Baltasar Gracián para niños
Datos para niños Baltasar Gracián |
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![]() Retrato de Baltasar Gracián, Graus, iglesia parroquial de San Miguel.
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Información personal | ||
Nacimiento | 8 de enero de 1604 Belmonte de Gracián (Reino de Aragón, Corona de Aragón) |
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Fallecimiento | 6 de diciembre de 1658 Tarazona (Reino de Aragón, Corona de Aragón) |
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Residencia | Calatayud, Huesca, Zaragoza, Tarazona, Tarragona, Valencia, Gandía, Lérida, Toledo y Belmonte de Gracián | |
Nacionalidad | Española | |
Religión | Catolicismo | |
Información profesional | ||
Ocupación | Presbítero católico de rito latino, filósofo y escritor | |
Área | Filosofía | |
Seudónimo | Lorenzo Gracián | |
Orden religiosa | Compañía de Jesús | |
Baltasar Gracián y Morales (nacido en Belmonte de Gracián el 8 de enero de 1601 y fallecido en Tarazona el 6 de diciembre de 1658) fue un sacerdote jesuita y escritor español muy importante del Siglo de Oro. Se dedicó a escribir textos educativos y de filosofía.
Una de sus obras más destacadas es El Criticón, que es como una gran historia que representa la vida humana. Es considerada una de las novelas más importantes de la literatura española, al mismo nivel que obras como El Quijote.
Su forma de escribir se conoce como conceptismo. Creó un estilo muy personal, con frases cortas, llenas de significado y con muchos juegos de palabras ingeniosos. Su lenguaje era muy directo, con muchos aforismos (frases que expresan una idea profunda) y capaz de decir mucho con pocas palabras.
El pensamiento de Gracián era un poco pesimista, algo común en la época del Barroco. Creía que el mundo era un lugar difícil y engañoso, donde lo que parecía bueno no siempre lo era. Pensaba que las personas podían ser débiles y maliciosas. Por eso, muchas de sus obras enseñan a los lectores cómo ser astutos y prudentes para manejarse en la vida.
Por su forma de pensar, algunos lo consideran un adelantado a ideas como el existencialismo. Influyó en pensadores franceses y más tarde en filósofos como Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche. Su forma de ver la vida está ligada a la situación de España en ese momento, que estaba en un periodo de cambio.
Contenido
- Biografía de Baltasar Gracián
- Obras de Baltasar Gracián
- Estilo de escritura de Baltasar Gracián
- Véase también
Biografía de Baltasar Gracián
Baltasar Gracián nació en Belmonte de Gracián, cerca de Calatayud, en 1601. No se sabe mucho de su infancia. Su padre, Francisco Gracián Garcés, era de Sabiñán, y la casa de su familia aún se conserva allí. En 1604, su padre fue contratado como médico en Ateca, así que la familia se mudó.
Se cree que Baltasar estudió letras desde los diez o doce años en Calatayud, quizás en el colegio de jesuitas. Hacia 1617, vivió uno o dos años en Toledo con su tío Antonio Gracián, donde aprendió lógica y mejoró su latín.
En 1619, entró en el noviciado de los jesuitas en Tarragona. Allí no tuvo que estudiar humanidades porque ya tenía una excelente formación. En 1621, regresó a Calatayud para estudiar Filosofía durante dos años. En esta etapa, desarrolló su interés por la ética, que marcó toda su obra. Completó su formación religiosa con cuatro años de Teología en la Universidad de Zaragoza.
Fue ordenado sacerdote en 1627 y empezó a dar clases de Humanidades en el Colegio de Calatayud. Este periodo fue agradable para él, pero años después tuvo problemas con los jesuitas de Valencia, adonde lo trasladaron en 1630.
Luego fue a Lérida en 1631 para dar clases de Teología Moral. En 1633, viajó a Gandía para enseñar Filosofía, y allí se reavivaron sus problemas con los jesuitas de Valencia.
En el verano de 1636, volvió a Huesca como confesor y predicador. Esta ciudad fue muy importante para él, ya que con el apoyo de Vincencio Juan de Lastanosa, un hombre culto que lo ayudó, pudo publicar su primer libro: El Héroe (1637).
Lastanosa tenía una casa-museo donde se reunían escritores y artistas. Este palacio, visitado incluso por el rey Felipe IV, era famoso por sus jardines, su colección de armas y medallas, y una enorme biblioteca de casi siete mil libros. En este ambiente, Gracián conoció a importantes intelectuales aragoneses, como el poeta Manuel de Salinas y el historiador Juan Francisco Andrés de Uztarroz.
En 1639, llegó a Zaragoza como confesor del virrey de Aragón, Francisco María Carrafa. Viajó con él a Madrid, donde predicó. Sin embargo, su estancia en la Corte no fue lo que esperaba, ya que sus ambiciones literarias no se cumplieron. A pesar de esto, publicó allí su segunda obra, El Político (1640), y terminó la primera versión de su libro sobre estética literaria barroca, Arte de ingenio, tratado de la agudeza (1642).
De 1642 a 1644, fue vicerrector del Colegio de Tarragona. Allí ayudó a los soldados que tomarían Lérida durante la Sublevación de Cataluña (1640). Después de esta campaña, enfermó y fue enviado a Valencia para recuperarse. Aprovechando la biblioteca del hospital, preparó una nueva obra, El Discreto (1646), que se publicó en Huesca.
De nuevo en Huesca, dio clases de Teología Moral hasta 1650. Fue en esta época cuando más tiempo pudo dedicar a la literatura. Publicó el Oráculo manual y arte de prudencia (1647) y la segunda versión de su tratado sobre el ingenio, Agudeza y arte de ingenio (1648).

En el verano de 1650, fue enviado a Zaragoza como Maestro de Escritura. Al año siguiente, publicó la primera parte de su obra más importante: El Criticón. Gracián publicó casi todas sus obras sin el permiso de la Compañía de Jesús, lo que causó problemas con sus superiores.
Estas quejas no lo detuvieron, y la segunda parte de El Criticón se publicó en Huesca. Algunos jesuitas de Valencia, debido a viejas rivalidades, interpretaron un pasaje de la obra como una ofensa personal. Esto llevó a nuevas quejas ante los superiores de la Compañía, quienes criticaron que sus obras no eran lo suficientemente religiosas para un jesuita. Quizás para defenderse, publicó El Comulgatorio (1655), un libro sobre la preparación para la Eucaristía, esta vez con su nombre real.
Pero la publicación de la tercera parte de El Criticón en 1657, de nuevo sin permiso y con su seudónimo Lorenzo Gracián, provocó su caída en desgracia. El nuevo provincial de Aragón, Jacinto Piquer, lo reprendió públicamente, le impuso ayuno a pan y agua, le prohibió escribir y lo despidió de su cátedra en el Colegio Jesuita de Zaragoza. A principios de 1658, Gracián fue enviado a Graus, un pueblo en el Pirineo de Huesca.
Poco después, Gracián pidió al General de la Compañía que lo dejara unirse a otra orden religiosa. Su petición no fue aceptada, pero su castigo se suavizó: en abril de 1658, fue enviado a desempeñar cargos menores en el Colegio de Tarazona. Los problemas de los últimos tiempos debieron afectar su salud, ya que en junio no pudo asistir a una reunión importante. Falleció poco después, en Tarazona, el 6 de diciembre de 1658. Probablemente fue enterrado en la fosa común del colegio.
Obras de Baltasar Gracián
Gracián se dedicó por completo a la vida intelectual, lo que a veces hacía que sus obras parecieran un poco frías. Su visión del ser humano y de la vida era negativa, muy propia del Barroco: veía la vida como un engaño constante y una lucha. Creía que las cosas tienen una apariencia engañosa y una realidad oculta. Su obra refleja la situación de España en ese momento, que estaba en un periodo de cambio.
Su filosofía es práctica y busca el éxito: hay que actuar sin descanso, usando la voluntad y la inteligencia. La prudencia, la desconfianza y la cautela son esenciales. Esto se ve en las trescientas frases del Oráculo manual y arte de prudencia (1647). Como la vida es una lucha, nos prepara para defendernos y para entender a los demás. A veces, retirarse a tiempo es mejor que una victoria brillante.
Su estilo es el máximo ejemplo del conceptismo, y él mismo lo explicó en sus teorías. Usa mucho las antítesis (ideas opuestas), paradojas, oxímoron y juegos de palabras. También usa la elipsis, que es cuando se omiten palabras para que el texto sea más denso y rápido. Su estilo se caracteriza por la agudeza (ingenio), la alegoría (historias con un significado oculto) y el humor.
En sus libros, Gracián propone diferentes tipos de personas ideales:
- El Héroe (1639): describe las cualidades para superar obstáculos.
- El Discreto (1646): enseña cómo comportarse en la corte.
- El Político (1640): presenta a Fernando el Católico como un modelo de gobernante.
Si vemos todas las obras de Baltasar Gracián, notamos una relación con su vida. Desde el entusiasmo juvenil por el éxito en El Héroe, hasta el desengaño de la vejez y la muerte en los últimos capítulos de El Criticón. En el prólogo de El Héroe (1637), escribió:
¡Qué singular te deseo! Emprendo formar con un libro enano un varón gigante y, con breves períodos, inmortales hechos. Sacar un varón máximo; esto es milagro en perfección (...)El Héroe, prólogo «Al lector»
Otros dos libros siguieron esta idea de describir al hombre perfecto: El Político, que toma las cualidades del rey Fernando el Católico, y El Discreto, una guía de conducta para el hombre en sociedad.
Gracián también se esforzó en escribir un tratado sobre la estética literaria del Barroco: la Agudeza y arte de ingenio. En este libro, explica qué es el «concepto» y propone una nueva forma de retórica basada en la práctica del Barroco. Su análisis se basa en ejemplos de textos, y no solo en reglas preestablecidas.
Toda la obra de Gracián, que siempre busca ser útil para la vida de las personas, se centra en la filosofía moral. Las ideas sobre cómo comportarse en el mundo, que había acumulado en libros anteriores, se resumen en su obra más concisa y llena de frases profundas, el Oráculo manual y arte de prudencia. Con este libro, completa su proyecto de «manuales para vivir» para la persona ideal.
Fue admirado por pensadores franceses de los siglos XVII y XVIII, y en el siglo XIX por Arthur Schopenhauer, quien tradujo al alemán el Oráculo manual y arte de prudencia. Esta versión fue muy conocida por Friedrich Nietzsche, quien dijo que Europa no había producido nada tan fino en sutileza moral. Gracias a ellos, la obra de Gracián se estudió en las universidades alemanas.
Finalmente, Gracián se atrevió a escribir una novela. Quiso usar todo su conocimiento de retórica para crear una novela que fuera a la vez un tratado de filosofía moral, a la que llamó «agudeza compuesta fingida» (una alegoría novelada). Esto se concretó en las tres partes de El Criticón, que narra el ciclo completo de la vida de un hombre que debe superar los desafíos de un mundo en crisis en la sociedad del Barroco.
El último libro que publicó, quizás para complacer a la orden jesuita, que no veía con buenos ojos su enfoque de la vida sin la ayuda cristiana, fue El Comulgatorio. Es el único que publicó con su nombre real y que fue revisado por los censores de su orden. Sin embargo, después de la aparición de la tercera parte de El Criticón en 1657 —de nuevo sin el permiso de la Compañía y con su conocido seudónimo de Lorenzo Gracián—, Gracián fue castigado con ayuno riguroso y confinado. El tono pesimista de El Criticón coincide con los problemas que tuvo al final de su vida.
El Héroe (1637)
El Héroe fue el primer libro que publicó Baltasar Gracián. Es un texto que describe las cualidades de una persona excepcional. Cada una de estas cualidades se ilustra con ejemplos de personajes históricos importantes, siguiendo una tradición antigua de recopilar hechos y dichos memorables. Cada capítulo se llama «primor», que significa «lo mejor» o «el primero».
La obra se parece a El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, ya que es un manual de buen gobierno, pero aplicado a la propia persona. Sin embargo, a diferencia de Maquiavelo, Gracián busca que la política y la moral vayan de la mano, algo importante en la Contrarreforma española.
Además, El Héroe se relaciona con El Cortesano de Baltasar de Castiglione, aunque para Gracián, el cortesano no solo necesita buenos modales, sino también astucia, inteligencia y prudencia.
Ediciones
- Huesca, Juan Francisco de Larumbe, 1637.
- Madrid, Diego Díaz, 1639.
- Ámsterdam, Juan Blaeu, 1659.
- Adolphe Coster, Chartres, libraire Lester, 1911.
- Luis Esteso, Madrid, editorial América, 1918.
El Político (1640)
En El político don Fernando el Católico, Gracián defiende que Fernando el Católico fue el mejor rey de España. Describe sus habilidades políticas y sus virtudes como un ejemplo a seguir. No es tanto una biografía, sino un manual de moral práctica, pero centrado en un gran rey.
Este texto está escrito como un discurso académico, un tipo de obra muy popular en el Renacimiento y el Barroco. Ofrece un modelo de gobernante que destaca sobre todos los reyes anteriores, y que debe ser un espejo para los futuros, incluyendo a Felipe IV.
Arte de ingenio, tratado de la agudeza (1642)
Gracián escribió dos libros sobre el ingenio y la agudeza. El primero se publicó en Madrid en 1642 con el título de Arte de ingenio, tratado de la agudeza. El segundo, Agudeza y arte de ingenio, apareció en 1648. La teoría sobre el conceptismo que explica en esta obra ayuda a entender la literatura de su tiempo. Los tipos de escritura que Gracián usó en sus obras se definen aquí de forma teórica. Más tarde, este libro fue revisado y ampliado en una edición definitiva.
Ediciones
- Emilio Blanco (ed.), Arte de ingenio, Madrid, Cátedra, 1998.
El Discreto (1646)
Este libro es una de sus obras más maduras. De nuevo, es un tratado que describe cómo debe ser una persona para ser un «caballero completo»: prudente, inteligente, con buen gusto y buena educación. Por «discreción» entiende la capacidad de discernir, es decir, la inteligencia para elegir lo mejor y para saber qué necesita una persona para ser competente en todas lasiones.
Pero en este libro, Gracián ya no busca la excelencia heroica, sino que se conforma con ayudar a mejorar al hombre común para que destaque en sociedad. El modelo propuesto ya no es un ser excepcional, un héroe o un rey, como en sus dos tratados anteriores. Ahora se trata de enseñar a un hombre prudente que necesita muchas cualidades no solo para gobernar, sino para desenvolverse en la sociedad. Con el tiempo, el pesimismo de Gracián, al ver la malicia del mundo, se hizo más fuerte. Su desengaño hace que el objetivo del héroe planteado en el primer libro sea una utopía. Ahora basta con ser una «persona», es decir, un hombre virtuoso.
En los capítulos de este libro, llamados «realces», se usan muchos tipos de escritura: diálogo, apólogo (historia con moraleja), emblema, sátira, fábula, epístola (carta), discurso académico o panegírico (elogio), entre otros. Aquí usa por primera vez la fábula o la alegoría, creando un tipo de ficción que usaría en su novela alegórica, El Criticón. El último de sus «realces», llamado «Culta repartición de la vida de un discreto», muestra un esquema de la vida del hombre por edades, que es un adelanto de su novela El Criticón.
Ediciones
- EL DISCRETO / DE / LORENZO GRACIAN, / Que publica / DON VINCENCIO IVAN / DE LASTANOSA./ Y / LO DEDICA / AL / Serenissimo Señor, / DON BALTASAR CARLOS /Principe de las Españas. / Y / Del Nuevo Mundo. / Con licencia. /Impresso en Huesca, por Iuan / Nogues, Año 1646. Edición facsímil en línea
- Miguel Romera Navarro y Jorge. M. Furt (ed. crítica), Buenos Aires, Academia Argentina de Letras, 1959.
- Aurora Egido (ed. crítica), Madrid, Alianza, 1997.
- Wikisource (es), edición crítica
Oráculo manual y arte de prudencia (1647)
El Oráculo manual y arte de prudencia (1647) es un resumen de sus libros anteriores sobre moral y enseñanza. El libro tiene trescientos aforismos (frases cortas con un mensaje profundo) comentados, y ofrece consejos para manejarse en una sociedad complicada.
Este libro no solo ha interesado a los amantes de la literatura. Desde su publicación, ha sido estudiado por pensadores y filósofos. Arthur Schopenhauer lo admiraba tanto que lo tradujo al alemán, y esa versión fue la más conocida del Oráculo en ese idioma.
Este «arte de prudencia» de Gracián sigue siendo relevante hoy en día. Una versión en inglés, The art of worldly wisdom: a pocket oracle, vendió más de 150.000 copias en países de habla inglesa, presentándose como un manual de autoayuda para ejecutivos. En 1992, estuvo dieciocho semanas en la lista de los más vendidos del The Washington Post.
Se ha pensado que esta obra es solo una recopilación de frases de sus libros anteriores, pero esto solo es cierto en parte para los primeros cien aforismos. El hecho de comentar sus propias frases era algo nuevo, ya que antes solo se hacía con citas de autores clásicos. Que el Oráculo sea una antología de sus propias frases muestra que Gracián se consideraba a sí mismo un autor importante.
El título «oráculo manual y arte de prudencia» es una antítesis. «Oráculo» significa «secreto divino», y se une a «manual», que significa «para uso práctico y portátil». La palabra «arte» se usa como «reglas para hacer las cosas correctamente». Pero se opone a la «prudencia», porque no hay reglas fijas para la conducta humana. En resumen, el libro sería un manual valioso y secreto de normas prácticas para la vida en un mundo lleno de conflictos.
El estilo del Oráculo, a diferencia de sus libros anteriores, no usa argumentos ni ejemplos históricos. La observación del mundo y la aplicación de estos consejos en la práctica son suficientes para demostrar la validez de estas enseñanzas.
Su estilo es el ejemplo máximo de la economía y concisión de Gracián. En esta obra, hay una gran concentración de significado en frases cortas y directas, que se suceden una tras otra. Esto hace que el Oráculo sea difícil de leer, pero también el que tiene más ideas, siendo un resumen de su pensamiento anterior.
Ediciones
Agudeza y arte de ingenio (1648)
Con Agudeza y arte de ingenio, Gracián escribe su teoría definitiva sobre la estética literaria del Barroco. Es un libro de retórica que analiza las figuras literarias más usadas en su época.
Esta obra es el comentario final sobre el conceptismo y una explicación de su propia forma de escribir, así como la de sus contemporáneos. No es solo un libro de retórica más, porque su análisis de la literatura parte de ejemplos de textos, que en esta versión se amplían mucho, y no de reglas preestablecidas.
En esta revisión de su obra anterior, Arte de ingenio, que es una edición muy ampliada, incluyó más traducciones al castellano de textos latinos, especialmente de Marcial, hechas por Manuel de Salinas. También reorganizó los materiales de 1642 y revisó y pulió el estilo.
En este libro, Gracián da su definición de «concepto»:
un acto del entendimiento que expresa la correspondencia que se halla entre los objetos
No es, en realidad, una obra solo sobre el conceptismo, como lo entendió Marcelino Menéndez Pelayo. Para Gracián, el concepto es la expresión de una semejanza, desde un símil hasta una metáfora, desde una dilogía (palabra con doble sentido) hasta una alegoría compleja. Y estas figuras retóricas son usadas tanto por escritores «conceptistas» como por los «culteranistas». De hecho, la mayoría de los ejemplos que usa para definir los conceptos provienen de la poesía de Luis de Góngora. Además, usa ejemplos de escritores de todas las épocas, no solo del Barroco español. Así, encuentra conceptos ingeniosos en epigramas de Marcial, frases de Séneca, aforismos de Tácito, discursos de Cicerón o ejemplos de Juan Manuel.
Ediciones
- AGUDEZA/ Y/ ARTE DE INGENIO,/ EN QUE SE EXPLICAN TODOS LOS MODOS Y DIFE-/ rencias de Concetos, con exemplares escogidos de todo lo / más bien dicho assi sacro, como humano./ POR/ LORENÇO GRACIAN./ AUMENTALA el mesmo Autor en esta segunda impresión, con un tratado de los/ Estilos, su propiedad, ideas del bien hablar: con el/ Arte de/ Erudicion y modo de aplicarla; Crisis de los Au-/ tores y noticias de libros./ ILUSTRALA/ EL DOCTOR DON MANUEL DE SALINAS Y LIZANA,/ Canonigo de la Cathedral de Huesca, con saçonadas traduc-/ ciones de los Epigramas de Marcial./ PUBLICALA/ DON VINCENCIO IUAN DE LASTANOSA/ Cavallero y Ciudadano de Huesca, en el/ Reyno de Aragón./ CORONALA/ con su nobilisima protección, el Excelentíssimo Señor/ DON ANTONIO XIMENEZ DE URREA: Conde de Aranda & Grande de España./ Con licencia. Impresso en Huesca, por IUAN NOGUES, al Coso,/ Año MDCXLVIII.
- Agudeza y arte de ingenio, en que se explican todos los modos y diferencias de concetos, con exemplares escogidos de todo lo más bien dicho, así sacro, como humano..., Amberes, 1669. edición facsímil en línea
- Evaristo Correa Calderón (ed.), Agudeza y arte de ingenio., Madrid, Castalia, 1969. (2 vols.)
El Comulgatorio (1655)
El Comulgatorio trata sobre cómo un cristiano debe prepararse para recibir la comunión. El libro contiene varias «meditaciones» (capítulos) para que quienes comulgan a menudo puedan prepararse, comulgar y dar gracias. El primer capítulo es para la preparación, el segundo para el acto de la comunión, el tercero para los beneficios de recibir el cuerpo de Cristo y el cuarto para dar gracias. Estas meditaciones se dividen en puntos de reflexión, y cada punto tiene dos partes.
Con El Comulgatorio, Gracián deja de lado el estudio del ingenio y se enfoca en las emociones, siguiendo la línea de otros escritores religiosos del Siglo de Oro. Este es un libro de tema religioso, muy diferente de los que había escrito antes, tanto en tema como en estilo. Lo publicó por primera vez con su nombre real y no con el de su hermano «Lorenzo Gracián» o con un seudónimo. El Comulgatorio es más discursivo y busca conmover. Se parece más a la oratoria sagrada (sermones) que a la filosofía moral llena de frases cortas.
La crítica se divide sobre el género de El Comulgatorio: algunos creen que es un sermón, y otros que es un libro de devoción.
Ediciones
- Baltasar Gracián, El Comulgatorio, Zaragoza, Juan de Ybar, 1655.
- A. Egido (introducción), El Comulgatorio, edición facsímil (Zaragoza, Juan de Ybar, 1655), Zaragoza, Gobierno de Aragón-Institución «Fernando el Católico», 2003.
El Criticón (1651-1657)
Las tres partes de El Criticón, publicadas en 1651, 1653 y 1657, son la obra maestra de Gracián y una de las más importantes del Siglo de Oro español. Es una larga novela alegórica (una historia con un significado oculto) de carácter filosófico, que resume toda la trayectoria literaria de su autor. El Criticón combina la prosa educativa y moral con la ficción metafórica. Cada «crisi» (capítulo) tiene una doble lectura, en el plano real y en el filosófico. En ella se unen la invención y la enseñanza, el conocimiento y el estilo personal, el desengaño y la sátira social.
La obra es una gran alegoría de la vida humana, representada por dos personajes: Andrenio, impulsivo e inexperto, y Critilo, prudente y experimentado. Estos dos personajes simbólicos buscan la Felicidad (Felisinda, que es la madre de Critilo y la esposa de Andrenio). Recorren el mundo conocido para aprender la virtud que, a pesar de los engaños del mundo, los llevará a la inmortalidad al final de la novela. Es la culminación de la visión filosófica de Gracián, donde predomina el desengaño y el pesimismo, aunque la persona virtuosa logra superar la malicia del mundo.
La obra puede verse como una gran epopeya moral. Algunos la han comparado con la novela bizantina por las muchas aventuras de los personajes, y con la novela picaresca por la visión satírica de la sociedad que se muestra a lo largo del viaje de Critilo y Andrenio.
Aunque El Criticón se presenta al principio como una novela bizantina, donde los dos viajeros buscan a Felisinda, pronto se dan cuenta de que es imposible. Así, la novela se convierte en una serie de episodios unidos, como en las novelas de viajes picarescas. Después de este desengaño, el verdadero objetivo de los protagonistas es alcanzar la virtud y la sabiduría. La trama se deja de lado para dar paso a escenas alegóricas que permiten la reflexión filosófica desde una visión satírica del mundo.
El Criticón se publicó en tres partes. La Primera parte, subtitulada «En la primavera de la niñez y en el estío de la juventud», los protagonistas se encuentran en la isla de Santa Elena, cuentan sus aventuras y viajan a España, empezando por la Corte. La Segunda parte, «Juiciosa cortesana filosofía en el otoño de la varonil edad», transcurre por Aragón y Francia. En la Tercera Parte, «En el invierno de la vejez», entran por Alemania y terminan en Roma, para luego alcanzar la inmortalidad al morir. Los tres tomos tienen una estructura muy equilibrada. Las dos primeras partes tienen trece «crisis» (capítulos) cada una, y la tercera tiene doce.
El tiempo de la historia se organiza según el ciclo de la vida humana y las estaciones del año, como ya se había esbozado en el último capítulo de El Discreto. El tiempo de la novela avanza de forma lineal, pero con muchas interrupciones y desvíos. En estos momentos, se describe un mundo alegórico, lo que detiene el tiempo y permite la reflexión filosófica y moral.
Parece que Gracián tenía un plan para El Criticón desde el principio, ya que la obra empieza y termina en una isla. También hay una estructura basada en la antítesis. Esto se ve en los dos protagonistas principales, Andrenio y Critilo, y en toda la obra, desde sus diferentes comportamientos hasta la abundancia de frases con dos partes opuestas. Además, los temas principales de la obra son el engaño y el desengaño, que estructuran toda la narración.
Evaristo Correa Calderón cree que El Criticón es una serie de escenas alegóricas unidas solo por el viaje de los dos protagonistas, como ocurre en otros libros satíricos de la época. Así lo hacían obras como El Diablo Cojuelo, de Luis Vélez de Guevara, que usaba una estructura de pequeños módulos alegóricos independientes, como los que se unen en el camino de los dos viajeros de Gracián.
El autor muestra una técnica que desdobla la visión de las cosas según el punto de vista de cada personaje, pero de forma opuesta, no múltiple como en Cervantes. La novela, sin embargo, refleja una visión pesimista de la sociedad, con la que se identificó Arthur Schopenhauer. Es una mirada amarga y desolada, aunque su pesimismo guarda una esperanza en los dos protagonistas virtuosos, que logran escapar de la mediocridad y alcanzar la fama eterna.
Ediciones
- EL CRITICÓN/ PRIMERA PARTE/ EN/ LA PRIMAVERA/ DE LA NIÑEZ,/ Y EN EL ESTÍO DE LA JUVENTUD./ AUTOR/ GARCÍA DE MARLONES./ Y LO DEDICA/ AL VALEROSO CABALLERO/ DON PABLO DE PARADA, / DE LA ORDEN DE CHRISTO,/ General de la Artillería, y Governa/ dor de Tortosa./ CON LICENCIA./ EN ZARAGOZA, por IVAN NOGUÉS, y a su costa./ Año MDCLI.
- EL CRITICÓN/ SEGUNDA PARTE./ IVYZIOSA CORTESANA/ FILOSOFÍA,/ EN EL OTOÑO DE LA/ VARONIL EDAD./ POR/ LORENZO GRACIÁN./ Y/ LO DEDICA/ AL SERENÍSIMO SEÑOR/ D. IVAN DE AVSTRIA. / CON LICENCIA,/ En Huesca: por Ivan Noguès./ Año 1653./ A costa de Francisco Lamberto, Mercader de Libros./ Vendese en la Carrera de San Gerónimo.
- EL CRITICÓN./ TERCERA PARTE./ EN/ EL INVIERNO DE LA VEJEZ./ POR/ LORENZO GRACIÁN./ Y LO DEDICA/ AL DOCTOR DON/ Lorenço Frances de Vrritigoyti,/ Dean de la Santa Iglesia/ de Siguença. / CON PRIVILEGIO./ En Madrid. Por Pablo de Val. Año 1657./ A costa de Francisco Lamberto, vendese en su casa/ en la Carrera de San Geronimo.
- El Criticón, Lisboa, Henrique Valente de Oliveira, 1.ª parte, 1656; 2.ª parte, 1657; 3.ª parte, 1661.
- Tres partes de El Criticón (...), Barcelona, Antonio Lacavallería, 1664.
- Tres partes de El Criticón (...), Barcelona, Antonio Lacavallería, 1682.
- El Criticón, edición de Julio Cejador, Madrid, Renacimiento, 1913-1914, 2 vols.
- El Criticón, edición crítica y comentada de Miguel Romera Navarro, Philadelphia, University of Pennsylvania Press, 3 vols., 1938, 1939, 1940.
- El Criticón, edición, introducción y notas de Evaristo Correa Calderón, Madrid, Espasa-Calpe, 1971, 3 vols.
- El Criticón, edición, bibliografía y notas de Elena Cantarino, introducción de Emilio Hidalgo-Serna, Madrid, Espasa-Calpe, 1998, 840pp.
- El Criticón, edición e introducción de Carlos Vaíllo, prólogo de José Manuel Blecua, Barcelona, Círculo de Lectores, 2000.
Otras obras
Obras menores
Escritos preliminares en obras ajenas
- Prólogo y edición de Predicación fructuosa del padre Pedro Jerónimo Continente, jesuita (1652)
- Prólogo y selección de Poesías varias de grandes ingenios españoles, de José Alfay (Zaragoza, 1654).
- Aprobación de Entretenimiento de las musas, de Francisco de la Torre Sevil (1654).
- Aprobación de Vida de la infanta Santa Isabel, de Francisco Funes de Villalpando (1655).
- Aprobación de La Perla. Proverbios morales, de Alonso de los Barros (1656).
Epistolario
Se conservan 32 cartas completas de Gracián, dirigidas a Vincencio Juan de Lastanosa, Andrés de Uztarroz, Manuel de Salinas, o Francisco de la Torre Sevil. También hay cartas dirigidas a sus superiores y compañeros jesuitas.
Son importantes las cartas enviadas a un jesuita de Madrid en 1646, donde habla de la batalla de Lérida. Se muestra orgulloso de su valiente participación. Cuenta cómo muchos capellanes enfermaron o fueron hechos prisioneros, y cómo tuvo que trabajar mucho para ayudar a los soldados en el frente, como si fuera un combatiente más.
En estas cartas, además de datos interesantes sobre su vida, se ve un estilo de escritura natural, muy diferente al que usaba en sus obras literarias. En cambio, las aprobaciones y prólogos que escribió, con su estilo conceptista, no son tan interesantes, ya que su tono era de elogio y seguía un formato establecido.
Bibliografía de escritos menores
- Cartas al cronista Juan Francisco Andrés de Uztarroz y al canónigo Manuel de Salinas. Ms. V, 171. Biblioteca Nacional de España, Madrid.
- MOREL-FATIO, A., «Liste chronologique des lettres de Balthasar Gracián dont l'existence a été signalée ou dont le texte a été publié», en Bulletin Hispanique, 1910, XII, pp. 204-206.
- Poesías varias de grandes ingenios españoles, ed. José Alfay, Institución Fernando el Católico, Zaragoza [s.n., 1946].
- Relación [...] sobre el sitio y socorro de Lérida, ed. Carlos Sánchez, Madrid, Carlos Sánchez, 1646.
- ROMERA-NAVARRO, M., «Dos aprobaciones de Gracián», Hispanic Review, Vol. 8, N.º 3 (Jul., 1940), pp. 257-262.
Ediciones de sus obras completas
- Evaristo Correa Calderón. Madrid: Aguilar, 1944.
- Miguel Batllori y Ceferino Peralta. Madrid: Atlas, 1969.
Estilo de escritura de Baltasar Gracián
El estilo de Baltasar Gracián, conocido como «conceptismo», se caracteriza por la elipsis (omitir palabras) y por concentrar el máximo significado en la menor cantidad de palabras. Gracián llevó esto al extremo en el Oráculo manual y arte de prudencia, que está compuesto por casi trescientas frases cortas comentadas. En ellas, juega constantemente con las palabras, y cada frase se convierte en un acertijo gracias a diferentes técnicas de retórica.
Mientras que otros escritores, como Fernando de Herrera o Luis de Góngora, se inspiraron en el estilo de Virgilio y Cicerón, Gracián —un autor barroco— adoptó el estilo directo y conciso de Tácito, Séneca y Marcial. Esto no significa que su estilo fuera sencillo, como el de Cervantes. La dificultad es común tanto en los escritores «culteranistas» (como Góngora) como en los «conceptistas». La diferencia es que el lector de los conceptistas debe descifrar los muchos significados ocultos detrás de cada expresión. Además, la brevedad de sus frases a menudo obliga a adivinar palabras o conexiones lógicas que se han omitido.
La prosa de Gracián está formada por oraciones cortas e independientes, separadas por comas, puntos y puntos y comas, y no por oraciones subordinadas complejas. Predomina la yuxtaposición (unir frases sin nexos) y la coordinación (unir frases con nexos sencillos). La poca presencia de oraciones subordinadas, lejos de facilitar la comprensión, la hace difícil, ya que hay que deducir la lógica de las relaciones entre las frases a partir del significado. La profundidad de Gracián está en el concepto y en lo que se omite, no en la sintaxis.
La concisión se ve en la frecuente omisión de elementos que se entienden por el contexto o porque la relación lógica se da por supuesta y se deja a la inteligencia del lector. Por ejemplo, es común que omita el verbo «ser», como en su famosa frase «Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y aun lo malo, si poco, no tan malo» (Oráculo..., 105.). Esto también es una declaración de intenciones sobre su estilo conciso. También es muy frecuente el uso del zeugma (cuando una palabra se usa para varias ideas). A veces, también omite el sustantivo. Por ejemplo: «Dieron luego conmigo en un calabozo cargándome de hierros, que este fue el fruto de los míos» (se entiende: mis errores, de errar).
La riqueza de significado, casi siempre con varias interpretaciones, es muy intensa en Gracián. Nunca basta con el significado principal, sino que hay que buscar todas las acepciones posibles al mismo tiempo. La dilogía (palabra con doble sentido), la ambivalencia, los dobles y hasta triples sentidos son constantes en la obra de Gracián. No para crear ambigüedad, sino para ofrecer todas las formas de entender el mundo. La doble interpretación, en el plano real y en el alegórico o filosófico, le da una profundidad extraordinaria a su obra. Esto ocurre a nivel de palabras, frases y textos. Por ejemplo, usa dobles sentidos con palabras como «río» (de ‘reír’ y ‘corriente de agua’) o «yerro» (‘metal’ y ‘error’).
En el lenguaje de Gracián, predominan los verbos y los sustantivos, y usa pocos epítetos (adjetivos que describen una cualidad obvia), porque «el estilo conciso los tiene desterrados para atender a la intención, no a la extensión» (Agudeza y arte de ingenio, discurso LX). Muchas de sus frases, sobre todo en el Oráculo manual y arte de prudencia, empiezan con un verbo, a veces con la palabra «no». A menudo, el verbo es el centro de la frase.
Además, Gracián usa constantemente la antítesis (contraste), la paradoja y el retruécano, reforzándolos con frases de dos partes que se oponen. Esta simetría crea un ritmo ágil, una prosa binaria, similar a la de Antonio de Guevara en el siglo XVI. Destaca cómo crea oposiciones usando la paronomasia (palabras parecidas en sonido pero diferentes en significado), como en cielo-cieno, tálamo-túmulo, joyas-hoyas, vestal-bestial o gusto-gasto. El mismo retruécano (juego de palabras que invierte el orden) a menudo sirve para expresar el contraste: el hombre «no come ya para vivir, sino que vive para comer» (Criticón, I, X); los españoles «tienen tales virtudes como si no tuviesen vicios, y tienen tales vicios como si no tuviesen virtudes» (Criticón, II, III); «así que de todo hay en el mundo: unos que siendo viejos quieren parecer mozos, y otros que siendo mozos quieren parecer viejos.» (Criticón, III, I).
Otra característica del estilo de Gracián es la búsqueda de la precisión en las palabras, para lo cual a menudo crea neologismos (palabras nuevas). Y en este aspecto, el sustantivo es clave en el estilo de Gracián, en detrimento de adjetivos, adverbios y nexos de subordinación. Así aparecen términos como «conreyes», «descomido», «desañar», «despenado» o «reconsejo», que eran nuevos en el español.
Otras veces, usa significados de palabras que habían caído en desuso y que él recupera (plausible=admirable, plático=práctico, brujulear=sondear el carácter, sindéresis=capacidad natural para el juicio correcto, etc.) o cultismos (palabras de origen griego o latino) para enriquecer el idioma, como «crisis» (estimación, juicio), «especiosidad» (perfección), «delecto» (capacidad de discernimiento), «deprecar» (pedir con insistencia), «exprimir» (expresar), «convicio» (ofensa), «intensión» (efectividad). Otras veces, usa nombres propios para crear palabras comunes: «su minerva» (su inteligencia o sabiduría). Finalmente, encontramos palabras de Aragón que aumentan el vocabulario español: «podrecer» (pudrir), «defecarse» (limpiarse de impurezas, y por extensión, perfeccionarse), entre otras.
Es muy característica la polisemia (varios significados) basada en la etimología (origen de las palabras) o en etimologías inventadas por él. Por ejemplo, de Dios dirá «que del dar (...) tomó el Señor su Santísimo y Augustísimo remombre de Dí-os en nuestra lengua española». En el mismo lugar (Agudeza..., XXXII), da otro ejemplo similar: «Ponderaba un varón grave y severo el tiempo que roban en España las comedias, y las llamaba come-día y come-días.». Otras veces, usa procesos de derivación y composición para crear palabras nuevas e inusuales, como «espantaignorantes», «arrapaltares», «marivenido», llegando a extremos como «serpihombre» o «monstrimujer». El proceso inverso a la composición también se da en ejemplos como «casa y miento» (interpretación de las raíces de ‘casamiento’), o «cumplo y miento» (de ‘cumplimiento’).
Es conocido su uso de máximas de la tradición griega, latina y humanística, así como del refranero popular. Pero siempre las adapta a su estilo, reinterpretando su significado o ajustándolas a los tiempos. En el caso de los dichos populares, los cambia a su gusto. Así, para justificar la dificultad y concisión de su estilo, usa una de sus manipulaciones más acertadas de un dicho común: su frase «A pocas palabras, buen entendedor», que le da un sentido completamente diferente al proverbio popular, justificando su estilo directo por la inteligencia de los lectores que se acercan a su obra.
La prosa de Gracián no es espontánea. El estudio de su manuscrito de El Héroe demuestra que corregía y pulía constantemente su estilo. Cuida tanto la forma como el contenido de sus ideas, lo que muestra su clara conciencia de escritor. La búsqueda de la originalidad y el rechazo del lenguaje común hacen de su arte algo para una minoría, distinguido y elevado. Como dice en el prólogo de El Discreto (aunque a nombre de Lastanosa, pero escrito por él):
Digo, pues, que no se escribe para todos, y por eso es de modo que la arcanidad del estilo aumente veneración a la sublimidad de la materia, haciendo más veneradas las cosas el misterioso modo del decirlas. Que no echaron a perder Aristóteles ni Séneca las dos lenguas, griega y latina, con su escribir recóndito.Prólogo «A los lectores», El Discreto.
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Véase también
En inglés: Baltasar Gracián Facts for Kids