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Rafael Maroto para niños

Enciclopedia para niños
Datos para niños
Rafael Maroto
i conde de Casa Maroto
Maroto.jpg
Rafael Maroto con su nieta Margarita Borgoño, cuadro de Raymond Monvoisin (Museo Histórico Nacional, Santiago de Chile).
Información personal
Nombre de nacimiento Rafael Maroto Yserns
Nombre en español Rafael Maroto
Nacimiento 15 de octubre de 1783
Flag of Spain (1760–1785).svg Lorca, Murcia, Reino de España
Fallecimiento 25 de agosto de 1853
Bandera de Chile Valparaíso, República de Chile
Nacionalidad Española
Familia
Padres Rafael Maroto
Margarita Isern
Cónyuge Antonia Cortés García
Hijos Manuel María Rafael
María del Carmen Agustina
Margarita Antonia
Justa María Mercedes Rufina
Rafael Abdón Ignacio
Víctor
Cándida
Faustino
Información profesional
Ocupación Político, militar y militar carlista
Rango militar General
Conflictos Guerra de la Independencia española y primera guerra carlista
Título Conde de Casa Maroto
Vizconde de Elgueta
Miembro de Orden de Isabel la Católica
Distinciones
  • Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica
Firma
Rafael Maroto Signature.png

Rafael Maroto Yserns, conde de Casa Maroto (nacido en Lorca, España, el 15 de octubre de 1783 y fallecido en Valparaíso, Chile, el 25 de agosto de 1853), fue un importante general y noble español. Participó en varias guerras y conflictos militares tanto en España como en Chile.

Desde los dieciocho años, Maroto estuvo en campañas militares, como la conocida Guerra de las Naranjas. También luchó en la Guerra de la Independencia Española, donde fue herido y capturado en Zaragoza. Más tarde, fue enviado a Perú y luego a Chile, donde combatió contra los grupos que buscaban la independencia. Fue derrotado por el Ejército de los Andes, liderado por el general argentino José de San Martín, en la batalla de Chacabuco en 1817.

En España, Rafael Maroto participó en la Primera Guerra Carlista. Fue uno de los que firmaron el Convenio de Vergara (también llamado Abrazo de Vergara) junto al general Baldomero Espartero. Este acuerdo puso fin a la guerra civil entre los carlistas y los isabelinos, con la victoria de estos últimos.

Primeros años de vida

Rafael Maroto Yserns nació en Lorca. Su padre, también llamado Rafael Maroto, era militar y había sido capitán. Su madre era Margarita Isern. Fue bautizado en la iglesia de San Cristóbal, y su partida de bautismo ayudó a sus biógrafos a conocer detalles de su familia. De niño, Maroto vivió en la calle Mayor del Barrio de San Cristóbal.

La carrera militar de Maroto

A los once años, en 1794, Rafael Maroto se unió al Regimiento de Infantería Asturias en Cartagena como cadete. En 1798, ascendió a segundo subteniente.

Campañas en Portugal

Cuando tenía 18 años, fue enviado a defender Ferrol en 1800. Allí participó en las campañas contra los portugueses, quienes apoyaban a los ingleses en contra de Napoleón. Por su buen desempeño en estas operaciones, recibió un escudo de honor. Después de dos años en Ferrol, regresó a su regimiento y en 1806, fue ascendido a teniente.

Participación en la Guerra de la Independencia Española

Rafael Maroto también luchó en la Guerra de la Independencia española contra el ejército de Napoleón. En 1808, defendió Valencia con las baterías a su cargo, obligando al enemigo a retirarse. Por esta acción, fue reconocido y recibió otro escudo de honor.

En noviembre de ese año, participó en la batalla de Tudela. En diciembre, estuvo en los ataques de Monte Torrero y Casablanca en Zaragoza. Poco después, realizó una salida con bayoneta para desalojar al enemigo.

Como capitán (ascendido en septiembre de 1808), Maroto también estuvo en el sitio de Zaragoza en 1809. Dirigió la defensa en varios puntos y fue herido por una bala de fusil. Cuando Zaragoza se rindió, fue hecho prisionero de guerra por los franceses, pero logró escapar. Por su valentía en Zaragoza, recibió un escudo con el lema: "Recompensa del valor y patriotismo" y fue declarado "benemérito de la patria en grado heroico y eminente" (muy valiente y destacado). Ascendió a teniente coronel en marzo de 1809.

En 1811, Maroto estaba en el regimiento de infantería de Valencia. Participó en la defensa de Puzol y el castillo de Sagunto en 1811, y de las líneas de Grau, Montolivet y Cuarte en 1812. Cuando Valencia se rindió, fue capturado de nuevo, pero logró escapar otra vez. Después, fue enviado a cargo de un depósito de tropas con destino a Ultramar (América).

Experiencia militar en América

Archivo:BatallaDeRancagua
La batalla de Rancagua en donde Maroto participó en la toma de la plaza.

El 16 de noviembre de 1813, fue nombrado coronel del Regimiento Talavera de la Reina. El 25 de diciembre de ese año, zarpó hacia Perú y llegó al Callao en abril de 1814. Su misión era ayudar al virrey José Fernando de Abascal y Sousa a mantener el control español. Maroto y sus tropas fueron enviados a Chile en julio de 1814, llegando a Talcahuano.

El 1 de octubre, los grupos independentistas se enfrentaron en la Batalla de Rancagua. Maroto, con sus tropas, atacó las fortificaciones enemigas, pero sufrieron muchas bajas. Al día siguiente, Bernardo O’Higgins logró retirarse hacia la capital. Aunque Maroto fue propuesto para un ascenso, el general Osorio no lo recomendó. Sin embargo, Maroto reclamó y el virrey Abascal le dio la razón, reconociéndole el grado de brigadier en 1815.

Durante su estancia en Santiago de Chile, Maroto se casó con Antonia Cortés, de una familia importante, a finales de marzo de 1815. Poco después, se dirigió a Arica para apoyar una campaña en el Alto Perú. Luego fue enviado a Lima y, tras un tiempo, regresó a Chile.

En 1816, se casó en Chile con Antonia Cortés García, con quien tuvo siete hijos. Lamentablemente, Antonia y dos de sus hijas fallecieron en 1830 en un naufragio mientras viajaban a Chile.

A principios de 1817, el Ejército de los Andes del general José de San Martín cruzó los Andes para terminar con el dominio español en Chile. Maroto propuso retirarse al sur, pero el capitán general Marcó del Pont ordenó presentar batalla en Chacabuco. A pesar de la valentía de Maroto y sus tropas, la batalla fue una derrota. Maroto logró escapar, aunque fue herido levemente.

Después de la derrota, Maroto, su esposa y la mayoría de las tropas se fueron a Valparaíso y de allí a Perú. El nuevo virrey, Pezuela, aunque no lo apreciaba mucho, reconoció su valor en Chacabuco. Maroto fue enviado a Cuzco para organizar un nuevo batallón. El 22 de febrero de 1818, fue nombrado presidente y comandante general de la ciudad y provincia de Charcas, en el Alto Perú, donde realizó una importante labor administrativa. Allí nacieron cuatro de sus hijos.

En 1821, la guarnición de Potosí se rebeló, y Maroto marchó contra ellos, derrotándolos y tomando la ciudad. Sin embargo, tuvo desacuerdos con el general Pedro Antonio Olañeta, lo que llevó a una guerra civil entre las tropas realistas. Esto debilitó a las fuerzas españolas y contribuyó a la pérdida de Perú. Maroto fue nombrado jefe de una división para enfrentar la invasión de Antonio José de Sucre. Después de la acción de Junín, Maroto renunció por desacuerdos sobre la retirada. Fue nombrado gobernador de Puno, donde fue incluido en la capitulación de Ayacucho. Maroto y su familia regresaron a Europa en 1825.

Regreso a España

Después de regresar de América en 1825, Maroto fue asignado al ejército de Castilla la Vieja en Valladolid. En septiembre de ese año, fue nombrado jefe para restablecer el orden en Asturias. En 1828, fue destinado a Pamplona, y en 1829, a Madrid. En 1832, fue nombrado comandante general de la provincia de Toledo, cargo al que renunció porque no quiso apoyar una sublevación contra el gobierno. Por la misma razón, rechazó otro cargo en las provincias vascas en 1833.

La causa carlista

Archivo:Portada. Albúm Tropas Carlistas del Norte
Álbum de las tropas carlistas del norte. Madrid, s/f.

En su escrito "Manifiesto razonado de las causas del convenio de Vergara", Maroto explicó por qué se unió a la causa carlista. Aseguró que no fue por ambición, sino porque creía que el reinado de don Carlos (hermano del rey Fernando VII y tío de la futura reina Isabel II) sería mejor para España que el de una niña de tres años. Maroto confiaba en los principios de don Carlos. También sabía que seguir a un príncipe "proscrito" (rechazado) sería difícil y que no serían tratados como militares, sino como "bandoleros".

Primeros pasos con los carlistas

Maroto estaba en Toledo como comandante general cuando recibió la visita de Ignacio de Negri y Mendizábal, un conspirador carlista. Después de pensarlo, Maroto decidió unirse a ellos. Le pidieron que hiciera un golpe militar con su guarnición, pero Maroto, siendo un hombre leal, no quiso traicionar su juramento. Primero renunció a su cargo y luego se unió al otro bando.

Fue a Madrid, donde el partido carlista se estaba organizando. Maroto propuso a don Carlos que se proclamara regente, pero la idea no fue aceptada. El gobierno descubrió las conspiraciones y muchas personas fueron encarceladas. Maroto se salvó y fue nombrado comandante general de las provincias vascas, pero renunció de inmediato. El gobierno sospechó de él y lo arrestó en el ministerio donde había presentado su renuncia.

Prisión y fugas

Maroto estuvo en prisión ocho meses, donde enfermó gravemente, perdió la vista y el cabello. Fue desterrado a Sevilla y luego a Granada, donde estaba su familia. Cuando supo que sería encarcelado de nuevo en Ceuta, planeó su fuga. Se disfrazó y fue ayudado por amigos y contrabandistas.

Desde Granada, viajó a Madrid, luego a Extremadura y Valencia, donde tomó un barco que lo llevó a Algeciras y finalmente a Gibraltar. Desde allí, se dirigió a Portugal, donde se encontraba don Carlos con su séquito. El obispo de León, Joaquín Abarca, era una figura influyente en la corte de don Carlos.

En Portugal, Maroto demostró su habilidad militar. Participó en los primeros enfrentamientos contra las tropas isabelinas, ayudando a don Carlos y sus seguidores a escapar de emboscadas. Después de los fracasos carlistas en Portugal, y con la ayuda de un comisionado inglés, Maroto y otros militares embarcaron hacia Inglaterra.

Unión a las filas carlistas

Maroto salió de Inglaterra días después que don Carlos, pero fue arrestado en Calais y llevado a París, donde fue encarcelado sin motivo. Cuando fue liberado, pidió un pasaporte para Italia, pero decidió ir a España. Atravesó el sur de Francia y llegó a Navarra, ayudado por carlistas franceses.

Al llegar a territorio carlista, don Carlos lo recibió muy bien y quiso darle un mando importante. Sin embargo, Zumalacárregui se opuso. Cuando Zumalacárregui fue herido en Bilbao, don Carlos ordenó a Maroto que lo reemplazara. Pero la orden escrita fue confusa y le decía que permaneciera bajo las órdenes del general Eraso. Maroto, con su carácter serio, se ganó la amistad y confianza de los soldados.

Se enfrentó por primera vez al general Baldomero Espartero en el Sitio de Bilbao. La ciudad estaba a punto de rendirse a los carlistas. En ese momento, llegó el general carlista Vicente González Moreno, quien había sido nombrado comandante del ejército del Norte tras la muerte de Zumalacárregui, a pesar de que el puesto había sido prometido a Maroto. Moreno no era un buen estratega y sentía antipatía por Maroto, lo que llevó a malas decisiones militares. Las órdenes de Moreno permitieron que las fuerzas isabelinas entraran en Bilbao sin resistencia.

Maroto, general del ejército de Vizcaya

Archivo:Sitio de Bilbao
Mujeres huyendo en Guetaria del Sitio de Bilbao.

Después de unos meses de inactividad, Maroto fue nombrado comandante general de las fuerzas de Vizcaya. Se dedicó a organizar y disciplinar el ejército, recibiendo apoyo de la diputación y de los batallones. Con su ejército listo, marchó sobre Bilbao, cortó las comunicaciones y bloqueó las salidas, sin usar artillería. Obtuvo ventajas en enfrentamientos contra las fuerzas británicas que apoyaban a la reina. Maroto defendió su posición alrededor de Bilbao y pidió refuerzos y artillería, pero no llegaron.

Entonces, Espartero llegó con un gran ejército. El enfrentamiento fue en los altos de Arrigorriaga, donde el ejército carlista dominó, haciendo que Espartero se retirara a Bilbao.

La toma de Bilbao era importante, pero la falta de unión entre los carlistas impedía una estrategia militar efectiva. Las rivalidades entre los mandos hacían imposible seguir las ideas de Maroto. Días después, recibió la orden de entregar el mando al brigadier Sarasa y esperar un nuevo destino. La guerra continuó, pero las intrigas entre los jefes carlistas dificultaron su avance.

Maroto, jefe de las fuerzas de Cataluña

Su nuevo destino fue en las fuerzas de Cataluña. El viaje fue difícil; desde Bayona llegó a Marsella y cruzó los Pirineos a pie, soportando tormentas.

Al llegar, Maroto se hizo cargo de un ejército de unos once mil hombres, con poca instrucción. El 7 de septiembre, comenzó el asedio de Prats de Llusanés, pero tuvo que abandonarlo. Dedicó los días siguientes a entrenar a sus batallones, estableciendo una disciplina rigurosa. Sin embargo, el 4 de octubre, su segundo al mando fue derrotado y muerto, lo que los catalanes atribuyeron a la falta de ayuda de Maroto.

Maroto dejó Cataluña el 5 de octubre, no por la oposición de los jefes catalanes, sino porque se sintió traicionado al no recibir los recursos prometidos. Quería informar a don Carlos sobre la situación real de la guerra en ese territorio. Dijo que no era su carácter llevar una vida "desastrosa y digna solo de un capitán de bandoleros". Los catalanes lo criticaron por abandonarlos, y en la corte de don Carlos no vieron con buenos ojos que no se hubiera esforzado más.

En su viaje de regreso, fue encarcelado en Perpiñán y Tours en Francia, hasta que logró escapar con la ayuda de su ayudante y algunos seguidores.

La defensa de Estella

Don Carlos lo llamó de nuevo para organizar las tropas, y Maroto aceptó. Puso en orden los batallones, aumentó sus filas con soldados dispersos y restableció la disciplina. Mandó construir trincheras y fortificaciones alrededor de Estella y dio órdenes estrictas para conseguir provisiones. También trabajó para animar el espíritu de la gente.

Planeó la defensa de Estella y sus alrededores, ordenando desalojar los pueblos por donde se esperaba que pasara el ejército de Espartero. Maroto logró que Espartero se retirara, lo que aumentó la moral de su gente.

La idea de Maroto era mantener las provincias vascas como base para la futura corte de don Carlos hasta que pudieran llegar a Madrid. Para ello, intentó contactar con el general Ramón Cabrera para establecer una línea de operaciones. Formó cinco batallones, aumentó la caballería y dirigió enfrentamientos contra las tropas realistas en tierras navarras.

Nuevas conspiraciones y desacuerdos llevaron a un plan para asesinar a Maroto, pero no prosperó. Su mayor enemigo en ese momento era el carlista José Arias Teijeiro, quien firmó muchas sentencias de muerte para generales, acusándolos de rebelión.

Los fusilamientos de Estella

Maroto envió a Estella a un mensajero, Carmona (quien también conspiraba contra él), para que comunicara sus órdenes al militar Francisco García. García era el líder de la conspiración contra Maroto en Estella y se negaba a obedecer sus órdenes. Maroto quería que lo esperaran con el regimiento completo para hablarles. Las crónicas dicen que Maroto entró en Estella con su escolta, y las calles estaban vacías. Francisco García lo esperaba en su casa, ignorando las órdenes. A las 8 de la noche, Maroto supo que García había sido arrestado por su propia gente mientras intentaba escapar disfrazado. El ejército de Estella apoyó a Maroto, lo que le dio seguridad. Después, también fueron arrestados Carmona y los seguidores de García. Se comprobó que todos ellos habían cometido rebelión militar. Antes, ya habían sido arrestados los generales Juan Antonio Guergué, Francisco García y Pablo Sanz Baeza, además del intendente Úriz.

Fueron encerrados en el castillo del Puy, y el 18 de febrero de 1839, se ejecutó la orden de fusilamiento. Fueron fusilados los generales Pablo Sanz y Baeza, Juan Antonio Guergué y Francisco García, el oficial Luis Antonio Ibáñez, el brigadier Teodoro Carmona y el intendente Francisco Javier Úriz.

Después de estos hechos, Maroto escribió una carta detallada a don Carlos, informándole sobre las conspiraciones y desacuerdos entre los carlistas del norte, y denunciando la situación de los jefes militares encarcelados. Al mismo tiempo, hizo pública la carta.

Estos eventos fueron narrados por el militar Manuel Lassala y Soleras en su libro Historia del partido carlista....

Pío Baroja, en su obra Aviraneta o la vida de un conspirador, describe así lo ocurrido en Estella:

«Un día corrió el rumor de que Maroto se acercaba al pueblo con sus tropas... Estos rumores eran ciertos. Maroto estaba ya a las puertas de la ciudad. A media tarde empezaron a entrar en Estella los soldados del generalísimo. El general García hizo la baladronada de asomarse al balcón de su casa y no le saludó ni se presentó a él. Decían que los batallones navarros estaban tomando posiciones... para oponerse al avance de Maroto, pero no era verdad. De madrugada pasaron por las armas a los generales navarros Guergué, García, Sanz y Carmona. Los fusilaron en una era detrás de la Casa del prior, de espaldas y arrodillados, como a los traidores»

Reacciones a los fusilamientos

Después de los fusilamientos, Teixeiro redactó un decreto que don Carlos firmó. En este documento, don Carlos se deslindaba de los hechos, acusaba a Maroto de crímenes y lo declaraba "traidor", amenazando a quienes lo apoyaran. Sin embargo, los comandantes de los batallones de Estella mostraron su lealtad a Maroto, desobedeciendo el decreto.

Maroto reunió a los batallones en el camino real entre Vitoria y Pamplona (más de 7000 hombres). En silencio, ordenó leer el decreto acusatorio. Al terminar, les dijo que hicieran lo que su conciencia les dictara. Pero fue aclamado y vitoreado por soldados y jefes. Maroto respondió: "He triunfado de la arbitrariedad, injusticia y obcecación de un príncipe, y la historia me juzgará en su día."

Los carlistas Urbiztondo, Silvestre, Izarbe y el conde Negri hablaron con don Carlos, haciéndole ver que la actuación de Maroto había sido correcta. El príncipe firmó un nuevo decreto retractándose del anterior, ordenó quemar los manifiestos publicados y devolvió a Maroto su honor militar. Además, 25 personas (militares, clérigos y civiles) implicadas en los ataques a Maroto fueron desterradas a Francia.

El partido marotista

A pesar de estos eventos, las intrigas y hostilidades entre los enemigos y seguidores de Maroto continuaron. Así, surgió un grupo llamado "marotista", fieles a la causa carlista pero en desacuerdo con la forma en que se estaba llevando la guerra.

Negociaciones para el Convenio de Vergara

Después del fracaso de la Expedición Real, el general Espartero recibió una orden del gobierno de la reina Isabel II para terminar la guerra. El general Alaix, en nombre de Espartero, se lo comunicó a Maroto. Este insistió en que haría lo mejor para España. Se acordó una reunión entre los dos generales en la ermita de san Antolín de Abadiano, cerca de Durango. También asistieron el coronel inglés Wylde como observador y el brigadier Francisco Linage, secretario de Espartero. Sin embargo, las negociaciones se rompieron por el tema de los fueros (leyes y privilegios locales): Maroto había prometido defenderlos, y Espartero dijo que eran contrarios a la Constitución.

En ese momento, ambos ejércitos estaban listos para luchar, pero no entraron en acción. Poco después, Espartero insistió en las negociaciones. Los jefes carlistas decidieron nombrar una comisión para negociar con él. La Torre y Urbiztondo fueron al frente de la comisión (sin Maroto) y formalizaron el convenio con Espartero. El primer documento no tenía la firma de Maroto, aunque todo se exponía en su nombre. Más tarde, Espartero le envió una copia a Maroto para que la firmara.

El primer artículo del acuerdo se refería a los fueros y decía que:

«El capitán general don Baldomero Espartero recomendará con interés al gobierno el cumplimiento de su oferta de comprometerse formalmente a proponer a las cortes la concesión o modificación de los fueros.»

A pesar de que el convenio fue firmado por muchos altos jefes, los batallones navarros, sobre todo, sintieron desconfianza y descontento. Incluso algunos oficiales intentaron una sublevación.

El 31 de agosto de 1839

En Vergara, el general Espartero esperaba con las tropas constitucionales. Cuando llegaron los batallones carlistas de Castilla, Vizcaya y Guipúzcoa, Espartero les habló y les dio a elegir entre seguir al servicio de la reina o regresar a sus casas. Los historiadores cuentan que todos decidieron aceptar el convenio.

Después, Rafael Maroto también dio un discurso:

«Voluntarios y pueblos vascongados, nadie más entusiasta que yo para sostener los derechos al trono de las Españas a favor del señor don Carlos María Isidro de Borbón cuando me pronuncié, pero ninguno más convencido por la experiencia de multitud de acontecimientos, de que jamás podría este príncipe hacer la felicidad de mi patria, único estímulo de mi corazón. […]»

Los discursos de Maroto y Espartero se conservan en actas.

El 1 de septiembre de 1839, en el Cuartel General de Vergara, Espartero habló por última vez a los pueblos vascos y navarros. Les informó de la paz firmada en los campos de Vergara y de la unión de los ejércitos bajo su mando:

«El general don Rafael Maroto y las divisiones Vizcaína, Guipuzcoana y Castellana, que sólo han recibido desaires y tristes desengaños del pretendido rey han escuchado ya la voz de paz y se han unido al ejército de mi mando para terminar la guerra.»

Una vez terminada la guerra, a Maroto se le confirmó su grado de teniente general y fue nombrado ministro del Supremo Tribunal de Guerra y Marina.

Últimos años de vida

Archivo:Portada-Vindicación-Maroto
Vindicación del General Maroto y manifiesto razonado de las causas del Convenio de Vergara, de los fusilamientos de Estella y demás sucesos notables que les precedieron justificados con cincuenta documentos, inéditos los más. Madrid, 1846. Primera edición de la Vindicación de Maroto escrita por Antonio Pirala.

El 11 de septiembre de 1846, Rafael Maroto regresó a Chile, donde tenía propiedades. Llegó a Valparaíso el 22 de diciembre y se estableció en la hacienda de su difunta esposa en Concón. Falleció en Valparaíso el 25 de agosto de 1853, ciudad a la que se había trasladado por su enfermedad. Fue enterrado en el cementerio de Valparaíso bajo una lápida que indicaba su condición de teniente general del ejército español y sus títulos de vizconde de Elgueta y conde de Casa Maroto. Más tarde, en 1918, sus restos fueron trasladados al Panteón de Jefes y Oficiales del Ejército de Chile.

Rafael Maroto es una figura que genera opiniones diversas. Algunos historiadores consideran su participación en la paz de Vergara como una traición a la causa carlista. Otros creen que fue una decisión inteligente y necesaria, argumentando que el ejército carlista estaba casi acabado. Sin embargo, algunos documentos históricos no apoyan esta última opinión.

Hoja de servicios militares

Año Día y mes Empleo
1794 1 de abril Ingresó como cadete en el Regimiento de Infantería de Asturias.
1798 15 de junio Fue nombrado Segundo subteniente.
1801 23 de octubre Tiene el grado de Primer subteniente
1806 15 de octubre Es nombrado teniente
1808 8 de septiembre Asciende a capitán
1809 9 de marzo Ascenso a teniente coronel
1811 6 de diciembre Se le nombra sargento mayor
1813 16 de noviembre Asciende a coronel
1814 8 de noviembre Brigadier
1823 5 de octubre Mariscal de Campo
1832 Comandante general de la provincia de Toledo
1836 Comandante general de las fuerzas del Señorío de Vizcaya
1839 En virtud del Convenio de Vergara se le revalida el cargo de Teniente General obtenido en 1834 al incorporarse a las filas de don Carlos en Portugal

Reconocimientos y condecoraciones

  • Gran cruz de la Orden de Isabel la Católica, otorgada el 6 de febrero de 1827 por el rey Fernando VII.
  • Caballero de la Orden de San Hermenegildo.
  • Cruces y diplomas de distinción por la defensa de Zaragoza y su segundo sitio.
  • Tres escudos de distinción por las campañas en la Guerra de la Independencia Española.

Maroto en los Episodios Nacionales

El escritor Benito Pérez Galdós menciona al general Maroto en varias de sus novelas, conocidas como Episodios nacionales.

Odiaba cordialmente a Maroto, no por mal militar, que no lo era, ni por desafecto a su causa, sino porque en cierta ocasión de apuro, atravesando la frontera de Portugal, había soltado D. Rafael en los regios oídos la interjección más común en bocas españolas, desacato que el meticuloso Rey no perdonó nunca..
Vergara cap. XXVI
Otro de los que abandonaron a media tarde la regia morada fue D. Rafael Maroto, figura de primera magnitud en el carlismo, que abrazó con ardor desde los primeros días del cisma dinástico.
De Oñate a La Granja, cap. XX
Algunos tuvimos el proyecto de proclamar la Constitución en el Perú; pero el traidor de Maroto se opuso.
Un faccioso más y algunos frailes menos

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