Guerra civil catalana para niños
La Guerra Civil Catalana fue un conflicto importante que ocurrió en el Principado de Cataluña entre los años 1462 y 1472. En esta guerra se enfrentaron, por un lado, el rey Juan II de Aragón y sus seguidores, y por otro, las instituciones de Cataluña, como la Diputación del General del Principado de Cataluña y el Consejo del Principado, que se habían rebelado contra el rey.
Para los que apoyaban al rey, los rebeldes habían roto su promesa de lealtad. Sin embargo, los que estaban en contra del rey pensaban que los realistas no eran fieles a las leyes de Cataluña y que eran "enemigos del bien común". En esta época, surgió una nueva idea de lo que significaba ser parte de un país: ya no era solo ser súbdito de un rey, sino compartir las mismas leyes y vivir en la misma tierra. Por eso, algunos historiadores consideran esta rebelión como una de las primeras "revoluciones modernas".
Desde el punto de vista militar, la Guerra Civil Catalana fue una mezcla de lo antiguo y lo nuevo. Fue una de las últimas guerras con características medievales, pero también la primera con elementos modernos. Por ejemplo, los nobles tuvieron un papel menos importante, y los ejércitos estaban formados por ciudadanos y soldados pagados (mercenarios). Además, se usaron más las armas de fuego grandes, como las bombardas, que eran como una artillería de campaña.
Las principales causas de la guerra fueron varias:
- La rivalidad entre las familias nobles más importantes de Cataluña.
- La lucha por el poder en la ciudad de Barcelona entre dos grupos: la Biga, que representaba a los ricos y poderosos, y la Busca, que defendía los intereses de la gente común y los artesanos.
- Los problemas en el campo, donde los campesinos llamados remensas luchaban contra sus señores por los "malos usos", que eran pagos y obligaciones injustas.
- Una grave crisis económica que afectaba a toda Cataluña.
- Y, de forma más directa, el conflicto entre el rey Juan II y su hijo, el Príncipe de Viana, y la forma de gobernar del rey, que era más autoritaria, frente a la tradición catalana de gobernar mediante acuerdos (conocida como pactismo).
Datos para niños Guerra civil catalana |
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Fecha | 1462-1472 | |||
Lugar | Principado de Cataluña | |||
Casus belli | Decisión unilateral de la Generalidad de Cataluña de levantar un ejército contra los campesinos remensas | |||
Resultado | Victoria de la monarquía (Juan II de Aragón) | |||
Beligerantes | ||||
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Comandantes | ||||
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Contenido
Orígenes del Conflicto: Rey vs. Oligarquía
El siglo XV comenzó con una gran crisis en Europa occidental, que afectó mucho a Cataluña. Hubo problemas para conseguir alimentos, la población disminuyó por las epidemias, las instituciones públicas estaban muy endeudadas y el comercio internacional bajó.
El enfrentamiento entre la monarquía y los nobles y ricos de las ciudades catalanas venía de antes. Durante el reinado de Alfonso el Magnánimo (1416-1458), su representante en Cataluña, Galcerán de Requesens, apoyó a la "Busca" (mercaderes y artesanos) en su lucha por el gobierno de Barcelona. Esto fue contra la "Biga" (los ricos de la ciudad), que controlaban el gobierno de Barcelona y las instituciones catalanas. Requesens incluso ayudó a crear un sindicato para la gente común y cambió el gobierno de la ciudad, lo que fue un golpe contra los privilegios de las familias más poderosas.
Otro motivo de conflicto fue el apoyo del rey a los campesinos remensas. Estos campesinos estaban en contra de sus señores por los "malos usos", que eran abusos y pagos injustos. El rey permitió que los campesinos formaran un sindicato en 1448 y en 1455 ordenó que se suspendiera temporalmente el pago de esos "malos usos". Así, la monarquía usó a estos grupos (la Busca y los remensas) para debilitar a la oligarquía catalana.
En 1454, Juan, hermano de Alfonso el Magnánimo y rey de Navarra, fue nombrado representante del rey en Cataluña. Juan convocó las Cortes Catalanas para intentar solucionar los problemas, pero no lo logró. Continuó apoyando a los remensas, lo que lo enfrentó con los señores. Cuando Alfonso murió en 1458, Juan se convirtió en rey de la Corona de Aragón, pero no se dio cuenta de lo fuerte que era el movimiento en su contra, formado por nobles, clérigos y ricos de las ciudades.
El Inicio: La Revolución Catalana de 1460-1461
En diciembre de 1459, el rey Juan II de Aragón y su hijo, el Príncipe de Viana, hicieron las paces en su disputa por la corona de Navarra. Sin embargo, no se resolvió la cuestión de quién sería el heredero principal de la Corona de Aragón.
En marzo de 1460, Carlos de Viana llegó a Barcelona y fue recibido con alegría. Aunque padre e hijo se encontraron, la reconciliación no fue completa. Carlos de Viana incluso buscó una alianza con el rey de Castilla, Enrique IV de Castilla, para casarse con su hermana, la infanta Isabel.
En septiembre de 1460, Juan II convocó las Cortes catalanas en Lérida y pidió a su hijo que se reuniera con él. El 2 de diciembre de 1460, el rey ordenó la detención de Carlos de Viana, acusándolo de traición. Esta decisión fue un gran error y causó mucha conmoción en Cataluña. El rey, que en ese momento estaba casi ciego, fue influenciado por su esposa, la reina Juana Enríquez.
El Levantamiento de las Instituciones Catalanas

La detención del Príncipe de Viana provocó una gran ola de protestas en Cataluña. Las Cortes, lideradas por nobles y ricos de la "Biga", decidieron el 5 de diciembre formar una comisión para lograr la liberación del príncipe. Tres días después, se creó el Consejo del Principado en Barcelona, una institución que se atribuía funciones de gobierno y que representaba una verdadera revuelta contra el rey.
Un grupo de expertos en leyes dictaminó que el rey había violado las leyes catalanas al detener a Carlos de Viana. La Diputación del General envió un ultimátum al rey el 17 de enero. Dos semanas después, el 31 de enero, la Diputación y el Consejo del Principado acusaron al rey de no reconocer a Carlos de Viana como su heredero principal. El 7 de febrero, dieron un paso más: proclamaron a Carlos de Viana como heredero y decidieron formar un ejército para enfrentarse al rey Juan II. El 19 de febrero, la Diputación del General se declaró el poder supremo de Cataluña, ordenando a todos que la obedecieran. Así comenzó la revolución catalana.
El Triunfo de los Rebeldes y la Capitulación de Villafranca
El 23 de febrero de 1461, Juan II ordenó liberar a Carlos de Viana, que estaba preso en Morella. Lo hizo por la amenaza del ejército que la Diputación del General había reunido. También temía una ofensiva de Castilla. La monarquía se rindió ante el levantamiento de Cataluña. Cuatro meses después, el 21 de junio, se firmó la Capitulación de Vilafranca, un documento muy importante para las leyes catalanas. Con este acuerdo, el rey no podía entrar en Cataluña sin permiso de la Diputación del General, y el príncipe se convertía en su representante con todo el poder.
El 24 de junio, Carlos de Viana fue proclamado representante general de Cataluña en la catedral de Barcelona, y el 31 de julio se reconoció su derecho como heredero de la Corona de Aragón. Sin embargo, el 23 de septiembre de 1461, el Príncipe de Viana falleció en Barcelona. Su muerte causó una gran tristeza en Cataluña y lo convirtió en una figura casi legendaria.
La Reina Juana Enríquez y la Tensión con la Oligarquía
Según la Capitulación de Vilafranca, tras la muerte de Carlos de Viana, su medio hermano, el infante Fernando (que tenía nueve años), sería el nuevo representante del rey en Cataluña. Como era muy joven, la reina Juana Enríquez gobernaría en su nombre. La reina y el príncipe llegaron a Barcelona el 21 de noviembre. Juana juró cumplir lo acordado en la Capitulación de Vilafranca. Su objetivo principal era conseguir que las autoridades catalanas permitieran la entrada del rey en Cataluña, pero no lo logró.
La tensión entre la reina y las autoridades catalanas aumentó en diciembre. Se rumoreaba que la reina había envenenado al Príncipe de Viana. Además, en Gerona, había estallado la rebelión de los campesinos remensas, liderada por Francesc de Verntallat. Los señores intentaban cobrar de nuevo los "malos usos", y la oligarquía temía que los remensas se aliaran con el rey, lo que finalmente ocurrió.
En febrero de 1462, la tensión se hizo más fuerte cuando la reina ordenó detener a Joan de Copons, un líder antirrealista. Al mismo tiempo, el Consejo de Ciento de Barcelona tomó medidas contra los miembros de la "Busca" que habían pedido el regreso del rey. La facción antirrealista, liderada por el conde de Pallars, fue tomando el control del Consejo del Principado.
Desarrollo de la Guerra Civil
Los Primeros Meses: Mayo-Septiembre de 1462

La reina Juana Enríquez, sintiéndose insegura en Barcelona, se fue a Gerona el 23 de febrero de 1462. Ante la noticia de que los remensas querían que el rey entrara en Cataluña, el Consejo del Principado, controlado por los antirrealistas, decidió el 5 de marzo formar un ejército para acabar con la rebelión remensa. Esta decisión fue un desafío directo a la monarquía. La reina, desde Gerona, se opuso a esto y buscó una tregua con el líder remensa, Francesc de Verntallat.
Mientras tanto, en Barcelona, los enfrentamientos entre los que apoyaban al rey y los que no eran cada vez más frecuentes. Se empezó a reclutar un ejército para luchar contra los remensas y contra cualquiera que no respetara la Capitulación de Vilafranca. La reina se opuso a esto, pero el Consejo del Principado declaró nulas sus decisiones.
La situación empeoró en Barcelona. Se encarceló a realistas y se liberó a Joan de Copons, que se convirtió en líder revolucionario. El 19 y 21 de mayo, seis líderes de la "Busca" fueron ejecutados, acusados de conspirar para que el rey entrara en Barcelona. Sus cuerpos fueron expuestos en la Plaça del Rei para asustar a otros. Este hecho marcó el verdadero inicio de la guerra civil.
El 23 de mayo de 1462, el ejército de la Diputación del General, al mando del conde de Pallars, salió de Barcelona hacia Gerona para acabar con los remensas y capturar a la reina y al príncipe Fernando. La reina se alió con los remensas, pero su ejército fue derrotado cerca de Hostalrich. El conde de Pallars llegó a Gerona.
La reina, el príncipe Fernando y sus seguidores se refugiaron en la Força Vella, la ciudadela de Gerona, que estaba bien defendida. El 6 de junio, el ejército del conde de Pallars llegó a Gerona y logró entrar en la ciudad. El 17 de junio, intentaron asaltar la Força Vella, pero fueron rechazados. La situación dentro de la fortaleza era difícil por la falta de alimentos y municiones.

Mientras tanto, Juan II de Aragón y Luis XI de Francia firmaron un acuerdo en Bayona. Francia se comprometía a enviar un ejército a Cataluña para someter a los rebeldes. A cambio, Juan II pagaría una gran suma de dinero y, como garantía, los condados de Rosellón y Cerdaña pasarían a manos francesas hasta que se pagara la deuda. Estas eran condiciones muy duras para Juan II, pero la situación de su esposa e hijo en Gerona no le dejaba otra opción. El Consejo del Principado, al saber del acuerdo, difundió la noticia falsa de que Juan II había entregado los condados a Francia, lo que aumentó el rechazo al rey.
El 5 de junio, Juan II entró con su ejército en Cataluña, lo que iba en contra de la Capitulación de Vilafranca. Por esta razón, el Consejo del Principado declaró a Juan II "enemigo del bien común" y "enemigo de la tierra" el 11 de junio, extendiendo esta condena a la reina Juana Enríquez.
A principios de julio, un ejército francés de unos diez mil soldados, al mando de Gastón IV de Foix, entró en el Rosellón. Ocuparon Salses y El Voló. Gastón de Foix recibió una carta de la reina Juana Enríquez pidiéndole ayuda urgente, ya que solo podían resistir una semana más en la Força Vella.
Gastón de Foix envió parte de su ejército a Gerona. Llegó en solo dos días y entró en la ciudad sin luchar, ya que las fuerzas del conde de Pallars, muy inferiores en número, se habían retirado. Así, el 23 de julio, se levantó el asedio de la Força Vella y la reina Juana Enríquez y el príncipe Fernando fueron liberados. En otro frente, el ejército del rey Juan II derrotó a las tropas de Barcelona en la batalla de Rubinat el mismo día.
Un mes después, el ejército de Gastón de Foix se dirigió a Barcelona para sitiarla. Creían que si tomaban la capital, el resto del país caería fácilmente. El 9 de septiembre, el ejército francés llegó a Moncada, la entrada a Barcelona. El 12 de septiembre, el rey Juan II se reunió allí con su esposa y su hijo después de casi un año.
El "Reinado" de Enrique IV de Castilla (1462-1463)

El 12 de septiembre de 1462, el mismo día que Juan II se reunía con su familia, las instituciones catalanas rebeldes proclamaron a Enrique IV de Castilla como nuevo soberano del Principado de Cataluña. Previamente, en agosto, el Consejo del Principado había decidido destituir a Juan II y ofrecer la corona a Enrique IV, ya que era el jefe de la rama principal de la casa de Trastámara, que también reinaba en la Corona de Aragón. Enrique IV era el único aliado posible después del acuerdo entre Juan II y Luis XI de Francia.
Inicialmente, el Consejo del Principado solo quería pedir ayuda militar a Enrique IV para expulsar al ejército francés. Pero al ver la situación, decidieron ofrecerle la corona para asegurar su apoyo. El 11 de agosto, el Consejo de Ciento de Barcelona y el Consejo del Principado acordaron nombrar a Enrique IV "señor del Principado de Cataluña", con la condición de que respetara las leyes catalanas y la Capitulación de Vilafranca.
Enrique IV aceptó la propuesta, aunque algunos de sus consejeros se opusieron. Decidió enviar a Cataluña dos mil quinientos hombres a caballo. El 1 de septiembre, la noticia de la aceptación llegó a Barcelona. El 11 de noviembre, los representantes de Enrique IV juraron las leyes catalanas en la catedral de Barcelona. Dos días después, una gran comisión de instituciones catalanas juró fidelidad al rey de Castilla.
El 13 o 14 de septiembre, el bando realista comenzó el asedio de Barcelona, pero tuvieron que levantarlo el 3 de octubre ante la falta de éxito y la llegada de refuerzos castellanos. Las tropas realistas se dirigieron a Villafranca del Panadés, que ocuparon y saquearon el 9 de octubre, y luego a Tarragona, que fue ocupada el 31. Tarragona se convirtió en una base importante para los realistas.
En enero de 1463, otro ejército francés ocupó el condado del Rosellón. Al mismo tiempo, el rey francés Luis XI, aliado de ambos bandos, propuso actuar como árbitro en el conflicto entre Enrique IV y Juan II. El 23 de abril, Luis XI hizo pública la sentencia arbitral de Bayona.
En esta sentencia, se proponía que Enrique IV renunciara al Principado de Cataluña y a todas las localidades que había ocupado, a cambio de recibir la merindad de Estella en Navarra (lo que Juan II nunca cumplió). Por su parte, Juan II debía conceder una amnistía general y reconocer la Capitulación de Vilafranca, si los catalanes se sometían a su autoridad en tres meses. El 13 de junio de 1463, se supo oficialmente en Barcelona que Enrique IV renunciaba a ser señor del Principado.
El "Reinado" del Condestable Pedro de Portugal (1464-1466)
El 27 de octubre de 1463, la Generalidad de Cataluña ofreció la corona de Aragón al condestable Pedro de Portugal. Él ya se había ofrecido antes, alegando sus derechos como nieto de Jaime II de Urgel. Las autoridades catalanas lo eligieron no solo por sus derechos, sino también por su valor militar y el posible apoyo de Portugal y Borgoña. Lo veían como un líder militar que podría ganar la guerra contra Juan II. Fue recibido con gran solemnidad en Barcelona el 21 o 27 de enero de 1464.
Una vez que la amenaza de Castilla desapareció, Juan II lanzó una ofensiva para ocupar el este de Cataluña. En marzo de 1464, comenzó el asedio de Lérida, y la ciudad se rindió el 6 de julio. Esta derrota obligó a Pedro de Portugal a restablecer el Consejo del Principado, que había disuelto antes.
En agosto, Pedro de Portugal sufrió otro golpe cuando Juan de Beaumont se unió al bando realista y entregó Villafranca del Panadés, una plaza estratégica. Juan II se reconcilió con Juan de Beaumont y firmó la paz con los beaumonteses, poniendo fin a la guerra civil de Navarra.
Pedro de Portugal reunió tropas en Barcelona para enfrentar la ofensiva realista. En enero de 1465, las fuerzas de Juan II sitiaron Cervera. Pedro de Portugal se dirigió hacia allí, y el 28 de febrero, se produjo la batalla de Calaf entre Prats del Rey y Calaf.
La victoria en la batalla de Calaf fue para el bando realista. Aunque Pedro de Portugal logró escapar, muchos capitanes rebeldes fueron hechos prisioneros. Juan II les perdonó la vida, buscando ser el rey de todos los catalanes. Esta victoria fue un punto clave en la guerra, y los reinos de Aragón, Valencia, Mallorca y Sicilia se unieron firmemente a la causa real.
Para compensar la derrota de Calaf, Pedro de Portugal conquistó La Bisbal el 7 de junio de 1465. Sin embargo, esta victoria no ocultó la gravedad de la situación, ya que los realistas tomaron Igualada el 17 de julio y Cervera el 14 de agosto.
Las derrotas y la crisis económica en Barcelona aumentaron las diferencias entre Pedro de Portugal y las instituciones catalanas. Pedro intentó reorganizar el ejército con portugueses en puestos clave, pero la Generalitat se negó a pagarles. En marzo de 1466, Pedro enfermó y murió el 29 de junio en Granollers. Una semana antes, Juan II había logrado una gran victoria con la rendición de Amposta, y el 15 de julio, se rindió Tortosa, lo que puso todo el sur de Cataluña en manos realistas.
Durante el tiempo que Pedro de Portugal fue "rey" (Pedro IV de Cataluña), los rebeldes sufrieron muchas derrotas. No logró el apoyo internacional esperado ni pudo galvanizar a su bando, que cada día estaba más escéptico. A su muerte, en junio de 1466, la guerra ya estaba prácticamente perdida para los rebeldes.
El "Reinado" de Renato de Anjou (1466-1472)

Tras la muerte de Pedro de Portugal, muchos en Barcelona querían la paz. Juan II hizo una oferta de paz, pero fue rechazada por el sector más radical de los revolucionarios, que esperaban ayuda de Francia. El 30 de julio, acordaron ofrecer la corona a Renato de Anjou, quien aceptó con el apoyo secreto del rey Luis XI de Francia. Esta decisión fue vista por algunos como una entrega del país a Francia, un enemigo histórico de Cataluña.
Juan II, consciente del apoyo de Luis XI a Renato de Anjou, buscó alianzas con los enemigos del rey francés: Eduardo IV de Inglaterra y Carlos el Temerario, duque de Borgoña.
Renato de Anjou nunca estuvo en Cataluña, sino que envió a su hijo, Juan de Anjou, como su representante. Juan II de Aragón intentó aprovechar el tiempo para ocupar el Ampurdán y evitar el avance del ejército francés. Sin embargo, no logró tomar la fortaleza de Rosas. Esto permitió que la vanguardia del ejército francés entrara en Cataluña en enero de 1467 y llegara a Barcelona en febrero, donde fue aclamada por sus habitantes, que sufrían grandes dificultades económicas. En abril, el grueso del ejército francés, con Juan de Anjou al frente, cruzó los Pirineos. No fue directamente a Barcelona, sino que intentó tomar Gerona, el principal bastión realista en el norte. En agosto, tuvo que desistir del asedio ante la llegada de un ejército realista al mando del príncipe Fernando. El 3 de septiembre, Juan de Anjou entró en Barcelona.

La retirada del ejército de Juan de Anjou de Gerona permitió una contraofensiva realista. El príncipe Fernando tomó varias plazas en el Alto Ampurdán. Juan II, que había llegado por mar, entró en Gerona el 27 de octubre. Pero cuando se preparaba para regresar, ocurrió el desastre de Viladamat, donde los realistas sufrieron una derrota. El príncipe Fernando logró escapar.
Para Juan II y Fernando, la derrota de Viladamat significó el fin de sus esperanzas de una victoria rápida. Para Juan de Anjou, la victoria reforzó su autoridad y redujo la inquietud en Barcelona, que sufría una crisis económica.
A mediados de diciembre de 1467, Juan de Anjou fue al Ampurdán para completar su victoria. Sitió el castillo de Sant Martí d’Empuries, que se rindió en abril de 1468. También cayó el castillo de Bagur. Así, los franceses controlaron las entradas marítimas del Ampurdán. En junio, Juan de Anjou cruzó los Pirineos para reclutar más tropas y tomar Gerona.

Las victorias de Juan de Anjou y la amenaza sobre Gerona fueron un duro golpe para los realistas. Juan II no tuvo más opción que buscar apoyo en la Corona de Castilla. Allí, la princesa Isabel había sido proclamada heredera de su hermanastro, el rey Enrique IV de Castilla. Juan II envió embajadores para negociar el matrimonio de su hijo Fernando con la princesa Isabel. Las negociaciones tuvieron éxito, y el 5 de marzo de 1469 se firmaron las capitulaciones de Cervera, con condiciones difíciles para Fernando, que quedó supeditado a su esposa y a sus aliados. La boda se celebró en Valladolid el 18 de octubre.
En abril de 1469, el ejército de Juan de Anjou avanzó hacia Gerona. La ciudad se entregó sin luchar el 1 de junio de 1469. En los meses siguientes, cayeron otras localidades. Sin embargo, la ofensiva de los rebeldes se detuvo a finales de 1469 por la falta de dinero de los Anjou y la poca colaboración de Luis XI.
Ante la posible reanudación de la ofensiva de Juan de Anjou, Juan II convocó las Cortes Generales de Aragón en Monzón en abril de 1470 para conseguir fondos. Su discurso conmovió a los representantes y obtuvo importantes donativos. Al mismo tiempo, reactivó sus alianzas con Eduardo IV de Inglaterra y Carlos el Temerario, duque de Borgoña, y buscó apoyo en estados italianos para aislar a Luis XI de Francia.

A principios de agosto de 1470, Juan de Anjou regresó a Barcelona y enfermó, muriendo el 16 de diciembre. Las autoridades de Barcelona le rindieron un homenaje. Juan de Anjou había mejorado la situación militar de los rebeldes, pero no había logrado detener el creciente deseo de paz, a pesar de las medidas contra los que querían el fin de la guerra.
Juan de Anjou fue reemplazado por su hijo natural, Juan de Calabria. Con él, comenzó la etapa final de la guerra, marcada por las derrotas de los antirrealistas, la deserción de personajes importantes, la falta de recursos y el aislamiento internacional.
Aunque la muerte de Juan de Anjou no fue un golpe militar inmediato, ya que el ejército de la Generalitat tomó Cadaqués y otras plazas, esta fue su última victoria. A finales del verano de 1471, Juan II organizó una gran ofensiva para tomar Barcelona. El 18 de octubre, las tropas de Juan II entraron en Gerona sin luchar. Poco después, cayó casi todo el Bajo Ampurdán. En el Vallés, las tropas realistas tomaron Sant Cugat del Vallés, Sabadell y Granollers, culminando con la gran victoria de la batalla de Santa Coloma de Gramanet el 26 de noviembre de 1471. Con esta victoria, el cerco de Barcelona era inevitable.
Las victorias realistas aumentaron la crisis entre los rebeldes. La única esperanza que les quedaba era la ayuda de Francia, pero Luis XI estaba ocupado en otra guerra. Tampoco ayudó la muerte del papa Paulo II y la elección de Sixto IV, más favorable a Juan II.
En enero de 1472, el ejército de Juan II comenzó la conquista del Alto Ampurdán. Cayeron Figueras, Torroella de Montgrí y Rosas. Aunque el 4 de abril sufrieron una derrota cerca de Perelada, el ejército realista se recuperó y tomó Perelada el 19 de abril, cerrando el paso de Panissars, que conectaba el Rosellón con el resto de Cataluña. El cerrojo pirenaico se completó con la rendición de Castelló d’Empúries el 20 de junio.
El Final de la Guerra: El Sitio de Barcelona y la Capitulación de Pedralbes

Juan II trató con mucha generosidad a las poblaciones que iba conquistando: perdonaba los crímenes, confirmaba los privilegios, prometía devolver los bienes y eximía de impuestos por un tiempo. Esta política animó a otras localidades a rendirse al bando realista. Así, se entregaron Sarriá, Badalona, Vich, Manresa y otras. Sin embargo, Barcelona, sitiada por mar y tierra, siguió resistiendo a pesar de las duras condiciones económicas y las disputas internas, esperando una ayuda que nunca llegó.
La situación en Barcelona se volvió desesperada a finales de septiembre. La ciudad estaba racionada y solo tenía víveres para una semana. El 8 de octubre, el Consejo de Ciento aprobó reconocer la autoridad de Juan II, lo que aceleró las negociaciones. El 16 de octubre, se llegó a un acuerdo, y los términos de la rendición se recogieron en la Capitulación de Pedralbes.
La capitulación establecía un plazo para unirse al acuerdo y para que las fortalezas fieles a Renato de Anjou se sometieran a Juan II. No hubo perdón del rey a sus súbditos, porque se concibió como un tratado de paz sin vencedores ni vencidos. Por lo tanto, no hubo represalias ni purgas, excepto para el conde de Pallars. El objetivo era volver a la situación anterior a la guerra, aunque se derogó la Capitulación de Vilafranca.
La capitulación de Pedralbes puso fin a la guerra civil catalana. El 17 de octubre, Juan II, un anciano de setenta años que a menudo había dirigido personalmente las tropas, entró en Barcelona. Fue recibido con alegría por los barceloneses, los mismos que diez años antes se habían levantado contra él. Las celebraciones por el fin de la guerra duraron dos días, haciendo olvidar por un momento las pérdidas y los odios.
Consecuencias de la Guerra
Nada más entrar en Barcelona, el rey Juan II de Aragón ordenó a su ejército ir al Ampurdán para intentar recuperar los condados de Rosellón y Cerdaña, que estaban en poder de Luis XI de Francia. Convocó a las Cortes de Cataluña para que, además de resolver los problemas económicos, aportaran recursos para la campaña del Rosellón.
A finales de enero de 1473, Juan II fue en ayuda de Perpiñán, que se había rebelado contra el rey francés. El 1 de febrero, entró en Perpiñán, mientras la guarnición francesa se refugiaba en la ciudadela. El resto de localidades del Rosellón siguieron el ejemplo, y solo quedaron en manos de Luis XI la ciudadela de Perpiñán y algunos castillos.
Juan II trasladó las Cortes a Perpiñán, pero tuvieron que volver a Barcelona por el asedio de las tropas francesas. El 19 de junio, los sitiadores intentaron asaltar la ciudad, pero fracasaron. El 14 de julio, se firmó una tregua. El Tratado de Perpiñán se firmó el 17 de septiembre de 1473, restableciendo los términos del Tratado de Bayona de 1462: Juan II recuperaba la soberanía de los condados, pero no podría ejercerla hasta pagar a Luis XI una gran suma por la ayuda militar.
A principios de 1474, Luis XI comenzó a reunir un ejército para apoderarse de los condados. El 14 de junio de 1474, las tropas francesas cruzaron la frontera. Juan II no fue tomado por sorpresa y había preparado la defensa. Promulgó el Princeps namque, que movilizaba a todos los hombres en armas del principado.
El 1 de noviembre, un nuevo ejército francés entró en el Rosellón y sitió Elna, que capituló el 5 de diciembre. Sus defensores fueron ejecutados. Poco después, los ejércitos de Luis XI sitiaron Perpiñán. La última esperanza de Juan II era que su hijo Fernando, ya rey de Castilla, acudiera con un ejército, pero el estallido de la guerra de Sucesión castellana se lo impidió. Perpiñán se rindió el 10 de marzo de 1475. En febrero de 1476, el ejército de Luis XI tomó el castillo de Salses, la última fortaleza en poder de Juan II. Juan II no pudo recuperar los condados. Fue su hijo Fernando II el Católico quien lo logró mucho tiempo después, mediante el Tratado de Barcelona de 1493.
El rey Fernando II también resolvió el asunto de las restituciones de bienes establecidas en la Capitulación de Pedralbes. En 1480, las Cortes de Barcelona aprobaron un acuerdo para resolver la cuestión de las restituciones. Se aceptó que hubo vencedores y vencidos, y que todos debían renunciar a algo para beneficiarse de una parte. Se votó un crédito para indemnizar a los que habían luchado con Juan II al devolver los bienes. De esta forma, se puso fin a uno de los problemas más graves de la guerra.
En cuanto a la cuestión remensa, Juan II recompensó al líder remensa Francesc de Verntallat con el título de vizconde de Hostoles, pero no resolvió el problema de fondo. El asunto pasó a su hijo Fernando II. Inicialmente, Fernando II permitió que los señores recuperaran derechos, lo que provocó la segunda guerra remensa en 1484. Finalmente, Fernando II adoptó una solución de compromiso en la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486), por la cual los "malos usos" se eliminaban a cambio de un pago, y los campesinos obtenían más libertades. Los señores fueron indemnizados, y el monarca recibió una multa. Los señores mantuvieron algunos derechos, pero no de la forma humillante que había existido antes.
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Véase también
En inglés: Catalan Civil War Facts for Kids