Literatura de Portugal para niños
La literatura portuguesa es el conjunto de obras escritas en idioma portugués por autores de Portugal. No incluye la literatura de Brasil ni la de otros países donde también se habla portugués, ni tampoco las obras escritas en Portugal en otros idiomas como el latín o el español.
Los primeros escritos de la literatura portuguesa surgieron en la poesía galaica medieval, que se desarrolló en Galicia y el norte de Portugal. Su época de mayor esplendor fue el Renacimiento, con escritores importantes como Bernardim Ribeiro, Gil Vicente, Sá de Miranda y, sobre todo, el gran poeta Luís de Camões, famoso por su obra Os Lusíadas.
El siglo XVII vio la llegada del barroco a Portugal, y se considera un tiempo de menos brillo. Por eso, en el siglo XVIII, la literatura portuguesa buscó recuperar su nivel a través de grupos literarios llamados Academias y Arcadias. El romanticismo llegó con el poeta Almeida Garrett, seguido por Alejandro Herculano. Más tarde, en la segunda mitad del siglo XIX, la novela se desarrolló con los movimientos realista y naturalista, siendo Eça de Queirós su mayor representante.
En el siglo XX, Fernando Pessoa se convirtió en un poeta muy importante, considerado al mismo nivel que Camões. En los últimos años, la prosa de ficción ha tenido un gran impulso con autores como António Lobo Antunes y el Premio Nobel de Literatura José Saramago.
Plantilla:Ficha de literatura
Contenido
Literatura Portuguesa: Un Viaje por sus Historias y Poemas
Los Primeros Pasos: La Edad Media
¿Cómo Nació la Literatura Portuguesa?
La literatura portuguesa comenzó cuando surgió el idioma portugués, o más bien el galaicoportugués. Los primeros textos literarios que se conservan son de la lírica galaicoportuguesa, que se desarrolló entre los siglos XII y XIV. Esta poesía tenía una gran influencia de los trovadores de Provenza. Eran canciones cortas llamadas cantigas, que se crearon primero en las cortes de Galicia y el norte de Portugal.
Más tarde, estas cantigas llegaron a la corte del rey Alfonso X el Sabio de Castilla y León, donde se siguieron escribiendo en gallego. Otros poetas trabajaron en la corte del rey Alfonso III de Portugal y luego en la de Dionisio I, quienes apoyaron mucho la cultura. En total, se conservan unas 1685 cantigas, sin contar las Cantigas de Santa María. Estas se encuentran en libros llamados cancioneros, como el Cancionero de Ajuda y el Cancionero de la Biblioteca Vaticana.
La prosa en gallego apareció más tarde, en el siglo XIII. Eran crónicas cortas, historias de santos (hagiografías) y libros de genealogía llamados Livros de Linhagens. No se han conservado poemas épicos portugueses, pero sí libros de caballerías, como la Demanda do Santo Graal. Se cree que la primera versión del Amadís de Gaula, hoy perdida, se escribió en esta época. Estas historias de caballeros eran muy populares, aunque los estudiosos de la época no las valoraban mucho.
El Siglo XV: Nuevas Voces y Crónicas
A finales del siglo XIV, con un periodo de cambios importantes en Portugal (la crisis de 1383-1385), la literatura portuguesa entró en una nueva etapa. Los reyes seguían muy interesados en la poesía. El rey Juan I de Portugal escribió un Libro de la caza, y sus hijos Eduardo y Pedro escribieron textos sobre moral.
También en esta época, un escritor anónimo narró la historia del héroe Nuno Álvares Pereira en la Chronica do Condestavel. La tradición de escribir crónicas en Portugal comenzó con Fernão Lopes, quien recopiló las historias de los reinados de Pedro I, Fernando I y Juan I. Él combinaba la precisión con una gran habilidad para describir y retratar.
En la poesía, esta época estuvo marcada por la influencia de la poesía italiana del Renacimiento, especialmente de Petrarca. Esta influencia llegó a Portugal a través de la española. Por eso, muchos autores, como Pedro de Portugal, escribieron en español. La influencia italiana se ve en el gusto por las alegorías y las referencias a la Antigüedad clásica.
Se recopilaron cancioneros como el Cancioneiro Geral, que contiene obras de unos 300 poetas de los tiempos de Alfonso V y Juan II. La mayoría de estas composiciones eran poemas elaborados y con juegos de palabras, sobre amor o sátira. Entre los pocos poetas con verdadero talento se encuentran Garcia de Resende, Diogo Brandão y el propio Condestable don Pedro. Sin embargo, en estos cancioneros también aparecen tres nombres que cambiarían el rumbo de la literatura portuguesa: Bernardim Ribeiro, Gil Vicente y Sá de Miranda.
El Renacimiento: La Época Dorada
Poesía y Grandes Historias Épicas
El siglo XVI marcó el inicio de nuevos géneros literarios en Portugal, que llegaron principalmente de Italia. Uno de ellos fue la poesía pastoril, introducida por Bernardim Ribeiro, quien se inspiró en modelos extranjeros y en las canciones tradicionales portuguesas. A este género también pertenecen las églogas de Christovão Falcão. Estas obras, al igual que las Cartas de Sá de Miranda, se escribieron en versos de arte mayor, que eran más largos que los tradicionales portugueses.
En la poesía lírica, además de Sá de Miranda, quien trajo las formas italianas, destacan António Ferreira, Diogo Bernardes y Pedro de Andrade Caminha. Todos ellos siguieron la escuela italiana, aunque a veces sus obras eran un poco artificiales.
La poesía épica se desarrolló gracias a la figura fundamental de Luís de Camões. Él logró combinar elementos clásicos con temas nacionales para crear una nueva poesía, especialmente en su obra Os Lusíadas, un poema épico muy importante para Portugal. Sus seguidores, como Jerónimo Corte-Real y Luís Pereira Brandão, nunca alcanzaron su nivel, y sus obras son casi como crónicas en verso.
El Teatro Portugués Nace
Gil Vicente es considerado el "padre del drama portugués". Escribió cuarenta y una obras (catorce en portugués, once en español y las demás bilingües). Entre ellas hay obras religiosas, tragicomedias y farsas. Su carrera comenzó en 1502 con obras religiosas, como el Auto da Alma y la trilogía de las Barcas. Más tarde, incursionó en la sátira y finalmente en la comedia pura, con obras como Ignez Pereira. Sus historias eran sencillas, sus diálogos inspirados y vivos, y sus versos a menudo muy hermosos.
Los dramaturgos que le siguieron no tuvieron tanto talento. Cuando fueron criticados, se conformaron con entretener a la gente en ferias y festivales. Los autores cultos que intentaron seguir a Gil Vicente tuvieron poco éxito. Jorge Ferreira de Vasconcelos escribió la primera obra dramática en prosa, Eufrosina, y Antonio Ferreira creó una tragedia, Ignez de Castro, que, aunque un poco débil, tenía algunos ecos de Sófocles.
La Prosa: Viajes y Conocimiento
La prosa en el siglo XVI se dedicó principalmente a la historia y a las crónicas de viajes. Las Décadas de João de Barros, continuadas por Diogo do Couto, describían con gran habilidad las aventuras de los portugueses durante los descubrimientos y conquistas en Oriente. Damião de Góis, un humanista y amigo de Erasmo, narró con notable independencia el reinado del rey Manuel I de Portugal.
Otros autores que escribieron sobre los viajes a Oriente fueron Fernão Lopes de Castanheda y Antonio Galvão. Las crónicas reales quedaron en manos de Francisco de Andrade. La literatura de viajes de esta época es muy extensa: los exploradores portugueses visitaron y describieron Siria, Persia, Abisinia o Brasil. Un ejemplo es la Peregrinación de Fernão Mendes Pinto, quien contó sus aventuras con un estilo enérgico y colorido. La Historia Trágico-Marítima recopila historias anónimas sobre naufragios entre 1552 y 1604. Los diálogos de Samuel Usque, un judío de Lisboa, también son importantes.
Los temas religiosos se trataban generalmente en latín, pero entre los escritores de moral que usaron el portugués están Fray Heitor Pinto y Fray Tomé de Jesus, cuyas obras fueron traducidas a varios idiomas.
El Barroco: Un Estilo Elaborado
En general, la literatura portuguesa del siglo XVII se considera de menor calidad que la del siglo anterior, que fue el "Siglo de Oro". Esto se ha atribuido al gobierno absoluto de la monarquía y a la influencia de la Inquisición, que impuso la censura. Sin embargo, hubo un declive general en Portugal en este siglo, tanto político como cultural.
El estilo barroco, con su gusto por lo elaborado y a veces complicado, se manifestó en los poetas de este siglo. La revolución que llevó a la Independencia de Portugal en 1640 no logró revertir esta tendencia. La influencia cultural de España siguió siendo fuerte, y el español continuó siendo el idioma más usado por las clases altas y los autores que buscaban una audiencia más amplia. Los autores portugueses de siglos anteriores fueron olvidados como modelos.
Esta influencia extranjera fue especialmente fuerte en el teatro: los dramaturgos portugueses escribían en español. El portugués solo se usaba en obras religiosas de poco valor o en comedias ingeniosas como las de Francisco Manuel de Melo, autor de un Auto do Fidalgo Aprendiz. En esta época surgieron varias Academias con nombres curiosos que intentaban mejorar la literatura portuguesa, pero se perdieron en discusiones y contribuyeron al triunfo de la pedantería.
Poesía Lírica y Prosa en el Barroco
En el siglo XVII se siguieron escribiendo obras pastoriles, como las de Francisco Rodrigues Lobo, que eran melodiosas pero un poco artificiales. D. Francisco Manuel de Melo, autor de sonetos morales, también escribió imitaciones de romances populares. Su mejor obra es el Memorial a Juan IV, así como los ingeniosos Apologos Dialogaes y la filosofía doméstica de la Carta de Guia de Casados, en prosa. Otros poetas de este periodo son Sor Violante do Ceo y Fray Jeronymo Vahia.
El siglo XVII fue más productivo en prosa que en verso. Florecieron la historia, la biografía, la oratoria religiosa y el género epistolar. Los principales historiadores de esta época eran a menudo frailes que trabajaban desde sus conventos, a diferencia del siglo anterior, cuando eran viajeros o conquistadores. Esto hizo que, en general, fueran mejores estilistas que historiadores. Por ejemplo, de los cinco autores que contribuyeron a la extensa obra Monarchia Lusitana, solo Fray Antonio Brandão valoraba la importancia de los documentos.
Fray Bernardo de Brito, por ejemplo, comienza la obra con la Creación y mezcla constantemente leyendas con hechos históricos. Fray Luís de Sousa, un estilista famoso, usó materiales anteriores para crear la famosa historia de santos Vida de D. Frei Bertholameu dos Martyres y sus Annaes d'el Rei D. João III. Manuel de Faria e Sousa, historiador y comentarista de la obra de Camoens, eligió el castellano para escribir, al igual que Melo cuando relató las Guerras Catalanas.
La oratoria religiosa alcanzó su punto más alto en este siglo. La originalidad y la imaginación de sus sermones hicieron que el portugués P. António Vieira fuera considerado en Roma como el "Príncipe de los Oradores Católicos". Aunque sus obras tienen algunos defectos del gusto de la época, muestran grandeza de ideas y expresión. Los discursos de Manuel Bernardes también muestran una calma y dulzura especiales, y se consideran un modelo clásico de prosa portuguesa. La escritura de cartas está representada por autores como Francisco Manuel de Melo y Fray Antonio das Chagas, y por las cinco cartas que forman las Cartas de Mariana Alcoforado.
El Neoclasicismo: Buscando la Perfección
La literatura portuguesa de la primera mitad del siglo XVIII estuvo marcada por la afectación, pero poco a poco comenzaron a verse cambios que llevarían a la gran reforma literaria conocida como Romanticismo. Hombres destacados que se fueron al extranjero para escapar de un gobierno autoritario contribuyeron al progreso intelectual de la nación en los últimos años del siglo. Verney, por ejemplo, criticó los métodos educativos anticuados y expuso la decadencia literaria y científica del país en el Verdadeiro Methodo de Estudar (1746). Varias Academias y Arcadias trabajaron para lograr la pureza del estilo y la forma de hablar, y tradujeron los mejores clásicos extranjeros.
Las Academias y la Poesía
La Academia de la Historia, fundada por Juan V en 1720, publicó quince volúmenes de Memorias y sentó las bases para el estudio crítico de la historia portuguesa. Entre sus miembros estaba Caetano de Sousa, autor de una voluminosa Historia de la Casa Real. La Real Academia de las Ciencias, fundada en 1780, hizo algo similar con la crítica literaria, aunque esta labor fue realizada principalmente por otras instituciones similares, las Arcadias.
Entre las Arcadias, la más importante fue la Arcadia Ulisiponense, establecida en 1756 por el poeta António Diniz da Cruz e Silva. Su objetivo era "formar una escuela que sirviera de buen ejemplo en oratoria y poesía". Esta Academia incluía a algunos de los escritores más influyentes de su época: Pedro Antonio Joaquim Correa da Serra Garção compuso una Cantata de Dido, así como sonetos, odas y epístolas. Los versos de Domingos dos Reis Quita tenían la sencillez y dulzura de los de Bernardin Ribeiro. El poema épico-satírico Hyssope, del propio Cruz e Silva, se burlaba de los celos eclesiásticos y los tipos sociales de la época con humor.
Las disputas internas llevaron a la disolución de la Arcadia en 1774, pero para entonces ya había contribuido a elevar los estándares del buen gusto y a introducir nuevas formas poéticas en la literatura portuguesa. Lamentablemente, algunos de sus miembros no solo imitaron a los clásicos griegos y latinos y a los poetas renacentistas portugueses, sino que desarrollaron un estilo frío y demasiado intelectual, sin emoción ni color.
En 1790 nació una Nueva Arcadia, a la que pertenecía Manuel María Barbosa du Bocage, quien pudo haber sido un gran poeta. Su talento lo llevó a reaccionar contra la mediocridad general. Sus sonetos compiten con los de Camoens. También fue un maestro de la poesía corta e improvisada. Otro sacerdote, José Agostinho de Macedo, era un verdadero líder literario y en su obra Os Burros superó a todos los demás poetas en la agresividad de sus críticas. Incluso intentó reemplazar los Lusíadas de Camoens con una obra épica sin mucho interés, Oriente. Sin embargo, escribió obras didácticas notables y odas aceptables, y sus cartas y textos políticos muestran conocimiento.
De los demás miembros de las Arcadias, solo Curvo Semedo merece ser mencionado. Entre los autores "disidentes" (los que se mantuvieron fuera de estas Arcadias), hay tres que mostraron independencia creativa: José Anastacio da Cunha, Nicolau Tolentino de Almeida y Francisco Manoel de Nascimento, más conocido como Filinto Elysio. El primero compuso versos filosóficos y tiernos. El segundo describió las costumbres y manías de su época en quintillas llenas de ingenio y realismo. El tercero vivió en el exilio en París y mantuvo el aprecio por los poetas del siglo XVI. Purificó el idioma de palabras francesas y lo enriqueció con numerosas obras, originales y traducidas. Aunque le faltaba imaginación, sus cuentos o escenas de la vida portuguesa tienen un interesante toque realista. Poco antes de su fallecimiento, se unió al Romanticismo y ayudó a preparar el camino para su éxito, en la persona de Almeida Garrett.
Prosa y Teatro en el Neoclasicismo
La prosa del siglo XVIII se dedicó principalmente a temas científicos, aunque las cartas de Antonio da Costa, Antonio Ribeiro Sanches y Alexandre de Gusmão tienen un valor literario.
Aunque la Corte regresó a Lisboa en 1640, mantuvo su gusto por las óperas italianas y las obras teatrales francesas, en lugar de las representaciones locales. A principios del siglo XVIII surgieron muchos autores que intentaron sin éxito crear un teatro nacional. Sus obras solían ser cómicas. Las "Óperas Portuguesas" de Antonio José da Silva, producidas entre 1733 y 1741, tienen una verdadera fuerza cómica y cierta originalidad.
Al mismo tiempo, los autores de las Arcadias se propusieron elevar el nivel del teatro portugués, inspirándose en los dramaturgos franceses de la época, pero en general les faltaba talento y lograron pocos avances reales. Garção escribió dos comedias brillantes; Domingos dos Reis Quita, varias tragedias, y Manuel de Figueredo recopiló obras en prosa y verso sobre temas nacionales, pero no pudo crear personajes memorables.
Romanticismo y Realismo: Emoción y Vida Cotidiana
La Poesía Romántica y Realista
A principios del siglo XIX, la literatura portuguesa vivió una gran transformación iniciada por el poeta Almeida Garrett. Él conoció el Romanticismo inglés y francés durante su tiempo fuera del país, y decidió basar sus obras en la tradición portuguesa. En su poema narrativo Camões (1825), rompió con las reglas de composición. Le siguieron Flores sem Fructo y la colección de poemas de amor Folhas Cahidas ("Hojas caídas"). Su elegante prosa se encuentra en la obra Viagens na minha terra.
Entre los primeros seguidores de Almeida Garret se encuentra Alejandro Herculano, cuya poesía está llena de temas patrióticos y religiosos. El movimiento se volvió más extremo en manos de autores como Castilho, un maestro del verso con pocas ideas, o en los versos de João de Lemos. Thomas Ribeiro, autor del poema patriótico D. Jayme, es sincero en sus contenidos, pero sigue los excesos de esta escuela en su gusto por la forma y la melodía.
En 1865, un grupo de jóvenes autores liderados por Antero de Quental y por el futuro presidente Teófilo Braga, se rebelaron contra el dominio de Castilho en la literatura portuguesa. Influenciados por tendencias extranjeras, proclamaron la unión de la filosofía y la poesía. Una fuerte discusión con textos y folletos contribuyó a la caída de Castilho, y la poesía ganó en profundidad y realismo. Como poeta, Quental dejó unos sonetos elegantes pero con un tono de tristeza, inspirados en ideas de Alemania.
Guerra Junqueiro es recordado principalmente como el poeta irónico de Morte de D. João, pero en Patria también logró evocar a la Dinastía de Braganza en algunas escenas poderosas. António Gomes Leal es un poeta con toques de Baudelaire, mientras que João de Deus, uno de los poetas más importantes de su generación, no pertenecía a ninguna escuela y se inspiraba en las mujeres y la religión. Sus primeros poemas, reunidos en Campo de Flores, están marcados por una ternura y un misticismo muy portugueses.
Otros poetas interesantes de esta época son el sonetista João Penha, el parnasiano Gonçalves Crespo o el simbolista Eugénio de Castro.
El Teatro y la Novela
Después de escribir algunas tragedias clásicas, la mejor de las cuales es Cato, Almeida Garrett se propuso transformar el teatro portugués de forma independiente. Con el objetivo de crear un teatro verdaderamente nacional, eligió temas de la historia portuguesa y, comenzando por Un auto de Gil Vicente, creó una serie de obras en prosa que culminaron con Hermano Luiz de Sousa, una verdadera obra maestra. Sus imitadores, Mendes Leal y Pinheiro Chagas, cayeron en un romanticismo exagerado, pero Fernando Caldeira y Gervasio Lobato escribieron pequeñas comedias vivas e ingeniosas.
La novela portuguesa del siglo XIX comenzó con obras históricas al estilo de Walter Scott, escritas por Alejandro Herculano. Le siguieron Rebello da Silva con A Mocidade de D. João V. La novela de costumbres en Portugal se debe a Camilo Castelo Branco, un escritor que describe la vida de la primera mitad del siglo en Amor de Perdição y Novellas do Minho. Joaquim Guilherme Gomes Coelho (más conocido como Júlio Dinis), fue un escritor idealista y romántico, conocido sobre todo por su obra As Pupillas do Sr. Reitor, una novela que describe ambientes rurales.
Pero sin duda el mayor artista del realismo portugués es José Maria de Eça de Queiroz, a quien se considera el fundador del naturalismo portugués. Es autor de obras como Primo Basilio, Correspondencia de Fradique Mendes o A Cidade e as Serras. Sus personajes siempre son muy reales, y muchos de sus pasajes descriptivos y satíricos se han convertido en clásicos. Entre los novelistas menos conocidos de esta época, cabe señalar a Pinheiro Chagas y Teixeira de Queiroz.
Otros Escritos en Prosa
La historia se convirtió en una ciencia en manos de Herculano, cuya Historia de Portugal es valiosa tanto por su contenido como por su estilo. La novela histórica tuvo importantes obras con autores como António de Oliveira Marreca y Luís Augusto Rebelo da Silva. Un género muy específico del romanticismo portugués fue la novela marítima, cultivada por Francisco María Bordalo.
Joaquim Pedro de Oliveira Martins, por su parte, creó personajes y escenas interesantes en sus obras Os Filhos de D. João y Vida de Nun' Alvares. As Farpas, de Ramalho Ortigão, se distingue por su sentido del humor, al igual que las obras de Fialho d'Almeida. La crítica literaria, por otro lado, está representada sobre todo por Luciano Cordeiro. La revista Panorama, dirigida por Herculano, tuvo una importante influencia en la literatura portuguesa en esta época.
Siglos XX y XXI: Voces Modernas
A principios del siglo XX surgió el grupo de la "Renascença Portuguesa", alrededor de la revista A Águia. Este grupo incluía el movimiento conocido como Saudosismo, que era nostálgico y subjetivo, y cuyo máximo representante era el poeta Teixeira de Pascoaes. Sin embargo, el gran poeta de principios de siglo es Fernando Pessoa, quien no tuvo mucho éxito en vida, pero que después de su fallecimiento ha sido considerado el mejor poeta portugués de todos los tiempos, compitiendo solo con Camoens.
Su obra poética se basa en la creación de diferentes voces poéticas o heterónimos (Álvaro de Campos, Alberto Caeiro, Ricardo Reis o Bernardo Soares, entre otros), cada uno con su propia personalidad y estilo. Otro poeta de esta época, que compartió páginas con Pessoa en la revista modernista Orpheu fue Mário de Sá-Carneiro, un poeta con una vida difícil, que falleció en París en 1916. También José Régio destacó como poeta y dramaturgo.
A mediados del siglo, surgieron dos tendencias opuestas en la literatura portuguesa: una alrededor de la revista Presença, más cercana a las vanguardias, y otra, cercana al neorrealismo, alrededor de la colección Nuevo Cancionero, con figuras como Álvaro Feijó y Carlos de Oliveira. También en esta época existía el grupo surrealista de Lisboa, cuyas figuras principales eran António Pedro y Mário Cesariny de Vasconcellos.
En el teatro, también a mediados del siglo XX, destacan las figuras de Júlio Dantas y José Régio. Un periodo de gobierno especial fomentó posteriormente una nueva literatura "de intervención", que se popularizó gracias a nombres como Bernardo Santareno y Luiz Francisco Rebello.
A principios de los años 1970, durante un periodo de gobierno especial, se publicaron una serie de obras en prosa y en verso de Maria Isabel Barreno, Maria Teresa Horta y Maria Velho da Costa que generaron mucho debate. Su publicación fue inicialmente prohibida, y solo pudieron reimprimirse después de que terminara ese periodo. Otra poetisa destacable de esta misma época fue Sophia de Mello Breyner, autora de una amplia obra poética.
En los últimos años del siglo XX y a comienzos del XXI, la literatura portuguesa en prosa ha demostrado una gran vitalidad, gracias a escritores como António Lobo Antunes y sobre todo el Premio Nobel de Literatura José Saramago, autor de novelas como Ensayo sobre la ceguera y La caverna.
Véase también
En inglés: Portuguese literature Facts for Kids