Revuelta de los Países Bajos para niños
Datos para niños Revuelta de los Países Bajos |
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Fecha | 1566-1648 | |
Lugar | Los Países Bajos | |
Resultado | Tratado de Münster | |
La Revuelta de los Países Bajos (que ocurrió entre 1566 o 1568 y 1648) fue un conflicto importante en los Países Bajos. Se trató de un levantamiento contra el rey Felipe II de España, quien era el gobernante de las Diecisiete Provincias. Las siete provincias del norte, donde la mayoría de la gente seguía la fe protestante, lograron su independencia y formaron las Provincias Unidas de los Países Bajos. Las provincias del sur, que al principio también se unieron al levantamiento, finalmente volvieron a estar bajo el control de España.
Este conflicto, que tuvo raíces en diferencias de creencias y en el deseo de mayor autonomía, llevó a la creación de las Provincias Unidas de los Países Bajos como un país independiente. Su primer líder fue Guillermo de Orange, y luego varios de sus descendientes y aliados continuaron su labor. Esta rebelión fue una de las primeras veces en Europa que una región logró separarse con éxito y convertirse en una república en la época moderna.
Al principio, el rey Felipe II logró controlar el levantamiento. Pero en 1572, los rebeldes tomaron la ciudad de Brielle, lo que hizo que la rebelión se fortaleciera. Las provincias del norte se hicieron independientes, primero de forma no oficial en 1581, y luego de manera oficial en 1648. Durante este tiempo, las Provincias Unidas de los Países Bajos, también conocidas como la República Neerlandesa, crecieron muy rápido. Se convirtieron en una potencia mundial gracias a su gran flota comercial y vivieron un periodo de gran prosperidad económica, científica y cultural.
Los Países Bajos meridionales (que hoy son Bélgica, Luxemburgo, el norte de Francia y el sur de los Países Bajos) siguieron bajo el control español. La forma de gobierno en el sur hizo que muchas personas importantes en finanzas, cultura y conocimiento se mudaran al norte, ayudando al éxito de la República Neerlandesa. Los neerlandeses del norte impusieron un bloqueo estricto a las provincias del sur, lo que dificultó la llegada de alimentos. Hacia el final del conflicto, en 1648, gran parte de las tierras del sur habían sido ocupadas por Francia, que se había aliado con la República Neerlandesa contra España.
La primera parte de este conflicto se conoce como la Guerra de Independencia de los Países Bajos. La segunda parte se centró en conseguir el reconocimiento oficial de la independencia de las Provincias Unidas. Esta fase coincidió con el ascenso de la República Neerlandesa como una potencia mundial y la creación de su imperio comercial.
Contenido
¿Cómo empezó la Revuelta de los Países Bajos?
A través de matrimonios y conquistas, los duques de Borgoña fueron añadiendo territorios a sus posesiones, incluyendo las Diecisiete Provincias. Aunque Borgoña se perdió ante Francia en 1477, los Países Bajos borgoñones seguían intactos cuando Carlos I nació en Gante en 1500. Él creció en los Países Bajos y hablaba varios idiomas, incluyendo neerlandés y francés.
En 1506, Carlos se convirtió en señor de los estados borgoñones, que incluían los Países Bajos. En 1516, heredó muchos títulos, como los reinos de Aragón y Castilla y León, que ya eran un gran imperio gracias a la colonización española de América. En 1519, Carlos también se convirtió en líder del Imperio Habsburgo y, en 1530, en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. A principios de la década de 1540, casi toda la región de los Países Bajos ya formaba parte de los dominios de los Habsburgo.
Impuestos y gastos de guerra
Flandes era una región muy rica y deseada por los reyes franceses. Otras zonas de los Países Bajos también eran muy desarrolladas y tenían una larga tradición de comercio. El imperio de Carlos V era enorme, con territorios en América y Europa. Sin embargo, los territorios europeos estaban muy dispersos, lo que dificultaba su control y defensa. Este gran reino estaba constantemente en conflictos con sus vecinos en Europa, especialmente contra Francia y el Imperio otomano. También hubo conflictos contra príncipes protestantes en Alemania.
Por todo esto, los neerlandeses pagaban impuestos muy altos para financiar estas guerras. A menudo, sentían que estas guerras eran innecesarias y a veces perjudiciales, ya que afectaban a sus socios comerciales más importantes.
Diferencias de creencias
Durante el siglo XVI, el protestantismo se extendió rápidamente por el norte de Europa. Al principio, los protestantes neerlandeses fueron perseguidos, pero luego las autoridades locales los toleraron. Hacia 1560, la comunidad protestante ya tenía una influencia notable en los Países Bajos, aunque seguía siendo una minoría. En una sociedad que dependía del comercio, la libertad y la tolerancia eran muy importantes.
Sin embargo, Carlos I, y después su hijo Felipe II (desde 1555), creían que era su deber detener el protestantismo. Lo veían como una amenaza a la estabilidad de su sistema de gobierno. Por otro lado, los protestantes neerlandeses, con sus fuertes valores, creían que su forma de vida era mejor que los lujos de la nobleza. Las medidas estrictas para controlar el protestantismo causaron mucho descontento en los Países Bajos, donde los gobiernos locales preferían la convivencia pacífica.
La situación empeoró en la segunda mitad del siglo. Felipe II envió tropas para intentar controlar el levantamiento y que los Países Bajos volvieran a la fe católica. Aunque no logró establecer un control estricto, las acciones fueron lo suficientemente duras como para causar un gran malestar.
Búsqueda de un gobierno centralizado

A finales de la Edad Media, muchos funcionarios neerlandeses ya no eran solo de la nobleza local, sino de familias que habían mejorado su posición. Hacia el siglo XV, Bruselas se había convertido en la capital de las Diecisiete Provincias. Desde la Edad Media, las regiones neerlandesas, representadas por su nobleza y los comerciantes ricos de las ciudades, tenían mucha autonomía para elegir a sus administradores.
Carlos I y Felipe II intentaron mejorar la administración del imperio, dando más poder al gobierno central en áreas como las leyes y los impuestos. Esta política causó desconfianza tanto entre la nobleza como entre los comerciantes. Por ejemplo, en 1528, Carlos V tomó el control de la ciudad de Utrecht. Reemplazó el consejo de los gremios que gobernaba la ciudad por su propio representante, quien pasó a manejar los poderes de toda la provincia. Carlos I también ordenó construir el castillo de Vredenburg, una fortaleza para defenderse y controlar a los ciudadanos de Utrecht.
Bajo el gobierno de María de Hungría (1531-1555), el poder tradicional de los representantes de las provincias y las familias nobles había sido en gran parte reemplazado por juristas profesionales en el Consejo de Estado.
Primeros momentos del conflicto (1555-1572)
Antes del levantamiento (1555-1568)

En 1556, Carlos I dejó el trono de España a su hijo, Felipe II. Aunque Carlos había tomado medidas estrictas, entendía las necesidades de los Países Bajos. Felipe, en cambio, creció en España y no hablaba neerlandés ni francés. Durante el gobierno de Felipe, las tensiones aumentaron debido a los altos impuestos, las acciones contra el protestantismo y los intentos de centralizar el poder. El conflicto creció hasta que estalló el levantamiento por la independencia.
La nobleza se opone
Para tener un gobierno estable y leal en los Países Bajos, Felipe II nombró a su media hermana Margarita de Parma como gobernadora. También siguió la política de su padre de nombrar a miembros de la alta nobleza neerlandesa para el Raad van State (Consejo de Estado), que aconsejaba a la gobernadora. Nombró a Antonio Perrenot de Granvela, uno de sus hombres de confianza, como jefe del Consejo.
Sin embargo, en 1558, los representantes de las provincias en los Estados Generales de los Países Bajos empezaron a oponerse a las decisiones de Felipe II, especialmente a sus propuestas de impuestos. También pidieron, y lo lograron por un tiempo, que las tropas españolas se retiraran. Estas tropas habían sido enviadas por Felipe II para proteger las fronteras del sur de los Países Bajos con Francia, pero los neerlandeses las veían como una amenaza a su propia autonomía (1559-1561).
Las reformas posteriores encontraron mucha más oposición, dirigida directamente a Granvela. Las peticiones de la alta nobleza al rey Felipe II no eran respondidas. Algunos nobles influyentes, como Lamoral, conde de Egmont, conde de Horne y Guillermo el Taciturno, se retiraron del Consejo de Estado hasta que Felipe II quitara a Granvela de su cargo.
A finales de 1564, los nobles se dieron cuenta del creciente poder del movimiento protestante y pidieron a Felipe II que tomara medidas realistas para evitar la violencia. Felipe II respondió que las medidas más estrictas eran la única solución. Así, Egmont, Horne y Orange se retiraron de nuevo del Consejo, y Bergen y Megha renunciaron a sus cargos. Durante este tiempo, las protestas religiosas aumentaron, pero también la represión.
En 1566, un grupo de unos 400 nobles presentó una petición a la gobernadora Margarita de Parma para que detuviera las persecuciones hasta que el rey respondiera. Uno de los cortesanos de Margarita, el conde Berlaymont, le dijo en francés: "No tenga miedo, señora, no son más que mendigos" ("gueux"). Los propios peticionarios adoptaron este nombre, llamándose desde entonces los geuzen (mendigos en neerlandés). La petición fue enviada a Felipe II, quien debía dar el veredicto final.
Destrucción de imágenes y respuesta del rey (1566)
El ambiente en los Países Bajos era muy tenso debido al levantamiento, las predicaciones de los líderes calvinistas, la escasez de alimentos en 1565 y los problemas económicos por la Guerra Nórdica de los Siete Años. A principios de agosto de 1566, un monasterio en Steenvoorde, Flandes (hoy en el norte de Francia), fue atacado por una multitud liderada por el predicador Sebastian Matte. Este incidente fue el primero de muchos similares en Flandes. Poco después, los Países Bajos fueron escenario de la Beeldenstorm, un movimiento de destrucción de imágenes religiosas. Los calvinistas entraron en iglesias y otros edificios religiosos para dañar y destruir arte y decoraciones en gran parte del país.
El número de personas que participaron en esta destrucción parece haber sido pequeño, y aún se discute el origen exacto de este movimiento. Sin embargo, las autoridades locales no pudieron controlar el vandalismo. Las acciones de los que destruían imágenes dividieron a la nobleza: Orange y otros grandes de España se opusieron, mientras que otros, como Enrique de Brederode, lo apoyaron.
Incluso antes de responder a la petición de los nobles, Felipe II había perdido el control de la situación en los Países Bajos. Por ello, el rey decidió enviar un ejército para controlar el levantamiento. El 22 de agosto de 1567, Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, llegó a Bruselas con 10.000 soldados.
Alba tomó medidas muy estrictas y pronto estableció un tribunal especial (Raad van Beroerten o Tribunal de los Tumultos) para juzgar a cualquiera que se opusiera al rey. Alba se veía a sí mismo como el representante directo del rey Felipe en los Países Bajos y a menudo ignoraba a Margarita de Parma, la hermana del rey y gobernadora. La usó solo para atraer a algunos nobles que habían huido, como los condes Egmont y Horne. Estas acciones hicieron que Margarita renunciara en septiembre de 1567. Egmont y Horne fueron arrestados por traición, condenados y, un año después, ejecutados en la Grand-Place de Bruselas.
Lamoral, conde de Egmont y el conde de Horne eran nobles católicos y leales al rey de España hasta su muerte. Sin embargo, Alba consideró que habían cometido traición por su tolerancia hacia el protestantismo. Sus ejecuciones, ordenadas por un noble español, causaron mucha indignación. Más de mil personas fueron ejecutadas en los meses siguientes. Por el gran número de ejecuciones, el tribunal fue llamado «Tribunal de Sangre» y el duque de Alba, «Duque de Hierro». En lugar de calmar los Países Bajos, la represión y la intolerancia ayudaron a avivar el levantamiento.
Guillermo de Orange, líder del levantamiento

Guillermo de Orange era el representante de las provincias de Holanda, Zelanda y Utrecht, y también vizconde de Amberes. Era el noble más influyente de los Estados Generales que había firmado la petición. Cuando llegó Alba, Guillermo evitó ser arrestado, a diferencia de Egmont y Horne, y huyó al territorio gobernado por la esposa de su padre. Todas sus tierras y títulos en los Países Bajos fueron entregados al rey español.
En 1568, Guillermo regresó para intentar que el duque de Alba se fuera de Bruselas. El objetivo declarado de Guillermo era lograr que se fueran los ministros impopulares como Alba, terminar con el levantamiento y así restaurar la autoridad del rey Felipe. Esta idea se puede ver en el actual himno de los Países Bajos, el Het Wilhelmus, donde se dice: den Koning van Hispanje heb ik altijd geëerd (Siempre he honrado al rey de España). En sus escritos y cartas a sus aliados, Guillermo también se enfocaba en el derecho de los súbditos a no obedecer a su gobernante si este no respetaba sus derechos.
Las fuerzas de Guillermo entraron en los Países Bajos desde cuatro direcciones diferentes. Sus hermanos lideraron ejércitos desde Alemania, mientras que los hugonotes franceses entraron desde el sur. Los españoles habían ganado la batalla de Rheindalen, cerca de Roermond, el 23 de abril de 1568. Sin embargo, la batalla de Heiligerlee, el 23 de mayo de ese año, es considerada el inicio de la Guerra de los Ochenta Años, y fue una victoria para el ejército rebelde. La campaña terminó mal para Guillermo, ya que se quedó sin dinero y su propio ejército se desintegró, mientras que sus aliados fueron derrotados por el Duque de Alba. A pesar de esto, Guillermo mantuvo su popularidad; era el último de los grandes nobles que podía ofrecer resistencia y desde entonces fue visto como el líder del levantamiento.
Cuando el levantamiento resurgió en 1572, Guillermo trasladó su corte de nuevo a los Países Bajos, a Delft, ya que sus tierras ancestrales en Breda seguían ocupadas por los españoles. Delft fue la base de operaciones de Guillermo hasta que fue asesinado en 1584.
El levantamiento se fortalece (1572-1585)
España enfrentaba dificultades porque tenía conflictos en varios lugares al mismo tiempo. Los combates contra el Imperio otomano en el mar Mediterráneo limitaban mucho el poder militar que podía usar contra los Países Bajos. Francia, además, se oponía a España siempre que podía. También, Inglaterra, principalmente los marineros ingleses, atacaban los barcos españoles en las colonias del océano Atlántico.
Ya en 1566, Guillermo de Orange había pedido apoyo a los otomanos. El sultán Solimán el Magnífico había dicho que se sentía cercano a los protestantes, quienes "no adoran ídolos, creen en un solo Dios y luchan contra el papa y el emperador". Por eso, apoyó a los neerlandeses, junto con los franceses e ingleses, y la mayoría de protestantes, para contrarrestar los intentos de los Habsburgo de dominar Europa.
Aun así, hacia 1570, los españoles habían logrado controlar el levantamiento en la mayor parte de los Países Bajos. Sin embargo, en marzo de 1569, para financiar a sus tropas, Alba propuso nuevos impuestos, incluyendo el «Décimo penique», un impuesto del 10% sobre todas las ventas o transferencias de tierras. Esta propuesta fue rechazada, y se llegó a un acuerdo. Pero en 1571, Alba decidió insistir en cobrar este impuesto, a pesar de la oposición de los Estados Generales de los Países Bajos. Esto provocó quejas tanto de católicos como de protestantes, y aumentó el apoyo a los rebeldes, especialmente entre los refugiados que habían abandonado el país durante el gobierno de Alba.
El 1 de marzo de 1572, la reina inglesa, Isabel I, expulsó a los geuzen, conocidos como mendigos del mar, de los puertos ingleses, en un intento de acercarse al rey español. Los geuzen, liderados por Lumey, ocuparon la ciudad de Brielle, que estaba casi indefensa, de forma sorprendente el 1 de abril. Al asegurar este lugar, los rebeldes lograron establecerse en el continente y, lo que era más importante, obtuvieron una victoria importante en el norte. Este hecho se convirtió en una señal para que todos los protestantes de los Países Bajos se levantaran de nuevo.

La mayoría de las ciudades importantes de las provincias de Holanda y Zelanda se declararon leales a los rebeldes. Las excepciones más notables fueron Ámsterdam y Middelburg, que se mantuvieron leales a la causa católica hasta 1578. Guillermo de Orange fue nombrado líder del levantamiento. Fue reconocido como Gobernador-General y representante de Holanda, Zelanda, Frisia y Utrecht en una reunión en Dordrecht en julio de 1572. Se acordó que el poder sería compartido entre Orange y los Estados. Con la influencia rebelde extendiéndose rápidamente por las provincias del norte, el conflicto entró en una segunda fase más decisiva.
Sin embargo, esto también aumentó las diferencias entre los propios neerlandeses. Por un lado, había una minoría calvinista que quería seguir luchando contra Felipe II y convertir a todos los ciudadanos al calvinismo. Por otro lado, había una pequeña minoría católica que quería seguir siendo leal al gobernador y a su administración en Bruselas. Entre estos dos grupos, había una mayoría de neerlandeses (católicos) que no tenían una preferencia clara por ningún bando, pero que deseaban, en su mayoría, recuperar sus derechos y la expulsión de los ejércitos españoles. Guillermo de Orange fue la figura central que tuvo que unir a estos grupos con un objetivo común. Finalmente, él mismo se convirtió al calvinismo en 1573.
Acuerdo de Gante

Alba no pudo detener el levantamiento, por lo que fue reemplazado en 1573 por Luis de Requesens, quien intentó establecer una nueva política más moderada. Sin embargo, España tuvo que declararse en bancarrota en 1575. Requesens no logró establecer una política aceptable para el rey español ni para los Países Bajos antes de su muerte en 1576.
La incapacidad de España para pagar a sus soldados continuó, lo que provocó varios levantamientos de tropas. En noviembre de 1576, algunas tropas saquearon Amberes, causando la muerte de unas ocho mil personas. Este episodio, conocido como la «furia española», fortaleció la decisión de las diecisiete provincias de tomar el control de su destino.
Así, los Países Bajos negociaron un acuerdo interno, conocido como la Pacificación de Gante, en 1576. Según este acuerdo, las provincias aceptaban la tolerancia religiosa y juraban luchar juntas contra las fuerzas españolas. Para la mayoría de las provincias católicas, la principal razón para unirse al levantamiento abierto fue la expulsión de las tropas extranjeras, aunque formalmente estas provincias seguían siendo leales a Felipe II. A pesar de algunos conflictos religiosos, España, gracias a los metales preciosos de América, pudo pagar y enviar un ejército liderado por Alejandro Farnesio, duque de Parma y Piacenza.
Uniones de Arrás y Utrecht (1579)
El 6 de enero de 1579, impulsados por el nuevo gobernador español, Farnesio, y molestos por la agresividad del calvinismo, algunos estados del sur (el condado de Artois, el condado de Henao y el Flandes valón, hoy en Francia y Valonia) abandonaron la alianza de la Pacificación de Gante. Firmaron la Unión de Arrás (Atrecht), expresando su lealtad al rey español. Esto significó el fin del objetivo de una independencia unificada de las Diecisiete Provincias basada en la tolerancia religiosa, que se había acordado solo tres años antes.
En respuesta a la Unión de Arrás, Guillermo unió las provincias de Holanda, Zelanda, Utrecht, Güeldres y Groninga en la Unión de Utrecht, el 23 de enero de 1579. Brabante y Flandes se unieron más tarde, en febrero de 1579. Así, las Diecisiete Provincias quedaron divididas entre un grupo del sur leal a la corona española y un segundo grupo del norte que se había levantado.
Declaración de Independencia (1581)
En la Europa del siglo XVI, la mayoría de los países tenían un rey o un noble como jefe de Estado. Después de rechazar a Felipe, los Estados Generales intentaron encontrar un sustituto adecuado. La reina de Inglaterra, la protestante Isabel I, parecía la opción más lógica para proteger a los Países Bajos. Sin embargo, Isabel consideró que la idea no era buena. Su intervención a favor de los hugonotes había sido muy costosa, y había decidido no volver a involucrarse en asuntos internos de otros monarcas. Una intervención no solo provocaría a Felipe II, sino que también sentaría un precedente peligroso.
Isabel, más tarde, ayudaría a los rebeldes neerlandeses con el Tratado de Nonsuch (1585). En 1581, los Estados Generales invitaron a Francisco, duque de Anjou (el hermano menor del rey Enrique III de Francia), a convertirse en su líder y gobernante. Anjou aceptó, con la condición de que los Países Bajos renunciaran oficialmente a su lealtad a Felipe. Así, los Estados Generales emitieron el «decreto de abandono», Plakkaat van Verlatinghe, donde declararon que el rey de España había abandonado sus responsabilidades al no defender al pueblo de los Países Bajos. Por lo tanto, se había destituido a sí mismo como gobernante.
Anjou llegó en febrero de 1582. Aunque fue bien recibido en algunas ciudades, Holanda y Zelanda lo rechazaron. Gran parte de la población desconfiaba de él por ser católico, y los Estados Generales le dieron muy poco poder. El nuevo gobernante llevó un pequeño ejército francés a los Países Bajos y finalmente decidió tomar el control de Amberes por la fuerza en enero de 1583. Este intento fracasó, y Anjou abandonó los Países Bajos.
Entonces, se ofreció la plena soberanía de los Países Bajos a Isabel de Inglaterra, pero ella volvió a rechazarla. Todas las opciones de encontrar un monarca habían fallado, y fue entonces cuando los Estados Generales decidieron gobernar el país como una república.
La caída de Amberes
Inmediatamente después de la Declaración de Independencia, España envió un nuevo ejército para recuperar las Provincias Unidas. Durante los años siguientes, el duque de Parma reconquistó la mayor parte de Flandes y Brabante, así como buena parte de las provincias del noreste. La fe católica fue restaurada en gran parte de esta área. En 1585, Amberes, que era la ciudad más grande de los Países Bajos en ese momento, fue ocupada por los españoles, lo que provocó que aproximadamente la mitad de sus habitantes emigraran al norte. Entre 1560 y 1590, la población de Amberes bajó de unos 100.000 habitantes a cerca de 42.000.
Guillermo de Orange, quien había sido declarado fuera de la ley por Felipe II en marzo de 1580, fue asesinado por un seguidor del rey el 10 de julio de 1584. Fue sucedido como líder del levantamiento por su hijo, Mauricio de Nassau, Príncipe de Orange.
Los Países Bajos quedaron divididos entre un estado del norte casi independiente y una parte del sur que seguía bajo control español. Como resultado del dominio de los calvinistas en el norte, gran parte de la población del norte se convirtió al protestantismo en las décadas siguientes. El sur, bajo dominio español, debía mantener el catolicismo; la mayoría de sus protestantes emigraron al norte. España mantuvo una importante presencia militar en el sur, que podía usarse si era necesario contra Francia.
Independencia no oficial del norte (1585-1609)

Con el conflicto en una situación difícil, las Provincias Unidas buscaron la ayuda de Francia e Inglaterra. Entre febrero y mayo de 1585, incluso ofrecieron a cada monarca la soberanía de los Países Bajos; sin embargo, ambos países la rechazaron. Aunque Inglaterra había apoyado de forma no oficial a los Países Bajos durante años, la reina Isabel no había dado apoyo directo a los neerlandeses por temor a una guerra abierta con España. Sin embargo, el año anterior, la Liga Católica francesa había firmado un tratado con España para controlar a los protestantes en su país. Preocupada de que Francia cayera bajo el control de los Habsburgo, Isabel decidió actuar.
En 1585, según el Tratado de Nonsuch, Isabel I de Inglaterra envió a Robert Dudley para tomar el poder como lord-regente, con entre 5.000 y 6.000 soldados, incluyendo 1.000 de caballería. Dudley resultó ser un mal comandante y no entendía los delicados acuerdos comerciales entre los gobernantes neerlandeses y los españoles. Además, al aliarse con los calvinistas más estrictos, se ganó la desconfianza de los católicos y los moderados. También tuvo conflictos con muchos nobles neerlandeses al intentar fortalecer su propio poder, en detrimento de los Estados Provinciales. En un año, perdió todo el apoyo público y regresó a Inglaterra. En ese momento, los Estados Generales, al no encontrar un regente adecuado, nombraron a Mauricio de Nassau (hijo de Guillermo), de veinte años, como nuevo Capitán General del ejército neerlandés en 1587.
El 7 de septiembre de 1589, Felipe II ordenó al duque de Parma que moviera todas las fuerzas disponibles hacia el sur, para evitar que Enrique de Navarra se convirtiera en rey de Francia. Para España, los Países Bajos se habían vuelto menos importantes en comparación con los conflictos en Francia.
Las fronteras de los Países Bajos actuales se definieron en gran medida por las campañas de Mauricio de Nassau. El éxito neerlandés no se basó solo en la habilidad del nuevo comandante, sino también en los problemas financieros de España debido a la pérdida de la Armada Invencible en 1588, y la necesidad de reconstruir una flota para recuperar el control del mar después del contraataque inglés. Una característica notable de este conflicto fue el alto número de levantamientos de soldados españoles, principalmente por el retraso en el pago de sus salarios. Entre 1570 y 1607, se documentaron al menos cuarenta levantamientos. En 1595, cuando Enrique IV declaró el conflicto a España, el gobierno español volvió a declararse en bancarrota. Sin embargo, al recuperar el control del mar, España pudo aumentar notablemente su suministro de oro y plata de América, lo que le permitió aumentar la presión militar sobre Inglaterra y Francia.

Bajo presión financiera y militar, en 1598 Felipe cedió el trono de los Países Bajos a su hija mayor, Isabel Clara Eugenia, y a su marido (y también sobrino de Felipe) Alberto, justo después de la Paz de Vervins con Francia. Los nuevos gobernantes demostraron ser muy capaces. En ese momento, Mauricio estaba ocupado conquistando ciudades importantes de los Países Bajos. Empezando por la fortaleza de Bergen op Zoom (1588), Mauricio conquistó Breda (1590), Zutphen, Deventer, Delfzijl y Nimega (1591), Steenwijk, Coevorden (1592), Geertruidenberg (1593), Groninga (1594), Groenlo, Enschede, Ootmarsum, Oldenzaal (1597), Rheinberg (1601) y Grave (1602). Como esta campaña se limitó a las zonas fronterizas de los Países Bajos actuales, el centro del país se mantuvo en paz, permitiendo el desarrollo de lo que se conoce como Siglo de Oro neerlandés.

En este punto, quedó claro que el control español de las provincias del sur de los Países Bajos era muy fuerte. Sin embargo, el control de Zelanda significaba que los Países Bajos del norte podían controlar y cerrar el estuario del río Escalda, la entrada al mar del puerto de Amberes. El Puerto de Ámsterdam se benefició mucho del bloqueo del puerto de Amberes, hasta el punto de que los comerciantes del norte empezaron a dudar si valía la pena reconquistar el sur.
En 1600, sin embargo, y en contra del consejo de Mauricio, se inició una campaña para ocupar la región costera del sur. Aunque se presentó como una liberación de los Países Bajos meridionales, la campaña buscaba eliminar la amenaza que suponían los marineros de Dunkerque, que recibían apoyo español, para el comercio neerlandés. España intentó fortalecer su posición en la costa, lo que llevó a la batalla de Nieuwpoort.
Aunque el ejército de los Estados Generales ganó mucho reconocimiento al derrotar sorprendentemente al ejército español en una batalla, Mauricio detuvo el avance en Dunkerque y regresó a las provincias del norte. Mauricio nunca perdonó a los gobernantes, liderados por Johan van Oldenbarnevelt, por haberlo enviado a esa misión. En ese momento, la separación de los Países Bajos en dos estados diferentes parecía casi inevitable. Como resultado de no poder eliminar la amenaza comercial de los dunkerqueses, los Estados decidieron construir su propia flota para proteger el comercio marítimo, que creció mucho con la creación de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales en 1602. Las flotas neerlandesas fortalecidas demostraron ser una fuerza formidable, afectando las ambiciones navales españolas desde entonces.
Tregua de los Doce Años (1609-1621)

En 1609, las Provincias Unidas y los estados del sur controlados por España acordaron un alto el fuego, que más tarde se conocería como la Tregua de los doce años. Fue mediada por Francia e Inglaterra en La Haya. Durante esta paz, los neerlandeses se esforzaron mucho en construir su flota, lo que sería crucial más adelante en el conflicto.
Durante esta tregua, surgieron dos grupos en el lado neerlandés con diferentes ideas políticas y religiosas. Por un lado, estaban los arminianos, cuyos seguidores más destacados eran Johan van Oldenbarnevelt y Hugo Grocio. Estos solían ser comerciantes adinerados que aceptaban una interpretación menos estricta de la Biblia que los calvinistas tradicionales. A los arminianos se oponían los gomaristas, más estrictos, quienes habían declarado abiertamente su lealtad al príncipe Mauricio en 1610. En 1617, el conflicto se intensificó cuando los republicanos presentaron una "resolución estricta", permitiendo a las ciudades tomar medidas contra los gomaristas. El príncipe Mauricio acusó a van Oldenbarnevelt de traición, lo arrestó y, en 1619, lo ejecutó. Hugo Grocio huyó del país después de escapar de su prisión en el castillo de Loevestein.
Últimas etapas (1621-1648)
El conflicto se reanuda
Durante la tregua, se realizaron varias negociaciones para lograr una paz duradera. Sin embargo, dos temas no pudieron resolverse. Primero, los españoles pedían libertad de creencias para los católicos que vivían en los Países Bajos del norte, a lo que los neerlandeses respondieron pidiendo la misma libertad para los protestantes del sur. Segundo, había un creciente desacuerdo sobre las rutas comerciales en las diferentes colonias (en el Lejano Oriente y América). Los españoles hicieron un último intento por reconquistar el norte, y los neerlandeses usaron su flota para expandir sus rutas comerciales, en desventaja de España. Los neerlandeses se concentraron principalmente en tomar las posesiones de Felipe como rey de Portugal, quien no había firmado la paz en el conflicto luso-neerlandés. El conflicto, entonces, se reanudó y, esta vez, de manera crucial, se mezcló con el más grande conflicto de los Treinta Años.
En 1622, los neerlandeses lograron repeler un ataque español a la importante ciudad fortificada de Bergen op Zoom. Sin embargo, en 1625, Mauricio falleció mientras los españoles asediaban la ciudad de Breda. Ignorando las órdenes que le habían dado, el comandante español, Ambrosio Spínola, logró conquistar la ciudad. El conflicto, ahora, se centró más en el comercio, principalmente en el enfrentamiento entre los neerlandeses y los marineros de Dunkerque, pero también en los ataques que la nueva flota realizaba contra los barcos españoles, y sobre todo, el tamaño de los enclaves comerciales portugueses, defendidos por pocos hombres, dispersos por gran parte del mundo.
Un medio hermano de Mauricio, Federico Enrique, lo sucedió en la dirección del ejército. Federico Enrique conquistó la estratégica ciudad fortificada de Bolduque en 1629. Esta ciudad, la más grande de la provincia de Brabante Septentrional, se consideraba imposible de conquistar por la fuerza. Su pérdida fue un revés importante para los intereses españoles.
En 1632, Federico Enrique tomó Venlo, Roermond y Maastricht durante su famosa «Marcha por el Mosa», en un movimiento que preparaba a los neerlandeses para conquistar las principales ciudades de Flandes. Sin embargo, todos los intentos posteriores de atacar Amberes y Bruselas fracasaron. Los neerlandeses estaban descontentos por la falta de apoyo de la población flamenca. Esto se debía, principalmente, al episodio de saqueo de Tienen, así como al hecho de que las nuevas generaciones que habían crecido en Flandes y Brabante se habían vuelto a la fe católica, y en ese momento desconfiaban más de los neerlandeses calvinistas que de los ocupantes españoles.
Conflictos en las colonias
A medida que más países europeos empezaban a construir sus imperios, los conflictos entre ellos también se libraban en las colonias. Los combates por las colonias más valiosas podían ocurrir en lugares tan lejanos como Macao, las Indias Orientales, Ceilán, Isla de Formosa (Taiwán), las Filipinas, Brasil, entre otros. El más destacado de estos conflictos fue el que se conocería más tarde como el conflicto luso-neerlandés. Los Países Bajos desarrollaron un imperio comercial por todo el mundo, usando su dominio marítimo como su gran ventaja. La Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales se fundó para administrar todo el comercio del país hacia el este, mientras que la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales era su contraparte en el oeste.
En las colonias occidentales, los Estados Generales se limitaron principalmente a apoyar a los marineros y capitanes que navegaban el Caribe para tomar riquezas españolas y llenar las suyas. El ataque más exitoso de este tipo fue la captura de gran parte de la flota del tesoro española por parte de Piet Hein en 1628. Esto permitió a Federico Enrique financiar el sitio de Bolduque y causó serios problemas a España para pagar a sus tropas. Sin embargo, también se hicieron intentos para conquistar o fundar nuevas colonias en Brasil, América del Norte y África. Muchas de ellas tuvieron éxito solo por un corto tiempo. En el este, las actividades neerlandesas permitieron la conquista de muchas colonias comerciales, lo que contribuyó notablemente al Siglo de Oro neerlandés.
Véase también
En inglés: Eighty Years' War Facts for Kids