Argumento teleológico para niños
El argumento teleológico o físico-teológico, también conocido como argumento del diseño, o argumento del diseño inteligente, es un argumento para probar la existencia de Dios o, más generalmente, de un creador inteligente basándose en la evidencia percibida de un hipotético diseño deliberado en el mundo natural. El término y definición del argumento fue dado por Immanuel Kant en su obra Crítica de la razón pura.
Las primeras versiones conocidas de este argumento están asociadas con Sócrates en la antigua Grecia, aunque se piensa que estaba abordando un argumento más antiguo. Platón, su alumno, y Aristóteles, el alumno de Platón, desarrollaron enfoques complejos de la propuesta de que el cosmos tenía una causa inteligente, pero fueron los estoicos los que, bajo su influencia, «desarrollaron la batería de argumentos creacionistas ampliamente conocidos bajo la etiqueta 'El argumento del diseño'».
Las religiones abrahámicas han usado el argumento teleológico de muchas maneras y tienen una larga asociación con él. En la Edad Media, teólogos islámicos como Al-Ghazali utilizaron el argumento, aunque fue rechazado por innecesario por los literalistas coránicos y como poco convincente por muchos filósofos islámicos. Más tarde, el argumento teleológico fue aceptado por santo Tomás de Aquino e incluido como el quinto de sus Cinco Vías para probar la existencia de Dios. A principios de la Inglaterra moderna, clérigos como William Turner y John Ray también fueron defensores bien conocidos y a inicios del siglo XVIII, William Derham publicó su Physico-Theology, que daba su «demostración del ser y de los atributos de Dios a partir de sus obras de creación». Posteriormente, William Paley, en su Natural Theology or Evidences of the Existence and Attributes of the Deity [Teología natural o Evidencias de la existencia y atributos de la Deidad] publicó una destacable presentación del argumento del diseño con su versión de la analogía del relojero y el primer uso de la frase «argumento del diseño» (argument from design).
Desde que comenzó a utilizarse, ha habido muchas críticas a las diferentes versiones del argumento teleológico y respuestas a su desafío a las afirmaciones contra la ciencia natural no teleológica. Especialmente importantes fueron los argumentos lógicos generales presentados por David Hume en sus Dialogues Concerning Natural Religion [Diálogos sobre la religión natural], publicado en 1779, y la explicación de la complejidad biológica dada en On the Origin of Species [El origen de las especies] de Charles Darwin, publicado en 1859. Desde la década de 1960, los argumentos de Paley, incluyendo las palabras «diseño inteligente» (intelligent design), ha sido influyente en el desarrollo de un movimiento de ciencia de la creación, especialmente en la forma conocida como movimiento de diseño inteligente o neocreacionismo, que no solo utiliza el argumento teleológico para argumentar en contra de la moderna comprensión científica de la evolución, sino que también afirma lo que se suponen fallas en la ciencia evolutiva que justificarían su retirada del currículo educativo., tratando de ir más allá de la teología al tratar de formular una teoría científica; sin embargo el argumento "científico" dado por Paley y los seguidores del diseño inteligente, es rechazado por la comunidad científica al carecer del rigor científico necesario para generar una verdadera teoría científica. Sin embargo no todas las posturas creyentes están en contra de la evolución biológica presentada por la comunidad científica, entre estas posturas no literalistas de los escritos religiosos, podemos encontrar las posturas del creacionismo evolutivo, y más específicamente de la postura de la evolución teísta.
Así, ya desde la Grecia clásica se desarrollaron dos enfoques para el argumento teleológico, que se distinguen por su comprensión de si el orden natural fue creado literalmente o no. El enfoque no creacionista comienza más claramente con Aristóteles, aunque muchos pensadores, como los neoplatónicos, creían que ya estaba afirmado en Platón. Ese enfoque no es creacionista en un sentido simple, porque si bien está de acuerdo en que una inteligencia cósmica es responsable del orden natural, rechaza la propuesta de que eso requiera que un «creador» haga y mantenga físicamente tal orden. Los neoplatónicos no encontraron convincente el argumento teleológico, y en eso fueron seguidos por filósofos medievales como Al-Farabi y Avicena. Más tarde, Averroes y Aquino consideraron el argumento aceptable, pero no necesariamente el mejor argumento.
Algunos de los mejores defensores contemporáneos del argumento teleológico son Richard Swinburne y John Lennox.
Contenido
Descripción
Dentro de las distintas variaciones el argumento básico es como sigue:
- X es demasiado complejo como para haber ocurrido al azar.
- Por lo tanto X debe de haber sido creado por un ser inteligente.
- Dios es el único ser inteligente que ha podido crear X.
- Por lo tanto Dios existe.
X normalmente se refiere al universo, el proceso evolutivo, al ser humano, etc.
El primer razonamiento, presenta la crítica de ser considerada un tipo de falacia lógica conocida como "pregunta compleja", desde que se presupone y asume previamente de que esa aleatoriedad no puede llevar a complejidad.
Otra variante del argumento afirma que la existencia de una cierta categoría de complejidad hace necesario a un diseñador, como lo siguiente:
- Se preconcibieron todas las cosas que se diseñan, proyectan, proponen o idean.
- La preconcepción, proyección, proposición, y la invención; hace necesario un intelecto, mente o voluntad.
- Todas las cosas que son consideradas irreduciblemente compleja presentan intención o preconcepción.
- El universo contiene cosas no hechas por el hombre, y que son irreduciblemente complejas.
- Por ende, esas cosas despliegan intención y preconcepción.
- Esas cosas hacen necesario un intelecto, mente o voluntad.
Este segundo razonamiento presenta la crítica de ser considerada un tipo de falacia lógica conocida como "afirmación de la consecuencia".
Historia
Si bien el concepto de una inteligencia detrás del orden natural es antiguo, un argumento racional que concluye que podemos saber que el mundo natural tiene un diseñador, o una inteligencia creadora que tiene propósitos similares a los humanos, parece haber comenzado con la filosofía clásica. Pensadores religiosos en el judaísmo, el hinduismo, el confucianismo, el islamismo y el cristianismo también desarrollaron versiones del argumento teleológico. Más tarde, la filosofía occidental y el fundamentalismo cristiano elaboraron variantes del argumento del diseño.
Filosofía clásica
Sócrates y los presocráticos
El argumento del diseño inteligente parece haber comenzado con Sócrates, aunque el concepto de una inteligencia cósmica es más antiguo y el filósofo e historiador británico David Sedley (n. 1947) ha señalado que Sócrates estaba desarrollando una idea más antigua, citando a Anaxágoras de Clazomenae, nacido alrededor del año 500 a. C., como un posible proponente anterior. La propuesta de que el orden de la naturaleza mostraba evidencias de tener su propia «inteligencia» humana se remonta a los orígenes de la ciencia y de la filosofía naturales griegas con su atención al orden de la naturaleza, a menudo con referencias especiales a la revolución del propio cielo. Anaxágoras fue la primera persona del que ciertamente se sabe que explicó este concepto usando la palabra "nous" (νοῦς, que es el término griego original que conduce a la «inteligencia» moderna vía sus traducciones en latín y francés). Aristóteles informa de un filósofo anterior de Clazomenae llamado Hermótimo que había tomado una posición similar. Ya algunos de los filósofos presocráticos anteriores a Anaxágoras habían propuesto un principio de ordenamiento inteligente similar, que causaba la vida y la rotación de los cielos. Por ejemplo, Empédocles, como Hesiodo mucho antes, describió el orden cósmico y los seres vivos como causados por una versión cósmica del amor, y Pitágoras y Heráclito atribuyeron el cosmos a la «razón» (logos). En su Filebo (28c) Platón hace a Sócrates hablar de esto como una tradición, diciendo que «todos los filósofos están de acuerdo, con lo que realmente se exaltan a sí mismos, que la mente (nous) es el rey del cielo y de la tierra. Tal vez tengan razón», y luego afirma que la discusión subsiguiente «confirma las declaraciones de aquellos que declararon de antiguo que la mente (nous) siempre gobierna el universo».
El informe de Jenofonte en sus Memorabilia podría ser el primer relato claro de un argumento de que existe evidencia en la naturaleza del diseño inteligente. La palabra tradicionalmente traducida y discutida como «diseño» es gnōmē y Sócrates es informado por Jenofonte de haber presionado a los jóvenes que dudaban al mirar las cosas en el mercado a considerar si podían decir qué cosas mostraban evidencia de gnōmē, y qué parecía ser más una oportunidad ciega, y luego comparar esto con la naturaleza y considerar si podría ser una oportunidad ciega. En el Faedo de Platón, a Sócrates se le hace decir, justo antes de morir, que su descubrimiento del concepto de Anaxágoras de un nous cósmico como la causa del orden de las cosas, fue un importante punto de inflexión para él. Pero también expresó su desacuerdo con el entendimiento de Anaxágoras de las implicaciones de su propia doctrina, debido al entendimiento materialista de la causación de Anaxágoras. Sócrates se quejó de que Anaxágoras restringiese el trabajo del nous cósmica al principio, como si no le interesara luego todos los eventos ocurridos desde entonces y que se debieran a causas como el aire y el agua. Sócrates, por otro lado, aparentemente insistió en que el demiurgo debía ser «amoroso», particularmente en lo concerniente a la humanidad. (En ese deseo de ir más allá de Anaxágoras y hacer que el nous cósmico fuese un administrador más activo, Sócrates aparentemente fue precedido por Diógenes de Apolonia.)
Platón y Aristóteles
El Timeo de Platón (ca. 427-347 a. C.)) se presenta como una descripción de alguien que está explicando una «historia probable» en la forma de un mito, por lo que a lo largo de la historia los comentaristas que no están de acuerdo sobre los elementos del mito se pueden ver como la posición de Platón. Sedley sin embargo lo llama «el manifiesto creacionista» y señala que aunque algunos de los seguidores de Platón negaron que lo pretendiera, en la época clásica, escritores como Aristóteles, Epicuro, los estoicos y Galeno entendían que Platón proponía que el mundo se originó en un «acto creativo inteligente». Platón tiene un personaje que explica el concepto de un «demiurgo» con suprema sabiduría e inteligencia como el creador del cosmos en su trabajo.
La perspectiva teleológica de Platón también se basa en el análisis de un orden y una estructura a priori en el mundo que ya había presentado en La República. La historia no propone la creación ex nihilo; más bien, el demiurgo hizo surgir el orden desde el caos del cosmos, imitando las Formas eternas.
El mundo de Formas eternas e invariables de Platón, representado imperfectamente en la materia por un Artesano divino, contrasta fuertemente con los diversas Weltanschauungen mecanicistas, de las que el atomismo fue, al menos en el siglo IV, la más prominente... Este debate debió persistir en el mundo antiguo. El mecanismo atomístico recibió un impulso de Epicuro... mientras que los estoicos adoptaron una teleología divina... La elección parece simple: o bien mostrar cómo un mundo estructurado y regular podría surgir de procesos no dirigidos o inyectar inteligencia en el sistema.Plato's world of eternal and unchanging Forms, imperfectly represented in matter by a divine Artisan, contrasts sharply with the various mechanistic Weltanschauungen, of which atomism was, by the 4th century at least, the most prominent... This debate was to persist throughout the ancient world. Atomistic mechanism got a shot in the arm from Epicurus... while the Stoics adopted a divine teleology... The choice seems simple: either show how a structured, regular world could arise out of undirected processes, or inject intelligence into the system.Cause and Explanation in Ancient Greek Thought (1997), R. J. Hankinson
Aristóteles (c. 384-322 a. C.) , alumno y amigo de Platón, continuó la tradición socrática de criticar a los científicos naturales, que como Demócrito, buscaban (como en la ciencia moderna) explicar todo en términos de materia y movimiento azaroso. Fue muy influyente en el desarrollo futuro del creacionismo clásico, pero no fue un «creacionista» directo porque no requirió ninguna intervención de la creación en la naturaleza, lo que significa que «aisló a dios de cualquier requerimiento de intervenir en la naturaleza, ya sea como creador o como administrador». En lugar de la intervención directa de un creador, es «apenas una exageración decir que para Aristóteles todo el funcionamiento del mundo natural, así como también de los cielos, debe entenderse como un esfuerzo compartido hacia una realidad divina». Y mientras que el mito en el Timeo sugiere que todos los seres vivos están basados en un único paradigma, no uno para cada especie, e incluso cuenta una historia de «devolución» en la que otros seres vivientes se desenvolvieron desde los humanos, fue Aristóteles quien presentó la influyente idea de que cada tipo de ser vivo normal debía basarse en un paradigma o forma fijos para esa especie.
Aristóteles sentía que la biología era un ejemplo particularmente importante de un campo donde las ciencias naturales materialistas ignoraban la información que se necesitaba para entender bien a los seres vivos. Por ejemplo, las aves usan las alas para el vuelo; por ello la explicación más completa con respecto a lo natural, así como a lo artificial, sería en su mayor parte teleológica. De hecho, las propuestas de que las especies han cambiado por casualidad sobreviviendo el más apto, similar a lo que ahora se llama «selección natural», ya eran conocidas por Aristóteles y las rechazaba con la misma lógica. Reconoció que las monstruosidades (nuevas formas de vida) podrían surgir por casualidad, pero no estaba de acuerdo con aquellos que atribuían todo lo natural a la casualidad porque creía que la ciencia solo puede proporcionar una descripción general de lo que es normal, «siempre, o en su mayor parte». La distinción entre lo que es normal, o por naturaleza, y lo que es "accidental", o no por naturaleza, es importante en la comprensión de Aristóteles de la naturaleza. Como señala Sedley, «Aristóteles se complace en decir (Physics II 8, 199a33-b4) sin el menor temor a la blasfemia, los oficios cometen errores ocasionales; por lo tanto, por analogía, también la naturaleza». Según Aristóteles, los cambios que suceden por naturaleza son causados por sus «causas formales», y por ejemplo, en el caso de las alas de un ave, también existe una causa final que es el propósito de volar. Comparó explícitamente esto con la tecnología humana:
Si entonces lo que viene del arte es por el bien de algo, está claro que lo que proviene de la naturaleza también [...] Esto está claro sobre todo en los otros animales, que no hacen nada por arte, investigación o deliberación; por lo que algunas personas están completamente perdidas, ya sea por inteligencia o de alguna otra manera que las arañas, las hormigas y esas cosas funcionan. [...] Es absurdo pensar que una cosa no sucede por el bien de una cosa si no vemos qué es lo que la pone en movimiento deliberando. [...] Esto es más claro cuando alguien practica la medicina por sí mismo; porque la naturaleza es así.If then what comes from art is for the sake of something, it is clear that what come from nature is too [...] This is clear most of all in the other animals, which do nothing by art, inquiry, or deliberation; for which reason some people are completely at a loss whether it is by intelligence or in some other way that spiders, ants, and such things work. [...] It is absurd to think that a thing does not happen for the sake of something if we do not see what sets it in motion deliberating. [...] This is most clear when someone practices medicine himself on himself; for nature is like that.Física (II 8.37), Aristóteles
La cuestión de cómo entender la concepción de Aristóteles de la naturaleza con un propósito y dirección, algo como la actividad humana, es controvertida en los detalles. Christopher Shields recalcó que Aristóteles piensa “que los organismos tienen causas finales, pero que no llegaron a tenerlas a fuerza de las actividades de diseño de algún agente intencional”. Ernst Mayr negó que la teleología continua desempeñando un papel tras Darwin. La filósofa estadounidense Martha Nussbaum (n. 1947), por ejemplo, ha argumentado que en su biología este enfoque era práctico y estaba destinado a mostrar que la naturaleza solo era análoga al arte humano, y que las explicaciones de un órgano estaban muy informadas por el conocimiento de su función esencial. Sin embargo, la posición de Nussbaum no se acepta universalmente. En cualquier caso, Aristóteles no fue entendido de esta manera por sus seguidores en la Edad Media, que lo veían coherente con la religión monoteísta y con un entendimiento teleológico de toda la naturaleza. Consistente con la interpretación medieval, en su Metafísica y en otras obras, Aristóteles argumentó claramente que era un dios o «primer motor», el que era la causa última, aunque no específicamente la causa material, de las formas o naturalezas eternas que causaban el orden natural, incluidos todos los seres vivos. Y se refiere claramente a que esta entidad tiene un intelecto que los humanos de alguna manera comparten, lo que ayuda a los humanos a ver las verdaderas naturalezas o formas de las cosas sin depender únicamente de la percepción sensorial de las cosas físicas, incluidas las especies vivas. Esta comprensión de la naturaleza, y los argumentos de Aristóteles contra las comprensiones materialistas de la naturaleza, fueron muy influyentes en la Edad Media en Europa. La idea de especies fijas siguió siendo dominante en biología hasta Darwin, y un enfoque biológico sigue siendo común hoy en día en las críticas teleológicas de la ciencia moderna.
Época romana
Los estoicos siguieron a Heráclito en las líneas principales de su física, quien concibe el proceso con una visión teleológica, como un desarrollo racional, de acuerdo con el Logos. El principio primario es, según él, el aire ígneo o fuego. Los estoicos difieren de Heráclito en que todo el proceso se lleva a cabo de acuerdo con los fines de la Divinidad, que es una inteligencia providente y cuidadosa, mientras que en Heráclito no se asume ninguna providencia.
Fueron los estoicos los que, bajo su influencia, «desarrollaron la batería de argumentos creacionistas ampliamente conocidos bajo la etiqueta 'El argumento del diseño'». Cicerón (c. 106-c.43 a. C.) informó del argumento teleológico de los estoicos en el libro II de De natura deorum [Sobre la naturaleza de los dioses, 45 a. C.], que incluía una temprana versión de la analogía del relojero, que más tarde fue desarrollada por William Paley (1743-1805). Uno de sus personajes dice:
Cuando ves un reloj de sol o un reloj de agua, ves que dice la hora por diseño y no por casualidad. Entonces, ¿cómo puedes imaginar que el universo en su totalidad carece de propósito e inteligencia, cuando lo abarca todo, incluidos esos artefactos y sus artífices?When you see a sundial or a water-clock, you see that it tells the time by design and not by chance. How then can you imagine that the universe as a whole is devoid of purpose and intelligence, when it embraces everything, including these artifacts themselves and their artificers?De natura deorum (II.34), Cicerón
Otro partidario clásico muy importante del argumento teleológico fue Galeno, cuyos obras compendio fueron una de las principales fuentes de conocimiento médico hasta los tiempos modernos, tanto en Europa como en el mundo islámico medieval. No era un estoico, pero al igual que ellos, buscaba en los socráticos y se dedicaba constantemente a discutir tanto contra los atomistas como contra los epicúreos. A diferencia de Aristóteles (que, sin embargo, tenía una gran influencia sobre él) y, a diferencia de los neoplatónicos, creía que realmente había evidencia de algo literalmente similar al «demiurgo» que se encuentra en el Timeo de Platón, que trabajaba físicamente sobre la naturaleza. En obras como su De Usu Partium Corporis Humani [Sobre la utilidad de las partes del cuerpo humano], explicó la evidencia de ello en la complejidad de la construcción animal. Su trabajo muestra «signos tempranos de contacto y contraste entre la tradición pagana y la judeocristiana de la creación», criticando el relato que se encuentra en la Biblia. «Moisés, sugiere, se habría contentado con decir que Dios ordenó que las pestañas no crecieran y que obedecieron. En contraste con esto, el Demiurgo de la tradición platónica es ante todo un técnico». Sorprendentemente, ni Aristóteles ni Platón, sino Jenofonte, era considerado por Galeno como el mejor escritor sobre el tema. Galeno compartió con Jenofonte un escepticismo sobre el valor de los libros sobre la filosofía más especulativa, excepto por preguntas tales como si hay «algo en el mundo superior en poder y sabiduría al hombre». Consideraba que esto tenía una importancia cotidiana, una utilidad para vivir bien. También afirmó que Jenofonte fue el autor que informó de la posición real de Sócrates, incluido su aislamiento de muchos tipos de ciencia y filosofía especulativas.
La conexión que hizo Galeno del argumento teleológico con las discusiones sobre la complejidad de los seres vivos, y su insistencia en que eso era posible para un científico práctico, anuncian ya algunos aspectos de los usos modernos del argumento teleológico.
Filosofía y teología medievales
Escritores cristianos clásicos tardíos
Como una apelación a la revelación general, el apóstol Pablo (5-67 d. C.), argumenta en Romanos (1:18-20), que como se ha explicado a todos, a partir de lo que se ha creado en el mundo, es obvio que hay un Dios.
Marcus Minucius Felix (ca. finales del siglo II al III), un temprano escritor cristiano, defendió la existencia de Dios basándose en la analogía de una casa ordenada en su Órdenes:
Suponiendo que entraras en una casa y encontraras todo limpio, ordenado y bien cuidado, seguramente asumirías que tenía un maestro, y uno mucho mejor que las cosas buenas, sus pertenencias; así en esta casa del universo, cuando en todo el cielo y la tierra ves las marcas de la previsión, orden y ley, ¿no puedes asumir que el señor y el autor del universo son más hermosos que las estrellas en sí mismas o que cualquier parte del mundo entero? "Supposing you went into a house and found everything neat, orderly and well-kept, surely you would assume it had a master, and one much better than the good things, his belongings ; so in this house of the universe, when throughout heaven and earth you see the marks of foresight, order and law, may you not assume that the lord and author of the universe is fairer than the stars themselves or than any portions of the entire world?The Octavius of Minucius Felix, Marcus Minucius Felix
Agustín de Hipona (354-430) en La ciudad de Dios mencionaba la idea de que los «cambios y movimientos bien ordenados» del mundo y «la apariencia justa de todas las cosas visibles» eran evidencias de que el mundo había sido creado, y «eso no pudo haber sido creado salvo por Dios».
Filosofía islámica
La temprana filosofía islámica desempeñó un papel importante en el desarrollo de la comprensión filosófica de Dios entre los pensadores judíos y cristianos en la Edad Media, pero en relación con el argumento teleológico, uno de los efectos duraderos de esta tradición provino de sus discusiones sobre las dificultades que este tipo de prueba tiene. Los teólogos y filósofos islámicos utilizaron diversas formas del argumento del diseño desde la época de los primeros teólogos mutakallimun en el siglo IX, aunque fue rechazado por las escuelas fundamentalistas o literalistas, para quienes la mención de Dios en el Corán debía de ser suficiente evidencia. El argumento del diseño también fue visto como un sofisma poco convincente por el antiguo filósofo islámico Al-Farabi (872-950), que en cambio adoptó el enfoque «emanacionista» de los neoplatonistas como Plotino, por el cual la naturaleza está racionalmente ordenada, pero Dios no es como un artesano que literalmente maneja el mundo. Más tarde, Avicena (ca. 980-1037) también se convenció de esto y propuso, en cambio, un argumento cosmológico para la existencia de Dios, conocido como prueba de la veracidad. Sin embargo, el argumento fue aceptado más tarde por el filósofo aristotélico Averroes (Ibn Rushd) (1126-1198) y su gran opositor anti-filosofía Al-Ghazali (1057-1111). El término de Averroes para el argumento era Dalīl al-ˁināya, que puede traducirse como «argumento de la providencia». Sin embargo, ambos aceptaron el argumento porque creían que se menciona explícitamente en el Corán. A pesar de esto, como Aristóteles, los neoplatonistas y Al-Farabi, Averroes propuso que el intelecto de Dios era el que causaba el orden y el movimiento continuo en el mundo. Si Averroes fue un «emanacionista» como sus antecesores ha sido un tema de desacuerdo e incertidumbre. Pero generalmente se acepta que lo que adaptó de esas tradiciones, coincidió con ellos sobre el hecho de que Dios no crea de la misma manera que un artesano.
De hecho, entonces Averroes trataba el argumento teleológico como uno de los dos argumentos religiosos para la existencia de Dios. La principal prueba demostrativa era para él la prueba de Aristóteles del movimiento en el universo de que debe haber un primer factor de movimiento («motor primario») que haga que todo lo demás se mueva. La posición de Averroes de que la prueba más válida desde el punto de vista lógico debía ser física en lugar de metafísica (porque entonces la metafísica se probaría a sí misma) estaba en oposición consciente con la posición de Avicena. Más tarde, otros filósofos judíos y cristianos, como Tomás de Aquino, se dieron cuenta de este debate y, en general, tomaron una posición más cercana a Avicena.
Filosofía judía
Un ejemplo del argumento teleológico en la filosofía judía aparece cuando el filósofo aristotélico medieval Maimónides (1135-1204) cita el pasaje en Isaías 40:26, donde el "santo" dice: «Levanta tus ojos en alto, y mira quién ha creado esas cosas, que muetran a su anfitrión por número»: Sin embargo, Barry Holtz llama a esto «una forma burda del argumento del diseño», y que esta «es solo una forma posible de leer el texto». Afirma que «En general, en los textos bíblicos, la existencia de Dios se da por sentada».
Maimónides también recordó que Abraham (en el midrash, o texto explicativo, de Genesis Rabbah 39:1) reconoció la existencia de «una deidad trascendente del hecho de que el mundo a su alrededor exhibe un orden y un diseño». El midrash hace una analogía entre la evidencia de que un edificio tiene un dueño y que el mundo está a cargo de Dios. Abraham dice: «¿Es concebible que el mundo no tenga guía?». Debido a estos ejemplos, el filósofo del siglo XIX Nachman Krochmal calificó el argumento del diseño como «un principio fundamental de la fe judía». El físico, escritor yrabino ortodoxo estadounidense, Aryeh Kaplan (1934-1983), vuelve a contar una leyenda sobre el también rabino Meir Baal HaNess del siglo II d. C.. Cuando un filósofo le dijo que no creía que el mundo fuera creado por Dios, Meir sacó un hermoso poema que, según él, se había originado cuando un gato había golpeado accidentalmente una olla de tinta «derramando tinta por todo el documento. Este poema fue el resultado». El filósofo exclamó que eso sería imposible: «Debe haber un autor. Debe haber un escriba». El rabino concluyó: «¿Cómo podría el universo... nacer por sí mismo? Debe haber un Autor. Debe haber un Creador».
Tomás de Aquino
Tomás de Aquino (1225-1274), cuyos escritos fueron ampliamente aceptados en la Europa occidental católica, estuvo fuertemente influenciado por Aristóteles, Averroes y otros filósofos islámicos y judíos. Presentó un argumento teleológico en su Summa Theologica (1265-1274). En la obra, Aquino presentó cinco formas en las que intentó probar la existencia de Dios: las quinque viae. Estos argumentos presentan solo argumentos a posteriori, en lugar de la lectura literal de textos sagrados. Resume su argumento teleológico de la siguiente manera:
La quinta [vía] se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando como siempre o a menudo obran igua para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha del arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios.Summa Theologica, Tomás de Aquino
Aquino señala que la existencia de causas finales, por las que una causa se dirige hacia un efecto, solo puede explicarse mediante una apelación a la inteligencia. Sin embargo, como los cuerpos naturales, aparte de los humanos, no poseen inteligencia, debe, razona, existir un ser que dirija las causas finales en todo momento. Ese ser es lo que llamamos Dios.
Modernidad
Newton y Leibniz
Isaac Newton (1643-1727) afirmó su creencia en la verdad del argumento cuando, en 1713, escribió estas palabras en un apéndice de la segunda edición de sus Principia Mathematica (1687):
Este sistema más elegante de sol, planetas y cometas no podría haber surgido sin el diseño y dominio de un ser inteligente y poderoso.This most elegant system of the sun, planets, and comets could not have arisen without the design and dominion of an intelligent and powerful being.
Esta opinión, que «Dios es conocido por sus obras», fue apoyada y popularizada por los amigos de Newton, el helenista Richard Bentley (1662-1742), el filósofo y teólogo Samuel Clarke (1675-1729) y el teólogo, historiador y matemático William Whiston (1667-1752) fue teólogo, historiador y matemático) en las conferencias de Boyle, que Newton supervisó. Newton escribió a Bentley, justo antes de que Bentley diera la primera conferencia en 1692, que:
(...) cuando escribí mi tratado sobre nuestro Sistema, tuve un ojo en los Principios que podrían funcionar al considerar a los hombres como la creencia de una Deidad, y nada puede regocijarme más que encontrarlo útil para ese propósito.(...) when I wrote my treatise about our Systeme I had an eye upon such Principles as might work with considering men for the beliefe [sic] of a Deity, and nothing can rejoice me more than to find it useful for that purpose.Isaac Newton (1692)
El filósofo alemán Gottfried Leibniz (1646-1716) no estuvo de acuerdo con la opinión de Newton sobre el diseño en el argumento teleológico. En la correspondencia de Leibniz-Clarke, Clarke argumentó el caso de Newton de que Dios interviene constantemente en el mundo para mantener su diseño ajustado, mientras que Leibniz pensaba que el universo había sido creado de tal manera que Dios no tendría que intervenir en absoluto. Según lo citado por Ayval Leshem, Leibniz escribió:
Según la doctrina [de Newton], Dios Todopoderoso quiere [es decir, necesita] terminar su reloj de vez en cuando; de lo contrario dejaría de moverse. Al parecer, no tenía suficiente previsión para convertirlo en un movimiento perpetuo.According to [Newton's] doctrine, God Almighty wants [i.e. needs] to wind up his watch from time to time; otherwise it would cease to move. He had not it seems, sufficient foresight to make it a perpetual motion.
Leibniz consideraba que el argumento del diseño tenía «solo certeza moral» a menos que fuera apoyado por su propia idea de armonía preestablecida expuesta en su Monadología (1714). El filósofo y matemático británico Bertrand Russell (1872-1970) señaló que «La prueba de la armonía preestablecida es una forma particular de la llamada prueba físico-teológica, también conocida como el argumento del diseño». Según Leibniz, el universo está completamente hecho de sustancias individuales conocidas como mónadas, programadas para actuar de una manera predeterminada. Russell escribió:
En la forma de Leibniz, el argumento establece que la armonía de todas las mónadas solo puede surgir de una causa común. Que todas deban sincronizarse exactamente, solo puede ser explicado por un Creador que predeterminó su sincronismo.In Leibniz's form, the argument states that the harmony of all the monads can only have arisen from a common cause. That they should all exactly synchronize, can only be explained by a Creator who pre-determined their synchronism.A Critical Exposition of the Philosophy of Leibniz (1900), Bertrand Russell
Empiristas británicos
Los escritores neerlandeses del siglo XVII, Lessius (1554-1623) y Grotius (1583-1645), argumentaron que era improbable que la intrincada estructura del mundo, como la de una casa, hubiera surgido por casualidad. El empirista inglés John Locke (1632-1704), quien escribió a finales del siglo XVII, desarrolló la idea aristotélica de que, excluyendo a la geometría, toda la ciencia debíaalcanzar su conocimiento a posteriori, a través de la experiencia sensorial. En respuesta a Locke, el obispo anglicano irlandés George Berkeley (1685-1753), avanzó una forma de idealismo en el que las cosas solo continúan existiendo cuando son percibidas. Cuando los hombres no perciben objetos, continúan existiendo porque Dios los percibe. Por lo tanto, para que los objetos permanezcan en existencia, Dios debe existir omnipresentemente.
David Hume (1711-1776), filósofo, economista, sociólogo e historiador escocés, a mediados del siglo XVIII, se refirió al argumento teleológico en su Tratado de la naturaleza humana (A Treatise of Human Nature, 1738-1740), donde parece dar su apoyo al argumento del diseño. John Wright señala que «De hecho, afirma que todo el impulso de su análisis de la causalidad en el Tratado respalda el argumento del Diseño», y que, según Hume, «estamos obligados 'a inferir un Arquitecto infinitamente perfecto'».
Sin embargo, más tarde fue más crítico con el argumento en su Investigación sobre el entendimiento humano (An Enquiry Concerning Human Understanding, 1748). Esta obra se presentó como un diálogo entre Hume y «un amigo que ama las paradojas escépticas», en el que el amigo da una versión del argumento al decir de sus defensores, «pintan el orden, la belleza y la sabia disposición del universo en los colores más magníficos; y luego preguntar si tal despliegue glorioso de inteligencia podría provenir de una reunión aleatoria de átomos, o si el azar podría producir algo que el genio más grande nunca pueda admirar lo suficiente».
Hume también presentó argumentos a favor y en contra del argumento teleológico en sus Diálogos sobre la religión natural (Dialogues Concerning Natural Religion, 1779). El personaje Cleanthes [Limpia], al resumir el argumento teleológico, compara el universo con una máquina hecha por el hombre, y concluye con el principio de efectos similares y causas similares que debe tener una inteligencia de diseño:
Mira alrededor del mundo: contempla el todo y cada parte de él: encontrarás que no es más que una gran máquina, subdividida en un número infinito de máquinas menores, que de nuevo admiten subdivisiones en un grado más allá de lo que los sentidos y las facultades humanas pueden rastrear y explicar. Todas estas diversas máquinas, e incluso sus partes más diminutas, se ajustan entre sí con una precisión, que cautiva con admiración a todos los hombres que las han contemplado. La curiosa adaptación de los medios a los fines, en toda la naturaleza, se asemeja exactamente, aunque excede en gran medida, a las producciones de artilugios humanos; de diseño humano, pensamiento, sabiduría e inteligencia. Como, por lo tanto, los efectos se asemejan, todas las reglas de analogía nos llevan a inferir que las causas también se parecen; y que el Autor de la Naturaleza es algo similar a la mente del hombre; aunque posee facultades mucho más grandes, proporcionadas a la grandeza de la obra que ha ejecutado. Mediante este argumento a posteriori, y solo con este argumento, probamos de inmediato la existencia de una Deidad y su similitud con la mente y la inteligencia humanas.Look round the world: contemplate the whole and every part of it: You will find it to be nothing but one great-machine, subdivided into an infinite number of lesser machines, which again admit of subdivisions to a degree beyond what human senses and faculties can trace and explain. All these various machines, and even their most minute parts, are adjusted to each other with an accuracy, which ravishes into admiration all men who have ever contemplated them. The curious adapting of means to ends, throughout all nature, resembles exactly, though it much exceeds, the productions of human contrivance; of human design, thought, wisdom, and intelligence. Since therefore the effects resemble each other, we are led to infer, by all the rules of analogy, that the causes also resemble; and that the Author of Nature is somewhat similar to the mind of man; though possessed of much larger faculties, proportioned to the grandeur of the work which he has executed. By this argument a posteriori, and by this argument alone, do we prove at once the existence of a Deity, and his similarity to human mind and intelligence.Diálogos sobre la religión natural (1779), David Hume
Por otro lado, el personaje escéptico, Philo, no está satisfecho con el argumento del diseño. Intenta varias refutaciones, incluida una que presumiblemente presagia la teoría de Darwin, y señala que si Dios se pareciese a un diseñador humano, supone que las características divinas como la omnipotencia y la omnisciencia no estarían justificadas. Continúa bromeando que, lejos de ser la creación perfecta de un diseñador perfecto, este universo puede ser «solo el primer rudo ensayo de alguna deidad infantil... el objeto de burla de sus superiores».
Teología natural
La cultura intelectual de Gran Bretaña en los siglos XVII, XVIII y principios del XIX cambió hacia la teología natural, en la que la providencia divina se descubrió en las leyes naturales que gobiernan el universo material, en lugar de la revelación divina. Robert Boyle (1627-1691) representó una articulación temprana del argumento del diseño para la existencia de Dios en Disquisition About the Final Causes of Natural Things (1655). Boyle adoptó ciertas hipótesis del atomismo epicúreo y puntos de vista mecanicistas, pero rechazó el materialismo y el ateísmo absolutos. Stephen Jay Gould (1941-2002) escribe que Boyle "unió perfectamente el mecanismo y la religión en un sistema coherente que otorgó un estatus más alto a ambos lados". John Ray (1627- 1705), contemporáneo de Boyle, que presagió las ideas de William Paley un siglo después.
William Derham (1657-1735), teólogo natural y clérigo inglés, publicó una serie de libros teleológicos, comenzando en 1696 con su Artificial Clockmaker [Relojero artificial]. Siguieron otros siendo los más conocidos Physico-Theology [Física-teología], 1713; Astro-Theology [Astro-teología], 1714; y Christo-Theology [Cristo-teología], 1730. Physico-Theology, por ejemplo, fue subtitulada explícitamente «A demonstration of the being and attributes of God from his works of creation» [Una demostración del ser y los atributos de Dios a partir de sus obras de creación]. Derham enumeró las observaciones científicas de las muchas variaciones en la naturaleza y propuso que demostraban «la irracionalidad de la infidelidad» (the unreasonableness of infidelity). Al final de la sección sobre «Gravedad», por ejemplo, señalaba: «¿Qué más se puede concluir, sino que todo se hizo con un Diseño manifiesto, y que toda la Estructura es Obra de algún Ser inteligente; algún Artista, de Poder y Habilidad equivalentes a tal Trabajo?». Además, del «sentido del sonido» escribió:
Para quién sino un Ser inteligente, qué menos que un Dios omnipotente e infinitamente sabio podría idear, y hacer que un Cuerpo tan delicado, un Medio tan, sea tan susceptible de toda impresión, que el Sentido de la Audición tenga la oportunidad de capacitar a todos los Animales para expresar su sentido y significado a otros.For who but an intelligent Being, what less than an omnipotent and infinitely wise God could contrive, and make such a fine Body, such a Medium, so susceptible of every Impression, that the Sense of Hearing hath occasion for, to empower all Animals to express their Sense and Meaning to others.Physico-Theology (1713), William Derham
Derham concluía: «Porque esto un Signo, un Hombre es un Ateo voluntario y perverso, que imputará una Obra tan gloriosa, como es la Creación, a cualquier cosa, sí, a una simple Nada (como es el Azar) en lugar de a Dios». A.S. Weber escribe que la obra Physico-Theology de Derham «influyó directamente» en la obra posterior de William Paley.
El poder y, sin embargo, las limitaciones de este tipo de razonamiento se ilustra en el microcosmos por la historia de la fábula de La Fontaine de La bellota y la calabaza, que apareció por primera vez en Francia en 1679. La alegre anécdota de cómo un campesino que duda finalmente es convencido de que la sabiduría detrás de la creación socava tal enfoque. Sin embargo, a partir de la conversión de Anne Finch, condesa de Winchilsea (1661-1720) de la historia en una polémica contra el ateísmo, una sucesión de escritores morales ha asumido que presenta un argumento válido para la proposición de que «La sabiduría de Dios se muestra en la creación».
Analogía del relojero
La analogía del relojero, que enmarca el argumento teleológico en referencia a un reloj, se remonta al menos a los estoicos, que fueron informados por Cicerón en su De Natura Deorum (II.88), utilizando un argumento de ese tipo contra los epicúreos, a quienes, insultan, «consideran mejor el logro de Arquímedes al hacer un modelo de las revoluciones del firmamento que el de la naturaleza al crearlas, aunque la perfección del original muestre una artesanía muchas veces mayor que la falsificación». También fue utilizado por Robert Hooke y Voltaire (1694- 1778), que comentó:
El Universo me abruma, y no puedo imaginar.
Que este reloj existe y no ha tenido relojero.L'univers m'embarrasse, et je ne puis songer.
Que cette horloge existe, et n'ait point d'horloger.Les cabales: oeuvre pacifique (1772), Voltaire
William Paley (1743-1805) presentó su versión de la analogía del relojero al comienzo de su Natural Theology [Teología natural] (1802).
Suponga que encontré un reloj en el suelo, y debería preguntarme cómo se encontraba el reloj en ese lugar, casi no debería pensar... que, por lo que sé, el reloj siempre ha estado allí. Sin embargo ¿por qué esta respuesta no debería servir tanto para el reloj como para [una] piedra [que se encontraba en el suelo]?... Por esta razón, y por ninguna otra; es decir, que, si las diferentes partes se han formado de manera diferente de lo que son, si tienen un tamaño diferente de lo que son, o se colocaron de otra manera, o en cualquier orden que el que están colocadas, o bien ningún movimiento en absoluto se habría llevado a cabo en la máquina, o ninguno que hubiera respondido al uso que ahora sirve.[S]uppose I found a watch upon the ground, and it should be inquired how the watch happened to be in that place, I should hardly think … that, for anything I knew, the watch might have always been there. Yet why should not this answer serve for the watch as well as for [a] stone [that happened to be lying on the ground]?… For this reason, and for no other; namely, that, if the different parts had been differently shaped from what they are, if a different size from what they are, or placed after any other manner, or in any order than that in which they are placed, either no motion at all would have been carried on in the machine, or none which would have answered the use that is now served by it.Natural Theology (1802), William Paley
Según el biofísico y teólogo norirlandés Alister McGrath (n. 1953), Paley argumentó que «La misma complejidad y utilidad evidentes en el diseño y en el funcionamiento de un reloj también se pueden discernir en el mundo natural. Cada característica de un organismo biológico, como la de un reloj, mostraba evidencia de haber sido diseñado de tal manera que se adaptase el organismo a la supervivencia en su entorno. Se observan complejidad y utilidad; la conclusión de que fueron diseñados y construidos por Dios, sostiene Paley, es tan natural como correcta».
La teología natural influyó fuertemente en la ciencia británica, con la expectativa expresada por el geólogo británico Adam Sedgwick (1785-1873) en 1831 de que las verdades reveladas por la ciencia no podían entrar en conflicto con las verdades morales de la religión. Esos filósofos naturales vieron a Dios como la primera causa y buscaron causas secundarias para explicar el diseño en la naturaleza: la figura principal, sir John Herschel, escribió en 1836 que, por analogía con otras causas intermedias, «el origen de las especies frescas, si alguna vez llegara a nuestro conocimiento, se encontraría como algo natural en contraste con un proceso milagroso». Siendo estudiante de teología, Charles Darwin encontró convincentes los argumentos de Paley. Sin embargo, más tarde desarrolló su teoría de la evolución en su obra de 1859 El origen de las especies (On the Origin of Species) que ofrece una explicación alternativa del orden biológico. En su Autobiografía, Darwin escribió que «el viejo argumento del diseño en la naturaleza, como lo presentó Paley, que antes me parecía tan concluyente, falla, ahora que la ley de la selección natural ha sido descubierta». Darwin luchó con el problema del mal y del sufrimiento en la naturaleza, pero se inclinaba a creer que la naturaleza dependía de «leyes diseñadas» y elogió la afirmación de Asa Gray sobre «el gran servicio de Darwin a las Ciencias Naturales para devolverle la Teleología: de modo que, en lugar de Morfología versus Teleología, tendremos morfología unida a la teleología».
Darwin admitió que estaba «desconcertado» sobre el tema, pero estaba «inclinado a ver todo como resultado de leyes diseñadas, con los detalles, ya fuesen buenos o malos, dejados al trabajo de lo que podríamos llamar azar»:
Pero tengo la certeza de que no puedo ver, tan claramente como lo hacen los demás, y como deseo hacerlo, evidencia de diseño y beneficencia en todos los lados de nosotros. Me parece demasiada miseria en el mundo. No puedo convencerme a mí mismo de que un Dios benéfico y omnipotente hubiera creado a propósito a Ichneumonidae con la intención expresa de que se alimentaran dentro de los cuerpos vivos de las orugas, o que un gato debería jugar con los ratones. No creyendo esto, no veo ninguna necesidad en la creencia de que el ojo fue diseñado expresamente.But I own that I cannot see, as plainly as others do, & as I shd wish to do, evidence of design & beneficence on all sides of us. There seems to me too much misery in the world. I cannot persuade myself that a beneficent & omnipotent God would have designedly created the Ichneumonidae with the express intention of their feeding within the living bodies of caterpillars, or that a cat should play with mice. Not believing this, I see no necessity in the belief that the eye was expressly designed.
Proponentes recientes
Argumentos probabilistas
En 1928 y 1930, el teólogo bitánico F. R. Tennant (1866-1957) publicó su Philosophical Theology [Teología filosófica], que fue un «esfuerzo audaz para combinar el pensamiento científico y teológico». Propuso una versión del argumento teleológico basada en la acumulación de las probabilidades de cada adaptación biológica individual. «Tennant admite que los relatos naturalistas como la teoría evolutiva pueden explicar cada una de las adaptaciones individuales que cita, pero insiste en que, en tal caso, el todo excede la suma de sus partes: el naturalismo puede explicar cada adaptación pero no su totalidad». La Routledge Encyclopedia of Philosophy señala que «los críticos han insistido en centrarse en la evidencia de cada pieza de evidencia teísta, recordándonos que, al final, diez cubos con fugas no contienen más agua que uno». Además, «Algunos críticos, como John Hick y D.H. Mellor, se han opuesto al uso particular de Tennant de la teoría de la probabilidad y han cuestionado la relevancia de cualquier tipo de razonamiento probabilístico para las creencias teístas».
Y del mismo modo el filósofo inglés Richard Swinburne (n. 1934), sus «contribuciones a la teología filosófica han tratado de aplicar versiones más sofisticadas de la teoría de la probabilidad a la cuestión de la existencia de Dios, una mejora metodológica en la obra de Tennant, pero con el mismo espíritu». Utiliza la probabilidad bayesiana «teniendo en cuenta no solo el orden y el funcionamiento de la naturaleza, sino también el 'ajuste' entre la inteligencia humana y el universo, por lo que uno puede entender su funcionamiento, así como la experiencia humana estética, moral y religiosa». Swinburne escribe: «la existencia del orden en el mundo confirma la existencia de Dios sí y solo sí la existencia de este orden en el mundo es más probable si hay un Dios que si no lo hay... la probabilidad de un orden del tipo correcto es mucho mayor si existe un Dios, y por lo tanto, la existencia de tal orden aumenta enormemente la probabilidad de que exista un Dios». Swinburne reconoce que su argumento por sí solo puede no dar una razón para creer en la existencias de Dios, pero en combinación con otros argumentos como los argumentos cosmológicos y la evidencia de la experiencia mística, cree que sí puede.
Mientras discutía los argumentos de Hume, el filósofo y profesor estadounidense Alvin Plantinga (n. 1932) ofreció una versión probabilística del argumento teleológico en su libro God and Other Minds (1967) [Dios y otras mentes]:
Cada objeto contingente, tal que sepamos si fue o no el producto del diseño inteligente, fue el producto del diseño inteligente.
El universo es un objeto contingente.
Así que probablemente el universo está diseñado.Every contingent object such that we know whether or not it was the product of intelligent design, was the product of intelligent design.
The universe is a contingent object.
So probably the universe is designed.God and Other Minds (1967), Alvin Plantinga
Siguiendo a Plantinga, el filósofo estadounidense Georges Dicker (n. 1942) produjo una versión ligeramente diferente en su libro sobre el obispo Berkeley:
A. El mundo... muestra un orden teleológico asombroso.
B. Todos los objetos que exhiben tal orden... son productos de diseño inteligente.
C. Probablemente el mundo sea el resultado de un diseño inteligente.
D. Probablemente, Dios existe y creó el mundo.A. The world... shows amazing teleological order.
B. All Objects exhibiting such order... are products of intelligent design.
C. Probably the world is a result of intelligent design.
D. Probably, God exists and created the world.Berkeley's Idealism: A Critical Examination (2011), Georges Dicker
La Enciclopedia Británica recoge las siguientes críticas a tales argumentos:
Por supuesto, se puede decir que cualquier forma en la que pueda estar el universo es estadísticamente improbable, ya que es solo una de las infinitas formas virtuales posibles. Pero su forma real no es más improbable, en este sentido, que otras innumerables. Es solo el hecho de que los humanos son parte de eso lo que lo hace parecer tan especial, que requiere una explicación trascendente.It can of course be said that any form in which the universe might be is statistically enormously improbable as it is only one of a virtual infinity of possible forms. But its actual form is no more improbable, in this sense, than innumerable others. It is only the fact that humans are part of it that makes it seem so special, requiring a transcendent explanation.
Universo afinado
Una variación moderna del argumento teleológico se basa en el concepto del ajuste fino del universo. Según el sitio web Biologos: «Afinación se refiere a la sorprendente precisión de las constantes físicas de la naturaleza y al estado inicial del Universo. Para explicar el estado actual del universo, incluso las mejores teorías científicas requieren que las constantes físicas de la naturaleza y el estado inicial del universo tengan valores extremadamente precisos». Además, el ajuste fino del universo es el aparente equilibrio delicado de las condiciones necesarias para la vida humana. En esta visión, la especulación sobre un amplio rango de posibles condiciones en las que la vida no puede existir se usa para explorar la probabilidad de las condiciones en las que la vida puede existir y existe. Por ejemplo, se puede argumentar que si la fuerza de la explosión del Big Bang hubiera sido diferente en 1/10 a la sexta potencia o la fuerza de interacción fuerte fuera solo un 5% diferente, la vida sería imposible.
El renombrado físico inglés Stephen Hawking (1942-2018) estima en Breve historia del tiempo que «si la velocidad de expansión un segundo después del big bang hubiese sido menor, incluso en una parte, en cien mil billones, el universo se habría colapsado de nuevo antes que hubiese alcanzado nunca su tamaño actual». No obstante, Hawking señaló que la inflación podría explicar el hecho de que la tasa de expansión parece estar afinada, por lo que «la velocidad de expansión del universo se aproximaría automáticamente mucho a la velocidad crítica determinada por la densidad de energía del universo. Lo que explicaría por qué la velocidad de expansión es todavía tan próxima a la velocidad crítica, sin tener que suponer que la velocidad de expansión inicial del universo fuera escogida muy cuidadosamente».
El filósofo analítico y teólogo William Lane Craig (n. 1949) aclara que «cuando los científicos dicen que el universo está afinado para la vida, no quieren decir 'diseñado'; más bien significan que pequeñas desviaciones de los valores reales de las constantes fundamentales y cantidades de la naturaleza harían que el universo prohibiera la vida». Craig formula el siguiente argumento teleológico basado en el ajuste fino:
1. El ajuste fino del universo se debe a la necesidad física, al azar o al diseño.2. No se debe a la necesidad física o al azar.
3. Por lo tanto, se debe al diseño.1. The fine-tuning of the universe is due to either physical necessity, chance, or design.2. It is not due to physical necessity or chance.
3. Therefore, it is due to design.«The New Atheism and Five Arguments for God, 4. The Teleological Argument from Fine-tuning», William Lane Craig
En términos de un argumento teleológico, la intuición en relación con un universo afinado sería que Dios debe haber sido responsable, si el logro de tales condiciones perfectas es tan improbable. Sin embargo, en relación con el afinamiento, el filósofo estadounidense Kenneth Einar Himma (n. 1957) escribe: «El simple hecho de que sea enormemente improbable que un evento se haya producido... por sí solo, no nos da ninguna razón para pensar que ocurrió por diseño... Por intuitivamente tentador que sea...» Himma atribuye el «argumento de las improbabilidades sospechosas», una formalización de «la intuición del ajuste fino» al filósofo y rabino estadounidense George N. Schlesinger (1925-2013):
Para entender el argumento de Schlesinger, considere su reacción a dos eventos diferentes. Si John gana un juego de lotería de 1 en 1 000 000 000, no se sentiría inmediatamente tentado a pensar que John (o alguien que actúa en su nombre) hizo trampa. Sin embargo, si John ganó tres loterías consecutivas de 1 en 1000, inmediatamente se vería tentado a pensar que John (o alguien que actúa en su nombre) hizo trampa. Schlesinger cree que la reacción intuitiva a estos dos escenarios está justificada epistémicamente. La estructura de este último evento es tal que... justifica la creencia de que el diseño inteligente es la causa... A pesar del hecho de que la probabilidad de ganar tres juegos consecutivos de 1 en 1000 es exactamente la misma que la probabilidad de ganar uno de 1 en 1 000 000 000 de juegos, el evento anterior... garantiza una inferencia de diseño inteligente.To understand Schlesinger's argument, consider your reaction to two different events. If John wins a 1-in-1,000,000,000 lottery game, you would not immediately be tempted to think that John (or someone acting on his behalf) cheated. If, however, John won three consecutive 1-in-1,000 lotteries, you would immediately be tempted to think that John (or someone acting on his behalf) cheated. Schlesinger believes that the intuitive reaction to these two scenarios is epistemically justified. The structure of the latter event is such that it… justifies a belief that intelligent design is the cause… Despite the fact that the probability of winning three consecutive 1-in-1,000 games is exactly the same as the probability of winning one 1-in-1,000,000,000 game, the former event… warrants an inference of intelligent design.«Design Arguments for the Existence of God» (2009), Kenneth Einar Himma
Himma considera que el argumento de Schlesinger está sujeto a las mismas vulnerabilidades que observó en otras versiones del argumento del diseño:
Si bien, sin duda, Schlesinger tiene razón al pensar que se nos justifica sospechar un diseño en el caso [de ganar] tres loterías consecutivas, es porque, y solo porque, conocemos dos hechos empíricos relacionados sobre tales eventos. Primero, ya sabemos que existen agentes inteligentes que tienen las motivaciones correctas y las habilidades causales para provocar tales eventos deliberadamente. Segundo, sabemos por experiencias pasadas con tales eventos que generalmente se explican por la agencia deliberada de uno o más de estos agentes. Sin al menos una de estas dos piezas de información, obviamente no tenemos justificación para ver el diseño en tales casos... [E]l problema para el argumento del ajuste fino es que nos faltan las dos piezas necesarias para justificar una inferencia de diseño. Primero, el punto central del argumento es establecer el hecho de que existe una agencia inteligente que tiene las habilidades y motivaciones causales correctas para llevar la existencia de un universo capaz de sostener la vida. Segundo, y más obviamente, no tenemos ninguna experiencia pasada con la génesis de los mundos y, por lo tanto, no estamos en condiciones de saber si la existencia de universos afinados suele explicarse por la agencia deliberada de alguna agencia inteligente. Debido a que carecemos de esta información básica esencial, no estamos justificados para inferir que existe una Deidad inteligente que creó deliberadamente un universo capaz de sustentar la vida.While Schlesinger is undoubtedly correct in thinking that we are justified in suspecting design in the case [of winning] three consecutive lotteries, it is because—and only because—we know two related empirical facts about such events. First, we already know that there exist intelligent agents who have the right motivations and causal abilities to deliberately bring about such events. Second, we know from past experience with such events that they are usually explained by the deliberate agency of one or more of these agents. Without at least one of these two pieces of information, we are not obviously justified in seeing design in such cases… [T]he problem for the fine-tuning argument is that we lack both of the pieces that are needed to justify an inference of design. First, the very point of the argument is to establish the fact that there exists an intelligent agency that has the right causal abilities and motivations to bring the existence of a universe capable of sustaining life. Second, and more obviously, we do not have any past experience with the genesis of worlds and are hence not in a position to know whether the existence of fine-tuned universes are usually explained by the deliberate agency of some intelligent agency. Because we lack this essential background information, we are not justified in inferring that there exists an intelligent Deity who deliberately created a universe capable of sustaining life.«Design Arguments for the Existence of God» (2009), Kenneth Einar Himma
Antony Flew (1923-2010), filósofo inglés que pasó la mayor parte de su vida siendo ateo, se convirtió al deísmo y postuló que «un ser inteligente está involucrado de alguna manera en el diseño de condiciones que permitan que la vida surgiera y evolucionara». Concluyó que el ajuste fino del universo era demasiado preciso para ser el resultado del azar, así que aceptó la existencia de Dios. Dijo que su compromiso de «ir adonde conduce la evidencia» significaba que terminó aceptando la existencia de Dios. Flew propuso la opinión, sostenida anteriormente por el astrónomo británico Fred Hoyle (1915-2001), de que el universo es demasiado joven para que la vida se haya desarrollado exclusivamente por casualidad y que, por lo tanto, debe existir un ser inteligente que estuvo involucrado en el diseño de las condiciones requeridas para que la vida evolucionase. Hoyle calculó que la probabilidad de una combinación aleatoria de aminoácidos que produzca un conjunto viable de enzimas requerido incluso para la célula era de una en 10 40 000. Dado que el número de átomos en el universo conocido es infinitesimalmente diminuto en comparación (10 80), argumentó que la Tierra como lugar de origen de la vida podría descartarse. Hoyle sugirió que el potencial de vida en la Tierra no era más probable que el que un Boeing 747 fuera ensamblado por un tornado que atravesase un desguace.
¿No se diría a sí mismo? «Un intelecto supercálculo debe haber diseñado las propiedades del átomo de carbono; de lo contrario, la posibilidad de que encuentre ese átomo a través de las fuerzas ciegas de la naturaleza sería absolutamente minúscula». Por supuesto que usted... Una interpretación de los hechos de sentido común sugiere que un superintelecto se ha mezclado con la física, así como con la química y la biología, y que no hay fuerzas ciegas que valgan la pena mencionar en la naturaleza. Los números que uno calcula a partir de los hechos me parecen tan abrumadores que ponen a esta conclusión casi fuera de duda.Would you not say to yourself, "Some super-calculating intellect must have designed the properties of the carbon atom, otherwise the chance of my finding such an atom through the blind forces of nature would be utterly minuscule." Of course you would... A common sense interpretation of the facts suggests that a superintellect has monkeyed with physics, as well as with chemistry and biology, and that there are no blind forces worth speaking about in nature. The numbers one calculates from the facts seem to me so overwhelming as to put this conclusion almost beyond question.«The Universe: Past and Present Reflections» (1981), Fred Hoyle
Richard Carrier (n. 1969) señala tres fallos del razonamiento de Hoyle: "(1) que la selección natural es equivalente a barajar aleatoriamente, (2) que las dos mil enzimas, todas las enzimas usadas en toda la biología, tenían que ser acertadas a la vez de un tirón gigante de la máquina tragamonedas cósmica, y (3) que la vida comenzó a requerir enzimas complejas trabajando en conjunto." Esto se conoce como "el tornado del depósito de chatarra" o "falacia de Hoyle". Aquellos que abogan por la creencia del diseño inteligente a veces citan el trabajo de Hoyle en esta área para respaldar la afirmación de que el universo fue afinado para permitir que la vida inteligente fuera posible.
Ciencia de la creación y diseño inteligente
Una versión del argumento del diseño es fundamental tanto para la ciencia de la creación como para el diseño inteligente, pero, a diferencia de la apertura de Paley al diseño deísta a través de las leyes dadas por Dios, los proponentes buscan confirmación científica de repetidas intervenciones milagrosas en la historia de la vida, y argumentan que la ciencia teísta debe enseñarse en las aulas de ciencias.
La enseñanza de la evolución fue efectivamente excluida de los currículos de las escuelas públicas de los Estados Unidos por el resultado del Juicio de Scopes de 1925, pero en la década de 1960 la ley de Educación para la Defensa Nacional (National Defense Education Act) llevó al Estudio Curricular de Ciencias Biológicas (Biological Sciences Curriculum Study) a reintroducir la enseñanza de la evolución. En respuesta, hubo un resurgimiento del creacionismo, ahora presentado como «ciencia de la creación», basado en el literalismo bíblico pero con citas bíblicas opcionales. («Las referencias explícitas a la Biblia eran opcionales: el libro de 1974 Scientific Creationism, de Morris, se presentó en dos versiones, una con citas de la Biblia y otra sin ellas»).)
Una encuesta realizada en 1989 encontró que prácticamente toda la literatura que promueve la ciencia de la creación presentaba el argumento del diseño, con John D. Morris (n. 1946) diciendo que «cualquier cosa viva proporciona una prueba tan fuerte de diseño por parte de un diseñador inteligente que solo una ignorancia voluntaria de los datos (II Pedro 3:5) podría llevar a uno a asignar tal complejidad al azar». Dichas publicaciones introdujeron conceptos centrales para el diseño inteligente, incluida la complejidad irreducible (una variante de la analogía del relojero) y la complejidad especificada (que se parece mucho a un argumento de ajuste fino). El fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos sobre Edwards v. Aguillard prohibió la enseñanza de la «Ciencia de la Creación» en las escuelas públicas porque rompía la separación de la iglesia y el estado, y un grupo de creacionistas renombró la Ciencia de la Creación como «diseño inteligente», que se presentó como una teoría científica más que como un argumento religioso.
Los científicos no estuvieron de acuerdo con la afirmación de que el diseño inteligente es científico, y su introducción en el plan de estudios de ciencias de un distrito escolar de Pensilvania condujo al juicio de 2005 del Caso Kitzmiller contra el Distrito Escolar de Dover, que determinó que los argumentos del «diseño inteligente» son esencialmente de naturaleza religiosa. y no ciencia. El tribunal tomó testimonio del teólogo estadounidense John F. Haught (n. 1942), y dictaminó que «el diseño inteligente no es un nuevo argumento científico, sino que es más bien un viejo argumento religioso de la existencia de Dios. Rastreó este argumento al menos hasta Tomás de Aquino en el siglo XIII, quien enmarcó el argumento como un silogismo: dondequiera que exista un diseño complejo, debe haber un diseñador; la naturaleza es compleja; por lo tanto, la naturaleza debe haber tenido un diseñador inteligente». «Este argumento a favor de la existencia de Dios fue avanzado a principios del siglo XIX por el reverendo Paley»: «La única diferencia aparente entre el argumento hecho por Paley y el argumento del diseño inteligente, tal como lo expresaron los testigos de la defensa Behe y Minnich, es que la 'posición oficial' del diseño inteligente no reconoce que el diseñador es Dios.»
Los defensores del movimiento de diseño inteligente, como Cornelius G. Hunter, han afirmado que el naturalismo metodológico en el que se basa la ciencia es de naturaleza religiosa. Comúnmente se refieren a él como «materialismo científico» o como «materialismo metodológico» y lo combinan con «naturalismo metafísico». Utilizan esta afirmación para respaldar su reivindicación de que la ciencia moderna es atea, y la contrastan con su enfoque preferido de una filosofía natural revivida que recibe explicaciones sobrenaturales de los fenómenos naturales y apoya la ciencia teísta. Esto ignora la distinción entre ciencia y religión, establecida en la antigua Grecia, en la que la ciencia no puede usar explicaciones sobrenaturales.
Michael Behe (n. 1952), defensor del diseño inteligente y bioquímico estadounidense , propuso un desarrollo de la analogía del reloj de Paley en el que argumentaba a favor del diseño inteligente. A diferencia de Paley, Behe solo intenta probar la existencia de un diseñador inteligente, en lugar del Dios del teísmo clásico. Behe usa la analogía de una trampa para ratones para proponer una complejidad irreducible: argumenta que si una trampa para ratones pierde solo una de sus partes, ya no puede funcionar como una trampa para ratones. Argumenta que la complejidad irreducible en un objeto garantiza la presencia de un diseño inteligente. Behe afirma que hay casos de complejidad irreductible en el mundo natural y que se deben haber diseñado partes del mundo. Este argumento negativo en contra de la evolución paso a paso ignora la evidencia de larga tiempo de que la evolución procede a través de cambios de función, exaptación, de los sistemas anteriores. Los ejemplos específicos que Behe propone han demostrado tener homólogos más simples que podrían actuar como precursores con diferentes funciones. Sus argumentos han sido refutados, tanto en general como en casos específicos por numerosos artículos científicos. En respuesta, Behe y otros, «irónicamente, dada la ausencia de cualquier detalle en su propia explicación, se quejan de que las explicaciones ofrecidas carecen de detalles suficientes para ser probadas empíricamente». ("ironically, given the absence of any detail in their own explanation, complain that the proffered explanations lack sufficient detail to be empirically tested.")
Eficacia irrazonable de las matemáticas
William Lane Craig (n. 1949) ha propuesto un argumento nominalista influenciado por la filosofía de las matemáticas. Este argumento gira en torno al hecho de que, mediante el uso de conceptos matemáticos, se puede descubrir mucho sobre el mundo natural. Por ejemplo, Craig escribe, Peter Higgs, y cualquier científico similar «pueden sentarse en su escritorio y, vertiendo [sic] sobre ecuaciones matemáticas, predicen la existencia de una partícula fundamental que, treinta años más tarde, después de invertir millones de dólares y miles de horas hombre, los experimentadores finalmente son capaces de detectar». Nombra a las matemáticas como el «lenguaje de la naturaleza» y refuta dos posibles explicaciones para esto. En primer lugar, sugiere, la idea de que son entidades abstractas plantea la cuestión de su aplicación. En segundo lugar, responde al problema de si son meramente ficciones útiles, sugiriendo que eso pregunta por qué estas ficciones son tan útiles. Resumió su argumento de la siguiente manera:
A. Si Dios no existiera, la aplicabilidad de las matemáticas sería solo una feliz coincidencia.
B. La aplicabilidad de las matemáticas no es solo una feliz coincidencia.
C. Por lo tanto, Dios existe.A. If God did not exist, the applicability of mathematics would be just a happy coincidence.
B. The applicability of mathematics is not just a happy coincidence.
C. Therefore, God exists.William Lane Craig
Cita al físico y matemático húngaro Eugene Wigner (1902-1995) como una influencia en su pensamiento.
Propuesta de «tercera vía»
El genetista estadounidense de la Universidad de Chicago, James A. Shapiro (n. 1943), en la Boston Review, afirma que los avances en genética y biología molecular, y «la creciente comprensión de que las células tienen redes de computación molecular que procesan información sobre operaciones internas y sobre el entorno externo para tomar decisiones controlando el crecimiento, movimiento y diferenciación», tienen implicaciones para el argumento teleológico. Shapiro afirma que estos sistemas de «ingeniería genética natural» pueden producir reorganizaciones radicales del «aparato genético dentro de una sola generación celular». Shapiro sugiere lo que él llama una «Tercera Vía»; un tipo de evolución no creacionista, no darwiniana:
¿Qué importancia tiene una interfaz emergente entre biología y ciencia de la información para pensar sobre la evolución? Abre la posibilidad de abordar científicamente en lugar de ideológicamente el tema central tan disputado por los fundamentalistas en ambos lados del debate creacionismo-darwinismo: hay alguna inteligencia orientadora que trabaje en el origen de las especies mostrando adaptaciones exquisitas...What significance does an emerging interface between biology and information science hold for thinking about evolution? It opens up the possibility of addressing scientifically rather than ideologically the central issue so hotly contested by fundamentalists on both sides of the Creationist-Darwinist debate: Is there any guiding intelligence at work in the origin of species displaying exquisite adaptations...«The Third Way» (1997), James A. Shapiro
En su libro Evolution: A View from the 21st Century (2011) [Evolución: una visión desde el siglo XXI], Shapiro se refiere a este concepto de «ingeniería genética natural», que según él, ha resultado ser problemático, porque muchos científicos creen que apoya el argumento del diseño inteligente. Sugiere que «las capacidades orientadas a la función [pueden] atribuirse a las células», aunque este es «el tipo de pensamiento teleológico que los científicos han aprendido a evitar a toda costa».
El Todo interactuante
El teólogo metafísico Norris Clarke compartió un argumento con sus colegas profesores en la Fordham University que fue popularizado por Peter Kreeft en sus Twenty Arguments for the Existence of God [Veinte argumentos para la existencia de Dios]. El argumento establece que los componentes se ordenan universalmente entre sí, y se definen por estas conexiones (por ejemplo, cada dos átomos de hidrógeno se ordenan para formar un compuesto con un átomo de oxígeno). Por lo tanto, ninguna de las partes es autosuficiente, y no se puede explicar individualmente. Sin embargo, el todo tampoco puede explicarse porque está compuesto de entes separados y no es un todo. A partir de aquí, se pueden encontrar tres conclusiones: en primer lugar, como el sistema no puede explicarse de ninguna manera, requiere una causa eficiente; en segundo lugar, debe ser una mente inteligente porque la unidad trasciende cada parte y, por lo tanto, debe haber sido concebida como una idea, porque, por definición, solo una idea puede unir elementos sin destruir o fusionar su distinción. Una idea no puede existir sin un creador, por lo que debe haber una mente inteligente; y en tercer lugar, la mente creativa debe ser trascendente, porque si no lo fuera, dependería del sistema del espacio y el tiempo, a pesar de haberlo creado. Tal idea es absurda. Como conclusión, por tanto, el universo se basa en una mente creativa trascendente.
Véase también
En inglés: Argument from design Facts for Kids
- Argumento cosmológico
- Argumento del diseño pobre
- Cosmogonía
- Disteleología
- Teleología
- Argumento de la belleza
- Falacia inversa del jugador
- Deismo
- Turtles all the way down