivos económicos adicionales a sus salarios. Muchos aviadores soviéticos llegaron en otoño de 1936, junto con los nuevos aviones que el Gobierno había comprado a la URSS. Después de que las democracias occidentales se negaran a ayudar militarmente al Gobierno en nombre de la «no-intervención», la Unión Soviética fue casi la única nación que ayudó a España.
De manera similar a como Hitler envió la Legión Cóndor, Stalin vio la adquisición de experiencia de combate por los pilotos y técnicos soviéticos como esencial para sus planes con respecto a la capacidad de sus Fuerzas Aéreas soviéticas. Por lo tanto, se puso énfasis en probar el funcionamiento y los resultados del nuevo equipo militar soviético y las tácticas de guerra.
Anatoli Serov, bajo el nombre de «Mateo Rodrigo», estableció la «Escuadrilla de Vuelo Nocturno» para operaciones de caza nocturna junto a Mijaíl Yakushin. Esta sección usaría los I-15 Chatos modificados para que los gases del motor no dificultaran la visión del piloto por la noche. Yakushin se convirtió en el líder de la escuadrilla de caza nocturna que más éxitos obtuvo contra los ataques nocturnos de los Ju 52 alemanes. A finales de noviembre de 1936, había más de 300 pilotos soviéticos cerca de Madrid. La gran resistencia del Gobierno en esta región elevó la moral en otras áreas de España. Los pilotos soviéticos mostraron su mejor desempeño durante la batalla de Guadalajara, aprovechando la ausencia de la Aviazione Legionaria y atacando sin cesar a las unidades terrestres italianas. Siguiendo las exigencias del Comité de No Intervención, antes de finales de 1938, los pilotos soviéticos habían salido de España y tripulaciones españolas ocuparon sus antiguos puestos. De un total de 770 pilotos y tripulantes soviéticos que sirvieron en las Fuerzas Aéreas del Gobierno, unos 99 perdieron la vida.